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LAS FIGURAS DE ASESINATO

Copyright © 2019
Editorial: Hala Editores de: Guillermo Jesús Haro Lázaro
RUC Nº 10083483755
Jr. Moyobamba Nº 423 San Martín de Porres-Lima-Perú
Cel. 949381250
E-mail: halaeditores@hotmail.com

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional


del Perú Nº 2018-17609
ISBN Nº 978-612-46268-6-9

Edición, Composición, Diagramación e Impresión:


Editorial: Hala Editores de: Guillermo Jesús Haro Lázaro
RUC Nº 10083483755
Jr. Moyobamba Nº 423 San Martín de Porres-Lima-Perú
Cel. 949381250
E-mail: halaeditores@hotmail.com

Primera Edición abril 2019


Tiraje: 1000 ejemplares

Revisión de textos:
Guillermo Haro Lázaro
Dra. Rubí Rojas

Colaboradores:
Dra. Sonia Sáenz
Dra. Carmen Ramírez
Dra. Ángela Lu Chirinos

Diseño de portada: Guillermo Haro Lázaro


"La maldición de Caín por el asesinato de su hermano Abel".
Libro de Génesis, cap. IV de la Santa Biblia.

Lima-Perú, abril 2019

Derechos de autor reservados conforme a Ley.


Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin
previa autorización escrita del autor (Artículos 216º-217º C.P.)

IMPRESO EN EL PERÚ-PRINTED IN PERÚ


LAS FIGURAS DE ASESINATO

Doctrina Penal

Las Figuras

de

Asesinato

Editorial
Hala Editores
Dedico esta monografía científica
a mis amados padres
Guillermo y Andrea
LAS FIGURAS DE ASESINATO

AGRADECIMIENTO

A Dios, por permitirme llegar hasta


esta parte de mi vida y bendecir
mi camino...

A mi querida familia, por su


comprensión
al no haber empleado tiempo suficiente
para compartir con ellos.

Porque gracias a ese razonable afecto,


fue impulso de mi labor científica,
que posibilitó seguir adelante
con la obra...

Gracias Dios, gracias familia...


LAS FIGURAS DE ASESINATO

PRESENTACIÓN

E
s un honor para mí presentar la obra monográfica de Doctrina Penal titulada: “Las figuras
de asesinato” del autor:……………, este valioso trabajo de investigación científica,
comprende un material actualizado de los principios básicos de las Ciencias del Derecho
Penal con un contenido analítico, descriptivo y pormenorizado de las figuras del asesinato, y,
sus nuevas modalidades incorporadas recientemente, contemplados en el Libro Segundo: Parte
Especial-DELITOS, del Título I: Delitos Contra la Vida el Cuerpo y la Salud, Capítulo I
“Homicidio” constituidos específicamente en el Artículo 108º, como “Homicidio calificado”, del
Código Penal vigente; donde el autor ha utilizado cuidadoso tratamiento académico y
metodológico del marco introductorio, el proceso histórico, los conceptos doctrinales, sistema
jurídico, la tipicidad objetiva, el bien jurídico tutelado, los elementos constitutivos, análisis
de la figura delictiva, sujetos del delito, los presupuestos del tipo, la materialidad del delito,
la tipicidad subjetiva, el dolo y culpa, la tentativa y la consumación del asesinato. Con un
estudio analítico de configuración típica de las figuras del asesinato, especialmente de las
siguientes modalidades: Homicidio calificado por ferocidad, homicidio calificado por codicia,
homicidio calificado por lucro, homicidio calificado por placer; homicidio calificado para
facilitar otro delito, homicidio calificado ocultar otro delito; homicidio calificado con gran
crueldad, homicidio calificado con alevosía; homicidio calificado por fuego, homicidio
calificado por explosión, homicidio calificado por cualquier otro medio capaz de poner en
peligro la vida o salud de otras personas. Del mismo modo, se adiciona un tratamiento especial
del Artículo 108º-A, de la Ley, sobre el asesinato por la condición de la víctima. El libro consta
de 6 capítulos y 63 secciones, que indica el contenido objetivo de cada figura típica.
Es evidente que el brillo interpretativo en el contenido de la obra literaria, cuya capacidad y
experiencia del autor, han hecho viable el entendimiento de las formas crueles de matar,
basadas en la Ley penal vigente, y sobre todo, que ese esfuerzo intelectual, consagró la esencia
de sus preclaros ingenios en el conocimiento de las Ciencias del Derecho. Pues, lo que se busca
es el más noble intento de conservación en toda pureza y al perfeccionamiento intenso de la
investigación, especialmente en este acto, frente a los hechos de homicidio calificado.
A este esfuerzo alcanzado, el autor refleja la calidad de su lenguaje fluido,
permitiendo a los estudiosos del derecho, abogados, congresistas de la República,
miembros de la Policía Nacional del Perú, operadores de justicia del Poder Judicial y
Ministerio Público; una rápida comprensión y precisión real en el tratamiento del
delito, lo que posibilitará contribuir un elevado conocimiento en las figuras del
asesinato, y, el intercambio fundamentado de criterios con todas las instituciones
ensimismadas en materia penal.

En consecuencia, me llena de satisfacción, que el autor nos haya honrado con la


presentación de su obra: “Las figuras de asesinato”, siendo desarrollada en base a una
normativa de acuerdo a las modificaciones, incorporaciones y adecuaciones de nuevas
leyes en nuestro Código Penal vigente, encuadradas a reprimir y sancionar a los
infractores que incurran en cualquiera de los tipos penales del asesinato. No obstante,
reconocer que será un texto de asesoramiento y necesaria consulta para los estudiosos
de las ciencias penales en el Perú y el extranjero.

Lima, abril de 2019

La Editorial
LAS FIGURAS DE ASESINATO

PRÓLOGO

Me llena de gratitud reconocer la consecución de mi propia obra de investigación científica titulada: "Las
figuras de asesinato", sometida bajo la moderna reforma del Derecho Penal y por consiguiente una nueva
publicación revisada. El estudio que se exterioriza al detalle, acerca del tratamiento de este libro de doctrina
penal hasta hoy, merece el aprecio de los administradores de justicia de diversas instituciones del país. Sobre
todo, para restituir al juzgador un instrumento vigente que, el legislador pudo adecuar oportunamente en
razón a un buen funcionamiento pleno de su propósito fundamental. Sin embargo, este discernimiento
innovador del delito de asesinato, no solo ha tenido la pretensión de facultarse a la vez, una obra concluida
conforme a sus vastos lineamientos, sino más bien, ello debe precisar la creación de presupuestos sustanciales
para que la gran reforma del Derecho Penal pueda elaborarse en un estado de armonía y orientarse a una
buena finalidad.

En este orden, la Ley del tipo penal de asesinato y sus figuras criminales, reformada recientemente, han dado
lugar de ese modo, a una diligente redacción penal, para separar además, las incertidumbres y vacíos legales,
que quedaron inactivas por mucho tiempo. Así, se espera que, esta herramienta esencial vigente, se difunda
por todo los recónditos lugares del orbe, y explaye sus conocimientos en ella contenidas, inclusive para los
estudiantes de Derecho Penal. Obligándonos, a aumentar nuestro material de consulta, a cantidades ilimitadas,
con el fin de justificar el agotamiento de ejemplares al público o se mencione solo en ocasiones.

Lo cierto es que, en esta edición, nos hemos propuesto demostrar la intensa coyuntura que atraviesan la
legislación y la doctrina, de cara al delito de homicidio calificado. No obstante, estamos
convencidos que, con esta obra oportuna, ofrecemos un aporte sumo relevante a los penalistas de estos
tiempos, con una traducción fluida y harto nutrida, de las más importantes modalidades del delito de
asesinato, que corresponde a la Parte Especial del Código Penal peruano, y en tanto, decisivas para el
desarrollo de nuestra disciplina.

De lo dicho resulta, también para el estudiante de derecho, una nueva situación, implícitamente deberá tener
en cuenta, que su labor solo puede ser el comienzo de una gran tarea, que serviría incluso para despertar
fácilmente su capacidad. Entendiendo que, las atribuciones del Derecho Penal, en este caso incumban a la
persecución eficiente del delito de asesinato, y en ese concepto, el de preservar el clamor humano en un
Estado de derecho, como diseño de orden en el país. Ello explicaría a propósito que, la disposición
monográfica del argumento de la obra, pretende procurar un camino de juicio coherente y progresivo en el
conocimiento de la acción y el resultado del delito.

Para ir concluyendo, agradezco a todos por cuanto hicieron posible durante mucho tiempo en la elaboración de
la obra, sin cuyo admirable trabajo con la maquetación del texto y los diversos programas utilizados en el
ordenador no hubiera sido posible la rápida confección, listo para imprimir y publicar en tirajes largos, que de
seguro será considerado libro de consulta en el país.

Lima, 16 de septiembre de 2019

Guillermo Haro Lázaro


LAS FIGURAS DE ASESINATO

PREFACIO

Es muy grato poner de manifiesto mi tercera obra monográfica de Derecho Penal titulada “LAS FIGURAS
DE ASESINATO”, en ella refleja un estudio profundizado y práctico de la gama criminal de los tipos penales
tradicionales y los eventos circunstanciales coetáneos que modifican la estructura jurídico penal vigente, para
alcanzar agravación en la comisión del asesinato. El análisis real e interpretativo, es el resultado del estricto
conocimiento del Código Penal, confrontado con la labor de la doctrina y de la jurisprudencia. Pues, el examen
empleado para cada figura penal, se puede considerar como consecuencias profusas que infieren en la víctima una
muerte de mayor trascendencia criminal, y en tal comprensión, la responsabilidad punible de quince años de pena
privativa de la libertad, condenable para aquellos autores que la infrinjan.

En el estudio interpretativo del delito, fue necesario conocer previamente la constitución de las figuras del
asesinato regulados en el Artículo 108º, del Código Penal, a fin de llegar al entendimiento preciso de los modelos
criminales que agravan la conducta del autor y el incremento de su culpabilidad. El contenido sustancial de la
obra científica, está constituida por seis capítulos y 63 secciones, con denominaciones especiales, para diferenciarlos
de cada modalidad comisiva que vincula al delito de asesinato.

Mi trayectoria como distinguido investigador de las Ciencias del Derecho Penal, ha dedicado especial interés por la
enseñanza práctica como complemento de la teoría, así, en esta obra se expone sistemáticamente y en forma
detallada, la primera parte de las figuras delictivas que trata nuestro Código Penal, ello a propósito, examinando el
clamor social por el sumo grado de mortandad que aqueja este fenómeno. Por eso, el proceso de enseñanza
práctica del Derecho Penal y especialmente de los delitos de asesinato contenida en la Parte especial de la Ley,
despierta un interés particular en el estudiante de Derecho, abogados, fiscales, jueces, policías, congresistas y otros,
por ser una obra orientada como material doctrinario y didáctico de consulta. Sin embargo, la esencial finalidad
que mantengo como autor en justa correspondencia, lo realizo para afianzar el conocimiento profundo de aquellos
tipos penales y al logro de un buen desenvolvimiento de la materia. En consecuencia, frente a ello, me embarga
gratas satisfacciones saber que, las primeras obras publicadas, tuvieron gran acogida principalmente dentro y fuera
del país.

Por último, en esta nueva edición, nos hemos empeñado en señalar la situación por la que atraviesan la legislación
y la doctrina respecto del asesinato, pues, de esta manera el lector comprenderá con gran consistencia y tenacidad,
la estructuración del Derecho Penal peruano que hoy se erige, despertando en algunos la capacidad de unirse a
esta ardua tarea. En el deseo de brindar un trabajo académico de cuidadosa metodología, dejamos a vuestro alcance
la presente obra.

Lima, marzo de 2018

Guillermo Haro Lázaro


LAS FIGURAS DE ASESINATO

Índice
I. Dedicatoria………………………………………………………………………………………………………………………
II. Agradecimiento……………………………………………………………………………………………………………….
III. Presentación………………………………………………………………………………………………………………….. 03
IV. Prólogo…………………………………………………………………………………………………………………………… 07
V. Prefacio………………………………………………………………………………………………………………………….. 11

PRIMERA PARTE

HOMICIDIO CALIFICADO - ASESINATO : Forma extrema de matar

Capítulo I

EL ASESINATO

“Muerte con extrema violencia”

§ 1. Marco introductorio…………………………………………………………………………………………………………
§ 2. Antecedentes históricos……………..………………………………………………………………………………….
§ 3. Concepto doctrinal…………..…………………………………………………………………………………………….
§ 4. Sistema jurídico………………………………………………………………………………………………………………
§ 5. Legislaciones comparadas…………..………………………………………………………………………………….
§ 6. Tipicidad objetiva…………………………………………………………………………………………………………..
§ 7. El bien jurídico tutelado…………….………………………………………………………………………………….
§ 8. El objeto del delito en el asesinato……………………………………………………………………………….
§ 9. Los sujetos del asesinato……………………………………………….………………….………………………….
§ 10. Características del asesinato……………………………………………………………………………………….
§ 11. Presupuestos del asesinato………………………………………………………………………………………….
§ 12. Las circunstancias atenuantes……………………………………………………………………………………..
§ 13. Las circunstancias agravantes.………….………………………………………………………………………….
§ 14. Clasificación del asesinato……………………………………………………………………………………………
§ 15. Modalidades comisivas del asesinato….……………………………………………………………………….
§ 16. Materialidad del asesinato…………………………………………………………………………………………..
§ 17. El nexo de causalidad……………………………………………………………………………………………………
§ 18. Tipicidad subjetiva……………………………………………………………………………………………………….
§ 19. La tentativa en el asesinato………………………………………………………………….…………………….
§ 20. La consumación en el asesinato…………………………………………………………….…………………….

SEGUNDA PARTE

LAS FIGURAS DEL ASESINATO : Por el móvil comisivo

Capítulo II

ASESINATO POR FEROCIDAD, CODICIA, LUCRO O POR PLACER

“Modalidades de asesinato estimulados por el móvil comisivo”

§ 21. Marco introductorio….………………………………………………………………………………………………..


§ 22. El asesinato por ferocidad………………………………………………………………………………………….
§ 23. El asesinato por codicia……………………………………………………………………………………………...
§ 24. El asesinato por lucro………………………………………………………………………………………………...
LAS FIGURAS DE ASESINATO

§ 25. Agravación de la acción por lucro……………………………………………………………………………...


§ 26. Factores del beneficio económico en el asesinato por lucro……………………………………..
§ 27. El asesinato por lucro en grado de tentativa…………….……………………………………………….
§ 28. El desistimiento del ejecutor en el asesinato por lucro…………………………………………...
§ 29. El asesinato por placer………………………………………………………………………………………………..
§ 30. Las causas de inimputabilidad en el asesinato por placer………………………………………...
§ 31. Los fundamentos de incriminación en el asesinato por placer…………………………………..

TERCERA PARTE

HOMICIDIO CALIFICADO : Por conexión con otro delito

Capítulo III

ASESINATO PARA FACILITAR U OCULTAR OTRO DELITO

“Muerte conexa con otro delito”

§ 32. Marco introductorio…………………………………………………………………………………………………….


§ 33. Concepto doctrinal……………………………………………………………………………………………………..
§ 34. Los fundamentos de agravación en el asesinato para facilitar u ocultar otro delito…
§ 35. El asesinato para facilitar otro delito….………………………………………………………………………
§ 36. El asesinato para ocultar otro delito….……………………………………………………………………….

CUARTA PARTE

HOMICIDIO CALIFICADO : Por la forma de ejecución

Capítulo IV

ASESINATO CON GRAN CRUELDAD O ALEVOSÍA

“La estructura homicida sin límites”

§ 37. Marco introductorio…………………………………………………………………………………………………….


§ 38. Concepto doctrinal……………………………………………………………………………………………………..
§ 39. Asesinato con gran crueldad……………………………………………………………………………………….
§ 40. Elementos constitutivos del asesinato con gran crueldad………………….……………………..
§ 41. Asesinato con alevosía………………………………………………………………………………………………..
§ 42. La agravante de alevosía sobre la víctima inerme…………………………………………………….
§ 43. Clases de alevosía…………………..………………………………………………………………………………….

QUINTA PARTE

HOMICIDIO CALIFICADO : Por el medio comisivo

Capítulo V

ASESINATO POR FUEGO, EXPLOSIÓN U OTRO MEDIO CAPAZ DE PONER EN PELIGRO LA VIDA O
SALUD DE OTRAS PERSONAS

“Mecanismos complejos para alcanzar la muerte y el riesgo masivo de personas”

§ 44. Marco introductorio…………………………………………………………………………………………………….


§ 45. Concepto doctrinal……………………………………………………………………………………………………..
§ 46. El asesinato por fuego………………………………………………………………………………………………...
§ 47. El asesinato por explosión…………………………………………………………………………………………..
§ 48. Asesinato por otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras
personas……………………………………………………………………………………………………………………...
LAS FIGURAS DE ASESINATO

SEXTA PARTE

HOMICIDIO CALIFICADO : Por la calidad especial de sujeto pasivo

Capítulo VI

ASESINATO POR LA CONDICIÓN DE LA VÍCTIMA

“Muerte de la víctima con alto cargo público”

§ 49. Marco introductorio…………………………………………………………………………………………………...


§ 50. Concepto doctrinal……………………………………………………………………………………………………..
§ 51. Sistema jurídico………..………………………………………………………………………………………………..
§ 52. Tipicidad objetiva……………………………………………………………………………………………………...
§ 53. El bien jurídico tutelado……………………………………………………………………………………………..
§ 54. Los sujetos de asesinato por la condición de la víctima…………………………………………….
§ 55. Presupuestos del asesinato por la condición de la víctima………………………………………..
§ 56. Los fundamentos de agravación en el asesinato por la condición de la víctima……….
§ 57. Analisis del asesinato por la condición de la víctima………………………………………………….
§ 58. Discrepancia sobre el Artículo 108º-A de la Ley………………………………………………………….
§ 59. Materialidad del asesinato por la condición de la víctima………………………………………….
§ 60. El nexo de causalidad…………………………………………………………………………………………………..
§ 61. Tipicidad subjetiva……………………………………………………………………………………………………….
§ 62. La tentativa en el asesinato por la condición de la víctima……………………………………….
§ 63. La consumación en el asesinato por la condición de la víctima…………………………………

• Glosario de términos………………………………………………………………………………………………....
• Bibliografía…………………………………………………………………………………………………………….....
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Primera parte

Homicidio calificado
Asesinato

Forma extrema
de matar
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Capítulo I

EL ASESINATO

“La muerte con extrema violencia”

SUMARIO: 1. Marco introductorio 2. Antecedentes históricos 3. Concepto


doctrinal 4. Sistema jurídico 5. Legislaciones comparadas 6. Tipicidad
objetiva 7. El bien jurídico tutelado 8. El objeto del delito en el
asesinato 9. Los sujetos del asesinato 10. Características del asesinato
11. Presupuestos del asesinato 12. Las circunstancias atenuantes 13. Las
circunstancias agravantes 14. Clasificación del asesinato 15. Modalidades
comisivas del asesinato 16. Materialidad del asesinato 17. El nexo de
causalidad 18. Tipicidad subjetiva 19. La tentativa en el asesinato 20. La
consumación en el asesinato.

