1

2 - 5 | Presentación.

6 - 50 | Nicolás Acevedo Arriaza - 1988, Plebiscito Para la Concertación, Guerra Para

el MAPU- Lautaro: Lecciones de Dos Elecciones Opuestas.

52 - 79 | Luis Garcés Aspée - La reflexión subalternista y sus nociones de sujeto sub-

alterno.

80 - 89 | Carolina Olmedo Carrasco - Reflexiones en torno a una historia reciente del

arte chileno y su documentación.

90 - 126 | Camila Silva Salinas - La política sobre el territorio: La construcción políti-

ca del territorio poblacional en los albores del neoliberalismo. Chile, 1973-1980

128 - 144 | Luis Thielemann Hernández - Economía política, proletarización y lucha

social en el campo chileno (1919-1962). Un breve ensayo bibliográfico.

______________________________________________________

Consejo Editor: Nicolás Acevedo A., Carolina Olmedo C., Camila Silva S., Luis Thie-
lemann H.
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Revista Pretérito Imperfecto 2011 | www.preteritoimperfecto.cl | Todo el contenido de esta
revista está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0
Unported.
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La política sobre el territorio:

La construcción política del territorio poblacional
en los albores del neoliberalismo.
Chile, 1973-19811
Camila Silva Salinas2
camilasilva.historia@gmail.com

Resumen:
Este artículo busca dar cuenta de la construcción político-ideológica del territorio poblacional
durante los primeros años de Dictadura. Tras el Golpe militar de 1973, se dio paso a la
desarticulación de los partidos políticos y organizaciones sociales, lo que supuso la modificación
de los marcos legales que mediaban la relación entre pobladores y Estado. Esto permitió que se
llevaran a cabo una serie de modificaciones acorde a los principios neoliberales que desarticularon
la responsabilidad estatal frente al problema habitacional, incluyendo la erradicación de miles
de familias y la reestructuración socio-espacial de Santiago. Para su elaboración se consideró
documentación oficial, prensa y bibliografía especializada, cuyo análisis permite afirmar que tras
la implantación de las políticas neoliberales comenzó un nuevo ciclo de movilización poblacional
en el que se recurrió a repertorios de acción históricamente aprendidos, intentando fallidamente
establecer una continuidad en la manera de relacionarse con el Estado, pero constituyéndose
como uno de los primeros intentos de romper la clausura del espacio público en Dictadura

Palabras Clave | Pobladores, Dictadura, Movimientos Sociales, Política Urbana, Erradicaciones.

1 El origen de este escrito es la investigación “¡No queremos plebiscito, los sin techo quieren sitio!: La
construcción política del territorio poblacional durante la Política Nacional de Desarrollo Urbano. Santiago, 1978-
1983” realizada el año 2007 como parte final de mi formación como Licenciada en Historia. Posteriormente, fue
presentado en el Seminario “1973-1998: Reflexiones sobre una nueva narrativa histórica del Chile reciente” en
octubre de 2008, donde pude acoger las críticas y consejos de Nicolás Acevedo y Luis Thielemann. Agradezco a los
profesores Julio Pinto y Pablo Artaza quienes, en distintos momentos, me alentaron a publicarlo. El resultado, por
supuesto, es mi responsabilidad.
2 Licenciada en Historia y en Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster © en
Historia de la Universidad de Chile. Contacto: camilasilva.historia@gmail.com.

I. Introducción.
…poner una bandera, una ventana,
un retrato familiar, unos niños, unos perros
y llamarle casa.
Fernando Alegría, Las callampas1
En la actualidad, ¿quién no es utopista?
Henry Lefebvre, El derecho a la ciudad2.
La historia de los pobladores durante
la Dictadura suele fundirse con la historia
de la llamada vuelta a la democracia. Como
hito fundamental, las Jornadas de Protesta
iniciadas en 1983 aparecen como el fin
de la contención social tras una década
de autoritarismo y desestructuración del
movimiento social y político, siendo la
figura de la explosión uno de los recursos
gráficos más utilizados para explicar
esta arremetida3. Entre el contenido del
estallido se hallaba el carácter doblemente
potencial de los pobladores, ya fuera como
1 Obsequio estas humildes líneas a mis
padres, agradecida y emocionada por su constante
afán de poner ventanas, retratos, perros, un montón
de niños felices… y llamarle casa. Por la posibilidad
de reconocer esos mismos gestos/gestas en sus
vidas, obsequio estas líneas a mis amigos Cecilia
Rivera y Alexis Cortés, que aportaron a este trabajo
el silencioso ejemplo de sus propias historias,
inquietudes y su invaluable tesón y compañerismo.
2 Henry Lefebvre, El derecho a la ciudad
(Barcelona: Península, 1969) 129.
3 Gonzalo de la Maza y Mario Garcés, La
explosión de las mayorías: Protesta nacional 1983-
1984 (Santiago: Educación y Comunicaciones, 1985).
91
constructores o destructores de una nueva
alternativa democrática, lo que da cuenta
del notable aumento de investigaciones
dirigidas al campo poblacional y juvenil
popular desde 1983, como una forma de
explicar la emergencia de este sector y de
predecir el sentido político que tomaría su
accionar4. Sin embargo, la década que va
desde 1973 a 1983 permanece como una
zona gris aún escasamente explorada, pese
a que en esta etapa se originaron procesos
como la instauración del neoliberalismo,
la privatización del aparato público y la
desestructuración de organizaciones sociales
y políticas, cuyo conocimiento aportaría
importantes debates a la comprensión del
Chile reciente5. Por otro lado, la búsqueda
4 Por ejemplo, Eduardo Valenzuela, La
Rebelión de los jóvenes (Un estudio sobre anomia
social) (Santiago: Ediciones Sur, 1984); Irene Agurto
et al, Juventud chilena: Razones y subversiones
(Santiago: ECO, FOLICO y SEPADE, 1985); Eugenio
Tironi, “La revuelta de los pobladores”, Revista
Nueva Sociedad, Nº 83(1986) y José Weinstein,
Los jóvenes pobladores en las protestas nacionales
(1983-1984): Una visión socio-política (Santiago:
CIDE, 1989).
5 Recientemente han sido publicados
importantes interpretaciones, entre las que destaca
Rolando Álvarez, Desde las sombras: una historia de
la clandestinidad comunista (1973-1980), (Santiago:
LOM, 2003), Verónica Valdivia et al, Su revolución
contra nuestra revolución. Volumenes I y II. (Santiago:
LOM, 2006 y 2008) y Cristina Moyano, El MAPU
durante la Dictadura. Saberes y prácticas políticas
para una microhistoria de la renovación socialista
en Chile (Santiago: Ediciones Universidad Alberto
92
de los antecedentes de los sucesos de 1983
permite ensayar la construcción de nuevas
cronologías posibles para la comprensión de
nuestra historia reciente, y en particular de
la Dictadura, ya no sólo atentas a la irrupción
de la clase política, sino de los procesos de
más largo alcance y lento discurrir, como la
transformación de los modelos económicos,
la conformación de nuevas generaciones
políticas y la silenciosa maduración del
descontento social.
La pregunta inicial que guió la
construcción de esta investigación fue
la inquietud por saber qué ocurrió con
el movimiento de pobladores durante
Dictadura, en particular, con los procesos
de territorialización del poder que habían
ocurrido durante el gobierno de la Unidad
Popular. Una primera constatación fue la
ausencia de un marco historiográfico que
permitiera la comprensión de temáticas
específicas como ésta, debido a que las
principales investigaciones sobre movimiento
poblacional atienden el proceso que culminó
en 19736. ¿Cómo indagar la historia de los
pobladores en el período más nebuloso de
Hurtado, 2010).
6 7
Vicente Espinoza, Para una historia de los
pobres en la ciudad (Santiago: Ediciones Sur, 1988);
Juan Carlos Gómez Leyton, Las poblaciones callampas:
Una expresión de la lucha social de los pobres.
Santiago, 1930-1960. (Santiago, FLACSO, 1994);
Mario Garcés, Tomando su sitio: El movimiento de
pobladores de Santiago, 1957-1970 (Santiago: LOM,
2002).
la Dictadura? Este es una reconstrucción
contextual que busca servir como marco de
análisis para aspectos más específicos del
campo poblacional durante Dictadura. Para
su realización se utilizó documentación
oficial, bibliografía especializada y prensa,
entre la que destaca el boletín Hechos
Urbanos publicado desde 1980 por el equipo
de trabajo poblacional de la ONG Sur7, cuyo
recuento periódico de las noticias dedicadas
a los pobladores publicadas en los principales
diarios y revistas, constituye una riquísima
fuente histórica.
Después del Golpe de Estado,
las poblaciones fueron escenario de
detenciones, persecuciones y desarticulación
y, al mismo tiempo, escondite, solidaridad
y rearticulación. Esta reconstrucción busca
ser una aproximación a las transformaciones
que la imposición autoritaria y el proyecto
neoliberal produjeron en la vida en
las poblaciones, para lo cual se intenta
establecer cómo la definición político-
ideológica de la Dictadura se relacionó
con las acciones y realidad material de los
pobladores. En específico, esta investigación
aborda la construcción política del territorio
poblacional, aquel espacio urbano donde
se establecen las relaciones cotidianas y de
pertenencia entre los pobladores, a través
7 Es posible encontrar casi la totalidad de
los ejemplares de esta publicación en el Centro
de Documentación virtual de Sur Corporación de
Estudios Sociales y Educación, www.sitiosur.cl.
(2011, octubre).

