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UNICARIBE

ASIGNATURA:
FILOSOFIA DEL DERECHO

TEMA:

EL DERECHO Y EL ORDEN COMO VÍA PARA LA PRESERVACIÓN


DE LA SOCIEDAD

PRESENTADO POR:
ANNIE YAKAYRA PEGUERO VILLAR
JUANIRUTH GUZMAN MARTINEZ
EDUARDO MOTA FERNANDEZ

FACILITADOR:
LIC. CESAR AUGUSTO MERCEDES BAEZ;

SANTO DOMINGO, D.N., REPÚBLICA DOMINICANA

2018
INDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................. 1

La Relación Social Del Derecho .................................................................................................... 2

El derecho positivo ............................................................................................................................. 4

Derecho y regla del trato social ...................................................................................................... 6

El derecho y el orden ético .............................................................................................................. 9

CONCLUSIÓN ................................................................................................................................... 10

BIBLIOGRAFIA .................................................................................................................................. 11

ANEXOS.............................................................................................................................................. 12
INTRODUCCIÓN

Esta investigación tiene como objetivo principal la adquisición del conocimiento sobre
el derecho y el orden como vía para la preservación de la sociedad, los datos
recopilados para la realización de esta investigación estuvieron orientados
directamente al libro Lecciones de Filosofía del Derecho" de Rafael Preciado
Hernández, el propósito de este informe es optar por la filosofía del derecho.

Ya sin más palabras de introducción les invitamos a que lean y disfruten este
material, esperando les sea de provecho.

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La Relación Social Del Derecho

El derecho es, por tanto, una relación social; lo cual no implica una identificación de
lo jurídico y lo social, ya que no toda relación social, por el solo hecho de serlo, es
una relación jurídica. En la primera parte de la presente investigación sobre los
primeros principios de lo jurídico, mostramos que el derecho es un sector y en este
sentido participa del orden normativo (éste comprende, además de las normas
jurídicas, las normas morales stricto sensu y las normas religiosas) en esta segunda
parte podremos comprobar que el derecho participa del orden social, del cual es
también un sector, puesto que lo social abarca, además de las normas del derecho,
una gran cantidad de costumbres y usos no jurídicos, las llamadas reglas de- trato
social, y un conjunto de- relaciones sociales inspiradas en convicciones morales y
religiosas, que podemos designar con los términos "moralidad" o "moral social".

En efecto, basta observar- con alguna atención la. Vida, social, para damos cuenta
de que todos los días entramos en relaciones con. Nuestros semejantes, relaciones
que están, regidas por reglas que acatamos espontáneamente, porque la conducta
prescrita por ellas es ya en nosotros un hábito, una segunda naturaleza, o bien
porque esa conducta está determinada por sentimientos y convicciones morales y
religiosos. En todos estos casos nuestra actividad se desarrolla libre de cualquiera
exigencia de una posible coerción. Así, cuando felicitamos a un amigo con motivo de
su cumpleaños, o le damos el pésame por haber perdido a un familiar, cuando
socorremos a un necesitado o contribuimos para edificar un templo, o bien para
sostener una obra de beneficencia, es claro que intervenimos en relaciones con
nuestros prójimos, pero nuestros actos no caen bajo la razón formal de una deuda
exigióle por parte de aquellos a quienes favorece nuestro comportamiento. En
muchos de estos casos, o sea cuando obramos de acuerdo con nuestras
convicciones morales y religiosas, estamos sometidos a normas que nos imponen

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deberes, y por lo mismo nos sentimos constreñidos por una necesidad moral, por*
una exigencia racional que mueve nuestra voluntad y en este sentido determina
nuestras acciones; mas esta exigencia proviene de nuestra conciencia, y no se
traduce en exigíbilidad, en facultad para otro de constreñirnos a realizar
determinados actos.

