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1.

ORIGENES DEL VALLENATO

El vallenato, como todos sabemos, hace parte de la tradiciòn cultural de Colombia,


especialmente de la zona representada por la Region Caribe, y se ha convertido en
el ritmo musical con mayor trascendencia a nivel internacional, y con importante
adoptación por ésta comunidad.
“El vallenato es un género musical autóctono de la Costa Caribe colombiana, con
epicentro en la antigua provincia de Padilla (actuales sur de La Guajira, norte del
Cesar y oriente del Magdalena) y una variante importante en la región sabanera de
los departamentos de Bolívar, Sucre y Córdoba. Su popularidad se ha extendido
hoy a todas las regiones del país y países vecinos como Venezuela y Ecuador.
Desde los callejones de La Purrututú, en donde yace el viejo Valledupar, se escucha
la leyenda del pueblo euparí, acompasada por los soplos interminables de una flauta
hecha de hueso de un aborigen, por el eco profundo de un caja y el rasca rasca
incansable de la guacharaca. Son notas oriundas de Valledupar. Nadie lo ignora.
Ritmos que recorrieron el departamento del Cesar y rompieron fronteras para llevar
a todo el país esa manifestación de los pueblos aborígenes. Son el ritmo y la leyenda
que amalgaman tres razas en una sola historia. Indígenas que desaparecieron en
los duros trabajos de las minas, negros que desembarcaron en las playas de
Cartagena, penetraron en la Costa y dejaron su cadencia en las tierras de la
serranía de Perijá, justo allí en donde se forma el Valle de Upar. Los blancos con
sus danzas y polcas españolas.
Siglo XVII, los conquistadores y colonizadores españoles, traen en esta época,
instrumentos, canciones y bailes populares de sus regiones de origen. Quiere decir
que la Cumbia toma forma en el siglo XVI, luego se desarrolla y se consolida en un
largo proceso de tres elementos etnoculturales a partir del siglo XVII; cuando se
fusionan música indígena, de negros africanos y de blancos españoles, adoptando
gaitas, flautas, maracas, tambores y bailes.
MÚSICA INDÍGENA EN LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA: José Nicolás
De La Rosa, Alférez Real español, hacía 1742 escribió “La Floresta de la Santa
Iglesia Catedral de la Ciudad y Provincia de Santa Marta”, en donde manifiesta
sobre la música indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta, lo siguiente:
- Los instrumentos musicales utilizados por los indios de Santa Marta, son tambores
grandes y largos, hechos de tronco de árboles gruesos; cornetas y trompetas de
caracoles marinos, flautas hechas con las canillas de los indios muertos.
- Hacen sus fiestas y bailes extraños en los patios, enlazados de grandísimas y
pulidas piedras. Periódicamente con las primeras cosechas de maíz realizan fiestas
en donde invitan a los vecinos para festejar la cosecha y tomar chicha.
FUSIÓN NEGRO-ABORIGEN: A finales del siglo XVI, empezó la fusión de la música
indígena con la africana, utilizando los cultores musicales instrumentos artesanales
y autóctonos, como la flauta de millo, el tambor y la maraca. Desde entonces los
bailes cantao o bailes de negro, se pregonan por todo el Departamento del
Magdalena, especialmente durante la recolección de cosechas, fiestas religiosas y
el mes de diciembre. Época en la cual tanto negros como indígenas estaban
sometidos al yugo de los españoles, quienes les impusieron el idioma, la religión,
donde debían vivir, qué hacer, cómo vestirse y como divertirse.
Los indígenas hacían sus fiestas y bailes extraños periódicamente con las primeras
cosechas de maíz, invitaban sus vecinos para festejar la primera cosecha y tomar
chicha. En las velaciones aborígenes se cantaba alrededor del difunto los hechos
sobresalientes de su vida. El alumbrado indígena o luces encendidas, servía de
esplendor en los velorios o cantos fúnebres, que al decir de los cronistas españoles,
era una música fea y parecía traída del infierno.
Según testimonios de cronistas, flautas de huesos de los brazos y canillas de seres
humanos muertos; tambores grandes y largos, hechos de tronco de árboles gruesos
con cuero de venado; cornetas y trompetas, de caracoles marinos; cañas, flautillas,
canutillos y fotutos, y maracas fueron los primarios instrumentos. Sobre el particular,
Antonio Caballero Villa, en el ensayo Tres Culturas en el Carnaval de Barranquilla,
manifiesta: “Existe suficiente consenso sobre el carácter mágico-religioso que
revestía a los instrumentos musicales nativos. Cada uno trataba de imitar el sonido
natural de los animales elevados al rango de deidad. Tanto el croar de la rana como
el rugir del jaguar eran trasplantados al orificio de los aerófonos que respondían al
soplido del intérprete. Con el nominativo común de fotuto, la trompeta aborigen
prolífera en multitud de formas y materiales. Unas veces pequeña, otras veces
enorme, el cuerpo de los fotutos podía ser un simple caracol marino, un cuerno de
venado, un trozo de calabaza, o también un más elaborado instrumento de arcilla o
de metal. De cualquier manera, su grito agudo era de mucha utilidad para llamar a
distancia y hacer oír los recados importantes de la tribu”.
Se cree que desde el año 1501 empezaron a llegar africanos al Departamento del
Magdalena, pero el registro histórico de mayor credibilidad data de 1525, cuando el
español Rodrigo de Bastidas trajo los primeros veinticinco africanos a la recién
fundada ciudad de Santa Marta. Se tiene por cierto que a finales del siglo XVI, había
comunidades de cimarrones en toda la Provincia de Santa Marta, procedentes de
Sudán Occidental, Costa de Guinea y el Congo. Su presencia influyó en la
conformación étnica de la población, costumbres, magia, religión música y folclor en
general. Por naturaleza instrumentos importantes del negro son la palabra cantada,
batir las palmas y tocar el tambor, por eso buscaron a los indígenas para hacer
armonía musical, en los ratos de descansos después de extenuantes jornadas de
trabajo.
En otros casos hubo resistencia a la imposición española, es cuando surgen los
palenques de La Ramada (1529), donde se habían refugiado los primeros negros;
de igual el Palenque de Santa Cruz de Masinga, poblado en 1703 y San Antonio de
Guachaca, poblado en 1705. Otros Palenques del territorio del Magdalena fueron:
Don Diego, Cuesta del Rosario y Palomino, en la Sierra Nevada de Santa Marta;
San Juan de Palos Prieto, en el municipio de Pueblo Viejo; San Sebastián del
Bongo, en el municipio de El Retén; Bahía Honda, en el municipio de Pedraza; y
Papare, ubicado en Ciénaga.
¿Cómo es posible que las personas esclavizadas aún quisieran cantar y bailar? El
canto y el baile al ritmo de la música abrían un espacio para la expresión y la libertad.
Eran una manera de manifestar sus dichas e infortunios, su sufrimiento y esperanza.

El acordeón fue inventado en Alemania en 1829, pero es a partir de 1850 cuando


en el Departamento del Magdalena, aparecen los cantores de bailes cantao,
tocando acordeón; de este modo los músicos primitivos, acogen con entusiasmo el
recién llegado instrumento europeo, porque con el acordeón el intérprete asume un
doble papel, toca y canta a la vez y les deja la boca libre para cantar, lo que no
ocurría con los instrumentos nativos como la flauta, gaita, carrizo, etc. Uno de los
primeros en tocar acordeón en la región de Plato, fue Gregorio "Goyo" Hernández,
hombre misterioso o brujo, que vestía de negro o blanco, que dormía en su finca en
un cuero de vaca negra, rodeado de perros, que tenía pactos con el diablo;
confirmando con esto, que el hechicero y el músico eran una misma persona.

El género musical vallenato es originario del Magdalena. Se interpreta


tradicionalmente con tres instrumentos: El acordeón diatónico, guacharaca y caja.
Los ritmos esenciales son paseo, merengue, puya y son. El vallenato también se
interpreta con guitarra y con los instrumentos de la cumbia, en cumbiambas y grupos
de millo. Las melodías de estos cantos se interpretaron primero con la flauta de
caña de millo; a ella se sumaron la caja, tambor pequeño, y la guacharaca. A
mediados del siglo XIX, el acordeón llegó a Colombia y los campesinos del
Magdalena, lo incorporaron a sus expresiones musicales, y paulatinamente fue
sustituyendo a la flauta, hasta convertirse en el instrumento principal del conjunto
típico vallenato.
De este modo los músicos primitivos, acogen con entusiasmo el recién llegado
instrumento europeo, porque con el acordeón el intérprete asume un doble papel:
Toca y canta a la vez, dejándoles la boca libre para lucirse con el canto. Lo que no
ocurría con instrumentos nativos como la flauta, la gaita, que les impedía tocar con
las manos el instrumento y vocalizar la canción.

En 1880 un viajero alemán visitó Tenerife y lo describió como un importante centro


ganadero a orillas del río Magdalena, a donde llegaba el ganado procedente de
Valledupar con destino a Barranquilla y la isla de Cuba (Schenck, 1980: 172). Estos
recorridos se hacían durante varios días o semanas, lo que impulsó los cantos de
vaquería y otros cantos de labor, dependiendo de la actividad económica. Así por
ejemplo, los vaqueros de El Paso llevaban sus cantos hasta Plato o Tenerife, donde
a su vez escuchaban los cantos de origen ribereño. Estos corraleros regresaban a
su tierra con influencias de la música ribereña, que trasmitían en sus correrías de
trabajo en la subregión de El Paso, Valencia de Jesús, Valledupar y el resto de la
provincia de Padilla. A mediados del siglo XX, los sones de Pacho Rada se
extendieron por toda la zona del Bajo Magdalena, en torno a Plato, Mompox,
Margarita, San Fernando, Chibolo, El Difícil, Pivijay, Fundación, Ciénaga y la zona
bananera, El Banco, Tamalameque, Calamar, Barranquilla y Cartagena. Otros
compositores “vallenatos” reconocían la música de Pacho Rada en El Paso (Alejo
Durán), Valledupar, Fonseca (Luís Enrique Martínez) y Valencia de Jesús (Eusebio
Ayala), entre otras poblaciones de la provincia. Era una influencia cultural en varias
direcciones entre la provincia de Padilla, los pueblos ribereños, la zona bananera y
la depresión Momposina.
2.ritmos del vallenato
Como genero musical agrupa distintas formas de expresarse, las cuales reciben los
nombres de : Piqueria: que refleja un duelo entre acordeonista el cual es calificado
con aplausos para el ganador; la Puya : extremadamente rítmica y que se
caracteriza por los coros con los que se responde a las estrofas de un cantador;
Merengue : también rítmico, pero menos que la puya, que identifica un especifico
tipo de jolgorio que tiene connotaciones sensuales y eróticas, de procedencia
africana y sin ninguna relación con el merengue Dominicano; y el Paseo : el mas
joven de todos. Para algunos el paseo tiene descendencia del vals, por la manera
de bailarlo. En su desarrollo influyeron los desplazamientos de personas de
Valledupar hacia la zona bananera en la época de su bonanza y hacia las
plantaciones de algodón, donde se precisaba mucha mano de obra, incluso de
gentes del interior del país. El Paseo es cadencioso y rítmico y se convirtió en el
más comercial. Hoy el Vallenato ha tomado dos rumbos. Los cultores tradicionales
que siguen la línea de “Francisco el hombre”, obviamente con una marcada
tendencia al paseo y La Nueva Generación. A principios de los 90 se demostró que
la juventud es capaz de recibir y disfrutar la tradición, cuando se le brinda en su
propio lenguaje. La nueva escuela que le canta al Vallenato empezó por recuperar
los clásicos del Valle de Upar, principal región donde se gesta el Vallenato y
fusionarlo con el lenguaje del rock. El evento es todo un remezón a la cultura del
Vallenato, pero bien aceptado pues lo sacó de su entorno regionalista y lo
internacionalizó.

Paseo
A diferencia de todos los demás aires de este folclor, el paseo vallenato tiene una
cuadratura de compás de cuatro tiempos. La marcación de los bajos es de uno por
tres y a veces, de acuerdo con la pieza, de dos por uno. Para los intérpretes es el
aire más fácil de tocar. Este ritmo recoge literariamente y de forma espontánea las
historias y relatos del pueblo.

Merengue
Musicalmente hablando, el merengue vallenato tradicional tiene una cuadratura de
compás de seis por ocho, un compás derivado, ya que los compases originales son
el de cuatro tiempos, el de tres y el de dos.

Al igual que la puya el merengue fue de los primeros ritmos en ser tocados con
acordeón e igualmente su auge se dio en los primeros años del presente siglo. Sus
mayores exponentes fueron Chico Bolaños, Octavio Mendoza y Chico Sarmiento.

En lo que a las letras se refiere son muy pocas las veces en que son románticas; la
misma naturaleza del ritmo se presta muy poco para ello. La gran mayoría de los
merengues describen situaciones vividas por el compositor o simplemente son
dedicados a un amigo. Los merengues de ahora no tienen temas específicos, casi
siempre son compuestos para el jolgorio del pueblo. En el aspecto comercial el
merengue, junto con el paseo es el que más se graba y se vende, aunque en los
últimos trabajos discográficos, en promedio por cada cuatro paseos hay un
merengue.

Puya

Cajero.
En Valledupar y demás pueblos del antiguo departamento del Magdalena Grande,
el ritmo más antiguo era llamado puya. Su nombre deriva del verbo puyar, y tiene
un compás de seis por ocho. Este ritmo, en su forma indígena, nunca tuvo canto y
consistía en la imitación hecha por el carricero –pitero o caña sillero-, en ritmo
rápido, del canto de algunos pájaros; se bailaba en hileras, llevando cada persona
las dos manos cerradas a la altura del pecho con los dedos apuntando hacia delante
y simulando que se puyaba repetidamente a quien danzaba adelante.
Posteriormente, a través del tiempo, se fueron fusionando los distintos elementos
triétnicos típicos de la cultura costeña y ribereña colombiana, logrando sumarse la
puya negroide, género cantado, a la puya indígena, dándose como resultado la puya
vallenata con su actual equilibrio entre el canto, la melodía y el ritmo.
La puya y el merengue en su patrón rítmico y armónico son iguales. La diferencia
está marcada en su concepción melódica: en el ritmo, en la música y naturalmente
en la interpretación que se haga, propia de cada pieza. Así, la puya tiene una
marcación en los bajos de dos por dos y, a veces, de dos por uno en ciertos pasajes
de la interpretación, aunque no en todas las piezas. La velocidad que se le imprima
no supone una diferencia, porque el intérprete la toca a su gusto.

La puya se destaca por ser el aire más rápido, y el que exige más habilidad en el
intérprete del acordeón. Se utiliza más comúnmente en las contiendas y
competencias de acordeonistas en los festivales vallenatos de Colombia.

Son
El son vallenato tiene una cuadratura de compás de dos por cuatro. Una
característica esencial en la ejecución de este aire es la prominente utilización de
los bajos del acordeón en la interpretación de cada pieza, tanto que los bajos
pueden ser más notorios que la misma melodía emitida por el teclado,
principalmente en los acordeoneros de las nuevas generaciones.

El son tiene una marcación en los bajos de uno por uno muy marcada, sobre todo
en intérpretes sabaneros o de influencia bajera – viejo Bolívar -; a diferencia de los
acordeoneros de la provincia, quienes interpretan el son más fluido, menos
marcado, más sutil y le dan una marcación de bajo de uno por dos y de dos por uno,
en ocasiones.

Como el paseo, los sones son una especie de crónica en donde la singular narrativa
del cantor deja plasmados los acontecimientos de su existencia, particularmente en
esta especie se representan dramas nostálgicos que han constituido parte
importante en la vida del autor.

Tambora
La tambora es un ritmo que tiende a desaparecer. Tomó denominación femenina
debido al predominio de voces de mujeres cuando estos aires eran solo cantados.

Unas son politemáticas, en las que cada verso expresa una circunstancia diferente
a la del otro, pero existe uno que es constante. Algunas tienen la particularidad de
intercalar el inmodificable verso fijo cada dos versos, y otras mantienen la unidad
de escritura de un tema, pero sin tener en cuenta concordancia y armonía en las
frases poéticas.

En general, todas tienen condición satírica, lograda en la descoordinación que


resalta más el contraste. Todavía existen algunas puramente instrumentales,
interpretadas únicamente con tambores. De ahí su designación.2

Ejemplos de tamboras: "La candela viva" (de Alejandro Durán), "Mi compadre se
cayó", "La perra".

La tambora tradicional es de conformación triétnica (negro, blanco, indio) y que su


entorno geográfico está centrado a orillas del río Grande de la Magdalena en la sub-
región denominada Depresión Momposina. Los pueblos del departamento del Cesar
que han tenido la tambora como identidad cultural son, entre otros: Tamalameque,
La Gloria, Gamarra, Chimichagua, Chiriguaná, El Paso.

Los instrumentos de la tambora tradicional son la tambora, instrumento


bimembranófono que se ejecuta con dos "mambacos" o baquetas y el guache,
acompañado de palmas. En este ritmo una voz versea (la cantadora o cantador) y
un coro de voces responden un estribillo, ya que es un canto responsorial.

La tambora tradicional consta de cuatro aires: la tambora ("La candela viva", "La
perra"), la guacherna ("La zaragozana"), el chandé ("Vamos a bailar chandé") y el
berroche ("El Negro").

En el municipio de Tamalameque se realiza en el mes de diciembre el Festival


Nacional de la Tambora y la Guacherna, donde se dan cita los mejores exponentes
de este folclor de resistencia.
3. expositores del vallenato
Los verdaderos juglares vallenatos se han perdido entre la historia y la leyenda.
Entre ellos se encuentran desde la figura legendaria de Francisco el Hombre,
pasando por Pedro Nolasco Martínez, Emiliano Zuleta, Guillermo
Buitrago, Lorenzo Morales, Leandro Díaz, Luis Enrique Martínez, Tobías Enrique
Pumarejo, Juancho Polo Valencia, Abel Antonio Villa, Rafael Escalona, y el que ha
sido el más grande icono del folclor vallenato, el primer Rey Vallenato, Alejandro
Durán. Muchos de ellos murieron en la pobreza a pesar de que sus cantos se
escuchaban en toda América Latina y de que dieron fisonomía al vallenato mucho
antes de que se convirtiera en un fenómeno de ventas.
A pesar de existir compositores e intérpretes del vallenato tradicional de gran
popularidad en Colombia, el máximo "embajador" de esta música en el mundo es
el cantante samario Carlos Vives, que lo ha dado a conocer a través de una
variante que se podría denominar vallenato-pop, también conocido como vallenato
alternativo. Hoy por hoy, se hace una diferenciación entre el vallenato tradicional y
un vallenato más comercial, en el que se han destacado cantantes como Silvestre
Dangond, Jorge Celedón e Iván Villazóny agrupaciones como el El Binomio de
Oro de América. Otros intérpretes como Diomedes Díaz lograron que el vallenato
ganara popularidad entre los colombianos, sin distinción social ni cultural.

4.proclamacion patrimonio cultural

“El vallenato es un género musical tradicional surgido de la fusión de expresiones


culturales del norte de Colombia: canciones de los vaqueros del Magdalena
Grande, cantos de los esclavos africanos y ritmos de danzas tradicionales de los
pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.”

Así lo afirmó la Unesco al incluir uno de los géneros musicales más


representativos del país, proveniente de la región Caribe, en la Lista del
Patrimonio Cultural Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia,
haciendo un llamado de atención para que mediante el vallenato se promueva
el fortalecimiento del diálogo entre generaciones y el respeto por la música
nacional, que se construye a partir de la realidad y la cotidianidad y “hacer frente
a las amenazas que aquejan la música del vallenato tradicional”, en palabras de
Alberto Escovar, director de Patrimonio del Ministerio de Cultura.
En el comunicado de la Unesco, continúa la definición del vallenato: “todas estas
expresiones se han mezclado también con elementos de la poesía española y el
uso de instrumentos musicales de origen europeo. Nostálgicas, alegres,
sarcásticas y humorísticas, las letras de las canciones del vallenato interpretan el
mundo a través de relatos en los que se combinan el realismo y la imaginación.
Los instrumentos tradicionales del vallenato son tres: la caja (pequeño tambor que
se toca con las manos), la guacharaca (pedazo de madera con ranuras que se
raspan con un peine de alambre) y el acordeón.”

En cuanto a la importancia del vallenato, la Unesco reseña la interpretación del


género en festivales y “esencialmente en parrandas de familiares y amigos”,
por lo que resulta fundamental en la creación de una identidad común en la región.
Sin embargo, como cada vez son menos los espacios callejeros para las
parrandas vallenatas, “se corre el peligro de que desaparezca un medio
importante de transmisión intergeneracional de los conocimientos y prácticas
musicales.”

En Windhoek, Namibia, el Comité Intergubernamental de Patrimonio cultural


inmaterial de la Unesco, compuesto por 23 países y encargado de aprobar las
propuestas que postulan todos los países interesados, anunció hoy la inclusión de
la música vallenata tradicional del Magdalena Grande en la Lista de Patrimonio
Cultural Inmaterial en necesidad de salvaguardia Urgente.

“Este reconocimiento representa una oportunidad para que el mundo promueva el


aporte del vallenato al fortalecimiento del diálogo intergeneracional y el respeto por
las matrices melódicas de una música que se construye a partir de la realidad y la
cotidianidad, y para que apoye las acciones para hacer frente a las amenazas que
aquejan la música del vallenato tradicional”, afirmó Alberto Escovar, Director de
Patrimonio del Ministerio de Cultura, durante la audiencia de la Unesco el pasado
29 de noviembre DE 2015 en Namibia, África.

El vallenato es un género musical autóctono de la Costa Caribe colombiana con


epicentro en la antigua provincia de Padilla (actuales sur de La Guajira, norte del
Cesar y oriente del Magdalena) y en la región sabanera de los departamentos de
Bolívar, Sucre, Córdoba. Su popularidad se ha extendido en todo el país y en el
exterior.

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