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Swami Muktananda y el accidente cerebrovascular: La historia médica no


contada de un gurú brillante con un legado mancillado de Mark Forman, Ph. D. y
Lesley Fishelman, M. D.

Article · September 2014

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Marco Ornelas
Cooperación para la Investigación, A. C.
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Swami Muktananda y el accidente cerebrovascular: La historia médica
no contada de un gurú brillante con un legado mancillado. 1

Mark Forman, Ph. D. y Lesley Fishelman, M. D. 2


15 de septiembre de 2014.

Escribimos este artículo para dar a conocer un nuevo entendimiento del maestro
espiritual Swami Muktananda (1908-1982), quien fuera famoso y muy influyente
en su tiempo, pero cuyo legado fue luego mancillado por una serie de casos
documentados de contacto sexual con mujeres jóvenes de su comunidad
(Caldwell, liga 4 y Rodarmor, liga 2).

Creemos que nuestro punto de vista es importante por las razones que
explicaremos más adelante. A nuestro leal saber y entender no existe un punto de
vista similar sobre los últimos seis años de vida de Muktananda en ninguna
publicación en papel o en Internet, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre su
persona.

También debemos dejar clara nuestra relación con el tema: los dos hemos sido
parte de la comunidad de Siddha Yoga –nombre que dio Muktananda a su

1
https://www.elephantjournal.com/2014/09/swami -muktananda-and-stroke-the-untold-medical-
story-of-a-brilliant-gurus-tarnished-legacy/. Último acceso: 6 de febrero de 2018. La traducción
española es de Marco Ornelas.
2
Este artículo no fue en forma alguna sancionado por Siddha Yoga ni ha sido escrito en
colaboración con ningún otro miembro oficial o no oficial de Siddha Yoga.

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tradición espiritual– desde temprano en los años 1990, bajo uno de los sucesores
dejados por Muktananda, Gurumayi Chidvilasananda.

Ninguno de nosotros conoció a Muktananda o estuvo presente en los sucesos de


finales de los años 1970 y principios de la década de 1980. Si bien es cierto que
los dos hemos estado activos y somos estudiantes comprometidos de Siddha Yoga,
ninguno de nosotros ha ocupado un lugar en la administración o en el círculo
interno de la comunidad.

Nuestra conexión con la tradición es ahora mediante nuestras prácticas


espirituales y el estudio de las escrituras Siddha, en especial a partir de que las
actividades públicas comunitarias de Siddha Yoga han disminuido
considerablemente en los últimos diez a quince años.

Nuestra hipótesis sobre Muktananda se origina de nuestros roles respectivos como


psicólogo practicante (Forman) y como psiquiatra (Fishelman), quienes hemos
sido impactados profunda y favorablemente por la tradición y el trabajo de
Muktananda y quienes también, como muchos otros, hemos luch ado por dar
sentido a las acciones de finales de su vida y a su legado un tanto deslucido.

Nuestra hipótesis central sobre Muktananda fue primero concebida por Fishelman
a mediados de los años 1990, pero ahora ha sido puesta en papel motivada por la
reciente aparición del artículo de Karen Schaefer (Swami Dayananda; liga 1),
quien fue una discípula cercana a Muktananda en sus últimos años de vida. En él,
ella ha proporcionado un recuento muy detallado de la vida de Muktananda y en
especial de su salud física a partir de 1975 y hasta su muerte en 1982.

Antes de comenzar, vale la pena presentar a aquellos que desconocen o no son


cercanos a la comunidad de Siddha Yoga, las razones por las que sentimos que
nuestro punto de vista sobre Muktananda es tan importa nte, incluso después de
tantos años de su muerte.

Muktananda fue, según la mayoría, no solo un gurú más de Oriente que se daba a
conocer en un nuevo y abierto mundo occidental posterior a los años 1960. Más
bien fue considerado por muchos como el “gurú de gurúes”, como una persona
con energía, carisma y habilidades de enseñanza extraordinarias, quien tuvo una
capacidad notable para catalizar un intenso crecimiento espiritual en todos
aquellos que buscaron su compañía.

Su comunidad creció en varios miles y fue habilidoso en su administración


cotidiana.

La lista de personalidades que en un momento u otro buscaron su compañía es


larga y también atestigua, al menos en un sentido, su importancia. Tan sólo por
nombrar los conocidos líderes espirituales que lo buscaron o que alabaron
profundamente a Muktananda están Ram Dass, Maharishi Mahesh Yogui de la
Meditación Trascendental, Carlos Castaneda, Joseph Chilton Pierce, Da Free John
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(luego llamado Adi Da), Werner Erhard de los Seminarios de Entrenamiento
Erhard y Rudri (Rudrananda).

La lista de reconocidas celebridades que tuvieron tratos con Muktananda


incluyeron al gobernador de California, Jerry Brown, Indira Gandhi, John Denver ,
Isabella Rosellini, Diana Ross, James Taylor y al astronauta Edgar Mitchell, quie n
fundaría luego el Instituto de Ciencias Noéticas.

Lo que hizo de Muktananda un gurú singular no fue sólo asunto de fama o de


tratarse de alguien muy solicitado; aunque podía ser alegre y carismático, podría
caracterizársele más bien como un maestro aust ero y demandante que no se
prestaba a apapachar a los estudiantes o a crear un ambiente cómodo para la
práctica espiritual.

Todo lo contrario, lo que lo hizo sobresalir fue su capacidad para catalizar el


crecimiento espiritual en formas que eran a la vez asombrosas y también, en un
sentido amplio, neurofisiológicas. Esto último, debe señalarse, terminará siendo
una de las ironías de nuestra argumentación.

Por neurofisiológicas, entendemos que la gente alrededor de Muktananda


experimentaba la espiritualidad de maneras tangibles, sensuales. A una gran
distancia de las fes abstractas con las que muchos de nosotros crecimos,
Muktananda presentó ampliamente al Occidente una espiritualidad en la que sus
estudiantes experimentaban en el cuerpo energías espiritual es poderosas y tenían
visiones y conciencias espirituales de clara intensidad.

Ellas no duraban solamente lo que las reuniones cargadas con alta energía, sino
que con frecuencia continuaban desdoblándose con el tiempo y daban por
resultado muchos de los entendimientos superiores y cambios espirituales que él
argumentaba habían sido claramente descritos en las escrituras yóguicas y
védicas.

De acuerdo con un gran número de recuentos publicados formal e informalmente,


Muktananda era una persona que podía catalizar a otras personas que estaban
empeñadas en alcanzar la iluminación en el sentido yóguico del término. Él era un
gurú que podía prometer y otorgar acceso ilimitado a una conciencia espiritual
acrecentada.

Todo esto ha hecho que los asuntos relacionados con su conducta sean más
inquietantes y hayan impactado profundamente a muchos.

¿Cómo es posible que un hombre con aparente extraordinario entendimiento y


disciplina –un hombre que caminó a lo largo y ancho de la India entre los quince y
los 39 años de edad en busca de un maestro espiritual, y una vez encontrado a
quien creyó era el maestro correcto, meditó bajo su guía seis horas diarias en una
pequeña cabaña por espacio de nueve años– pudo comportarse de esta manera?

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¿Cómo es posible que alguien con un récord de celibato prolongado e intenso
repentinamente, alrededor de la edad sexualmente disminuida de 68 años,
comenzara a tener contactos sexuales con mujeres jóvenes?

Las teorías que se han ofrecido existen a lo largo de un continuo. En un extremo,


algunos han caracterizado a Muktananda como un “gurú caído” que sucumbió a
las tentaciones de poder y utilizó su dignidad personal como oportunidad para dar
a otros el trato de objeto sexual.

Del otro lado del espectro, algunos han argumentado que en los últimos años de su
vida Muktananda estaba secretamente involucrado en prácticas sexuales tántricas
no convencionales, que podían encontrarse en su tradición tántrica, pero que
regularmente eran escondidas del público, quien recibía a cambio enseñanzas
espirituales más ortodoxas. Algunos otros han intentado tejer admirablemente una
especie de versión media entre estas dos perspectiva s, incluyendo a Sarah
Caldwell (liga 4), Karen Schaefer (Swami Dayananda; liga 1) y en menor medida
Lis Harris (liga 3).

Estos recuentos complejos son bienvenidos, en especial dados los reportes


inusuales y a veces extraños de las víctimas de las transgresiones sexuales de
Muktananda. La sexualidad involucrada sólo a veces se acerca a la típica relación
y caricias sexuales ya que, como explicaremos, Muktananda sufría de impotencia
sexual severa.

Desde nuestro punto de vista, no podemos descartar ninguna de estas perspectivas


o sugerir que sólo una de ellas es verdadera. Creemos que las dos pueden ser
ciertas –tanto la insana explotación de poder como la que se refiere a estar
involucrado con una sexualidad heterodoxa–, cada una de ellas dando cuenta de
un aspecto de la situación. Sin embargo, sentimos que al menos otra perspectiva
está lamentablemente ausente, incluso en los mejores y más complejos recuentos
de los últimos años de vida y acciones de Muktananda. Esta es la perspectiva que
intentamos ofrecer.

Es así que todo esto nos conduce a la larga y no contada historia médica de Swami
Muktananda.

Swami Muktananda y el accidente cerebrovascular

En el tiempo en que Muktananda estaba en la cúspide de su renombre como


maestro a mediados de los años 1970, rondaba ya los 70 años de edad.
Previamente había llevado una vida austera en la India rural y premoderna, lejos
del alcance de la avanzada medicina occidental, tanto en un sentido cultural como
práctico. Es claro que Muktananda no creía que fuese inmune a las eventuales
enfermedad, vejez y muerte. La inevitabilidad de la enfermedad y la muerte son
aspectos intrínsecos de la tradición yóguica de la cual formaba parte.

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Aunque, según los reportes, se tratara de un hombre con energía y vigor inusuales
bien entrados los 60 años, sufría de diabetes. Y siendo diabético acrecentaba
significativamente –tanto como doblar– las oportunidades de que una persona
tuviera enfermedad cardiaca o accidentes cerebrovasculares. Esto se debe a que el
cuerpo diabético tiene una capacidad disminuida para manejar el azúcar en el
sistema sanguíneo. Ello conlleva el incremento de depósitos grasos en las paredes
arteriales. La diabetes también aumenta el riesgo de infartos.

De acuerdo con esto, Muktananda tuvo el primer problema médico serio en 1975.
Experimentó varios infartos y un accidente cerebrovascular que lo llevó al
hospital. Después de su recuperación, en 1977 sufrió de angina de pecho aguda
(dolor del corazón) y ese mismo año tuvo un ataque cardiaco masivo que también
requirió de larga hospitalización.

A esto siguieron cinco años de lucha continua con su salud cardiovascular que
culminaron con un ataque cardiaco definitivo en 1982 que lo llevó a la muerte.
Mientras la naturaleza general y esbozo de sus problemas de salud eran conocidos
en la comunidad Siddha –no eran ningún secreto– sólo recientemente uno de sus
discípulos cercanos en aquel entonces, Karen Schaefer (Swami Dayananda; liga
1), ha publicado un recuento mucho más detallado de sus avatares médicos con las
subsecuentes acciones positivas y negativas durante esos años.

Esto nos lleva al asunto que queremos tratar. En la ciencia médi ca es un hecho
bien conocido que los infartos y el daño cerebral pueden causar cambios
dramáticos en la personalidad y en la conducta del afectado.

Si bien los impactos varían dependiendo del área o áreas del cerebro más dañadas
por los infartos, tienden a tener consecuencias relacionadas con:

1) la autorregulación emocional, esto es, la capacidad de controlar y dirigir


apropiadamente las emociones

2) el control de los impulsos, esto es, la capacidad de monitorear y de controlar


apropiadamente necesidades, deseos y la conducta

3) el funcionamiento ejecutivo, esto es, la capacidad de tomar decisiones de vida


razonables y apropiadas.

Puesto en palabras llanas, los problemas resultantes del accidente cerebrovascular


con frecuencia se muestran como enojo e irritabilidad no característicos,
desplantes de varios tipos, incluyendo la hipersexualidad y decisiones de vida
cuestionables y objetivamente pobres en comparación con una toma de decisiones
previa más apropiada.

En resumen, Muktananda mostraba estos tres problemas y todos ellos comenzaron


o se sincronizaron con su primer accidente cerebrovascular.

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De acuerdo con Stan Trout (Swami Abhayananda; liga 2), quien fue pieza clave en
primero exponer las conductas sexuales de Muktananda a inicios de los años 1980,
los primeros reportes de las indiscreciones sexuales de Muktananda sucedieron en
1976, un año después de su accidente cerebrovascular. Los asuntos que se refieren
a su temperamento en este período han sido ampliamente reportados y son parte
también de la leyenda comunitaria, aunque el comienzo exacto de estos desplantes
no es tan claro.

Su toma de decisiones también es altamente cuestionable durante este período. En


especial es de notar su decisión de no parar o siquiera disminuir sus actividades
de enseñanza aun cuando estaba muy enfermo, a pesar del consejo en contrario de
los doctores que lo atendían. Continuó recibiendo a las personas aún en el hospital
y en general su fama y agenda de enseñanza fue sostenida e intensificada en los
últimos años de su vida. Si bien todo esto puede interpretarse como señal ya sea
de grandeza espiritual o de un ego inflado –las dos razones han sido señaladas– en
realidad pudiera tratarse de una decisión impulsada en parte por problemas en el
funcionamiento ejecutivo (toma de decisiones) y dificultades de autorregulación
emocional.

Sin embargo, lo que es importante enfatizar es que Muktananda no tuvo solamente


un único accidente cerebrovascular en 1975. Incluyendo su ataque al corazón de
1977, tuvo accidentes cerebrovasculares continuos y persistentes en todos estos
años.

Esto nos lleva al corazón de nuestro argumento, uno hipotético pero que está
fundado en un conocimiento médico bien aceptado y cauteloso. Muktananda
probablemente estaba sufriendo señales tempranas de daño cerebral, debidas a
múltiples infartos cerebrales. Un infarto es una lesión del teji do debida a la
pérdida de flujo sanguíneo después de un accidente cerebrovascular o ataque al
corazón (un ataque cardiaco es conocido por los médicos como “IM” o infarto al
miocardio). Usualmente el daño es silencioso (pasa desapercibido) aunque con
frecuencia lleva a una discapacidad en el juicio y en la regulación emo cional hasta
desembocar en un tipo de demencia llamado demencia multi -infarto.

La demencia multi-infarto involucra daños cerebrales múltiples y permanentes


después de experimentar accidentes cerebrovasculares. Es la segunda causa más
importante de demencia después de la enfermedad de Alzheimer y es más común
entre hombres que entre mujeres. Esto involucra generalmente “accidentes
cerebrovasculares silenciosos” y asintomáticos –que suponemos Muktananda
experimentó–, así como accidentes cerebrovasculares ocasionales más severos
como el que Muktananda tuvo en 1975.

La diabetes también constituye un factor de riesgo para la demencia multi -infarto.

Aunque Muktananda sobrevivió al accidente cerebrovascular inicial y al


subsecuente ataque cardiaco, y continuó trabajando con gran intensidad los
siguientes cinco años, su situación cardiovascular y diabetes continuaron. Es así
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que habría estado altamente expuesto al riesgo de este daño continuo de teji do
cerebral y degradación de su funcionamiento ejecutivo, autorregulación emocional
y control de los impulsos.

Incluso más allá de accidentes cerebrovasculares silenciosos o no, el simple hecho


de cualquier tipo de problemas cardiacos o en las arterias sanguíneas pueden
impactar el funcionamiento del cerebro. Esto es sencillo de entender. El cerebro
depende de un flujo sanguíneo constante y consistente. Cualquier problema con el
flujo sanguíneo en el cuerpo puede contribuir con el paso del tiempo a un
funcionamiento mental deficiente. Muktananda estaba en riesgo de daño del tejido
cerebral debido a condiciones conocidas o desapercibidas. Si hubiese vivido más
tiempo, suponemos que los problemas de salud mental hubiesen sido más
pronunciados y hubiesen progresado claramente hacia una demencia multi-infarto.

