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Biografía de Julio César Londoño

Inicio // Biografía // Cronología // Obra // Enlaces // Textos Julio César Londoño: aquel exótico, pedante y casi feliz
hombre de letras "Vivo en una pieza de una casa de Palmira. Todas las mañanas viajo hasta el patio, donde construí
un estudio junto al palo de chirimoyas. Allí escribo cuentos, ensayos y artículos de prensa. Gozo de cierto prestigio en la
cuadra desde que gané el Premio Juan Rulfo en París (1998). Escribo en todos los medios nacionales, y en todos me
pagan una miseria por mi trabajo. Por fortuna no saben que me divierto tanto escribiendo que estaría dispuesto a
pagarles porque me dejaran hacerlo. Doy gracias a la vida por ser esa cosa exótica, pedante y casi feliz, un hombre de
letras". Este pequeño autorretrato en el que Julio César Londoño hace la presentación de su blog, Palimpsesto, si
bien es elocuente, despacha muy ligeramente un temperamento y una genialidad tan compleja, que urge de más
referencias y adjetivos, los cuales, sin embargo, quizás no está bien que nazcan de su autoría. Londoño es un hombre
versado y versátil, punzante, mordaz, con una imaginación casi ilimitada, con un conocimiento enciclopédico y con la
extraña habilidad para hacerlo accesible a los legos hombres de a pie. Es un escritor inteligente, crítico y muy bien
informado, dominador de una técnica y un tono fluido y seductor. No se trata de una apología premeditada, estamos
frente a un prosista reconocido entre los "ocho grandes de la literatura vallecaucana de todos los tiempos", que hacen
que quizás los anteriores calificativos continúen siendo reductores frente a la particular personalidad de este escritor.
Efectivamente vive en Palmira, Valle del Cauca, ciudad en la que nació el 1º de noviembre de 1953 y de la que no ha
podido desprenderse. Fue allí donde aprendió las primeras letras y números de la instrucción de su madre, Graciela
Londoño, y es en el patio de su casa en esta ciudad mediana, con aspecto de pueblo, vecina de Cali, donde continúa
escribiendo. Goza de prestigio, en efecto, el cual trasciende los límites geográficos de su cuadra, así su modestia (o su
ironía) atestigüe otra cosa. Mucho de tal prestigio lo ha ganado por su genialidad, por su prosa impecable y por su
versatilidad, y otro poco por su irreverencia y su facilidad por provocar, por despertar escándalo, por llevar la contraria
en muchos temas intocables o sobre los cuales el común considera que ya se dijo la última palabra. Escribe cuentos,
ensayos, artículos de prensa y columnas de opinión para, si bien quizás no todos los medios nacionales, al menos sí,
para la mayoría o para los más reconocidos e importantes. Si le pagan una miseria no nos consta, lo que si parece
evidente es la complacencia y la felicidad que encuentra en aquella suerte de quehacer que él denomina encarnar un
"hombre de letras". Su versatilidad con la pluma serpentea entre la fantasía y la desbordada imaginación de cuentista;
por el razonamiento, la rigurosidad y su poder argumentativo de ensayista, faceta en la que con frecuencia aborda
intrincados temas científicos; por la contundencia, el sarcasmo y la agudeza de editorialista de prensa que a menudo
abre heridas sin misericordia; por aquel característico tono jocoso, burlesco, por momentos cotidiano propio de la
anécdota, que pone en juego como columnista de revistas culturales o de variedades. Londoño también ha
demostrado sus habilidades como biógrafo, que comprende desde grandes personalidades literarias, científicas e históricas
hasta personajes de la farándula nacional; crítico literario incisivo, y recientemente, con su obra "Proyecto Piel", se
estrena como novelista, un género del que asegura no le gusta y se considera mal seguidor. Los más importantes
medios nacionales han conocido el poder de su pluma, el diario "El País", de Cali; el diario "El Espectador", de tiraje
nacional; y las revistas "Cromos", "Número", "Arcadia", "El Malpensante", "Donjuán" y más recientemente "Playboy" y
"En el mes de las cometas". Es además lector de ensayo del sello editorial Planeta.

Continúa... Los premios y el origen del reconocimiento ¿A quién no le interesan los galardones? En el caso de
Julio César Londoño no sólo se trata de un acto de vanidad propio de la especie, estamos frente a la posibilidad de
conquistar un lugar en el exigente mundo de los medios y las editoriales. En su caso particular, que es el de muchos
otros talentos nacionales, No resulta sorprendente que sus primeros libros hayan sido publicados gracias a fondos
públicos. Su reputación pública se la comenzó a ganar mandando sus cuentos a cuanto concurso se enteraba. Entre
los reconocimientos con los que cuenta Londoño se tiene el Concurso Nacional de Cuento de la Cámara de Comercio
de Santa Fe de Bogotá en 1988 y 1989, con sus cuentos "El suicida" y "La matrona babilónica", respectivamente.
También cuenta en su haber con otros premios nacionales entre los que se suma el "Jorge Isaacs de Ensayo" de Cali
por su texto "La ecuación del azar" y el "Carlos Castro Saavedra" de Medellín. A nivel internacional son de resaltar el
premio "Alejo Carpentier" en La Habana en 1992, por su cuento "Sacrificio de dama"; el galardón de cuento de ciencia
ficción de la Universidad de Veracruz y el premio "Plural" de Ensayo, ambos en México. Ahora bien, sin duda el más
significativo de ellos, el que le abre las puertas a la consagración, fue el primer premio en el más importante concurso de
la literatura hispana: el Juan Rulfo de cuento, otorgado en París por Radio Francia, en 1998, el cual ganó gracias a su
historia "Pesadilla en el hipotálamo". Un hombre de letras, un hombre de ciencia Interesado desde niño por la
literatura, se aproximó con efusión e intensidad a diversos autores que instigaron su imaginación y su temperamento. Fue
tocado por el genio visionario de Julio Verne, por la poesía de Borges, el vértigo de Poe, los ensayos de Wilde, el
hechizo de Rulfo, el vigor y la crítica desabrochada del eterno Carrasquilla, entre muchos otros clásicos. Londoño
siempre ha sido un lector furibundo y sus intereses también se han encausado por diferentes ramas del saber. Además
de sus estudios de literatura, latín y gramática castellana, inglesa y francesa, Londoño ha invadido los límites de otras
áreas del conocimiento. Ha tenido encuentros cercanos académicamente formales e informales con la historia, la física,
el ajedrez, las matemáticas. Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad del Valle, carrera que abandonó cuando
cursaba sexto semestre, para hacerse definitivamente consiente que su carrera definitivamente era hacerse escritor.
Lo que le quedó de su trasegar por las áreas "duras" del conocimiento fue una aguzada cualidad por amalgamar muy
bien la ciencia con las letras. Londoño es un fanático de las ciencias, sus misterios, sus secretos, pero ante todo de
sus explicaciones. Una buena propuesta de ello lo presenta en "La ecuación del azar" (1980), una serie de ensayos de
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divulgación científica en la que presenta la biografía de 4 notables físicos: Galileo, Kepler, Newton y Einstein, "en una prosa
clara que mantiene un grato vaivén entre la ciencia y la anécdota, entre los números y la poesía, entre la historia y la
imaginación". El texto es rematado con un fabuloso ensayo a cerca del destino a la luz de campos hermenéuticos tan
disímiles como la ciencia, la astrología y la religión.

Continúa...

"¿Por qué las moscas no van a cine?" Uno de los mejores ejemplos de la armonía que Londoño logra combinando
ciencia y literatura, lo consigue en "¿Por qué las moscas no van a cine?", publicado en el 2004. Ésta se constituye en una
obra en la que el autor congenia dos campos, a primera vista diferentes: ciencia y arte, a través de un género que
Londoño denomina ensayo de divulgación, "un género que va a caballo entre la literatura y la ciencia; que oscila, pues,
entre el ritmo y la reflexión". La finalidad de este género, de acuerdo al propio Londoño, es poner al alcance de la gente
del común, que entiende poco de las complicadas teorías científicas, una serie de explicaciones acerca de aspectos o
situaciones, en esencia cotidianas. Son 48 ensayos que tardó cinco años en escribir, los cuales terminan
constituyendo una equilibrada amalgama de seriedad, rigor, retórica tranquila y humor. Con este libro Londoño expone
respuestas en un lenguaje ameno y sencillo a interrogantes, sino todos trascendentales, por lo menos si interesantes y
en verdad desconocidos por la mayoría, los cuales surgen de eventos, o asuntos cotidianos, como por ejemplo: el por
qué de "la forma de nuestras manos, el manojo de pelo que se alborota sobre las cabezas, la historia de la rueda, la
ventana y el bolígrafo, temas eternos como la vida, el sexo, la magia, y, por qué no, la ciencia, que hay detrás de las
papas fritas, la coca-cola y el chanfle, esa maestra manera de patear el balón que dominan a la perfección algunos
jugadores brasileros". De igual manera, en este texto Londoño presenta además, algunos detalles inédito de algunos
personajes célebres como Edgar Allan Poe, Stephen Hawking y Schopenhauer. Leyendo "¿Por qué las moscas no
van a cine?" nos maravillamos y redescubrimos con asombro lo que a primera vista se nos hizo ordinario e invisible.
Londoño pone en juego sus agudos dones de ensayista serio y burlón, en el que instruye y a la vez deleita. Londoño
el cuentista y biógrafo Londoño es un convencido de que una de las principales misiones de la literatura debe ser
divertir. Sin embargo, en Londoño la diversión no es un acto banal ni a la carrera. Sus historias son chéveres, pero
además despilfarran creatividad, juegan con el lector, lo engañan, lo sorprenden, lo incitan a reflexionar. En todas
ellas Londoño presenta historias impecables, marcadas por un estilo ameno y depurado. Cuentos sólo posibles de
escribir por un estudioso de la literatura y sus claves, de alguien que conoce su oficio, de alguien preocupado por la
arquitectura del lenguaje, por su sutileza y su rigor. De sus facultades como cuentista ha dado buena cuenta a través
de compilaciones como "Sacrificio de dama" (1994) y "Los geógrafos" (1999). En el primero se destaca el premiado
cuento que le da el nombre al libro "Sacrificio de dama", Una historia que narra un sagaz enfrentamiento de inteligencia
y honor entre un profesor y una computadora alrededor de un juego de ajedrez. Una narración inteligente que pone en
juego al hombre contra la máquina. En el segundo se destaca "Pesadilla en el hipotálamo", el relato de un gusanillo
empeñado en ruñirle las neuronas a un sabio. Una historia, según explica su creador, inspirada en el temor de la
humanidad ante la posibilidad de perder la memoria. Otra faceta destacada de la producción literaria de Julio César
Londoño es la de biógrafo. Además de la compilación de vida y obra de los científicos que hizo en "La ecuación del azar" y
"¿Por qué las moscas no van a cine?", en "El cubrimiento de América" este autor repasa la vida de los principales
actores del Descubrimiento y la Conquista. Más aún, en el 2005, publicó "Nuestros ídolos. Retratos no autorizados", en
el cual cuenta, en algunos casos con mucho de maldad, la vida "y obra" de 17 personajes nacionales como: Álvaro Uribe,
Fernando Botero, Gabriel García Márquez, Shakira, René Higuita y Sofía Vergara. Un listado de elementos
heterogéneo cuyo único elemento en común es pertenecer al santuario nacional de personalidades de diferente
orden: popular o intelectual.

Continúa...

"Proyecto piel" Si bien Londoño se ha destacado por ser un escritor versátil, lo cierto es que su incursión en la
novela es algo inédito. Según afirma se siente abrumado por lo dilatado de este género, del que es mal seguidor, y al
que acusa de ripioso, argumento que aprovecha para defender su género consentido, el cuento. Pero como el pez
muere por su boca, "Proyecto piel", su última obra, fue simplemente un cuento que se le alargó y terminó tomando forma
en aquella ominosa especie que tanto despreciaba. Ahora bien, hay que ver cuán orgulloso se siente Londoño con su
última creación. Aludiendo a la sinopsis oficial, "Proyecto piel" cuenta la siguiente historia: "Desesperado por
comunicarse con su hijo autista, un hombre inventa un juguete extraordinario ("el museo de los sentidos"), el más
hermoso artefacto concebido jamás por la mente humana. Es algo tan poderoso que puede pasar de la ficción a la
realidad para convertirse en un negocio redondo, o hacer de la educación una fiesta, o darle un norte a la vasta y azarosa
empresa de la evolución, o mutar en un pérfido engendro capaz de manipular la conciencia de la masa". La crítica ha
sido generosa y no es para menos. Se asegura que la idea que mueve el argumento de la novela no tiene
antecedentes. William Ospina, su amigo, se refirió a ella como "La novela que deberían darnos a todos al llegar a este
mundo". En efecto, es todo un decálogo a cerca de la relación entre el cuerpo y el espíritu; entre lo que entra por
nuestros órganos sensoriales y lo que se ha dado en llamar la realidad. Este libro entre otros calificativos ha sido
concebido como "una especie tratado poético de los sentidos". Esta ingeniosa novela, publicada en el 2008 y
poseedora de una magnífica prosa y de un fino sentido del humor, fue seleccionada como una de las diez finalistas del
Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica. Eterno palmireño Convencido de que se puede enseñar
a escribir, o al menos, perfeccionar el talento para hacerlo, Julio César Londoño comenzó en junio del 2008 "Tejiendo
palabras" un taller gratuito de escritura creativa planeado a dos años, adscrito a la Secretaría de Cultura del Valle y a la
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Biblioteca Departamental de Cali. Parte de la idea de considerar la escritura una tarea que no es por demás fácil, que
necesita de un toque de genialidad (que no es susceptible de ser enseñada), pero sobre todo de otros elementos, por
llamarlos de alguna manera, técnicos y reglamentarios, que si son enseñables, tales como la gramática, por ejemplo,
y la misma manera de violar la regla, eso sí de forma aceptable. Londoño, sin embargo, considera que no hay recetas
infalibles, para realizar una buena escritura, aquella que garantice la inmortalidad. Aquella que anhela cualquier escritor.
Londoño siempre ha sido un lector disciplinado -bastante disciplinado-, analítico y minucioso. Pasa varias horas al día
navegando entre autores nuevos y viejos conocidos, leyendo libros de diferentes temáticas entre las que se tiene
historia, crítica literaria e idiomas. Pasa mucho tiempo leyendo, pero también escribiendo, por supuesto. En las tardes
pasea con sus amigos de pueblo y ocasionalmente se toma algunos tragos con ellos, para después regresar a su casa
y continuar con su trabajo frente a los libros y la hoja en blanco. Julio César Londoño con más de 50 años, ha
hecho gala de un carácter maduro y profesionalmente inquieto que lo ha conducido desde la formalidad del ensayo
científico a la levedad siempre fina de revista de variedades. De la frescura e inventiva del cuento a la responsabilidad
del periodismo, al que considera el principal garante y veedor de la democracia. Las letras de Londoño pueden causar
asombro, sorpresa, sonrisa y admiración y se podría decir que en algunos escándalo y seguramente profunda antipatía.
Si quiere saber por qué, este es un buen momento para comenzar a leerlo. Imágenes: 1. Marcela Roldán, Archivo
Periódico La Palabra. 2. Marcela Roldán, Archivo Periódico La Palabra. 3. El Espectador. Com. 4. Portada "Ecuación del
Azar". 5. Portada "¿Por qué las moscas no van a cine?". 6. Contraportada "Ecuación del Azar". 7. Portada "Poyecto
piel". 8. El País.com.

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