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Severo Sarduy

BARROCO FURIOSO

¿Dónde situa r, hoy, los efecto s de Uf'. discur so literario ba- De esa po sibilidad de un bar roco ac tual, el tr at ami ent o de '
rr oco ? O más bien: la repe rcu sión deformad a , ace nt uada la información qu e practican los a rtistas latinoam er icanos
hast a el exceso o la ma nera del discurso que suscitó, en el si- - conceptuales o no- podí a ser un o de los ind icios más sig-
glo diecisiete, un a voluntad furiosa de enseñar , un deseo de nificantes.
conven cer, de most ra r de modo indubitabl e - a fuer za de La figuración , o la frase clásica, conducen una informa-
ilum inaciones teat rales y contorn os precisos- lo que la pala- ción ut ilizando el medio más simple: sinta xis recta, dispo si-
bra concilia r pr escribía . ciónjerá rq uica de los per sonajes y esce nografía de sus gestos
No se tra ta, sin emba rgo, de reco pilar los residuos del ba- destinad a a destacar sin " perturbaciones" lo esencia l de la
rro co fund ad or , sino - como se produjo en liter atura con la istoria, el sentido de la par ábol a ; el espectácu lo del barroco, al
ob ra de J osé Lezama Lim a - de a rticula r los estat utos y pre- cont ra rio, pospone, difiere al máxim o la comu nicac ión del
misas de un nuevo barroco q ue al mismo tiempo int egrarí a sentido gracias a un dispositivo cont ra dictorio de la mise-en-
la evide ncia ped agógica de las formas a ntiguas , su legitimi- scé ne, a un a multiplicidad de lectu ras que revela finalmente,
dad, su eficacia informativa, y t rata ría de atravesarlas, de ' más que un contenido fij o y unívoco, el espejeo de un a ambi-
irra dia rlas. de minarlas po r su propia parodia, por ese hu - güeda d .
mor y esa intra nsigencia - con frecuencia contracult ura les - Lo mismo sucede, tra nsp uesto al código de la represent a-
propios de nuestro tiem po . ción act ua l, con el tra bajo de los art istas concept ua les suda-
Ese bar roco fur ioso, impugna dor y nu evo, no p uede surg ir mericanos. Co n una diferencia : la posposi ción del senti do
má s qu e en las m árgenes críticas o violentas de un a gra n su- - y más ené rgica mente, su crítica - se obtie ne por medio de
perfi cie -de lenguaje , ideología o civilización-r ; en el espa - un trab ajo a la vez minu cioso y frío sob re el sopo rte específi-
cio a la vez late ral y a bierto, su perpuesto, excéntrico y dia- co, sobre el significa nte grá fico de la infor mación : en el plan o
lect al de América : borde y den egación , desplazamiento y del producto -periódicos plegados, estrujados , rotos , clave-
ruin a de la superficie renaciente española, éxodo, trasplante teados- y en el de la producción : programa de re-diagrama-
y fin de un len guaje, de un sa ber. ci ón, descomposición y reorganización de diarios y revistas,

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perturbación o "des-creación" de la comunicación masiva siempre capaz de ondular, de volver sobre sí misma , el eje de
para generar falsas noticias o para demostrar hasta que pun- simetría del rostro aparece ligeramente desplazado, disloca-
to es importante la codificación "profesional " de las que se do ; esa proporción deshecha, ese aparecer disuelto como por
pretenden verdaderas, la mecánica facticia de toda voluntad un hundimiento leve conducen no a la revelación de un a
de información. imagen obturada, suplantada por la pantalla de la visión
Borde o margen de la superficie : aparecen aislados, mar- frontal , sino a la revelación de la a na morfosis como artifi cio
cados por su propia recurrencia, los procedimientos que la puramente retórico que el más ligero desajuste, desfocaliza,
técnica central -el barroco europeo- había codificado y que reduce a una máscara estrábica, impide significar.
se encuentran, en la periferia, desprovistos de todo pretexto En la otra vertiente del barroco -del Caravaggio- , la ac-
funcional , expulsados de la lógica representativa, excluidos titud real ista tampoco tiene hoy el sentido qu e tuvo en el ám-
de todo simulacro de verdad. bito teatralizado del claro-oscuro: no se trata de convocar la
Si la anamorfosis -punto en que el sistema de la perspec- realidad en el cuadro para, sometiéndola a un a iluminación
tiva bascula, va a caer en lo ilegible, en una confusión de tra- contrastada, brutal, extraer de ella, de su configuración sim-
zos borrosos, límite y exceso de su funcionamiento -fue uti- bólica o de sus referentes mitológico s o bíblicos, un a lección,
lizada en el barroco fundador para codificar un suplemento . ni tampoco de revelar, por medio de la sobreexposición, el
de información -con frecuencia moral : alegoría o vanitas-, agrandamiento arbitrario o la hipertrofia de un detalle , un a
va a reaparecer en el barroco sudamericano reducida a su verdad moral opuesta a la simul ación que el cua dro configu-
puro artificio crítico y señalada, fuera de toda pretensión di- ra , sino de realizarel cuadro a tal punto que éste se presente, se
dáctica, como procedimiento, denunciada su " nat uraleza " acredite y justifique como un nuevo fragmento, una nueva
de truco: ni concha marina engañosa que revelará, cuando porción de la realidad objetiva afirmando así - contrari a-
de los embajadores no quede más que el fasto vaciado, el si- mente a lo que parece connotar el hiperrealismo am erica-
mulacro de la representación canjeado en superficie pura, la no-r que la supuesta realidad no vale ni más ni menos , qu e
caravela grave y grisácea, aleccionadora, ni paisaje que, al no hay jerarquías, en lo verosímil ni en lo ideológ ico, cua ndo
desplazarnos, al retirarnos del punto de vista frontal, su- la ilusión está programada, configura da con el mismo emp e-
puesto normal y único, habrá que reinterpretar, integrar en cina miento y la misma minuciosidad que la realid ad que, en
una nueva secuencia ; no, la cabeza -se trata de un Retrato de ese grado de reflejo milimétrico, excesivo , ya no la pr ecede.
Hugo Sbernini- está vista de frente y seccionada en múlti- Queda, como simple confirmación y regreso del barroco
ples campos de modo esquemáticamente archimboldesco, -pero esta vez no se trata de un barroco trasplant ado , sino
pero en el "Caballero de la nostálgica sonrisa " los puntos de de "origen" ya sudamericano-e , la reactualización del tra-
vista de la anamorfosis, incompatibles, no van a sintetizarse . bajo de grupo, el sueño evangélico de la colectividad, la or ga-
en ninguna imagen totalizadora, intimidante o no, no van a nización celular de un orden ideal: proyectos de arquitectura,
conducirnos 'a ningún saber suplementario, sino, simple- estudios y planos de comunidades, ciudades racionales y
mente a desarrollar ante la mirada: como se despliega y se precisas; paradigma del falansterio.
repliega sobre sí mismo el cuerpo asimilado a una superficie Barroco ideológico que, aunque activado por otra urgen-
pura, sin espesor, la apariencia de la figura humana y su irri- cia y por otra subversión, no contradice -aunque sea sin sa-
sión. El cuerpo puede inscribirse, adherirse a una banda berlo- la acción jesuita de ayer.

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