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PLAZA DE MAYO”
Augusto Chaves
La argentina del siglo XX transito una larga historia de profundos y violentos
procesos de violencia institucional, los cuales se manifestaron tanto en gobiernos
constitucionales como también en regímenes de facto. Este es un breve repaso
sobre la historia de una organización de resistencia, enarbolando el poder del
amor, pero también así posiciones y posturas políticamente claras con respecto
a la libertad y el accionar de regímenes de facto. Las Madres de Plaza de Mayo
son en el mundo sinónimo de lucha, y fuerza inquebrantable. Un recorrido por
sus inicios y sus reclamos dejará en evidencia la naturaleza de esta asociación.
Hebe de Bonafini una de las madres fundadoras cuenta los inicios en una
entrevista realizada por la Televisión Publica Argentina con motivo del
documental llamado Madres de Plaza de Mayo: La historia
Las madres que se reunían todos los jueves tenían que caminar alrededor de la
Pirámide de Mayo porque estaba prohibido que se hicieran reuniones de más de
cinco personas por el llamado "Estado de Sitio". Esta era una ley dictada por el
gobierno militar y consistía en una forma de control ya que los grupos de gente
que superaran esa cifra, tenían que separarse y retirarse de donde se
encontraran. Si no lo hacían, la policía podía llevarlos a la cárcel.
Por aquella época las Madres de la Plaza de Mayo eran “las madres de la
subversión”, “si mataron a sus hijos es porque algo habrán hecho”, las puertas
se les cerraban y muy poca gente conversaba con ellas. En esa época, las
Madres todavía no usaban el pañuelo blanco y solo se reunían en la Plaza de
Mayo, en algún bar o en el atrio de alguna iglesia. En octubre de 1977 decidieron
acudir a una marcha convocada por organismo de defensa de los derechos
humanos y a otra convocada por la iglesia basílica de Luján, en la provincia de
Bs.As.
Frente a la Basílica, reclamaron y rezaron por los desaparecidos. Todos los que
estuvieron pudieron verlas, identificadas con los pañales blancos en sus
cabezas. Poco después hubo una marcha de los organismos de derechos
humanos, que terminó con 300 personas detenidas, incluidos –por error- varios
periodistas extranjeros. Gracias a tanta intolerancia, el mundo empezaba a
enterarse de lo que ocurría. La marcha fue la oportunidad para que muchos
argentinos descubrieran que en la Argentina había desaparecidos y que sus
madres pedían por ellos. En la comisaría las Madres rezaban Padrenuestros y
Avemarías, los policías no se atrevían a incomodar a mujeres tan devotas. Entre
rezo y rezo, haciendo cruces, miraban a los uniformados, les decían “asesinos”.
Después del secuestro de Azucena, que nunca más apareció con vida, no fue
fácil retornar a la Plaza, muchas madres tenían miedo de volver. También se
hacía difícil ir a reclamar a los centros de detención que comenzaban a ser de
conocimiento público. Cuando detenían a una madre, la estrategia consistía en
trasladarse todo el colectivo de madres a la comisaria y hasta que no se liberaba
a quien se habían llevado, las madres mantenían su reclamo. El trato del régimen
fue brutal, en muchos casos pedían los documentos de identidad, para ello las
madres también adoptaron una forma de involucrase todas ofreciendo su
documento en masa, ya que por cuestiones administrativas no se podía
procesar esa cantidad de información, las madres comenzaron a formar un
bloque homogéneo para hacerle frente a los militares pero también para
comenzar con un reconocimiento social que iba en escalada, el punto culmine
de ello tuvo lugar durante el mundial de futbol disputado en el año 1978 con sede
en la Argentina.
Por ello pido a Dios, Nuestro Señor, que este evento sea realmente una
contribución para afirmar la paz, esa paz que todos deseamos para todo el
mundo y para todos los hombres del mundo. Esa paz dentro de cuyo marco el
hombre pueda realizarse plenamente como persona con dignidad y en
libertad…”
El mundial fue una forma de descompresión social, oxígeno para los militares,
para seguir matando y castigando cada vez más con un plan sistemático que
pretendía erradicar la subversión. De mas esta mencionar la incidencia de los
Estados Unidos y sus aparatos de inteligencia, aunque para la esfera pública no
había conexiones y su influencia era muy “vaga”. Las madres cambiaron sus
lugares y horarios de reunión. No todos los jueves iban a la Plaza, para evitar
que las detectaran. Cuando iban, la policía les largaba los perros. Cada una
llevaba un diario enroscado para sacarse a los perros de encima, una de las
pocas cosas útiles para las que servían los diarios de esa época.