de su experiencia de habitarlo y disputarlo,
incluyendo poblaciones, campamentos y
tomas de terreno. Cronológicamente, se sitúa
entre 1973 y 1980, rastreando las primeras
definiciones de los militares en el poder y
finaliza en 1980 con el primer intento de
toma de terrenos políticamente organizada,
traslapándose con el desarrollo de la nueva
política de desarrollo urbano. Propongo
que en este período es posible observar
el proceso de redefinición ideológica de la
relación entre pobladores y Estado, que
adquirió tintes neoliberales desde 1978. Los
efectos de su aplicación generaron un lento
proceso de movilización, originado tanto
en el recrudecimiento de las necesidades
materiales, como en la rearticulación de
organizaciones y militancias. De este modo
se explica que en 1980 se llevara a cabo
un primer intento de toma de terrenos
políticamente organizada en Dictadura,
dando cuenta de los intentos de dar
continuidad a determinados repertorios de
acción históricamente aprendidos.
II. Los pobladores para la Dictadura:
“Hacer de Chile un país de propietarios, no
de proletarios”8
Con los militares en el poder, la
reorganización política se realizó mediante
el desmantelamiento de los movimientos
8 “El Ministerio de Vivienda y Urbanismo a los
Pobladores de Campamentos y a la opinión pública
en general” [Inserto en Periódicos]. El Mercurio
(Santiago, 27 de Julio de 1980).
93
sociales y la supresión del espacio público
bajo la égida del orden y la libertad. Ya desde
fines de 1973, los documentos emanados del
Gobierno apuntaban a la confección de un
nuevo Plan de Desarrollo Nacional mediante
una retórica de reconstrucción nacional
que reforzaba la imagen –mito fundacional-
del orden institucional que había logrado
imponerse al caos. Así se señalaba que “en la
tarea de convertir a Chile en una gran nación,
el Estado deberá ir diseñando un ‘Proyecto
Nacional’, entendido como una imagen
factible y deseable para la República”9, tarea
en que el Estado adquiría la misión exclusiva
de definir lo ‘factible y deseable’ para el país,
cuyos objetivos y principios respondían a
intereses económicos y políticos específicos,
pese al tono totalizante de la enunciación.
En 1974 la Declaración de Principios
de la Junta Militar estableció que la “meta
final del desarrollo social en una sociedad
subsidiaria; entendiendo por ello la
igualdad de oportunidades ante la vida,
admitiéndose como base de discriminación
sólo las diferencias que vengan de Dios
y las diferencias de mérito”10, definiendo
la relación entre Estado e individuos
como una complementariedad eventual,
cuyo fundamento sería el individuo, no
las colectividades, ya fuera clase, pueblo,
colectivo o población. Así se visualizaba a
9 Junta Militar, Declaración de principios del
gobierno de militar, (Santiago: 1974), 4.
10 Junta Militar, Declaración de principios… 4.
94
la población chilena como una totalidad
uniforme e indiferenciada, principio sobre el
que se confeccionarían las políticas públicas
en el período por venir. El mérito individual,
como mecanismo regulatorio, cumpliría la
función de reordenar la sociedad, mientras
que la tarea del Estado se reducía a resguardar
las condiciones que permitieran el desarrollo
de la iniciativa privada y la libre competencia,
siempre y cuando éstas no atentaran con el
respeto a la propiedad privada y el resguardo
de la seguridad nacional. Estas definiciones
fueron acompañadas de una serie de
medidas de reconfiguración del Estado y de
las políticas sociales, que dieron carácter
concreto a esta nueva conceptualización.
Para emprender la confección de
políticas sociales de carácter nacional, el
gobierno se dedicó al levantamiento técnico
de estadísticas que revelaran la situación
concreta de las clases populares en Chile.
A fines de 1973 la Oficina de Planificación
Nacional (ODEPLAN) firmó un convenio con
la Facultad de Economía de la Universidad
Católica de Chile para la elaboración del
Mapa de la Extrema Pobreza en Chile,
estudio cuantitativo de la situación social
del país que permitiría racionalizar las
políticas para la erradicación de la pobreza11.
11 “Dando cumplimiento al programa
económico y social del Gobierno, y por encargo
especial del Jefe de Estado y el Comité de Ministros
para el Desarrollo Social presidido por el integrante
de la Honorable Junta de Gobierno y Comandante en
Jefe de la Fuerza Aérea de Chile, General Don Gustavo
El resultado fue una construcción técnica
del problema de vivienda en función del
término pobreza, según variables materiales
y económicas, además de una clasificación u
“ordenación de la población total de acuerdo
con los indicadores de extrema pobreza”12
que transforman una problemática social
de histórico carácter político, en un
problema técnico de lenguaje científico.
Un procedimiento complementario fue la
elaboración de la Ficha de Estatificación Social,
creada para la “recolección de antecedentes
sobre los hogares afectados por la extrema
pobreza en cada una de las comunas del
país”13 a modo de ajustar periódicamente la
clasificación de la población y determinar
la áreas donde priorizar recursos. De
esta manera se iniciaba la focalización de
políticas públicas, generando conocimiento
técnico para enfrentar problemáticas
sociales, interponiendo criterios objetivos
en la relación entre Estado y sociedad y
barnizando de saber técnico las decisiones
políticas del Gobierno.
Si desde fines de la década de los
cincuenta el concepto poblador hacía
Leigh Guzmán, la Oficina de Planificación Nacional
inició en Octubre de 1973 los estudios de un plan
para la erradicación de la Extrema Pobreza en Chile”
en ODEPLAN, Mapa de la extrema pobreza, (Santiago,
1975), 4.
12 ODEPLAN, Mapa de la extrema…, 6.
13 Pilar Vergara, Políticas hacia la extrema
pobreza en Chile. 1973-1988 (Santiago: FLACSO,
1990), 52.

alusión a una actividad, el poblamiento o
habitar de la ciudad, el apelativo de pobre
instalado por la Dictadura para referirse, en
particular, al problema habitacional, marcó
un viraje sustantivo en la forma en la que
se comprendía el problema habitacional,
marcado ahora por la escasez o la carencia
y, sobre todo, por la individualidad. Como
describía Teresa Valdés en 1987 “la atención
de los problemas que tengan pobladores y
pobladoras es individual. Se trata de casos y
deben ser evaluados por la asistente social
de la municipalidad, quienes decidirán –
con criterio técnico- su participación en los
programas municipales” 14. Esta perspectiva
sistémica ponía el acento en lo particular
sin efectuar críticas estructurales y
conceptualizaba a pobres y pobladores como
“objetos de políticas sociales, destinatarios
pasivos de la labor asistencial del
Gobierno”15, desmantelando así una lógica
de interlocución que operaba entre ambos
desde fines de la década del cincuenta16.
Otra iniciativa que tuvo directos
14 Teresa Valdés, “El movimiento de
pobladores: 1973-1985. La recomposición de
las solidaridades sociales”, en Varios Autores,
Descentralización del Estado, movimiento social y
gestión local, (Santiago: FLACSO, CLACSO e ICI, 1987),
282.
15 Teresa Valdés, “El movimiento de
pobladores…”, 281.
16 Guillermo Campero, Entre la sobrevivencia y
la acción política: Las organizaciones de pobladores en
Santiago, (Santiago: Ediciones ILET, 1987).
95
efectos en la tarea de desarticular el carácter
político de las demandas poblacionales fue
la reestructuración del Estado mediante
el proyecto de descentralización, según el
cual que se crearon secciones ministeriales
en cada región (Decreto Ley Nº 575 del
1974), se facultó a las Municipalidades para
enfrentar algunos aspectos del gobierno
local, en alineamiento con el gobierno central,
aunque sin llegar a dotarlas de autonomía
financiera ni política (Decreto Ley Nº 1289
de 1974, Ley Orgánica de Municipalidades)
y se reorganizó el Ministerio de Vivienda
(Decreto Ley Nº 44 de 1974). Se creaba así, un
marco jurídico e institucional afín a la política
gubernamental, en lo que también es posible
observar una voluntad política de control
social, al circunscribir el conflicto dentro
de fronteras concretas cuyo conocimiento
y vigilancia estuviesen facilitados al estar
circunscritos a dimensiones específicas.
Sumado a lo anterior, se ubicó a la cabeza de
las Municipalidades a militares, sujetos de
confianza que seguirían la línea de mando
del Ejército y que reprodujesen a nivel local
la nueva relación de poder entre las Fuerzas
Armadas y sociedad.
Por último, si bien se desconoció
la existencia de colectivos al interior de la
sociedad civil, desde temprano se configuró
la presencia del empresariado como un
grupo de colaboración a la Dictadura. Entre
otros, la Cámara Chilena de la Construcción,
gremio empresarial de connotada influencia
96
en las últimas décadas17, que había perdido
atribuciones durante la Unidad Popular, se
puso rápidamente a disposición del Gobierno.
En noviembre de 1973, a sólo dos meses del
Golpe Militar, entregó anticipadamente su
Plan Habitacional y de Desarrollo Urbano,
documento cuya entrega a los presidentes
era periódica, pero que en esta ocasión era
enfático en corroborar el “compromiso de
una colaboración decidida y patriótica, por
parte de la Cámara, a la realización de los
planes propuestos. Es innecesario decir que
en las circunstancias que vivimos hoy los
chilenos, este compromiso de colaboración,
por ser ahora ineludible, lo hacemos
presente en forma anticipada y explícita, a las
autoridades que nos rigen”18. Además de la
lealtad de los empresarios de la construcción,
se subrayaba la importancia de la iniciativa
privada en contraposición al Estado: “el
signo económico de este período, fracasado
el estatismo, deberá ser el de la actividad
privada, en sus múltiples manifestaciones;
y entendemos que un plan habitacional,
dada su inmensa trascendencia en lo social
y lo económico, deberá ceñirse a esta nueva
concepción”19. No es sorprendente que, en
17 Un estudio sobre la presión de los gremios
en el ámbito político en Sofía Correa, Con las riendas
del poder: la derecha chilena en el siglo XX, (Santiago:
Sudamericana, 2005).
18 Cámara Chilena de la Construcción, Plan
Habitacional y de Desarrollo Urbano (Santiago, 1973),
3.
19 Cámara Chilena de la Construcción. Plan
Habitacional… 3.
lo sucesivo, el presidente de la comisión que
confeccionó dicho documento, el ingeniero
Modesto Collados, asumiera como Ministro
de Vivienda y Urbanismo20.
En noviembre de 1974 ODEPLAN
publicó una versión preliminar del Plan
Nacional Indicativo de Desarrollo (1975-
1980), donde se perfilaban los lineamientos
de la política social y económica de la
Dictadura. Según consta el documento,
éste “se somete al a consideración del Jefe
de Estado”21 por lo que el criterio técnico
estaba supeditado a un visto político. La
importancia de este documento es que
ofrecía una serie de definiciones estratégicas
que otorgaban un fuerte papel al Estado y
que se mantenían, en términos generales,
dentro del rol proteccionista configurado en
las décadas anteriores. Si bien la mayoría de
sus definiciones nunca llegaron a realizarse,
da cuenta de algunas de las posiciones
que debatían al interior del Gobierno, que
luego serían eclipsadas por las propuestas
neoliberales. En relación al problema
habitacional se señalaba que “la mayor
responsabilidad y peso financiero deberá
20 Modesto Collados había sido Ministro
de Vivienda y Urbanismo durante el gobierno de
Eduardo Frei Montalva, luego de la creación de esta
cartera. En 1983 dejó el Ministerio de Vivienda
para hacerse cargo de Economía, Fomento y
Reconstrucción.
21 ODEPLAN, Plan Nacional Indicativo de
Desarrollo (1975-1980), (Santiago, noviembre de
1974).

