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Imperialismo es una relación entre países —generalmente en forma de un imperio—que se

basa en ideas de superioridad y aplicando prácticas de dominación, que implican la extensión


de la autoridad y el control de un Estado o pueblo sobre otro. También puede ser una doctrina
política que justifica la dominación de un pueblo o Estado sobre otros; habitualmente mediante
distintos tipos de colonización (de poblamiento, de explotación económica, de presencia militar
estratégica) o por la subordinación cultural (aculturación).

Causas de la primera guerra mundial


1- Entre los factores más destacados, que dieron origen a la Primera Guerra
podemos encontrar: El militarismo, desde inicios del siglo XX, el continente
europeo vivía una competencia armamentista, siendo más imponente entre
Gran Bretaña y Alemania. En Rusia y Alemania, los militares adquirían cada
vez más poder involucrándose cada vez más en la política.

2- El imperialismo, a finales del siglo XIX, las enormes potencias de Europa,


invirtieron mucho tiempo y dinero con el fin de controlar regiones de Asia y
África, a fin de hacerse con sus materias primas. Estos actos
desencadenaron conflictos entre países que anhelaban los mismos
territorios.

3- El nacionalismo, grupos étnicos que creían ser naciones independientes,


como por ejemplo los magiares dentro del imperio húngaro-austríaco y los
eslavos.

4- Las alianzas entre varios países para defenderse promovía apoyos


bélicos entre diversas naciones. Esto les permitía fortalecer sus frentes,
multiplicar su armamento bélico y también su cantidad de hombres, que
eran factores importantes para poder competir en la guerra.

La Primera Guerra Mundial


En 1914 estalló la guerra más mortífera habida hasta entonces en Europa.
Las razones de un conflicto bélico de esta magnitud hay que buscarlas en las
rivalidades económicas y coloniales entre las grandes potencias y en los
conflictos y reivindicaciones nacionalistas en el seno del continente. La
Primera Guerra Mundial enfrentó a dos bloques de países: los aliados que
formaban la Triple Entente (Francia, Inglaterra y Rusia, a los que se unieron
entre otros Bélgica, Italia, Portugal, Grecia, Serbia, Rumanía y Japón) y las
potencias centrales de la Tripe Alianza (el Imperio alemán y el Imperio
austrohúngaro, apoyados por Bulgaria y Turquía).
Soldados británicos en la batalla del Somme (1916)

Aunque todo el mundo creyó que sería breve, la Primera Guerra Mundial se
prolongó por espacio de cuatro años (1914-1918). Tras una fase de
estancamiento en que la muerte de centenares de miles de soldados en las
trincheras apenas movió los frentes, en 1917 los Estados Unidos entraron en
la guerra en apoyo del bando aliado, que resultaría a la postre el vencedor.
Las tensiones de la guerra propiciaron en octubre de 1917 el triunfo de la
Revolución Rusa, la primera de las revoluciones socialistas, que se convertiría
en referencia para las organizaciones y partidos de la clase obrera en el siglo
XX. Con la devastación demográfica y económica ocasionada por la Primera
Guerra Mundial se inició el declive de la Europa occidental en favor de nuevas
potencias emergentes: los Estados Unidos, Japón y la URSS.

La Europa de 1914

Como consecuencia de la expansión industrial de las décadas anteriores y


del dominio colonial, en 1914 Europa el centro económico, político y cultural
del mundo. El viejo continente, sin embargo, no era en absoluto un conjunto
homogéneo. Francia, Gran Bretaña y Alemania lideraban casi todas las ramas
de la industria; entre las tres naciones se estableció una feroz competencia
en la que los germánicos comenzaron a destacar. Rusia, el Imperio
austrohúngaro, Turquía y las pequeñas naciones de los Balcanes habían
comenzado a modernizarse, pero todavía la mayor parte de la población de
estos países vivía de la agricultura.

Desde el punto de vista político, Francia y Gran Bretaña gozaban de sistemas


democráticos, mientras que los imperios alemán y austrohúngaro, pese a
fundarse en constituciones liberales, se regían por sistemas más autoritarios.
Rusia, pese a las reformas iniciadas en 1905, era un imperio en el que el Zar
mantenía una autoridad casi absoluta.

La rivalidad económica y las tensiones generadas por las aspiraciones


contrapuestas de los nacionalismos favorecieron a finales del siglo XIX la
configuración y consolidación en Europa de dos grandes alianzas
internacionales fuertemente armadas. Las relaciones políticas
internacionales descansaban desde 1871 en el sistema de alianzas y
equilibrio entre las grandes potencias que había diseñado el canciller Otto von
Bismarck con el objetivo de aislar a su rival, Francia, y colocar a Alemania en
una situación de supremacía en el continente europeo.

