Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA AMZONIA PERUANA
ÁREA : Neurología
NIVEL : 4to
CICLO : VIII
Iquitos – Perú
2019
ÍNDICE
I. FINALIDAD
El aumento de la prevalencia e incidencia de ECV con respecto a años anteriores en
países alrededor del mundo no es ajena a nuestra sociedad. Uno de los aspectos más
importantes para abordarla se basa en la prevención, por lo que es preciso la
identificación y control de los factores de riesgo causantes. La mala conducta
alimenticia alta en grasas y carbohidratos, la vida sedentaria y la falta de conciencia
en salud por parte de muchos pobladores de la ciudad de Iquitos, añadido al mayor
tiempo de vida de las personas actualmente, ha ocasionado que se registren más
casos de eventos cerebrovasculares (ICTUS) afectando la calidad de vida de las
personas. Es en este contexto que, vemos necesario realizar una guía técnica simple
y sencilla, que nos ayudará a identificar y contar con un modelo de atención ante un
probable evento cerebrovascular.
Esperamos que, a través de los resultados de esta Guía, podamos generar conciencia
a toda la población de la ciudad de Iquitos, sobre la consecuencia y la importancia de
la detección precoz del ICTUS logrando disminuir así los casos de ECV, la
morbimortalidad y todas las consecuencias que la misma abarca.
II. OBJETIVO:
Esta guía de práctica clínica tiene el propósito de abordar el ictus a través de una
atención homogénea y transversal de las necesidades de las personas con este
problema de salud, mejorando los resultados en términos de calidad científico-técnica
y de satisfacción para el paciente.
El objetivo principal es conseguir mejorar la calidad de la atención sanitaria que reciben
los pacientes que han sufrido un ictus homogeneizando el tratamiento del ECV en los
diferentes Centros del país y mejorar el conocimiento sobre esta patología altamente
prevalente mediante el entrenamiento y supervisión de profesionales de la salud.
V. CONSIDERACIONES GENERALES:
5.1. DEFINICIÓN:
La Organización Mundial de la Salud definió a la enfermedad cerebrovascular como el
“rápido desarrollo de signos clínicos de trastorno focal (o global) de la función cerebral,
que duran más de 24 horas o conducen a la muerte, sin otra causa aparente más que el
origen vascular”.
5.2. ETIOLOGÍA:
Puede ser tanto de tipo isquémico como hemorrágico, siendo el primero el más frecuente,
representando hasta un 85% del total de los casos
5.3. FISIOPATOLOGÍA
Ictus isquémico:
Infarto aterotrombótico. Aterosclerosis de arteria grande: Infarto generalmente
de tamaño medio o grande, de topografía cortical o subcortical y localización
carotídea o vertebrobasilar, en el que se cumple alguno de los dos criterios
siguientes:
A. Aterosclerosis con estenosis: estenosis 50% del diámetro luminal u oclusión de
la arteria extracraneal correspondiente o de la arteria intracraneal de gran
calibre (cerebral media, cerebral posterior o troncobasilar), en ausencia de otra
etiología.
B. Aterosclerosis sin estenosis: presencia de placas o de estenosis <50% en la
arteria cerebral media, cerebral posterior o basilar, en ausencia de otra etiología
y en presencia de más de dos de los siguientes factores de riesgo vascular
cerebral: edad >50 años, HTA, diabetes mellitus, tabaquismo o
hipercolesterolemia.
Ictus hemorrágico:
Hemorragia intracerebral (HIC): Dependiendo de la causa subyacente de la
hemorragia, la HIC se clasifica como primaria o secundaria.
A. HIC primaria: Cuando la hemorragia se origina a partir de la ruptura de
pequeñas arterias o arteriolas dañadas por la hipertensión crónica o la
angiopatía amiloide.
B. HIC secundaria: La HIC también puede ser secundaria a un gran número de
patologías subyacentes, tales como: rotura malformaciones vasculares,
discrasias sanguíneas, tratamiento anticoagulante y fibrinolítico, tumores
cerebrales, vasculitis, etc.
Los síntomas dependen del grado de oclusión y del territorio afectado, ya sea carotídeo o
vertebrobasilar. Cuando se ve afectado el territorio carotídeo, los síntomas reflejan isquemia
cerebral o del ojo, pero en caso de vertebrobasilar el cuadro es más variado.
Territorio carotídeo
Disfasia
Hemianopsia homónima
Desorientación topográfica
Territorio vertebrobasilar
Ceguera cortical
Vertigo y ataxia
Diplopía
Ptosis palpebral
Disartria y disfagia
Tras un TIA, el riesgo de infarto cerebral es del 24-29% durante los siguientes 5 años, del 4-
8% dentro del primer mes y 12-13% durante el primer año.
El método mejor validado para evaluar el riesgo de ictus después de un AIT es el denominado
«ABCD2», en el que los puntos se asignan a factores de riesgo determinados y a las
características iniciales del AIT, como se indica a continuación (máx. = 7):
Los síndromes isquémicos de vasos específicos dependen no sólo del lugar de la oclusión,
sino también de la presencia de una lesión cerebral anterior, circulación colateral y variaciones
en la región irrigada por una determinada arteria, incluidas las aberraciones del polígono de
Willis.
El ictus hemorrágico constituye el 15-20% del total, con una tasa de mortalidad a los 30 días
del 35-52% y con la mitad de las muertes producidas en los 2 primeros días. El diagnóstico
temprano, el tratamiento adecuado y la prevención determinarán su pronóstico evolutivo. El
ictus hemorrágico comprende la hemorragia intracerebral (HIC), colección de sangre dentro
del parénquima cerebral producida por una rotura vascular espontánea no traumática, y la
hemorragia subaracnoidea (HSA), definida como un sangrado en el espacio subaracnoideo.
Las primeras manifestaciones clínicas de HIC pueden ser súbitas o graduales. Como la
mayoría de las hemorragias espontáneas se originan en pequeñas arteriolas, en muchos casos
la formación de un hematoma tarda un tiempo, lo que hace que el síndrome clínico progrese
lentamente durante unas horas. A diferencia de la hemorragia por aneurisma subaracnoideo,
que a menudo pro voca un gran aumento de la presión intracraneal (PIC), con pérdida brusca
inicial del conocimiento, la HIC tiende a producir cefalea, vómitos y disminución del nivel de
consciencia durante varias horas. Sin embargo, en los casos fulminantes, una hemorragia muy
intensa puede provocar la formación de un hematoma masivo y muerte cerebral en el plazo de
6 h desde el inicio.
En el 90% de los casos, la HSA es secundaria a la rotura de una aneurisma cerebral. Otras
causas menos frecuentes incluyen vasculitis, infartos venosos secundarios a trombosis de los
senos venosos cerebrales, infecciones del sistema nervioso central (SNC) y consumo de
cocaína y anfetaminas.
El 50% de las HIC son de localización profunda a los hemisferios cerebrales, en los ganglios
de la base (putamen, cápsula interna, caudado y tálamo). La HTA es el factor implicado en la
mayoría de ellas. El 40% de las HIC son de localización lobar, la mayoría en los lóbulos parietal
y occipital. En la HIC de localización lobar, aparte de la HTA, deben tenerse en cuenta otras
etiologías, como malformaciones vasculares en pacientes jóvenes, metástasis, y la angiopatía
amiloidea en pacientes ancianos (fig. 6).
El ictus hemorrágico debe considerarse una emergencia médica y requiere un traslado urgente
a un centro hospitalario con los recursos adecuados para el tratamiento de esta enfermedad.
El aumento de la HIC puede contribuir a un deterioro neurológico precoz, por lo que debe
corregirse rápidamente cualquier trastorno de la coagulación. En los pacientes sin trastorno de
la coagulación, un tratamiento hemostático precoz contribuiría a minimizar el aumento de
volumen del hematoma y mejorar el pronóstico. El Factor VII recombinante activado
administrado en las primeras 4 h del inicio de la clínica es el único tratamiento que ha
demostrado seguridad y eficacia. En un estudio prospectivo, aleatorizado con placebo, con
400 pacientes, se ha demostrado la limitación del crecimiento del hematoma, una disminución
de la mortalidad y un mejor pronóstico funcional respecto a placebo.
La clínica depende de la localización y el volumen del sangrado. Los signos y síntomas de una
hemorragia cerebral pueden ser indistinguibles de los de otros tipos de ictus, aunque en la
hemorragia cerebral son más frecuentes la disminución de la conciencia y la cefalea grave. Es
preciso realizar una prueba de neuroimagen para realizar el diagnóstico. La más utilizada
actualmente es la TC craneal.
El inicio del cuadro clínico suele ser brusco, con una intensidad máxima desde el comienzo
estabilizándose en pocos minutos; en la inmensa mayoría de las ocasiones, el paciente no
suele experimentar mejoría en las primeras 24 a 48 horas.
Las malformaciones arteriovenosas (MAV) se caracterizan por una red de vasos anormales
(nidus), entre una arteria nutricia y una vena de drenaje. Son congénitas y de localización
fundamentalmente supratentorial. La hemorragia asociada a una de éstas generalmente es
parenquimatosa, de ahí que deba clasificarse en este grupo, pero en ocasiones puede ser
subaracnoidea o mixta. Es característico que los síntomas producidos sean menos graves que
los originados por la ruptura de aneurismas arteriales. Se pueden producir crisis epilépticas y
aparecer signos neurológicos focales. Pueden asociar soplos intracraneales y también
hemorragias y angiomas retinianos.
6. CONSIDERACIONES ESPECÍFICAS
En general, las lesiones esteno-oclusivas se expresan clínicamente por eventos de déficit neurológicos
transitorios y repetitivos, en el territorio vascular correspondiente, hasta que llegue a instaurarse el infarto
isquémico con secuelas neurológicas que suelen ser irreversibles. De los accidentes vasculares
transitorios el 50 % terminan en un accidente vascular definitivo en el término de un año.
Es un episodio de alteración neurológica provocada por isquemia cerebral, medular o retiniana sin infarto
agudo. Se denomina ataque o accidente isquémico transitorio (AIT) a la aparición de síntomas
neurológicos de origen isquémico que duran menos de 24 h. De hecho, la mayoría de los ataques sólo
duran de unos minutos a una hora.
Su importancia radica en que son predictores de infarto cerebral y de infarto de miocardio, ya que el
porcentaje de ictus cerebrales isquémicos precedidos por un TIA es del 25-50% en causas
aterotrombóticas, 11-30% en cardioembólicas y del 11-14% en los infartos lagunares.
Los síntomas dependen del grado de oclusión y del territorio afectado, ya sea carotídeo o vertebrobasilar.
Cuando se ve afectado el territorio carotídeo, los síntomas reflejan isquemia cerebral o del ojo, pero en
caso de vertebrobasilar el cuadro es más variado.
Territorio carotídeo
Amaurosis unilateral (ceguera monocular transitoria)
Disfasia
Hemianopsia homónima
Desorientación topográfica
Territorio vertebrobasilar
Ceguera cortical
Vertigo y ataxia
Diplopía
Ptosis palpebral
Disartria y disfagia
Tras un TIA, el riesgo de infarto cerebral es del 24-29% durante los siguientes 5 años, del 4-8% dentro
del primer mes y 12-13% durante el primer año.
El método mejor validado para evaluar el riesgo de ictus después de un AIT es el denominado «ABCD2»,
en el que los puntos se asignan a factores de riesgo determinados y a las características iniciales del AIT,
como se indica a continuación (máx. = 7):
Los síndromes isquémicos de vasos específicos dependen no sólo del lugar de la oclusión, sino también
de la presencia de una lesión cerebral anterior, circulación colateral y variaciones en la región irrigada por
una determinada arteria, incluidas las aberraciones del polígono de Willis.
