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Revista KARPA 3.

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Journal of Theatricalities and Visual Culture
California State University - Los Ángeles. ISSN: 1937-8572

“ENTRE LO PROFANO Y EL CAMP: LA OBRA DE DIEGO POMBO”


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Gastón A. Alzate
California State University-Los Angeles

La pintura de Diego Pombo es un alegato de imágenes a favor de lo profano. En su obra éstas se


ven removidas de su contexto habitual y combinadas con otras que gozosamente provienen de lo
que algunos llaman los márgenes de la cultura o la cultura popular. Centro y margen son términos
muy relativos en la historia del arte y la cultura. Como afirma Carlos Monsiváis, los así llamados
márgenes, con el paso del tiempo pueden llegar a ser parte del centro, sino el mismo centro.
Monsiváis se refería a Agustín Lara y al bolero como representaciones culturales originarias del
ambiente de los bajos fondos, específicamente del prostíbulo de principios del siglo XX en la
Ciudad de México. En el caso de Diego Pombo el resultado final de la labor estética de desplazar
las imágenes del margen al centro lleva inevitablemente la idea de la entronización de objetos y
personajes cotidianos. Se trata de la creación de un santoral profano y carnavalesco. Esto se
puede ver en los temas de sus pinturas: comparsas de proxenetas, vírgenes preñadas, sagrados
corazones con personajes de la calle o "últimas cenas" a la Leonardo pero sobre el teatro de la
narco-política colombiana. Ellos son tratados con los más contrastados y desafiantes colores,
mostrando así que el énfasis de su arte no está en el arte mismo, sino en la actitud que conduce a
afirmar que estas representaciones pueden hacer parte sustancial de una pintura. Es la razón por la
cual Pedro Alcántara ha dicho que Diego Pombo “es un pintor bien malo pero que pinta muy bien
lo que algunos cultos no aceptan ver” (1), apuntando a su transgresión de la iconografía culta,
religiosa o patriótica. Si bien el artista usa los referentes simbólicos y míticos de esa iconografía,
carnavaliza eficazmente su jerarquía.

En alemán verkitschen significa “hacer barato” y el verbo kitschen, algunos lo traducen como
‘barrer mugre de la calle’. En la historia del arte kistch es el término con el que se conoce este
procedimiento de explorar lo que es considerado estéticamente empobrecido y moralmente
dudoso. La predilección de Diego Pombo por la gente de la calle de Cali—enfermos mentales
como Jovita Feijóo o Eugenio Cosme Guerra-Guerrita—propone a estos seres del imaginario
popular de la urbe, como símbolos legítimos de la identidad caleña y por extensión, colombiana.
Jovita fue la reina de la Feria de la ciudad de Cali durante décadas. Se sabe que incluso fue al
Club Colombia, que las señoras de la alta sociedad le regalaban trajes de noche e incluso llegó a
tener una colección de coronas. En la Plaza de Toros, compartió palco con el Gobernador de
turno y fue ovacionada por los taurófilos y por los mismos toreros. La sociedad caleña le decía
“su majestad”, título con el que se le nombra en varios de los cuadros de Pombo. Se sabe que su
entierro el 15 de julio de 1970 en el Cementerio Central fue legendario, llegando a superar al de
Jaime Caicedo, ‘El Grillo’, dueño de más de diez bares de mariachis de la Calle 5a y legítimo
fundador de una de nuestras más ilustres sagas contemporáneas, el Cartel de Cali. En este
sentido, el trabajo de Pombo coincide con las dinámicas de la representación simbólica popular
que asume la sana inversión del orden social oficial en la que el más loco termina siendo el más
sensato. Daniel Samper Pizano compara acertadamente su obra con el Bosco y la denomina "un
grotesco tropical" (2). Pombo consolida el imaginario popular para convertirlo en ícono usando

Alzate, Gastón. “Entre lo profano y el camp: la obra de Diego Pombo” Karpa 3.1 (2010): n. pag.
http://www.calstatela.edu/misc/karpa/Karpa3.1/Site%20Folder/pombo.html
no sólo la dinámica del carnaval, que Bakhtin ha estudiado en la Edad Media y que cómo
sabemos ha existido al menos en occidente desde los sátiros griegos, sino en el uso y abuso de su
mismos parámetros de belleza: colores, formas, texturas, superficies y objetos. Es allí donde la
labor de un gran pintor se hace irremplazable.

