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Protocolo sesión 13. 3/07/19.

La sesión pasada terminó con una pregunta respecto al libro III de Cicerón, esta es: ¿a qué se opone el
concepto de opinión tomado como la causa de la aflicción? Sin embargo, antes de dar cabida a la
respuesta a la pregunta anterior, matizamos algunos temas. Primero, vimos algunas consideraciones
sobre la filosofía helenística e imperial que quedaron fuera del curso, como por ejemplo, que la
primera hace énfasis en la ética como una doctrina que guía la conducta para la felicidad del hombre.
Con este breve repaso histórico entramos de lleno al tema principal de la clase, el libro III de Cicerón.
Las enfermedades del alma.
La temática principal del libro III de las disputaciones tusculanas de Cicerón es que la opinión es la
causa de la aflicción, entendiéndose por ella una enfermedad del alma que es producto de la
perturbación de la misma. Esto lo podemos ver en el texto cuando se afirma “La causa, en conclusión,
hay que ponerla única y exclusivamente en la opinión, pero no sólo de la aflicción, sino también de
todas las demás perturbaciones, que son genéricamente cuatro…” (Cicerón, Marco. III., 24) La
anterior cita nos deja ver algo con claridad: que en la antigüedad se tenía dividida a la enfermedad en
cuatro (placer, deseo, miedo y aflicción), y todas eran producto de perturbaciones del alma, también,
reafirmamos que la tesis principal es que la opinión causa la enfermedad, y, en especial, la aflicción.
Una contestación estótica.
Por otra parte, cabe resaltar que el texto es un diálogo entre dos individuos, uno que defiende el hecho
de que el filósofo, y por lo tanto la filosofía, son terapeutas del alma que o bien son inmunes a la
enfermedad, o bien son su cura. El otro, por el contrario, afirma que hasta los sabios pueden caer en
enfermedad. Los argumentos brindados por el primer hombre son de carácter estoico, pues él afirma
que el sabio está libre de toda perturbación y, como la aflicción y las demás enfermedades no son sino
perturbaciones del alma (movimientos de ésta que se producen por una causa aquí atribuida a la
opinión), entonces el sabio no sufre de aflicción. Esto se fortalece aún más al tomar una noción
estoica: la felicidad. Para ellos, la felicidad es la imperturbabilidad del alma. Así, el sabio sería un
hombre feliz que no podría padecer enfermedad alguna.
¿Qué es una opinión?
Las opiniones son juicios acerca de lo bueno y de lo malo. De esta manera las enfermedades del alma
son producto de opiniones incorrectas sobre la distinción de lo bueno y lo malo.
“Dos se originan en realidad de una opinión sobre lo que es el bien, una de las cuales es el placer
delirante (​ aquí llamado placer)​, es decir, una alegría que va más allá de la medida, originada por la
creencia de que tenemos delante un gran bien, la otra, el deseo, que podemos denominar
perfectamente deseo voluptuoso, y que consiste en el apetito inmoderado, que no obedece a la razón,
de lo que se supone que es un gran bien” D ​ el mismo modo: ​“El miedo y la turbación, son fruto de la
turbación provocada por una opinión sobre los males. ​(Cicerón, Marco. III., 25)
Se cree entonces que dichas opiniones equivocadas sobre lo que es bueno o malo, producen
movimientos o emociones que llevan a la perturbación del alma, contrarios a una calma que sería
representante de la salud o felicidad.
La filosofía como terapia del alma.
Finalmente, en el texto se arguye que la filosofía es una cura y prevención a toda enfermedad del
alma, pues ésta se ocupa de los discernimientos correctos sobre lo bueno y lo malo. Del mismo modo,
si recuperamos nuestro argumento estoico anterior, el filósofo sería el sabio que no podría ser afectado
por ninguna de las perturbaciones del alma, siendo de esta manera el único capaz de buscar las causas
de las enfermedades y buscar una cura.
Conclusión e hilo conductor.
La clase se desarrolló de manera tal que se presentaran las nociones de enfermedad y perturbación
como producto de la opinión, para luego contrarrestar con los argumentos estoicos brindados por
Cicerón sobre la filosofía y su carácter curativo.
Al final quedaron varias dudas abiertas, como por ejemplo: ¿Qué es sabiduría en este texto, y cómo
está relacionada con la turbulencia? Y ¿cuál es la terapia que se propone para la aflicción?
Preguntas suscitadas.
¿Puede la necedad de un filósofo, al ser dogmático por ejemplo, conducirlo a la enfermedad de la
opinión al cegar su discernimiento sobre lo bueno y lo malo?

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