Europa en 1914: la Triple Alianza y la Triple Entente

Ya en tiempos de Bismarck, y por iniciativa del estadista alemán, se había


constituido la Triple Alianza (1882), que agrupaba a los llamados Imperios
Centrales (El Imperio alemán y el Imperio austrohúngaro) y al reino de Italia,
que no obstante se uniría al bando contrario tras iniciarse las hostilidades. El
ascenso al trono de Guillermo II, que destituyó de Bismarck (1890), intensificó
el expansionismo económico del Imperio alemán. La respuesta al peligro
potencial que suponía la Triple Alianza fue la Triple Entente: lentamente
gestada y negociada entre 1894 y 1907, consiguió reunir los intereses
comunes de Francia, el Reino Unido y el Imperio ruso.
Causas de la Primera Guerra Mundial

Las causas profundas de la Primera Guerra Mundial se sitúan tanto en el


orden económico como en el político, y pueden reducirse al antagonismo
económico y colonial entre las principales potencias industriales (Francia e
Inglaterra por un lado y Alemania por otro) y a la exacerbación de los
conflictos territoriales de signo nacionalista.

La unificación de Alemania en 1871 había convertido a esta nación en una


gran potencia que amenazaba directamente los intereses económicos de
Francia y del Reino Unido. La fuerte competencia por la búsqueda de nuevos
mercados y materias primas ya había provocado tensiones y enfrentamientos
por la pretensión alemana de extender su imperio colonial, la cual chocaba
con el reparto diseñado por sus rivales. Gran Bretaña y Francia tenían
numerosas posesiones en todo el mundo, e incluso algunas naciones
pequeñas o pobres, como Bélgica y Portugal, dominaban zonas más extensas
que sus propios estados. Los Imperios Centrales, en cambio, habían llegado
tarde al reparto colonial. El Imperio austrohúngaro carecía de colonias, y
Alemania únicamente había conseguido, después de muchas tensiones,
cuatro territorios africanos sin riquezas ni demasiadas posibilidades
económicas (Togo, Camerún, el desierto de Namibia y la actual Tanzania).

Este componente económico hizo que, al estallar el conflicto, las


organizaciones obreras denunciasen la situación como una guerra de
intereses propia del capitalismo y rechazasen la participación en la contienda
bélica. Los líderes socialistas de algunos países, como el francés Jean Jaurès,
se pronunciaron inequívocamente contra un conflicto que calificaban de
imperialista. Pero la división de los socialistas europeos y el asesinato de
Jaurès desmoralizó la oposición pacifista, y el sentimiento nacionalista acabó
por imponerse incluso entre los obreros, que ingresarían sin reticencias en
los respectivos ejércitos.
Soldados franceses entonan La Marsellesa antes de partir hacia el frente (París, agosto de 1914)

En el plano político, la penetración del ideario nacionalista en buena parte


del cuerpo social de los distintos pueblos y países contribuyó a crear un clima
de belicosidad. La Revolución francesa había introducido como principio el
derecho de los pueblos que compartían un origen y lengua comunes a
constituirse en naciones soberanas. Algunos movimientos nacionalistas
llegaron a colmar parcial o totalmente sus aspiraciones a lo largo del siglo
XIX (independencia de los Países Bajos en 1830, unificación de Italia en
1861, unificación de Alemania en 1871); pero, a principios de siglo XX, la
mayor parte de las reivindicaciones nacionalistas seguían sin satisfacerse.

Exaltando la grandeza y la gloria de la propia nación frente a las otras, el


nacionalismo proclamaba la necesidad de una unión sin reservas de todos los
ciudadanos contra el enemigo exterior común; tal doctrina, que allanaba
desigualdades sociales y discrepancias políticas o culpaba al vecino de los
problemas económicos, convenía a las clases dirigentes, y se vio fomentada
en la escuela, en el servicio militar o mediante celebraciones patrióticas;
incluso en la prensa, principal medio de comunicación de la época, se
denigraba sin pudor al enemigo. El fuerte espíritu patriótico presente en los
discursos políticos eclipsó los argumentos planteados por los líderes
socialistas y obreros. Así, las reivindicaciones territoriales formuladas por
ejemplo por el nacionalismo francés (devolución de Alsacia y Lorena, en
poder de Alemania) y por el nacionalismo italiano (incorporación de las
regiones del norte de Italia, en poder del Imperio austrohúngaro) cuajaron
en los ciudadanos hasta hacer sentir esas regiones como territorios
«irredentos» que debían ser liberados e incorporados a la nación.

Voluntarios en una oficina de reclutamiento británica

En la Europa central y oriental y particularmente en los Balcanes, por otro


lado, diversas minorías reclamaban su derecho a formar un Estado propio,
mientras países como Serbia y Bulgaria se consideraban legitimados para
una ampliación de fronteras que acogiese a todos los miembros de la patria;
todo ello chocaba con los intereses de los imperios colindantes, es decir, el
Imperio austrohúngaro y el Imperio turco. Las reivindicaciones de los pueblos
eslavos eran defendidas por Rusia, que a su vez perseguía una salida al
Mediterráneo que mejorase su posición geoestratégica.

