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LA SERPIENTE DEL NILO

A partir del V acto de Antonio y Cleopatra de W. Shakespeare.

PERSONAJES

Antonio, Cleopatra, César, Corte romana, Damas egipcias, entre éstas, Eira y Carmia.

La acción transcurre en la ciudad de Alejandría, en espacios del mausoleo de Cleopatra en el que


ella se encuentra asediada.

FETICHE 1. La espada de Marco Antonio.

César se encuentra sentado al exterior del mausoleo, rodeado de su corte. El soberano sujeta entre
sus palmas la espada ensangrentada que dio muerte a Marco Antonio.

CÉSAR

Al romperse un hombre así,

Tendría que haber un gran estruendo.

La muerte de Antonio no es una ruina aislada;

A su nombre estaba la mitad del mundo.

Ha muerto, y no por el brazo ejecutor de la justicia;

La misma mano que escribió el honor de sus hazañas

Es la que, con el arrojo de su pecho,


le ha partido el pecho. Esta es su espada;

robada de su herida. ¡Mírenla!: Teñida

con su sangre, nobilísima.

¿Estáis tristes amigos?

Lo asombroso es que el sentimiento

nos obligue a lamentar lo que anhelábamos.

Tengo frente a mí un ancho espejo,

Y he de mirarme en él.

¡Ah Antonio! Te he llevado a esto.

Pero el ancho mundo no podía albergarnos a los dos.

Y ahora, la reina, Cleopatra, desde lo único que tiene,

Su mausoleo, su tumba, debe acomodarse a lo que ahora se le imponga.

Pero ¿cómo podría César comportarse con dureza?

He de decirle que no quiero deshonrarla,

Según sea el carácter de su angustia, no sea

que en su grandeza ahora me burle con un golpe mortal:

Llevarla viva a Roma hará inmortal mi triunfo.

Habrá de rendirse, pues estando ya hundida

retrasarlo es una extravagancia.

Vengan conmigo, al mausoleo

y verán lo que puedo enseñarles.

FETICHE 2. Los amantes de Alejandría (el amor es sólo eso, no es más que eso).

Interior del mausoleo. Cleopatra atónita, observa frente a ella, a su amado Antonio, que recién
expiró su último aliento. No cree en la verdad de aquella visión. Sus damas la observan,
preocupadas.
CLEOPATRA.

Disuélvete en lluvia, nube espesa

Que yo pueda decir que los dioses lloran

Y me engañan con lo que veo.

Poco me importa que me engañen,

La confianza no me sirve, pero…

Carmia, dulce Carmia, ¡Jamás saldré de aquí!

¡Bienvenidos sean horrores y prodigios!

Ve tú y guía a las demás, que César viene a mostrar su voluntad,

Pero él no es la fortuna: tan sólo su esclavo

Y cumplidor de sus deseos. Mi desolación

con él ya se encamina. Detenlo. Impidan cuanto tiempo puedan

que entre por estas puertas.

Te lo suplico, dile que me someto a su fortuna,

Y que acato esa grandeza que ha adquirido. Dile que cada hora aprendo

lecciones de obediencia y desearía mirarlo a la cara,

a su debido tiempo.

Ha sido fácil mi captura, que me mantengan así,

Custodiada, presa, hasta que venga César y le dé en persona

Mi sumisión. Anda.

(Carmia y las damas, salen del mausoleo, dudosas. Cleopatra no soporta la visión de Antonio y
busca entre sus ropas una daga).

¿Dónde estás muerte?

¡Ven, ven y llévate a una reina


Que vale muchos mendigos y criaturas!

Pretende quitarse la vida con el arma, pero la detiene el alarido de Antonio.

ANTONIO

¡Alto mi dama! ¡Alto! ¡No te hagas daño!:

Estás rescatada, no traicionada.

CLEOPATRA

¿También de la muerte

que libra a nuestros perros de dolencias?

ANTONIO

Modérate, amor mío.

CLEOPATRA

No tomaré alimento ni bebida;

si es preciso diré trivialidades con tal de no dormir.

Esta casa mortal derribaré, lo quiera o no César.

ANTONIO

Agrandas tus imágenes de horror

Mucho más de lo que César da motivo.

CLEOPATRA

A César di, que quiero morir.

ANTONIO

Mi reina, ¿Me conoces?

CLEOPATRA

No sé.

ANTONIO
Seguro que me conoces.

CLEOPATRA

Da igual lo que yo haya oído o conozca.

ANTONIO

No entiendo.

CLEOPATRA

Tú ríes, cuando niños, mujeres y soldados

Te cuentan sus sueños.

Yo soñé que había un emperador Antonio

¡Creo que duermo de nuevo para ver

A un hombre igual!

ANTONIO

Cleopatra…

CLEOPATRA

Su rostro como el cielo, y en él

Un sol y una luna que girando,

Alumbraban la menuda tierra.

