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CANTANDO PARA LA GLORIA DE DIOS

191103. IPD. Luis Floriano

Introducción
- Anunciar el tema – título
- Dar crédito a Gabriel Covarrubias.
- Razones para estudiar esto:
o Cantar nos gusta mucho.
o Cantar es parte vital de la adoración
congregacional
o La música cristiana es motivo de
controversia
o Conectar con el tema de la adoración
(semana pasada)
- Bosquejo: 1) Historia de la relación entre
la música y la fe. Contestar preguntas
clave como 2) ¿Por qué cantamos en la
iglesia? 3) ¿Qué es lo que se debería y
no se debería cantar en la iglesia? 4)
¿Cómo debemos cantar a Dios?, 5) ¿Qué
debemos tomar en cuenta al escoger las
alabanzas que vamos a cantar en la
iglesia?
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I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA MÚSICA
EN LA IGLESIA.

a. Hay registro de música y de canto en la


Biblia desde Gen. 4:21, 23.
b. Había música en el cielo antes que el
hombre fuera creado. Ezequiel 28:13.
c. Ex. 15:20. Miriam cantó una alabanza
al Señor tocando panderos.
d. En el N.T. encontramos que el Señor
cantó un himno con sus discípulos y
luego que se fue al cielo, los Escritores
del N.T. registraron lo que parece ser la
letra de cantos dentro de algunos de
sus escritos (ej. Col. 1:12-16; 1 Tim.
3:15; 1 Juan 2:12-14).
e. En la historia de la iglesia el canto fue
parte de la adoración desde un
principio. Cuando la iglesia se
consolidó en el poder, algunos hombres
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como Gregorio I desarrollaron el
ministerio de la alabanza para el culto a
Dios con mucho entusiasmo. Esto duró
casi 1,000 años hasta que en la
Reforma Protestante hubo un despertar
que ha durado hasta nuestros días. En
las últimas décadas gracias al
desarrollo de la tecnología y las
comunicaciones la producción e
intercambio de música espiritual ha
experimentado un crecimiento
acelerado.
II. ¿POR QUE CANTAMOS EN LA IGLESIA?
El libro más extenso de la Biblia es un
libro de cantos. Esto nos debería servir
de indicativo para reconocer la
importancia del canto para Dios.
Mencionaré cinco razones por las que
cantamos en la iglesia.
a. Porque se nos manda cantar.
Éxodo 15:21 Y Miriam les respondía:
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Cantad al SEÑOR porque ha triunfado
gloriosamente; al caballo y su jinete ha
arrojado al mar.
1 Crónicas 16:23 Cantad al SEÑOR,
toda la tierra; proclamad de día en día
las buenas nuevas de su salvación.
Salmos 47:6-7 Cantad alabanzas a
Dios, cantad alabanzas; cantad
alabanzas a nuestro Rey, cantad
alabanzas. Porque Dios es Rey de toda
la tierra; cantad alabanzas con
armonioso salmo. (Cp. Sal. 9:11; 30:4;
33:1; 35:27; 66:2; 68:4, 32-33; 81:1;
96:1-2; 98:1, 4, 5, 8; 135:3; 147:7;
149:1).
Colosenses 3:16 Que la palabra de
Cristo habite en abundancia en
vosotros, con toda sabiduría
enseñándoos y amonestándoos unos a
otros con salmos, himnos y canciones
espirituales, cantando a Dios con
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acción de gracias en vuestros
corazones.
b. Porque cantar refleja que somos
hechos a semejanza de Dios.
Dios el Padre y Jesucristo su hijo
cantan.
Sofonías 3:17 El SEÑOR tu Dios está en
medio de ti, guerrero victorioso; se
gozará en ti con alegría, en su amor
guardará silencio, se regocijará por ti
con cantos de júbilo.
Mateo 26:30 Y después de cantar un
himno, salieron hacia el monte de los
Olivos (Cp. Mr. 14:26). Ese “Himno”
eran los salmos 113-118.
Los ángeles que participan de la
santidad de Dios cantaron en el
nacimiento del Señor Jesús y los
querubines en el trono de Dios cantan
día y noche que el Señor es Santo,
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Santo, Santo.
Lucas 2:13-14 Y de repente apareció
con el ángel una multitud de los
ejércitos celestiales, alabando a Dios y
diciendo: 14 Gloria a Dios en las
alturas, y en la tierra paz entre los
hombres en quienes El se complace.
Entonces, la música tiene su origen en
Dios.
c. Porque el canto es un excelente
vehículo de las emociones.
Cuando estamos gozosos cantamos, y
cuando estamos desalentados
debemos cantar.
Stg. 5:13 Sufre alguno entre vosotros?
Que haga oración. ¿Está alguno
alegre? Que cante alabanzas.
Hechos 16:25 Como a medianoche,
Pablo y Silas oraban y cantaban
himnos a Dios, y los presos los
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escuchaban.
Experimentar y expresar nuestras
emociones es agradable a Dios y
además es un deber. Él nos mandó
amarlo con todo el corazón, y el canto
nos permite expresarlo.
d. Porque es un excelente vehículo de la
alabanza y adoración que Dios merece
ahora y por la eternidad.
Hebreos 13:15 Por tanto, ofrezcamos
continuamente mediante El, sacrificio
de alabanza a Dios, es decir, el fruto de
labios que confiesan su nombre.
Apocalipsis 5:9 Y cantaban un cántico
nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el
libro y de abrir sus sellos, porque tú
fuiste inmolado, y con tu sangre
compraste para Dios a gente de toda
tribu, lengua, pueblo y nación (Cp. Apo.
14:3; 15:3)