En este complejo panorama, la recuperación de territorios históricos por


naciones consolidadas y el afán independentista de los pueblos sin Estado
convivía con aspiraciones transnacionales. Diversas corrientes de
pensamiento alimentaban el deseo de conseguir, más allá de las propias
fronteras, la unificación de los pueblos de origen común; las más importantes
eran el pangermanismo alemán, que pretendía agrupar en un gran imperio
todos los pueblos de origen germánico, y el paneslavismo serbio, que proponía
la unión bajo un mismo Estado de los pueblos eslavos.
El detonante: el atentado de Sarajevo
La Primera Guerra Mundial vino precedida por diversos conflictos locales que
pusieron a prueba las alianzas internacionales y no hacían sino presagiar un
enfrentamiento a gran escala que cualquier chispa podía encender.
Perfectamente conscientes de ello, muchas naciones habían venido
realizando fuertes inversiones en el fortalecimiento y modernización de sus
ejércitos, dotándolos de una potencia formidable con finalidades
teóricamente defensivas; la escalada armamentista alcanzó tal nivel que el
periodo comprendido entre 1871 y 1914 es llamado «La paz armada». Las
fricciones por cuestiones coloniales dieron pronto lugar a diversas crisis,
entre las que destacan las causadas por el dominio de Marruecos (1905 y
1911), resueltas ambas en perjuicio de Alemania y en favor de los franceses,
que contaban con el apoyo de Inglaterra.

El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria desencadenó la Primera Guerra Mundial

Otro constante foco de tensiones era la zona de los Balcanes, encrucijada de


etnias diversas y objeto de interés de distintos países. Para el Imperio
austrohúngaro, que carecía de colonias y de una fácil salida al mar, los
Balcanes constituían uno de los mercados más importantes; por este motivo
rechazaba la aspiración de Serbia de unificar todos los pueblos eslavos
meridionales en un solo país. El Imperio otomano, que durante siglos había
controlado la zona, quería conservar su prestigio e influencia en la misma; el
Imperio ruso, como ya se ha indicado, necesitaba conseguir una salida al
Mediterráneo, y por ello se erigió en defensora de los pueblos eslavos. Todos
estos agentes e intereses se enfrentaron en la Guerra de los Balcanes (1912-
1913), que apenas llegó a resolver nada; en 1914, la zona seguía siendo un
polvorín.

En una situación tan conflictiva como aquélla, un enfrentamiento entre dos


países que, en otras circunstancias, habría quedado aislado o se habría
superado por medio de negociaciones, dio pie al estallido de la guerra más
sangrienta conocida hasta entonces. El 28 de junio de 1914, el asesinato en
Sarajevo del heredero de la corona austrohúngara, el archiduque Francisco
Fernando de Austria, fue la chispa que desencadenó el conflicto. El autor material
del asesinato fue un estudiante bosnio vinculado a la sociedad secreta La
Mano Negra, una organización nacionalista radical de la que formaban parte
oficiales del servicio secreto serbio y que estaba en contacto con los jóvenes
activistas bosnios.
Desarrollo y fases de la Primera Guerra Mundial
El atentado provocó la indignada protesta del gobierno austrohúngaro, que
por medio de un duro ultimátum amenazó a Serbia con la guerra si no atendía
sus exigencias de tomar medidas inmediatas contra los nacionalistas
radicales serbios. La negativa serbia condujo a una declaración de guerra y
puso en marcha el sistema de alianzas: sucesivamente se implicaron Rusia,
Alemania, Francia e Inglaterra. Recibida con cierto entusiasmo entre la
población de los países contendientes, comenzaba la «Gran Guerra», así
llamada por aquel entonces; tras la nueva conflagración que asoló Europa
entre 1939 y 1945, ambos conflictos serían bautizados con ordinales:
«Primera Guerra Mundial» (1914-1918) y «Segunda Guerra Mundial» (1939-
1945).
Los contendientes de la Primera Guerra Mundial

Las fuerzas de los dos bloques enfrentados eran bastante equilibradas. La


superioridad naval y numérica de la Triple Entente (Francia, Inglaterra y
Rusia) era compensada, en los Imperios Centrales, por la capacidad de
movilización y un potencial bélico mayor. El Imperio alemán y el
austrohúngaro carecían de grandes dominios coloniales, pero formaban un
bloque territorial compacto y coordinado.

Con la idea de derrotar a Francia antes de que pudiese recibir la ayuda de


Inglaterra y de que una ofensiva de Rusia los obligase a combatir en dos
frentes, los alemanes aplicaron de inmediato el plan Schlieffen, concebido
años atrás por el anterior jefe del Estado Mayor alemán, el mariscal Alfred von
Schlieffen. Este plan de ataque preveía un vasto movimiento de las fuerzas
alemanas que, en seis semanas, habían de penetrar en Francia pasando por
Bélgica, eludiendo así las tropas y fortificaciones fronterizas francesas.
El espejismo de una guerra rápida (1914)
Bajo la dirección del general Helmuth von Moltke, el ejército alemán venció
la resistencia belga, atravesó el país y en pocos días se adentró en territorio
francés, pero el embate germánico fue frenado alrededor del eje constituido
por el río Marne. Las fuerzas francesas, dirigidas por el general Ferdinand Foch,
resistieron el avance alemán, pero carecieron a su vez del poderío militar
suficiente para forzar su retirada; con todo, al disipar la posibilidad de una
rápida ofensiva que llevase a los alemanes a las puertas de París, la batalla
del Marne (6-9 de septiembre de 1914) resultó decisiva; representó
asimismo un triunfo moral para los franceses y marcó el curso ulterior de la
guerra.

Nuevas batallas y combates entablados desde el río Marne hasta el Atlántico


tuvieron un desenlace similar; el frente occidental se estabilizó y, a principios
de 1915, ambos bandos se encontraban atrincherados en una línea de
ochocientos kilómetros que se extendía desde Suiza hasta la ciudad belga de
Ostende, en la costa del Mar del Norte. Prácticamente no cambiaría hasta la
primavera de 1918.

Desarrollo de la Primera Guerra Mundial

En el frente oriental, Alemania hubo de responder a la ofensiva lanzada por


Rusia. Mal entrenadas y poco coordinadas, las tropas rusas fueron vencidas
por las alemanas, comandadas por los generales Paul von Hindenburg y Erich
Ludendorff, en la batalla de Tannenberg (26-30 de agosto de 1914). Los rusos
sufrieron numerosísimas bajas, pero su acción posibilitó el éxito de Francia
en el frente occidental, ya que obligaron al general alemán Helmuth von
Moltke a trasladar diversas divisiones del frente occidental al oriental para
frenar la ofensiva rusa. La ausencia de estas divisiones fue decisiva para
inclinar la batalla del Marne en favor de los franceses.

Pese a la derrota frente a los alemanes, el Imperio ruso obtuvo algunas


victorias sobre los austriacos; pero, aunque no tan firmemente como el
occidental, el frente oriental quedó también estabilizado en una línea que se
extendía desde el mar Báltico a los Montes Cárpatos. A finales de 1914,
estaba claro que la guerra sería larga. Ante los exiguos resultados
conseguidos por la llamada «guerra de movimientos» de 1914 (rápidas
movilizaciones de grandes contingentes para aplastar al enemigo), los
estados mayores se prepararon para la «guerra de posiciones», es decir,
para una agotadora guerra de desgaste que se prolongaría casi hasta el final
de la contienda.

La guerra de trincheras (1915-1916)

A principios de 1915, ambos bandos construyeron complejas líneas de


trincheras que serpentearon por los cientos de kilómetros del frente. La
fortificación alcanzaría tal grado de virtuosismo que ninguno de los
contendientes lograría una penetración decisiva. Al quedar protegidos los
soldados del alcance de las ametralladores enemigas, la capacidad
armamentística (morteros, lanzagranadas, lanzallamas) y muy
especialmente la artillería pesada se transformó en dueña y señora del
campo de batalla. La industria siderometalúrgica se puso al servicio de las
necesidades militares y produjo masivamente cañones, morteros y obuses.
El consumo de municiones en los primeros meses de la guerra rebasó
largamente las previsiones, y la cuestión del aprovisionamiento acabó
trasformándose en un asunto esencial, que obligó a modernizar y planificar
la producción y a utilizar mano de obra femenina.

Mujeres trabajando en una fábrica de obuses

Ciertamente, la única arma eficaz contra las trincheras era la artillería, pero
ni siquiera los bombardeos de saturación podían garantizar una ruptura del
frente, ya que eran contrarrestados por la mayor eficacia de las medidas de
protección personal y la complejidad de la red defensiva, que incluía el
escalonamiento en profundidad de las fuerzas de reserva. Sin embargo,
mientras los frentes se mantenían incólumes, las trincheras registraban
espantosas carnicerías. Después de cada batida de la artillería, el terreno
quedaba arrasado, cubierto de hombres destrozados o mutilados. Las
trincheras se convirtieron en un infierno porque, además, las condiciones
higiénicas eran deplorables; el abastecimiento, insuficiente; y la tensión,
insoportable. El uso intensivo de armas como los gases letales obligó además
a los soldados a luchar con unas máscaras que reducían la visibilidad e
intensificaban su angustia.

Ante esa situación de estancamiento, durante el año 1916 alemanes y


franceses intentaron romper el frente concentrando los esfuerzos bélicos en
un solo punto. Tal era el objetivo de la gran ofensiva alemana sobre la ciudad
de Verdún, planeada por el jefe del Estado Mayor, Erich von Falkenhayn. Iniciado
el 21 de febrero de 1916, el ataque topó con la tenaz resistencia de los
franceses, que, bajo las órdenes del general Henri Philippe Pétain, frenaron el
avance sobre la ciudad y recuperaron, ya en noviembre del mismo año, las
escasas plazas que había llegado a ocupar el enemigo. La ofensiva aliada
sobre la región del río Somme, planeada por el mariscal francés Joseph Joffre y
el general británico sir Douglas Haig, tuvo el mismo carácter masivo; iniciada
el 1 de julio de 1916, concluyó sin éxito a mediados de noviembre del mismo
año. Ambas campañas costaron centenares de miles de vidas y sólo movieron
los frentes unos pocos centenares de metros.

Soldados aliados con máscaras antigás (Ypres, Bélgica, 1917)

La guerra en el mar tuvo su episodio central en la batalla de Jutlandia (31 de


mayo de 1916), en la que se enfrentaron la armada británica y la alemana,
comandadas respectivamente por los almirantes John Jellicoe y Reinhard Scheer.
Aunque la «Gran Flota» de Jellicoe sufrió pérdidas superiores, el resultado
favoreció a los ingleses: la escuadra alemana no pudo romper el cerco
establecido por los aliados, de modo que su campo de acción quedaría
reducido al Mar del Norte durante toda la guerra. La excepción fueron,
obviamente, los submarinos, que antes y después de Jutlandia
obstaculizaron el aprovisionamiento por vía marítima de Gran Bretaña
hundiendo los barcos británicos o aliados que se acercaban a la isla. En mayo
de 1915, el hundimiento del trasatlántico de pasajeros Lusitania, que había
zarpado de Nueva York, provocó una airada reacción estadounidense, y el
alto mando alemán hubo de aceptar restricciones a la guerra submarina. Pero
en febrero de 1917, los alemanes anunciaron la extensión del bloqueo a todas
las embarcaciones sin importar su pabellón, decisión que pondría fin a la
neutralidad de los Estados Unidos.
La intervención estadounidense y el final de la guerra (1917-1918)
Durante el año 1917, la población civil de muchas naciones en conflicto llegó
a una situación límite: a las dificultades para la mera subsistencia había que
sumar los trastornos familiares por la pérdida o ausencia de los miembros
más jóvenes y el agotamiento psicológico. Hubo intentos de amotinamiento
en las guarniciones, que fueron severamente reprimidos, y también huelgas
de protesta por la escasez de productos de primera necesidad.

La aceptación más o menos entusiasta que gran parte de la población de los


países contendientes había manifestado al inicio de la guerra se había
convertido en un rechazo frontal a su continuación, sobre todo en las grandes
ciudades industriales de Alemania. También era especialmente crítica la
situación en el Imperio austrohúngaro, donde el desabastecimiento y la falta
de productos básicos se agudizaban día a día. Por otra parte, después de la
división y dispersión iniciales, y a la vista del inmenso matadero en que se
habían convertido los frentes, el movimiento obrero internacional se
pronunció abiertamente contra la guerra, y los socialistas de cada Estado
comenzaron a adoptar posiciones críticas radicales.

El presidente Wilson solicita la declaración de guerra


al Congreso estadounidense (2 de abril de 1917)

En octubre de 1917 triunfó en Rusia la revolución dirigida por Lenin y los


bolcheviques, que se hicieron con el poder; el agotamiento de la población y
la promesa de poner fin a la guerra favorecieron el éxito revolucionario.
Para Lenin, que siempre había tachado el conflicto de «conflagración
burguesa, imperialista y dinástica» y de traidores a los socialdemócratas
europeos que la habían apoyado, la paz era prioritaria e imprescindible para
poder organizar el nuevo Estado surgido de la revolución; de ahí que se
apresurase a firmar un armisticio y a acordar la paz con los Imperios
Centrales (tratado de Brest-Litovsk, 3 de marzo de 1918), aun a cambio de
importantes concesiones territoriales.
Pero el acontecimiento clave de aquel año fue la entrada de los Estados
Unidos en la guerra (6 de abril de 1917). El motivo oficial fue la decisión
alemana de suprimir las restricciones a la guerra submarina; en adelante
atacarían a todos los buques (militares o civiles, aliados o neutrales) para
sostener el bloqueo marítimo contra Inglaterra. También se dio difusión a un
mensaje enviado por el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Arthur
Zimmermann, a su embajador en México: el llamado «Telegrama
Zimmermann», interceptado por los servicios secretos británicos, reveló el
propósito del Imperio alemán de incitar a México a declarar la guerra a los
Estados Unidos, brindando al país vecino ayuda militar y financiera para
recuperar los territorios perdidos en la Guerra Mexicano-Estadounidense de
1846. El motivo de fondo, sin embargo, era el temor a no recuperar los
créditos concedidos a Gran Bretaña y Francia en caso de que ganasen los
Imperios Centrales.

El apoyo de Estados Unidos a Francia e Inglaterra decidió el desenlace de la


guerra. En pocos meses desembarcaron en Francia más de un millón de
soldados y un gran número de tanques, aviones, camiones y piezas de
artillería; con el respaldo de la llamada Fuerza Expedicionaria
Estadounidense, comandada por el general John Pershing, la superioridad
bélica de los aliados se hizo abrumadora.

Campesinos franceses saludan a soldados americanos (Brieulles-sur-Bar, 1918)

En otoño de 1918, tal superioridad comenzó a dar resultados concretos; a


principios de noviembre, tras la destrucción de las líneas austriacas en la
batalla de Vittorio Veneto, el Imperio austrohúngaro aceptó el armisticio. En
el frente occidental, un último intento alemán de avanzar sobre el Marne fue
desbaratado en la batalla de Château-Thierry (4 de junio de 1918); en
septiembre, la contraofensiva aliada había obligado a los alemanes a
retroceder hasta la Línea Hindenburg, que sería aniquilada a primeros de
noviembre. En Alemania, una insurrección socialista se propagó de Baviera
a Berlín, donde un gobierno provisional proclamó la República y obligó al
emperador Guillermo II a abdicar y a exiliarse en los Países Bajos. El 11 de
noviembre de 1918, Alemania firmaba el armisticio.

Consecuencias de la Primera Guerra Mundial


Las consecuencias más evidentes de la Primera Guerra Mundial fueron las
que derivaron de los diversos tratados de paz, que modificaron
profundamente el mapa de Europa. Contra lo que pueda sugerir su nombre,
la Conferencia de Paz de París fue una mera negociación entre los dirigentes
de los países vencedores: el presidente norteamericano Woodrow Wilson, el
primer ministro británico David Lloyd George, su homólogo francés Georges
Clemenceau y el jefe del gobierno italiano, Vittorio Emanuele Orlando. Ningún
representante de Alemania participó en la conferencia, de modo que la razón
asistía a quienes calificaron de «diktat» (imposición) el tratado de Versalles,
firmado el 29 de junio de 1919, tras casi seis meses de conversaciones.

Aunque se partió de los bienintencionados catorce puntos propuestos por el


presidente norteamericano Woodrow Wilson, las condiciones impuestas a los
vencidos fueron muy duras, y, especialmente por parte de Francia, no hubo
ninguna voluntad conciliatoria. El tratado de Versalles declaraba a Alemania
única culpable de la guerra y supuso para el antiguo Imperio alemán la
pérdida de todas sus colonias y también de numerosos territorios, que
pasaron a manos de los viejos y nuevos países limítrofes (Francia, Bélgica,
Dinamarca, Checoslovaquia, Polonia). El tratado establecía asimismo la
desmilitarización general del país (prohibiendo a Alemania fabricar
armamento, barcos y aviones de guerra y tener más de cien mil soldados) y
la obligación de pagar reparaciones de guerra, tasadas en 132.000 millones
de marcos oro, a las potencias vencedoras.

David Lloyd, Vittorio Orlando, Georges Clemenceau y


Woodrow Wilson en la Conferencia de Paz de París (1919)

A excepción de las fronterizas, muchas de estas disposiciones no llegaron a


cumplirse; para Alemania, sin embargo, supusieron una humillación que
penetró profundamente en su tejido social y alimentó un sentimiento
revanchista que había de constituir una de las causas de la Segunda Guerra
Mundial. Los tratados de Saint-Germain-en-Laye (10 de septiembre de 1919)
y de Trianon (4 de junio de 1920), por su parte, supusieron el
desmantelamiento del Imperio austrohúngaro, del que surgieron Austria,
Hungría, Checoslovaquia y la futura Yugoslavia. Austria y Hungría quedaron
reducidas a la tercera parte de la superficie que tenían antes de la guerra, y
sin salida al mar; además, se prohibió explícitamente a Austria cualquier
unión con Alemania.

Las consecuencias alcanzaron también, por supuesto, a los países europeos


vencedores, que vieron igualmente diezmada su población y destruidos sus
campos, fábricas y ciudades, y quedaron, en suma, tan arruinados como los
vencidos. Financiar la guerra había ultrapasado en mucho los ingresos de los
países contendientes, que hubieron de recurrir a préstamos y a emisiones
masivas de billetes, lo cual incrementó la deuda interna y externa y disparó
la inflación; el proceso inflacionario afectó especialmente a las clases medias
y bajas, pues los sueldos no subieron al mismo ritmo que los precios,
causando el empobrecimiento general de la población. La incorporación de la
mujer al mundo laboral, forzada por las necesidades bélicas, fue uno de los
escasos aspectos positivos; se reconoció su papel en la sociedad y, en
muchos países, se aprobó el sufragio femenino.

La ciudad belga de Ypres, reducida a escombros tras la batalla


En el plano geopolítico, los Estados Unidos, sobre todo, y también el Japón,
fueron los principales beneficiados del desarrollo y desenlace de la Primera
Guerra Mundial. Mientras duraron las hostilidades exportaron alimentos y
material bélico a Europa, y una vez finalizada la contienda prestaron los
capitales necesarios para la reconstrucción. Al no haber padecido en su
propio territorio la devastación de la guerra, ambos países quedaron en
óptima posición para erigirse en nuevas potencias mundiales; a ellos se
sumaría muy pronto, tras la acelerada industrialización que impuso Stalin, la
Unión Soviética.
En el terreno político, la Primera Guerra Mundial culminó el proceso de
liquidación del absolutismo monárquico iniciado en la Revolución Francesa. Los
antiguos imperios (el alemán, el austrohúngaro, el otomano) fueron
sustituidos por repúblicas democráticas; pero este avance quedaría
desvirtuado por la crisis que iba a experimentar el sistema liberal y por la
evidencia de que, lejos de resolver los conflictos de fondo, la guerra
únicamente había acentuado las ambiciones y el revanchismo de vencedores
y vencidos, dejando en la inoperancia iniciativas como la flamante Sociedad
de Naciones (1919), auspiciada por los Estados Unidos. La vieja Europa, con
sus imperios coloniales, salió adelante, pero sólo para enzarzarse, tras el
«crack» de 1929 y el auge de los nuevos totalitarismos (fascismo y
comunismo), en una nueva conflagración, la Segunda Guerra Mundial(1939-
1945), en la que perdería definitivamente la hegemonía mundial que había
ostentado en los últimos cincos siglos.

BLOQUES
La Triple AlianzaSe formó en 1882 promovida por el canciller alemán Bismarck. Estuvo
constituida por Alemania, Austria-Hungría e Italia. Sin embargo esta última no cumplió sus
compromisos cuando estalló la guerra y en principio se mantuvo neutral hasta intervenir
más tarde como miembro del bando contrario. A lo largo del conflicto nuevas potencias
se adhirieron a este bloque: Turquía (octubre de 1914) y Bulgaria (octubre de 1915).

La Triple Entente
Se creó en 1907 y sus integrantes fueron Francia, Gran Bretaña y Rusia, a las que
se añadió más tarde Serbia. Se conoce también con el nombre de los “aliados”.
Los precedentes de esta liga hay que buscarlos en la “Entente Cordiale” de
Francia y Reino Unido, instituida en 1904. Durante el conflicto se incorporaron
Bélgica (atacada por Alemania); Japón (agosto de 1914) aspirante a arrebatar a
Alemania sus colonias del Pacífico y sustituir su papel de potencia imperialista en
China; Italia (mayo de 1915); Rumanía (junio de 1916), Portugal (marzo de 1916);
Estados Unidos (abril de 1917); Grecia (junio de 1917); también fue el caso de
China y varios estados latinoamericanos.

10 CARACTERÍSTICAS DE LA

PRIMERA GUERRA MUNDIAL


Te explicamos qué fue la Primera Guerra Mundial y cuáles fueron
sus características principales. Además, las fechas, causas y
consecuencias.

La Gran Guerra tuvo lugar desde 1914 hasta 1918.

¿Qué fue la Primera Guerra Mundial?

La Primera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra, fue un


conflicto armado que involucró a casi todos los países de Europa, así como a varios
de Asia, África e incluso América, en cuatro años de guerra sin cuartel (1914-
1918).

Se trata de el quinto conflicto bélico más costoso en vidas de la Historia, y


fue sumamente trascendental en el orden político mundial, en la medida en que
gestó revoluciones importantes en diversas naciones participantes, y permitió el
ascenso de nuevas potencias mundiales.

Las fuerzas combatientes se distinguieron en dos alianzas múltiples


contrapuestas: la Triple Alianza y la Triple Entente, de las que tomaban parte
varios de los grandes imperios de la época. Sin embargo, a lo largo del conflicto las
adhesiones a uno u otro bando cambiarían, a medida que los 70 millones de
efectivos militares de los distintos países involucrados se movilizaban para
combatir en el conflicto armado más grande y destructivo que se conocía en la
época.

A continuación, y a modo de resumen de la primer guerra mundial, exponemos sus


características más importantes.

Puede servirte:

 Características de la Segunda Guerra Mundial

Características de la Primera Guerra Mundial

Índice
 1. Las alianzas
 2. Eventos desencadenantes
 3. Costo en vidas
 4. Causas
 5. Frentes
 6. Nuevas tecnologías
 7. Revoluciones
 8. Tratado de Versalles
 9. Navidad en guerra
 10. Colonias

1. Las alianzas
Las potencias enfrentadas se agruparon en dos bandos que estaban integrados de la
siguiente manera:

 La Triple Alianza. Integrado por las llamadas Potencias Centrales: el Imperio


Alemán, el Imperio Austrohúngaro y el Reino de Italia. Este último, no
obstante, se cambiaría de bando al primer año del conflicto, y combatirían en
su lugar el Imperio Otomano y Bulgaria. Otras naciones se sumarían a la
alianza en base a sus relaciones de clientelismo con las Potencias Centrales.
 La Triple Entente. Conformado por el Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso.
Italia se les uniría en 1915 y luego lo harían también Japón, Rumanía y los
Estados Unidos. A medida que el conflicto creció, no obstante, muchas otras
naciones se sumaron a la alianza en contra de las Potencias Centrales.

2. Eventos desencadenantes
La Gran Guerra tuvo lugar desde 1914 hasta 1918. Se considera su punto de inicio el
asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero al trono del
Imperio, por parte de un joven nacionalista serbio en Sarajevo. Esto desencadenó
un conflicto diplomático que muy rápidamente pasó al armado, a medida que
Austria-Hungría avanzaba sobre el Reino de Serbia y numerosas alianzas previas se
invocaban sucesivamente.

3. Costo en vidas
Se estima que unos nueve millones de combatientes militares perdieron la vida a lo
largo de los cuatro años de conflicto, así como siete millones de ciudadanos civiles.

4. Causas
Las causas de este conflicto atañen directamente al reparto del mundo por parte del
Imperialismo europeo, cuya colonización de África y Asia les brindó las condiciones
para un desarrollo económico e industrial vertiginoso, pero desigual entre sí.
Mientras Inglaterra y Francia monopolizaban el desarrollo industrial, otras
potencias se resentían y revivían los rencores de conflictos pasados.

Si a esto se suma el auge del nacionalismo europeo durante el siglo XIX, el


crecimiento de la inversión armamentista durante los años previos y el sistema de
alianzas que regía las relaciones entre los diversos bloques de países, se entiende
que la Europa imperialista operaba como una bomba de tiempo.
5. Frentes
La Gran Guerra ocurrió de manera simultánea en varios frentes:

 Frente occidental. El que enfrentaría a Francia y Gran Bretaña contra


Alemania, esencialmente, luego de que esta última invadiera Bélgica y
Luxemburgo.
 Frente oriental. En el que luchaban Alemania y el Imperio Austrohúngaro
contra las tropas del Imperio Ruso. A este frente se incorporará
temporalmente Rumanía.
 Frente balcánico. En donde combatirían el Imperio Austrohúngaro y luego
el Imperio Otomano y Bulgaria, contra Serbia, Montenegro y Grecia.
 Frente de Oriente Medio. Que consistió en el enfrentamiento de tropas
más uqe nada británicas en su intento por penetrar el Imperio Otomano y
crear un corredor hasta Rusia. A este frente se sumaría Palestina en 1916.
 Frente africano. Las fuerzas británicas y francesas en África atacaron a las
colonias alemanas, creando un clima que aprovecharía Sudáfrica para sumarse
al conflicto y adueñarse también de África del Sudoeste en 1915.

6. Nuevas tecnologías
La Gran Guerra fue escenario para el uso de dos importantes tecnologías militares:
el tanque y los gases tóxicos o venenosos. En conflictos caracterizados más que
nada por largos contingentes de infantería, el bombardeo con sustancias químicas
resultó letal y dejó numerosas secuelas entre los sobrevivientes.

7. Revoluciones
Durante este conflicto tuvo lugar una serie de Revoluciones o cambios políticos en
muchos de los países beligerantes, como fue el caso de:

 Rusia. El Imperio Ruso cayó en 1917 y salió de la guerra, ya que la Revolución


Bolchevique estaba ya ocurriendo. El zarismo llegó a su fin y se erigió el primer
país propiamente socialista de la historia: la Unión de Repúblicas Soviéticas
Socialistas.
 Alemania. La caída del Reich alemán, fruto del fin de la guerra y la revolución
obrera que obliga a la huida del Káiser, cedió paso a la República Alemana en
un clima de depresión económica y política.
 Turquía. El Imperio Otomano, debilitado por su participación en la guerra,
cedió a la revolución árabe que se gestó en su interior y se transformó en la
República de Turquía, permitiendo también la creación de otros países como
Siria, Irak, Palestina, Israel y la región de Hiyaz.
 Polonia. El estado polaco volvió a existir como nación independiente,
tomando su territorio del Imperio Alemán y del Ruso.
 Austria y hungría. El Imperio austrohúngaro también llegó a su fin en la
Gran Guerra, separándose en Austria y Hungría.
 Los balcanes. El reino de Serbia se transformó en una nación multiétnica: el
Reino de Yugoslavia, y a su lado nació también Checoeslovaquia.

8. Tratado de Versalles
El tratado que puso fin a la Gran Guerra fue el “Tratado de Versalles”, firmado en
Francia en 1919 por más de 50 países. En él se sometía a los derrotados a
condiciones estrictas de fiscalización militar y política, prohibición de un ejército
nacional, retiro de sus colonias africanas y numerosas deudas por pagar. La dureza
de estas condiciones y la humillación sentida por los alemanes serían el caldo de
cultivo para el surgimiento del nazismo una década después.

9. Navidad en guerra
Un episodio célebre de la Gran Guerra tuvo lugar durante la guerra de trincheras de
1914, cuando los soldados del bando alemán y francés, enfrentados en nochebuena,
confraternizaron y accedieron a un cese al fuego para celebrar la navidad.

10. Colonias
La Gran Guerra fue célebre por haber obligado a la participación a las colonias
europeas en África y Asia, de modo que en muchos casos la guerra tuvo presencia
de soldados hindúes, canadienses, australianos y neozelandeses en el ejército
británico, así como africanos en los ejércitos belga y francés.

Fuente: https://www.caracteristicas.co/primera-guerra-mundial/#ixzz59lGDQIzN

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