El ictus hemorrágico constituye el 15-20% del total, con una tasa de mortalidad a los 30 días del 35-52%
y con la mitad de las muertes producidas en los 2 primeros días. El diagnóstico temprano, el tratamiento
adecuado y la prevención determinarán su pronóstico evolutivo. El ictus hemorrágico comprende la
hemorragia intracerebral (HIC), colección de sangre dentro del parénquima cerebral producida por una
rotura vascular espontánea no traumática, y la hemorragia subaracnoidea (HSA), definida como un
sangrado en el espacio subaracnoideo.
Las primeras manifestaciones clínicas de HIC pueden ser súbitas o graduales. Como la mayoría de las
hemorragias espontáneas se originan en pequeñas arteriolas, en muchos casos la formación de un
hematoma tarda un tiempo, lo que hace que el síndrome clínico progrese lentamente durante unas horas.
A diferencia de la hemorragia por aneurisma subaracnoideo, que a menudo pro voca un gran aumento de
la presión intracraneal (PIC), con pérdida brusca inicial del conocimiento, la HIC tiende a producir cefalea,
vómitos y disminución del nivel de consciencia durante varias horas. Sin embargo, en los casos
fulminantes, una hemorragia muy intensa puede provocar la formación de un hematoma masivo y muerte
cerebral en el plazo de 6 h desde el inicio.
En el 90% de los casos, la HSA es secundaria a la rotura de una aneurisma cerebral. Otras causas menos
frecuentes incluyen vasculitis, infartos venosos secundarios a trombosis de los senos venosos cerebrales,
infecciones del sistema nervioso central (SNC) y consumo de cocaína y anfetaminas.
El 50% de las HIC son de localización profunda a los hemisferios cerebrales, en los ganglios de la base
(putamen, cápsula interna, caudado y tálamo). La HTA es el factor implicado en la mayoría de ellas. El
40% de las HIC son de localización lobar, la mayoría en los lóbulos parietal y occipital. En la HIC de
localización lobar, aparte de la HTA, deben tenerse en cuenta otras etiologías, como malformaciones
vasculares en pacientes jóvenes, metástasis, y la angiopatía amiloidea en pacientes ancianos (fig. 6).
Para el diagnóstico del ictus hemorrágico es esencial la práctica de la neuroimagen. Se sospecha ante la
clínica de focalidad neurológica aguda, y la TC-C o la RM detectarán el sangrado. Secuencias específicas
de RM de gradiente eco que detectan el efecto paramagnético de la desoxihemoglobina y la
metahemoglobina permiten detectar sangrados crónicos parenquimatosos (microbleeds).
El ictus hemorrágico debe considerarse una emergencia médica y requiere un traslado urgente a un centro
hospitalario con los recursos adecuados para el tratamiento de esta enfermedad.
El aumento de la HIC puede contribuir a un deterioro neurológico precoz, por lo que debe corregirse
rápidamente cualquier trastorno de la coagulación. En los pacientes sin trastorno de la coagulación, un
tratamiento hemostático precoz contribuiría a minimizar el aumento de volumen del hematoma y mejorar
el pronóstico. El Factor VII recombinante activado administrado en las primeras 4 h del inicio de la clínica
es el único tratamiento que ha demostrado seguridad y eficacia. En un estudio prospectivo, aleatorizado
con placebo, con 400 pacientes, se ha demostrado la limitación del crecimiento del hematoma, una
disminución de la mortalidad y un mejor pronóstico funcional respecto a placebo.
La clínica depende de la localización y el volumen del sangrado. Los signos y síntomas de una hemorragia
cerebral pueden ser indistinguibles de los de otros tipos de ictus, aunque en la hemorragia cerebral son
más frecuentes la disminución de la conciencia y la cefalea grave. Es preciso realizar una prueba de
neuroimagen para realizar el diagnóstico. La más utilizada actualmente es la TC craneal.
El inicio del cuadro clínico suele ser brusco, con una intensidad máxima desde el comienzo
estabilizándose en pocos minutos; en la inmensa mayoría de las ocasiones, el paciente no suele
experimentar mejoría en las primeras 24 a 48 horas.
La hipertensión arterial es la principal causa de este tipo de hemorragia, encontrándose en el 60% de los
pacientes. Otras causas son la ruptura de aneurismas, los angiomas cavernosos, las drogas, el alcohol,
las discrasias sanguíneas, la terapia anticoagulante, la angiopatía amiloide y los tumores cerebrales.
Las malformaciones arteriovenosas (MAV) se caracterizan por una red de vasos anormales (nidus), entre
una arteria nutricia y una vena de drenaje. Son congénitas y de localización fundamentalmente
supratentorial. La hemorragia asociada a una de éstas generalmente es parenquimatosa, de ahí que deba
clasificarse en este grupo, pero en ocasiones puede ser subaracnoidea o mixta. Es característico que los
síntomas producidos sean menos graves que los originados por la ruptura de aneurismas arteriales. Se
pueden producir crisis epilépticas y aparecer signos neurológicos focales. Pueden asociar soplos
intracraneales y también hemorragias y angiomas retinianos.
El putamen es la estructura que se afecta con mayor frecuencia. Cuando el hematoma en expansión
afecta a la cápsula interna adyacente, existe hemiparesia densa contralateral, habitualmente con
hemianestesia y hemianopsia. Las hemorragias de gran extensión afectan progresivamente a la corteza
situada por encima y aparece afasia, inatención hemiespacial y parálisis de la mirada contralateral.
Cuando la hemorragia se produce en el tálamo, la hemianestesia precede inicialmente a la hemiparesia.
6.2. Diagnóstico
El National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS) americano establece cinco
signos/síntomas que deben advertirnos de la presencia de ictus:
Pérdida de fuerza repentina en la cara, brazo o pierna, especialmente si es en un sólo lado del
cuerpo.
Confusión repentina o problemas en el habla o la comprensión de lo que le dicen.
Pérdida repentina de visión en uno o en ambos ojos.
Dificultad repentina para caminar, mareos, o pérdida del equilibro o de la coordinación.
Dolor de cabeza fuerte, repentino, sin causa conocida.
La Australia’s National Stroke Foundation añade un sexto síntoma:
Dificultad para tragar.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) amplía los cinco signos propuestos por el NINDS con uno
más:
Trastorno de la sensibilidad, sensación de “acorchamiento u hormiguillo” de la cara, brazo y/o
pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
En determinados trabajos se ha explorado la fiabilidad de estas señales de alerta para detectar el ictus.
Una RS del año 2005 recogió la precisión y fiabilidad de síntomas y hallazgos en la exploración física de
pacientes con sospecha de ictus establecido o ataque isquémico transitorio. Dentro del ámbito
prehospitalario, la presencia de alguno de los siguientes síntomas: paresia facial aguda, alteración del
lenguaje o descenso del brazo (incapacidad para mantener en alto o mover uno de los brazos, extendidos)
identificaba pacientes con ictus con una sensibilidad del 100% (IC95%: 95% a 100%) y una especificidad
del 88% (IC95%: 82% a 91%). Los pacientes que presentaron alguno de estos síntomas tenían una mayor
probabilidad de estar sufriendo un ictus, mientras que la ausencia de los tres síntomas disminuía la
probabilidad del diagnóstico. En el ámbito hospitalario, el 86% de los pacientes con diagnóstico final de
ictus presentaban una clínica de déficit neurológico focal persistente, de inicio agudo durante la semana
previa y sin historial de traumatismo.
Los déficits motores suelen ser los síntomas más prevalentes durante el episodio agudo. También las
alteraciones del lenguaje son frecuentes, llegando a estar presente al menos uno de estos dos síntomas
hasta en el 92% de los pacientes. Los déficits sensoriales pueden presentarse hasta en un 46,4% de los
pacientes.
En cuanto a los AIT, no es posible distinguirlos clínicamente de un ictus establecido, si el paciente es
atendido antes de las 24 horas tras el inicio de los síntomas y éstos están aún presentes, por lo que todos
los casos deben ser considerados posibles ictus agudos.
Además, debe tenerse presente que las siguientes manifestaciones clínicas, cuando se presentan de
manera aislada, no son sugestivas de un AIT:
Confusión.
Vértigo.
Mareos.
Amnesia.
Disfagia.
Disartria.
Escotoma centelleante.
Incontinencia urinaria o fecal.
Pérdida de visión más alteración de consciencia.
Síntomas focales asociados a migraña.
Pérdida de conocimiento.
Actividad tónica y/o clónica.
Progresión paulatina de síntomas (particularmente sensoriales) afectando a varias partes del
cuerpo.
Conjuntamente con los síntomas, la presencia o ausencia de factores de riesgo pueden ayudar a orientar
el diagnóstico de ictus.
Los principales factores de riesgo de sufrir un episodio de ictus han sido recogidos en la Guía de
Prevención Primaria y Secundaria del Ictus, y se muestran a continuación (tabla 7).
6.2.1.2. ANAMNESIS
A continuación, se exponen los componentes clave que según la American Heart Association/ American
Stroke Association (AHA/ASA) debiera contener la historia clínica de los pacientes con sospecha de ictus
y que debe remitirse junto con el paciente al hospital:
Inicio de los síntomas
Episodios recientes
o IAM
o Traumatismo
o Cirugía
o Sangrado
Comorbilidades
o HTA
o DM
Medicación
o Insulina
o Antihipertensivos
o Anticoagulantes
Es igualmente importante recoger en la historia:
Ictus previos
Comorbilidad/factores de riesgo
o Arritmias
o Tabaquismo
o Alcoholismo
o Dislipemia
o Antecedentes de demencia o deterioro cognitivo
Medicación
o Antiagregantes
El examen físico inicial ha de incluir una valoración de las funciones vitales: función respiratoria, ritmo
cardíaco, PA, temperatura y si es factible, glucemia y saturación de oxígeno.
Exploración neurológica. Evaluación breve pero rigurosa de las funciones neurológicas, valorando los
siguientes aspectos:
Funciones mentales:
o Nivel de consciencia (se puede utilizar la escala de Glasgow).
o Orientación en espacio y tiempo.
Lenguaje: se valorará la comprensión, la respuesta a órdenes sencillas y la expresión. Se indicará
al paciente que nombre objetos como un lápiz o un reloj y luego que indique para qué sirven.
Pares craneales: su alteración es frecuente en las lesiones de tronco.
Desviación oculocefálica: es un signo localizador. En las lesiones hemisféricas el paciente mira
hacia el lado de la lesión encefálica mientras que en las lesiones de tronco la desviación es hacia
el lado hemipléjico, es decir, contraria a la lesión encefálica.
Déficit motor: generalmente uni y contralateral a la lesión cerebral. Puede ser completa (plejia) o
incompleta (paresia). Se caracteriza por pérdida de fuerza, alteración del tono y signo de Babinski.
Déficit sensitivo: habitualmente contralateral a la lesión encefálica.
Alteraciones cerebelosas: tales como ataxia, incoordinación e hipotonía.
También es importante incluir la búsqueda de signos meníngeos.
Exploración de cabeza y cuello: laceraciones, contusiones y deformidades pueden sugerir una etiología
traumática de los síntomas. Se debe examinar la carótida, buscar signos de fallo cardiaco congestivo
(distensión yugular).
Exploración cardiológica: identificar isquemia miocárdica, patología valvular, alteraciones del ritmo y
disección aórtica.
Inspección de la piel: búsqueda de signos de alteraciones sistémicas tales como disfunción hepática,
coagulopatías o alteraciones plaquetarias (ictericia, púrpura, petequias).
Se puede considerar la realización de un ECG siempre que no retrase el traslado del paciente.