§1. Marco introductorio

E
l expolio de la vida humana incidida de forma extrema y violenta, supone
la comisión factual injusta de un acto criminal inmanente a las
condiciones, que por su esencia homicida alcanzaría un recrudecido
agravamiento, pues, la aplicación de poder y fuerza ejercida sobre la integridad
de otro, revelaría una conducta desproporcionada en el autor, asociadas al
deseo de asesinar. Su acto consecuente se tornaría conflictivo, permaneciendo
vigente en nuestra civilidad coetánea absolutamente relativa, para lesionar
vidas humanas jurídicamente tuteladas, ya que se trata de asesinos compulsivos
que exteriorizan comportamientos extremadamente crueles en el modo alevoso
y premeditado de matar. Ello también, no es ajeno de subsumir diferentes
patologías mentales, considerando talvez, una clasificación más abarcadora
respecto de los efectos que resultaría de su perpetración, pudiendo producir
sensaciones de placer que determinen, ex antes, durante o ex post, de la
consumación fáctica del tipo penal. En síntesis, se sostiene que la perturbación
del género humano dimana como consecuencia del excesivo índice homicida
dentro y fuera del país a manos de duchos asesinos a sueldo y mandantes del
crimen organizado. En tal sentido, por mandante debe entenderse al sujeto vil
y maquinador, que ejerce la trama ideal de la acción, en contubernio con el
sicario, sin que su participación implique acto directo en contra de otro
individuo, sino más bien, ello conduce la encomienda pactada, para perseguir
el lucro del asesinato deseado. Sin embargo, la protección penal de la Ley, hoy
adoctrina el principio de culpabilidad para comprender a sicarios y mandantes
dominados por organizaciones criminales que lesionen vidas humanas, la cual,
tendría un rango sancionador en la sustancia homicida, que constituiría un solo
castigo sobre ambas acciones desemejantes. Por eso, el tipo penal de asesinato
es un hecho específico de resultado material, porque la acción desplegada tanto
de autor y maquinador, deberá orientarse únicamente a lograr la muerte del
sujeto pasivo, haciendo posible el empleo de cualquier mecanismo, móvil o
medio de comisión eficaz. En efecto, de la amplia doctrina se desprende dos
afirmaciones legales, para considerar que: “la acción de matar radica en
acortar la vida de otro” y “la acción de matar es privar de la vida injustamente
a otra persona”, sabiendo que cada una de las acepciones jurídicas suponen
LAS FIGURAS DE ASESINATO

anticipar la muerte de un sujeto en tiempo real; lo que permitiría comprender,


que la base del fundamento refiere expresamente la destrucción de la vida
humana. Pues, el modo de difundir tales expresiones, no afrenta conflicto
alguno, ya que induce solo a dos dicciones con un mismo fin material.

Lo dicho, no supone que los autores del tipo solo se sitúen en organizaciones
criminales o entre pobladores del país, sino, que la psicopatía homicida también
se orienta a nuestros propios progenitores. De ahí que, la lesión de la vida
tendría afectación al interior de la prole y el pilar maternal, dañando el cobijo
familiar como un auténtico pérfido del delito, pues ello, se debe a la subcultura
primaria de los estratos poblacionales perseguida por generaciones, donde
imperaba el poder lesivo del autor, con el fin de desatar su máximo sadismo,
sobre los descendientes, la consorte del entorno y básicamente de toda su casta
humana. Siendo oportuno, comprender que el vínculo parental o condición
social para este asesino, adolece de relevancia afectiva.
Así pues, hoy el comportamiento humano del autor, rebasa los límites
antijurídicos del asesinato, sobre todo, si este alcanza a mujeres, niños y
adolescentes de edades dispares encontrándose en estado de indefensión,
pudiendo situarse del mismo modo, los ancianos, y discapacitados; sabiendo
que tal condición de sujeto pasivo podría facilitar su acción comisiva. Sin duda,
las diversas formas de criminalidad ejercidas sobre sujetos indefensos y
especiales, acarrea la muerte más truculenta e inhumana. El asunto es, que no
solamente es provocado por asesinos comunes, sino también las que se dan en
el ámbito empresarial que no son ajenas a la realidad peruana en particular,
donde los grupos criminales acreditados por terroristas, traficantes de drogas y
otras manifestaciones delictivas ya no aparecen como obra de verdaderos
autores determinantes, sino que son el resultado de una perfeccionada
organización del crimen, acaudilladas por autores ubicados detrás de los
autores materiales para ocultar sus identidades y en consecuencia desvirtuar
las investigaciones de las autoridades encargadas de la persecución penal.
No obstante, es de aclarar que el desasosiego no sólo atañe a la persona
humana, sino, que también el Estado y las instituciones públicas reafirman su
potestad jurisdiccional para constreñir sustancialmente en unificar criterios de
responsabilidades emergentes previsibles y por tanto refrenar el delito. Siendo
propósito fundamental para ello, emplear mecanismos legales suficientes que
permitan tutelar la vida como bien más preciado de toda persona humana,
desde su nacimiento hasta su desarrollo total dentro de un Estado de Derecho,
amparados por un diseño sancionador previsto en el Artículo 108º, del Código
Penal peruano y protegido por la Constitución Política que de forma genérica
regula en sus Artículos 1° y 2º inciso 1) sobre: “Los derechos fundamentales de
las personas”, comprendiendo que las Leyes son la base esencial para
desarrollar políticas sociales y culturales, sujetas al sistema normativo legal
vigente de nuestro continente.

Por otro lado, es apropiado conocer que la muerte causada por el tipo penal de
asesinato, alude necesariamente al examen riguroso más relevante del Derecho
Penal, por determinar la vida humana el bien jurídico de valor supremo que
protege la Ley. En nuestra posición doctrinal, observamos la vida con inherente
tutela desde su origen y nadie debe arrogarse el supuesto Derecho de matar a
LAS FIGURAS DE ASESINATO

otro bajo cualquier pretexto, ni debe destruir la suya, porque el curso evolutivo
de la vida acaba en forma natural. Ello no supone, que se deba desinteresar la
normativa legal en la regulación del asesinato frente a la lesión del bien jurídico
vida de la víctima, ni ignorar la autodestrucción de la vida del hombre (suicida),
sino más bien, se procura sostener que la consideración por la vida debe ser
una manifestación común en la humanidad como obligación ciudadana legal y
del Estado. Lo que facultaría legitimar el respeto por la vida humana, que obra
en la tutela legal figurada hoy como una falacia al interior de la construcción
pragmática del sistema jurídico penal. La apreciación de que la destrucción de
la vida ha de proceder de un acto injusto o ilícito, obedece como lo señalamos
anteriormente, para quienes empleamos estas expresiones a la necesidad de
exceptuar de este principio a la muerte que se ocasiona en cumplimiento de la
Ley. Aquellos calificativos son innecesarios jurídicamente, porque todo delito
regulado en la Ley penal, implicaría el quebrantamiento a esta y por tanto una
ilicitud.

En tal virtud, la esencia criminal del asesinato determina una brutal forma de
muerte y es lo que precisamente la diferencia del delito de homicidio, ello
implicaría, la destrucción de la vida tutelada que posee la persona humana,
comprendiendo a cualquier elemento de agravación en el caso concreto. Pues
en esta comisión de facto, es imprescindible que una persona humana logre su
propósito criminal sobre otro sujeto con vida independiente, porque solo la
persona viva puede considerarse como sujeto pasivo del asesinato y en
consecuencia no podría atribuirse tal calidad a un cadáver o persona jurídica.
Entonces, sobre la base de ello, la perpetración de un cadáver importaría
atipicidad en su naturaleza, ya que el cese de la vida por función biológica
carecería de relevancia jurídica antes de la acción criminal, y los restos
humanos solamente constituirían objeto de derecho protegido por el Código
Civil.

Con relación al victimario del delito, este podría entenderse como un individuo
imputable, pasible de tipicidad, en calidad de sujeto activo del asesinato. Esto
es, sin distinción, pero, con disposición de alcanzar la muerte de otro, ajustado
como presupuesto determinante en la Ley penal. Pues, tal condición hoy
guardaría posible analogía con asesinos retrospectivos, ya que el hogaño de
nuestra civilización sería el escenario esencial para su perpetración criminal,
donde las grandes mafias articuladas por esbirros revelan sus más crueles actos
homicidas. Lo que conduciría al desarrollo de aspectos concomitantes en su
conducta delictiva, para innovar estrategias inimputables, integrando jóvenes
menores de 14, 15, 16 y 17 años de edad, con el propósito de formar bandas de
sicarios encomendadas al cumplimiento de su objetivo material. Debiendo
reconocer que la intención dolosa de las organizaciones criminales, se da con
el único interés de valerse de ellos, en la creencia de un supuesto libramiento
de responsabilidad penal, quedando estos sicarios mayores solo como autores
intelectuales. Teniendo en cuenta, como lo hemos afirmado en nuestro
discernimiento precedente, que este fenómeno criminal deriva producto de
hogares disfuncionales, donde existieron patrones de conducta delictuosas, o,
que el mismo menor fue víctima de malos tratos y por tanto, ha sido testigo de
ello, toda vez que, nunca tuvo afecto paternal, lo que propiciaría su integración
en pandillas perniciosas.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Realmente, la argumentación sustancial del tema se torna controvertido,


sabiendo que la implicancia de los asesinos juveniles hoy se determina solo
como adolescentes infractores de la Ley penal, entendiendo que la causa
especifica de la inimputabilidad se dirige a menores de 18 años, establecida en
el Artículo 20º, Inciso 2) del Código Penal que dice: “Está exento de
responsabilidad penal: “El menor de 18 años, porque no posee la facultad de
comprender el carácter delictuoso de su acto o para determinarse”. Por lo
tanto, este criterio lógico es insuficiente ante nuestra posición doctrinal, ya
que el concepto que se tiene de los asesinos menores de edad en la sociedad
coetánea y en consecuencia de la figura de asesinato, no corresponde a un
contexto juicioso actualizado de la Ley.

En tal sentido, es imprescindible que sobre la base de nuestro juicio, exista la


necesidad de demostrar y comprender que el comportamiento delictuoso
apadrinado por el adolescente infractor, ya cuenta con una norma específica
que se impone como regla general, a fin de sancionar las acciones de gravedad
y los asesinatos ocasionados por adolescentes infractores en calidad de autores,
regulada como actos antisociales benignos, en el Nuevo Código de los Niños y
Adolescentes precisamente en las articulaciones siguientes:

El Artículo 183º.- En su definición menciona que: “Se considera adolescente


infractor a aquel cuya responsabilidad ha sido determinada como autor o
partícipe de un hecho punible tipificado como delito o falta en la Ley penal”.

El Artículo 194º.- En cuanto a la infracción dice:

“Al adolescente que, integrando una pandilla perniciosa, lesione la integridad


física de las personas, ( … ) , u t i l izando armas de fuego, armas blancas,
material inflamable, explosivos u objetos contundentes, o bajo la influencia
de bebidas alcohólicas o drogas, se le aplicará la medida socio-educativa
de internación no mayor de 3 (tres) años”.
En el Artículo 195º.- Deviene en infracción agravada por las siguientes acciones:

“Si como consecuencia de las acciones a que se refiere el Artículo anterior se


causara la muerte o se infringieran lesiones graves, la medida socio-
educativa de internación será no menor de tres ni mayor de seis años
para el autor, autor mediato o coautor del hecho”.

Por consiguiente, es de evidenciar que las regulaciones especiales descritas, no


solo permite la protección de los intereses en defensa de los derechos de los
niños y adolescentes, sino que también, los de carácter reformador en
aplicación de las medidas socio-educativas de internación, para adolescentes
infractores (asesinos) de la Ley penal, alcanzados como curtidos delincuentes
juveniles habituados a la vida homicida. De manera tal, que ese patrón infractor
basado en la disposición pragmática del Código punitivo, pueda conseguir su
cumplimiento configurativo como una herramienta esencial para la aplicación
de la medida socio-educativa de internación que exige la norma especial de los
niños y adolescentes. Pues, el paso primario que deberá seguir el adolescente,
para considerar la infracción, es que haya transgredido la Ley penal con un
supuesto de hecho legal o fáctico, determinado como delito y que esta conducta
LAS FIGURAS DE ASESINATO

se encuentre regulado en los tipos penales del Código Penal; luego, podríamos
fijar su adecuación, con los presupuestos que ordena el Código de los Niños y
Adolescentes, a fin de alcanzar culpabilidad y sancionarlo de acuerdo a las
medidas especiales establecidas. Por ello, nuestro aporte objetivo la dirigimos
de forma concluyente y absoluta, para expresar la inadmisible flexibilidad de
las medidas coercitivas prescritas en los Artículos precedentes del Código de
los Niños y Adolescentes, dado que, la utilización de instrumentos exclusivos
que se aplica, son exiguos ante la conducta criminal juvenil, y en consecuencia
sus fines en el castigo de un asesinato inhumano, no se ajustan a la realidad
social.

Sobre todo, si se trata de jóvenes infractores de la Ley, orientados a procurar


intensamente la comisión material del tipo penal de asesinato, de modo símil
a los auténticos asesinos avezados, pues, ellos poseen dominio en su comisión
ejecutiva para alcanzar la muerte de otro, a cambio de dinero, sin considerar
un obstáculo su precipitada edad. La acritud y rasgos psicopáticos de esos
menores se tornaría análoga únicamente en el acto de perpetración, y no
existiría disimilitud en su autoría factual; porque la capacidad criminal que
disponen, alcanzaría la misma naturaleza homicida y desprecio por la vida
humana que un ducho asesino. Debiendo considerar a nuestro juicio, que en el
caso específico solo deberían encontrarse subsumidos los jóvenes mayores de
14, pero, menores de 17 años, razón por la que ellos pueden disimular y ocultar
con facilidad su preponderante conducta nefaria ante los demás, y de ahí que,
revisten todas las condiciones y características subjetivas suficientes en los
actos ejecutivos previos a su materialidad comisiva, bajo el empleo de los
elementos taxativos para su configuración típica. Aun así, estos adolescentes
del crimen, quedarían exentos de toda responsabilidad penal, ya que ante la
Ley, su conducta no reviste imputabilidad.

No obstante, ello nos conduce a la determinación de su excepción jurídica


concerniente solo al rango de los menores de 14 años, entendiendo que
podríamos estimarla como una prerrogativa privilegiada especial, debido a que
esta condición sine qua non de carácter sustancial, se encuentra entre la niñez
y la adolescencia, pues, son dos etapas las cuales se podría manejar con
procedimientos terapéuticos adecuados para su rehabilitación en estos casos.
En realidad, el Código de los Niños y Adolescentes, debería readecuarse para
alcanzar también a transgresores menores “que manifiesten dolo en su
actuación criminal”, detallada en un Artículo independiente, solo para los
casos de asesinato, entendiendo sus efectos que determinaría la modificación
especial similar a los expertos asesinos. De manera tal, que la transformación
de sus regulaciones, alcancen concienzudamente un contenido fructífero a fin
de condenar la voluntad comisiva del asesino adolescente, sabiendo que su
obrar delictivo en contra de otra persona, sólo se diferencia por la edad y no
en sus acciones criminales. Además, si de medidas correctivas se trata, debería
incrementarse tal disposición de internación, de 6 a 10 años, con más horas de
trabajo y recargado esfuerzo intelectual, y, a partir de ese punto, se
denominaría: “la innovadora medida socio educativa laboral de internación”.
En otra perspectiva, el Código Penal peruano, como potestad sancionadora del
Estado, importa prevención real y represiva, también en los actos criminales,
LAS FIGURAS DE ASESINATO

dentro del delito de asesinato, alcanzando al "Artículo 108º-A.- Homicidio


Calificado por la Condición de la víctima”, “Artículo 108º-B.- Feminicidio”,
“Artículo 108º-C.- Sicariato” y el “Artículo 108º-D.- La conspiración y el
ofrecimiento para el delito de sicariato”. Pues, ello impone que la aplicación
rigurosa de las herramientas jurídicas, se atañen además a este orden legal y
por consiguiente, castigar al transgresor de acuerdo a su perpetración bajo uso
de modalidades comisivas que condicione su agravación. Luego, su desenlace
criminal, adecuaría el encuadre del tipo penal que persiga, sancionando su
conducta específica, con penalidad determinada por la Ley.
De todas formas, cuando nos referirnos a la figura de asesinato, por considerar
factual la muerte calificada, donde las circunstancias, los móviles y medios
comisivos son determinados como calificante de agravación en la conducta
antijurídica del autor, logrando una consistente responsabilidad penal en el
sistema punitivo; apreciando que éste fundamento dogmático ha querido
demostrar la relevancia que mantienen las circunstancias de agravación, para
vincular los presupuestos esenciales del delito de asesinato, con el objeto de
incrementar la penalidad del autor en la acción criminal.

En el tipo penal de asesinato, se debe considerar bajo que modalidades


comisivas se basa el autor para materializar el homicidio calificado, luego,
precisando tenemos las circunstancias siguientes: “por ferocidad, por codicia,
por lucro o por placer, para facilitar u ocultar otro delito, con gran crueldad o
alevosía, por fuego, explosión, o cualquier otro medio capaz de poner en
peligro la vida o salud de otras personas”1. Por lo tanto, debemos asentir que
en el asesinato el autor del hecho actúa a título de dolo directo, exteriorizando
un grado máximo de peligrosidad para lograr su propósito criminal en contra de
otro, pero, lo execrable es la forma y los medios de disposición que utiliza, para
determinar su intención, ensañamiento y alevosía, en la consumación del
delito. Su proceder homicida ejercida sobre su víctima, debe manifestar un acto
básicamente directo, en razón, a que este aplica una medida de participación
autoorganizada, que permite puntualizar su objetivo criminal, y, en ese orden,
también se condiciona los medios de disponibilidad que por su eficacia logran
el resultado material.

Para ir concluyendo con la parte introductoria, la calificante de tipicidad se


constituye como un comportamiento humano que desobedece el mandato o
prohibición de la Ley, sabiendo que sus efectos traerán como resultados una
sanción penal. Debemos considerar que el asesinato u homicidio calificado, es
un tema muy relevante que comprende el Derecho penal, por reconocer a la
vida humana como el bien jurídico por excelencia de valor supremo protegido
por la ley desde su existencia. Entendiendo que la vida independiente se inicia
con el nacimiento del ser humano y a partir de ese estado de actividad es
considerado como patrimonio tutelado jurídicamente bajo el amparo de la
Constitución Política del Perú y otras instituciones internacionales que
garantizan la vida de las personas y su desarrollo para vivir dignamente en el
ámbito social; asimismo, indicar que nadie debe atribuirse el supuesto derecho
de victimar a otro bajo cualquier pretexto, ni debe destruir su propia vida,
_____________
1. Código Penal Peruano, Artículo 108°- Homicidio calificado, texto modificado por Ley N° 30253 del 24 de octubre de
2014 (se incorpora el homicidio por codicia y elimina el homicidio por veneno para incluirse solo en casos de ferocidad).
LAS FIGURAS DE ASESINATO

porque la etapa progresiva de la vida se determina sólo con la muerte en forma


natural, ello expone, por el deterioro de su salud como consecuencia de la edad
añeja. En síntesis, pese a los alcances normativos regulados por la Ley, la
Constitución Política y diversas instituciones públicas del país, encargados de
contener la represión frente a la figura de asesinato, no logra una disminución
moderada en la destrucción de la vida humana, sino, que por el contrario ésta
se incrementa gradualmente como efecto de innovadores fenómenos criminales
en el accionar comisivo del autor, pues, ese patrón conductor del tipo, hace
referencia a los asesinos asalariados menores de edad y conspiradores que
reclutan jóvenes infractores para alcanzar la supuesta inimputabilidad en su
propósito criminal. Creemos que en el fondo, esta conducta antijurídica de
asesinato, debe sufrir un severo freno en su desarrollo criminal, pues, solo el
ducho legislador podrá persistir en una transformación erudita específica, en
materia científico penal, lo suficiente para orientar su proyecto analítico y
pormenorizado en la estructura del ordenamiento punitivo y sobre todo, en las
muertes calificadas de personas humanas. Entonces, si el incremento material
mantiene su perpetuidad criminógena en los dominios poblacionales del
continente nacional, ¿Por qué? no se crea también, perspectivas jurídicas que
permitan innovar y utilizarse como instrumentos eficientes ante la destrucción
de la vida humana, sin que se tenga una valoración por ella.

Por último, en una postura admisible, hoy se puede apreciar un entorno


legislativo insuficiente que ni aun los mejores legisladores experimentados
permiten alcanzar eficacia en su metodología científica. Pues, no solo se trata
de lograr un examen riguroso sobre autoría y participación en la estructura de
los tipos penales, sino más bien, esta debe responder abarcando cuatro puntos
esenciales en su elaboración cualificada. Primero, deberá compadecerse con
las exigencias básicas, propias que demanda la sociedad de nuestro continente.
Segundo, ser considerado del principio de legalidad de los tipos penales y sus
sanciones, a propósito de la potestad punitiva del Estado. De tal forma que esa
construcción propuesta sea respetuosa de la Ley vigente. Tercero, ese modelo
debe respetar el fundamento de honorabilidad de la persona humana, como
máximo valor material al ejercicio del “ius puniendi”, pues, ello no deberá
aplicarse a personas por supuestas vinculaciones infundadas con la comisión del
delito de asesinato. Cuarto, por último, se debe preservar en este caso el
principio de culpabilidad para que el castigo penal recaiga sobre los verdaderos
perpetradores de la Ley punitiva. En suma, este cambio jurídico, de seguro
alcanzará soluciones viables siempre que las instituciones competentes ciñan
en unidad el apoyo mutuo y decisivo para su concreción.

§ 2. Antecedentes históricos

Con respecto a la procedencia etimológica de la palabra asesinato, esta podría


entenderse como el origen de la acepción “haxixi”, vocablo agareno (árabe)
que se otorgó en reconocimiento a los fieles seguidores de una doctrina religiosa
o secta, encausados por un adalid para encomendar los asesinatos, pues, antes
de la comisión estos se drogaban consumiendo “haxix” (en castellano: hachis)
mezclado con hojas de tabaco y otras sustancias alucinógenas, que serviría de
estímulo criminal, con el propósito de cumplir el ajusticiamiento. De ahí, que
sus instintos psicopáticos, adecuarían habitualidad en su conducta para atacar
LAS FIGURAS DE ASESINATO

impetuosamente y asesinar a su víctima. En otra perspectiva evolutiva, ésta


procedía de un culto ismaelita fundada por su líder Hassan bin-Sabbah2, quien
era el gran maestro, e incitador de sus seguidores asesinos para dar muerte a
personas designadas por éste. Además, “hashshashín” se identificaba por ser
una secta donde integraban asesinos por encargo, con la finalidad de cumplir
los requerimientos del líder de la secta. Luego, estos precedentes criminales
tuvieron consecuencias innovadoras en el transcurso del tiempo, contemplando
un historicismo real en la humanidad y en nuestra sociedad contemporánea, lo
que supone un pilar normativo en su fundamentación jurídica tuitiva,
interviniendo ello, como un sistema legal al amparo de todas las formas de
delitos contra la vida el cuerpo y la salud, especialmente para las muertes
ocasionadas bajo circunstancias de agravación en la figura de asesinato,
regulada hoy en el Artículo 108° del Código Penal Peruano.

En ésta parte del tema en tratamiento, se hace necesario una rememoración


fáctica ocurrida a lo largo de nuestra historia, para los efectos de clarificar los
orígenes del asesinato. Donde se recuerda la doctrina bíblica, especificando
relativamente la crónica de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín,
acto que fue universalizado como el primer asesinato que se perpetró con brutal
ensañamiento en la historia de la humanidad. Pues, ello se encuentra en el libro
de Génesis, capítulo 4, versículo 3 al 8, de la Biblia con el siguiente texto: “Caín
trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová y Abel trajo también, de los
primogénitos de sus ovejas de las más gordas de ellas; y vio Jehová con agrado
a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y la ofrenda que trajo.
Por lo que se ensañó Caín en gran manera y decayó su semblante, motivo por
lo que Jehová llamó la atención a Caín diciéndole ¿Por qué te has ensañado y
porque ha decaído tu semblante? Si bien hicieres serás enaltecido y si no, el
pecado está a la puerta y te enseñorearás de tu propio deseo. Y luego Caín
salió al campo con su hermano Abel y le dio muerte”. Bajo estas enseñanzas
sagradas, se tiene que el accionar comisivo de Caín orientada a transgredir las
normas establecidas por Dios, fueron motivadas por la envidia de su hermano
Abel, que trajo como causa fatal su muerte. La ira incontrolable y la envidia de
Caín, en este caso son los elementos básicos que impulsaron la perpetración del
delito, y por tanto, el ensañamiento en su conducta determinaría la forma de
matar. Esto es, que Caín, al asumir una nueva guisa en su conducta criminal,
implantó también una modalidad de asesinato en contra de otro ser humano
unido por vínculo de consanguinidad. Si bien, la razón de la muerte de Abel a
mano de su hermano fueron los celos, entonces, ello evidenciaría la muerte
intencional y premeditada y por ende, quedaría establecida el asesinato al
prójimo en el mundo entero.

_____________
2. Hassan bin Sabbah (Qom, Irán, 1034 – Alamut, 12 de junio de 1124), también conocido como “El Viejo de las
Montañas“, fue reformador religioso, autor y precursor de la nueva predicación o da’wa de los ismaelitas nizaríes,
que pretendía reemplazar la “antigua” da’wa de los ismaelitas fatimíes de El Cairo. Hassan bin Sabbah es la variante
persa de su nombre. Suele aparecer citado por la forma árabe, Hassan al-Sabbah o sus variantes Hassan bin al-Sabbah,
Al-Hassan bin al-Sabbah o sobrenombre Alauddin. Es le conoce por ser el inspirador y jefe de los llamados hashshashín,
palabra que ha pasado a numerosas lenguas como “asesino” o secta de los asesinos, ya que la comunidad que fundó y
dirigió utilizaba con frecuencia el homicidio político como estrategia. La mayor parte de los datos sobre Hassan y sus
seguidores proceden de sus enemigos, dado que la documentación generada por la secta fue destruida por mongoles
cuando arrasaron la fortaleza de Alamut, sede de la misma. Fuente:
http://oldcivilizations.wordpress.com/2011/12/28/la-enigmatica-secta-de-los-hashshashin/.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Efectivamente, esta forma extrema de asesinato determina en la actualidad un


aumento fáctico no solo en la manera de obtener el resultando material, sino
que también, se encuentra en la progresión agravada de su configuración
homicida. No obstante, este caso refleja un saltante modelo criminal, que a lo
largo de nuestra historia avanza desproporcionadamente, con la finalidad de
encontrar nuevas conductas accesorias para determinar su extrema agravación
frente al asesinato. Quisiéramos agregar también, que este acto constituye un
punto de inicio en el crecimiento del comportamiento criminal, sabiendo que
su tipología sirvió para buscar innovaciones delictuosas y características que
permitieron perfeccionar la forma de asesinar a su víctima.

Según el informe anual del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI)


2013, sobre Seguridad Ciudadana, es relevante reconocer, que la población
peruana convive con un alto índice de inseguridad en las ciudades, debido a la
frecuencia de robos, y de tasas intermedias de homicidios y asesinatos en la
región. No obstante, el Perú es uno de los países que tiene la percepción de
inseguridad más alta de la región por la incidencia de ciertos delitos, que se
enfrentan los residentes y turistas de Trujillo y también de Arequipa. De
acuerdo al estudio de los métodos estadísticos que precisan los resultados de
esta problemática sociológica, en el semestre del mes de abril hasta setiembre,
se evidencia que, de cada 100 personas de 15 años de edad a más, 27 han sido
víctimas de hurto, robo con arma blanca y de fuego, generando un gran daño
físico y causando un importante impacto en las víctimas de estos sectores.
Haciendo una comparación con otros sectores en ese mismo período, veremos
la diferencia que existe, como es el caso de Chachapoyas (Amazonas),
Huancavelica y Moyobamba (San Martín), donde, solo 15 de cada 100 personas
fueron víctimas.

Pese a ello, según el Plan de Seguridad Nacional en 2012, el ranking de


asesinatos fue encabezado por Tacna, seguida de Tumbes, Ucayali y
Arequipa. Posteriormente, Huancavelica, Loreto y Moquegua, que registraron
el menor índice. Sin embargo, es de precisar que, a finales de 2013, según la
Policía Nacional del Perú, los casos de homicidios alcanzaron víctimas de forma
gradual en la costa norte (La Libertad y Lambayeque) y el nororiente (Amazonas
y San Martín).

Por otro lado, una reconocida fuente de información encuestada por la


“Empresa Ipsos Apoyo”, menciona también con mucha transparencia resultados
sobre la delincuencia en el Perú, llegando a determinarse como el principal
problema social que se ha incrementado en nuestra esfera social, con un 61 %
de los peruanos en el año 2012. De igual manera, la Empresa Ipsos Apoyo refiere
que las regiones peruanas con tasas de homicidio más elevadas fueron las
selváticas: Amazonas con 30,56 y Madre de Dios con 23,31 por cada 100.000
habitantes en el año 2011, sin embargo, la región con menor violencia homicida
en el 2011 fue Pasco con 1,01 por cada 100.000 habitantes, considerando que
en esta localidad solo se registraron 3 homicidios durante todo el año. Por su
parte, la tasa promedio nacional de delitos por cada 100.000 habitantes fue de
617 en 2010, mientras que en 2011, el número promedio de delitos ascendió a
692. Fuente: Ipsos Apoyo.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

En la normativa jurídica de los Estados Unidos de Norteamérica, el delito de


asesinato tiene una calificación más acertada, considerándola como de primer
grado o agravante. Bajo este fundamento, podemos recordar un suceso muy
controvertido que tuvo lugar por el año 2004, “cuando el ciudadano
estadounidense Ryan Holle fue declarado culpable de asesinato en primer
grado, por haber prestado su auto a un amigo, que lo utilizó para perpetrar
un robo y durante la acción delictuosa trajo como resultado la comisión de un
asesinato. Posteriormente, Holle fue condenado a cadena perpetua en
aplicación de una doctrina jurídica conocida como la regla de homicidio
preterintencional. No obstante, muchos Estados de este país derogaron esta
regla condenatoria y reemplazaron por nuevas promulgaciones y
modificaciones de los Códigos Penales a fin de lograr aplicar una buena
fundamentación jurídica de los delitos y alcanzar una considerable defensa.
Fuente: Change.org.Inc.

Otra fuente: “Uniform Crime Reports” (UCR), estima que 520,000 personas
fueron asesinadas en el año 2000 en todo el mundo. Dos quintas partes de ellos
eran personas jóvenes entre las edades de 10 y 29 que fueron asesinados por
otros jóvenes. Llegando a determinar que el asesinato es el acto criminal menos
probable que no se denuncian, las estadísticas de asesinatos son vistos como un
referente de las tasas globales de criminalidad. Por lo general, las tasas de
homicidio varían mucho entre los países y las sociedades de todo el mundo. En
el mundo occidental, las tasas de homicidio en la mayoría de los países han
disminuido significativamente durante el siglo XX y ahora tienen entre 1 y 4
casos por cada 100.000 personas por año. Las tasas de asesinatos en Japón,
Irlanda e Islandia están entre los más bajos del mundo, alrededor de 0,5 casos
por cada 100.000 personas al año, la tasa de los Estados Unidos está entre los
más altos de los países desarrollados, en torno a 5,5 en 2008, con tasas en las
grandes ciudades, a veces más de 40 por 100.000. En los Estados Unidos de
Norteamérica, 666.160 personas murieron entre 1960 y 1996. Aproximadamente
el 90% de los homicidios son cometidos por hombres entre 1976 y 2005, el 23,5%
de todas las víctimas de asesinato y el 64,8% de las víctimas asesinadas por sus
parejas eran mujeres. Para las mujeres en los EE.UU., el homicidio es la primera
causa de muerte en el centro de trabajo. Pero, existe un aumento marcado de
la distribución por edades de los asesinos entre 18 y 30 años. Los victimarios se
vuelven menos propensos a perpetrar un asesinato en la medida que estos
sujetos envejecen con el transcurrir del tiempo.

En los EE.UU., el asesinato es la principal causa de muerte entre los varones


afroamericanos de 15 y 34 años de edad, desde el año 1976 hasta el año 2010,
los afroamericanos eran víctimas de 329.825 homicidios. En el año 2007, la
“Oficina Federal de Informe Suplementario de Homicidios de la investigación”
indicaron que casi la mitad de las víctimas de asesinato de raza negra fueron
de 14.990. En los años 2008 los homicidios no negligentes, eran de 3.221
víctimas negras y 3.587 víctimas blancas. Mientras que 2.905 de las víctimas
negras fueron asesinadas por un delincuente negro, 2.918 de las víctimas
blancas fueron asesinados por delincuentes blancos. Hubo 566 víctimas blancas
de los delincuentes negros y 245 víctimas negras de delincuentes blancos. La
categoría de “raza blanca" en los “Uniform Crime Reports” (fuente) incluye a
hispanos de otras razas. En Londres, en el año 2008, el 75% de las víctimas de
LAS FIGURAS DE ASESINATO

delitos a mano armada y el 79% de los sospechosos eran "de la comunidad


africana/el Caribe". La demografía del asesinato, se ven afectadas por la
mejora de la atención de trauma, que se ha traducido en una reducción de la
letalidad de las agresiones violentas, por lo tanto la tasa de homicidios no
necesariamente indica el nivel general de la violencia social. Según el estudioso
Pieter Spierenburg, las tasas de homicidios por cada 100.000 en Europa han
caído durante los siglos, desde 35 por 100.000 en la época medieval, a 20 en
1500, 5 en 1700, a menos del dos por 100.000 en 1900.

§ 3. Concepto doctrinal

En una postura conceptual, debe entenderse por asesinato la muerte de una


persona humana producida injustamente por otra, cuya conducta violenta
constituye agravación en la Ley penal y por tanto, una mayor responsabilidad
en su ejecución material. Pues, la comisión del asesinato ejercida con
premeditación, alevosía, por lucro, o para facilitar u ocultar otro delito; por el
sujeto activo, supone un diseño sustancial exacerbado en su perpetración
criminal, para considerarla presupuesto determinante del delito. La
participación dolosa del sujeto activo del delito sobre la víctima de asesinato,
es condición esencial para alcanzar la descripción típica regulada en la Ley y
como tal, merecedor de su aplicable punibilidad.

En otra perspectiva legal, el supuesto de asesinato sienta su dominio en las


figuras de comisión material, a efecto de ejecutar las acciones lesivas en la
vida de la víctima. Siempre que la conducta humana empleada por su asesino
revele extrema insensibilidad al momento de consumar su acción criminal,
precisando que se trataría de un delito contra la vida, amparada en nuestra
norma punitiva, con un específico precepto regulado en el Artículo 108º,
expresada básicamente como una sanción penal ejemplar para los autores que
la infrinjan, concurriendo cualquiera de las circunstancias agravadas
especificadas. A pesar de existir diversas formas ejecutivas de asesinato, éste
delito considera algunas acciones que puedan dar origen o que impulsen al
sujeto activo a exteriorizar sus ansias de matar a otra persona, debiendo
tenerse en cuenta, que entre los motivos más comunes tenemos: la venganza,
compensación económica o de cualquier otro tipo, bajo crueldad o agresividad,
traición o perfidia, así como por incendio, detonación expansiva, sustancias
tóxicas y otras alternativas. Por consiguiente, el crimen per se3 por su misma
naturaleza se encuentra revestido por situaciones o circunstancias que definen
la gravedad del hecho típico, aumentando el peso del delito al momento de
determinar la culpabilidad del homicida.

Entonces, podemos definir que el asesinato es la muerte violenta e injusta que


se ocasiona en forma directa a otra persona humana con vida independiente,
ya sea concurriendo cualquiera de sus modalidades comisivas o circunstancias
de agravación que estipula la normativa penal. Asesinar a otra persona es un
acto arbitrario, abusivo e injustificado, sabiendo que ésta acción se llevó a cabo
bajo un comportamiento típico que empleó el asesino para destruir la vida de
su víctima. El asesinar a una persona, significa acabar con la vida o destruir
_____________
3. Diccionario de la Real Academia Española, per se. (Loc. lat.). loc. adv. Por sí o por sí mismo. U. m. en lenguaje
filosófico, 2014.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

totalmente la existencia normal de vida propia que posee un ser humano, esto
es, que se alteró la actividad de desarrollo físico independiente del bien
jurídico vida humana, como resultado de la acción criminal de otro individuo
con características psicopáticas, que subsume su conducta desenfrenada
utilizando los elementos circunstanciales de agravación criminal para lograr la
muerte.

Este delito, se constituye como el más cruel e inhumanamente irrazonable, que


vulnera nuestro derecho a vivir con dignidad; acabar con la vida humana es un
atentado contra la humanidad y nadie debe atribuirse la decisión de matar a
otro, bajo el pretexto de un ajusticiamiento personal. Este homicidio
calificado, genera una alarma social, por tratarse de la destrucción de la vida
humana, sobre todo, cuando el asesino utiliza los elementos de comisión para
actuar con premeditación o móviles de venganza. La expresión asesinar tiene
una definición muy precisa para el Diccionario de la Real Academia Española,
que quiere decir: “Matar a alguien con premeditación y alevosía”, y, a nuestra
concepción significa: “privar de la vida a una persona humana con intención
dolosa y deliberada sin mediar justificación alguna”.

Por lo tanto, el asesinato es el homicidio ilegítimo, preparado alevosamente


con antelación para la realización del delito, en contra de otro ser humano,
pues, esta acción homicida no se encuentra consentida por la Ley o la moral.
Este estado emocional premeditado en el asesinato, destaca dentro de otras
figuras del homicidio ilegal, es por eso que, desencadena otro tipo de muertes.
El asesinato en un criterio abarcador, como ya lo hemos mencionado
anteriormente, se ha considerado desde la época antigua como el acto criminal
más relevante de la historia, por el que se le debería atribuir al autor la pena
máxima de “cadena perpetua” al igual que el delito de feminicidio. Si hacemos
una remembranza del momento en que se llevó a cabo la comisión del execrable
hecho, cuando el autor asesina a su víctima, no podemos desconocer, que al
mismo tiempo los deudos y toda la célula intrafamiliar, también asumen el rol
de víctimas de éste hecho, ya que al encontrarse subsumidos por el dolor y el
sufrimiento de la pérdida material, ellos sufren daños psíquicos en su salud. Por
lo general, los hechos punibles, concluyen siempre lesionando la psicología
familiar, pues, la afectación directa o indirectamente, tendría su origen lesivo
al presenciar el devenir de la acción o por información de un tercero. Siendo
así, tendría injerencia la muerte impresionante, que se ocasione por la misma
noticia del hecho. Entonces, cabe precisar que la lesión psíquica familiar,
alcanzada a miembros de edades diferentes, también tendría su concreción
existente, como consecuencia de la materia homicida, pero, sin embargo, ello
quedaría en un vacío legal al margen del desamparo, ya que, no existe Ley que
abarque este caso consecuente. Creemos, que al evidenciarse la culpabilidad
del asesino, donde este recibiría una sanción penal acorde a su agravación
deliberada, ello conduciría también, a examinar con suma perentoriedad, los
efectos criminales creados, que mantiene otros desenlaces secundarios en
perjuicio del vínculo familiar. Esto que, contribuiría a intensificar la aflicción
de los deudos, y por ende, talvez, hasta el desamparo de los hijos, siempre que
la víctima acaecida sea el padre, la madre, o, en todo caso, el tutor de los
menores.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Por eso, la legislación peruana debe ejercer dominio radicalmente, respecto de


infligir sanción penal del asesino, de modo similar, tener valoración eficaz sobre
la comisión factual, determinando en todo caso, el inicio de la acción, el
momento, el resultado y lo más destacable, a nuestro criterio, sería la situación
legal que corresponde a los deudos y familias dañadas psicológicamente,
enfocándolas desde una perspectiva humanamente afectiva, sin perjuicio de lo
establecido por la Ley.
Según el jurista argentino Manuel Ossorio, afirma que: “el asesinato es la acción
de matar a una persona cuando en ese hecho delictivo concurren determinadas
circunstancias de agravación”.4 Efectivamente, son afirmaciones que comparto
con gran trascendencia, ya que se evidencia claramente el hecho concreto del
tipo penal y las eventualidades que en ella pudieran alcanzar para determinar
su configuración material; me refiero enfáticamente a los presupuestos básicos
requeribles para lograr el aumento de su agravación, teniendo en cuenta que
el asesinato calificado es manifiesto: por el móvil comisivo (por ferocidad,
codicia, lucro o placer), por conexión con otro delito (para facilitar u ocultar
otro delito), por la forma de ejecución (con gran crueldad), por el medio
comisivo (por fuego, explosión o cualquier otro medio capaz de poner en peligro
la vida o salud de otras personas) o por la calidad especial del sujeto pasivo (un
miembro de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas, un magistrado del
Poder Judicial o del Ministerio Público, un miembro del Tribunal Constitucional
o cualquier autoridad elegida por mandato popular, en el ejercicio de sus
funciones o como consecuencia de ellas). Pues, lo prescindible en este caso, es
que el ejecutor factual del asesinato, deba orientar su perpetración a la muerte
de otro, alcanzando cualquier modalidad agravantes para comprenderlos en la
Ley penal.

§ 4. Sistema jurídico

En nuestro sistema penal se contempla el asesinato como un homicidio


calificado revestido de agravación, ello regula con mayor punibilidad las
responsables acciones criminales del autor, porque en el resultado material del
asesinato el autor ejecuta el evento circunstancial bajo móviles y medios
comisivos que constituyen la calificación agravada en su conducta humana, que
se trata a propósito de la culpabilidad y la pena; manifestando una extrema
peligrosidad en su voluntad criminal por los medios que utiliza, con
premeditación, ensañamiento y alevosía, pues, sus efectos alcanzan
configuración como figura de asesinato. Esta figura penal se encuentra prevista
y penada en el Artículo 108º, del Código Penal, como “Homicidio calificado”
(Artículo modificado por el Artículo 2º de la Ley Nº 30253, publicada el 24 de
octubre de 2014), cuyo nuevo contexto sería: "Será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de quince años, el que mate a otro
concurriendo cualquiera de las circunstancias siguientes:

A. Por ferocidad, codicia, lucro o por placer;


B. Para facilitar u ocultar otro delito;
C. Con gran crueldad o alevosía;
_____________
4. Ossorio y Florit, Manuel, DICCIONARIO DE CIENCIAS JURÍDICAS POLÍTICAS Y SOCIALES, página 68, Editorial Heliasta
S.R.L., Buenos Aires-Argentina-1981.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

D. Por fuego, explosión, o cualquier otro medio capaz de poner en


peligro la vida o salud de otras personas."

En esta nueva y última modificación, como se puede apreciar, el legislador a


considerado no contemplar en este Artículo la circunstancia agravada del
“homicidio calificado por la condición de la víctima”, motivo por el que, se
encuentra actualmente vigente como una figura independiente en el Artículo
108º-A, de nuestro Código Penal, asimismo, la sanción penal para los asesinos
que hayan concurrido en las circunstancias prescritas en ésta ley, que
precedentemente era de 25 años sustituida hoy por el de 15 años de pena
privativa de la libertad. Las penas aplicables para esta figura punitiva son
previstas por una sola sanción penal, alcanzando la pena privativa de la libertad
de 15 años para los autores que la infrinjan, siempre que hayan concurrido con
las circunstancias de agravación o de extrema agravación, es decir, que estas
se encuentren sujetos a otras formas o modalidades comisivas para su
configuración homicida. El legislador reconoce como asesinato al homicidio que
se perpetra bajo una pluralidad de circunstancias agravadas o de extrema
agravación, siendo éstos los siguientes: “Por ferocidad, codicia, lucro o por
placer; para facilitar u ocultar otro delito; con gran crueldad o alevosía;
por fuego, explosión o cualquier otro medio capaz de poner en peligro la
vida o salud de otras personas”, determinando éstas conductas como
modalidades o figuras del asesinato, establecidas con la finalidad de formar
parte de los elementos de agravación, siendo exigible el camino perpetrador
de cualquier modelo comisivo para su concreción típica. Por ello, ante ésta
situación, mantenemos una posición disconforme frente a la modificación del
legislador respecto de la disminución de la pena impuesta para los asesinos,
teniendo en cuenta que las circunstancias de agravación en la actualidad
siempre fueron las mismas. En realidad nunca debió alterarse o cambiarse el
curso de la sanción penal, cuando tuvo su vigencia el Decreto Legislativo Nº
896, de fecha 24 de mayo de 1998, donde la pena era de 25 años, y, por ende
una herramienta suficiente que supo refrenar eventualmente las muertes
circunstanciales del tipo. Sin embargo, hoy los asesinatos van en aumento, a
razón del poco interés sancionador que mantiene la Ley con el asesino, pues,
no les interesa ser procesados por estos delitos, sabiendo que pueden acogerse
a beneficios que les favorecerá en el futuro al ser condenados, permitiéndoles
que en poco tiempo puedan alcanzar su libertad.

En consecuencia, analizando el proceso histórico de la criminalidad, se puede


notar que el legislador no ha tomado en cuenta el curso evolutivo de la
criminalidad, por considerar un estancamiento en su criterio punitivo limitado
y benigno respecto del tipo penal de asesinato y especialmente de sus figuras
comisivas, debiendo realizarse una escala punitiva en la mayoría de casos más
perpetrados.

§ 5. Legislaciones comparadas

En esta parte del tratamiento, es básico, recurrir a la amplia legislación


comparada existente en la doctrina coetánea, con la finalidad de examinar y
establecer sus relaciones, diferencias o semejanzas en la tutela jurídica de la
vida humana relacionadas con el delito, donde el sistema jurídico contempla y
LAS FIGURAS DE ASESINATO

garantiza la universalidad del derecho a la vida en los Códigos Penales de


América y Europa, demostrando el incremento en la sanción penal con la
concurrencia de la determinante de agravación en su ejecución material. En tal
sentido, resaltaremos los códigos penales correspondientes a los principales
países de América y Europa que contemplan la tutela de la vida humana, sujetos
a su propia legislación:

a) Códigos Penales de América

• Código Penal Argentino, Artículo 80º “Se impondrá reclusión perpetua o


prisión perpetua, (…), al que matare: previstos en los incisos (…), 2), 3),
4), 5), 6), 7), 8), (…)”.
• Código Penal de Bolivia, Artículo 252º ASESINATO, “Será sancionado con
la pena de muerte, el que matare: incisos (…), 2), 3), 4), 5), 6), (…)”.

• Código Penal de Brasil, Artículo 121º, incisos (…), 2) “Si se comete el


asesinato: en los numerales siguientes: (I, II, III, IV) y 4), (…).

• Código Penal de Colombia, Artículo 104º CIRCUNSTANCIAS DE


AGRAVACIÓN, “la pena será de cuatrocientos (400) a seiscientos (600)
meses de prisión, si la conducta descrita (…) se cometiere: según los
incisos 2), 3), 4), (…) ,10), (…)”.

• Código Penal de Costa Rica, Artículo 112º HOMICIDIO CALIFICADO, “Se


impondrá prisión de veinte a treinta y cinco años, a quien mate: según
los incisos (…), 2), 3), 4), 5), 6) y 7)”.

• Código Penal de Chile, Artículo 391º “El que mate a otro (…), será penado:
según el inciso 1) (…)”.

• Código Penal de Cuba, Artículo 263º ASESINATO, “Se sanciona con


privación de libertad de quince a veinte años o muerte, al que mate a
otro concurriendo cualquiera de las circunstancias siguientes: según los
literales a), (…), ch), d), e), f), g), i), (…)”.

• Código Penal de Ecuador, Artículo 450º “Es asesinato y será reprimido con
reclusión mayor extraordinaria, de doce a dieciséis años, el homicidio que
se cometa con alguna de las circunstancias siguientes: según los incisos
1), 2), 3), 4), (…), 6), (…) y 9)”.

• Código Penal de El Salvador, Artículo 129º HOMICIDIO AGRAVADO, “Se


considera homicidio agravado el cometido con alguna de las
circunstancias siguientes: según los incisos 2), 3), 4), 5), 6) y 10)”.

• Código Penal de Guatemala, Artículo 132º ASESINATO, “Comete asesinato


quien matare a una persona: según los incisos 1), 2), 3), 4) y 5), (…)”.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

• Código Penal de Honduras, Artículo 117º “Es reo de asesinato, quien dé


muerte a una persona ejecutándola con la concurrencia de cualquiera de
las circunstancias siguientes: según los incisos 1), 2), 3) y 4)”.

• Código Penal de Puerto Rico, Artículo 92º ASESINATO, Artículo 93º GRADOS
DE ASESINATO y Artículo 94º PENA DE LOS ASESINATOS.

• Código Penal de Uruguay, Artículo 311º “Circunstancias agravantes


especiales, incisos (…), 2), 3), (…)” y Artículo 312º “Circunstancias
agravantes muy especiales, según los incisos 1), 2), 3), 4), (…)”.

• Código Penal Venezolano, Artículo 408º “En los casos que se enumeran a
continuación se aplicarán las siguientes penas: según los incisos 1), 2),
(…)”.

b) Códigos Penales de Europa

• Código Penal de Alemania, Artículo 211º ASESINATO, según los incisos 1)


y 2)

• Código Penal de España, Artículo 139º “Será castigado con la pena de


prisión de quince a veinte años, como reo de asesinato, el que matare a
otro concurriendo alguna de las circunstancias siguientes: según los
incisos 1) Con alevosía, 2) Por precio, recompensa o promesa y 3) Con
ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del
ofendido”. Artículo 140º “Cuando en un asesinato concurran más de una
de las circunstancias previstas en el Artículo anterior, se impondrá la
pena de prisión de veinte a veinticinco años”.

• Código Penal de Italia, Artículo 576º CIRCUNSTANCIA AGRAVANTE. PENA


DE MUERTE, “Se aplica la pena de muerte (La pena de muerte fue
abolida y sustituida por la cadena perpetua) si el delito previsto en el
Artículo anterior se hace: según el inciso (…), 2) (…) cuando se utiliza
un medio venenoso u otro medio insidioso o cuando hay premeditación;
(…)”. Artículo 577º OTRAS CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES. LA CADENA
PERPETUA, “Se aplica cadena perpetua si el delito previsto en el Artículo
575º es comprometida: según los incisos (…), 2) por medio de sustancias
venenosas, o con otro medio insidioso; 3) con premeditación y alevosía;
(…)”.

• Código Penal de Portugal, Artículo 132º HOMICIDIO CALIFICADO-


ASESINATO, incisos 1) y 2)

Siguiendo con el análisis metodológico de las legislaciones, nos daremos cuenta


que la tutela jurídica de la vida humana, tiene especial relevancia en el sistema
legal a nivel internacional, garantizando la universalidad del derecho a la vida.
Sin embargo, lo más saltante con relación a las sanciones legales, es que su
aplicación radical se encuentra prevista desde una mayor penalidad hasta
alcanzar cadena perpetua, siempre que el delito se haya revestido de
agravación como se menciona en los incisos ordenados por cada Ley. Por otro
LAS FIGURAS DE ASESINATO

lado, dentro de las legislaciones penales de realidad material, la conducta del


asesino es regulada de acuerdo a la forma de ejecución material y el medio
comisivo que utilizó para asesinar a su víctima; es decir, necesariamente tuvo
que haber rebasado las agravantes establecidas, para encuadrar en el tipo penal
de asesinato, y comprenderla en las legislaciones internacionales hasta
maximizar su condena con la pena de muerte.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de


Diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su
Artículo 3º garantiza que “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad
y a la seguridad de su persona”.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado el 16 de


Diciembre de 1966 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el
Artículo 6º inciso 1) dispone: “El derecho a la vida es inherente a la persona
humana. Este derecho está protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la
vida arbitrariamente”.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa


Rica, firmado el 22 de noviembre de 1969 en su Artículo 4º inciso 1) dispone:
“Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho
estará protegido por la ley y en general, a partir del momento de la
concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”.

En los países democráticos especialmente en América, se garantiza la defensa


de la persona y se le tiene como fin supremo, por ser la vida el bien jurídico
más preciado que tutela la Ley. La Constitución del Perú garantiza en su
Artículo 2 inc. 1) toda persona tiene derecho: “(...) A la vida, a su identidad,
a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar. El
concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”.

De cualquier manera, es evidente determinar nuestra satisfacción por la


consideración tutelar de la existencia humana, observando que la protección y
prevención jurisdiccional efectiva que regula la Constitución Política del Perú,
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y demás organizaciones de naturaleza análoga, donde
nuestro país siendo parte de ello, mantiene una estrecha interrelación con la
legislación comparada, aportando características equivalentes para coadyuvar
a la tutela del bien jurídico vida humana; de la misma forma, lo establecido en
el Código Penal peruano y el Nuevo Código Procesal Penal del Perú. Por
consiguiente, estas son algunas instituciones y normas encausadas con una sola
finalidad, que es la de afianzar y viabilizar la protección de los ciudadanos
dentro del continente y fuera de él, así como, la sanción penal para los sujetos
infractores de la Ley, a fin de disminuir la escala de muertes.

No obstante, en una posición contraria a la preservación de la vida tutelada por


la Ley, encontramos a la pena de muerte, como una práctica común en la
legislación comparada, inclusive en el Perú, donde la aplicación de esta máxima
pena ha formado parte de la realidad social y jurídica, admitiendo la pena de
muerte como un hecho de justicia al amparo de la Ley, siendo el caso de Estados
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Unidos y algunos países orientales. En el Perú, el legislador contemplaba la


pena de muerte en la Constitución de 1979 (Art. 235º), “por traición a la patria
en caso de guerra exterior”, lo que se mantiene vigente en la Constitución
actual de 1993. En el ordenamiento penal ya derogado, se regulaba la pena de
muerte en los casos de “homicidio agravado y violación sexual de menores
seguida de muerte”. Hoy la pena de muerte se materializa como un hecho de
cumplimiento legal, por disposición de la autoridad judicial o militar, solo por
delito de “traición a la patria” y “en caso de guerra”5. Criterio que no
compartimos por no estar de acuerdo con la pena de muerte, porque bajo
nuestro criterio resulta controvertido admitir que la Ley faculte el exterminio
de la vida humana, ni aún en caso de guerra, pues, creemos que el sistema legal
debe propiciar la readaptación social del criminal, a fin de restituir su agravio,
propiamente para que pague a la sociedad con la privación de su libertad.

§ 6. Tipicidad objetiva

La tipicidad objetiva, corresponde al análisis básico de los elementos


configurativos del delito, en este caso nos referimos al asesinato que se
encuentra integrado jurídicamente por la descripción del comportamiento
típico del autor, ejecutado por acción directa para ocasionar la muerte de la
víctima. De modo tal, que los efectos en forma "objetiva" tendría sus resultados
configurativos en el tipo penal, para enfatizar en el hecho penado y sus
componentes externos, siendo esencial aludir los siguientes elementos: “El bien
jurídico tutelado”, “los sujetos del delito”, “las circunstancias agravantes (el
iter criminis)”, “los móviles comisivo” y “la acción típica”. Mientras que el
“ánimus necandi” o la culpa en la conducta del autor son los que se subsumen
en el homicidio calificado, para constituirse como tipicidad subjetiva y
determinar su consumación. En realidad, estos elementos como principios
fundamentales, constituyen un proceso material que se encargan de la
persecución, y por ende, son los que se encuentran erigidos como presupuestos
para construir el delito, dando origen a la comisión del asesinato. Lo que se
intenta evidenciar con este examen riguroso, es que en el tipo penal la
objetividad y subjetividad siempre mantendrán un vínculo causal para la
concreción factual de la calificante de tipicidad, desde el origen de la acción
hasta su consumación. Determinando, que la disposición volitiva ejercida por
el autor, siempre revestirá los principios objetivos para revelar la finalidad de
su acción comisiva, teniendo en cuenta que ello, permitirá viabilizar el curso
de las circunstancias y características sustanciales que requiere la consumación
del asesinato.
El fundamento del tipo penal, se basa en primer lugar, a la exigencia de la
acción dolosa concurrente, que constituye “el ratio essendi”, o razón
fundamental de lo antijurídico, realizado por el autor con ánimo de matar; en
segundo lugar, requiere que la acción sea adecuada, eficaz y suficiente, para
conseguir su perpetración sobre la víctima y como resultado de ello, acaecer la
muerte. Cumpliéndose de este modo, un punto de equilibrio entre la obra
nefaria del autor y la muerte causal del sujeto pasivo. Pues, se trata de dos
_____________
5. Constitución Política del Perú, Art. 140º, que establece: “La pena de muerte solo puede aplicarse por el delito de
traición a la patria, en caso de guerra, conforme a las leyes y a los tratados de los que el Perú es parte obligada”.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

elementos que guardan simetría para encontrar necesariamente un vínculo


causal en el delito de asesinato.

En la comisión fáctica del asesinato, existen formas y modalidades típicas que


por su naturaleza incrementan gravedad en la acción, pues la actitud primigenia
del autor se basa en el dolo de matar, para adecuarla en el asesinato de su
víctima, sin importar relevancia jurídica en el móvil comisivo empleado, pues
ello, revestiría su conducta de tipicidad en circunstancias de agravación, con
el afán de alcanzar su propósito criminal, dentro de lo cual están comprendidas
las acciones siguientes: “Por ferocidad, codicia, lucro o por placer; para
facilitar u ocultar otro delito; con gran crueldad o alevosía; y por fuego,
explosión o cualquier otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de
otras personas”.
§ 7. El bien jurídico tutelado

En un criterio ampliamente dogmático, entiéndase por bien jurídico tutelado


en el tipo penal de asesinato, a la esencia de vida propia de la persona humana
como valor supremo legalmente protegido. Reconociendo que, la afectación a
la vida humana tutelada, sería determinante en la estructura y la exégesis del
delito. Pues, la aplicación tutelar de la vida humana se inicia con el nacimiento
y finaliza con la muerte natural de la persona, o, en todo caso por acción de
otro. Por ello, la vida como bien jurídicamente tutelada, encuadra también en
el peligro de la conducta cruel ejercida por el autor fáctico, toda vez que, por
un lado, los supuestos revestidos con extrema agravación corresponderían a la
perpetrada contra bienes jurídicos individuales, y por el otro, los de menor
agravación que atañe solo a bienes jurídicos institucionales, vale decir, que
lesionar la vida no es más grave que accionar contra un poder estatal.

Cuando nos referimos al bien jurídico como valor supremo tutelado por la Ley,
es porque ello, constituye las acciones inmediatas agravado amparo de la Ley y
el Estado, principalmente en defensa de la vida independiente de todo ser
humano sin distinción alguna. Igualmente, debemos precisar, que los valores y
características integrales propias del accionar humano y su resultado real,
deberán ser objeto de protección en el funcionamiento del sistema social, y
sobre todo, si son estimados por la Ley, para alcanzar gran relevancia como
bien jurídico, que garantice el respeto de una aplicación normativa eficaz en
la protección de la vida humana propia y autónoma que posee toda persona.
Pues lo que se busca con la tutela de la Ley, es el acatamiento por la vida de
las personas, sin que nadie se atribuya el pretexto de aniquilarla, de modo que
mantenga un estado de tranquilidad y paz social.
No obstante, la norma punitiva asume responsablemente la protección de la
vida del hombre, toda vez que, la búsqueda de los bienes jurídicos suponen la
concreción de cada conducta homicida, aludiendo especialmente a las
circunstancias comisivas, que son las determinantes para exacerbar agravación
en la estructura del delito y sus figuras criminales.

Se entiende que en el asesinato se tutela la vida de cualquier persona capaz de


asumir el rol de víctima, así tenemos las personas adultas o un menor de edad,
inclusive un incapaz, o, un discapacitado, es decir, la protección de cualquier
LAS FIGURAS DE ASESINATO

vida humana independiente, que haya sido víctima de asesinato bajo el empleo
de sus diversas modalidades comisivas reguladas por la Ley penal.

Por otro lado, en la revisión de la dogmática penal es exigible para la


configuración del asesinato, que se haya lesionado el bien jurídico vida de la
víctima, bajo obra de su ejecutor, actuando esencialmente con premeditación
y alevosía, y por tanto, considerado como objeto de tutela legal. Siendo así, es
inconcebible determinar un delito sin haberse lesionado la vida de la víctima
como bien jurídico tutelado.

Por consiguiente, se debe tener en cuenta que existe la posibilidad de confundir


el objeto material con el bien jurídico u objeto jurídico en el delito de
asesinato. Ya que en algunos casos los autores sólo acotaban sus proposiciones
al exponer su tesis, sin alcanzar un criterio sostenido en la lógica jurídica, y por
ende no clarificaban las expectativas del lector. Frente a ello, hemos
considerado mediante una extensa ilustración doctrinal, poner de relieve
dogmático este cuestionado tópico jurídico basado en los objetos del delito
dentro del tipo penal de asesinato, para que sirvan de fundamento al examen
que pretendemos sustentar. Que de seguro, este orden jurídico, validará
demostrar un desarrollo conceptual de cada disciplina, teniendo en
consideración el relevante interés monográfico que a continuación se detalla:

§ 8. El objeto del delito en el asesinato

Por objeto del delito en la figura de asesinato, se entiende toda persona, cosa
o interés tutelado por la Ley penal, pues, su base jurídica protegida, servirá en
la estructuración de los tipos penales. De ahí que, su composición legal
dispondría dos elementos fundamentales: “el objeto material y el objeto
jurídico”.

a) Objeto material del delito en el asesinato.

Para el Derecho Penal, el objeto material del delito, hace mención a la


víctima del hecho, que ha sufrido la acción criminal como consecuencia
del asesinato. La acción fáctica del autor que colocó a la persona sin vida,
es considerada por la Ley solamente como un cadáver o difunto, que
resumiendo, ello constituiría restos óseos o cosa. Pues, la verdadera razón
de ese cambio al estado de inercia corporal del sujeto, es lo que conoce
como “objeto material del delito”, atribuidos a un cuerpo físico sin vida.
Debiendo comprender, que el fin de la tutela al bien jurídico vida humana,
acaba con la muerte de la persona.

Discerniendo, tenemos que, cuando la lesión a la vida tutelada de la


víctima es afectada directamente, esta se denominará objeto afectado o
material. Entonces, el individuo el cual ha sido víctima de acaecimiento
homicida, deberá conocerse también como sujeto pasivo del delito de
asesinato; esto es, que el obrar comisivo del autor sobre el bien jurídico
de otro, trae sus efectos para materializar la vida. Sabiendo que el
asesinato, es un hecho especifico material de resultado inmediato, porque
LAS FIGURAS DE ASESINATO

su producción debe causar la muerte de un sujeto y a partir de ello,


considerarla como objeto material del asesinato.

En suma, el análisis de los aspectos técnicos y jurídicos del objeto material en


la estructura del delito como parte fundamental de la descripción típica del
asesinato, exige profundizar algunos requerimientos teórico - conceptual de la
materia en tratamiento. Teniendo que abordar a la vez, el juicio racional de
“objeto”, “lato sensu”6, a fin de que dicho criterio logre un entendimiento
eficaz en el planteamiento técnico-jurídico de la expresión “objeto material
del delito”. Pues, creemos pertinente basar nuestra vertida manifestación
sustancial para entender por objeto: “Todo aquello que se percibe por medio
de los sentidos, o acerca de lo cual se ejercen lo que sirve de materia o asunto
al ejercicio de las facultades mentales”. De manera similar, se define también
como objeto: “(...) lo que está delante de nosotros, lo que consideramos, lo
que tenemos como mira (...) todo lo que puede ser materia de conocimiento o
sensibilidad por parte del sujeto incluso este mismo. Lo que sirve de materia
o asunto al ejercicio de las facultades mentales”.7

De ahí, que la nutrida concepción transcrita respecto del “objeto” se torna


multívoco, a razón de los diversos sentidos interpretativos suficientes que esta
demuestra, para lograr mediante las ideas principales un resumen juicioso y
razonable. Por eso, los elementos ontológicos asociados a la estructuración del
objeto, serían: “lo material y el sujeto”, ya que ello implicaría la esencia del
ser y la realidad de sus manifestaciones, y sobre todo de sus propiedades
trascendentales; lo que permitiría encuadrar este criterio adecuado en la
disciplina técnico-científica, toda vez que, las acepciones metodológicas
empleada, evidenciarían la composición jurídica de la terminación “objeto
material”. De otro lado, es relevante manifestar que la conceptualización del
objeto, supone dos situaciones esenciales en su estructura, mientras que la
primera, contiene un criterio preciso y determinado del objeto y esta última,
que fija su consideración en la significación material8. Así, en la postura del
maestro Antolisei, tenemos que: “En su acepción formal el objeto está dado
por el derecho del Estado a la observancia de los preceptos penales. El objeto
sustancial a su vez se distingue en genérico y específico. El objeto sustancial
genérico es el interés del Estado en la seguridad de las condiciones de
existencia de la vida en común, es decir, en la propia conservación. El objeto
sustancial específico, en cambio, consiste en el bien (o interés) propio del
sujeto pasivo del delito, es decir, de la persona o ente directamente ofendido
por el delito: este varía de unos delitos a otros”9.

En resumen, es absolutamente inevitable, hacer evidente la confusión que


pudiera existir entre “el objeto material del delito de asesinato” y “el
instrumento del delito de asesinato”, teniendo en consideración, que esta
última se refiere a los elementos materiales (objeto o cosa) de los que se sirve
_____________
6. Expresión latina que significa “en sentido amplio”.
7. Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Tomo XIV, págs. 19, 20; Editorial: Montaner y Simón Editores,
Barcelona-España, 1946.
8. Bolaños González, Mireya, Malagüera Rojas, José L. EL OBJETO MATERIAL DEL DELITO. ASPECTOS JURÍDICOS Y
FILOSÓFICOS. págs. 3, 4, 5, 6; Fuente: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/31740/1/materialdelito.pdf
9. Antolisei, Francesco, Manual de Derecho Penal, Parte General, Octava Edición, p. 614, Editorial Temis, Bogotá-
Colombia, 1988.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

el autor en la comisión del tipo penal y que por su eficacia causan la muerte de
su víctima. Pues, entre los instrumentos del delito utilizados, podemos
mencionar lo siguiente: un arma blanca, pistola, fierro, palo, entre otros. En
realidad, el yerro se debe a la forma interpretativa de los instrumentos,
sabiendo que también son objetos materiales, pero, “empleados” en la muerte
de la víctima y no una víctima que ha sufrido la acción criminal.

b) Objeto jurídico del delito en el asesinato.

En un análisis lógicamente doctrinal, debe entenderse por objeto jurídico


en el asesinato, el interés que posee un sujeto jurídicamente amparado
por la Ley penal. Ello conduce a la consideración por el cual, el derecho
penal decidió la tutela de este bien, que es la vida misma de la persona
humana, frente al delito de asesinato. Pues, ante la preservación de la
vida que el Derecho penal se atribuyó tutelar, el legislador fija para este
caso concreto, la creación del delito de asesinato como base sólida de la
criminalidad. Luego, a partir de este punto, el fin supremo en defensa de
la vida hace propicio un clima de equilibrio en la generación humana
contemporánea, ya que el contenido conceptual de objeto jurídico,
revelaría una sola significación esencial para la construcción racional en
la tutela del bien jurídico como propiedad individual de la persona
humana.

En otro orden de ideas, la denominación de objeto jurídico, mantiene


conexidad con el bien jurídicamente protegible de la Ley penal, y por ende
este bien o interés que la norma protege es advertida mediante sanción
penal. Comprendiendo que el interés es la valoración total del sujeto de
la aptitud de la cosa (del bien) para satisfacer una necesidad. Pues, ello
se origina por una situación de riesgo a intereses individuales cuya
existencia incólume, se torna indispensable para el hombre y la
comunidad, y aquellos intereses integrales que resguarda el Derecho
Penal, constituyen los bienes jurídicos.

Para concluir, todo tipo penal requiere para su configuración la afectación


de un bien jurídicamente protegido, esto es, que la protegibilidad del bien
tiene existencia real como objeto jurídico; y, al atentarse contra ello,
acarrearía la responsabilidad penal del delito. De manera que, ambas
teorías “bien protegido y objeto jurídico” definen criterios distintos, pero,
dirigidas a una sola significación que alude al “bien jurídico”, pues, los
símiles conceptos a la vista, sería elemento sustancial determinante para
la construcción del delito y en consecuencia un instrumento para la
opinión juiciosa de los supuestos típicos.

En tal virtud, es evidente la confusión existente entre el objeto material y bien


jurídico u objeto jurídico, mientras que la primera, trata del objeto corpóreo
caído por acción de otro, esta última, es la persona acogida a la protección de
la Ley penal que determina la vida humana y por ende la constitución del delito.
Por eso, podemos determinar al “bien jurídico”, como expresión trascendental,
que funda discernimientos vinculantes, para asociar la esencia de vida humana
del desarrollo social y jurídico de los pueblos.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Para ir finalizando, en esta figura penal del Artículo 108º, no es exigible, ni


delimita que las personas que sufren la acción homicida calificada, tengan
alguna calidad especial para tutelar su vida, sino, más bien, lo que busca la
norma es proteger la vida independiente de cualquier persona sin distinción,
esto es, que el cargo de funcionario de autoridad de sujeto pasivo no cuenta.
Pues, la condición especial de la víctima en este caso, mantiene excepcional
concreción como una figura independiente del delito de asesinato, que solo
podrá fijarse en un hecho primordial (sólo en el caso excepcional del Artículo
108°-A, que si contempla la condición especial de la víctima). Ello, no significa
que esos funcionarios, alcanzados bajo esta modalidad calificada, al no
encontrarse en cumplimiento de la función o en actos propios del servicio, no
sean pasibles de la tutela legal, sino que, la protección del bien jurídico vida
se da en cualquier persona inmersa al tipo penal, como mandato imprescindible
de la Ley.

Por último, nadie debe atribuirse el derecho de lesionar la vida de otro, aunque
este desfallezca en un nosocomio, por una enfermedad incurable, mental o de
cualquier índole. El derecho a la vida es propia e irrenunciable para toda
persona, cualquiera sea su estado, condición o situación legal y por tanto, no
media razón o circunstancia que justifique las acciones criminales contra ella.
La vida existente de la persona humana, es la esencia que delimita el sentido
en el delito de asesinato, porque en virtud del cual podría considerarse como
bien legalmente protegido. Pues, la regulación de la vida humana al amparo de
la Ley, supone la protección eficaz del bien jurídico antes de su destrucción.

§ 9. Los sujetos del asesinato

La dualidad de personas que involucra la materialidad del asesinato, se insertan


sustancialmente en el Derecho penal, para demostrar mediante la acción y sus
efectos, la dicotomía participativa especial, discerniente de los individuos,
cuya disimilitud del rango presuponen principal accesoriedad en la tipicidad
homicida. Mientras, que el primero es el sujeto activo, considerado autor del
delito, el segundo, es el sujeto pasivo o leso, que sufre la obra del autor. En
realidad, el sujeto activo, con denominación de autor material del delito de
asesinato, es el transgresor de la Ley, que incide con disposición imputable en
contra de otro con vida independiente, ya que su conducta criminal, también
puede fijar atribución penal a cualquier persona que alcance tal calidad. En
contraste a ello, se encuentran los menores de edad y discapacitados, que no
tendrían implicancia como sujeto activo, toda vez, que su conducta dañosa no
encuadraría la tipicidad. Pero, su comportamiento deliberado no dista de poder
asesinar a otro, sin embrago, este se tornaría impune. Por otro lado, se
encuentra el sujeto pasivo o víctima del asesinato, su calidad como objetivo
material que persigue el homicida, determina muerte injustamente ilegal. En
este caso, todo ser humano vivo, lograría abarcar la condición de víctima, sin
distinción alguna, aunque el caído, sea menor de edad u otro inimputable, estos
asumirían el rol de afectados del delito.

En este sentido, tales sujetos condicionantes del asesinato, mantienen gran


trascendencia dispar de su categoría, ello, consiste en que su existencia fáctica
agravada, obedecería a la creación del tipo penal, donde necesariamente
LAS FIGURAS DE ASESINATO

contribuyen el perpetrador directo y la víctima afecta por obra de su autor.


Pues, dentro de la materialidad homicida, alcanzaría entonces, su esencia para
comprender, tanto a sujeto activo y pasivo, como factores capitales de su
naturaleza penal.

Luego, este aserto incriminatorio de los sujetos conexos, supone los elementos
irremplazables para la existencia de la acción penal, pues, la participación de
uno y otro, en el acto criminal, vincularía determinante destrucción del bien
jurídico sobre el perpetrado, y en consecuencia el origen del delito. Siendo
fundamental que la conducta vulnerable del autor material, sea impulso de su
acción, con conocimiento del resultado deseado. Debiendo comprender que, el
acto indispensable de los sujetos del delito en el asesinato, no alcanzaría
punibilidad, si ambas calidades no fueran dependientes, para la formación del
hecho.

Para sintetizar el introito, son pasibles de estimar también, como integrantes


del delito, a víctimas con calidad especial, toda vez que, la Ley mantiene
aplicación penal, comprendiendo entre ellas a altos funcionarios del estado,
según lo regulado en el Artículo 39º de la Constitución Política del Perú,
encontrándose en ejercicio de sus funciones. Del mismo modo, si estos sujetos
son constituidos como perpetradores del asesinato, alcanzaran agravación
penal, por el rol asumido como verdaderos criminales en la configuración del
delito. Siendo irrelevante para esta Ley, que los sujetos tanto activo como
pasivo, se sitúen en función laboral pública.

a) Sujeto activo

En toda acción homicida, es vital, la participación criminal de cualquier persona


en calidad de autor, su capacidad imputable debe exteriorizar necesariamente
su conducta cruel e inhumana en la comisión penal. Por lo general, se estima
que el autor, constituido un perpetrador del asesinato, es uno de los elementos
jurídicos esenciales en la existencia del delito, pues, mata a otro con
ensañamiento, so empleo de causalidades agravantes, sabiendo que para tales
efectos, su acto reviste incremento penal en la Ley. La exégesis de la obra,
respecto del autor del hecho, se encuentra facultado en la norma punitiva como
fondo principal de la cuestión en tratamiento, su comportamiento doloso y
lesivo deberá encuadrarla sobre su víctima, para la calificación de la figura
típica.

Por eso, es de reconocer que, la disposición del autor en la muerte de otro


produce notable relevancia en la calificante de tipicidad, instituyendo su
accionar como presupuesto fundamental en la Ley, a fin de estructurar también
en su conducta criminal, la gama penal de modalidades del asesinato y el
resultado muerte agravada.

No obstante, la voluntad propia del autor, por su naturaleza criminal debe


alcanzar los requerimientos del homicidio calificado en su máxima agravación
penal. Siendo irrelevante, atribuir imputabilidad penal a un incapaz, menores
de edad o discapacitados, entendiendo, que la condición de autor en el caso
LAS FIGURAS DE ASESINATO

concreto, pueden también ser perpetradores, pero, instrumentalizados por un


mandante del delito, sin poder adecuar su actuación en la Ley penal.

El sujeto activo del delito, puede evidenciar otras denominaciones de orden


jurídico, como: obrante, transgresor, infractor, contraventor, delincuente,
perpetrador, asesino, agente, victimario, entre otros. No solo porque en la
autoría y participación del hecho, la condición o género de algunos autores se
torna irrelevante, sino más bien, lo que prima en la comisión penal sea hombre
o mujer o de cualquier índole, es la capacidad delictuosa para materializar el
asesinato. Por ello, nuestro ordenamiento punitivo, identifica al sujeto activo
en el contenido de sus preceptos legales refiriéndose con las expresiones: “(…)
si el agente pudo prever (…)” Art. 121° CP., “El autor del delito (…)” Art. 134°
CP., “un imputable relativo (…)” Art. 77° CP.; aludiendo preferentemente a
los hombres con virtud para quebrantar la Ley.

Otro orden expresivo, sería bajo el empleo de artículos gramaticales: "el", "los",
"la", que van antepuesto a los fundamentos jurídicos para indicar que el
referente es conocido y suponen que el sujeto o autor del hecho sea cualquier
persona, lo que nos lleva a clasificarlos como delitos impropios, debido a que
la perpetración fáctica es cometida por un sujeto sin distinción. Por eso, es
preciso señalar que en las terminologías extraídas de la norma, se siguen
evidenciando diversos diseños determinantes como: “(…) el que mate a otro
(…)” Art. 108° CP., “La madre que mata (…)” Art. 110° CP., “El médico,
obstetra, farmacéutico (…)” Art. 117°CP., “un toxicómano o alcohólico
imputable (…)” Art. 77° CP., y otros; con el fin de reconocer específicamente
la designación del ejecutor del asesinato y considerarlos como delitos propios,
debido a que sólo los sujetos que se menciona en las regulaciones, son pasibles
de imputación del delito.

Finalmente, es de apreciar que, todo sujeto activo del asesinato, debe tener
características exclusivas para considerar su comportamiento humano, como
incriminable, y en consecuencia, que manifieste intención abyecta, orientada
a la ejecución de su objetivo criminal.

b) Sujeto pasivo

Otro aspecto valioso en el delito de asesinato, es la intervención del sujeto


pasivo en calidad de víctima, que sufre la muerte por acción de otro, pues ello,
debe entenderse como la vulneración homicida sobre una persona viva a manos
de su asesino. La tipicidad alcanzada en la vida de la persona humana, es
tutelada por la Ley, y sobre esa base legalmente erigida, acredita al sujeto
pasivo dentro del Derecho Penal. Por eso, hoy la figura de asesinato ciñe con
énfasis, al individuo titular de un interés que sufre el asesinato bajo cualquier
móvil, a propósito, de considerar elemento constitutivo para la composición
doctrinal de su estructura criminal.

De igual modo, no podemos desconocer la situación real del sujeto privado de


su vida, encuadrada en el tipo como objetivo básico del autor material, su
denominación en el sistema punitivo pone de manifiesto, la meta intencional o
el fin, necesarios en el logro criminal y por ende exigibles en la figura
LAS FIGURAS DE ASESINATO

determinante con potestad tuitiva vinculadas a la víctima. Sin duda, este


tratamiento doctrinal conserva su naturaleza penal in extenso, entendiéndose,
que la realidad inherente del transgredido de la Ley, presupone entidad
adquirida por el acto homicida de agravación ejercida sobre ella, de manera
que la representación en el tipo criminal se inserta como uno de los pilares
esenciales del sistema jurídico, pues, la inseparable forma simétrica exigible
por la Ley, radica en la sustancia de ambas para hacer fluir el delito de
asesinato, es que tanto víctima como agente mantendrán estrecho vínculo de
causalidad en la acción. Siendo ilógico pensar que la acción y el resultado del
asesinato, haya sido perpetrado por un solo sujeto del delito sin acaecimiento
de la víctima.

La norma punitiva es clara cuando precisa que, la calidad de víctima producida


por acción de otro, puede referir a cualquier sujeto con vida independiente,
teniendo en cuenta la necesidad lesiva a la vida de una persona subsumida en
el resultado material. Lo característico en el ser humano carece de relevancia
jurídica, pudiendo determinar a todo individuo capaz de asumir tal calidad, sea
adulto, joven, hombre o mujer, en uso de sus facultades físicas y mentales,
inclusive menores de edad, un incapaz, o, en todo caso la persona limitada de
sus derechos, para ubicarla como sujeto pasivo del homicidio calificado
tutelado por la Ley. Luego, a partir de este punto, conviene reconocer el modo
jurídico del designio de las acciones propias e impropias acaecidas en la
víctima, para expresar mediante terminología sustanciosa legal, reguladas en
las siguientes articulaciones: “(…) mate a otro (…)” Art. 108° CP., “(…) muerte
de una persona (…) Art. 111° CP.; son consideradas en la doctrina como sujetos
pasivos impropios, señalando a cualquier persona que ha sufrido la acción
homicida. Por otro lado, los sujetos pasivos propios son aquellas personas que
se identifican por su designación directa a quienes se les vulneró la vida como
bien jurídico tutelado, es decir, de víctimas que han recibido la acción homicida
en forma violenta y brutal; y, sólo así, serán titulares de alcanzar amparo
jurídico al margen de la Ley. Por tal motivo, el sujeto pasivo en la Ley se puede
determinar de la siguiente manera: “(…) mata a un miembro de la Policía
Nacional, de las Fuerzas Armadas, a un magistrado del Poder Judicial o del
Ministerio Público o a un miembro del Tribunal Constitucional o a cualquier
autoridad elegida por mandato popular (…)” Art. 108°-A CP., “(…) mata a una
mujer (…)” Art. 108°-B CP., “(…) mata a su hijo (…)” Art. 110° CP., “(…) cuando
la víctima sea menor de catorce años, (…)” Art. 121°-A CP., haciendo de estas
expresiones dogmáticas, el conocimiento denominativo del sujeto pasivo, para
los efectos de demostrar a quien va dirigido el interés protegido de una persona
específica.

Por consiguiente, cuando nos referimos sobre la persona individual, estaremos


involucrando a toda persona física o natural, propia e impropia capaz de asumir
el rol de sujeto pasivo del delito, como el caso del concebido en el delito de
aborto, el niño o hijo en el infanticidio y la mujer por su condición de tal en el
feminicidio.
§ 10. Características del asesinato

El asesinato, como causa vulnerable contra la vida humana, constituye en su


estructura material, el acto extremo más infame y abyecto, las características
LAS FIGURAS DE ASESINATO

fundamentales que pueda determinar en la imputabilidad, se funda en la


formación del tipo penal, ello, en disimilitud de otros supuestos contra la vida el
cuerpo y la salud. Estas peculiaridades se presentan en el siguiente orden:

a) La figura del asesinato, representa la sustancia conceptual que faculta


tipificar las disímiles modalidades comisivas de agravación, dentro de las
cuales, presupone también, abarcar el homicidio calificado por la
condición de la víctima, feminicidio, sicariato y la conspiración y el
ofrecimiento para el delito de sicariato.

b) Es una figura independiente, por considerar un hecho que sobrepasa los


límites de violencia, atenta directamente contra la vida humana, no
depende de ningún otro delito para alcanzar consistencia jurídica. La
perpetración del asesinato, se consuma por un solo acto eficaz, sus efectos
homicidas, son necesariamente ocasionados por el autor material, bajo
acción dolosa.

c) Es un hecho de resultado material, debido a los efectos precisos, dirigidos


a producir la muerte del sujeto pasivo. Pues, el sujeto asesinado por
acción de su autor, tendría suma injerencia en la consecuencia material
del delito.

d) Es un hecho de ejecución instantánea, en razón a que destruye el bien


jurídico vida humana protegida, de forma específica. Su naturaleza
criminal ejercida, sucede bajo ajusticiamiento rápido, refiriéndose con
énfasis, al impulso momentáneo del autor, que lo llevó a matar
inmediatamente. En esta posición, el comportamiento agravado del autor,
revestiría la forma, el medio y los móviles, para utilizarlos en la muerte
de la víctima, exteriorizando peligrosidad mayor en su intención de
asesinar (ánimus necandi), que le permita accionar contra otro, de modo
cruel y vertiginoso.

§ 11. Presupuestos del asesinato

Los presupuestos inherentes, propios del delito de asesinato, hacen referencia


de los elementos básicamente típicos, que exige la Ley punitiva para
determinar su configuración penal, admitiendo que la conducta típica mantiene
gran relevancia en el hecho punible, siempre que este comportamiento
constituya acción directa determinante en la concreción del delito. Pues, ello,
se traduce en la necesaria perpetración material del asesinato, so empleo de
acciones circunstanciales, que permiten exacerbar su calificación criminal,
siendo requeribles en la Ley, el cumplimiento de los presupuestos básicos para
la estructuración del delito.

En realidad, los presupuestos fundamentales del asesinato importan suma


consideración en las Ciencias del Derecho Penal, sobre todo, si trata de aquellos
antecedentes jurídicos vitales para la ejecución del comportamiento fáctico reseñado
al interior del tipo penal precisamente en el Código Penal, y por tanto, una validación
preponderante del delito. Esto impone distinguir, que esos elementos o situaciones no
solo deben existir antes de la comisión del asesinato, sino que ello, también
LAS FIGURAS DE ASESINATO

atañe como complemento de auténticos factores y tipos que integran la


construcción básica del tipo.

En tal sentido, los presupuestos del tipo penal facultan los elementos siguientes
para la configuración del delito:

a. Que la víctima se encuentre con vida antes de la acción homicida.


b. Que la muerte del sujeto pasivo sea ocasionada por circunstancias
agravantes específicas o de extrema agravación.
c. Que la muerte ocasionada al sujeto pasivo se haya consumado por móviles
de: ferocidad, codicia, lucro o por placer; para facilitar u ocultar otro
delito; o con gran crueldad o alevosía; por fuego, explosión o cualquier
otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras personas.
d. Dolo o ánimus necandi, que consiste en la voluntad del agente para
perpetrar el asesinato.
e. Nexo de causalidad entre la acción homicida agravada o de extrema
agravación y el resultado muerte de la víctima.

Por tanto, la argumentación proporcionada, fijará transcendental existencia


del hecho típico decisivo, para determinar punibilidad en la muerte que se
desea perpetrar, bajo empleo de sustanciales acontecimientos de mayor
intensidad del delito, que de seguro contribuirán al abyecto resultado criminal
y principalmente al logro desproporcionado del incremento penal. Pues, ello no
dista que los presupuestos de tipicidad también incluya el propósito criminal
del autor sobre víctimas menores de edad, ancianos, discapacitados, madres
gestantes, o en todo caso como consecuencia de la trata de persona, ya que
aquellos, se encuentran regulados en otras articulaciones, debido a que el
legislador no aplicó un proceso de actualización en la Ley, para incorporar y
adecuarlos como asesinatos excepcionales.

§ 12. Las circunstancias atenuantes


Para el Derecho penal, el caso de los atenuantes (disminución de la gravedad
penal) debe entenderse como el cambio producido por una persona en
respuesta a un estímulo criminal, concerniente en la acción de la víctima que
resiste o se opone a otra acción injusta de carácter delictivo, y por ende, su
actuación se torna en sentido contrario a ella. Pues, la reacción violenta
espontánea de la víctima, evidenciaría la materialidad homicida atenuada de
responsabilidad en la Ley penal, porque la gravedad del delito en el caso
concreto determinaría una disminución de su actitud opositora carente de dolo,
para alcanzar un desenlace incidental de legítima defensa10 o lo que se conoce
como un acto en defensa propia.

Por eso, resulta válido ilustrar la eximente casuística jurídica, que pone de
manifiesto tal eventualidad circunstancial, para demostrar que la defensa
intrínseca de una persona es inevitable ante el ataque criminal de otro, siendo
el caso del sujeto atacado por un delincuente para robarle, es amenazado con
un arma blanca, sin saber que su víctima era un efectivo policial de civil; el
_____________
10. La legítima defensa, es la acción justificada que se aplica a la realización de un hecho de naturaleza penal,
exonerándolo de toda responsabilidad al autor, reduciéndole la sanción ante la ejecución de una conducta antijurídica.
Artículo 20º del Código Penal peruano.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

atacante al darse cuenta que no traía dinero, se llena de ira y le infiere


puñaladas en el cuerpo, la víctima reacciona disparándole un tiro con su arma
y lo mata. Pues, se entiende que en todo hecho delictuoso prima la vida de la
víctima, aunque atribuya la calidad de sujeto activo por haber actuado con
inmediata reacción frente al ataque del delincuente, sabiendo que el mismo
sujeto inició hiriendo de gravedad a su víctima y producto de la acción, recibe
un disparo mortal de su víctima, determinando que el acto fue en defensa de
su propio bien jurídico, para detener que siga infiriéndole puñaladas.

Es de apreciar que en el acto comisivo, la modificación sufrida por el atacado,


fue el detonante para constituir su defensa atinada, pues, al encontrarse en un
estado pasajero de nerviosismo y alteración por las circunstancias ocurridas que
sobrepasó el límite de su enfrentamiento, ello, sin embargo transfiguró su
calidad de víctima a victimario, debiendo reconocer que se trata de un típico
caso cuestionado por la Ley, para evidenciar el grado de culpabilidad de ambos
sujetos mediante procedimiento técnico valorativo y exhaustivo análisis
doctrinal. Lo real, es que no existe justificación en la muerte causada, pero, la
ponderable razón que tuvo la víctima en el crimen consecuente, fue obligar la
adopción de una conducta humana diferente, a efecto de transformase hoy en
un eventual perpetrador del delito de asesinato, que se torna insuficiente para
el legislador, debido a la falta de presupuestos necesarios para su configuración
material. De ello se discierne que, el hecho fortuito propiciado por el atacante,
desencadenó su propio deceso y por tanto la naturaleza fáctica en la reacción
de la víctima no reviste dolo homicida. La Ley es clara cuando precisa las causas
que eximen o atenúan la responsabilidad penal, prevista en el Artículo 20º,
inciso 3), parágrafo a), sobre inimputabilidad, expresando que: “Está exento
de responsabilidad penal: El que obra en defensa de bienes jurídicos propios
(…), siempre que concurran las circunstancias siguientes: a) Agresión ilegítima;
(…)”. Entonces, por lo regulado, este orden jurídico relevante en el marco de
estudio de la Legítima Defensa, es el criterio racional que incluye solo aspectos
objetivos para estructurarlas en el principio de justificación, pero además,
distinguiendo el juicio de “agresión”, que revelan a su vez, variantes y
actuaciones que la Ley penal pretende alcanzar so expresión sustancial.

De cualquier manera, el examen riguroso de agresión ilegítima, supone un


discernimiento de acción finalista que influye básicamente la defensa privada
consentida por la legislación punitiva, de forma que el propósito primordial
logre demostrar su inimputabilidad ante un acto de tipicidad. En virtud del cual,
los preclaros aportes de tratadistas renombrados en justa correlación, opinan
respecto de la materia en estudio, con el afán de fortalecer la Ley penal y
principalmente de la cuestionada reacción oportuna, como efecto factual de
violento acto homicida originado por un agresor.

Para el jurista Laje Anaya, la agresión ilegítima se define como “toda acción
actual ejercida sin derecho que pone en inminente peligro o lesiona un bien
jurídico ajeno”11. Luego, examinando este criterio, es el acto transgresor
flagrante de un bien, acaecido sobre otro que obra dañando, para defender su
propia integridad sin anunciar sus efectos. Pues, para mantener fijación real o
_____________
11. Laje Anaya, Justo, “Homicidios calificados”, p. 823, Ed. Depalma, Buenos Aires-Argentina, 1970.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

próxima ante una acción, es requisito vital la protección sin venganza, ya que
el empleo de esta última, no encuadraría en la legítima defensa.

El maestro Raúl Zaffaroni, sostiene que la agresión ilegítima, “debe reunir tres
órdenes: debe ser siempre una conducta humana, agresiva y antijurídica”12, de
modo tal, que la figura causada por el provocador, debe necesariamente añadir
gresca lesiva a su acto, que complemente efectos contra derecho.

En la concepción de Hans Jescheck, agresión, es “toda lesión o puesta en


peligro, por parte de una persona, de un interés del autor o de otro protegido
por el ordenamiento jurídico”.13 Analizando el texto tenemos que, la situación
dañosa del agresor sobre una persona humana, puso de manifiesto su propia
consecuencia criminal al amparo de la Ley. De ello se infiere, la acción del
agresor que quiso determinar, sin pensar en la proximidad de su muerte, que
sería legalmente contraria frente a la protección de vida propia.

En una perspectiva netamente personal, podemos precisar que sobre los cuales
versa el mismo criterio definido del penalista Hans Jescheck, siendo la más
acertada respecto de la agresión ilegitima, especialmente, cuando describe la
producción no deseada del causante de la obra nefaria orientada al daño, pero,
probablemente imperioso y previsible concluye admitiendo su resultado, lo que
fijara colegir como un fundamento referido al sujeto pasivo agresor sin
responsabilidad penal.

Según el profesor Claus Roxin, considera la agresión como “la amenaza de un


bien jurídico por una conducta humana”.14

Debemos tener en consideración, que el valor de los elementos de justificación


y el dolo eventual en los hechos comisivos, desarrollan papel esencial en la
eximente de responsabilidad de la legítima defensa. Así, es imprescindible que
la conducta suministrada no solo revista antijuridicidad, sino que también
inflija instantánea o inminentemente daño material a bienes jurídicos carentes
de legalidad.

Lo controvertido en la causa de inimputabilidad, es que la legítima defensa


subsume el proceso de conversión de categorías, tanto la calidad antijurídica
del autor fáctico como el de la víctima afectada por la acción, siendo relevante
reconocer que este cambio de posición no querida pero sí probable de sujeto
del delito, concluiría necesariamente con la aceptación típica del autor. Por
eso, la naturaleza de los hechos en el caso concreto, permitirán la concurrencia
de cuatro factores elementales para su configuración, siendo, la culpabilidad,
el dolo eventual, la probabilidad y aceptación, presupuestos determinantes en
la estructura penal, pues, el paso exigido de la víctima revestida de autoría en
situación de peligro inminente o inmediato, tuvo efectos en tutelar su propio
bien jurídico vida humana. Este fugaz suceso de eventualidad de sujetos del
_____________
12. Zaffaroni Eugenio Raúl, Tratado de Derecho Penal-Parte General, Tomo III, Editorial “EDIAR”, Cit. p. 595, Buenos
Aires-Argentina 1981.
13. Jescheck Hans-Heinrich, Tratado de derecho penal: Parte General, cit. p. 461, Editorial “BOSCH”, Barcelona-
España, 1981.
14. Roxin Claus, Derecho Penal Parte General, Tomo-I, pág. 611, Editorial “CIVITAS S.A.”, Madrid-España, 1997.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

delito en la figura de asesinato, a nuestro criterio, debería considerarse como


“una consecuencia no querida, posible aunque no previsible”, ya que, el sujeto
pasivo nunca tuvo intencionalidad criminal, sino que sólo, fluyó la reacción
defensiva frente a la acción de su atacante.

Por otro lado, es atendible la eximente de responsabilidad del autor resistido,


porque la norma punitiva exige como elemento esencial para este tipo penal,
que la muerte se haya llevado a cabo como consecuencia de un hecho fortuito,
y es precisamente que a partir de ello, se pretende demostrar con fundamentos
de análisis teórico, basados en los preceptos sustentatorios de la normativa
legal explicados precedentemente, para la comprobación de los hechos
concretos, a fin de regular con eficacia las atenuantes en la determinación de
la pena; así como la valoración de una eximente que implique establecer la
pena ínfima y gradual a la regulada por la norma penal.

Bajo esta base, que el concepto de legítima defensa se encuentra actualmente


vigente, por haber sido materia de estudio de muchos juristas; reconociendo
que esta circunstancia es una institución jurídica de carácter universal, ya que
es identificada por todas las legislaciones a nivel mundial, y, distinguida por el
Papa Juan Pablo II, quien la definió también como “el derecho a la vida y a la
obligación de preservarla”15
Para concluir, es básicamente exigible que en las circunstancias eximentes de
culpabilidad dentro de la legítima defensa, exista agresión ilegitima, que
constituya provocación o perentoriedad de daño mortal de un bien tutelado por
la Ley, omitiendo a propósito de la protección de ese bien, siempre que tal
provocación provenga de sujetos con capacidad penal. Pues, en este acto de
libramiento penal, la causa de justificación debe orientarse a hechos actuales
o inminentes, no debe evidenciar terminación factual, dado que el solo concluir
del evento, dejaría sin efecto la causal de justificación.

§ 13. Las circunstancias agravantes

En la figura de asesinato, podemos distinguir gran pluralidad de elementos


circunstanciales específicos, que van unidos a la sustancia criminal, siendo
motivo suficiente para desencadenar gravedad en las acciones comisivas e
incremento recargado en la sanción penal del sujeto activo. Ello, enfatiza,
especialmente a la estructuración del delito, para referirse a las modalidades
o figuras del asesinato que utilizará el autor del tipo penal, como patrón de su
conducta homicida encaminada al aumento punitivo de la Ley.

En este diseño criminal, el autor manifiesta diversas formas comisivas en su


accionar típico, de manera que su finalidad primaria es causar la muerte de
otro, so aprovechamiento de elementos antijurídicos que revelan mayor
culpabilidad y perversidad del autor. Pues el modo típico de la actuación
criminal empleada por el autor, debemos entenderla como circunstancias de
agravación, detalle que concierne a la premeditación con que se comete la

____________
15. Código Civil argentino, Artículo 2470º “LEGÍTIMA DEFENSA, Vigente.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

acción, ya que este elemento de proyección del tipo decide la ejecución


material del delito y por ende, acondiciona la preparación para consumación la
muerte. En realidad el acto, preestablecido y calculador es el que precisamente
contiene elevada intensión de dolo criminal y deliberada facilidad para
perpetrar el hecho. Sin embargo, ello no dista que se pueda ejecutar el acto
con apatía, desafecto y serenidad, sabiendo que la clase de sentimientos
aplicados al tipo penal determinarían recargada peligrosidad. Además, la
alteración de características esenciales homicidas, contribuye a transformar el
comportamiento del autor para actuar con gran crueldad y violencia extrema,
resultando apropiado también que el incremento factible de responsabilidad,
apoye de manera establecida la imposición de la pena más grave.

La norma punitiva, no contempla la peligrosidad extrema del asesino, sino más


bien su comportamiento en la ejecución del hecho criminal que ocasionó,
produciendo un encuadramiento básico con el móvil, los medios comisivos y
especialmente el momento en que se perpetró el asesinato; entendiendo que
antes de llevar a cabo la muerte de la víctima, el autor empleó como medio
esencial la premeditación, lo que pone de manifiesto la alevosía y ventaja para
determinarlas como presupuestos de extrema agravación, y, precisar el dolo
específico en el delito. Luego, tenemos que la calificación valorativa de nuestro
ordenamiento penal frente a cada conducta antijurídica, dependerá siempre
que se haya concurrido de acuerdo a las circunstancias de agravación prescritas
en las modalidades, por ferocidad, codicia, lucro o por placer; para facilitar u
ocultar otro delito; con gran crueldad o alevosía; por fuego, explosión o
cualquier otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras
personas.

§ 14. Clasificación del asesinato

La muerte bajo circunstancias agravadas o de extrema agravación, se estriba


del acto cruel de asesinato, la relevancia de su clasificación radica de acuerdo
a los principios básicos y elementos descriptivos del tipo penal. Sin embargo, el
interés nuestro es el de organizar los modelos calificados con una estructura
específica y lograr que cada una de ellas se constituya como un diseño esencial
en las circunstancias de la comisión, los móviles y los medios de ejecución. En
esta función clasificatoria, nosotros innovaremos designando a cada una de las
circunstancias de agravación contenidas en el Artículo 108º anteponiendo la
expresión “asesinato” seguida de la agravante, sin contravenir o vulnerar el
contenido regulado por la Ley; refiriéndonos especialmente al designio de las
modalidades comisivas del delito de asesinato, por ser éste un homicidio
calificado que se contempla con mayor responsabilidad penal. Estos elementos
o modalidades comisivas, son constituidos en el asesinato con la finalidad de
demostrar y detallar el diseño orgánico clasificatorio de las circunstancias
determinantes de agravación, atribuidos para cualquier autor que las perpetre,
siendo necesario identificar también la forma y los medios comisivos que se
emplearon revelando un desprecio por la vida humana y una mayor peligrosidad
en su consumación. En realidad, el objetivo nuestro es el de viabilizar este
diseño metodológico de clasificación en las figuras del asesinato, para brindar
un buen entendimiento en la comprensión y una mejor ilustración del lector,
llevando a cabo un desarrollo impecable en el siguiente orden normativo:
LAS FIGURAS DE ASESINATO

14.1. Homicidio calificado por el móvil comisivo (por su


motivación)

14.1.1. Asesinato por ferocidad, codicia, lucro o por placer

a. Asesinato por ferocidad


b. Asesinato por codicia
c. Asesinato por lucro
d. Asesinato por placer

14.2. Homicidio calificado por conexión con otro delito

14.2.1. Asesinato para facilitar u ocultar otro delito

a. Asesinato para facilitar otro delito


b. Asesinato para ocultar otro delito.

14.3. Homicidio calificado por la forma de ejecución

14.3.1. Asesinato con gran crueldad o alevosía

a. Asesinato con gran crueldad


b. Asesinato con alevosía.

14.4. Homicidio calificado por el medio comisivo

14.4.1. Asesinato por fuego, explosión o cualquier otro medio capaz


de poner en peligro la vida o salud de otras personas

a. Asesinato por fuego


b. Asesinato por explosión
c. Asesinato por otro medio capaz de poner en peligro la vida o
salud de otras personas.

§ 15. Modalidades comisivas del asesinato

Por modalidades comisivas del tipo penal de asesinato, deberá entenderse toda
circunstancia de agravación como medios de ejecución material, se evidencian
como figuras erigidas por la específica agravante, que concurre esencialmente
en el hecho delictivo, debiendo subsumirse inseparablemente de los elementos
constitutivos del delito, para lograr exacerbante incremento de responsabilidad
penal. Su consecución en la conquista de la muerte de otro, hace del delito la
búsqueda de nuevas formas o figuras en su ejecución penal, pues, esas guisas
criminales son las que se precisan en la Ley, como conducta voluntaria que
siempre se encuentra precedida por un proceso motivador, antes de obrar.
Siguiendo, la concurrencia del hecho delictuoso, no depende de la existencia
del delito, sino sólo de su gravedad; ya que, la norma punible detalla el modelo
específico y la forma como mediante las modalidades del asesinato, el autor
LAS FIGURAS DE ASESINATO

llevará a cabo la criminalidad del tipo, para los efectos de alcanzar mayor
incremento en la responsabilidad punitiva. Lo que tratamos de demostrar, es
que la norma al legislar la figura en base a la peligrosidad del autor, estaría
revelando también el comportamiento revestido de tipicidad, su especial
relevancia por el móvil comisivo, los medios y las acciones circunstanciales que
utilizó en el proceder homicida, y por tanto, es una actuación antijurídica que
establece mayor transcendencia.

Para finalizar, las circunstancias agravantes pueden ser de carácter personal,


que hacen referencia a la disposición moral del delincuente, a sus relaciones
particulares con el ofendido o cualquier otra causa personal. También son de
carácter objetivo, porque consisten en la ejecución material del hecho o en los
medios empleados para realizarlo. En suma, estas formas homicidas mantienen
innovador procedimiento en el autor del hecho, para ejercer poder en su acción
comisiva, pues sus características y procedimiento criminal, se puntualizan más
delante de manera individual, en razón a un mejor alcance del tema.

§ 16. Materialidad del asesinato

La figura de asesinato como supuesto calificado, evidencia la destrucción total


del bien jurídico vida humana encontrándose bajo circunstancias que define su
naturaleza agravada o extrema, frente al obrar fáctico que concluyó el autor,
produciendo en respuesta a ello, compromiso punitivo de mayor inclemencia
respecto del hecho homicida.

Por lo conceptualizado, el asesinato supone la construcción de un homicidio


básico agravado, su conducta típica requiere de mayores circunstancias
necesarias para adecuar su esencial agravación, y alcanzar consecuentemente
calificación con gran culpabilidad penal, de acuerdo a las imperiosas
modalidades criminales, que determina el delito de asesinato, siendo el
homicidio por ferocidad, codicia, lucro, placer, para facilitar u ocultar otro
delito, con gran crueldad, alevosía, por fuego, explosión, o cualquier otro
medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras personas. Del mismo
modo, en el Artículo 108-A, del Código Penal, existen otros elementos de
agravación motivados a recargar la sanción penal del autor, debido a la
condición especial de funcionario público que tiene la víctima y que
principalmente sea un miembro de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas,
un magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, un miembro del
Tribunal Constitucional o cualquier autoridad elegida por mandato popular, en
el ejercicio de sus funciones o como consecuencia de ellas, es decir en el acto
propio del servicio. En los casos de víctimas con calidad especial, el asesino
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinte años;(*)
siempre que haya acaecido la muerte de cualquier miembro como resultado del
desarrollo de la función profesional, y, sin posibilidad de redimir la pena por
trabajo y educación; tampoco se permitirá el goce de los beneficios
penitenciarios de semi libertad y de liberación condicional.

No obstante, la calificante de agravación en la figura de asesinato alcanza la

_____________
(*) Artículo incorporado por el Artículo 1 de la Ley Nº 30054, publicada el 30 junio 2013.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

conducta cruel del ajusticiador de la víctima bajo circunstancias concretas de


agravación, pues, el mayor grado de violencia que revela su propósito homicida,
exterioriza constreñimiento en su comportamiento, sabiendo que, la distinción
entre el homicidio simple, se diferencia por la forma comisiva, los móviles y los
medios de ejecución, que evidencia la extrema peligrosidad del autor en la
muerte que se persigue.

Finalmente, en la materialidad del delito de asesinato, el sujeto activo es el


autor directo del acto homicida, su naturaleza criminal es imprescindible en la
ejecución de la víctima, por tales razones, será el sujeto materializador que
asumirá la concluyente culpabilidad por la imputación criminal. Pues, no solo
se trata que la causa de su acción produjo el crimen, sino que incrementado a
ello, fue el empleo de los elementos de agravación que intensificaron la muerte
de su objetivo criminal. De allí que, la imperiosa necesidad de aprovechar las
figuras o modalidades del asesinato, tendrían relevancia definitiva como
requisito vital en la materialidad del asesinato exigido conforme a Ley. En este
mismo orden, las personas en calidad de cómplices que no participaron en los
actos ejecutivos directos del asesinato, corresponderá imputación por
homicidio simple.
§ 17. El nexo de causalidad
En un análisis dogmático, se infiere que la figura de asesinato encuentra
estructuración en dos elementos fundamentales de tipicidad: el objetivo y el
subjetivo, su contenido cumple funciones y características esenciales, en la
construcción del delito. Mientras que la primera consiste en la descripción de
la conducta típica, los integrantes del delito, los móviles y sus agravantes. Este
último, concierne la intención criminal, la culpabilidad y los actos ejecutivos
del delito que atañen a la tipicidad subjetiva. Bajo este modelo ideal, se torna
relevante la orientación del nexo causal, para comprender que debe guardar
relación con el origen del tipo y el efecto alcanzado, de manera tal, que consiga
su incorporación como elemento suplementario y punto de equilibrio entre la
conducta antijurídica y la producción del resultado material.

El principio de casualidad en el asesinato, es el vínculo existente entre la acción típica


que ocasionó el autor y la producción alcanzada como resultado material del hecho.
Partiendo de ello, es la conexión que une el comportamiento homicida del sujeto
activo con el asesinato del sujeto pasivo o víctima del hecho, sobre todo, si este
resultado se efectuó como consecuencia de la acción homicida. En este sentido, la
influencia que debe lograrse con la conexión causal, es la estrecha vinculación con la
génesis homicida y la muerte como consecuencia del mismo hecho criminal. Siendo
requerible, para que la producción o resultado se pueda aplicar al
comportamiento típico, se exige básicamente la intervención del nexo causal
para vincular el uno del otro. Esto es, para que la figura de asesinato pueda
considerarse imputada, es imprescindible fusionar una estricta conexión entre
el acto humano y la muerte del sujeto pasivo que se consiguió como resultado
querido.

Por último, la causalidad como diseño de una exigencia trascendental


contemporánea de la conducta humana, viene aplicándose a través de la
historia con el objeto de demostrar que la figura de asesinato conserva la
LAS FIGURAS DE ASESINATO

causalidad como principio fundamental en el acto propio de asesinar y a la


muerte como resultado consumativo. Esta unidad, enlaza en forma directa el
accionar comisivo del autor y su completa consumación de la víctima como un
efecto o consecuencia del hecho, para que pueda considerarse cumplido el
delito.

§ 18. Tipicidad subjetiva

La subjetividad típica, se establece como segunda regla para alcanzar un rol


importante en la construcción del delito de asesinato; donde se designan, las
condiciones de imputación para el autor del hecho criminal, con arreglo a las
cuales, se determina si el destinatario de una norma en atención a sus
capacidades efectivas, puede ser hecho responsable por un comportamiento
antijurídico, incluidas sus consecuencias.

Por otro lado, esta regla subjetiva, supone un suceso jurídico-penal de mayor
relevancia, donde comprende los elementos del tipo de conducta que abarquen
necesariamente un pragma conflictivo, en este caso dirigido al asesinato como
un supuesto de hecho legal o fáctico, para determinarla y regularla como un
tipo penal específico en la norma jurídica. Sin embargo, en esta materia, los
criterios que permiten reconocer la presencia del dolo homicida o ánimus
necandi, son el conocimiento y la voluntad de actuar con intención agravada o
los hechos determinantes que revela el autor en la configuración del delito,
quedando establecido que la aplicación de éstas herramientas deben ser
discernidos como elementos esenciales en la realización eficaz del asesinato.
Luego, tenemos que la imputación subjetiva precisa el dolo, para emanar la
función pragmática, encargada de definir jurídicamente el aumento deliberado
del comportamiento antijurídico del autor, no sólo por el grado de culpabilidad
que alcance, sino, por la necesidad de obtener un resultado aún más grave.

En tal sentido, corresponde al autor como ejecutor del asesinato, actuar a título
de dolo directo o específico (ánimus necandi); lo que se orienta especialmente
a obtener el asesinato de su víctima como resultado del hecho, bajo el empleo
de los medios codicia, lucro o cualquier otra modalidad agravante que implican
en el sujeto activo, la voluntad de alcanzar su calificación en la imputación
típica.

En la calificante de tipicidad revestida de dolo, es imposible que el autor del


hecho actúe con negligencia, debido a que la acción dirigida a ocasionar la
muerte de la víctima, se encuentra conformada de manera absoluta cumpliendo
los requisitos esenciales para su configuración típica; es decir, con intención en
el uso diverso de los medios comisivos de agravación. Pues, la negligencia de su
acción acarrea insuficiencia en la estructura del delito de asesinato.

Por lo tanto, es aplicable la tipicidad subjetiva en el homicidio calificado


realizada con intención dolosa, cuando el autor conoce que su víctima puede
ser cualquier persona, pues, se entiende que podría considerarse la clase
excepcional de sujeto pasivo, sabiendo que es un miembro de la Policía
Nacional, de las Fuerzas Armadas, un magistrado del Poder Judicial o del
Ministerio Público, un miembro del Tribunal Constitucional o cualquier
LAS FIGURAS DE ASESINATO

autoridad elegida por mandato popular, encontrándose en ejercicio funcional


previsto en el Artículo 108º-A del mismo cuerpo legal. Cuando nos referirnos a
la muerte de un individuo como resultado de las circunstancias calificadas o
condiciones de extrema agravación, estaremos precisando, que el victimario es
causante del exacerbado riesgo en la ejecución del asesinato, ya sea por el
modo y los medios empleados en la materialidad homicida, constituyendo
culpable incremento en su comportamiento criminal, sobre todo si se trata de
víctima menores de edad, discapacitados, mujeres embarazadas, o personas
con calidad especial de funcionario público.

Bajo estas consideraciones, creemos que las acciones antijurídicas del autor,
ha rebasado su actuación criminal, alcanzado una grave alarma en todos los
estratos sociales, comprendiendo que este accionar expresa un sentimiento de
sensibilidad pública, que se interpreta a través de los medios de comunicación,
perturbando y cambiando negativamente el estado normal del sistema social y
jurídico; es por ello, que los elementos de premeditación y alevosía se incluye
o consideran en los hechos comisivos que ocasionó el autor para imponerse
como voluntad criminal en la sociedad y especialmente en los organismos
institucionales tutelares del Estado, vulnerando los deberes y derechos
fundamentales de las personas y por tanto, el respeto a la autoridad pública.

No obstante, debemos tener en cuenta que los móviles, medios de ejecución


comisiva que se utilizan y las condiciones calificadas de agravación, son
elementos fundamentales en la materialidad del asesinato, con el objeto de
adecuar la actuación típica calificada en la configuración homicida de mayor
responsabilidad punitiva.

La subjetividad en el delito de asesinato, se encuentra constituida por


características o elementos que exteriorizan el grado de criminalidad en el
sujeto activo, reconociendo que las circunstancias agravantes son fundamento
sustancial para determinar la forma de comisión del hecho, que exige el dolo
directo. La figura de asesinato como homicidio calificado, es un delito doloso,
de acuerdo a la técnica legislativa del Artículo 108º del Código Penal,
considerada incluso como formulación del derecho en aplicación de la actividad
del legislador para elaboración de normas jurídicas específicas. La finalidad del
dolo, nos lleva a comprender la esencial aplicación de los elementos del tipo
penal objetivo y de los medios utilizados en la configuración del delito. De
cualquier manera, el autor del delito debe conocer que su acción produce la
muerte de una persona como resultado querido, y por ende, todo delito es
sancionado penalmente.

En consecuencia, el estado de ánimo como respuesta a la conducta del autor,


implica un rechazo indiferente y criminal por la vida de todo ser humano;
sabiendo que no existe justificación alguna para asesinar a una persona, sino
que éste asesina con intención dolosa, conociendo el resultado de la producción
material de su víctima. Sin embargo, es importante preguntarnos: ¿Qué es lo
que influye en la conducta de una persona para perpetrar un asesinato,
inhumanamente sin afecto ni compasión? Nuestra posición frente a este
comportamiento humano de resultado criminal, podríamos determinarla como
sentimientos de desprecio que exterioriza el homicida ante la vida humana;
LAS FIGURAS DE ASESINATO

existiendo la probabilidad que su actitud sea resultado de alguna conducta


severamente tachada del pasado, iniciándose desde su niñez traídos al
presente, pues, su efecto calificante determinaría un patrón conductivo de la
personalidad, que reviste padecimiento o patología anómala, asociados a
manifestaciones psicopáticas al momento de ejecutar la acción homicida. Por
tanto, cabe mencionar que esta circunstancia sin llegar a ser una enfermedad
mental, constituye anomalía, diagnostico que califica a un psicópata con
trastornos antisociales de la personalidad. Es de reconocer, que la clasificación
de estos sujetos por lo general carece de sentimientos afectivos hacia los demás
y asesinan sin compasión; pero, en algunos casos sin mediar razón, lo hacen por
placer, y, son considerados como una amenaza de extrema peligrosidad para la
vida de otros seres humanos dentro de la esfera poblacional.

En el delito de asesinato, la doctrina contempla las circunstancias de gravedad


del hecho material, al igual que otros delitos que exteriorizan gravedad en la
forma de ejecución material, tales como robo agravado, violación sexual,
secuestro, que son inherentes en su peligrosidad.

En otra perspectiva jurisdiccional, podemos aludir a una regulación comparada


para conocer lo normado en el Artículo 93° sobre “los grados de asesinato”
establecidos en el Código Penal de Puerto Rico, que dice: “Constituye asesinato en
primer grado:

a) Toda muerte perpetrada por medio de veneno, acecho o tortura, o con premeditación.
b) Toda muerte que ocurra al perpetrarse o intentarse algún delito de incendio agravado,
agresión sexual, robo, escalamiento agravado, secuestro, secuestro de un menor, estrago
(modalidad intencional), envenenamiento de aguas de uso público (modalidad
intencional), agresión grave, fuga, maltrato intencional, abandono de un menor;
maltrato, maltrato agravado, maltrato mediante restricción de la libertad, o agresión
sexual conyugal, según contemplados en la Ley Núm. 54 de 15 de agosto de 1989, según
enmendada, conocida como la “Ley para la Protección e Intervención de la Violencia
Doméstica”.
c) Toda muerte de un funcionario del orden público o guardia de seguridad privado, fiscal,
procurador de menores, procurador de asuntos de familia, juez u oficial de custodia que
se encuentre en el cumplimiento de su deber, causada al consumar, intentar o encubrir
un delito grave.
d) Toda muerte causada al disparar un arma de fuego desde un vehículo de motor, o en un
lugar público o abierto al público, ya sea a un punto determinado o indeterminado, con
claro menosprecio de la seguridad pública.
e) Toda muerte en la cual la víctima es una mujer y al cometerse el delito concurre alguna
de las siguientes circunstancias:
1. Que haya intentado establecer o restablecer una relación de pareja o de
intimidad con la víctima; o
2. Que mantenga o haya mantenido con la víctima relaciones familiares,
conyugales, de convivencia, de intimidad o noviazgo; o
3. Que sea el resultado de la reiterada violencia en contra de la víctima.

Toda otra muerte intencional de un ser humano constituye asesinato en segundo grado”.

Este contenido jurídico, hace referencia a un hecho concreto, que los


asesinatos frecuentemente involucran diversas formas de ocasionar la muerte
de otra persona, diferenciándolas en dos partes importantes para conocer qué
clases o modalidades comisivas de conducta material que emplea el asesino
pertenecen a los de primer y segundo grado. Los asesinatos que se perpetren
con extrema violencia serán comprendidos en la escala de primer grado, como
LAS FIGURAS DE ASESINATO

lo menciona enfáticamente el Artículo 93° de la norma portorriqueña, en sus


incisos a), b), c), d) y e); por considerar una excesiva agravante en el hecho
comisivo, esto es, que el asesino necesariamente deberá exteriorizar
deliberadamente toda su fuerza psicopática en la muerte de su víctima, a fin
de cumplir con los presupuestos prescritos en esta norma y recibir una mayor
sanción penal; de igual modo, sólo los asesinatos con intención dolosa que se
distingan en la forma de ejecución y que no alcancen circunstancias
contempladas dentro del primer grado, serán consideradas en la escala de
segundo grado, es decir, los asesinatos con una categoría inferior muy por
debajo del primer grado, que se sancionan con penas menos duras.

De manera similar, en nuestro ordenamiento jurídico strictu sensu16,


actualmente se contemplan estos hechos análogos en toda su extensión, para
ser regulados en la Ley como circunstancias de agravación, importando una
responsabilidad penal imperante para los asesinos. Es de aclarar, que los grados
en el delito de asesinato no tienen mayor relevancia en la normatividad
peruana, por la sencilla razón, que solo existe una designación específica de las
modalidades para calificarlas como agravación y extrema agravación; toda vez,
que la sanción del autor dependerá de un diseño ejecutivo con extrema
violencia para asesinar a su víctima. En otras palabras, la figura de asesinato
en nuestro sistema legal no se regula por grados, sino por haber adecuado su
conducta en alguna de las circunstancias comisivas revestidas de agravación,
que por su misma naturaleza homicida constituyen intención especial de matar,
con premeditación y deliberación.
§ 19. La tentativa en el asesinato

La dogmática penal, admite la tentativa para cada una de las modalidades de


agravación en la figura de asesinato, cuando se hayan cumplido los actos
configurativos, bajo el empleo de los medios idóneos que alcancen efectividad
imperiosa en la materialidad homicida. En realidad, no solo se trata de asegurar
la existencia de un delito frustrado sin resultado material en el asesinato, sino
más bien, saber que éste delito se llevó a cabo con intención dolosa, para
cumplir los requisitos y elementos esenciales en su configuración; pero, sin
lograr el efecto consumativo deseado.

