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TEMA RELEVANTE
Según el autor, los cambios que se proponen en materia sucesoria son parcialmente
correctos; sin embargo, hay aspectos urgentes que merecieron más atención. Uno de
los mayores aciertos consistió en la definición de la legítima, como un valor que se
calcula sobre valores. Y es que es necesario precisar y enseñar cómo se calcula la
legítima, lo que está regulado en todas las legislaciones importantes.
MARCO NORMATIVO
Introducción
Varios de los integrantes de esa Comisión hicimos notar que la versión original de la
norma acusa tres graves defectos principales. El primero consiste en la inconveniencia
de una presunción de aceptación por omisión de renuncia. El segundo, no haber
establecido el momento inicial de los plazos, aunque lo razonable es descartar que se
considere el momento de la muerte, pues no es posible aceptar un llamamiento
sucesorio que puede no conocerse, y no tiene sentido alguno que los plazos de tres o
seis meses se cuenten desde el deceso, no obstante, por ejemplo, que hay plazo de
un año (art. 707) para iniciar el proceso de certificación y protocolización del
testamento ológrafo y que se conozca el designado como heredero. El tercero es la
diferencia de plazos según el llamado a la sucesión esté en el Perú o en el extranjero
(que viene desde el artículo 672 del Código de 1936 y regla similar –aunque
distinguiendo, provincia, departamento y extranjero– del artículo 760 del Código de
1852), porque eso ya no tiene sentido en la segunda década de este siglo y con las
fuentes de información disponibles.
1° Que el plazo para tomar una decisión tiene un término inicial cierto a partir del cual
se cuenta. Y ese momento se vincula a que el llamado a la herencia tenga
conocimiento de que hay un llamamiento a su favor. Porque, como es natural,
solamente con conocimiento hay posibilidad de tomar una decisión; quien no sabe que
tiene un derecho no puede renunciarlo ni ejercerlo. Esos momentos son: o que el
llamado conozca el contenido del testamento válido y definitivo (v.g., que no esté
impugnado o que haya terminado la controversia sobre él); esto es, que esté enterado
o en aptitud de enterarse de la disposición que lo instituye y en la que haya eventuales
contingencias como, por ejemplo, designación con cargo, con condición, con alguna
restricción o cualquier otra circunstancia que el llamado deba tener en consideración; o
que, si la sucesión es legal (procedimiento notarial o judicial), exista una declaración
firme de llamamiento a favor del sujeto. Salvo que exista otra manera segura de
demostrar fecha cierta en que el llamado ha tenido conocimiento, lo razonable será
tomar como fecha la de inscripción registral del testamento o de la declaración de
herederos legales.
1° Como he dicho, transcurrido el primer plazo tiene que establecerse un plazo mínimo
de deliberación; no es conveniente dejar ese plazo a criterio de los acreedores o
demás interesados.
3° Hay que señalar que este precepto se aplica, en lo pertinente, para los legados. Es
importante, porque puede haber sujetos de los que dependa algún derecho según el
legatario acepte o rechace.
La propuesta es correcta, aunque hay otras cosas mucho más importantes que
corregir en materia de representación sucesoria.
El cambio en este artículo se justifica para que no se interprete, como se podría colegir
del texto actual, que cuando hay una sola estirpe la sucesión es por derecho propio, y
que no hay representación.
De modo, pues, que al suprimir la alusión a hijos el texto propuesto permite incluir a
descendientes en general, sean del causante o de los hermanos del causante.
Sin embargo, ya que estamos en representación, hay algo más que decir. Y lo que hay
que decir no es de este artículo, sino de otros.
En primer lugar, es preciso corregir el artículo 683, porque no tiene sentido que solo
haya representación cuando los sobrinos concurren con un tío (hermano del causante),
y no cuando solo haya sobrinos. También sería conveniente establecer derecho de
representación para los descendientes de los tíos carnales. Además, en el texto actual
no se entiende qué significa eso de “hermanos premuertos que tengan derecho a
representarlo [al causante] en los casos previstos en el artículo 681”, puesto que si el
único caso de representación que se quiere recoger es el premoriencia, no puede
haberla en los demás casos.
En segundo lugar, es imperativo suprimir la última frase del artículo 819, que
contradice lo dispuestos en los artículos 682, 684 y 685, pues esa frase dice que no
hay representación, sino participación igualitaria por cabezas, cuando los nietos
concurren solos a la sucesión de su abuelo, sin hijos del causante. Es una de las
contradicciones más llamativas del Código y la derogación de esa frase es
infinitamente más importante que cualquier modificación al numeral 682.
1. La legítima constituye la parte del valor del patrimonio del causante, del que no
puede disponer libremente cuando tiene herederos forzosos, calculado como se
establece en el inciso siguiente.
Por lo tanto, cuando se acometa una modificación orgánica del Código hay que
replantear del todo la disciplina de la legítima, sin perjuicio de mantener algunos
principios. Eso significará darle a la legítima tratamiento autónomo y por obvias
razones sistemáticas regular en su sede los asuntos de que tratan los actuales
artículos 806, 807, 1629 y 1645 del Código, los que deben suprimirse.
De momento está justificado el cambio del artículo 723, que debiera causar retoques
en otros artículos, que no se han tenido en cuenta. Este artículo cumple una función
importantísima, crucial y además poco sabida por la generalidad. Es necesario precisar
y enseñar cómo se calcula la legítima, lo que por cierto está regulado en todas las
legislaciones importantes y sin embargo omite nuestra actual regulación. Por otra
parte, hay contradicción entre el artículo 723 actual, que identifica la legítima con una
parte de la herencia (conjunto de activos y pasivos), y el artículo 725 y ss., que la
identifican solamente a bienes, que son parte de los activos.
En esencia, el texto propuesto destaca por:
1° Una adecuada noción de legítima. Es una porción del valor del acervo patrimonial
del causante que determinados parientes tienen derecho a recibir por herencia, legado
u otro título sucesorio, si no la recibieron como liberalidad en vida del causante. De
este derecho el legitimario solamente puede ser excluido por causa de indignidad, o
por haber sido privado de él, por el testador mediante la llamada desheredación.
Cuestión crucial es que la legítima es un valor que se calcula sobre valores. Es decir,
la legítima no es parte de la herencia propiamente dicha (unidad patrimonial de activos
y pasivos que el muerto deja al fallecer), ni parte de bienes (solo activos) como
insinúan el artículo 725 y siguientes. Y, por ende, no es preciso que se pague en
especies ni con bienes componentes del caudal hereditario, pues de hecho puede ser
pagada en dinero extrahereditario por un colegitimario, de donde se deriva que el
legitimario no necesariamente llega a recibir la legítima a título de heredero. Menos
aún heredero forzoso, como si no pudieran ser nombrados herederos otros distintos de
los legitimarios cuando estos ya han cobrado toda la legítima (con donaciones con
efecto de anticipo o con legados), lo que en efecto permite el actual artículo 806,
obligando así a una interpretación sensata y no literal del actual artículo 737.
Esto último es muy importante, pues una aplicación de los actuales artículos 1629 y
1645, sobre reducción de donaciones, en concordancia con la norma (inconveniente)
de imprescriptibilidad del derecho de petición hereditaria, ahora permite afectar los
derechos de quienes hubieran adquirido a título de liberalidad.
En suma: este artículo cumple una función importantísima, crucial y además poco
sabida por la generalidad. Es necesario precisar y enseñar cómo se calcula la legítima,
lo que por cierto está regulado en todas las legislaciones importantes y sin embargo
omite nuestra actual regulación. Por otra parte, será necesario hacer otros cambios
para contradicción entre el artículo 723 actual, que identifica la legítima con una parte
de la herencia (conjunto de activos y pasivos), y el artículo 725 y ss., que la identifican
solamente a bienes, que son parte de los activos.
La legítima de cada uno de los herederos forzosos es una cuota igual a la que les
corresponde en la sucesión intestada, cuyas disposiciones rigen, asimismo, su
concurrencia, participación o exclusión.
En cambio, es una lástima que no se haya considerado ningún cambio a otras dos
normas sobre albaceas.
La primera es la del artículo 780, que regula la pluralidad de albaceas acerca de lo cual
hay que establecer que:
1. Cuando hay varios albaceas nombrados para que ejerzan el cargo conjuntamente,
actuarán de consuno, salvo que por unanimidad autoricen a uno de ellos para celebrar,
individualmente, actos jurídicos determinados o esporádicos.
Con unas disposiciones como las citadas se cubrirían vacíos de la actual legislación
que causan frecuentes problemas y se evitaría tener que recurrir al nombramiento
judicial de albacea dativo.
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* Miembro de número de la Academia Peruana de Derecho. Socio del Estudio Rodrigo,
Elías & Medrano.