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e. Porque cantar alabanzas es la primera
evidencia de la llenura del Espíritu. Ef
5.18-19
Efesios 5:18-19 Y no os embriaguéis
con vino, en lo cual hay disolución, sino
sed llenos del Espíritu, 19 hablando
entre vosotros con salmos, himnos y
cantos espirituales, cantando y
alabando con vuestro corazón al Señor.
“La primera consecuencia de la vida
llena del Espíritu mencionada por Pablo
no fue tener una fe que mueve
montañas, algún tipo de experiencia de
éxtasis espiritual, capacidad para
hablar con dinamismo ni otra cosa de
ese estilo. Fue simplemente tener un
corazón que canta.” (John MacArthur).
Este pasaje dice que claramente que
“entre vosotros”, es decir, el canto de
alabanza es expresión para la iglesia
no para los incrédulos (evangelismo).
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Ej. un cantante se ha autodenominado
“embajador del evangelio” con su
música, pero la Biblia llama a los
evangelistas así (2 Cor. 5:20). Lo que
hacen es entretener al incrédulo y
acostumbrar a la iglesia a los ritmos
novedosos y a veces sensuales.
III. ¿QUE DEBEMOS CANTAR? EF. 5.19, COL.
3.16
Cantar en la iglesia no debería ser lo
mismo que cantar a fuera de la iglesia. no
toda la música cristiana califica para ser
entonada en un culto de alabanza a Dios.
Es común que programamos cantos solo
porque nos gusta su ritmo,
instrumentación o interpretación. Pero la
Biblia nos da otros criterios para saber el
tipo de canciones que deberíamos elegir
para alabar a Dios.
a. Salmos. Los salmos eran alabanzas
acompañadas con instrumentos de
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cuerda, y aquí se refiere a los salmos
de la Biblia. Son cantos de alabanza a
Dios que hablan y magnifican la
naturaleza y obras de Dios en la vida
de los creyentes.
b. Himnos. No eran los himnarios
bautistas. Eran otros cantos dirigidos a
Dios o a Cristo además de los salmos.
c. Cánticos espirituales. Cantos
provocados (no inspirados como la
Escritura) por el Espíritu Santo
(incluyendo “canto espontáneos” 1 Cor.
14:15) acerca de otras verdades
además de Dios y de Cristo. cp. 1 Cor.
14:26
IV. ¿CÓMO DEBEMOS CANTAR?
a. Con el corazón. Con gozo, con regocijo,
con emoción, con entendimiento.
b. Con la voz y cuando sea posible con
instrumentos (o grabaciones).
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c. Con vigor. ¿Cantamos con el mismo
vigor para Dios con el qué cantábamos
para el mundo? Algunos todavía cantan
para el mundo y lo hacen con vigor,
pero cuando llegan a la iglesia se
intimidan de cantar con vigor al Señor.
d. Con el entendimiento. 1 Cor. 14.15
1 Cor. 14:15 Entonces ¿qué? Oraré con
el espíritu, pero también oraré con el
entendimiento; cantaré con el espíritu,
pero también cantaré con el
entendimiento.
V. ¿QUÉ DEBEMOS TOMAR EN CUENTA AL
ELEGIR LOS CANTOS DOMINICALES?