Las cuestiones de la salud cardiovascular también conectan con la impotencia


sexual (discapacidad para lograr una erección), que requiere de arterias saludables
en el cuerpo. Estaba claro que en sus episodios sexuales Muktananda reflejaba una
impotencia completa e incurable.

El asunto de la sexualidad y la energía espiritual se relaciona y complica esta


historia. Muktananda escibió largo de esto en su autobiografía espiritual “El juego
de la conciencia” (liga 5), sobre la importancia del celibato y de la sublimación de
la energía sexual en la capacidad del gurú de transmitir energía y experiencia
espiritual a otros.

Como ha sido sugerido por Karen Schaefer (Swami Dayananda; liga 1) maestros
tántricos varones más ancianos –tanto hinduistas como budistas– con frecuencia
han tomado consortes mujeres más jóvenes como una manera de potenciar su
energía espiritual mientras envejecen. Según el reporte de Schaefer , Muktananda
habría tenido episodios sexuales antes de participar en eventos en los que
necesitaba enseñar y transmitir tal energía.

Obviamente que esta creencia está muy lejos de cualquier tradición espiritual con
la que los occidentales estamos familiarizados, a menos que conozcamos el tantra.
Y ni siquiera planteamos la pregunta de si tal creencia conlleva mérito real o se
trata sólo de superstición tántrica. Para nuestros propósitos sólo queremos
argumentar que el involucramiento de Muktananda en estas actividades sexuales
pudo haber hecho sentido para él, aunque hubiesen sido practicadas con sus
facultades comprometidas ya en ese entonces.

Para un hombre de su fama con una comunidad de miles y sexualmente impotente,


el haber tomado repetidamente este riesgo después de un accidente
cerebrovascular –por primera vez en su vida a los casi 70 años de edad – no hace
sino apoyar nuestra hipótesis de que entonces estaba teniendo cuando menos
serios problemas de juicio, si no es que también de control de los impulsos.

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Lo trascendente vs. el cerebro

Como ya mencionamos, Muktananda nunca apoyó la visión según la cual hombres


santos o yoguis estarían exentos de la enfermedad o los impactos de la vejez. Él
mismo había practicado la medicina ayurvédica en etapas tempranas de su vida –el
sistema tradicional de medicina india– y es sabido que era más bien escrupuloso
en lo que hacía a su propia salud en términos de dieta y actividad física y con
frecuencia consultaba a otros sobre ello.

Sin embargo, ciertamente es parte de la tradición en que Muktananda creció que si


bien el cuerpo puede arruinarse por la enfermedad, la mente de un gran yogui
puede trascenderla mediante facultades espirituales altamente desarrolladas. Hoy
día esta creencia, en algunos círculos, es todavía parte de nosotros.

El cuerpo puede enfermar pero la mente puede permanecer imperturbada y sin


afectación. Parece ser que Muktananda mantuvo alguna versión de esta creencia
tradicional y, hablando subjetivamente, parece haber experimentado esto mismo.
Karen Schaefer (Swami Dayananda; liga 1) reproduce las versiones según las
cuales Muktananda rechazó los efectos dañinos de su accidente cerebrovascular y
ataque cardiaco en su estado mental, y sugiere que para él representaron nuevos
niveles de intrepidez después de sus confrontaciones con la muerte. Esta idea
también está presente en otros escritos sobre sus batallas por la salud.

Esta idea de que la mente puede permanecer imperturbada ante estas condiciones
médicas también parece haber sido una percepción generalizada entre quienes le
rodeaban. Para quienes argumentan que Muktananda estaba llevando a cabo en ese
tiempo ritos sexuales tántricos, parecen creer que su decisión de llevarlos a cabo
era la opción (buena o mala) enteramente consciente de una mente totalmente
intacta.

De manera semejante, quienes sintieron que Muktananda se había convertido en


un predador sexual, ellos también parecen adscribir a sus acciones el peso moral
completo de un hombre que toma la decisión consciente de herir a otros.

Pero estas dos perspectivas deben cuestionarse –o ser matizadas


considerablemente– dado que este hombre tenía un conjunto grave de condiciones
de salud cerebral impactantes. Trátese de la pérdida del autocontrol de la
sexualidad (hipersexualidad) y el poder, o de un movimiento atípico hacia una
sexualidad espiritual heterodoxa, ambas pudieron darse gracias a problemas con la
función ejecutiva y el control de impulsos debidos a la lesiones cerebrales que
había experimentado.

Es probable que haya confusión para un lego, y probablemente para muchos que
estaban alrededor de Muktananda en ese momento, sobre nuestra hipótesis . ¿No
parecía estar bien, aunque un poco debilitado, después de estos problemas de
salud? No pareció sufrir cambios externos drásticos después de su accidente
cerebrovascular, como los que han afectado a Ram Dass. Pero los accidentes
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cerebrovasculares y las enfermedades del corazón no afectan a dos personas de la
misma manera. Las áreas exactas del cerebro que sufre infartos pueden ser muy
diferentes y gran parte de lo que hace a la persona ser “quien es” puede
permanecer intacto para un extraño mientras que otras áreas del cerebro son
dañadas. En el caso de Muktananda, parece que gran parte de su inteligencia
verbal y lo que podría llamarse su “inteligencia cristalizada”, no fueron dañadas
–gracias al conocimiento que había acumulado a través de años de entrenamiento
espiritual, estudio y repetición de tareas.

Según nuestro conocimiento, la capacidad central de enseñanza de Muktananda


durante este período no disminuyó. Continuó inst ruyendo a otros hábilmente en
meditación e invocó experiencias espirituales poderosas en quienes lo rodeaban,
incluso hasta los últimos días de su vida.

También continuó dando charlas lúcidas y escribiendo y publicando libros sobre


temas espirituales complejos (aunque, por supuesto, no podemos estar seguros de
si sus traductores, asistentes o editores habrían compensado cualquier disminución
en su capacidad cognitiva que se estaba volviendo evidente). Al final, sería
comprensible por qué aquellos alrededor de Muktananda hace más de 30 años,
cuando nuestro conocimiento del cerebro era mucho menos avanzado de lo que es
ahora, y quienes no estaban médicamente capacitados, podrían creer que
realmente estaban viendo a un hombre mentalmente no afectado por estas graves
condiciones de salud.

Obviamente, nuestra perspectiva sobre este tema también plantea preguntas más
amplias sobre si la mente trasciende el cuerpo. ¿Es el cerebro simplemente un
conducto para la conciencia y, por lo tanto, la conciencia lo trasciende, o no hay
conciencia aparte del cerebro? No vamos a tratar de responder es ta vieja pregunta
aquí. Pero desde nuestra perspectiva, realmente no importa . Incluso si el cerebro
es simplemente un conducto para la conciencia –como una radio que recibe ondas
de radio– cuando estamos aquí, en este cuerpo, en este plano, lo que sucede con el
cerebro parece funcionar claramente en conjunto con lo que le sucede a la mente.
Y dado que gran parte del funcionamiento mental no es consciente, podemos tener
cambios en nuestro funcionamiento mental y no verlo realmente, ya sea porque
somos obstinados o porque la lesión en sí misma ha comprometido nuestra
capacidad de tener la autoconciencia que podríamos haber tenido anteriormente .

Conclusión: Una imagen más completa

De ninguna manera hemos intentado con este artículo justificar el comportamiento


sexual de Muktananda hacia el final de su vida. Espiritualmente motivado o no,
sus acciones fueron muy lamentables para las jóvenes mujeres involucradas, para
su legado, así como para muchos estudiantes que quedaron lastimados y
confundidos por sus opciones desconcertantes durante ese tiempo. Sin embargo,
como profesionales de la salud mental tratamos a diario con las realidades
complejas del por qué las personas eligen hacer lo que hacen.

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No hacer caso del daño cerebral orgánico como un posible factor que contribuye a
la mala toma de decisiones o en cualquier caso al comportamiento extraño, y
menos en alguien con problemas de salud tan severos como Muktananda, sería
considerado profundamente desinformado, poco ético y poco pro fesional. Entre
las primeras preguntas que le hacemos a cualquier persona que informe cambios
de comportamiento, tienen que ver con sus condiciones de salud y con cualquier
lesión anterior en la cabeza.

Las personas tienen una cierta imagen de los maestros espirituales en la que los
convierten casi en súper-héroes. Existen claras tradiciones en torno a no criticar al
maestro y tratar de ver todas sus acciones como signos de su enseñanza espiritual.
Los maestros a veces pueden ayudar a esto. El mismo Muktananda transmitió un
mensaje mixto sobre estos temas. A veces enfatizaba la humanidad y la naturaleza
moralmente compleja del gurú y la realidad, y en otros momentos parecía
enfatizar la infalibilidad del gurú y rechazar todas las críticas. Cualquiera que sea
el caso, parece que tanto sus partidarios como sus detractores han ignorado por
completo los potenciales impactos cognitivos de sus graves problemas de salud, y
tomaron su grandeza o su falibilidad durante este período al pie de la letra.

Desde nuestra perspectiva, creemos que podemos hacerlo mejor y creemos que
debemos considerar nuevos puntos de vista, especialmente dado nuestro
conocimiento actual de la conexión entre la mente, el cuerpo y el cerebro.
Podemos reconocer que los maestros espirituales pu eden poseer una verdadera
medida de genio y cualidades espirituales inusuales, mientras que también
reconocen que sus cuerpos y mentes (y cerebros) están sujetos a las mismas
flaquezas de cualquier persona típica aquí en la tierra. Por lo tanto, cuando
consideramos la conducta de Muktananda hacia el final de su vida, debemos
considerar esta realidad y tomarla muy en serio desde una perspectiva médica.
Pasó de ser un maestro de inteligencia, sabiduría y habilidad de vida práctica
ampliamente aceptado a alguien que estuvo involucrado en acciones muy
controvertidas e imprudentes.

Nos parece convincente y significativo que su conducta haya cambiado tan


dramáticamente justo en el momento en que sufrió una lesión cerebral tan
importante y que continuó luchando con la impulsividad, la autorregulación
emocional y el mal juicio hasta el final de su vida. Esta visión no niega su genio
espiritual o que conservó muchos de sus dones y habilidades hasta su muerte.
Tampoco excusa sus transgresiones. Pero pone todo esto dentro de una imagen
más completa de Muktananda como ser humano.

Es nuestra esperanza que este artículo ofrezca a las víctimas una perspectiva
diferente y permita a los estudiantes entender mejor las muchas bendiciones que
Muktananda ofreció, así como los inquietantes eventos que caracterizaron el final
de su vida.

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Ligas:

Liga 1:
http://dayananda-lifewithandafterbaba.blogspot.com/2013/07/how-accomplished-
yogi-faces-challenges.html

Liga 2:
http://www.leavingsiddhayoga.net/abhayananda_st.htm

Liga 3:
http://www.ex-cult.org/Groups/SYDA-Yoga/leave.txt

Liga 4:
http://www.leavingsiddhayoga.net/caldwell.sarah.pdf

Liga 5:
http://www.amazon.com/Play-Consciousness-A-Spiritual-
Autobiography/dp/0911307818/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1407973670&sr=8 -
1&keywords=play+of+consciousness

Referencias:

Caldwell, Sarah (2001). “The Heart of the Secret: A Personal and Scholarly
Encounter with Shakta Tantrism in Siddha Yoga” (PDF). Nova Religi, 5(1), 9–51.

Dayananda, Swami (Karen Schaefer) (April, 2014) “How An Accomplished Yogi


Faces Old Age, Sickness, And Death: Observations on my life with Baba”.
Retrieved from http://dayananda-lifewithandafterbaba.blogspot.com/2013/07/how-
accomplished-yogi-faces-challenges.html

Harris, Lis (14 November 1994). “O Guru, Guru, Guru”. The New Yorker.

Muktananda, Swami (1978). Play of Consciousness. Siddha Yoga Publications.

Rodarmor, William (1983). “The Secret Life of Swami Muktananda”. CoEvolution


Quarterly, Winter (40), 104-111.

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