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ENSEÑAR A VIVIR
LA CONVICCIÓN DE JESÚS
Estos sencillos galileos, hombres sin muchas letras y de tierra adentro, luego
de ser llenos del Espíritu Santo, se lanzaron a esta tarea en medio de un
mundo totalmente adverso.
NUESTRA CONVICCIÓN
Hoy Jesús no está físicamente en la tierra; tampoco los doce apóstoles. Sin
embargo, estamos nosotros. Y las palabras de Cristo siguen siendo las
mismas: “Id, y haced discípulos a todas las personas de todas las naciones...
Y yo estoy con ustedes hasta el fin”.
Pero para lanzarnos con determinación y fe a esta gran tarea es
fundamental que tengamos la misma convicción que tenían Jesús y los
apóstoles:
¿Creemos de todo corazón que Jesús es la solución integral para todas las
personas de todas las naciones? ¿Estamos convencidos de que él es la
única solución?
¡Qué lindo es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos! ¡Qué lindo
poder compartir nuestra comida con el que no tiene! ¡Qué lindo es perdonar
al que nos ofende y amarlo! ¡Qué lindo cuando los hijos obedecen a los
padres y los honran! ¡Qué lindo cuando el marido es amable, cariñoso y
tierno con su esposa! ¡Qué lindo cuando la esposa respeta a su marido y se
sujeta! ¡Qué linda es la voluntad de Dios!
Cristo quiere que todos vivamos y enseñemos a los demás a vivir de esa
manera. Y dice: “Aprended de mí”. Él propone enseñarnos, pero debemos
estar dispuestos a aprender.
LA CONSIGNA
Él no dijo: “Id y haced reuniones en todas las naciones”, ni: “Id y construid
templos”, ni tampoco: “Id y haced campañas”, sino: “Id y haced discípulos
a todas las naciones, bautizándolos en nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he
enseñado”.
Jesús tampoco dijo: “Id y haced evangélicos a todas las naciones”, o: “Id y
hacedlos católicos”, sino “hacedlos discípulos”.
Hay países de América Latina en los que el número de los evangélicos está
creciendo muchísimo, y podemos decir “¡Gracias a Dios por eso!” Sin
embargo, esa no es la solución.
En Brasil se estima que el número de evangélicos asciende a 35 millones. Hay
muchos diputados, funcionarios públicos y aún gobernadores evangélicos.
Sin embargo, una investigación que se hizo hace algunos años demostró
que los diputados y funcionarios evangélicos son tan corruptos como los
demás.
En Guatemala el porcentaje de evangélicos llegó al 50%. Uno de los
pastores principales, Harold Caballeros, estuvo en la Argentina hace algunos
años, y nos dijo: “Los pastores estamos preocupados. El 50% de la población
es evangélica, pero el país no ha cambiado en nada. Los ricos convertidos
siguen siendo tan avaros como antes, la brecha entre ricos y pobres es cada
vez mayor”.
¿Cómo puede ser? Es que el 50% de la población es evangélica, no
discípulos. Les aseguro que un país con el 50 % de discípulos sería un paraíso.
¡Sería una levadura tremenda que podría cambiar naciones!
EN EL PRIMER SIGLO
¿QUÉ ES UN DISCÍPULO?
Estaba queriendo decir que a aquellos que creen que lo saben todo el
Padre les esconde estas cosas y se las revela a los niños. Por eso, debemos
ser como niños.
Así que les dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo
os haré descasar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11.28-30).
En este último pasaje Jesús está instando a que acudan a él todas las
personas que están cansadas porque él las hará descansar. Sin embargo, no
se refiere al cansancio físico, sino al cansancio del alma.
Hoy la sociedad está viviendo la misma situación. Por donde voy encuentro
gente cansada anímica y espiritualmente. Veo muchas mujeres cansadas
de sus maridos, de las discusiones, del maltrato, de las ofensas, de las
agresiones. Muchas están resentidas. También veo maridos cansados de sus
esposas que están siempre nerviosas, que les faltan el respeto o de todo
También varios años atrás estuve en Suecia, país con el mejor nivel
económico de Europa. Y, a pesar de que su territorio es pequeño, posee el
mayor porcentaje de suicidios del mundo. Muchos sienten que el cansancio
o el estrés se deben a la estrechez económica. Pero en Suecia la gente está
bien económicamente, sin embargo está cansada.
