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Doctor en matemáticas por la Universidad de la Rioja, donde actualmente ejerce

como profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos, Eduardo Saénz de Cabezón

realiza una intensa divulgación de las matemáticas como miembro y fundador del

grupo de científicos e investigadores “Big Van Científicos sobre Ruedas”. Además,

participa en conferencias y talleres por todo el mundo contagiando su pasión por

este “lenguaje de las ciencias". Su labor investigadora se centra en el área del

álgebra computacional a la que ha contribuido con numerosos artículos y

colaboraciones con matemáticos españoles y europeos.

Aprender matemáticas nos convierte en “ciudadanos más libres, más difíciles de

manipular… Sirve para comprender el mundo en el que estamos pero también

para comprendernos a nosotros mismos”, destaca este reconocido divulgador.

Creando Oportunidades

TRANSCRIPCIÓN

00:04
Eduardo Sáenz de Cabezón. Me llamo Eduardo, soy matemático y yo no os
conozco de nada, y vosotros a mí de muy poco. Pero yo sé que, o creo que entre
este grupo que formamos de más o menos sesenta personas, hay dos que
cumplimos años el mismo día. ¿Quién cumple años en enero? Enero, levantad la
mano, ¿qué día de enero?
Hombre. El treinta y uno.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Treinta y uno, casi no naces en enero. ¿Tú?
Chica. El tres.
Eduardo Sáenz de Cabezón. El tres, poquito.
Chica. Veintidos.
Eduardo. Veintidos.
Chico. Veintiocho.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Casi. Febrero, venga. Febrero, confío en vosotros.
Febrero, febrero… ¿No hay nadie de febrero? Solo tú. Bueno, dilo, ya que estás
aquí de pie.
Hombre. El veinte de febrero.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Veinte de febrero? De marzo, ¿quién es de marzo?
Hombre. Diecisiete.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Diecisiete.
Chica. Catorce.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Catorce.
Chico. Treinta.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Treinta. ¿Abril? Abril, confío en… Uy, abril, ¿qué
pasa aquí? ¿Qué día?
Chico. El tres.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Tres.
Chica. Dos.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Dos. Haber esperado un poco.
Chico. El dos.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿El dos? O sea, hay dos personas que… Muy bien,
vamos a dar un aplauso. ¿Sabíais que erais gemelos o algo? No. ¿Por qué sé que
dos personas cumplían años en el mismo día? ¿Es que yo tengo mucha suerte?
¿Es casualidad? ¿Tengo poderes mágicos? No, soy matemático, es por eso. Yo
soy matemático y yo he hecho las cuentas y yo sé que en un grupo de sesenta
personas la probabilidad de que dos de ellas cumplan años en el mismo día es
superior al noventa y nueve por ciento. Pues yo soy matemático y vosotros
también. Tú eres matemática, tú eres matemático, vosotros también sois
matemáticos, todo el mundo somos matemáticos, todo el mundo tiene un
matemático dentro. Estará la gente diciendo: «Quita bicho, yo no». Todo el mundo
tiene un matemático dentro, y ese matemático os puede ayudar a muchas cosas,
a mí me ayuda a muchas cosas. Probablemente, en la escuela no nos llevamos
demasiado bien con él, con ese matemático interior, y de adulto tampoco. Ya os
digo que mucha gente tiene como una especie de trauma con su matemático
interior. ¿Pero ese matemático para qué está ahí? Pues para ayudarnos a llevar
una vida más plena, a ser más felices, y nos ayuda mucho más y sabe mucho más
de lo que mucha gente se piensa. No solamente sabe contar, no solamente sabe
medir, que ya es bastante, no solamente sabe hacer pensamiento lógico, si no que
nos puede hacer estar en el mundo de una forma más humana, de una formas
más plena y de una forma más feliz. Y de eso vamos a hablar hoy, vamos a hablar
de matemáticas, vamos a hablar de por qué todo el mundo tenemos a un
matemático dentro, de la importancia que tienen las matemáticas en nuestra
sociedad y de por qué, aunque todo el mundo sabe que conviene para ser feliz
tener una buena vida interior sin que haga falta ser buda, por qué para llevar una
vida plena hace falta llevarse bien con el propio cuerpo y no hace falta ser Usain
Bolt, por qué para ser feliz, para llevar una vida plena, está bien saber apreciar la
belleza, saber generar belleza y no hace falta que todos seamos Velázquez. Pues
yo os digo, para llevar una vida plena, para ser más felices está bien llevarse bien
con el matemático que llevamos dentro y no hace falta ser Gauss para ser feliz.
Así que, si os parece, empezamos la conversación. ¿Alguien tiene algo que
preguntar, alguna cosa? Que vamos a lanzarnos hacia el mundo de las
matemáticas, sin miedo. Si alguien tiene miedo a las matemáticas, le dais la mano
al de al lado, y sin sufrimiento. Todavía no, todavía no.
Hay pocas cosas que sean más humanas que las matemáticas

Eduardo Sáenz de Cabezón


Esther. Justo viniendo para acá hoy, esperando el autobús, estaban los de
segundo de bachillerato haciendo unas matrices, y les he pillado en el momento
de la conversación en el que decían: «Pero si esto no sirve para nada, más que
para aprobar la EBAU, luego ya no lo vamos a volver a utilizar». ¿Podrías darnos
algún ejemplo práctico para ellos de este nivel de matemáticas de la vida?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Uy, ¿de para qué se usan las matemáticas? Bueno,
pues por ejemplo, sin matemáticas no habría Fortnite (fornait). Por ejemplo, sin
matrices, en concreto, sin matrices no habría Fortnite (fornait), porque las
matrices, que son un instrumento matemático que se ve en la secundaria, las
matrices son filas y columnas de números que les ponemos un paréntesis gordo y
ahí están, ¿no? Y haciendo operaciones con las matrices, podemos cambiar esos
números de lugar, de posición, girarlos, y las pantallas de ordenador son matrices
de píxeles, y aplicando matrices a esas pantallas hacemos los giros, hacemos el
zoom, hacemos los movimientos… El Fortnite (fornait) y esos gráficos pochos que
tiene se hacen con matrices. Todos los gráficos de ordenador se hacen con
matrices, pero ¿sabes? Hay una cosa ahí que me hace ver una cosita como de
trampa, en ese tipo de preguntas. A mí me preguntan muchas veces: «¿Para qué
sirven las matemáticas que damos en la escuela? Yo eso no lo he usado en la
vida, no lo voy a volver a usar en la vida». Yo prácticamente no uso tampoco… Yo
no hago una raíz cuadrada jamás, lo hago con una calculadora y ya está, incluso
cuando hay una división de dos cifras o de tres, yo la hago con calculadora y yo
me dedico a las matemáticas, yo soy profesional de eso. Entonces, hay una
especie de trampa, me parece a mí, con esa pregunta de para qué sirven las
matemáticas. Es una pregunta legítima y es una pregunta que hay que contestar.
Porque las matemáticas están detrás de todo lo que hacemos en este mundo,
científico y tecnológico, detrás de todo, y quien ignore eso, pues es su culpa.
Digamos que hace falta ser muy ignorante para negar eso. Ya, pero ¿y qué?, ¿y
qué? ¿Eso, a mí, en mi vida cotidiana me sirve de algo? No me sirve de nada.
¿Cuál es la trampa que digo que hay? La trampa me parece que es que
solamente estudiemos aquellas cosas que luego voy a aplicar en mi profesión.
¿Por qué? Nos perderíamos casi todo. Casi todo lo que damos en la escuela, lo
siento, no nos va a servir para nada en el día a día, no lo vais a usar
materialmente en el día a día para nada. Pero el proceso de haber aprendido todo
eso ha moldeado nuestra persona, nos ha hecho conocer el mundo, nos mete
dentro de la tradición en que estamos y nos sirve, nos hace ser más útiles a
nosotros, ¿no? Entonces, esa trampa de solamente estudiar las cosas que sirven,
me parece, que es convertir la educación, solamente, en formación para una
profesión específica, y la educación, sobre todo a los niveles primarios, es una
construcción de la persona, y las matemáticas sirven también para la construcción
de la persona. Eso es una cosa para la que las matemáticas sirven, y la otra cosa
para la que las matemáticas sirven, o este tipo de aplicaciones de elementos
concretos, es, como decía un poco antes, para ser más felices, para ser más
plenos, para saber, por un lado, comprender el mundo en el que estamos y, por
otro lado, comprendernos a nosotros mismos. Hay un señor que se llamaba
Galileo, no sé si lo sabéis, Galileo Galilei, un hombre famoso. Ese hombre tenía un
tweet (tuit), o sea, como una frase así de Twitter (tuiter) que decía: «Dios escribió
el mundo en el lenguaje de las matemáticas», o algo así, ¿no? «Las matemáticas
son el lenguaje en el que Dios escribió el mundo». Yo no soy quién para disentir
de Galileo, pero no estoy de acuerdo con él en todo. Yo creo que las matemáticas
son, más bien, el lenguaje en el que nosotros leemos el mundo. Hay pocas cosas
que sean más humanas que las matemáticas. Probablemente, el hecho de que
somos seres orales, que nos interesan las historias, y que somos seres
matemáticos, que medimos el mundo, que lo contamos, que tratamos de
comprenderlo y sistematizarlo, y para eso sirven las matemáticas, para eso sirven
las matrices, para eso sirven las operaciones. Sí, las matemáticas, como lo
entiendo yo, sirven para tantas cosas que no podríamos parar de decir. Hay otra
cosa también, en eso, una especie de segunda trampa en estas cosas de para
qué me van a servir las cosas en mi futuro. Y es que, muchas veces, me parece
que nos planteamos la educación, tanto los chavales, las chavalas, desde bien
pequeños, como los sistemas educativos, los profes y los padres, que es: «Tú
estudia esto, porque en el futuro te va a servir. Para que tengas una profesión en
el futuro», ya, ¿y el presente qué? O sea, los niños son personas, las niñas son
personas ya, y tienen una vida ya y tienen todo el derecho a ser felices ya. Los
adolescentes, las adolescentes sois personas ya, y tenéis todo el derecho a ser
felices ya. Entonces, a veces, ocurre que mientras estamos fastidiándonos: «Pero,
no, fastídiate porque en el futuro te va a servir». Ya, pero, podría ser que aprenda
cosas que en el futuro me van a servir, pero que las esté disfrutando ya. Entonces,
yo creo que hace falta un compromiso también de la escuela con el presente de
cada persona, y que la gente vayamos felices a la escuela, que los profes, las
profes, los alumnos vayan felices a la escuela, que vayamos contentos porque nos
gusta lo que estamos aprendiendo, lo encontramos interesante y eso no entra en
contradicción con que nos vaya a servir en el futuro. Así que, por supuesto,
tenemos todo el futuro por delante, por supuesto, los niños, las niñas aprenden
para el futuro, pero no solamente, también el presente cuenta.