El diagnóstico de ictus, aunque sea fundamentalmente clínico, puede resultar bastante complejo. En un
estudio, hasta el 30% de los pacientes enviados a urgencias por sospecha de ictus presentaron finalmente
otra patología; en otro estudio en pacientes no hospitalarios, sólo el 8% de los pacientes no comatosos,
sin trauma craneal y con síntomas neurológicos relevantes (alteración de la consciencia, signos
neurológicos focales, convulsiones, síncope, dolor de cabeza o una mezcla de debilidad/mareo/nauseas)
fueron posteriormente diagnosticados de ictus.
La finalidad de este apartado no es proporcionar una herramienta detallada para discernir entre ictus y
patologías con cuadros similares. Si hay alguna duda acerca de la causa de los síntomas, se debe
proceder como si se tratase de un ictus, y así no demorar el tratamiento en el caso de que éste sea
necesario.
La AHA/ASA menciona las siguientes patologías que pueden simular un ictus y algunas pistas para
identificarlas:
El déficit postictal inmediato recuerda al cuadro clínico causado por un ictus primario. Comúnmente este
déficit se corresponde con una hemiparesia, aunque puede presentarse como afasia, hemianopsia u otros
déficits focales. En varios estudios las crisis comiciales o déficits postictales figuran como la patología
más frecuente entre los diagnósticos erróneos de ictus.
Los síntomas neurológicos suelen ser de inicio más gradual, aunque a veces el aura de la migraña puede
presentarse de manera aguda y acompañada de un déficit neurológico tanto sensitivo como motor.
Hipoglucemia
La guía del NICE recomienda que en todos aquellos pacientes con déficit focal neurológico se descarte
hipoglucemia como causa de estos síntomas. Esta puede producir un cuadro similar al ictus agudo con
hemiplejia y afasia.
Encefalopatía hipertensiva
Otros
Otras patologías que pueden producir cuadros clínicos similares al ictus agudo son las lesiones ocupantes
de espacio (hematomas subdurales, abscesos cerebrales, tumores primarios del sistema nervioso central
y metástasis cerebrales), traumatismos, drogas y alcohol, infecciones sistémicas o esclerosis múltiple,
entre otros.
Se han desarrollado varias herramientas en forma de escalas para facilitar el reconocimiento del ictus
agudo dentro del medio extrahospitalario y servicios de urgencias, aunque no hay estudios de validación
en nuestro país.
Las guías clínicas recomiendan su uso, al considerar que incrementan la precisión del diagnóstico y
agilizan tanto el diagnóstico como la consideración del tratamiento y la derivación a servicios
especializados, sin que se consuma demasiado tiempo en completarlas.
A continuación, se presentan las escalas más utilizadas como orientación diagnóstica del ictus.
Esta escala valora debilidad en brazos y cara y alteraciones del lenguaje. Presenta un alto valor predictivo
cuando es utilizada por técnicos de ambulancias, con un porcentaje de falsos positivos remitidos a
unidades de ictus similar al observado para servicios de urgencias y AP. También se ha evidenciado un
alto grado de acuerdo interobservador entre técnicos de ambulancias usando la escala y neurólogos, para
los síntomas alteraciones del lenguaje y debilidad en los brazos, con un grado de concordancia moderado
para la debilidad facial.
Se valora la presencia de uno o varios de los siguientes síntomas: asimetría facial, pérdida de fuerza en
los brazos y disartria (ver anexo 3). Está basada en una simplificación de la escala para ictus del National
Institutes of Health (NIHSS) y tiene por objeto identificar pacientes con ictus que puedan ser candidatos
a recibir trombolisis.
En el estudio de una cohorte prospectiva se observó una alta reproducibilidad de la escala entre el
personal prehospitalario. La escala a su vez, presentaba una sensibilidad y especificidad aceptables.
Las personas no familiarizadas con el ictus pueden reconocer los síntomas recogidos en la escala
mediante instrucciones guiadas a través del teléfono. Se comprobó que los participantes de un estudio
eran capaces de seguir las instrucciones para administrar la escala el 98% de las veces.
Se valoran elementos de la historia clínica (para descartar otros diagnósticos) y edición de la glucemia,
junto con síntomas y signos presentes. La escala aplicada a pacientes con alteraciones neurológicas, no
comatosos y sin traumatismos, muestra una alta sensibilidad, especificidad y valores predictivos.
Esta escala es una combinación de dos escalas prehospitalarias validadas, LAPSS y CPSS.
La escala MASS, administrada por paramédicos, presenta una sensibilidad similar a la CPSS y
significativamente superior al LAPSS. MASS y LAPSS muestran una especificidad equivalente, pero la
especificidad del MASS es superior a la de la CPSS.
Esta escala ha sido diseñada para ser administrada en servicios de urgencias. Además de la valoración
de signos y síntomas, también tiene en cuenta datos de la exploración física y anamnesis del paciente.
Para puntuaciones superiores a 1 en la escala, la sensibilidad es del 93% con un 10% de pacientes
erróneamente diagnosticados.
En la fase aguda del ictus se deberá realizar, determinaciones analíticas que nos sirvan de guía para identificar
procesos causantes de un ictus, o aquellas que nos ayudaran a la elección del tratamiento en la fase aguda.
A continuación se indicaran las pruebas analíticas que deban ser determinadas en un paciente con ictus
PRUEBAS HEMATOLOGICAS
Incluir: hemograma completo, CSG, recuento plaquetario, tiempo de protrombina, tiempo de tromboplastina
parcial activado, fibrinógeno y dosaje de homocisteina plasmática.
Debido a que no hay datos definitivos que apoyen una asociación directa entre el ictus y trastornos de la
coagulación, los estudios hematológicos no especificados se reservan solo para los casos en los que se sospeche de
un estado trombofilico.
PRUEBAS BIOQUIMICAS.
PRUEBAS ENDOCRINOLOGICAS.
De acuerdo a la sospecha diagnostico se pedirán esrudios endocrinológicos como nivelde hormonass tiroideas,
catecolaminas y metabolitos, o acido láctico.
ESTUDIOS HISTOLOGICOS.
LIQUIDO CEFALORRAQUIDEO.