permanecer por el momento, en el sector
público. En efecto, un segmento importante
de la población no está capacitada
económicamente para generar los recursos
necesarios, y sólo el Estado puede dar la base
requerida para satisfacer sus necesidades”22;
es decir, planteaba una continuidad respecto
a la labor subsidiaria del Estado sin marcar
una ruptura con el papel del sector público
en los últimos gobiernos, y sin anticipar las
privatizaciones que a poco andar inauguró la
Dictadura.
La vivienda es un derecho… ¿o un bien?
En 1977 se publicó una versión
corregida de la Estrategia Nacional de
Desarrollo Económico y Social, bajo el
acápite de “Políticas de largo plazo”, donde
la conceptualización del Estado sufrió una
modificación radical respecto al documento
de 1975, al desentender su responsabilidad
de satisfacer las necesidades habitacionales.
Las nuevas directrices señalaban que “el
principio de subsidiariedad representa
la clave de la vigencia de una sociedad
auténticamente libertaria y es la mayor
garantía de la existencia de una efectiva
libertad individual”23, argumentando que a
mayor presencia del Estado en la solución
de las problemáticas sociales, se reducía
la libertad de los individuos. Mientras “el
22 ODEPLAN, Plan Nacional… 242.
23 ODEPLAN, Estrategia Nacional de Desarrollo
Económico y Social. Políticas de Largo Plazo,
(Santiago, septiembre 1977), 13.
97
flagelo social de la pobreza” continuaba
siendo un objetivo primordial de la Estrategia
Nacional24, en un plazo de dos años el Estado
había modificado su discurso, confiando
ahora al sector privado la solución de las
necesidades sociales y al esfuerzo personal la
satisfacción de las necesidades individuales,
tal como en el caso de la vivienda se indicaba
la posibilidad de “satisfacer la aspiración de
la vivienda digna para cada núcleo familiar,
concediéndole gran importancia al esfuerzo
y aportes propios de los postulantes y sus
organizaciones”25 Finalmente, se recalcaba la
necesidad de remitir toda solución al marco
legal vigente y al respeto a la propiedad
privada, “debe valorarse e incentivarse la
propiedad privada […] tanto a través de la
política de financiamiento como de subsidio
a la vivienda”26.
24 “La erradicación definitiva de la
extrema pobreza constituye uno de los objetivos
fundamentales de la Estrategia de Desarrollo y
sede prestársele especial atención, incorporando al
desarrollo económico-social, a través de políticas
redistributivas adecuadas”, en ODEPLAN, Estrategia
Nacional… 21.
25 ODEPLAN, Estrategia Nacional…55. Si
bien el documento señala que se valorará el aporte
de las organizaciones de los postulantes, en el
discurso y la práctica, el Gobierno no reconoció los
esfuerzos colectivos sino la iniciativa privada. De
los documentos oficiales, no es posible desprender
a qué tipo de organizaciones se refiere, aunque
probablemente se trate de las Juntas Vecinales que el
gobierno también intentó cooptar.
26 ODEPLAN, Estrategia Nacional… 56.
98
Dos años antes, la vivienda era
comprendida como “un derecho que se
adquiere con esfuerzo y ahorro, acción en
la cual la familia y el Estado comparten su
cuota de responsabilidad” 27 sin dejar de
recalcar que “la vivienda no es un regalo
del Estado”28 y se asumía la colaboración
condicional -no protagónica- del Estado
al respecto; en 1979 la definición varió
sustancialmente: “la vivienda es un bien que
se adquiere con le esfuerzo y el ahorro de la
familia. Este esfuerzo, el Estado lo reconoce
y lo comparte”29, remitiendo el papel del
Estado al de promotor del esfuerzo individual
y eventual garante de éste, sellando la
mercantilización del problema de vivienda.
En virtud de este carácter, en 1979 la
Junta de Gobierno aprobó un Decreto Ley que
facultó la “expropiación y regularización de
terrenos ocupados con anterioridad al 11 de
Septiembre de 1973”30 negando con este hito
la lógica operacional derivada de la acción
política de los pobladores desde los años
cincuenta, sancionando así a la propiedad
privada como la base de la estructura social,
pues como expresaba un documento del
MINVU:“el derecho de propiedad fluye como
una consecuencia ineludible de la concepción
27 MINVU, Vivienda social para sectores de
población de menores ingresos (Santiago, 1975), 2.
28 MINVU, Vivienda social… 2.
29 MINVU, Antecedentes para la preparación del
mensaje presidencial de 1979 (Santiago, 1979) 3.
30 MINVU, Antecedentes… 34.
del hombre y de la sociedad nacional, como
así mismo del principio de subsidiariedad
que de ella deriva”31. Según este principio,
el curso lógico para la satisfacción de la
necesidad de vivienda sería el trabajo, el
ahorro y la posterior adquisición de la
vivienda, mecanismo que además ofrecía,
a juicio de los legisladores, beneficios de
índole moral, en cuanto “la vivienda propia
otorga seguridad y estabilidad a la familia,
especialmente tratándose de familias de
bajos recursos”32, por lo que la familia,
representada en sus miembros trabajadores
y su capacidad de ahorro, sería el agente
central en la resolución de esta necesidad.
La Política Nacional de Desarrollo Urbano
En 1979 se consolidó el proceso de
privatización del problema de la vivienda al
promulgarse la neoliberalización del suelo
a través de la Política Nacional de Desarrollo
Urbano, creada por “la necesidad de lograr
un equilibrio entre la nueva estructuración
político-económica del país y el proceso de
desarrollo urbano”33, que buscaba aplicar las
políticas de neoliberalización económica en
el mercado del suelo urbano, hasta entonces
restringido por los planes reguladores
31 MINVU, Antecedentes… 4.
32 “La adquisición de a vivienda se financiar,
fundamentalmente, mediante el esfuerzo familiar,
de ahorro previo, complementado por créditos
hipotecarios operados a través del mercado
financiero” en MINVU, Antecedentes… 5.
33 MINVU, Antecedentes… 7.

comunales e intercomunales34. La Política
Nacional refutaba el supuesto de que el
suelo urbano era un recurso que requería
la regulación del Estado, proponiendo, en
cambio, la máxima de que “el suelo urbano no
es un recurso escaso”35. La escasez de suelo
no sería más que una sensación generada a
consecuencia de “la falta de concordancia
entre las normas técnicas y jurídicas y las
condiciones de oferta demanda del mercado
inmobiliario”36, es decir, de un desajuste o
descoordinación entre el mercado y el Estado.
A este último, le cabía la misión de definir
“los distintos usos que puedan darse al suelo
disponible en el Territorio Nacional, [que]
quedan determinados por la combinación
equilibrada de dos factores: por una parte
la rentabilidad social como mecanismo de
optimización de los beneficios buscados por
el Estado y por otra, la rentabilidad privada”�.
34 En 1960 se creó el Plan Regulador
Intercomunal de Santiago, que suponía la existencia
de áreas limitadas para el crecimiento inmobiliario al
interior de la ciudad, como una manera de controlar
y planificar a largo plazos, en períodos de 20 ó 30
años, un crecimiento sustentable de la ciudad. En
1979, al liberar el suelo urbano, es decir, poner en
venta terrenos que antes estaban resguardados,
se abandonó el criterio de planificación que había
primado desde los sesenta. Ver La ciudad neoliberal
en chile: Entrevista de Stephan Barthel a Claudio
Pulgar (Santiago, 2011) http://infoinvi.uchilefau.cl/
index.php/la-ciudad-neoliberal-en-chile-entrevista-
de-stephan-barthel-a-claudio-pulgar/#more-1586.
(2011, septiembre).
35 MINVU, Antecedentes… 9-11.
36 MINVU, Antecedentes… 9.
99
El territorio disponible para el crecimiento
de la ciudad era comprendiendo geopolítica y
económicamente, ya que en él se desplegaban
intereses nacionales (rentabilidad social),
como particulares (rentabilidad privada).
Esta lectura responsabilizaba al gobierno de
la Unidad Popular y la creciente legitimación
de las tomas de terreno de haber
desequilibrado la balanza hacia los intereses
de un grupo de individuos, descuidando con
ello los intereses colectivos de la nación,
desajuste que se resolvía liberando a los
propietarios de suelo urbano de las trabas
de la regulación estatal y permitiendo su
libre transacción en el mercado inmobiliario,
donde los individuos resolverían sus
problemas según su capacidad financiera y
de endeudamiento.
No obstante sus objetivos declarados,
la Política Nacional de Desarrollo Urbano
no solucionó los problemas urbanos de
Santiago. Al eliminar las normas sobre
límites de suelo e incorporar al mercado
inmobiliario 64.000 hectáreas de suelo
de uso urbano37, generó una enorme
especulación con el precio del suelo y un
abrupto cambio en el precio de terrenos y
viviendas, además de un sucesivo desborde
del crecimiento horizontal de la ciudad, que
no resguardó las tierras agrícolas ni aseguró
37 Eduardo Morales y Sergio Rojas,
“Relocalización socio-espacial de la pobreza. Política
estatal y presión popular, 1979-1985”. Hernán Pozo
(Editor), Espacio y poder: Los pobladores (Santiago,
FLACSO, 1987) 91.
100
la disponibilidad de infraestructura urbana.
En términos concretos, esto se tradujo
en que importantes áreas de la ciudad
incrementaron su valor en el mercado, ya
que ahora podían ser adquiridas para la
construcción de viviendas o edificios y, al
mismo tiempo, los predios de la periferia
de la ciudad, cuya lejanía hacía descender
su valoración bursátil, se configuraron
como los sectores más económicos para
la construcción habitacional. En el corto
plazo, esto se tradujo en la marginalización
espacial de la pobreza, en cuanto las
familias de menos recursos comenzaron a
ser expulsadas desde sectores cuyo valor
comercial era alto, como en las comunas
céntricas y del sector oriente de Santiago, y
a reubicadas en los márgenes de la ciudad.
Por otra parte, el Estado abandonó las tareas
de construcción de viviendas, que en cambio
fueron encomendadas a las constructoras
privadas, quienes recibirían directamente
portes monetarios del Estado, por lo que
ahora su labor se reduciría a mediar entre las
familias y las constructoras. Como describía
con impotencia un antiguo funcionario
ministerial “…del MINVU no queda sino el
timbre. La ‘subsidariedad’, como cínicamente
llama Pinochet al abandono de las
funciones sociales que competen al Estado,
no necesita de arquitectos ni planificadores.
De hecho, la Junta no construye nada. Menos
aún se requiere el contacto y la colaboración
con los pobladores”38. En un primer
38 Miguel Lawner, “Desalojo en el San Luis”,
Revista Araucaria de Chile, Nº 7 (Madrid, 1979) 60.
momento, este laissez affaire del mercado
de la vivienda significó también la pérdida
de influencia política de gremios leales a
la Dictadura, como la Cámara Chilena de la
Construcción, lo que provocó que a inicios
de los ochenta, los intentos de coordinar
Estado y mercado derivaran en la crisis del
mercado inmobiliario y de la vivienda39.
Pero los costos no fueron sólo
bursátiles. Lo que podría ser llamado,
eufemísticamente, redistribución de los
habitantes de la ciudad en virtud de su
capacidad de pago de la calidad y cantidad
de suelo urbano que estaban utilizando,
en términos del marco legal vigente, fue
en realidad, un proceso impulsado a fuego.
Un proceso de tal envergadura sólo podría
ser realizado en un contexto dictatorial y
represivo.
Divide y reinarás: La erradicación y radicación
de campamentos.
La libremercantilización del suelo
urbano modificó profundamente el patrón
de propiedad del territorio urbano,
reestructurando la ciudad de manera
39 La expresión concreta de este desajuste
fue que, en adelante y hasta la actualidad, comenzó
a existir un remanente de viviendas en stock frente
destinadas a los grupos con mayor capacidad de
endeudamiento y una escasez de viviendas para
familias de menos recursos, debido a que éstas
últimas ofrecían un margen de ganancias inferior a
las constructoras.

violenta. El mismo año de dictación de
la Política Nacional de Desarrollo Urbano
apareció el Programa de Erradicación y
Radicación de Campamentos, cuyo objetivo
era normalizar el patrón de asentamiento
habitacional de grupos de pobladores.
Mientras que las radicaciones eran el
“saneamiento ambiental y técnico-sanitario
de aquellos asentamientos de Operación
Sitio ubicados en terrenos de valor adecuado
y a los loteos sin alcantarillado, agua potable,
electricidad, etc.”40, las erradicaciones eran
el “traslado de aquellos campamentos
ubicados en terrenos cuyo valor de mercado
no guarda relación con la capacidad de pago
de los pobladores”41. Ambos procesos fueron
presentados como la expresión práctica de
los tanteos estadísticos realizados a partir
del Mapa de la Extrema Pobreza, siendo los
campamentos el núcleo de acción prioritaria
de la política social, barnizada de un discurso
técnico de rasgos higienistas, con apelativos
como ‘saneamiento’, ‘salubridad’ o ‘higiene’.
Eduardo Morales y Sergio Rojas han señalado
que fueron dos los criterios que primaron en
esta política: uno económico, según el valor
40 Teresa Valdés, El problema de la vivienda:
Políticas estatales y movilización popular. Documento
de Trabajo Nº 195 (Santiago, FLACSO, 1983) 10. La
Operación Sitio fue una solución ofrecida durante
el gobierno de Eduardo Frei Montalva que aceleró
la entrega de sitios urbanizados a las familias que
habían obtenido una vivienda, como respuesta
transitoria hasta que fuese construida al hogar
definitivo.
41 Teresa Valdés, El problema… 9.
101
adquirido por el suelo urbano y otro político,
que buscaba segregar y territorializar la
pobreza, vista como foco de conflicto social
y organización política42. En lo concreto, esto
significó un éxodo forzoso de pobladores
al interior de la ciudad y desde la ciudad
hacia otras regiones del país, proceso que,
como se señalaba durante la época, careció
de cualquier tipo de diálogo ciudadano y
adoleció de serias falencias de organización
e información43.
Esto significó la “limpieza” casi
absoluta de campamentos de comunas
como Las Condes o La Reina44, generándose
paulatinamente una migración forzosa de tal
violencia, que el arquitecto Alfredo Rodríguez
la llamó “el fin del contrato social”45 debido
a la magnitud de la división socioeconómica
y geográfica que imponía: entre 1979 y 1985
se movilizaron 28.887 familias –alrededor de
147.324 personas- según las cifras oficiales.
Los municipios de Las Condes y Providencia
enviaron a otras comunas a cerca del 10%
de su población, sin recibir nuevos grupos
de pobladores46, mientras que otras como
42 Eduardo Morales y Sergio Rojas,
“Relocalización socio-espacial… 114.
43 Jorge Álvarez, Los Hijos de la Erradicación.
Santiago (Santiago: PREALAC, 1988).
44 Eduardo Morales y Sergio Rojas,
“Relocalización socio-espacial… 113.
45 Alfredo Rodríguez, Por una ciudad
democrática (Santiago: Ediciones Sur, 1983) 40.
46 Rodrigo Hidalgo, La vivienda social en Chile
102

La Granja o Pudahuel, vieron incrementar su

población en un 30% producto del arribo de
grupos de erradicados, como puede verse en
el cuadro Nº1:

Cuadro Nº1: “Familias Erradicadas en la

Ciudad de Santiago entre 1979 y 1985, según
Municipios de llegada y salida”47

Comunas Llegaron % Salieron %

La Granja 8.519 29.49 1.392 4.82
Pudahuel 3.826 13.24 2.435 8.43
Renca 3.564 2.34 1.077 3.73
Puente Alto 2.936 10.16 326 1.13
San Bernardo 2.065 7.15 623 2.16
Maipú 2.002 6.93 2.075 7.18
Ñuñoa 1.741 6.03 1.771 6.13
La Cisterna 1.149 3.98 1.542 5.34
San Miguel 1.000 3.46 1.865 6.46
Quilicura 560 1.94 731 2.53
La Florida 400 1.38 2.871 9.94
Conchalí 305 1.60 1.544 5.34
La Reina 120 0.42 874 3.03
Quinta Normal 0 0.00 627 2.17
Providencia 0 0.00 205 0.71
Las Condes 0 0.00 2.511 8.69
Santiago 0 0.00 2.823 9 .77
Otros (no
701 2.43 3 .595 12.45
urbano)
Total 28.887 100.00 28.887 100.00

y la construcción del espacio urbano en el Santiago del

siglo XX (Santiago, Centro de Investigaciones Diego
Barros Arana, 2005) 382.
47 Rodrigo Hidalgo, La vivienda social… 382.

En general, las comunas receptoras
fueron mayoritariamente aquellas que
habían sido creadas recientemente y tenían
menos recursos y capacidad organizativa,
generando otros problemas relacionados
con la falta de urbanización y servicios.
Encuestas realizadas durante los ochenta,
arrojaron evaluaciones insatisfactorias en lo
relativo a la sensación de seguridad, el acceso
a servicios y vida comunitaria, al tratarse
de una verdadera desarticulación de tejido
social tras la dispersión de la población y
el desarraigo48. La erradicación también
48 Al respecto, ver Sergio Rojas, Políticas de
erradicación y radicación de campamentos. 1982-
1984. Discursos, logros y problemas. Documento de
Trabajo No. 215. (Santiago: FLACSO, 1984); Irene
Molina, El programa de erradicación de campamentos
en la Región Metropolitana (1979-1984): Implicancias
Socioeconómicas y Espaciales. Tesis de Licenciatura en
Geografía (Santiago: Universidad Católica de Chile,
1985); Miguel Budnik, Los marginados (Santiago:
Hoy, 1986); Adolfo Aldunate, Eduardo Morales y
Sergio Rojas, Evaluación social de las erradicaciones:
Resultados de una encuesta. Material de Discusión
Nº96 (Santiago: FLACSO, 1987); Jorge Álvarez, Los
hijos de la erradicación (Santiago: PREALAC, 1988);
Patricio de la Puente, Impacto social de los programas
de radicación y erradicación en Santiago. (Santiago:
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Chile, 1989) y Eduardo Morales, Erradicados en el
Régimen Militar: Una evaluación de los beneficiarios
(Santiago: FLACSO, 1990). Para Teresa Valdés “esta
política, que tiene un claro fundamento económico,
también lo tiene en lo político. Se dispersa y atomiza
a los pobladores al tiempo que resulta muy apropiada
para su control, vigilancia y manejo” en Teresa
Valdés, “El movimiento de pobladores… 280.
103
fue vivida como un castigo o “una sanción
latente”49 contra quienes habían tenido o
seguían teniendo vida política o social, cuyo
efecto más nocivo era desvincular a familias
o campamentos completos de sectores
urbanos a los que estaban históricamente
arraigados, instalando, al mismo tiempo,
la desconfianza y el temor al interior de las
comunidades.
II. Los Pobladores frente a la Dictadura:
“Morir luchando, sin casa ni cagando”
Expulsados y endeudados: la antesala de las
erradicaciones
¿Cómo enfrentaron los pobladores su re-
conceptualización como propietarios?
En el momento de su aplicación, aquellos
principios que podían ser justificados en los
papeles gubernamentales, fueron vividos con
inusitada crudeza por las personas a quienes
se refería. El neoliberalismo fue noche, bota
y camión para quienes fueron redistribuidos
hacia nuevos espacios en función del precio
del suelo y de los ánimos desarticuladores de
la política de erradicaciones, haciendo carne
la triste metáfora del lugar de los pobres en la
ciudad. Tal vez por eso no es casual que una
de las primeras erradicaciones se realizara en
la Villa San Luis de Las Condes cuya historia
cristaliza las últimas dos décadas de historia
social de la ciudad, generando variadas
49 Alfredo Rodríguez, Por una ciudad
democrática… 26.
104
reflexiones50. Diseñado como un conjunto
habitacional para sectores medios a fines de
los sesenta, el gobierno de la Unidad Popular
intentó poner en práctica algunos principios
de integración urbana redestinándolo
para pobladores provenientes de varios
campamentos en 1972. Como narrara años
más tarde Miguel Lawner, quien oficiara como
director de la Corporación de Mejoramiento
Urbano (CORMU) durante el gobierno de la
Unidad Popular,
“La instalación de las primeras
familias constituyó una fiesta
popular extraordinariamente
emotiva; brigadas juveniles
subían y bajaban las escaleras
ayudando en la mudanza mientras
otros animaban la ceremonia con
un espectáculo artístico al aire
libre; grandes fogatas iluminaron
la noche del barrio alto con
la quemazón de las precarias
50 Miguel Lawner, “Desalojo en el San Luis…;
María Chiara Bianchini y Claudio Pulgar, “Villa San
Luis de Las Condes: Lugar de memoria y olvido”,
Revista de Arquitectura Nº 18, (Santiago: Facultad
de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de
Chile, 2008); Víctor Conei, Dominique Donoso y
Karen Kuschel. Villa San Luis de Las Condes: Desde la
integración social hasta la segregación socio- espacial.
(Santiago: Universidad Metropolitana de Ciencias
de la Educación, 2010). http://es.scribd.com/
doc/52044234/trabajo-final-las-condes (2011,
octubre)
tablas de madera que los habían
albergado hasta entonces… Las
mil familias asignadas en este
programa cumplieron con todos
los requisitos de postulación,
comenzaron a cancelar sus
dividendos mensuales y para
facilitarles este trámite la
CORHABIT les instaló una caja
recaudadora en uno de los
bloques del conjunto”51 
Pero la noche del 28 de diciembre de
1978 el valor legal e histórico de este proceso
fue desconocido con el inicio de la erradicación
de un grupo de familias que habitaba el
conjunto. La política de erradicaciones ya
había sido aplicada en algunos lugares de la
ciudad antes de su formulación como ley en
1979 y como su ejecución era coordinada a
nivel comunal, recibiendo ayuda del Ejército
y otros organismos públicos, los primeros
municipios en iniciar el desalojo fueron
aquellos que contaban con mayores recursos
para su realización, como el caso de Las
Condes.
“A las once de la noche de 28
de diciembre, se acercaron al
sector, hoy habitado por civiles y
militares, unos sesenta vehículos
51 Miguel Lawner, Transformaciones de
estructura y redistribución del ingreso, http://www.
nodo50.org/americalibre/eventos/lawner0903.htm
(2011, octubre)

-camiones y buses-, del Ejercito,
de las municipalidades de
Santiago y Las Condes y de la
ETC. Una centena de carabineros
rodeó el sector y comenzó a
abordar a los residentes en los
bloques tres, cuatro, once y doce
del conjunto habitacional que
tiene por lo menos 30 bloques.
Golpearon fuerte en todas las
puertas y ordenaron empaquetar
y salir inmediatamente... Ciento
doce grupos familiares, o sea
más de setecientas personas,
tuvieron que salir con rumbo
desconocido”52
52 “Sin techo ni destino. Ex ocupantes de
Villa San Luis cuentan su tragedia y ex jefes de la
vivienda protestan por injusticia”, Revista Hoy, No.
85, (Santiago, 1979). Existen otros testimonios
donde se señala que el aviso de desalojo fue dado a
través de altoparlantes durante la noche. Debido a
la fecha, muchas personas pensaron que se trataba
de una broma del “Día de los Inocentes”. Entrevista a
dirigentes Dámaris Morales y Violeta Aguayo, Revista
Punto Final, Nº425 (Santiago, 1995). Claudio Pulgar
ha recogido el testimonio de Juan Carlos Orellana
“Muchos vecinos fueron desalojados por la fuerza,
con un importante contingente de carabineros y del
ejercito, y camiones municipales, los vecinos que se
resistían les arrojaban sus pocas pertenencias, hasta
desde un quinto piso y amenazados con armas de
guerra., a otros vecinos, el Ejército cambió o permutó
sus edificios, donde residían los militares activos
y los traslado hasta entonces la Villa San Luis de
Las Condes, nuestros vecinos fueron trasladados
105
Como señalaba Revista Hoy, los
camiones llevaron a las familias a distintos
lugares de la ciudad, como Pudahuel, Lo
Curro, avenida Santa Rosa o el Cajón del
Maipo. Casi una semana después, sólo
setenta de más de un centenar de familias
erradicadas habían sido reubicadas por la
Vicaría de la Solidaridad y los alcaldes de los
municipios hasta donde fueron trasladadas.
Pese a que los funcionarios municipales
y ministeriales señalaban que el desalojo
se había producido debido a la ocupación
ilegal de los departamentos, lo cierto es que
la mayoría de las familias habitaban en sus
viviendas desde 1972, cuando el conjunto
habitacional fue entregado por la Corporación
de Mejoramiento Urbano (CORMU). Las
familias que habían accedido a estas familias
eran, en su mayoría, habitantes populares
de Las Condes, comuna que contaba, al
mismo tiempo, con habitantes adinerados
y gran cantidad de tomas y campamentos
que apelaban a mantenerse dentro de la
comuna53.
hasta la comuna de Conchalí, Renca, La Granja, etc..”
Claudio Pulgar, Memoria, vivienda e integración:
San Luis de Las Condes, hoy Nueva Las Condes.
(Santiago, 2007) http://cooperativaurbana.blogspot.
com/2007_07_01_archive.html
53 El historiador Sebastián Leiva ha descrito
algunos de los conflictos político-territoriales
ocurridos en Las Condes durante la Unidad Popular.
Sebastián Leiva, El MIR y los Comandos Comunales:
Poder popular y unificación de la movilización
social. (Santiago, 2005). http://www.archivochile.
106
En realidad, su expulsión había sido
producto de la compra de la Villa por parte
del Ejército en virtud de un decreto de 1975
que “asignó como sector estratégico militar
a todo el terreno antes destinado a viviendas
sociales”, desconociendo a sus antiguos
habitantes. La medida fue fuertemente
criticada, destacando la carta de protesta
que ex funcionarios del MINVU de Eduardo
Frei Montalva y el Colegio de Arquitectos
dirigieron a las autoridades54. A poco andar,
comenzó a visualizarse la posibilidad de
ocurriera lo mismo en otras poblaciones
pues, como señalaba Sergio Wilson, abogado
de la Comisión de Vivienda de la Vicaría de
la Solidaridad, “muchos están amenazados
con lanzamientos si no pagan sus cuotas por
sitio o casa”55, lo que fortalecía el sentido
punitivo de las erradicaciones. Frente a esta
percepción, uno de los erradicados de la Villa
San Luis señalaba a la prensa “ninguno de
aquí somos viciosos ni comunistas…lo que
com/Archivo_Mir/experiencia_neltume/Otras_
experiencias/mirexpe0001.pdf (2007, septiembre).
54 “Los que protestaron con más fuerza, en
declaración pública del 3 de enero, fueron el ex
ministro de la Vivienda de la época de Frei, Juan
Hamilton, junto a Cesar Díaz; Héctor Valdés; Jaime
Silva, y Eduardo Cuevas, todos ex funcionarios de
categoría en los servicios de vivienda. A ellos también
se agrego Ángel Hernández, actual presidente del
Colegio de Arquitectos” en “Sin techo ni destino…”
55 “Ante inminentes nuevos desalojos,
pobladores comienzan a organizarse”, Revista Hoy, Nº
91 (Santiago, 1979).
pasa es que nos tratan como si no fuéramos
chilenos”56, objetando la medida no por
su carácter ilegítimo, sino porque no se
había incurrido en faltas como el vicio o el
comunismo, demostrando cómo se cumplía
el objetivo de escarmentar al resto de la
sociedad.
La ocupación ilegal no fue el único
argumento utilizado por las autoridades
para desplazar población. En mayo de 1979
las doscientas treinta y ocho familias que aún
vivían en la población Nueva Matucana de
Quinta Normal, que no habían sido erradicadas
en la Operación Confraternidad II, fueron
desplazadas hacia Las Torres y Rinconada,
en Peñalolén y Maipú respectivamente, con
el objetivo de entregar mejores viviendas a
los pobladores57. Durante el proceso, muchas
familias denunciaron una tasación irregular
del valor de sus propiedades por parte de
las autoridades, quienes habrían retenido
documentación, realizado pagos arbitrarios
y rebajado el avalúo fiscal de sus propiedades
para efectos de su adquisición. Por ejemplo,
una familia que en 1978 tenía una propiedad
avaluada en 116.271 pesos denunciaba que
su precio había sido reducido a 16.683 pesos
en el plazo de un año, lo que daba cuenta de
la intención de reducir al mínimo los costos
durante las erradicaciones, aumentando la
eficiencia de la operación. Esta situación
56 “Ante inminentes…
57 “La dura mudanza”, Revista Hoy, Nº 101,
(Santiago, 1979).

irregular fue reconocida por el ministro
Garay en una reunión sostenida con el
obispo Alvear y Sergio Wilson, al acordar que
“todos los pobladores serán propietarios de
nuevas casas, se revisaran los avalúos que
más perjudiquen a los pobladores, cada uno
tendrá una bonificación de 35.000 pesos
por su propiedad, imputable al pago de las
nuevas viviendas si quedare un saldo”58.
Pese a estos arbitrajes, una vez erradicados
el panorama fue desolador: las viviendas,
efectivamente, eran de mejor calidad, pero
debían ser compartidas, repartiéndose
la vivienda por habitaciones entre, como
mínimo, dos familias. Frente a estos hechos,
el alcalde de Quinta Normal, coronel en
retiro Juan Deichler señalaba estar feliz de
que “se eliminara el punto negro de la zona” y
argumentaba que “no nos podemos dar el lujo
de otorgar a una persona sola toda una casa.
Por eso los tenemos en estos colectivos”59.
En este caso, pese a existir una situación
legal regular, los argumentos se referían a la
salubridad del sector, aunque ello significará
vulnerar documentación legalmente
establecida. Junto a ello, no se puede dejar de
señalar las indolentes declaraciones de las
autoridades, que contribuyeron a la molestia
de las familias afectadas, quienes volvieron
a reunirse en mayo de 1981, casi dos años
más tarde, en una asamblea que logró reunir
a cerca de cuatrocientas personas que se
58 “La dura mudanza…
59 “Nueva Matucana: Esquiva casa propia”,
Revista Hoy, Nº 106 (Santiago, 1979).
107
declaraban afectadas por la erradicación
irregular de Nueva Matucana y que habían
sido redestinadas a Pudahuel, Puente Alto
y La Florida, entre otras comunas, bajo la
consigna “queremos permuta”60. Desconozco
la existencia de otros antecedentes acerca
de las motivación de la erradicación de estas
familias, sin embargo, en 1981 la Revista Hoy
afirmaba que las casas de Nueva Matucana
finalmente fueron demolidas y los terrenos
vendidos a una empresa y distribuidos
entre el Serviu y la Municipalidad de Quinta
Normal. Tanto este caso como el de la Villa San
Luis demuestran la arbitrariedad con la que
se desarrolló el proceso de erradicaciones,
pudiéndose afirmar, sin que sea venturoso,
que fue un proceso mediado por el uso de
la fuerza, cuya forma, en lo sustancial, no
dista mucho de una operación militar61. Por
otro lado, este despliegue tenía una función
ejemplificadora, por lo que su efectividad
dependía en gran medida de que la sociedad
en general conociera estas acciones, por
lo que es posible encontrar en la prensa
oficialista gran alarde de las erradicaciones
como muestras concretas de la efectividad
y rapidez de las políticas sociales de la
Dictadura.
El mismo sentido espectacular se
apreció en octubre de 1979, cuando el
60 “Una larga odisea. Tras cuatro años de
trámites y negociaciones, propietarios de Nueva
Matucana todavía buscan solución definitiva a su
traslado”, Revista Hoy, Nº 201 (Santiago, 1981).
61 Agradezco esta observación a Luis Castro.
108
gobierno convocó a 79.000 pobladores a lo
largo del país a firmar una copia de las escritura
de compraventa de sus sitios. En Santiago, la
cita fue en el Estadio Nacional, hasta donde
llegaron 37.000 jefes de familia a regularizar
su propiedad en una ceremonia masiva que
incluso contó con la presencia de un show
artístico62. Los contratos estaban redactados
en base a generalidades que suponían las
características de un jefe de familia promedio
-“todos son chilenos, casados y empleados”63-
y que estandarizaban incluso el valor de las
propiedades: 42.000 pesos pagaderos a cinco
años, cifra no negociable y evaluable por
cada familia. El acto tenía el doble sentido de
regularizar la situación habitacional de los
habitantes irregulares a través de la firma
de un contrato que los hacía propietarios de
su vivienda y al mismo tiempo, demostrar
públicamente la prontitud en la búsqueda de
“soluciones definitivas” con la que estaban
operando las autoridades. Sin embargo, el
problema de la vivienda más que un asunto
jurídico –ocupantes o propietarios-, era un
asunto de condiciones materiales y de acceso
y sobrevivencia en los nuevos mecanismos
de crédito y subsidios64. Al atar la solución
habitacional a la capacidad de pago de las
62 “Nuevos propietarios buscar ahora cómo
pagar sus sitios”. Revista Hoy Nº 116, (Santiago, 1979)
63 “Nuevos propietarios…”
64 “Porque dicen que quieren sanear la
situación, pero la gente -como esta- no puede pagar
23 cuotas al mes Si se atrasan los meses, les pueden
exigir la totalidad de la deuda. Y si no, para afuera”, en
“Nuevos propietarios…”
familias, se había abandonado a su suerte
a un número no identificado de familias,
quienes pocos meses después, al comienzo
de manera desorganizada pero simultánea,
proyectaron en sus nuevos problemas la
luz de las viejas soluciones que formaban
parte del aprendizaje social de amplios
grupos de pobladores. La serie de acciones
desarrolladas al despuntar 1980 dan cuenta
de la pujanza de ciertos repertorios de
acción al interior del campo poblacional que
representan una continuidad en relación al
período de movilización social anterior al
Golpe Militar, pese a la transformación radical
que había sufrido el contexto económico,
político y cultural. ¿Qué hacer frente a
un escenario tan terriblemente adverso?
A la represión y persecución política, se
sumaba el que ni siquiera se respetara la
condición jurídica de algunos propietarios
y menos aún, la legitimidad de la ocupación
histórica de algunos habitantes, mientras
se instalaba la desconfianza, el miedo a las
represalias y la búsqueda de soluciones
individuales al interior de las poblaciones.
La crisis económica con la que se inició el
modelo neoliberal, en 1978, recrudecían
la situación vivida por miles de familia, por
lo que pronto se comenzó a recurrir a la
tradición organizativa de las organizaciones
de pobladores y sus acciones asociadas:
conformación de agrupaciones de familias
sin casa, coordinadoras, cooperativas y
tomas de terreno.
Viejas soluciones a nuevos problemas: las

primeras tomas de terreno del neoliberalismo
Fue silencioso e inadvertido, pero ya
a fines de 1979, comenzaron a articularse
organizaciones de pobladores endeudados
que buscan repactar colectivamente las
deudas o evitar su erradicación, como
los habitantes del campamento Nueva La
Bandera, quienes advertidos de los planes
de desplazamiento que se trazaban sobre
ellos, se organizan en torno a la “Cooperativa
San Francisco de Asís” para comprar los
terrenos que ocupaban desde 1971 a la
orden franciscana, pese a que autoridades
municipales les advertían que los cambios
en el plano regulador de la comuna de San
Ramón hacían inútiles sus esfuerzos65.
Otra situación frecuente fue la creación
de Comités de Vivienda que repactaron
sus deudas de agua y luz colectivamente
con EMOS y CHILECTRA66, dando forma a
una serie de acciones reivindicativas que
prontamente derivaron en otras de protesta
y acción directa. Fue en este contexto que,
en enero de 1980, ocurrió la primera toma
silenciosa en terrenos de Pudahuel, cuando
quince familias de la Población Neptuno, que
habían quedado fuera de un programa de
65 “Pobladores. Visión desde abajo”, Revista
Hoy, Nº 123, (Santiago, 1979).
66 Bernarda Gallardo, Partidos políticos
y organizaciones poblacionales II: El caso de
un comité de vivienda. Documento de trabajo.
(Santiago: FLACSO, 1986) 15. EMOS y CHILECTRA
correspondían a las empresas públicas de agua y luz,
respectivamente.
109
erradicación, se trasladaron a las afueras de
la Villa Arturo Prat y lograron permanecer
en dicho lugar hasta abril de ese año67. Una
ocupación de terrenos baldíos, que pese a
su irregularidad era un hecho relativamente
frecuente, tomaba un cariz preocupante
cuando se pensaba en la posibilidad de
que se replicara y comenzaran a instalarse
demandas políticas a partir de la necesidad de
una vivienda, como había ocurrido en décadas
anteriores. Este temor fue alimentado por
los hechos, ya que el 22 de febrero de 1980
noventaiséis familias allegadas que, tras
las radicaciones o erradicaciones fueron
desasidas de sus antiguos hogares, ocuparon
algunos sitios desocupados de la población
Nuevo Amanecer, en La Florida68. Para el
Intendente de la Región Metropolitana,
general Rolando Garay, los pobladores
habían sido manipulados por militantes
para tomar esta decisión, por lo que no se
procedió a su inmediato desalojo, sino que
fueron trasladados al Campamento 21 de
Mayo pocos días más tarde, configurando a
estas familias como una especie de víctimas
de los activos políticos, quienes habrían
estado utilizando un problema social con
fines ideológicos.
67 “Una lenta espera. Toma poco publicitada
en Pudahuel revela nuevas angustias de pobladores”,
Revista Hoy, Nº 142 (Santiago, 1980).
68 En Enero del mismo año ya se había
realizado una toma en Pudahuel, que no fue percibida
por las autoridades hasta que los mismos pobladores
se contactaron con la prensa. “Las Casas que faltan “,
Revista Hoy, Nº 142 (Santiago,1980).
110
¿Tenía razón el general Garay? La
política de erradicaciones tuvo el efecto
colateral de dejar sin hogar a un enorme
número de familias allegadas, que debido a
las nuevas características de las viviendas,
debieron separarse de las familias que los
habían acogido en los campamentos, cuyas
construcciones más amplias permitían la
conformación de familias extendidas. Las
nuevas viviendas o soluciones habitacionales,
pensada para familias nucleares y espacios
reducidos69, impedían esta práctica, por
lo que pronto se generó un grupo de
antiguos allegados sin un lugar donde vivir,
posibilitando la formación de un grupo de
población dispuesta a tomar riesgos con
tal de obtener una solución a su urgente
situación habitacional. Como señalaba uno
de los participantes en la toma de la Nuevo
Amanecer, “aunque nos metieron cuco de que
nos sacarían la mugre, fuera de unos palos,
que más me van a hacer. Si me vine aquí es
porque estaba harto de humillaciones de vivir
en casa ajenas”70. Por otro lado, a principios
69 “…Se ‘enseñaba’ a los pobladores la mejor
forma en que podrían adaptarse a las nuevas
condiciones: ‘Sala de estar en el día y dormitorio en
la noche. Las camas [deben ser] simples soportes del
colchón. Deben ubicarse a la pared para poder apoyar
los cojines que darán color a la sala. Los cojines
cumplen una función muy importante, quitar la
sensación de cama a este nuevo mueble…”. Verónica
Valdivia, “’Cristianos’ por el gremialismo: La UDI en el
mundo poblacional, 1980-1989”, Su revolución... 208.
70 “Nuevo Amanecer. Simplemente una ilusión”.
de los ochenta, ya se estaban rearticulando
algunos de los grupos políticos perseguidos
por la Dictadura, como el Partido Comunista,
el MIR o el MAPU, quienes desarrollaron
gran parte de su reorganización política a
nivel poblacional, por lo que, sin duda, las
acciones desarrolladas por los pobladores en
esta etapa tuvieron estrecha relación con las
militancias llevadas a cabo clandestinamente,
ámbito que resulta fundamental indagar en
futuras investigaciones71.
Pese a los temores de Garay, el
proceso ya estaba en desarrollo. Desde 1979
se habían comenzado a conformar algunos
Comités de Vivienda bajo el alero de la Iglesia
Católica, mayoritariamente en la zona oeste
de Santiago, como forma de organización
alternativa a las Juntas de Vecinos, que se
Revista Hoy, Nº 140 (Santiago, 1979).
71 La elaboración de hipótesis más certeras
al respecto requeriría la utilización de documentos
producidos en clandestinidad o de fuentes orales,
camino que ya ha sido allanado desde algunas
investigaciones. Para el caso del PC ver Rolando
Álvarez, Desde las sombras… o, del mismo autor, “¿La
noche del exilio? Los orígenes de la rebelión popular
en el Partido Comunista de Chile” en Verónica
Valdivia et al. Su revolución… 101-152; para el MIR
puede consultarse Julio Pinto, “¿Y la historia les
dio la razón?” en Verónica Valdivia, Su revolución…,
mientras que para el MAPU considerar a Nicolás
Acevedo, ¡Fuera Pinochet, Chile Popular! El MAPU-
Lautaro en las protestas populares (1978-1985).
Tesina para optar al grado de Licenciado en Historia y
Ciencias Sociales (Santiago: Universidad ARCIS, 2006)
o Cristina Moyano, El MAPU…

hallaban intervenidas por los militares,
en la gran mayoría de los casos. En efecto,
en marzo de 1980, se entregó un primer
Pliego de Peticiones al Ministro de Vivienda,
general Jaime Estrada, donde se solicitaba
la construcción de viviendas populares
definitivas que formaran parte de un complejo
urbano dotado de servicios, a diferencia de las
soluciones habitacionales que estaban siendo
entregadas en terrenos que no contaban con
alcantarillado, luminarias, pavimentaciones,
escuelas, consultorios ni áreas verdes,
señalando que con un plan de obras públicas
de esas características, se podría disminuir la
enorme cesantía que afectaba a la población.
Para ello se proponía la entrega de mediaguas
de tres por seis metros en sitios urbanizados,
como solución transitoria, debido a que
el subsidio habitacional era un beneficio
limitado a 10.000 personas y que era
necesario un ahorro mínimo para obtenerlo,
condiciones que marginaban a la mayoría
de los convocantes. Por último, solicitaban
la regularización legal de los terrenos
ocupados72. Pocas semanas después, se llevó
a cabo el Primer Encuentro de los Comités de
Familias Sin Casa de la zona oeste de Santiago,
con la asistencia de cuarenta delegados de
comités, dando cuenta de una continuidad
en los repertorios de acción existentes antes
del Golpe de Estado, pese al Estado represivo
en el que se encontraban. Este encuentro era
la primera expresión de voluntad orgánica
de algunos sectores de pobladores que
72 “Pobladores. La inquietud habitacional”,
Revista Hoy, Nº 137 (Santiago, 1980).
111
padecían el grave problema habitacional
generado por las políticas neoliberales, los
coletazos de la crisis económica y la voluntad
de establecer coordinaciones para buscar
soluciones colectivas y protestar frente a la
arbitrariedad y violencia con la que se estaba
actuando.
La reacción del gobierno se mantuvo
dentro de su dinámica represiva tanto a nivel
local como nacional. Una consecuencia del
despliegue organizativo de marzo de 1980
fue el desalojo de las familias de la toma de
Nuevo Neptuno, que habían permanecido
desapercibidos desde principios de año. El
coronel Patricio Muñoz, alcalde de Pudahuel,
señalaba “yo no reconozco ninguna situación
desesperada de quienes toman la justicia
en sus manos… mi política respecto a las
tomas es la misma del Gobierno: quien roba
un terreno no tiene derecho a exigir”73. La
actitud del coronel estaba respaldada por
la reciente dictación del Decreto Ley Nº105
del 28 de marzo de 1980, a través del cual
el Gobierno inhabilitaba a los participantes
de las tomas para recibir subsidios
habitacionales, como escarmiento para
evitar que se extendieran acciones de este
tipo, donde se señalaba que “los ocupantes
ilegales de sitios sufrirán la pérdida de sus
beneficios habitacionales por parte del
Estado”74. La rapidez con que se dictó esta
norma y su tono categórico, advierten de la
73 “Una lenta espera…”
74 “Una lenta espera…”
112
amenaza para el ordenamiento social que las
tomas, y en general, cualquier otro despliegue
de organización social, significaban para la
Dictadura. Probablemente, más que privar
del beneficio al centenar de familias que
hasta entonces se encontraba en toma, se
pretendía que el decreto operara como
advertencia para el resto de los pobladores.
Recurrir a la memoria: la toma de La Bandera
de 1980.
Pese a los esfuerzos normalizadores,
el decreto Nº 105 no surtió el efecto esperado,
pues pocos meses más tarde, el 22 de julio
de 1980, doscientas cincuenta familias
dieron partida a la toma de La Bandera en
unas canchas de fútbol administradas por la
Dirección General de Deportes (DIGEDER)
en el paradero 28 de Santa Rosa, al sur de
Santiago. Como señalaba la prensa, la mayoría
de las familias eran allegados provenientes de
poblaciones del sector sur como Lo Valledor
Norte y Lo Valledor Sur, José María Caro o La
Bandera quienes optaron deliberadamente
por la toma de terrenos como mecanismo
de acceso a vivienda. Como relata uno de
sus organizadores, la opción por la toma fue
un proceso tributario de la realización de
actividades culturales juveniles, formación
de bolsas de cesantes, comités de viviendas
y cada vez más manifestaciones de protesta,
que lentamente iban allanando el camino
hacia la acción colectiva en el espacio
público75.A diferencia de las tomas realizadas
75 “La presión que estaban ejerciendo los
en los años sesenta y setenta, esta ocurriría en
medio de una Dictadura, por lo que las tareas
organizativas estaban dificultadas por las
condiciones impuestas por la clandestinidad
y la amenaza continua de la represión.
Por otro lado, muchos de los dirigentes
eran jóvenes que no habían participado de
acciones similares, por lo que, como relata
Juan Rojas,
“se hizo necesario recurrir a la
memoria. Ninguno en la Dirección
tenía la experiencia de los ‘70
en estas acciones de masas.
Recurrimos a las compañeras
sobrevivientes de la toma 26 de
Enero, en La Bandera. Solicitamos el
concurso de un viejo militante, que
había llegado a hacerse cargo del
trabajo de la juventud pobladora
en la zona. Y consultábamos por
aquí y por allá. Hasta que tuvimos
propios pobladores, se hacía insostenible para
nuestros dirigentes en la base. En algunos lugares,
como Lo Valledor Sur, amenazaban con ‘irse solos’
a la toma. Fue necesario la intervención de parte
de la propia Dirección [del MIR] en las asambleas,
para convencer de la importancia de una buena
preparación de la acción”. Juan Rojas. La toma
de terrenos en La Bandera. (Suecia, 2006). En:
www.memoriamir.cl/index.php?option=com_
content&view=article&id=130:la-toma-de-terrenos-
en-la-bandera&catid=28&Itemid=64 (2011,
octubre).

más claro nuestro cometido”76
De esa forma se dio inicio a la toma del 22
de julio, aunque durante la misma mañana
se dio orden a un violento desalojo que
fue condenado por la Iglesia católica, lo
que generó gran revuelo en la prensa,
principalmente debido a los ribetes políticos
que alcanzó el caso: entre las acusaciones se
encontraba el hecho de que la toma había
sido instigada por un infiltrado del MIR.
Esta acusación política se enlazaba con el
reciente asesinato del teniente coronel Roger
Vergara, jefe de la Escuela de Inteligencia
de la Escuela Militar, acción que generó
repercusiones al interior de los organismos
represivos, por lo que “Santiago era un
hervidero de agentes de todos los servicios
buscando a los asesinos de Vergara”77. En
76 Esto se visualiza en la estructura con la
que se diseñó el trabajo post- toma, que recuerda a
los frentes de trabajo presentes en las tomas de la
Unidad Popular: “Algunos de ellos eran: Intendencia,
Vigilancia y Autodefensa, Relaciones Públicas, Salud,
etc. Finalmente se estructuró el Comando de Toma
o Dirección de la misma, a cuya cabeza quedó un
compañero militante nuestro, del comité de Lo
Valledor Sur”. Juan Rojas La toma… Esta misma
impericia es destacada por Roberto Ahumada en
entrevista con Julio Pinto, quien señala: “a él mismo
le tocó elaborar un documento titulado ‘Cómo hacer
una toma’, donde se explicaba ‘cómo organizar la
toma y cómo estructurar la organización una vez ya
posesionados del terreno” Julio Pinto, “¿Y la historia…
200.
77 Alejandra Matus, “El debut de Corbalán en
La Bandera”, Los casos de los Archivos del Cardenal.
113
tanto, la Iglesia se comprometió fuertemente
con la defensa de las familias, asilándolos en
una capilla y explicando el conflicto a partir
de la existencia del drama material, pero
negando haber tenido responsabilidad en los
hechos. Como señalara el obispo auxiliar de
Santiago, Camilo Vial, “la gente acudió a una
capilla nuestra ante el temor a una represión.
Nosotros sólo hemos hecho de puente
entre la autoridad y esta gente que vive una
situación dramática. Seria desvirtuar el tema
si se lo interpreta como un hecho político. En
la zona sur de Santiago hay alrededor de 250
mil personas en situación de marginalidad”78.
Al justificar y asumir la defensa de la acción
de las familias, la Iglesia fue, paulatinamente,
asumiendo un rol más activo en la defensa
de las familias de allegados, por lo que se dio
cobijo a quienes estaban siendo buscados
por los agentes del Estado, como Juan Rojas,
militante del MIR, como el mismo confió al
obispo Vial79, quien prontamente comenzó
a ser acusado de ser el responsable de la
muerte de Vergara, detenido por la CNI y
http://www.casosvicaria.udp.cl/el-debut-de-
corbalan-en-la-bandera/ (2011, octubre).
78 “La toma de La Bandera”, Revista Hoy, Nº 158
(Santiago, 1980).
79 “El obispo se agarraba la cabeza a dos
manos. Y decía: ‘¡Pero cómo! En este momento en que
las relaciones con el gobierno están tan difíciles. No
puede ser’, relata Rojas. ‘Yo recuerdo que el dirigente
se ofreció a entregarse. No quería exponer a los
demás. Recuerdo que él era el esposo o conviviente
de una de las señoras que estaba ahí’, añade el
obispo”. Alejandra Matus, “El debut…
114
enviado al cuartel Borgoño, junto a gran
parte de los miristas clandestinos del sector
sur de Santiago80. Mientras tanto, las familias
refugiadas por la Iglesia permanecieron seis
meses en una parroquia, posteriormente
fueron trasladados a Pudahuel y finalmente,
muchos de ellos fueron destinados a otras
poblaciones como Santo Tomás en La Granja
o Los Morros en San Bernardo.
En torno a este hecho pueden
establecerse tres afirmaciones que dan
cuenta de la reconfiguración de los actores
políticos. En primer lugar, la toma de La
Bandera fue la primera toma masiva y
políticamente estructurada de Dictadura,
que rompió, en cierto sentido, la clausura
del espacio público de manera colectiva y
organizada, pese a que fue desarticulación
en breve tiempo. Junto a ello, también fue
una de las primeras instancias en que la
Iglesia Católica dio una decidida defensa
pública de los intereses de los pobladores,
aunque gran parte de la organización de
este Comité de Vivienda, así como de otros,
tuvo como espacio articulador las parroquias
de poblaciones populares de Santiago. Por
último, es interesante analizar el papel del
80 Recientemente, el caso de Juan Rojas fue
retratado en la serie de televisión Los Archivos del
Cardenal. Su caso fue uno de los primeros en que
actúo Álvaro Corbalán, el conocido y aciago agente de
la CNI quien cumple condena en Punta Peuco. Rojas
fue condenado a diez años de cárcel por pertenecer
al MIR y portar armas según la Ley Antiterrorista. En
1983 salió al exilio en Suecia.
Gobierno que, como era de esperar, respondió
con enorme potencia represiva tanto a nivel
público, con la acción de carabineros, como a
nivel subterráneo, con la detención y tortura
de algunos de los dirigentes. En el espacio
público había aparecido una fisura que exigía
redefiniciones a cada uno de los actores
involucrados.
Desde el Gobierno: La propiedad como
solución.
Pocos después del intento de toma
de La Bandera y su posterior desalojo,
los domingos 28 de julio y 3 de agosto, el
Ministerio de Vivienda y Urbanismo se dirigió
a la ciudadanía a través de un inserto en los
periódicos de mayor circulación nacional.
En el documento el Ministerio se dirigía a la
ciudadanía mediante una serie de preguntas
articuladas a modo de diálogo, donde se
abordaban temáticas que, a saber de las
autoridades, inquietaban a los pobladores,
expresando las consideraciones ideológicas
y políticas de la política de vivienda
neoliberal, y al mismo tiempo, intentando
establecer cierto diálogo con la ciudadanía.
Como puede observarse, el documento
refuerza las nociones neoliberales acerca de
las responsabilidades del Estado en materia
social, el valor de la propiedad privada y la
inexistencia de sujetos colectivos para el
Estado:
“[Pregunta] Pero creemos, a
pesar de todo, que es obligación

del Gobierno darnos casa.
[Respuesta] Profundo error.
Esa creencia proviene del
estatismo paternalista que
se predico y prevaleció en
Chile. Desgraciadamente
aun subsiste. El Gobierno no
tiene obligación de dar casa.
Su verdadera obligación
es crear un clima propicio
para dinamizar la economía
de modo tal que permita
absorber la cesantía y
convertir a todos los chilenos
en ciudadanos dignos que
puedan satisfacer por si
mismos sus necesidades.
Entre otras la de vivienda. Sin
embargo, el Gobierno sabe
que la vivienda no es un bien
que se halle, por el momento,
al alcance de todos los
chilenos. A fin de paliar las
diferencias que ello tiende a
producir, y teniendo presenta
la necesidad de techo que
cada hogar experimenta,
el Estado asume un papel
subsidiario. Ello significa
que quien no puede adquirir
por si mismo el total de una
vivienda, es ayudado por
el Estado en la medida de
115
sus recursos a través de un
subsidio habitacional”81
El documento caracteriza a los
pobladores como un grupo ingenuo que está
siendo objeto de manipulaciones políticas.
El esquema interpretativo responsabiliza
a sujetos extraños del manejo que se
estaba haciendo como forma de promover
el desorden y el “atropello a la propiedad
privada” y al mismo tiempo, interponiéndose
entre el Estado y las familias sin casa.
Entre otros puntos, se destacaba que
podía “exhibirse como orgullo que ningún
campamento existente ha nacido bajo el
actual Régimen”, rechazando tajantemente
la toma y los campamentos por su ilegalidad,
así como las Operaciones Sitio por ser formas
de institucionalización de campamentos:
“el primer grave problema habitacional, es
erradicar los campamentos que son producto
de operaciones de índole demagógica
gestadas en el pasado”. Finalmente, se
llamaba a los pobladores a sumarse a los
esfuerzos de desarrollo nacional apoyándose
en una serie de virtudes intrínsecas a sí
mismos, que podrían templar el carácter
mientras se obtiene vivienda para evitar caer
en situaciones extralegales:
“El poblador chileno tiene
un profunda sabiduría que le
permite discernir qué es delito
y qué no lo es, aunque no sea
81 “El Ministerio de Vivienda…
116
experimentado en asuntos
legales. Es esa sabiduría la que lo
debe guiar y hacerlo rechazar tan
peregrina idea… Hace un llamado
a los pobladores invitándolos a
no escuchar ideas tendientes a
buscar como vía de solución la
toma de terrenos. Llama por el
contrario tener fe y esperanza,
como la tuvieron otros que hoy
día pueden gozar de una vivienda
definitiva y digna”82
Para ello, se solicitó a los pobladores
abstenerse de participar en organizaciones
colectivas que no obtendrían ningún tipo
de beneficios ni derecho a negociación:
“[ni a] los ‘Comités Sin Casa’, ni a ninguna
otra organización similar, le reconoce
este Ministerio la representación de los
pobladores. Este tipo de organizaciones
son solo una clara expresión de manejos
demagógicos en busca de ejercer presiones
ilimitadas instrumentalizando a los
pobladores, quienes en definitiva son los
más perjudicados.”. Dos elementos resultan
centrales a la hora de analizar este documento:
en primer lugar, es el primer gesto de diálogo
entre gobierno militar y pobladores, forzado
por la situación de presión generada por
las tomas de 1980. Si bien permanecen los
fundamentos de la política gubernamental,
el documento se articula en forma de
diálogo y nace de una reacción hacia
82 “El Ministerio de Vivienda…
hechos concretos que alteraban la vida en
la ciudad, volviendo a llamar pobladores a
los pobres urbanos, haciendo referencia a
un elemento identitario que anteriormente
se había renegado. Al instalar la política
fuera del territorio poblacional y de las
intenciones de los pobladores, se aplicaba
una interpretación histórica utilizada para
explicar el curso de los acontecimientos
desde antes del Golpe militar a un conflicto
específico, señalando que la politización
popular era parte de una estrategia foránea,
por lo que la acción de los militares y en este
caso, del Gobierno, restituía la realidad a su
normalidad. Esta escisión ideológica entre
sujeto poblador y sujeto militante, entre
quien trabaja y vive y quien se compromete
y decide, definía un enorme sector social
incapaz de deliberar políticamente,
otorgando esa responsabilidad, a su vez,
al poder estatal. Esta clave de legitimación
tardía no fue suficiente, en el corto plazo,
para anular los procesos organizativos ni el
creciente malestar político, como los hechos
demostraron sucesivamente.
Desde los pobladores: Los intentos de
reorganización.
Ni la promulgación de decretos ni
la pausada explicación iban a transformar
las condiciones materiales que agobiaban a
miles de familias, ni aplacarían la voluntad
política de buscar vías de manifestación y
resistencia frente a la Dictadura. A principios
de 1981 volvería a realizarse una toma de

