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Urvio, Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana. No. 6, Quito, Enero 2009, pp.

58-73
© FLACSO Sede Ecuador • ISSN: 1390-3691

Gobierno local y prevención


del delito en la Argentina
Local government and crime
prevention in Argentina
Máximo Sozzo1

Fecha de recepción: Noviembre 2008


Fecha de aceptación y versión final: Diciembre 2008

Resumen

En este ensayo se aborda la compleja relación entre los gobiernos locales y las iniciativas
construidas en el nombre de la “prevención del delito” en la Argentina. Por un lado, se analiza
el proceso a través del cuál los gobiernos locales se han transformado en las últimas décadas en
actores de las políticas de seguridad frente al delito en la Argentina, tratando de comprender
dicha emergencia en el marco más general de los cambios maestros en las estrategias de control
del delito que caracterizan a nuestro contexto, como una conjunción de tendencias de “arriba
hacia abajo” y de “abajo hacia arriba”, que hacen que la necesidad para los actores políticos
locales de “hacer algo” en este terreno parezca que ya no puede ponerse en cuestión, anulando
su calidad de dilema político. Por otro lado, en este artículo se trata de hacer un mapa de las
acciones efectivamente puestas en marcha por los gobiernos locales en la Argentina en los últimos
diez años bajo la finalidad de la “prevención del delito”, clasificándolas en torno a los modelos de
la “prevención situacional”, la “prevención social” y la “prevención comunitaria”, evidenciando
los supuestos teoóricos y políticos de los que han partido y sus efectos típicos. De este modo se
intenta demostrar como los dilemas políticos para los actores políticos locales se han ido despla-
zando mas bien hacia la pregunta “¿qué hacer?” —abandonando ya el problema de si hacer o
no—, en el terreno de la seguridad frente al delito. Se concluye advirtiendo normativamente que
las decisiones y acciones que se desenvuelven en esta dirección no pueden ser “ingenuas” acerca
de la carga de significados políticos y culturales que poseen y que, por ende, los actores políticos
locales no pueden esconderse tras el velo de la “técnica” sino que deben asumir la responsabi-
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lidad de que las mismas implican tendencias acerca de que mundo social y urbano se pretende
construir .
Palabras clave: Argentina, gobierno local, prevención del delito.

1  Profesor Investigador de la Universidad del Litoral de Argentina.

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Abstract

In this essay the author tackles the complex relationship between local governments and
the initiatives built in the name of “crime prevention” in Argentina. On one hand, the process
through which local governments have been transforming themselves during the recent decades
into actors of security policies in the face of crime in Argentina, trying to understand said emer-
gency within the more general framework of master changes in control strategies that charac-
terize our context as a joining of tendencies of “from up, downwards” and “down, upwards”, that
makes it seem that the need for local political actors to “do something” in this field cannot be
called into question anymore, leaving without base its quality of political dilemma. On the other
hand, in this article, the author tries to make a map of the actions effectively put in place by
the local governments in Argentina in the last ten years towards the goal of “crime prevention”,
classifying them around the models of “situational prevention”, “social prevention” and “com-
munity prevention”, putting in evidence the theoretical and political assumptions from which
they have come and their typical effects. In this way the author intends to demonstrate how
political dilemmas for local political actors have been moving towards the question of “what to
do?” —abandoning the problem of whether or not to take action—, in the field of security in the
face of crime. The article concludes warning about how the decisions and actions that happen
in this direction cannot be “naïve” about the load of political and cultural meanings that they
possess and that, consequently, the political actors cannot hide behind the veil of “technique” but
they have to assume the responsibility that said techniques imply tendencies about what social
and urban world they intend to build.
Key words: Argentina, local government, crime prevention

Inseguridad, transformaciones del contra las personas que se desenvuelven espe-

D
control del delito y gobierno local cialmente en el espacio público, aun cuando
también en las viviendas y que suelen incluir
esde mediados de la un contacto directo (inclusive, violento)
década de 1990 en entre ofensor y ofendido. Por otro lado, este
Argentina —pero componente “objetivo” ha sido acompañado
también en otros también por un componente “subjetivo”, la
escenarios— se fue “sensación de inseguridad”, que traduce un
construyendo social malestar en las expectativas y sentimientos
y políticamente a de los residentes de las ciudades con respecto
la inseguridad frente al delito como uno de a la posibilidad de ser víctima de un delito.
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los problemas claves de los centros urbanos Este malestar se comunica a su vez con la rea-
grandes y medianos, bajo el signo de la idea lización de numerosos comportamientos de
de “crisis”. Esta crisis ha sido visualizada desde “autoprotección” y “evitamiento” que poseen
el inicio como integrada por un componente un fuerte impacto en el desenvolvimiento de
“objetivo” que está dado por un crecimiento la vida cotidiana, una suerte de nuevo com-
variable del números de hechos delictuosos ponente “objetivo” de la crisis de inseguridad.
que integran lo que comúnmente se define La “crisis” de la inseguridad frente al
como la “criminalidad de la calle” o la “micro- delito en Argentina como construcción social
criminalidad”, delitos contra la propiedad y y política se inscribe complejamente en las

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transformaciones económicas, sociales y cul- actores estatales involucrados parecen negar


turales que han atravesado las tres últimas rotundamente esta realidad y nostálgicamente
décadas (Ver Pegoraro, 1997, 1999; Sozzo, los reafirman, tratando de incrementar o enfa-
2005b). Dicha crisis se ha traducido también tizar la utilización de ciertas viejas técnicas de
en un difundido sentido de crisis de los intervención, enviando el mensaje al público
actores estatales que tradicionalmente han de que en todo caso la presente situación
sido competentes en este terreno de las polí- difícil no es más que el producto de no haber
ticas públicas, generalmente ubicados en el avanzado lo suficiente en el camino marcado
nivel estatal federal o provincial —policía, jus- desde el pasado o incluso, de haber generado
ticia penal, prisión— que se ha gestado tanto reversiones recientes que han “dulcificado”
dentro como fuera de estos aparatos estatales. exageradamente las estrategias de control del
Frente a esta difícil situación, se ha pro- delito. Este tipo de “reacción denegatoria”
ducido una creciente “politización”, enten- ha sido fuertemente impulsada por el “brazo
diendo por tal que cada vez más el brazo político” de las estructuras estatales, en torno
“político” de las estructuras estatales centrali- al proceso de “politización” antes señalado y
zadas se encuentra ubicado en el centro de la se ha apoyado fuertemente en la penetración
escena, como aquel que debe tomar aquellas del neoconservadurismo —con diversos tipos
decisiones que se consideran clave, despla- de hibridaciones locales— como racionalidad
zando fuertemente al brazo “administrativo” gubernamental, especialmente desde la década
(Garland, 2005: 190-194) —y con él, frecuen- de 1990 en adelante, generando una especie
temente a quienes hasta aquí habían obrado de “populismo punitivo”. Esta transformación
como “expertos” en este terreno (Garland, de las estrategias de control del delito en
2005: 251-254)—. Esta “politización” ha Argentina constituye, sin dudas, la tendencia
roto, en muchos casos, ciertos consensos predominante. Se inscriben en ella decisiones
que se daban por descontado en las agendas y acciones que nos resultan extraordinaria-
de los partidos políticos que competían en la mente familiares: desde el incremento del uso
democracia emergente en la Argentina, trans- de la fuerza por parte de las policías a la multi-
formando la cuestión de la inseguridad frente plicación de la población encarcelada, con las
al delito en un tema de debate electoral, en consiguientes situaciones de sobrepoblación y
donde las decisiones y acciones de política hacinamiento (cfr. CELS-HRW, 1998; CELS,
pública buscan alcanzar una legitimidad 2005; Sozzo, 2005a, 2005b, 2007).
“desde abajo”, que implica una suerte de acla- Por otro lado, una “respuesta adaptativa”
mación “popular”, que en la mayor parte de (Garland, 2005: 194-222). Se trata de un
los casos era lateralizada en la lógica política tipo de respuesta estatal que frente a la crisis
de las décadas precedentes (Pavarini, 2006: de la inseguridad frente al delito, reconoce los
122-125; Sozzo, 2005b, 2007). límites de las maneras de pensar y actuar que
Como bien ha señalado David Garland tradicionalmente han sostenido los actores
—pensando en los contextos de lengua inglesa, estatales competentes y busca generar innova-
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pero aplicable sustancialmente al escenario ciones. Más que una única forma de respuesta
argentino— frente a esta difícil situación —a diferencia de la “respuesta denegatoria”—
—crisis de inseguridad, crisis de los actores incluye un conjunto que no posee demasiada
estatales competentes, politización— se han coherencia o unidad, desenvolviéndose en
delineado dos respuestas estatales típicas Por decisiones y acciones que poseen un alto nivel
un lado, una “respuesta denegatoria” (Garland, de heterogeneidad, desde la “racionalización”
2005: 222-231). Frente a lo que aparece en y “comercialización” de la administración de
forma bastante evidente como un cierto ago- justicia penal a las iniciativas de instalación
tamiento de sus modos de pensar y actuar, los legal de alternativas a la pena privativa de

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la libertad. Muchas de estas decisiones y la “politización”: los actores centrales impulsan


acciones han sido construidas en el marco del a que los actores locales se transformen en
ascenso del neoliberalismo como racionalidad centros de imputación de la demanda ciu-
gubernamental —con sus especificidades e dadana, desplazando una parte de su respon-
hibridaciones tanto con el “neoconservadu- sabilidad y difundiendo así los riesgos que la
rismo” como con el “welfarismo criollo”— en competencia exclusiva planteaba en términos
el escenario argentino. Ciertamente se trata del juego electoral frente al difundido sentido
de una tendencia de transformación de las de estar frente a una crisis.2
estrategias de control del delito que poseen Ahora bien, esta tendencia de “arriba hacia
una fuerza menor a la antes mencionada pero abajo” no basta para comprender cómo el
que se encuentra también presente en nuestro gobierno local, en un período breve se ha trans-
contexto. Un cambio central comprendido en formado en un actor cada vez más importante
este tipo de respuesta estatal ha sido la reubi- en las intervenciones para la producción de
cación y redefinición de responsabilidades, seguridad. Dicha tendencia se ha encontrado
desde los actores estatales tradicionalmente con un proceso de sentido inverso, “de abajo
competentes en materia de control del delito hacia arriba”, que a su vez tiene dos diversas
hacia otros actores, en un verdadero proceso vías de desarrollo.
de “responsabilización” —como lo ha llamado Por un lado, los residentes de las ciu-
pioneramente Pat O`Malley (2006)— que se dades medianas y grandes frente a la nueva
ha hecho especialmente visible en las formas experiencia que significa el crecimiento de la
de “privatización”, con o sin fines de lucro, de “criminalidad de la calle” y de la “sensación
las intervenciones para producir seguridad. de inseguridad”, comenzaron a generar una
Una de las modalidades fundamentales del creciente demanda de seguridad en el ámbito
proceso de “responsabilización” en el marco que por excelencia aparecía como concen-
de esta “respuesta adaptativa” en ciertos esce- trando sus ansiedades en torno a la posibilidad
narios de Argentina, especialmente en los de ser víctima de un delito: la ciudad. De allí
últimos quince años, se ha gestado bajo el que, independientemente del potencial gesto
lema de la “descentralización” y ha implicado de “delegación” desde los actores centrales
un desplazamiento de tareas y deberes no tanto pero en un sentido coincidente con él, en la
hacia actores no-estatales sino hacia otro actor misma fabricación social de las demandas de
estatal que en el pasado se encontraba desvin- los ciudadanos en torno a la seguridad frente
culado de la cuestión de la seguridad frente al delito, comenzó a aparecer el actor local,
al delito: el gobierno local. Para comprender responsable del gobierno de la ciudad —inten-
el surgimiento de los gobiernos municipales dente—, como centro de imputación de la
como actores en este sentido en los últimos demanda de seguridad. De esta manera, se fue
años es necesario ligar dicha emergencia a haciendo cada vez más insostenible para los
esta tendencia de cambio “de arriba hacia actores locales la defensa de que dicha materia
abajo”, que coloca a este actor estatal frente “no resulta de nuestra competencia”, que fue
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al desafío de “hacer algo” para producir segu- —y en ciertos casos sigue siendo— , el primer
ridad en función de un desplazamiento que gesto de los actores políticos en el nivel local.
impulsan estructuras estatales centralizadas. Por otro lado, también se ha observado otra
El gobierno local se ve entonces frente a un vía en esta tendencia de “abajo hacia arriba”.
nuevo campo de competencias producto de un
gesto de “delegación”, que muchas veces no se 2  Esto por supuesto no implica desconocer que
en muchas ocasiones los actores centrales se han
ve acompañado de igual gesto en el terreno de
negado sistemáticamente y en forma efectiva a
los recursos humanos y materiales. Esta “dele- ceder responsabilidades en el terreno de la segu-
gación” está a su vez fuertemente vinculada a ridad hacia los actores locales.