Aprender matemáticas nos hace más libres y difíciles de manipular

Eduardo Sáenz de Cabezón


08:26
Unax. Mi pregunta es: ¿En qué momento descubriste o te diste cuenta de que te
querías dedicar a las matemáticas?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Pues te diría que cada día me doy cuenta de eso,
pero vamos para el pasado. Yo no fui un niño al que le gustaban las matemáticas,
me gustaban las matemáticas, pero como me gustaba la literatura, como me
gustaba la física, por ejemplo, como me gustaban otras mil cosas. Durante la
secundaria, el bachillerato, todo eso, me gustaban las matemáticas, pero como me
gustaba la literatura, como me gustaban otras cosas, no tenía una especial
inclinación hacia las matemáticas. Se me daban bien, la verdad, yo fui
empolloncito de pequeño y se me daban bien, me gustaban, pero, ya te digo,
como me gustaban otras cosas. Es verdad que mis profesores de la secundaria de
matemáticas, Manolo y Emilio, eran dos personas que hicieron dos cosas muy
buenas por mí en las matemáticas. Una era mostrarme su pasión por las
matemáticas mientras daban clase, esa era muy buena. Es decir, yo no veo una
persona amargada con esta asignatura, veo una persona que es feliz dando esta
asignatura. Esto es muy bueno como alumno. La otra cosa era quitar la presión en
los exámenes. Hacemos un examen, suspende el ochenta por ciento de la clase,
bueno, pues mañana hacemos otro o la semana que viene otro, y al final
acababas yendo a los exámenes sin presión, y esa presión no te paralizaba y no
te hacía entrar en una especie de tortura en los exámenes. Esas fueron dos cosas
que a mí me hicieron mucho bien. Pero, entonces, llegué a la universidad, y en la
universidad yo no sabía qué estudiar, yo estaba en COU, que es, en el Antiguo
Testamento, lo que ahora es el bachillerato, segundo de bachillerato, y, entonces,
yo estaba ahí y decía: «¿Y qué hago? ¿Qué hago yo ahora?». Entonces a mí me
gustaban los ordenadores, programar ordenadores. Tenía un Spectrum que era un
ordenador antidiluviano, y yo me programaba jueguillos con mis amigos. Entonces,
yo quiero ser programador. Pero no había informática en Logroño, de donde yo
soy, no había informática, pero había una especialización en el último curso de la
carrera de matemáticas. Y entré en la carrera de matemáticas, así pues pensando
en las matemáticas del instituto, lo que yo había visto del instituto, todas esas
operaciones, esas cosas que me gustaban. Para mí eran como una especie de
puzles o acertijos… no sé, me los complicaban, me gustaba hacerlos. Y entonces
fui en primero a clase de Álgebra. Y recuerdo el día. Y ahí sí que, pese a que yo
no había sido especialmente tendente a las matemáticas, ahí sí que puedo
identificar un día como de flechazo digamos, ¿no? Estaba en clase de Álgebra con
mi profesora Pili y ella nos mandó un ejercicio. Un ejercicio en el que había que
demostrar que cierta estructura es de un tipo, ¿no? Y que unos anillos eran
cuerpos, algo así había que demostrar. Bueno pues entonces, yo me pasé la
noche haciendo esos ejercicios, mirando los elementos. Haciéndolo a mano, con
las cuentas, al estilo que yo había aprendido en el instituto. Y que lo había
aprendido bien, ¿eh? Ya te digo que yo era de buenas notas. Y entonces, llego al
día siguiente y después de la noche, de todo ese esfuerzo que había hecho para
alcanzar ese resultado… Y entonces al día siguiente, Pili nos explicó una cosa que
se llaman los teoremas de isomorfía de Noether (néter). Ole. Dice: «Los teoremas
de isomorfía de Noether». Pues eso son unas ideas, unos teoremas que de un
plumazo, solamente a golpe de idea abstracta, resolvían todos los ejercicios que
yo había hecho la noche anterior. Todos los ejercicios. Entonces yo dije: «Ostras,
este es el poder del pensamiento abstracto, este es el poder del pensamiento».
Esto va más allá de las operaciones. Esto es cuando el pensamiento abstracto te
permite volar por encima de lo que estabas haciendo y resolver las cosas así, a
golpe de puro pensamiento y dije: «Esto es lo mío, esto es para mí». Ahí digamos
que fue el flechazo en el que decidí dedicarme a las matemáticas porque vi ese
poder del pensamiento matemático. Ahí me decidí a estudiar matemáticas y me
decidí también por las matemáticas puras, y me dediqué al álgebra. Hoy me
dedico al álgebra computacional, así que he mezclado las dos cosas. Me dedico a
unas matemáticas muy teóricas, muy abstractas, pero a la vez, comprendiéndolas
hasta el punto de que un ordenador las pueda digerir. Así que me dedico a las dos
cosas a la vez. ¿Y cuándo decido dedicarme a las matemáticas? Todos los días.
Todos los días porque hoy día, cada día, hay veces que uno se aburre más, veces
que el trabajo es más tedioso, o sea yo no estoy de fiesta todo el día: «¡Oh,
matemáticas, qué gozada por Dios, si se me caen las lágrimas!». No, hay veces
que me aburro, efectivamente, hay veces que me divierto, hay veces que me
apasiona… y todos los días digo: «Es que yo es a esto a lo que me quiero
dedicar», digo: «Probablemente, yo no soy una persona de las que crea que cada
cual tenemos un camino único, que has encontrado tu vocación, tu media naranja
en el mundo de los… no. Pero que nos podemos acoplar a varias disciplinas
diferentes, ¿no?». Pues yo, hoy por hoy, no me cambio. Me encantan las
matemáticas. Soy feliz haciendo matemáticas, realmente. Así que cada día decido
dedicarme a las matemáticas.
13:14
Raquel. Hola, me llamo Raquel y soy matemática, soy del grupo raro en el que
estamos metidos, nuestra especie extraña. Eh, quería preguntarte, ¿qué
capacidad crees tú que desarrollan las matemáticas en los chavales y las chavalas
de esta edad más o menos?
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Qué capacidades desarrollan las matemáticas, qué
capacidades deberían desarrollar las matemáticas, verdad? Porque a veces lo que
desarrollan es un odio… pero ¿por qué se enseñan las matemáticas? La culpa de
todo la tiene Platón. Platón, o sea, id a buscarle luego. Platón y Sócrates… Las
matemáticas se enseñan desde la Grecia Antigua y tienen mucha importancia en
los sistemas de enseñanza desde la época antigua y ¿por qué? Algo tendrán para
que las metan en todos los lugares. Y básicamente yo creo que hay tres cosas
fundamentales por las que se enseñan matemáticas y por las que se dedica tanto
tiempo y tanto esfuerzo a las matemáticas y por la que, pese a que todo el mundo
desarrolla, todo el mundo, hay tanta gente que desarrolla este odio así casi
visceral a las matemáticas, seguimos diciendo: «No, pero es que merece la pena,
gente». Y una es el desarrollo del pensamiento abstracto. El pensamiento
abstracto se desarrolla con las matemáticas. Quizá podríamos usar otro tipo de
matemáticas de las que enseñamos en la escuela para desarrollar el pensamiento
abstracto, quizá podríamos desarrollar otro. Pero ese es muy bueno. El
pensamiento abstracto que se desarrolla al aprender matemáticas es muy bueno.
El saber analizar problemas, extraer los… iba a decir los factores comunes, pero
no quiero que se confunda con la división, sino las características comunes a
distintos problemas. Ese tipo de cosas. Saber analizar cuál es la parte de un
procedimiento. Eso es muy importante en matemáticas y es algo que las
matemáticas aportan a todo el mundo. Luego hay otra cosa, y es muy curioso, que
Platón decía, Platón y Sócrates, Platón en La República dice que enseñan tantas
horas de matemáticas porque las matemáticas nos ayudan a buscar el bien, a
buscar aquello que es correcto, aquello que está bien, a buscar, a través de la
verdad, buscar el bien. Y, pese a que esto no está de moda, hablar así, de alguna
forma, también las matemáticas nos meten en eso, ¿no? El salir de uno mismo, el
salir de los condicionantes que tenemos para buscar otras cosas que están un
pelín más allá. Son el lenguaje de la ciencia. Esto se lo debemos a Descartes.
Descartes, como decimos nosotros, ¿no? Descartes. A Descartes se lo debemos y
a otros, por supuesto. Pero las matemáticas son el lenguaje de la ciencia. Toda
aquella persona que vaya a estudiar con un método científico cualquier cosa, y
cuando hablo de ciencias no hablo solamente de biología, de física… hablo
también del método científico en historia, en sociología, en todas las
humanidades. Cualquiera que quiera tener un método cuantitativo, un método de
evaluación científico de cualquier disciplina, va a necesitar matemáticas. Va a
necesitar estadística o va necesitar modelización. Las matemáticas están ahí
presentes en cualquier acercamiento científico a cualquier disciplina. Entonces, el
lenguaje de las ciencias es matemático. Y luego hay otra cosa que pasamos
muchas veces por alto y que quizá en la escuela está menos presente, y es que
las matemáticas son un instrumento poderosísimo para ejercer la ciudadanía de
una forma crítica. O sea, para ejercer la libertad como ciudadanos necesitamos las
matemáticas. Y eso… uno dirá: «¿Me está sonando un poquito raro eso, no?».
No, pero es verdad que cuanto uno es más capaz de analizar con rigor las
situaciones, de analizar con rigor, de tener ese rigor que te aportan las
matemáticas, ese aislamiento de los problemas, uno es más difícil de engañar. Y
también si sabe interpretar los datos, y también si sabe interpretar los argumentos.
Y ahí está la lógica, ahí está la estadística. Todos los días, y no sé si os sorprende
o no, todos los días hay alguien que está intentando manipularnos. Y todos los
días hay alguien que está intentando, que está utilizando fallos lógicos para tratar
de manipularnos. Y todos los días hay alguien que nos está disfrazando los datos
para tratar de manipularnos. Y si uno tiene el rigor de las matemáticas y tiene la
capacidad de entender eso, es más difícil de manipular, es más libre, es un
ciudadano crítico, es una ciudadana crítica. Entonces, esas tres cosas: esa
búsqueda de la verdad, el lenguaje del pensamiento abstracto, el lenguaje de la
ciencia, y el tener una herramienta para ejercer la ciudadanía de forma crítica son
tres cosas que, aunque no lo parezca, las matemáticas nos están dando. Hay
muchas, muchísimas cosas que las matemáticas nos dan. Hay una que a mí me
encanta y es esa capacidad de atreverse con todo. Quería contaros aquí el caso
de un problema muy famoso, bueno me voy a entretener un poquito en este punto.
Hay un teorema muy famoso que se llama el teorema de Fermat, el último
teorema de Fermat. La palabra «teorema» en nuestra vida cotidiana solamente
aparece una vez en la vida que es el teorema de Pitágoras. El teorema de
Pitágoras ya lo conocéis, que dice que la suma de los cuadrados de los catetos de
cualquier triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa. «
Hipotenusa», que es otra palabra que solamente se utiliza ahí. En vuestra vida la
palabra «hipotenusa» ya está, ya no la volvéis a oír jamás. «Me siento hipotenusa
esta tarde», no lo decís. Solamente sale en ese teorema. Bueno pues el teorema
de Pitágoras se cumple para muchos números. Por ejemplo, tres, cuatro y cinco
cumplen eso. Tres al cuadrado que es nueve, más cuatro al cuadrado que es
dieciséis es igual a cinco al cuadrado, que es veinticinco. Vale, pues Fermat
estaba una tarde, el tío ahí hace unos cuantos cientos de años, estaba una
tarde… Fermat era abogado y aficionado a las matemáticas. O sea, peor persona
no se podía ser, pues estaba ahí Fermat el tío en su casa diciendo: «Voy a
inventar nuevas formas de tortura». Dice: «¿Qué voy a hacer? Pues estaba
pensando en el teorema de Pitágoras». Y dice: «Vamos a ver, si en lugar de
elevar los números al cuadrado, los elevo al cubo, ¿qué? A ver, ¿tres al cubo más
cuatro al cubo es igual a cinco al cubo?» No. Y entonces empezó: «Y seis y ocho
y diecinueve…». Y empezó a intentar tríos de números y no le salía ninguno. No
encontró tres números tal que uno elevado al cubo más otro elevado al cubo sea
igual a otro elevado al cubo. Dijo: «Pues voy a intentar a la cuarta». Y elevando a
la cuarta tampoco, elevando a la quinta tampoco. Entonces el tío dijo: «Vamos a
ver, pues si yo no lo he encontrado que soy el más listo, es que no hay. Eso es
que no hay». Y entonces, dijo: «Conjetura: no existen tres números enteros
positivos a, b y c y otro n, tal que a elevado a n, más b elevado a n sea igual que c
elevado a n. Solo cuando n es al cuadrado y eso es Pitágoras eso lo sabe todo el
mundo, eso no tiene mérito». Digo: «No hay, no existe a, b, c y n que cumpla eso.
No existen, ya está, y no lo demuestro aquí porque no me apetece. Ya a la tarde lo
demuestro». Y se fue el hombre, pues yo que sé, a casa echar… a ver Netflix o lo
que fuera y… se murió el tío. O sea se muere, coge el tío y se muere. No esa
tarde, pero se muere sin demostrarlo y entonces los matemáticos dijeron: «Pues
ya lo demuestro yo». Y empezaron todos a intentar demostrarlo. Gente con mucha
cabeza, Gauss, todos, o sea los grandes. Y nadie lo consiguió. Hasta trescientos
años y pico después que un hombre con gaficas y poco pelo llamado Andrew
Wiles, coge el tío y lo demuestra, trescientos años después. Así que, para la gente
que estáis viendo esto, que estáis aquí conmigo: ya podéis dormir tranquilos.
Podéis dormir tranquilos, o sea, no existen tres números a, b y c… te veo inquieto.
A ver, no existen, no existen. Podéis vivir tranquilos, no existen a, b, c y n, tal que
a elevado a n más b elevado a n sea igual a c elevado a n. Y yo le decía: «¿A mí
qué más me da, Andrew Wiles, Fermat, qué más me da eso a mí?». No, pues a mí
tampoco, me da igual. O sea, es que, de verdad, es guay y eso, pues muy bien,
perfecto, ole, trescientos años, fantástico, me da igual. Pero, ¿sabes qué pasa?
No, el resultado es bonito, eh. El resultado es bonito, tiene muchas implicaciones
en matemáticas. Estoy aquí como haciendo broma pero es un resultado muy
bonito porque conecta dos campos de las matemáticas muy distantes. Pero lo más
importante de eso es que durante esos trescientos años en que la gente lo intentó
y falló, todos esos intentos fallidos son el origen de la teoría algebraica de
números, de gran parte de las matemáticas modernas. Sin esos intentos fallidos,
no el intento que acertó, sin los intentos fallidos hoy no tendríamos la tecnología
que tenemos, la tendríamos de otra forma mucho peor, hoy no tendríamos gran
parte de las matemáticas que tenemos. Hoy tendríamos, probablemente, el mundo
sería más difícil de lo que es hoy sin esos intentos fallidos. Entonces, mensaje de
los matemáticos para los mortales: intentadlo. Yo hago eso todos los días. Todos
los días me enfrento a problemas matemáticos que no sé si voy a resolver o no.
Pero sé que si camino firme, que si mis intentos son sólidos por el camino me voy
a encontrar cosas que van a valer tanto o más, probablemente más, que la propia
solución a lo que estoy buscando. Eso vale un poco para la vida, me pongo un
poco zen si queréis, ¿no? O sea, cualquier problema que tengas, si tú puedes
intentarlo de forma sólida, si por el camino caminas bien, inténtalo porque vas a
encontrar cosas probablemente más valiosas que la solución, aunque falles. Así
que ese es otro mensaje que las matemáticas nos dan. ¿Para qué sirven las
matemáticas? ¿Qué nos aportan? Nos aportan tanto que yo diría, o sea la
humanidad hoy día estaríamos muchísimos pasos más atrás si no tuviéramos
aquello que nos aportan las matemáticas.
22:25
Daniel. Soy Daniel, estudiante y suscriptor de Derivando.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¡Bien!
Daniel. Se dice que a los que se les dan bien las matemáticas son muy
inteligentes, ¿qué hay de verdad en esto?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Totalmente.
Daniel. ¿Son las matemáticas cosa de listos?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Las matemáticas son cosa de listos y ya está. No,
no, no, ahí, o sea, eso es una pregunta muy difícil y es una pregunta trampa
también, por muy suscriptor de Derivando que seas. Es una pregunta trampa ¿por
qué? Porque ¿qué significa ser listo? ¿Qué significa ser listo? O sea, ¿es más
inteligente Andrew Wiles que supo demostrar el teorema de Fermat? ¿Es más
inteligente que alguien que sabe consolar a un amigo cuando lo necesita? Saber
consolar a alguien cuando lo necesita no es fácil. Hace falta una inteligencia, hace
falta una empatía que no todo el mundo tenemos. ¿Es más inteligente alguien que
sabe consolar a un amigo que alguien que sabe siempre cuál es la jugada
acertada en un partido de fútbol? Hay una inteligencia que tiene que ver con la
visión espacial, que tiene que ver con cómo movemos el cuerpo y que tiene que
ver con fijarse en cómo están ocurriendo las cosas. Hay muchas formas de ser
inteligente y hay muchas capacidades que, unidas, forman lo que llamamos
inteligencia. Pero, ¿qué pasa? Que es verdad. Tradicionalmente, se ha
identificado la inteligencia con la inteligencia lógica, con la inteligencia matemática
porque es un componente gordo. Es un componente muy fuerte precisamente
porque es muy polivalente, sirve para muchísimas cosas. Aquello que hablábamos
del pensamiento abstracto, de todas esas habilidades que las matemáticas te dan.
Entonces, como es algo tan útil en tantos aspectos diferentes, entonces, el listo es
el que da matemáticas, y el que no sabe matemáticas es que es tonto. Eso es un
sentimiento que se nos queda grabado a mucha gente de por vida. Hay como una
especie de complejo de que las matemáticas son difíciles, son solamente para las
personas que son listas, y como yo no valgo para las matemáticas no soy listo.
Entonces, hay mucha gente que tiene este complejo de inferioridad. Si alguien lo
tiene, por favor, en este momento quitáoslo. O sea, las matemáticas que se
aprenden en la escuela son un tipo de habilidad y un tipo de operaciones, ¿te van
a servir? Probablemente te vas a dar cuenta mucho más tarde de que te van a
servir, o quizá no te des cuenta nunca de que te estén sirviendo. Pero no es más o
menos listo por saber hacer este tipo de cosas. Me da a mí la impresión, además
de como sociedad, tenemos algo que algunos psicólogos llaman «indefensión
aprendida». Entonces, voy a poner un ejemplito de esto. Es un vídeo que anda por
ahí, en Internet, yo no me acuerdo de cuando lo vi, lo vi hace tiempo, pero me
llamó muchísimo la atención. Es una profesora que está en una clase de gente de
dieciséis, diecisiete años. Entonces, les da unos papelitos con una cosa que se
llaman anagramas. Los anagramas son palabras que tienen las letras cambiadas
de sitio, ¿sabéis no? Y entonces, te dicen: «Venga, vamos a ver qué palabra es.
Os doy las letras desordenadas y a ver qué palabra es». Les da el papelito a todo
el mundo… «Cuando lo sepáis, cuando encontréis la palabra, levantáis la mano.
No digáis que palabra es. Levantáis la mano». Entonces, la profe, haciendo creer
a todo el mundo que todo el mundo tiene la misma palabra, el mismo anagrama,
les da a una parte de la clase mezclada un anagrama difícil y a otros les da un
anagrama fácil. Los que tienen el anagrama fácil levantan la mano, al poco, a los
quince segundos, los otros están ahí: «¿Es que yo soy tonto o qué?». Bueno, dice:
«No pasa nada, no pasa nada. Puede ser mala suerte. Este no lo habéis
conseguido. Vamos con otro». Les vuelve a dar otro anagrama fácil a los que les
dio un anagrama fácil y vuelve a dar un anagrama difícil a aquellos a los que les
dio un anagrama difícil, y la misma instrucción: «Cuando encontréis la palabra,
levantáis la mano y no digáis que palabra es. Simplemente levantáis la mano
cuando hayáis acabado». Joder, pero los que tienen de nuevo uno fácil, a los
pocos segundos, levantan la mano, y los que tienen otra vez el difícil: «¿Qué me
pasa? ¿Soy tonto o qué?», nada, no pueden. Entones, dice: «Bueno, no para
nada, vamos a hacerlo una tercera vez», y esta vez les da a todos el mismo. Les
da a todos el mismo anagrama, un anagrama de dificultad media. Casi todos los
que tuvieron los dos anagramas fáciles lo resuelven, casi todos los que tuvieron
los dos anagramas difíciles no lo resuelven. Es una indefensión aprendida: «Soy
tonto para esta tarea», y te lo acabas creyendo. Entonces, yo creo que como
sociedad tenemos una especie de indefensión aprendida por las matemáticas.
Nos pensamos que somos tontos para las matemáticas, y no es verdad. Buenos,
pues si os parece vamos a hacer un juego, un juego de matemáticas. O sea, no es
un juego de competición. Vais a jugar contra mí, y voy a ganar. Bueno, no, vamos
a hacer un juego de competición, yo soy matemático profesional, un juego de
matemáticas. Entonces, necesito una persona voluntaria, un voluntario o una
voluntaria, que venga a jugar contra mí.
27:09
Eduardo Sáenz de Cabezón. Vamos a ver. ¿Qué tal?
Las matemáticas desarrollan el pensamiento abstracto de los niños

Eduardo Sáenz de Cabezón


Diego. Bien
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Cómo te llamas?
Diego. Diego.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Diego. Vamos a jugar… Os voy a explicar la
mecánica. Vamos a jugar dos partidas. Diego, vas a perder en las dos. Pero la
historia, lo importante no es eso, lo importante es que todo el mundo que está aquí
tenéis que ver, que identificar cómo le gano, tenéis que ver por qué le gano, tenéis
que tratar de descubrir por qué le gano. Una vez que todo el mundo descubra por
qué estoy ganando, lo vamos a decir, y entonces, tú asumirás esa estrategia, me
ganarás, y todos felices. Os voy a explicar cómo ganar siempre, siempre. Esto es
un juego de matemáticas, es un juego de información completa. Es un juego con
monedas, cualquier número par de monedas. Voy a poner aquí doce… tres,
cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce. Vale, tenemos doce
monedas puestas en un círculo y, entonces, por turnos, Diego, tú y yo vamos a
quitar una moneda o dos monedas. Cada uno en su turno puede quitar una o dos.
La única regla es que si quitas dos tienen que estar juntas, no puedes quitar
monedas que estén separadas por otras monedas o por huecos, porque
enseguida va a haber huecos aquí. Entonces, si quitas dos, tienen que estar
juntas. Gana el que se lleva la última moneda, y como yo soy un caballero, te dejo
empezar.
Diego. Vale.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Borra la que quieras o las que quieras. Fijaos bien lo
que va a pasar aquí, ¿eh? Tenéis que identificar la estrategia para ganar siempre.
Adelante. Muy bien, tú quitas una, pues yo quito una. Muy bien, pues mira, voy a
quitar yo esta también, hala, venga. ¿Tú quitas una?
Diego. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Venga, pues quito yo una.
Diego. Ah, me has ganado.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Bueno, ya te lo he dicho. Adelante. Sigue, porque
aunque lo sepa, me sigue dando placer ganar. Bueno
Diego. Ya está, bueno. Te la llevas.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Muy bien, un aplauso para él. Bueno, tampoco es
para tanto. ¿Te das cuenta de cómo te he ganado?
Diego. Sí, tienes que…
Eduardo Sáenz de Cabezón. Eh. ¿Alguien se va dando cuenta de cómo voy
ganando?
Público. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Todo el mundo tiene más o menos una idea de cómo
estoy ganando, ¿verdad? Vamos a hacerlo otra vez. Puedes cambiar la forma de
borrar las monedas y todo eso. Voy a volver a ganar. Quiero que veáis si se
corrobora vuestra estrategia, aquello que estáis pensando, si efectivamente es así.
Entonces, vuelvo a poner doce monedas… tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho,
nueve, diez, once y doce. Tengo que contarlas en voz alta, porque si no…
Empieza otra vez, cambia la estrategia, si quieres. Voy a intentar ganarte.
Diego. Ahí está.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Y se lo piensa, ¿eh? Ah, ahora borras dos, mira.
Venga.
Diego. Ya está. Pues, hala, dos.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Dos? Vale. Pues borro yo dos. Muy bien, pues he
ganado. Vamos a ver, vamos a ver. Entonces, ahora viene lo importante, ahora
viene lo importante. ¿Cómo he ganado? ¿Quién cree que ha identificado la
estrategia ganadora? Levantad la mano todo el mundo que diría: «Yo sabría jugar,
más o menos, para ganarte. Sé, más o menos, lo que hay que hacer». ¿Sí?
Bueno, pues vamos a ver quién nos lo puede decir. Sí, tú, por ejemplo.
Chico. Empiezas primero… Que empiece el otro, y repites los movimientos que va
haciendo, las que va borrando.
Eduardo Sáenz de Cabezón. O sea, tú dices…
Chico. Las de enfrente, digo. O sea, borra, por ejemplo, una de la derecha, y tú
borras una de la izquierda.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Fíjate, es muy interesante lo que estás diciendo,
porque aquí tenemos a una persona que está hablando de derecha e izquierda en
un círculo, ¿sabes? Derecha e izquierda en un círculo, la de enfrente, repite el
movimiento que ha hecho… Tiene que ver con lo que está diciendo, ¿verdad?
Tiene mucho que ver con lo que está diciendo. Él tiene que empezar, él tiene que
empezar. Si él empieza, yo voy a ganar. Luego, dice: «Repite el movimiento que
haya hecho él», no es exactamente eso, porque si el borra esa moneda de ahí, yo
no puedo borrar la misma, así que repetir, repetir, repetir, lo que es repetir, no
puedo hacerlo. Enfrente… ¿Alguien puede decir la estrategia de otra forma?
Vamos a ver si alguien… Por acá.
Chico. Quitas las mismas que quita él…
Eduardo Sáenz de Cabezón. «Quitas las mismas que quita él», pero si ya las ha
quitado.
Chico. No, pero, por ejemplo, tú quitas una… O sea, él quita una, tú quitas una, él
quita dos, tú quitas dos.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Y da igual cuáles dos quite y cuál una quite, mientras
sea el mismo número que ha hecho él.
Chico. No, normalmente lo haces en frente.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Normalmente lo hago enfrente?
Chico. Quitas la de enfrente, sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Quito la de enfrente. ¿Veis como todo el mundo está
identificando qué es lo que ocurre en la estrategia, pero es muy difícil de
expresarlo? Es muy difícil expresarlo bien. Esto es superimportante en
matemáticas. En matemáticas hay tres mecanismos que tenemos que identificar:
uno es la manipulación, aquí podríamos estar jugando; otro es la verbalización, es
decir, tengo que saber decir lo que está ocurriendo; y el último es la abstracción, o
sea, tengo que saber generalizar esa situación a otras. Entonces, os voy a contar
qué estrategia hemos hecho aquí, porque, no sé si te ha pasado aquí alguna vez
en clase, eso de: «Profe, yo es que me lo sé, pero no lo sé explicar», «pues toma
un cero, cariño». Porque saber explicar forma parte, sabiendo explicar lo que
hacemos adquirimos conocimiento. Es muy importante, y sobre todo en
matemáticas, y le prestamos, quizá, demasiada poca atención. Entonces, es muy
importante que tú empieces primero, y yo empiece segundo. Esto tiene estrategia
ganadora para el segundo jugador. Si el segundo juega perfecto, el primero no
tiene nada que hacer. Entonces, el primero puede borrar una o puede borrar dos.
Eso de: «Enfrente, la derecha, la izquierda…». ¿Os suena una palabra que
podríamos decir: «diametralmente opuesto»? ¿Al otro lado de un diámetro de esa
circunferencia? Pues entonces, si él borra una, yo borro la diametralmente
opuesta. Si él borra dos, yo borro las dos que estén diametralmente opuestas. Y,
entonces, divido el círculo en dos partes iguales. Y, ahora, lo que el otro jugador
haga en una parte del círculo, yo lo hago en la otra. Si borra una, yo borro una, si
es del extremo la que ha borrado, yo del extremo. Si deja dos a un lado y uno a
otro, pues yo tengo que dejar dos a un lado y uno al otro. Lo que yo haga en una
parte, tú tienes que hacerlo en la otra.
Diego. Tienes que conservar…
Eduardo Sáenz de Cabezón. Tienes que ser, de alguna forma, tiene que ver con
simetría, ¿verdad? Y con conservación de algunas cantidades y de la forma. ¿Te
atreves a ganar ahora?
Diego. Venga.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Vamos a ello. Entonces, voy a pintar las monedas y
voy a empezar yo. Venga, ahora tienes que ganar. Si no me ganas… Ya sabes la
estrategia, vamos a ver si lo hacemos. Yo voy a borrar dos. Tensión, ¿eh?
Diego. Un segundo, ¿eh?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Vale.
Diego. En teoría, tendría que borrar… No, no sé. Bueno, así.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Seguro?
Diego. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Vale.
Diego. Ya está.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Venga, pues yo borro una. Expulsen a esta persona,
por favor.
Diego. He perdido.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Jugar perfecto significa hacer en una parte lo que yo
hago en la otra.
Diego. Ya.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Yo borro la de en medio en una parte. Muy bien.
Ahora, yo borro un extremo, tú borras un extremo. Yo borro una, y tú borras una.
Muy bien.
No hay matemáticas sin creatividad: "Hay tanta creatividad en el cerebro edes
como en el de Homero"

