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La Política Criminal en Colombia.

Guzmán y Rodríguez (2008, p.61) definen la política criminal como una estrategia orientada a
prevenir los comportamientos criminales y consecuentemente la disminución de los mismos.
Ahora bien, Carranza (1991, p.57) distingue dos niveles dentro de la política criminal: en
sentido estricto, el que se limita al campo de acción de la justicia penal, es decir que aborda
todo lo referente al juzgamiento y a la reforma penal y un precepto en cuanto a política
criminal en sentido amplio: el estado, está obligado a intervenir en los procesos sociales, no
solamente de carácter penal penales sino los que tienen que ver con educación, salud, trabajo,
etc. pues es de esta manera que el mismo determina que comportamientos se consideran
reprochables, para así controlar los conflictos particulares, además de trabajar en la
prevención primaria de la pena.
Para el Observatorio de Política Criminal (2015) del Ministerio de Justicia y Derecho, la Política
criminal “una especie de las políticas públicas que tiene como objeto aquellos
comportamientos criminalizados (delitos y contravenciones), frente a los cuales puede
proponer un amplio catálogo de medidas y de fines que corresponden a consideraciones éticas
(sobre la justicia y el reproche) y políticas (sobre la conveniencia, pertinencia y legitimidad).
Esta política criminal deberá ser entendida como una política de carácter prescriptivo, cuyo
objeto podrá variar de acuerdo a distintas consideraciones sociales.” (2015, p.6)

La comisión asesora de política criminal en el año 2012 realizo un Diagnóstico y propuesta de


lineamientos de política criminal para el Estado colombiano, en este informe de política
criminal se encuentra la revisión de una amplia línea jurisprudencial de la Corte
constitucional[2] por medio de la cual se han señalado las funciones de una política criminal que
propenda por la protección de los derechos y bienes jurídicos de los asociados así:
 La definición de los bienes jurídicos que serán protegidos a través de la tipificación de
ciertos comportamientos que se consideren reprochables.
 La diferenciación entre delitos y contravenciones; penas principales y accesorias.
 Señalar la competencia de los jueces y el procedimiento aplicable en la persecución penal.
 El análisis de las consecuencias de los diferentes regímenes sancionatorios y
procedimientos penales.
 Establece el aumento o disminución punitiva de acuerdo con criterios de necesidad,
coherencia y proporcionalidad; crea y suprime delitos.
 Diferencia los delitos políticos de los delitos ordinarios.
 Señala los plazos de prescripción de la acción penal.
 Establece los subrogados penales y las circunstancias en las que son aplicables.

La Corte Constitucional ha establecido que es el legislador el encargado de diseñar la política


criminal sin perjuicio de lo regulado directamente por el constituyente, esta función del órgano
legislador va más allá de lo que las palabras determinan pues es función del mismo crear
política a partir de la realidad del momento, revisando las características de la sociedad actual,
esto es, estudiar a la sociedad desde un punto empírico en el ámbito cultural, económico,
político, familiar, educativo etc. en conclusión, siguiendo el informe de política criminal, creado
por la comisión asesora de política criminal (2012) la política criminal se articula con el derecho
penal y los procesos de criminalización para establecer las llamadas tres formas de
criminalización, así:
 Criminalización primaria: relacionada con la etapa legislativa, se refiere a la creación del
tipo penal con la finalidad de proteger un bien jurídico de un comportamiento
reprochable.
 Criminalización secundaria: mediante la cual se señala y judicializa a un individuo como
aquel que cometió una conducta típica, antijurídica y culpable. Tiene que ver con la
persecución, investigación y el procedimiento penal.
 Criminalización terciaria: Es decir el cumplimiento de la pena a la que ha sido condenada
la persona a la que se señaló en el proceso penal.

Ahora bien, teniendo claro el concepto de política criminal, sus funciones y características es
imperante caracterizar los antecedentes de la política criminal en Colombia.
En el informe de política criminal de 2008, la comisión asesora de política criminal realiza un
diagnostico nada favorable de la política criminal en Colombia, el cual caracterizaré en cuatro
rasgos:
1. La política criminal en Colombia es reactiva, incoherente y sin fundamentación
empírica, Establece la Comisión asesora de política criminal que en muchos casos la
intención de los legisladores e incluso del gobierno es demostrar que se han
emprendido acciones para reprimir comportamientos que la sociedad considera
reprochables, sin embargo en este afán los proyectos de ley carecen de motivaciones
suficientes que sustenten la necesidad de criminalizar un comportamiento, aumentar
o reducir una pena.

La comisión también establece que en materia de política criminal, tanto los legisladores como
el gobierno no han realizado un estudio concienzudo de las consecuencias de su propuesta
tanto para el proceso penal como para los operadores jurídico y el sistema carcelario ya que al
crear nuevos tipos penales los fiscales tendrían que investigar más delitos que los que ya
tienen a su cargo, los jueces conocerían de más casos aun generando congestión.
No se realizan estudios de casos ulteriores ni un análisis empírico de la situación que se intenta
regular, generando así incoherencias en la norma, que como consecuencia producen
inseguridad jurídica y en la mayoría de los casos violan los principios de última ratio y
proporcionalidad de la pena.
2. En Colombia existe una tendencia al endurecimiento punitivo, pues la Comisión realizó
un estudio de las leyes modificatorias aplicadas al Código Penal del 2000 desde la
fecha de su promulgación hasta el año 2011 dando cuenta que en ese tiempo se
realizaron 36 reformas las cuales versaban sobre el aumento de las penas establecidas
(para 80 delitos), creación de nuevos tipos penales (45 en total), modificación de
causales de agravación punitiva, la modificación de beneficios al aceptar cargos entre
otros, sin que estos cambios hayan representado una disminución de la comisión de
delitos.
3. La política criminal es poco reflexiva frente a los particulares desafíos del contexto
colombiano, pues al no tener fundamentos empírico y tener esa tendencia a aumentar
las penas en delitos que son reconocidos mediáticamente, los responsables de crear la
política criminal olvidan trabajar sobre puntos que son importantes en el contexto
colombiano, a saber: “i) la presencia diferenciada de las instituciones a nivel territorial
y social; ii) la complejidad del fenómeno criminal en nuestro país, que incluye
violencias cotidianas y formas agudas de criminalidad organizada, muchas de ellas
asociadas al narcotráfico; iii) la persistencia del conflicto armado y la gravedad de la
situación de derechos humanos; iv) la posible incidencia de situaciones agudas de
desigualdad, pobreza y discriminación sobre los fenómenos delincuenciales y la propia
política criminal; y v) los complejos desafíos de seguridad derivados de los anteriores
factores.” (Comisión asesora de política criminal 2012)
4. La tendencia a la subordinación de la política criminal por la política de seguridad,
puesto que en los documentos de política pública en materia de seguridad las únicas
referencias que se hacen a la política criminal es con respecto al aumento de penas o
disminución de las mismas dependiendo si Colombia se encuentra en guerra con los
grupos armados o en diálogos de paz. Esto se debe a que en los últimos tres gobiernos
la temática más importante con respecto a seguridad es el manejo de los grupos
armados.