Esto significa que no toda nuestra conducta social puede ser medida ni está regida
por el criterio racional de la justicia. Nuestra actividad se inspira y obedece en un
gran número de casos, a otros criterios, a otras especies del bien: a consideraciones
de utilidad, de conveniencia, de cortesía, de gratitud, de patriotismo, de amor. Lo que
hacemos por caridad, por amor, no es cosa a la que estemos obligados en justicia,
no es algo que se nos pueda exigir jurídicamente, que esté ordenado en forma
directa al bien común, fin propio de la sociedad. Es cierto que algunos de estos
criterios, en cuanto rigen nuestras relaciones con nuestros semejantes, participan en
cierta medida del criterio de la justicia, por lo cual se han considerado la religión, la
piedad, la gratitud, la amistad, la liberalidad y algunas otras virtudes, partes
potenciales de la virtud de la justicia. Pero como la justicia exige dar a otro lo que se
le debe conforme a la igualdad, en orden al bien común, es claro que en los casos
antes citados y en otros muchos, estrictamente no cabe hablar de una deuda, de
justicia; ya porque se trate-de un deber moral o religioso, como sucede: en los actos
de caridad, o porque no sea posible, aplicar el criterio de la igualdad, como ocurre en
los casos de piedad filial y religiosa, puesto que ni a Dios ni a nuestros padres
podemos darles, con igualdad, lo que les debemos.

En cambio, aquellas relaciones sociales que son medidas adecuadamente por el


criterio de la justicia, que están ordenadas inmediatamente al perfeccionamiento de
la sociedad, a la realización del bien común que es su fin propio, son relaciones
sociales de carácter jurídico. Es, pues, de acuerdo con el fin, como debemos
clasificar las relaciones sociales en jurídicas y no jurídicas. Por eso no aceptamos el
punto de vista de Worms, 160 para quien los hechos de relación en la sociedad se

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dividen en dos grupos según que en el fondo estén constituidos o dominados por la
espontaneidad o la coacción. "Los fenómenos de relación, espontáneos —dice este
autor—, son las costumbres, la religión, la ciencia, el arte. La existencia de una
coacción legal caracteriza al derecho, y la tendencia a una dominación coercitiva es
la esencia de la política." Si Worms se hubiese preguntado por qué unas relaciones
sociales se manifiestan espontáneamente y otras requieren el ejercicio de la
coerción, habría comprendido que su explicación es puramente descriptiva y por esto
mismo insuficiente, ya que no da razón de la causa del fenómeno, que es lo que aquí
interesa, limitándose a hacer constar la existencia de éste, que en tal virtud resulta
literalmente una "apariencia";101 pues una explicación integral de las relaciones
sociales, que no son meras relaciones interindividuales, tiene que atender a la
realidad profunda de tales relaciones, que es precisamente el acto humano —en el
cual encontramos las ideas de finalidad, de libertad, de autodetermi¬nación—, y que
consiguientemente no constituye un simple fenómeno.

El derecho positivo
Du Pasquier define el derecho positivo como el conjunto de reglas que rigen la
conducta humana, impuestas efectivamente por el poder social. Y por su parte Del
Vecchio, refiriéndose a la positividad del derecho, considera que no es otra cosa que
la mayor o menor eficacia poseída en cierto momento por una norma o por un
conjunto de normas, eficacia que siempre es variable, dependiendo de factores
psicológicos y hasta físicos, que precisamente constituyen la historia. Ambos autores
aluden al hecho de que las reglas o normas que rigen la conducta social sean
observadas por los destinatarios de las mismas, ya sea porque se sometan a ellas
voluntariamente, o bien porque se les impongan por el poder social. Según Del
Vecchio, por el poder social preponderante. ¿Quiere esto decir que lo positivo del
derecho consiste en su facticidad o eficacia? ¿Y que es esa facilidad la que da el
carácter jurídico a una regla social? En estos términos puede plantearse la filosofía
jurídica uno de los problemas fundamentales sobre la naturaleza del derecho
positivo. Si la positividad consiste en la facilidad o eficacia de un ordenamiento

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jurídico, o en el hecho de que-emane de un poder social, de una autoridad política,
se trata de una nota, más, que unida a otras notas implicadas en la noción del
derecho, integran este: concepto complejo: derecho positivo.
Lo positivo no es, entonces, el derecho, sino uno de los ingredientes del derecho.
Pero si por el contrario es la facilidad la que convierte en jurídica una regla de
conducta social, lo positivo viene a ser, ya no una nota esencial o propia del derecho,
sino la esencia misma del derecho. Por este camino lógicamente se llega a identificar
los términos "hecho" y "derecho", y más adelante se afirma "el derecho de la fuerza"
y se desconoce "la fuerza del derecho".

Esto nos indica que a propósito del derecho positivo, la filosofía jurídica debe
comenzar por precisar cuál es la naturaleza de este derecho; pues en el
pensamiento moderno se llega a distinguir derecho vigente de derecho positivo,
considerando al primero como el formalmente válido, y al segundo como el eficaz o
táctico. Sin embargo, esta distinción carece de fundamento real y por lo mismo
resulta convencional. No así la distinción del pensamiento tradicional, que refiere lo
positivo del derecho a la intervención de la voluntad, individual o colectivamente
considerada, reservando la noción de derecho natural para los principios o normas
que se fundan en la naturaleza racional, libre y sociable del ser humano, y que por
esto mismo la voluntad humana no debe desconocer.

De acuerdo con esta concepción, hay diversos títulos de positividad para el derecho,
y no exclusivamente el de la eficacia o facticidad. El derecho vigente, aun cuando no
sea táctico o eficaz es derecho positivo, desde el momento en que representa una
aplicación de principios o normas de derecho natural, ya sea por vía de conclusión o
desarrollo, o por vía de determinación. Un contrato celebrado con las formalidades
de ley, aun cuando no sea táctico o eficaz, no es sólo vigente sino también positivo,
pues no constituye un mero conjunto de principios o normas de derecho natural, sino
un conjunto de estipulaciones voluntarias; y por la misma razón, los principios que
sirven para estructurar una institución jurídica concreta, establecida por el órgano

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legislativo de un Estado, tampoco constituyen un mero conjunto de principios o
normas de derecho natural por el hecho de que no sea eficaz esa institución, sino un:
cuerpo de disposiciones en las que ha intervenido la voluntad de los legisladores en
representación de un pueblo; y esto también es positivo. Debemos decir; pues, que
el derecho es positivo por diversas razones o títulos: porque- es el derecho de una
sociedad; porque es vigente representa una aplicación de principios o normas de
derecho natural mediante la. Intervención de la. Voluntad?-; porque es eficaz o
táctico mas no exclusivamente por esta razón—; porque cuenta con medios
coercitivos para imponerse a los rebeldes o sancionarlos; porque está impregnado de
elementos sociológicos; y en suma, porque de algún modo ha intervenido en su
elaboración la voluntad, contratando o eligiendo formas e instituciones sociales entre
posibilidades que no son contrarias a los principios y normas del derecho natural, y
que en tal virtud se convierten en jurídicamente obligatorias.

Derecho y regla del trato social


Las relaciones jurídicas son relaciones sociales, pero no todas las relaciones
sociales son relaciones jurídicas. Así, al lado de las reglas de derecho, hay un gran
número de reglas sociales que pueden ser calificadas de jurídicas o antijurídicas,
según que sean indiferentes al derecho o choquen con sus disposiciones, pero 4ue
no ordenan justamente la actividad social al bien común, por lo cual no deben ser
clasificadas en rigor como normas jurídicas. Tales reglas tienen de común con las
normas de derecho, el hecho de que rigen la conducta del hombre objetivamente y
en su aspecto exterior; pero estrictamente no son jurídicas, porque no prescriben una
conducta determinada como debida, por ser con- forme a un fin moralmente
necesario como la justicia, el bien común, o la misma seguridad. Ciertamente
ordenan la conducta hacia un fin u objetivo -recuérdese que la regla es una fórmula
que prescribe lo que es preciso hacer para alcanzar determinado fin-; sin embargo,
los fines que inspiran a las reglas del trato social o constituyen valores
fundamentales, bienes necesarios, sino valores y bienes secundarios, contingentes,
que por esto mismo no pueden servir de fundamento a auténticos deberes.

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Estos fines son valores útiles, deleitables, y en ocasiones, estéticos, tales como la
formalidad, la decencia, la urbanidad, el decoro, la cortesía, la caballerosidad, la
elegancia, la moda, el compañerismo, el estilo, etcétera.
A veces las reglas fundadas en tales fines tienen mayor eficacia que las propias
normas morales y jurídicas -como ejemplos evidentes tenemos los casos de las
modas inmorales y del duelo, que se siguió practicando mucho tiempo después de
haber sido prohibido y severamente castigado por la ley-; pero esto no les da el
carácter de normas, pues la norma siempre expresa un deber y éste no puede
fundarse en bienes secundarios y contingentes, sino en bienes fundamentales y
moralmente necesarios. De ahí que todas las reglas del trato social puedan ser
enjuiciadas a la luz de la moral y del derecho, y no a la inversa, ya que es un
contrasentido pretender juzgar de lo necesario, substancial y permanente, a base de
lo contingente, accidental y transitorio.

Recaséns Siches caracteriza las reglas del trato social en estos términos: son reglas
sociales, dice, que "se revelan bajo la forma de costumbre, y que se imponen en
calidad de mandatos colectivos anónimos, como supuestos o requisitos de ciertas
relaciones socia- les en un grupo o círculo especial, ciertamente sin un aparato
coercitivo que fuerce inexorablemente a su cumplimiento, pero con la amenaza de
una sanción de repudio en la esfera colectiva en que vive el sujeto obligado por esas
reglas".

Esta caracterización de las reglas del trato social, así como las conclusiones a que
llega dicho autor en el estudio de referencia, nos parecen acertadas. Sin embargo,
consideramos que un estudio filosófico de las reglas de la conducta humana -allí
comprendidas las normas morales y jurídicas- sólo puede hacer una clasificación
sistemática de las mismas, y establecer sus relaciones y diferencias, atendiendo a la
diversa naturaleza de los fines o bienes que las inspiran.

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El punto de vista formal, tanto en este caso como en el de las relaciones y
diferencias entre las varias especies de normas, es insuficiente. También aquí se
necesita atender, en primer término, al punto de vista material; entendiendo por
materia de regulación no la actividad humana, hecha abstracción, de los fines a los
cuales se ordena, sino esa actividad en relación con los fines que persigue, ya que
son éstos los que determinan su verdadero sentido.

La actividad humana es esencialmente teleológica, finalista; luego las reglas- que


miden esa actividad, tienen el mismo carácter finalista, y no posible aprehender su
verdadero sentido prescindiendo de los fines a los cuales ordenan la acción del
hombre En cambio, desde- el punto de vista de los fines -desde el punto de vista
material- fácilmente:- se comprenden en todo su alcance o significación las
características de las reglas del trato social, pues estas características derivan de la
naturaleza, de los fines que inspiran tales reglas. Y por Otra: parte, a la luz de- este
criterio desaparecen problemas de- muy difícil resolución planteados por el punto de
vista exclusivamente formal, y se encuentra la solución correcta al problema
fundamental, que consiste en determinar si las reglas del trato social tienen o no el
carácter de normas.

Desde un punto de vista formal puede sostenerse que las reglas del trato difieren de
las normas jurídicas, porque éstas son exigibles y aquéllas no; pero no se precisan
cuál es el fundamento de esa exigibilidad. ¿Por qué las normas jurídicas prescriben
inexorable- mente una conducta determinada? ¿Porque así lo quiere un poder social
o los gobernantes, así sean de hecho y no de derecho?

¿O acaso porque un sector de la actividad humana constituye la materia propia


regida por el derecho, y otro sector corresponde a las reglas del trato social? La
contestación afirmativa a esta última pregunta, no se compadece con el criterio
formal; y buscar el fundamento de la exigibilidad en la voluntad -ya sea individual o
colectiva- es acercarse de nuevo a la confusión entre hecho y derecho, entre

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explicación y justificación. Ahora bien, descartado el fundamento de hecho de la
exigibilidad, no cabe otra posibilidad lógica que la del fundamento racional:- la de la
naturaleza del fin o valor al cual ordenan las normas jurídicas y las reglas del trato
social la actividad de los hombres que integran una sociedad.