Eduardo Sáenz de Cabezón


35:35
Eduardo Sáenz de Cabezón. Esto son matemáticas, esto son matemáticas. De
hecho, son unas matemáticas que son más fuertes que dividir. Aportan mucho o
tanto como, por ejemplo, dividir con tres cifras y siete decimales. Estamos
aprendiendo estrategia, estamos aprendiendo estrategias ganadoras. Las
matemáticas van, sobre todo, de encontrar patrones, sobre todo, de eso van las
matemáticas. Entonces, esto son estrategias ganadoras en juegos. Podríamos
generalizar esto a otro tipo de juegos y encontrar una estrategia ganadora. ¿Hace
falta ser muy listo para aprender esto? ¿Hace falta? ¿Hace falta saber hacer
muchas operaciones de memoria? No, no. La inteligencia que se desarrolla aquí,
sabiendo identificar estrategias, y veis que lo habéis podido hacer todo el mundo o
casi todo el mundo. Habéis identificado qué es lo que había que hacer, pero luego
viene una segunda parte, hay que saber expresar eso, ¿no? Entonces, manipular
y expresar, porque de expresar se aprende. Y veis que parte del aprendizaje que
hemos hecho con este juego es tratar de explicar qué es lo que está ocurriendo, y
eso también son matemáticas. Más preguntas.
36:36
Elena. Soy Elena, soy profe de ciencias, y estoy muy de acuerdo contigo en todo
esto de que las matemáticas van más allá de aburrimiento y cosas difíciles y esto
con lo que luchamos todos los días los profesores, y te iba a preguntar más
estrategias de este tipo para hacer que las matemáticas dejen eso a un lado y
pasen a ser algo divertido, algo interesante, algo motivador…
Eduardo Sáenz de Cabezón. Yo entiendo la palabra «divertido» de una forma así
como amplia. Digo, yo no creo que tengamos que estar todo el día haciendo reír
en clase ni este tipo de cosas. Cada cual tiene lo suyo, ¿no? A mí, las
matemáticas me parecen, sobre todo, apasionantes. Son tan interesantes que me
parecen apasionantes. De verdad, en mi trabajo, yo me siento jugando todo el día.
Mi trabajo es investigar, me siento jugando, me siento probando cosas nuevas,
unas funcionan, otras no, equivocándome, todo eso me parece. Entonces, a la
hora de enseñar, hay una cosa, hay un componente que está casi siempre en el
rinconcito de la clase porque nos ha parecido, tradicionalmente, que está reñido
con el aprendizaje, que es el placer, el placer, el disfrute. Hay pocas cosas que
son más motivadoras que el placer. Mira, Francia se está planteando la
enseñanza de las matemáticas. Entonces, en Francia, hay un matemático muy
famoso, muy conocido y gran matemático, que es Cédric Villani (Cédric Vilani).
Villani es un Medalla Fields (medalla filds), o sea, un top matemático. El gobierno
francés se lo ha llevado al Parlamento, ahora es diputado. Y Villani ha hecho un
informe, junto con el jefe de la inspección educativa francesa. Ellos dos han hecho
un informe con veintiún medidas para cambiar la enseñanza de las matemáticas.
Dentro de esas veintiún medidas está que los profesores, profesoras, estudiantes
dejen de sufrir en clase, y el papel de la creatividad y del placer. Ellos dicen que el
placer, la curiosidad y el deseo son los principales motivadores para el
aprendizaje. Me encanta leer esto en un informe del gobierno francés. No son tan
diferentes de nosotros. No son tan diferentes los sistemas educativos, en general.
Entonces, a mí me parece, y vuelvo a recuperar aquello de la pregunta de la
utilidad, que estamos, y me voy a explicar, en la educación, en un paradigma
páncreas, y tenemos que pasar a un paradigma Kamasutra, y explico las dos
cosas. Páncreas, uno dice: «Vamos a ver, ¿yo por qué estudio matemáticas?», y
es una cosa que me pasa mucho, cuando la gente me pregunta: «A ver, pero esto
de estudiar matemáticas, ¿a mí para qué me sirve?», no te están preguntando
cuáles son las aplicaciones prácticas de las matemáticas, te están preguntando:
«¿Y yo, con perdón, esta mierda para qué lo tengo que estudiar? Si yo me aburro
aquí», entonces, les puedes decir: «No, cariño. Pero es que las matemáticas son
muy útiles, porque están detrás de todas las cosas», yo os he dicho antes lo del
Fortnite (fortnait), todo eso, están detrás de todas las cosas, de la tecnología.
Aunque tú no te des cuenta y no las utilices tú en tu día a día, las matemáticas
están ahí, hacen muchas cosas por ti, y tu vida sería mucho más difícil sin
matemáticas. Muy bien, vale, pero el páncreas igual. O sea, el páncreas está ahí
detrás en la sombra, tu vida sería más difícil sin el páncreas, el páncreas hace
muchas cosas por ti en tu vida cotidiana. Ya, vale, pero no dedicamos cinco horas
a la semana a estudiar el páncreas y a las matemáticas sí. Es una respuesta
correcta, es una respuesta que hace falta dar, pero es una respuesta incompleta.
Sin embargo, yo digo «Kamasutra», sabéis lo que es el Kamasutra, ¿verdad? Sí,
sí, la mayor parte dice: «Sí…». O sea, a esa pregunta no sé contestar «Sí», es:
«Sí…». Tiene buena fama el Kamasutra, no voy a pedir que levantéis la mano,
porque están aquí vuestros profes, y mucha gente viéndoos, pero si yo pregunto:
«¿Cuánta gente ha leído el Kamasutra?», hay muy poca gente. Yo lo he leído
porque me debo a mi audiencia y me tengo que documentar, pero muy poca gente
ha leído el Kamasutra. Además, el Kamasutra es un rollo, un rollo, es un manual
de la buena esposa. Digamos que cita sesenta y cuatro habilidades, dentro de las
cuales están algunas habilidades que conocemos, pero, por ejemplo, entre las
habilidades que cita el Kamasutra para la buena esposa está el ser capaz de
resolver problemas de aritmética. Entonces, ¿el Kamasutra, qué pasa? Que tiene
muy buena fama porque las ilustraciones molan, y porque uno tiene la sensación
de decir: «Quien más sabe, más disfruta». Bueno, pues yo creo que ese es el
paradigma de la escuela. Que uno tiene que ir a la escuela diciendo: «Quién más
sabe, más disfruta. Quién más sabe, más feliz puede ser. Quién más sabe, puede
llevar una vida más plena», y la escuela nos debería, y nos abre, y lo hace, pero
quizá deberíamos ser más conscientes de eso, debería abrirnos puertas a la
felicidad, puertas al disfrute. Yo no digo que todo el mundo tenga que gozar
haciendo matemáticas, pero, al menos, tener esa puerta abierta, y si luego quieres
pasar por ella, genial, si no, hay otras. Cuantas más puertas abramos para ser
felices y para hacer felices a los demás, mejor, mejor. Y suena un poquito naive
(naíf), y un poquito de ingenuo eso. De verdad, esto no es ingenuo, esto no es
ingenuo, y no está reñido con el esfuerzo, con aburrirse a veces haciendo las
cosas. No está reñido para nada. A veces, ¿qué pasa? Que nos parece que
disfrutar en clase no se puede, porque entonces no puedes aprender. Pues claro
que se puede. La época en nuestra vida cuando más aprendemos es de bebés, y
aprendemos jugando, probando. Pues, ¿por qué olvidar eso? Yo no creo que sea
obligatorio que todo el mundo aprenda a disfrutar del arte abstracto. Es más fácil
disfrutar a Velázquez que a Malévich (malévic), probablemente. Porque Velázquez
pinta muy hermoso, sus cuadros son muy bellos, la habilidad que él tiene pintando
es una admiración. Malévich, ¿cuadro blanco sobre blanco?, ¿un cuadro negro?
Hace falta un esfuerzo para entender eso y hace falta saber por qué hace eso. Y
entonces adquiere significado, y, entonces, nos permite disfrutar de su pintura a
través del significado. Yo no digo que sea obligatorio para todo el mundo disfrutar
del arte abstracto, pero si te abres esa puerta, tienes otra puerta más para
disfrutar. Eso se puede implementar en las clases, por supuesto, cada cual
disfruta de una forma, y tendríamos que ser capaces de poder atender esa
diversidad de formas de disfrutar y de formas de motivar, pero creo que se puede.
Y ser conscientes de eso, como están siendo en Francia con ese informe, nos va
a hacer mejorar a todos en nuestra escuela, y que uno entre a la escuela más
feliz.
43:01
Alejandra. Te he escuchado decir que hay matemáticos a los que se le dan
bastante mal las cuentas y los números, ¿es eso verdad? ¿Es posible?
Como sociedad tenemos una especie de indefensión aprendida ante las
matemáticas

Eduardo Sáenz de Cabezón


Eduardo Sáenz de Cabezón. Es posible, es posible. Sí, hay matemáticos a los que
no se les dan bien los números. Yo, no se me dan bien los números, de verdad. O
sea, el cálculo mental no se me da… Se me dan bien y me esfuerzo. Yo voy por la
calle y cuento cosas, sumo, y esas cosas raras. Hago, hago eso. Hago algo de
cálculo mental porque quiero que mi cerebro se mantenga ágil. Entonces, cálculo
mental, ese tipo de cosas sirven para la agilidad del cerebro. Pero, eso no son
matemáticas, eso es gimnasia mental. Está bien saber cuentas, está bien saber
manejar los números, pero eso no son las matemáticas. Si yo tuviera que definir a
qué nos dedicamos los matemáticos, a qué nos dedicamos las matemáticas, es a
buscar patrones. Las matemáticas son una búsqueda de patrones, de
regularidades. Los números son cierto tipo de regularidad, los podemos ver así.
Todos los conjuntos que tienen el mismo número de elementos se pueden
representar mediante un patrón, que es el número. Todos los conjuntos que tienen
nueve elementos los podemos representar por el patrón nueve. Todas las
distancias que miden lo mismo podemos representarlas por una cierta distancia, y
de ahí en adelante. Las matemáticas se basan en buscar patrones. En eso
consiste, eso hacemos los matemáticos. Es encontrar una estrategia, encontrar un
patrón. Entonces, eso son las matemáticas. Muchas veces, tienen que ver con
números, muchas veces, y saber contar, saber hacer un buen cálculo mental. Hay
matemáticos que son íntimos amigos de los números, y quizá el ejemplo más claro
es Ramanujan (Ramanuyan). Ramanujan era un matemático indio, un muchacho
que aprendía por su cuenta. De hecho, él decía que había una diosa que se le
aparecía en sueños y le dictaba teoremas matemáticos, y que él, simplemente, se
despertaba y lo exponía. Y eran verdad. Muchos no, luego resultó que había
algunos que no lo eran, pero muchos eran resultados que cambiaron el mundo. A
Ramanujan luego se lo llevaron a Cambridge (Kénbrich), y la gente alucinaba con
él: «Este chaval es un genio», y él decía que se le ocurrían. Bueno, pues
Ramanujan, cuando estuvo malo, estuvo enfermito, se murió de tuberculosis
demasiado joven. A Ramanujan fue Hardy (Jardi), un matemático de los más
grandes, a visitarlo cuando estaba enfermo, y le dijo: «Mira, he venido en un taxi
que tiene el número mil setecientos veintinueve», creo que es mil setecientos
veintinueve, ya te digo que no se me dan bien los números. El mil setecientos
veintinueve es un número que no me dice nada, y Ramanujan dijo: «¿Cómo que
no dice nada? No es un número aburrido. Ese es el primer número que se puede
poner como suma de dos números cubos de dos formas distintas», y dijo: «What?
O sea Ramanujan, ¿tú qué tienes en la cabeza?». Ramanujan tenía una intimidad
con los números alucinante, y, sin embargo, otro de los genios, en el espectro
contrario, en el extremo contrario del espectro, está Grothendieck (Grótendik).
Grothendieck es una persona a la que se debiera conocer más. Grothendieck es
un gran genio de las matemáticas del siglo XX. Él transformó cómo se entienden
las relaciones entre la geometría y el álgebra y, realmente, cambió el mundo de
las matemáticas. Pues a Grothendieck se le daban mal los números, porque él no
era capaz de pensar en concreto. Entonces, hay una anécdota que generó un
número que se llama «el primo de Grothendieck». Los números primos sabéis lo
que son, ¿no? Son números que se pueden dividir solo entre ellos y la unidad.
Entonces, en una charla, a la salida, alguien le dijo: «Profesor Grothendieck, ¿me
podría decir un número primo cualquiera?», para algo que estaban haciendo. Dice:
«¿Pero cómo un número primo? ¿Uno en concreto? O sea, ¿un número que sea
primo?», dice: «Sí, sí». Dice: «Pues el cincuenta y siete», que no es primo. O sea,
Grothendieck, uno de los grandes genios de las matemáticas de toda la historia, le
preguntan por un primo y dice el cincuenta y siente, que no es primo. Entonces,
ahora, como broma ha pasado esa anécdota, y al cincuenta y siete se le conoce
como el número primo de Grothendieck. Eso en la Wikipedia lo podéis ver: «Primo
de Grothendieck», el cincuenta y siete, que no es primo. Es un lapsus de una
persona, de un genio. Pero eso te dice, también, que los números no son,
realmente, lo más importante de las matemáticas. Son muy importantes, pero la
habilidad computacional no es, yo diría, la habilidad más destacada de los
matemáticos. Hay matemáticas más allá de los números, casi todas las
matemáticas, de hecho.
47:02
Esther. Entre los padres es muy habitual sufrir mucho los deberes de matemáticas
de los hijos, y cómo acompañarles en ese proceso. ¿Algún consejo?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Si yo tuviera una receta para cómo acompañar los
deberes de matemáticas con los hijos y con las hijas… Yo creo que hay una cosa
que en el proceso educativo no estamos aprovechando, y que, quizá, los padres y
madres, las familias, podamos tratar de ayudar a aprovechar eso. No podemos
saberlo todo, ni de matemáticas ni de nada. Entonces, llegará el momento cuando
nuestros hijos, nuestras hijas son pequeñitos en que las matemáticas pues las
controlamos o las podemos aprender fácilmente. Quiero decir, yo, honestamente
os lo digo, yo no sé hacer raíces cuadradas de memoria, no sé. Pero lo puedo
aprender en cinco minutos. Si yo veo el algoritmo, lo veo en el libro en cinco
minutos: «Ah, sí, esto es así», y lo puedo repetir fácilmente, porque lo he hecho
veces y tal. Hasta ahí puedo ayudar, hasta ahí podemos ayudar las familias con
los deberes. Luego llegarán cosas en las que no vamos a poder ayudar. Pero hay
algo que siempre podemos hacer. Una es esta cuestión de acompañar en un
proceso que, a veces, es difícil. Digo: «Todo el mundo tenemos un matemático
dentro», vale, pero no todos los matemáticos pueden igual. Es decir, esto de que
todo el mundo podemos con las matemáticas… Sí, hasta cierto punto. Hay gente
que va a tener más dificultades. Hay gente que llegará un momento en el que este
tipo de matemáticas, en esto no puede más, y quizá tendrá que seguir otra vía,
¿no? Pero, en todo ese momento, en todo ese proceso, hay algo superimportante
que son los errores. No es lo mismo un error que un fracaso, y, a veces, los
tratamos igual. De un fracaso se puede aprender, de un error se puede aprender
más. Os pongo un ejemplo, a mí me gusta mucho correr, me gusta correr y me he
dedicado al atletismo muchos años y sigo en ello y admiro a muchos atletas.
Sabéis quién es Usain Bolt, ¿no? Usain Bolt, el hombre más rápido de toda la
historia, de momento, él ha hecho los cien metros lisos en nueve cincuenta y ocho
creo que tiene el record del mundo. Usain Bolt, en el campeonato del mundo del
2011, en el mundial en 2011, en Corea, hizo salida nula y fue eliminado. Salida
nula, así. Llegaba, era el mejor, no había rival. No había rival para él. Se pone en
los tacos, lanzan el pistoletazo, y él salió un pelín antes. Eso es un error de Bolt,
eso es un error, y de ese error puede aprender mucho. Es un error, y aprendió
mucho. Después de ese error, fue campeón del mundo en los dos siguientes
campeonatos del mundo. En las dos siguientes Olimpiadas fue campeón olímpico,
en cien, en doscientos, en cuatro por cien, él aprendió mucho de ese error. ¿Fue
una derrota? También, y aprendió de esa derrota. De las derrotas podemos
aprender que tenemos límites, no siempre se gana. Pero si yo compito en unos
cien metros lisos contra Usain Bolt, me va a derrotar. ¿De esa derrota puedo
aprender algo? Sí, no vuelvas a correr contra Usain Bolt, sobre todo si apuestas.
Es un aprendizaje. Tengo mis límites, entonces, de las derrotas se aprende. Pero
de los errores se aprende más, porque puedes identificar por qué estás fallando,
en qué estás fallando, por qué estás fracasando de esa forma, mediante un error.
Usain Bolt de aquel error de la salida aprendió mucho más que de haber sido
vencido por otro atleta. Si hubiera sido… Los atletas a los que él vence en todas
las carreras o vencía en todas las carreras aprendían: «Vale, no soy tan bueno
como Bolt. Quizá tengo que entrenar más, quizá tengo…», pero de cometer
errores se aprende mucho más. Entonces, algo que yo creo que las familias
podemos hacer y que tendría una importancia capital sería ayudar a nuestros
hijos, a nuestras hijas, a nuestros estudiantes, a identificar los errores que
cometen, y luego vas con el profe, porque el profe es quien te va a enseñar a
cómo superar esos errores y todo eso. Pero esto de: «Profe, es que no me sale».
Eso no me sirve, no me sirve como identificación de un error. Identificar un error y
saber para qué me puede servir, porque un error es un trampolín. Ese error para
qué… Por supuesto, llega un momento… el objetivo es no tenerlos, claro, el
objetivo es no tener los errores, pero mientras los voy teniendo, y los vamos a
tener toda la vida en unas cosas o en otras, es muy importante que las familias
podamos acompañar en ese proceso de cometer errores y de sacar aprendizaje
de los errores. Entonces, si tú estás haciendo una ecuación de segundo grado,
una ecuación trigonométrica, un no sé qué: «Es que aquí no sé seguir», vale, eso
ya es una información útil. He empezado con esto y he hecho esto, esto, esto, y
aquí no sé seguir. Eso es información útil, vamos a tratar de acompañar en esa
detección de errores, porque eso es un procedimiento laborioso que en clase no
siempre se puede hacer. No siempre se puede hacer eso con veinticinco alumnos,
con veinticinco estudiantes, con treinta. No siempre se puede hacer el
acompañamiento personal en la detección de errores, pero en casa se puede. Y
esa es una información tan útil, es tan útil, que yo creo que debería haber en
Magisterio o dónde se estudie, una asignatura para los profes que sea
exclusivamente: «Detección y acompañamiento en los errores». Entonces, esto,
las familias, es algo que podemos hacer. Quizá no se los podemos solucionar:
«Mira, yo es que no sé seguir», pero ahora ya sabes que hasta aquí has llegado y
por qué te estás equivocando. Ahora vas con tu profe, y tu profe te lo puede decir.