En conclusión y como considera Guzmán et al (2008) “nuestra sociedad no tiene una política
criminal clara, definida y ajustada a las necesidades de la comunidad. No hay creación de
teorías, ideologías, concepciones propias y adecuadas a lo que se vive en la calle, vivimos de la
frustración y la réplica de políticas criminales planteadas y obsoletas de otros países que poco
o nada se asimilan a la realidad social nuestra. Se adoptan posturas distintas a lo que
realmente necesita la sociedad, creando nuevos y grandes comportamientos que no ayudan
en nada a reducir el índice de criminalidad, al contrario, aumentan la decadencia del ser
humano”
En el informe de política criminal considera que la razón para que la formulación de la política
criminal en Colombia sea tan precaria se encuentra en la precariedad de los diseños
institucionales previstos para formularla; Tanto constitucional como jurisprudencialmente se le
ha otorgado la misión de crear política criminal principalmente a la fiscalía general de la nación
y al ministerio de justicia, sin embargo estos se consideran simples participantes de esta
actividad dejándole campo al órgano legislativo para formular nombrada política, generando
entonces que confluyan esta multiplicidad de actores quienes presenten diferentes iniciativas
que pueden estar mal fundamentadas e incluso ser contrarias causando así incoherencia en la
política criminal. Sin embargo, existe un consejo superior de política criminal, pero la comisión
asesora considera que si bien su creación fue una idea acertada, no tiene claros cuáles son sus
objetivos y cuales los productos que debe desarrollar.
Además de ello la constitución política no prevé una reserva de código, es decir que otros
códigos pueden contener normas de carácter penal afectando la seguridad jurídica y
generando incoherencia normativa.
Entre otras cosas la corte considera que las leyes penales son ordinarias sin perjuicio de que
afecten un derecho fundamental como la libertad, esto permite que el trámite de una ley
penal sea más rápido y con menos controles evitando así que la corte evalúe la volatilidad y
posible incoherencia de los proyectos.
En conclusión, hasta la actualidad la política criminal en Colombia es precaria, se necesita
establecer lineamientos de formulación para la misma teniendo en cuenta criterios de estudio
empírico, coherencia y necesidad.
El debate de existencia y validez de la política criminal.
Una vez revisado el concepto de política Criminal en Colombia y la evaluación que sobre la
misma realizó la Comisión Asesora de Política Criminal, presentaré mi tesis y los argumentos
por los cuales considero que la política criminal existe, pero no es válida.
Cuando se estudian los contratos en derecho civil se hace referencia a los elementos
esenciales y de validez del contrato, la no concurrencia de alguno de estos elementos traía
consecuencias jurídicas distintas, a saber, si no concurrían todos los elementos esenciales el
contrato nunca nació a la vida jurídica, contrario sensu, la no concurrencia de un elemento de
validez generaba la nulidad del contrato que entonces se consideraría imperfecto y por ende
no generaba efectos jurídicos plenos.
Traigo a colación dicho tema de Obligaciones para ejemplificar mi tesis sobre la validez de la
Política Criminal en Colombia a manera de analogía. Debo aclarar que no estoy sugiriendo que
la Política Criminal sea una especie de Contrato, si no que, a propósito de los debates que hoy
en día se dan en el campo del derecho penal sobre la construcción de una Política Criminal
eficiente, la misma debe ser analizada en términos de existencia y validez.
Así, algunas personas afirman que la política criminal en Colombia no existe, pues aseguran
que su existencia depende de la respuesta efectiva que ofrezca a los problemas de
criminalidad, en este sentido para existir debe ser perfecta y responder a las problemáticas
con independencia a los factores sociales, políticos y económicos que influyen en su creación.
Desde mi punto de vista, la política criminal existe una vez es sancionada o decretada ya que
tiene efectos jurídicos sobre los procesados y condenados, por tanto, el debate no se debe
enfocar en su existencia, si no en su validez, en tanto que debe analizar su funcionalidad
respecto a los problemas que busca erradicar y a los elementos que influyeron en su
construcción.
En este sentido, una política criminal no debe ser evaluada en las medidas que presenta para
prevenir y castigar el crimen sino también en los elementos que rodearon su creación y sus
antecedentes para establecer si la misma resulta valida (por ser independiente, racional,
efectiva y acorde con los valores y principios constitucionales y de derecho penal) o nula.
Así pues, la Política Criminal en Colombia existe en términos de Carranza (1991) en su sentido
estricto en tanto que aborda el juzgamiento y la reforma penal, sin embargo, no resulta válida
porque, tal y como lo evidenció la Comisión Asesora, responde a procesos de populismo
punitivo y tendencias punitivitas caracterizadas por el aumento de penas y la restricción de los
derechos de las personas que se encuentran inmersas en un proceso penal.
Ahora bien, una política criminal válida en Colombia no debe estar permeada por estos
elementos y debe abrirse a un sentido amplio, que como lo referencian los autores
mencionados, constituya una especie de política pública que intervenga otros ámbitos
distintos al penal, cuyo objetivo sea la prevención y castigo – en clave de derechos humanos-
de la criminalidad.
En conclusión, La política criminal en Colombia existe pues tiene efectos jurídicos sobre los
procesdos y condenados, pero no es válida en tanto no es efectiva en su espíritu, está
restringida al ámbito legislativo y de juzgamiento y se ve afectada por intereses políticos,
económicos y sociales. Para construir una Política Criminal eficaz en Colombia es necesario
dejar atrás el debate sobre su existencia y dar frente a la tendencia punitivista que en su
sentido restringido presenta. El análisis y construcción de la misma debe surtirse a través del
estudio de su validez frente a los principios y valores constitucionales y penales, a los
elementos externos que influyen en su creación y a al abordaje que se haga de ámbitos
distintos al de juzgamiento y reforma penal.

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