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bre la reproducción y crecimiento vegetativos. Esto se hace más necesario Los juegos de las esencias
cuando la investigación recae en Tamoanchan y Tlalocan . Y las consecuen-
cias del énfasis en los ciclos naturales va más allá. La cosmovisión mesoa-
mericana se ofrece como la concepción de un gigantesco proceso en el que
están inscritos isonómicamente los cursos naturales y los divinos. Una parte
considerable del cosmos está integrada como un gran complejo de vías cir-
culares en el que cada uno de sus componentes funciona transformando la
materia que fluye e impulsando los flujos. Mi propuesta metodológica
frente a esta concepción —y creo que entre mis propuestas presentes es la de
mayor peso— es ubicar Tamoanchan y Tlalocan en el proceso cósmico y
encontrar su valor como piezas del complejo general.
Por lo tanto, deseo entender la naturaleza mítica de Tamoanchan y Tla-
locan como parte de un complejo que explique los flujos naturales, sociales
y divinos. La reproducción de la naturaleza salvaje, la agrícola, la de los ani-
males domésticos, la humana, el curso de los astros, los ciclos del tiempo, la
alternancia de los periodos de lluvias y secas, todo form a parte, para el cre-
yente, de un enorme proceso general que no sólo mueve, sino que da regu-
laridad y sentido a las cosas de este mundo y a las del m undo de los dioses.
La importancia de Tamoanchan y Tlalocan en las fuentes no puede ser gra-
tuita. Las causas de sus múltiples menciones están vinculadas al movimien-
to global del cosmos.

En resumen, dirijo mi investigación hacia la búsqueda prioritaria de:


a. Las formas específicas de percepción del cosmos y de la correlativa
acción en él.
b. Las funciones cósmicas en las que se encontraban ubicados Tamoan-
chan y Tlalocan.
c. Los principios arquetípicos que fundaron la explicación de los diver-
sos procesos cósmicos.

La constitución del mundo

La separación del cielo y déla tierra

Hablar de Tamoanchan y Tlalocan es hablar de la circulación de lo invisi-


ble, de los cursos que siguen las sustancias sutiles que dan naturaleza, que
transforman y animan a los seres del mundo. Tamoanchan y Tlalocan son
sitios de origen y destino de estas sustancias sutiles que podemos llamar en-
tidades anímicas, "almas", o fuerzas divinas y que se encuentran en el inte-
rior de las criaturas. Esto es claro en las fuentes que hablan de la constitución
de los hombres. Según las concepciones mesoamericanas, el ser humano
está form ado por varias entidades anímicas, y Tlalocan y Tamoanchan se
relacionan o con su gestación o con su destino final. En efecto, uno de los

17
componentes de la invisible interioridad humana viene de Tamoanchan:
los dioses superiores envían esa "alma" al vientre de las madres para formar
al niño. También dicen las fuentes que a Tlalocan va otro de los compo-
nentes de dicha interioridad. Esto sucede, al menos, cuando los hombres
mueren poseídos por los poderes del agua. Las almas de los ahogados, por
ejemplo, tienen como destino final el reino de Tláloc, dios de la lluvia. Pero
lo anterior no es sólo aplicable al hombre. Las "almas" de los otros seres
mundanos también van a estos lugares míticos y de ellos provienen. Por tan-
to, si deseamos entender las funciones cósmicas de Tamoanchan y Tlalocan
en el gran proceso cósmico, debemos preguntarnos inicialmente qué son y
cuál es el origen de esas "almas", esencias o fuerzas imperceptibles que cons-
tituyen la parte anímica del ser humano, de los animales, los vegetales y el
resto de las criaturas.
Los antiguos mesoamericanos creían que dichas esencias o sustancias
imperceptibles habían penetrado en todos los seres mundanos en el tiempo
de la creación. Más aún, las criaturas debían a esa sustancia su naturaleza.
Era sustancia divina; nacida, como todos los dioses, de un proceso de trans-
formaciones que dividió originalmente al gran ser primigenio en dos partes
opuestas y complementarias: la tierra y el cielo. 11 La constitución de los
seres divinos y de los mundanos debe explicarse a partir de una diosa origi-
nal, acuática, caótica, monstruosa. Su naturaleza original se conservó en la
parte inferior del cosmos; la parte superior, en cambio, adquirió las carac-
terísticas masculinas. La separación de ambas partes de la diosa fue man-
tenida con postes —m encionados como árboles, hombres, dioses...— que
impidieron la recomposición de la diosa.
Este mito aparece en varias versiones, al parecer muy incompletas y de
registro pobre, todas de la época colonial temprana y del Altiplano Central
de México. Sin embargo, tanto la antigüedad del concepto de la diosa como
su importancia en la mitología mesoamericana quedan atestiguadas en las ex-
presiones escultóricas y pictóricas. Transcribo los textos pertinentes en los
que, com o es normal en el mito, varían personajes, detalles y aun episodios:

Y luego [Quetzalcóatl y Huitzilopochtli]... hicieron el agua y en ella criaron un


peje grande, que se dice Cipactli, que es como caimán, y de este peje hicieron
la cierra...12

Había una diosa llamada Tlaltéud, que es la misma tierra, la cual, según ellos,
tenía figura de hombre: otros decían que era mujer.
Por la boca de la cual entró un dios Tezcatlipuca y su compañero llamado
Ehécatl, entró por el ombligo, y ambos se juntaron en el corazón de la diosa
que es el centro de la tierra, y habiéndose juntado, formaron el cielo muy bajo.
Por lo cual los otros dioses muchos vinieron a ayudar a subirlo y una vez que
fue puesto en alto, en donde ahora está, algunos de ellos quedaron sostenién-
dolo para que no se caiga.13
11
Algu n os de los puncos aquí tratados aparecen de manera m uch o más deten ida, argum en tada y
ejem plificada en mi libro Los mitos del tlacuache.
12 Historia de los mexicanos por suspinturas, 25.
13 Historia de México, 105.

18
Dos dioses, Quetzalcóatl y Tezcatlipuca bajaron del cielo a la diosa Tlalte- Los juegos de las esencias
cutli, la cual estaba llena por todas las coyunturas de ojos y de bocas, con las
que mordía, como bestia salvaje.
Y antes de que fuese bajada, había ya agua, que no saben quién la creó, sobre
la que esta diosa caminaba.
Lo que viendo los dioses dijeron el uno al otro: "Es menester hacer la tierra".
Y esto diciendo, se cambiaron ambos en dos grandes sierpes, de los que el
uno asió a la diosa de junto a la mano derecha hasta el pie izquierdo, y el otro
de la mano izquierda al pie derecho.
Y la apretaron tanto, que la hicieron partirse por la mitad, y del medio de las
espaldas hicieron la tierra y la otra mitad la subieron al cielo, de lo cual los
otros dioses quedaron muy corridos.
Luego, hecho esto, para compensar a la dicha diosa de los daños que estos
dos dioses la habían hecho, todos los dioses descendieron a consolarla y orde-
naron que de ella saliese todo el fruto necesario para la vida del hombre.
Y para hacerlo, hicieron de sus cabellos árboles y flores y yerbas; de su piel,
la yerba muy menuda y florecillas; de los ojos, pozos y fuentes y pequeñas
cuevas; de la boca, ríos y cavernas grandes; de la nariz, valles y montañas.
Esta diosa lloraba algunas veces por la noche, deseando comer corazones de
hombres, y no se quería callar, en tanto que no se le daban, ni quería dar fruto,
si no era regada con sangre de hombres.14

Después [los dioses] hicieron del peje Cipactli la tierra, a la cual dijeron Tlalte-
cutli, y píntanlo como dios de la tierra, tendido sobre un pescado, por haberse
hecho de él.15

El establecim iento de los cuatro postes, que son cam inos de los dioses

Una vez creados la tierra y el cielo a partir del cuerpo de Cipactli, y con ello
constituida la gran división entre la parte femenina y la masculina del cos-
mos, los cuatro postes —o árboles o dioses u hom bres— se convirtieron en
los caminos de los dioses (Fig. I.I.). Fueron los caminos de los dioses por-
que por su tronco hueco correrían y se encontrarían las esencias divinas
opuestas que eran los flujos de las dos mitades del cuerpo del monstruo.
Son distintos los mitos de la tradición mesoamericana que se refieren a
esta parte de la creación. Un o de ellos es el del establecimiento de los cuatro

FIGURA 1.1. Los cuatro


árboles cósmicos que fueron
colocados después del diluvio
para sostener el cielo.