Frente a este bloqueo y total control de la información que circulaba por parte de
los militares, las madres comenzaron a pensar estrategias para que el mundo
conozca su lucha. Cuando llegaba a la Argentina algún personaje importante,
aprovechaban para estar presentes en los actos públicos, para pedir por los
desaparecidos y despertar interés de los invitados y el de la prensa internacional.
Como ejemplo, dos visitas importantes tuvieron presente a las madres: una ante
el embajador norteamericano Terence Todman y otra frente al Secretario de
Estado de ese país, Cyrus Vance. Gritaban para interrumpir los actos y lanzaban
acusaciones muy fuertes al gobierno militar, cuando nadie se animaba a salir a
la calle a protestar.
En ese 1979 hubo otro alumbramiento: las Madres decidieron crear la Asociación
Madres de Plaza de Mayo. Si todas estaban en peligro, esa era una forma de
mantener viva la lucha. La casualidad o el destino determinaron que la
asociación fuese creada en una fecha imposible de olvidar: 22 de agosto. Habían
pasado siete años de la masacre de Trelew, donde tuvo lugar el asesinato de 16
miembros de distintas organizaciones armadas peronistas y de izquierda, presos
en el penal de Rawson, capturados tras un intento de fuga parcialmente exitoso
y ametrallados posteriormente por marinos dirigidos por el capitán de corbeta
Luis Emilio Sosa.
En 1979 las madres partieron hacia Europa pare reunirse en Roma con el
presidente italiano Sandro Pertini y en el Vaticano, con el Papa. Ese mismo año,
tuvo lugar un viaje a los Estados Unidos con motivo de ver a Patricia Derian del
Departamento de Estado.
Recién en 1980, gracias a los apoyos internacionales, las Madres pudieron tener
una oficina. Pero también ese año decidieron que su lugar de lucha era la Plaza
de Mayo. Volvieron un jueves como costumbre, al jueves siguiente las estaba
esperando un escuadrón entero con las armas gatilladas., para continuar
tratando de amedrentar sus ánimos en vano. Ellas cambiaban el horario,
circulaban por donde no las veía y poco a poco envolvieron a la Pirámide de
Mayo con sus marchas que nadie podía detener. Los militares eran la rigidez y
la violencia las madres eran la fluidez y la energía.
Se editó el primer boletín de Madres, lo que se traducía en el creciente apoyo
recibido tanto de la prensa y organismos internacionales, sino también de la
misma sociedad Argentina. Los militares llamaron a los viejos políticos para
dialogar, abriendo el paraguas frente a la crisis económica que se vivía y al
propio desgaste en el interior de régimen. Las Madres por su parte, eran la
evidencia del modo de hacer verdadera política, así lo demostraron en 1981
retomando la Plaza y haciendo la primera Marcha de la Resistencia. Solas,
pocas, pero juntas, resistiendo 24 horas seguidas, donde nació la consigna
“aparición con vida”.
Las Madres dijeron que la guerra era otra mentira. Los militares que
secuestraban cobardemente, torturaban clandestinamente y asesinaban tirando
cuerpos al río, no podían convertirse de un día para otro en patriotas impecables
y valerosos guerreros. Por decir eso, acusaron a las Madres de antinacionales.
Ellas inventaron un cartel: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos
también”. Muchos que acompañaban a las Madres las criticaron: había que estar
del lado de la guerra, del lado de los militares. El tiempo mostró quién tenía razón,
comenzaron a llegar noticas reales del frente que indicaban lo contrario de lo que
decían los medios nacionales, soldados inexpertos con frío y hambre contra una
potencia militar internacional. El resultado era el esperado, la guerra y su
resolución fue el puntapié para el regreso de la democracia.
En 1985 Alfonsín las citó, pero luego no las atendió porque tenía que ir al Teatro
Colón, según la explicación oficial. Las Madres tomaron la Casa Rosada, y se
quedaron ahí instaladas como forma de resistencia pacífica. Esas acciones
mostraban la grieta entre los discursos sobre los derechos humanos que hacía
el gobierno, y la realidad. Y mostraban cómo el protagonismo político se
desplazaba de los políticos de museo, a los movimientos generados en la
sociedad para enfrentar los problemas tomando las riendas de sus propias
decisiones.
Se hizo el juicio a las Juntas, pero sólo hubo dos condenas a prisión perpetua.
Las de Videla y Massera. Los otros jefes militares recibieron penas bajas, o
fueron absueltos. Las Madres opinaron del siguiente modo: se levantaron y se
fueron de la sala de audiencias.
Las Madres, además de denunciar lo que había ocurrido con sus hijos,
comenzaron a enarbolar las mismas ideas y sueños por las que esos jóvenes
habían luchado.
Bibliografía: