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Derechos de las personas con discapacidad

La Discapacidad es un problema que requiere la intervención de distintos campos del


conocimiento para encontrar soluciones a la discriminación, segregación, marginación y
sobre todo exclusión, que históricamente les ha condenado a ser un grupo minoritario con
mínima participación social, representación política, pobre ejercicio de su ciudadanía y
con precarias condiciones de vida. (Francesc, 2015)

La clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud


(C.I.F) delimitada por la OMS el año 2008, define a la discapacidad como un término
genérico que abarca deficiencias, limitaciones de actividad y restricciones a la
participación, clasificándola en:

1. Discapacidad física. Como aquella producida por accidentes, como


amputaciones, cuadriplejias resultantes de un trauma físico, o las producidas por
secuelas de enfermedades como la poliomielitis.
2. Discapacidad intelectual: Se caracteriza por una disminución de las funciones
mentales superiores (inteligencia, lenguaje, aprendizaje, entre otros), así como de
las funciones motoras. Esta discapacidad abarca toda una serie de enfermedades
y trastornos, entre los cuales se encuentran el retraso mental, el síndrome de Down
y la parálisis cerebral.
3. Discapacidad psíquica: Las personas padecen alteraciones neurológicas y
trastornos cerebrales
4. Discapacidad Sensorial.
 Presente en personas carentes de alguno de los sentidos de orientación,
como ser: tacto, oído y/o, vista, los cuales acarrean dificultades en la
comunicación y el lenguaje, y por ende en el desarrollo psicológico normal
dentro la sociedad.
 Discapacidad neuropsicológica.- son aquellas personas que padecen
alteraciones neurológicas y trastornos mentales (retraso mental, síndrome
de Down, parálisis cerebral, etc.). (Jhon, 2017)
En este sentido, la discapacidad limita la actividad de un individuo al obligar el
cumplimiento de normas que limitan la libertad de decisión por parte del paciente,
afectando así su calidad de vida. Es por ello que al tener un discapacitado dentro del
núcleo familiar, éste se convierte en poderoso instrumento de cambio de comportamiento,
interrumpiendo las formas usuales en que los miembros del hogar se admiten entre sí,
haciéndose difícil en muchos casos la solución para superar los efectos de esta
problemática, convirtiéndose en elementos que con mucha frecuencia generan conductas
desintegradoras, por la modificación de las actitudes individuales y familiares (M., 2014)

Dentro de la evolución del concepto de discapacidad, el Modelo Social ha brindado los


mayores aportes para el reconocimiento de las personas con esta condición. Basado en la
idea de que la sociedad quien genera tal concepto de discapacidad, al promover barreras
que dificultan los procesos de integración. La persona en condición de discapacidad es
considerada como un sujeto moral, capaz de tomar decisiones y quien tiene derecho a
participar plenamente de las actividades sociales, políticas, económicas y culturales. El
Modelo Social, reconoce a estas personas como un sujeto de derechos y además, se ha
constituido como un movimiento que ha modificado la construcción de las agendas
políticas de los gobiernos, modificando los valores puramente centrados en las
condiciones de vida, para orientarlos hacia el ejercicio de los derechos como instrumentos
que operacionalizan la moral pública por el reconocimiento de la dignidad, libertad,
autonomía, entre otros. (Terribas, 2015)

Entre esas disposiciones se encuentra la Convención Internacional por los Derechos de


las Personas con Discapacidad, en la cual se estableció la necesidad de proteger de manera
especial a este grupo de personas y determinó la singularidad de sus derechos13. La
Convención establece la necesidad de adoptar por parte del Estado, medidas de protección
especial de los derechos universales para el grupo, que ha llevado al planteamiento de las
políticas públicas desde la perspectiva de derechos. Tales políticas se formulan con la
activa participación de actores, entre ellos, miembros del gobierno, representantes de
diversos sectores sociales y de las personas con discapacidad, lo que les permite hacer
demandas sobre sus necesidades y las obligaciones con los mecanismos para volverlas
tangibles y lograr su cumplimiento. El abordaje de la discapacidad desde los derechos
humanos, implica revisar aspectos relativos a la capacidad humana, así como los
culturales, públicos, tecnológicos, y ético-filosóficos, al reconocer la participación que
deben tener las personas en condición de discapacidad en la sociedad14. En este campo
entra la bioética, bajo el concepto de la interdisciplinariedad, que supone la concurrencia
de las ciencias y la humanidades, que mediante el diálogo, comparten las perspectivas de
un problema común sobre la vida, mejorando su comprensión, en el marco de pluralidad
(moral, social, político), que implica la sociedad contemporánea. (Francesc, 2015)

Para Hottois, la bioética se encuentra llamada a participar en las discusiones de una


sociedad compleja, multicultural e individualista, que como la actual, requiere del
concurso de diferentes disciplinas para tratar la “dimensión ética” de los problemas
relacionados con la biotecnología en todas las formas de vida.

