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Argentinos y Latinoamericanos
Buenos Aires, 7 al 10 de Noviembre de 2017
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Por otro lado, esas categorías están atravesadas por disputas y transformaciones acerca
del “sujeto” de las intervenciones de “desarrollo rural” y por los diferentes enfoques y
perspectivas de agentes institucionales y de diferentes gestiones.
Introducción
A su vez, este proceso de vio “acelerado” en el marco del conflicto por la 125 dando
lugar al reemplazo del PSA por la SsAF sin una adecuada asignación de funciones y
presupuesto y con la perspectiva de disputar por los “sujetos”, pensados como “bases”,
del desarrollo rural y de los procesos organizativos.
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Ello significaba para las autoridades de la SsAF una segunda tarea: que las bases de
FAA pasen a participar en otro espacio: el FoNAF. Con el paso del tiempo esta
intención mutaría a reabrir el diálogo con FAA, en algunos casos para sumarla como
organización líder en los espacios vinculados a la FAA y en otros para que sea una más.
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Esta última cuestión estaba estrechamente asociada a la redefinición del sujeto de las
“intervenciones” o al “sujeto de desarrollo” pues “ampliar las cabezas PSA” significaba
tomar como sujeto de las acciones a la “base social” de FAA, independientemente de la
adscripción y participación de los sujetos concretos. Pero además implicaba una
definición de sujetos a nivel organizacional y de representación política. Al respecto es
importante destacar que la trama organizacional asociada a los ámbitos rurales era
sumamente diversa y no en todos los casos reconocía en FAA un par y mucho menos un
liderazgo. Se abrían así otros caminos asociados a la economía social / popular y
solidaria, a las reivindicaciones de autonomía y de las categorías de campesinos y
pueblos originarios.
Por otro lado, las organizaciones reconocidas por agentes del gobierno nacional no eran
necesariamente reconocidas por los agentes territoriales en las provincias o a nivel local
o en algunos casos era cuestionado o desconocido su trabajo territorial. En otros, se
reconocía alguna facción o a un grupo de integrantes que la organización señalaba como
sus adherentes y los agentes territoriales como personas que trabajaban con ellos. En
ocasiones era producto de un desconocimiento real pero que no estaba exento de
“chismes” de unos sobre otros. En esta línea de indagación se avanza a continuación.
En una nueva etapa de trabajo de campo en el pueblo pensaba en hablar con más
agentes de instituciones y programas estatales. De modo que empecé a buscar
contactarlos preguntando cómo podía hablar con ellos. No eran tantas personas y entre
las oficinas del municipio y las personas que conocía del pueblo logré dar con sus
nombres, teléfonos o viviendas.
De ese modo llegué a la casa de Sandra que, curiosamente, quedaba a unas pocas
cuadras del galpón donde se reunían los integrantes de la organización a quienes
frecuentaba. Ese detalle de cercanía llamó mi atención, pues anunciaba una distancia
evidente por no haber conocido a Sandra en las dos ocasiones anteriores. Golpeé la
puerta y ella atendió. Justo en ese momento dialogaba con una señora a quien presentó
como una productora. Le comenté brevemente que estaba realizando una investigación
sobre la situación de los campesinos, sobre sus organizaciones y sobre las políticas
públicas y ella me hizo pasar amablemente. La conversación continuó entre Sandra,
Doña Elsa, la productora, y yo. Disponía de algunas referencias sobre Sandra. Para ser
sincero con ella le comenté que ya conocía el pueblo.
Sandra llegó al pueblo en 2006 para trabajar como técnica con una organización. Sin
embargo, cuenta que al nombrar esa organización la “miraban mal”; no precisa
exactamente quienes la miraban de ese modo pero transmite que la organización tenía
mala reputación. Esa indefinición queda entre los productores de las colonias y los
círculos sociales del pueblo que comprenden autoridades, comerciantes, profesionales,
docentes, etc., pertenecientes a otros sectores sociales.
las hace.” “Tenés que hablar con los productores”, me dijo. Doña Elsa asintió diciendo
“nada no recibe la gente”.
Cuando llegó, me contó entonces, fue a las colonias, y empezó a hablar con la gente y le
hablaron muy mal de ellos, me dijo. “Ellos usan a la gente para conseguir cosas”. Era
curioso sin embargo, le mencioné, que si conseguían cosas no vivieran mejor, no
dispusieran de vehículos, no tuvieran más dinero. Y Sandra asintió aunque aun así,
sostuvo, lo que se quedan no es mucho, es usar a otros para sobrevivir.