Encuentro gente cansada aun entre los evangélicos, los católicos, los que
van a misa o los que asisten a las reuniones. ¿Qué les sucede? ¿No es Cristo
la solución para todos sus problemas? ¡Sin embargo, siguen cansados! Sus
dificultades continúan. Están mejor, pero no se puede decir que están bien.
¿Qué es lo que sucede?
Entonces, viene Jesús y nos dice: “Vengan a mí todos los que están
cansados, que yo les daré descanso. Lleven mi yugo. Yo les voy a enseñar.
Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán
descanso interior. Vengan a mí y hallarán descanso para sus almas, porque
mi yugo es fácil y mi carga liviana”.
Según el Señor, los primeros responsables de enseñar a vivir son los padres. La
familia es la verdadera escuela para la formación del carácter. Sin
embargo, lamentablemente, esta ha fallado. Hoy la familia se encuentra en
crisis. Salvo honrosas excepciones, los padres no enseñan a sus hijos a vivir. Y
no es cuestión de condenarlos ni de juzgarlos, porque la realidad es que a
ellos tampoco les enseñaron. Existe un deterioro que viene de generación en
generación, lo que ha generado un tremendo vacío en la gente.
Muchas veces los padres han sido un mal ejemplo para sus hijos. Un marido
bruto, grosero, déspota y ofensivo trata a su esposa con brusquedad
delante de sus hijos. ¿Y qué aprenderán ellos? A hacer lo mismo con sus
esposas el día de mañana. En vez de formarse, se deforman.
Lo mismo sucede con las madres. Si siempre actúan con nerviosismo, gritan,
rezongan o se rebelan contra su marido, las hijas aprenderán a hacer lo
mismo con sus maridos en el futuro. Veo padres que tratan mal a sus hijos,
que los insultan, los ofenden. ¿Qué les están enseñando?
Hoy existe un falso concepto acerca de lo que significa ser buen padre.
Algunos creen que se trata de alimentar a los hijos, comprarles ropa,
mandarlos a la escuela y cuidar de su salud. Y si uno les pregunta por la
educación de sus hijos dicen que para eso los envían a la escuela, ya que es
ella quien los debe educar, enseñar e instruir. Es cierto, la escuela les enseña
a leer, a hacer cálculos matemáticos, geografía e historia, sin embargo no
les enseña a vivir. Los padres hemos fallado, y por eso la sociedad hoy se
encuentra así.
Todo está muy bien y es necesario, pero la gente necesita aprender a vivir.
Sin embargo, a ningún pastor ni iglesia se le ocurría enseñar acerca de esos
temas, ni a los católicos ni a los evangélicos.
Hasta que Dios nos visitó. En el año ‘67 hubo un derramamiento del Espíritu
Santo en Bs. As., que se extendió a muchos otros lugares. Y también a otros
países del mundo. Dios nos bautizó con su Espíritu y aprendimos muchas
paciencia ella camina entre los bancos y los ayuda. Tal vez se da cuenta de
que a alguno le cuesta, así que le dice: “A ver, hazlo de nuevo, intenta otra
vez”. Y así los niños continúan intentando hasta que aprenden.
“Muy bien”, dice ella, “ahora aprenderemos otra letra”. Y la escribe en el
pizarrón. “Esta es la letra E. ¿Que letra es?” “La E”, responderán ellos. ¡Qué
excelente! Los niños aprenden y escriben lo que la maestra les dice.
A mi entender, nunca se dio el caso de que un niño le diga a su maestra:
“Yo no estoy de acuerdo. ¿Por qué esa tiene que ser la letra A? A ver, vamos
hacer una votación; estamos en democracia; nosotros decidiremos cuál es
la letra A”. Alguien así no es un discípulo. El discípulo es dócil, manso,
humilde, lo que se le enseña lo aprende. No discute.
Cristo dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros”. Ese yugo significa estar sujetos. El
animal manso obedece; el rebelde es chúcaro, hace lo que quiere. Sin
embargo, el buey que fue puesto en el yugo está sujeto, es manso. Cuando
el amo le dice que camine lo hace; cuando le dice que se detenga
también; cuando le indica que debe doblar, él dobla.
Jesús dice: “Aprended de mí que soy manso”. Estaba sujeto a la voluntad
del Padre. Tenía su propia voluntad, pero elegía hacer la del Padre: “Padre,
no se haga mi voluntad sino la tuya”.
Así es un discípulo, alguien que sujeta su voluntad a la de Cristo y aprende a
vivir como su discípulo. De ese modo, pronto sentirá el descanso para su
alma.
¡Qué feliz que es la esposa cuando su marido la trata bien! ¡Qué paz hay en
el hogar! La esposa da gracias a Dios por su marido, y él está feliz porque la
ve a ella feliz. ¡Qué lindo es vivir según la voluntad de Dios! Y si a alguna
mujer su marido la trata mal, no importa, ese es un problema de él con Dios.
Ella igual debe ser respetuosa, sujeta, sumisa, saber perdonarlo y aprender a
vivir en familia.
En una casa todos comen. ¿Quién lava los platos? Casi siempre la primera
que se levanta es la esposa. Pero, ¿qué versículo dice que los debe lavar
ella? ¿Por qué no el marido? ¿O por qué no los hijos? Todos debemos servir.
Estamos en el mundo del revés. Nuestras peleas deberían ser: “No, déjame
¡Es hermoso vivir en la voluntad de Dios! ¡Es una vida totalmente diferente!
Debemos aprender a servir. “Querida, por favor te veo muy cansada,
siéntate y descansa que yo voy a lavar”.
Hoy muy pocos enseñan a vivir, y eso es lo que Dios nos mandó que
hiciéramos.
Si todos los evangélicos del país fuéramos discípulos, Argentina estaría
salvada. Sin embargo, hay muchos evangélicos, pero pocos discípulos.
Les dijo a sus discípulos: “Si te enojas con alguien y lo ofendes, y le dices
tonto, idiota o bobo, eres culpable del infierno, porque has ofendido a
alguien que fue creado por Dios a su imagen. Por lo tanto, si vas a la reunión
a cantar y a llevar tu ofrenda, y te das cuenta de que ofendiste a alguien,
deja de cantar, deja tu ofrenda, ve primero y pídele perdón, reconcíliate
con él; y luego ve, lleva tu ofrenda y alaba al Señor”.
Otra de sus enseñanzas: “El que se casa debe saber que es para toda la
vida, porque ya no son más dos sino uno. Y aquel que deja a su mujer y se
casa con otra comete adulterio”.
¡Que lindo es vivir! ¡Estoy tan feliz con la vida que Dios me dio!
Sin embargo, hoy en día son pocos los que pueden decirlo.
No es lindo vivir por vivir. Es lindo cuando vivimos de acuerdo con la voluntad
de Dios.
La Biblia dice que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta.
Por eso debemos decirle cada día al Señor: “¡Gracias por haberme creado,
gracias por haberme dado la vida, por haberme hecho tu hijo, por haber
perdonado mis pecados! Gracias por enseñarme a vivir en tu voluntad. ¡Qué
lindo, Señor! Encontré descanso para mi alma”.
Eso es lo que Jesús promete y ofrece a todos los que hacen su voluntad.
CONCLUSIÓN
dijera unas palabras. Él, asombrado, dijo: “Es la primera vez en mi vida que al
entrar a una cárcel los presos me aplauden. ¡Esto es una locura!” Los jueces
estaban maravillados.
Hace unos años yo debía dar una de las materias de un curso de capellanía
a unos 130 pastores que venían de diferentes provincias. Mi materia era “el
señorío de Cristo”. El director quiso que aquello que se hacía en la Unidad 25
de Olmos se hiciera en todas las cárceles de la provincia de Buenos Aires, así
que en la cárcel comenzaron a formar obreros. Claro, allí todos los días
tienen reunión. A la mañana cada interno ora de rodillas al lado de su cama
una hora. Y todos los días a las 14:30 hacen una reunión. ¡Deberían ver el
fervor que tienen al cantar y orar!
Dios nos mostró que ha comenzado su obra desde lo más bajo del país,
desde las peores cárceles, para la gloria de su nombre.
Un pueblo que vive según su voluntad.
Apelación 1:
Apelación 2: