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PERSONAJES
Antonio, Cleopatra, César, Corte romana, Damas egipcias, entre éstas, Eira y Carmia.
César se encuentra sentado al exterior del mausoleo, rodeado de su corte. El soberano sujeta entre
sus palmas la espada ensangrentada que dio muerte a Marco Antonio.
CÉSAR
Y he de mirarme en él.
FETICHE 2. Los amantes de Alejandría (el amor es sólo eso, no es más que eso).
Interior del mausoleo. Cleopatra atónita, observa frente a ella, a su amado Antonio, que recién
expiró su último aliento. No cree en la verdad de aquella visión. Sus damas la observan,
preocupadas.
CLEOPATRA.
Y que acato esa grandeza que ha adquirido. Dile que cada hora aprendo
a su debido tiempo.
Mi sumisión. Anda.
(Carmia y las damas, salen del mausoleo, dudosas. Cleopatra no soporta la visión de Antonio y
busca entre sus ropas una daga).
ANTONIO
CLEOPATRA
¿También de la muerte
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
No sé.
ANTONIO
Seguro que me conoces.
CLEOPATRA
ANTONIO
No entiendo.
CLEOPATRA
A un hombre igual!
ANTONIO
Cleopatra…
CLEOPATRA
ANTONIO
Mi nombre Cleopatra…
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
Imaginar a Antonio sería una obra natural que anularía toda ilusión.
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
No me atrevo, amor.
ANTONIO
CLEOPATRA
El más noble. Pero ¿yo no cuento para ti? ¿Voy
una pocilga? Es cierto; no soy más que una mujer, y sometida a la misma pasión
Podría tirar mi cetro y rendirme a los besos que ofreces, y la mano de César. Pero resignarse es de
necios; rebelarse de perros rabiosos.
ANTONIO
CLEOPATRA
De César, en nadie.
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
Y ahora te ruego, una última vez, que vayas y te avengas a sus planes, ya que aun
CLEOPATRA
ANTONIO
Temo decírtelo.
CLEOPATRA
Te lo ruego.
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
Lo hará, lo sé.
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
ANTONIO
CLEOPATRA
Adiós, que ya te alcanzo. Y ya que mi señor vuelve a ser Antonio, yo seré Cleopatra.
(Antonio se despide y desaparece en la oscuridad del mausoleo. Entran las damas egipcias).
¡Carmia! Han llegado. ¡Nobles muchachas! ¡Ah mujeres! Mirad, nuestra luz está apagada, ya no
arde. ¡Anímense! Antonio está muerto, sí, el cuerpo de este gran espíritu está frío. Nuestro sólo
amparo es el valor y el final más rápido. ¡Mujeres venid, que la muerte ha de acogernos con
orgullo!
CLEOPATRA
¿Damas mías, qué les parece? Nos mostrarán en Roma como a títeres egipcios, nos prenderán
como a golfas, los cómicos nos improvisarán trayendo a escena las fiestas de Alejandría, Antonio
será un borracho y Cleopatra una zorra. Pero saben ya cuál es el modo de burlar sus previsiones y
vencer todos sus propósitos. Lo he preparado todo, vayan, traed mis mejores galas, que vuelvo al
Cidno. Traigan mi corona y todo, que me visto ¡para César! Traigan la canasta de higos que yace en
la cámara última de este templo, pues ahí está el pobre instrumento que servirá para un acto tan
noble. Carmia, mi Carmia, tú en cambio, detenlo un poco más. Endúlzalo, que él sólo viene a soltar
palabras para evitar que haga lo más noble. ¡Dile que el mundo entero suyo es y yo su trofeo, y
signo de conquista, que luciré donde él quiera colgarme! (Las damas y Carmia obedecen,
convencidas. Una dama le entrega la canasta, mientras el resto comienza a desvestirla para
ataviarla como reina).
CLEOPATRA
Aquí está, la linda culebra del nilo, que mata sin dolor. En seguida acabaremos y al final de esta
labor podremos jugar hasta el día del juicio.
(Lo siguiente mientras Cleopatra es vestida por sus damas; ella recibe las ropas, a excepción de su
máscara funeraria, pues no quiere cubrir su rostro).
¿Qué, ya está? Adiós querida Carmia, y a ustedes mis damas, un largo adiós. (Besa a la dama de la
canasta, que cae muerta). ¿Qué? ¿Tengo la serpiente en los labios? Ven ser mortal; deshaz con tus
colmillos este nudo inextricable de la vida. Pobre venenoso, enójate y acaba. ¡Ojalá hablaras para
escucharte decir que el magno César es un tonto sin astucia! Toma mi pecho, mis brazos.
¡Antonio! ¡Tú ven también! (Antonio le abraza por la espalda) ¿por qué esperar? (Muere).
(Antonio y Cleopatra parecen dormidos, sus damas comienzan a caer también, en el sueño último,
dulcement, excepto Carmia que alcanza a ser vista por César, quien entra junto a su corte, antes de
caer también junto a su reina).
CÉSAR
(Tras observar con horror, y comprobando junto a su corte que aquello es un cementerio).
Lo que imaginaba se ha consumado. Soy un augur infalible. Adivinó mi propósito, y al ser reina,
tomó su camino. ¿Cómo han muerto? No las veo sangrar. ¿Envenenados? No ella aún vivía, estaba
en pie. Se vería hinchazón externa, y más bien parecen dormidas, como cuando atrapaban a
Antonio en sus encantos. (Revisa a Cleopatra) En el pecho hay un hilo de sangre, en el brazo igual.
Es el rastro de un áspid, de las cuevas del nilo. Seguramente murió así, con un modo fácil de morir.
(Reflexiona, entre furioso y triste, aun con sorpresa). Llevadla en su lecho y saquen del mausoleo a
sus mujeres. Será enterrada junto a Antonio. No habrá tumba en el mundo que encierre a pareja
más famosa. La pena que inspira su historia no es menor que el renombre de quien la hizo
lamentable. Nuestras fuerzas asistan solemnemente a sus exequias. Después, a Roma.
(Sale. Mientras los soldados romanos alzan los cuerpos, cae el oscuro final).