Sunteți pe pagina 1din 4

¿Es María literalmente la madre del Verbo encarnado?

Por: Ronny Brito.

Uno de los temas medulares del Cristianismo es lo referente a la encarnación del


Verbo Divino. Para muchos Jesús fue solo un gran hombre que transformó su tiempo
con su predicación; para otros es el Arcángel Miguel que se hizo humano, pero lo que
la Biblia enseña es que el Verbo, la segunda persona de la Trinidad, se hizo hombre,
nacido de una mujer. Lo que los cristianos han afirmado a través de los siglos es que
Jesucristo es 100% hombre, pero a la vez es 100% Dios; lo cual es conocido con el
término “Unión Hipostática”.
Para entender este misterio que nos enseñan las Escrituras debemos dilucidar la verdad
de las siguientes afirmaciones:
1. El Verbo Divino, siendo Espíritu, fue concebido literalmente en una mujer.

2. El Verbo tuvo realmente la naturaleza humana a pesar de su naturaleza divina.

En la historia de la iglesia se han encontrado algunas objeciones a esta enseñanza.


A fines del siglo I y comienzos del s.II aparecieron unos herejes que negaban la realidad
del cuerpo humano de Cristo; tomando como punto de partida el dualismo gnóstico,
según el cual es imposible cualquier unión del Logos divino con un cuerpo humano,
porque la materia es sede del mal. Se basaron igualmente en el dualismo gnóstico las
herejías docetistas de los maniqueos y priscilianistas.

Hoy en día nos encontramos con lo que se puede entender como la actualización de
estas herejías, basadas en las mismas premisas del dualismo gnóstico, sosteniendo que
es imposible que el Logos Divino sea concebido en el óvulo de una mujer (virgen
María), por lo que se sostiene que la mujer no aportó nada en la genética de Jesús, a
razón de la naturaleza pecaminosa de todo ser humano; sino que , a modo de
ilustración, ocurrió algo así como lo que hoy conocemos como fertilización artificial,
siendo solamente los genes aportados por Dios los que participaron en la encarnación
del Verbo en María.

Por lo tanto, esta disertación propone examinar qué dicen los teólogos contemporáneos
respecto a la filiación entre el Verbo y su madre; dejando de lado la filiación divina, la
cual, de hecho, se está dando por sentada.
Lo primero que se debe destacar es que ningún teólogo de la actualidad niega dicha
filiación. Chafer afirma “El que crea todas las cosas hace que una virgen conciba y
dé a luz un Hijo. Este acto creador tiene el propósito de poder asegurar la
humanidad de Cristo. Se deduce, entonces, que cualquiera que haya sido la parte de
este único Hijo que ha sido engendrada por el Espíritu Santo tiene que estar tan
limpia de pecado como el Creador que la produjo. Se levanta una dificultad en
algunas mentes por el hecho de que la madre misma reconoció su necesidad de un
Salvador (Lucas 1:47). Aunque se declara en Hebreos 4:15 que el Señor Jesucristo
tuvo una naturaleza libre de pecado, el versículo central que afirma esta verdad es el
de Lucas 1:35, el cual cita las palabras del ángel a María: "Respondiendo el ángel,
le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios." Ya
se le había dicho a María (versículo 31) que ella daría a luz un hijo… La naturaleza
caída de la madre queda divinamente excluida… en el caso del último Adán se
garantiza mediante la verdad revelada de que Él fue engendrado por el Espíritu
Santo, el cual tomó control divino de aquello con que la mujer pudiera contribuir.”
Chafer sostiene que la mujer fue purificada para que su naturaleza caída quedara
divinamente excluida mediante la gracia de Dios y que ella tuvo una contribución ¿Cuál
fue su contribución? Aportar su óvulo para ser fecundado por el Espíritu Santo.

Al respecto Lacueva dice “…su concepción virginal (Mt. 1:18; Lc. 1:35), acerca de lo
cual hay que tener ideas claras:(a) fue del (gr. ek) Espíritu Santo (Mt. 1:18,20), es
decir, por obra de la 3ª Persona de la Deidad, pero no por eso puede llamarse al E.
Santo «Padre» de Jesús: el E. Santo no engendró a Jesús, sino que produjo (hizo) la
concepción de Jesús en el seno de María. ¿Cómo? Pues supliendo con su
omnipotencia la acción propia del semen de varón a fin de que, desde el principio de
la concepción, hubiese allí un embrión humano. (b) Por si fuese poca toda la
terminología de Mt. 1:18-23 y Lc. 1:31-35, Gá. 4:4 nos dice que Dios envió a su Hijo,
nacido de (gr. ek) mujer. Esto es, el Hijo de Dios, al encarnarse, no pasó a través de
María, sino que fue engendrado de la propia sustancia de María. De lo contrario, no
sería «consustancial» con nosotros”.
Con esto queda demostrado que los teólogos de la actualidad reconocen sin lugar a
dudas la perfecta filiación de Jesús con su madre. Ella no fue, según el planteamiento
anterior, lo que se conoce hoy en día como un vientre prestado para el nacimiento del
Mesías, sino que su propio ADN circulaba por el cuerpo de Jesús; de no ser de esta
manera Jesús sería solo un ser divino, no humano, como sostenía la herejía gnóstica ya
mencionada.

Por otra parte, haciendo a un lado los argumentos de Chafer y Lacueva, es pertinente
examinar lo que dicen las Sagradas Escrituras al respecto.

Acerca de la creación del hombre, dice la Biblia en Génesis 1:26 “Entonces dijo Dios:
Hagamos al Hombre a nuestra imagen; conforme a nuestra semejanza….” Esta
afirmación es muy reveladora, ya que nos enseña que fuimos creados a la imagen y
semejanza de Dios. Entendemos que nuestros atributos comunicables y de razonar es
parte de esa semejanza, pero debe quedar implícito que Dios, en su omnisciencia, sabía
que el hombre pecaría en algún momento, y Él ya tenía preparado al Salvador. Así que
parte de esa imagen y semejanza es esa compatibilidad, para que el Verbo Divino se
pudiera encarnar. De esta forma es que podemos entender que el Verbo pudo ser
engendrado y seguir siendo Dios, ya que desde la creación Dios tenía previsto que esa
sería la vía por la cual redimiría al hombre. Esto es revelado en Génesis 3:15 “Y
pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” Aquí la palabra simiente en el
original es la palabra semilla o semen. Por tanto, se entiende que es el producto de la
concepción de la mujer la que va a herir en la cabeza a la simiente de la serpiente. Si
afirmáramos que la mujer solo fue un vaso externo donde se formó un cigoto
preformado e implantado en ella, invalidaríamos lo dicho por Dios en ese texto.

Otro punto importante que hay que considerar es que solamente dos de los evangelios
hablan del nacimiento de Jesús; y de forma sorprendente, el más detallado de los dos,
que incluye todo sobre la anunciación y la milagrosa concepción, es precisamente el
escrito por un médico de la época (el evangelista Lucas), es por ello que analizar su
escrito respecto a un hecho que es contrario a toda lógica científica es sumamente
revelador.
Podemos afirmar que la anunciación descrita en el capítulo 1 de Lucas es realmente una
profecía dada por el ángel Gabriel a María:

 “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (v.28) María fue llena de la
gracia salvadora de Dios; de esta forma pudo ser perfectamente purificada para
concebir al Cristo.

 “vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo” (v.31) Indiscutiblemente aquí
habla de su sistema reproductivo literalmente. No sería honesto con el texto hacer
interpretaciones espirituales ni alegóricas al hablar de algo semejante a una
implantación artificial de parte de Dios. Al hacer tal cosa estaría implicando que
realmente Jesús no es hombre, al negar su filiación con el ser humano. Si por el
contrario se interpretan las palabras del ángel literalmente, entonces se entiende
que el Espíritu Santo pondría de forma sobrenatural todo lo necesario, incluyendo
la necesaria purificación de María, para fecundar su óvulo, puesto que no se iba a
engendrar cualquier ser humano, sino que la mismísima divinidad, la segunda
persona de la Trinidad, se haría carne mediante ese óvulo.

 “Será llamado Hijo del Altísimo y Dios lo hará Rey como a su antepasado
David” (v.32) En este punto las palabras del ángel son claras respecto a la filiación
real del Mesías. Por una parte dice que Dios es su Padre, y por otro lado afirma
que es genéticamente descendiente directo de David; si así no fuese la promesa
sería invalidada, y Él no sería realmente el Cristo.

 “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra, por eso el Ser que ha de nacer será Santo y será llamado Hijo de Dios”
(v.35) Aquí se expresa la razón por la cual el Espíritu Santo vendría sobre María:
para que ella pudiera engendrar a un Santo ser: Jesús. El Hijo de Dios debía nacer
sin pecado, por lo que era necesario que el poder de Dios purificara a María. El
ángel expresa dos veces a María que la gracia de Dios está sobre ella (vv.28, 30),
haciendo énfasis en como sería el nacimiento del Santo Hijo de Dios.
 “María respondió: soy la sierva del Señor y que se cumpla todo lo que has dicho
acerca de mi” (v.38) Aquí María da un “Sí, acepto” para que se cumpliera lo
profetizado por el ángel Gabriel.
Podemos afirmar que la encarnación empieza con un “llena eres de gracia”, se justifica
con “El Espíritu Santo vendrá sobre y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por
eso el que ha de nacer será Santo y será llamado Hijo de Dios”, tiene por finalidad traer
al mundo al “… llamado Hijo de Dios”, a quien “Dios hará rey como a su antepasado
David”, se confirma con “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu
palabra.”

Por lo antes expuesto, podría concluirse que:


1. Cristo está genéticamente relacionado con su madre; de lo contrario Él no sería
100% humano, sino solamente Dios; o estaríamos hablando de algo muy distinto a
una unión hipostática.
2. María fue preservada por gracia de Dios de transmitir la naturaleza pecaminosa a su
hijo. En Jesús se debía cumplir literalmente todo lo profetizado acerca del Mesías;
por lo que tenía que ser de la línea genética de David, ya que de lo contrario Jesús
no sería el Cristo y, por una parte, los judíos tendrían razón al no aceptarle como el
Mesías y seguir esperando otro, y por otro lado nuestra fe y nuestra esperanza serían
vanas.
3. La encarnación siempre será un misterio, ya que es un hecho sobrenatural desde
todo punto de vista, por lo que solo puede ser aceptado por fe, pero que si hacemos
buen uso de las herramientas dadas por la hermenéutica evitaremos caer en errores
doctrinales; porque si decimos que la Biblia no dice lo que dice, entonces no dice
nada, y nuestra Biblia no sería más que un libro lleno de fábulas. Para evitarlo es
importante tomar en cuenta la regla hermenéutica de que la Biblia se interpreta
literalmente.

S-ar putea să vă placă și