Se obtiene por puncion lumbar y tiene dos indicaciones fundamentales: sospecha de arteritiso vasculitus, infecciosa
o no y sospecha de una hemorragia subaracnoidea en pacientes con una TC craneal sin alteraciones ( para esta
indicación se recomiendo realizarla luego de las 12 horas de pasada la clínica).
6.3.2. Imagen.
Radiografía de tórax
Es útil para la valoración de la silueta cardiaca y aporta indicios de posible existencia de cardiopatías
emboligenas y de la aorta torácica. Puede ofrecer información sobre posibles complicaciones del ictus,
como son: neumonía aspirativa, edema pulmonar, etc. Se le debe realizar a todos los pacientes.
NEUROIMAGEN
En los últimos años se dio un desarrollo técnico que ha facilitado el reconocimiento de signos precoces
de infarto cerebral. Estos signos pueden ser identificados durante las primeras 6 horas en
aproximadamente el 50 % de los ictus isquémicos.
Se han atribuido estos signos precoces a la aparición temprana de edema citotóxico como
consecuencia de lesión isquémica. Esta alteración es más evidente en las regiones cerebrales que
tienen una densidad más alta como la sustancia gris. Por otro lado se ha a tribuido también a la
disminución del flujo sanguíneo. Los signos precoces que pueden detectarse mediante la TC son:
- Hipodensidad del núcleo lenticular que afecta al palido y al putamen, siendo el primero en
hacerlo de forma más temprana.
- Desaparición del ribete insular a causa de la hipodensidad del córtex insular, que da lugar a
una pérdida de la distinción entre este y la capsula externa.
- Borramiento de los surcos de la convexidad, señal de edema cerebral local.
- Hipodensidad del parénquima cerebral.
El signo de la arteria cerebral media hiperdensa en la TC, que no es estrictamente un signo temprano
de infarto, si no que representa la presencia de un trombo o émbolo intraarterial. La localización más
frecuente de este signo es el primer segmento (M1) de la arteria cerebral media, aunque también se
puede identificar en otros segmentos. Aunque este signo tiene una alta especificidad, su sensibilidad
es baja. Ocasionalmente, este signo puede ser falsamente positivo, cuando se presenta de forma
bilateral y en pacientes con calcificación de arterias ateroscleróticas o hematocritos altos. Si bien este
signo se asocia a déficit neurológicos iniciales graves, a la presencia de signos precoces de infarto,
al desarrollo de infartos extensos y a un mayor riesgo de transformación hemorrágica, su presencia
por sí misma no es un signo de mal pronóstico y no excluye la posibilidad de una respuesta favorable
al tratamiento con trombolíticos administrados por vía intravenosa.
Detección/atención urgente
El ictus es una emergencia médica por lo que es necesario que el paciente acuda a urgencias y
sea atendido por un especialista a la mayor brevedad, ya que se ha comprobado que los pacientes
atendidos por un neurólogo antes de las seis horas tras el inicio de los síntomas presentan mejores
resultados.
Los resultados beneficiosos de la atención urgente también se manifiestan en otras variables como
la duración del ingreso. En este estudio los pacientes atendidos por un neurólogo antes de las seis
horas tras el inicio de los síntomas, estuvieron ingresados una media de 7 días menos que aquellos
atendidos con posterioridad.
Unidades de ictus
La decisión acerca del hospital al que se traslada a los pacientes puede influir en su evolución
posterior, por lo que los hospitales a los que se deriven deben disponer de unos servicios mínimos
que garanticen el acceso a pruebas de imagen cerebral y a la atención especializada por un equipo
multidisciplinar.
Cada vez más hospitales cuentan con “Unidades de Ictus”, entendidas como una organización del
hospital situada en un área geográfica bien definida, dedicada a los cuidados no intensivos o
semicríticos de los pacientes con ictus. Está integrada por un equipo multidisciplinar, coordinado
y entrenado, que se dedica de forma total al cuidado de los pacientes que presentan ECV, y que
dedican su atención al paciente en la fase aguda basándose en la mejor evidencia disponible.
• Se debe garantizar una vía aérea permeable (extracción de prótesis dentarias), efectuar
intubación orotraqueal de ser necesaria y acoplar a un equipo de respiración artificial.
• Aspiración frecuente de secreciones y según necesidad.
• Colocar sonda nasogástrica para evitar broncoaspiración (en caso de vómitos
alimentarios) inicialmente conectada a bolsa que posteriormente se sustituirá por una
sonda fina para alimentación.
• Suplemento Oxigenatorio para mantener una Sat O2 > 95%.
EQUILIBRIO HIDROELECTROLÍTICO
• Hidratación para euvolemia.
• Colocar o continuar una vía venosa periférica.
• Evitar soluciones glucosadas, se prefiere sueros salinos isotónicos, asegurando un aporte
diario de agua de 2000 cc, vigilando las funciones cardiaca y renal.
Manejo de HTA.
Pensar siempre si HTA es compensatoria al aumento de la PIC (maniobras de Valsalva)
Tratar si PAS > 220 y/o PAD > 120 mm Hg en por lo menos 2 lecturas a intervalo de 15
minutos.
Uso de Labetalol, nitroprusiato o enalaprilato.
Objetivo de tratamiento PAM entre 110 – 130 o
PAS < 185 y PAD < 110.
• Mantener las cifras de glucemias dentro del rango normal, tanto la hipoglicemia como
hiperglicemia son peligrosas para el cerebro.
• Cuando exista hipoglicemia deberán utilizarse soluciones glucosadas al 33% o al 50% por
vía EV.
• La hiperglicemia (por encima de 150 mg/dl), se tratará mediante la administración de
insulina.
Manejos generales
Cabecera de 10° a 30°.
Minimizar estímulos que aumentan la PIC.
Evitar administracion de agua libre.
Restricción relativa de fluidos.
Hiperventilación
Iniciar ventilación mecánica. Objetivo pCO2 30 - 35 mm Hg.