14 Historia de México, 108.


15 Historia de los mexicanos por suspinturas, 26.

19
Tamoanchan y Tlalocan postes, los cuatro dioses mayas llamados bacaboob, en el momento en que
desaparecieron las aguas del diluvio, mito del que aparecen brevísimas men-
ciones en Landa y en el Chilarn Balam de Chum ayel.XG Transcribo aquí el
texto de la Historia de los m exicanos por sus pinturas:

Vista... la caída del cielo sobre la tierra... ordenaron todos los cuatro de hacer
por el centro de la tierra cuatro caminos, para entrar por ellos y alzar el cielo.
Y para que los ayudasen, criaron cuatro hombres: al uno dijeron Cuatémoc,
y al otro Itzcóatl, y al otro Itzmalli, y al otro Tenexúchitl.
Y criados estos cuatro hombres, los dos dioses, Tezcatlipuca y Quetzalcóatl,
se hicieron árboles grandes. Tezcatlipuca, en un árbol que dicen tezcacuáhuitl,
que quiere decir "árbol de espejos", y el Quetzalcóatl en un árbol que dicen
quetzalhuéxotl. Y con los hombres y con los árboles y dioses alzaron el cielo
con las estrellas como agora está.17

Por el interior de los postes


huecos viajaron los dioses
procedentes del cielo y de
las profundidades de la
tierra. Su encuentro fue
pecaminoso. No debían
CHICNAUHTOPAN
(Los Nl.UiVF. QUI• ESTÁN SOBRE NOSOTROS)
volver a unirse las dos par-
n u e ve p iso s d e e t e r n o p r e se n t e tes del cuerpo de Cipactli.
Los dioses de arriba y los
de abajo eran fragmentos
del cuerpo dividido de la
diosa, y el connubio era la vio-
lación de la separación original.
TLALTICPAC El pecado,18 sin embargo, fue producti-
(EN LA SUPERFICIE DE LA TIERRA) porque de la unión de los dioses del cielo
c u a t r o p iso s d e t r a n scu r so t e m p o r a l
y del inframundo nació el transcurso
del tiempo. Tras la división pri-
maria de la diosa en cielo y tierra,
el tiempo no transcurría. El cuer-
po de la diosa era un constante
CHIC:NAUHMICTUN presente de todas las posibilidades
(Los NUEVE LUGARES DE LA MUERTE) de existencia. Así quedó el cons-
n u e ve p i s o s d e e t e r n o p r e se n t e
tante presente en los pisos celestes
(ilhuícatl o chicnauhtopan) y en los
de las profundidades de la tierra (m ic-
tlan o chicnauhm ictlan). El viaje de sus
FIGURA 1.2. Los nueve cielos
superiores, los cuatro cielos fragmentos, en cambio, producía el correr
inferioresy los nueve pisos temporal en las capas intermedias, en tlal-
del inframundo. tícpac, el mundo habitado por el hombre (Fig. I.2.). Pro-

16
Lan da, Relación de las cosas de Yucatán, 6 2 y Libro de Chilam Balamde Chtimayel, 6 3.
17 Historia de los mexicanos por suspinturas, 32.
18
En esce trabajo uso con frecuencia el t érm in o "pecado", que suele ser criticado por quienes

II
creado por lo femenino y lo masculino, el tiempo salió de los cuatro postes Losjuegos de las esencias
para extenderse sobre el espacio formado por la separación del cielo y de la
tierra.
Son varios los mitos que se refieren al momento del pecado, de la inde-
bida unión de las fuerzas celestes y terrestres, de su alternancia y, a partir de
ella, de la circulación del tiempo. Entre ellos pueden mencionarse el mito
de la conjunción del canto del Viento —dios nocturno, negro, tenebroso,
frío— con los coloridos músicos del Sol 19 y el mito de Tata y Nene en el
diluvio. Veamos este último:

...Titlacahuan llamó al que tenía el nombre de Tata y a su mujer llamada Nene,


y les dijo: u ¡No queráis nada más; agujerad un ahuéhuetl muy grande, y ahí os
meteréis cuando sea la vigilia y se venga hundiendo el cielo!" Ahí eneraron:
luego los tapó y les dijo: "Solamente una mazorca de maíz comerás tú, y tam-
bién una tu mujer." Cuando acabaron de consumir los granos, se notó que iba
disminuyendo el agua; ya no se movía el palo.
Luego se destaparon y vieron un pescado; sacaron fuego con los palillos
(arrojaron el tizón) y asaron para sí los pescados. Miraron hacia acá los dioses
Citlallinicue y Citlallatónac y dijeron: "¡Dioses! ¿quién ha hecho fuego? ¿quién
ha ahumado el cielo? Al punto descendió Titlacauhuan, Tezcatlipoca, los riñó
y dijo: "¿Qué haces, Tata? ¿qué hacéis vosotros?" Luego les cortó los pescuezos y
les remendó su cabeza en su nalga, con que se volvieron perros.20

Com o digo en otro lugar,21 el pecado de Tata y Nene fue, precisamente, el


haber unido lo frío y subterráneo (los peces muertos) con lo celeste y ca-
liente (el fuego), o sea, el haber propiciado el nacimiento del tiempo que
circularía con los cuatro postes hincados tras la desaparición de las aguas del
diluvio.

La aparición del Sol y la creación de los seres del m undo del hom bre

Resumida drásticamente la descripción de la creación según se presenta en


muy abundantes mitos de la tradición religiosa mesoamericana,22 debemos
tomar en cuenta la referencia a tres formas diferentes de tiempo: un tiempo

consideran que debe referirse sólo a la con cepción judeo-crist ian a, opin ión falsa, pues voces autori-
zadas afirm an que la noción aparece en rodas las religiones teístas (véase, por ejem plo, Pike, Diccio-
nario de religiones, 36 7). En efecto, el térm in o puede abarcar m uy distintas variantes conceptuales, y
éstas han abu n dado no sólo en las diferen tes religiones del m u n d o, sin o a lo largo de la existencia de
la propia tradición judeo-cristian a. En t ien do por pecado, dentro de las con cepcion es de la tradición
m esoam ericana, la transgresión de los dioses o de los hom bres con t ra un orden divin o anterior, ac-
ción que, com et ida por los dioses, puede producir un nuevo proceso de creación, y que, com et ida
por los h om bres, produce un estado grave de desequilibrio capaz de afectar seriamente al infractor, a
su fam ilia o a otros h om bres, ya que su con dición es contagiosa.
19 Historia de México, 111; Men d iet a, Historia eclesiástica indiana, I, 86; mi interpretación, en
Los mitos del tlacuache, 36 7- 370 .
20Leyenda de lossoles, 120.
21Los mitos del tlacuache, 4 71- 4 79 .
22
Toda esta interpretación de la creación según la m itología m esoam erican a se encuentra in ex-
tenso en Los mitos del tlacuache.

II
en el que los dioses existen apaciblemente, sin crear; un tiempo en el que los
dioses entran en una tremenda actividad, en el que se da la aventura mítica,
y un tiempo en el que los resultados de la aventura mítica queda congelada
con la creación del mundo del hombre. El límite entre el segundo y el ter-
cero de estos tiempos está marcado por la primera aparición del Sol en el
horizonte o, en muchos de los mitos actuales, por el nacimiento o por la
crucifixión de Cristo. En el momento del amanecer mueren los dioses que
participan de la aventura mítica y, como consecuencia de su muerte, nacen
a partir de ellos los seres del mundo del hombre. La necesidad de la muerte
de todos los dioses para la posibilidad de existencia del mundo del hombre
es clara en los antiguos mitos nahuas:

Dicen los dioses [a Itztlotli]: "Pregúntale [al Sol] por qué no se mueve." Res-
pondió el Sol: "Porque pido su sangre y su reino."
...e inmediatamente hubo mortandad de dioses ¡ah, ¡ah! en Teotihuacan.23

Y lo mismo se dice en la Historia general de Sahagún:

Del principio de los dioses no hay clara ni verdadera relación, ni aun se sabe
nada; mas lo que dicen es que hay un lugar que se dice Teutihuacan, y allí, de
tiempo inmemorial, todos los dioses se juntaron y se hablaron diciendo:
"¿Quién ha de gobernar y regir el mundo? ¿Quién ha de ser Sol?"... y al tiempo
que nació y salió el Sol, todos los dioses murieron y ninguno quedó dellos...24

Esto hizo que el Sol recibiese culto como "señor de lo creado",25 pues su
aparición permitió que, con la muerte de los dioses, naciese todo en el
mundo.

