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JUftTR DE AftDRlU(iR
~,
LA CAROLINA
EVOLUCION DEL MODELO TERRITORIAL
DE LA COLONIZACION

Sevilla 1993
LA CA ROLINA
EVOLUCION DEL MODELO TEIUUTORIAL
DE LA COLONlZACION

CONSEjERV\ DE OBRAS PUBLICAS Y TRAi'~SPORTES


DIRECCION GENERAL DE ORDENACIQN DEL TERRITORIO
e JUNTA DE Ai\'DALUCIA, Consejería de Obr'.lS Públicas y Tr'.mspones
Coordina la Edición: Depanamt!nto de Publicaciones
¡.s.B.N.: 84-8700 1-96-3
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Depósito Legal: SE-662-93
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Fotooomposici6n: LB. Autoedición
Impresión: Egondi Artes GrMicas

LA CAROUNA: evolución del modelo tcrritorial I Dirección Ge-


neral de Ordenación del Tcrritorio. - Sevilla: Conscjerí:l de Obras
Públicas y Transpones, 1993
165 p.; 30 cm.
LS.llN.: 84 - 8700 1 - 96 - 3
1. La Carolina 2. Estructura territorial 1. Andalucía. Dirección
Gcncr'JI de Ordenación del Territorio JI. Andalucía. Com;ejcria de
Obras Públicas y Transpones. ed.
PreSelll(ICi6u

E 11 1989, COI1 motivo de la celebración del bicentenario de la muelte de Carlos 1II se crea 1II'/C1 COllli·
sión Nacional orga/lizadora de la conmemoración a la qlle se suma la Consejelfa de Obras PlÍbli·
cas y Tra/lsjJ011es COIl/ln amplio programa propio de actividades, oriel1tadas a salvaguardary revalori·
za r el legado de esta etapa bistórica, así COI/IO para dar a COl/ocer las ¡mp0/1antes repercusiones que
sobre la ordenación del territorio, eltlrbanismo, la arq/lilectllra y las obras plíblicas t/llJO en AI,dahlcia.

El proceso de colonizacióI/ quea/ecta a amplias zonas de Sien'a Morena, desCilTollado en base al mode·
lo contenido en el ""/fero de Población, CO!1c/icio /la la estructu rcl poblaciOlItl/, económiCtl y orgclI1izaliva
de los espacios colonizados, de numera que, alÍn boy, puedell detectarse im!X}/1antes peclllimidades
diferellCiadoras ell estos territorios.

Por este motivo, la Consejería de Obras PríbliCtls y Transpol1es ba estill/ado Opol111 1/0 realizar 1111
exbcltlstivo estudio sobre La Carolina, capital de las Nuevas Poblaciolles, COII el convencimiento de q/le
profundizaren el conocimie/lfo del proceso colonizadory su ellOlución/acilitará la compre/lSión de la
situación actual de ordenaciónjisictl que Ctlracteriza al municipio, así COIIIO el papel que éste desempe-
/la dentm clel ámbito territorial en el que se /lbica.

El estudio que abara se publica analiza el modelo bistó/ico de la colonización y las sucesillClS tram/or-
maciolles del mismo basta llegara la situación actual, En base a este ancilisis, se efectúa /111 diagnóstico
ele los problemas qlle eifectan a la eslnlctura del territorio y desarrolla /lIt cOI/jlmto de proposiciones
diligidas {{ l1/a I1tel1ery recuperar social y tenitorialmente aquellos elememos públicos de illler{~Jilllcio·
l1alo bistó/ico.

SIl publicación cOllstituye. además, ulla aportación de interés a los allálisis bistóricos existelltes sobre el
proceso ele ordenación tenjtmial qlle representaron las actuaciones públicas de la etapa carolina
durante el sigloX1ITfI.
IND ICE

l"tro dllcci6" 13

La Ilustrac i6n y ll11eVaS poblaciones d e Si erra ¡Jlo.,.ellrl 15


- La Carolina, m o d elo l e ,..,-ilo rial de la colOllizaci6"

C.i FUERO DE P08lACION


19

19

.2 CONDICIONANTES EN lA APUCACION DEL MODELO 23


Físicos
Estructura les
Politico-Adminis trativos
Coyuntur:L1es

C.3 MODELO TERRITORIAL IMPIAi'\7ADO 33


El Sis tema de asentam.ientos
t....'lS Trazas
Equipamientos y espacios libres.
Infraestructuras
Población. Evolución y caracterización
Sistema productivo
Estructura administrativa
Parce lación y estrucrura d e la propiedad

-
j'") EVQluci6" , (¡¡mímica d e Irtlllsformaci6n del modelo y s ituación actual

D.1 TRANSFORMACION DE LA ESTRUCTURA FISlCA DEL TERRITORIO 72


El medio rlSico
El siste ma urbano
Tipología edific.ltoria
Las Tra7.as territoriales y urbanísticas
El siste ma dotacional
L,s inI......cstnlcturas
PRINCIPALES TRAj\lSFORMACIONES EN EL SISTEMA PRODUCfIVO 89
La minería
El proceso de industrialización

EVOLUClON DE LA POBLACION 94
I~actores demog • .iftcos
Factores productivos

TRANSFORMACIONES EN EL REGIMEN DE UfILlZACION. A]'ROPIACION y


TENENCIA DE lA T[ERRA 101
Usos del territo rio
Régimen d e tenencia
Estructura de 1;1 propiedad
l' ropicd;ldes públicas
1):lrcclación

PLANEAMIE!\'TO URBANISllCO 112

Ditlg llÓStico te,,,,U o l·illl 11 7

DlS FUNCIONAlIDADES EN lA ESTRUCl1..JRA FlSlCA DEL TERRITORIO 118


Problcmática medioambiental
Con centració n y despo blamie nto poblacional
Pérdida de un legado histórico: Las Trazas territoriales
Los equipamientos, e lemento clave en la articulación del sistema urbauo-territorial
Estado de las infraestructuras

DISFUNCIONAUDAD DEL SISTEMA SOCIOECONOMICO 13 1

T1tATAMIENTO DEL TERRITORIO EN EL PlANEAMIENTO 132

COllsideraciolles y pl·opues/ lIs 137

PROTECCION y M.FJORA DEL MEDIO FlSICO 138

RECUPERACION y PROTECCION DE LOS ELEMENTOS FUNDAMENTALES


DEL MODELO TERRITORIAL HlSTORlCO 141

ARllCUlACION URBANA 14 2

USOS DEL TERRITORIO 144

REGlJL\CION NORMATIVA 145

No/m; 149

Allf!.' ·o 159
8IDUOGIW;lA
FUEN1T:S DE ARCHfVO 162

FUENTES CARTOGRAFICAS 162


"Nunca se m ira inocentemente el pe/sado ni se elige cap,ichosamente el espejo donde mirarse... la
elección ... denota ya cuáles carel1cias y nostalgias, cuáles aspiraciones son las del preselae... "

Juan Garda Hortelano, 1988.


I"tro ducci6n

a colonización de Sierra Morena iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII es sin duda una de bs
iniciativas reformistas más interesantes aparecidas durante el reinado de Carlos IIl.
Este proceso desarrollado sobre zonas entonces prácticamente desiertas del norte del Reino de Jaén,
con la finalidad de aumentar la producción agraria y como medida para propiciar mayor seguridad en
el Camino Heal de Andalucía. se desarrolló en base a unos presupuestos que condicionaron la estrucru-
ra territorial ele los espacios colonizados y la evolución posterior de importantes elementos de la mis-
ma. Entre e llos se puede citar el sistema de asentamientos, las trazas territoriales y urbaníslicas. el siste-
ma de espacios libres, la estructu ra viaria, la zonificación de usos delterrilorio, la estruC(Uf:.1 del parceb-
rio rústico, etc.

Estos aspectos constiru yen elementos básicos de ordenación y msgos diferenciadores físicos y cultura-
les. El estudio de su proceso evolutivo y caracterización permite va lorar la adecuación de un modelo
muy condicionado por la historia, a una situación actual que responde a demandas y modos de utili7..a-
ción del territorio diferentes a los del pasado. Pero además permite detectar las disfuncionalidades y
problemas que les afectan o han determinado y, en general, los de la ordenación del territorio.

Todo e llo ha permitido formular un conjunto de propuestas tendentes a la recuperación}' manteni-


miento de aquellos elementos del modelo histórico evolucionado que constituyen la identidad yespe-
cificidad de La Caroli na y su enlOrnOj pero también se pretende posibil itar con estas opciones la recom-
posición de un modelo territorial equilibrado, capaz de acoger los nuevos usos, formas de implantación
y demandas sociales.

El Estudio Territorial se ha estructurado en cu:llro bloques fundamentales, los dos primeros de cadcter
analítico y los rest:lIltes de carácter conclusivo y propositivo.

El apartado denominado Nlodelo Territorial de la Colonización, se centra en la etapa histórica en que se


mantuvo vigente el Fuero de Poblnción (1767-1835). En é l se lIn:llizan las diferencias entre el modelo
desarrollado y e l pretendido inicialmente, así como los factores y condicion:llues de car:lcter estructural
y coyuntural que delerminaron su perfeccion:lI11ientO, modificación o distorsión.

1";:1 evolución, transfonn;tción y ca"lcterización del modelo desde I:l restilllción de las Nuevas Pobbcio-

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nes al Fuero Común hastrl la actualidad se aborda en e l apartado denominado Evolución , Din{un ica de
Transformación y Situación AClUal.

El Diagnóstico Territo rial pone de manifiesto la problemática que sobre ordenación fís ica del territorio
presenta en la actualidad La Carolina , así como las p rincipa les dis ru ncionalidades o riesgos que arectan
a los elementos básicos de la estructura, especialmente de 1.. histórica. Se organiza de acuerdo con tres
::.panados básicos: el Med io Natura l y la Estruc[um Fisica del Territorio, el Siste ma Socioeconómico y
Funciona l. yel Planeamien to Urba nístico.

El úllimo apa rttldo, Conside racio nes y Pro puestas, se anicula de acuerdo con cuatro o bjetivos básicos
referidos ;1: la prmeceió n del medio nmund y la e liminación de impactos; la recu pemción y manten i-
miento de aquellos e lementos del modelo histórico que se consideran de interés; la adecuació n de la
estnlCIUnl y lItili7_ació n del territo rio y las demandas acruales, y el tratamiento urbanístico de aque llos
aspectos referidos fundamentalmen te al suelo no urban i7..able.

/4
La llustrllc i6n y 11Is N u evlIs Poblac iones de Sierra MorelUl

E l dinamismo del siglo X'VIII vino determinado por la Ilustración, que supuso la apa rición de nue·
V<IS ideas sobre el mundo, el hombre y la naturaleza.
Estos nuevos conceptos fueron el resultado de movimientos filosóficos y científicos anteriores: el empi·
rismo, que junto al racionalismo de Descartes supuso el enunciado de una nueva visión del mundo que
no tenía como centro ;1 Dios; yel relativismo, producto de un mayor conocimiento del mundo.

Supuso la culminación de procesos que se remomaban al Renacimiemo. como la racionalización de la


culrur.¡ y las ciencias. sustitu yéndose la tradición y los modelos anteriores como referencias básicas del
pensamiento.

Asimismo implicaba la puesta en duda permanente de los fundamentos de la sociedad del Antiguo Ré-
gimen, y por tanto del orden político, el absolutismo. Sin embargo, los i1uslí.¡dos trataban de justificarlo
en su origen, exigiendo que el Estado cumpliese una función básica como es la consecución de la "feli-
cidad" de los ciudadanos. Todo ello determinó las reformas que afectaron a la sociedad, la administra-
ción, la fisadidad, la legislación, etc., encmn inadas a la racionalización en la loma de decisiones y a la
eficacia en la aplicación de los medios disponibles.

Fue éste un fenómeno europeo, desarrollado especialmente en Gran Bretaña, Francia y Alemania. que
afectó en menor medida a España.

En España el comienzo del siglo coincidió con la instaurac ión de una nueva dinastía. los Barbones. que
fue la que inició un:1 política reformista. con medidas tendentes a la reorganización interior y el reforza-
miento del estado.

El pens<IIlliemo político logró en esta época salir de la postración del (¡ltimo tercio del siglo anterior.
adoptando dos direcciones básicas: la enciclopedista. luego revolucionaria; )' el absolutismo o centrali-
zación del gobierno, también denomimldo ~despolismo legal" (1), muy innuenciado por las ideas fisió-
craras. que fueron las que delenninaron la acción del poder.

Culos 111 fue el representante más sef\alado del Absolutismo Uustrado español y. por t:lntO, puso de
manifiesto las cont radicciones internas que tal movimiento contenía , al intentar aplicu los principios de
la Ilustración en una sociedad medieval en su aspecto y en sus convicciones.

15
DumnlC su reinado se desmrollaron las ideas gesladas anteriormente, la reforma de la organización del
estado, de la adrninistrd.ción y de la economra. Para su materialización se rodeó de un importante grupo
de tecnócmlas provenientes en su mayoría del p ro pi o aparato del estado, que asumieron b tarea de
reformar cada uno sus ca mpos de competencias en la administración (Campomanes, Aranda, Florida-
blanca. Muzquiz, Esquilache, Obvide, etc.).

Los reformistas no pretendían desmontar las bases del Ant iguo Régimen, si no si mple me nte realizar las
reformas necesarias para que Espai1a no cont inuara rezagada con respecto a las restantes potencias
europeas, y pm,l ello era necesario superar el inferior nivel técnico existente y en especbl modifica r los
factores de carácter estructura l.

Entre éstos se pueden cita r los graves desequilibrios tcrriwriales. La prime,,] etapa reformista, iniciada
en 1760, coincidió con un período de crecim iento económico, pero su localización fue muy desigual.
Junto a las tlorecientes ciudades del litoral, cuya riqueza provenía de la expollación de víveres y mate-
rias primas, el interior se empobrecía por las malas cosechas y la escasez de mercados.

La capacidad de intervención del Estado era, adcmás, muy limitada por la inestable situación política
internacional y la escasez de recursos económ icos.

Era por tanto imprescindible la refornu fiscal y de la Real Hacienda, para reconar y controlar los gastos
y reordenar el sistema tributario, eliminando privilegios, exenciones y monopolios. Todo ello con el fin
de posibilitar medidas de fomento del desarrollo y la econom ía, que, junto con otras tendentes a la cre-
ación de un mercado nacional, permitiesen la elevación del nivel de vida, la creación de riqueza y la
solución de las periódicas crisis de subsistencia.
I
L~l s revueltas de 1766 (Motín de Esquilache) pusieron de manifiesto la necesidad de reforma r también
la anticuada eStruCTura. agrícola, causante en el fondo de la crisis, como método para fomentar la rique-
z;:¡ del estado de acuerdo con las tesis de los fisiócratas.

Así se inició el estud io de la Reforma Agraria mediante consultas a los Intendentes e informes técnicos;
estudio que se dilató en el tiempo y cuyos e fectos fueron muy reducidos. En todo caso, se pretendía
posibilitar el acceso a la tierm del mayor número de cultivadores y conseguir asentar una relativamente
impo11ante clase media flu<d. Para ello em necesario la ruplllra de los baldíos y latifundios, repartir los
bienes de propios, apoyar a los yunteros y facilitar la promoción de los braceros y jornaleros, con el fin
de gamntizar la extensión de los cultivos y una mayor productividad.

Dc forma pam!ela y como condición indispensable para posibilitar el comercio, la mejora de la agricul-
tura y la riqueza, se pl<lnteó la mejora de las infraestructuras, acometiéndose importantes obras hidráu-
licas -como el Canal de Castilla , Imperial, prolongación de la Acequia Re,11 del jC1Glf, C1C.-, así como en
puertos y caminos.

Especial importancia se concedió a la red viaria (2), pues su estado era desastroso. También se preten-
dió garantizar la seguridad de los tmyectos, en especial los de Andalucía, afectados por un bandoleris-
mo endémico.

Sin embargo, todo intento de robustecer el estado requería una política demográfica ya planteada en
reinados anteriores que :ltenuara ]¡l despoblación de España. Su escaso pOlencial demográfico respecto
de las restJTlI.e s potcncias europeas era evidente (3) y se consideraba "que la felicidad más grande de
una república, consiste en que esté muy poblada, pues la población abundante es la más grande rique-
za que puede desear un pueblo ... " (4 ) .

/6
En este contexto se produjo la propuesta de Juan Thürriegel de octubre de 1766, para la introducción de
seis mil colonos alemanes y flamen cos (5), en principio destinados a Perú y Puerto Rico. Tras las consul-
tas reales con el Consejo y con Pablo de Ola vide, no se consideró peninente el envío de colonos extran-
jeros a zonas de América sometidas a presiones anexionistas de Olras pOlencias, y se decidió en fe brero
de 1767 aceptar el ofrecimiento con el fin de destinarlos a la colo nización interior de Sierra Morena.

Esta zona había estado poblada desde época mu y antigua , como demuestran los numerosos restos y
vestigios arqueológicos (6), los numerosos caminos y vías pecuarias existentes (7), y diversas noticias
históricas (8) .

Posterio rme nte este ámbito quedó abandonado, sin duda por las duras condiciones de vida , climáticas,
etc. El despoblamiento de este lugar, paso natural entre La Mancha y Andalucía , s uscitó prontO proble-
mas de seguridad y atención al viajero.

Ya en 1447 la ciudad de Baeza pidió al principe Enrique "se repueble la zona de la Sierra,\ para evitar
asa llOs (9). Posteriormente, en 1754, Luis de Barbón, Conde de Minier y en 1765 Juan Placier y Jaime
Mense pretendieron poblar la zona de nuevo, sin lograr en ningún caso el respaldo real para su desa-
rrollo.

El Plan de Nuevas Poblaciones de Sierra Morena aprobado por Carlos III en 1767 pretendió dar res-
puesta a los problemas detectados en la zona , y se planteó dos objetivos básicos:

Primero. El asentamiento de una población estable a lo largo del Camino Real, lo que facilitaría la
ex istencia de una infraestructura adecuada para el viajero, acortando las jornadas, creando aloja-
mientos, lugares de descanso y manutención de mejor calidad que los existentes, y mejorando a la
vez la seguridad del trayecto. La milización de pobladores de origen extranjero posibil itaría además
un aumento de población, de mano de obra, de contribuyentes y soldados, sin afectar a ouas zonas,
especialmeme las limítrofes, de gran fragilidad demográfica.

Segundo. La puesta en cultivo de importantes extensiones de tierra , en su mayoría baldías, el


aumento de la p roducción de cereales , la creación de nuevos mercados, facilitando el comercio y la
creación de nueva riqueza.

Con e l fi n de regula r la formación de los nuevos asentamientos, se redactó y firmó con fecha 25 de
junio de 1767 una Real Cédula conteniendo "la Instrucción y Fuero de Población que se debe observar
en las que se formen de nuevo e n la Sierra Morena con naturales y extranjeros cató]¡cos" (lO).

La mayoría de los investigadores coinciden en señalar que si bien la autoría directa del documento es
de Pedro Rodríguez de Campomanes, Fiscal del Consejo, también colaboraron Pedro de Ola vide y
Miguel Muzquiz.

Co n carácter general, el texto incorporó la ampl ia experiencia de repoblación medieval española , des-
de e l siglo Xl con algunos ejemplos geográficamente próximos, como Los Villares, Va ldepeí1as de Jaén
o Mancha Real (537), y la derivada de la colonización de América. De entre todos estos procesos, uno
de los de mayor innucncia sin duda fue la repoblación del Reino de Granada por Felipe n en el último
tercio del siglo XVI ( Ú ), con el q ue presenta ciertas similitu des en cuanto a instnlmentación jurídica y
aclministraliva.

No obstante, las aspiraciones de los redactores en cuanto a la organización del territorio, método s de
cultivo, sistema de p ropiedad , etc . .. derivadas de su estud ios, viajes y experiencia administrativa , fue-
ron los condicionantes básicos q ue d etermina ron la redacción final del Fuero.

17
-
Con el Plan de Nuevas Poblaciones, a diferencia de Olros proyectos anteriores (12), se pretendió una
"experiencia piloto" de política demográfica y agr.lfia relacionada adem{ls con la mejora de la red viaria ,
d e seguridHd y servicios. en la que los aspedos económicos primaron sobre los aspeclOs sociales o de
seguridad, inlc llIando t~lInbi(:n que la iniciativa privada se comprometiese en procesos similares.

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. . ... . .. ... . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. ... . .

La Ct4rolilla, modelo lerrilorial de la colollizaci6tl

e • 1 I;l"ERO DE POBLACIO~" La lec[Ura del Fuero de Población no perntite establecer la exis-


tencia de un modelo explícito de organización del territorio predeterminado y bien defmi-
do. Sin duda , la premura de tiempo y la falta de estudios previos determinaron la inconcreción y discre-
cionalidad que caracterizan al documento, en comparación con otras normativas históricas como, por
ejemplo, las Ordemmzas de Descubrimiento y Población dadas por Felipe JI en 1573, que contenían
claras precisiones sobre la elección de los lugares, forma de reparto del suelo agrícola, estructura de la
ciudad. trazado de las calles y de la plaza, localización de los edificios públicos, diseño de las casas, etc.

Sin embargo, e l análisis de las prescripciones de la lnstnlcción y las circunsta ncias históricas que rodea-
ron el proceso, posibilitan la ca racterización del "modelo implícito" determinante de la formalización y
progreso de la colonizació n.

De manera genérica se establece el área de actuación señalando que "se deben conceptuar como sitios
a propósito para la nueva población todos los que se hallen yermos en la Sierra Morena, señaladamente
en término de Espíel, Hornachue los, Fuenteovejuna, Alanís, el Santuario de Santa María de la Cabeza,
La Peñuela, L'l A1degüela, La Dehesa de Martínmalo con todos los términos inmediatos ... " (13).

Para la localización y emplazamiento se señalan como condicionantes básicos que las nuevas poblacio-
nes deben situarse "sobre los caminos Reales O inmediatos a ellos" (14) y en lugares "que sean sanos r
bien ventilados, sin aguas estadizas ... " (15).

En cua nto a la distribución de la población e n el territorio, se pretende con preferencia un hábitat dis-
perso, siem pre que la situación del terreno lo permita, O bien agrupado en pequeños núcleos de pobla-
ción de 10, 20630 casas a lo más" (16); la distancia entre éstos debe ser 1/4 ó 1/ 8 de legua (aproximada-
menlc entre 1.400 y 700 111.).

El Concejo o Fe ligresía es la unidad básica administrativa y de servicios, consrinlido por 3 6 4 poblacio-


nes (S si la sit"uación lo pide), y con un programa eleme ntal: Iglesia, Casa de Concejo, Cárcel y Escuela
de primeras letras, ligada a la Iglesia , siruadas también "en parajes oportunos ... , centro de los lugares
de Concejo" ( 17).

19
El Fuero determina C0l110 fu nción básica en el territorio los usos agropecuarios. Los restantes permiti-
dos (artes~lIl os, comerciantes, .. .) tienen siemp re cadcter com pleme nta rio y depe nd ie nte , hasta e l ex-
tremo de pretende r que se compagi ne n amb:ls ru ncio nes.

Se establecen d os modos básicos de util i z~l ci ó n


del territorio: los terrenos com unales y la explOlació n
panicular. Así se seil:da que cada concejo debed tener una dehesa boyal y podrá delim itar algunas lie-
rr.Js para ~se nar.J o peujar conceji l". En las primeras, la utilizació n d ebe ser ind ividua l y libre, de recolec-
ción y pasto reo, nunCl de cultivo. Las senaras, po r e l comrario, se destinan a la explotación colectiva ,
"por concejadas", para atender con los beneficios :t los gastos del comú n y obras públicas.

Para el uso p~1I1ic llb r. el mód ulo b{lsico p la nte~ldo es la suel1e, 50 fa negas de tierr:t de labor, ligada a la
explotación fami liar; la dotación se compl eta con una porció n de terreno de regadío, si ex iste en el té r-
mino , y algtm te rreno pa ra plantío de árboles y viñas. en zonas de peore~ características topográficas
para el cultivo. como los colbdos y laderas.

No existen en el documento rderencias concretas al modo en que se ha de hacer la p:ucelación , local i-


zació n de LISOS e n el territorio. ubic:lció n d e b pobl:1ció n, etc. Est:1S decisiones y otras muchas quedan
:ll :lrbitrio del Su pe rint endente y sus colaboF.ldores, lo que supone un alto gr::lClo de indefinición y dis-
crecionalicl:ld en e l proceso de colon iz.1ción.

Po r el contrario, es const:u:lble 1:1 preocupación por e l conocimiento cid territorio a posterio ri y la clam
delimitación de los té rminos, suertes, dehesas, etc., panl lo que se prescri be la rea lizació n de mojoner:.ls
y 7..:mjas, todo ello recogido en Libros de Refxu1imielllo y mapas (l8) con el fin ele fundamentar aCluacio-
nes fmuras y facilitar el progreso de la colonizació n.

El Fuero contie ne un nüme ro importan¡e de al1ículos, complcmelllados además con el Pliego firmado
con Thürrkgel, que definen el mode lo socio-económ ico de manera m:ís clara de lo que sucedía con la
estructlll'<l IIsiea.

El origen y proceck:ncb de los colonos vení:l determinado po r el contr:lto (a lemanes y namencos),


pudiéndose tambié n aceptar otros extranjeros no incluidos en aquél. Sin emba rgo, para fomenta r su
:lsimibción se autori?..:l y :Iconseja la admisión de espa ño les procedcllIes de la costa meclitem'inea. Gali-
cia, Asturi:IS, Cantabria y País Vasco (19), zonas de mayor crecimiento demogrMico en décadas anterio-
res. En ca mbio, .se prohibe la inmigf:lción desde provincias de Andalucía y L"l Mancha panl evitar su
despoblamiento (20).

Con el fin de ga ra ntizar el crecimiento demogdfico y la integració n se prete nde promover al s~lmientos,
ulili z~mdo par::1 e llo incluso personas de los hospicios.

T:II11bié n se fijan en el documento b s C:l r:.lcterísticas fu ndamentales de los nuevos pobladores, que afec-
t:1I1 a su religión. estructu ra f:llniliar o dedicación profeSional, y se complemcllt:m con las d e la cont r::lla
de introducción. que prcfij:tba la estmctura de cd~ld , sexo, c'lpacidad física. etc.

Se pretende una socied:ld ~/(licd'. señ~ll:"tndose la prohibición de establecer e n las Nuevas Poblaciones
conventos o comunidades religios:ls. quedando esta atención a cargo del clero secu lar.

El siSlcm:1 de organización social se articu la de forma par::llela a la organiz:lció n administr::niva. median-


te el eSI:lblecimit:nlO dt: un núcleo básico: ti feligresía o concejo. Cada conc~jo debe consta r de párro-
('o, alcalde, personl:fO y diputados-regidores (uno por ('a da pueblo); excepto el primero. todos ellos
cargos electos por u n período delermin:ldo.

20
El Fuero concede especial importancia a las determimlciones destinadas a la consecución de los objeti-
vos económicos del proceso de colonización. En primer lugar señai<1 el carácter de la operación: los
colonos "deben ser destinados a la labrJnza , cría de ganados y a 1:.15 artes mecánicas como nervio de la
fuerza de un Estado ... " (2!).

Como fundamento de la coloniz~l ción, se definen claramente los derechos de los nuevos pobladores y,
de entre rodas ellos, el fundamental es la adjudicación a todos por igual de la dotación o repartimiento,
en virtud de los pactos enfitéuticos (22). La dotación se compone de tierras, casa, utensilios, ganado,
granos y ajua r. En el caso de los artesanos ésta se completa con herramientas y materiales para desarro-
llar su labor.

Con el fin de salvaguardar su mantenimiento, se establecen garantías administrativas como son: el esta-
blecimiento de Libros de Repartimiento, donde figurará el número de suertes repartidas, poblador al
que se adjudique y, además, plano de las suertes, térmi nos. etc.; la expedición a cada vecino de una
copia de su hijuela o partida como título (23); o la protección frente a la intervención de otros poderes
como la Mesta o concejos vecinos, entre otros.

En contrapartida, para asegurar el avance y mantenimiento del proceso, se establecen numerosos debe-
res referidos a la dotación, con respecto al común, o de funcionamiento de carácter geneml.

Los de carácter general se refieren básicamente al cumplimiento de los objetivos previstos, es decir, la
dedicación a descuajar y desmontar el terreno (24); el mantenimiento del lugar, sin abandonarlo durante
los plazos señalados; o la colaboración en los tmbajos de construcción, acopio de materiales, suminis-
tro, etc., e n las etapas iniciales.

Con respecto al común se establece la obligación de ayudar en la construcción de los equipamientos u


otras construcciones de carácter comunal y su posterior reparación y mantenimiemo.

Los deberes referidos a la dotación se centran en determinaciones sobre su mantenimiento, transmisión


y venta, o el establecimiento de cargas sobre ellas de acuerdo con los pactos enfitéuticos. Se pretende
en todo caso que la "suelte', yen general la dotación, se mantenga indivisible, que no se pueda acumu-
lar, transmitiéndose al hijo mayor, excepto en casos especiales.

Se establecen plazos de trabajo para lograr el rápido afianzamiento y producción de los terrenos repar-
tidos.

Para garant izar el cumplimiento de las obligaciones señaladas, el Fuero incorpora medidas disciplina-
rias que en general llevan aparejados el despojo de la dotación y la expulsión de los colonos.

Por otro lado, para resarcirse de los gastos y obtener los beneficios esperados de la operación, se esta-
blecen las cargas e impuestos que deben abonar los colonos a la Real Hacienda. Aunque, para garanti-
zar el asentamiento y progreso de las poblaciones, en la etapa inicial se señalan exenciones.

En todo caso, el Superimendeme o sus delegados están dotados de poder de intervención y decisión en
todos los temas. Asumen el control y disciplina de las nuevas poblaciones, especiahnente en las prime-
ras etapas, en las que incluso fomentan matrimonios , imponen cargos como alcaldes, diputados, perso-
neros, etc .. y, en general, de la organización social (2;).

El modelo territorial planteado por el Fuero de Población contiene impoJ1antes peculiaridades frente a
los modelos de colonización de siglos anteriores. Estos se basaban fundamentalmente en la formación
de ciudades y villas , cuando no en una red jerarquizada de asentamientos urbanos. elementos estnlctu-

21
rantes de l territorio, donde se ubicaban los nuevos pobladores, d edicJdos a multiplicidad de funci o nes
y desde donde se colo ni zaba y explotaba el ento rno ru ra l.

En Sierra Morena se pretende, por e l contrario, un modelo en el que la població n esta rá pre fe riblemen-
te dispersa e n e llerrito rio, asentada en e l le rreno q ue cul tiva la unidad familiar. A lo urbano se le conce-
de escasa impo l1a ncia, puesto que los peque ños pueblos y ca serías (26) serán de reducid o tamaño y
carácter estricta mente rur.ll. La demarcació n bás ica , como ya se ha ind icado, es e l Concejo y en él se
pla ntea un polo ele ident idad y relació n, fo rmado por la Iglesia, Casa ele Concejo, Cárcel y Escue la Ele-
mental. Este foco, alrededo r del cual se aconseja la ubicació n de los artesanos y e l me rcado franco
semanal (27), se constituirá e n e l único puntO del territo rio con un incipie nte carácter urbano .

El nuevo h(lbitat planteado se apoya en la estructura preexistente de l territo rio, si bien para evita r e l
rechazo suscitado por la colo nizació n se establece su aislamie nto respecto de los núcleos de l entorno
próximo. Por otro lado, e n e l sistema de asentamie ntos no se establece jerarq uización algu na, al mar-
gen de la o rganización ad ministrat iva citada (concejos), pretend iéndose, incluso, una cierta unifo rmi-
dad y autosuficiencia.

El modelo territorial planteado está sin duela relacionado con el modo tradicional de asenta mie ntos e n
el medio rural de la Corn isa Cantábrica, Navarra, etc. (28), q ue ca usaba ad miració n y e ncendidos elo-
gios enlre los reformistas ilustrados d el siglo XV111 Campomanes, O lavide y Jovellanos.

L'l forma de estar poblado el medio rural en estas zonas de clima húmedo y suave se caracteriza por la
dispersión relat iva del hábitat. De manera sistemálica las viviendas se presenta n dispersas por todo el
territorio, pero no aisladas, sino agrupadas en pequeñas comunidades.

Por el contra rio, el e ntorno p róximo de Sierra Morena donde se iba n a establecer las nuevas poblacio-
nes se Clf:.ICleriz~l ba por la concentración de la población en un sistema de ciudades bie n eSlructur.ldo,
con importantes núcleos de tamaño medio como Linares, Ubeda, Baeza o Ba ilén, q ue ejercían centrali-
dad sobre los de meno r tamaño, caso de Baños, Vilches o Navas de San Jua n.

Sin duda, el Fuero contiene importantes novedades refe ridas al sistema socio-econó mico, con respecto
~l las eSlructUf""J.S sociales, de propiedad o productivas vigentes en España e n ese mo memo, e n especial
e n e l entorno en que se prete ndían asemar las Nuevas Poblaciones, e incluso respecm a procesos de
colonización anteriores.

Por in nuencia de las teorías fisiocráticas, se pretende la implantación de una sociedad ru ra l autónoma,
de colonos en su mayoría extranjeros, asentados p referentemente dispersos en e l terrimrio y a los q ue
se faci lita el acceso igua limrio al usufructo de la tierra. Otras caracteríslicas de la sociedad prelend ida
son: organ ización y fu ncionamienlo social de carácter representativo; obligatoriedad de la instrucción
elemental; exclusión de o ficios no útiles; sociedad más laica, al prohibir la fun dació n de conventos o
comunidades religiosas y asumir el estado funcio nes tradicionalmente desa rro lladas por la Ig lesia,
como son la e nseña nL"1 o la sanidad.

Estas características contrastaba n poderosamente con la situación existente en el entorno de Sierra


Morena , car:lcterizada, al igual que el resto de Andalucía , por la presencia de grandes latifund ios dete n-
tados por la nobleza y la Iglesia, p rivilegios de la Mesta , dom inio de las instituciones por la no bleza y el
clero, gra n número de jornaleros y trabajado res sin tierra.

Todo ello avala la tesb de nu merosos invesrigadores que mant ienen como objetivo fundame nta l de la
colonización el establecimiento de una sociedad rural modélica (29).

22
Si n e mbargo, e l propio Fuero incorpora determ inaciones contradictorias con el objetivo cit<ldo, al mati-
zar el acceso a la p ro piedad del s ue lo mediante usurructo, fi jar un conjunto de oblig::lciones y cargas
excesivas, o establecer un estricto control social y d isci plinario. Además hay que señala r el poder omní-
modo con q ue se d Ol~1 al Su perintendente e n todos los aspectos de la colonización, reflejo de la ideolo-
gía del Despotismo Ilustmdo.

Estas determi nacio nes, las circunsta ncias flSicas del entorno y las políticds económ icas, administrativas
y sociales del mome nto supusieron la reelabomción del modelo teórico, primándosc los objetivos eco-
nó micos sobre cualquier otra consideración.

e • 2 ( :ONDIC.IONANTES EN L\ APUCAClON DEL MOOfLO La. rormalización del modelo


territorial implícito en el Fuero de Población y su apl icdción en el ámbito concreto de Sie-
rra More na en unas circu nstancias sociopolíticas y culturales determinadas, se verá condicionada por
múltiples facto res que determinan su reelaboración ~in si/u" para permitir el p rogreso de la coloniza-
ción.

El eswdio de los facto res determina ntes, bien sean de carácter estructura l o coyunrural, permite expli-
car los cambios p roducidos e n el modelo teórico y su evolución posterior.

Físicos

El escaso tiempo transcurrido entre la aprobación de la Real Cédula que contiene la Instrucción y Fuero
de Población, 25 de junio de 1767, yel inicio de la colonización, colocación de la primera piedra y lle-
gada de los primeros colonos a la Sierra, a finales ele agosto ele 1767 (30), no perm itió realizar m{ls que
un somero reconocimiento del territorio p~l ra la elección de los lugares donde se iban a establecer las
primeras poblaciones. Sin embargo, sus " lraClerísticas distaban mucho de parecerse a las del none de
España, o rigen del modelo p retendido, especialmente en el clima y potencia l agrícola de los suelos.

En el entorno de La Peñuela ( La Caroli na) y La. Venta de Linares (Navas de Tolosa) , ámbito del estudio,
el medio físico p resentaba y presenta una morfo logía variada, con diferencias acentuadas de sur a nor-
te, registrándose oscilaciones entre los 500 111. en el río Guarrizas y los 1.300 m. del Collado de la Estre-
lla. Se pueden d iferenciar tres zonas básicas: la sur, de morfología suave, ligada al río Guarrizas, con
alturas entre 500-600 m. y pend ientes emre el 20%-300/0; el entorno próximo del Convemo de la Peñue-
la y La. Venta de Linares, por donde atravesaba el Camino Real de Andalucía , con alturas emre 600-800
m., pendientes e ntre el 20%-40%, también de morfología suave, si bien punnlalmeme presema morfo-
logías q uebradas muy acusadas; y la zona norte, con alturas que oscilan entre los 800-1.300 m. , de relie-
ve abrupto, y pe nd ientes emre el 30%-50%. En esta zona las cotas más importantes corresponden al
Cerro del Pad re Santo (820 m.), Loma Ba rbuda (999 m.), El Puntal 0. 100 m.), Cerro· Mamón de Trigo
0.210 m.) y Collado de la Estrella 0.300 m.).

La topografia abrupt~1 es el resultado de los procesos orogénicos y los esfuerzos [edónicos producidos
en la zona , que dieron lugar a la formación de pliegues y fallas importa mes. Resultado también de la
orogenia hercinia na es el metamorfismo de los sedimentos paleozoicos, p redomina ntememe arcillosos,
origen de la riquez<l minera de este ámbito, explotada desde la ant igüedad (31).

El cl ima del área era y es, con pequei'ias variaciones, típica mente mediterráneo, con inviernos c1imato-
lógicamente duros, con temporales de lluvia y nieve, y veranos muy cál idos y secos. Las temperanlras
absolutas podría n oscilar entre los 42º C en vera no y los -8'1 C de mínima en invierno. Sin duda, esto
const ituyó uno de los problemas más gr.l\'es en las etapas iniciales de la colon iz.."1ción.

23
La red nu vial se compone básicamente de cuatro ríos: río Gmnde, río de La Campana, Renegadero y
GWlffizas. Se completa con numerosos arroyos, como el de Cama renes y el Origuillo entre los más
importantes. Excepto el río Gmnde y el Gu arrizas, que mantienen caudal pennanememente, el resto se
seca , al menos parcialmente, dumnte la é poca de estiaje. A esw circunstancia se anade que los ríos en
su mayoría tienen cauces profundos y encajonados, lo que impide su utilización para el riego.

Por otro lado, la hidrogeología de la zona viene cond icionada por dos factores decisivos: la falta de plu~
viometrí~1 y la poca permeabilidad de los materiales. Las medias anuales de precipitación pueden osci-
la r entre los 500 y 600 mI. anuales, que corresponderían a un tipo bioclimático semiárido. De e llo se
puede deducir que nunca fue ni será un acuífero importante debido a su poca potencia. Los pozos ten~
drán por tanto caudales muy b;;ljos, con una época de estiaje muy grande (32). Este fue otro condicio-
nante básico en e l desarrollo de la colonización.

El territorio del ámbito de estudio estaba, en é pocas anteriores a la coloniz.1ción, prácticamente cubier-
to de bosques bastante cerrados de encinas y alcornoques, si bien existían otms especies como los q ue-
jigos, madronas, za rzamoms, espinos, ete. ; en las laderas y lugares escarpados el bosque se sustituiría
por matorml formado por jam, coscoja, lentisco, acebuche, etc. o por el enebro en las cotas más altas;
junto a los cauces fluviales existían bosquetes de hoja caduca , fresnedas y alisedas.

CONDICIONA1\'TES ESTRUCI1JRALES MORFOLOGIA DEL TERRITORIO

24
-

La ca ....Ictcrística fund.lmental de los suelos es su lona rojizo, debido a su composición muy mineraliza-
da , su escasa pro fundidad y ser muy pedregosos, los denominados pizarrales. Si b ien son aptos para el
cuhi vo, su potencbl agrícola es bajo.

EstructuraJcs

La estructura preexiste nte en el territo rio fu e otro de los factores Ixísicos en el desarrollo de la colon iza -
ción. Si bien la zona e n la que se pretendía asenta r a los nuevos po bhldores estaba prácticamente
desiena, ex istía un conjunto de elementos, COIllO C<Lminos, ve ntas y conventos, que componían una
estru ctura clcment<ll del m edio.

En su enlorno exiSlhm importantes núcleos de pobl¡¡ci6 n como Linares, Bailén, Baños de la Encina, Vil-
ches o algo más alej::Lda, Bae za .

El área de Sierra Morena, donde se ubicaron la mayor parte de los núcleos, pertenecía a unos extensos
términos. En concreto, lo que hoy se conoce como término municipal de La Carolina , que prácticamen-
te coincide con los térm inos de La Peñue la y Venta de Linares (Navas de To losa) seña lados en la mojo-
nera de 1772 (33), incl uía terrenos pertenecientes e n la aaua lidad a los términos de Baeza, Linares,
Baños y Vilches.

A pesar de las diversas noticias y referencias históricas sobre la existencia en la zona de antiguas pobla-
cio nes, explotacio nes mineras, etc. (34), e n los años inmediatamente anteriores a la colo nización , la
población de este área de la Sierra se reducía a un conjunto de ventas situadas en los caminos reales,
alg(m convento y e rmita, además de corti jos aislados.

La lectura del Mapa de Tho mas López de 1761 (3;), al parecer trazado con datos y mapas ante riores, y
del Mapa ele IIl1a pel11e ele Sierra M orena que comprende el proyecto de las Nuevas Poblaciolles (36), pe r-
mite señalar que en el iimbito de estudio los núcleos po blados existentes eran el Convento de La
Pe ñuela, de carmelitas desca lzos, y las Ventas de Linares y Baeza, próximos entre sí y situados sobre el
Ca mino Rea l. La ex istencia de la Venta del Cata lán con anterioridad a la colo nización es d udosa, pues
no fi gura en los mapas citados. Sin emba rgo, el segu ndo de éstos señala la existencia de una aldea (sin
no mbre) próxima a la Venta de Linares, que no a parece recogida e n Otros documentos. Además de los
establecim ientos citados, en su proximidad parece que estab<ln muy habitados al menos e l Cortijo de
Dev~ldales y el de Jorquera (37).

El Convenio d e La Pe ñuela se había fundado en el s iglo XVI (573) y refundado en el X"VII (1682), per-
maneciendo habirado por fra iles ca rmeliras desde ento nces hasra 1768 (38) . En el entorno próximo exis-
lían , además, la Venta de Miranda , Venta Nueva , Venta de la Fresneda, Venta de Guarromán, la ermita
de los Palacios, la torre de Mal1ín Malo, la mina de los Palazue los, Tolosa y Molas3, como ~ poblaciones
antiguas y arruinadas".

El factor fu ndamental en la definición de la estructum territorial del momento em, sin duda , ia red de
caminos. Múltiples vías atravesaba n la Sierra en esta zona , poniendo e n comunicación La r.-lancha y
Andalucía; las más impo l1anres a provechaban los lugares de mejores ca racterísticas topográficas y fue-
ron utili zadas po r los sucesivos pobladores de la zona (39).

L... más importante e n el ámbito de estudio, e ra una vía de origen romano (40), posteriormente Camino
Hea l de Toledo a Granada. En las proximidades de la Venta de Linares se separaban de ésta dos ca mi-
nos: en dirección a Bailé n (Andalucía Baja) y e n dirección a Vilches (Baeza-Ubeda-Almería).

25
RED VIARIA PREEXISTENTE (ANTERIOR A 1767)

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En b elapa inmediatamente ~lIlle ri or a la colo ni zació n, e l acceso rodado a Andalucía desde La Ma ncha y
Levante se erectuaba por e l Pue rto del Rey y Puel10 de S~1T1 Esteban. El Ca mino nea l de Mad rid a Anc!a-
lucín pasaba por Va ldepeñas, Sant3 Cruz (de Mudela), El Viso, Pue rto del Rey, Venta de Mir<lT1da , Venta
Nueva, Venta de Linares, Venta de Baeza , La Peñue la, Venta de Guarromfln, Bailen, An dújar, aprove-
chando en pa lle el antiguo Ca mino Real de Toledo a Granada , básica menre en la travesb de Sierra
Morena. Con la promulgación en 1761 del Real DecretO sobre caminos y J::¡ implantació n del mod elo
radial, eSI3 vía cobm mayor importa ncia en detrimento de otros ca minos reales como e l de Gra nada o
Valcncb.

En la zon~1 existía n también cmninos de hermdura importantes, como el que desde Venta Nueva pas.:'1ba
por J:¡ ermiw de los Pa la cios (Sa nta Elena), d irigiéndose hacin La Mancha por el Puerto d el Mulada r (41),
y el que desde Linares y ViJehes se di rigía hacia las Plazuelas y Castella r e n La Mancha.

Ademfls de los c i t~l clos caminos, q ue componían la red básica, se tie ne constancia de la cxiste ncia ele
otros muchos. menos usados. de car:1Cter estrictame nte intercoma rc tl o local, vbs de he rradura y uso
geneF.!lmente pecua rio.

Existía y ex iste al no rtc de L1 Peñue b un p uente de posib le o rigen romano, de no minado Puenre de los
Cinco Ojos, que permitía e l p~ISO del río de L3 Ca mpana en é lxx:as de crecida y q ue recogía los caminos
p rocedentes de la Sierra . Sin duda existían otros caminos, pero éstos son los más importantes.

El conju nto de estas vías configuraba la estnlctura básial en qu~ se apoyó la colon ización de Sierra
f\'lorcn~l,
con posteriores modifkaciones p untuales de im portancia como e l Paso de Despeila pe rros.

En tO<!os los casos la falta de mantenimiento suponía que la red de Olln inos en esta época fuese muy
deficiente. El estado del Camino Real de Madrid a Andalucía, en especial a su paso por el Puerto del
Rey, dio origen ~I numerosos ilúormes y peticiones por pa rte de los Intendentes andaluces al Consejo
Real.

Dc la superficie tota l de la zona en que se iban a desarrollar las nuevas poblaciones muy poca estaba
cultivada. En concreto, en lo que hoy constiTuye el término de 1.:.1 Carolina ( 20.213 Has.) se cult ivaban
únicamente 322 Has. , junto al C::lTn ino Real; aproximadamente su uso era : 32% olivar, 46% cult ivo de
cereales, leguminosas, etc .. 1% de huen a y el 21% restanre se dedicaba a pastos o se cuhivaba sólo
esporádicamente.

El resto del territorio se dedicaba al aprovechamiento de los past05 y frulOS silvestres (bellotas) paF.! el
ganado, fundamentalmente vacuno y ovino, en algunos casos proveniente de la meseta. siguiendo
ciclos y nlt:IS ancestrales.

Otros usos producidos en e l territorio eran la rabricación de carbón vegetal o la extracción de madera
par:1 las minas de Linares (42), aprovech3miento del que se vieron privados los pueblos del ento rno y
b s mi n:1S debido a la implantación de bs nuevas poblaciones, motivando numerosas que jas por pa rte
de los afeclados ('13).

Po litico -adminis trativos

El bag:lje ideológico q ue inrorm:lba d s istema políticO de la époGI determ inó e l ma rco jurídico, admi-
ni!'itr::lli\'o y económico en el que se iba a desa rrollar el proceso de coloniz3ción. Pero adell"l:ís estos fac-
tores conMituyeron elementos determinantes en b configumción efectiva del Plan de Nuevas Pobbcio-
nes. en espccbllos adm inistrativos y económicos.

28
Con anterioridad a la promu lgación del Fuero de Poblaciones, los territorios que constitu yen el :ímbito
de estudio pertenecían a los términos de Linares, Baeza, Vilches y Baños de la Encin.a . Todos ellos
induidos en el Pallido de Baeza, uno d e los cinco en que se dividía el Reino de Jaén. A efectos adminis-
tnlli vos de car'.Íé:ter supmmunicipa l dependían de la jurisdicción del Intendente de Jaén, si b ien el
Intendente de Las Uea les Minas de Linares tenía ciellas competencias específicas en esta m:1teri:1. En los
aspectos judicial es, I:l Rea l Chancillería de Gmnada constituía el tribunal su perior de justicia del que
d ependían .

l'am el desarro ll o de la colonización se eligió un Superintendente General (44), Pablo de Olavide, con
jurisd icción excl usiva en los términos de Nuevas Poblaciones, poder de decisión en todos los ámbitos y
sujClO únicamente al control del Consejo Rea l (45). Su efecto fue la implantación en esta zona de un
complejo sistema administrativo, muy jerarqu izado, de estnlctura piramidal , reflejo del modo de funcio-
namiento de la propi~1 calle. Su volumen determinó espec ialmente la modificación del carkter de La
Peñuela, que en principio se pretendía un núcleo específica mcntc rural , pero también supuso la altem-
ción del sistema de relación entre el conjunto de las Nuevas Pob laciones.

Los ca mbios políticos y administrativos producidos en el siglo XIX no tuvieron excesiva influencia en
Sierm Morena hasta la abolición del Fuero en 1835, a pesa r de los pequeños interva los en que éste fue
suprimido tempomlmeme (1812-14 y 1820-23).

De Otro lado, la fmgilidad del sistema económico y la escasez de fondos de la Corona hacían im pensa-
ble la aplicación de los cuantiosos fondos que suponía la creación de una completa infraestructuf"'J.
soporte del modelo que se pretendía implantar "exnovo" con rentabil idad a medio y largo plazo.

Esta circunstancia motivó que la colonización se basar'J. en la eSlructu ra preex istente, limitá ndose a la
creación de los elementos mínimos imprescindibles. Aun así, la dimensión del proyecto supuso la
inversión de altas Sllma s (46), no siempre bien adm inistradas, lo que incl uso mmivó la reconsideración e
intento de recorte de los proyectos inicial es.

La rapidez con que se intentó o rganizar el sistema y poner en cultivo esta zona pretendía , por un lado,
evitar que se dilatase en el tiempo la dependencia de los colonos de la ayuda estalal (pan y prest) , y po r
Olro lado, la pronta obtención de beneficios cuant ificables a l ravés de diezmos y lribuws directos e
indirectos.

Todo ello mo tivó numerosa.s imprevisiones y ca rencias que afect~l ron en las etapas posteriores al abas-
tecimiento de agua , infraestructuras adecuadas. consolidación e integración social , diversificación de la
aClÍvidad económ ica ...

Coyunru r dles

A lo largo de los 6S ailos de vigencia del Fuero, numerosos faclOres ligados a las circunsta ncias de cada
momentO histórico influyeron de una manera u otra en la configuración y consolidación del sistema
territOrial , socioeconómico y funcional derivado del proceso de colonización.

Entre los de ca r..íctcr político se cita n primem mente la resistencia y oposición de los mandalarios de los
lugares de origen y cOl1e de Viena a la emigración de los colonos, lo que supuso una menor selección
del "lIIaterial ¡)l/mallo". En el interior se produjo una resistencia enconada, por parte de los pueblos y
nobl es afecw dos, a la inclusión de sus l ierms en el Pla n de Nuevas Poblaciones y a la pérdida de privi-
legios y jurisdicciones. lo que ll egó a influir en la calle, determinando el inlento de reconducir el proce-
so (4 7 ) y el p~l go de indem ni zaciones.

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También b s discrc¡xlIlcias sobre la fo rma e n que se debía re~l li z;u b coloni7..ació n (Uv icron e fectos
imponantcs. mo tiv.mdo en (¡Itima insta ncia la Glída e n desgfH cb de Obvide y su procesamiento por la
Inquisición en 1776. El Su pe rintende nte había fo rmado un equipo diverso, info rmado no sólo de las
corrientes ideológic ls innovado ras d el mo mento, sino también de los avances técnicos producidos e n
Europa e n todos los campos - agricul rura. técnica, ind ustria, Ctc.-, que p retendieron aplic<Jr en las Nue-
vas Poblaciones.

1..::1desa parición de los impulsores de la colo nización (Carlos 11 1, Campoma nes, Muzquiz) supuso la d is-
minució n del imerés y, por tanto. de la apo nación de caudales para completar y .. fianzar e l proceso.

Por otro lado, los Cl mbios ideológicos profu ndos producidos e n este tiempo, que en España lienen su
reflejo más impol1:Ulte en la Constitución de 18 12, definían, e ntre otros principios, la igualdad de los
ciudadanos ;'I!lte b ley o el derecho inalienable a la pro piedad. Se plamea ba así po r vez p ri mera la con-
trad icción entre las nu evas ideas y la permanencia d e un fuero especial (Fuero de Població n) en dete r-
minados te rritorios, por lo que estos principios que no tendría n efectos dete rminantes e n las Nuevas
Poblacio nes hasta 1835, en que se ~1i.)Qli ó definitivamente el Fuero.

De ('a rtlcter económico se pueden citar básica mente la escasa capacidad financie ra del Eslado, la falta
de cá lcu los previos sobre las inversio nes necesa rias y los medios dis ponibles destinados a la coloni7..-<"1-
ció n, lo que determinó una improvisación general en arbitrar los recursos. En todo caso, cuando en
1788 cesa la ayuda estatal directa, la Rea ll-lacienda había aport<tdo para la o pe ració n aprox i mad~tmente
67.33 1.127 rea les de vellón (48).

Los condicionantes de tipo social se derivan básicamente de l propio o rigen de los colo nos y la formH
en que se o rganizó s u contrata. La diferencia de clima y las duras condiciones determinaron una gran
mo nandad y abandono en los mo mentos iniciales. Tampoco se cu mplieron los requisitos establ ecidos
en la co ntrat~1 de Thürriege! , po r lo que buena parte de los llegados carecían de Jos conocimie ntos téc-
nicos p~lT"rl el desH rrollo de su labor, no se encontraban en edad adecuada o carecía n de salud, a pesar
de los rechazados en los puntos de llegada de Almería , Almagro o Málaga (49). A estas circunstancias
hay que aiiadir los problemas de asimilación de una población extranjera , que además pretendía man-
tener su ide ntidad en Contra de lo esrablecido e n el Fuero, y que dio origen a revuehas, expu lsiones y la
adm isió n de colonos espa ño les, que pasaron a ser ma yoritarios.

Los condicio nantes de carácter técnico fu eron numerosos debido a la celeridad e imprevisión genera l
que revistió e l proceso. Ul.llegad~t de los primeros colo nos antes de que se hubiese realizado la parcela-
ció n y las viviendas determinó su alojamiento en barracones y chozas, q ue se prolongó en épocas de
duras condiciones cl imáticas (SO).

La falta de materiales y herramientas par"d. la realiz:Kión de los trabajos o la dificuhad e n el su ministro


de víveres (SI) también fu eron importantes.

Así mismo, la urgencia en la construcción de viviendas, realiza das a destajo por portugueses e italianos,
supuso que su calidad fuese muy deficiente y hubo que reconstru irlas en etapas posterio res (;2).

La di ficultad en la divisió n de lHs parcel as o en el aV~l1lce del desmonte del terreno, debido ~I las propias
característ icas del mismo. dete rminaron que el sosten imiento d e los colo nos se tuviese que pro lo ngar
h:lsta 177 1, en q ue las Lierf.ls y gan~¡dos empeza ro n a producir lo suficiente, con el consiguiente gasto.

Cabría citar otros muchos condiciona mes, como el estado de los C'J.minos, la difi c lllt~ld y los altos costes
e n el al umbramiento de pozos, la inadecuación de cu hivos, etc.; todos e llos interviniero n e n la configu -
ració n definitiva d el modclo tcrritori¡¡ I.

32

e3 •
MODELO TERRlTOJUAL IMPLANTADO El am"ilisis del modelo territorial exige la refe-
rencia del proceso respecto a las circunsta nci'IS y hechos históricos en que se produjo.
Con este fin , de acuerdo con la documentación disponible y los numerosos estudios publicados, aun a
riesgo de un cieno esque matismo, se pueden diferenciar tres crapas básic-dS en cuanto a la "producción
del modelo":

• n67 - 1769. Implantació n: e n año y medio se construyen y localizan los e lementos básicos , apoyán-
dose e n la estructura p reexiste nte. A pesar de la imprevisión general y los numerosos problemas ini-
cia les, en este tie mpo se configura la red de asentamie ntos, se ubica un número importante de colo-
nos y se construye buena parte de los equipamientos previstos (53). Todo e llo se consiguió mediante
la aplicación de cuantiosos rec ursos económicos y humanos, así como la instauración de un rígido
sistema de funci o namie nto militar, en detrimento de los aspectos sociales, lo que o riginó críticas y
tens ión social.

La visita de Pérez Valiente (54), que se puede considerar como fi nal de esta elapa, tiene su origen en las
contradiccio nes s urgidas e n la aplicación del modelo.

• 1770 -1794. Consolidación: como resultado de esta visita se dictó la Instrucción de 1770, que supone
I~l reconsideración del proceso, recomendándose incluso su recorte (55), sin que se lleve a efecto.

A partir de esa fecha se produjo una reorganización administrativa , mejorándose el orden, control y
adecuació n formal (Mojonera Genera l, Libros de Repartimiento, Planes y Mapas, ete.). Paralelamente se
van completando las obras empezadas en la etapa anterior.

La experiencia de la fundación ex ige la reelaooración del modelo, revisando algunos contenidos teóri-
cos fundamentales. Así se consagra definiti vamente la estructura jerárquica de los asentamientos ( ;6);
sin renunciar a la dispersión de la población, se concede mayor importancia a los núcleos, lo que se
reneja en la preocupación formal de su trazado y construcción, especialmente en La Carolina; se produ-
ce una mayor diversificación fu ncional, med iante la introducción de industria; o se acepta el asenta-
mie nto de mayor n(lI11ero de colonos nacionales.

El mayor conocimiento del medio y las reformas introducidas supusieron el avance y afianzamiento de
la colonización, sin que ello determinase la desaparición de los problemas, emre ellos la inestabilidad
social , revueltas y expulsiones, especialmente tras el procesamiemo de O lavide , la disminución lenta
de la población, o los fracasos iniciales e n la construcción de industrias y avance de los cultivos. El fina l
de eS(~1 etapa se puede establecer en 1794 con la desaparición de Miguel de Ondeano, yen ella se gesta
la crisis que caracte ri zará la etapa siguiente.

• 1794 -1835. Decadencia: la pobreza de los suelos y los métodos de cultivo empleados supusieron
pronto la caída de la produaividad agrícola. Por Olro lado, tampoco se consiguió la apenura de nue-
vos mercados para la industria establecida y, por consiguiente, se produjo un p rogresivo deterioro de
la situación económica de las Nuevas Poblaciones. A estas circunstancias hay que añadir el compor-
tamienlO del estado y sus representantes, que actuaron de forma similar a los rerra¡eniemes, produ-
ciéndose incluso la ausencia reilerada de los lmendemes.

Sin e mbargo, el faclOr determinante de la crisis fue la Guerra de la Independencia. L1S Nuevas Pobb-
ciones de Sierra More na, situadas en una zona estratégica, sufrieron las consecuencias de la contienda
(saqueos, confiscacio nes, destrucciones), especial me nte La Ca ro lina.

El (.lt imo Intendente, Po lo de Alcocer. esta bleció medidas y planes para reconducir la actividad agríco-
la , potenció los plantíos de olivos y vides, reconstruyó y mejoró la infraestf1lctura básica, etc., lo que

33
posibilitÓ una cierta recupemción. En estas circu nstancias se produjo la abol ición del Fuero p.ara la ade-
clwción de I::ts colon ias al nuevo sistema adminislfalivo del estado.

La restitución de las poblaciones al fuero común pone fin a una experiencia singu lar de 68 años, cuyo
resultado mÍls importante fue In implantación de un modelo territoria l, que a cominuación se analiza en
su estnlctum formal y funcion~l l , teniendo como ámbito de estudio el municipio de La Carolina.

Emre los princip~des elementos definidores de I::t estructura forma l del modelo territorial implantado
destacan el alojam iento y localiL1ción de la pobbción, las infraestructlll"'.lS y los equipamientos.

El sistem a d e asentamje ntos

El Fuero mostmba su preferencia por la localización dispersa de la pob b ción en el territorio o su agru-
pación en pequeños núcleos de ca r-:lCter uniforme, org.mizados en unidades Hdministmtivas element'l-
les e independientes: los concejos.

Si n embargo, la propia dinámica del proceso, la fuerr..a de atracción de los equipamientos previstos y la
implantación de una potente estructum ~I dmini st rativa d etermina ron la cualificación del sistema de
asentamientos formaclo por el hábitm disperso y una red jerarqui:wda de núcleos, agrupados en Feli-
gresías o Conce jos, dependientes de una unidad administrativa superior, la Intendencia, ubicada en la
capiw. 1de N lI eV~I S Poblaciones, La Carolin~1.

Las fundaciones iniciales fueron La Peñuela , Sa nta Elena y Guarromán, en los (¡!timos días de agosto y
primeros de septiembre de 1767, todas ellas junto al Camino Heal y apoyándose en elementos de la
estnlCtura preexistente: momlsterio, ermita o venta , respeclivamente.

IDEA GEOGRAFICA DE lAS NUEVAS POBlACIONES DE SIERRA MORENA.

-_ ......-
) .
••

S.G. E.
En julio de 1768 se habían fundad o además de las citadas, que er:m las más adelantadas , Río Rumblar,
Carboneros, Navas de Linares, Vent.. d e Linares, Magaña , Aldeaquemada, Venta de Todos los Sa ntos y
Arquillos, y se había acogido a 4.1 52 colonos (57).

Cuando en abril de 1769 se produce la visita de Pérez Va lie nte, se da por conclu ida b red Ixísic.a de
asentamientos , incluso se aconseja ~lbandona r algu nos.

A p.utir de esta fecha , consolidados ya los núcleos princip:.¡]es o lugares ca pitales d e cada feligresí;:t y
algunas aldeas, el siste ma se irá completa ndo con la fun dación de núcleos menores.

En el año 1787 e l siste ma de asent.. mie ntos prácticamellle se ha completado , y así se recoge e n e l mapa
Idea geogrlifica de las Nuevas Poblaciones de SielTa Morena, Lugares y Aldeas de q/le se compone. A lto
1 787(59) .

.l'IrHJEVAS POBlAClOl\'F.S DE SlERRA MORENA. SISTEMA DE ASENTAMIENTOS 1787

PARROQUIAS AlDEAS Y LUGARES PEQUEÑOS


m: GRA,...ADA

MOj\'1lZ0N ALDEA HERMOSA, LUGAR Y VE:\TA D~E~l~O~S~S~,"~''fO+,,!~S~~====-c-~,=~==


CAR BONEROS ALDEA DEI. ACEBUCHAR, ALDEA DE LA MF~~A, ALDEA pE LOS CUELLOS Y ALDEA ESCOlASTICA
GUARRO~iAN ALDEA DE ARE1l.A..'10, ALDEA DE LOS RI OS y ALDEA DE LA TORRE DE MARTIN MALO_ __
RUM I3LAR UNICO LUGAR

El siste ma , en esta recha , se organizaba en 9 parroquias y estaba fo rmado po r lLn total de 32 núcleos
e ntre lugares, pa rroquias y aldeas (60).

El término municipal de La C·1rolina, ámbilo del estudio, coincide prácticamente con el territorio corres-
pondiente a la fe ligresía de La Peñ uela. Los límites se estableciero n de manera definit iva en la ~ I oionera
General de 1772, cuando ya se había disgregado la Venta de Linares, Navas de Tolosa, como feligresía
indcpendieme¡ sin embargo, su contigüidad , historia y dependenci~1 respecto de La Carolina determi-
n:lro n que, tras la abolición del Fuero, se re integrase de nu evo formando un término municipal único.

/.n Carolhw. ,apilal de los NIIf.'l"ru/'obIaciOllCS

35
La Pe ñuela fu e la fundación inicial de las Nuevas Poblaciones de Sierra Mo re na. Tr.!s el reconocimiento
del territorio. se decidió poner I:J. primera piedra a finales de agosto de t767.

En la elección de l emplazam iento debieron intervenir diversas circunstancias, como que figurase en [os
repetidos inte ntos de repoblar la zona, que no afeclase a las poblaciones existentes o que fu era conoci-
do por los impulsores de la em presa (Ola vide).

No obstante, los fa ctores más importantes se derivan de s us propias características físicas y del ento rno.
El lugar se encontraba junto .tI Ca mino Real y en sus proximidades se cruzaban impo nantes vías pree-
xiste ntes. Se situaba aproximadamente en el centro geográfico del territo rio que se pensaba colo nizar
y, junto con las fundaciones de Guarro mán y Sa nta Elena, permitía dividir en tramos similares el camino
desde Ba ilén al Pue rto del Rey. Además se situaba en u na ladera bien o rientada y protegida de los vien-
tos del none, de poca pendiente, que permitía la fácil evacuación de [as aguas. Pero sin duda, el factor
determ inante fue la existencia del Convento de La Peñuela, fundación carmel ita d el siglo XVI , refunda-
da en e l )..'VII. El ed ificio, d e ciertas dimensio nes, suponía una infraestruc(Ura de apoyo importante para
la colonización, y tenía una ca pacidad de acogida que resultó fu ndame ntal en e l p rimer invierno para
paliar [os problem as derivados de la improvisació n genera l e n e [ alojamiento de los colo nos (61). Poste-
rio rmente se conveniría en residencia del Superinte ndente y oficinas de la Administración.

Jumo al conventO existían , además, huertas y plantíos que permitían prever una cierta productividad
del terreno , y pozos, elemento fundame ntal para el asentamiento de los co lonos. El luga r de La Pe ñuela
reu nía , po r tanto, las cond icio nes adecuadas para la ubicación de u na nueva población (62).

En La Penuela , por ser el puntO de llegada de las remesas de colo nos, fue donde se insmló e l mayor
número de familias; algunas de e llas, por falta de suertes y viviendas para su adjud icación, se instalaron
e n núcleos provisio nales (Tapiadilla o Pinos) que posterio rmente desaparecieron (63). En eStas fechas
también e n La Peñuela se encontraba ya ubicado el aparato administrativo (64) y se empezó a citar e n
los documentos como Capital de Nuevas Poblaciones (65). A final es de 1770 y por efecto de la visita de
Pérez Valiente, La Peñuela pasará a denominarse La Carolina (66) a propuesta de Olavide que pretende
granjearse de nuevo el favor rea l. También en esas fe chas se produce la reorga nizació n administrativa
q ue supone la disgregació n de lres departamentos de La Ca rolina , convirriéncJose Venta de Li nares en

lA CAROUNA. HABITAT y SISTEMAS DE ASENTAAtlENTOS. EVOLUCION

FECHA PAIUIOQIJlA5 AUl fAS :'' ' D" LABRADORES


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HABITAA'1T:.S
ARTESA."OS
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CASAS

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DE SIERRA MORE."':A y ANDAlUCIA 1.535 6.~91

1"771

",. NAVAS DE UNARES

UNARES ,
".,
! 82 l
NA VAS DE TOtoSA
"
,,,.
Lo. CAROU:o.:A \1STA ALEGItE Y ALDEA
DEl CA,\11:o.:0 DE GRANADA , ... ,.. ., ., .,
, '" '''' .,
1 119 <l' '52
( 83)
NA v AS DE TOI.O!iA A. DE LA fUL'TE DEl REY
A. DEL CA,\tl;o10 DE V11..CHES , <
TOTAL
60 '28
" " <607
'" ,}:!!! lZ2" 60

, '"
1251 lO'
LACAROUNA
DEL CAMINO DE GRANADA ",
""JIMl NAVAS DE TOlOSA A. DE LA ~"lJE1I<1'E DEL ltEy
A. DEL CA,\U¡";O DE V1LCIIES ,
1.1:125
"" " '" 62
TOTAL SIERRA MORE."A 5.0113 940

36
ETAPA DE COLONIZACION ( 1767-1835) . DMSION ADMINISTRATIVA y ESTRUCfURA DEL TERRITORIO

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37
parroquia o ca pital de I:i felig resía del mismos no mbre. En 1772, Venta de Linares pasará a denominarse
Navas de Tolosa.

En 1774 (67) ya figuraba la aldea de Vista Alegre e n la feligresí:l de L.1. Carolin:1 yen 1787 Mol ino del
nencgadero y la aldea del Camino de Granada. Asimismo e n Las Navas de Tolosa aparece la aldea de I:i
Fuente del Rey y aldea del Cam ino de Vilches. Con poste rio ridad ~l lguna s ele estas aldeas modificaron
sus nombres adoptando el que actualmente oste ntan . 1.::1 alele:1 del Ca mino de Granada se denomi nad
Isal:>e]¡I, la alde,1 de la Venta del Catalán, Fernandin~1 (68), y la aldea de I:i Fuenfe del ney, Ocho Casas.
Para lelamen te a la construcción de la red de núcleos, el sistema de aselllamienloS se compleraba con e l
t:sta blecimiento de colo nos labradores d ispersos en el territorio.

En septiembre de 1768 ya se había asentado un nú mero importante de ellos, asigmíndole suerte y casa,
cabai'í a o tienda am. Este número fu e en aumento hasta 1769, e n que pordectos de la visita de Pérez Va-
liente, qu(.'(ló p:m¡]izado el asenta miento de nuevos colo nos. Se d io por conclu ida la contrata con 1'110-
rriegcl y, de acue rdo con las ó rdenes contenidas en la Instrucción de 1770, se procedió a la expulsión de
aq uellos colonos que no cumplían lo establecido en e l Fuero y a la admisió n de colonos españo les.

A pesar de la diversidad de fuentes y criterios utiliz.ados, es posible detectar las tendencias y evolución
del h5bitat e n 1..;:1 Carolina y en relación al conjunto de Sierra Moren:J.

1":1 impol1:lIlcia de b feligresía de La Carolina en e l conjunto de Sie rra Morena es ya evideme e n 1771,
concentrando el 24% de las viviendas del total de Nuevas Poblaciones. Si se incluye la feligresía de Las
Navas. lo que hoy se conoce como té rmino de La Carolina albergaba un 35% de las casas constmidas
e n e l territorio de b coloni7..ación. Esta pro moción irá e n aume nto a lo largo de los años, de fo rma que
e n 1792 e l porcentaje será del 44%.

Por otro lado, el nücleo de La Camlina, capita l de Nuevas Poblaciones, muestra una tendencia creciente
<1 la concelllración. aumentando su poder de atracción, en detrimento del hábitat disperso. Así, mien-
tras en 1771 contenía el 4 1% de las casas de su término, en 1776 era e l 60%, experimentando un creci-
mie nto importante en términos absolutos. En 1792 e l número de casas e n La Carol ina representaba el
76% de las de su término, quedando pate nte la alta concentració n.

1..;:1 evolución y desarrollo de las aldeas muestra una escasa impot1ancia cua ntitativa e n el térm ino, tal
como sucede para e l conjunto de Sierra ?-o·lorena. En 1789 el número d e viviendas en aldeas en el con-
junto de La Carol ina y L'ls Navas era de 34 yen 1792 representaba el 8% del conjunto del hilbitat en
estos términos.

En ese mismo período se produce un descenso muy importante del número de casas dispersas, lo que
permite determinar la reubicación de los colonos-agricultores, trasladándose a las aldeas un buen nú-
mero y e l resto a los núcleos mayores, L1. Caroli na y Las Navas.

El hábitat disperso representaba en 1771 el 64% en e l ámbito de análisis; para el conjunto de Nuevas
Poblaciones de Sierra ¡\Iorena era el 70%. Estos porcent;ljes permiten establecer la importancia conced i-
da en los primeros años a la dispersión de la población en el territo rio de acuerdo con el Fuero.

A partir de 1775 se produce una acelerada d ismi nució n del número de viviendas dispersas por diversos
motivos, como la disminución del número de bbradores, traslado a aldeas y pueblos, ruina de las ca-
sas, etc., de form:1 que en 1792 representa únicamente el 11 % del totH I de las casas del área de estudio.

Así. mie ntra s e ntre '1771- 1774 es posible establecer una relación directa entre hábitat disperso-colonos
labradores, en 1775 el nümero de viviendas dispersas se estabiliz¡1 (lB6 viviendas), y en ca mbio las

38
ramilias de labradores aumentan, 10 que implica q ue parte de esta población se empieza a ubicar en los
pueblos y :tld e~ls.

P~I r::I 1776 se puede est.ablecer para La Carolina hl distribució n esp~l cial del hábitat disperso con cierta
fiabilidad (77):
LA CAROLINA - ¡n6. D1STRIBUCION ESPACIAL DEL HABITAT DISPERSO
DE I)AJrrAMI~!'ro'TOS NII SUI~RTES N9 CASAS NII OCUPM'TES FAMIUAS
, 138
3Z
13
Z6
60
135
13
Z6

,,
~

~,

""
28
Z3
Z7
~Z6
95
134
107
Z3
Z7
Z6
6 36 100
IUO DE l.A CAMI'ANA " "
MAJADA DEI. VI ENTO
CEIIIIO LUNA
CEIIRO OH I'ADRE SANTO
,,
9
"37 , 9

TOTAl.
AI.DEA DI: VISTA Al.EGRE
161
15
"
771
8
161
15
?9
TOTAL 176 8'. 176

En esta fecha se com pmeba la existencia de colonos españoles (22 familias) instalados al margen del
repartim ielllo de tierras, situados en la zona norte, probablemellle ded icados al pastoreo o explOtación
de los montes y dehes.'1s.

En 1789 la distribución espacia l del hábitat disperso era la que refleja el cuadro adjulllo (78). Como se

DISTRIBUCION ESPACIAL DEL HABITAT DISPERSO 1789


FEUGRESlA
LA CAROUNA
OPTOS.

,
1
N9 SUERTES
138 ,
NIl CASAS
,
N9 FAMIliAS

3' 11 11

,,
3
"
9Z 1
1
1
1

6
28
36
8
4 ,8

TOTAL

,
l§1
", "
.."
63
I.AS NAVAS 1 4
DE TOLOSA

TOTAl
3
14. , ,
TOTAL 53. 46 46

puede observar, la disminución del número de viviendas aisladas, en los depart<lmentos 1'" y 4°, próxi-
mos .11 núcleo de La Carolina, es muy no t<lble en 1789. aunque esta reducción afect<l a todos los depar-
tamentos de forma similar.

En síntesis, entre 1771-1775 se p rodujo un importante incremento del número de casas, reflejo de la
consolidación de las Nuevas Poblaciones, basado fundamenta lmente en el crecimiento de los núcleos
principa les ele La Carolina y L'1S Navas de Tolosa. A partir de esa fecha se produce una reducción paula-
tina del nllmero de casas, e n consonancia con la disminución de la población. Este proceso afeclará
principa lme nt e al hábitat disperso, produciéndose la concentración en los pueblos y aldeas. A finales
del siglo .XVlIl (1792) el nllmero de viviendas liende a eSlabil izarse y aumentará algo.

Sin embargo, la Guerra de la Independencia tendrá efectos desastrosos en el hábitat , arminando las dos
terceras p~l rtes de 1 ~I S vivie ndas según Polo Alcacer. Tras grandes esfuerzos, en 1835, cuando se abole el
Fue ro, se ha recuperado el nlllnero de viviendas, especialmenle en los pueblos y aldeas, siendo similar
al existente a fin~lI es del XVIII.

39
En tocio caso, en esta eta pa final se manriene un fe nó meno ya detectado en 1774 que supone un déficit
de vivie ndas en relación con el número de familias. Esta disfunci ón afecta especialmente a los nllCleos
y en especial a La Carolina, puesto que para el hábitM disperso se mantiene la relación colono-familia -
vivienda. En 1775 en La Caro lina el número de familias e ra de 485 y e l número de casas de 34 1. En
1797, González Carvajal (79) informaba q ue m{ls de 300 fam ilias vivían e n poco más de 100 casas. Esta
siwación se agravó con las destrucciones de la gue rra de 1808 - 1814. Todo ello supuso que desde las
etapas iniciales buen número de fami lias vi vieron hacinadas, en condiciones de habitabilidad mu y pre-
ca rias, y cn general se manruvo una escasez de vivienda que dificultaba el asentamiento de nuevos
habimntcs y la instalación de fábricas y otros ofi cios (80).

L.\S Trazas

Con el fin de o rganizar e l rep~l rto de suertes y el asentamiento de la població n, los ingenieros militares
Simón Desnaux y Casimiro Isaba, entre OlroS (80, establecieron una malla o llogonal, mediante e l traza-
do de las lí/Jeas (82). Esta malla ollogonal de cami nos se apoyaba en la red de ca minos preexistentes,
que garanti zaba n la comunicación ent re los núcleos principales (ca minos reales) y permitía coordinar
las d iversas funciones relacio nadas con el aprovecha mie nto del territorio; establecía y regulaba el acce-
so al uso de la tierra; favorecía la distribución de la población en el territo rio, fac ili!ando su dispersió n o
concentración, la jera rq uización y re lació n de los núcleos, y, en todo caso, pos ibil itaba una mayor inte-
rrebción e ntre éstos y su entorno. eSlableciendo en lo posible un o rden común. El módulo de la trama
es aproximadamellle de 700 x 265 m. (800 varas de largo por 300 de ancho) . En el término de La Peñue-
la la s generatrices o líneas maestras no se señalaron de acuerdo con los puntos ca rdinales, si no aten-
d iendo a la preex istencia del Monasterio de La Pe ñuela , el tra zado del Cam ino Real y la forma más
favorable del territorio.

Cons iderando la malla como un siste ma de coordenadas, la línea maestra correspondiente al eje de
abc isas se trazó en dirección NE-SO, paralela a la facha da de la Iglesia y Convento, en coincidencia con
eltf3zado del Camino Rea l de Madrid-Sevilla , a la manera clásica (centu riatio), y con lo que después
sería la calle de las Huenas O Corso de Levante y Pon iente.

La maestra correspond iente al eje de o rdenadas se tf"".:lZÓ perpendicular a la anterior, en dirección NO-
SE, lomando también como referencia e l Convento (83).

En las líneas o red de caminos se esta bleció una cierta jerarqu izació n, asignando dimensiones diferen-
tes según fuesen transversales, la d imens ión era de 12 varas (ap rox. 10 m. ), comunales 8 va ras, y maes-
tras, 16 varas (84). Es posible que e n etapas posteriores en las comunales se estableciese incluso una
categoría de menor sección, que se correspondería con sendas de entre 3 y <'1 m. aproxi madame nte.

L1 malla se extendió rápidamente e n las zonas de topografía más favorab le, zona al SE del Convento y
zona de Venta de Linares, pero cuando la llegada de nuevas remesas de colonos o bligó a su exte nsión
por áreas de morfología quebrada, se advirtió la d ificultad de mantener el trazado por su elevado coste
y compl icación técnica (85).

Tras la Instnlcción de 1770 las líneas ya no serán caminos agrícolas, s ino s implemente límites de pro-
piedad , "zanjas de más de una vara de ancho y profundidad lP valladas con pitas, chumberas, etc. (86), lo
que provocó que la red quedara incompleta.

nudla ortogonal se extendió en ampliacio nes sucesivas hasta cubrir 8.888 Has. (44% de la superficie
1..<1
total del ámbilo de eSludio), 6.389 Has. e n La Carolina y 2.499 Has. correspondientes a Las Navas de
To losa , seña lándose en tota l 530 suenes, no rodas repartidas. Esta fue su extensió n máxima y se recoge

40
en los Pla nos de Ampud ia y Valdés correspond ientes a la feligresía de La Carolina y a la de Las Navas
(1794 - 1797).

Las línea:-; no sólo permit ieron la asignación de propiedades o facilit<tron el acceso al territorio; tuvieron
ta mbién efectos administrativos, utilizándose para división en departamentos y para la div isión deltér-
mino de La Peñuela, d isgregando el de Venta de Lina res. La malla permitió además regular la ubicación
de los asentam ientos.

L1 preex istencia del Convento de L1 Peñuela, las huertas que se pretendía conselVar y ellrazado del
Camino Rea l, determinaron que el origen o centro de la malla ortogonal del territorio no coincidiese
con el centro de la ciudad. Sin emba rgo sí existe una clara relación , puesto que el eje de ordenadas
coincide con e l tra nsversal de la ciudad y e l de abcisas constituyó el límite inferior de la misma , separa-
ción entre lo urbano y lo rural.

Por otro lado, hay que señala r que la morfología de La Carolina en 1835 se adecuaba a una planta prefi-
jada (87) entre 1771 y 1775, probablemente por Juan Bautista Nebroni O Jorge Barberi, que en estas
fechas figuraban como arqu itectos de las Poblaciones de Sierra Morena (88).

La planta diseñada de la ciudad era un hexágono oblongo, sus calles formaban una malla ol1ogona l de
modulaciones diversas , paralelas a las líneas del territorio , y presentaba ciella similirud con modelos
teóricos de ciudad renace ntista. El plano, sin embargo, incorporaba "lOdos los recursos y avances del
urban ismo ba rroco y neoclásico" (89) , en espec ial la perspectiva, "procurando además cierta variedad ,
belleza y magnificencia , hasta en lo más humilde" (90) de acuerdo con el espíritu de la Ilustración.

La ciudad se orga nizó de acuerdo a dos ejes principales: "uno de movimiento y sentido funcional. ..
(ca lle Madrid) y otro representativon (calle Jardines, calle Real) perpendicular al anterior, ambos de
composición perspectiva muy elaborada con plazas de d iversas formas, torrecillas, utilización de las
condiciones topográficas, etc.

El p lano regulador no era perfectamente simétrico, debido sin duda a que recogía la ciudad existente
en el momento de su tf'dzado. Esta debía ser poco mayor que la refle jada por Pérez Valiente en 1769 en
la Perspectivel de la el1/rada de La Pe/lllela, Capital de Las Nuevas Poblaciones (91), que a su vez respon-
día al primer asent~l mien (o de 1767, orga nizado de fo rma simila r a los campamentos militares, en torno
al Convento e Iglesia (92).

Trozas urlXl>ltls.

4/
Al igua l q ue e n las tr.:lzas del terrimrio , en el viario de la ciudad se escableció un a je rarqui zac ión , as ig-
n:.II1do d imensiones e n función del uso previsto. Así se señalaban los siguie nt es tipos: vías perimetrales
( 10-16 m.), e jes principales (9-"11 m.), calles ve rtical es (9-10 m.) y calles lo ngitudi nales o "callejones"
(4-6 m .) (93).

Al ma rgen de las rderencias respecto de las "líneas maestra s" ya citadas, no existe una clai<l continui-
d ad e ntre e l viario de la ciudad y la malla del te rritorio. La dife rencia de escala hace que la red ciudada-
mi sea concep(U:¡]me nte d istima de la red te rritorial, de acue rdo con la cultura clás ica (griega y ro ma-
na), e n la q ue "las d ivers idades cuantitativas impo rtantes sie mpre acaban s iendo diversidades cua litati-
vas" (94).

En 1779, cuando Ca rlos Lemaur traza su Plano de la Línea del Camino en la Primera Parte (95), l::t ciu-
da d se ha d es~lrfo lla clo de acuerdo con el plano regulado r, ocupando poco más del 50% de la superficie
p rev ista. Con posterio ridad só lo se completará la manzana entre las torres de Leva me (Gonzál ez Carva -
jal , 1797 ap roximadame nte), config urando la ciudad e xiste nte e n '1835 cuando se abo le e l Fuero.

La ma yoría de los núcleos restantes de l té rmino se organizaron conjugando los condicionanres de l


e nto rno (%) co n las referencias establecidas po r las trazas agrícol as y aplica ndo en distima esca la los
mismos recursos y técnicas compos itivas y fo rmales utili zados en La Carolina.

Así , Navas de Tolosa se o rdenó mediante un eje princi pal coincidente con e l Ca mino Real y call es per-
pendicul<lres ~I éste, s i b ien en coincidencia con un vértice de la malla te rritorial en la línea maestra , eje
de abcisas , se construyó una p laza ochavada , con el foco de la pers pectiva en la iglesia y q ue pe rmitía
o rga ni za r el cruce de caminos preexistente (Camino de Gra nada , Camino Rea l ele Andalucía). L'ls irre-
gul:t ridades que incorpomba );:¡ trama respo ndían únic<l1l1eme al mante nimie nto de la ve nta preexisten-
te, o rigen del ntldeo , Venta de Linares.

Ocho Casas, aldea de la Fu ente del Rey, y Seis Casas, aldea de l Ca mino de Vilches, a pesar d e su red uci-
do ta maño se o rdenan también con referencia a las trazas citadas. En la primem, fo rmada po r una do ble
fil a de casas, la ca lle coincide con una de las" líneas". La segunda, formada por una ba nda de ed ifica-
ció n, se s ituó e n la cima de una lo ma q ue do mina el Ca mino de Vilches, y se constru yó paral ela a las
trazas, lindando con una de ellas.

La Isabela , aldea del Camino de Granada , siwada tambié n e n una loma de poca pendie nte, se ordenó
ali neando las ed ificacio nes ;:¡ lo bugo de una ca lle de o rientació n NE-SO (para lela a las líneas), moclifi -

fUl beln.

42
cando puntualmente e l trazado origina l del camino. En la intersección de la ca lle y la "línea" perpendi-
cular se organizó una pequeña p laza cuadra ngular, consiguiendo un es¡x lcio de estancia con vistas
hacia e l paisaje y los cultivos.

Unicamente Vista Alegre y Fernandina no se construyeron con referencia a las trazas del territorio. En la
primenl , las propias ca racte rístk:-a s del entorno , de topogr.lfía quebrada, originaron que las "líneas",
reducidas a límites catastT<lles, tuviesen escasa incidencia en el medio. Por tanto, la aldea se ordenó de
acue rdo con 1::. forma de la loma, alineando las edificaciones a lo largo de un eje, yen su punto medio,
e n el lado de Levante, se organizó un espacio común, pla7"<1 abiena orientada hacia La Carolifl¡1.

Fcrnand ina, aldea de la Venta del Cata\{t n, es una fundaci ón tardía (1791-94) que se conslnlyó junto a la
venta, sobre el Ca mino d e Granada. La edificación se alineó en dos bandas paralelas, dejando un espa-
cio de gra ndes di me ns iones entre ambas. El olvido de la fun ción orde nado ra del territorio que tenían
las trazas y la economía determinaron , probablemente, que la o rientación de la aldea respond iese al
trazado del cam ino.

En todos los casos se ob[Uv ieron resu ltados de gran cal idad formal , ambienta l y urbanística, consiguién-
dose una adecuada interrelación entre los núcleos y el entorno rural a pesar de los reducidos medios.
Todo ello mediante la aplicació n de sencillos recursos técnicos y estét icOs, como son: la adecuada elec-
ción del lugar y el aprovechamiento de sus posibilidades; la uülización de esquemas urbanísticos senci-
llos, bas.:'1dos en ejes ortogonales, referenciados de acuerdo con las preexistencias y la malla territorial;
la uniro rmidad de la edificación; el adecuado dimensionamiento de todos los elementos, en especial
los espacios públicos; la va lOrAción de la perspectiva; la utilización de la vegetación, etc.

Equipantientos y es pacio s libres

El Fuero de 1767 planteaba la construcción de equipamientos adm inistrAtivos, rel igiosos y educativos
como elementos estnlctura ntes y ordenadores del territorio. La colonización supuso, a pesar de sus d-
cisirudes, la aport;Jción de un sistema dotacional bastante com pleto, base del mantenimiento, consoli-
dación y desarrollo de las Nuevas Poblaciones.

1.<1 ubicació n de estos equipamientos determinó la cualifiCación del territorio y su organización jerárqui-
ca. Además intervinieron decisivamente en la elaboración de la eSlfUcnlra formal de los núcleos y en su
carácter urbano.

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Por otro I;Jdo, las ci rcunstancias políticas, administrativas y sociales determinaron en todos los casos la
preponderancia del poder central (Intendentes) sobre el representativo de los colonos, de forma que
las Glsas del Concejo fue ron s ustituidas por las del Comandante de Población.

L1S necesidades determinaron tambié n la aparición de equipam ientos no previstos inicialmente, como
son: los hospitales; pósitos (97), ligados al abasteci mie nto y ayuda a los colonos labradores; posadas y
mesones relacionadas con e l viario, etc.

En el ámbito de estud io, Navas de Tolosa (Venta de Linares) poseía un equipamiento similar al resto de
las feligresías, si bien con algunas peculiaridades derivadas de su proximidad a la ca pital de Nuevas
Pobbcio nes. No se construyó representación de la administración, Casa del Comandante, por res idir
éSle en La Caro lina. En sus proximidades se situó, en 1768, e l Hospital Ge ne ral, que e n 1772 pasó a
la capital.

La Carolina, por su condición de capital de las Nuevas Poblaciones, contó no sólo con los equ ipamien-
tos de la feligresía o concejo, sino que se establecieron otros de ca rácter territorial. El equi pamiento de
ca rácter institucio nal inclu yó:

• 1..::1 Su perintende ncia, s ituada en el Palacio, antes ConvenIO de La Peñuela. Incluía la Intendencia,
Paga duría, Contaduría y otros muchos servic ios (99) ·

• .Juzgado y Círcel en calle Madrid.

• Cua rteles: durante el período de colonización hubo, en diversas etapas, tropas acuarteladas e n la
ciudad con el fin de garantizar la seguridad y lranqll ilidad. Se ubicaron e n diferentes Jugares. Con
posterioridad, en 1791 (99) se construyó un cua rte l con capacidad para un batallón de Infantería
y 01 1'0 para un escuadrón de Caballe ría.

• Se construyeron además cocheras y almacenes de útiles de la Real Hacienda , situados junto al


Palacio o en sus proximidades.

• A partir de 1770 (100) se inswló una Administración de Correos dependiente de la de Manzanares,


que prestó serv icio al conjunto de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena.

• Tambié n se conslnlyó un Cementerio jumo a la Ermita, utilizando posiblemente el elel convento.

El equipamiento religioso incluía la Iglesia parroquial perteneciente al Convento, si bien con algunas
modificaciones, y la Ermita de San Juan de la Cruz, también anterio r a la colo nización.

Las dotacio nes de caráCler san itario y asistencia l fu e ron e l Hospital General (1772), con servicio de
medicin~l y ci rugía , y la Casa de Recogimiento de Huérfanos y viudas. Esta última fue propuesta e n
1768, pero se desconoce si llegó a comar con un edificio , pues no figura en relaciones ni mapas poste~
riores (101).

Como e n las restantes feligresías, La Carolina contó también con Escuela de primeras letras, junto a la
parroqub y atendida por e l sacristán, si bien en 1775 (102) se cita también la ex iste ncia de una academia
ele dibujo, escuela de hilar seda por el método Va ucansón, una escuela de arquitectu ra y la enseña nza
de jardinería a los hortelanos para formar el plan de huertas. Todas el las ligadas a los procesos produc-
tivos que se pretendía fomentar y bajo los auspicios de Olavide. Tras el procesa miento de éste, desapa-
recieron.

16
Los equipamientos ligados al abastecimie nto y come rcio incluía n: matadero, situado al nort<.:! de la
población, y ca rn icería (103), situada e n la plaza, donde actual mente se e ncuentra el Ayu ntamiento. For~
maba n parte de este subsistema el pósito, dos puestos públicos en la Plaza Mayor Uli lizados en el mer-
cado, Ires mo linos de pan (Río del Renegadero, Molino del Goro en la Cuesta de los Pinos y el Molino
de Viento, juma al Plan de Huertas) y cuatro ta honas perte necientes a la Rea l Hacienda.

Lig::ldas a la infraestructura viaria y al tráfico de viajeros se desarro llaron una serie de insta laciones que
se incluyen en este <Ipartado por constituir servicios públicos de concesión real. Se mantuvo, mejoran-
do las instalaciones y serv icios, la Venta de Baeza , y existen dudas sobre la existencia de la Venta del
Cat<dán con an terio ridad ;:1 la coloniz<lción, situada en el Ca mino de Granada.

En La O lro lina se constru yeron a partir de 'l768 dos pO.':iadas o mesones, uno de arrieros y otro de caba-
lleros, situados en la Plaza Mayor. El servicio prestado en tocios ellos debió ser bueno a juzga r por los
testimonios de la mayoría de los viaje ros rom{mticos .

Elemento fund;:lmenta l en la cua lificación del espacio y en especi<il en la caracterización urbana de los
núcleos es el sistema de Espacios Libres que complementa a los equipamientos. Este sistema alcanzó
especial des;:lffollo e n La Carolina, si bien fue utilizado de manera sutil y en escala reducida para la con-
figuración y d iseño de los núcleos restantes.

En la capital, el subsistema de plazas es uno de los elementos característicos por su variedad y riqueza
formal. Así, el acceso se enfatizó mediante la constnlCción de dos torrecillas que aniculaban el espacio
despejado exterior, configurado por la plantación y las líneas de ed ificación, y aIro, ordenado y circular.

Tamb ién en el eje funcional se trazó una plaza ochavada con doble galería y usos diversos (mercado,
plaza de toros, etc.) que reforzaba la perspectiva longitudinaL

La Plaza Mayor, rectangular, se diseñó reforzando su carácter de ágora; comaba con unas gradas de pie~
dra , verja cerrando el recinto y, seña lando el eje representativo, dos columnas de piedra.

Por último , la Plaza de Palacio , de fo rma cuadrangular. que por su posición elevada cuenta con magní-
ficas vistas.

En L1S Navas, Vista Alegre e Isabei.a también se trazaron plazas ya descritas como elementos fundamen-
tales en la configuración formal.

En La Carolina se concedió especi~tl imponancia a los paseos públicos , refleja en otra escala de las
actuaciones desarrolladas para el embellecimiento de Madrid y otras ciudades imporrantes. Así, los tra-
mos del Camino Heal próximos a la ciudad se trazaron como prolongación de los ejes principales de
aquélla, p lan tando filamos y otros {trboles. reforzando la perspectiva. El tratamiento fue especialmente
imponante en el denominado Paseo del Molino de Viento o Alameda , como p rolongación del eje
representativo. También el perímetro de la ciudad en su pane construida (corso de Levante y Poniente)
se diseñó y trató con la misma intención , instalando junto a los accesos fuentes públicas y abrevaderos.

Así mismo hay que citar en este apal1ado el Plan de Huertas, pues su origen se situaba entre los fines
productivos y el jardín público, de acuerdo con la tradición francesa de jardinería y tratamiento del pai-
saje (jardín po/ager) o la hispano-musulmana del huerto-jardín. Este mismo carácter podrían tener los
plantíos de moreras rea lizados junto al Camino Real en la sal ida hacia Madrid.

Po r su importancia hay que incluir en este apa!udo el ja rdín del Palacio. Ocupó unas 6 Has. y proba-
blemente se trazó y organizó sobre pal1e de la huella del Convento de La Peñuela. En él se podían dis~

47
tinguir dos zonas diFerenciadas: la más próxima a Pa lacio, junto a su Fachada poniente, de uso privado;
y o tra mayor utilizada para "enseñar en su cu ltivo y labor a varios jóvenes nuevos pobladores a que fue-
sen hortelanos de intelige ncia , simetría y hermosura" (104).

El Fuero preveía el seña lamiento junto a cada una de las nuevas poblaciones de un ejido, espacio libre
comunitario de liSOS diversos no ligados a los productivos: estancia de los ganados, ferias y reselva de
suelo para el creci miento de la ciuda d.

Las especiales circunstancias respecto de la tenencia del suelo determinaron que no se delimitasen cla-
ramente los ejielos, constitu yendo un suelo residual emre los núcleos y las suertes adjudicadas a los
colonos, su jeto a ocu paciones arbitrarias. Todo ello dificulta notablemente establecer Sll dimensión y
límites. En todo caso no serían inferiores a las superficies siguientes:

L1 Carolina: 16'54 Ha . (96'5 Ha. e n 177l).


L1S Navas de Tolosa: 9'10 Ha.
Aldea Fernandina: más de 2 Ha.
Aldea lsabela: 5'34 Ha.
Aldea Vista Alegre: 10'33 Ha.

Infraestructuras

El sistema de infraesrructuras es un factor determinante en la implantación de un modelo territorial. De


entre todas ellas, el viario será el elemento fundamental e n la definición del modelo derivado de la
colonización, puesto que el resto de las infraestructuras tuvieron un desarrollo mínimo y en ningún
caso como resu ltado de una planificación a esca la municipal o territorial. El sistema viario derivado del
proceso ele la colonización es el resultado del mantenimiento y uso de la red preexistente, en la que se
introdujeron modificaciones y mejoras derivadas de la pote nciación del Camino Real de Andalucía o de
la implantación del nuevo sistema de asentamientos. Pero además esta red se complementó con la
implantación de vías agrícolas y trazas o rtogonales en coincidencia con las de o rdenación del territorio.

En 1769 ya se había mejorado el Camino Real de Valencia entre Montizón y Venta de los Santos, y el
Camino Real de Madrid desde El Rumblar a la Venta de Miranda. También en esa fecha se abrió el
Camino entre Santa Elena y Aldeaquemada.

Con posteriorid<td se realizaron otms mejoras en la red (J05), fundamentalmente la apertum del Camino
desde Santa Elena a Santa Cruz por Aldeaque mada , que se pretendía alternativo al Puerto del Rey (06).
La falta de mantenimiento su puso que su estado fuese tan deficiente como éste, procediéndose a la
apemlra de un nuevo camino por el Paso de Despeñaperros (107).

El nuevo trazado se ejecutó entre 1779-1780 de acuerdo con los proyectos y estudios de Carlos Lemaur.
La calidad de la obra resolvió y configuró de manera definitiva la comunicac ión entre La Mancha y
Andalucía.

En el término de La Carolina las obras en este camino no sólo supusieron la mejora del firme, sino que
se ejecllt~lron obras imponantes. Así entre la capital y la Venta de Linares se construyó un puente, y lo
más imponante, el camino en las proxjmidades de UI Carolina modificó su trazado para adaptarse a la
traza urbanística del asentamiento y a la malla de ordenación del territorio, en un proceso ele progresiva
formaliza ción. La mejora de esta vía incluyó además la plantación de árboles, álamos, moreras, etc. , que
proporcionaron sombra. la instalación de fuentes y mejora de las ventas existentes y construcción de
otras nuevas.

48
ETAPA DE COLONIZACION (1767-1835). RED VIARIA

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ETAPA DE COLONIZAQON (1767-1835). RED DE lNFRAESTRUCI1JRA VIARIA

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- 1lF.D TEROARlA Camino ;memúdeos - Caminos ~8ricoLu •••• Sc.'nd:as ~gñooIa.o;
- RED IIISTOIUCA QUE se MA....-ruvo EN USO V-QS hisl6ria5 ronvcnl<bs en ""minos rclIJes _ Vb5 hisl6ricas que Il\3nUrnen lISO intemúcleos - Vl:t5 hlsl6ricas. lISO ~gricoI~

50
INFRAESTRUCTURAS. ABASTECIMIENTO DE AGUA EN SANTA ELENA

51
En las etapas iniciales de la coloniL1.ción la acces ibilidad del terriwrio qued ó garantizada por la red de
ca minos de herradura y vías pecuarias p reexiste ntes (Ca mino de Vi1ches, Camino de Granada , Camino
del Casarejo, etc.), que en su mayor pa rte mamendrán su uso e importancia posteriormente.

El trazado de "las lineaS' como sistema de ordenación del territorio, supuso la implantación de una red je-
rarqu izada de caminos agrícolas complementaria de la red princi pal o caminos reales y de la preexistente.

Esta trama o rtogonal no llegó a extenderse por rodo el territo rio colo nizado, pues las dificultades topo-
gráficas, su alto coste y otras prioridades políticas ya comentadas determinaron su paralización a partir
de 1770. En esa fecha se había trazado una pane importante de la red en las zonas de topografía más
favorable, con tramos de más de 6 kms. de longitud .

Estos caminos se utilizarán como vías de acceso a las aldeas o como comunicació n de éstas con las de
los términos colindantes de Carboneros, Acebucha r, etc.

La implantación del nuevo sistema de asentamie ntos, su ordenación je rá rquica y en especia l la impo r-
tancia de La Caro lina , capital de Nuevas Poblaciones, su puso la introducción de modificaciones en la
red viaria inicial, plameando a escala comarcal u n modelo radial de comunicaciones similar al propues-
[Q para el estado. Así se trazó el camino de La Carolina a Vilches o los citados a ¡sabela y Fernandina en

detrimento de los trayectos transversales, como el tramo de Las Navas a Isabela , del Camino de Granada .

En todos los casos, la falta de mantenimiento y las propias caracte rísticas técnicas de la red (108) deter-
minaron que su estado fuese muy defici ente, afectando incluso a zonas del Camino Rea l de Madrid a
Andalucía. Sin embargo, e n 1835 se había implantado una extensa red viaria que posibilitaba una alta
accesibilidad del territo rio en las zonas de más fácil topografía y algo menor en las zonas de sierra no
afectadas por el repattimiento de suen es.

El abastecimiento de agua constituyó desde los primeros momentos de la colonización un problema


fu ndamenta l, si b ien no se realizaron obras imponantes para solucionarlo ni se p lanteó la explotación
racional de los recu rsos a nivel municipal o comarca l.

En la primera etapa se abrió un número impo ttante de pozos, en su mayoría dispersos en las suertes.
En 1771 se habían constru ido al menos 78 pozos en La Ca ro lina y 40 en Venta de Linares; este número
se amplió en 1775.

En esta fecha se planteó por primera vez la necesidad de una mínima red de abastecimiento de carácter
público e n La Carolina, construyéndose los" minados' (el llamado de San Juan de la Cruz y "el de la
fuen te de la calle del Corso del Sa liente") y las cañerías de barro. Esta red mín ima , abastecida po r peo-
nes que sacaban e l agua de los pozos y la echaban en las cañerías, se mantenía sin excesivas modifica-
ciones cuando se produjo la abolició n del Fuero en 1835. Unicameme se realizaron en este periodo las
obras de ma ntenimiento necesarias.

Las aldeas se abastecían mediante pozos, en algún caso a bastante dista ncia del núcleo (Jsabela), y Las
Navas de la fueme del mismo nombre.

En todo caso los problemas debieron ser muy importantes. Po lo Alcacer escribía en 1833: "S iendo el
agua uno de los beneficios más eficaces para la riqueza de eSlos países meridionales, sucede en las
Poblaciones de estos dos departamentos no haberla si no con mucha escasez. La Carolina y La Carlota
su fren en los años secos tanta disminución que sus veneros apenas sunen para el abasto y es necesario
apelar a los pozos".

52
Por lanto, si bien el agua era de ca lidad, la red de abaslecimiento fue deficiente técniC<lmente e insufi-
ciente para garantizar un suministro regu lar.

Con respecto a las restantes infraestructuras, no se dispone de datos sobre su existencia; en todo caso,
no fueron insta laciones importantes ni planificadas.

Población. Evolución y caracte rización

A finales de agoslo y primeros de sept iembre de 1767, llegan a la Sierra las primeras remesas de colo-
nos, que fueron distribuidos e n La Peñuela, Sa ma Ele na y Guarromán. A partir de esa fecha el número
de colonos asentados aumentó rápidamente, si bien en la primera etapa no se dispone de datos preci-
sos y flables desglosados por núcleos. En 1768 se han asentado en la Sieríd 2.905 individuos, estimán-
dose en 672 las familias.

Los núcleos de La Peñuela y Venta de Linares concentran e l 39% de los colonos instalados en la zona,
25% y 14% respectivamente (109) .

Las prisas e improvisaciones -s ignos bajo los q ue nace esta empresa- hacen q ue la población se insta le
en las dependencias del Convemo de La Peñuela y en barracones provisionales faltos de higiene y con-
diciones de habitabilidad , mientras se van construyendo las viviendas de los colonos.

Las condiciones de vida va n a empeorar por la falta de previsión en la construcción de viviendas, ya


que para el año sigu ieme, 1769, la afluencia de colo nos es aproximadamente e l doble que la del año
anterio r. Las duras condiciones climáticas, la provisionalidad de los colonos y los focos epidemiológi-
cos (fiebres tercianas) incidieron en la sobremona Udad durante los primeros años de esta experiencia.

En los gráficos correspondiemes a la evolución de la población de Sierra Morena y de los núcleos de La


Carolina y Las Navas se obselVa como el crecimiemo es, e n los cuatro primeros anos, contenido, e
incluso recesivo, experimentando un crecimiemo nOIable entre los años 1775-1777 para Sierra Morena,
] 775-1776 para La Carolina y 1775 para Las Navas.

POBlAOON DE lA CAROLINA 1768-1836

Pasados siete años desde el in icio de la colonización, la población ya está asentada , tiene adjudicada su
sue rte y constru ida su vivienda, es e l ano 1774. La Carolina va adquiriendo importancia en Sie rra More-

53
na , conv irtiéndose en la capita l de las Nuevas Poblaciones. Solamente e lla concentra el 51'1% de las fa-
milias del conjunto del área. El notable incremento de población que posterio rme nte experimenta La
Carolina, se debe sobre todo a la implantación, a partir de 1773, de la industria, principa lmeme (extil. El
máximo nll mero de habitantes durante todo el período de la colo nizació n se alca nzó en 1775, con un to-
t~l l de 2.861 individuos, coincidiendo este crecil"rUento poblacio nal con la llegada d e familias españolas.

El núcleo de Las Navas rep resemaba en esa fec ha el 9'91HI d el total de familias, porcemaje que d is minui-
rá a partir de ese momento en favor del núcleo principal, La Carolin a.

EVOLUCION DE POBlAClON EN lAS NAVAS 1768-1821

650

600

550

500

'50

"'"
350

3CO

250 ,
,76<1 ,,'" ,.'"
En el conjunto de Sierra Morena el máximo demográfi co se situó en 1776, fecha e n la que se contabili-
zaban un tOlal de 6.209 individuos y 1.359 fa milias. Tanto La Carolina como Las Navas a partir de 1775
perdieron imponancia en el conjunto de Sierra Morena, llegando a representar en 1821 el 36'2% y 5'9%
del total de las familias respectivamente. Este hecho se explica por la crisis de la industria textil , que
co incidió con una escasa producción agrícola debido a las malas cosechas y a la inestabilidad social
provocada por la expulsión de familias extranjeras.

El análisis de la evolución del n~mero de familias repecto del de individuos señala la existencia de
desajustes que inciden en las curvas correspondientes al tamaño de la fami lia. Se constatan unas varia-
ciones muy fuertes entre fechas correlativas, lo que hace pensar en dos factores que podrían sesgar esta
información , incrementando el número de individuos y no el de famiHas: la inclusión de los "agre-
gados' (sirvientes, hi jos naturales de uno de los miembros de la pareja , etc.), o bien la llegada de tro pas
y personal administrativo de la Real Hacienda.

La dislfibución por edad y sexo de la población se había establecido con amerioridad aJ inicio de la co-
lo nización , pero el desarrollo posterior no se adecuó a lo prefijado.

De los 6.000 colo nos contratados por Thürriegel para la repoblación, el 5()O/o debía comprender edades
entre los 16-40 años; el resto se distribuía proporcionalmente entre los grupos de edad: menores de 7,
7-16, 40-50 Ymayo res de 50 años.

La selección d ebía ser rigurosa también en cuanto al sexo: al menos la mitad deberían ser va rones y
go zar d e sa lud y fo rtaleza física.

54
Diversos factores anterio rmente descritos determinaron que se modificase la distribución prevista. Su-
perados los problemas iniciales, la estructura de la població n asentada en el ámbito de estudio queda
refle jada en la pirámide de población corres pondie nte a 1787. El mayor volumen se concentra en eda-
des adu ltas, entre los 25 y 39 años; siendo en la población infantil considerablemente superior el núme-
ro de niñas que de niños, debido a la sobremorta lidad infantil de los varones. Sin embargo, en la edad
re productora , de 18 a 24 años, el número de varones supera al de mujeres. Este hecho es explicable por
dos circunsta ncias: la mortalidad por parto y la "expen'encia m igratorla'l, que afecta e n mayor medida
al grupo de varones que al de muje res, pues tras su llegada se le bUSC'd.ba esposa entre las viudas y
huérfanas.

A partir de los 40 años el volumen de mujeres se torna superior al de varones, por ser en éstos superior
la mortalidad en estas edades.

El contrato y el Fuero establecían la procedencia de los colonos: "alemanes y flamencos'. También per-
mitían la inclusión de otras nacio nalidades, incluso de algunos españo les, que cum pliesen las condicio-
nes allí señaladas.

En la eta pa inicia l (1767-70) la proporción de colo nos extranjeros fue muy superior a la de españoles.
Sin embargo, las previsiones iniciales se vieron alteradas de manera radical po r la incidencia de diver-
sos factores; entre ellos los más significativos fueron: los p roblemas de adaptación a las condiciones cli-
mato lógicas y falta de agua , que supusieron una sobremo rtalidad en el colectivo de familias extranjeras;
la inadaptació n a las costumbres y al tipo de trabajo; proble mas de integración y hostilidad de los muni-
cipios colindantes. Además, los efectos derivados de la lnstrucción de 1770 agravaron este proceso, ya
que en e lla se d ictaba la expulsión de numerosos extranjeros fomentánd ose el asentamie nto de colonos
naciona les.

En La Carolina, punto de llegada de colonos, la relació n se invinió de manera más rápida que e n el res-
to de los núcleos. Así, en 1771 (110), e l 63% de la poblaCión era de origen español y sólo e l 37% extran-
jeros.

En Navas de To losa , e n esta misma fecha, la población extranjera representaba el 68% del tota l, invir-
tiéndase la siruación a partir de 1774, en que ya son más numerosos los de procedencia española (cata-
lanes, valencianos y mayo ritariamente murcianos).

La resistencia de los colonos extranjeros, alemanes sobre todo, a la integració n, originÓ frecuentes pro-
blemas socia les, especialme nte tras el procesamiento de Olavide en 1776-77, produciéndose nuevas
expulsio nes y deserciones. Por el contra rio, los españoles asentados ocuparon puestos en la industria y
en la artesanía fundamentalmente, sectores de mayor desarrollo, constituyé ndose como el grupo más
activo y con mayor infl uencia en la colonización.

Hacia 1790 la asimilación cultura l se había logrado prácticamente. La publicación en 1791 de la Real
Cédula de 20 de julio que o bligaba a los extranjeros residentes en España a prestar jurame nto de fideli-
dad al rey (111) determinó la asimilación legal de los colonos extranjeros y sus hijos. A partir de este
momento en las estadísticas no se estableció diferenciación po r p rocedencia.

En 1835, cuando quedó abolido el Fuero de 1767, se puede afumar que la integración era completa, de
acuerdo con los numerosos testimonios de viajeros que en esa época visitaron la Sierra.

Con respecto a la caracterización profesional de la población, la diversidad de fue ntes y las limitaciones
de éstas obligan a efecruar u n análisis cualitativo, basado además en la consideración d e ciertos su-
puestos (t 12).

55
El Fuero seña laba la agricultura y la artesanía como funciones exclusivas en el proceso de colonización,
estableciendo la preponderancia de aquélla sobre la artesanía, que era considerada como acLividad
complementa ria .

Así, en 1771, para el conjulllo de Sierra Morena, e l 83% de las famil ias se dedicaba a la actividad agraria;
en Las Navas representaba el 94% y en La Carol ina el 56% de las familias dependían de este sector de
actividad. Las actividades artesanales O industriales representaban para el conjunto de la Sierm sólo el
17%. En cambio e n La Carolina ocupaba al 44% de las familias. Además en la capital se concentraba el
70% de las familias dedicadas a esta actividad respecto del conjunto de las Nuevas Poblaciones de Sie-
rra Morena.

Tres años más tarde, el 87% de las familias asentadas en Las Navas dependían de la agricultura, miemras
en La Carolina sólo el 3S% se dedicaba a estas actividades. Del sector artesano e industrial dependían el
65% de las familias de la capital, si bien en el conjunto de la Sierra representaban el 36% y en Las Navas
e l 13%.

En 177S Jos porcentajes se mantenían aproximadamente, produciéndose un aumento absoluto de


población y familias dedicadas a [Odos los sectores. A parti r de esta fec ha se produjo un paulaLino des-
censo de población que se estabilizó en la última década del siglo XVIll , proceso que afectó por igual a
todas las ramas de actividad.

Estas cifras ponen de manifiesto el carácter singular de La Carolina en el conjunto de las Nuevas Pobla-
ciones de Sierra Morena. Si bien en las etapas iniciales la agricultura fue la actividad más importante del
térm ino, a partir de 1773-74 su importancia relativa disminuye, produciéndose un aumento muy impor-
tante de población dedicada a actividades artesanales e industriales. Se puede incluso hablar de espe-
cialización de la capital en estas actividades, por comparación con el resto de las poblaciones. Navas de
Tolosa, por e l comrario, mantuvo a lo largo del tiempo su carácter estrictamente agrícola, superior
incluso a la media, por la atracción ejercida con respecto a las actividades artesanales e industriales por
La Carolina.

La importancia re laLiva de cada uno de los secto res se mantuvo a partir de 1774 hasta la abolición del
Fuero, a pesar de la evolución a la baja en términos absolutos.

Por tanto, para el conjunto del ámbito de estudio, se puede establecer que en 1835 el 42% de la pobla-
ción activa se dedicaba a actividades agrícolas y pecuarias y el 58% restante a actividades artesanales,
industriales o administrativas. La población activa dedicada a los sectores no agrícolas se distribuiría
aproximadamente de la forma sigu iente: 2S-27% industria, 12% administración y resto actividades arte-
sanales.

En la capital se concentrÓ aproximadamente e l 96% de la población activa dedicada a estos sectores


(artesanía e industria), situándose e l resto en Las Navas, y un número muy reducido disperso en el tér-
mino: ún icamente los molineros o venteros.

Sistema productivo

El Fuero establecía la supremacía de las actividades agropecuarias y excluía las acLividades no producti-
vas o artesanales, ~ no úti/e1'.

Sin embargo, ya en la Instrucción de 1770 se propuso y aceptó la ins(alación de industrias, debido a la


escasa producción agrícola, sujeta además a las contingencias atmosféricas y a la tardanza en el des-

56
monte del terreno. A partir de esa fecha se instala ro n un buen número de fábricas, loca li7..adas de mane-
ra casi exclusiva en La Carolina.

Por otro lado, la minería siempre fue una actividad presente en la zona , desde la antigüedad, que la
colo nizació n no cOnlemplaba. Si n e mbargo, en las últimas etapas de l proceso, ya en e l siglo xrx, se
produjo un cierto d esa rro llo, siempre como actividad subsidiaria.

De acuerdo con los o bjetivos de la colo ni7..ación, la dotación de los colonos consistía básicamente e n
terrenos para e l cu ltivo y ganado. Se prete ndía que los colo nos fuesen "labradoresygtm adero1' al mis-
motiempo.

En las eta pas iniciales se fome ntó la construcción de casas, señalamiento de suertes, ca minos y cons-
lnlcción de pozos, en detrimento del ava nce de la roturació n de te rrenos, con el fin de adelantar la
infraestructura mínima y asegu rar los asentamientos.

En noviembre de 1768 se había señalizado ya u n número de suertes equivalente a 5.450 Ha. (no todas
adjudicadas), pero muy poco fu e lo desmontado hasta 1769. En esa fecha la superficie roturada y pues-
ta en cultivo no excedería en mucho las 322 Ha. cu ltivadas con anterioridad a 1767.

En 1771 (113) se habían desmontado y sembrado aproximadamente 2.576 Ha. , de ellas 1.666 Ha. en La
Carolina y 910 Ha. e n Navas de To losa. La superficie sembrada representaba el 47% del terreno repartido.

Entre esa fecha y 1788 se avanzó de manera importante, pues el terreno desmontado casi se duplicó,
4.383 Ha. , (14), pero fue en el trienio 1788-91 cuando se aumentó de fo rma definiti va la superficie e n
cu ltivo, 6.418 Ha. O 15).

EVOLUCION EN lA AD]UDICACION DE TERRENOS

1788 1791 1791


TOTAL
A COWNOS ACOWNOS CO LONOS + REAl.
II~ II ~ HACIENDA + PARTICUi..ARES
D so IOIAl. D so TOTAL o so TOTAL
LA CAROliNA 3.295 986 4.281 4.379 472 4.801 4.482 S06 4.988
NAVAS DE TOIOSA 1.088 '55 1.943 1.936 342 2.278 1.936 342 2.r8
TOTAL DEL TERRITORIO 4.383 1.841 6_224 6.265 814 7_079 6.418 848 7_266
D- Demo,utulo. so- Si" desmOflla,..

Con poste rio ridad a esa fecha no se produjo un aumento de la superficie adjudicada, sólo permutas de
sue rtes, de mala calidad en su mayoría, que de fo rma paulatina se dejaron sin cultivar. En 1801 se
repartieron y plantaron 200 Ha. de viñas y ol ivar e n La Carolina (zona del río de La Campana y 511
departamento), hasta ese mo mento" m o nsllllOsaS' (116).

A partir de los primeros años del siglo ){]X no se aplicó con rigor la o bligación del cultivO de las tierras
de dotación para garantizar la permanencia en su disfrute, tal como establecía el Fuero. Esta circunstan-
cia y los diversos avatares socio-polílicos de esta época (Guerra de la Independencia , aboliciones tem-
porales), determinaro n la sensible disminución de la superficie cultivada en el término de La Carolina.
Prevalecieron, por tanto, las características morfo lógicas y la calidad de los terrenos como elementos
determinantes de la utilización del medio físico sobre e l inte nto voluntarista de los pro motores del pro-
ceso colonizador.

En 1835 se puede estimar que permanecía n cultivadas aproximadamente 4.250 Ha. , lo que representa-
ba el 21% de la superficie total del término (20.21 3 Ha .).

57
En el contexto histórico en que se produjo la colonización, e llrigo, y los cerea les en general, eran pieza
básica en la economía . Esto determinó que en Sierra Morena se primase e l cultivo de cerea les sobre
cualquier otro.

Con e l fin de logra r una mayor productividad se introduje ron nuevas técnicas de cultivo y otros adelan-
tos utilizados ya en Eu ro pa , como el arado de Fuller, perfeccionado por Duhamel O 17). Sin e mbargo, la
mala calidad del terreno, la lentitud de los traba jos en el desmonte del mismo y la in est~lb il idad climáti-
ca hiciero n que las cosechas obte nidas fu esen escasas O 18) Y los" rendimientos mediocres' O 19), sin que
llegara n a cub rir las necesidades de las nuevas poblaciones.

Todo e llo motivó la paulatina importancia que fue ro n adquiriendo los plantíos, si bien e n La Pefiuela ya
existía una exte nsión importante de o livos y vides que se ma ntuvo.

EVOLUCION DE LOS PlANTIOS. 1771-1788


ouvos VIDES FRUfALES MO RERAS AJAMOS

TOTALS· M ORENA

El auge y declive del cu ltivo de las moreras viene determinado por la implantación de la industria de la
seda (1774 -75), e igualmente, por su crisis (1788), motivada por d istintas circunstancias del mercado
nacional.

Los álamos se plantaron de manera masiva por su utilizació n en la construcció n, aunque también apa-
recen como especie ornamental y de sombra en ca minos y paseos.

Estas dos especies, al igual que los frutales, se plantaron fundamentalmente en torno a la ca pital.

En La Carolina, además de los cultivos citados, alcanzó especial importancia e l de huertas, potenciado
por Olavide por sus poSibilidades ornamentales, productivas y propagandísticas.

Aprovechando las existentes con anterio ridad a 1767, se o rganizó el denomi nado "Plan de Huertas", e n
la salida hacia Anda lucía , a ambos lados del Camino Real. Para garantizar su adecuada explotación, se
trajo personal especializado (jardineros profesionales de la corte) y se utilizó el jardín del Palacio como
lugar de enseñanza y experimentación; además se construyeron 50 norias para e l riego de esa zona.
También existieron alfas áreas menores junto a la fuente del Matadero o en el sÍ[Ío de la Torrecilla.

La guerra de 1808-14 tuvo efectos desastrosos en las Nuevas Poblaciones, especialmente en La Carol i-
na , que afectaron a todas las ramas de actividad, y sobre todo a la agricultu ra, debido a la confiscación
de an ima les de trabajo, simientes y granos almacenados, quema de cosechas, etc. (20).

A partir de 1815, según Polo de Alcocer, se recuper61a actividad general y se potenciaron especialmen-
te los plantíos, de forma que en 1835 la distribución aproximada por cultivos de las 4.250 Ha. trabaja-
das seria:

58
lIflllZACION AGRJCOLA DEL TERRITORIO
PI ..... NTIOS OUVOS 921 H:Io.
VIÑAS 147 Ha. (0)

.....
OTROS 171'1a.
TOTAL 1.08,5 Ha. l S'SIVt
HUERTAS 42 ~b..
CULTIVOS TI<lGO 1.274 1·la.
CEBADA 1.492 Ha.
CENTENO 212H:Io.
OTROS 13811:10. (00)
TOTAL 3. 123 11a. 73'S,,"
4.250 Ha .

• Olivos y v¡¡'¡as a vcre.s se superponen .


• • Garbanzos, len lejas, habas. guijas. (,1C.

De éstas, unas 187 Ha ., s ituadas en La Carolina , penenecían a la Real Hacienda y en su mayoña eran
olivares y moreras.

Por otro lado, buena parte de las tierras no roturadas se destinaron a dehesas boyales de uso comunal,
constituyendo el resto los baldíos, monte bajo de peores características sin uso defmido.

A lo largo del tiempo se delimitaron diferentes dehesas o "cuartos carniceros" (121) para su arrenda·
miento o explotación; los más importantes fuero n:

• Dehesa de Nava Martina 1.148 Ha .


• Cuarto del Puntal 1.292 Ha.
• Cuarto de la Barbuda 686 Ha .
• Dehesa del Hueco de Martín Amigo y sus ampliaciones
(Cuesta del Romero y Cañadas de Cárcel) 765 Ha.
• Dehesa del Origuillo 690 Ha.
• Dehesa del Padre Santo 519 Ha.
• Dehesa Capuchino y Cerro de Luna 579 Ha.
• Cualto del Caste llar 322 Ha.
• Dehesa del Angelatar 309 Ha.
• Dehesa del Rey 167 Ha.

La existencia de estos terrenos destin ados a pastos para los ga nados posibilitó el desa rrollo de una

Usos del Territorio: lo deheso .

59
al b~l ñaganHdera de cierta impo rtancia, que en 1835 sería meno r a la existente en ] 7 88 (122), por efectO
de I:l guerra de 1808-14 y los proble mas surgidos e n 1821 -23 e n la adjudicació n de d ehesa s y cuartos
carn iceros a !aj unta de Propios.

CABAÑA GANADERA 1788 (1 22)

BOVINO YEGUAR M1JIAR ASNAL lANAR CABRIO CERDA COlMENAS

A éstos habrb q ue añadir un número importa nte de cabezas de g,lOado, especialmente vacu no y ovino ,
introducidos para la inve rnada en las dehesas arrendadas, lo q ue s upondria una ca baña importante.

Por todo lo anterior se puede afirmar q ue cuando en 1835 se abolió el Fuero , las actividades agrope-
cuarias s eg u í~1I1 siendo un secto r im portante en la estructura prod uctiva de L-"l Ca rolina (35-40% de la
població n activ'I). En este mo mento se recu pera ba de los des."lstres anteriores y aunque no alca nzase
altos rendimientos debido a la nalU rJ le7..3 d el te rreno , permitió d ispone r a los colonos de un nivel de
re nta relativamente aceptable, a tenor de la med ia de aquellos tiempos (123).

Así mismo desde el inicio de la colo nización se había p roducido la inSL"l lació n de pequeños talleres de
ca rácter artesa nal, de acuerdo con lo seña lado por el propio Fue ro, que atendiero n a las necesidades
d erivadas del proceso de fundaci ó n con estricto carácter de autoabastecimiento.

A partir de 1768 se fo mentó la instalació n de servicios, relacionados con el Camino Real , como ventas y
mesones.

La interpretación del Fuero realizada por los d irecto res de la empresa supuso la concentración de los
artes:lnos en los nücleos principa les o parroq uias, y especial mente en La Carolina como capital de las
Nuevas Po bbciones. Esta conce ntració n de actividades productivas no agrícolas e n La Carolina se
acentuó posteriorme nte, en especial el secto r industrial en que fu e absoluta.

En e l año I n l (1 24) existían en e l ámbito de eSlUdio 4 tahonas, 7 ho rnos públicos y 4 mo linos de pa n


(Ires en ríos y lino de vie nto). También existía e n esta fecha u na fábrica de fideos "con ho rno y vivien-
da ~ y un pozo de nieve. Ade más se habían construido dos posadas (J 768-69), u na de arrie ros y Olm d e
caballeros. en la capital y se habían mejorado la Venta d e Bae7..3 y la Venta de Linares e n Navas d e
Tolosa.

A pa rtir de I n3, O lavide, de acuerdo con lo ordenado e n la Instrucción d e ] 770, propició el estableci-
miento de nue\·as induslrias e n La Carolina, en especial las re lacio nadas con e l sec(Qr textil, con el fin
de potenciar la actividad económica de las poblacio nes y evita r las etapas de inactividad estacio nal
generadas por la agricu ltura . Se pretendía además mejo ra r la econo mía familiar mediante el traba jo de
la mujer en telares doméslicos, en las industrias o e n e l p roceso de la seda , q ue com pl ementase los
ingresos generados por la agricullU ra, supeditados a las condicio nes meteo ro lógicas (12;).

El pian de Ola vide y su equipo prete ndía e l asentamiento d e industrias que no se redujesen al autoa-
bastecimiento, propiciando mercados más amplios (126). Para ello se co nslruye ron a costa de la Real
Hacienda fábricas equipadas con los medios más modernos, pa ra arrendar posteriorme nte a los fabri-
cantes, y se trajo mano de obra especia lizada para instruir a los trabajado res de las poblacio nes en los
métodos más avanzados utilizados en Europa.

60
A pesa r de los pro blemas iniciales, e n 1775 (127) ya se habían instalado en La Carolina:

- Una fábrica de paños con 21 lela res de proceso completo (Linte, pre nsa, lavadero, batán).
- Una fábrica de albornoces, barraganas, ele. con 28 lela res dispersos.
- Una de seda con 9 telares de tafelanes, 17 de cimas, 2 de medias y 3 de esta mbres.
- Una de lienzos de 4 telares de mantelería fina y 87 de lie nzos comunes.
- Una fábrica d e 107..3. fina , entrefina y basta.
- Dos de sombreros.
- Una de telares de medias d e lo na .
- Una de blondas.

Además exislían otras menores deslinadas exclusivamente al consumo imerno: fábrica de fideos , de
jabón, de times, alfarerías, fábri CAS de agujas, etc. En esa fecha se mamenían las posadas, tahonas y
mo linos citados en 1771, habiéndose construido un molino de aceile en la capital y uno harinero en
Navas de Tolosa.

Todo ello determinaba la existencia en La Carolina de una especial diversidad productiv~1 y "un empuje
econó mico que comraslaba con la d ecadencia q ue en eSla época alca nzaba la industria y el artesanado
de muchos pueblos .. . jiennensesH • (28).

El procesamienlO de Ola vide y la inestabilidad socia l de años posleriores impidió la apellura de merca~
dos más amplios y el asentamie nto d e un número impollame de nuevas indus[fias a pesar de las vema~
jas fisca les. Los existentes se concentraron básicamente en e l abastecimiento de las Nueva Poblaciones,
lo q ue supuso su lenta decadencia debido al escaso potencia l del mercado atendido o a las crisis secto~
riales, como en e l caso de la seda (129).

En 1794 se mantenían gran parte de las fábricas citadas, que daban trabajo a más de 80 personas, si bien
con resultados no muy afortunados (30). Además se mamenían también los relacionados con la
molienda de trigo y fab riCAción de pan , el molino de aceite y los servicios de posadas y ventas.

Posteriormente, e n 1799 se estableció en La Carolina una fábrica de albayalde, ácido sulfúrico o vitriolo
y minio, por iniciativa de D. Maximiliano José Brisseau, equipada con modernos sistemas, y también se
construyó un nuevo molino de aceite.

La Gue rra de la Inde pende ncia 0808-14) causó impo rtantes daños e n la industria, agravando la situa~
ció n de los sectores e n crisis.

En 1822 se había asemado en La Carolina una relativamente impollante actividad artesanal y de servi-
cios, t.ambién se mante nían las de transformación de productos agrícolas y posteriormente se estableció
una fáb rica de municio nes (131). No obstante, las industrias relacionadas con el sector textil y de la seda
surrían una impo rtante crisis, especialmente las que pertenecían a la Rea l Hacienda , que en esa fecha
no producían práctic=l1nente nada (132). Situació n que se mantenía en 1835 cuando se produjo la aboli~
ción d el Fuero. Las fábricas perte necientes a la Rea l Hacienda se encontraban e n una siruació n critica.
casi d e abandono tota l, por la falta de inversiones en la modernización de edificios y maquinaria.

De forma paralela al establecimiento y desa rrollo de las industrias descritas, exisrie ron otras aclividades
productivas sobre las que no se posee datos concretos, si bien se tienen noticias de su existencia por
diversas citas en documentos y ca rtas. Así, a lo largo del período de colonización debieron tener una
cierta importancia e l ca rboneo o las relacionadas con la edif'icació n y obras públicas, en especia l duran-
te la construcción del Pa so de Despeñaperros.

61
La mineña tu vo escasa importancia du mnte los 68 años en q ue estuvo vigente el Fuero, sin e mbargo
existió como actividad tmdicio nal en la zona. A fin ales de l siglo XVI II (133) existían pequeñas ex pl ota ~
ciones, pero es a partir de 1814 cuando esta actividad se recu pem, como subsidiaria de la agrícola , muy
afectada por la guerra (1 3'0 . En esa misma fecha se solicita la creació n en La Ca ro lina de un almacé n O
de pósito de mincm l de plo mo, por cuenta de la Real Hacienda. A pesar del apoyo d e Po lo de A1cocer,
no se concedió ni se autorizó la explot'ació n del minera l por presiones de Linares, si bien se siguió tra-
bajando y comerciando de contrabando; en todo caso, con muy escasa importancia absoluta y relativa
e n e l conjunto de hlS actividades p roductivas del ámbilO de esrudio.

Estructura administrativa

Las modificaciones introducidas d urante el proceso de colo nización en la estructu ra administrativa


tuvie ron efectos territoriales y funcional es q ue aheraron las p revisio nes iniciales.

Inicialme nte se preveía la existencia , durante el proceso de fundaci ón de las Nuevas Poblaciones, de
una estructura administrativa para el contro l, funda menta lmente eco nó mico, y desarrollo de las opera ~
cio nes. Así, además del Superime ndeme, do tado de amplios poderes, se estableció la "Contaduria " y
"Pagaduria"(l 35). De esta fo rma se organizó una amplia y compleja estructu ra administrativa , q ue fu e
evolucionando en fu nció n de las necesidades del mo me nto .

El establecimiento d e gra n parte de este aparato administrativo en La Peñuela supuso su transfo rmació n
en "Capital de las Nuevas Poblaciones"(1 768), co ndicionando su estructura formal funcional.

Por otro lado, e l alto grado de centralizació n de la administració n supuso también la jerarquizació n del
sistema de asentamientos, la modificación del viario y, en general , la reelaboració n de l modelo territo rial.

El aparato administra tivo asemado en La Ca ro lina fue, en todo caso, similar al existeme en 1789, con
escasas modificaciones a lo largo del tiempo . En esa fec ha, la administración se o rga nizaba e n los esta-
mentos siguientes: la Intendencia , que coma ba con veinte empleados; el Hospital General , con nueve
empleados; el Ju zgado con siete, y el eclesiástico con cinco (136). Ade más, en diversas etapas estuvie-
ron asentadas tropas en la capital, que e n determinados mo mentos alcanzaro n un nú mero imponante
(/37).

La nueva o rdenación administrativa de las fe ligresías se llevó a cabo en el segundo semestre de 1768
(138) para aume ntar el control social, avanza r más rápidamente en e l desmo nte d el terreno y garantizar
la paz social. Con este fin se d ividió el territo rio de cada felig resía e n departamentos, q ue a partir de ese
momento se consolidaron como u nidad básica administrativa de las fe ligresías a [odas los efectos: con-
trol de po blació n, disciplina , elección de alcaldes pedáneos, etc. En su deli mitación se utilizó la trama
de ordenació n del te rrito rio, las líneas trazadas por los agrimensores.

l..1 Pe ñuela se dividió en nueve deparramentos, inicialme nte de tamaño similar, aproximadamente 30-
36 suenes (139), sin una lógica clara en su formalización.

Cuando en 1770 se transformó Venta de Linares e n feligresía independiente, se disgregaro n los de pana-
mentas 7g , SO y 9'l de la Carolina, conviniéndose en 19 , zg Y 3g de este té rmino .

Los d epaI1amentos en ambas feligresías vie ro n aumentada su superficie por la llegada de nue vos colo -
nos e n etapas sucesivas, hasta alcanzar la extensión refle jada por Ampudia y Valdés en sus planos
(1794-97), Yque fu e la máxima, pues con posterio ridad no se delimitaron nuevas suenes.

62
ETAPA DE COLONIZAOON. DIVISION EN DEPARTAMENTOS Y DEHESAS BOYALES

" ,

"

.............

63
Por tanto, los departame ntos de La Caroliml y Navas de Tolosa tuvieron las caracte rísticas siguie ntes:

ORGANlZACION ADl\UNlSTRATIVA DEL TERRITORIO


SUPERFICIE Ha. N" DE SUERTES

20.213

De todo ello se desprende que los nuevos depanamentos ocuparon aproximadamente la mitad de la
superficie total (43'97%), no toda adjudicada ni cultivada, y e l resto permaneció como p ro piedad comu-
na l, regida por la Rea l Hacienda.

Parcelación y es truc tura d e la propiedad

El proceso de colo nización posibilitó el acceso al usufructo de la tie rra , mediante el cumplim iento de
ciertos requisitos de tiempo, trabajo, elc. De acuerdo con el desarrollo d e los trabajos y la llegada de los
nuevos ¡x>bladores, se fu e adjudicando un lo te de tierras a cada colo no, de las delimitadas med iante el
trnado de "Ias líneas".

La dimensión de cada suene fu e de 800 va ras de largo por 300 de ancho. Se desconoce la razón exacta
por la cual se eligió este tamaño, que no se corresponde con las 50 fanegas establecidas e n e l Fuero.
Bien podría obedecer a alguno de los motivos siguientes: que se utilizase como medida de la fanega e l
marco de 300 esradales de cuatro va ras, que son 4.800 varas s uperficiales (140), medida utilizada e n
algunas zonas de Castilla (141); o bien q ue se dicidiese subdividir la dotación de tierra e n dos lotes, con
e l fm de agiliz.¡u los ltabajos de desmonte del terreno, sobre todo en la zona más próxima al Ca mino
Real y los núcleos (L'l Peñuela, Venta de Linares), con fines propagandísticos. Posteriormente se adjudi-
caña alta suerte. a medida que la anterior estuviese ya roturada (142). Esta es la opció n más plausible.

En noviembre de 1768 ya se habían delimitado en La Peñuela al me nos 325 sue rtes de 16'77 Ha., que en
buena pane estaban adjud icadas. En ene ro de 1770 se habían adjud icado 4.309'89 Ha. , a razó n de una
suerte cada uno de los 257 colo nos asentados; el resto de los lotes estaban vacantes.

A partir de mediados del mismo año, la aplicación de las medidas previstas en la Instrucción de 1770 y
las condiciones del Fuero (·comiso·), determinaron que casi un 90% de las suenes ocupadas quedasen
vacantes y se adjudicasen de nuevo. Las dotaciones conced idas a partir de esa fecha fueron de "suerte y
media, a Olros dos, a algunos dos y media y lal de tres- (143).

A finales de 1--1 se habían adjudicado ya 271 suenes (165 en La Caroli na y 106 en Venta de Linares), es
decir, aproximadameme 4.544'64 Ha ., lo que representaba más del 22% dellérmino (20.213 Ha.).

A partir de esa fecha se irá amplialJdo el número de suertes repartidas y adjudicadas e n función de los
colonos asentados, utiJizando siempre la suerte como módulo básico de asignación.

64
ETAPA DE COLONlZACION. DIVISION PARCElARIA y ESTRUCI1JRA DE lA PROPIEDAD 1 (1770)

................,.
>'
"

.... .......
..... ,

"

:J" ''',

.....

,
!

o AU L H4CIEN04
O oor4CION I .... tI . ~ ... __

65
,
En 1775 se habían repart ido también los predios del Pbn de Huertas (50 huertas de una fanega aproxi-
madamente), que posteriormente.se ir.ín acu mula ndo en número meno r de prop ietarios con el fi n de
ra cionalizar su explotación.

TERRE NOS ADJUDICADOS POR DEPARTAMENTOS


TERRENO ADJum CAOO l'ERRf:NO ,\ D) UOICAOO l 1m RE,.... O AOJ UOICAOO T ERR f.,.... O OmJ¡\IrrADO
m. 178 1 1.804- 14 1794-97

Lo\. CAROUNA
o""'.
"
¡"" SUEKTF.5
26
oo.
'36 ,.
/lo' SUl'JlTF.5 oo.
972'65
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725
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1.21 5.8\
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'38 2.314.25
(lA I'EÑUEL\) 2' 28 """.56 30.5 51],48 37 536.64 32 536.64
,." 29 '¡1~d3 j1.5 528,25
955,88 "76
737,87
1.27,1~5 1
ss 922.34
1.542,83

"
6'
33
27
22
553.4
452.8
368.9-1
"
25 4 19.24
5\9.86
27 452, 78
536.63
92
28
36
469,56
603.72
TOTAL

,."
16' 2.767.Q3 "
233 3.<XI7.38
32
,.
238,5 4.75·1.26 38'
6'
6.389,34
NAVAS DE TOlOSA
(VE~'TA DE UNARl:S) " 737.87 44.5

"
746,26 838,49
'536.63
1.056.'50

""
33 5S3A ! 704.33 32 704.33
29 486.33 24.5 '110,86 519.86 737,87
"
TOTAL
TOTAL
9
' 06
27 1
I.m.31
4.544,64 "' 1.861 ,45
344 5.768.84 "'" 1.894.99
396,5 6.649,2b
' 49 2.498,70
530 8.888.04

En 1781 se produjo una reorganización administr3tiva , que supuso una más exhaustiva formalización
legal de las propiedades adjudicadas en ese momento. En esa fecha se había n adjudicado 344 sueltes,
es decir, 5.768 lia. (28% del térm ino) entre aproximadamente 213 propietarios, que en su mayoría eran
poseedores de dos suertes (47'4%). l.a Real Hacienda no sólo ejercía el dominio directo de las dehesas
boya les, sino también sobre las tierras no adjudicadas y los terrenos de cu ltivo de olivos, morerdS y
vides, eq uiv:l len tes a 172 I-I a.

A partir de 1790 (144) los adjudicata rios de terrenos pudieron actuar como propiclarios efectivos y, por
tanto, se posibilitó IH acumulación de un número indeterminado de suertes, subdivisión de éstas, trans-
misión, venta, arriendo, etc., sin atenerse a lo estipulado en el Fuero.

En 1789-90-9 1 se produjeron nuevas adjudicaciones de suertes a hijos segu ndos y terceros. Además en
ISO I se repa ltieron más de 300 fanegas en quiñones plantados de viña de dos fanegas cada uno, que
fueron las últimas adjudicaciones de terreno; a partir de ese momento sólo se produjeron ca mbios de
lote debido a la calidad de la tierra.

De esta forma en 181 4 se habían repal1ido más de 6.649'26 Ha . entre 245 propietarios; además la Rea l
Hacienda mantenía los predios retenidos desde el principio, como el Olivar de la Torrecilla, el Olivar
del He}' o el Moreral del Rey. l.os módulos básicos de adjudicación o transmisión en este momento eran
la suerte (16'77 Ha.) y el quiñón (1 '29 Ha.).

Dc 1790 a 1814 se iniciaron dos procesos paralelos: por un lado, au mentó el número de propietarios
(54%) con lotes más pequeños (una suerte o menos), resultado de la adjudicación de suertes a hijos de
colonos, subdivisión de lotes mayores por herencia, o adjudicación de quiñones; por o tro, se inició la
acumulación de (crreno en un número menor de propietarios por efecto de compras, casamientos,
herencia, elc ... Así el 19'6% de los propietarios poseían tierras de extensión igua l o superior a tres suer-
tes (50 Ha.).

La actuación de Polo de Alcacer a partir de 1815 incidió en la evolución de la propiedad, en el sentido


ya comentado de subdivisión y acumu lación. Tambié n fomentó la desvinculación de suertes poco ren -
tables en el cultivo de granos y las dedicó a olivar, repa rtiéndolas en quiñones entre los colonos y pro-
pieta rios.

66
ETAPA DE COLONlZACION. DMSION PARCElARIA y ESTRUCTURA DE LA PROVINCIA n (I781)

~.
r·.-····
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......
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......

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67
ESTRUCI1JRA DE lA PROPIEDAD. EVQLUCIQN
---
DOTACION (") 1770 (ENERO) 1781 1804-1814 ("0)

S~
SUER1l'.S PROPIETARIOS lb. PRO PIETARIOS PROPIETARIOS

TOTAL 257 4.309'89 213 5.768'84 246 6.850

• Par:l. 18()4- 14 .se tr:l.ta de intervalos, pues el 34% de los propietarias poseía además un número correspondiente de 5uerte, uno o m;\:5
quiñones.
•• Cifr:l.S CSlimadas de aCIJerdo con los datOS disponibles.

La misma tendencia se mantenía en 1835 cuando se produjo la abolición del Fuero. En ese momento
los pobladores adquirieron de manera deflniliva el derecho de propiedad sobre los bienes que compo-
nían su dotación. En todo caso, La Ca ro lina distaba mucho del idea l igualitario que pretendía el Fuero
de Población.

68
Evolución, dindmica de transformació" del modelo y situacióll actual

a vigencia del Fuero de Población durante un plazo dilatado de tiempo, casi 68 años, supuso la
implantación de un modelo territorial jerarquizado, con unas sólidas estructuras formales y fun-
cionales, rev isadas y adaptadas de forma paulatina al entorno. Todo ello posibilitó su consolidación y
posterior evolución , garantizando la pervivencia de sus elementos básicos.

La abolición de la Real Cédula e n 1835 respondió a la vigencia de nuevas ideas políticas y económicas,
que determinaron una nueva organización administrativa del estado, caracterizada por la uniformidad y
la eliminación de legislaciones especiales.

Los municipios de Sierra Morena, integrados en la provincia de Jaén, tras superar los problemas inicia-
les de adaptación, evoluciona ron de acuerdo con el complejo devenir de la historia del siglo XIX y xx.
Sin embargo, la intervención de determinados factores, específicos en el ámbito de estudio, contribuye-
ron a la caracterización y transformación del modelo, diferenciado respecto de su entorno.

Entre los múltiples factores que intervinieron de manera fundamental en la cualificación y transformación
del modelo territorial implantado están las decisiones administrativas, los cambios en los sistemas pro-
ductivos e implantación o mejora de infraestructuras, en especial las de comunicaciones o transportes.

La designación como cabeza de partido judicial constituyó un factor cualitativamente importante en la


consolidación de una cierta centralidad, que La Carolina ejercía como capital de las Nuevas Poblaciones,
pero que de no haber mediado esra decisión probablemente habria disminuido tras la abolición del Fuero.

En el partido judicial se incluyeron importantes municipios, con mayor riqueza y número de habitantes
que La Carolina , además de las poblaciones de colonización próximas (45).

Especial importancia revistió la Venta de Bienes Nacionales, como e lemento de transformación del
territorio. Por efecto del Real Decreto de 1835 y tras el señalamiento de los terrenos comunes o de pro-
pios, fueron muy numerosos los inmuebles, dehesas y tierras de La Carolina que quedaron en manos
de la Hacienda Pública. El Esrado procedió a su venta , en subasta pública , a lo largo de los sucesivos
procesos de desamortización, de acuerdo con las nuevas ideas políticas y económicas vigentes en el
s iglo XIX.

69
PARTIDO JUDICIAl. DE LA CAROLINA. 1846
I"OBLo\.CION RIQUEZA IMPONIBLE
AYUNTA.\UE....o'TOS VECINOS TERlUTORlAL UKIJANA INDUSTRIA TOTAL

TOTAL 3.998 14.420 1.145.518 216.198 303.7 14 1.665.430

Entre 1835 Y 18;; fu eron pocos y de escasa importancia los bienes sacados a subasta. A partir de 18;6,
por e fecto de la Ley Madoz o de Desa mortiL'lción Genera l, se proced ió a la vema del conjumo de los
bienes perte necientes a la Rea l Hacie nda y los procedentes d el Ca udal de Propios, a pesar de la resis-
tencia y argumentos presentados por el Ayuntam iento.

Al fina l del proceso de desamortización, dilatado en e l liempo y no exento de proble mas, ni el estado

DESAMORTIZACION DE BlENES NACIONALES Y DE PROPIOS - lA CAROLINA

""ECHA BIEN DESAMORTIZADO PROCEDENC IA UA. DlMENSION OBSERVAC IONES


1839 Olivar fsl:ado (Rol 1" vuelve a salir a subasla en
liaciend:l) 1848 por imp;lgo del primer
-2!!judic:uario.
18<1 COchera (junto al ¡'alacio) Estado (Real VlJelve a salir a subasta en
Hacienda) 1848 por impago del primer
adjudic-.uario.
1&1' Viña del Rey (dividida en fsl:ado (Real VlJelve a s:alir:l subasta en
sucnes) Hacienda) 1848 por impago del primer
adjudic:llarlo.
1856 44 Cl5.-¡S (de divcrsos ¡:J.rTl:I.i'IOS) Caudal de Propios la mayoría alT('ndadas.
loc:tlizadas cn el núch.:O de
la Carolina
Pósito de labra~ Caudal de I'ropios arrendado.
F;ibrica de seda Caudal de I'ropios alT('ndado.
Posada de Amef06 Caudal de I'ropios arrendada.
Dehesa de Nav:l /'.bnina Caudal de Propios 1.148 arrendada a Manín de Cozar
150.000 reales

adjudicada por 185.100 reales


a J06é M.' Palacios de Jabl.
Dehesa Cuarto de 1:1 Ilarbuda Caudal de Propios 686 :llT('ndada a Martín de Cozar
adjudiClda por 110.000 re-,des
a José M.' Palacios de Jaén.
1861 Dehesa del Padre Santo Estado SI? no CSl.ab:l arrendada.
I)eh~ del Angelator Estado 309 no eslaoo arrendada.
Cu:lno del Caslellar "',,'o 321 no CSlaoo arrendada,
I)ehC$:l Capuchino y Cerro Luna
Dehesa. Barranco del Rey
Estado
Eslado
,'"
167
no CSlaoo alT('ndad:l.
no estaba alT('ndad:l.
TelT('no en CUl'SCa del Romero Esrndo 128 no eSlab:l alT('ndada.
_ _ t.fañada de Circel
1869 Inmu(.'bles en la Carolina
VenIa de 6a=
""do
Pro íos
arrendada,
arrendada.
1871 Casa Pabóo .....do no escoba arrendada.
1880 Deh~ del liu<."CO de Caudal de Propios 636 divc~ sub:Jsus por no PTe-
/'.brtín Amigo sentarse licitador. Salió en
1881

1881 I)i\'er.;os inmuebles Caud:ll de Propios


,,' S%del li rimi¡ivo.

Fuenle: Boletín de menes NaciOn.:lles. Mini5\erio de Hacienda

70
ni el municipio disponían de terrenos de su propiedad. Todo ello supuso una transformación profunda
del modelo territorial implantado d urante e l pe ríodo de colonización (1767-1835), basado en la ex.isten-
cia de tierras de LI SO y explotació n privada (suenes), y otras de uso comunal o libre como dehesas,
cuanos ca rniceros, senaras, elC.

El apone de fondos producto de la e najenación de bienes del Caudal de Propios, permitió al ayunta-
miento de La Carolina hacer frenle a un mayor volumen de obras de infraestructura y mejora urbana de
saneamiento, abastecimiento de agua, viario, elc. (146), que anterio rmente se dilalaban en el tiempo
para poder ser sufragadas con los arrendamie ntos de los bienes citados.

Sin embargo, su venta privó al municipio de manera definitiva de otros medios para la obtención de
fo ndos que los estriclamente tributarios, especialmente sobre los produc[Qs de consumo, e ncareciendo
no table mente los precios de mercado (1 47). Estos efectos, así como la merma considerable e n la ca paci-
dad de geslión, no se hicieron patentes en el momento por coincidir con el auge de la minería en el tér-
mino y, por tanto, au mentar los ingresos municipales por esta vía.

La minería constituyó el agente determinante en la evolución y transfonnación del modelo territoria l,


por sus efec[Qs cua litmi vos y cuantitativos en el medio físico, medio urbano, infraestructuras, sistema
socioeconómico y fun cional.

Las activ idades extractivas siempre estuvieron presentes en el área, pues se supone que los primeros
vestigios de labo res mineras se re montan a tiempos de los griegos y focenses. Sin emba rgo durante el
proceso de colonizació n estas actividades no se desa rrollaron, puesto que el objetivo básico pretendido
era la actividad agrícola, sin que e llo su pusiese la desapa rición como acti vidad complementaria en épo-
cas de crisis (1814).

A partir de 1835, la explotación de minera l de plomo fue aumentando paulatinamente, incrementándo-


se la im portancia de esta actividad hacia el últ imo cua rto de siglo XIX. Sin embargo, el máximo desarro-
llo de la minería en el término de La Caroli na se produce desde principios del siglo XX hasta 1925. A
panir de esa fecha se inició un le ma declive hasta los anos 60, en los que la actividad prácticamente
desapa rece, red uciéndose a procesos margin ales.

Otro facto r fun damental en el desarrollo del modelo y directamente relacionado con la minería fue la
implantación de importantes infraestructuras, como el ferrocarril, o la exte nsión y me jora de la red via-
ria, que supusie ro n la transformación de los modos de transpone y las relaciones espaciales del territo-
rio, pues afectaron directamente a las trazas preexistemes y al sistema socioeconómico y funcio nal.

Tras la decadencia de la minería, la decidida intervención estatal , inducida por la intensa actividad mu-
nicipal, posibibtó la reindustrialización de 1.. .:"1 Carolina. La aplicación de los beneficios derivados del De-
creto 2.855/ 64 sobre Zonas de Preferente Localización lndustrial Agraria y del Decreto Ley 1/ 65 del Plan
Jaén, entre Olros, juntO con la labor de captación desarrollada por el ayu ntamiento, determinó el asenta-
miento de un número im poJ1ante de empresas y la inducción de procesos de desarrollo endógeno.

Esta circu nstancia, unida a la renovación y mejora de las infraestrucnlras (carretera nacional , circunvala-
ción , emba lse de Pe nzacola , etc.) y la construcción de numerosos equipa mie ntos (lnstiwto L"1boral ,
colegios pllblicos, etc.) constituyeron factores determinantes en la evolución de la estnlcmra territorial.

En la actualid~l d las actuaciones mun icipales, d irectas o d erivadas de su papel de in ductor y cauce de
los o rga nismos supra municipales, y privadas, constituyen junto con las grandes intervenciones en infra-
eSlrtlClu ra (a utovía , emba lse de Fernandina) elemen tos básicos e n la cual ificación y rr.msformación del
territorio.

71
Por o tro lado, desde ]962 la evolución de la estructura territo rial ha estado regulada por d iversos docu-
mentos de planea miento (PGOU ] 962, Revisió n PG ]973, NNSS ]985).

D. 'ORMA( lOOP. LA ESTRl"<. ruRA FISICA on TERRITORIO

El medio f'lSic o

La colonización supuso una importante transformació n del med io natural , no sólo por la p uesta en cul-
tivo de una considerable superficie y la consiguie nte disminución de los bosques, sino por los métodos
utilizados y la sobreexplotación a la que se somelió el resto de l terriwrio.

En la rotu ración se utilizó de manera indiscriminada e l fuego, lo que motivó protestas incluso de los
pueblos vecinos (Ha) . También se ulil izó e n las etapas iniciales u n gra n volu men de madera como com-
bustible o mate rial de construcció n. Posterio rmente se permitió el carbo neo y, en contra de lo p revisto
inicialmente, se arrenda ro n las dehesas boyaJes para el aprovechamiento de los pastos y la bello ta,
introduciendo un número imponame de cabezas de ganado.

Todo ello debió provocar u na situació n preocupante, pues se to maron algu nas medidas para evitar el
deterio ro excesivo del medio (49), pero circu nstancias históricas como la Gue rra de la Independencia
determinaron la continuidad del p roceso.

Con posterioridad a 1835 la situació n se mantuvo, dado que a partir de esa fecha la explotación genera-
lizad a de los recursos mineros supuso una alteració n fu ndamenta l del medio fís ico. Tuvo efectos direc-
tOS e indirectos. Entre los p rimeros cabe citar la apa rición d e asentamient.os de población, instalaciones,
escombreras y vertidos, así como la construcción de infraestructuras (ferrocarril, cables aéreos, ca mi-
nos, etc.), que afectaron sobre todo a la cuenca del río de La Campana, de manera especia l a su vertien-
te norte.

También se vio afectada la zona este del término, junto al limite con Santa Elena, en especial por la
mina de Sa n Fernando.

La superficie afectada de una manera directa se puede establecer aproximada me nte en 900 Ha., y las
escombreras e instalaciones ocuparon en torno a las 200-250 Ha.

La minería afectó de manera indirecta a la práctica totalidad del territorio , en especial a la zona norte de
Nava Martina , El Puntal , La Barbuda, etc., y al entorno próximo de las minas, de donde se extrajo de
ma nera tradicional gran cantidad de madera para la fort ificació n de los pozos OSO).

La disminución de la cobertura vegetal de los suelos determinó la aceleración de los procesos e rosivos,
a los que el territorio en su conjunto es muy susceptible, debido a su composició n y características mor-
fo lógicas.

El cese de las actividades extractivas, la desaparición del carboneo y la dismin ución del pastoreo posi-
bilitaron la lenta regeneración del medio natura!.

En los años 60-70 el ICONA adquirió la finca El Puntal y otra me no r junto a la carretera de La Al iseda,
que posteriormente repobló de pino piñonero y negra!. El método utilizado, aterrazado de terreno, ace-
leró inicialmente los p rocesos erosivos.

72
En la actua lidad persisten importantes impactos paisajísticos, vertidos, y la erosió n afecta en mayor o
me nor grado al conju nto del territorio. Sin embargo, L..'l Carolina mantiene algunas zonas de notable
interés y valor ecológico, que e n su mayoría están protegidas por el P.E. P.M.F. de la p rovincia.

El terreno norte mantiene el bosque tradicional de encinas, e n proceso de recuperación, aun cua ndo su
cobertura e n determinadas zonas no supera el 25%. Se mantienen pequeñas áreas de bosque de robles
y quejigos de gI"'dn va lo r.

En la zona este y sur existen otras zonas importantes de bosque mediterráneo, lambién en proceso de
recuperació n (aumentando la cobertu ra), que e n la proximidad de las aldeas adquiere la forma de
de hesas.

Po r (¡ltimo, se mantienen algunas zonas de bosque de ribera , de gran interés en el río de La Campana,
Renegadero, Guarrizas, Arroyo Camarenes y río Gra nde. En el arroyo de las Pizarras del Castellar, de la
O lalla O del Origuillo existen manchas me nores aisladas.

Independie nteme nte de las grandes zonas o áreas descritas, existe un número importante de enclaves
menores de inte rés paisajístico, narural , histórico y recreativo.

El término posee además una nmable riq ueza fau nística por su variedad y la presencia de especies
ame nazadas de extinción (lobo, lince, buitre , águila imperial , etc.). Diversos esrudios (151) han constata-
do la existencia de aproximadamente 186 especies pertenecientes a las d istintas clases de vertebrados y
OII"'dS muchas de invenebrados, lo que const ituye una diversidad muy elevada.

El aislamiento de algunas zonas y el despoblamiento del territorio han favorecido el que se conserve de
una manera relicta una va riada y rica fauna , sopone de actividades cinegéticas de creciente importancia.

El siste m a urbano

El siste ma organizado durante la etapa de colon iza ción estaba asentado en 1835, traS haber superado la
grave Crisis motivada por la guerra de 1808-14.

La ~cjó". agetlle modificador del paisaje.

73
La red se articulaba med iante la existencia de un núcleo principal, La Ca ro lina; Navas de To losa , núcleo
intermed io; otros menores como ¡sabela , Fe rnandina , Vista Alegre , Ocho Casas, Se is Casas; y e l hübitat
disperso fo rm~l d o por casas de labor, canijos, molinos, etc.

Vista Alegre, Ocho Casas y Seis Casas por su reducido tama i'lo y la ausencia total de los müs eleme nta-
les servicios o equipamientos, así como por su ocupación o abando no en diversas et~IJ)<l s, tuv ieron un
ca d ctcr de conijadas m[\s que de aldeas,:1 pesar de s u cuidada estructura formal.

En conjunto, la població n y el SOpOl1C construido mantuvie ron su anterior distribución en el territo rio

HADO'AT. POBlACION EN EL TERRITORIO

UIUCAClON SISTEMA DE ASENTAMIE NTOS AÑO


1838 1844 (2) 1909-11 1950 1970 1981
~:N POlll.ADO NUCLf.O PRINCIPAL I.A CAROUNA 1.912 1.328 7.970 10.918 12.602 U .2}6
o ANfJOS '17 ,,,
AWf.AS N. DE l Ul.OSA
~"'F.){,"ANDlNA
24'1 (1)

"70
17'
'" """ '"
960
'º'
<20
ISAllELA
VISTA ALEGRE
OCI lOCASAS
'20
'""
<2
'" "
SEIS CASAS
263
¡'OBLADOS MINEROS LOS G UINDOS
LA liOSA
EL CAsnll.O w " '"
SAN FEIINANOO
MAK INA "4J
lUTAL
,,,
2.,º,i 1.617 9.0}9 12.561
876 (4)
11. 162
,.""
13-952

TOTAJ. 2.405
112
1.736
7 17
9.756 (3) 13.437 15.771 '"
14.864

Fuente: D:l!OS INE y t.'!abor.lción propia.


NOTAS: ( 1) En los 244 h;lbi¡antcs de Las Navas cstán incluidos 10$ de Ocho C:lsas.
( 2) No se incluye a los jornaleros.
O ) En e53 fecha la població n real er.l mucho m;lyor (13.000-14.000 habi¡:mtcs) por cxL'lIir un gran número de lI"¡lnscúmes y no
caS:ldos.
( <\) 1':lrte de lo:-¡ diSl'minados t"SI:í.n ~cumul3dos a las N~\'as y otras Aldeas.

hasta el último cuarto del siglo XIX, aumentando ligeramente s u número, de manera m<Ís rápida en el
núcleo principal.

El desa rro llo de las actividades extrJ.ctivas su puso un rápido y continuado ase ntamiento de población,
de forma que en 19 11 al menos se había cuadru plicado con respecto a 1835.

En rea lidad el crecimiento fue mucho mayor (152), pues existió un contingente muy impo rtante de
po bla ción flota me no cens.:'1da.

Este fe nómeno afectó al conjunto del sistema de asentamientos, pero de manera especial a La Carolina
(81 '7% de la población tolal) , conti nuando la tendencia centrípeta ya detectada en etapas anteriores.
También supuso la aparición de un número importante de nuevos núcleos y e l asentamie nto de pobla-
ción dispersa e n el territorio, ligados a las explotaciones mineras.

El hábitat su rgido en relación con estas actividades se construyó de acuerdo con la lógica económica
del momento y por tanto careció de planificación o rJcionalidad territorial , en contraposició n al de riva-
do del periodo de colon ización.

Estos poblados por su especia lización funcional desaparecieron al cesar el traba jo de la mina o pozo al
que estaban ligados. Entre ellos cabe cita r: Vista Alegre, por tratarse de un núcleo fundado e n la eta pa
anterior, que por encontrarse próximo a d iversos pozos de la Soc iedad "los GI/indos"fue reutilizado

74
con CSIC fin y posleriormcme aba ndonado; y e l denominado Raso Guindo, por su dimensión e impor-
lancia.

El soporte edificado evolucionó de fo rma pamlcb a la población asemada , si bien por su propia nalum-
le7.a física los <-<lInbios se produjeron más Icntameme.

HABITAT. EOrFre rOS y VIVIENDAS EN EL T ERJUTORJO

UBICAcrON SISTEMA DE ASt:NTA.r\llENTOS AtO;¡O


1838 1848 1959 1909· 11 1950 1970 1981 1990(''')
EN l'Om.A1JO NUCU,O PRINCIPAL
AJ.DEAS o ANEJOS
1.A. CA ROI.INA
N. DE TOl.OSA
I'ERNANDI NA
,.
33. 3SO
.. 'lO
SO
1.265 ( "~
1'1
2.717
225
47
2.986
.JI
4'
4.245

""."36
S, 122
212
..6
18
" "
17 23
ISAllEl.A.
VISTA ALEGRE
17 17 28
, 37
23
36 36

OCHO CASAS
SEIS CASAS
• 8
•4 3
4
POB1.A.1JOS MINEROS LOS GUINDOS .... 37 42 38
LA ROSA 10
El C.AS11UO 12
SAN t'ERNANDO 21
,\tAKlNA 17
TOTAL "3 436 637 1.517 3.108 3-307 4.570 í'¡5?
EN DISEMINADO
18 (' ) .}2 161 ¡74 216 168
"
282
TOTAL 438 468 729 1.678 3.282 3. 589 4.786 5.627

Fuemc: DaIOS 1;":1: y elaboración propi;l.


• Sólo flgur.ln I;¡s IuDilaWs en esa fecha, debe!'i3 luber mis \~S ocupadas ltmporalrnt:nlf:
•• Se incluye el Ibnio de los Tepres.
••. DalOS oblenidos en los Ayunumiemos dellerrilorio.

En los nños 50, el 83% de las viviendas se concentraban en La Caroli na, el 12% en las aldeas y núcleos
mine ros (más de la mitad corresponden a Navas de To losa, 6'9%) y un 5'3% estaban dispersas en el
territorio.

A partir de esa fecha se estabilizó e l número de edificios, excepto en el núcleo principal que continuó
aumentando de manem notable . En general , la edificación existente en los núcleos menores y la disper·
sa se encontraba e n deficiente estado de co n serv~lció n , carecía en su mayoría de los servicios elementa·
les y te nía un bajo nivel de habitabilidad.

La inlervención públic~1 en los años 60-70 s upuso la construcción de un número impollante de vivien-
das, locali7.<ldas en La Ca rolina. Esta circunstancia, e n coincidencia con la instalación de industrias y
equipamientos en el nllCleo principal, determinaron una fuelle disminución de población asemada en
las aldeas, nücleos menores o dispersa en el territorio, que se desplazó al nüdeo p rincipal. Esta tenden-
cia se vio posteriormente reforzada por la crisis derivada de 1974.

En 1981 el 89% de la población del término municipal se concemraba en la ciudad, e l 3'40/0 en Navas de
Tolosa, 1'4% e n las restantes aldeas o nücleos menores y el 6'2% en diseminado (153).

Esle desplazamiento supuso un impollante aumento del número de viviendas vacías, que en esa fecha
suponía n el 180/0 del total de las existentes. La mayoría se localizaban en las aldeas o entre las disemina-
das y afectó notablememe al soporte, determinando la ruina de gran pal1e de ellas.

Este proceso puso en grave crisis el sistema preestablecido de asentamientos: Vista Alegre, Seis Casas )'
los nüdeos mineros estaban aba ndo nados y e n ruina o afectados por un grave proceso de degradación:

75
Ocho Casas se ocupaba de manera estacional de acuerdo con las actividades agropecua rias; Isabela
contaba con una quinta pane de la población de 1970 y un b uen nllmero de edificaciones se encontra-
ban cerradas y en ruina ; sólo Navas de Tolosa y Ferna ndi na se mantuviero n como núcleos de mayor
tamaño y más asentadas (relacion.adas con activ idades agrícolas), pero d isminuyó su población en casi
un 50%. El hábitat disperso sufrió un proceso similar.

Sin embargo, la im plantación y mejora de las infraestructuras, la aparición de ciena dema nda de vivien-
da de segunda residencia , y la recuperación de la situ ación económica determinaron la permanencia
del sistema e incluso su recuperación posterior, al menos en sus elementos básicos.

El escaso número de ventas de viviendas en las aldeas motivó que se ocupasen, como segunda residen-
cia, las antiguas estancias de los mineros y otras edificaciones auxil iares en e l denom inado Raso Gu in-
do, lo que supuso su permanencia, si bien con un nuevo carácter funcional. La ausencia de una estruc-
tura u ordenació n física y fo rma l, de infraestructuras elementales de saneamiento , red de agua potable ,
la preca riedad del soporte construido e incl uso la forma en que se produjo la ocupación, determinaron
su carácter marginal , pero cuantitativamente relevante.

En el ámbito de estudio no se han producido parcelacio nes u rbaníscicas, de segunda residencia , al mar-
gen del orden3miento urbanístico, a pesar de que los planeamientos vigentes hasta 1984 no incorpora-
ron previsiones en este sentido y las gal".1I1tías para impedir su aparición eran insufi cientes.

La dema nda de vivienda de este tipo no se cubrió en el municipio y hubo de resolverse parcialmente
en los colindantes: El Centenillo (Ba ños de la Encina) o las parcelaciones de Santa Elena.

En la actualidad e l sistema de asentamientos en el ámbito de estudio se caracteriza por su alta concen-


tración y je rarquizació n elemental. Se anicula en torno a un núcleo p rincipal; un reducido número de
aldeas o agrupaciones meno res, en las que pueden establecerse distintos niveles; y un territorio prácti-
ca mente deshabitado.

La Carolina refuerza su poder de alracción respecto de la población (900Al de las viviendas y población)
y las actividades que se desarrollan en su término, pero además por su dive rsidad funci o nal continúa
eje rciendo cierta influe ncia sobre un e ntorno lerrito rial más amplio. Aquí se loca liza la práctica totali-
dad de los nuevos creci mientos previstos.

Entre los núcleos menores, Navas de Tolosa es el mayor y en el que se producen ciertos crecimientos
mínimos. Se mantiene como núcleo e lemental intermedio, por su proximidad a la ciudad y a la carrete-
ra nacional.

lsabela y Fe rnandina constituyen núcleos elementales, bien comunicados, y cuentan con los servicios
básicos. Prácticamente la mitad de las viviendas tienen un carácter de segunda residencia , si bien esta
circu nsta ncia es tradicional, pues ya se produjo en las etapas finales de la colonizació n. Estos núcleos
están experimenulI1do un imponante proceso de rehabilitación y mejora del sopoJte construido.

El núcleo de Los Guindos const ituye e n realidad una agrupación de viviendas de tempo rada o fin de
semana, desestrucruradas entre sí y carentes de los servicios e infraestructuras básicas, pero que man-
tienen su ocupación (al menos 38 viviendas actualmente).

E.xcluidos estos aselllamientos, la densidad de población en el territorio restante es de aproximadamen-


te 4'5 hab. / km 1 . (densidad media en el término 74'2 hab. / km 2 .) , que refleja la crisis del hábitat disper-
so. Se mantienen algunos conijos o conijadas relacionadas con grandes fincas o explotaciones agrope-
cu arias (La Dehesilla, Buenavista , Ocho Casas, Pan Blanco), mientras las pequeñas casas de labor pau-

76
INVENTARIO DEL HABITAT DISPERSO (1948 ACllJALlZADO)

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CI CASA CON AUlt:KCA y NOKIA
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O DEPOSITO DE AGUA
• POZO MINA
1I PUE.....TE

77
latina me nte se abandonan o habitan sólo por temporadas. En ge ne ral las condic iones d e habilabiHdad
de éstas últimas y su ca lidad constructiva son mu y deficie ntes , l11 otiv~Lndo su ruina.

Tipología edificato ria

Durante e l proceso de coloni zación se aplicó de manera s istemática un único tipo edificatorio para la
construcció n de las vivie ndas en los núcleos o diseminadas en el te rritorio , con muy escasas variaciones
en fun ción d e las caracte rísticas del lugar. Posteriormente en los núcleos mayo res, en concreto en La
Caro lina, se produjo la introducció n de mode los más e laborados, es pecialmente durante los úllimos
años de la colo nizació n y dura nte la etapa de la minería. Sin embargo fue en los años 60-70 cuando se
produjo la introducció n mas iva de nuevos tipos, que en muchos casos no guardaban ninguna relación
co n los anteriores, con el entorno, sus características climáticas o los modos de vida tradicionales.

En todo caso en el hábitat diseminado se mantiene el inicial , con elaboraciones de acuerdo co n las nue-
vas demandas funcio nal es , pero sin alter.lflo de mane ra sustancial.
\
La edificació n tradicional, en los núcleos menores y las viviendas dispersas, está forma da por un cuerpo
princi p;:tl de planta rectangular de una o dos crujías paralelas a fa chada , con patio o corral rectangular
de dimens ió n va riable, no rmalmente dos o nü'ts veces la supe rficie edificada , en torno al cual se pue-
den s ituar o tros cuerpos menores de uso agrícola o pecua rio, adosados gene ralme nte a la vivienda .

El cue rpo principal pued e constar de una o dos plantas, la superio r de menor altura ; los hu ccos son
gene ralmente de dime nsió n reducida y fo rmato cuadrangular, sólo la pue rta de acceso es de mayo r
tamaño y puede incorpo rar algún ele me nto decorativo; y la cubierta es inclinada , a dos aguas si la edifi-
cación tiene do ble crujía , y el mate rial utilizado es la teja cerámica curva de color pardo roj izo. La facha -
d a se compo ne de acuerdo con un esquema compositivo eleme ntal basado en ejes verticales qu e orde-
nan los huecos de ambas plantas, o un único eje de simetría coincide nte con el acceso .

La pl anta se o rga ni za en torno al acceso, zaguán o pasillo, que sue le ser centrado y comunica d irecta-
mente con el patio o corra l; a ambos lados se s ilüan cocina y estancia. Si la vivienda tie ne segunda cru-
jía , re pite la o rga ni z.:1ción anterio r. El acceso a planta superior parte de l zaguán o pas illo, puede ser per-
pend icul ar o para lelo a fachada , de un solo tramo generalmente .

El s iste ma constructivo es de muros de ca rga de piedra o tapial y fo rjados d e madera en pisos y cubier-
ta . L'l fac hada está revocada y encalada ge neralmente , aun cuando puede p resemarse la fachada de
tejas de piza rra vista o revocada en to nos acordes con las tierras del lugar.

Sobre este tipo fund ame ntal existe n algunas e labo racio nes de rivadas de la utilización o tipo de cultivo,
entre ellas la más inte resa nte sin d uda es la vivienda en zo na de hue rta , asociada a la e xiste ncia de no-
ria y alberca, situada en el Plan de Hue rtas de La Ca ro lina; también con carácte r gene ral se ha producido
una evolución consistente en e l rasgado venical ele los huecos, fonnando balcones en p lanta superior.

Las Trazas territoriales y urbanísticas

Las "Iílleas" había n pe rd ido ya con anterioridad a 1835 su carácter de trazado regulador de l asentamien-
to de pobl ación. L1 malla, incompleta lal como había quedado desde un principio, se mantenía sin
embargo en uso como vías agropecuarias, límites de p ropiedad , refe rencia para la subdivisión , etc.

Las trazas fueron disminuyendo de secció n en un pa ulatino proceso de ocupació n , mo tivado po r e l

78
avance del cul tivo en las pro piedades colindantes. De esta fo rma los caminos que en principio se trJ za-
ron con unas d imensiones d e entre 6 y 13 m., disminu yeron su sección hasta los 3-4 m. aClUales.

Por otro lado, la acumulación d e pro pi edades colinda mes afectó también a las trJzas, al pe rder su
carácter de con fi nes catastrales o de propied~td . Cuando aquéll as eran simpl eme nte za njas o b<l rreras
físicas, se e liminaron , y si se tratab.t de caminos, éstos se privatiz.aro n o ca yeron en desuso al limita rse
su uso. Este proceso se vio posibilitado al co nsiderarse pane de esta red de vías agropecuarias como
caminos de servidumbre y no como espacios de dominio público, lo que Illotivó su ocupació n al cesa r
la necesidad de paso por acumulació n bien sea por compra o here ncia o co nt'lr con otro acceso.

Los efectos sobre la red mo ti varon numerosas protestas (54) y la intervenció n de los poderes públicos
con carácter puntual, pe ro no se tomaron medidas de e<trácte r gene ral que garantizaran su pervivencia.

Posterio rmente la implantació n d e infraestruclllras como el ferroc.uril o los cambios producidos en la


carrete ra de Andalucía, han introducido modificacio nes direclas e indirect~l s en el siste ma de trazas
territo riales. Directas por la aparició n de nuevos trazados de gran presencia fís ica que no se adaptaron
a los existentes por estar condicio nados por sus propias de mandas técnicas (radios de giro, pendientes,
etc.); e indirectos, pues e l efecto ba rrera derivado de su instalació n alteró el modo de utilización del sis-
te ma y po r tanto re percutió en su permanencia física.

Este efecto no fu e especialme nte notable en e l caso de l ferroca rril , debido al reducido número de circu-
l<lciones, ve locidad o secció n de la vía; pero e n la carrelera nacio nal, su e levada intensidad , la regula-
ción de cruces, sentidos y .Iccesos ha supuesto la reorganización jerárquica del sistema.

En la actualidad las tr"d Z3S son todavía reconocibles en buena pane del ¡erritorio, especialmente e n las
zonas pró ximas a La Carolina , Navas de To losa y las aldeas, al sur y este de la ca rrete ra nacional. Son
áreas d e mo rfo logía más s uave y coinciden además con los terre nos cultivados, más p.trcelados. y po r
t~lI1 to do nde mayor es la necesidad d e mante nimiento y uso de las líneas pam garantiza r e l acceso o la
c1am de limitació n de propiedades.

Con respecto a las lraZ<lS urbanísticas, a liJe cila r q ue la existencia de una cla ra estructura formal. basada
e n e jes o mallas o l1ogo nales, implantados durante el proceso fundacional y complementa rios con las
trazas terrilo rial es, ha posibilitado e l ordenado crecimiento de los nüeleos haswla actualidad.

1.(15 Tm:ru $011 mili risibles e,/ huella /XIrf(l del/cm/orio

79
Unicamente los asentamientos mineros, organizados de acuerdo con la lógica económica de la explo ta-
ción (máximos beneficios, por los mínimos gastos en infmestructuras), se construyeron de forma anár-
qu ica, carentes de estrucrura formal y al ma rgen de lada racionalidad territorial.

Los escasos crecimientos de las aldeas o núcleos menores se han producido en continuidad y de acuer-
do con los t'.Izados regulares origina les. En Navas de To losa los nuevos desarrollos su pusieron la cons-
trucción de nuevas manzanas, pero manteniendo la retícu la, sus proporciones y formatos.

La Carolina se desarrolló hasta finales del siglo XIX de acue rdo con el modelo prefi jado por Ola vide
0773-74), si bien se produjeron ciertas altemciones que supusieron que el plano de la ciudad no fuese
simétrico como allí se establecía. Se p rodujeron distorsio nes e n el trazado ortogonal de las ca lles y no
se compleló el sistema de plazas y glorietas previsto, pero se p reservó un amplio espacio público, el ej i-
do, de aproximadamente 6 Ha. , como límite de la ciudad.

Tms colmalarse la ciudad planificada, aproximadameme en 1890 (155), por efecto del crecimiento deri-
vado del desarrollo de la minería , no se planteó un nuevo modelo que regulase los desarrollos poste-
riores. Estos se produjeron en continuidad con la trama preexistente, apoyándose en los trazados agrí-
colas y local izados en torno a los caminos de acceso a las zonas minems .

Oumnte la primera mitad del siglo XX los nuevos crecimientos se loca lizaron básicamente en el norte y
noroeste del núcleo (carretera de El Centen illa, camino de la Aquisgrana o carretera genera]), si bien en
e l sur se produjeron crecimientos reducidos, perimetrales, a lo largo de la calle Corso del Poniente y
Saliente (ca lle de las Huertas).

El barrio de los Tejares, situado junto a la carrelem de El Centenilla, se construyó como indica su nom-
bre e n to rno a fábricas o instalaciones dedicadas a esa actividad (cerámica). Desligado del núcleo prin-
cipa l, los e lementa les trazados se adaptaron a la topografía y tuvo en su origen un ca rácter marginal
que ha mantenido posteriormente.

Los crecimientos producidos con posterioridad a 1962 se han adecuado generalmente a lo establecido
e n los diferentes documentos de planeamiento vigemes, y siempre se han apoyado en las trazas here-
dadas, sin definir un modelo complementario o alternativo al hiStórico. Unica meme el Plan General de
1973 planreaba una clara estructura urbana , complementaria con la p reexistente, con el fin de regula r
los crecim ientos previstos. El sobredimensionam ienro en la clasifi cación del suelo derivado de un exce-
sivo o ptimismo en las previsiones (desarrollismo) y la crisis de crecimiemo posterior invalidaron el
modelo.

Los últimos desarrollos se han situado al norte, en los imersricios existemes, y al sur, junto al Paseo del·
Molino de Viemo, o en el extremo suroeste, en torno a los terre nos de la anrigua estación de ferrocarril.
En todos los casos se siguen apoyando en las trazas territoriales preexistentes.

El sistema dotacional

Si bien a lo largo del tiempo se han producido déficits importantes de equipamientos, desde una pers-
pectiva histórica puede afirmarse que e l ámbito de estudio ha contado con un sistema com pleto y
diverso de eq uipamie ntos, superior e n todo caso a los municipios de su entorno. Generalmente ha sido
y es la iniciativa pública la promoto ra de las dotaciones, pero en determinadas épocas (d esarrollo y
auge de la minería) tambié n ha participado la iniciativa privada (156).

Desde una óptica territorial, la existencia de este sistema de equipam ientos ha ca racterizado a La Ca roli-

80
na como un enclave privilegiado que ejerce centralidad en su emomo territo rial y actú a como factor
determinaTlle en el asentamiento de la población y actividades productivas.

Sin embargo, ya desde el siglo XIX el siste ma perdió u na de sus virtualidades más importantes: el ca rác-
ter CStruClurante del territ o rio y los núcleos.

En la etapa fundacio nal los equipamientos constituyero n e lementos fundamentales e n la definición for-
mal de los asentamientos y en la cualificación del te rrito rio. Posteriormente la ca rencia de suelo, pro-
piedades y medios económicos del ayuntamiento, de rivada en gran medida de la venta de Bienes de
Propios durante los procesos de desa mo rtización, determ inaron que la ubicació n de las dotaciones no
respondiese a un planteamiento preeslablecido, sino a respuestas parciales a défi cits existcnles.

En su mayoría las dota ciones se construyeron concentradas en el núcl eo principal, La Carolina . En los
restantes núcleos, sólo Navas de Tolosa contó con un sistema básico; Isabela y Fernandina únicamente
con escuela e lemental, cerrada actualmente; y el resto careció de equipamie ntos (algunos núcleos
mineros más importantes contaron con escuelas, economatos, etc., hoy desaparecidos). En todo caso,
b tendencia a concentrar en el núcleo pri ncipal los equipamientos se ha visto reforzada por criterios de
racionalidad y fllnci ommliento, influyendo notablemente en la reestructumció n del siste ma de asenta-
mie ntos inicia l y su funciona lidad , sobre lodo en las décadas de los 60 y 70.

Así mismo, la ubicación de determinados equipamientos en el núcleo principal, al margen de un mode-


lo prefijado, comribu yó en algún caso a crear expect'ativas de crecimiento o a desarticular la estructura
urbana preexistente. Así la construcció n a principios del siglo XX del hospital , las escuelas o la nueva
plaza de to ros en la periferia, que influ yeron e n el crecimiento posterio r de la ciudad, al igual que la
construcción, más tarde, del cuartel de la Guardia Civi l. La construcción durante los años 60 de las ins-
talaciones deportivas del paseo del Molino de Viento o e l colegio público situado en el ejido afectaron
a las traza.s del te rritorio y al sistema de espacios libres, además de crear expectativas urbanísticas en su
e nto rno próximo.

En la actualidad e l nivel de equipamientos, su diversidad y funcionamiento es satisfa cto rio, sin que ello
su po nga la desapa rició n de ca rencias cu aliwtivas más que cuantitativas. L'l instalación reciente de dota-
1 ciones especializadas (Escuela Oficial de Idio mas, Escuela de Arte. Conservatorio de Música, Teatro.
CEF, etc.) refuer¿a la influencia de La Carolina en su entorno territorial.

La ubicació n de algunos de estos eq uipamientos parece responder al intento de reequilibrar el núcleo o


incidir directamente e n la recuperació n de áreas degradadas; sin embargo, no permite deducir la exis-
tencia de un modelo g loba l p refijad o.

Con respecto al sistema de espacios lib res. éste se ha seguido articulando en torno al implantado
durante la colonizació n, pues las acnlaciones posteriores ca recieron de un t.ratamiento unitario, y e n
ocasio nes sólo contribu yero n a desa rticu lar el preestablecido.

En lo.'':; nücleos me no res la privatiL'lción de Ocho Casas y Seis Casas ha supuesto la alteración tota l del
sistema. En Vista Alegre, la ruina del soporte edificado, el actual uso ganadero y la ocupació n del ejido
tie nen los mismos e fectos.

Los núcleos mineros carecieron de toda estructura y po r lanto tampoco se p revieron espacios libres.

En Isabela , la ocupació n de parte del ej ido y la ruina de uno de los edificios que configuraban la plaza
afectan ele maner.¡ notable al sistema . En todo caso se mamiene la vegetación de la vía principal (euca-
li ptos).

81
Fe rnandina y Navas de Tolosa han manten ido SlIS espacios libres, sin alte rar su carácter.

En La Carolina, e l subsistema de plazas no se completó lal como preveía e l plan inicia l de Olav ide. En
genera l han ma11le nido Sll ca rácter, si bie n algunas sufrieron transformaciones imponantes.

1..::1 plaza deno minad<t de Toros fu e alterada a princi pios de siglo, al queda r en ruina la doble gal ería de
titubridad municip:ll y ser au torizados los propietarios a avanzar la. edificació n, previa compra del
terreno correspondiente a la arcada. Si bien se alte ró definitivamente la funcional idad y carácter de la
plaz~l , al mantener la altura , esq uemas com positivos y materiales del ento rno, el espacio resu lt~l11te con-
serva una gran calidad ambient;:li, reforz~l d a por la vegetación existente.

La placita circula r de la Adu ana m,mtiene su Glrácte r, si bien ha perdido la vegetación. La plaza de acce-
so, a Leva nte, se configuró por la edificación y la instalació n d el monumento a la Batall~1 de u -s Navas .
Posteriormente, éste fue sustitu ido y se organizó el jardín actua lmente existente.

Las resla ntes pla zas, del Ayuntamiento y Palacio, mantuvieron o reforzaron su carácter inicial y su cali-
dad ambiental.

Los paseos perimetrales del núcleo histórico han mantenido su car:Ícter e imporlancia a pesar de las
limitaciones impuestas por e l tráfico . El paseo del Molino de Viento fu e rediseñado e n ]902 al traza rse
la carret era general a la "línea" de Vi1ches, adqu iriendo la configuración que actualmente mantiene.

altera ciones fundamentales d el sistema de espacios libres de la ciudad derivan de la privatización


[..."1S
del ja rdín de l palacio con la desa monizació n, que ha conducido recientenlente a la parcel ac-ióú y col-
matación por la edificación; y la ocupació n d el ejido e n los añqs 60, po r la constru cció n de viviendas de
promoción püblica y equipamientos, d ebido a la ca rencia de s~elo de titularidad municipal. El e jido se
había configurad o como ele mento esCructurante de imponancia ~n el conjunto del nü cleo y contaba
con vegetación de gran pone , como eucaliptos y pinos; una vez que <lesa pareció, no fu e sustituido po r
Olro espacio de similares ca racterísticas.

La ZOI1:l de huenas, a pesar de verse afectada por la expansi911 urBana , sigue actuando como espacio
libre q ue posibilita el paseo y contribuye a la calidad medioambiental del nüc1eo.

Las actuaciones recientes y previstas, junto a la Ermita de Sa n Juan d e la Cru z, en la carretera de El Cen-
tenillo o el paseo del Moli no de Viento, compleme ntan notablemente el sistema preexistente; sin em-
bargo, tal como sucede con los equipamientos, el planea mie nto vigente ca rece de lll1 tratamiento glo-
bal de estos sistemas tendente a definir y cualificar una clara estructura urbana.

Las infraestructuras

La implantación de nuevas infraestructuras, en especial las modificadas en el viario y e l sistema de


transpones. su pusieron y su ponen un factor dete rminante en la evolución del modelo territorial.

La apenura en 1864 dd tramo Venta de Cárdenas-Vilches, q ue completaba la línea férrea Manzan ares-
Córdoba, puso e n contacto Madrid con Sev ill a y Cádiz. A partir de esa Fecha el fe rrocarril se convinió e n
el medio b::ísico, casi único, d e transpone de viajeros, mercancías, correo, etc. debido al defi cie nte esta-
do de la red viaria ex istente.

u\ marginación de La Carolina y su térm ino respecto de esta nueva in fraestructura tu vo consecuencias


importantes; en tre otras, el enca recim iento de los productos y la pérdida de competitividad de los ex-

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pOlladas por efecto del transpolle en carretas a lo largo de 14 Km. de a llnino, en condiciones muy defi-
cientes, hasta la est::lción de Vilches. Todo ello con efectos económicos y sociales muy negativos, Gllifi·
dndose a La Carolina como "el merCldo más caro de EsP:lñ:l" (157) en la primer..! décad~1 del siglo XX.

El auge de b minería en el ámbito de estud io y su entorno determ inó la constnlcción del ferrocarril de
vía estrecha entre Linares y UI Carolina. explotado por la CompailÍ<! de Ferroauriles de La Ca rolin~1 y
Prolongaciones, S.A.

AC!c:lllás de las estaciones de cabecera y término (Unares, 1.;'1 C.l roJi na), se construyeron Olras intermc-
di:JS corno El Coll ado y Guarromán, apeaderos ( Los Ríos, Carboneros) y numerosos apartaderos o ca r-
gaderos de diversas c mprcs:1s miner<ls. En el término de UI Carolina y p roxi midades se construyeron,
además de la eSI:lción y talleres central es , los cargaderos de Los Gu indos, de la mina "El Raf~l e Ji to" y
próximo, pero en término de Carboneros, el apartadero de El Centen illo.

Este traillO de 29 Km. inaugurado en 1909 pretendía form::lf parte de un proyecto más ~lInb i cioso, la
línea Unares-Puertolla no, que pondría en conlacto la dos cuencas mineras, la de plomo y la de carbón ,
ab~l ratando costes de exploración y tra nspolle.

Los tra lx ljos continuaron con intensidad e iniciativa divers:ls (158) h~lsta el año 1926, en que queda ron
definitivamente par.:d i7....:"1das las obras. En esa fecha se habb ava n 7..~ldo 17 Km. , hasta Los Guindos, pero
sin haber procedido al tendido de vía.

La Sociedad Peñarroya. que explotaba la mina "UL Rosa" , obtuvo permiso ese mismo año para comple-
tar y poner en funcionamiento el Iramo entre La Carolina y la mina, que fu ncionó hasta "1944 , en que
cesó b explotación.

El uso y dependencia casi exclusiva de la m inería determinaron el cierre total de la línea en octubre de
1961, pues la s empresas mineras, ya en crisis, exportaba n y reci bían mercancías por carretera, y además
el tr:1fico de viajeros era nulo.

UIS especiales característ icas topográficas del término de La Carolina no facilitaron la construcción del
ferrocarril. siendo neceS~l rias importantes obras de ingen iería pam sa lva r las barreras naturales existen-
tes. Así, en cltJ:lmo en servicio existían y aún existen, 3 túneles, gJ:mcles taludes, alcantarillas, etc., y en
el tmlllO entre la ciudad y El Guindo (a(m se identifican) se constnLyeron 4 viaductos de importancia ,
túneles, ta ludes, cortes y alcantarillas.

De aIro lado, los condicionantes técnicos de esta infraestructura (radios de giro, pendiemes, etc.), los
cmtes económicos)' la intención de prestar servicio a las numerosas explotaciones minems, determina-
ron un trazado largo y sinuoso que se superpuso a las tr.:tzas territoriales exislemes, sin ninguna rela-
ción con ellas, introduciendo además cambios en la parcelación y modificando las relaciones entre las
divers<ls partes dellerritorio.

Rebcion:ldo también con las explotaciones mineras hay que citar la instalación de cables aéreos para el
tr:.lllsporte de minera l y O1ms mercancías. A panir de 1911 se constnl)'eron en el término, o su enlomo
próximo, tres ca bles que unían explotaciones importantes con La Carol ina, donde disponían de apan:l-
deros o ca rgaderos propios en la línea de ferrocarril. Estos cables fueron los sigu iemes:

• El Centenilla, apartadero propio en el FFCC (término de Carboneros) de longitud 12'5 Km.


• El Guindo-La Manzana , cargadero propio en La C~l ro lina de longitud 7 Km.
• El Rafaelito, c lrgadero propio en L1 Carolina de longitucl2'5 Km.

84
Por sus propias característiCls técnicls su imlxlCto paisajístico fue imlx>Itante, pe ro I.as alteraciones físi-
cas del territorio cscas~l s.

El tiempo Imnscurrido desde el derrc de estas instalaciones, ferrocarril y cables, así como el desmante-
lamiento de la mayor pane de sus elementos, ha permitido minimizar los impactos y efectos derivados
en el territorio. En todo caso, la ubicación de la estación y sus insta laciones sí influyeron en la dirección
del crecimiento de la ciudad, consolidando su entorno corno zona urbana, altcmndo clmodelo de ciu-
d:ld preexiste nte y ocupando terrenos de alla calidad agrícola , como bs huertas.

En cuanto <11 viario, la ape rtura de Despeñaperros y la consolidación del camino real como vía privile-
giada de relación elllre Andalucía y ht meseta determinaron que éSll:t soponase a mediados del siglo
XIX un intenso tráfico de merGtncías y personas, a pesar de su deficiente estado. Todo ello suponía
para ~ OHolina una importante fuente de riqueza y empleo (postas, estafeta de Correos, mesones,
ca rreteros, ete.), debido a su emplazamiento estratégico.

Sin emb.argo, esw situació n se vio alterada por la puesta en servicio del ferrocarril en 1864, que hizo
descender drástic:llnellle el uso de esta vía, quedando reducido al comercio y desplazamientos interco-
marca les.

Posteriormente, el desarrollo de la minería determinó modifiGlciones en la red viaria, destinadas bási-


ca mente a facilitar el contacto entre las zonas de ext .....dcción y el ferrocarril , como medio utilizado para
la exportación del mineral o el plomo beneficiado.

Así, a finales del siglo XlX y primeras décadas del XX, cobró especia l importancia la c lrreter<i entre La
Carolina y la estación de Vilches, construida y mejor;¡da dUf""<inte la colo nización, sobre tramos de otro
cam ino preexistente.

Estos 14 kilómetros en muy mal estado de conservación se adecuaron en cuanto a tra z,'ldo y caracterís-
ticas paf""<i la circulación de ca rretas. Se construyeron alc<intarillas, el puente sobre e l río Guarrizas de
estructura metál ica, etc. Su estado, sin embargo, fue siempre deficiente debido al uso continuado, la fal-
ta de mantenimiento adecU<ldo y las dificultades de su trazado.

En 1900 se comenzó la construcción de la ca rretera ele las minas, para facilitar igualmente el transporte
ele mercancías y mano de obm de la zona. Esta vía, financiada por las empresas mineras. unió El Cente-
nillo con 1"::1 Carolina, aprovechando en parte el trazado del amiguo camino de San Lorenzo. Supuso la
construcción de puentes y alcantarillas, mejonlOdo nowblemente la accesibilidad de este {I rea.

En esta época se consl.n.tyó también la carretera de La Aliseda, utilizada por las minas, pero cuya función
básica fue comunicar el balneario, situado en el término de Santa Elena, con La Carolina y la carretera
de Andalucía. Este centro (U vo un impol1ante auge en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX.

Si bien las vías citaelas constitu yeron la red básica, que ha permanecido posteriormente. se construye-
ron otras muchas, en su mayoría ele nuevo trazado y exclusivamente ligadas a las minas, que decayeron
en uso y conservació n al cesar la explotación.

En general estos caminos fueron de terri7.3 o, en e l mejor de los casos, de piedra procedente ele las
escombrems apisonada (arrecifado), y por tanto necesitados de un mantenimiento continuado para
gaf""•.lntizar su buen estado.

Por otro lado, se mantuvo la red de cdl1li nos de uso agrícola y pecuario tnlZ!lclos en la etapa de coloni-
z~t ción,
e incluso los preexistentes.

85
La utilización y genera li zació n del auto móvil , as í como b me jo ra de la red de carreteras, dete rminaron
la paulatina recu perdción de la imporra ncia de la ca rrete rd general de Andalucía. Así en 1902 b circu la-
ción debía ser "r elativa men te ill/ellSa ~ p uesto que se desvió desde su antiguo tra zado ( Paseo de l Mo li-
no de Viento) a la 'l/ínea "de Vi\ches.

En los arlo~ 60 la inte nsidad de l tráfico (1.440 vehículos/día) e xigió l;:t construcció n de una nueva vía de
circu nvala ción de La Ca ro lina y Na vas de Tolosa, e l aumento de la secció n y la regulació n de los cruces
con las vías secunda rias (ca rrete ra de Vi\ches) o accesos a los nücleos. En la ciudad se utilizó para e llo
pa ne del trazado del ferrOC'dfril , ya desmantelado.

L:.t rUcrta de atracció n de la ca rrete ra in Auyó notablemente en la di recció n de creci mie nto de la ciudad ,
especialme nte en la ubicación de indu stria s y servicios, constituyendo un b ctor determimlllle en la ela-
l)Oració n de los nuevos modelos de ciudad.

El aume nto de la circulación de vehículos determinó igualmeme la pavime ntación a base de conglo me-
rado ~t sf(¡hi co de la ca rretera de las ,-lldeas Isa bela y Fernandina, de El Cente nilla , La Aliseda y 1<1 c<lrrete-
ra de Vi\chcs, que además se consolidó como vía de relación intercomarc;:d.

La red vi:lria del ámb it o de estudio fue mu y importante y sin duda garamizó un alto grado de accesibili-
dad a la mayor parte del terrilo rio, Iimit;:lda parcialme nte por su defi cie nte estado en determinadas
zonas y épocas. Unicameme e l no n e del té rmino, por sus p ropias caracte rísticas 1ll0 rfo lógiC<ls y de uso,
no me joró el nivel de accesibil id:ld , pues no se construyero n nuevos ca minos de penetración , mante-
niéndose en uso y caracte rísticas las vías pecuarias preexiste ntes .

En la actualidad e l sistema viario d e La Caro lina en su nivel estruc[urante, carrete ra nacio nal IV Ma-
d rid-C:ídiz, se está convinie ndo e n autovía, lo que s upondrá una mejo ra muy notable de accesib ilidad.

L'l constnJcció n de ca rriles de servicio en el núcleo princi pal , Navas de To losa y acceso a la ca rrete ra de
La Aliseda , ga rdntizan una buena cone xió n con las vías de los restantes niveles. También se ha previsto
junIo ¡, la carrete ra de L'l Al iseda un g ran paso bajo la cal zada para permitir el paso de ganados, da ndo
continuidad a las principales vías pecuarias de esta zona entre e llas la cañada real de Enci na Alta.

L'l red secundaria está compuesta por la carretera comarcal C-321 7, que conecta con Vilches y Ubeda, y
las carreteras loca les J.A. 6084, J.y. 6038 (carreteras d e las aldeas) y J.V. 5031 (cdrretera de El Centenilla).

La carretem a Vilches (C-321 7), inclu ida en la Red Básica Funcional de la Junta de Andalucía, presenta
un trazado sinuoso y su estado de conservació n y pa vime ntación es defi ciente. Se ha modificado su tra-
7..ado en un peque ño tmmo y construido un nuevo p ue nte de grandes d ime nsio nes sobre e l río Guarri-
zas, debido a la construcción del embalse de La Fe rnandina.

L..'lS restantes carreteras presentan un buen estado de firme , pe ro su trazado es sinuoso y su secció n
insuficie nte. En todo caso garantiz;:1O un buen servicio para las intens idades actuales.

En cuanto a la red de ca minos y vías pecua rias, si bien su número y extensió n es muy elevado, su esta-
do es e n gene ra l muy defi ciente. Las características del firm e , terrizo, dete rminan un alto grado de dete-
rioro ante la acción de los agentes atmosféricos y s u utilización por vehículos pesados.

Esta red se ve adem:ls afectada po r los procesos de pri vatizació n o semipri vatiz."lción (insta lació n de
cercas pa ra controlar ganados), la q ue han dete rminado histó ricamente su desaparició n o dismi nución
de su sección.

86
Si bien existían en el término un número importante de caminos destinados tradicionalmente al uso
ganadero, en 1948 el Ministerio de Agricultura elaboró un proyecto de c1asiflc~l ción de vías pecuarias
ex istentes e n e l término de La Carolina. En 61 se ci tab~l n como vías necesarias las que relacionaban el
térm ino con el fe rroca rril , medio entonces util iza do para el transporte del ganado en los traslados esta-
cio na les (t rashuma ncia), y que eran las siguientes:

• Cañada Rea l de Encina Alta: Cru7..:l el término en dirección este-QCste. Procede del término de Vil-
ches, de la Estació n de Ca lancha y se continúa en el de Baños de la Encina. Sus dimensio nes eran
75'22 m. de sección y una long itud aproximada en el térmi no de 19'5 Km.

Junto al Arroyo del Origu illo , en las proximidades de la Casa de la Huena y Cañada del Francés,
ex istía un desca nsadero o reposadero "como de dos fanegas" (1 '28 Ha.), aunque su permanencia
en b actualidad no se ha podido determ inar por las dificultades de acceso.

• Cordel de Santa Elena: penetra en el término en dirección norte-sur, en su extremo este , por terre-
nos de la Dehesa de El Hueco. Su anchura era de 37'6 m. y su recorrido aproximado de 1'8 Km.

• Vereda de Las Navas: penetra en el térm ino por la desembocadura del OriguiUo y termina en
Navas de Tolosa, donde se une a la Vereda de la Venta del Catalán. Su anchura era de 21 m. y su
recorrido de aprox imadamente 7 Km.

• Vereda del Cam ino de Granado o de la Venta del Catalán: sigue aproximadamente e l trayecto del
antiguo camino real de Toledo a Granada. Sus dimensiones eran de 21 m. y su recorrido en el tér-
mino de aproximadamente 12 Km.

La Vereda de 1.. Venta del Catalán, en 1948 ya estaba ocupada, entre la carretera de Vilches y el arroyo
del Tornajo, sin que desde entonces se haya puesto remedio a esta situación. El resto de las vías citadas,
en la <lctua lidad están afecwdas por problemas puntuales de ocupación (usos agrícolas o ganaderos), o
su utili7..ación está entorpecida por la existencia de va llados metálicos. En todas los casos la sección ha
disminuido por causas similares a las citadas para las trazas territoriales, por la deficiente delimitación
de los lrayeCtOs y descansaderos.

L1S restantes infraestrucfuras, si bien no tienen la incidencia cuantitativa de las anteriormente descritas
e n la evolución del modelo territori,ll, sí constituyen agentes cualitativamente importantes. Así Ul Caro-
lina , específicamente el núcleo principal, por el hecho mismo de poseerlas se convirtió pronto en lugar
p rivilegiado en su entorno, reforzando su centralidad respecto a los municipios colindantes.

El abastecimiento de agua se mejoró norablememe en 1885 mediante la conducción de nuevos cauda-


les p rocedentes del Salto de Padilla, en el término de Santa Elena, y la construcción de un gran depósito
donde se emba lsaba y filtmba para su posterior distribución en la ciudad y Navas de Tolosa. L1 preca-
riedad de las conducciones (barro y fundiCión) suponía pérdidas muy importantes por fugas, f'iltracio-
nes, etc. Las aldeas y mkleos mineros se sigu ieron abasteciendo mediante pozos.

Esta situación se mantuvo hasta medi~l dos de los 60, en que el aumento de b población exigió el apoI1e
de nuevos cauda les. Con este fin se construyó e l embalse de Pa nzacola en el río Guarrizas y una depu-
radora pafa p restar servicio a Vilches y La Carolina. L1S aguas impulsadas hasta distintos depósitos ubi-
cados en la ciudad y el territorio se distribuyeron en e l núcleo y las aldeas, garantizando un buen servi-
cio, si bien se mantuvo J:¡ captación del Salto de Padilla.

Recientemente y ante la próxima puesta en servicio del Embalse de la Fernandina se ha constmido un


nuevo grupo de depuradoras con el fin de sustituir al existente, que quedará cubierto por las aguas. El

87
nuevo equipo, en período de pruebas, está siruado en terrenos del término de La Carolina , próx imo a la
carrete ra de Vilches y al e mbalse de Panzacola. Por sus di mensiones y ca racterísticas, gar..IOt iza un ade-
cuado servicio al ámbito de eswc!io y a Vilches, así como a sus respectivos crecimiemos previstos,

Con el fin de me jo rJ r el apone de ca udales a la ciudad se ha duplicado la cana li zación entre los depósi-
tos de distribución de 1...1 Ca rolina y el de regulación de Ocho Casas. En general el estado actual de la
red de distribución en e l núcleo principal y los nücleos menores es bue no. Sólo e l asentamienlo de El
Guindo y Raso Guindo Glrecen de un servicio de agua aceptable, abasteciéndose de pozos sin g~lrant í­
as san itarias. Los pozos son también el siste ma utilizado por el hábitat disperso.

Con respecto a Otr::IS infraestructuras hidr.lulicas relacionadas con el alXIStecimienlo de aguas, existe n
actualmente en e l término dos e mbalses d e reducido tamario: e l ya cit~l do de Panzacola y el denomina-
do "de {as agltCis ele Lillares", situado e n el río Grande y construido con ese fin. Este último presenta
p roblemas de colmatación . Actualmente está en construcción e l emba lse de la Fe rnandina , d e grandes
proporcio nes y que en su día cOnlendrá 280 Hm3 • Posibilitará la puest<l en regadío de 12.000 Ha., aun-
que ninguna e n e l ámbito de esrudio, además de proporcio nar abastecimie nto de agua a La Ca rolina ,
Vilches, polígono industrial de Guadiel, etc.

El saneamiento de la ci udad y Navas de Tolosa siempre fue una infraestructu ra sujeta a actuaciones pa r-
ciales que, a pesar de !:ls continuas mejoras introducidas desde finales del siglo XIX, prestaba un servi-
cio deficiente . La red , cuyo trazado se desconocía en muchos casos, se compo nb de tramos de distintos
p13teriales (ba rro cocido, atarjeas de paredes de ladrillo y cobija d e piedra o cemento centrifugado), y
hasta final es de los años 60 no prestó selv icio a la totalidad del núcleo, existiendo im ponantes zonas
sin sa neamiento. Ade más la red presentaba un gran número de puntos de vellido.

U IS aldeas y núcleos mineros carecieron de este servicio y sólo recientemente se construyó una red e1e-
memal e n Isabela y Fernandina.

En la actualidad la red presta servicio al conjunto del núcleo principa l, Navas de Tolosa , ¡sa bela y Fer-
nandi na. En L1 Carolina , a pesar de la impo nante reno vació n desarro llada en los últimos años, pe rsis-
te n tramos poco conocidos de la red tradiciona l e n uso, que presentan probl emas de fuga s, o blllracio-
nes, etc.

Por otro lado, persiste un número muy elevado de puntos de vertido , que afect~1I1 a la ca lidad de las
aguas en las tres diferentes cuencas fluviales del término. En la Carolina los puntos de venido son
ocho, cinco de ellos de aguas de procedencia do méstica yaguas plu viales exclusivamente, que consti-
tuyen el ca ud~11 más importa nte. El resto de los vertidos son industriales, y aun cuando su Gludal es
menor, se desconoce su naturaleza y pote ncial contaminante.

Los núcleos menores concentran sus vertidos en un solo punto y Sll S ca udales son menos imporwnles.
El asentamiento de El Guindo carece de red de sa neamiento y las aguas feca les se vienen d irecta me nte
a los cauces nmurales, si bien existen también pozos negros. El hábitat disperso carece en su mayo ría
de servicios y cuando ex isten vierten directamente. Sólo algu nas viviendas recientemente construidas o
rehabilitadas cue ntan con fosa séptica.

El carácter de cabeza de partido judicial y el auge de la mine ría detenni naron la pront~1 instalación de
Q[r::ts infraestructu ras. Así, el telégrafo ya se había insta lado con anterioridad a 1872 (primera oficina en
el palacio), y también contó con teléfono antes que los municipios de su entorno.

En la actualidad e l servicio y estado de las redes citadas es aceptable. El índice de 12'33 teléfonos/ IDO
hab. reneja la imponancia de la misma.

88
La Carolina contaba ya en 1905 con energía eléctrica que se producí;:1 en una centr<ll o f.lbrica de vapor.
A panir de 191 "1 se construyeron además numerosas centrales lig:.tdas a explowcioncs mineras. Poste-
riormente se construyó una subesración eléctrica que sigue prestando selvicio al conjunto del término.
El est~l d o actual de la red es bueno en general; cruzan por el término diversas líneas de media y alta
tensión señalada.s en el plano correspondiente. Su impacto es menor, excepto en el entorno de la
subeslación, donde e l excesivo número de torres metálicas y tendidos aéreos impide la adecuada lectu-
ra del pe rfil urbano y el paisaje.

Con respecto a la recogida y tratamiento de residuos sólidos, existen acrualmente en el término un ver-
tedero de basuras, situado en las proximidades de la ca rretera de El Centenilla, y un venedero de
escombros procedentes de la construcción, situado al oeste de la población próximo al tr~lzado del anti-
guo ferrocarril.

Este último ha agotado su capa cidad, y se e.sl<Í procediendo actualmente al sellado y cubrición con tie-
rra vegetal para su regeneración ambiental mediante la plantación de olivos.

El ve rtedero de basuras urbanas está situado en terreno de buenas características y no afecla a los cau-
ces fluviales. Periódicamente se procede a la limpieza del entorno y a la cubrición de los venidos .

.( IP'\l S IRA ·SFORMA( IO~ES f' J l SISTEl\1..\ PRQDl·CfI\"O

La mine ría

Los cambios sociales y políticos originados durante la segltnda miwd del siglo XIX supusieron la pro-
mulgación de una nueva legislación de inspiración liberal y librecambista en España: Ley de 1849, Real
Decreto de 1857, 1869 Y Decreto de Bases Generales de la Minería de 1868, que propició en hl minería
la inversión de capitales extranjeros, en su mayor palte inglés y francés.

Estos factores se renejan en el distrito minero de Unares-L'l Carolina en una transformación del sistema
extr<lctivo, pasando de ser pequeñas empresas -extracción y fundición- familiares en su mayoría. sin
ningún tipo de organización productiva, los llamados "sacagéneros", a la creación de grandes compañí-
as que introducían nuevas tecnologías en su sistema de explotación del mineral de plomo.

Así la segunda mitad del siglo XIX es la época de apogeo de Lina res , donde se empiezan a ubicar
empresas extranjeras aprovechando la posibilidad de adquirir concesiones sobre las minas. De este
modo se inician los trabajos de acondicionamiemo de los yacimientos, pero las mismas características
geomorfológicas de las minas, que increment<tban el coste de producción, así como el propio sistema
de explotación que supuso e l "saqueo" del mineral, llevaron al rápido agotamiemo de los recursos y a
una disminución de la rent~lbilidad de las explotaciones.

Estas circunstancias inciden en que "el comienzo de! siglo XX marque el progresivo decaimiento de las
actividades mineras en Linares, pasando a reemplazarle la zona de L1. Carolina, que será la que man-
tendrá el distrito de Linares-La Carolina como una de las m<ÍS importantes zonas plumbíferas de España"
(159). Si bien existía un número imponante de explotaciones desde décadas anteriores , aunque con es-
caso rendimiento por carencias en la red de infraestrllctUI<IS y tI<mspones, ello no impidió que las con-
cesiones en 1900 au ment<tsen en un 630/0 en la zona de L1. Carolina yen un 3SOAl en el distrito Linares-La
Carolina.

La anterior experiencia del municipio de Linares indujo a las compañías que se tr3sladaron y asentaron

89
pnO DUCCION DE l)lOMO EN EL DISTRITO DE liNARES-LA CAROliNA (TM)

I'mUODO TM . AÑO MEDIA A.l~UAL (TM)


lH60· ltr'O
Itn)· lAAO
39.~26l
~Oí.'jl~
,"'"
1870
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1&!O-IM<X1 8193 16 ur·3 69.000
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1900· 1'.)1U ~69.0-r1 90.000
'9110
19 10-19!O 1.()',221.~ 191.i 1" 3.9-11
1')ú·I· I%6° 18.100" 196';0 6.033 0

o I'mduni6n ,,,: kt tTllllp;lñil I~ Guin,k!s ¡um" ..."On . las cxpl<x.¡ciorlC.' de I~L Crul_ Colo
"0.'11;1. r ,x 1'I:lOirk;¡,l!" SA ) r.;UI,.'\-J C;LI\,lin:l. (¡n iC"J.~ ,omp:lI'ti;¡~ de 1;¡, (IU(· :;.c
dbpcmcn d;uos p~r:1 I,.~ ;tilo:-

en 1.:.1 Caro lina (El Ce nh.:nillo . El Guindo . C:lsl ilb la Vieja y Jnén , He:d Co mp:uib Asturiana de Minas, .. .) ;t
iniciar una nueva organ iz:lció n en b extr.lcció n del miner.d, re:l liz:lIldo investigacio nes de los yacimie n-
tos. innovaciones técnicas y una mayor r.lci o n a li 7~lCi ó n en el apro \'ech:lm iento de los po zos.

PRODUCCtON MINERA DE PLOMO


DISTRITO liNARES-lA CAROUNA 1880·1920

1/i.'JQ. I H9Q 1890-19QQ /9()Q..1910 1910-19.JO

¡\ pesa r del m:lyor rendimiento de hls ex plo tacio nes, del !llenar costc de prod ucción y de una mejo ra
en b o rg:lIli z;¡ción empresarial. la Primer.:t G uerra Mundial puso de m:lIl ifiesto los rallos eSln.LCl ur.dcs en
esta indusl ria, al dc¡x: nder b producció n de J:¡ fluctuación de los precios del mineral de plo m o en el
merc ldo im ernacional, lo q ue provoatba paros intermill.:ntes en los lr.I bajos extracli vos y la consecuen-
te pérdkb de be neficios y puestos de tr.:lbajo.

Est;1 situación se mant end r..í hasta 1925. recha qu e marca el decli ve dcl d istrito minero y el progresivo
aba ndo no de la s gr:'lndcs y medianas cOlll lx uiías, qucc]:¡ndo reducidas las activ idades miner' ls ;¡ los
nll<.: IL'os de Lü:-; G uindos y el Cent enilla en La Ca rolina , y La Cru z y L<l T0 11ill ;¡ en Linares; en éstos, a IXlr-
tir de 193-1. debidO :l que los costes de prod ucció n son superio res al precio de venta delmcta l, la act ivi-
dad se reducir:' a labores margi nales.

90
Durante Irl Guerr.:l Civil se necesitaron metales, 10 que provocó una explotación desordenad:l del mine-
ra l, agotando los escasos filones q ue aún quedaban. De este modo después del enfrentam iento bélico
las comparl ías de minas e n su mayoría desapa recieron, siendo la socieda d Los Guindos la que con¡inúa
la explotación, dando trabajo en 1960 a 1.500 obreros, aunque en unas condiciones precarias. En 1966
se mejora n algu nas de las condiciones de trabajo para los mineros, como medios de lmnsportes, vivien -
da y condiciones hig iénicas; sin embargo para ese año tan sólo trabajaban 448 obreros.

Ello demuestm la progresiva decadencia de este medio de producción, reflejado en una relación direc-
tamente proporcional con la emigración de población activa en el quinq uenio 1955-60 hacia otros cen-
tros ind ustriales q ue dema ndaban mano de obra, caso de Cualuña y Mad rid.

Se ponen de manifiesto las bases fict icias en las que se apoyaba la minería , siendo las características
más esenciales de este sistema y causas del decaimiento las siguientes:

• 1...'1 dependencia económica del exterior y la falta de un mercado propio, facilitándose la inversión
de capital extranjero.

• Mano de obra barata , poco especializada en el tratamiento de los yacimientos.

• Carencia de infraestructuras de comunicaciones y transportes , siendo a veces superior el gasto de


transporte al coste de producción.

• Imprevisión de las empresas, cuyo objetivo era el beneficio inmediato, aprovechando las épocas
de prosperidad y abandonándose los pozos durante las crisis, dejando las explotaciones en con-
diciones precarias.

• Retraso en la insta lación de técnicas modernas de extracción de minera l y fa lta de investigación


de las característ icas de los yacimientos, incidiendo en el pronro agmamiemo de los filones.

• Diversos aconrecimientos políticos y económicos que influyeron en la fluctuación de los precios,


poniendo de manifiesto el carácter especulador de las compañías que orientaban la organización
financiera y del trabajo de acuerdo a la obtención de un rápido enriquecimiento.

En consecuencia el desarrollo de la actividad minera en La Carolina fue un fenóme no coyuntural , que


no originó una estructura económica sólida que permitiese un desarrollo endógeno de las potenciales
actividades industriales, sino más bien , por el contrario, supuso tamo la "expoliación" de la riqueza
natural como la exponación del beneficio que les reportaba a las empresas a otras zonas; además de la
aparición de problemas socioeconómicos, urbanísticos. ambientales, ... que incidieron en la transfigu-
ración del modelo territorial inicial.

El proceso de industrialización

Después del período de expansión de la actividad de extracción de minerales se produjo un progresivo


decaimiento de este sector; su producción y demanda de puestos de trabajo se pueden calificar de mar-
ginal , aunque mantuvo la exiSlencia de algunas compañías.

La situación del municipio de La Carolina se caracterizaba, antes de b década de los 50. por la progresi-
va instalación de población obrera para el trabajo de las minas , lo que originó una expansión del
núcleo urbano y de las actividades de servicios , conviniéndose nuevamente en un centro de atracción
económico y social de ámbito comarcal.

91
La pérdida de demanda de mine nlles determinó la d isminución de em pico y la fa lta de al te rnat.ivas ocu-
pacionall!s para los mineros. De este modo la actividad económica se redujo a la recolección de la :JCc i-
tuna , la ex istencia de pequeíi.as indu strias familiares y los necesa rios serv icios par:] la demanda 10GI I.

Estas circunstancias exigían una solu ción que evitase la continu¡¡ e migr::.ció n de la pobl¡¡dón a los
importantes U'lltros industriales de Barcelona, País Vasco y Madrid o a países europeos. La crisis econó-
mica no fue l!xcl us iva de La CHolina, si no que se incluía e n UIl proceso genera l de toda la provincia
cuya gr:lvedad indujo en 1953 a b aprobació n del Plan Jaén (Ley ele 17 ele julio de 1953), q ue aseguraba
I:t inversión de 3.958.446.021 pesetas dUf<lOle 10 años pHra realizar una serie de o bjetivos qu e permitie-
ran el desarrollo provincial:

• Construcción de presas, pantanos, ca nales y acequias.

• Obr,ls de colonización agrícola y repoblación forestal.

• Mejora de infr:.leslrucluras y ferroca rril.

• Electrificación de la provi ncia.

• Invest igación minera y de aguas subterráneas.

• Creación de un patronato ele industria lización.

Referente a este ültimo objetivo, el Plan lo dotaba de 50 millones de pesetas para iniciar la instalación
de industrb s e n cienos municipios, pero e ntre los que no se incluí:l La Carol ina .

Sin l:t posibilid:ld de recibir ayuda del Pl:tn Jaén, sería imposible crear empresas en el municipio ; por
este moti\'o desde las instituciones locales se inició una serie de acciones para la consecució n de fon-
dos dd P:ltron:tto dI.'! Industrializ:lción, adcnüs de ofrecer suelo municipal para la instalación de indus-
trias que cmplcHsen m:lno de obra de La Ca roliml y evitasen el progresivo abandono y pobreza del
municipio.

ESlc obietivo loca l bcilitó la inst:llación en La Carolina de pequeñas y medianas empresas; así, en 1962
se habían puesto e n n..mcionamiento 8 industrias que daban empleo a 470 personas.

Los sectores industriales que cubrían eran principalmente el textil , madera y metal , coi ncidiendo con
las actividades que lr.tdicionalmente habían existido en el municipio, por lo que los empresa rios no
sólo obtenían suelo municipa l sino mano de obl'".1 que contaba con cierta e xperiencia,

De es¡e modo, a principios de 105 ailOS 60 La Ca ro lina además de conselvar 66 pcquei13s empresas, de
propieebd fami liar y artesanal, empezó:l recuperar su ca rá cter de nücleo de servicios para otros muni-
cipios :11 exist ir 150 establecimientos comerciales, principalmente de ali mentación.

1..:1 políliC::1 municipal dUr.lnte la décaeil.1 del desarrollismo continuó el objetivo de convenir a 1..:1 Carolina
e n un centro secundario r tercia rio que mantuviese un crecimiento económico paulatino, con la consi-
guien¡e creación de pueslOS de trabajo para su población activa.

El avance de este objetivo se observa en los datos de 1972, pues e n diez años se habían instalado seis
indus¡rias m:'s y doce instalaciones de SCf\'icios.

Es signific::uivo que se localizasen empres...... s de las ram::ls del aulomóvil CfabriGlción de piezas y asistcn-

92
cia), mel~tlurgia y componentes eléctricos, lo que suponía la instalación de ramas productivas que en
aquella época e ran las de m<Íximo desarrollo.

Por o tro b do, la imensificación de b s comunicaciones de Andalucía con Madrid convenía a 1..<1 Carolina
en un lugar de paso obligado, por lo que se empieza a potenciar instalaciones hoteleras (La Perdiz.
Gr.m Panlclor, Hotel Hesidencia) e n las proximidades de la N-IV, que se conviene de nuevo en una vía
económ ica pam el mu nicipio.

Este avance en la actividad industrial Se renejó en un aumento de establecimientos comercia les desde
1%2. Pese a que se mantendní un predominio de los loca les dedicados a alimentación. se aprecia la
ap.uición de establecimientos de consumo de segunda necesidad y especializados. lo que significa una
mayor diversificación del sector servicios y un incremento del gmdo de atr..cciÓn de La Carolin:1 respec-
la a su ento rno.

ESTABLECL\UEl'Irrros CO,\1.ERCIALES

TIPO DE CONSUMO 1962 1973


CONSUMO l .' N"F.o:srOAD
~9l\SUMO 2." N"F.CF.5IDAD
64
<\,t
1.'41
COl\SUMO F~"' I)F.C1AUZADO 89
TOTAl.
"
150 234

1..::\ crisis económica que afectó a todo el país desde el año 1975 supuso. lógicamente, un estancuniento
en la política de instalación de empresas en el municipio así como el traslado de algunas compañí:ls a
otros nllcleos como Linares. No obstante, hay que destacar que la incidencia de este retroceso econó-
mico no implicó, en modo alguno, un cierre masivo de instalaciones en L.., Carolina; sólo se experimen-
tó llna reconversión en las em presas más importantes, originando que sus antiguos lr-abajadores crea-
sen sus propios negocios que seguía n relacionados. en cieno modo. con J¡¡ misma actividad. general-
mente automoción.

Se puede afirmar que I:l crisis de medi~ldos de los 70 nlVa una imponancia rel:ltiva en La. ü lrolina, al no
localizarse nuevas empresas, pero siguió conservando un aceptable nivel de empleo. e incluso a parrir
de 1980 se empiezan ;1 crea r nuevas empresas. principalmente textiles. que aunque ocupan a un núme-
ro reducido de personal, indican la nueva revita lización de esta zona.

Así. :tdualmente existen en el municipio 36 pequeñas-medianas industrbs que se dediam a ramas


C0l110la textil. automoción y alimentación. y se observa la creación de empresas de construcción, coin-
cidiendo con el auge de esta actividad.

Respecto a la ca pacidad del sector secundario de generar empleo, aunque no se dispone del número
exacto de em pleados en 1990, en 1986 estas empresas e mpleaban 1.727tnlbajadores. siendo este tipo
de actividad el más imporwnte en el municipio,

Esta evolución de la industria dur-ante tres décadas ha caracteriz.'ldo a La Carolina como un núcleo
industri~l l de ciella inOuencia en b provincia , cubriendo 1:1S necesidades de empleo y desarrollo econó-
mico. que ha impedido e l progresivo abandono del pueblo, hecho que ha caracterizado a Jaén duranle
años al no haber aplicado una política de desarrollo local endógeno, que en ciena maner.l ha sido el
objelÍ\'o de los sucesivos representantes del poder municipal en L.., Carolina.

93
D.3 \POB. \(10

Facto res d e mográficos

En el nspecto demográfico la abol ició n del Fuero supone un ca mbio positivo sobre la pauta descenden·
te que venía produciéndose desde 1776, con pérdidas absolutas que llega rían .a ser aprox im ~ld;:¡m e ntc
de un 70% de I:i población (6. 209 individuos en 1776 y 1.629 e n 1835), si bien en los ültimos anos del
siglo XVIII la reducción sería proporcionalmente menor ( 160).

Inve rsa mente a lo q ue ocurriera en décadas anlerio res se verifica un progresivo crecimiento desde 1835
h;¡!'i(a 1920. A partir de esta fecha desciende lentamente el número absoluto de habitantes, con la sa lve-
d:ld ele los ai"los 60.
EVOLUCION DE LA POBLACIO N

"

,
o ~~~------------~-- __ --~-------
1835 1857 / 877 10'97 1900 19 10 1920 1930 1940 195() 1960 1970 1981 1986

En gcner:d la pauta del ciclo clcmogr:lfico es ascendente , disti nguiéndose tres subciclos de fase car1a :
de 1835 :1 1910, de 1920 a 1960 y de 1970 a 1986, de caracteres de fuerte ascenso, descendente y con
descenso de menor pendiente que la amerio!" respectivamente.

En términos rdativos la Tasa Anual de Crecimiento mUCSlt<1 un crecimiento muy fuelle de 1835 a 1857
-se ¡riplica-, pero el valor máximo del pe ríodo se produce e ntre la primera y la segunda decena del
siglo XX. Hay otra punta aunque bastame menor en la década 60-70. Entre dichas fechas se dan perío-
dos valle. siendo el mínimo entre 1920-30.
TASA ANlJAL DE CRECL\UENTO
185647
1H(J7_77
/I~~·-87

/ 8 -·· / 900

1900-10

191().2Q

19»30

,,-
/ 93(1.40

1<).1()'50

H>60-70
197(J.JJ 1

/ 9HI~
-, -, o , ,
94
NACIMIENTOS Y DEfUNCIONES

NACI,IIWNros

Of:J'/JNC/ON/iS

o L-_ __
/987 1900 5 17 20 JO 70 81 86

TASA CRECL\llENTO VEGETATIVO


50 ...._ _ _ _ _ __

30

"
o
l89i 1900 5 /O 17 _>() :;o &J 70 81 86

Ahor::l bi en, si se o bservan las tasas de natalid:old y mortalidad , juma con el crecimiento vegetativo se
pone de manifiesto que:

• El escaso crecimiento que existía en el siglo pasado era producto de una e levada mOllalidad. a
pesar de que la natalidad también fue ra cons iderable.

• Sin embargo en el período de 1910 a 1920 se da un fu erte crecim iento vegetati vo debido princi-
palmente al incremento de la natalidad.

• A su vez destaca la fecha de 1920 como punto de inflexión que separa dos compollamientos
demográficos diferemes , el paso de una socied<ld demográfica mente ~lntiglla a la población
actual con baja natalidad y mOl1alidad y, como consecuencia, bajo crecimie nto.

• En el siglo y medio que transCUITe entre 1835 y 1986 se aprecia lo que se ha denomi nado Trans i-
ción Demográfica, aunque cabría hacer una matización, y es que esta transición no es visible
est ricta mente "teórica", ya que el punto ;ilgiclo en la natalidad se corresponde también con otro

95
:ílgido e n la mo na1id~l d. ESI ~ hecho dcmogr.'i fi co q ue en olras ci rcunsl:lI1cias p udiera pa recer
'~'xlraiio" n o lo eS la nto si se liene en cue nta q ue la :i clividad principal de la ma yoría de los ha bi-
1:lnles elel mu nicipio llega a ser b eXlracción de mineral, y ello supo ne alla p robabil idad de riesgo
por su pel igrosidad así como po r ser una actividad insalubre.

Un segundo com ponente e n el crecim iento de u na población es el Saldo Migra torio. ESle ha sido u n
bClOr de considerable impol1ancia en la histo ria demogrfl fi c:... de La Carolina , manifestándose posiliva-
me nle de 1960 a 1975, nulo e n 198 1-83 y nega tivo para el resto de l período de estud io.

SALDO ~UGRATORIO

"' r--

"" ,.'" 19$$ 1960 '!)6, 19"TJ 1975 ",.,


El fenómeno migr~H orio en el municipio de La Carol ina está cl lll~ lme nt e ligado con la aClividacl p rocluc-
Ih';¡ que se h,l dcsarrolbdo en él. A.<¡í. la crisis en los p recios del mineral a fin ales del s iglo pas:tdo
(1892:). influid neg;¡¡Í\';II11cnte pro\'oc.tndo el éxodo hacia otras zonas de trabajo (161): e l caso opueslO
~c produce en ti primera mitad del siglo AA, en donde b situación favorable en las em prcs"ls motiva la
inmigr:ldón ~I I municipio.

Por Olí.l pane. en dClcrminadas \!poc::IS del ai'lo siempre h~l e.x.ist ido un aUlllcnlO de pobl:tción flownle
dirigicLt a la recolección de :Iceinm:l. l:t cava del olivar, etc., la mayor pane de ell a p rocedente de pro-
\"ind:ls con Imdición hist6riCl en emigración labor:ll por falta de recu rsos propios, easos deJaén, Ahn e-
ñ:t. Gí.m:ld:l. Alb:lcele y Ciud::ld Real.

POBLACIQN

.,"
1857 1900 1960 198 1
EDAD
0- 11
J,·l"i
lOó" M
1--
8'1
"
,.6
M
1Wi
EDAD
().H
1'i.2'i- -
" "
16'1 _ _ _I'i'6
S'-
H'2
M
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$'t'. 1.1 O/S ~I \O
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2·!"!
l'
1>1'9
18
211'6
!',
1",
~''¡
,,,,
lS..().¡ I.~

2'3
_ _23',)
,', 21'·1
3'..
-'-'
22
.~

TOTAL 53'.. .. 6'6 5 1'8 48 '2 48' 1 5 1'9 49 51

P:tr.t complet:tr el estudio demogr:.ífico se h3 realizado el amílisis de bs estruct"Uras por edad y sexo (162)
de b p()hbción. \"3r13bló que d3n idea de sus potencialidades en eU3nto al crecimiento. la ~tctivid::td ,
cSlinución dt' cquip;¡mic11Ios. ele.

E,.. (e ;1I1;ili$b dt' I.t cSlruclum por edad y sexo dum11le el período 1857-1986 llluestrJ. componamienlos
dirercnll'$ en cld:1 etap:l hislóriCl (163):

96
• Durante el siglo XIX 0857-1900) los procesos demográficos estaban regidos básicamente por una
me no r esperanza de vida, que incidía más en las mujeres en edad reproductiva por falta de
medios sanitarios e higiénicos d urante la asistencia al parto y, por la inmigración masculina al
municipio por motivos laborales; factores que expl ican el mayor porcentaje de varones respecto
al de mujeres en casi todos los gru pos de edad.

• En contraposición, en el siglo XX se invierten los procesos, entre los que destacarían la existencia
de un mayor control sobre las causas de mortalidad, el cambio en la legislación laboral que pro-
hibe la e ntrada al mercado de trabajo a los me nores de 16 años y la tra nsformación en 1960-81 de
un sa ldo migratorio positivo a uno negativo, siendo principalmente los varones adultos los que
abandonan el mu nicipio, que se manifiesta en una razón entre los sexos favorable a las mujeres.

• Así mismo, puede o bserva rse e n la evolución demográfica representada en las pirámides de
po blación que existe u na clara tendencia al envejecimiento de la población del mun icipio, ya que
se conjugan varios factores: la tendencia al descenso del gru po de niños y jóvenes de O a 14 años,
consecuencia del descenso en las [asas de natal idad , y por otra parte el progresivo aumento de
los mayores de 65 años.

Por úl timo, la tasa de depe ndencia o la relación existente entre los grupos de población de 0-14 años y
los mayores de 65 a ños respecto a la población potencialmente activa (edades entre los 15 a 65 años),
indica un descenso en e l porcentaje de población dependiente que es debido p rincipalmente a la dis-
minución paulatina del grupo de población más joven y al incremento del colectivo de adultos (l64) .

TASA DE DEPENDENCIA

AÑOS T. D. %

Facto r es productivos

La agricultura , que trad icionalmente es considerada un sector de importancia en la demanda de mano


de obra, se ha campanada de manera pecu liar en La Carolina.

El sector p rimario ya desde principios de siglo empleaba solamente un 24% de la población activa , que-
dando relegado ante la importancia de las labores extractivas.

POBlACION ACI1VA ( Ofo)

SECTORES AÑos
1981 1986

La tendencia ha sido e l descenso del número de personas dedicadas al trabajo agrícola, pero los datos
de 1960 muestran una ligera recuperación que se debió a la crisis de la minería y a la incapacidad de
crear empleo en otros sectores, lo que provocó un cierto retorno a la actividad agraria , aunque su
carácter subsidiario queda demostrado por el descenso continuo de personas que declaraban dedicarse
exclusivamenre al sector p rimario, siendo en 1986 el 4'9% del total de la población activa.

97
Esta situació n referente al nivel de e mpleo en la agricu ltura se re laciona con I ~I evolució n del uso de la
tierra cultivable y la mecanización de los trabajos agrarios que o rigina una pé rdida de demanda labor:.ll.

Desde la abol ición del Fuero en 1835, se inició un ca mbio en los cultivos, incentivando la plantación de
o livos en detrimento del cu ltivo de cereales, al ser el sue lo inadecuado y poco productivo para los h e r~
báceos. De este modo, la p'reponderancia del o livo puede observa rse desde 1991 este cultivo significa
necesidad de mano de obra temporal , generalme nte clas ificada como ayuda familiar o jornaleros. En
cambio, los he rbáceos, que suponen un mayor nú mero de la bores agrarias (al igua l que el desaparec i ~
do viñedo), conservan un 30% de tierras cultivadas, y las hue nas, que pueden considerarse un tipo de
cultivo de trabajo constante y rentable, ocupan pocas hectáreas, pero ha n conseguido mante nerse a
pesar de cierto descenso debido a las p resio nes urbaníst i c~I S.

Existe Olro factor que indica e l nivel de produclividad del secto r agrario, que es la distribució n de la
tene ncia de la tierra. La C"1 roli na, siguiendo la pauta p rovincial , ha experimentado una polarización del
tamaño-pro piedad de las explotaciones. Esto significa que se ha increme ntado el ntlllle ro de propieta-
rios minifundistas (55% de los propietarios poseen explotaciones menores de 5 Ha.) y sólo 29 personas
físicas poseen explotaciones mayores de 100 Ha. - I atifundios~ , significando el 75% del tOlal de superfi ~
cíe municipa l.

La distrib ució n de la tierra p uede ca lifica rse de no rent~lble , al ser precisa mente las propiedades medias
las que generan un mayo r beneficio y las más adecuadas para los tipos de cu ltivos predominantes. Ad e~
más e l nivel de meca nización se puede conside rar en correspond encia con las necesidades de maqui ~
naria que req uiere n los cerea les y las huertas existentes en el té rmino municipal; en cambio el mante ni ~
miento del olivar requiere sobre lodo labores manuales, al igual que la recogida de la aceituna.

EVOLUCIO N MAQUINARIA AGRlCOlA

TIPO AÑos
] 959 ] 982
"ffiAcroRES 6 6.
SEGADORAS 5
AVENTADORAS ¡
MONOCULTORf.5
COSECHADORAS
OTRAS
"9
6

T OTAL ] 00

La conjunció n del tipo de cultivo y la tenencia de la tierra muestran que la agricul(ura es una actividad
marginal y que poseer una pequeña p ropiedad tiene más un significa do social que económico, al ser
simplemente una pequeña ayuda a los ingresos familiares.

Pero el secto r primario tiene otro componente, la ga nadeña , que está estrechamente relacionada con la
utilización de las dehesas y pastos (78'4% del sue lo no cultivado) por la cabaña ganadera de carácter
extensivo.
EVOLUCION DE lA GANADERIA

AÑO
TIPO 1962 ] 985
Abs. % Abs. %

TOTAL 10.472 ] 00 18.830 100


La ganadería no sólo h::1 experimentado un aumento cuantitativo durante el período 1960-85, si no que
h:Jy un cambio cual ilativo en búsqueda de rcntabilid,td económica, ;:.1 incrementarse la cabaña vacuna
(en la cua l el ganado de lid ia tiene un peso específico), ovina y sobre lodo avícola, que significa un ele-
vado grado e n la relació n rentabilidad-espacio al instala rse gmnjas de catiicter intensivo.

De t~d ma nera, esta aclividad del sector primario se ha orientado de modo opuesto a la agricultura, o fre-
ciendo mayores posibi lidades de innovación y crecim iento al guiarse por razones de rentabilidad , aun-
que todavía se consclVa n métodos de tmbajo tradicionales, como la tnlshumancia del ganado de lidia y
ov ino; pero e l crecimiento del sistema de ganado estabulado significa un aumento de la obtención de
beneficios e industrialización de esta activ idad .

El sector secundario p uede considera rse el miis importante en relació n al volumen de mano de o bra
empleada d urante e l período 1900-1986 (165).

A principios de siglo la minería era la principal actividad en el municipio; un 58'7% de la población acti-
va trabajaba en los distintos pozos extmctivos que existían en La Ca ro lina, incluso este núcleo atrJ.ía tm-
bajadores de pueblos de alrededor además de población extmnjera -ingleses y fran ceses dedicados a
tareas de gestión y paquistaníes que trabajaban en labores extractivas-. P. Sanz Monsalve en Memoria
de Higiene de La Carolil1C1 afirma que en realidad en 1900 trabajaban 3.800 personas e n las minas,
haciendo la salvedad de q ue algunas lo hacían fuera del término municipal , lo que puede dar idea de la
importancia qlle lllVO este sector en la actividad económica de la zona.

La crisis de los precios del mineral sign ificó una reducción de empleo en el sector secundario, como
muestran los datos de 1960 en que un 4 1'8% de la población activa trabajaba en el sector secundario ,
siendo la minería pam estas fechas una actividad marginal. Este descenso implicaría un incremento de
la aclividad agrícola, generalmente de caráder temporal como medio de subsistencia ante la crisis eco-
nómica.

El inicio de la insta lación de industrias en el suelo municipal, aprovechando las inversiones del Plan
Jaén y la privilegiada loca lización de L1 Carolina respecto de la N-IV, supuso una nueva estrllctllr.:tción
de este sector recu perando su nivel de empleo, comprobándose en 1981 que el 56% de la población
activa se dedicaba a la industria.

Aunque la incidencia de la crisis económica todavía sigue mostrando sus efectos en 1986 al reducirse el
nivel de empleo e n el sector secundario, en este período, a diferencia de la crisis de 1940-60, será el
sector sclVicios e l que reabsorba la numo de obra industrial al representar en 1986 el 43'3%. Esto puede
ser signo de modernización de la economía de L1 Carolina, al considerarse el sector terciario el indica-
dor del nivel de desarrollo funcional de un territorio.

La situación del te rciario en 1900 era tantO en datos absolutos como relalivos de escasa imponancia
( 16'9%), seguramente quedando reducido ~t comercios que abastecía n la demanda local.

El aumento de poblaCión empleada en serv icios puede considerarse todavía ínfimo dumnle e l periodo
1960-81, pero los datos de 1986 muestrJ.n que el porcentaje de trabajadores en este sector se ha dupli-
cado, seguramente al incrementarse el número de esmblecimientos comerciales y al producirse una
recuperación del sector hotelero en La Carolina.

Esta situación p,u1iclllar del municipio relacionado con el nivel de empleo e n cada sector (industria
como actividad m{l s impol1anle y una interesante pujanza de los sClVicios), se puede vincular con la
estnlctura industrial y del terciario en La Ca rolina.

99
Los dmos de licencias induSlriales y de servicios de 1979 (166) muestra n que las industrias de ramas
como melalurgia, alimentació n, made ra , construcción y textil son las más impoltantes a nivel producti-
vo, pe ro en ca mbio e n el sector servicios los eSlabl ccimientos de alimentació n, textil , química , meta lur-
gia y diversos son los más significativos.

DISTRIDUCION DE UCENCIAS INDUSTRlAJ..ES, COMERCIALES


y DE SERVICIOS EN lA CAROlINA

SECTOR RAMAS AcnVIDAD TOTAl.


1 2 3 4 5 6 7 8 9
l'IOUSfRIA
,
..
Ab•. 28
.,
13 1<
'9
2 2
" 56
3" "
9
6',
142
100

,""
I(n
'" '"
SEKVICIOS
¡o 12 ,. 289
Ab<.

"
98
34 "
15'6 6~ "6"
38

" 10
28
'7 100

Esta par.:ldoja entre producción-distribució n e ndógena se puede relacionar con el carácter de La Caroli-
na como núcleo de nivel medio de indu slri ~¡Jización provincial (167), al igual que en el secto r de servicios
en el que r.unas como "diversoS', do nde se incluyen establecimie ntos de transporte, hostele ría, banca-
seguros y profesionales, dan un significado del grado de atracción que mantiene este municipio respec-
lO a otros núcleos cerca nos, ofreciendo una serie de servicios especial izados, - a pesar de la cercanía de
Linares y Bailén-, q ue sólo apa recen en Illunicipios de cierta importancia demográfica y económica.

DISTRIBUCION DE U CENCIAS INDUSTRIALES, COMERCIALES Y DE SERVICiOS


DE lA CAROlINA EN RElACION CON lA PROVINCIA
SECTOR
, 2 3
R.~IAS
4
ACTrvIDAD
5 6 7 8 9
TOTAL

INDUSTRIA
• I.... OICE
1.605
77
347 792
", 98
89
132
6,
1.0;0
,,.
1.8<)] 124
,,.
20] 6.240

SERVIC]OS
"I ND ICE
4.979
'6'
I.JiO 6JO 54. 1.365 650
,<
1.452 '"34 666
,m
11.695
79
'" '''' 146
"' 80 117

Li Carolina esuí clasificada dentro del Sistema de Ci udfldes en Andalucía como red débil de asenta-
mientos con centr.llidad, siendo precisa me nte este n(¡cleo el centro de atracción de los municipios de
AJdeaque mada , Ca rboneros, Sa nta Ele na y Vilches. Se concentra e l 90% de la población e n La Carolina ,
y del 4 1'23% de b población ocupada del área se loca liza e n La Caroli na casi el 35%, lo que refle ja el
peso específico de eSle municipio en su zona de influencia.

Si se relacio nan los datos de La Carolina con los de la p rovincia , se observa la importancia relativa de la
población em pl eada e n e l secto r secundario en 1981 frente a la tendencia provincial e n la que es el sec-
tor servicios e l predominame, concentrado principalmente en la capital, rnientras la agricultura sigue
siendo el ámbito de actividad más impo rtante en los n(ldeos de menor pote ncial demogr{¡ fico (1 68).

A modo de conclusión , e l aná lisis del siste ma sociocconó mico y funcional del término municipal de La
Ca ro li na permite avanzar dos hipótesis:

• La estrecha inte rrelación existente e ntre los p rocesos económicos y los ciclos demográficos .

• L'l tr.lIlsformación de La Carolina en un centro funcional de carácter intermedio.

Ambos supuestos se han visto confi rmados históricamente e n [";:1 Ca rolina. Desde su o rigen, L:1 Ca ro lina
fu e aba ndo nando la ideología rural del proyecto de la Ilustració n, convirtié ndose en el centro adminis-
Ir.nivo y de servicios del ámbito colonizado.

100
La abolición del Fuero significó la integnlción del núcl eo en la estructura provincial, lo que impl icó su
retroceso económico manifestado en el paulatino d escenso de la po blación.

La explmación minera , de acuerdo con los principios del modo de producción capitalista, im plicó la
reno vación de su ca rácter central al ser la causa d e la ll eg<lda de trabajadores que posteriormente se ins-
t<llarían en La Carolina. Este fenómeno fue el inicio del predomin io del se<.1or secundario como base
productiva local.

El decl ive de la centra lidad de extracción de minerales a pal1 ir de la segunda década del siglo XX innu ~
yó en la progresiva decadencia económicd y social, que se reflejó en un inicio de la emigración mascu-
lina ú l ños 60) hacia las ciudades en p roceso de industria lización.

I-:Sta evolución negativa pudo sumir al municipio en el comportamiento general de la p rovincia, que
empezaba a sufrir el despoblamiento. El comienzo de la política local de captación de fondos, deriva-
dos del Plan Jaén, para la im pla ntación de industria en suelo municipal, evitó el empobrecimiento del
núcleo.

El avance d e estas directrices socioeconómicas ha perm itido que la población C'd rolinense encontrase
med ios de subsistencia en su propio mu nicipio, manteniéndose el p redominio del sector secundario
como fundamento de la actividad productiva, aunque en los últimos años el sector terciario -tanto a
nivel comercial como d e servicios profesionales- está adquiriendo un cierto grado de relevancia , en
detrimento del sector primario.

Tilo\.; 'SFOR'lACIO. 'ES E.'\ EI.RECiL\1E.:.'\ DE CTn.I7_AnO~. AJ>ROPL\CI().


• 4 r ·,r'ClA DE L\ TIfRRA

Usos d el te rrito rio

L1 abo lición d el Fuero no supuso un cambio sustancial en la utilización del territorio, manteniéndose
los usos pecwl rios, forestal es y agrícolas como los más impoI1antes en cuanto 3 la superficie asignada .
El resto de los liSOS (urb~lI1os, viario, etc.) ocupaba u na muy reducida superficie, si bien de im pollancia
c U<l lit~l ti va .

La ad judicación a la inicia tiva privada de diversas fincas y suelo rústico en los sucesivos procesos de
d esa morti7..<lción tmnpoco alteró la relación de usos, manteniendo los porcentajes de suelo asignados :1
cada tino de ellos . No se produjo un aumento de la superficie cultivada , contrariando uno de los objeti-
vos b:ISicos de esta política.

USOS DEL TERRITORIO

USOS NO URBANOS Ha. USOS URBANOS Ha .


PECUAKIQS-fORESTAtES SUPERfiCIE Acr. E.\1RACIlVAS MJNERlA OTROS Slj PW 10E OCUPA D."

1835-48
\' CL"EGETlCOS
15.90-',4 78,"'"
CUlTIVAlH
'1.251"6 210%
SUP. OCUPADA
0.1% ,.
TOTAl
O lO'
SUElO l'l>USTRl.....

19 11 16.854.,5 8H~ 3.076,4 15,2% 170,4 0,8% )S 0.1% 76,7) 0,4% 16,7 ( n ) (21, I
1<)59 16._3%2----ª-L. 1% 3.429,4 17,OCIt. 262,2 40 0,2% &1,7 0,4% 16,7 (" ) 09,7%)
1962 16.6Q'),7 82,2% 3,210 15,9% 262,2 "
1,3% 40 0,2% 91,1 0,4% 7,2 ( n ) ( 7 ,9%)
1973 16661,7 82,4% 3.126 15,9% 235,9 1.2% 50 0,2% 139,4 O,~ 22,5 (16, 1%)
1984 16.677,8 82,5% .Hl83 15 ~ 222.8 l,l% 50 O,'" 179,4 O,~ 31,13 07,4'1f1)
1990 16.927.5 83.7% 2.n5 13.7% 210.0 1, " 60 0,3% 2405 1,'" 37.:- 05. I

Fuc nws: C .. nsos Agr:llios, Documentos Uro.11Usticos r ebborJc\6rl propia


Cn ) 1\0 se oontabiliwn las pl'quc:.'flas indU5trias inlegr:.das en e l c:tSCO. sólo \as de maror dimensión en siruadoncs JX-'Tif"ricas (FFCC.
<:Slacionc:.'S de Cll}ll. ' 1 CJ.

101
Los nuevos propietarios manruvicron los LI SOS y aprovechamientos anteriores, sin efectuar roturaciones
o cambios nOlOrios. En su mayor parte las tierras s ubastadas se correspondían con las de peor c :llidad y
características morfológicas menos favo rables, dedica das hasta e ntonces a pastos (dehesas y cuartos
c:lrn iceros). El resto e ra n pequeñ~ls zonas ya cultivadas con ~lIlterioridad y reservad~l s por la Ik:11
¡Iacienda po r su calid'ld .

Por tanto, 1r"::IS los d esce nsos p rod ucidos e n los últimos años de b etapa anterior, la superficie cultivada
se mantuvo e n torno al 20-2 1% del término l1<1st:1 que se produjo e l auge de b minería e n e l últ imo
cuano del sig lo XIX.

En 1911 los terre nos de liSO agrícol a habían descend ido hasta representar el 15'2% (69), no ta nto por la
ocu pació n directa de los terre nos por otros usos corno por la escasa prod uctividad de aqlléllos, que
determinó su abandono par.¡ dedicarse a Olros secto res productivos más pujantes, como la minería.

A panir de esa fech:J se inició un lento y progresivo descenso de la superficie cultivad'l, con escasas
osci laciones al alza, coincidentes con etapas de recesión de otros sectores. En 1948 (170) la tierra labra-
da suponía el 19'6% (3.969 Ha .) del término, produciéndose un au mento notable ante la crisis de la
minería.

En la actualidad el uso agrícola ocupa aproximadamente e l 14% (2.775 Ha .) de la superficie tota l del
término. El descenso en las últimas décadas se ha debido fundame ntalmente a la ocupación directa de
terrenos por el crecimiento urbano, pues la zona de mejor calidad y cultiv<l(la tradicionalmente se sitúa
en torno al nCldeo de L1. Carolina; pero también a los ca mbios producidos en las estmctur.¡s producti-
vas, que han determinado la pérdida de imponanci:.l de la agricultur.¡ , convin iéndose en actividad com-
plementaria.

El olivo (67'2%) y los cerea les (30' 1%) son los cultivos p rincipales, mientras las hue nas representan Clni-
ca mente el 2'6% de la superficie labrada. Con posterioridad a 1835 el olivo sustituyó paulatinamente a
los cerea les, h:Jsta invenir los porcemajes dedicados a cada cultivo. Desde 191 1 se han mantenido, con
ligero aumento de la superficie ded icada a olivar. Entre los cereales el trigo supone el 25%, la cebada e l
15% y el centeno el10%,

APROVECHMUENTOS y CULTIVOS
....~o SUl'UI"ICI~ lilJl'f.llFlOF. TT~.a1Wi tAIIIlAD.L'l TOT.. L TlI;lUWl WI'f.afICJH
na... l'<O {lt ..¡ TOYoU. a....s.uo.. ' AHUUA.<; SOCL'<SAo..
IIflUI.'IClQS OU\'AJI '"I.;;¡IDO FJ.ur.us.s llIiSl"O
'&UJ:OIO
, IIIJUn"M

19M2 Mll'
1\114 M 11'
1~.!O¡:lj

FUCnlL"S: DocumcnlO$ de PlanC:lnlit-nlo. Ornar.;¡ Agr.;¡ria y elaboración propia.

La superficie afectada por 1 ~I S actividades extracti vas era ya cualitativa y cuantitativamente imponante a
finales del siglo XIX , sin embargo su cuantificación resulta difícil (171). Po r tanto para su cálcu lo se ha
eSI:lblecido la diferencia entre la superficie ocupada por las instalaciones, edificios, lavaderos, escom-
b reras, etc., mediante foto aérea, y la afectada pero no alterada de manera directa , pues permite otros
usos corno el pecuario, ligad:l a la explotación por propiedad o arrendam iento.

Ul superficie máxima ocupada por la minería se ha estimado en aproximad;;unente 262 Ha. , lo que
represema el 1'3% del tot.¡[ del término. En la acrualid.ld, debido al tiempo transcurrido desde el ab:lIl-

102
PARCElACION y USOS DEL TERRITORIO

m I" PfIIOOUtTlVO

CULtiVOS

IIIJ[~TAS

D Fll.IIT&lu

~'AA

C(II'[ALES v H(~U.CE..s

D PAH05

D "'OIITE BAJO V 'UTOS

D ~E , ... .10 , [ftCINAS

o IIOSOUE: DE !IOIIIlES , OUEJIGO$

D IOONT( OE Hf'08lAtlON

103
dono de algunas ex plo tacio nes, se ha producido una cierta regeneración natural , que posibilita e l uso
pecuario. Po r tanto la superficie improductiva se ha visto reducida , sie ndo de 210 Ha. (a proximada·
mente 1%).

Las zonas afectadas en el mo me nto de mayor desarrollo de las actividades extractivas se pueden esti-
mar e n 907 Ha., si b ien b ¡¡fectada de manera indirecta por caminos, vertidos, cables, etc., puede haber
superado el 12% de la s uperficie total.

Los usos pecua rios, foresrales y cinegéticos, por la forma en que se realiza n, tienen un carácter residual
y complementHrio con los restantes que se desa rrollan en el territo rio, superponiéndose en algunos
C::ISOS.

La superficie destinada a estos usos se ha mantenido más o menos estable desde principios del siglo
XX, en aproximadamente el 82-83% del término mun icipal , y en la actua lidad es de 16.927 Ha.

Los aprovechamientos pecuarios se desarrollan fundamentalmente en las zonas de monte bajo y pastos
que son las más extensas del término, aproximadamente 15.606'5 Ha. Se destinan a aprovechamientos
fores tales l. 321 Ha. (6'5% de la superficie total), 168 Ha. de especies autóctonas y el resto de repobla-
ciones.

La superfi cie ocupada por los usos urba nos aumenró lenta mente hasta final es del siglo XIX. Sin embar-
go, la importancia alcanzada por la minería supuso que e n 19 11-15 se hubiese triplicado con respecto a
1848.

A partir de esa fecha el aumento fue continuado hasta ocupar en la actualidad aproximadameme 240
Ha., lo q ue supo ne el 1'2% del total.

Entre los usos urbanos el más importante es e l residencial, seguido del industrial que ocupa el 16% de
la superficie ocupada por aquéllos, manteniéndose ese porcentaje desde mediados de los 60.

Si bien el crecimiento ha sido notable, no ha superado ni alcanzado las expectativas reali7..adas e n déca-
das anterio res.

El olivo y los cereales dominan IllS ¡ierTas l(lbradas.

104
Los p bneamie ntos urba nísticos apro bados d estinaban a usos urba nos superficies im port'l!ltes, el PGOU
de 1962 calificaba con este fin una supe rficie 1'8 veces la ocupad:1 en esa fecha. En la revisión del
PGO U de 1973 la destinad'l a estos usos era 2'6 veces la existente.

Las Normas Subsid i'lrias vigentes, aprobadas en 1985, asignaro n a usos urbanos 263'65 I-b . (1 '4 veces la
superfi cie ocupada), lo q ue sup uso estimar un crecimiento modemdo con respecto a etapas anterio res.
En la actua lidad se puede co nsiderar q ue la superfi cie destinada a usos urba nos está agol ~tda ( no col-
matada), pues gran parte de las zonas no ocupadas tienen s u gestió n muy avanzada, o a punto de
comenza r las obras. Tocio e llo ha determinado la necesidad de revisió n del pla neam iento q ue aelual-
mente se está redactando.

En el ámbito de esrud io , la su pe rflcie destinada 'l usos urbanos y su creci miento presenta características
específicas. Se preven y producen co ncentrados en los núcleos tradicio nales, específicamente e n La
Ca ro lina, sin que aparezcan nuevas zonas de pa rce laciones urbanísticas o p revalezcan los surgidos
d urante la época de la mi nería , excepto El Gu indo. Por otro lado las e xpectativas urbanísticas no deter-
minan el aba ndono del cultivo de la tierra , por no afectar precisamente a las de mayor calidad y pro-
ductividad , co mo son las huenas y e l o liva r.

En genera l, los crecimientos urba nos se han atenido a la lega lidad urbanística
, y a un cie rto sentido
urbano implícito que ha impedido la apa rición de desarrollos desarticulados.

Régimen d e tenencia

Los efectos lega les derivados de la abolición del Fuero y la desamortiz."1ción, configuraron d e manera
defini tiva e l rég imen de tenencia en el término municipal de La Caro lina , que con pequeñas variacio nes
se mantiene en la a<.t ua Jidad.

REG~tEN D E TENENCIA

lA S UP. T01rAL ARREND. Ha. APARCERlA OTROS

Fuentes: Ccnso.~ Agr.lriOS y elaboración propia

Competellcia por ell/.SO fiel SI/ero:


La buerta se l/ lega (1 desaparecer

105
El decreto de 1835 determinó la desvincu lació n de los bienes asignados a los colonos y sus herederos
legales. Esto supuso la adquisición definitiva del dominio directo sobre los mismos, anterio rmemc
dele nlado por la Coro na o la Real Hacie nda , si bien desde 1790 y~1 ve nía n actuando los colonos como
propieta rios efectivos.

Por tanto, e n eS::1 fecha , 6.650 I-Ia., (aproximadamente el 33%) er.m dete madas en propiedad por pa lti-
euJares y e l resto, 13.563 1-1... quedó en manos de la Hacienda Pública. Esta asignó al municipio panl su
mantenimiento b s dehesas de Nava Manina 0 . 148 Ha .), El Pu nta l 0.292 Ha.), La Barbuda (686 Ha.) y
la del Hueco de Manín Amigo con sus ampliaciones, además de numerosas propiedades urbanas como
bienes propios. Todos estos terrenos públ icos desde la fundación tenían un cadcter comunal , pero
no rmalmente las me jo res fueron arrendadas por te mporadas, como se hizo durante la etapa anterior.

A partir de 1856 todas I::IS propiedades rústicas y gran parte de I::IS urlx mas, estmales y de propios, fu e-
ro n adjudicadas en públiC<1subasta a la inicimiva privada. De esta forma se mod ificó de manera defi niti-
va la forma jurídica bajo la que se accedía al uso de la tierra , establecida por el Fuero de Población.

La propiedad constituyó e l régimen de te nencia bflsico, casi exclusivo, una vez fina lizadas las ventas d e
Bienes Nacionales. Tambié n se mantu vo el arrendamiento como fórmula juríd ica tradicional, pero con
una import.mcia relativa .

Durante el período e n que se d esarrollaron las acti vidades extractivas, especialmente en sus in icios, el
:trreneb miento de terre nos constiw yó el sistema más usual de <lccedcr a la explot<lción de los terrenos
( 172). Posteriormente las empresas fue ro n adquiriendo los que trabajaban, de acuerdo con las cláusulas
q ue conte nían los contnltos de arrendamiento firmad os.

En todo caso, en 1962 aproximadamente e l 87% de la superficie del ámbito de estudio se detentab<l en
pro pied'ld y el 10'6% se llevaba e n arrendamiento. Sólo 341 Ha. (l '7 %) correspondían .1Olros modos
de tenencia (a parcería, fid eicomiso, etc.). Estos porcentajes se m<lntienen, con muy escasas va riacio nes,
e n la actualidad , coincidiendo prácticamente con el régimen de tenencia de la lierra en el conjunto de
la provinci:t de Jaén.

A pmlcipfo ,le siglo la millería em /tI prim; i/X,I


aclil-'idmlC/1 d mllllicIJ)/o de 1.0 Caro/jll(/

106
Estructura de la Propiedad

La reintegración de las Nuevas Poblaciones al fuero común en 1835 no supuso cambios en la estructura
de la propiedad, en tocio caso afianzó las tendencias detectadas ya en la etapa anterior hacia la subdivi-
sión y una relativa acumulación de la tierra.

Los cambios Fundamentales en la d istribución de los terrenos se produjeron como resultado de la venta
de Bienes Nacio nales con la desamortización. La naturaleza y calidad de los terrenos , así como la forma
en que se realizaron las subastas, imp idieron el acceso de los natura les de La Carolina a la propiedad de
estas tierras, al tratarse de grandes fincas y ser necesarios desembolsos excesivos para sus frág iles eco-
no mías, incluso para los denominados entonces "hacendados'''.

Por tanto los terrenos no cu ltivados, destinados a dehesas y pastos, se adjudicaron en grandes lotes,
superiores tocios a las 100 Ha. , a un número reducido de propietarios no relac ionados anteriormente
con La Carolina .

No se puede establecer relación entre estos adjudicatarios y personas ligadas a la minería , por producir-
se la adjudicación con anterioridad al auge de la misma en el término. Sin embargo, en décadas poste-
riores, empresarios relacioO<ldos con las actividades extractivas figuran como propietarios de gr'Andes
fincas (Nava Martina). También los beneficios generados de manera directa o indirecta por la minería
posibilitaron el acceso de algunas fami lias de La Carolina a la propiedad de grandes terrenos. Todo ello
no supuso un cambio sustancial en la estructura, sino principalmente en la titularidad de la tierra.

El estudio de la d istribución de la tierra e n 1911 permite definir las caracteristicas fundamentales que se
han mantenido, acentuándose en algún caso, hasta el momento presente: la intensa parcelación de las
tierras (minifundio), que afecta a las zonas cultivadas, y por otro lado la existencia de un número
impoI1ante de grandes fincas (>100 Ha .), que coinciden con las tierras de peor calidad y condiciones
morfológicas, destinadas a pastos y monte.

ESTRUCfURA DE lA PROPIEDAD

AÑo N.' DE EXPLOTAOONES NUMERO DE EXPLOTACIOIl'ES SEGUN DISTRIBUCIO.s SUPERACIE SEGUN TAMA,,"OS
SUPERJ-l0E TOTAL DE lAS EXPlOTAOOIl"ES
TOTAL CON St'i NIAIERO
nERRA nERRA PARCElAS HO 10-20 10-SO 50-100 >100
1911 401 401 1.229 112 69 so 11 26 19.50372

1.117 m- "':l---"'i}-'<O;:c.----,-,;; HXll'S5 14.3597-1


1962
"" " 55" 5'0"6 )w 5'2(m 74~

Fuclltt:s: Censos Agrarios )' clabor.lción propia.

La evolución y tra nsformación en la estructurA de la propiedad son muy lemas pero se detectan algunas
tendencias, especialmente la subdivisión de los terrenos por repaI1o, en herencia , de las propiedades
familiares, aumentando el número de propietarios y explotaciones que detentan una superficie menor
de 5 Ha. y disminuyendo los propietarios y explotaciones med ias. Este proceso afecta especialmente a
las tierras cultivadas.

Por otro lado, en las grandes propiedades no se producen cambios nOlables, pues si bien se han produ-
cido subdivisiones por herencia, paralelamente se producen procesos de acumulació n, de modo que el
número de grandes propietarios varía poco, se mantiene la superficie total ocupada por éSlas y su
impoI1ancia relativa con respecto al tOlal de la del término.

107
En la actualidad la eStnKIUra de la propiedad se caracteriza por la ex istencia de aproxi madamente un
55% de las explotaciones (porcentaje similar para propietarios) que detentan una superficie me nor de 5
Ha. En conju nto ocupan una exte nsión en torno al 3% de la total de l término, roda ella culti vada .

Las grandes explotaciones (>100 Ha .) supo nen un 5% del total de las censadas, 4'1% cuando se refiere
al número de propietarios, y ocupan e l 75% de la superficie. Correspo nden todas e llas a te rrenos no
cu ltivados.

Existen 18 propietarios q ue detentan una s uperfici e supe rior a 250 Ha. que se pueden denominar "lmi-
fundios" , de acuerdo con Bosque !I.'laurel.

Con respecto al conjunto de la provincia de Jaé n, en UI Caro lina la impo rt~lTl c i<1 relativa de las pequeñas
ex plo taciones es mucho menOr. Por el contrario, las grandes explotacio nes representan e n el ámbito de
estudio e l 5% y el 1'5% para el conjunto de la p rovincia.

Se debe tener en cuenta e n todo caso la morfo logía del término, gran parte sierm , y la relación entre
terrenos cu lti vados e incultos, que determinan las especiales características de la estructura de la pro-
piedad de La Carolina con respecto a la provincia.

Pro pied ad es públicas

Tras los sucesivos procesos de desamortización, ni e l estado ni e l municipio eran propietarios de fincas
rllst iGls. El municipio únicamente conservaba los ej idos como espacio comuna l no suscepti ble de otro
aprovecham ie nto que no fuera el desca nso de los ganados y la ampliación, "ensa nche", de las pobla-
ciones. El propio carácter de estos espacios y su delimitación, poco o nada clara, determinaron no esca-
sos problemas y expedientes a propósito de la ocu pación o titularidad de los mismos a lo largo del
liempo.

En 1842 ex iste un expediente por el que se solicitaba la devolución al común de Las Navas "del disfru-
te" de una zona del ejido de esta aldea , que el último Inte ndente había concedido "arbitrariamente" a su
sobrino, Jacinto Huele ( 173).

Posleriormente fueron numerosos los exped ientes (174) en que se solicitaba la delimitació n de estos
espacios y en 1931 figuraban registrados con las dimensiones sigu ientes (175):

• Ejido de La Carolina de 16'34 Ha., reducido a 6'5 Ha. porel "ensanchamiento de la población".

• Ejido de L.1.S Navas de Tolosa de 9' 1 Ha., reducido a 5 Ha . por el mismo motivo.

• Ejido de aldea Fernandina de 2 I-Ia.

• Ejido de aldea Isabela de 2 Ha.

• Ej ido de aldea Vista Alegre de 3 Ha.

En eSla misma recha los de Ocho Cas.as y Seis Casas ya se habían privatizado.

El crecimiento posterior de los núcleos arectó a estos espacios de forma que su extensió n disminuyó, o
incluso se ocupó en su tota lidad como en 1.;1 Ca ro li na. Con posterioridad a 1962 e n esta zona se cons-
truyeron dotaciones y viviendas sociales, sin que se sustituyese por o tro espacio de uso comunal. Des-

/08
de entonces se han producido ocupaciones d e determinadas zonas en los ejidos, si n que se tenga cons-
tancia de su venia o ~tulo r ización para el cambio de titularidad.

En e l Catastro de IWslica de 1948 actualmclllc vigcnlc , figuran como bicnes comunales a nombre del
ayuntamiento difc rcllles fin c~t s que confo rman los ejidos de los núcleos con la eXlensión siguientc:

• Ejido de las Navas: 3'83 Ha ., que supone una disminución de 1' 17 Ha. con respecto a la de 193 1
(5 Ha .).

• Ejido de aldea Fernandina: 0'9 Ha. , que supone una reducción de más d e la mitad de la de aquel
año (2 Ha')

• Ejido de aldea Isabela: 5'34 Ha.

• Ejido de Vista Alegre: 10'33 Ha.

Sin duda las dimensiones de éstas úlLimas se aproxima n a su extensión original. libre de ocupaciones
producidas ante rio rme nte. En ningún caso aparecen inscritas e n el Registro de la Propiedad a nombre
del ayuntam iento o de a iro particular.

En la actualidad su situació n es distinta , los e jidos de Las Navas y alde'LFernand ina pe rmanecen libres y
s u uso corresponde al habitual de estos espacios; por el contrario los de Vista Alegre y aldea Isabela
están ocu pados en su tolalidad o cn parte.

El ej ido de Vista Alegre se encuentra ocupado totalmente, siendo además imposible el acceso por estar
vallados los ca minos, e ntre ellos el del Casa rejo.

El de aldea Isabela eSlá ocupado en parte (aproximadamente 3'4 Ha .), mediante la instalación de una
va lla metálica en el lado norte.

El ayunt<tmielllo inició e n el año 1989 un expedie nte de inveslig'lCión sobre la situación de bienes que
se presumía n municipales con e l fin de determinar la litularidad. Se publicó un anuncio en el Boletín
Oficial de la Provincia , con fecha 17 de agos[o de 1989. Allí se establecía un plazo de información
pública, transcurrido sin q ue se presenL1sen alegaciones.

En la actualidad la si[uación descrita anteriormente se mantiene. El ayunlamienro no posee otras fincas


de car:kler rústico en ellérmino.

Po r otro lado, el estado adquirió en los años 60 la finca denominada "El Puntal" (2.097'75 Ha .), y una
pequeña finca junto a la ca rretera de La Aliseda, que poste rio rme nte repobló en parte , constituyendo el
Monte del Estado nO 1.086 y 1.142. Actualmente dependen del I.A.R.A. de la Consejería de Agriculrura
Qunla de Andalucía). También la Confederación Hidrográfica del Guadalq uivir ha expropiado ya una
superficie aproximada de 400 Ha. para la construcción del embalse de la aldea Fernandina.

La parcelación

El origen del cu ltivO de la tie rra y la forma en que se organizó son factores básicos para comprender la
parcelación que actual mente presenta 1..:1 Carolina. La form a es herencia de un modo de asemamienlo
phmificado y de una técnica (trazas). el tamaño es consecuenci3 de la divisió n de la propiedad que ha
ido produciéndose poste riormente.

109
ESl1JDIO COMPARADO DE lAS TRAZAS H1STORlCAS (1767) y CATASTRO DE PROPIEDAD RUSTICA
( 1948 ACI1JALIZADO)
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I

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.... ... . . .

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l/O
El sistema de ocupación de los terrenos utilizado durante la colonización, plani ficado y sujeto a un tra-
zado regula r en malla o rtogonal , determinó que las parcelas de las zona:'! ad judicadas fuesen de forma
rectangular, con una unidad básica, "la suel1e:"(aproximadamente 16'77 I-I a.). Posterio rmente se utili zó
también "el quii'i6n"(1 '29 ]-fa.) (176), subdivisió n aproximada de aquélla e n 14 partes (I n ).

La potencia formal y física de "las líneas"permitió que éstas se siguiesen utilizando como referencias
básicas en la parcelación poste rior, al desaparecer en 1835 las limitaciones q ue establecía e l Fuero con
respecto a la partició n de los terrenos.

Unicamente e n las áreas adjudicadas pero no cultivadas y donde las características topográficas habían
impedido la clara de limitación de las trazas, se util izaron los caminos y o bstáculos naturales como lími-
tes de p rop iedad . Lo mismo sucedió con las dehesas y zonas d e monte adjudicadas durante los proce-
sos de desamortización.

Posteriormente la te nde ncia a la su lxIi visión , motivada por herencia o ventas, que ha afectado especia l-
mente a las tierras de cultivo, ha supuesto la aparición de parcelas de diferentes fo rmas y dimensiones,
casi siempre referidas a las trazas preexistentes.

PARCEUCJO N DEL TERRITORIO


AÑo N.t! TOTAL >1 Ha. 1-5 Ha. >5 Ha.
PARCElAS
1911

1948
1.229

794
279
22'7% ,.....
613
~
ll7
27'4%
281
162
2O'4'!tt ".61'35",1 35'4%
1962 1.(166 194
18'2% ,,..,. -i5!f
24'N
1972 1.151 242 627 282
21 % 5'1'5,", 24'5%
la!!n 362.019 225.287 112.362 24,rO
,,% 31%
1912

Puentcs: Censos Agr.uios )' ('labor:lci6n propia.


'"

En el término de La Carolina predominan las parcelas de pequeño tamaño «5 Ha.), que representaba n
aproximadamente el 75% del total de las existentes. El grupo más numeroso es de entre 1 y 5 Ha .; este
grupo supone el 54'5% y las parcelas menores de 1 Ha . e l 21 % del total.

Con respecto al conjunto provincial, L1 Carolina representa ciel1as pecul iaridades de parcelación , deri-
vadas de su topogra fía y de la gran cantidad de terrenos sin cultivar. El porcentaje de parcelas de más
de 5 Ha. (24'5%) es suprior al1riple del de Jaén (7%) y un número impol1ame de estas fincas son mayo-
res de 100 Ha. En la provincia predominan las parcelas de tamaño infe rior a 1 Ha. (62%), mientras aquí
son más numerosas las de tamaño entre 1 -5 Ha. (54'5%).

Existe n ta mbién diferencias notables e n el paisaje agrario. L1 característica fundamenta l de la parcela-


ció n de la p rov incia es su irregularidad y anarquía en cmlnto a forma , dimensión y disposició n, sin
duda como consecuencia de la ocupación espontánea O-S) del suelo tras la conquista.

En el territorio de La Carolina es claramente perceptible (1 79). especiahnente en el cultivado. la división


en suel1es (zona sur y este del núcleo) y quiiiones (zona próxima a Carboneros y río de La Ca mpana).
La sue l1es hoy no constituyen e n su mayoría parcelas, entendidas éstas como la extensión de tierm que
está bajo una misma linde. Se han subdividido en propiedades menores, generalmente de forma rectan-
gula r y proporcio nes similares a las de aquélla. L1 división se ha efectuado normalmente de forma

111
transversa l a la dimensión mayo r, pero también existen divisio nes lo ngitudinales, dando como resulta-
do pa rcelas largas y estrechas. Cua ndo existían ca minos o accidentes de terre no se han utilizado tam-
bién en la delimitación.

Norma lmeme estas nuevas lindes se red ucen a simples arn o nton~l1n ientos de tierra , o riginados por las
labores , con menor presencia fís ic:l y forma l que las p~lrce l acio nes de la coloni7~l ción.

[~I S dimensio nes de las parcelas son mu y diferentes, sin embargo se puede eswblecer una primera
aproximación de ~l c uerd o con la natur..lIeza de los usos y aprovechamiemos del terreno.

En las zonas de o livar las parcelas más numerOS.:1S se corresponden con la extensió n del "quiiión"
(1 '2880 Ha .), y s us múltiplos (2'5760, 3'8640 Ha.) o submúltiplos (0'6440 Ha.). Se pu ede establecer
como pa rcela tipo la de 2'5760 Ha . (2 quiftones) y dimensio nes aproximadas 250 x 100 m.

En los terrenos destinados al cerea l no se puede establecer parcela tipo, pues la dispersió n de tamaños
es muy gra nde. Po r lo general son de ma yor tamailo que las de los restantes cultivos.

Las parcelas de bs zonas de huerta son de meno r tamaño que las anteriores, de forma regular también,
referencia de su origen (Pla n de Huertas de Olavide). La unidad básicn es aproximadamente de 0'6440
Ha . ( 1 f~lI1ega) . Los formatos son va riados, pero los más habituales son de aprox imadamente 125 x 50
(aproximadamente 0'6440 Ha . = 1 fanega) o de 250 x 50 (1 '2880 Ha . - 1 quiñó n). Pueden ir asociadas a
la ex istencia de una casa, no ria y albe rca. Lo1 parcelación de las zonas marginales de regadío responde a
las cond iciones del e nromo y por tanto su forma no suele ser regular.

Las pa rcelas de los terrenos no cultivados son por lo general de mayor tamaño, algunas grandes fincas
(29 en 1981) de más de 100 Ha. Sus lindes coinciden siempre con accidentes naturales o caminos y sus
fo rmas por tanto son irregu lares. En las zonas que fueron delimitadas y adj udicadas durante la etapa de
coloniz.1ció n. las lindes entonces establecidas han desaparecido, sin bien quedan algunos vestigios visi-
bles en las fOlOgrafías aéreas. En la actualidad las lindes de la mayoría de estas fincas se esta blecen
med iante la instalación de vallas metá licas, algunas de nOtable solidez.

• '1. 1 T CRl '\1 ISUCO El térm ino de Lo1 Ca ro lina contó a partir del año 1962
con planea miento urbanístico. En esa fecha se redactó un Plan General de Ordenación Urbana
(PGOU). revisado posteriormente en 1973.

En 1985 se redactaron las Normas Subsidiarias y Complementa rias de Planeamiento (NNSS) vige ntes,
actualmente en proceso de revisió n.

LooS PGOU de 1962 y 1973 contenían únicamente especifi caciones normativas referidas al suelo urbano
o urbani 7..able, yen éste casi exclusivamente con respecto al núcleo principal. El suelo no urba nizable o
rustico tenía carácter residual y no se establecían zonas de especia l pro tecció n o normas tendentes a
evitar la urbaniz'tción del mismo.

El PGOU de 1973 en su única referencia al suelo rústico señalaba .. : "se autori7~1 la construcción de
viviendas a razón de 0'5 m!/ m 2" ... Sin embargo no se produjeron parcelaciones urba nísticas ni asema-
mientos de segunda residencia de importancia.

Las Normas de 1985, por e l contrario, incorporaron determinaciones referidas al conjunto del territorio.
Con respecto al Suelo 'o Urbanizable (SNU), establecían áreas de protección por referencia al PI ~1I1

112
lA CAROLINA. PlAN GENERAL 1962

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- PLAN GENERAL DE OROENAClON URBANA
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LA CAROLINA
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113
Especbl de Protección del Medio Físico de la provincia, y regularon las condiciones de la edi ficación en
esta clase de suelo.

Con car.ícter genera l se estableció la prohibición de efecnlar parcelaciones urbanísticas. En las áreas de
protección seña ladas no se permitía ningún tipo de edificación, excepto las contempladas por el plan
especial citado. Se fijó también con carácter general el uso, señalando que sólo pueden destinarse a
vivienda, construcciones relacionadas con ex plotaciones agrícolas (proporcionadas a la n~tt'uraleza y
destino de la finca), o con las o bras públicas.

Las cond iciones de 1<1 edifiGlción se establecieron fijando los máximos de intensidad (0'5 m1/ m 2. sobre
parcela bnlta), ocupación (5%) y altura (2 plantas). Tambié n se determinaron las condiciones para evi-
tar la formación de núcleo de población med iante el señalamiento de una parcela no inferior a 5.000
m 2. (0'5 !-la.), sep~lración a linderos de 20 ITI. Y que no existiesen 4 o más edificaciones en una radio de
100m.

Con Glrácter complementario se prohibió la segregación de fincas cuando diese lugar a parcelas infe-
riores a la unidad de cu ltivo, establecidas en 2'5 !-la. para secano y 0'25 para regadío.

La no rmativa urbanística vigente incorpora ade más especificaciones, de carácter Illuy general, referidas
a protección del viario, sin citar específicamente las trazas históricas y vías pecuarias.

Con respecto a la protección de masas de arbolado, cultivos, zonas de interés geológico, arqueológico,
p;:lisajístico, edificios y conjuntos, la no rmativa tiene un carácte r muy gené rico, estableciendo única-
mente referencias a la legishlción superio r y específica o la pOSibilidad de redactar planes especiales de
protección, que no se han desarrollado en ningún caso.

El P.E.P.M.F. de la Provincia de Jaén aprobado en 1986, al que hacen referencia las Normas, incorpora
en su ca tálogo lIes zonas de protección especial, que afectan a terrenos del ámbito de estudio:

• UI zona denominad,,1 'Vmbría del Cerro de Mamón de 7¡-¡goll, situada íntegramente dentro del tér-
mino municipal, constituye un Paraje Natural Excepcional, sujeto a Pro tección Especial Integral.
Este área, situada al norte del núcleo, conserva el bosque de robles y manchas de robles y quej i-
gos de gran valor natuml, paisajístico y científico.

• El tercio norte del término se incluye dentro de la zona IIRío };eguas y Despei'iaperros" , Compl e jo
Serr'.1no de Inte rés Ambiental sujeto a Protección Especial Compatible.

• El extremo suroeste forma parte de la "Cuenca del Embalse de PanzClcola", del mismo canícter y
nivel de protección que el anterior.

Por otro lado, el planeamiento municipal redactado desde 1962 incorporó un volumen importante de
especificaciones respecto de la estnlctura urbana, aunque referidas casi de manera exclusiva al núcleo
p ri ncipal, La Ca rolina.

El PGOU de 1962 planteaba crecimientos moderados, perimetrales con respecto a la ciudad preexisten-
te, si bien renejaba la atracción ejercida por la carretera nacional Ü -IV), previendo crecimientos mayo-
res hacia el sur y este de acuerdo con el nuevo trazado de circunva lación y clasificando suelo induslIial
junto a la misma. En t()(lo caso, mantenía a grandes rasgos el 11l()(Ielo anterio r.

La Revisión de 1973, de acuerdo con la elapa desarrollista en que se redacló, proponía grandes creci-
mientos que suponían duplicar, hacia e l su r, el suelo existente deslinado a liSOS residencia les. También

114
lA CAROLINA. REVI SION PLAN GE!'.'"ERAL DE 1973

115
calificaba una gran superficie destinada a suelo industrbl a lo la rgo de la ca rreter::l d e Madrid, que prác-
tic¡:uncnte llegaba a Navas de Tolosa.

La estructura urbana p ropuesta era, sin embargo, de una gr.m claridad. l os nuevos desa rrollos se apo-
yaba n en las tl<IZ;IS ex istentes, manteniendo la malla ortogonal; también se señalaba n unos ejes p rinci-
pa les en continuidad o pa rale los a los ex istentes y se mantenía la jerarquización del viario anterior.

El resultado era u na potente estructu ra formal cuyos límites coincidían con las trazas territoria les. Uni-
ca mente en el suelo industrial los límites respondían a condicionantes topográficos y los tr.17"<ldos inte-
riores no siempre respondí<ln a las Nfínetls H.

l a crisis de crecimiento y la escasa rea li zación de las propuesta s estructu ra les supusieron el incumpli-
miento de las previsiones y determinaron la redacción de las Normas de 1985. Este documento, redac-
tado de :..lcuerdo con las expecrativas de crecimiento del momento (muy esalsas), pretendía majar los
problemas derivados de una c1asiflC::lCión excesiva de suelo que posib ilitaba un crecimiento desan.icu-
lado.

Con este fin se estableció una progra mación muy estricta y Iimilada de sucIos res idenciales e industria-
les, respondiendo a una si[Uación de estanca miento, y se p retendía única mente la adecuación de bor-
des urbanos.

L3 estricta aplicación de estos princip ios impid ió la formulación de un mode lo urbano duo, comple-
menta rio del histórico, y contr.ldecía en alg(m caso el objetivo de evitar la desan.iculación del casco tm-
dicion:al , :d aproba r nuevos crecimientos en el suroeste, apoyados en las trazas preexistentes sin actua-
ciones complementarias.

Ninguno de los documentos contiene un tratamiento de los equipamientos y espacios libres como siste-
mas estnlctur.mtes de b ordenación genem!. Uniallnentc el Plan de 1973 contenía determinaciones al
respecto, si bien implicaban riesgos im portantes de desal1icu lación del casco histórico.

116
Diaglló stico Terrilo,-i lll

a colonización de Sierra Morena y Nueva Andalucía presentó aspectos no vedosos en cuanto al


tratamiento del territorio, de interés incluso en la acrua lidad, aun cuando los métodos utiliwdos
para su realización fueran criticables, especialmente los referidos a la población .

En pri me r luga r, se pla nteó la utilización del ámbito de las Nuevas Poblacio nes como una unidad terri-
torial y marco de referencia de las actuaciones de la Intendencia (real hacienda-estado), aun cuando se
estnlcturJ.ba en unidades menores, feligresías o parroquias.

De o tro lado, las determinaciones contenidas en el Fuero y las actuaciones desarrolladas en cada una
de estas unidades en cuanto a los asentamientos de población, ocupación y usos de la tierra , equipa-
mientos, infraestnlcluras, etc, prete ndieron abordar de ulla manera globa l la "ordel1aciól1 l1 del territo rio
de cada una de ellas,

Todo ello posibilitó, sin duda , la rápida implantación de un sistema territorial , eSlnlcturado y jerarquiza-
do, que garantizó la permanencia de la po blació n en esta zona y la "raci011C1!"explotación de los recur-
sos, así como la generación de riq ueza, o la creación de mercados. Pero también determinó la defin i-
ción, en cada fel igresía , de una potente estnlctura formal que permitió un ordenado crecimiento yevo-
lución posterior.

La abolición del Fuero no sólo supuso abandonar el enfoque supra municipal , sino también que se care-
ciese de un tratamiento conjunto de todos los elementos del territorio y los procesos que en él se desa-
rrollaban (este proceso ya se había iniciado con anterio ridad incluso).

Esta situación se ha mantenido hasta fechas recientes, a peS.'lf de haberse redactado diversos documen-
tos de planea miento. El Plan General de 1962 y la Revisió n de 1973, de acuerdo con las ideas urbanísti-
cas imperantes en esos momentos, refería n sus determinaciones de manera casi exclusiva a los núcleos
°
de población, en concreto La Carolina, mientras e l suelo rústico no urbanizable tenía un carácter
mera mente residual.

El d ocumento aprobado e n 1985 (NNSS), actualmente vigente, pretendió abordar de nuevo e l trata-
miento del término municipal en su conjunto, aun cuando de sus determinacio nes no pueda deducirse

117
una clara est ruclUra del te rritorio. Esta es una de las causas que han Illotivado su revisión (en proceso
de redacción) y reneja e l inte rés Illunicipal por incidir en este tema .

La Clrenci" de un criterio o modelo globa l respecto:t la ordenación del te rritorio, ha posibilitado la apa-
rició n de diversas disf·uncionalidades.

E. 1 DISFUNCIONAllDADES EN lA ESTRUCTURA FISlCA DEL TERRITORIO

Proble m átic"l m edioamb iental

Emre los problemas detectados en e l medio natura l, la erosión es uno de los más relevantes, que deter-
mina ~ Ia pérdida sustancial de horizontes edafológicos y aparició n de cárcavas, barrancos" ... el riesgo
de colmatación de embalses (río Grande), etc. Este desequilibrio medioambiental es el resultado de la
interacció n de dos f¡¡ctores: la propia naturaleza y morfología del territorio y la acción del ho mbre .

La natumleza de los suelos -poco profundos, pedregosos y muy mineralizados- que forman la mayor
p~lTl edel ámbito de estudio y las elevadas pendientes, son fa ctores que unidos a los climáticos, como
las altas temperaturas e inestabilid"ld del régimen d e lluvias y tormentas, facilitan la e rosión.

Los métoclos util izados para e l desmonte o ro turació n de las tierr';ls, las técn icas de cultivo, que en ni n-
g(m caso han c.:onsiderado estos faclores, y la sobreexplotación de los recursos debido al pastoreo, sa-
C IS de madera , ca rboneo, etc. , const ituyen intervenciones huma nas que favorecieron la aceleración del
proceso de deterio ro del med io al alterar la cubierta vegetal , elemento pro tedor y rege nerador de los
suelos.

En los anos 70 la repoblació n de una superficie considerable 0.21; Ha.), previo aterr.¡zado del terreno,
supuso un desequilibrio inicial importante po r la alteración de los s uelos, favoreciendo la erosión y la
introclucció n de especies ajenas al entorno.

En la acrualidad e l término, es su conjunto, presenta una susceptibi lidad a la erosión entre mode rada-
me nte alta y bastante alta, con algunas zonas puntua les de muy alta (180).

De especial releva ncia, aun cuando no resulte la zona más afectada , es el área señalada entre el río de
la Campana y 1...1. Caroli na. Esta zona de 1.062 Ha. y pendientes en to rno al 30-40%, superiores pu ntual-

E/ltre los impactQS que tifectml (1llerritOriO, especial im/JOI1(lIIcia PI"f!$e1//(III!as escombreras.

118
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mente , presenta una deforestación práctica mente tora l, y son frecuentes los incend ios de los pastos en
verano. Todo ello determina no sólo la pérdida y altcmció n del suelo, incluso la dism inución a corto
plazo de los p~l stos, sino que también afecta a la ciudad y su microclima , aumentando el rigor de las
temperatums estivales.

También existen áreas agrícolas marginales que por la dificultad del terreno para el laboreo debido a
las pendientes, presentan una alta susceptibil idad a la e rosión. En su mayoría se trata de o liva res, situa·
dos en 13 zona del río de La Campana (390 Ha.) y se corresponden con las últimas parcelacio nes rea li·
zadas durante la etapa de colonización, que se han mantenido. En las laderas de los arroyos To rnajo,
Malalansia de las Ch umberas y de la Fuente se pla ntea el mismo problema, si bien son áreas me no res y
las pendientes menos pronu nciadas.

Otros problemas que afect~m al medio físico están relacionados con la contam inació n d e los cauces
nalllr<lles, la ocupación del suelo o la conL'lminación visua l y paisajística; son los denom inados de
manem genérica impactos.

Entre los impactos q ue afectan al territo rio son de especial impo rtancia las escombreras, ligadas a las
explotaciones mineras de plomo, hoy en su mayoría abandonadas. La superficie ocupada (210 Ha.), la
ubicació n, que supone un fuerte impacto pa isajístico, e l deterioro del entorno de cal idad ambiental
(Castillo de las Navas, la Aquisgrana , Vista Alegre, etc.) y la contaminación de los cauces por e l arrastre
de finos o filtra cio nes, constiruyen los efectos más notables. Las escombrerd.s más importantes en cuan·
10 a dimensiones e impacto se sitúan en u na banda este·oeste, situada frente a La Carolina, al otro lado
del río de La Campana y q ue se extiende desd e la ca rretera de L'l Aliseda al límite del término con
Baños de la Encina.

Las situadas al este de la carretera nacional y Navas de Tolosa, así como las ubicadas en las proximida·
des de la carretem de La Aliseda , por la narurale7..a del terreno, el mayor tiempo tmnscurrido desde el
abHndono de la explotación, aproximadamente 50 años o más, y su siruación respecto a las vías de
comun icación y los nüc!eos, suponen un impacw menor.

En todo caso, la aUlorregenemción de las escombrems ha sido muy escasa y la vegelación no ha podi·
do colonizar estos espacios por la naturaleza de los materiales y su falta de cohesión; por e l contrario
las restantes inswl~lciones se han ido degradando e integrá ndose en el paisaje, pasando a formar pane
del mismo chimeneas y otras instalaciones.

Entre las escombreras de mayor impacto paisajístico con respecto a la ciudad se pueden cita r: La Espa·
ñola en Renegadero, San José en Vista Alegre, EIIGlfaelito, El Sinapismo, La Aquisgra na, El Castillo y las
situadas en el entorno pró ximo del núcleo, aunque su tamaño sea menor. También por su importancia ,
dimensión e impacto e n el territorio hay q ue citar la de La Urbana y La Manzana , las de Cortijada de
¡-¡errera y La Rosa. De todas e llas las que mayores alterd.cio nes producen en los cauces natum les son La
Aquisgrana que además afecta a un entorno de notable interés ecológico, El Castillo, La Rosa y las del
e nto rno del puente del fe rrocarril sobre el río de La Campana.

Actualmente existe además u na explotación a cielo abierto de barita siruada al suroeste del núcleo pfin·
cipa l, sobre el barranco de Las Pizarras, de gran impacto visual y que afecta a la ca lidad de las aguas del
cauce.

Las aguas residuales urbanas constituyen también un imponante problema, puesto que son venidas a
los ca uces naturales, sin ningún tipo de tratamiento, determinando su contaminación, malos olores,
ap~lrición de roedores e insectos. Estos problemas se agudizan en época de estiaje por la falta de caudal
en los arroyos y aumento del nivel de contaminación.

120
El caudal vert ido, en conjunto, p uede estimarse e n lorno a un mínimo de 975 m 3/ día (81), en su ma yo-
ría de procedencia doméstica, lo que reprcsent<l un volumen imponanl e. Po r otro lado, la existencia de
un e levado número de puntos de venido (8 en La Carolina, 1 e n Navas de Tolosa, 1 en lsa be la y 1 en
Fe rn andin~l ) supone un problema pam su tmta miento, si bien reduce e l impacto producido al me nos en
aquellos puntos e n que el caudal es meno r.

Las aguas residua les del hábitat dis perso, cU ~lIldo éste dis pone de instalación de sa nea mie mo se vierten
de forma di recta al terreno. Los escasos ca udales y su dispersión en e l te rritorio posibilitan que el
medio no se vea afectado. Unicame nte las naves o instalacio nes ganaderas de mayo r dimensió n yel
asen [a mie nto de segunda residencia de El Guindo suponen un probl ema , por la posibl e contam inación
de pozos utilizados e n el abastedmienlo de los mismos.

En la ciudad se plantea la situación más pro blemática por concentrarse el mayor volu men de afluentes
(90%) y por la naturaleza de algunos de éstos. Los vertidos más imponantes se loca lizan ~Il suroeste del
nüc!eo en dos puntos diferentes al barranco de las Pizarras, ya afectado por la exploració n de barita. L"1
red e n estos puntos tiene un diámetro de 100 cm. También es importante el vert ido al arroyo del Mata-
dero, al none, e n el que la red tiene una sección de 60 cm.

El resto de los pumas de vellido, como los realizados al arroyo del Meadero y de la Víbora, etc. tienen
menor imponancia e n cuanto a caudal. De los pu ntos de vertidos de procedencia industrial de la zona
industrial y polígo no ga nadero se desconocen sus características y potencial contaminante, aunque se
esti ma al to.

Los cauces m{ls afectados por la contaminación derivada de los vertidos urbanos, como la procedente
de los arrastres de finos e inertes de las escombreras, son el arroyo de las Pizarras y arroyo del Matade-
ro. Las apoIlacio nes de éste último, las del arroyo de Los Tramposos y los arrastres de las ex plotaciones
mineras determinan también un alto grado de deterioro del no de La Ca mpana, entre el puente del
ferrocarril y la desembocadura del Renegadero . A partir de ese punto mejora su calidad po r efecto de la
aUlorregene ración yel aumento del caudal.

No se han realizado estudios sobre la posible contaminación de las aguas subterráneas; sin e mbargo la
escasa permeabilidad de los materiales que componen el subsuelo permite suponer que el impacto es
menor que en las aguas superficiales.

Los venidos de residuos sólidos no suponen un impacto especialmente pro blemático en el entorno
nmural , pu esto que se producen de un modo controlado. Existen en el muncipio dos venederos, u no
destin<ldo a residuos domésticos y otro destin;:.do a escombros procedemes de la edificación.

El primero se 5it(13 e n las proximidades de la ca rretera de El Centenilla, a unos 2'5 Km . de la ciudad , y


de forma periódica se procede a su cubrición . Se asienta sobre terrenos impermeables y sus e fectos
sobre aguas superficiales o subterr.1 neas son muy bajos. Unicamente supone un cieno impacto paisajís-
tico por su proximidad a la ca rretera, la dispersión de papeles y pl5.sticos por el área próx ima , o e l ries-
go de incendios de pastizales e n verano.

El vertedero de escombros está actualmente sellado y en proceso de regeneración mediant e l::t cubri-
ción de tierra y plantación de olivos. Se situó en un socavón de la etapa minera , situado al oeste, en las
proximidades de l núcleo y junto allra zado del antiguo ferroca rril.

Por o tro lado ex iste n algunos vertidos puntua les, de reducido tamaño, de escombros o basuras e n I::ts
prox imidades de los núcleos, si bie n su impacto es menor.

121
Tambi[on el excesivo ntlmero de tendidos aéreos de energía eléctrica en torno a la sllbestación de Sevi-
llana S.A. y la ciudad suponen un imp~l cto, aunque menor, que altera la percepción de la silueta urbana
y e l p:tisajc.

Co n centración y d es poblam.iento poblacio nal

El s istema de asentamientos se caracteriza en la actualidad por la polarización en la distribución de la


población , que dete rmina la concentración en el núcleo principal de gran p:u1e de los habitantes y el
despoblamiento del territorio, e n especial de la zona norte.

El sisten1:l está formado por La Carolina con el 89010 de la población (182), como núcleo principal; Navas
de Tolosa (3'4%) como núcleo intermedio; dos núcleos me nores Isabela y Fernandina (1%); un asenta-
miento de scgund:ot residencia, El Guindo «1%); y un red ucido número de viviendas, COI1 ijos y cOI1ija-
das en diseminado (6'2%).

Los procesos de concentració n han supuesto que e l modelo actual de asentamien tos sea m{¡s deseq uil i-
brado que e l inicialmente propuesto po r la colon ización o et rea lm ente im pl antado de acue rdo con las
condiciones del e ntorno. En todo caso, la permanencia de los núcleos menores y el hábiw[ dispe rso,
garanli za una cobertura y relació n mínima aceptable, no unifo rme, entre e l territorio y sus ocupantes,
acorde con las ca ra cterísticas físiGts del mismo y las ac[ividades que e n él se desa rrollan. En las tl ltimas
deC:lc!:ts la concentr:.tción ha venido determinada por las circunstancias s igu iemes:

• Estacion alidad de las activida des desa rrolladas e n el medio físico tales como el pastoreo, agricul -
tunl y o liva r.
• La escasa p roducti vidad de las mismas.
• La baja accesibilidad , debida <11 deterioro de la red de caminos.
• Baja calidad del sopoI1e construido y carencia de servicios.
• Localización de los equipamientos y dotaciones en el núcleo principal.
• Localización de las actividades productivas, el empleo, las viviendas sociales, etc. en La Caroli na.

Los problemas y disfuncionalidades más impoI1antes derivados del p roceso descrito son el abandono y
deterioro, en muchos casos irreversible, del hábitat disperso y de algunos núcleos menores de la red
histórica de asentamiemos.

lA CAROLINA. EL SOPORTE ED rFlCADO


TOTAL RUINOSO MALO DEFl ClEl'lTE OUENO
ESTADO 100'. 0'5% 3' 1% 11 ' 15% 85' 25%
EDAD DE lA TOTAL EDIFICACIONES TER.\tL'1ADAS E.."I CONSllI.UCClON
EDlFICAOON
MTI.5 1900

''''''' 48'57% ,,%


1900-40 194 1·50
.4""
195 1·60
1'7%
1967-70
23'6%
1971·80
18'06% .28%
SEKVIOOS TOTA L AGUA CORRl El\TE EVACUACION AGUA CALEFACClON E.."ERGlA AGUA
lNSTALACIONf.5 ABASTECL\flF.NTO RF.SID UAL ELECl1l.lCA CAllENl'
CON lAS QUE PUHU CO PARTICUlAII. ALC~"ITAR. OTROS
CUENT Mi 100% 92' 29% 4'47% 89'47% 3'47% 0'69% 9-1'36% 66'35%

Fuente: INE. 1<)8 1

Aun reco nocie ndo las deficientes características constructivas, de instalaciones y bajo nivel de habitabi-
lidad , b destrucción del sopoI1C construido implica la pérdida de tipos edificatorios (vivienda rura l,

122
vivienda urbana, molinos, corti jadas, cte.) consagrados por el tiempo e integrados e n el territorio, de
gr..ln valor et nológico, q ue fo rman pa rte de b herencia y acervo cultural de 1..<\ Carolina.

El hábitat disperso =Idcmás sue[e situarse en lugares estrdtégicos, bien soleados, en la proximid.ad de
pozos o C:l UCCS naturales, lo que supone un e nto rno de calidad ambicntal y un va lo r añadido que debe
mante nerse y recuperarse.

Los núcleos U<ldicionales mineros abandonados anaden a las ci rcunstancias ya seña ladas su v<llor histó-
rico y urbanístico. La situación en que se encuentran estos asentam iemos const ilU ye un problema
importa nte:

• Vista Alegre: e l acceso a [a aldea es imposible por e ncontrdrse cortados los ca minos. La edif'iGI-
ció n privada está en su mayoría e n ruina o asignada a usos pecuarios. Construcciones recientes
de naves para el ganado const itu yen impactos impollames. Por ú!timo, e l ejido y los espacios
públicos están ocupados.
• Seis Cas;ils: est{1 abandonada y e n proceso de acelerada degradación. Un icamente se ocu pa tem-
pora lmente con fi nes pecuarios. La edificación es privada, al igual que los terrenos que la rodean,
pero e [ acceso es pos ible.
• Ochos Casas: ocupada te mporalmente, la edificación y el terreno que la rodea son privados. Afec-
tada po r la construcción de naves para e l ganado, que constituyen un impacto degmdanl e. El
acceso po r el sur es imposible por estm cortado (privatizado) el camino de Navas de Tolosa a Vil-
ches.

lA CAROLINA. OCUPACION y MODOS DE UfU.IZACION DE LAS VIVIENDAS


VIVIENDAS OCUPADAS VIVIENDAS VACtAS TOTAL
LOCAUUOON PRL.... OPAl SECUNDARlA TOTAl
EN NUClEO 3.653 ISI '.804 766 4.570
06'8%) ( I()O'"tl)
EN DISEMINADO 93 16
'"
,- 21 6
(45%) 0 00%)
TOTAL 3.746 17 3.923 863 4.-86
(4'5%)
"
(1 00%)

FUl'TlI(>: INE. 1981

De forma paralela al proceso de concentr....ció n e n La Ca ro lina , ha su rgido en las últimas década una
demanda de segu nda residencia, rebcionaeb con el deseo de contar con una vivienda unifamiliar en
contacto con la natumleza, al margen de [os rigores cl imáticos del núcleo principal, que const ituye el
foco emisor excl usivo , puesto que e [ ámbiro de esn¡dio no es recepror de vivienda secundaria de otros
términos colindantes.

La vivienda de segunda residencia no representa , sin embargo, una situación nueva, pues de manera
tradicional , antes incluso de la abolición del Fuero , u n buen número de prop ieta rios asentados en las
aldeas o dispersos en el territorio contaba n también con vivienda en L1 Carolina, produciéndose des-
plazamientos estacionales. En todo caso esta demanda adquiere mayor importancia e n los (¡ltimos
años.

Este fenómeno no ha suscitado en el término problemas graves, e n contra de 10 suced ido en 01 ros luga-
res. Estas viviendas no han ocupado te rrenos de calidad ambient<l1 ni han determinado la desanicula-
ción de [os núcleos tradicionales. Tampoco se han producido parcelaciones urbanísticas destinadas a
este uso.

123
De acuerdo con b situ ación y efectos en el territorio de las viv ienda s secu ndaria s, se pueden distinguir
las categorías s iguiemes:

• Las que se asiem:ln e n los núcleos preexistentes; fundamentalmente se loca lizan e n Isabela y Fer-
nandina, donde se estima que e l 50% de las viviendas existentes son usadas para fin de .':iem¡ma y
vactciones. El soporte [o constituye generalmente la viviend;:t original , pues los casos de renova-
ción son putUuales y los usuarios son los propieta rios tradicio nales o sus familias, res identes e n
La Carolina o em igrados. Su comporta mie nto urbanístico conservador ha determinado q ue su
presencia no suponga impactos negativos. Antes al contrario, ha contribuido a mantener ullas
e.':itructuras urbanas que de otro modo habrían desapa recido.

• Las que se est:lblecen formando núcleos de segunda residencia: el único caso lo constituye el
asentamiento de El Gui ndo. Se trata de un núcleo formado por un núme ro reducido de viviendas
de fi n de semana, aprox imadamente 38. El soporte lo constituyen las viviendas de los mineros y
otras instalaciones de reducido tamano , alquiladas a familias de nivel económico medio-ba jo.
Carecen de servicios e instalaciones de calidad, abasteciéndose de pozos de caudal irregular que
generan problemas de escasez de agua. Se apoya n en e l viario preexistente, e n muy mal estado.
El entorno está muy degradado por las actividades extractivas allí d esarrolladas y además su
siruación , en ladera orientada al sur, y la escasa vegetación (sólo euca liptos) agudizan el rigor de
las tempcralur.ls estival es. Por todo ello se puede considera r que el citado asenramiemo supone
un mayor problema para sus ocupa nres, que un impacto grave para el territorio.

• Las viviendas de segunda residencia dispe rsas en el territorio: esta categoría está constituida por
un número mu y reducido de viviendas que pueden ocupar edifici os tradicionales o introd ucen
tipos ajenos al enrorno. En los últimos anos se han construido algu nas viviendas en las proximi-
dades de la ca rretera de Vilches relacionadas con la constn¡cción del embalse de aldea Fernandi-
na. Esta circu nsta ncia permite prever un aumento de la demanda de este tipo de edifícación en el
entorno del e mbalse, q ue de no regularse adecuadamente puede afectar a la~ trazas territoria les y
~upone r impactos en e l medio físico, tanto por la ocupación como por los vertidos, y tensiones
en las infraestnlCturas.

En todo caso, la oferta de este tipo de vivienda en L'l Carolina no ha cubierto la demanda genera-
da , de modo que un buen número de residentes en la ci ud~td disponen de viviendas de segunda

!.tI v iviellda d e SCS1ll1d(l residrmeia iJl/rol/l/ce tipos edi/iC{//oriw,' ajellOS


af elllom o.

. ,

/24
residenci a en los térm inos municipa les colindantes, fund~l menta l me n le en El Centeni llo (Baños
de la Enci na), pero t.lInbién en S,:lnta Elena.

Pérdida d e un legado histórico: las trazas territoriales

El sistema de trazas territoriales y urbanísticlS constituye otro legado histórico de valor intrínseco que
e n su doble fu nción inicial de vías agrícolas y lindes de propiedad supusieron una verdadera o rdena-
ció n del te rritorio. Posibili taron de mane ra rápida y mdonal la accesibilidad, ocupación y apropi ación
de la tie rra .

Los d ife rentes procesos q ue les han afeclado, han determinado la situación acrual, caraderizada por la
pri va tización de alg unos tra mos, la desaparición de los trazados en áreas impol1anles, o en el mejor de
los casos la dism in ució n genera lizada de la sección en los cam inos.

Estas altemciones y el e fecto derivado de algu nas infraestructu ras, especialmente viarias, han determi-
nado en gra n medida la desa nicul ación del sistema al alterar la jerarquización inicia l de las líneas, la
contin uidad de la malla y la aparición de partes inconexas.

En todo caso la forogra fia aérea y la ca rtogmfía existente sobre el {lrea permiten constatar la pennanen-
da de la ma lla ortogonal en importantes zonas, en coincidencia con los terrenos cultivados. tvlamiene
una especial importancia territorial en las zonas de olivar, donde además son reconocibles las unidades
parcela rias utilizadas, la suerte y el qui ñó n.

Por ta nto, las trazas a pesar de los problemas detectados siguen siendo referencia fundamental en la
división parcelaria y la apropiación ele la tierra en gra ndes áreas del término, posibilitando además la
accesibilidad del territorio (red ucida por el estado físico de las líneas), que deben ser protegidas y recu-
peradas.

Las lindes en los terrenos cultivados son en su mayoría caminos, bandas estrechas de terreno sin cuhi-
va r o zanjas poco profu ndas. En los terrenos de pastos y monte e l sistema de delimitación más corriente
es la cerca de alambre de espino, si bien existen o tras de mayor presencia física y densidad. L'lS cercas
de piedra son menos frecuentes, pero deben protegerse también por const inlir un elemento definidor
del paisaje en determinados entornos.

Respecto a las trazas urbanísticas no existen problemas graves. En los núcleos pequeños, se mantienen
las traz.'1S origi nales sin alteraciones notables. Unicamente la demolición de una vivienda en la plaza de
Isabela ha al terado la composición de ésta, por lo que debe ser recuperada. También se pueden citar
las alteraciones p roducidas con respecto a las alineaciones y traz.'ldos originales en Navas de Tolosa
(calle Real, salida hacia La Carolina) y en Fernandina (extremo sur). Si bien son siruaciones consolida-
das que no plantean graves disfuncionalidades, deben regularse los posibles crecimientos en los núcle-
os menores p<lfa evit<lr disto rsiones degrada ntes.

En La Carolina se mantienen las tra7..as originales en el núcleo histórico y los únicos problemas plantea-
dos al respecto son las discontinuidades e n la malla ortogonal, producidas durante la etapa de coloni-
zación y consolidadas por el tiempo transcurrido. En los crecimientos poste riores a la colmatación de la
ciudad planificada se plamean algunos problemas de discontinuidades, especialmente en el eje longitu-
dinal. falta de una estructum clara y de jemrquía de la misma. Estos presentan una importancia especial
en zonas del barrio de Tejares, al norte del nücleo.
Los equipam ien tos, e le m ento clave e n la a rtic ulació n d e l s iste ma urbano-te rritorial

El sistema de dotaciones se puede considerar mu y completo desde un punto de vista cualiwtivo y <:uan-
titativo, :.Illn cuando las previsio nes en la evolució n d emogd fi ca pueden determina r la aparición de
dett: rminados déficits. asistencia les fu nel:!me nlHlmente .

En todo C~l:-;O, el principal problema a este respecto es la carencia de un modelo prefijado de localiza-
ción y desarrollo, que permita la cualific Jción formal y funcional equilib rada del territorio. En la actuali-
dad , la concentración de los equipamientos en el n(lcleo pri ncipal es casi absoluta , de acucrdo con cri-
terios de ra cionalidad económica y est<'i nclares de población, pero esto supone una cierta disfuncionali-
d:ld h:;rri!O ri ~d que ha incidido notableme nt e en la loca li zación de los habitantes.

Con rt:spc.:clO al sistema de espacios libres, los problcmas son de mayo r importancia. Unicamente el
subsistema de pla zas, aunque no completado, mantie ne sus caracte rísticas y ca lidad ambie nta l, aun
cuando I:l orga niza ción de la pavimentació n, así como los mate riales utilizados (loseta hidráulica , asf~d­
tO, ~tc,) suponen una alteració n de la situ:lción o rigi nal , que afecta al conjunto del viario urbano. Los
paseos perimetr::lles y la alameda o Paseo del Molino de Viento Cmica mente presentan pro ble mas referi-
dos al estado de la pavimentación, las intensidades de tdfico o el apa rcamiento .

Por el contr;lrio, la ocupació n y edificación del ejido de La a lrolina , la privatización y parcelación del
jardín de ¡xdacio. así como la ocup~lción pa rcial de b s huertas, sin que se hayan sustituido por gra ndes
zon~l s de similares caracte rísticas. ha supueslO la deS<lllicu lación del sistema ~l nivel urbano, con e l con-
sigu ie nte déficit. Pero además la privatización de los edificios de Ocho Casas y Seis Cas.1.s, la ocupació n
pa rcial de los de IS:lbela y tOlal de los de Vista Alegre, y la disminució n de superficie de los restantes e n
Navas d e Tolos:! y Fernandina, afecta notable mente al conjunto del sistema implantado dllranle la etap::t
de colo niza ción , que debe mantenerse y completarse.

Estado d e las infraestructuras

Con cadcte r general el nivel y estado de las infraestructur.ls es bueno, aun cuando se producen proble-
ma s punlU~des de impoJ1a ncia. En todo caso el servicio y pote ncial de las mismas permiten afrontar los
crecimientos previstos y constituyen, sin duda, un fa ctor determinante del desarrollo futu ro.

Sin clueb la puesta e n servicio de la autovía me jor.lr.í de manem sust;lIlcial la accesibilidad d e La Caroli-
na y su relación con la meseta y Andalucía Ba ja.

L1 construcció n de cuatro enlaces a distinto nivel y de vías de servicio garantiza una bue na conexió n
con la red secundaria , incluso se ha previsto, C0l110 ya se ha apuntado, la construcción de u n gra n paso,
bajo la ca lzada, junto ~l la carretera de L1 Aliseda, pa í.J permitir e l paso de ganado por la Cañad,l Real de
Endna Alta . Sin embargo. la autovía supone una ba rrera im portante que altera las relaciones entre las
distintas palles del territorio y entre los núcleos. Así. la especial relación ex istente, desde la fundació n,
entre La Ca roli na y Navas de Tolosa, se ha aherado de manera definitiva , puesto que la nueva vía no
s610 const itu ye un límite físico que obliga a nuevos recorridos, sino una barrera psicológica.

En la red secu ndaria , la ca rrete ra de Vilches (C-32 17), que fo rma parte de la Hed Básica Funcio nal de la
Junta de Andalucía, es b que prescnla un peor estado. Su trazado es sinuoso y e l firm e irregular. No
o bstante, la rcalización de las o bras de me jora, previstas para 1992, pe rmitirá n que esta vía adquic"l
mayor impo l1ancia en la relación intcrcomarcal. 1..<1 próx ima puesta en servicio del embalse ele la Fer-
nandina ha o bligado a la constnlcción de un nuevo puente, ya en servicio.

126
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Las ca rreter:JS a las aldeas (J.V. 6038 y j. A. 6084), la de El Centenillo (J.V. 5031) y J:¡ de L'1 Aliseda se en-
cuentran e n buen estado, aunque su tnlz'ldo sea sinuoso y s u visib ilidad, en algunos tramos, reducida .

1..:1 red terciaria está constitu ida por la red de caminos y vías pecuarias lI'adiciona les, los implantados
du ra nte la etapa de colo ni zación y los c jcculados para atender a las min;:ls. A pesar del elevado núme ro
de ca minos, en J:¡ actu~llidad la accesibil idad de gr.J n parte del territorio es muy baja , lo que constituye
una disruncion~llid~ld importante. L'1s ca us.'1 S son diversas, pero las más importa ntes son las siguientes:

• Las malas condiciones rísicas e n que se encuentra la red: ];:1 IOta lid'ld de estos caminos son de fir-
me terrizo y generalmente ca recen de alcantarillas y cu netas. Todo ello determina un alto grado
de dete rioro ,:tIlte los agentes aUl1osréricos, especialmente en las zonas de pend iente, donde se for-
m~lI1 soclvones y to rrente ras que imposibilitan su uso, salvo que se utilicen vehículos especiales .

• 1_'1 ocupació n o privat iza ció n de partes importantes de la red: sin duda co nstiru ye uno de los pro-
blemas más importantes detectados en el ámbito de estudio, pues supone la desaparición de un
patrimonio histórico y funci o nal de gran im portancia.

En este proceso de apropiación se pueden distinguir distintas si[uaciones segú n las características d e
cacbuno de los subsiste mas.

1.:l ocupación de los c.::a minos agrícolas implan mdos por la colonización (las líneas) es un p roceso histó-
rico, iniciado incluso con ante rio ridad ~I 1835. que en las zonas cu ltivadas ha supuesto la disminución
paulatina de la sección por 1<1 extensión de los cuhivos, llegando en algunos casos a desaparecer al
quedar reducido a una estrecha franja de terreno si n cultivar como linde de propiedad. Po r otro lado,
en los terrenos de pastos y monte la des.'1parición tiene su o rigen e n la acumulación de propiedades.

La privatizació n de los caminos y vías pecuarias tradicionales es un proceso más reciente, quizás desde
los años cuarenta en adelante. En muchos casos (iene su origen e n el esrabJecimiento inicial de cercas
¡Xlra contro lar e l ganado. pero que con posterioridad posib ilit~tn la utilización de la vía. Si n embargo
eSla ocupació n de faclo, que e n muchos casos puede suponer la desaparición del ca mino por su no uti-
lización. constituye a la larga la apropiación del mismo, al consolidarse la situación.

Las vías pecua rias no figuran en e l plano del catastro, lo q ue favorece su privati;wción. Entre éstas es
especia lmente problem:1lica la situación de la Vereda del Camino de Gmnada o de la Venta del Cata lá n,
pues una pane importante ent re la carretera de Vilches y NaV:1S de Tolosa está ocupada y su trazado se
ha perdido. En genera ltocbs las vías de este tipo han vislo reducida su dimensión y p resentan proble-
mas punt'uales de usurpación en su recorrido o de biS insra laciones complementa rias, tal como sucede
e n Cañada Rea l de Encina Alta , entre la carretem nacional y río de L'1 Ca mpana .

El resto ele los caminos tradicionales, utilizados ya con anterioridad a la colonización (Casarejo, Higue-
ruela. ele las Navas a Vilches, del Contador, etc.), presenta n problemas similares a Jos descritos.

El conjunto de caminos constru idos durante la etapa de la minería se e ncuentra en un estado físico
parecido a los anteriores. En su mayoría tienen la consideració n ele privados, sin embargo es necesario
sei'labr q ue un número importante de éstos fueron traz~ldos sobre caminos o vías de dominio p(lblico
exislentes con ~tn teriorid:'ld (183). Este es el caso, por ejemplo, del Ca rril de Los Gui ndos a La Carol ina,
traz:lclo en parte sobre el camino de la Loma del Manto, o el Cam ino de Sa n Fernando, que discurre
sobre ulla antigua vía pecua ria - la Vereda del C~lInino de Granada-.

Existe por 1:11110 una red mínimn que es necesario proteger, recuperar y conservar, teniendo presente
las siguientes considerac iones:

128
lNFRAESTRUCI1JRA VIA.RIA. ESTUDIO COMPARADO RED DE CAMINOS 1948 Y ACfUAL

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129
• La d eno mi n~lc i ó n de algunos ca minos q ue coincide n con las tr.1zas territo riales de la colo ni zación
como de servid um bre es erró nea , pues desd e su origen constiruyero n vías de do minio público.
Además constituye un riesgo im ponantc pa ra su permane ncia.

• Toebs ;Iq ucllas lindes de p ro piedad que coinciden con b malla im pl::lI11ada fu e ro n en su día C<lmi-
nos o líneas, hoy desa parecidos por su ocupación paulatina , al me nos e n las zonas ocupada s en
la etapa inicial de la colo ni zación (1770), es decir, bClsicamente en las zonas e ntre La Caro lina ,
Navas de To losa, las aldeas 1S<lbeb y Fe rnandina y el límite de Ca rboneros.

• Aquellos ca minos q ue sirven o han servido de límites ca rastra les fueron e n su o rigen vías de do mi-
nio público y po r tanto, si e n la actualidad están ocupados, debe investigarse sobre su titularidad .

• Po r lil ti mo, en los ca minos trA7.•ados du ra nte el auge de la mineña deben mant ene rse abiertos al
me nos aquellos tmmos coincidentes con ca minos im portantes de dominio pli blico existentes con
anterioridad.

UI ocupació n de bienes comu nales o espacios de domin io pliblico refleja la escasa rute la ejercida por
los pod eres públicos munici p~lies y supm municipales d e manera trad icio nal, pero especialmente en los
liltimos cincuenta años. Sólo en los (¡Itimos años se está to mando conciencia de la imponancia de los
mismos y del interés de su conservación.

Con respecto a las infraestrucrums hidrául iC<ls, el único problema d etectado es el riesgo de col malació n
del embalse del río Grande. La próxima puesta en servicio del emba lse de la Fe rnandina (240 Hm3)
supondrií un incremento cua nt itativa mente importa nte en est;] red.

La red de 3bastecimiemo de agua que presta servicio a la ciudad, Navas de Talosa, lsabela y Fernand i-
na , est.Í en buen estado y no presenta proble mas de consideración. UIS o bras ya descritas rea lizadas
reciemememe permiten garanti7.•u un consumo medio equiva lente (184) de 300 litros/habitamc/ día
(l / hld), que se considera óptimo, incluso para hacer fren te a los posibles crecimientos fururos.

Los nlicleos cirados cueman wmbié n con red de sa neamiento; su capacidad es suficiente y tampoco
plantea problem3s, excepto en la ciudad. En ésta permanece e n servicio pane de la red histório l, ca ra c-
terizada por una sección cuadrada de ladrillo y cajas de piza rr.l. Su edad y ca racterísticas determinan
frecuentes atascos, filtracio nes, hundimientos, ete. Otros traillas de esta red tradicio nal, fue ra de serv i-
cio, canalizan agu'ls subte rráneas o de lluvia , ca usando el d eterioro de la pavi me ntació n o hu medades
ascendentes en las edificaciones, además de posibles riesgos de contaminación de los pozos ex istentes.

También existe un tramo de la red en la zona de las huenas, próximo al nücleo, en e l q ue las aguas
negras d iscu rren por un arroyo si n ca nalizar, a cielo abiel10, causa ndo malos o lo res, aparición de insec-
tos. roedores. etc.

En todo caso la disfuncionalidad b,lsica que presenta la red a nivel territorial cs el venido de los e fl ue n-
tes, sin tr.1tamiento algu no, a los ca uces nalu rales, dete rmi nando impactos impOl1antcs ya descritos.
Adem:'is e l clevado nlimero de puntos de venido dificulta su tratamiento y depuración.

El resto de las infraestnlcruras y servicios urbanos no plantean problemas, excepto pequeños impactos
pumuales ya apuntados, y pennilen garantizar un servicio adecuado a los desarrollos prev istos.

Unica me nte el asentamiento de El Gu indo y el hábitat disperso no están cubiertos por las redes munici-
pales debido a las d ificuhades técnicas y p resupuestarias que ello supondría . En lodo caso, las redes
existentes podña n prestar servicio a algunas zonas próximas a los Iraz..:'ldos actuales.

/jO
E 2 •
DlSFUNCIONAUDAD OEL SISTEMA SOCIOECONOMICO Desde la perspectiva demo-
gráfica La Carolina presenta una població n jo ven , aunque con cl am tendencia al envejeci-
miento debido princip~llm en t e al descenso de la nat<llidad y al aumento de la esperanza de vida, que hft
provocado el incremento del colectivo de adultos y mayo res d e 65 años,

Esta rea lidad poblacional implica una demanda de pu estos de trabajo para el grupo de jóvenes e n eda-
des comprendidas entre los 16 y los 30 años, individuos que inician su etapa laboral.

Ante este relo, la situació n e n el sistema económico prod uctivo es diferente segú n el secto r ele actividad
que se trate.

Respecto a la agricu ltura , existe una extrapolación en la tenencia de la tierra , siendo las propiedades
medias las menos nume rosas, cons idemdas, p recisamente, las más rentables para culti vos exte nsivos, A
esto se une el predominio del olivo, que por sus ca racterísticas de producción origina solamente traba-
jo de carácter temporal , contrariamente a lo qlle sucede con el cultivo de herbáceos y huen as.

La ganadería, e n cambio, muestra una te ndencia hacia la rentabilidad económica al exist ir una ganade-
ría estabulada de aves, ganado vacuno y porcino, y paralelamente se mantienen forma s tradicionales
para ca bañas de ganado bravo y ovino. Ambos modos de trabajo significan una adecuación a la deman-
da del me rcado de cada cabaña ganadera.

Por otra parte, el sector secundario sigue s iendo el predo minante en la aclividad económ icd. global y de
generació n de empleo. Si bien se denota cierta fragilidad al ser mayoritarias las ramas productivas
dependientes de la va riació n de las tendencias del consumo individual (a limentació n , automóvil, com-
po nentes eléctricos, etc.), en ca mbio la implantación de secto res punteros como la inform;nica y teleco-
municaciones aún no se ha llevado a cabo, a pesar de la favorable localización y accesibilidad del
municipio, fa cto r q ue se va a potenciar considerablemente en un futuro próximo.

El emplazamiento privilegiado de La Caro lina ha permitido históricamente el desarrollo de los servicios


en genera l yen particular de la hostelería, restauración y mecá nica del automóvil, ramas que se pueden
ver ~tfecta(bs por el nuevo trazado de la autovía Madrid-Cádiz si no se permite un fácil acceso a estos
loca les o no se crea un área de servicio que las integre.

En cuanto a serv icios fin ancieros y profesionales, han au mentado su presencia , pero su evolución es
dependiente de la expansió n del restO de los sec[Ores de la economía loca l.

El dinamismo del s istema func ional también va a depender de la adecuació n de la enseii.anza profesio-
11<11 a las nuevas o rientaciones del mercado laboral, utilizando y mejorando las acrlla les insta laciones y
eC¡ll ipamientos del té rmino municipal de La Ca ro lina,

La colo nización aun con sus defectos y excesos, ya descritos, había establecido un "cie11o eqllilibrid'
entre riquezas naturales, usos humanos e inserción en el sistema económico global. Sin e mbargo la
evol ución posterior ha determinado una situación diferente en la utilización del territorio. que en la
actu alidad viene definida por las circunstancias siguiemes:

• La minería, aun cua ndo hoy constituye una activ idad residual, fu e el principal factor de desequili-
brio, p ues supuso la sobreexplotación de los recursos naturales y produjo importantes impactos
en el medio (escombreras, contaminació n de aguas, erosió n, impactos pa isajísticos. etc.) que
s iguen siendo uno de los problemas fundamenta les del ámbito de estudio.

131
• Los modos de utili¡o..ación tr'J.d icional del territo rio, los agro pecuarios, plantea n dos situaciones
contf<lpUeslas: sobreexplo lació n y subutilizació n de los recursos.

1..<1 sobreexplotació n. entendiendo como tal "la explotación adecuada al potencial productivo,
pero escasmne nte preocupada por elmantenimiemo del recurso a largo plazo" (85), viene deter-
minada por la existencia de áreas agrícolas marginales, la presión excesiva del pastoreo e n deter-
minadas zonas y la utilización del fuego como sistema par.'I fo me ntar los pastos. Todo ello supo-
ne la aparició n d e impactos ya conocidos.

Por otro lado, la infrautilización del medio está directa me nte relacionada con la escasa rentabili-
dad de las explota ciones. Las pecuarias siguen obedeciendo e n su mayoría a los métodos tradi-
cionales de trashumancia del ganado, utilización extensiva y esracio nal del suelo.

• En la agricultu ra e l pro ble ma no deriva llOica me nte de la naturaleza de los sue los, el clima, etc.,
sino que es e l resultado de la estrucrUf<l de la propiedad y la parcelación. Predominan las unida-
des de explotación demasiado pequeñas, con una parcelació n poco racio nal , y por tanto antieco-
nó micas, con un producto bruto por Ha. muy por debajo de su polencial. Además las zonas de
mayor productividad que son las huertas se ven afectadas po r el crecimiento urbano. Todo ello
ha supuesto la paulat ina pé rdida de importancia de estas actividades respecto de la estrucnJra
producti va de La Carolina .

• Las actividades fo resta les se reducen a las repobla ciones reali7..adas en los años setenta , y plantean
de nuevo la dicoto mía de sobreexplol'ación e infrautilización ya descrita en el punto amerior. En
todo caso s u trascendencia económica es de muy escas.1. consideració n.

• La utili 7...:1ción delmcdio para nuevos usos, como los recreativos, es muy reducida a pesar del alto
polencbl del ámbito de estudio en este sentido. Unica mente los cinegéticos han alcanzado en las
últimas décadas un desarrollo importante. Aun cuando estos usos son de difícil caracleri7..ación,
sin duda constitu yen una actividad económica de importancia por los recursos generados de for-
ma dir<..-'Cta e indi recta.

De acuerdo con estimaciones realizadas para 1988, en el conjumo de la zona o ric mal de Sierra
Mo re na, se consideraba que estas actividades generaron al menos 1.000 millones de pesetas,
leniendo además en cuenta que buena parte de ellas adquie ren la fo rma de economía s umergida.

En 1..<\ Carolina se practica la caza mayor en la zona norte , especialme nte e n Nava Manina y El
Puntal , y la menor en el ento rno de la ciudad y zona sur del término. Unica me nte entre un 10-
15% de la superficie tolal no está acotada y existe un coto social y otro de caza deportiva.

Otros usos recreativos como la acampada, el senderismo, los trayectos ecológicos, etc. no ex isten .
En cua nto a los usos urbanos e industriales, se desarrollan conccmrados, fundamentahn ellle en el
núcleo principal. y existe una adecuada correlación emre e l espacio ocup~l do y las demandas
existe ntes.

TRUA\tU'\TO DEl. TERRITORIO E'\ El. PL\.~E.-\\tIE:"IjTO. Todo lo expuesto perm ite
E 3 • afirmar que no se pbntean en L¡l Ca rolina graves con nictos o te nsiones urbaníst icas. Por e l
contra rio. se detecta un alto grado de disciplina urbanística y concienciación institucional y ciudadana
al respecto.

132
AFECCIONES

>lN5 .5 1985
Cl..ASlFI(:ACIOH ()[L SUlLO

• SUELO UIieAHO

D UR8AN1Uau:

D f«I IIR8AHllAllLE

P.E.P lit F. ()[ JAEN

f=I ",,~"'J[S ~T1.I!IAt.ES E.ltEK


L--.J PROTEC. ESP. l/oITEORAL

D Co. So. ItlTERU .lW91fNTAL


PROTEC, fSP. COMPATI8LE

OTRAS AFfeCIONU

B lONA. AFECCIOI'I IlUTOVIA

~
lONA 1Il /UllllO NlVfL EIIlBAl5f:
DE FERIIANOINA
A ~CION INOICATlVA

133
-

El plancamiento vigente, Normas Subsidiarias (985), introdujo un cambio de e nfoque nOlable con res-
pecIO a los planeamicntos amcrio res. En primer lugar estableció una cl:Lsiflcación del suelo urbano y
urban izabJe ajustada a las necesidades y previsiones reales. ESlo ha evitado los riesgos (no concreta -
dos) que para la eSlrtlctUnI urbana suponía la cb s ificación excesiva, baS<lda en previsiones muy ópti-
mas, que había incorporado el Plan General de 1973. Pero a~emás las Normas pretendieron, por prime-
ra vez, abordar la planillcación deltCITilOrio desde una ó ptica global , al incorpora r no sólo dete rmina -
ciones sobre las arcas urbanas, sino también un número importante referidas al suelo no urba ni zablc.

MONTES PUBU COS y CONSORCIADOS


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. . _TES COSORclADOS, 110 p[ UTIUOAIl pueLtcA

. . ~u DI: VTLIDAO POlLitA COHSOfICI.DOS

134
-

Actualmente éstas se c ncuentrdn en proceso de revisión (186) dado que se han cumpl ido los plazos
establecidos, q ue se ha :Igotado el suelo asignado a usos residencia les e industriales, y ame el cambio
en las expectat ivas del desa rrollo y la intervención de factores externos que pueden alterar la ordena-
ción urbana . Se pretende igualmeme s ubsanar las disfunciona lidades detectadas en la eSlrucrura urba-
na , en eltratamiemo de los equipamientos y espacios libres, o respeclo del casco histórico.

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r:::::I MONTU Ol UTILIDAD Pu ... ICA

~ P"RQU[ ruotU"AL ti[ DuniAPU;AQS

ICONA, 1980

135

C01lsideraciones y jJropuesltls

E l origen histórico y la evolución posterior de La Carolina, así como la naturaleza de algunos de los
problemas detectados, implica al definir las propuestas, la referencia a un ámbilO territorial más
ampl io del estrictamente mu nicipal en el que coordinar, compatibili7..ar y establecer prioridades en las
actuaciones.

Sin duda Jos problemas existentes respecto de las trazas y otros elementos de la estructura terrilOrial
histórica, son comunes a los muncipios coJj ndantes que formaron parle de las Nuevas Poblaciones de
SiCIT"d Morena y por su proximidad, es presumible que hayan experimentado una evolución similar.

Por o tro lado la existencia d e infraestructuras de utilización conju nta, las relaciones derivadas del fenó-
me no de vivienda de segu nda residencia, o las relaciones funcionales existentes entre muncipios, remi-
ten de nuevo a ese ma rco de referencia supramunicipal.

Este ámbilO terrilOrial está constiruido por La Carolina , Ca rboneros, Sama Elena , Aldeaquemada , Arqui-
Ilos y Guarromán, por su o rigen comtm y la permanencia de la estrucrurJ. terriwrial de la colonización;
pero además incl uye también a Baños de la Encina por su contigüidad y similares características geo-
morfológicas, también por las especia les relaciones que supone, El Centenillo; y Vilches por la proximi-
dad , relación y existe ncia de infraestructuras y servicios comunes.

En todos los casos existe una relación funcional, de dependencia con La Carolina, que se constituye en
núcleo principal, con afá n de liderazgo local y supra municipal. Unicameme Guarromán plantea dudas
en cuanto a su vinculación, debido a la menor relación, aunque acnlalmente e n aumento, con el núcleo
principa l. Pero su o rigen histórico y la permanencia de las trazas históricas con problemas sim ilares
obligan a su inclusión.

De acuerdo con las premisas de la investigación, las propuestas definidas se refieren básicamente al tér-
mino de La Carolina; sin e mbargo, en ningún caso éstas pueden generar efeclOs desequilibradores en el
e ntorno territorial señalado. Por el contrario, pueden tener un efecto demostrativo impoI1ante, que
genere la necesidad de aborda r estos problemas en los restantes municipios. En todo caso las medidas
avan7..adas son wmbién acogibles en futuros programas de carácter supramunicipal.

137
La formubción de I¡¡:-; propuest<ls de actuación se ha estnlcw rado de acuerdo con cuatro objetivos b{ISicos:

• Protección y mejo ra del med io fís ico.


• Recuper:'lCión y protección del modelo territorial histó rico.
• Adecuación de la estructllr:¡ y usos del territorio a las demandas ;iCtllal es.
• Ikgubción normativa, referie!a al p bneamiento munici¡xtl.

r
r.
1 PI I ( 11 Y \1 J1). ~ 1 FI 'I( La existe ncia de una zon;l de excepcio nal
valor como es la Umbrb del Cerro Mamón de Trigo, de c¡¡cicte r singu lar en 1;\ p rovincia y en
Anebluda, ex ige intervenciones te nde ntes a mantene r y resta urar los valores naturales y regub r los
LI SOS cinegéticos. d ada la presencia d e e:->pecies en pe ligro de extinción y otras de gran interés. Todo
e llo supone la prt!sencia permanente de pe rsonnl cualillcado, la re;¡lización de cuan tiosas inversiones
que posibiliten los objetivos citados, la constnlcció n de unas mínimas infraestructuras que fac ilite n el
acceso y el desa rrollo de actividades cientíllcas, labores de control y seguridad contra incend ios, etc.

Gran palle de la zona y su entorno se encuentran dentro del Monte Público "El Puntal", pero otra, que
representa el 25% de la zona de mayor interés, es pro piedad privada (Nava Martina) , con los consi-
guientes riesgos. debido a las actividadcs , especialmente cinegétiGIS, que en e Ua se desa rrollan.

Por otro !:Ido, teniendo en cuenta b existencia del Parque Natu ral de Despeñaperros, contiguo con
CSt~IS fincas y de simila res ca racterístiC:IS geomorfológicas de fl ora y fauna , parece evidente que la mejor
solución es vincular estas zonas al pa rq ue.

Se propone por I<Into la extensión de los límites del Parque Natural de forma que se incluyan El Punta l
y Nava Martin'l , de ~l cuerdo además con las indiolCiones del P.E. P.tvl.F. de la Provincia.

Así mismo, es necesario contempbr b protección y realización de actuaciones de regeneración de


pequeibs zonas de notable inte rés, histó rico, arqueológico, paisajístico y/o ambiental , que e n la actua-
lidad estÍn muy afectadas por vCI1idos ti otras actuac iones degradantes.

El MoIiJ/Q ti'" f.l.cl/{'giIdcro. ZQUfI de ¡/1leres ambie,,/(jl

138
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Estas actuaciones consistirán básicamente en limpieza y tratamiento de la vegetación existente; planta·
ción cua ndo se estime conven iente, evita ndo introducir especies ajenas al e ntorno; limpieza de los cau·
ces de plásticos, deshechos, etc., sin aJterar sus características naturales; restauración de la edificación
de interés histórico o etnológico y de las obras públicas; mejora de accesos y control de aparcamiento
m(.-"diante zanjas o cerramientos integrados en el paisaje que no causen impactos degradantes; señaliza-
ción adecuada, etc.

Las zonas incluidas en la propuesta serán las siguientes:

• Castillo de las Navas: zona de interés histórico y arqueológico: se propone evitar los impactos
producidos por las actividades extractivas que se desarrollan o han desarrollado en su entorno;
reforestación de laderas mediante encinar adehesado; posibilitar el acceso, restauración de la edi·
ficación, investigación arqueológica y adecuación del mirador.

• Puente de los Cinco Ojos: posee el mismo interés que el entorno anterior y une también el valor
ambiental. Las actuaciones a desarrollar supondrán además de las ya citadas, la investigación,
limpieza y consolidación del puente.

• Molino del Renegadero: paraje de notable interés también en el que se mantiene charca y poza de
agua de manem permanente, existen restos del molino construido durante la colonización, pilas
del viaducto previsto para el ferrocarril; paisaje agreste y de indudable interés y va lor ecológico.
Se propone actuaciones similares a las citadas.

• Desembocadura del Renegadero: praderas y vegetación de ribera y caracteristicas del cauce


determinan su interés. Existen además dos sencillos puentes metálicos de la época de la mineña
que deben restaurarse y mantenerse.

• Vado del Antiguo Camino de San Lorenzo en el río La Campana: vegetación, restos del molino de
La Campana y fábrica de aguardiente determinan e l interés ambiental. Puente de la época de la
minería adaptado al entorno.

• Molino del Goro: su interés se debe a la vegetación existente e n el arroyo de las Pizarms y a la
presencia del molino construido durante la colonización, muy retocado. Actuaciones similares a
las citadas.

Con respecto a la eliminación y tratamiento de los impactos ambientales, se propone la extensión y


desarrollo de las actuaciones derivadas del Plan de Lucha contra la Erosión dell.A.R.A.

Con carácter específico, desarrollar programas de protección de suelos en las zonas deforestadas y de
agricultura marginal , especia lmente las situadas e n la cuenca del río La Campana, comenza ndo por las
zonas más próximas a La Carolina y Navas de Tolosa.

En las zonas de cubiel1a arbórea y vegetal insuficiente será necesario el control periódico del pastoreo,
estableciendo alternativas mediante zonas acotadas a este uso y fomento de la regeneración natuml.

Se propone con carácter general el control, prevención y lucha contra incendios en zonas foresta les, de
monte bajo y pastos. Sin duda supondría una mejora norable la construcción de una aerobase del Servi-
cio de Lucha Contra Incendios. Prestaría servicio al término, Parque de Despeñaperros y otros lugares
próximos; sobre este aspecto existen ya estudios preliminares.

140
En esta línea de protección del medio físico se contempla la realización de los estudios técnicos y las
obras necesarias pal"d la depuración de aguas residuales, en especial las del núcleo pri ncipal y Navas de
Tolosa. .

Con respecto a la elimi nación de los impactos derivados de las escombreras y explotaciones mineras,
se propone la redacción de un Programa de Restauración de Terrenos, de acuerdo con las especifica-
ciones del Instituto Tecnológico Geominero de España (l87), q ue debería coordinarse con las actuacio-
nes en otros términos municipales.

Estos Estudios y Trabajos deberán tener en consideración: los potenciales usos de la zona tratada, los
factores ambientales, natura leza de los terrenos, selección de especies vegetales y evaluación de costes
económicos.

Así mismo, deberá analizarse la posibilidad de utilización de los residuos acumulados pal"J. su explota-
ción industrial , en cuyo caso deben establecerse filtros vegetales y otras medidas tendentes a evitar o
paliar e l impacto (control escorrentías, filtraciones, etc.); o bien en la consolidación de caminos de uso
tradicional. Eliminar palle de los residuos posibilitaría recuperar en parte la morfología orig inal del
terreno, especialmente en zonas donde se ha alterado de fo rma grave, como en La Aquisgrana, La Rosa,
El Castillo y La Manzana.

r
r.
2 Rf.(:ICJ'ERAClO~ \ PROncUO:'o/ DE LOS ELHIE:'o/TOS FlJ .... D,UIE:'o/HLES DEL MO-
DEl.O llISTORlC(). La restitución de la titularidad pública en los caminos históricos, elimi-
nando toda restricción a la libre utilización de los mismos, será una tarea básica para recuperar en lo
posible el modelo histórico. Restitución de la titularidad pública de, al menos, las vías pecuarias señala-
das por el Ministerio de Agricultura en 1948, entre otras de la Cañada Real de Encina Alta, Cordel de
Santa Elena al Túnel del Corcho, Vereda de las Navas y Vereda del Camino de Granada o de la Venta del
Catalán. Recuperación de los tramos usurpados, de sus dimensiones e instalaciones y eliminación de las
restricciones puntuales a su uso.

Se considera de especial impo rtancia la restitución del Camino Real de Granada y la Vereda del mismo
nombre, con sus dimensiones originales; acompañado de un programa de señalización y marca de las
vías más impollantes recuperadas, mediante la realización de mojoneras y la plantación de árboles,
arbustos u otras plantas (pitas, chumberas, etc.) en los má rgenes que permitan su reconocimiento a lo
largo del tiempo.

A la vez se debería tramitar la prohibición expresa de la interrupción del paso en la red de caminos y
vías señalados, estableciendo la obl igatoriedad de tramitación de licencia municipal para el cerramien-
to de propiedades q ue linden con estas vías. Se extenderá también esta medida de precaución a la inte-
mlpción del paso en sendas y veredas que se hayan utilizado tradicionalmente pa ra el acceso de pozas,
cauces ti otras fincas. Para su regu lación se utilizarán como referencia los reflejos en los planos del
Catastro de Rústica y las sucesivas ediciones del Mapa Topográfico Nacional, del I. G.N. y del Mapa Mili-
tarde Espana del S.G.E.

Con respeclo a los caminos o "líneas" que forman parte de las trazas territoriales históricas (malla orto-
gonal de módulo aproximado 700 x 265 m.), las propuestas son las mismas que las expresadas para la
red anterior y con idénticas precauciones para su mantenimiento y consolidación.

En las zonas donde las trazas constituyen únicamente límites de propiedad, se propone la señalización
mediante mojones de los vértices o nudos de la malla , que posibiliten la restitución de la misma en caso

141
de desaparición; así mismo, también se propone la pro hibición de altera r las trazas, aun cuando se pro-
duzca agregación de fincds, y la obligfHoriedad de mantener la señalización de las mismas mediante
bandas de terreno sin cultiva r o zanjas de al menos 1 m. de ancho o muretes de piedra del lugar, con-
cerrados y sin mortero, en aquellas zonas donde tradicionalmente se han seña lizado así, como el entor-
no de Fernandi na, aun cuando hayan dejado de constituir Lindes de propiedad.

Con respecto a las tra7.as urbanisticas se propone su mantenimiento y preservación frente a intervencio-
nes desarticuladoms o degradantes. En los núcleos menores se propone: en ¡sabela, la restitución de la
edificación demolida que configum la plaza; en Vista AJegre, mantene r la estructura o riginal, eliminan-
do las intervenciones degradantes de la época minera y las actua les como las naves de ga nado; e n
Ocho Casas, mantener la estructu ra origina l eliminando cerramientos y otros e le mentos degrada ntes.
Con carácter genera l, se establece la necesidad de articu lar los crecimie ntos posibles o previstos con la
estructura o riginal, evita ndo discontinuidades o alteraciones impropias.

Para los núcleos restantes, la Carolina , Navas de Tolosa, ¡sabela y Fernandina, un programa de rehabili-
tación de la edificación, en el que se inclu irán actuaciones específicas e n los ejes compositivos princi-
pales que incluya n también la adecuación de la pavimentación, recuperación del arbolado en donde
haya desaparecido y adecuación de las circu laciones peato nales y de vehículos.

Se propone igualmente la recuperación y restitución de la titularidad pública de los bie nes comunales,
ejidos, ocupados en la actualidad; en concreto, la recuperación del ej ido de Vista AJegre ocupado en su
totalidad y la parte usurpada del de ¡sabela, así como la clara seña lización de estos espacios y su ins-
cripción en el Registro de la Propiedad como bienes comu nales.

En lo posible, de acuerdo con los propietarios, se tomarán actuaciones tendentes a mantener y consoli-
dar pequeñas infraestructuras, pozos, albercas, fuemes, molinos, norias, etc. Estas actuaciones se pue-
den ligar a las propuestas tendentes a fomentar los usos recreativos e incluirán al menos e l Mol ino del
Renegadero, Molino del río La Ca mpana, Fábrica de Aguard iente, Molino del Goro, Molino de Magri-
lIas, Matadero Viejo, Fuente de Spis y del Colmena r, Fuente de la Olalla, Fuente de las Zorreras y Pozo
de ¡sabela. También se deberá estudiar la posibilidad de mantener los conj untos formados por noria y
alberca situados e n torno a La Carolina por su interés etnológico.

r 3 ARn(TL\CJO~ l"RBA.I'IrlA Con el fi n de corregir los efedos de la concentración de la po-


r. blación en el núcleo principal, sería conveniente posibilita r crecimie ntos mínimos, no dese-
qUilibradores, e n Navas de To losa, Fernandina e Isabela , y rehabilitar las aldeas abandonadas o degra-
dadas.

La ocupación paulatina, no sin resistencia, de las huertas por el desa rrollo urbano, aunque parece ine-
vitable a medio y largo plazo por estar limitado el crecimiemo de la ciudad en otras direcciones por las
caracteríslicas topográficas del terre no, ha supuesto y supone la pérdida de espacios de alta productivi-
dad y de un modelo muy interesante de ocupación-orga nización.

La ordenación de est."1 zona debería toma r en consideración estas circunstancias especiales y asignar
usos e intensidades de viviendas con huerto, zonas verdes, etc., que permitiesen compaginar pasado y
futuro.

Por otro lado, reconocida la existencia de una cierta demanda de vivienda de segunda residencia no
cubierta en e1 lérmino, se propone encau7..arla, posibilita ndo su localización en los núcleos menores,
considera ndo que las infraestruduras actuales tienen una cierta capacidad para acogerlos y adecuando
los nuevos desarrollos a la estructura urba na pf~x.istente y a las trazas del territorio.

/42
En todo caso se debe evitar la proliferación de viviendas aisladas, s iempre que no se lfate de rehabilita-
ción de edi ficaciones tradicionales. Suponen un especial riesgo en este sentido las zonas próximas a La
Carolina y emba lse de la Fernandi na .

Sería conveniente, por tanto, estudiar la posibilidad de permitir pequeflos asentamientos de segunda
residencia en algunas de las explotaciones mineras abandonadas, siempre que se cumplan las premisas
sigu ientes:

• Re-Jlización de estudio de seguridad y sellado de pozos y bocam inas.

• Rehabilitación si multánea de las instalacio nes más interesa ntes de la explotación, posib ilitando su
visita libre y uso d idáctico o cu ltural.

• Regeneración de las escombreras de acuerdo con las propuestas avanzadas, asignando un uso
forestal , deportivo, estancial , etc.

• Adecuación de la edificación de nueva p lanta a los tipos tradicionales y a las edificaciones indus-
triales del entorno.

• Se debe garantizar la existencia de acceso adecuado y de los servicios necesarios garantizando


que no se p roduzcan impaaos y vertidos.

• Limitar el número de viviendas máximo.

• Respecto al asentamiento de El Guindo, en función de criterios de oportunidad, medios económi-


cos, negociación entre los propietarios, inquilinos, ayuntamiento y organismos autonómicos (AMA,
IARA, etc.), podrían adoptarse las medidas siguientes: reconocimiento urbanistico del asenta-
miento como de segunda residencia , estableciendo tolerancias especiales que posibiliten la ade-
cuación de las edificaciones existentes; construcción de un número reducido a determinar, de
nuevas viviendas que posibiliten la o rganización de una mínima estrucfura y la obtención de
beneficios; loca lización de equipamientos básicos y reforestación del entorno; mejora genérica
de las infraestructuras básicas y del viario.

Con el fin de corregir las disfu ncionalidades detectadas en el sistema de equipamientos y espacios
libres sería necesario la instalación de pequeñas dotacio nes deportivas, de ocio, culturales o didácticas
re lacionadas con la naturaleza , e n las aldeas o su entorno próximo, junto a la creación de un s istema
de espacios libres de uso público a nivel territorial. Este estaña basado en la recuperació n de los ejidos
y vías pecuarias ocupadas, la creación de zonas estancia les en el territorio y la sustitución de los espa-
cios ocupados en La Carolina, así como en la creación de un parque de dimensiones s imilares en e l
Cerro de la Cruz d e caráaer suburbano.

Con carácter genera l, !ambién se plantea la adecuación de la red urbana de saneamiento de la Caroli-
na, renova ndo los tramos de la red histó rica en servicio y sellado de los tramos conocidos de aquélla,
p.u"J. evitar los problemas seflalados, o bien concentrando los afluentes en un número reducido de pun-
tos , para su depuración. Con carácter indicativo, se considera que una localización adecuada para los
equipos depurado res sería una zona degradada por las actividades extractivas en las proximidades del
Arroyo de los Pizarros, aguas arriba del Molino del Goro. En todo caso, debe estudiarse su ubicación,
considera ndo tambié n los vientos dominantes para evitar o lores en la ciudad, etc.

Pnra los núcleos menores, de lsabela , Fernandina y los q ue se puedan recupera r o construir, deberi'lIl
contem pla rse métodos de depuración "bltmdos", como lagunaje, filtros verdes, lechos de rurba, filtros
de arena, etc., de acuerdo con las características de l enlorno y el caudal a traIar.

/43
Respeao a las redes de energía eléarica y telefonía, debe controlarse la pro liferación de tendidos aé re-
os para evita r impactos pa isajísticos, estableciendo corredores aprovechando las "líneasfl o trazas terri-
toriales.

r 4 esos DEllTRRITORlO. Entre las medidas a adoptar para la potenciación de los usos tradi-
r. cionales la adecuación de los mismos con el fin de mejorar su productividad, esta ría el
y
fomentar, previo estudio de potencialidad, los usos forestales, considerando la existencia de zonas sus-
ceptibles de reforestación (zonas degradadas por minería y entorno norte de La Carolina), cuidando
siempre la selección de especies y los métodos utili7..ados. En todo caso, utiliza r el potencial existente en
la actua lidad mediante una explotació n racionaL

Así mismo, sería beneficioso para el área el potenciar las industrias ligadas a la explotación de los recur-
sos del territorio - mineros, maderas, cárnicos, etc-o

Con respecto a los servicios, se propone la creación de una zona para ellos adecuadamente estructura-
da e n relación con la autovía y sus carriles de servicio.

De acuerdo con los problemas y demandas detectados, parece necesario e l fomento de la utilizació n
del territorio con fines recreativos, culturales, deportivos y didácticos, sin que ello suponga merma de
la protección de los entornos de gran calidad existentes:

• Creación de pequeñas zonas estanciales en áreas de calidad ambiental, algunas tradicionalmente


utilizadas por los habitantes de La Carolina, y también en las vías pecuarias recuperadas o en las
zonas obtenidas de la regeneración de escombreras.

• El suelo utilizado será preferente mente público (recuperando vías y o tras zonas de dominio
público ocupadas), pero también se puede o btener por convenios, permutas o compra de acuer-
do con la capacidad de gestión y econó mica del ayuntamiento.

• En estas zonas se producirá una regeneración ambiental , eliminando impactos, mejora de la plan-
tación, ordenación de los epacios, delimitando accesos, aparcamienlos si es posible; también se
instalará un mo biliario mínimo integrado en e l paisaje y señalización adecuada.

Entre las zonas adecuadas para este uso se señalan las siguientes:

• Puente de los Cinco Ojos.


• Molino del Renegadero.
• Desembocadura del río Renegadero en el de La Campana.
• Molino de La Campana y Vado del antiguo Ca mino de San Lorenzo.
• Riberas del río de La Campana, junto a la carretera de La Aliseda y en la zona de las Suel1es de
Acero (fuente y manantial del Colmenar).
• Barranco de la Olalla junto a la carretera de El Centenillo.
• Zona junto al Pozo de lsabela.

Con la entrada en fu ncionamiento del embalse de la Fernandina se podrán determinar zonas adecuadas
para este uso bien comunicadas con las aldeas, posiblemeOle en las proximid1des de los antiguos cami.
nos desde éstas a Vilches. En su entorno se puede incluso posibilitar una aauación de mayor tamaño,
(acampada, club de vela o windsurO, estudiando previamente su impaao en las aldeas y e l territorio.

144
la mejora ambiental y de acceso de puntos situados en cotas elevadas con respecto a su entorno, desde
donde se divisa el territorio de forma privilegiada, contribuirá en gran medida a diversificar y enrique-
cer el uso de este territorio.

Dos puntos en las proximidades del núcleo principal reunen estas características y tradicionalmente se
han utilizado con este fm: el Cerro de la Cruz y el Cerrillo, donde se sitúan los depósitos de agua.

También el margen de la autovía en su tramo coincidente con la "Línea Ancha" disfruta de buenas vis-
tas hacia el sur y podría convertirse en un paseo arbolado.

En genera l, las aldeas ocupan lugares privilegiados en este sentido y por tanto deben cuidarse las
actuaciones en su entorno.

También sería conveniente, e n lo posible y de acuerdo con los propietarios, la recuperación de baños O
manantiales de aguas medicinales. En el término se conoce al menos la existencia de dos lugares de
baños, con manantiales de aguas sulfurosas, situados ambos junto al río de la Campana. El más impor-
tante es el denominado Baños del Sordo.

Aun cuando no pertenece al ámbito de estudio, debe citarse por su relación tradicional con éste La Ali-
seda, balneario de gran importancia en el pasado, hoy en ruinas, enclavado en un paraje de gran valor
y belleza. Debería recuperarse al menos el entorno con fines recreativos, de manera coordinada entre
Santa Elena y La Carolina.

En esta misma línea didáctico-recreativa se incluyen los trayectos y recorridos ecológicos, peatonales, a
caballo, o con vehículos especializados, en los que se utilizarán las sendas, caminos históricos y vías
pecuarias ya citadas, bien señalizados.

En el caso de las minas sería interesante utilizar, al menos en parte, el trayecto del antiguo ferrocarril La
Carolina-Puertollano, siempre que se alcanzase un acuerdo con los propietarios actuales.

r
r.
5 REGl ¡lACIO~ l\ORMA11VA Con respecto a la protección de espacios y elementos de ínte-
rés y la regulación de usos, sería conveniente que el planea miento incorporase especificacio-
nes y normativas y determinase gráficamente al menos:

/rifraestrnClums de valor etnol6gtco están presente por todo el


territorio.

/45
• La áreas delimitadas por el p.E. r .M.F. de la provincia y la normativa específica sobre compalibili-
dades, que en el citado documento se seña la.

• Las zonas menores señaladas en propuestas anteriores bien se'cl por su va lor ambienta l, paisajísti-
co, recreativo e histórico. En este caso se establecerán determinaciones normativas específicas de
protección y control en el establecimiento de edificaciones, y otras instalaciones e n un e ntorno
determinado, de acuerdo con las características de cada tipo de zona.

• La red de caminos y vías pecuarias ya definida. Se incorporará además e n normaliva la 9bligato-


riedad de solicitud de licencia para el vallado de propiedades que lindan con estas vías. También
se aplicará esta precaución cuando se trate de restringir el paso en veredas y sendas ( que crucen
p ropiedades privadas) utilizadas tradicionalmente.

• En las trdzas territoriales históricas, se incorporará la obl igatoriedad del mamenimiento de las mis-
mas, bien sean caminos ("líneas") o simples linderos de propiedad. Esta obligación permanecerá
incluso cuando se p roduzcan agregaciones de fincas y se adecua rá a lo ya señalado.
También toda imervención en e l territorio, edificación, obras de infraestructura , segregació n o
agregación de fincas , deberá estar siempre supeditada a la recuperación y/ o mantenimiento de
las trazas.

De igual modo, tiene un s ignificativo inte rés la recuperación de las pequeñas infraestructuras de valor
etnológico presentes e n el territorio, especialmente molinos, pozos, norias y puentes.

En los núcleos fundacionales y espacios comunales asociados, se propone igualmente la protección de


las trazas urbanísticas originales y de los ed ificios de interés. En esta línea se considera necesario deli-
mitar entornos de acuerdo con las características de cada uno, en los cuales se establecerían unas con-
diciones determinadas con respecto a las edificaciones de nueva p lanta, vallados, etc.

También se debería establecer claramente la obligatoriedad de solicirud de licencia para la ocupación o


vallado de una parte de los espacios comunales, au n cuando sea temporalmente.

En el caso de los e mbalses y sus ámbitos de protección se definirán claramente las limitaciones a la edi-
ficación y se seña larán los lugares de localización más adecuada para las instalaciones de carácter
recreativo.

El Guido, ejemplo de recuperació,¡ de pobIamiemo


d ls/NmO para IJilJiellda de segunda rtSldencio .

146
De acuerdo con las premisas anteriores, se propone establecer unas condiciones restrictivas en cuanto
a la defmición del núcleo de población, excepto en el caso de que se trate de rehabilitación de edifica-
ciones existentes o se relacionen con la recuperación ambiental de zonas muy degradadas por las
explOlaciones mineras. En este caso se podrían establecer incluso tolerancias especiales que rentabili-
zasen la operación garantizando la regenemció n del entorno. En cambio, en zonas de especial protec-
ción, se p ropone q ue la edificación del núcleo no permita más de tres edificaciones destinadas a vivien-
das en un radio de 130 m. (a proximadamente la mitad del lado menor de la suerte). Además se debería
establecer la prohibición de situar viviendas de nueva planta a menos de 700 m. de un núcleo, ciudad o
aldea, ya menos de 500 m. de la línea de máximo nivel de los emba lses existentes.

Por otro lado, se propone definir la parcela mínima edificable de acuerdo con las características de la
parcelación de la zona. Así, al margen de las condiciones particulares que se establezcan en determina-
das zonas, se estima que debería señalarse como tal la de d imensión igual a 1'2880 Ha. o quiñón.

Con el fin de evitar impactos en el medio natuml o en los núcleos considemdos de interés, se deberá
incluir en la normativa urbanística la obligatoriedad de rea lizar Estudios de Impacto Ambiental al me-
nos en aquellas actividades seña ladas por el P.E.P.M.F. En tocio caso, se propone señalar claramente la
posibilidad de denegar una licencia en base a consideraciones estéticas de la edificación o a la entidad
del movimiento de tierras, destrucción de especies vegetales de interés o destrucción de elementos
señalados de la colonización.

/47
Notas

(1) Capel Margarita, Manuel: La Carolina, capital de las Nuet.JaS Poblaciones. Jaén, 1970. Citando a Le Mercier de
la Riviére.

(2) Real Decreto 10 de junio de 1761:· ... expedido para hacer caminos rectos y sólidos en España que faciliten el
comercio de unas provincias con otras dando principio por los de Andalucía, Cataluña, Callcia y Valencia ... "

(3) Según el Catastro de Ensenada, España contaba con 8'5 millones de habitantes. En esa fecha Francia tenía 25
millones, Alemania 20, los Estados Italianos 15 y el conjunto de Europa 130 millones.

(4) Capel Margarito, M.: Op. cit. Citando a Campomanes e n 1764.

(5) Memorial y Capitulación de 18 de octubre de 1766 para introducir seis mil colonos, todos labradores y artesa-
nos, de religión católica y de nación alemana y flame nca.

(6) Sánchez Martínez, Carlos: ~Breve estudio de la Prehistoria de la comarca de La Carolina". S.E.e. La Carolina,
1982.

(7) Corchado Soriano, Manuel: ~Pasos naturales y antiguos caminos entre Jaén y La Mancha". I.E.C. nQ 38. 1963.

(8) A.H.N. Inquisición, leg. Q 3.612-1. Octubre 1767. Carta deJosé ca. de León y Pizarra a Campomanes.
(9) Idem.

(10) A.C.S. Hacienda, leg5/4%.

(11) Barrios Aguilera , M. y otros: "La renta de población del Reino de Granada como elemento diferencial: la
visión de los clásicos". Actas del 11 Congreso Histórico "Carlos III y las Nuevas Poblaciones". La Carolina, 1986.
Córdoba, 1988. Tomo III , pág. 31 1.

(12) El precedente más inmediato lo constituyen las poblaciones fundadas por el Ca rde nal Belluga a principios
del siglo XVIII: Dolores, San Felipe y San Fulgencio.

(13) Preámbulo y artículo nO 25 de la Real Cédula. Instrucción y Fuero de Poblaciones. 25 de julio de 1767.

149
(14) Idem. cil. Artículo n1l 32.

(15) Idem. cito Artícu lo nll 5.

(16) Idem. cit.Artículo nll6 F.

(17) Idem. cit. Artículo nll 15 F.

(18) Idem . cit. Artículo nos. 11 , 12, 13, 21 , 22 Y 26.

(9) Idem. cit. Artículo n!,ln.

(20) Idem. cil. Artículo n!,l 28.

( 21) Idem. dc Articulo n1l 75.

(22) Pactos enfiléuticos: cesión perpetua, o por largo tiempo, del dominio útil de un bien, mediante el pago anual
de un canon al que realiza la cesión, que conserva el dominio directo. Si éstas se incumplen, se produce comiso
(ruptura del pacto) y el bien vuelve a la Corona, que detenta el dominio directo o real.

(23) Fuero de Población. Artículo nll 12.

(24) Idem. Artículo nll 27.

(25) Op. ciI. Articulo nos. 49, 50, etc.

(26) A.G.S. Hacienda, legll. 496. Carta de Miguel de Jijón a Muzqu iz. 10 de septiembre de 1767.

(27) Fuero de Población. Artículo nll 47.

(28) A.H.N. Inquisición, leg. 1I 3.606~J. Citados expresamente por Campomanes en la Respuesta Fiscal de resultas
de la visita de O.José Pérez Valiente (1769). Madrid, 17 de julio de 1769.

(29) Bemaldo de Qu irós, Alcázar Malina , Capel Margarita, Caro Baraja, etc.

(30) A.C.S. Hacienda, leg.lI . 496 o ll n . Carta de Pedro Montenegro a Muzquiz. Bailén, 18 de agosto de 1767. Ruiz
Martínez, Isidoro: "Fau na y Flora de La Carolina". S.E.c.la Carolina 1986.

(31) "Se supone que los primeros vestigios de labores mineras en esta zona se remontan a tiempos de los cal1agi-
neses~. Mapa Geológico de Espana. la Carolina. Hoja 884. I.G.M.E. Madrid 1976.

(32) Op. ciI. Mapa Geológico de España. la Carolina, hoja 884. I.C.M .E. Madrid, 1796. pág. 39.

(33) Ayuntamiento de la Carolina. Mojonera General de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. 1771 .

(34) Capel Margarita, Op. cit . Cap. V. pág. 166 Yss. A.H.N. Inquisición, leg.1I 3.612-1. 1767.

(35) Cartoteca del Ejército. Servicio Geográfico Militar (S.C.M.) nll 91. "Mapa del Reyno de Jaén" por D. Tbomas
I..6pez. 1761.

(36) Servicio Histórico Militar (S.H.M.), sin fecha ni datos de autor.

(37) Camacho Rodríguez, Jesús A: Lo Iglesia y las antiguas propiedades de Sierra Morena. La Carolina, 1985.

(38) Sena Medina, C uillenno: "El Convento Carmelita de la Penuela, embrión de la Real Carolina". Actas del [
Congreso Histórico. la Carolina, 1983. Córdoba, 1985.

150
(39) Corchado Soriano, Op. cit.

(40) Mapa Topográfico Nacional. J.G.N. Madrid 18985. E: 1/ 50.000.

(41) S. H.M. "Mapa de una pane de Sierra Morena .. " y Mapa Topogr.ífico NacionaII.G.N. Madrid. 1895.

(42) A.H.N. Inquisición. legv. 3.612-1. 1767.

(43) A.H.N. Gobernación. leg!!. 339-1. Agosto 1778.

(44) Introducción del Fuero de Población.

(45) Articu lo nll52 del Fuero de Población.

(46) Palacio Atard, Vicente: u/s Nuevas Poblaciol/es wu!c/ll/ztlS de Carlos /l/. Monte de Piedad y Caja de Ahorros
de Córdoba. Córdoba, 1989.

(47) Instnlcción de 6 de juliode 1770.

(48) Palacio Atard, Vicente: Op. ej¡.

(49) A.G .S. Hacienda , leg.o 497. [)Q 675. Cuenta General y Relación de Thürriegel sobre el número de colo nos.
desde 3 de octubre de 1767 a 31 de ju lio de 1769 (final de la contrata): colonos llegados 7.6f57: rechazados 366:
colonos admitidos 7.32 1.

(SO) A.G.S. Hacie nda , lega 4%. Carta de Jijón a Muzquiz. 3 de febrero de 1768.

(51) A.G.S. Hacienda , lega 497. l)U 304. Carta deJijón a Muzquiz. 11 de 3g0StO de 1768.

(52) A.GS. Hacienda. legO500. DO 11 J. 21 de octubre de 1748.

(53) A.H.N. Inquisición, legll 3.603-2. ~ Resumen de lo que hay en todas las Nuevas Poblaciones".. 1769. Inclu ye
Sierra Morena y Nueva Andalucía.

(54) A.G.S. Hacienda. legO497. DO. 362. Visita de José Pérez Valiente. Primavera de 1769.

(55) Instrucción de 6 de ju lio de 1770: "y eX:1Il1inen todos los medios posibles de conseguir con decoro la reduc-
ción de aquellas ideas, limitándolas a lo más seguro y fácil de conseguir" ...

(56) A.H.N. Gobernación. leg'l 328 nO 8: La Peñuela , capital de Nuevas Poblaciones y cambio de nombre por La
Re-.tl Carolina (22 noviembre 1770).

(57) A.H.N. Inquisición. legO3.610.

(58) A.C.S. Hacienda, le~ 496. DO 433.

(59) S.G.E. Sin fimla. Por su forma y contenido parece perteneció:1 la respuesta enviada a D. Thomas lópez par..
s u DicciO/ltlrio Geogr(ifico, cuyo original se conserva en la Bibliotec l Nacion3!'

(60) Por eSla fecha ya se había fund::tdo Almumdiel en La r-.'lanch:I, incorpor::td::t posteriormenle:l la Intendencia
de Sierro Morena a efectos administrativos.

(6 1) A.H.N. [nqllisición , legll 3.601. C::trta deJijón :1 Ig:lfeda. 15 diciembre de 1767.

(62) A.C.S. Hacienci:l. legll 496. D2 72. 18 de agosto de 1767. C3rt:1 de j\'lo nlcnegro a Muzquiz: n ..• un convento de
Carmclilas Descalzos que sirve de desierto a la religión, con el nombre de 1.:1 Peñuela , que le dio el terreno. cuya
extensió n, frondosid:ld, hemlosur..l y ensanche convida a su disfrute. Las :lgll:IS de que cSC".Isea a la vistll esta sie-
m i , no sedn cu:.1se puede desear pero me persuado no falten l:Is precisas. po rque se extc-;Ihen de los pozos, sin
gast:.r un palmo de cucrda c n los calderos o pozales y ofrecen po r lo mismo el poderse extra her en los terrenos
más baxos y beneficiar alguna pane de 13 que allí será primera població n ... ".

(63) A.H.N. Inquisición , legll 3.601. Memorial deJijón a Francisco de Vian::l (visitador). 24 de junio de 1768.

(64) A. H.N. Inquisició n, legO3.604- 1. Relación de empIcados en 1768.

(65) A.G.S. Hacienda, Ic~ 496. 00 46 1. Ca na de Jijó n a Muzqlliz de IS de agosto de 1768.

(66) A.H .N. Gobernación, legO328. nOS. Si bien se había propuesto con anterioridad (julio de [768) en cana de
Jijón a Muzqu iz. la propuesta definitiva la hizo Obvide en cana a Muzquiz de 22 de noviembre de [770. En ella se
proponía que La Pc ñuela se denominase Regi:l C:lrolin:l; Arquillos, CampomanÍ3 : S:mta Elena , Aranda del Presi-
dente, y Guarro mán , Muzquía.

(67) AG .S. H:.cienda, Icgo 498. ¡y. 343. "Estado de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en los 111 de agosto
de 1774" fimlado por Ondea no.

(68) A.H.N. Gobernación legll 334. Cana de 10 de marl.O de 1817 de Po lo de Alcacer al Secretario de Estado del
Oep¡lnamento de Hacienda : las aldeas de 5° y 60. departamentos de 1..'1 Carolina no tienen nombre y propone para
la primera Isabela y Fernandina par... la segunda. en honor de S.M. Fernando VII y su hija Isabel.

(69) A G.S. Hacienda , legO4%. DO491 Cana deJij6n a Muzquiz de 21 de septiembre de 1768 " ... adjunto plan que
demuestra el repartimiento y figura de las suertes que ocupan los colo nos ... • ( El plan no fi gura en la d ocumenta-
ción del archivo).

(70) A.H .N. Inquisición, lego 3.603-2. "Resumen de lo que hay en ¡odas las Nuevas Poblaciones". 1769.

(7 1) AH. N. Inquisición . lego 3.605- 1. "Est:ldo Geneml de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena ", 177 1.

(72) A.G .S. Hacienda , lego 498. 0 11 343. "Estado de las Nuevas Poblaciones de Sierra. Morena en 1° de agosto de
1774".

(73) A.G.S. Haciendll , legO498. l)II432. "Estado de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en 1° de noviembre
de 1775-.

(74) Coronas Tejllda , Luis: "Los colonos de las Nuevas Poblaciones de Sierr..l Morena, según documentació n ecle-
siástica de 1779-80" Actas del I Congreso de Nuevas Poblaciones citando le~ S- Il- 19A y 5-11-1 9B de A. H .O.J.

(75) A.H. N. Gobern:lCió n, legll 278. nO. 2. "Estado que manifiesta el nll de familias eSlablecidas para. el to tal de Sie-
rm Moren:I".

(76) A.H .N. Gobernación, leg1l 373. n1l 2. Informe de O. Tomás de Carvajal en 1797.

(77) A. H.N. Inquisición. l e~ 3.603-2: "Veci ndario de La Carolina segú n las malrículas de este año 1776".

(78) A.H .N. Gobcrnllción, lego 278. n1l 2. año 1789.

(9) AH .N. Gobernllció n, lego 373. nO2. "Exi.sten en L... Carolina 264 casas, con 474 familias, de las que hay q ue
descontar las destinadas a usos püblicos y:1 gentes acomodadas que no gUSlan de tener vecinos. Quedando poco
m;ís dc 100 casas paro. más de 300 familbs".

(SO) A.G.S. Hacienda legll49S. DO332.29 de noviembre de 1773. C:ma de Olavide a Muzquiz. Cila los problemas
p3r.1 asentar a los fabrica ntes por falla de casas y alIaS alquileres que se piden, señalando la necesidad d e cons-
truir cas....s nuevas.

152
(SI) A.H.N. Inquisición, lego 3.604- 1. Relación de Empleados en 1768 y c.lna de Jijón a Ola vide. 18 de enero de
1768.

(82) El no mbre se mantiene e n b actualidad.

(83) A.H.N. Inquisición. Carpeta nO4: dibujo de Pérez Va liente. 1769.

(84) S{¡ nchez Fr::mcisco y Carlos: ·Un plano del siglo XVI II: datos para la Historia Antigua Carolinense. S.E.e. La
Caro lina, 1982.

(8S) A. H.N. Inquisición, legll3.604-1. Carta de Jij6n a Olavide de 18 de enero de 1768. "Por lo común vemos que
los ingenieros de profesión son [an animosos ... (que cuando ponen) ... sus miras y lirJ.n sus líneas, sólo por la
v:midad de tir3 r1as reCiaS y de una lontananza cuando les sea posible, a costa de inmensos caudales. quieren fo r-
ZlIf la nalur:.lleza, leva ntando grandísimos promontorios de material en los arroyos y barrJncos y quebr;¡das, y así
mismo quieren rom per y rompen unos elevados cerros y pro mo ntorios q ue cedan y den pasaje a sus líneas rec-
t:I S.,,~ ~Si el ingeniero se hiciese cargo de que ... se podían evitar, torciendo un poquito sus lineas ret1as,,,. se
ava nza ría en obras ... a muy poco menos costo".

(86) A.H .N. Inquisición, lego 3.605-1. 177 1.

(87) S.G.E. "Explico¡ción :11 plan ignográfico de La Carolina" por D. Cayetano Delgado y D. Juan de Dios Sevilla del
cuerpo de E.M. 1846, en que se dice que es copia del realil.ado por Ola vide.

(88) A.H.N. Inqu isición, lego 3.6 11-2. "Relación de gastos de 23 de agosto de 1776" y "Relación de gastos corres-
pondiente al :1110 1774·:
- Maestro Arq uileoo y ." Ia yor de Obras de estas Poblaciones: Juan B. Nebroni.
- Maestro j\'la yor de Obras: Jorge Barberi.

(89) M:mínez Ca ro, Ca rlos: Op. cil.

(90) Chueca Goitia, Fernando: "La época de los Borbones" en Res/lmen Histórico del Urba llismo Espmiol. LEAL
Madrid, 1987.

(91) A.H.N. Inquisición, ca rpet:1 4.

(92) S(mchez Fem ández, Fco. Javier y otros: "Proyecto y desarrollo de L1 Carolina, capital de las Nuevas Poblacio-
nes de Sierra Morena y Andalucí::¡". AOas del 1 Congreso. Córdoba, 1985.

(93) Idem.

(9-1) Benévolo, Leonardo: Op. cil.

(95) S. I-I .M. CartOleca. Provinci:1deJaén. 1779. Ca rlos I..emaur.

(%) T~' rakowski , Konrad: · Principios del ordenamiento espacial al colonizar la Sierra Morena entre 1767- 1835. Un
aná lisis geográfico". Actas del r Congreso. Córdoba, 1985.

(97) A.H .N. Inquisición, legll 3.604-1. Ordenes e Instrucciones de Antonio Blin. Enero 177 1.

(98) A.H .N. Inquisición, legl' 3.6 11-2 "Relación de sueldos". 1776.

(99) A.G.S. Hacienda, legl' 503. [)1I60. 1791.

( 100) A.H .N. Inquisición , lego 3.604- 1. Calla de Lázaro Angula a Olavidc. Noviembre de 1770.

( IOI)A.G.S. I-J:¡ciend:l, legil496. [)1I461. 1768.

/53
(02) A. H.N. Inquisición. leg" 3.6 11-2. Cart:! de Obvide a !lonz. 21 de septiembre de 1775.

(103) A.H.N. Gobemación, legO 332. Exp. 16. 1822.

( 104) AC.S. Hacienda, l('gU502.0° 72. Cartl! de Estech a G:Udoqlli. 22 de febrero de 1795.

(J05) A.H.N. Inquisición. legll 3.604- 1 "Proyecto de Camino entre Venta de Linares y Fuente de Sa ma Elena" , sin
fech~¡ pero anterior a 1772.

(06) A.H.N. Inquisición, leg 3.604-1 "Demostración de bs ventajas del Camino Nuevo entre $,mta Elena y Santa
Cruz por Aldeaquem'l(hI~. Sin fecba.

(107) A.H.N. Consejos, leg1l 761. Exp. n" 9.

(JOS) Los caminos importantes arrecifados: piedra apison:lda, el resto de (ier["3. Unicamente el Camino Real de
M:ldricl en el tramo :trreglado por Carlos Lem:lllr era de mejor calidad técniG!, con alc:.ml:!rillas, afirmado del terre-
no, etc.

(109) Eltamano se ha estimado poniendo en relación el número de individuos con el de familias en un período
detcnninado.

(1 10) A.H.N. Inquisición, lego 3.605-1.

(111) Palacio Alard, Vicente: Dp. cif., p3g. 37.

( 11 2) Se establece relación directa entre el n Q de familias y la pobbción activa, lo que no es totalmente cierto,
pues se conoce la existenci:t de mujeres e hijos de colonos dedicados al trabajo en las f;'ibricas o en la seda. Si n
ernb:trgo, como aproximación al carJc\er de la población se conside,,¡ v31ido el supuesto.

(113) A.H.N. Inquisición. lego 3.605-1 . Estado General de Nuevas Pobbciones de Sierra Morena, 1771.

(114) A.H.N. Gobemación, le¡f 278 n" 2.

(1 15) lclem.

(] 16) A.H.N. Gobemación. leg" 330. n" 13. "!\'Iemorial de los encargados del cuidado y adebnto del plamío de
vij'las". 28 de septiembre de 180 l.

(1 17) A. H.N. Gobernación, leg" 2.738. Carta de Ola vide a Aranda. 1771.

( liS) A.H.N. Gobernación, leg" 2.738. Total de I3s cosechas de granos y semillas según el d iezmo que tuvo princi-
piocn 17S1 a 1769.

( 119) Palacio Atard, Vicente: Dp. Cil.

(120) A.H.N. Gobernación, lego 332. nU 5-6. "Danos sufridos por Nuev:ls Poblaciones por vicisitudes de la guerra
desde 1808 H 1815". Polo de A1cocer. 10 de febrero de 1815, en reales de vellón.

(121) "Cuartos carniceros~: dehesa que se arrendaba a un ganadero del que no se exigía el pago en dinero, sino
en número de cabezas de g:mado destinadas al suminislro y consumo de Nuevas Poblaciones.

(122) A.H.N. Cobe rn ~lCión. legll 278. n!) 2. 1788.

( 123) Palacio Atard, Vicente: Dp. cil., p3g. 63.

( 124) A. H .N. Inquisición. leg!) 3.605-1. 1771. Algunos datos corresponden a 1770.

154
(125) A.C .S. Hacie nda, le&9 498. 1)9 330. Ca rta de 01:tvide a Muzquiz.

(126) Olavide pretendió que la industria textil suministrase unifonnes al ejército de Andalucía. Existen en e l A.H.N.
CHlas, muestras y bocetos (figurines) al respecto en diversos legajos de la Sección Inquisición de fechas diversas.

(127) A.C.S. Hacienda, legQ 498. D9 432. -Estado Ceneral de las Nuevas Poblaciones en )9 de noviembre de 1775.

(128) Relaño Martínez. MI. y Rivera Mateas, M.: ·Población y estructuras productivas de las colonias carolinas
según el Estado Genernl de 1775K • Actas del 11 Congreso. La Carolina, 1986. Tomo 1. Córdoba, 1988.

(129) Rodriguez Simarro, Ana W. y Rosero Roldán, Rafael: -La producción de la seda en La Carolina en 1792".
Actas del 11 Congreso. La Carolina, 1986. Tomo J. Córdoba, 1988.

(30) Palacio Atard, Vicenle: Op. c it .

(31) Madoz, P.: Diccionario Geográfico ... : Andalucía. La Carolina. Madrid, 1846.

(132) A.H.N. Gobernación, leg' 332. nO 16. ~Esl.ado que demuestra aproximadamente los valores y productos de
todas las fincas urbanas y rurales que pertenecen a la nación ... - 23 de junio de 1822.

(33) Pl:tno de Ampudia y Valdés de la Feligresía de La Carolina 0794-97).

(34) A.H.N. Gobernación, leg' 334. nO 17. La Carolina. 30 de diciembre de 1814. -Se dedicaron a extnler el metal
de algunas de ellas (minas plomizas) por la penuria a que se han reducido los tr.J.bajos de brnceros en esta colonia
a causa de la decadencia que ha sufrido en la des:tstrosa época pasada; sin cuyo auxilio, O se habrlan visto preci-
sados a emigrar de este nuevo establecimiento (en detrimento de la empresa) o se mirarían reducidos a la miseria
con la mina de sus familias" .

(135) Fuero de Población. Artículos nos. 51 y 52.

(13(5) Intendencia: Intendente General, Contador, Tesorero, Oficial fI.·layor de Contaduría, Oficial Segundo, Oficial
Tercero e Interventor de Pósitos, Secrel.ario de Intendencia , Oficial y Administrador de Pósitos, Inspector de los
Departamentos y Comandante de la Población, Escribano de Intendencia , dos Guardas del Campo y Montes, Jar-
dinero. Inteligente en Cultivo de Morerns, Maestm Hilandera. dos Maestros Alarifes, Relojero.
H ospil~¡[ Generdl: Administrador General y Encargado del Almacén de Utiles de la Real Hacienda, fl.lédico , Ayu-
dante de Cinljano, Practicante, Enfermero Mayor, Enfennero, Enfermera, Cocinero, Lavandera.
Juzgado: AJc31de Mayor, Algll3cil M:lyor, Escribano, Escribiente, Alcaide de la Cárcel, dos Mjnistros Ordinarios.
Iglesi3: Capellán Mayor. dos Capellanes, Organista, Sacristán y Maestro de Primeras Letr.l.s.

(37) A.H.D.j. Lego S-II- 19A Y5-11-1913. En 1779,40 hombres (1 teniente y 39 soldados) en L"l Carolina. En 1780. 12
hombres. No h3y qlle olvid3r tampoco la utilización de ("ropas en los primeros trnbajos de colonización.

(138) A.G.S. Hacienda , legO: 496. [)O 491. Carta deJij6 n a Muzquiz. 21 de septiembre de 1768.

(139) A.H.N. Inquisición, leEf 3601. n9 9. "Peñllela. Pbn del Primer Departamento". Noviembre 1768.

(140) A.H.N. Gobernación, leg" 278. nll 2. 1788. Cita de Ondea no. Puede que se tr.l.te de una interpretación O justi-
ficación ":1 posteriori-.

(141) Dalmau, J.: Aritmética 1931. Equivalencias entre medidas antiguas y sistema métrico decimal. Dirección
Genera l del Instituto Geográfico y Eswdístico. Z:l.mor:l.: 4.800 varas cuadr:J.d.as por fanega (citadas por Suárez
Gallego, Op. cil.)

(142) A.H.N. Gobernación, leg' 2738. Infornle de Olavide a Aranda. "A etda uno de los que se h:lbía repartido una
suerte de la C'dbida expresada (800 x 300 vards), se le dará Olr<l de la mism:1 (en el lugar que elija), pero que no se
dará h:"lsta que no haya conclll ido la primera-o

155
(143) A. II .N. Gobemación. legO 2.738. [nfOnlle de O b vide a Ar.!nda. Inl.

( 144)A.II.LG. legO 214 1)0 1632. -Auto que regul:i l:i sucesión de bienes procooemcs ele colonos lib res y ex t~lnje­
fO..'j • • Dado porOnelc:lno en La Carolina a 20 de agosto de 1790.

( 145) ¡\ Iadoz. Pascua l: Diccionario: P1II1idojl/Clicial de U f Carolina.

( 146) A.lI.LC. Lego 57 1)0 624 y SS.- diversos ex¡x.'1:liemcs de obms municipales a p:lTtir de 1880.

(147) S:mz Monsalve, Pedro: Memoria Higiénica de la Cilldad de l..a Carolil/a. M:ldrid, 1905. Ú lpítulo 11: Al imentos.

(l ,j8) A.I [.N. Inquisición. legO3.604-1- 1768.

( 149) A.G.S. Hacicnd:1, legO 467 DO86: "[nslnlcción que han de observa r los alcaldes ped áneos de bs Nuevas
Pobl:lcioncs de Sie~1 "" Iorena". Ola vide Ino: Control ele incendios y ele tala ele encinas u otros árboles.

([;0) A. H.L.C. Lc.:gIl2.218-18~3: La Sociedad "' I ine~ Sama M:lria solicita peml iso para callar maderl en Nava Mar-
tina ck stinada a bs minas.

(1 ')1) Ruiz ,\ lar1inez. Isidoro: "F:1llll:l y Flo"l de La C:l ro lin:l " -S.E.c. La Ca ro lina. :986.

(152) S:Jnz i\lonS;.llve. Pedro: op. ciJ.

(153) INE. Somellcltifor. Pro\-inci:!. deJac!n. 1981.

( 15-0 A_H_LC. Diversos expedientes de protesta ele los P:1storcs )' ganaderos.

( 155)Pl:mo topogr-.ífko. hoja n1l 8&-l_ IG N 1895.

(156) Sanz ¡\[olsalve. Pedro: Op. eil.

(157) S:IIl Z ¡\ loI5al\'c. Pedro: Op. cj¡.

(158) A par1ir de 19 16 proyecto :tsumido por el Est:tdo.

(159) 1\lolina Veg:l. A: .I/i1wrfa y actil'idades emprest/l;a!es cm el dlsll;IO minero Lil/ares-La Carolina; !a Socic.'Clad
Miuera HE! GUil1do~ /899-1920. úimaI':1 Oficial de Comercio e Industria de Jaén. 1978. pág. 38.

( 160) Ver datos demog~íficos del período de colonización h:tsta 1835.

( 16 1) Nosc dispone de d:ttos estadísticos pero aparecen comemarios sobre este hecho histórico.

(162) Par.! el análisis de la estructuI':1 por ed:ld y sexo no se dispone de datos :tnteriores a 1875 y dUI':1nte el perío-
do 1900:1 1960. Por Olm par1e. para b elabor.lciÓn de I:Is pirámides se ha intent:ldo homologar los gnLpos de edad
a fin de hacerlos compa"lbles.

( 163) Debido:1 la :lmplilUd de los intervalos de edades. el análisis de la evolución de las eSlnLctu~s de la pobla-
ción tiene un car:íctcr genem l.

( 1&1) Probablemente p:lI':1 los datos de 1857- 1900 la pob1:tción potendalmcnte ac:tiva esté infraestimada :11 ser
conceptos muy distintos :1105 actuales.

(165) Los d:llús c.:~t:l dísticos se h:1Il elabor:ldo por las cifras que o frecen texlOS 09(0) y censos del [NE (1960-
1986),

( 166) ¡\l. Cabanes Fuentes: la actividad iudllslda! y comercia! de la provincia deJaell y Sil dislribllciÓI/ geogrrifi-

156
ca. 1979. Cámara Oficial de Comercio <.le Jaén . A partir de los datos ofrecidos por el autor se h:1 elabor.ldo un por-
centaje par:.1 :m:ll i;r...;tr l:l importancia de cada rama industrial respectO altot:11 de licencias municipales.

( 167) Arroyo L~pcz y otros: J!.Sllldiogeoecol1ómico de la Provincia dej{./(!I/ . . Cámara Ofici:11 de Comercio de Jaén,
1976.

( 168) Equipo Almagerit: J!.studio de la problelllállca supramunicipal del ámbito de influencia de la ciudad de
jaén. CETU 1988.

(169) A.H.LC. Indicc de propictarios. Sin fech:l . aproximadamente 1911.


A.H.P.). Delegación de Hacienda. Catastro de Rústica . La Carolina. Padrones, 1910.

( 170) A.H.P.J. Delegación de Hacienda. Catastro de Rústica . La. C:lrolina, 1948.

(17 1) En los censos y padrones es poca la superficie directamente relacionada con la mineria, debido a que buena
parte de [os terrenos se arrendaban, figurando a nombre de sus propietarios. Además estos terrenos :Lparecen
asignados a otros usos, como monte bajo o pastOs.
Tampoco se pueden uliliZ:lr los listados de concesiones y denuncias de minas, pues prácticamente cubriñan el
término, y no todas se explotaban finalmente.

( 172) r.·lolin:l Vega, A: Dp. cil., pág. 109.

(73) A.H.L.C. Legll 107. D° 201-1842.

( 174) A.H.L.C. Legll 107. [)9 278-1926: Expediente de solicitud delimitación extensión del ejido de Vista Alegre.

(175) A.H. L.C. legO 107. J)9 279-1931: I3ienes Comunales.

(176) A. H.N. Gobernación, legO 330 nll 13: los quiñones repartidos en 1801 en La C:lrolina fueron "de:l dos f,me-
g:ls cada uno~ (fanega de margo real - 0'6439 H:L).

(177) Según los c:ílculos de Polo de Alcocer, las suenes er.tn de 28 fanega s: por OtrO lado los quiñones (2 fanegas)
sc adjudicaron en lotcs de 2 normalmente, por tanto la suerte se dividió en 7 lmes igu:lles para su repano. Poste-
riOnllente el nombre de quii'l6n se ha aplicado a esta unidad de 4 fanegas (2'5760 Ha.) en la que se puede cultivar
176 ó 177 olivos.

(! 78) Si bien no son muy numerosos. existen otros asentamientos pbnifiCldos: Mancha Real. Los ViIl:ues. Valde-
peñas deJaén, ele.

(179) FOIornosaico escala 1: 25000 del Territorio de la Comunidad Autónoma Andaluza. C.E.T.U . 1986.

OSO) Clasificación utilizada por el P.E.P.¡\·I.F. de Jaen . .Junta de Andalucb.. c.O.P. y T. 5e\'ilia. 1988.

(18 1) Caudal estimado de acuerdo con la formula q.,R (K.Q. H) utili7-3cb. en el PGOU de Jaén de 1986
q - Cauda1 de agll:ls negr.ls venidas.
Q - Caudal medio de agua pot:lble consumido (cstim:ldo en 260 litros/ habit:mtes/día).
K - Cocficieme de tr:msfonnación c:luclal medio en máximo instantáneo (2'5 estimado).
R - CCM:ficicnte de reducción agua potable al tr.lnsforrnarse en agu:ls negr.ts (eslÍmado O'1). H - 11'1. de habil3mes.

(182) Datos de 1981 , pero consider:l mos que 1:1 situ3ción se h3 mantenido o en todo ClSO ha aumentado en con-
centración en el núcleo principal, en detrimento del hábitat disperso.

(183) I.G.E. Plano Topogr:.ífico Nacional. Hojas 862, 864 y 865 año 1985.

(184) Incluye consumo humano y pane proporcional de servicios urbanos. industriales. etc.

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JUNTA DE ANDALUClA
- Map:1 Topogr-.ífko. Esc-dla 1:25.{)(X)
- Mapa de La Ca ro lina. Esca la 1:2.000
- Fotomosaico. Esc-.Jla 1:2S.()(H)

CENTRO D E GESn ON CATASTRAL


- Catastro d e Rústica
- Catastro de Urbana

SERVICIO HISTOIUCO MI LITAR


- Cartol eca Histórica

SEM INARIO DE ESTUDIOS CAROLlNENSES


- Copia parcial: Plano Topográfico de la Feligresía de la Capital de La Carolina de D. Joseph Ampudia y Valdés
1794-97. .

163
EQUIPO HE[)AC rOR,
AI-,\l:Igcrit

Edu:lrdo Gutiérn.:zJuMn
Arquitt."Clo y T("Cnico Urbanh-Ia LEAL
1S:lbcJ Martin Barón
Arquit{."Cto Urb:misla
Gualin:! Serra no Femándcz
Sociólogo y t[-cnieo Urb:mbta I.EAL
MI. Tercs.1 Antón Millán
Sociólogo y T(-cnico Urb:Lnist:1 I.EAL

COI.A I10HA[)OR I~:


Yolanda ¡\'Iartinez Rubio. Il istoriador.l
¡\Iauro C1Stro Durán. Arquitecto
Seb¡¡sti:'in Gnrcia Carril. Arquitecto
1'L.'(lro Martinez I'cm:mdcz. Delineante

MECANOGf{AFIA:
Hos:lrio l.6pez- "r.mcos y Román.

ESle esllldio /}a sido realizado por el/cargo de la DirecciólI Gel/eml de Ordel/aciólI del Terrilorio de la COIIM'fl!ña de Obras
Públicas y Trtllls/XJI1('S de la}l/lIla de A.ulalllcía, COlI el asesoramielllo y 1(1 diIT!Ccl61/jllclflllllim de JI., Al/geles Fa/c6/1jillu!IIez
del Gab¡IIere de Es/lidios del dIado orga 1/ iSlllo.

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