Las matemáticas sirven para comprender el mundo y comprendernos a nosotros


mismos

Eduardo Sáenz de Cabezón


52:10
Inés. Yo soy Inés, y, bueno, me encantan las matemáticas, y también me apasiona
todo lo artístico, como el cine, los cómics y demás. Y quería preguntarte que, ya
que las matemáticas son tan cuadriculadas, si hay espacio a la creatividad y a la
imaginación en ellas.
Eduardo Sáenz de Cabezón. No hay matemáticas sin creatividad. No hay. No se
han desarrollado matemáticas sin creatividad. Me acuerdo que, creo que era
Voltaire, que decía que había tanta creatividad en el cerebro de Arquímedes como
en el de Homero. Son creatividades que funcionan en muchos puntos… tienen
muchos puntos de contacto iguales. Quiero decir, yo tengo muchos amigos
artistas, artistas de teatro, músicos, artistas plásticos… y hablamos muchas veces
de cómo hacemos las cosas. Y yo pienso que cuando estoy haciendo
matemáticas, mi proceso creativo en matemáticas es muy similar al de ellos, muy
similar. El proceso, la creatividad está enfocada hacia un producto diferente,
digamos, porque las matemáticas tienen esa pretensión de universalidad. Un
teorema matemático es igual de válido para todo el mundo, una obra de arte no es
igual, no contacta igual con todo el mundo. Habrá a quien le provoque unas cosas
u otras. Entonces, no tiene esa misma pretensión de universalidad unívoca, vamos
a decir. Pero el proceso creativo tiene unos puntos de contacto que son
extremadamente similares. El arte y las matemáticas tienen muchísimos puntos de
contacto, muchos. Uno es ese, uno es que el mecanismo creativo es muy
parecido, y por eso hay muchas colaboraciones entre matemáticos y otros
científicos y artistas. Hay muchas colaboraciones porque se aprende mucho de
cómo son los procesos creativos de unos y otros. Aunque parezca que el estar
sometidos a unas reglas tan estrictas, como estamos sometidos los matemáticos,
las reglas de la lógica y todo lo demás, nos cercenan la creatividad, cuando es al
contrario. Y hay muchas tradiciones artísticas, también, donde, precisamente, la
creatividad se estimula mediante las reglas estrictas. Pasa en la música, por
ejemplo. Fíjate, la música las reglas estrictas que tiene de esas doce notas, la
escala occidental cromática, los compases, la medida, todo eso, y, sin embargo, tú
fíjate, con esas mismas notas, esas medidas de compás, todo lo que se ha hecho,
toda la música que se ha hecho. Desde Vivaldi al death metal (dez métal), todo lo
que hay por medio, hay mil cosas. Vale, pues en las matemáticas pasa igual. Las
reglas no cercenan la creatividad, al revés, la estimulan, probablemente. Y luego,
hay otros puntos de contacto, digamos, más en la práctica del arte y de las
ciencias, sobre todo, digamos, en la práctica del arte. Hay muchas matemáticas
que permiten técnicas artísticas, pongamos el Renacimiento y otras épocas, la
técnica de la perspectiva, las técnicas de medida, etcétera, son cuestiones
matemáticas que técnicamente permitieron el desarrollo de cuestiones artísticas.
Eso es un punto de contacto. Luego, hay matemáticas que te dan instrumentos
creativos, como, por ejemplo, la combinatoria. El mezclar cosas diferentes de
distintas formas, las mismas cosas, las mismas piezas de distintas formas son un
estímulo creativo. Así, por ejemplo, hay estímulos en poesía que se dedican a
hacer combinaciones de un conjunto de versos, hay poetas que crean así, hay
músicos que crean así, Mozart tiene obras creadas así, hasta, yo que sé, Jorge
Drexler, más moderno, tiene obras creadas así, hay pintores que generan así,
mediante combinatoria y mezcla de colores, etcétera. Entonces, la matemática es
una herramienta de trabajo, y, luego, también hay otro punto de contacto entre las
matemáticas y el arte, que son las matemáticas como aportando significados,
significantes para el arte, metáforas, digámoslo así. Entonces, ahí es otro de los
puntos de contacto a alto nivel entre las matemáticas y el arte. Al final, ¿el arte
qué busca? El arte busca saber quiénes somos y qué es el mundo, y tratar de
expresarlo. Las matemáticas también, las matemáticas también, y la ciencia en
general, y, a veces, tenemos que buscar metáforas que nos expliquen qué
hacemos aquí, quienes somos, y metáforas que utilizamos en matemáticas desde
un punto de vista más buscando el rigor, son muy útiles también para el arte. Y el
arte se enfrenta al concepto de límite, y las matemáticas también, desde puntos de
vista diferentes, pero ahí está esa metáfora de que somos limitados. Nos
enfrentamos al concepto de infinito, y las relaciones entre infinito y límite en
matemáticas son muy precisas y son muy útiles, y las relaciones entre infinito y
límite, en arte, tienen una capacidad expresiva tremenda, muy potente. Pero
también, el concepto de incertidumbre, el concepto de vacío, el concepto de
relación… Hay muchas cosas que tienen un significado en matemáticas que
también lo tienen en arte. Así que, desde el punto de vista de la motivación, de la
creatividad, del mecanismo creativo, desde el punto de vista técnico, desde el
punto de vista de instrumental para el arte, y también desde el punto de vista de
ese contacto en los fines últimos, arte y matemáticas tienen mucho en común. Y,
desde luego, la creatividad es el motor de las matemáticas, es el motor de la
ciencia. No es el criterio de verdad, eso es cierto, el criterio de verdad, al final, es
reducir a las reglas de la lógica y al rigor que imponen las reglas de la lógica, pero
el motor es la creatividad igual que en el arte. E igual que en el arte, luego,
finalmente tienes que plasmarlo y tienes que crear o someterte a las reglas de la
expresión. Pues en las matemáticas también, y, muchas veces, el tratar de salir
del corsé de las matemáticas que existen ha sido el motor de avance de
generación de nuevas matemáticas.
57:42
Javi. Hay un término que es que se dice que algo es matemático cuando no falla.
Y quería saber si esto es así siempre o si las matemáticas también nos pueden
fallar.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Si las matemáticas pueden fallar o no, o si las
matemáticas son para siempre. Las dos cosas, vamos a ver en qué sentido cada
cosa. Porque es verdad que se dice… lo que hablábamos de referentes o
metáforas que utilizábamos para las matemáticas. Cuando queremos decir que
algo es exacto, que es previsible, que algo es confiable en ese sentido decimos:
«Es matemático». Una vez definimos las reglas de la lógica, definimos las reglas
del juego y empezamos a correr las matemáticas, empezamos a generar teoremas
con esas reglas del juego, algo que no se salga de esas reglas del juego, todo
aquello que podamos decir va a ser permanente, y va a ser permanente de un
modo muy diferente a como lo es en otras ciencias. Las matemáticas son muy
diferentes a otras ciencias en ese sentido, porque, una vez que establecemos un
resultado, no es un modelo, no es un modelo de la física, el modelo estándar que
tenemos hoy día en física, el modelo del Big Bang de la cosmología, es revisable y
eso es lo que hace ser científico. Sin embargo, una vez que algo se ha establecido
en matemáticas… El teorema de Pitágoras en la geometría euclídea eso es
eterno, eso va a ser para siempre, y siempre va a ser así. Eso es inmutable y es
un valor de las matemáticas, y es lo que les da su valor, sobre todo. Ese rigor y
esa inmutabilidad de los resultados matemáticos. ¿Pueden fallar? Sí, sí, pueden
fallar. Y, como hablábamos antes, lo errores o las cosas que no entendemos son
útiles, son un aprendizaje. Y, entonces, cada vez que alguien se da cuenta de que
hay un error del sistema, los matemáticos se ponen y dicen: «Aquí pasa algo, esto
es útil. Vamos a ver hacia dónde avanzamos». En el siglo XX, resulta que Hilbert,
uno de los más grandes matemáticos de la historia, planteó y él estaba
convencido de decir: «Cualquier resultado que podemos enunciar en matemáticas,
cualquier enunciado, cualquier verdad que podamos decir: esto es un enunciado,
que será verdad o no, supongamos que es verdad, pero todavía no lo sabemos.
Podremos llegar a saberlo». Cualquier enunciado en matemáticas es verdad o es
falso. Bueno, pues viene un señor que se llama Kurt Gödel (Cúrt Guédel) y dice:
«No, las matemáticas, como sistema lógico, son incompletas. Va a haber
resultados que podemos enunciar y que jamás podremos saber si son verdad o
no. Las matemáticas en sí mismas son incompletas», eso fue un bombazo. Eso le
cayó a la gente como decir: «¿Qué pasa? Creíamos que las matemáticas estaban
por encima del bien y del mal», pues buenos días, señores, señoras, buenos días,
somos mortales, son incompletas las matemáticas. Más allá, más allá todavía,
también Hilbert dijo: «Si sabemos que un resultado matemático es verdad,
¿podemos llegar por una serie de pasos, digamos, algorítmicamente —y la
palabra la estoy usando con toda la intención— algorítmicamente podemos llegar
a un mecanismo que nos resuelva ese problema?». Entonces, en los años treinta,
cuarenta, llegó un señor que se llama Alan Turin, del que yo soy extremadamente
fan… Pues Alan Turin, a parte, seguro que conocéis, todo aquello que hizo de la
criptografía, que inventó los ordenadores antes de que los ordenadores existieran,
una cosa que hizo Alan Turin es, inventando los ordenadores y la computación,
supo saber que los ordenadores tienen límites y que habrá cosas que los
ordenadores no podrán calcular jamás, y eso es una solución a ese problema de
Hilbert de dar mecanismos para resolver cualquier problema matemático. Es lo
que Hilbert llamó Entscheidungsproblem (entschaidungspróblem), en alemán,
porque Hilbert era alemán, y los alemanes tienen esas palabras tan gordas,
Entscheidungsproblem (entschaidungspróblem). Pues, hay un problema, que lo
resolvió Turin, también Alonso Church lo resolvió, y en esos problemas que nos
ponen cara a cara con los límites de las matemáticas, con las cosas que fallan,
con los fallos del sistema, siempre hay alguien, algún matemático de estos
brillantes, que sabe usar esos errores para dar un paso más allá, para, usando la
creatividad, como hablábamos antes en el arte, decir: «Mira, es un trampolín. Se
nos abre un mundo nuevo». Entonces, sí, efectivamente, las matemáticas fallan, a
veces, intrínsecamente, ya Gödel lo demostró. Las matemáticas son incompletas,
tienen límites. Y fue un momento histórico, además, en el que el descubrir que
tenemos límites nos vino bien, nos vino bien. En aquel primer tercio del siglo XX,
histórica y políticamente descubrimos que tenemos límites, no hay más que ver
cómo empezó el siglo XX, que fue un desastre, las dos guerras mundiales. Como
sociedad tenemos límites. Tenemos que aprender a llevarnos mejor de otra forma.
En nuestra comprensión de la naturaleza tenemos límites y ahí fue cuando surgió
este paradigma diferente. Creíamos que habíamos vencido a la naturaleza con la
teoría de la relatividad general de Einstein, ¿no? Es decir, ya entendemos todo.
No. Pues la física cuántica nos enseña que no. Y Heisenberg, Plank y Bohr nos
enseñan que no, que tenemos límites en la comprensión de la naturaleza. Límites
intrínsecos que no podremos superar nunca. Y Gödel nos enseña que tenemos
límites en nuestra comprensión lógica, que habrá cosas que nunca podremos
solucionar. Así que, sí, las matemáticas fallan y no pasa nada, al revés.
01:02:52
Celia. He visto en Internet, o sea, que las matemáticas son una profesión con
futuro y que las empresas necesitarán más matemáticos. Entonces, mi pregunta
es: ¿Qué salidas profesionales tienen las matemáticas?
Es importante que las familias acompañen a los hijos en la identificación de los
errores que cometen y para qué pueden servir

Eduardo Sáenz de Cabezón


Eduardo Sáenz de Cabezón. En España, en la encuesta de población activa, las
matemáticas llevan varios años siendo la profesión con menos paro. ¿Por qué?
¿Qué pasa? ¿Qué pasa ahí? Cuando uno dice, pero no sé si vosotros tenéis esa
idea en la cabeza: «Un matemático, ¿a qué se dedica? Pues a dar clases de
matemáticas, ¿a qué se va a dedicar?». Claro, como las únicas matemáticas que
hemos visto en nuestra vida son las matemáticas de la escuela… pues ¿a qué se
dedica un matemático? A hacer matemáticas en la escuela, o sea, a ser profe.
Bueno, más o menos un tercio de los matemáticos, de los licenciados en
matemáticas o de los graduados en matemáticas se dedica a la enseñanza. ¿El
resto qué hace? ¿A qué se dedica? Hay gente en investigación. Yo por ejemplo
me incluyo. Hay gente en investigación, hay gente en investigación, hay gente en
docencia y hay muchísima gente en muchas empresas. Allá donde se necesita un
análisis cuantitativo, un análisis de patrones, hace falta un matemático. Hace falta
alguien que sepa matemáticas. Puede ser un matemático, puede ser un físico. Por
ejemplo, inversiones en bolsa. Las inversiones en bolsa, el mercado de valores, la
banca… todo ese tipo de cosas necesitan matemáticos. Allá donde se necesita
estadística, se necesitan matemáticos. Las empresas necesitan estadística. Hoy
día estamos en una era de algo que se está dando en llamar así de una forma un
poco fashion lo del Big Data. Big Data. Esos datos… Pues para eso hace falta,
aparte de capacidad de cómputo, aparte de computación que eso lo hacen los
ordenadores, hace falta tener la capacidad de ayudar a esos ordenadores en el
descubrimiento de patrones, en hacer de esas grandes cantidades de datos,
información útil para las empresas de publicidad, para las empresas de análisis
médicos, para los sistemas públicos de Sanidad, para cualquier sistema público de
gestión, ahí hacen falta matemáticos. Y ahí están trabajando los matemáticos. Los
grandes bancos contratan muchísimos matemáticos… Y toda empresa que
necesite hacer, y que pueda permitirse, hacer un análisis de patrones o
cuantitativo de su entorno y de su propia actividad necesita a un matemático. Y
entonces están descubriendo que la formación matemática, aquello que
hablábamos al principio de qué capacidades te genera ser matemático, pues esas
capacidades parece ser que son muy apreciadas ahora mismo por las empresas.
Y hay muchos matemáticos en puestos directivos porque saben tomar decisiones
y en ayudas a la toma de decisiones. Así que, aunque no sea algo que salga
directamente y explícitamente de los contenidos de las asignaturas de
matemáticas, sí que es verdad que los matemáticos, digamos, hemos sufrido tanto
en la carrera, hemos aprendido a hacer cosas tan chungas que luego somos
capaces de enfrentarnos a los problemas. Tenemos ese superpoder, ¿no?, de
decir: «Yo sé analizar un problema, dividirlo en sus componentes fundamentales y
vamos a ver si con la gente que sabe de ese problema podemos juntos
solucionarlo». ¿Cuál es la dificultad ahí? Va a sonar a coña y es que, claro, los
matemáticos si es que no sabemos hablar con otra gente. Los matemáticos nos
ponemos ahí a nuestras cosas y soy capaz de diseñar, de diseccionar el
problema, saber cuáles son sus componentes, incluso qué patrón de
comportamiento está siguiendo eso. Pero, luego contárselo a otra gente y que la
otra gente sepa contarme a mí cuál es su problema, esa es una habilidad que
hace falta entrenar. Y por eso son muy importantes, y yo creo que deberían darse
en la formación universitaria y profesional, esos equipos multidisciplinares en los
que los matemáticos, las matemáticas sean una pieza más, una pieza importante
y relevante muchas veces. Así que las salidas profesionales para los matemáticos
son muchísimas, muchísimas, inimaginables digamos. Allá donde haga falta
identificar un problema y los patrones de comportamiento de un entorno, ahí va a
hacer falta un matemático. Y cada vez hacen falta más. ¿Por qué? Porque cada
vez tenemos la capacidad de cómputo para obtener más datos. Y entonces luego
hay que buscarle el sentido. Entonces, informáticos, matemáticos, estudiando
juntos, trabajando juntos con físicos, economistas, políticos, etcétera, son equipos
que van a poder solucionar muchos problemas.
01:07:02
Ale. A mí me encantan las matemáticas y me gustaría dedicarme a ellas. Pero
tengo una pregunta y es, como en otras profesiones, si acabarán los robots
sustituyendo a los matemáticos.
Eduardo. ¿Si acabarán los robots sustituyendo a los matemáticos? ¿Y a ti quien te
dice que yo no soy un robot? Lo mismo soy un robot. Muy bueno tiene que ser el
robot. Muy bueno tiene que ser el robot para sustituir… para acabar de
matemático. Estas cosas, llevadas digamos así a lo general, las máquinas, los
ordenadores nos van a acabar sustituyendo y van a quitar todos los puesto de
trabajo y tal. Bueno, pues los tractores también han sustituido a muchas labores
en el campo. ¿Han acabado con muchos puestos de trabajo? Bueno pues con
muchos sí. Pero se diversificaron esos puestos de trabajo y fueron a otras cosas,
¿no? ¿Llegará alguna vez un robot a sustituir a un matemático o a una
matemática en todas sus capacidades? Quizá sí, pero yo creo que ni mi
generación ni la tuya lo vamos a ver. Lo que ahora llamamos inteligencia artificial
es algo que, quizá no está de moda hablar lo que voy a decir ahora, pero es una
palabra muy pomposa para hablar de algo que está en pañales. La inteligencia
artificial está en pañales. Es verdad que hay ordenadores y máquinas que son
capaces de hacer algunas tareas muy bien, incluso mucho mejor que los seres
humanos. Si veis las partidas de ajedrez entre Stockfish y Alpha Zero hoy día, las
partidas que hicieron en diciembre 2017, no hay nadie sobre la faz de la tierra que
juegue mejor al ajedrez que esos dos ordenadores. ¿Eso es inteligencia artificial?
Es una parte de la inteligencia: es capacidad de cálculo y es capacidad de
aprendizaje automático. En ese tipo de juegos, combinatorios y de información
completa, las máquinas funcionan muy bien, ahí funcionan muy bien. Pasos más
allá: generar creatividad. Hay pasos, hay estudios en creatividad computacional y
hay ordenadores que empiezan a generar teoremas. Hay ordenadores que saben
enunciar teoremas nuevos. Hay ordenadores que ayudan a los matemáticos a
formular nuevos teoremas y a resolver los nuevos teoremas, a demostrar nuevos
teoremas. También hay ordenadores que ejercen cierto tipo de creatividad en
tareas y que son capaces de aprender y de inventar de alguna forma. Poco a poco
vamos dando pasos. Yo creo que el futuro, en ese sentido, hay un futuro, yo creo
que lejano, pero que van a pasar cosas interesantísimas por en medio, yo creo
que van a pasar cosas muy, muy interesantes por en medio, porque yo creo que
estamos a punto de ver una nueva revolución computacional. Pues, cuando esa
revolución llegue y la capacidad de cálculo aumente de una forma exponencial en
breve, en pocos años, yo creo que va a ser así, nos vamos a encontrar con
nuevas capacidades de las máquinas. Pero yo creo que esas capacidades van a
poder complementar nuestro trabajo, y que vamos a poder colaborar con
máquinas en tareas en que las máquinas ahora mismo no pueden colaborar con
nosotros. Vamos a hacer un jueguito, vamos a hacer ahora un juego matemático,
el último juego que vamos a hacer, y os voy a pedir que tengáis a mano unas
tarjetitas con números que os han repartido, y vamos a necesitar una pizarra
también. Este es un juego que yo aprendí, como os digo, de Adrián Paenza, ese
matemático argentino, que él lo hace también muy parecido con estas tarjetitas.
Es muy conocido, esto es muy conocido, pero vamos a tratar de hacerlo.
Entonces, sacad las tarjetas que tenéis todo el mundo. Debéis tener ocho tarjetas
con un montón de números, y ahí tenemos la pizarra que luego vamos a utilizar.
Hay doscientos cincuenta y pico números en cada tarjeta. Os voy a pedir que
elijáis un número. Primero, elegid un número entre el uno y el doscientos
cincuenta y cinco. El número que sea, grande, pequeño, el número que sea. Y que
separéis, que os quedéis solamente con aquellas tarjetas en las que está vuestro
número. ¿Todo el mundo lo tiene? Dejamos un tiempo, son ocho tarjetas. ¿Está?
Público. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Lo tenéis? Vale. No digáis el número. Vamos a
traer aquí a tres personas a las que le voy a adivinar el número. ¿Quién quiere
venir por aquí? Venga, pues ven para aquí. Otra persona, pues ahí en el extremo,
y tú también. Estas son las tarjetas en las que sí está tu número.