Mucho tiempo ha sucedió que formó los animales y empezó a dar de comer a
cada uno de ellos. Sólo así se sabe que dio principio a tantas cosas el mismo
Sol.2*

Sin embargo, hay que precisar: los dioses morían en la aventura mítica, pero
no desaparecían del cosmos. Para entender esta dicotomía es necesario to-
mar en cuenta, primero, que para los mesoamericanos los dioses podían es-
tar simultáneamente en múltiples lugares cósmicos27 y, en segundo lugar,
que su "muerte" en la aventura mítica no significaba su desaparición. Los
dioses tenían presencia en las aventuras cósmicas, y en ellas morían; pero
independientemente mantenían su existencia eterna en los diferentes pisos
celestes y en los del inframundo. Además, su muerte en el mito, lejos de sig-
23 Leyenda de les soles, 122.
24
Sah agún , Historia general, Lib. III, cap. i, I, 20 2.
25
Du rán , Historia de las Indias, I, 10 9 .
26 Leyenda de los soles, 119.
27
La posibilidad de los dioses de estar sim ultán eam en te en varios lugares se explica por una de
las características que los m esoam ericanos atribuían a la sustancia divin a: podía dividirse y dis-
tribuirse en el cosm os. Un dios podía existir sim ultán eam en t e en un piso celeste, en un piso del in-
fram u n d o o en el m u n d o de lo creado. La sustancia divin a m an ten ía los vín culos entre sus partes a
pesar de la división y éstas podían reintegrarse a su origen.

II
nificar su aniquilación, daba cuenca de los fundamentos de lo creado por la
aventura mítica. Los dioses habían muerto porque su muerte era su paso del
ámbito puramente divino al mundano. Habían muerto para existir perma-
nentemente en el mundo creado, aunque enclaustrados. Su sustancia había
muerto en el proceso de creación porque pasaba a form ar la parte más im-
portante de los seres creados. Todo lo que existía en el m undo tenía origen
divino. Los dioses habían muerto en el mito para permanecer en el interior
de los seres creados. Su sustancia divina, "muerta", era el fundamento de la
creación de cada uno de los seres mundanos. Al morir, se habían convertido
en las esencias —en las "alm as"— de las piedras, de los minerales, de los ár-
boles, de las plantas, de los vegetales, de los seres humanos, de los astros...
El gran agente de la muerte era el Sol, que con sus rayos había enclaustrado
la sustancia divina en una cobertura pesada; la había cristalizado en una
nueva forma de existencia. La cobertura pesada —la cobertura de muerte—
limitaba la circulación de las fuerzas divinas; los seres de este mundo eran
en parte dioses enclaustrados, cristalizados, limitados en su poder.

Lacomplejamateria delos dioses

Materia pesada y m ateria ligera

La concepción mesoamericana del tiempo original y creador es la gran ex-


plicación de un cosmos form ado por dos clases de materia: una materia su-
til, imperceptible o casi imperceptible por el ser hum ano en condiciones
normales de vigilia, y una materia pesada que el hombre puede percibir nor-
malmente a través de sus sentidos. Los dioses están compuestos por la pri-
mera clase de materia. Los seres mundanos, en cambio, son una combina-
ción de ambas materias, pues a su constitución pesada, dura, perceptible,
agregan una interioridad, un "alma" que no sólo es materia sutil como la de
los dioses, sino materia de origen divino. Com o se vio anteriormente, es la
sustancia de los dioses enclaustrados en el momento de la primera aurora.
La primera de las consecuencias de aquella combinación es la mortali-
dad de los seres mundanos. Los individuos surgidos de la mezcla de ambas
clases de materia tienen una existencia limitada. Es común que las cosmovi-
siones a lo largo y ancho del mundo hayan concebido la inmortalidad
como la condición inicial de los seres, y la mortalidad com o la consecuen-
cia de un suceso mítico desgraciado. Para los mesoamericanos, como para
otros muchos pueblos en el m undo, el problema no era la inmortalidad de
los dioses, sino por qué los hombres —y con ellos los demás seres mun-
danos— no eran inmortales como los dioses. La concepción mesoameri-
cana de la acción endurecedora de los primeros rayos solares explica la ra-
zón. La corteza dura y pesada que adquirieron los dioses en el momento de
la primera aurora los aprisiona en los procesos de muerte y de deterioro. Es

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