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¿Por qué no soy Fideísta?

No les ha pasado que cuando están debatiendo con un ateo e intentas dar tus mejores
argumentos, un hermano en Cristo ya sea que conozcas y amas u otra persona que no
conozcas, de repente se entra al debate y comienza a dar sus argumentos, pero cuando te das
cuenta es puro fideísmo, bueno eso también me ha pasado y debo de decir que a veces me
provoca darles un cabezazo para que no vuelvan a argumentar estupideces. Hola, yo soy Joe
Kyousuke, en éste escrito vamos a tratar un tema que tal vez muchos desconozcan o alguna
vez han oído de él, pero en sí no lo han profundizado; este artículo es con la intensión de
corregir a ciertos hermanos en la fe que por alguna razón en falsas congregaciones les han
dicho que la Fe y la Razón no se juntan o no son compatible, y esto lo comparte también la
gran mayoría de ateos, pero vamos a desmontar que esto es falso y que realmente tanto en la
historia de la iglesia como en la misma biblia nos dan razones suficientes que si son
compatibles la Razón y la Fe.

Definición

Antes de profundizar en el tema, creo que es adecuado primero dar una definición de lo que es
el Fideísmo realmente:

• «Sistema de pensamiento y de interpretación de los valores y hechos religiosos mediante el


cual se da la primacía absoluta la fe con menosprecio de los otros rasgos que apoyan las
creencias, la razón, la tradición, la autoridad.

En general el fideísmo roza el misticismo exagerado de quien, con motivos y actitudes afectivas
más que racionales, deposita una confianza ciega en lo que se cree ser revelación divina. Sin
embargo sabemos que Dios ha hecho al hombre libre para creer y desea que también
reflexione sobre su fe.»

• «Error que dice que la fe es la única fuente del conocimiento de Dios; la razón no lo puede
conocer.»

• «El fideísmo es cualquiera de los varios sistemas de creencias que sostienen, sobre variados
argumentos, que la razón es irrelevante a la fe religiosa. De acuerdo a algunas versiones de
fideísmo, la razón es la antítesis de la fe»

De hecho Alvin Plantinga define el fideísmo como "la exclusiva o básica dependencia sobre la
fe sola, acompañada por un consecuente menosprecio de la razón y utilizada especialmente en
la persecución de una verdad filosófica y religiosa". Ahora como leemos en estas definiciones,
se nos da a entender que simplemente la Fe de cualquier creencia (sobre toda la cristiana) es
ciega e irracional. Pero antes de desmontar esto, vayamos un poco a la historia.

Historia del Fideísmo

En la historia de la teología católica se indica con este término un movimiento de pensamiento


que se desarrolló en Francia a mediados del siglo XIX, como reacción contra el racionalismo y
el liberalismo del siglo anterior. Sus principales representantes suelen considerarse el abate
Bautain (1867), A. Grahy (1872). A. Bonnettv (1879), fundador de los Annales de pílilosophie
chrétienne, Bonald (1840). de Lamennais (1854), aunque estos dos últimos autores son más
bien “tradicionalistas”. La principal característica de este movimiento fue una crítica cerrada
contra la razón humana convertida por los enciclopedistas en el criterio único de verdad, en
favor de una exaltación exagerada de la fe, fundamento de sí misma y capaz de reconocer la
verdad de la revelación sin ninguna necesidad de signos exteriores o de motivos de
credibilidad.

Aunque las desviaciones del fideísmo fueron condenadas varias veces por el Magisterio, sobre
todo con Gregorio XVI (DS 2751-2756), con pío IX en la encíclica Qui pluribus de 1846 (DS 2778-
2780) y finalmente por el concilio Vaticano I, -donde se reconoció expresamente la posibilidad
de conocer a Dios “con la luz natural de la razón humanan (DS 3004; DS 3008-3009), todavía
hoy siguen estando presentes ciertas formas larvadas de esta actitud en muchos católicos
(como protestantes), que no conceden ninguna importancia a los problemas de credibilidad de
la revelación.

Además de estas fórmulas sistemáticas de fideísmo, nos encontramos a través de toda la


historia de la filosofía desde la época de los sofistas hasta la actualidad una actitud fideísta de
la mente, que se volvió más o menos conspicua en diferentes períodos. El fideísmo debe su
origen a la desconfianza en la razón humana, y la secuencia lógica de esta actitud es el
escepticismo. Es para escapar de esta conclusión que algunos filósofos, aceptando como
principio la impotencia de la razón, han hecho hincapié en la necesidad de la creencia por
parte de la naturaleza humana, ya sea afirmando la primacía de la fe sobre la razón o, de otro
modo, afirmando una separación radical entre la razón y la creencia, es decir, entre la ciencia y
la filosofía por un lado y la religión por el otro. Tal es la posición adoptada por Kant, cuando
distingue entre la razón pura, confinada a la subjetividad, y la razón práctica, que sola es capaz
de ponernos por un acto de fe en relación con la realidad objetiva. También es una actitud
fideísta que es la ocasión del agnosticismo, positivismo, pragmatismo y otras formas modernas
de anti-intelectualismo.

No es de sorprender, por lo tanto, que la Iglesia haya condenado tales doctrinas. En 1348, la
Santa Sede proscribió ciertas proposiciones fideístas de Nicholas d´Autrecourt (cf. Denzinger,
Enchiridion, 10ma. ed., núms. 553-570). En sus dos encíclicas, una en septiembre de 1832 y la
otra en julio de 1834, el Papa Gregorio XVI condenó las ideas políticas y filosóficas de
Lamenais. El 8 de septiembre de 1840 se le requirió a Bautain que suscribiera varias
proposiciones directamente opuestas al fideísmo, la primera y la quinta de las cuales leen
como sigue: “"La razón humana es capaz de probar con certeza la existencia de Dios; la fe, un
don celestial, es posterior a la revelación, y por lo tanto no se puede utilizar adecuadamente
contra el ateo para probar la existencia de Dios "; y "El uso de la razón precede a la fe y, con la
ayuda de la revelación y de la gracia, conduce a ella." Y, finalmente, el Concilio Vaticano I
enseña como un dogma de la fe católica que “un verdadero Dios y Señor puede ser conocido
con certeza por la luz natural de la razón humana por medio de las cosas creadas." (Const., De
Fide Catholicâ", Sess. III, can. I, De Revelatione; cf. Granderath, "Constitutiones dogmaticae
Conc. Vatic.", Friburgo, 1892, p. 32 cf. Denzinger, n. 1806).

Es bastante evidente que el despreciar las enseñanzas de los sabios, los descubrimientos
científicos del pasado, y la voz de común acuerdo sería condenarnos a una infancia perpetua
en el conocimiento, hacer imposible cualquier avance en la ciencia, ignorar el carácter social
del hombre y hacer la vida humana intolerable: pero, por otro lado, es un error hacer de estos
elementos el criterio supremo de la verdad, ya que son sólo reglas particulares de certeza,
cuya validez está cimentada sobre una norma más fundamental. En efecto, es cierto que la
certeza moral difiere de la matemática, pero la diferencia no reside en la firmeza o la validez
de la certeza que ofrece, sino en el proceso utilizado y las disposiciones requeridas por la
naturaleza de las verdades con las que tratan respectivamente.

Promotores del Fideísmo

Y hoy en la actualidad ciertos cristianos siguen con este pensamiento irracional y que para
nada concuerda ni con la historia de la iglesia primitiva ni con la misma biblia, de hecho voy a
citar a ciertas personas que concordaron con este pensamiento tanto cristiano como ateo:

«Si quieres moverte en lo sobrenatural tienes que dejar a un lado la razón»


—Guillermo Maldonado

«Soy cristiano ANTI intelectual. Lo cual no significa no inteligente: todo lo contrario. Es necio
ser un cristiano intelectual. Solo tiene valor eterno lo que parte de un fundamento puro
escriturístico. ¡Fuera Filosofía de la Iglesia, en el nombre de Jesús!»
—Anónimo

«No te pierdas en medio de tanto conocimiento de la Palabra. ¡Cree! Eso es lo importante.»


—Cash Luna

«No Seas un Cristiano Razonable»


—Otoniel Font

«Los hechos pueden decirte una cosa. Pero, Dios no está limitado por los hechos. Elige la fe a
pesar de los hechos.»
—Joel Osteen.

«Tan imposible es la comprensión [del conocimiento de Dios] por medio de la razón como es
imposible llegar a tocarlo con la mano»
—Martín Lutero

Hasta los más promotores y reconocidos del Nuevo Ateísmo, aplaudirían y se levantarían de
sus sillas de lo más felices por escuchar esas palabras, de hecho hasta comparten dicha
antítesis y aquí varias de sus citas:

«La fe es la gran excusa, la gran excusa para evadir la necesidad de pensar y evaluar las
pruebas. La fe es creencia a pesar, incluso tal vez por la falta de evidencia». [Discurso del
Festival Internacional de Ciencia de Edimburgo (1992)]
—Richard Dawkins

«La fe es la rendición de la mente; es la rendición de la razón, es la rendición de lo único que


nos diferencia de otros mamíferos». [Penn y Teller: ¡mierda! (Temporada 3, Episodio 5: "Holier
Than Thou")]
—Christopher Hitchens

«La fe generalmente no es más que el permiso que las personas religiosas se dan mutuamente
para creer las cosas fuertemente sin evidencia» [Carta a una nación cristiana (Vintage Books,
2008), 110].
—Sam Harris

Debo de decir que, si un cristiano que va en esta línea de pensamiento (aunque lo desconozca
y lo confiese inconscientemente) si se le pone en duda su creencia o doctrina, posiblemente
pase 2 cosas, que se cierre a las objeciones y pensamiento que van en contra de su fe o si se
abre a dichos pensamientos se desvíe de su fe o también que insulte a la persona. De hecho,
estos tipos de cristianos, se basan más en sus experiencias emocionales que en la misma biblia
y debo de mencionar que esto es lo que me asombra más de ellos, por varios motivos, la
primera porque obviamente esta es la que le hace crecer en su fe como en su intimidad con el
Señor y si no fuera por ellos, me atrevería a decir que preferirían vivir en un éxtasis que saber y
asegurar que dice la palabra de Dios (la biblia), el segundo porque me es extraño que estos
tipos de cristianos le tengan más miedo al conocimiento de la Palabra que no asegurarse si su
fe está bien cimentada en ella, y tercero, que es lo que me parece más extraño y un delirio,
que no quieran profundizar y conocer su fe y piensen que la “letra mata”, estas son las
razones, que siendo sincero, me parece un disparate.

La Fe sí es Razonable (Históricamente)

Pero, realmente en toda la historia de la iglesia primitiva ¿Los cristianos siempre han sido
irracionales y anti-intelectuales? ¿Ellos abrazaban también alguna idea de fideísmo? ¿Los
cristianos en sus inicios fueron conocidos por ser anti-intelectuales e irracionales en lo que
respeta a su fe? ¿Ellos evadían las objeciones que se le ponían en la mesa? ¿O es todo lo
contrario?, Bueno en esta sección trataremos de responder estas dudas y otras de las que
pueden llegar a pensarse, pero nuestra respuesta corta a estas preguntas y otras es “No”, aquí
vamos a defender 2 tesis, la primera es que realmente los primeros cristianos sí pensaban en
lo que respeta su fe y la segunda que Dios no quiere a sus seguidores “ignorantes” o “Anti-
intelectuales”.

Curiosamente a los comienzos del cristianismo, los cristianos se les conocían mayormente por
adorar a Dios y no por resolver los grandes dilemas filosóficos o doctrinales de lo que ellos
creían, podría decir que era una religión que se preocupaba por su adoración a Dios y la que
ayudaba a su prójimo, de hecho, al principio los cristianos no vieron la cuestión del origen y
valor del mundo como un problema intelectual que debían resolver, o como una doctrina que
debían defender. Y, por extraño que nos parezca, ni siquiera consideraron importante una
explicación del origen y funcionamiento del mundo. Para ellos, la creación era importante
porque en su culto alababan a Dios el Creador. Al igual que los antiguos hebreos, los cristianos
habían llegado a la conclusión de que el mismo Dios que era su redentor, también era el
creador de todas las cosas. Es decir, afirmaban que el Dios a quien adoraban en la iglesia, y en
quien confiaban para su salvación, también era el Dios que había hecho todas las cosas y vio
que eran buenas. Así pues, la doctrina cristiana de la creación, no surgió de un ejercicio
intelectual, sino más bien de la experiencia del culto.

Esas convicciones que la iglesia celebraba en su culto, también implicaban cierta actitud hacia
el mundo y sobre cómo vivir en él. El mundo caprichoso y sin sentido del paganismo (porque
se sujetaba a los antojos de diversos dioses que estaban en competencia unos con otros), en el
judaísmo y el cristianismo se hizo un todo, uno creado con cierto propósito, que se movía
hacia un fin que Dios había determinado y que incluía el objetivo salvífico de Dios.

Así pues, la doctrina cristiana de la creación no fue importante como una explicación del
origen del mundo, sino como fundamento para la vida en el mundo y como expresión de la fe
que la iglesia celebraba y compartía en su adoración. Es cierto que la doctrina oficial de la
iglesia sobre la creación se desarrolló en respuesta a los retos de opiniones contrarias. Pero,
opuesto a lo que ocurre hoy día, el problema no era la diferencia entre teorías filosóficas o
científicas, sino más bien entre la fe que la iglesia expresaba y celebraba en su culto, y las
prácticas y opiniones de la cultura pagana.

Es decir, que los comienzos cristianos tenían un enfoque más que doctrinal era una exaltación
y adoración del Dios judeocristiano, aunque claramente que en la cultura pagana que Vivian
los cristianos esto los llevo a pensar sobre donde se fundamentaba su fe y tratar con las
objeciones de la misma, más bien, Los líderes cristianos se sintieron obligados a pensar y
escribir sobre la creación por dos razones. En primer lugar, siempre existió el peligro de que las
opiniones de la cultura pagana sobre la naturaleza y el valor del mundo se introdujeran en la
vida de la iglesia. Esto habría minado la obediencia cristiana en el mundo presente, al mismo
tiempo que pondría en duda la fe en el Dios creador y redentor a quien la iglesia adoraba. En
segundo lugar, se hizo necesario mostrar a la sociedad en general, que no era algo irracional lo
que la iglesia celebraba en su culto, ni la manera en que los cristianos consideraban al mundo
físico. De otra manera, entonces Jesús y la fe en él hubieran sido motivo de burla y escarnio.
Fue en respuesta a este doble reto que los cristianos desarrollaron la doctrina de la creación.
Una doctrina—lo repetimos otra vez—que compartían con el pueblo de Israel.

La tarea de los líderes cristianos fue diferente al dirigirse a personas fuera de la iglesia. Y es
que ahí su propósito fue mostrar que el cristianismo no era esa fe irracional que sus críticos
decían. Con ese fin, algunos de los primeros teólogos cristianos—generalmente conocidos
como los «apologistas del segundo siglo»—buscaron puntos de contacto entre las enseñanzas
de la iglesia y las opiniones y tradiciones más respetadas de la cultura circundante. Eso fue
importante porque sirvió para quitar obstáculos del camino de los gentiles hacia la fe, y porque
combatieron muchos de los rumores que circulaban sobre las supuestas prácticas perversas de
los cristianos (rumores que frecuentemente provocaron su persecución).

Esa tarea se simplificó porque ya desde tiempo atrás un buen número de pensadores y
filósofos no consideraban al mundo como un simple campo de batalla entre una multitud de
dioses, y trataron de explicarlo de una manera más racional y coherente. Aunque los
pensadores cristianos rechazaron algunas de esas opiniones, sí aceptaron y modificaron otras.
Esto ofreció a los cristianos la oportunidad para presentar la doctrina cristiana de la creación
por un solo Dios, de tal manera que la clase intelectual del mundo helenista pudiera
entenderla y hasta respetarla.

Si tal como afirman los cristianos todo cuanto existe es creación de Dios, entonces
inmediatamente surge la cuestión sobre la relación entre la fe cristiana y lo que acontece en el
resto de la creación. ¿De qué manera ha estado o está Dios activo en esos lugares y tiempos
donde la gente no ha oído acerca de Jesucristo? Negar esa actividad sería establecer un
abismo entre la creación y la redención; algo que sería semejante a lo que proponía Marción y
que rápidamente fue rechazado por el resto de la iglesia. Así pues, la mera necesidad lógica
pronto hubiera llevado a los cristianos a considerar el origen y valor de las culturas que no
conocían sobre Jesucristo.

Sin embargo, lo que presionó a los primeros cristianos a considerar esos asuntos no fue la pura
lógica. Sencillamente no fue que algunos pensadores cristianos llegaron a la conclusión de que
debían considerar con toda calma la relación entre el cristianismo y la cultura pagana. La
cuestión fue mucho más urgente, al menos por dos razones.

La primera fue la misma tarea de comunicar el evangelio a personas de un trasfondo cultural


diferente, en ese caso, el helenismo. Las personas más cultas entre los posibles conversos
estaban conscientes y orgullosas de los logros de su civilización y sus filósofos. ¿Sería necesario
incitarlas a rechazar todo esto, a declararlo malo y completamente errado, carente de todo
valor? ¿O habría alguna manera en que el entendimiento cristiano del mundo, de la creación y
de la historia pudiera servir para interpretar, evaluar, aceptar o transformar algunos de los
logros más valiosos de la civilización grecorromana? ¿Era el mensaje cristiano tan radicalmente
nuevo que nada de cuanto había existido antes— excepto quizá la fe de Israel—tenía valor
alguno? Afirmar que el cristianismo era una novedad a ese extremo, sería caer en el
marcionismo y hubiera requerido que los conversos paganos rechazaran toda su cultura y
tradiciones antes de poder considerarse cristianos.

La segunda razón por la que esta cuestión se hizo urgente fue la persecución que sufrieron por
las autoridades romanas. Durante todo el segundo siglo, la actitud general del imperio hacia
los cristianos fue la que expresó el emperador Trajano. Trajano dio instrucciones a las
autoridades para que no perdieran el tiempo buscando a los cristianos, pero que si algunos
eran traídos ante ellos entonces se les debían dar tres oportunidades para renunciar a su fe; si
se negaban, entonces deberían ser condenados (normalmente, a la pena de muerte). A fin de
cuentas, lo que esto significó fue que, por lo general, la persecución quedó en manos de los
magistrados locales o incluso en las del pueblo. Es decir, si en un lugar existía rechazo hacia los
cristianos, y la gente se convencía de que eran una influencia negativa o subversiva, entonces
bastaba con llevarlos a las autoridades imperiales y así todo el peso del estado caería sobre
ellos. Por otra parte, la persecución era menos probable si había buena voluntad, o al menos
aceptación, por parte del pueblo y de los magistrados locales. Dadas esas circunstancias, fue
importante que los cristianos presentaran su fe de tal manera que al menos resultara
razonable, tanto para el pueblo en general como para las autoridades.

Así pues, y presionados por las circunstancias, los cristianos sintieron una necesidad urgente
de discutir la relación entre su fe y la cultura que les rodeaba. La doctrina de la creación fue
una ayuda importante en esa empresa, puesto que permitió a los cristianos pensar que la
acción de Dios—y, de un modo u otro, la verdad de Dios—no se limitaba al mensaje cristiano y
la tradición judaica. Sin embargo, todavía quedaba la cuestión de cómo los cristianos debían
entender y expresar esa relación de tal manera que fuese fiel a sus propias convicciones y que,
al mismo tiempo, fuese comprensible para las personas fuera de la iglesia.

El principal instrumento que encontraron los cristianos para responder a esas necesidades fue
la doctrina del logos. Esa palabra griega tenía varios significados. Quería decir «palabra»,
«razón», «discurso», «tratado», «habla», o cualquiera otra de diversas ideas relacionadas con
éstas. Mucho tiempo antes del advenimiento del cristianismo, el logos ya había tenido un
papel importante en la filosofía griega como el medio para explicar la racionalidad del mundo.
Cuando los cristianos enfrentaron la cultura pagana, y trataron de hallar maneras para validar
y aceptar todo lo positivo que hubiera en ella, encontraron el camino abierto para emplear
ideas semejantes. Incluso el cuarto evangelio comenzaba declarando que Jesús era la
encarnación del logos o Verbo eterno de Dios que siempre había estado con Dios, y mediante
el cual todas las cosas habían sido hechas. Al escribir esas palabras, es muy posible que el
autor de ese evangelio no estuviera pensando tanto en la filosofía helenista como en las
historias de la creación en el Génesis (donde Dios sencillamente creó lo que quería
pronunciándolo), y posiblemente también estuviera pensando en la sabiduría de Dios tal como
se describe en Proverbios 8 (donde parece que la sabiduría es una realidad junto a Dios). Sin
embargo, algunos de los apologistas cristianos del segundo siglo tomaron el prólogo del cuarto
evangelio y lo unieron a la tradición filosófica helenista, de esta manera pudieron afirmar que
Jesús era la encarnación de ese logos eterno, y que era la racionalidad subyacente a toda la
creación.

Hasta de hecho, Muchos de sus vecinos consideraron que los cristianos eran impíos o
incrédulos. ¿Dónde estaban sus dioses? ¿Cómo era posible adorar a un Dios a quien no se
veía? Para la mente popular, los cristianos eran ateos. De hecho, existe un documento del
segundo siglo donde una muchedumbre pide la muerte de un obispo cristiano y está gritando:
«¡Mueran los ateos!». Ante esos retos, resultaba natural que los cristianos se volvieran a una
tradición filosófica que había criticado fuertemente a los dioses antiguos por sus vicios y
pusilanimidad, y donde uno de sus grandes héroes, Sócrates, había sido condenado a muerte
acusado de ateísmo.

En la tradición filosófica era costumbre referirse a un ser que estaba por encima de todos los
demás y al cual todos los demás debían su existencia. Algunos platónicos pensaban que la
realidad era producto de una serie de emanaciones de ese primer ser, del Uno. Los cristianos
pronto se percataron de la necesidad de rechazar esas ideas, porque llevaban al panteísmo y,
por lo tanto, a la idolatría. A pesar de ello, la idea de que hubiera un solo ser, por encima de
todos los demás, resultó muy atractiva para los cristianos que estaban tratando de refutar las
ideas politeístas de la cultura pagana.

Esa tradición había reflexionado sobre las perfecciones de ese Primer y Ser Supremo desde
tiempos de Parménides de Elea (siglo sexto a.C.), uno de los filósofos presocráticos.
Parménides, y su larga tradición de seguidores, habían llegado a cierto consenso acerca de
esas perfecciones. Y tal como las había entendido Parménides, y la mayor parte de la tradición
platónica, los teólogos cristianos adoptaron esas perfecciones con ligeros cambios. De esa
manera trataron de demostrar que su fe no era tan irracional como algunos pretendían y que,
lejos de ser innovadores ateos, en realidad la fe cristiana era la culminación de lo mejor de la
filosofía clásica. Dado que esas perfecciones se han convertido en parte de la herencia
cristiana cuando se habla y piensa sobre Dios.

Debo de recalcar que cuando los cristianos eran desafiados en responder a las objeciones de
su fe o reconocer las implicaciones filosóficas que llevaban para que esta no contradijera el
cristianismo en sí, estos sabían que si esas doctrinas filosóficas eran abrazadas se perdería lo
que es el cristianismo como se le conoce hoy día, realmente tendrían un pensamiento distinto
de lo que se consideraba y considera realmente cristianismo, hasta se tendría otra religión.

Así que lo que originalmente surgió como un medio para demostrar a la elite intelectual
helenista que la doctrina cristiana era razonable (que algunos apologistas consideraron como
la «verdadera filosofía»), para los intelectuales cristianos pronto se convirtió en la manera más
común para hablar y pensar sobre Dios. Eso hizo que hacia fines del segundo siglo, lo que al
principio había sido una manera de comunicar la fe y defenderla de sus críticos, pronto se
convirtió en la manera preferida para hablar sobre Dios y concebir la naturaleza divina.

Promotores de la Fe Razonable
Como vimos anteriormente de parte de los fideístas y ciertos ateos aseguran y piensan que la
fe es ciega e irracional, y que existe una contradicción entre la fe y la razón, pero ¿dirían lo
mismo aquellos cristianos que tienen alguna especialización académica? ¿Aquellos que
procuraron en saber adónde se fundamenta su fe, pensaron lo mismo? ¿O tuvieron (y tienen)
buenas razones para pensar que realmente la fe cristiana es una fe razonable? Para eso voy a
citar ciertas frases de dichos académicos que van en esta línea de pensamiento, sin más
preámbulos, esto es lo que dicen:

La fe es ciertamente la respuesta a la evidencia, no una celebración a la ausencia de la


evidencia.
—John Lennox

La razón es la mano izquierda de nuestra alma, la fe la derecha.


—John Donne

La razón y la fe son dos orillas del mismo río.


—Doménico Cieri Estrada

La Fe Real No es Ciega, está basada en las Evidencias.


—Rice Broocks

La Fe Cristiana exige de sus miembros el conocimiento de sus creencias por sí mismos. Ser
cristiano es sentirse responsable de las propias creencias y vivirlas de un modo consciente e
inteligente.
—Alfonso Ropero

En la escritura, la fe involucra poner nuestra confianza en lo que tenemos razones para creer.
La fe no es un salto ciego e irracional hacia la oscuridad. En una perspectiva bíblica, la fe y la
razón cooperan entre sí. No son intrínsecamente hostiles.
—J.P. Moreland

La Confianza se sostiene al analizar esa confianza. La fe espiritual madura no está vacía de


RAZONES para esa Fe.
—Ravi Zacharias

Así, pues, la fe y el pensamiento caminan juntos, y es imposible creer sin pensar. ¡CREER ES
TAMBIÉN PENSAR!
—John Stott

La fe cristiana es, en su esencia, el acto de pensar.


—John Stott

La Biblia nunca afirma que debemos dar un salto en la oscuridad. La fe no es ciega, en el


sentido de ser arbitraria, excéntrica o una mera expresión de deseo humano. Si es así, ¿por
qué el autor de Hebreos dice que la fe es la "«convicción» de lo que no se ve"?
—R.C. Sproul

Pocos son los que salen de su comodidad intelectual para satisfacer estas incertidumbres, pero
aquellos que emprenden el rumbo en busca de evidencias no serán defraudados, pues la fe
cristiana no es una fe ciega, sino una fe en hechos, hechos que pueden ser sometidos al juicio
de la razón.
—Claudio Garrido

Mi fe es Razonable, el Cristianismo es razonable y está basado en la Historia


—Chris Du Pond

Si un Dios racional nos ha creado como seres racionales con la intención amorosa de tener
comunión con él, entonces debemos esperar con confianza poder llegar a conocer algo de su
existencia y naturaleza.
—Thomas V. Morris

La creencia cristiana se justifica de la misma manera que la creencia en la teoría


atómica está justificada: a través de buenos argumentos y evidencia.
—Cameron Bertuzzi

La fe no nos muestra a Dios racionalmente, pero nos lo muestra razonablemente.


—Francisco Lacueva

Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula.
—Agunstín de Hipona

La fe en el Cristianismo está basada en la evidencia. Es fe razonable. La fe, en el sentido


cristiano, va más allá de lo que es razonable, pero no va en contra de la razón.
—Paul Little

Nuestra Confianza en Cristo no se fundamenta en una emoción ciega, sino en la


evaluación intelectual de la evidencia que nos ha convencido de la verdad del
cristianismo y dieron un origen a una fe razonable.
—Tricia Scribner

Renunciar a la razón, es renunciar a la religión; razón y religión caminan tomadas de la


mano, toda religión irracional es falsa religión.
—John Wesley

Estos son algunos por nombrar, que realmente piensan que la fe si es razonable y hay
un balance o compatibilidad entre lo que es la fe y la razón, así que para mis hermanos
en Cristo que tienen un pensamiento fideístas les digo que: ¡Estudien! Cuestionen sus
creencias si es necesario, pero siempre buscando respuesta y justificación de esas
creencias si son verdaderas o no, no quedándose como vagabundos en una caja sin
buscar respuesta o como un niño que ya no sale al patio por temor a que se lastime, el
único consejo que les doy es del mismo Apóstol Pablo: “sino examinadlo todo; retened
lo bueno. Absteneos de toda especie de mal.” (1 Ts 5:21-22) y “Hermanos, no seáis
niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero sed maduros en el modo
de pensar.” (1 Cor 14:20). Y para mis amigos ateos (esto incluye a los agnósticos) que
se apegan a los pensamientos de los famosos 4 jinetes (o que van por esa misma fila de
ellos) si van a poner en duda la fe cristiana se los agradezco, porque me impulsan a
estudiar más de mi fe como cristiano y buscar mejores respuestas, pero hablando más
seriamente, si van a ser escépticos hasta en las evidencias que uno le propone y no
estudiarlo cuidadosamente, debo de decir que ustedes tienen una Fe bastante Ingenua
y supersticiosa, lo que quiero decir es, cuestionar todo sin tener buenas razones del
porqué sostener dicho escepticismo, eso no indica que el ateísmo sea una postura
razonablemente e intelectualmente satisfactoria, solamente es pereza intelectual y
racional.

La Fe Sí es Razonable (Bíblicamente)

Como vimos anteriormente, los cristianos de los primeros siglos sí daban buenas
razones para argumentar que su fe y convicciones eran (y hoy en día son) razonables,
pero aun así ¿qué nos dice realmente la biblia? ¿La biblia sustenta también que la fe es
razonable? ¿Va acorde al pensamiento de los primeros cristianos? ¿Los ateos tienen
razón en decir que la biblia admite una fe ciega? ¿Acaso Juan 20:29, 2 corintios 5:7 y
Hebreos 11:1 realmente asevera que la fe cristiana es ciega? Estos y otras preguntas
las vamos a analizar de sumo cuidado y detalle, y espero ser los más claro posible pero
a la vez riguroso en el asunto.

En esta parte del escrito vamos a analizar primeros los versos que aseveran que la “fe”
en sí misma (o que al parecer) es ciega:

Juan 20:29
Jesús le dice: ¿Porque me has visto, has creído? Bienaventurados los que no vieron y
creyeron.

2 Corintios 5:7
(porque vivimos por fe, no por vista)

Hebreos 11:1
Y la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Antes de adentrarnos y profundizar sobre los versos en sí mismos, primero veamos que
significa realmente la palabra “Fe” en el griego, esta palabra en su traducción original se
pronuncia πιστός (pistos o pistis) esta palabra en el sentido griego se utiliza de 2 maneras, que
son activa y pasiva, en el modo activo quiere decir que está confiado y en el modo pasivo
quiere decir que es fiel, así que esta palabra en griego no es sinónimo de ceguera sino de
confianza o fidelidad, el termino primeramente es firme persuasión, convicción basada en lo
oído, por dar un ejemplo, es como el doctor que diagnostica al paciente, el doctor le dice a su
paciente la enfermedad que tiene y la cura para esa enfermedad, y la única opción que tiene el
paciente es confiar en la palabra de su doctor o no, de ahí la confianza en alguien.

Ahora ya aclarado que es realmente “Fe”, analicemos los versos:

Primero para tener una aclaración de por qué Jesús dijo eso, vayamos a los versículos
anteriores, Juan 20:24-29

Jua 20:24 Pero Tomás, uno de los doce, el llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús
había aparecido.
Jua 20:25 Por tanto le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Pero él les dijo: A
menos que vea en sus manos la señal de los clavos, y meta mi dedo en el lugar de los clavos, y
meta mi mano en su costado, de ningún modo creeré.
Jua 20:26 Y ocho días después, otra vez estaban sus discípulos dentro, y Tomás con ellos. Viene
Jesús, estando cerradas las puertas, y puesto en el medio, dijo: Paz a vosotros.
Jua 20:27 Luego dice a Tomás: Trae acá tu dedo y mira mis manos, y acerca tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Jua 20:28 Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
Jua 20:29 Jesús le dice: ¿Porque me has visto, has creído? Bienaventurados los que no vieron y
creyeron.

Antes veamos ciertas condiciones que sucede aquí, primero Cuando Jesús se le apareció a los
otros discípulos Tomás no estaba con ellos, luego sucede que cuando los discípulos se
volvieron a reunir con Tomás, él no les creyó, pero un momento ¿Cuántas personas habían
cuando se les apareció Jesús resucitado corporalmente antes de reunirse con Tomás?, bueno,
en Lucas 24:13 nos da 2 testimonios que vieron a Jesús y la otra aparición que tuvieron los
discípulos fue en Juan 20:19, el verso no nos indica cuantas personas estuvieron reunidas, pero
aquí especularía que fue con casi todos los discípulos, porque si ellos se escondieron por temor
a los judíos, me imagino que se pusieron de acuerdo para tener un escondite y así los judíos no
lo atraparan, aunque fue el lugar y momento adecuado para que Jesús se les apareciera. Ahora
veamos, ya sea el transcurso de días o de la semana en que Jesús se les apareció a ellos (a
excepción de Tomás, claro), Tomás aún tenía buena evidencia justificable para creer, y era el
testimonio de los otros discípulos, aunque Jesús siempre se le apareció a Tomás, vemos 2
cosas particulares, (1) que la fe que Jesús exigía a los apóstoles no termino siendo una fe ciega
y (2) que esa fe si tiene buena justificación para su evidencia, pero nuestra pregunta aquí es
¿por qué Jesús dijo eso? Y nuestra respuesta es que:

La bienaventuranza que Jesús pronunció no es comparativa en sí, es decir, él no dice que “más”
bienaventurados son los que creen sin ver, aunque esto podría ser implicado. Él aceptó y
aprobó la fe por la vista de Tomás como verdadera, pero omite decir que es bienaventurado.
Tomás tuvo la oportunidad de creer en la resurrección basado en el testimonio de sus
compañeros, sin evidencia visual, y no la aprovechó. Aparentemente, Jesús estaba mirando
hacia adelante cuando sus futuros discípulos tendrían que creer sin poder ver y se adelanta
para pronunciar una bendición sobre ellos. Culpepper observa que a través del Evangelio, Juan
ha analizado la relación entre el ver y el creer, presentando una serie de señales, pero
animando a los lectores a una fe que no se basa en señales.

Así que en palabras sencillas, aunque Jesús no nos aparezca resucitado corporalmente Todos
los días, tampoco es un punto a favor que realmente nuestra creencia no esté bien justificada.

Ahora pasemos con el siguiente verso que es 2 corintios 5:7 que este nos indica de una manera
muy enfática que la “Fe” sí es “Ciega”, pero debemos tomar tantos los versos anteriores a éste
como los que le siguen para así tener un adecuado contexto del verso, y no hacer malabares
del mismo verso y terminar deduciendo conclusiones falsas, ahora veamos que nos dice los
versos antes y después del 5:7

2Co 5:1 Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, este tabernáculo, fuera destruida,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna, en los cielos.
2Co 5:2 Y estando así gemimos, anhelando ser revestidos de nuestra habitación celestial,
2Co 5:3 pues así, aunque desvestidos, no seremos hallados desnudos.
2Co 5:4 Porque los que aún estamos en este tabernáculo, gemimos con angustia, por cuanto
no queremos ser desvestidos, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
2Co 5:5 Y el que nos destinó a eso mismo es Dios; quien nos dio las arras del Espíritu.
2Co 5:6 Así que, estamos confiados siempre, sabiendo que estando presentes en el cuerpo,
estamos ausentes del Señor
2Co 5:7 (porque vivimos por fe, no por vista);
2Co 5:8 pero estamos confiados, aunque más preferimos salir del cuerpo y estar junto al Señor.

Como leemos en estos versos nos indica una fe direccionando a otra meta o propósito, la cual
no es obviamente, una fe sin evidencia, sino una fe en una promesa, para ponerlo en nuestra
perspectiva es como cuando un Padre le promete a su hijo que le va a regalar un juguete, y el
niño confía y espera en la promesa que le hizo su Padre. Así que lo que hace Pablo es
contrastar nuestra fe en que seremos resucitados y tendremos moradas en el cielo junto con
nuestro Señor Jesucristo, lo cual la fe de que habla aquí es hacia una promesa que todavía
esperamos. El verso 7 con los pasajes que vienen de éste se hace referencia al hecho de que la
vida es un viaje, o una peregrinación, y que el cristiano está viajando a otro país. El sentido
aquí es que nos conducimos en nuestro curso de la vida con referencia a las cosas que no se
ven, y no con referencia a las cosas que se ven. A veces las personas de este mundo luchan
por aquellos objetos que no han visto, sin ninguna promesa o seguridad de que los obtendrán.
El no poder otorgarlos les ha prometido; nadie les ha asegurado que sus vidas se alargarán
para obtenerlos. En un momento pueden ser cortados y todos sus planes frustrados; o pueden
estar completamente decepcionados y todos sus planes fracasan; o si obtienen el objeto,
puede ser insatisfactorio y puede no proporcionar placer tal como lo habían anticipado. Pero
no así el cristiano. Él tiene:

(1) La promesa de vida.

(2) Tiene la seguridad de que la muerte súbita no puede privarlo de ello. De inmediato lo saca
al objeto de la persecución, no de él.
(3) Tiene la seguridad de que, cuando se obtenga, no disgustará, saciará ni deteriorará,
sino que cumplirá con todas las expectativas del alma y será eterno.

Así pues el verso citado de 2 corintios 5:7 contextualizando sus versos, no se hace
referencia exactamente entre una incompatibilidad entre “fe y razón” sencillamente
hace una referencia entre “fe y promesa”; así pues, dado a entender lo que se
comprende este verso, vayamos al siguiente.

Hebreos 11:1
Y la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Aquí descubrimos las características esenciales de la fe desde el punto de vista del


autor. La fe tiene que ver con las cosas futuras (que se esperan) y las invisibles (que no
se ven). La traducción de la RVA (constancia de las cosas que se esperan) pone el
énfasis en la fe como una expresión de nuestra confianza en las promesas de Dios. Sin
embargo, también es posible traducir “la fe es la sustancia (hypostasis) de las cosas
esperadas” o “la fe da sustancia a nuestras esperanzas”. Tal traducción sugiere que las
cosas que se esperan llegan a ser reales y tener sustancia por medio del ejercicio de la
fe.

Ahora bien dado el contexto del verso tampoco es una referencia donde se pueda
utilizar para denotar que la fe sea ciega en sí misma, porque si uno lee los versos que
sigue vemos a ciertos personajes que creyeron en lo que Dios les dijo, se podría decir
que más bien que la fe que se refiere en este verso es en sí a una fidelidad a Dios, una
fidelidad a sus promesas; aunque algo es bastante claro, que cuando uno lee los versos
siguientes y la fe que tuvieron estos personajes, tampoco resulto una “fe ciega”, así
pues, la fe siempre va acompañada con la evidencia, como bien diría mi amigo
Anselmo de Canterbury “Creo para comprender y comprendo para creer”.

Ahora aclarado los versos, debemos tocar un punto importante y es, ¿cómo llegamos
a saber que una Fe es ciega en sí misma?, y aquí el punto crucial, para que una fe sea
ciega, su mismo contenido debe ser falsa, ¿qué quiero decir con esto?, que el
contenido de la fe, donde se encuentra el corazón de la creencia, no pueda justificar o
sostener lo que declara de sí misma y aquí vamos a tocar el verso de 1 corintios 15:14
y 17.

1Co 15:12 Entonces, si se predica que Cristo fue resucitado de los muertos, ¿cómo
dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?
1Co 15:13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo fue resucitado;
1Co 15:14 y si Cristo no fue resucitado, vana es nuestra predicación, vana también
vuestra fe;
1Co 15:15 y hasta somos hallados falsos testigos de Dios, porque testificamos de que
Dios resucitó al Mesías, al cual no resucitó, si es verdad que los muertos no son
resucitados.
1Co 15:16 Porque si los muertos no son resucitados, tampoco Cristo fue resucitado.
1Co 15:17 Y si Cristo no fue resucitado, vuestra fe es inútil: aún estáis en vuestros
pecados,
1Co 15:18 y también los que durmieron en Cristo perecieron.

Ahora, dado como leemos bien en estos versos, Pablo denota de una manera muy
enfática 2 cosas, (1) que el corazón de la fe cristiana es la resurrección y (2) reconoce
que para la fe cristiana sea ciega la resurrección de Cristo jamás pudo haber ocurrido,
de ahí las implicaciones que él mismo menciona, ahora si esto es así, entonces es aquí
donde el ateo debe de atacar para demostrar que la fe cristiana es ciega, no partiendo
en cómo se creó el mundo o de otra vía, así pues, la fe cristiana descansa en 2
proposiciones que hacen que la fe cristiana sea verdadera y razonable, la primera en la
propias declaraciones que Jesús hizo de sí mismo para todo aquel que cree en él y en
la segunda que su resurrección sea la base o confirmación sólida de todas sus
declaraciones.

Ahora, para dar una analogía, imagínense que un rey le declara la guerra a una nación
y éste motiva a su ejército diciendo que va a ganar la guerra, aquí vemos 2
proposiciones donde el ejército pone su fe en su Rey, las cuales son (1) que la garantía
que van a ganar la guerra está basada en la declaración del Rey y (2) que el suceso
ocurra para que esa declaración sea verdad, pero si pasa lo contrario entonces el
ejército entrego su vida por nada y la fe que tuvieron hacia el rey termino siendo vana,
es así en la fe cristiana si lo que dijo Jesucristo de sí mismo después de su muerte no se
cumplió, entonces no tengo razones para ser cristiano hasta me atrevería a decir que
el cristianismo dejaría de existir, de hecho en Hechos 5:34-39 un fariseo Gamaliel
reconoció que si bien lo que predican estos hombres es mentira, llegara un punto que
desaparecerá, pero si lo que predican estos hombres es verdad, si las mismas
declaraciones de Jesús se hicieron realidad después de su Muerte, entonces hasta
sostener esta FE ES RAZONABLE.

Por eso considero que aquí descansa la Fe, que una Fe cimentada en la verdad
demostrara porqué es verdad.

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