ANTONIO

Mi nombre Cleopatra…

CLEOPATRA

¿Crees que hubo o puede haber un hombre igual?

Sólo sueño. Antonio ha muerto.

ANTONIO

Si hubo un hombre así, es más grande que los sueños.

CLEOPATRA

¡Mientes y los dioses han de oírlo!


ANTONIO

La naturaleza no tiene con qué emular la fantasía en raras formas;

Imaginar a Antonio sería una obra natural que anularía toda ilusión.

No imagines, pues aquí me tienes.

CLEOPATRA

¡Antonio! Aún conmigo. Muere luego y vive antes.

Lo deseaba, sí, pero el que sólo desea es bobo.

ANTONIO

Supliqué a la muerte me guardara y me dejara

Regresar hasta que de un millar de besos yo en tus labios

Estampe el pobre último.

Él intenta besarla. Ella se aparta, sin permitir el mínimo contacto.

CLEOPATRA

No me atrevo, amor.

Perdóname, Antonio, no me atrevo.

Si de revivirte tuviera poder con mis besos,

Yo mis labios gastaría besando.

Pero ahora sólo me consuelo trayendo a recuerdo

tu anterior fortuna, cuando eras el príncipe más grande de este mundo.

ANTONIO

Pero no he muerto como un ruin

Ni cobardemente entregué el casco,

Soy un romano vencido por sí mismo con bravura.

CLEOPATRA
El más noble. Pero ¿yo no cuento para ti? ¿Voy

a quedarme en esta oscura tierra, que ya no es más que

una pocilga? Es cierto; no soy más que una mujer, y sometida a la misma pasión

que la que ordeña y hace las faenas más humildes.

Podría tirar mi cetro y rendirme a los besos que ofreces, y la mano de César. Pero resignarse es de
necios; rebelarse de perros rabiosos.

ANTONIO

Escucha reina mía: ve con César

Procura salvarte con honra.

CLEOPATRA

Las dos cosas no van juntas.

Confiaré en mi firmeza y en mis manos;

De César, en nadie.

ANTONIO

A veces un victorioso ruega que se le ayude a ser bueno

Pidiéndole clemencia de rodillas.

CLEOPATRA

No seré una sierva maniatada a su corte.

¿Van a alzarme en brazos y mostrarme a la plebe

De una Roma acusadora?

¡Antes desnuda sobre el lodo del nilo!

¡Antes hágase una orca con nuestras altas pirámides!

Soñé que había un emperador Antonio. Su brazo en alto

fue cimera del mundo. ¡Él luchó hasta la muerte!

ANTONIO

Y sin embargo perdí más de una batalla,


Y ultrajé mi honra en extravíos de lo más viles.

CLEOPATRA

¿Te lamentas de tus pérdidas? ¿Nuestras pérdidas?

ANTONIO

Las mías a causa tuya.

Los besos se han llevado reinos y provincias.

Desde que seguí tu navío en aquella batalla

Y renuncié a la victoria por ir tras de ti cual pato encelado.

Fui un guía guiado, sirviendo a mujeres.

CLEOPATRA

¡Cómo iba yo a pensar que ibas a seguirme!

ANTONIO

Sabías a qué extremo tú eras mi conquistadora y mi espada,

Aun decaída por mi amor, le obedecería en lo que fuese.

CLEOPATRA

Perdóname, es lo que puedo decirte.

ANTONIO

No viertas ni una lágrima; sólo una vale todo lo ganado y lo perdido.

Nuestra luna terrena estaba eclipsada y anunciaba la caída de Antonio.

Me equivoqué. Te acusé antes de adular a César, de ser siempre veleidosa.

Y ahora te ruego, una última vez, que vayas y te avengas a sus planes, ya que aun

Puedes salvarte y obtener ganancia a cambio.

CLEOPATRA

Dime la verdad. ¿Sabes lo que César se propone hacer conmigo?

ANTONIO

Temo decírtelo.
CLEOPATRA

Te lo ruego.

ANTONIO

Por noble que él sea…

CLEOPATRA

…me llevará en su triunfo, como medalla.

ANTONIO

Lo hará, lo sé.

CLEOPATRA

Si crees que iré, entonces, no me conoces aún.

ANTONIO

Tanto y tan poco, que por creerte muerta

me he atravesado con mi espada.

CLEOPATRA

Entonces ¿es pecado lanzarse a la casa secreta de la muerte

antes de que la muerte ose venir?

¡Qué pobre es ser César!

¡Lo grandioso es hacer lo que concluye toda acción!

La corona del mundo se deshace, sigo tu ejemplo mi amado.

ANTONIO

Si vuelvo a besarte los labios será estando lleno de sangre.

CLEOPATRA

Y sosteniendo con honor tu espada.

ANTONIO

Mi espada y yo pasaremos a las crónicas, y tú mi reina.

Aún hay esperanza.


El valor de César no ha vencido a Antonio:

El de Antonio ha triunfado sobre sí.

CLEOPATRA

Así ha de ser: que nadie sino Antonio

Venza a Antonio. ¡Que nadie sino Cleopatra venza a Cleopatra!

(Se escucha el abrir de las puertas del mausoleo. Bullicio).

Adiós, que ya te alcanzo. Y ya que mi señor vuelve a ser Antonio, yo seré Cleopatra.

(Antonio se despide y desaparece en la oscuridad del mausoleo. Entran las damas egipcias).

¡Carmia! Han llegado. ¡Nobles muchachas! ¡Ah mujeres! Mirad, nuestra luz está apagada, ya no
arde. ¡Anímense! Antonio está muerto, sí, el cuerpo de este gran espíritu está frío. Nuestro sólo
amparo es el valor y el final más rápido. ¡Mujeres venid, que la muerte ha de acogernos con
orgullo!

FETICHE 3. La vida de la reina serpiente.

CLEOPATRA

¿Damas mías, qué les parece? Nos mostrarán en Roma como a títeres egipcios, nos prenderán
como a golfas, los cómicos nos improvisarán trayendo a escena las fiestas de Alejandría, Antonio
será un borracho y Cleopatra una zorra. Pero saben ya cuál es el modo de burlar sus previsiones y
vencer todos sus propósitos. Lo he preparado todo, vayan, traed mis mejores galas, que vuelvo al
Cidno. Traigan mi corona y todo, que me visto ¡para César! Traigan la canasta de higos que yace en
la cámara última de este templo, pues ahí está el pobre instrumento que servirá para un acto tan
noble. Carmia, mi Carmia, tú en cambio, detenlo un poco más. Endúlzalo, que él sólo viene a soltar
palabras para evitar que haga lo más noble. ¡Dile que el mundo entero suyo es y yo su trofeo, y
signo de conquista, que luciré donde él quiera colgarme! (Las damas y Carmia obedecen,
convencidas. Una dama le entrega la canasta, mientras el resto comienza a desvestirla para
ataviarla como reina).

CLEOPATRA
Aquí está, la linda culebra del nilo, que mata sin dolor. En seguida acabaremos y al final de esta
labor podremos jugar hasta el día del juicio.

ESCENA CON EL RÚSTICO???????

(Lo siguiente mientras Cleopatra es vestida por sus damas; ella recibe las ropas, a excepción de su
máscara funeraria, pues no quiere cubrir su rostro).

Denme la túnica. Y la corona. Tengo ansias inmortales. Mi resolución es firme y en mi no hay


mujer: de los pies a la cabeza soy puro mármol. Me ha llamado sin quererlo Antonio, le veo alzarse
y alabar mi noble acción y reírse de la suerte de César. ¡Soy fuero y aire; mis otros elementos los
doy a la vida ruin!

(Entra Carmia, angustiada).

¿Qué, ya está? Adiós querida Carmia, y a ustedes mis damas, un largo adiós. (Besa a la dama de la
canasta, que cae muerta). ¿Qué? ¿Tengo la serpiente en los labios? Ven ser mortal; deshaz con tus
colmillos este nudo inextricable de la vida. Pobre venenoso, enójate y acaba. ¡Ojalá hablaras para
escucharte decir que el magno César es un tonto sin astucia! Toma mi pecho, mis brazos.
¡Antonio! ¡Tú ven también! (Antonio le abraza por la espalda) ¿por qué esperar? (Muere).

(Antonio y Cleopatra parecen dormidos, sus damas comienzan a caer también, en el sueño último,
dulcement, excepto Carmia que alcanza a ser vista por César, quien entra junto a su corte, antes de
caer también junto a su reina).

CÉSAR

(Tras observar con horror, y comprobando junto a su corte que aquello es un cementerio).

Lo que imaginaba se ha consumado. Soy un augur infalible. Adivinó mi propósito, y al ser reina,
tomó su camino. ¿Cómo han muerto? No las veo sangrar. ¿Envenenados? No ella aún vivía, estaba
en pie. Se vería hinchazón externa, y más bien parecen dormidas, como cuando atrapaban a
Antonio en sus encantos. (Revisa a Cleopatra) En el pecho hay un hilo de sangre, en el brazo igual.
Es el rastro de un áspid, de las cuevas del nilo. Seguramente murió así, con un modo fácil de morir.
(Reflexiona, entre furioso y triste, aun con sorpresa). Llevadla en su lecho y saquen del mausoleo a
sus mujeres. Será enterrada junto a Antonio. No habrá tumba en el mundo que encierre a pareja
más famosa. La pena que inspira su historia no es menor que el renombre de quien la hizo
lamentable. Nuestras fuerzas asistan solemnemente a sus exequias. Después, a Roma.

(Sale. Mientras los soldados romanos alzan los cuerpos, cae el oscuro final).

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