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TEMA RELEVANTE
MARCO NORMATIVO
• Constitución: art. 5.
Introducción
El modelo legal de la familia peruana ha sufrido una seria transformación por los
diversos cambios sociales que lo han afectado como la inclusión social y laboral de la
mujer, el alto grado de incidencia del divorcio, las migraciones hacia las ciudades,
factores señalados por el Tribunal Constitucional; lo que ha significado un cambio en la
estructura de la familia tradicional nuclear, conformada alrededor de la figura del pater
familias. Consecuencia de ello, es que se han generado familias con estructuras
distintas a la tradicional, como son las surgidas de las uniones de hecho, las
monoparentales o las familias reconstituidas (Exp. N° 06572-2006-PA/TC, del 6 de
noviembre de 2007).
La familia no tiene un concepto universal debido a que cada uno de los Estados tiene
su propio modelo que responde a sus valores sociales; por ejemplo, para regular la
unión de hecho peruana, el legislador optó por la teoría abstencionista de origen
napoleónica. De tal manera, que no contempló ni su constitución ni su desarrollo, sino
su reconocimiento notarial o judicial para que genere determinados efectos personales
y patrimoniales.
Como observamos se nota una evidente crisis del matrimonio, lo que provoca el
incremento de las uniones de hecho y de las familias monoparentales.
La mayoría de los convivientes no contraen nupcias, pese a conocer las ventajas del
matrimonio porque no quieren comprometerse a cumplir las obligaciones
matrimoniales. Como diría un famoso experto, Pedro Juan Viladrich en su obra Agonía
del matrimonio legal: La crisis del matrimonio, por consiguiente, esconde siempre
debajo aquella otra pregunta global. Pues bien, ¿cuál debe ser la fórmula óptima?
En el mundo jurídico existen una serie de teorías que se aplican a la regulación jurídica
de las uniones de hecho, como la teoría sancionadora, la teoría abstencionista, la
teoría de la apariencia matrimonial, y la teoría de la equiparación matrimonial, entre
otras. Históricamente, hemos transitado desde considerar a la unión de hecho como
una relación inmoral y que incluso atentaba contra el orden público y las buenas
costumbres hasta aceptarla como una relación equiparable al matrimonio, en la
medida que cumpliera con los requisitos legales establecidos por la ley.
Nos parece acertada la clasificación que realiza Cornejo ya que describe la realidad
sobre las uniones de hecho. De esos cuatro casos, es reconocible el caso de
concubinato stricto sensu porque la pareja no tiene impedimento para casarse. Esto se
debe a la adopción de la teoría de la apariencia del estado matrimonial; es decir el
Estado solo reconocerá a la unión de hecho que sea un remedo del matrimonio.
Dentro de la clasificación de las uniones de hecho que no cumplen con los requisitos
legales, podemos considerar el caso de la convivencia simultánea o paralela. Estas
situaciones suelen ocurrir cuando el miembro de la unión de hecho vive un periodo de
tiempo en su lugar de trabajo y otro en su domicilio. El tema de fondo es que hay que
proteger al conviviente de buena fe que ignora la doble vida que lleva su compañero o
compañera y en caso que se produzca la extinción, ya sea por muerte o decisión
unilateral o mutuo acuerdo, el conviviente perjudicado pueda reclamar sus derechos
patrimoniales y efectos personales que le corresponden.
Pero debido al incremento de las uniones de hecho paralelas en nuestro país, el Pleno
Jurisdiccional Distrital de Familia del año judicial 2013 abordó el tema de las uniones
de hecho simultáneas. La interrogante consistía: “si dos o más personas solicitan
judicialmente el reconocimiento de uniones de hecho simultáneas o paralelas con la
misma persona del sexo opuesto, ¿a cuál de ellas debe reconocerse dicha situación
jurídica? Obtuvo mayor votación la segunda ponencia que estableció que tratándose
de uniones de hecho simultáneas o paralelas con una persona del sexo opuesto, si
bien en aquellos casos se encuentra ausente el elemento de la singularidad; se debe
reconocer la unión de hecho de la accionante que actuó conforme al principio de la
buena fe.
Pero cuando nos referimos a la buena fe, esto significa que el conviviente perjudicado
no tenía conocimiento de la otra persona, que ha sido engañada con la doble vida que
llevaba su pareja e ignoraba que en su ausencia ha formado una familia paralela. Pero
debemos recordar que la buena fe se presume y lo que se demuestra es la mala fe. En
principio tendríamos que presumir que ambos o ambas convivientes actuaron de
buena fe y demostrar que una de ellas o ellos sí conocía de la otra relación paralela.
El legislador peruano optó por reconocer solo del régimen patrimonial del matrimonio,
la disolución y liquidación del régimen de la sociedad de gananciales, con la finalidad
de no establecer una equiparación de la unión de hecho con el matrimonio.
El patrimonio de la unión de hecho está conformado por los bienes propios y bienes
sociales de cada conviviente, incluidas las deudas, las cargas y el menaje del hogar. El
patrimonio de la sociedad concubinaria es patrimonio autónomo, en razón de que los
convivientes tienen derechos o intereses comunes respecto de los bienes sin constituir
una persona jurídica; es decir, los convivientes no ejercen derechos de copropietarios
sobre dicho patrimonio.
Una limitación que establece el artículo 326 del Código Civil para la aplicación del
régimen de la sociedad de gananciales es la referida a la determinación de qué
normas son aplicables para la unión de hecho; por ello textualmente incorpora esta
frase: “en lo que fuera aplicable”. Esto significa que no se aplicarán íntegramente todas
las disposiciones de dicho régimen. Por ejemplo, el conviviente no posee las siguientes
facultades del régimen de la sociedad de gananciales, cuando los bienes se
encuentran en una situación de comunidad de bienes:
Los convivientes carecen del derecho a elección o sustitución del régimen patrimonial
porque los legisladores del Código Civil escogieron como régimen forzoso para la
unión de hecho, la sociedad de gananciales, en aras de proteger a la parte más débil
de la relación de convivientes.
El medio que tienen los convivientes para dar a conocer a los terceros la existencia de
la unión de hecho es hacer que el juez ante quien han acreditado su unión notifique
con dicha sentencia a los terceros que ellos indiquen, finalidad que también se
consigue inscribiendo dicha resolución registralmente en las partidas correspondientes
a los bienes comunes (Cas. N°688-95-Lambayeque).
• Los contratos de mutuo con garantía hipotecaria, celebrados por uno de los
convivientes durante el periodo de convivencia, sin consentimiento del otro. Si
se trata de un crédito hipotecario, definitivamente se mantiene vigente si está inscrito.
El artículo 2014 del Código Civil protege al tercero de buena fe que adquiere una
hipoteca bajo la fe del Registro, y una vez inscrito su derecho, este se mantiene,
principio sobre el cual reposa el crédito hipotecario, como impulsor de la actividad
económica (Cas. N° 691-97-Lima). Para la validez de una hipoteca, es necesario que
sea el propietario o la persona autorizada por ley quien constituya dicho gravamen
sobre el bien inmueble; es decir, el conviviente con derecho a gananciales debe
intervenir en la constitución de la garantía hipotecaria o conceder poder para tal efecto
(Cas. Nº 570-97-Ica). Si bien existe una sentencia judicial que reconoce la condición
de convivencia entre las partes, dicha condición no puede ser opuesta al acreedor
hipotecario si a la fecha en la que se constituyó dicho gravamen la declaración aún no
se encontraba inscrita, careciendo de oponibilidad frente a terceros contratantes de
buena fe (Cas. N° 1189-2003-La Libertad).
El inventario debe contar con una relación del activo y pasivo de la sociedad
concubinaria, con importes actualizados del valor de los bienes, así como de las
deudas y cargas, además de los conceptos que han sido pagados por un solo
conviviente y requieren reintegro. Realizado el inventario judicial, se pagan las deudas
personales, así como las deudas sociales en razón de ser asumidas en beneficio de la
sociedad, y también las cargas sociales y después se reintegra a cada conviviente los
bienes propios que quedaren.
El fin de la liquidación de la sociedad de gananciales en la unión de hecho es el poder
distribuir los gananciales adecuadamente y conforme a ley, evitando el enriquecimiento
indebido de parte de uno de los convivientes y el perjuicio de los acreedores de la
pareja de hecho.