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En ciertos escenarios los mismos actores polí- ¿Qué hacer? Gobierno local,
ticos locales han reivindicado su capacidad de estrategias preventivas y efectos
hacerse cargo en el plano local de la cuestión sociales y culturales
de la seguridad ciudadana, en el marco de un
reclamo más general por amplificar las compe- Las iniciativas que en los últimos años han
tencias de los gobiernos locales en la búsqueda surgido de los gobiernos locales en Argentina
de su “desadministrativización”. Esta reivindi- dirigidas a la producción de seguridad frente
cación se ha gestado muchas veces en torno al al delito han sido muy heterogéneas. Esto
argumento de la mayor efectividad del nivel sumado a un déficit de investigación social
local para enfrentar los problemas sociales que sobre esta materia hace que las posibilidades
atraviesan la ciudad en función de su “inme- que tenemos de construir un “mapa” de este
diación” o “cercanía”, que implica a su vez una territorio sean siempre limitadas y, por ende,
mirada crítica de las formas de encararlos por nuestros ejercicios deben considerarse provi-
parte de las estructuras estatales centralizadas. sorios.
Evidentemente, este movimiento se ha hecho Ahora bien, más allá de su heterogeneidad,
visible inicialmente en los gobiernos locales las iniciativas puestas en marcha se han con-
de las ciudades grandes y medianas. Esta vía centrado en su mayor parte en producir
se entrelaza complejamente con la anterior intervenciones “ex-ante”, es decir, para evitar
y ambas se apoyan recíprocamente. De este que los hechos que la ley penal define como
modo, ciudadanos y actores políticos locales, delito se produzcan, actuando sobre diversos
por caminos diversos, coinciden de esta forma elementos de la vida social y urbana, lo que
en ubicar en el centro de la escena de las polí- tradicionalmente ha sido definido como “pre-
ticas de seguridad frente al delito, al gobierno vención del delito”. Es posible diferenciar en
municipal. este campo heterogéneo de intervenciones
La emergencia del gobierno local como actor desde el gobierno local tres estrategias que
de las políticas de seguridad frente al delito en pretenden realizar este objetivo declarado de
Argentina —y también en otros contextos— es prevenir el delito (parto aquí de mi trabajo
la consecuencia pues de un encuentro complejo precedente, Sozzo, 2008: 67-128).
entre dos tendencias. Por una parte, una ten-
dencia “descendente” o “de arriba hacia abajo” Estrategia situacional-ambiental
y, por la otra, una tendencia “ascendente” o “de
abajo hacia arriba”. Este encuentro complejo Se trata de un conjunto de intervenciones
de tendencias no es homogéneo en los diversos que han estado dirigidas a impactar en el
escenarios. Pero todo parece indicar que se trata plano “situacional” o “ambiental” que se
de un proceso sostenido que no se enfrentará reivindica involucrado en la producción del
en el futuro inmediato con obstáculos con- delito. Se trata de producir diseños, mani-
sistentes o síntomas de interrupción sino más pulaciones o transformaciones de las “situa-
bien todo lo contrario. No creo que se pueda ciones” o “ambientes” en los que se considera
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decir que dicho proceso sea “inevitable” pero posible que se desarrollen ciertas formas de
sí que aparece frente a los actores involucrados actividad delictiva, reduciendo las oportuni-
como “inevitable” en función de su contun- dades para su comisión. La estrategia situa-
dencia lo que a su vez refuerza dicha apariencia. cional se funda en una serie de presupuestos
De allí que las presiones en torno a la necesidad teóricos que definen una determinada manera
de “hacer algo” para producir seguridad frente de pensar el delito y el control del delito y
al delito desde el gobierno local parece que ten- que amalgaman elementos de diversas cons-
derán a incrementarse más que a disminuir en trucciones teóricas generadas en el campo
el futuro inmediato. de la criminología: la teoría de la elección

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racional, la teoría de “las actividades ruti- b.1.) Ingresan aquí todos los casos en que
narias” y las ideas acerca de “la prevención los gobiernos locales que no tenían policías
del delito a través del diseño ambiental”. propias han creado una institución “cuasi-
Estos presupuestos teóricos generados por el policial”. Estas “guardias urbanas” se han
saber criminológico no necesariamente son orientado hacia la vigilancia del espacio público
abrazados explícitamente por los actores polí- a pie o motorizados —como las policías lo
ticos locales que lanzan intervenciones que se han venido haciendo—, sus miembros se
alinean en el marco de esta estrategia. En encuentran uniformados pero no armados y
buena parte de los casos estos presupuestos frente a la posibilidad de la comisión de un
han sido traducidos en el lenguaje político delito se comunican con la institución policial,
y circulan en un tipo de formato discursivo configurándose como una suerte de “auxiliares
diverso, en función de su gran afinidad como de policía”. También en ciertos casos estas
los principios fundamentales del “neolibera- “cuasi-policías” han asumido otras tareas “pre-
lismo” o “liberalismo avanzado” como racio- ventivas” —como por ejemplo la realización
nalidad gubernamental. de campañas de difusión en escuelas, etc.—
Dentro de este conjunto de interven- así como también la realización de actividades
ciones generadas por los gobiernos locales, es de control del cumplimiento de normativas
posible distinguir dos grupos de acuerdo a las municipales, en materia contravencional o
técnicas que han involucrado: de faltas —especialmente aquellas referidas al
a) Intervenciones que buscan impactar tránsito vehicular—. Los ejemplos paradig-
en la dimensión “física” y “espacial” de la máticos en este sentido han sido la creación
“situación” o “ambiente” delimitada como de la Guardia Urbana Municipal por parte del
potencialmente productora de oportuni- gobierno de la ciudad de Rosario en 2004 e
dades para la comisión de actos delictivos. idéntica medida tomada por el gobierno de
Sólo para mencionar algunas de las más fre- la ciudad de Buenos Aires en 2005. También
cuentes: iluminación de espacios públicos podría mencionarse como un ejemplo que
oscuros, desmalezamiento de terrenos en parte se acerca a este tipo de iniciativas, la
baldíos, reacondicionamiento de plazas y medida legal impulsada por el gobierno de la
parques degradados, instalación de cámaras Provincia de Buenos Aires en 2004 que ha, en
de circuito cerrado de televisión para vigilar cierto sentido, intentado “municipalizar” la
distintos tipos de espacios públicos, etc. El institución policial a través de la creación de
ejemplo paradigmático de ello han sido las lo que se denominan Policías Comunales en
múltiples intervenciones de esta índole pre- los Partidos de la Provincia de Buenos Aires
sentadas como uno de los principales “éxitos” de menos de 70 000 habitantes y que decidan
del Programa de Prevención del Delito del adherirse a dicha regla legal.
gobierno de la ciudad de Buenos Aires en el Por último, también debemos incluir
período 2000/2002 (Calzado, 2004; Sozzo, aquellos casos de gobiernos locales que para
2005b; 2008: 129-186). vigilar ciertos espacios edilicios o urbanos no
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b) Intervenciones que buscan impactar recurren a crear unos vigilantes “profesionales”


en la dimensión “social” de la “situación” que se encuentren insertos en sus estructuras
o “ambiente” delimitada como potencial- administrativas sino a contratarlos en el
mente productora de oportunidades para mercado de la seguridad privada, generando
la comisión de actos delictivos, a través de una intervención “híbrida” entre lo público y
la activación de “vigilantes” que lleven ade- lo privado.
lante la tarea de desalentar a los potenciales b.2.) Ingresan aquí todas las formas de
“ofensores”. Dentro de este grupo a su vez es intervención de los gobiernos locales diri-
posible distinguir dos subgrupos: gidas a activar “vigilantes no profesionales”

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que son los mismos residentes de las ciudades, tización” de la inseguridad, se ha instalado
que a su vez desarrollan actividades indivi- fuertemente en su diseño e implementación la
duales o colectivas de “autoprotección”, pre- necesidad de producir efectos en una tempora-
ferentemente en la cuadra o manzana en la lidad breve, en el “corto plazo”, de manera tal
que residen. Se trata de un subconjunto de que los residentes puedan ver que los actores
intervenciones que en si mismo implica una locales reaccionan efectivamente, que están
intersección entre la “estrategia situacional- haciendo algo rápida y decididamente, frente
ambiental” y la “estrategia comunitaria” a la a la demanda de seguridad que cada vez más
que nos referiremos más adelante. La moda- los convierte en centros de imputación, bus-
lidad preferencial en el contexto argentino ha cando —claro está— que las iniciativas gene-
sido la traducción local de los esquemas de radas produzcan resultados positivos desde el
Neighbourhood Watch. Se trata de organizar a punto de vista de la producción de consenso
los residentes de una cuadra o manzana para político y electoral. Las intervenciones que
que se comprometan a prestar atención frente incluye esta estrategia situacional-ambiental
a cualquier situación o persona “sospechosa” y producen efectos inmediatamente, en el
dar la “alarma” a los otros residentes a través del “corto plazo”, al alterar significativamente
teléfono o de una alarma sonora que se puede “situaciones” o “ambientes”, más allá eviden-
activar desde cualquiera de las viviendas y a temente de que dichas alteraciones produzcan
la institución policial por vía telefónica, espe- o no una reducción efectiva del volumen de
cialmente a un teléfono celular del patrullero actividad delictiva. Además poseen un alto
encargado del área respectiva. Estos esquemas grado de “visibilidad” para los residentes.
de vigilancia se combinan con la instalación de Ambas condiciones han militado para que
carteles que advierten de la existencia de estos esta estrategia se haya transformado en la vía
esquemas de vigilancia a quienes circulan y la preferida por los actores políticos locales en el
adopción de comportamientos individuales y contexto argentino en los últimos años.
colectivos de autoprotección. Estas iniciativas Las investigaciones empíricas realizadas
han sido impulsadas, a veces, junto con el —tanto en nuestros escenarios como en otros
Gobierno Nacional —como cuando en 2003 horizontes culturales— con respecto a este
se creó la Red Nacional del Plan Alerta desde tipo de alternativa estratégica han arrojado
el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos cierta luz sobre sus efectos sociales y culturales
de la Nación- o con gobiernos provinciales negativos, más allá de las ambiciones de sus
—como cuando en 2001 se promovió desde promotores.
el Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto En primer lugar, en general, se ha cues-
de la Provincia de Santa Fe la creación de tionado la afirmación de la “efectividad” de la
“alarmas comunitarias”—. Pero también han estrategia situacional-ambiental para realizar
sido impulsadas por gobiernos locales autóno- su objetivo básico, es decir, reducir el volumen
mamente, como en el caso del gobierno de la de delito. Diversas indagaciones sociológicas
ciudad de Buenos Aires que en el marco del —sobre todo en los contextos centrales— han
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Plan de Prevención del Delito lanzó en 2001 demostrado reiteradamente que en el mejor
las Redes Solidarias de Prevención del Delito de los casos estas intervenciones producen lo
(Sozzo, 2005b; 2008: 129-186; Aimar, 2008). que ha pasado a ser denominado el “efecto
Se trata, sin dudas, del tipo de estrategia de desplazamiento” —su verdadero “talón de
con mayor nivel de desarrollo en las interven- Aquiles”— que fundamentalmente ha sido
ciones generadas por los gobiernos locales en identificado como “espacial” o “geográfico”; es
el contexto argentino. Dado que muchas de decir, los mismo tipos de delitos que se bus-
las iniciativas se han desenvuelto en el marco caban evitar se siguen produciendo en otras
del clima precedentemente descripto de “poli- situaciones o ambientes diversos de aquellos

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que han sido blanco de la intervención. Este siguiendo las prescripciones de los teóricos de
efecto no querido ha sido reconocido incluso la prevención situacional y ambiental. En la
por algunos de los principales promotores teó- mayor parte de los casos estas intervenciones
ricos de esta estrategia preventiva, aun cuando han nacido de una identificación generada por
reivindican que no siempre es inevitable y que los actores locales a partir del reclamo puntual
en muchos casos implica un efecto “benigno” de los residentes, con una lógica de “satis-
pues se produce un desplazamiento hacia facción de la demanda”, que no ha incluido
formas de delitos menos graves o que pro- la verificación de que efectivamente se trate
ducen menores niveles de daño social. Pero, de un “ambiente” o “situación” generador
en términos globales, podríamos decir que la de oportunidades delictivas ni un cálculo o
estrategia situacional y ambiental tal como ha previsión de por qué esta intervención sería
sido puesta en marcha por los actores polí- “efectiva” y en qué medida, en la reducción de
ticos locales en el escenario argentino tiende la actividad delictiva. No resulta casual, por
más que a reducir el delito a distribuirlo en el ende, que no hayan muchos ejercicios de eva-
espacio de la ciudad. luación de las mismas en nuestro escenario.3
Esto se conecta con un segundo efecto En particular, con respecto al segundo
negativo de este tipo de intervención: la repro- grupo de intervenciones que hemos aislado,
ducción de la exclusión social y de la división cuando se conecta con la activación de
de la ciudad en territorios protegidos y des- vigilantes “no profesionales” (las identifi-
protegidos. Del patrullamiento de las “cuasi- cadas como b.2) es preciso señalar que está
policías” locales, al empleo de los gobiernos ampliamente comprobado en la investi-
locales de la vigilancia de agencias de segu- gación empírica que estas iniciativas tienden
ridad privada, pasando por la instalación de a producir una “mentalidad de fortaleza” en
CCTV en espacios públicos o la difusión de los residentes involucrados que constante-
“alarmas comunitarias” o “planes alerta”; en mente están pendientes de la posibilidad de
todos estos ejemplos se observa en el con- ser víctimas de un delito y de la necesidad
texto argentino la tendencia marcada a que de protegerse de “potenciales delincuentes”
los mismos se desenvuelvan especialmente que —en absoluto casualmente— son defi-
en ciertas áreas de la ciudad, que son aquellas nidos como “otros” o “extraños”, desde el
donde residen y circulan predominantemente punto de vista económico y social. Es decir
los incluidos socialmente. De esta forma, estas que esta “mentalidad de fortaleza” tiende a
intervenciones producen constantemente un reforzar simbólicamente los límites sociales
efecto de desplazamiento espacial, que tiende
a concentrar aún más la “criminalidad de la 3  Esta lógica “clientelar”, además de los elemen-
calle” en aquellos territorios urbanos crecien- tos negativos que posee en sí misma, como forma
de articulación de la relación entre los actores lo-
temente marcados por la degradación y las pri-
cales y los ciudadanos en donde en el centro de la
vaciones propias de la exclusión social, agre- escena es colocado el aseguramiento de la lealtad
gando a la distribución inequitativa de otros “hacia arriba” a cambio de la acción “hacia abajo”,
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males sociales, la distribución inequitativa de produce en sí misma el efecto perverso de anular


las experiencias de ser víctima de un delito. la preocupación por los “problemas” que es com-
Específicamente con respecto al primer pletamente obliterada por la preocupación por la
grupo de intervenciones que hemos aislado, “demanda”. Evidentemente, responder a una “de-
es posible observar frecuentemente que las manda” puede significar resolver un “problema”
mismas no han partido de un proceso de diag- pero no hay nada que garantice que eso va a ser
efectivamente así desde el punto de vista de los
nóstico, fundado en la investigación empírica,
intereses colectivos, más allá de los intereses par-
que identifica a una “situación” o “ambiente” ticulares o grupales involucrados particularmente
como generador de oportunidades delictivas, en la demanda.

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de una vida urbana fragmentada, reprodu- “autocontrol”—. Desde ciertos aportes acerca
ciendo la exclusión social gestada en otros de la “desorganización social” de la Escuela
procesos. Pero además está ampliamente de Chicago, a la mirada de Parsons sobre la
comprobado que dicha “mentalidad de for- reproducción del sistema social, pasando por
taleza” tiende en el mediano y largo plazo las más específica —e influyentes en la actua-
—y a pesar de un descenso inicial luego de lidad— “teoría del control” de Gottfredson y
la puesta en marcha de estas iniciativas— Hirschi, y teoría del “desarrollo personal” de
a hacer crecer la “sensación de insegu- Farrington. En este filón teórico es necesario,
ridad”, llegando en muchos casos a niveles para prevenir el delito, apuntar a impactar en
mayores que los encontrados inicialmente. los espacios claves en la formación del control
Por último, también es necesario señalar el social y el autocontrol: la familia, la escuela, el
efecto negativo de que puedan dar lugar a grupo de pares, el individuo.
formas de “vigilantismo” de los residentes Por el otro, tenemos el filón de ideas cri-
con respecto a su propio barrio o zona, minológicas que han apuntado fuertemente a
incluidos episodios de despliegue de la vio- que las causas de la “criminalidad de la calle”
lencia o de “justicia por mano propia”. se encuentran en un “déficit material” com-
binado con la existencia de ciertas formas o
Estrategia social procesos “culturales”. El arco de producciones
intelectuales es aquí más plural que en el filón
Se trata de un conjunto complejo de interven- precedente: desde las ideas de Merton acerca
ciones que buscan afectar los procesos sociales de la ausencia de oportunidades legítimas
y culturales que se conciben como forjadores para los grupos sociales desventajados y su
de condiciones de posibilidad para que un relación con el “sueño americano” a las refe-
individuo se comprometa en la realización de rencias al “cuadrado del delito” del “realismo
actividades delictivas. De este modo se intenta de izquierda” inglés de los años 1980 y 1990,
evitar dicho compromiso, removiendo lo que pasando por las ideas acerca de las “subculturas
comúnmente es visualizado como sus “causas”. criminales” de Cohen y Cloward en los años
Al igual que la estrategia situacional-ambiental, 1950 y 1960 y los aportes acerca del impacto
también la estrategia social se ha ido constru- de las estructuras del capitalismo tardío en la
yendo a partir de diversos presupuestos teó- producción de la criminalidad de la crimino-
ricos gestados en el saber criminológico. Pero logía crítica de las décadas de 1970 y 1980.
a diferencia de la abordada precedentemente, Desde este filón teórico, en sus formatos con-
dicha pluralidad de fuentes no se traduce en temporáneos, cada vez más se asume que la
un conjunto de presupuestos comunes. Más única manera de prevenir este tipo de actividad
bien, es posible identificar dos grandes filones delictiva es generando intervenciones que
teóricos que inciden a su vez en los tipos de luchen contra la exclusión social, produciendo
técnicas que son privilegiadas. alternativas y oportunidades de inserción social
Por un lado, tenemos el filón de ideas cri- en sus diversos planos, pero sin abandonar la
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minológicas que han apuntado fuertemente a dimensión “material”.


que las causas de la “criminalidad de la calle” se Como sucedía con la estrategia situacional-
encuentran en un “déficit cultural”, es decir, los ambiental, estos presupuestos teóricos —de
individuos no han incorporado en su proceso uno u otro filón— no necesariamente son
de socialización reglas sociales fundamentales abrazados explícitamente por los actores polí-
que definen lo que está bien y lo que está mal o ticos locales que lanzan intervenciones que se
no han generado la capacidad de auto-limitarse alinean en el marco de esta estrategia, sino que
en torno a estas reglas sociales —en breve, un en buena parte de los casos han sido tradu-
problema de “socialización”, “control social” o cidos en el lenguaje político y circulan en un

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tipo de formato discursivo diverso —en este Los escasos casos de intervenciones típicas
caso más bien afín al welfarismo o “liberalismo de la estrategia social desde los gobiernos
social” como racionalidad gubernamental, municipales en el contexto argentino están
aun cuando en algunos casos admita un tono caracterizados por estar construidos más bien
propio del “neoconservadurismo”—. desde el segundo filón teórico que hemos
Sin dudas, se trata de la estrategia menos individualizado precedentemente. Se activan
adoptada por los actores políticos locales en el equipos de intervención —por lo general, inte-
contexto argentino. La comprensión de por grados por personas capacitadas en derecho,
qué se ha producido este escaso desarrollo trabajo social, sociología y psicología- que
debe seguramente conectarse con el ascenso actúan en el mismo territorio urbano marcado
del “neoliberalismo” en nuestro país. En estos por la exclusión social, en primer lugar foca-
escenarios fuertemente marcados por la crítica lizándose en aquellos niños y jóvenes que
neoliberal a las formas criollas, más o menos padecen situaciones de desafiliación o vulne-
desarrolladas, de políticas sociales típicas de un rabilidad social, caracterizadas por déficits de
“Estado de Bienestar”, resultaba improbable inclusión en la relación con el mundo de la
que se promovieran intervenciones que recu- educación y con el mundo del trabajo que a
rrieran a supuestos y herramientas que resul- su vez pueden estar enfrentándose con otras
taban más bien afines al ethos que expresaba situaciones problemáticas en lo que se refiere
el welfarismo o “liberalismo social” y podían a su salud, familia y relación con el sistema
implicar una cierta “socialización” de las polí- penal. Estos equipos de trabajo despliegan
ticas de control del delito4. un repertorio variado de técnicas de inter-
Pero existe otra razón que ayuda a com- vención para lograr enfrentar estas diversas
prender este escaso desenvolvimiento y se liga situaciones problemáticas, tratando de des-
al proceso de “politización” de la inseguridad bloquear oportunidades para estos destina-
frente al delito y que, como decíamos más tarios. Generalmente, estas técnicas buscan
arriba, han impulsado hacia la adopción de la activación de espacios grupales que pre-
medidas que produzcan efectos en el “corto tenden generar identificaciones positivas
plazo” y que resulten altamente “visibles” por para la construcción de trayectorias vitales
los residentes. Precisamente, este conjunto de ligadas a la inclusión social. Los ejes de estas
intervenciones —más allá de las diferencias técnicas de intervención tienen que ver
que a su interior es posible trazar— se carac- con fortalecer el vínculo con el mundo de
teriza justamente por lo opuesto: producir la educación —procurar la reinserción en
—en los casos en que así lo hace— efectos el sistema educativo, desarrollar tareas de
en el “mediano y largo plazo” y resultar alta- apoyo fuera del ámbito escolar para mejorar
mente “invisible” salvo para los grupos de la calidad del servicio educativo, etc.— y
destinatarios, más o menos limitados cuan- del trabajo —capacitación laboral, diseño y
titativamente. desarrollo de empresas sociales o coopera-
tivas de trabajo y producción, etc.— Pero
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4  Parecería ser que esta lectura se ve apoya- también, se abordan de acuerdo a las expe-
da por el hecho de que algunos de los casos de riencias de los destinatarios otras situaciones
este tipo de intervenciones promovidas desde los problemáticas —portación de HIV, adic-
gobiernos locales en América Latina se han gene- ciones, problemas con padres, parejas, hijos,
rado en la década del 2000, en que han surgido etc.— dando lugar así a una variada gama
alianzas y programas políticos que critican el pre- de acciones, muchas veces individualizadas.
dominio de la racionalidad neoliberal -lo que no
También en estas intervenciones es fre-
quiere necesariamente decir que no perpetúen las
decisiones y acciones promovidas anteriormente cuente que se desarrollen actividades depor-
en esta materia-. tivas y culturales, no sólo porque se iden-

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tifica que constituyen un “bien en sí” del mente financiadas. Con financiamientos tan
que comúnmente están privados estos desti- contenidos se limita el desenvolvimiento de
natarios sino como una forma de apuntalar las intervenciones y se corre el riesgo de con-
la construcción de un colectivo y la identifi- finarlas a un lugar “decorativo” en las polí-
cación con el mismo. Los dos ejemplos más ticas públicas en materia de seguridad frente
importantes en esta dirección en nuestro al delito producidas desde el gobierno local,
contexto son: el Programa Comunidades mientras que el grueso de los recursos públicos
Vulnerables impulsado inicialmente por el se sigue gastando en otro tipo de interven-
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos ciones —preferentemente, la estrategia situa-
de la Nación entre 2001 y 2005, que si bien cional-ambiental—.
fue de carácter nacional se activó junto con En tercer lugar, estas iniciativas experi-
gobiernos locales y ha sido desarrollado por mentan inconvenientes nacidos de que su ubi-
las Municipalidades de San Isidro y Morón cación en las estructuras organizativas a nivel
en la Provincia de Buenos Aires, y el Pro- de los gobiernos locales han sido en instancias
grama Vivir una Ciudad Segura desarro- que se han venido encargando del problema
llado por la Municipalidad de Azul también de la seguridad —secretarías, subsecretarías o
en la Provincia de Buenos Aires (Sozzo, direcciones de Gobierno o seguridad (pública,
2005b; 2008: 129-186). ciudadana, urbana)—. Se trata de ámbitos
Más allá de las intenciones que abrigan estas escasamente preparados para poner en marcha
experiencias, se pueden observar también en un tipo de intervención que sustancialmente
ellas ciertos problemas graves. En primer lugar, activa recursos propios de las políticas sociales.
el problema de la “escala”. La mayor parte de En esta misma dirección podría plantearse un
las iniciativas en este sentido desarrolladas por último reparo más radical frente a estas expe-
los gobiernos locales se refieren a grupos de riencias tal como se han venido desarrollando
destinatarios muy limitados al interior de los en la actualidad: ¿en qué medida es necesario
territorios de la exclusión social. Esto implica crear un programa especialmente dedicado
que aun cuando sus resultados sean positivos a la “prevención social del delito”?, ¿en qué
en lo que se refiere a la creación de rutas alter- medida la creación misma de este “especia-
nativas de inserción social, se trata siempre de lismo” no contribuye negativamente a la rea-
una población tan pequeña que difícilmente lización de sus propias finalidades? Muchas
sus resultados repercuten sensiblemente en de las intervenciones que este tipo de pro-
los volúmenes de “microcriminalidad”, aun gramas especiales proponen o llevan adelante
cuando impacten duraderamente en la trayec- deberían ser desarrolladas por las áreas pre-
toria vital de los destinatarios y de su entorno dispuestas en el terreno de la política social,
inmediato. Desde el punto de vista de una que cuentan a su vez para ello, con recursos
perspectiva ética apoyada en el principio de la humanos calificados. La cooperación y cola-
“reducción del daño” en el campo del control boración entre áreas es algo extraordinaria-
del delito (Pavarini, 2006; O`Malley, 2006), mente complejo como lo muestra el análisis
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evidentemente, es posible justificar dichas de las políticas públicas contemporáneas y


intervenciones cuando resultan exitosas, pero esto ha hecho que estos programas especiales
este problema de “escala” le plantea serios obs- debieran hacerse cargo muchas veces indepen-
táculos para su sustentabilidad política —y diente y autónomamente —en la mayor parte
evidentemente para su transferencia y repli- de los casos en forma deficiente— de esas
cación—. cuestiones. En un esquema ideal tal vez sería
Este primer problema se encuentra rela- más conveniente asegurar un diseño complejo
cionado íntimamente con uno segundo: este de las políticas educativas, de salud, de capa-
tipo de intervenciones suelen estar pobre- citación laboral, de promoción del empleo,

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de la familia, deportivas y culturales, que que comparten una identidad y un sentido


asuman como un blanco crucial de sus inter- de pertenencia —y allí radica una parte de su
venciones a los niños y jóvenes que padecen ambivalencia política—.
situaciones de exclusión social, en función Hemos mantenido este tercer género
antes que nada de la situación de injusticia y menos por estar convencidos de que se trata
desigualdad sociales que los mismos padecen de una estrategia propiamente dicha que por
y de la violación sistemática que las mismas las importantes implicaciones que teórica-
implican para sus derechos fundamentales mente nacen de este elemento aglutinador:
—sociales, económicos y culturales— y sólo la “apelación a la comunidad”. Pero también
tangencial y secundariamente, en función porque las expresiones “seguridad comuni-
del efecto de producción de seguridad frente taria” o “prevención comunitaria” han estado
al delito que las mismas traerían aparejadas. muy presentes en las iniciativas generadas
Probablemente un esquema “multiagencial” desde los gobiernos locales para producir
de esas características, especialmente volcado seguridad en estos últimos años en Argentina.
a ciertas áreas territoriales marcadas por la Como las estrategias precedentes —pero
exclusión social, sea el único capaz, por otro en una mayor medida— sus supuestos teó-
lado, de alcanzar la escala requerida de la que ricos tienen un alto grado de pluralidad y
hablábamos precedentemente. variación, al haberse nutrido de fuentes
dispares del saber criminológico: desde las
¿Estrategia comunitaria? ideas acerca de la “comunidad patológica”
de Shaw y Mc Kay a la nociones acerca de la
Los signos de interrogación que acompañan “degradación de la comunidad” de la teoría
este título se deben a que resulta dudosa la de las “ventanas rotas” de Wilson y Kelling,
posibilidad de afirmar la existencia de este pasando por el discurso acerca de la “policía
tercer género de intervenciones en el campo comunitaria” tal como se ha venido desenvol-
de la prevención del delito, ya que común- viendo teórica y políticamente desde los años
mente se agrupan en torno a esta denomi- 1970. También, como las estrategias prece-
nación iniciativas que son claramente recon- dentes, estos presupuestos teóricos no son
ducibles a los presupuestos y técnicas propios comúnmente abrazados en forma explícita
de las dos estrategias precedentemente deli- por los actores locales sino que son general-
neadas. mente traducidos en un lenguaje político,
Estas intervenciones tienen en común rea- en un formato discursivo diverso, ligado a la
lizar una apelación fuerte a la “comunidad”, política pública.5
antes que nada, como el espacio local de inte-
racción social en que los problemas de segu- 5  A diferencia de la estrategia situacional-am-
biental y la estrategia social, cuyos presupuestos
ridad frente al delito se producen y por ende,
parecen ser claramente afines a determinadas
donde deben ser enfrentados. Pero también racionalidades gubernamentales que circulan en
como un “actor” que debe activarse, movili- la política contemporánea —el neoliberalismo o
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zarse junto con los actores políticos locales. liberalismo avanzado y el welfarismo o liberalismo
La “comunidad” aparece en este conjunto social, respectivamente—, esta estrategia “comu-
de intervenciones con esa doble valencia nitaria” parece poseer una mayor ambigüedad en
de “objeto” y “sujeto”. Esto no impide que términos de sus conexiones políticas, pues algu-
dicha “comunidad” sea, a su vez, pensada de nas de sus manifestaciones parecen alinearse con
manera muy diferente en diversas técnicas principios neoliberales, otras parecen alinearse
con principios neoconservadores y otras parecen
de intervención: como un conjunto de indi-
alinearse con principios de un “welfarismo radica-
viduos que es preciso constituir “contractual- lizado”, nacido de la crítica de izquierda a la “edad
mente” o como un conjunto de individuos de oro” del Estado de Bienestar.

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Desde hace unos diez años muchos tendiendo en la mayor parte de los casos a esta
gobiernos locales en el contexto argentino segunda modalidad—. Uno de los ejemplos
han lanzado iniciativas que buscaban pro- más conocidos son los Foros Municipales de
ducir seguridad frente al delito apelando a la Seguridad que funcionan en muchos partidos
“comunidad”. Es posible diferenciar en este de la Provincia de Buenos Aires a partir de la
marco, dos grupos de intervenciones: Ley 12156. En la ciudad de Santa Fe tenemos
a) Las intervenciones que buscan movi- el ejemplo del Consejo Consultivo del Pro-
lizar a la “comunidad”, a los residentes de grama Municipal de Seguridad Urbana creado
una calle o manzana para que ocupen el rol a través de la Ordenanza 10289 de 1998
de “vigilantes no profesionales”, a las que ya (Sozzo, 1999; Aimar, 2008).
hicimos referencia en el apartado de la estra- b.2) Microscópico: se trata de espacios
tegia situacional-ambiental, pues justamente constituidos generalmente por reuniones
se busca a través de esta “apelación a la comu- periódicas en los que el gobierno muni-
nidad” reducir las oportunidades delictivas de cipal invita a participar a instituciones de la
ciertas “situaciones” o “ambientes”. sociedad civil y en algunos casos, directamente
b) Las iniciativas de los gobiernos locales a los ciudadanos, pero de un ámbito territorial
que consisten únicamente en crear espacios acotado de la ciudad —“zona” o “barrio”—
de debate público sobre el estado de la segu- para debatir los problemas de seguridad frente
ridad frente al delito. Se trata justamente de al delito en dicho ámbito, promoviendo la
los tipos de intervenciones desarrollados en elaboración de propuestas de intervención
Argentina que son más numerosos dentro de destinadas a los actores estatales pertinentes,
este conjunto —junto con el primer grupo— poniéndolas en marcha o generando pre-
y menos asimilables a las estrategias prece- siones políticas para su efectiva adopción e
dentemente analizadas. Ese grupo podría, implementación. También se reivindican estos
por ende, darle una cierta entidad a este espacios como un mecanismo de monitoreo
tercer género, pero parece ser que no se trata y control de las acciones que son realizadas
tanto de “intervenciones” cuanto de medios por los actores del gobierno local —e incluso
para generar otras intervenciones a su vez por actores estatales centrales— ya que deben
reconducibles a las estrategias precedentes rendir cuentas en la reuniones sucesivas de los
—frecuentemente, a la estrategia situacional- compromisos contraídos en las precedentes.
ambiental—. Dichos espacios se han gestado De los muchos ejemplos en esta dirección se
en dos niveles —aun cuando muchas veces pueden destacar: las “Asambleas” en cada CGP
ambos se han promovido juntos en una del Plan de Prevención del Delito del gobierno
misma iniciativa—: de la ciudad de Buenos Aires —junto con el
b.1) Macroscópico: se trata de espacios Gobierno Nacional— entre los años 2000
en los que el gobierno municipal invita a y 2001; en la ciudad de Santa Fe el ejemplo
participar a instituciones de la sociedad civil de las Juntas Zonales de Seguridad Urbana
para debatir los problemas de seguridad en creadas a través de la Ordenanza 10289 de
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la ciudad, promoviendo la elaboración de 1998, pero escasamente movilizadas efectiva-


propuestas de intervención destinadas a los mente en estos casi diez años, en gran medida,
actores estatales pertinentes —sean locales o en función de la superposición que dicho
centrales—, poniéndolas en marcha o gene- esquema implicaba con las Juntas Barriales
rando presiones políticas para su efectiva de Seguridad Comunitaria promovidas desde
adopción e implementación. Estos espacios el Gobierno provincial desde 1996, aun
pueden sostenerse sobre la base de reuniones cuando sinuosamente implementadas en este
periódicas o mediante un esquema espas- período (Sozzo, 1999; 2005b; 2008: 129-186;
módico de reacción frente a la emergencia — Pegoraro, 2002; Calzado, 2004; Aimar, 2008).

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Tanto el primero como el segundo grupo la presencia de pocos ciudadanos a título


de intervenciones en este conjunto tienen individual —que además va decayendo con
una serie de problemas y efectos negativos. el transcurso del tiempo—, reproduciéndose
Nos detendremos aquí en el segundo grupo, ciertos parámetros sociales —clase media,
pues hemos hecho referencia al primero al adultos más que jóvenes, mujeres más que
tratar la estrategia situacional-ambiental de varones, etc.— Si estas iniciativas se legi-
intervenciones. Los esquemas de este tipo timan como herramientas para una cierta
a nivel macroscópico han tenido escaso “democratización” de la toma de decisiones
impacto práctico en el diseño e implemen- acerca de los problemas a enfrentar y el modo
tación de políticas de seguridad por parte de hacerlo, su efectiva implementación pre-
de los gobiernos municipales —y mucho senta un déficit extraordinario al respecto.6
menos por parte de las estructuras estatales Estos rasgos que caracterizan a este tipo de
centralizadas—. Plantean además problemas instancias hacen que sean a pesar de toda
de “representatividad”, pues invariablemente la retórica incluyente que generalmente las
se produce una selección de las instituciones acompaña —sobre todo en torno al tópico de
de la sociedad civil que participan sin quedar la “participación ciudadana”— reforzadoras
claro muchas veces cuál es el criterio que la de los procesos de exclusión social y creadoras
justifica. Si la representación es amplia nece- de “mentalidad de fortaleza”.
sariamente el debate político va a presentar
una cierta fragmentación de las opiniones, A modo de conclusión
lo que plantea todo un problema para una
instancia que se visualiza a sí misma como Como señalábamos al final del primer
productora de consenso. Un síntoma de la apartado, el complejo encuentro de ten-
decadencia de este tipo de iniciativas es su dencias que han colocado al gobierno local en
frecuente carácter espasmódico, que implica el centro de la escena de las políticas de segu-
la constitución de este espacio sólo cada ridad frente al delito en Argentina —como
tanto y para responder a ciertos problemas en otros contextos— no muestra signos de
puntuales, la mayor parte de las veces car- debilitarse en el futuro inmediato sino, por el
gados de su carácter de “emergencias”, tradu- contrario, de aumentar incesantemente. Las
ciéndose en una búsqueda simbólica de que presiones crecientes en este sentido hacen
el gobierno municipal sea visualizado como que el dilema político central esté en este
que “está haciendo algo” en materia de segu- momento dejando de ser la disyuntiva acerca
ridad frente al delito. de si el gobierno municipal debe o no hacerse
Los esquemas de este tipo a nivel micros- cargo de la cuestión que ha caracterizado el
cópico han tenido igualmente escaso impacto período inicial desde la década de 1990.
en el diseño e implementación de interven- El eje de las opciones políticas se está
ciones en materia de seguridad frente al trasladando contemporáneamente hacia la
delito, sobre todo en tanto mecanismos de disyuntiva acerca de “¿qué hacer?” en este
I n v e s t i g a c i ó n

control de las intervenciones de los actores terreno. En la segunda parte de este trabajo
estatales locales o centrales. Presentan, en
todas las experiencias que han sido objeto 6  Por otro lado, muchas veces estas instancias
de estudio recientemente en el contexto han sido “colonizadas” por la institución policial
argentino, graves problemas de “represen- que en la mayor parte de los casos es invitada a
tatividad”. En muchos casos, participan participar activamente de las mismas, generando
—salvo excepciones— exclusivamente propues-
exclusivamente en estas instancias “represen-
tas de intervención que reflejan las prioridades y
tantes” de instituciones de la zona o barrio estilos de los funcionarios policiales, ahora baña-
y en aquellos en los que no, sólo se registra dos de la apariencia de “consenso popular”.

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hemos tratado de anatomizar lo que efec- cíficamente dedicadas al tema pero esca-
tivamente se está haciendo, identificando samente dotadas de recursos materiales y
tres conjuntos de intervenciones muy dife- humanos. Parecería ser que cada vez habrá
rentes entre sí y que a su vez tienen diversos menos espacio político para dejarse llevar
niveles de heterogeneidad en su interior. por la “tentación de la ficción” en función
Estas estrategias se asientan en unos presu- de la creciente imputación de la demanda
puestos políticos y teóricos específicos, se de seguridad de los ciudadanos a los actores
proyectan en unas técnicas de intervención políticos locales.
particulares y poseen una serie de problemas Los dilemas políticos, que los actores
y efectos negativos que les son propios. Las políticos locales deberán enfrentar en la
reflexiones precedentes han buscado alertar Argentina, respecto a la cuestión de la segu-
sobre la necesidad de comprender estos ridad frente al delito, exceden con mucho
diversos planos en los procesos de toma de aquél inicial que generaba un grado elevado
decisión por parte de los actores políticos de angustia política y que giraba en torno
locales y enfatizar que las elecciones en este a la disyuntiva de si hacerse o no cargo de
terreno no pueden ser realizadas como si esta temática tan acuciante en las represen-
fuesen solamente decisiones de carácter taciones y demandas de los residentes de
“técnico”, sino que están cargadas de impli- sus ciudades. La superación de este dilema
caciones políticas acerca de las formas de inicial por la positiva, constreñidos por una
vida social que se pretende impulsar. serie de procesos macroscópicos que están
Hasta aquí, muchas veces los actores transformando las estrategias de control del
políticos locales han desplegado diversas delito y las formas de gobernar, no deja a
acciones, en el marco del proceso de “poli- los actores políticos locales, sin embargo,
tización” de la inseguridad frente al delito en un espacio de certezas, sino que le abre
de cierta eficacia simbólica para mos- todo un juego, aún más complejo, de incer-
trarle a los residentes de su ciudad que el tidumbres y riesgos para su propia acción
gobierno local “se hace cargo” del problema política.
y está “haciendo algo, rápida y decidida-
mente”. Creo que este elemento, como lo
decía, ha tenido un peso muy grande en
que muchas de las intervenciones impul-
sadas en los últimos años hayan trascurrido
por los carriles de la estrategia situacional-
ambiental, incluyendo sus hibridaciones
con la “apelación a la comunidad”.
Pero, en ciertos casos, este mismo factor
ha llevado a los gobiernos locales a sus-
pender el dilema político central en torno a
I n v e s t i g a c i ó n

“¿qué hacer?”, dejándose llevar por la “ten-


tación de la ficción”, haciendo “como si”
se hiciese algo, aun cuando luego no desa-
rrollen un curso de acción sustantivo y con-
sistente. Esta “tentación de la ficción” se ha
encarnado en la producción de normativas
municipales referidas a la seguridad ciu-
dadana luego no cumplidas o en la creación
de áreas administrativas municipales espe-

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Urvio, Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana. No. 6, Quito, Enero 2009, pp. 58-73
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