La conversación era cordial. Como dije previamente desde el inicio comenté que era la
tercera vez que estaba en el pueblo y que tenía vínculo con los integrantes de la
organización con la que Sandra había llegado a trabajar. La aclaración me parecía
importante para no generar la impresión de querer sacar información ocultando mis
relaciones y generar de ese modo cierta confianza. Sabía que introducía una tensión
pues los integrantes de la organización no tenían un buen concepto del trabajo de Sandra
y era evidente que se movían en espacios diferentes. Durante la charla con Sandra, ante
las acusaciones que ella hacía no dejé de sentir una cierta incomodidad pues hablaba de
personas que conocía, que consideraba amigos y con quienes, si bien tenía diferencias,
no veía del mismo modo que ella.
Seguimos hablando de los diferentes recursos de los que disponían las instituciones y
organizaciones y yo pregunté por la falta de vinculación u organización para emplear
esos recursos en forma conjunta. Inmediatamente, y con el mismo énfasis previo,
Sandra mencionó, diciendo en primer lugar “yo no sé lo que te habrán dicho”, que la
“organización tiene las herramientas ahí paradas porque no es en beneficio del
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productor”, “No le llega al productor como tiene que ser porque eso es del productor,
ellos lo mal usan. El productor tendría que pagar un servicio, el mantenimiento, el
combustible pero no usufructuar con las herramientas.”
Ante la interpelación y afirmación de Sandra, repetí que conocía a quien ella llamaba
“cabecilla”, que me consideraba su amigo y que conocía a quienes frecuentaban el
galpón también. “Él tiene muchos amigos en Buenos Aires y creen cosas que acá no se
hacen.”, me dijo, y agregó que, además de la mala reputación de la organización,
cuando llegó y propuso realizar proyectos, la gente desconfiaba, querían saber quién era
y con quién venía.
Sandra sostenía que los que estaban todos los días ahí en el patio no eran productores.
En nuestra conversación me desafío a que le dijera cuál de ellos era productor. Cuando
le mencioné a uno de ellos cuya chacra había visitado me dijo “ese es el único”. Nelson,
otro técnico de la zona, también cuestionaba la representatividad de la organización
Hasta ese momento, ni del relato de Sandra ni del de los integrantes de la organización
con los que había hablado me quedaba claro si había habido una instancia de
intercambio de la que alguna de las partes si hubiera retirado o de la que hubiese
emergido un conflicto. Buscaba esa mención y al continuar ese tramo algo más tenso de
la conversación surgió. Como parte de un descargo, Sandra mencionó que ella no
conocía al cabecilla pero sabía que él va y cuenta otra cosa en Buenos Aires porque sino
no puede ser que le den computadoras, herramientas, “no le pueden dar tanta plata con
cuatro gatos locos que tiene ahí. Formó como siete cooperativas. Buscá las siete
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El acceso a bienes suele ser un factor de conflicto tanto interno como a nivel local y su
uso y mantenimiento requiere un cierto nivel organizativo. En otra localidad en la que
habían recibido el mismo equipamiento también se suscitaron disputas internas
alrededor de su uso y, además, alrededor de la gestión y administración de las
asociaciones y cooperativas que se habían generado.
Sandra consideraba que los productores debían estar organizados pero en una
cooperativa de verdad, en alusión a la cooperativa que ella consideraba no era de los
productores. Ella contaba que los intermediarios compraban al precio que ellos querían
pues tarde o temprano quebraban la resistencia de los productores, si es que estos
resistían. Ella se refería al desconocimiento de precios y a la comercialización en forma
individual. Los intermediarios los iban “cagando de a uno” y donde lograban que uno
venda ya el resto empezaba a vender. Esos intermediarios fueron mencionados en
relatos en forma permanente como una presencia constante durante veinte o treinta
años.
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En ese momento Sandra hablaba con vehemencia. Entonces ella me empezó a preguntar
si había hablado con la otra facción de la organización y con los técnicos del programa
provincial.
Ante esa pregunta le comenté que había hablado con muchas personas, de distintos
programas e instituciones e incluso con quienes participaban de la otra facción de la
organización. Desde mi punto de vista, le dije, el problema era que cada grupo disponía
de algo que era insuficiente aislado de los otros recursos, unos de recursos para la feria
y para mejoras prediales, otros de maquinaria, otros de asistencia técnica y otros de
insumos. También le comenté que así como había voces en desacuerdo con la
organización, con el municipio, con los gobiernos, también las había con el programa o
Subsecretaría.
En relación al vínculo con las acciones del gobierno provincial ella asintió, pues
consideraba que el “plan agrícola” implementado por la provincia se había lanzado sin
la participación de los técnicos de la Subsecretaría ni en su formulación ni en su
ejecución. El plan agrícola provincial erra un proyecto mediante el cual la provincia
adelantaba al pago de los servicios de maquinaria para labores, siembra y
mantenimiento a través de la contratación de empresas provinciales. En ese marco la
provincia no había convocado a la SsAF para trabajar en forma conjunta ni el municipio
había convocado a la organización para contratar sus servicios de maquinaria. El hecho
de que el municipio no tuviera maquinaria y una organización sí dispusiera de ella
señalaba también un elemento de conflicto, de algún modo ya referido por Sandra.
Sandra participó en una reunión con autoridades provinciales que gestionaban el plan,
posterior al lanzamiento e implementación del mismo, en la que les dijo que “lo lindo
hubiera sido que vinieran antes” pues el plan estaba destinado fundamentalmente a
pequeños productores. Sin embargo, una primera contradicción radicaba en que el plan
sólo financiaba la siembra de algodón y no tenía prevista la asistencia técnica.
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En relación a las críticas a las acciones del programa, Sandra replicó que “la feria es del
productor, no del PSA.” Y reforzó su planteo sosteniendo que “los productores que
quedaron en la feria son los que realmente quieren trabajar, que son unos 25”. Remarcó
la necesidad de la asistencia técnica en ese proceso pues “sin asistencia técnica no lo
van a hacer”. Ello podría ser interpretado tanto como una necesidad de acompañamiento
técnico como una falta de apropiación. De hecho, al comentar la participación en la
Feria tanto Sandra como Doña Elsa comentaron que la participación en muchos casos
era discontinua. Nelson solía repetir que es difícil trabajar con los campesinos pues no
cumplían lo acordado ni hacían las tareas del modo que les mostraba. Nelson y Sandra
no eran de la zona, a diferencia de Elvio.
Al continuar la conversación Sandra comentó que algunos productores con los que
trabaja o sus vecinos que no trabajan con el PSA se preguntan ¿sirve eso, hacen algo?,
entendiendo que no se ve el avance de afuera pero si del productor que trabaja. También
menciona el celo con que miran los productores que no forman parte del programa, los
que no reciben nada.
Durante la conversación, Sandra relató que ella llegó “sin conocer nada” con la
indicación de hacer “diez proyectos de diez productores”. Con esa tarea recorrió las
colonias, forma de denominar las áreas rurales donde reside en forma menos dispersa la
población rural, diciendo “tengo para hacer proyectos”. Hablaba con los pobladores,
cualquiera sea, y si le interesaba le contaba de qué se trataban los proyectos. Si el interés
se mantenía, Sandra pedía a esa persona que “junte a diez que usted sepa que van a
trabajar” y, cuando se lograba reunir el número necesario armaba una charla con ellos.
“Así fui armando, al azar”. Sandra revelaba así un proceso de trabajo diferente al que se
realiza con grupos y abordajes interdisciplinarios. Asimismo no parecía tener una
trayectoria de participación previa en actividades y organizaciones de promoción con
sectores campesinos.
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“Es que es muy poco, yo veía que le daba quinientos pesos a cada… esos eran
subsidios, eso no devolvían. Pero igual que haces con quinientos, después les dabas mil
quinientos… y de la nada, porque la gente estaba muy en el suelo, no tienen agua, no
tienen herramientas; y bueno, arrancas con quinientos pesos, con mil quinientos y se
queda ahí porque tenés que darle a otro, el mismo productor ya no puede recibir otra
vez, y se queda ahí parado; no llega a ser una unidad productiva, es real, pero bueno,
capaz que alguno tuvo más visión y empezó a invertir un poquito mejor, y algo han
mejorado, que se yo…”
El acceso al agua era una clara muestra de esa contraposición y a la vez yuxtaposición
de carencias. “Otros invirtieron en el depósito de agua; con un depósito de agua no
llegás a hacer una huerta, ni un criadero de chanchos, pero tienen agua para el
autoconsumo. Si no pierden dos horas en ir a buscar agua en bidones en bicicleta. O sea,
están muy… con la gente que trabajamos nosotros no, que yo siempre busco el más
necesitado, mucho le falta para llegar a hacer algo que realmente puedan vivir en la
chacra y de la chacra que es la política de la subsecretaría.”
Al hablar sobre las connotaciones políticas de su trabajo, aunque “no se meta”, Sandra
sostuvo que “nunca nos metimos (en referencia al PSA fundamentalmente) al beneficio
político de lo que hacemos”. Ella interpretó que el carácter político de una acción
significaba que estaba investida de la búsqueda de un “beneficio”. Y en tal sentido
afirmaba que no había tal intención en el PSA. Más aún, contrastaba esa característica
con el hecho de que “ahora sí se metió la parte política en la Subsecretaría” con la
designación de una coordinadora política acordada entre las autoridades nacionales y las
provinciales. “Antes era un programa totalmente ajeno a la política, nosotros hacíamos
nuestro trabajo, estábamos bastante libres. Que no sé si estaba bien o mal, porque
también tenes que estar en relación con la… o sea, está bien que nos juntemos todos si
se hace bien, si te dejan trabajar.”
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Allí Sandra asigna otro sentido a la política asociado al juntarse y coordinar acciones
pero con la condición de que “dejen trabajar”. Es decir, la política aparece allí como
discusión de sentido, orientación y decisión en relación a las acciones. Dicha
coordinación política estaba a cargo de las relaciones con los municipios y su primera
consecuencia radicaba en que los técnicos de la SsAF pasaban a atender en una oficina
en el municipio. El acuerdo prometía también “bajar fondos de nación a municipios” y
que los técnicos formularan los proyectos para el uso de esos fondos que llegarían a los
municipios. “Entonces tenemos que empezar a relacionarnos”. Atender en el municipio
la llevó a aclarar en una reunión con productores que tener una oficina en la
municipalidad y atender ahí no significa que “me hice política ni nada”. A la vez Sandra
planteaba la soledad con la que se lidiaba con esta y otras vinculaciones pues los
directivos del programa estaban muy ajenos a las situaciones locales.
¿Qué significaba la política en palabras de Sandra o Nelson? En principio era algo ajeno
a ellos, algo que ellos no hacían y que a nivel local identificaban con las autoridades
municipales. Para José, la cuestión era “cinturear”, eludir los problemas. Para Nelson
algo que traía ruido.
Otros pensaban que Nelson no quería meterse en problemas y por eso no se acercaba.
Sin embargo, Nelson parecía tener dudas acerca de la organización, como ya hemos
comentado. Entre estos agentes y los referentes más destacados, Baldo, Susana y Mario,
parecía haber una silenciosa disputa por las decisiones. Susana y su esposo eran
productores y vivían en la colonia. Sin embargo, los técnicos no parecían, ya luego de
tres años de SsAF, haberse acercado a trabajar con ellos.
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Reflexiones preliminares
En estas reflexiones finales haré una breve referencia a los temas y cuestiones que el
trabajo de campo me ha permitido construir. En primer lugar a la presencia de tramas
relacionales yuxtapuestas que revelan diferentes vinculaciones y sentidos. En ese
proceso han surgido diferentes mediadores, locales y externos, productores de
problemas sociales y vinculaciones.
Por otro lado, parecieran activarse facciones asociadas a tramas relacionales surgidas de
las actividades político partidarias, de los vínculos con los programas estatales, de las
acciones de las instituciones religiosas y de la dinámica gremial-corporativa.
Bibliografía
Berger, Matías y Ramos, Jimena (2014). “La disputa por la participación y las prácticas
organizativas en el marco de la implementación de las políticas de desarrollo rural en la
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Bertoni, Lucas y Soverna, Susana (2015). “La transición en las políticas públicas para la
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Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales, Centro
Interdisciplinario de Estudios Agrarios, Buenos Aires, Noviembre.
Cowan Ros, Carlos (2008). “Mediacao e conflito: lógicas de articulacao entre agentes
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En Desenvolvimento social e mediadores políticos compilado por Delma Pessanha
Neves, 100-125. Porto Alegre: UFGRS.
Schiavoni, Gabriela (2005) “El experto y el pueblo: La organización del desarrollo rural
en Misiones (Argentina)”. Desarrollo Económico 179 (octubre – diciembre).