1 Cor. 14:26 Qué hay que hacer, pues,


hermanos? Cuando os reunís, cada
cual aporte salmo, enseñanza,
revelación, lenguas o interpretación.
Que todo se haga para edificación.
Pasajes como 1 Cor. 14:26 nos hacen
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ver que desde los días de Pablo la
iglesia solía cantar alabanzas en las
reuniones de adoración. ¿Qué tipo de
cantos deberían escogerse para esa
ocasión? Hay cuatro criterios que
debemos tomar en cuenta a la hora de
elegir los cantos. Elija cantos que...
a. Adoran a Dios y a Cristo.
b. Tienen buena teología.
Recuerda que se nos ordena cantar
con el entendimiento y no solo con la
emoción (1 Cor. 14:15). En la iglesia el
reto es estimular el entendimiento de la
verdad y afianzarla en el corazón no
entretenernos.
c. Son adecuados (por su ritmo, letra y
propósito).
Aunque un himno tenga buena teología
no siempre es adecuado. Isaac Watts
compuso cientos de himnos pero sólo
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unos pocos siguen siendo cantados (ej.
“En la cruz”).
La música puede ser “cristiana” y
todavía no adecuada por su ritmo, por
sus palabras o por sus propósitos para
el servicio de adoración.
Hay realmente ritmos que lejos de
ayudarnos a enfocarnos en Dios
distraen la alabanza y la adoración; y
algunos incluso estimulan la
sensualidad y recuerdan lo peor del
mundo (ej. regetón o lambada
“cristianos”). Si bien no hay claridad en
cuanto “ritmos santos”, es obvio que la
insistencia a infiltrar los ritmos más
extremos en la iglesia no responde al
deseo de los cristianos más maduros
sino al de los más inmaduros y
acostumbrados al mundo. No debemos
capitular ante tal presión cuando se
trata de la adoración que merece
nuestro Dios.
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Además del ritmo, las Escrituras nos
exhortan múltiples veces a ser
cuidadosos con las palabras que
usamos (Ef. 4:25, 29; 5:4). Esto aplica a
las canciones. Hemos de elegir
canciones adecuadas en su redacción,
que no sean groseras, vulgares, o
impropias. Ejemplo, el marcado énfasis
en muchas alabanzas modernas con
lenguaje romántico y hasta erótico.
Cierta música cristiana no cabe en la
adoración de la iglesia porque su
propósito es más “recreativo” que
doxológico. Hay cantos muy pegajosos
que podrían estar bien para los niños,
para el tiempo de los juegos de los
jóvenes, o para oírlos cuando hacemos
ejercicio (ej. “alégrense”, “los muros
caerán”, “salta para Cristo”, o “levanta
las manos, la unción está aquí”), pero
no para la iglesia. Otros cantos
testifican a modo de corrido una
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conversión en términos no adecuados
para un culto (ej. “la llaga podrida”). La
reunión de adoración no es para
entretenernos, para lucirnos, ni para
atraer la atención hacia nosotros
mismos (ej. el fariseo que oraba para sí
mismo) sino para glorificar a Dios y
centrarnos en Él. Deberíamos tener
esto en mente al escoger los cantos
que vamos a ofrecerle.
d. Cantos nuevos. Sal. 33:3; 40:3; 96:1;
98:1; 144:9; 149:1; Is. 42:10; Apo. 5:9;
14:3
Es obvio que en la iglesia cantaremos
una y otra vez los ya bien conocidos,
por eso no se nos manda que
entonemos cantos “viejos”. Lo que sí
se nos manda en múltiples ocasiones
en la Biblia es que cantemos cantos
nuevos para Dios (Sal. 33:3; 40:3; 96:1;
98:1; 144:9; 149:1; Is. 42:10). En el
cielo mismo habrá también cantos
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nuevos (Apo. 5:9; 14:3). Sin caer en
los extremos de cambiar de cantos en
cada reunión debemos incluir nuevos
cantos de vez en cuando en la lista de
alabanzas que entonamos para Dios.
Los pastores nunca deberíamos
permitir ningún canto en la iglesia sin
antes haberlo primero escuchado, no
sea que se lleven una sorpresa.
Conclusión
Hoy hemos considerado algunas razones por las
que cantamos en la iglesia. Hemos aprendido
algunos principios para tomar en cuenta a la hora
de elegir los cantos que entonamos.
Escuche la música cristiana con discernimiento y
clasifíquela. Así como hay ropa o cubiertos para
cada ocasión, también hay música cristiana.
Reserve la mejor para lo mejor, y Dios es el mejor.
Reconoce que cantar es un excelente vehículo
para memorizar. Elige cantos que sirven para
memorizar la verdad, y no solo para entretener.
Canta con alegría en la iglesia.
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