Bajo esta concepción, la bioética permite integrar a la comprensión de la discapacidad,


nuevos conocimientos y formas de intervención, que buscan armonizar el encuentro
disciplinar que ella demanda en la solución a la necesidades, en las que se sumergen las
personas que la padecen. Por tanto, la bioética en la discapacidad debe centrarse en sus
aspectos teóricos y prácticos, es decir, sobre las estrategias, atención y programas de salud
y la integración a la comunidad, desde la participación en la formulación de políticas
públicas, en la que se atienda a principios fundamentales para la vida y la protección de
los derechos. (Victor, 2017)

Desde el punto de vista bioético personalista, el ser humano constituye el centro de toda
actividad, en la cual tienen un importante papel las personas con discapacidad o
diferentemente capacitados.

Al respecto, la limitación de una persona se convierte en discapacidad solo como


consecuencia de su interacción con un ambiente que no le proponga el adecuado apoyo
para reducir sus limitaciones funcionales. Según informes de las Naciones Unidas y otras
asociaciones internacionales, existen entre 500 y 600 millones de personas en el mundo
que presentan algún tipo de discapacidad física o mental, o sea, 10 % de los habitantes
del planeta. Además, se estima que 25 % de la población total se ve afectada por las
dificultades existentes para los ciudadanos con discapacidad, pues la cifra incluye a los
familiares o responsables legales.

El 3 de mayo de 2008, después de haber sido firmada por más de 100 países y ratificada
por 20 gobiernos o parlamentos, entró en vigor la Convención sobre los derechos de las
personas con discapacidad. La Convención había sido aprobada por la Asamblea general
de las Naciones Unidas en diciembre de 2006.
En el marco de esta realidad mundial, se desarrollan diferentes programas de colaboración
en la población con discapacidades y se especializan profesionales de la salud, cuyo
principal foco de atención se dirige a la prevención (de otras incapacidades y de
minusvalía) e integración social de estas personas. Esta tarea se involucra directamente
con valores éticos como la defensa de la dignidad de las personas, el servicio, la
solidaridad, entre otros. De hecho, el tema de la discapacidad está vinculado al paradigma
de la bioética. (Pascual, 2018)

La promoción del desarrollo humano y el mejoramiento de la calidad de vida de las


personas con discapacidad requieren una doble estrategia: mejorar las condiciones del
entorno natural y social a partir de las posibilidades de la ciencia y la aplicación del
principio de solidaridad, y favorecer el régimen social en que ellas viven, de manera que
sea más justo para las necesidades humanas, desde del reconocimiento de sus derechos y
el uso de la vía educativa para fomentarlos. Significa entonces que el desarrollo de
mejores diagnósticos y soluciones en el ámbito de la salud pública y la elevación de los
recursos materiales para la satisfacción de las necesidades humanas, han determinado, al
menos en parte, un cambio en la actitud hacia la persona con discapacidad. En otras
palabras, el tema de la discapacidad se ha incluido generalmente en la esfera de la salud,
aunque se le reconoce el carácter multidisciplinario e interdisciplinario, y su definición
ha evolucionado desde posiciones idealistas y metafísicas, hasta llegar al materialismo
dialéctico. (Pascual, 2018)

Ante la situación planteada, la actividad médica en el cuidado individual de la persona


con discapacidad debe caracterizarse por:

 La elección de alternativas de tratamiento a partir del enfoque de riesgo, con la


combinación de actividades curativas, preventivas y de promoción de salud,
basadas en criterios sobre higiene y sanidad pública, que preservan e incrementan
la salud del ser humano en general.
 El enfoque debe ser personalista, de modo que establezca el respeto a la dignidad
humana, a la autodeterminación, considerada como expresión de libertad y
responsabilidad para enfrentar decisiones, y al derecho a una mejor salud posible.

Por otra parte, la bioética es la ética de la vida, del ser humano como ser biológico que
nace, vive y muere; del ser humano y su entorno social, lo que da origen a derechos y
deberes en relación con ese ser viviente. La persona no solamente se identifica por su
racionalidad, pues su desarrollo solo se fundamentaría en la actividad racional; de manera
que la experiencia estética, el juego, las actividades diarias o el deporte son modos de
realización, y dan la posibilidad de autorrealización y de satisfacción, por tanto, estos
elementos deben ser considerados al pensar en la calidad de vida. (Francesc, 2015)

Estamos ante un esfuerzo notable para ayudar a millones de personas discapacitadas. Pero
surge una pregunta inquietante:

¿Qué sentido tiene aprobar esta Convención sin garantizar, al mismo tiempo, la
integridad física y la misma existencia de los embriones y fetos humanos con alguna
discapacidad?

La vida de cualquier ser humano antes de su nacimiento merece un cuidado especial. Si


esa vida ha iniciado con heridas o daños, genéticos o de otro tipo, necesita mayores
atenciones durante el embarazo e inmediatamente después del parto.

Resulta un contrasentido promover los derechos de los discapacitados ya nacidos


mientras se guarda un silencio cómplice ante la masacre continua y discriminatoria de
miles de hijos antes de nacer, abortados simplemente porque tenían alguna discapacidad.

El espíritu que ha llevado a aprobar la Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad podría cambiar la situación, si nos llevase a promover un esfuerzo conjunto
para evitar las discriminaciones prenatales. (Pascual, 2018)

Si leemos el artículo 1 de la Convención se hace evidente cuál sea el objetivo que se


busca con ella:

“El propósito de la presente Convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno


y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales
por [para] todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad
inherente”.

En el mismo artículo 1 se explica qué se entiende por “persona con discapacidad”:

“Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas,
mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas
barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de
condiciones con las demás”. (Pascual, 2018)
En el artículo 2, dedicado a las “Definiciones”, se explica el sentido de la expresión
“discriminación por motivos de discapacidad”:

“Por ‘discriminación por motivos de discapacidad’ se entenderá cualquier distinción,


exclusión o restricción por motivos de discapacidad que tenga el propósito o el efecto de
obstaculizar o dejar sin efecto el reconocimiento, goce o ejercicio, en igualdad de
condiciones, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales en los ámbitos
político, económico, social, cultural, civil o de otro tipo”.

Dejamos de lado otros aspectos de la Convención que necesitarían un análisis más


detallado. Sólo resulta oportuno notar aquí un punto preocupante: la inclusión en el
artículo 25 del confuso concepto de “salud sexual y reproductiva” que para no pocos
países es sinónimo, entre otras cosas, del así llamado (abusivamente) “derecho al aborto”.
(Pascual, 2018)

Para dar por concluido, las personas con discapacidad, al igual que el resto de los seres
humanos, son las encargadas de evaluar su calidad de vida, atendiendo a que esta
categoría es de definición muy personal. En los individuos con discapacidad mental debe
ser el tutor o el adulto responsable, quien esté iluminado por los principios básicos de la
bioética: beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía, pues ellos son los
encargados de hacer una aproximación sobre su calidad de vida. Igualmente, la
beneficencia y la no maleficencia son los principios básicos que sostienen el paradigma
de apoyo de las personas con discapacidad. Usar el término de “persona con
discapacidad” en lugar de “discapacitado”, se acerca más al enfoque personalista de la
bioética. Las intervenciones hacia las personas con discapacidad tienen 3 actores: la
familia, la persona y la comunidad.
Bibliografía
1. Francesc, A. (2015). La dignidad como interés común. En Bioética y
rehabilitación (págs. 55-53). Barcelona .

2. J, F. (2016). fundamentos y principios de bioética principio de autonomía bioética


ante la discapacidad. En Principales dilemas Bioéticos. (pág. 77).

3. Jhon, F. (2017). fundamentos y principios de bioética principio de autonomía


bioética ante la discapacidad. En Principales dilemas Bioéticos (pág. 76).

4. M. S. (2014). Una reflexión bioética y discapacidad. En G. J..

5. Pascual, F. (Junio de 2018). Bioetica para todos . Obtenido de Bioetica para todos
: https://www.bioeticaparatodos.com/derechos-de-las-personas-con-
discapacidad/

6. Terribas. (2015). Bioética y origen de la vida humana. En Terribas, Sobre la vida


i la mort. Possibilitats i límits de la intervenció humana (págs. 89-120). España.

7. Victor, M. (2017). Perspectivas de bioética. En M. Victor, Bioética, derecho y


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UNAM.

8. Ferro M., Molina L., Rodríguez G. William A. La bioética y sus principios


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http:/www.bus.sld.cu/revistas/mgi/vol 19_5_03/mgi12503.htm.... Accedido en
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10. Aguilera Guzmán RM, Mondragón Barrios L, Medina Mora ME. Consideraciones
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11. Abel F. Comentario a la Instrucción “Dignitas personae” sobre algunas cuestiones
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12. Mondragón Barrios L. Ética de la investigación psicosocial. Salud Mental. 2007;
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