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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CORDOBA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

ESCUELA DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


CÁTEDRA: ANÁLISIS INSTITUCIONAL DE LA EDUCACIÓN.

“EL ANÁLISIS INSTITUCIONAL EN LA FORMACIÓN DE PEDAGOGOS”

Autores: Garay Lucía, Avila Olga S., Lescano Alicia, Uanini Mónica

Pedagogos con mañana...

La formación en Pedagogía está atravesada por ciertas paradojas que hacen a la

constitución de la identidad profesional de los graduados.

Una de ellas está dada por el mandato de introducir un grado de racionalidad

prescriptiva en procesos ordenados por lógicas ingobernables por parte de los

pedagogos mismos. Se trata de procesos de naturaleza estructural no

modificables desde una posición profesional.

El antes señalado parece ser uno de los factores contradictorios pero

fundamentales que subyacen a este permanente redefinirse, generar nuevos

perfiles, concebir el lugar del pedagogo como un lugar en construcción.

A ello se suma la necesidad de incorporar el futuro como una dimensión

estructurante de los cursos de acción, estrategias y propuestas. Pensarse y

pensar la práctica desde la previsión de las demandas exige la ruptura con

modelos elaborados en función de percepciones del pasado.

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El escenario...

Uno de los escenarios privilegiados en los que el pedagogo desarrolla su trabajo

son las instituciones. Más aún, en la medida en que la vida social se ordena en

una trama de instituciones, las prácticas profesionales se despliegan

necesariamente en ellas o en relación a ellas.

Cualquiera sea el perfil que se elija en las orientaciones de la propia trayectoria,

ésta supone recorridos que transcurren en contextos institucionales que incluyen

relaciones interinstitucionales.

Cabe aquí una referencia al concepto de institución. Las concebimos como

productos históricos cuyo nivel de existencia más universal en el ámbito de una

cultura es de carácter simbólico, y operan a modo de conjunto de pautas

ordenadoras de las prácticas humanas. En el nivel de la singularidad se redefinen

en contextos sociales concretos conformando organizaciones-establecimientos.

En la actualidad, estos escenarios se hallan fuertemente conmovidos. La crisis

que los venía afectando parece hoy desnudarse y mostrar con crudeza su

envergadura. Fuertes transformaciones en las grandes instituciones sociales como

las del trabajo, la familia, el Estado, la comunicación, se hacen presentes en los

espacios cotidianos atravesando los modos de hacer y pensar de los sujetos y sus

prácticas colectivas.

Las relaciones intersubjetivas aparecen resquebrajadas por la pérdida de

encuadres que constituían sus soportes simbólicos. La crisis tiene por definición

una naturaleza estructural, pero es vivida y dramatizada por los sujetos afectando

a las relaciones humanas más elementales.

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De actores y alter-acciones

Ahora bien, si en toda institución estas instancias son relevantes, en aquellas que

contienen procesos educativos, o son en sí mismas instituciones educativas,

adquieren una importancia particular. Y esto es así, porque en el corazón de lo

educativo está el problema de la alteridad, el problema del otro como sujeto

inscripto en el devenir de múltiples procesos sociales que lo afectan y constriñen.

En las instituciones educativas la meta es la formación de los otros, bajo el signo

de la obligatoriedad. La escuela es la única institución de la Modernidad que

congrega a tantos sujetos en espacios colectivos en los que la interacción es

ineludible, y que tiene por objeto la formación misma.

Desde el punto de vista de lo social, esta presencia de los otros plantea en

nuestros tiempos el problema de la democracia que tiene que ver con la

aceptación de las diferencias, la formación del consenso, las decisiones

compartidas, la solidaridad, la representación, la delegación.

En la atomización de las tramas sociales esta ruptura de los soportes hace

retornar la mirada de la sociedad hacia la escuela como uno de los pocos lugares

colectivos. Se convierte en un laboratorio de la democracia.

La formación de pedagogos exige, entonces, incorporar herramientas que le

permitan reconocer estos procesos institucionales, incluirlos, comprenderlos,

analizarlos y posicionarse en el contexto de los mismos.

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De “la imaginación al poder”1 a poder imaginar...

El Análisis Institucional tiene por meta, precisamente, el develamiento o

reconstrucción de los procesos institucionales, incluyendo como supuesto la

naturaleza social, cultural y psíquica de los mismos.

Se distancia de la Pedagogía en la medida en que elude todo carácter

prescriptivo. Comparte a su vez con ella el posicionamiento: su origen mismo no

está ligado a mirar y estudiar las instituciones, sino a intervenir en ellas.

El supuesto político de la transformación constituye una marca de nacimiento.

Supuesto político ligado a la alteridad. Las transformaciones que se propone el

Análisis Institucional tienen por fin permitir emerger a los otros. Su bagaje teórico

y técnico ha sido construido desde este lugar.

Creemos que aquí reside una de sus potencialidades como disciplina periférica a

la educación, capaz de proporcionar herramientas válidas a la redefinición de

prácticas profesionales. Es allí, en el lugar de la práctica del pedagogo donde el

Análisis Institucional muestra sus méritos. A la hora de forjar un modo de pararse

en el marco de los procesos institucionales concretos, es cuando el cuerpo teórico

y técnico del Análisis Institucional constituye un aporte valioso.

Estos aportes se refieren tanto al conocimiento de las instituciones y sus

dinámicas (campo de análisis), como a los elementos de la teoría de la

Intervención y sus diferentes tópicos.

Muchas veces los sujetos en las instituciones tienden a interpretar los conflictos

como cuestiones vinculares, únicamente. La reconstrucción de los procesos

1
Para los jóvenes: esta consigna se pintó en las paredes universitarias durante el célebre Movimiento
del Mayo Francés en 1968. recogió la aspiración estudiantil de romper con mentalidades instituidas y cerradas
que dominaban los claustros.

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sociales e institucionales que los sustentan, permite interpelar aquellas

construcciones de sentido que inmovilizan a los sujetos en los lugares de

víctima/victimario o los suprimen frente al poder absoluto de los determinismos

históricos.

El Análisis Institucional al inscribir el hacer de los sujetos en el seno de esos

procesos posibilita la emergencia de nuevas simbolizaciones que los resitúan en

las instituciones como partícipes y autores de las procesos, dinámicas y tramas

que se gestan y desarrollan en su interior, y como los que a través de su

capacidad imaginante pueden proyectar cambios que tuerzan rumbos poco

deseables para ellos y para las instituciones.

En este sentido, el Análisis Institucional asume una apuesta y compromiso

políticos al proponerse la autonomía institucional a través de la actividad colectiva,

reflexiva y deliberativa de los sujetos, como lo expresa Castioriadis, movilizando

sentidos del poder desde un sentido paralizante hacia otros más fecundos.

Cabe especificar, después de estos señalamientos, que si bien el enfoque del

Análisis Institucional proporciona la perspectiva y los soportes básicos, en esta

dirección se hace necesario potenciar el desarrollo de teorías particulares que

concentren su atención en la Educación, sus procesos y sus organizaciones. En

este orden entendemos que se viene transitando un camino valioso desde

distintos espacios universitarios en el país, cuyos frutos es imperativo capitalizar.

Esta es una tarea que tenemos por delante los equipos dedicados a la temática.

El guión de la Cátedra: Callejear instituciones...

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Nuestra propuesta de trabajo en la Cátedra apunta a las instituciones singulares,

con la meta de producir un conocimiento específico de esa trama y su dinámica.

La naturaleza esquiva y compleja del objeto, las condiciones epistemológicas del

conocimiento de la institución y el propio posicionamiento del Análisis Institucional

como praxis a la que hemos aludido anteriormente, dificultan su formalización en

la enseñanza.

En este sentido, se hace necesario incluir el análisis de la propia relación con la

institución (implicación), de los vaivenes en las demandas y transferencias, del

lugar que se les da a los equipos de alumnos desde los actores institucionales,

etc., como fuentes de un saber centrado en el objeto que no sería posible construir

sin los movimientos en terreno, sin crear campos de interacción (campo de

análisis) entre los estudiantes y las instituciones.

En relación a los fundamentos anteriores, sintetizamos nuestra propuesta

pedagógica en el programa de la materia de la siguiente manera:

“... (situamos) el eje de la asignatura en el trabajo de los alumnos en las

instituciones, fuera de la Universidad, tarea que se lleva a cabo tanto en

instituciones educativas como en otras instituciones sociales”.

El desarrollo de contenidos se articula en tres momentos que constituyen ámbitos

ofrecidos desde la propuesta pedagógica, en el marco de los cuales cada alumno

realiza su propio recorrido cognitivo, resignificando cada una de estas instancias

singularmente en el aprendizaje.

En este sentido nos proponemos sostener la idea de “libertad para el error” sin

interponer cortes evaluativos, pero manteniendo un seguimiento necesario para

contener este proceso y promover un trabajo responsable con las instituciones. Se

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apunta a la necesidad de constituir el error en materia de análisis y reelaboración,

de modo de garantizar al final del cursado una apropiación efectiva de los

instrumentos conceptuales necesarios.

Los tres momentos son:

1) Teórico, con el tratamiento de los principales núcleos en clase.

2) Teórico metodológico y técnico, que abarca la formación en el trabajo en

terreno a través del seguimiento y análisis de las problemáticas detectadas

en las instituciones y de la propia práctica de los grupos de alumnos en el

marco de espacios de consulta y supervisión obligatorias.

3) Empírico: el hacer del alumno en el campo, donde éste juega, él mismo, su

posicionamiento frente a la realidad institucional en la que elige trabajar.

Es menester señalar también que las instituciones educativas tienen una

especificidad que hace que este eje de la materia transcurriendo en las

instituciones propiamente dichas, tenga también el sentido de avanzar en el

conocimiento de estas peculiaridades constitutivas.

Es decir, está presente la idea de investigación y de producción de teoría acerca

de las instituciones educativas y los procesos educativos en otras instituciones.

Una vez llevado a cabo el trabajo, se realiza una devolución del material

analizado, con el señalamiento que según el caso se juzgue pertinente

puntualizar.

De este modo, se busca satisfacer el sentido extensionista de la tarea universitaria

a fin de que el proceso formativo del alumno revierta también en conocimiento de

utilidad para los establecimientos involucrados”.

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En el transcurso de nuestra experiencia, el momento de la devolución ha ido

cobrando relevancia formativa. Cuando las condiciones institucionales lo permiten,

constituye un espacio de constrastación de hipótesis y de experiencia operativa

para los equipos. Tanto para diseñar la devolución, como para llevarla a cabo, se

hace necesario echar mano in situ a la teoría de la intervención institucional y sus

especificidades en las instituciones educativas.

Además, se convierte en una experiencia de autonomía en el terreno de las

prácticas profesionales. Ningún miembro de la Cátedra participa directamente en

terreno, a menos que una situación particular lo amerite. En cambio, se fortalecen

los espacios de análisis y supervisión con los equipos para revisar sus

producciones y discutir estrategias.

Creemos que este aspecto ha demostrado ser positivo a pesar de la incertidumbre

que a veces sienten los estudiantes ante la necesidad de decidir por sí mismos

cuestiones que, por la inmediatez de resolución que exigen, no permiten un aval

previo de la Cátedra.

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