Las normas jurídicas son exigibles, porque el bien común -que implica el
perfeccionamiento del ser social -es necesario para el desarrollo y perfeccionamiento
de las personas y como entraña cooperación y coordinación de las acciones de todos
los miembros de la sociedad, exige al mismo tiempo a cada uno de ellos la fiel
observancia del ordenamiento que determina esa forma de cooperación. Y si la
exigibilidad se funda en la naturaleza del fin propio del ordenamiento jurídico, es este
fin, y no la nota derivada de él, el dato fundamental en las normas de derecho, y por
esto mismo el criterio básico que sirve para distinguirlas de otras normas y de las
reglas del trato social. Y es claro que estas últimas también derivan sus
características formales de la naturaleza de los fines a los cuales ordenan la
actividad social.

El derecho y el orden ético


El obrar humano constituye el objeto propio regido por las normas, las que
representan reglas imperativas que expresan un deber, precisamente porque están
fundadas en el bien. De ahí las relaciones entre lo normativo, lo social, y lo ético.
Pues la conducta del hombre, tanto en su aspecto estrictamente individual como en
el social, es la materia determinada o medida por las normas, y éstas no pasarían de
la categoría de meras reglas si no estuviesen fundadas en valores primarios o
necesarios, como la justicia, el bien común, el bien moral, la santidad. Ahora bien,
como estos valores supremos son las columnas maestras en las cuales descansa el
orden ético, es evidente que lo social y lo normativo carecen de sentido si se les
considera independientemente de lo ético.

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En otros términos: la actividad humana, si no está determinada por fines o criterios
racionales, no merece el calificativo de conducta, de obrar, ni siquiera de hacer; pues
lo mismo en el obrar que en el hacer, el hombre actúa conscientemente, con metas a
alcanzar ciertos fines y objetivos.

CONCLUSIÓN

Luego de analizada esta investigación determinó que la filosofía es conocida como el


estudio de la variedad de problemas acerca de la existencia, el conocimiento, la
verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje. Y el comportamiento humano son
el conjunto de actos exhibidos por el ser humano, pero ¿de qué manera se
relacionan estos dos conceptos?

En primer lugar, el ser humano desde que nace es un ser social, el cual se interesa
por todo lo que lo rodea y aprovecharlo para su beneficio y comodidad, él se encarga
de modificar el medio para mejorar sus condiciones de vida, innovando y utilizando
su imaginación para atraer la atención de los otros seres humanos que viven en su
entorno y poder "comprar" su interés, así podemos ver que la filosofía trata de
encontrarle un sentido a estos pensamientos e intereses del ser humano, que desde
la antigüedad han provocado tantas incógnitas en nosotros pues no todos pensamos
igual y hacemos las cosas para los mismos resultados, existen quienes solo buscan
obtener algo a cambio y quienes no esperan nada a cambio. En segundo lugar,
podemos hablar de personalidad y carácter; todos tenemos una persona a la cual
vemos como modelo de vida y queremos de alguna manera ser y desempeñarnos
como ellos, pero a veces caemos en el "error" de copiar en vez de seguir, con lo
anterior quiero decir que dejamos de tener nuestra esencia por querer adoptar la de

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otra persona, cuando en realidad debemos tener el carácter de formar nuestra propia
personalidad teniendo como ejemplo ese modelo de vida.

Cabe destacar que el material recién finalizado tuvo un desarrollo muy centrado en
lograr los objetivos propuestos, definir los temas con amplitud y de este modo poder
adquirir los conocimientos necesarios sobre los temas recién terminados.

Agradecer al maestro facilitador porque por el conocimos de este libro y adquirimos


conocimientos sobre lo que es la Filosofía en el Derecho.

BIBLIOGRAFIA

https://www.lanacion.com.ar/360113-preservar-el-orden-juridico-y-social

Parsons, Talcott 1982 El sistema social, Alianza, Madrid

http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/orden-publico/orden-publico.htm

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ANEXOS

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