Las matemáticas han cambiado nuestro mundo

Eduardo Sáenz de Cabezón


Malena. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Vale. ¿Puedes ir ahí atrás? ¿Cómo te llamas,
perdona?
Malena. Malena.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Malena. ¿Puedes ir ahí atrás y escribir el número?
Malena. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Yo no lo voy a mirar.
Malena. ¿En grande?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Sí. Escribe el quince, porfa. ¡Era! ¿Era? ¿Sí? Muy
bien, Malena. Bórralo, bórralo. Bueno, hay muchos números. Yo que sé, es suerte.
Ya te puedes sentar. Hola.
Pablo. Hola.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Gracias. Ya te puedes sentar, Malena. Muchas
gracias. Todas estas son las tarjetas en las que está tu número, ¿no?
Pablo. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. ¿Puedes ir y escribirlo tú también? Va a escribir
setenta y nueve, no sé. No, ochenta y nueve. Igual he sumado yo mal, ya os he
dicho que soy malo con los números. Porque esto tiene que ver con sumar, ahora
os lo voy a decir. Sí, sí, sí. Sí, ochenta y nueve. Ochenta y nueve, ¿sí? Vale, muy
bien. Me había equivocado sumando. Ahora os voy a contar cómo se hace. Lo voy
a hacer con este. Y ahora, vamos a ver, ahora viene la prueba de fuego.
Lucía. ¿Lo escribo?
Eduardo Sáenz de Cabezón. Sí, ¿cómo te llamas?
Lucía. Lucía.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Lucía. Es que a ti no te he preguntado cómo te
llamabas, ¿verdad?
Pablo. Pablo.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Por eso he fallado, Pablo. ¿Te llamas Lucía?
Lucía. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Bueno, Lucía, ve, escribe. ¿Ciento diecisiete?
Lucía. Sí.
Eduardo Sáenz de Cabezón. Ah, ¿sí? Vamos a ver, gracias, Lucía. Gracias.
¿Cómo?, o sea, ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué esto es así? ¿Qué pasa con estas
tarjetas? Esto tiene mucho que ver con cómo funcionan los ordenadores. Mucho
que ver con cómo funcionan los ordenadores. Fijaos. Vosotros sabéis, vosotras
sabéis que los ordenadores funcionan con ceros y unos, ¿verdad? Decimos que
funcionan con ceros y unos. Tienen un sistema de numeración binario. Entonces,
cuando yo tengo un número como este, vamos a ponerlo así, ese número binario
tiene unos y ceros. Uno, cero, uno, cero, uno… Así, tiene números unos y ceros.
¿Ese número qué representa? ¿Qué número representa? ¿Qué cantidad
representa? Pues yo sé que la primera fila, igual que pasa con nuestros números,
que si esto fuera en decimal, esto sería el diez mil ciento diez. Porque este
representa un uno, este representa un diez, este representa cero unos, este
representa un diez, este representa un cien, cero miles y un diez mil. Pues esa
cantidad es diez mil ciento diez. Vale, pues con los números binarios no
representan potencias de diez, diez, cien, mil, diez mil, sino potencias de dos.
Entonces, este representa una cantidad de unos, este representa una cantidad de
doses, este representa una cantidad de cuatros, este representa una cantidad de
ochos, y este representa una cantidad de dieciseises, y este podría representar
una cantidad de treinta y doses, este podría representar una cantidad de sesenta y
cuatros, y este podría representar una cantidad de ciento veintiochos, por ejemplo.
Entonces, ¿este número cuál es? Hay un dos, hay un cuatro, ya son seis, hay un
dieciséis, ya son veintidós, hay un sesenta y cuatro, ya son ochenta y seis. Vale,
fijaos en vuestras tarjetas. Cada tarjeta… Fijaos en el primer número de la tarjeta,
el que está arriba a la izquierda. ¿A que son el uno, el dos, el cuatro, el ocho, el
dieciséis, el treinta y dos, el sesenta y cuatro y el ciento veintiocho? Sí. Sí,
¿verdad? Entonces, el número que hayáis buscado, el número que hayáis
buscado, estará, si buscáis… Aquí hemos cogido el ochenta y seis. Si buscáis el
ochenta y seis estará en la tarjeta del dos, estará en la tarjeta del cuatro, estará en
la tarjeta del dieciséis y estará en la tarjeta del sesenta y cuatro, porque la tarjeta
del uno, contiene todos los números del uno al doscientos cincuenta y cinco, en el
que hay que sumar un uno. La tarjeta que empieza por dos, tiene todos aquellos
números en los que, para conseguirlo, hay que sumar un dos. El dos, el cuatro,
otros. El cuatro tendrá todos aquellos en los que haya que sumar un cuatro. El
ocho todos aquellos en los que haya que sumar un ocho, etcétera. Entonces, si yo
cojo un número cualquiera, puedo formarlo de una forma única con uno o cero de
estos números, sumando estos números: uno, dos, cuatro, seis, ocho… Entonces,
tomad un número cualquiera, tomad el dieciséis. El dieciséis solamente va a estar
en una tarjeta. Buscadlo y ya veréis que solo va a estar en una. Entonces, Pablo
ha traído una tarjeta que tenía el dieciséis, otra que traía el ocho. Dieciséis y ocho
son veinticuatro. Otra que traía el uno, veinticuatro y uno son veinticinco, y otra
que traía el sesenta y cuatro. Veinticinco y sesenta y cuatro son ochenta y nueve,
que era el número que traía Pablo. Y así podéis adivinar cualquier número.
Llevaos las tarjetas y podréis jugar con vuestros compañeros: «Toma las tarjetas,
elige un número y dame aquellas en que aparezca», y solo sumando podréis
saber cuál es. Y así es como funcionan los ordenadores. Y así es como las
matemáticas nos han permitido tener informática, tener Internet, esa revolución de
la que hablábamos.
01:16:39
Eduardo Sáenz de Cabezón. Bueno, pues ya nos vamos a despedir. Y quiero
quedarme con alguno de los mensajes que hemos tratado de descubrir en este
diálogo que hemos tenido. Uno principal es que todos tenemos un matemático
dentro, todos, todos lo tenemos. Algunos más poderosos y otros menos, pero,
normalmente, es mucho más poderoso de lo que nos pensamos. Otro mensaje es
que las matemáticas son una de esas puertas que nos llevan a tener una vida más
plena, más feliz y de la que podamos disfrutar más, de formas diferentes. Y eso no
está en absoluto reñido con que haya que esforzarse, con que nos vamos a
equivocar, con que haya ratos de aburrimiento, de frustración, no está para nada
reñido con eso. Y, al otro lado de esa puerta, además del disfrute, están todas,
absolutamente todas las aplicaciones que tienen las matemáticas. Las
matemáticas han cambiado nuestro mundo, existe la tecnología porque existen
matemáticas, existe la ciencia porque existen matemáticas. Os animo a que
entréis en diálogo con ese matemático que tenéis dentro y un diálogo con los
matemáticos de las otras personas. Yo creo que apoyados por ellos, no es que
vayamos a cambiar el mundo, es que lo vamos a hacer mejor, y nos vamos a
hacer mejores a nosotros también. Así que muchísimas gracias por vuestras
preguntas, por vuestra presencia y por este aplauso.

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