Ahora bien, es indudable que algunas de sus pinturas como las del Loco Guerra (por ejemplo
“Bolívar en Guerra” de 1989) abandonan el terreno del kitsch para entrar en el del camp. El camp
pertenece a un código privado, a una identidad que usualmente se crea en círculos urbanos. Lo
camp no es exactamente popular. Su esencia es amar la exageración y el artificio. No está sólo en
los objetos sino que puede ser encontrado en el comportamiento de las personas. El camp radica
en la fuerza de los personajes, en el carácter lúdico y fantasioso de su artificialidad al punto que,
como dice Susan Sontag en Contra la interpretación y otros ensayos, es “una mentira que se
atreve a decir la verdad” (3). Según Sontag el camp afirma que "el buen gusto no es simplemente
buen gusto, que existe en realidad un buen gusto del mal gusto (...) El descubrimiento del buen
gusto del mal gusto puede llegar a ser muy liberalizador" (315). El “Guerrita” que nos mira
socarronamente investido en su uniforme de Libertador o de Sagrado Corazón, es más que un
personaje o una pintura de “mal gusto” o una cita de imágenes desplazadas y mezcladas. El loco
Guerra era áspero, al mismo tiempo que daba bendiciones escupía y perseguía a las jovencitas
con retahílas de groserías de la más baja calaña, pero también era elegante, siempre andaba
trajeado con saco y corbata. Algunos incluso pensaban que no estaba loco y que al final del día
tomaba el bus para irse a su casa. Igual se ha dicho de Jovita, que "era una simuladora, una
narcisista y una arribista social" (4). Según Sontag todos los objetos y las personas camp
contienen un artificio. El personaje camp siempre está representando un papel. Los cuadros de
Pombo exploran al máximo esa teatralidad. No es de extrañar que el artista dirija un teatro
(Teatro Salamandra del Barco Ebrio) en la Ciudad de Cali. Sin temor a exagerar podemos decir
que los cuadros de Pombo son operetas de una mitología urbana que se regodean en la
artificialidad de personajes como el loco Guerra, del mismo modo que se regodean en la
artificialidad de los símbolos sagrados o de la historia oficial. Si Borges jugó con la idea de que el
verdadero Jesús podría haber sido Judas, en un tono mucho más burlón Pombo propone a un loco
como Corazón de Jesús. No hay que olvidar que la República de Colombia fue consagrada a esta
estampa para finalizar la Guerra civil de los Mil Días en 1902 y que según se afirmó en su
momento, los efectos de la imagen fueron inmediatos.

La obra de Diego Pombo no es solamente mordaz e irreverente, es una especie de sarcasmo


contra la vida burguesa, provinciana o moralista de la sociedad colombiana. En su pintura "La
Piedad de Escobar", por ejemplo, recrea como en muchas otras un episodio doloroso de la historia
contemporánea del país: el asesinato de un futbolista, por demás muy querido por la afición, por
parte del lugarteniente de un mafioso, quien al parecer había perdido un millón de dólares por el
autogol que dicho jugador hizo en el mundial de los EEUU en el año 1994. En esa obra Pombo
sigue el lineamiento fundamental de su obra y del camp: ser serio respecto a lo frívolo y ser
frívolo respecto a lo serio. Muchos de sus cuadros expresan el fracaso de la seriedad, de las
visiones oficiales sobre un país que sin duda alguna está dominado por la corrupción y el
narcotráfico. Por medio de una comedia del distanciamiento que tiene lugar en el teatro de la
historia del arte, en este cuadro el futbolista Andrés Escobar como Cristo plantea todo un punto
de vista desde dos aspectos significativos de la vida popular (el fútbol y la religiosidad) acerca de
qué es vivir en un narco-estado. Es la victoria del estilo sobre los contenidos dictados
oficialmente, de la estética sobre la moral, de la ironía sobre la tragedia. Parafraseando a Susan
Sontag, es una mentira que logra expresar la verdad.

Alzate, Gastón. “Entre lo profano y el camp: la obra de Diego Pombo” Karpa 3.1 (2010): n. pag.
http://www.calstatela.edu/misc/karpa/Karpa3.1/Site%20Folder/pombo.html
NOTAS:

(1) Texto publicado en el catálogo de la exposición de Pombo en la Galería Aymarú, octubre 16


de 1986.
(2) Samper Pizano, Daniel. "El Pombo, un grotesco tropical".
http://www.pombodiego.com/un_grotesco_tropical.html
(3) Sontag, Susan. Contra la interpretación y otros ensayos. Alfaguara/Taurus, 1996. 134
(4) López, Beatriz. "El fantasma de Jovita".
http://www.elpais.com.co/historico/feb272008/OPN/opi02.html

Alzate, Gastón. “Entre lo profano y el camp: la obra de Diego Pombo” Karpa 3.1 (2010): n. pag.
http://www.calstatela.edu/misc/karpa/Karpa3.1/Site%20Folder/pombo.html

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