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CAPITULO 3
Se dice comúnmente que llorar de tristeza o de alegría, que tener esperanza o piedad,
que nos irrite una injusticia y que luchemos obstinadamente para vencerla, nos hace más
humanos. En realidad, una expresión más precisa debería evitar el aumentativo y decir
que las emociones son las que nos hacen, sin más, seres humanos. Y no solo las
emociones positivas, sino también aquellas que nos convierten ocasionalmente en
personas impiadosas o pesimistas. La emoción es un proceso influenciado por nuestro
pasado evolutivo y personal que desata un conjunto de cambios fisiológicos y
comportamentales claves para nuestra supervivencia.
El amor modifica nuestro cerebro. Diversos estudios han demostrado que, cuando las
personas están profundamente enamoradas, tienen fuertes manifestaciones
somatosensoriales
La felicidad forma parte del repertorio cotidiano y representa un elemento central para el
sentido de existencia de los sujetos.
Biología de la belleza.
Las personas dentro de una cultura determinan aquello que representará lo bello y lo feo.
De hecho, estas determinaciones pueden no ser correspondidas por otras épocas u otras
culturas. Uno de los elementos tenidos en cuenta para el valor de belleza es la
familiaridad de la cara, de modo tal que personas de un mismo grupo suelen ser
consideradas más atractivas que personas con rasgos muy similares pero de otros
grupos. Este tipo de variables también demuestra que los juicios de atracción son
influenciados por valores subjetivos.
El valor de la creatividad.
Preparación
Incubación
Iluminación
Verificación
El cerebro social.
Cerebros empáticos.
Ciencias morales.
La moralidad es uno de los productos de las presiones evolutivas que han dado forma a la
mente humana. La principal función del cerebro humano es producir respuestas
adaptativas a las demandas físicas y sociales que nos impone el entorno. La generación
de estas respuestas podría haber contribuido a la emergencia de la conducta moral
humana.
Cerebro en construcción.
El cerebro de un recién nacido representa solo una cuarta parte del tamaño del cerebro
adulto, y continúa su crecimiento y especialización de acuerdo a un programa genético
con modificaciones dadas por las influencias ambientales y del entorno. Mucho del
potencial y las vulnerabilidades del cerebro puede depender de las primeras dos décadas
de la vida.
La adolescencia resulta, por cierto, una de las etapas de la vida en la que se transita por
superficies inestables. Claro que no solo el arte se ocupó de estas cuestiones, sino
también ha sido materia de estudio de la ciencia, y de las neurociencias en particular.
Esto permitió dar cuenta, por ejemplo, de las cruciales modificaciones por las que
atraviesa el cerebro humano en su pasaje por la adolescencia.
La agresión humana y la violencia tienen un alto costo para nuestra sociedad y su mayor
prevalencia ha incentivado la búsqueda de predictores y causas de esta conducta. La
violencia a menudo causada por la frustración puede ser individual o colectiva. Si bien
los fundamentos de la agresión humana son multifactoriales políticos, socioeconómicos,
culturales, médicos, ambientales y psicológicos es claro que algunas formas de agresión,
como la agresión impulsiva, tienen una neurobiología subyacente que recién se está
empezando a comprender.
El área orbito frontal área íntimamente relacionada con las estructuras emocionales
resulta crítica para el proceso de toma de decisiones.
El lóbulo frontal ocupa toda la región anterior del cráneo. Esta región cerebral, que
termina de madurar entre la segunda y tercera década de la vida, resulta crítica para la
recuperación de información almacenada.
La región prefrontal dorsolateral está asociada a tareas más cognitivas que emocionales y
la ínsula anterior está asociada con emociones negativas. Cuanto más actividad en la
ínsula, más posibilidades de que el sujeto rechace el dinero. La interpretación de estos
resultados fue que la cantidad de emoción/disgusto ante una oferta injusta determinaría si
la persona rechaza o no esta oferta.
Las decisiones de la vida cotidiana nos parecen fáciles y sencillas, especialmente si las
comparamos con decisiones abstractas como calcular números primos o decidir cuál es el
resultado de una ecuación diferencial.
Decisiones políticas.
En tiempo de elecciones políticas, las encuestas que solemos escuchar en la radio o leer
en el diario dibujan un potencial panorama sobre quiénes serán nuestros gobernantes (y
sobre quiénes no lo serán). También los candidatos y asesores de campaña recogen esa
información para acomodar discursos a los intereses de las mayorías.
Decisiones colectivas.
Los seres humanos no somos los únicos que tomamos decisiones colectivas. Algunas
especies de abejas alcanzan consenso pegándoles cabezazos a aquellos miembros de la
colmena con opiniones opuestas a las de la mayoría.
La actividad eléctrica del cerebro necesaria para llevar a cabo el acto motor precedía al
momento en que los participantes sentían el deseo de realizarlo.
El miedo es uno de esos estados emocionales que hace que el mundo se detenga, que
todo el resto del entorno entre en un compás de espera hasta que ese peligro sea
resuelto de alguna manera. Vivimos en un estado emocional.
La genética en los trastornos mentales.
Los genes son las unidades funcionales del ADN y determinan la estructura de los
productos celulares, principalmente proteínas. Algunas veces los genes se alteran y
generan mutaciones. Un ejemplo de esto es el daltonismo o ceguera de los colores.
Detección temprana.
El desorden de la ansiedad.
Antes que nada conviene aclarar que, científicamente, no todo es ataque de pánico y
tampoco nada lo es; y que, por sus manifestaciones físicas y psicológicas, el ataque de
pánico es sinónimo de miedo extremo. Este consiste en la aparición abrupta de cuatro o
más síntomas físicos intensos acompañados de mucho temor (por ejemplo, palpitaciones
o taquicardia, dolor u opresión en el pecho, sudoración, temblores o sacudidas, sensación
de ahogo, inestabilidad, mareos o sensación de desmayo, etc.).
El estrés postraumático.
El trastorno del estrés postraumático es una condición patológica que provoca síntomas
incapacitantes que se correlacionan con alteraciones y disfunciones a nivel
neurobiológico. Aquellos que han sufrido un trauma en su vida pueden desarrollar este
trastorno incluso años después de ocurrido el mismo.
El trastorno obsesivo compulsivo.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una perturbación mental frecuente con un alto
grado invalidante que puede ocurrir tanto en niños y adolescentes como en adultos. Las
obsesiones son ideas, impulsos o imágenes no deseadas e involuntarias que aparecen
una y otra vez en la mente y causan ansiedad, miedo, angustia o malestar significativos.
Tristeza y depresión.
La diferencia entre la depresión y la tristeza normal ante una situación vital está dada por
la intensidad, duración y el nivel de interferencia que producen en nuestro funcionamiento
habitual.
En lo que respecta a las investigaciones sobre los efectos de la vida en grandes ciudades
sobre la salud mental, recientes estudios internacionales muestran que, si bien se trata de
un fenómeno difícil de abordar, la población asentada en medios urbanos tiene mayor
riesgo de padecer afecciones psicológicas y psiquiátricas.
La circunstancia más común de pacientes que han desarrollado un síndrome con estas
características es la de haber estado en coma luego de un traumatismo de cráneo. Al
despertar, el paciente ve a un ser querido, lo reconoce como tal, pero duda y concluye
en que no es el verdadero. Este raro fenómeno podría explicarse como consecuencia de
una desconexión entre el sistema de reconocimiento visual y la memoria afectiva en el
cerebro humano.
Las neurociencias han abordado esta problemática y la estudian desde distintos planos: la
identificación de genes que pueden influir en la motivación para comer y en el
comportamiento alimentario; a nivel molecular, se dedica a entender qué señales están
alteradas en el cerebro de personas obesas que estimulan mayor sensación de hambre,
menor sensación de saciedad y menor control de impulsos; a nivel de los tejidos, sobre la
relación entre los nervios de los órganos de la digestión y el resto del sistema nervioso; a
nivel neurobiológico, sobre cómo difieren las estructuras cerebrales en las personas
obesas, ya sean dichas diferencias causa o consecuencia de la obesidad; y a nivel
conductual, se busca comprender los aspectos comportamentales que favorecen
conductas de ingestas excesivas.
El alcohol se combina con los receptores de GABA haciendo que actúe más
poderosamente. Entonces, a medida que uno ingiere alcohol, el compuesto GABA
lentifica la actividad neuronal y el cerebro no funciona tan eficazmente como debería.
Además, actúa sobre el glutamato, que es el neurotransmisor excitatorio más importante
del cerebro humano y tiene un papel crítico en la memoria y cognición. El alcohol suprime
el efecto del glutamato, lo que produce un detrimento de la velocidad de la comunicación
entre neuronas. Asimismo, el alcohol incrementa la secreción de dopamina en el cerebro,
clave en los centros de recompensa cerebrales.
El cerebro adicto.
La resiliencia.
La resiliencia es la capacidad de una persona para adaptarse con éxito al estrés, trauma
o adversidad. La ciencia comienza a entender los factores psicosociales y las bases
neurobiológicas asociadas con la resiliencia humana. Aunque el estrés en la infancia
aumenta el riesgo de trastorno mental de los adultos, hay pruebas de que cierta
exposición al estrés en la infancia disminuye la presencia de una psicopatología posterior.
El efecto placebo.
Cuando se habla en medicina del “efecto placebo” resulta central este asunto: la
confianza que tiene el paciente en el profesional, sumada a la expectativa de él para
curarse. Técnicamente se considera “placebo” a toda aquella sustancia o procedimiento
que no tiene una actividad específica para la condición que se está tratando y que no
altera ninguna función del organismo. Y el efecto placebo es la serie de cambios
fisiológicos que se asocian al placebo.
Emociones y corazón.
Las relaciones entre las emociones y el aparato cardiovascular han sido objeto de interés
desde tiempos remotos y se inicia con la descripción del temperamento sanguíneo en la
medicina hipocrática. Durante siglos el corazón fue pensado como el sitio donde nuestras
emociones se generaban. Sin lugar a dudas, esto estuvo originado en la observación
cotidiana de que todo aquello que no nos resulta indiferente, produce cambios objetivos
en la función cardíaca.
Existe evidencia de que emociones tales como la ira y la hostilidad están asociadas a un
peor pronóstico en pacientes con enfermedad coronaria preexistente, especialmente en
hombres. Las personas irascibles tienen un 19% más de riesgo de desarrollar
enfermedad coronaria y, si ya la tienen, un 24% más de posibilidades de mal pronóstico.
El cerebro altruista.
Los seres humanos tenemos intereses inmediatos como comer, beber agua, tener
relaciones sociales, etc., pero también tenemos valores mediatos (justicia, colaboración,
etc.). La ciencia intenta explicar por qué existe la cooperación entre los seres humanos,
aun cuando esa cooperación no dé una recompensa directa o inmediata. El altruismo se
refiere a aquellas conductas que promueven el bienestar de los demás sin una retribución
o un beneficio personal. Esa conducta altruista podemos observarla en muchísimas
especies.