terrenos y, como señalara Revista Hoy, “en
Pudahuel muchos sabían que habría una
toma. Incluso las autoridades locales, que
lo denunciaron por televisión. Sólo el lugar
exacto era relativamente secreto”83. Las cerca
de quinientas personas que participaron de
la acción ocuparon, en un primer momento,
una plaza cancha de fútbol, para luego
trasladarse a la Parroquia San Luis Beltrán,
donde recibieron el apoyo del párroco. Desde
ese lugares, los pobladores ofrecieron una
conferencia de prensa donde afirmaron “esto
no es política, aquí no hay ningún partido.
Hace dos años que buscamos una respuesta
del gobierno y hemos pedido entrevista
y mandado cartas, pero no hay caso. Se
han burlado de los pobladores sin casa”84.
¿Era política la demanda por vivienda en el
contexto dictatorial? Esta pregunta, política
e histórica, debe ser respondida desde la
complejidad del sujeto de estudio, bajo
la consideración antes señalada de que
la división entre demandas materiales y
demandas políticas suele ser más analítica
que real, en la medida que el campo de la
cotidianeidad también forma parte de las
disputas de poder propias de la vida social.
Sin embargo, en esa complejidad también
se encuentra cierta trampa, dado que, a
poco andar, la entrega de viviendas fue una
de las vías más rápidas para la solución del
83 “Cuando el callejón se cierra. Toma de
Pudahuel y Embajada sueca evidencia acción
coordinada y desaliento de los sin casa”, Revista Hoy,
Nº 190 (Santiago, 1981).
84 “Cuando el callejón…
117
conflicto. Algo de esto se insinuaba la misma
mañana de la toma de Pudahuel, cuando el
alcalde acudió a la Parroquia y ofreció la
posibilidad de inscribirse en una lista para
obtener vivienda en lo inmediato, generando
una escisión entre las familias… ¿debían
inscribirse?
En julio de ese año, Osvaldo Berger,
alcalde de La Granja, otorgaba viviendas
transitorias a doscientas cincuenta familias
que habían participado de la toma del 22
de julio de 1980 en La Bandera, las que se
habían distanciado de aquellas familias con
quienes habían emprendido la toma un año
atrás. Si bien se había logrado un avance, al
ser asignado al menos un sitio en un lugar
que antes correspondía a un basural, surgían
voces que cuestionaban el sentido político
de ese tipo de acción, pues como señalaba
un dirigente de la Comisión de Vivienda
Metropolitana “es bueno, pero no se puede
desconocer que aquí hay un juego: se divide a
los pobladores en buenos y malos. Alabamos
la idea, pero le drama es que los necesitados
son muchos más”85. Pese a ello, no sería
certero asumir que una política habitacional
exitosa lograra amainar las intenciones
de reorganización. A partir de 1980
aparecieron una serie de organizaciones y/o
coordinadoras de pobladores, vinculadas
a casi la totalidad de los partidos políticos
existentes antes del Golpe de Estado: la
Coordinadora de Agrupaciones de Pobladores
85 “Un techo por ahora”, Revista Hoy, Nº196
(Santiago, 1981)
118
(COAPO) en el caso del MIR, Coordinadora
de Pobladores Metropolitana (METRO)
vinculada al PC, el Movimiento Poblacional
Dignidad, vinculado a la Izquierda Cristiana
y al MAPU, Pobladores Unidos del Partido
Socialista y Movimiento Solidaridad de
la Democracia Cristiana86, lo que podría
interpretarse como una expresión de la
rearticulación de las militancias previas al
Golpe o como la existencia de una estructura
de oportunidad para los partidos políticos en
el territorio poblacional, articulada en torno
a las urgencias de la cotidianeidad, o bien,
como la suma de ambas posibilidades. Es
muy significativo que en esta misma época la
derecha, principalmente el gremialismo, ser
acercara e instalara en distintas poblaciones
como parte de su proyecto de masificación y
legitimación emprendido en esta etapa de la
Dictadura87.
Esto último es especialmente
86 Emi Funahashi, La transformación
de los movimientos sociales en el proceso de
la democratización: Un estudio de caso de las
organizaciones populares en Santiago de Chile.
http://www.mag-politicasociales.cl/investigacion/
EmiFunahashi.pdf (2011, octubre) y Ana Surgranyes,
“La política habitacional en Chile, 1980-2000”,
Alfredo Rodríguez y Ana Sungranyes (Editores),
Los con techo: Un desafío para la política de vivienda
social. (Santiago: Ediciones Sur, 2005) 37.
87 Al respecto, ver Verónica Valdivia,
“’Cristianos’ por el gremialismo…”. Una versión
menos crítica –casi ‘hagiográfica’- en Carolina
Pinto. UDI: La conquista de los corazones populares
(1983-1987). Santiago: A&V Comunicaciones, 2006.
significativo si se considera que las
poblaciones fueron territorios donde se
generaron dos tipos de fisuras políticas para
la Dictadura: en primer lugar, fue allí donde
se inició la lenta y silenciosa recomposición
de las solidaridades sociales a través de
organizaciones de base culturales, educativas,
religiosas y políticas; al mismo tiempo, las
poblaciones fueron uno de los escenarios
fundamentales de la ruptura masiva y
nacional de la clausura del espacio político a
través de las Jornadas de Protesta ocurridas
desde 1983. Ambos niveles de acción
colectiva deben ser interpretados en virtud
de sus antecedentes cronológicos, lo que
permitiría reconocer qué actores políticos,
a través de qué prácticas y significaciones
y en función de qué objetivos fue posible
generar esa fisura. Los hechos de 1980
pueden ser vistos como la cristalización del
cambio de etapa que vivía la Dictadura, entre
la búsqueda de una definición que deambuló
entre lo nacional-subsidiario y lo gremialista,
que fue clausurada simbólicamente con el
plebiscito de 1980 y la Constitución Política
vigente hasta hoy.
III. Conclusiones: Continuidad y cambios
en torno al territorio poblacional.
Tanto la política habitacional
neoliberal como la reconfiguración de la
relación entre el Estado y los pobladores
enfrentaron resistencias desde el momento
mismo de su aplicación. Las resistencias
que luego se transformaron en protesta y

oposición pueden explicarse a través de las
categorías de continuidad y cambio histórico.
En primer lugar, hemos intentado consignar
que el proceso de transformación económica,
política e institucional de los setenta que
formó parte de la reestructuración neoliberal
del Estado fue aplicado mediante el uso de la
violencia, por lo cual sería difícil imaginar
un proceso similar dentro de un contexto
democrático o constitucionalmente regulado.
Del mismo modo que durante toda su historia,
la ampliación y profundización del modelo
capitalista requirió de la fuerza del Estado,
aunque luego se renegara de su utilidad:
ampliar el mercado inmobiliario a costa
del suelo de la ciudad y del reconocimiento
de los derechos sociales fue una tarea
que requirió toda la fuerza del Estado,
incluyendo sus dimensiones constitucional,
legal, administrativa, técnica y cultural. Sin
embargo, el producto de este proceso se
ufana de una supuesta orfandad y reniega
de la necesidad de regulación: el nuevo
modelo minimiza la injerencia del Estado en
materia habitacional y urbana, que entonces
operaría como mediador entre individuos
y empresarios, según las respectivas
capacidades financieras88. Estos cambios
88 Vienen bien las palabras del sociólogo
boliviano Luis Tapia: “Cuando los capitalistas
protestan contra el Estado, la situación se parece a
la de los niños engreídos que reclaman al padre más
recursos y menos reglas, pero nunca el cese de la
protección”. Luis Tapia, “Una deconstrucción punk de
la razón política neoliberal”, Política salvaje (Buenos
Aires, Waldhuter Editores, 2011) 22.
119
tuvieron como correlato la modificación de
la manera en que el Estado se relacionaba
con los pobladores, quienes, mientras
eran comprendidos como individuos con
menos capacidad adquisitiva, intentaron
resistir a esta transformación apelando a
las herramientas que históricamente habían
aprendido a utilizar en relación al problema
de dónde y cómo habitar. Esta continuidad en
los repertorios de acción sirve para explicar
la realización de tomas de terreno en uno de
los períodos más vigilados de la Dictadura,
siendo una manera colectiva de resolver
problemáticas materiales y políticas.
Durante la década de los ochenta, la
acción poblacional se fortaleció y radicalizó,
aunque como otras expresiones del
movimiento popular no supo instalar sus
demandas y propuestas durante la transición.
Las múltiples experiencias de educación
popular desarrolladas en poblaciones, las
Jornadas de Protesta e incluso, la conformación
orgánica de un Comando Unitario de
Pobladores que agrupó a las distintas
coordinadoras en 1986 contribuyeron al
proceso de retorno a la democracia, pero no
fueron consideradas en los años noventa,
por lo que el modelo neoliberal, en lo
sucesivo, se mantuvo y perfeccionó89. Las
cifras de construcción habitacional de los
89 Mabelin Garrido, Evelyn Hevia, Xochitl
Inostroza y Damián Rojas, El movimiento de
pobladores en la Historia de Chile (1950-2010). El
caso de Esperanza Andina: ¿una expresión de poder
popular? (Santiago: 2011) Inédito.
120
años noventa y la eficiencia del sistema de
créditos habitacionales permitieron que se
llegara a hablar de una época dorada para
la construcción de viviendas de sectores
medios y populares, cuyas cifras se acercaban
a las tasas de reconstrucción inmobiliaria
de los países europeos tras la II Guerra
Mundial. En este contexto y bajo este ánimo,
la primera toma de terrenos de los gobiernos
de la Concertación, Esperanza Andina en
1991, puede ser vista como continuidad y,
en cierta medida, cierre del proceso iniciado
a fines de los cincuenta, pero ahora sujeto a
nuevas problemáticas propias del contexto
neoliberal90. Pero la constatación de estas
tensiones tuvo que esperar algunos años.
En 1997 una fuerte temporada de lluvias
demostró la precariedad de la construcción
de un conjunto de viviendas sociales en
Puente Alto, cuyos bloques de concreto
tenían excesiva porosidad y baja cantidad
de impermeabilizante, demostrando uno
90 A la pésima construcción de viviendas
se sumó la noticia de que Francisco Pérez Yoma,
propietario de la constructora inmobiliaria COPEVA
le había obsequiado dos caballos al ministro de
Vivienda, Edmundo Hermosilla, un tiempo atrás. En
realidad, la relación entre el gremio inmobiliario
y el Ministerio de Vivienda no era una novedad ni
terminó allí. Casi la totalidad de los ministros de
esa cartera “pertenecen a los círculos empresariales
que dirigen la Cámara Chilena de la Construcción:
Modesto Collados (1983-84); Miguel Ángel Poduje
(1984-1988); Gustavo Montero (1988-89); Alberto
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(1995-1997); Jaime Ravinet (2001-2004)” Ana
Surgranyes, “La política… 31.
de los vicios de un sistema que favorecía la
construcción masiva de viviendas de baja
calidad para aumentar los márgenes de
ganancias de las inmobiliarias91. Dos años
más tarde, en la comuna de Peñalolén, mil
setecientas familias ocuparon un predio en
el que permanecieron por cerca de cinco
años92, dando cuenta de la persistencia de la
problemática habitacional en medio de los
vítores al modelo económico chileno previos
a la crisis asiática. Ambos hechos cierran
el primer ciclo neoliberal en materia de
vivienda del Chile reciente, tras el cual “el gran
problema habitacional es el de las familias con
techo”93, como han señalado algunos autores,
problemática que forma parte de la existencia
de una ciudad con escasa regulación y alta
marginación socioespacial de la pobreza,
acaso la herencia más evidente de todo este
proceso.
Por último, es necesario señalar
91 Martín Cáceres, Las lluvias del 5 de julio. La
toma de Peñalolén (Santiago: Ediciones Sur, 2002).
92 Alfredo Rodríguez y Ana Sungranyes, “El
problema de vivienda de los ‘con techo’”, en Alfredo
Rodríguez y Ana Sungranyes (Editores), Los con
techo: Un desafío para la política de vivienda social.
(Santiago: Ediciones Sur, 2005) 62.
93 “La UDI ha diseñado una estrategia de
copamiento electoral, captando el voto femenino,
pero también logrando penetrar en sectores sociales
que hasta entonces eran reducto de la izquierda y
el centro político, ampliando su universo electoral”.
Verónica Valdivia, Nacionales y gremialistas
(Santiago: LOM, 2008) 11.

que este período fue un tiempo en que la
izquierda hubo de revisar quiénes eran sus
sujetos políticos y cuáles sus repertorios
de acción. ¿Podían seguir vigentes en un
contexto neoliberal los repertorios de acción
aprendidos durante los años sesenta?, ¿tenía
sentido intentar dialogar con un Estado
que desconocía esta posibilidad?, ¿sólo son
pobladores quienes carecen de vivienda o,
dicho de otro modo, su potencialidad como
actores políticos depende de esta carencia?
Estas tensiones estructuran en gran medida la
comprensión del fenómeno del poblamiento
en la actualidad, en tiempos en que la
desregulación urbana y el endeudamiento
como la salida ofrecida para la conformación
de nuevos hogares recuerdan lo bien instalado
y vigente que está el modelo neoliberal. En la
actualidad, considerar que las poblaciones
son un territorio político propio de los
grupos de izquierda sería un contrasentido,
en la medida en que fue precisamente a partir
del período estudiado en que se configurar
como un campo de disputa entre los distintos
sectores políticos94. A las transformaciones
de contexto y la disputa de espacios y sujetos,
habría que sumar la impronta cultural que
las transformaciones neoliberales legaron a
la sociedad chilena, sobre la cuales se palpa
bastante, pero se sabe poco: la competencia,
la ideología del mérito, el miedo al espacio
público o la desconfianza en la búsqueda
colectiva de soluciones reconfiguran,
estructuralmente, la vida en la ciudad. Henry
Lefebvre sólo se anticipaba unas décadas
94 Henry Lefebvre, El derecho… 139.
121
a nuestras ciudades cuando señalaba que
“basta con abrir los ojos para comprender la
vida cotidiana del individuo que corre de su
alojamiento a la estación, próxima o lejana, al
metro abarrotado, a la oficina o a la fábrica,
para por la noche reandar ese mismo camino
y volver a su hogar a recuperar fuerzas para
proseguir al día siguiente”�.
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