Inicio de efecto es casi inmediato y se puede continuar hasta por 24 horas
Evitar variaciones bruscas de pO2 y pCO2,
Guía rápida:
II. Primer contacto médico (EMS Proveedor) ¹ - Evaluar y gestionar ABC (vía aérea,
respiración, circulación)
Verifique y controle la presión arterial, pero no la trate.
○ Iniciar monitoreo cardíaco.
○ Proporcione oxígeno suplementario para mantener Saturación de O2> 94%.
○ Establecer acceso IV
○ Determine la glucosa en sangre y trate en consecuencia.
○ Determine el tiempo de aparición de los síntomas o la última normalidad conocida, y
obtenga información de contacto familiar, preferiblemente un teléfono celular
○ Triaje y transporte rápido al paciente al hospital de ictus más apropiado y más cercano
○ Notificar al hospital de la llegada pendiente del paciente con accidente cerebrovascular
○ Escalas de accidente cerebrovascular de gravedad / evaluación de oclusión de vasos
grandes (RACE, LAMS o CPSSS)
Recomendaciones adicionales (clase IIa y IIb). Situaciones que requieren un beneficio de riesgo
individual para el paciente Evaluación para la cual administración de alteplasa IV puede ser
considerado
○ Si dentro de las 3 horas posteriores al inicio
• Síntomas leves no incapacitantes
○ Si 3-4.5 horas desde el inicio
• 80 años de edad
• Tomar warfarina y con un INR ≤1.7
• Tanto el accidente cerebrovascular previo como la diabetes mellitus
• Derrame cerebral leve
• NIHSS> 25
○ Discapacidad preexistente (mRS ≥ 2)
○ Demencia preexistente
○ Accidente cerebrovascular isquémico moderado a severo con precoz mejora, pero sigue
moderadamente deteriorado y potencialmente deshabilitado
○ Ataque en el momento del inicio, si hay evidencia sugiere que las degradaciones
residuales son
secundario al accidente cerebrovascular.
○ Niveles iniciales de glucosa en sangre <50 o> 400 mg / dL con déficit persistentes
después del control de glucosa.
○ Historia clínica de posible diátesis hemorrágica o coagulopatía.
○ Historial de uso de warfarina y un INR ≤1.7 y / o un PT <15 s
○ Punción dural lumbar en los 7 días anteriores.
○ Punción arterial de una sangre no compresible buque en los 7 días
○ Trauma mayor reciente (dentro de 14 días) no involucrando la cabeza
○ Cirugía mayor en los 14 días anteriores.
○ Sangrado genitourinario o gastrointestinal sangrado dentro de los 21 días anteriores
○ Mujeres que están menstruando y no tienen una historia de menorragia
○ Mujeres con antecedentes recientes o activos de menorragia sin anemia clínicamente
significativa
o hipotensión.
○ Sangrado vaginal reciente o activo que causa anemia clínicamente significativa (después
de una emergencia consulta con un ginecólogo)
○ Disección arterial cervical extracraneal
○ Disección arterial intracraneal
○ Aneurisma intracraneal no roto y no asegurado
○ intracraneal sin romper y sin tratar malformación vascular
○ CMB demostrados en MRI (riesgo de ICH más alto es la carga de CMB> 10)
○ Neoplasia intracraneal extraaxial
○ MI agudo concurrente
○ MI en los últimos 3 meses
○ Pericarditis aguda
○ Es probable que el AIS mayor produzca discapacidad grave y trombo auricular o
ventricular izquierdo conocido
○ Es probable que el AIS mayor produzca discapacidad grave y mixoma cardíaco o
fibroelastoma papilar
○ AIS debido a complicaciones cardíacas o cerebrales procedimientos angiográficos
○ Malignidad sistémica y> 6 meses esperanza de vida en ausencia de otras
contraindicaciones
○ Embarazo
○ Periodo posparto temprano (<14 días después del parto)
○ Historia de retinopatía hemorrágica diabética u otras afecciones oftálmicas hemorrágicas
○ Enfermedad de células falciformes
○ Uso de drogas ilícitas
○ Imitadores de trazo
Se aplica la Escala de Cincinnati que son aquellos signos que deberán poner en alerta:
Debilidad de una parte del cuerpo. Debilidad de una parte de la cara. Adormecimiento de
una parte del cuerpo. Capaz de entender pero no de hablar. Disartria o lenguaje
incoherente en paciente despierto y consciente. Si alguna de estas tres comprobaciones
obtiene el resultado anormal, cabe la posibilidad de que el paciente vaya a sufrir un ictus.
(1)
Tanto los pacientes como la familia son los primeros en asumir que cuanto menos hospital,
mejor. Lamentablemente hay veces que la propuesta del alta hospitalaria se precipita por
razones que no tienen nada que ver con las necesidades del paciente, aunque el proceso
asistencial no esté completado. El alta de hospital ha de ser entendida como una propuesta
facultativa en el proceso de asistencia. Ha de ser bien comprendida y compartida por la
familia y, si estuviera en condiciones para ello, por el propio paciente.
Desde la unidad de cuidados intensivos: No existen criterios definidos para dar de alta
a un paciente ingresado en la UCI. Sin embargo, la experiencia clínica aconseja
considerarla en los pacientes que cumplen los siguientes criterios: a) corrección (o mejora
significativa) de la causa de la agudización; b) ausencia de complicaciones médicas
relevantes que puedan interferir en la estabilidad del paciente; c) no necesidad de soporte
ventilatorio, y d) no precisar monitorización exhaustiva.
Desde Hospitalización: La asistencia que había que recibir está completa: el estado
médico del paciente está controlado y no hay necesidad de una nueva intervención
hospitalaria en el corto plazo. Existe seguridad de que sus necesidades sanitarias pueden
ser mejor atendidas en régimen ambulatorio o en otro centro al que se orienta. Con el centro
al que se deriva se han realizado interconsultas, se ha informado de las pruebas realizadas,
se han fijado tratamientos y orientaciones, establecido seguimientos al alta y los informes
necesarios han sido entregados. Si no estamos preparados para irnos debemos informar
al médico de referencia para obtener el tiempo necesario. Por ejemplo, para finalizar
adaptaciones del hogar o completar los trámites de traslado. El alta de hospital muy
raramente se impone. En el caso del Daño Cerebral Adquirido debe evitarse, por el estado
de desprotección del paciente. (2)
6.4.6. PRONOSTICO
La estimación precoz en una persona con ictus de su pronóstico de función a medio y largo
plazo resulta esencial para comunicarse con el paciente y sus familiares, para diseñar unos
objetivos realistas de rehabilitación y para planificar la derivación del enfermo al alta
hospitalaria o de rehabilitación. Se fundamenta en la evolución habitual del ACV y en el uso
de algunos indicadores que, lejos de ofrecer una utilidad demostrada, son más bien
orientativos.
quedará reducido y no esperaremos una evolución favorable. Los factores que nos pueden
dar pistas sobre la evolución que seguirá nuestro paciente son pocos y de utilidad
cuestionable, pero resulta interesante tenerlos en cuenta e igualmente conocer en cuáles
nos podemos apoyar y en cuáles no para evitar caer en ideas erróneas:
● Intensidad de las deficiencias: otro factor pronóstico es la gravedad del cuadro. A mayor
intensidad de los síntomas, peor será la evolución esperable. Se puede medir conforme a
la intensidad de cada déficit por separado o en función de la discapacidad global con ayuda
de las diferentes escalas ya mencionadas.
● Edad: junto con la gravedad, es uno de los factores principales, especialmente relevante
en los hemorrágicos, para los que también es un factor influyente en la mortalidad.
● Grado de dependencia previo al ACV: no es un dato pronóstico en sí mismo, pero sí es
fundamental a la hora de establecer el plan terapéutico para marcar los objetivos del
mismo. El fin último sería la recuperación de un estado lo más cercano al previo, pues no
tendría sentido poner los límites más allá de este punto.
● Entorno del paciente y apoyo social: el entorno familiar, la pareja o el ambiente habitual
del paciente resulta fundamental dado que definitiva o temporalmente el paciente se hará
dependiente de ayudas por 3ª persona. Entre el paciente y la familia se establece un
vínculo y el apoyo resulta necesario para garantizar no sólo la adherencia a un tratamiento
sino también su aprovechamiento.
● Depresión postictal: el estado de ánimo del paciente influye de forma similar al punto
anterior. Entrando en detalle en el estudio de la intensidad. (3)
1. Consideraciones generales:
2. Tratamiento médico
a. Agentes osmóticos:
i. De elección: Manitol ®: La administración debe ser en función
de la evolución clínica, pero se propone una pauta descendente
iniciando con una solución de 125 cc al 20% administrada cada
6 horas el primer día, cada 8 horas el segundo, cada 12 horas el
tercero, cada 24 horas el cuarto y retirar el quinto día.
ii. Alternativa: Glicerol: Se administrará 50gr/6 horas v
o. solución al 20% en S.Fisiológico, 10 ml/Kg a pasar
en 3-4 h, en pauta descendente similar al manitol.
iii. Los Corticoides están CONTRAINDICADOS,
excepto si existe sospecha de vasculitis
asociada.
b. Diuréticos de ASA
3. Tratamiento quirúrgico.
ICTUS PROGRESIVO
Medidas a adoptar:
COMPLICACIONES PULMONARES
Rx Tórax.
Gasometría arterial.
ECG.
Estudio de coagulación:
PDF y dimero-d (más sensible).
Tratamiento:
Reposo absoluto en cama.
Oxigenoterapia al 35%.
Anticoagulación:
o Si no existe contraindicación: iniciar inmediatamente
tratamiento anticoagulante con Heparina de bajo
peso molecular (HBPM) sc.
Exoparina (Clexane): 1 mgr/kg/12 horas.
Nodraparina cálcica (Fraxiparina):< 50 Kg = 0.4
ml/12 h; 50-59 Kg = 0.5 ml/12 h; 60-69 Kg = 0.6
ml/12 h; 70-79 Kg = 0.7 ml/12 h; >80 Kg = 0.8 ml/12
h
Se utilizará la via intravenosa con heparina sódica
como alternativa a la HBPM.
Inicio: Bolo de 70 UI/Kg/iv (aproximadamente
5.000 UI).
Mantenimiento: Dosis total diaria de 400-
500UI/Kg en perfusión continua mediante
bomba.
A las 6 horas de iniciar la perfusión se
realizará ajuste de la dosis necesaria con
arreglo al valor del TTPA: El objetivo
terapéutico es conseguir que se sitúe
alrededor de 2 veces el tiempo control (1.8-
3.2).
Duración: se recomienda mantener al
menos 7 días la heparina iv y añadir
Sintrom solapando 3 días con la heparina.
Se mantendrá entre 3-6 meses.
Rx Tórax.
Gasometría arterial.
Hemocultivos y cultivos de esputo.
Tratamiento médico (orientativo, pues existen más pautas correctas):
Neumonía adquirida en el hospital:
o Elección (iv): Imipemen 500 mg / 6 horas o Piperacilina-
tazobactam 4 grs / 6 horas.
o Alergia a betalactámicos: Tavanic (Levofloxacino 500 mgr
iv/24 h).
Neumonía por aspiración:
o Elección: Amoxicilina-Clavulánico 2 grs/8 horas/iv o
Clindamicina 600 mgr/ 6 horas/ iv + Ceftriaxona 1 gr ev
/ 24 horas.
o - Si alergia a betalactámicos: sustituir la Ceftriaxona por
Tavanic (Levofloxacino 500 mgr iv/24 h).
Sedimento urinario.
Urocultivo.
Tratamiento médico:
o Sin afectación del estado general: Amoxicilina-Clavulánico
500 mg/8 horas vo o Norfloxacino 400 mgr / 12 horas vo.
o Con afectación del estado general (descartar la presencia
de pielonefritis): Amoxicilina- Clavulánico 1g /8 horas /iv.
Agitación:
Trastornos metabólicos: