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Los inicios del stop motion se desarrolla a través de una publicidad de Cooper en 1899.
El primero que realiza un largometraje de animación utilizando la técnica de stop motion es
el ruso Ladislaw Starewicz.
En su arte tiene cuidado tanto la fluidez de la animación como la continuidad.
Pulsando las cuerdas de lo inverosímil y mágico, bebiendo al mismo tiemplo de elementos
del ilusionismo, casi siempre dentro de un campo genérico vinculado a la comedia o a la
magia escénica, el trickfilm primitivo introdujo la animación de objetos en entornos reales.
En ese sentido sus técnicas fueron subsidiarias de géneros como el cine fantástico, el horro
y la ciencia ficción y sus representantes serian Melies, Chomon, Emile Cohl y Willie
O´Brien (este último creador de efectos especiales a partir de la animación de muñecos
"King Kong" es el más famoso y en cierta forma maestro del más conocido Ray
Harrihausen Harryhausen director de "Simbad y la Princesa"; "Duelo de titanes".).
Cohl quien encarna una de las tendencias hibridas que explota en potencialidades del dibujo
animado en su sinergia entre lo analógico y lo abstracto realizado en 1908 el que se
considera el primer dibujo animado "Fantasmagorie". Cohl dice que se inspira en el corto
animado con la técnica de stop motion de Stuart Blackton y que perfecciona su técnica en
los siguientes cortos.
Tradiciones como la animación de siluetas (representadas por Lotte Reinigger sobre todo
con su largo "Los cuentos del príncipe Ahmed", Alemania 1926; las figuras recortadas con
las que el italo-argentino Quirino Cristiani produjo en Buenos Aires el primer y segundo
largos de animación: "El apóstol" Argentina 1917 y "Sin dejar rastro", Argentina 1918; los
insectos disecados y los muñecos animados de Wladylaw Starewicz (el autor ruso) junto a
Irene Starewicz realizan el primer largo de animacion de muñecos: Le roman de Renard: La
historia del zorro (1930), sus experimentos como los de la pantalla de alfileres de Claire
Parker y Alexander Alexeieff fueron sepultados. Todo ello acompañado del hecho de que
una multitud de escuelas nacionales y una plétora de creadores independientes parecieron
disminuidos por el acabado primoroso y el alcance trasnacional de los estandarizados
cuentos de hadas disneyanos, refractarios a cualquier experimentación.