VII. Alimentos
En el régimen de sociedad de gananciales, el sostenimiento del hogar se identifica con
el concepto de cargas de la familia y se circunscribe a la actuación de la potestad
doméstica. El sostenimiento del hogar debe considerarse como los gastos comunes y
necesarios para el mantenimiento de la familia, educación, instrucción de los hijos,
habitación, vestido, atención de enfermedades y todos aquellos gastos familiares.
Sin embargo, el derecho de alimentos fijado en el artículo 326 del Código Civil, solo se
ha circunscrito al conviviente abandonado por decisión unilateral del otro; esto significa
que expresamente nuestro ordenamiento legal ha excluido como obligación legal, los
alimentos para los convivientes durante su relación de convivencia.
Si la unión de hecho requiere de apariencia matrimonial para ser reconocida como tal
notarial o judicialmente, una consecuencia de esta situación debería ser que los
convivientes durante la relación convivencial, tengan derecho a alimentos.
Uno de los problemas que planteó el derecho alimentario entre convivientes es hacerlo
efectivo si todavía no existía el reconocimiento judicial de la unión de hecho. El
Acuerdo del Pleno Jurisdiccional de la Corte Suprema N° 8 dispuso que para solicitar
alimentos o indemnización entre convivientes no se requiere la declaración judicial
previa de la unión de hecho, pero esta debe acreditarse dentro del proceso con el
principio de prueba escrita. Este acuerdo permite garantizar el derecho a alimentos al
conviviente abandonado, sin esperar el reconocimiento judicial de la unión de hecho.
Varsi Rospigliosi señala que “el reconocimiento jurídico de una unión de hecho es el
tema medular en la medida que permite a la pareja reclamar sus derechos” (Varsi,
2011, p. 417).
En cuanto a efectos de inscribir la adquisición de un bien por una unión de hecho con
la calidad de social, debe acreditarse ante el Registro el reconocimiento judicial de la
sociedad de bienes, de acuerdo a lo dispuesto por el precedente de observancia
obligatoria del Tribunal Registral (Res. N° 343-98-ORLC/TR, del 30 de setiembre de
1998 y Res. N° 11-2003-SUNARP/TR-L, del 10 de enero de 2003).
Como el estatus jurídico de concubinos no puede ser acreditado con una partida del
Registro de Estado Civil, la única prueba idónea será “la posesión constante del estado
de concubinos”, la que posibilitará la obtención del título de “estado de familia de unión
de hecho” mediante la declaración judicial (Ibídem, p. 232).
El problema central que provoca la desprotección legal del conviviente, que cumple
con los requisitos de ley para ser reconocidos como tal, es la probanza de la posesión
constante de estado convivencial en la declaración judicial de unión de hecho.
La acreditación de la unión de hecho es uno de los aspectos más difíciles de obtener
para su reconocimiento judicial con los consecuentes efectos patrimoniales. La ley
peruana establece el principio de prueba escrita como requisito para la probanza de la
existencia de las uniones de hecho y cualquier medio de prueba deberá tener carácter
complementario y no exclusivo. Se fundamenta esta exigencia en que las constancias
expedidas por la autoridad policial, las testimoniales actuadas, las confesiones, las
partidas de nacimiento o bautizo, las fotografías no constituyen pruebas contundentes
para acreditar un estado que, por su reserva, requiere de otros elementos.
X. Reconocimiento notarial
Pero esto no fue suficiente porque su campo de acción territorial era limitado y se
necesitaba una norma de alcance general que fomentará la formalización de las
uniones de hecho con la debida seguridad jurídica. En este sentido, se aprobó la Ley
Nº 29560 que modificó el artículo 1 de la Ley N° 26662, Ley de Competencia Notarial
en Asuntos No Contenciosos, incorporando el reconocimiento de la unión de hecho
como asunto no contencioso a ser tramitado ante el notario.
A diferencia del Poder Judicial, los convivientes acuden al notario de manera voluntaria
para que este funcionario reconozca la unión de hecho existente que cumple con los
requisitos establecidos en el artículo 326 del Código Civil. Para ello, los convivientes
deben reconocer de forma expresa que conviven no menos de dos años de manera
continua, los cuales se acreditarán con la declaración de dos testigos.
Para cumplir con el requisito de la singularidad, los convivientes deberán declarar que
se encuentran libres de impedimento matrimonial y que ninguno tiene vida en común
con otro varón o mujer, situación que queda corroborada con el Certificado negativo de
unión de hecho, expedido por el registro personal de la oficina registral donde
domicilian los solicitantes. A fin de demostrar la posesión constante de estado de
convivencia se deberá presentar el certificado domiciliario de los solicitantes.
El Tribunal Constitucional estima que el documento idóneo para reclamar una pensión
de sobrevivencia es la Declaración Judicial de Convivencia que acreditaría en los
términos contemplados en el artículo 5 de la Constitución (Exp. N° 01286-2013-PA/TC,
del 5 de setiembre de 2013).
La Ley Nº 29451 adiciona el artículo 84-A al Decreto Ley Nº 19990 para regular el
nuevo régimen especial de jubilación para las sociedades conyugales y las uniones de
hecho. El objetivo de esta Ley es beneficiar a las parejas en edad de jubilación que no
puedan acceder a una pensión del Estado, por no cumplir con el mínimo de años de
aporte en el Sistema Nacional de Pensiones. Los dos convivientes podrán hacerlo
siempre y cuando entre ambos completen veinte años de aportes. La norma otorga el
beneficio de optar por el régimen especial de pensión a las uniones de hecho que
cumplan con acreditar un periodo de convivencia permanente y estable de más de 10
años al momento de la presentación de la solicitud de pensión, estado de convivencia
que deberá ser certificado mediante declaración de la unión de hecho.
En cuanto a la protección legal del conviviente, la tenemos en el Código Procesal Civil,
Código Penal, Código Procesal Penal, Código de Ejecución Penal, Código de Justicia
Militar Policial y la Ley de Protección frente a la Violencia Familiar.
A modo de conclusión
Cuando tocamos este tema, nos estamos refiriendo a la elección y posterior adopción
de parte del legislador de la teoría de la equiparación matrimonial. Un sector
mayoritario de la doctrina está en contra de esta teoría, porque constituye una
promoción de la unión de hecho y un desaliento para contraer matrimonio; establece
un matrimonio de segundo grado; y viola de manera flagrante la libertad individual de
los convivientes al aplicarles forzosamente las reglas del matrimonio.
De todas formas, es una obligación del Estado peruano aprobar una legislación
protectora de la familia no matrimonial. Aplicando el principio de interpretación
dinámica de los derechos humanos, se advierte la necesidad de adecuar la normativa
interna, tanto a las disposiciones de la Constitución de 1993 como al Protocolo de San
Salvador. Esto significa que el reconocimiento de la unión de hecho como familia
requiere de una ley de desarrollo constitucional que regule de manera sistemática e
integral los efectos personales y patrimoniales de la convivencia.
Bibliografía
• Mesa Marrero, C. Las uniones de hecho. Análisis de las relaciones económicas y sus
efectos. Editorial Aranzadi, Navarra, 2002.
• Pérez Ureña, A. Uniones de hecho, estudio práctico de sus efectos civiles. Edisofer,
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• Varsi Rospigliosi, E. Tratado de Derecho de Familia. Tomo II, Gaceta Jurídica, Lima,
2011.
Casación N° 688-95-Lambayeque.
Casación N° 691-97-Lima.
Casación Nº 570-97-Ica.
Casación N° 1620-98-Tacna.
Casación N° 3021-2001-Lima.
Casación N°1086-02-Ica.
Casación N° 1925-2002-Arequipa.
Casación N° 2228-2003-Ucayali.
Casación N° 3650-2009-Piura.
Expediente N° 498-99-AA/TC.
Expediente N° 06572-2006-PA/TC.
Expediente N° 09708-2006-PA/TC.
Expediente N° 04493-2008-PA/TC.
Expediente N° 01286-2013-PA/TC.
Resoluciones de la Sunarp
Resolución N° 343-98-ORLC/TR.
Resolución N° 11-2003-SUNARP/TR-L.
Resolución Nº 088-2011-SUNARP-SA.
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