La tentativa en el asesinato o llamado también “el delito de asesinato en grado


de tentativa”, responde a un comportamiento delictuoso siguiendo los
elementos comisivos, sin determinar la muerte de la víctima; esto es, que el
autor orienta sus instintos con un peligro inherente, definido bajo los
procedimientos ejecutivos de acuerdo a Ley, pero, nunca tomó en cuenta la
frustración del hecho por motivos ajenos a su voluntad, sin lograr su
perpetración criminal contra su víctima. Este principio de ejecución sin la
realización del hecho consumativo, se encuentra previsto en el CAPITULO II,
TENTATIVA, Artículo 16°del Código Penal peruano, mencionando que: “En la
tentativa el agente comienza la ejecución de un delito, que decidió cometer,
sin consumarlo. El Juez reprimirá la tentativa disminuyendo prudencialmente
la pena.”

_____________
16. Strictu sensu, expresión en latín que quiere decir: “En sentido estricto”.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Demostrando claramente en este contexto, la participación del autor desde su


reprochable comportamiento antijurídico que siguió el curso de su desarrollo
homicida, cumpliendo ciertos requisitos esenciales que puedan ser conducentes
al tipo, para materializar su objetivo criminal, sin determinar a propósito, la
producción homicida que decidió consumar. Pues, para que exista tentativa, no
es suficiente seguir el curso de la acción, que pueda llevar al logro del delito,
sino que, es imprescindible la “decisión comisiva” del ejecutor, a fin de
demostrar mediante este elemento subjetivo el intento de la realización del
tipo. Conforme a ello, el dolo decisivo del autor deberá manifestarse suficiente
en su comisión criminal, ya que la simple exploración de los presupuestos de
perpetración se tornaría insuficiente en la tentativa. En suma, la necesidad de
dolo en la tentativa, sería sustancial para la resolución punitiva del autor, que
concluye frenando su mismo desarrollo criminal.

Para resumir, al no existir un delito de resultado material que pueda constituir


una completa conducta típica, esta será considerada solo tentativa de asesinato
y la condición del sujeto activo, caería en la impunidad, siendo merecedor a
una pena menor por disposición legal a través del juez de la causa.

§ 20. La consumación en el asesinato

Hablar de consumación en el asesinato, significa determinar el momento


ejecutivo del hecho homicida, debiendo llevarse a cabo desde el inicio de los
actos preparatorios con extrema violencia, hasta lograr su producción total,
con resultado muerte de la víctima, siempre que haya concurrido cualquiera de
las modalidades subsumidas en el homicidio calificado. En otra apreciación
jurídica, la consumación se desarrolla siguiendo necesariamente cualquiera de
las fases o actuaciones doctrinales comisivas reguladas y subsumidas en el tipo
penal, para calificarlas cumpliendo con elementos esenciales en la mecánica
de resultado. La acción consumativa en el asesinato, hace referencia al
agotamiento total de la vida del sujeto pasivo, esto es, que el autor satisface y
culmina su intención homicida, conforme al resultado que decidió concurrir.
La interpretación de los incisos del Artículo 108º, nos conduce a determinar
cómo se constituye la acción consumativa frente a un hecho agravado o de
extrema agravación, sabiendo que estas corresponden a las diferentes
modalidades comisivas del asesinato, precisadas con independencia dentro de
la normativa del delito en tratamiento. En tal sentido, indicaremos los patrones
conductivos que desenlazan la consumación típica del asesinato, relacionadas
a cada regulación penal:

El inciso 1) contiene al asesinato que se causa por ferocidad, codicia, lucro o


por placer, conductas que se encuadran en el tipo penal y se definen en cuatro
aspectos consumativos que son los siguientes: a) El asesinato por ferocidad, es
la figura donde el momento consumativo se produce por acción directa del
autor, asesinando por un móvil o motivo fútil, revelando un comportamiento
con extrema insensibilidad, salvajismo, furia, ensañamiento, en el que
satisface sus instintos de odio o venganza en contra de otro ser humano; b) El
asesinato por codicia, es una modalidad penal que revela el accionar comisivo
del autor, bajo inclinación o deseo desordenado por las riquezas, capaz de
LAS FIGURAS DE ASESINATO

causar la muerte de su víctima para obtener un beneficio económico o


patrimonial en abundancia; o, cuando mata por un fin abyecto para apoderase
de una gran herencia, de un acto testamentario, o en todo caso asesina al
cónyuge para casarse con la viuda y alcanzar los bienes del occiso; c) El
asesinato por lucro, se refiere a la conducta del autor que consuma la muerte
de su víctima, bajo el estímulo económico o recompensa pactada con un tercer
sujeto que interviene como autor intelectual, es decir, que sólo se contemplará
la acción homicida del asesino cuando ésta haya sido ordenada o encomendada
por el mandante; d) En el asesinato por placer, el momento consumativo se
origina por acción directa del asesino, para encontrar satisfacción personal y
una sensación agradable en el deseo de matar sin mediar razón alguna.

Siguiendo, podemos indicar el inciso 2) donde el asesinato para facilitar u


ocultar otro delito, presenta dos circunstancias consumativas muy relevantes:
a) El primero se atribuye a la consumación o muerte de un sujeto, para
favorecer o facilitar otro delito, no por el interés determinado de causarle la
muerte, sino porque el autor decide la eliminación de cualquier testigo que
haya presenciado el hecho criminal, o asesinar si es posible a un grupo de
personas para llegar y lograr el objetivo principal; más aún, porque sabía que
éste constituiría un obstáculo en la comisión dirigida al asesinato de otra
persona; esto es, que la conducta del asesino contribuiría directamente a
destruir la vida de todo sujeto que él considere un óbice para lograr la
consumación homicida de su víctima; b) En esta modalidad criminal, el autor
asesina para ocultar otro delito, refiriéndose al homicidio calificado por
conexión con otro delito o, en todo caso el asesinato criminis causa17, que solo
la dirige en la ejecución de su víctima para asegurar el resultado que se propuso
consumar; pues, conviene decir, que esta circunstancia consumativa se origina
cuando el autor del hecho ha provocado la muerte de otra persona, con el fin
de evitar que se conozca o descubra el delito ya cometido anteriormente o que
se ha perpetrado momentos antes, conociendo desde su inicio que su
consecuencia tendría que alcanzar este resultado.
Por otro lado, el inciso 3) menciona el asesinato con gran crueldad o alevosía,
presentando también dos circunstancias consumativas, que son: a) En el primer
caso, el momento consumativo del asesinato con gran crueldad, se produce con
la muerte del sujeto pasivo en estado agónico, habiéndose ocasionado como
consecuencia de las torturas que le infirió el asesino, demostrando que se llevó
a cabo revelando extremo encarnizamiento y carencia de compasión por el
sufrimiento de otro ser humano; b) En el segundo caso, la consumación del
asesinato con alevosía, se obtiene con la muerte del sujeto pasivo por acción
directa del autor, que habiendo traicionando la confianza de la víctima decide
la ejecución, empleando los medios idóneos necesarios para encuadrarlos en la
producción consumativa.
El inciso 4) constituye el asesinato por fuego, explosión o cualquier otro medio
capaz de poner en peligro la vida o salud de otras personas, precisando cuatro
condiciones consumativas diferentes, que son los siguientes: a) el momento
consumativo en el asesinato por fuego, podemos definirla cuando la víctima
_____________
17. Criminis causa: es el homicidio en conexión ideológica con otro delito. Se mata "para" o "por" otro delito.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

alcanza la pérdida de la vida como consecuencia de la combustión de un


elemento inflamable (que arde al contacto con el fuego), esto es, que el autor
del hecho típico empleará necesariamente el fuego para asesinar a su víctima,
ya sea creando un incendio en su casa sabiendo que en las habitaciones viven
otras personas o incendiando su propio auto cuando éste se encuentra con su
familia. La norma no especifica la forma ni el modo de utilizar el fuego, sólo se
entiende como el medio de comisión para determinar su muerte como
consecuencia de ella, y, siempre que se haya puesto en peligro la vida o salud
de otras personas; b) El asesinato por explosión como figura agravada, se
consuma el delito cuando muere la víctima producto de la ruptura violenta de
un explosivo ocasionada por el agente, en la que no sólo se ocasiona la muerte
de la persona deseada sino que por la presión que desató las ondas expansivas
puso en peligro la vida o salud de otras personas; los explosivos que utiliza el
autor podría ser una granada, dinamita y cualquier otro artefacto que pueda
detonarse manualmente, la norma penal no sanciona la clase de explosivos que
se pueda utilizar en el acto criminal, sólo se contempla la muerte que se
ocasiona como consecuencia de ella y de otras personas que sufren la misma
acción homicida por encontrarse en el lugar de los hechos; c) En el caso del
asesinato por otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras
personas, la consumación se determina con la muerte del sujeto pasivo como
resultado de la acción directa del agente, pudiendo asesinarlas de la siguiente
manera: electrocutando a la víctima o inundando el lugar donde se encuentra
la víctima, siempre que se haya puesto en peligro la vida o la salud de otras
personas, esto es de terceras personas.

La consumación agravada en el asesinato del sujeto pasivo, también alcanza al


sujeto con calidad especial de funcionario de autoridad previsto y penado en el
Artículo 108º-A, del Código Penal, evidenciando su origen con la muerte de la
víctima por su condición oficial, especificado en el siguiente contexto:

“El que mata a un miembro de la Policía Nacional, de las Fuerzas


Armadas, a un magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público o
a un miembro del Tribunal Constitucional o a cualquier autoridad
elegida por mandato popular, en el ejercicio de sus funciones o como
consecuencia de ellas, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de veinte años.”(*)

(*) Artículo incorporado por el Artículo 1 de la Ley Nº 30054, publicada


el 30 junio 2013.
Esta nueva guisa criminológica de las víctimas por su condición especial,
determina una normativa tuitiva al amparo de la ley, y en defensa de los
miembros y funcionarios de los poderes públicos. En este caso, será necesario
que la acción de resultado material determine un asesinato encontrándose en
cumplimiento de sus funciones, o, desarrollando el ejercicio funcional, para
cumplir con la materialidad homicida; debiendo precisar que la muerte de la
víctima se haya ejecutado dentro del horario laboral, en la institución a la que
pertenece, o, que la muerte se haya consumado como consecuencia del
cumplimiento de sus obligaciones y actividades profesionales por mandato
superior. No obstante, la legislación peruana ha encontrado formula eficaz, de
refrenar los asesinatos en los últimos tiempos, incorporando en su Artículo
LAS FIGURAS DE ASESINATO

108°-A, una sanción imperante de 20 años para los autores, conociéndose que
la muerte de efectivos policiales, fiscales, jueces, directores de penales y
demás miembros de las instituciones del Estado, eran blanco fácil para los
delincuentes y sicarios a sueldo.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Segunda Parte

Las figuras

del

Asesinato

Por el móvil comisivo


LAS FIGURAS DE ASESINATO

Capítulo II

ASESINATO POR FEROCIDAD, CODICIA, LUCRO O POR PLACER

“Modalidades de asesinato estimulados por el móvil comisivo”

Sumario: 21. Marco introductorio 22. El asesinato por ferocidad 23. El


asesinato por codicia 24. El asesinato por lucro 25. Agravación de la acción
por lucro 26. Factores del beneficio económico en el asesinato por lucro
27. El asesinato por lucro en grado de tentativa 28. El desistimiento del
ejecutor en el asesinato por lucro 29. El asesinato por placer 30. Las causas
de inimputabilidad en el asesinato por placer 31. Los Fundamentos de
incriminación en el asesinato por placer.

§ 21. Marco introductorio

E
n la figura de asesinato, se exterioriza diversas características fácticas
que contribuyen a relacionar nuevas modalidades comisivas en el delito,
su rebasamiento eventual alude imprescindiblemente el accionar
antijurídico que la transforma en grave; estableciéndose como elemento
fundamental y estrechamente vinculados al incremento de una consecuencia
penal en las circunstancias agravantes. No obstante, toda acción y efecto de
asesinar, determina la muerte con intención de perversidad, constituida
especialmente por la intensidad en el daño, que califica la conducta
antijurídica del autor; en este caso, me refiero a todas las formas homicidas
motivadas so empleo de modalidad comisivas: “por ferocidad, codicia, lucro o
por placer”; para ser ejercidas como principio básicamente perpetrador del
homicidio calificado y por ende, producir mayor responsabilidad penal, según
lo previsto en la Ley. Ahora bien, ello, alude a un hecho concreto, que por su
estimulación el asesino debe emplear como elemento de ejecución el móvil
comisivo, con la finalidad de mover o impulsar la realización del hecho típico;
lográndose que la razón del asesinato sea la causa o acaecimiento que lo llevo
a la consumación del asesinato.

En tal sentido, podemos precisar que el asesinato por ferocidad, por codicia,
por lucro o por placer, son eventualidades ejecutadas por móviles y elementos
básicos esenciales, su empleo como instrumento agravante, se subsumen para
lograr la comisión del delito deseado, y en consecuencia, podría definirse como
el medio sustancial de perpetración directa, a fin, de impulsar y aplicar la
fuerza necesaria para asegurar la acción homicida. Por lo expresado, es de
afirmar que cada figura o modalidad agravada revela una modificación diversa
en la responsabilidad criminal del sujeto activo, alcanzando mayor culpabilidad
y grave sanción penal en la comisión intencional del hecho. Esto determina,
que los diseños criminales antes referidos, no solo se distinguen por la forma
fáctica que utiliza el autor en la consumación de tipo, sino, que los asesinos
exteriorizan su propia conducta dirigiéndose a un móvil en común, para
diferenciarlos y adecuarlos a la modalidad que decidieron perpetrar.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

§ 22. El asesinato por ferocidad

En esta modalidad comisiva, la calificante de tipicidad considera que destruir


la vida ferozmente atribuye motivos lógicamente intrascendentes, su conducta
cruel demuestra ocasionar la muerte actuando con extrema insensibilidad y
peligrosidad, ello determinaría una figura accidental, que asociadas a la acción
agravarían la responsabilidad criminal del asesino.

El acto de perversidad que exterioriza el autor en el preciso momento criminal,


manifiesta un móvil comisivo insustancial, ya que las razones carentes de
relevancia que revela este asesino, refleja evidente truculencia e inhumana
conducta en la forma de asesinar a otro. El odio, la venganza y lo libidinoso,
son elementos insuficientes en la muerte que perpetra sin motivación, pues, su
odio a la persona humana es más imperante que cualquier causa. De allí, que
su actuación deliberada, tendría fortaleza en el impulso ensañado de su obrar,
lo que contribuiría a la realización de un hecho brutal y perverso, que concluye
en la materialidad de su víctima.

Entonces, discerniendo el análisis, determinaremos que el delito de asesinato


por ferocidad, subsume una muerte brutal e inhumana perpetrada por motivos
deleznables, revestidos de fútil irrelevancia respecto de la producción material
como resultado de su acción. Ello, indicaría el impulso de perversidad más
abarcador en el deseo tenaz del autor, para determinar la muerte de la víctima,
sin ningún fundamento coherente, no solo por poseer disposición voluntaria en
el asesinato, sino más bien, su inclinación real debe exteriorizar ferocidad bajo
impulso de crueldad hacia la humanidad. Siendo el caso particular, del cabecilla
con su banda criminal, que realizó reglaje a un poderoso empresario para
secuestrarlo, conociendo su rutina, lo espera en una calle a la hora y momento
en que éste pasaría, pero nunca contaron que aquel día el empresario estaría
hospitalizado repentinamente por un paro cardiaco, el cabecilla se llena de ira
al frustrarse la perpetración y acribilla a balazos a uno de los secuestradores.
El móvil es fútil, pero en realidad la muerte obedece al interés del secuestro,
pues, el cabecilla de la organización criminal reaccionó descargando toda su ira
con tal ferocidad que termino asesinando a su compañero, al haberse frustrado
el secuestro del empresario en el momento planificado.

Pues, ello, trae a colación que la ira del autor frente a un acto insatisfecho del
tipo, condicionaría talvez, su reacción criminal para adecuar su conducta
humana a la muerte de otro, que no era precisamente su objetivo. Por tanto,
la furia manifestada por el autor en el caso concreto, atraviesa los lineamientos
más poderosos del delito, ya que, la indignación imprevista fue detonante para
descargar injustamente el asesinato sin motivos contra su cómplice. De
cualquier modo, la muerte por ferocidad supone un hecho extremo sin incitar
la comisión del autor, toda vez que, no determina otras circunstancias que
pudieran turbar el curso de su intenso deseo criminal (ánimus occidendi), sin
embargo, la aplicación de diversas formas ejecutivas de tortura antes de la
acción, tampoco mantiene trascendencia jurídica en la estructura del asesinato
truculento.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Por otro lado, la perversidad intencionada del autor, produce la muerte


injustamente desproporcionada de la víctima, aunque, no tuviera necesidad por
ansiar una conducta sanguinaria, ni la influencia de sentir conmiseración,
rechazo o antipatía hacia otro, podría determinarse como presupuestos
constitutivos en la consumación homicida, pues, menos aún, la pasión o lucro,
no tendría poder para modificar su gran irritación por el género humano y la
predisposición que ejercerá con gran intensión proterva en el asesinato sin
razón.

De cualquier modo, para la lógica jurídica, es inaceptable la existencia de un


asesinato sin influencia causal, en tanto, esta Ley punitiva no puede argumentar
exculpación probable mediante procedimientos legislativos en la muerte sin un
móvil real, solo debe tenerse presente como circunstancia agravante del
asesinato. Ello, supone que esa motivación trivial, tendría predominio
sustancial exclusivamente en las acciones agravantes, subsumibles en el tipo
penal por ferocidad legislada como figura deleznable de asesinato. Entonces,
discerniendo vale decir que, en el acto propio del delito, el autor ejecuta la
muerte de otro, bajo extremo dominio sañoso, y por tanto, será este la
condicionante para alcanzar incremento agravado en el asesinato feroz sin
ninguna causa.

Los avances científicos en psiquiatría forense y psicología criminal, precisan


que la acción resolutiva sin estructurar un móvil comisivo acreditado o
justificado, carecen de suficiencia, pero, también se instruye que en el
comportamiento de la persona humana la causa, no siempre se manifiesta como
elemento definitivo en la comisión fáctica, entendiendo que las acciones en
este sentido, son orientadas especialmente a un desenlace por ferocidad. En un
criterio más concreto, todo tipo penal responde a un motivo fundamental, sino
que resulta controvertido aceptar que un sujeto ocasione la muerte de otro, sin
fijar cual fue el estímulo que determinó su acción. Lo real es que, el motivo
fútil podría revelar secuelas frustrantes precedentes o perturbaciones psíquicas
afectas en la niñez “sine qua non” todas vez, que subsumidas en el acto
agravante del autor, ella, revelaría impetuosa ferocidad, sirviendo de origen
en el asesinato de la víctima, y por tanto irrelevante en los medios comisivos
empleados para esta Ley penal,

El profesor Fontán Balestra, sostiene que a partir de Carrara, “gran parte de


los autores exigen que el sujeto no haya tenido el deseo de matar o el odio a
una determinada persona, sino un odio en general a la humanidad”.18 Se
entiende, que la acción sañosa del autor, manifiesta abominación sobre sus
semejantes. De allí, que la variedad de patrones conducentes en su naturaleza
agresiva, permitiría, no sólo desatar el deseo de asesinar inhumanamente, sino
que estos sentimientos de rechazo y repugnancia que posee la ferocidad, se
encuentran comprendidas en el odio sumo hacia los demás.

En otra posición, desde Carrara y Crivellari, “se considera que el agente no


posee el deseo de victimar a una determinada persona y que el odio del agente

_____________
18. Fontán Balestra, Carlos; Tratado de Derecho Penal, Tomo I, p. 114; Editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires-
Argentina, 1995.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

está dirigido no a una sola persona en singular, sino, a toda la humanidad”.19


Otras afirmaciones, de los juristas Alexander y Staub, señalan que: “lo que
sucede es que el motivo no siempre es captado intelectualmente por el sujeto
vinculado al hecho como un factor determinante”.20

Como ya hemos afirmado, la conducta por ferocidad, puede estimarse incluso


como una falacia por ausencia de causa en el tipo, ya que en el caso concreto
el móvil no es perentorio, debido a su clasificación abarcadora en la condición
agravante que condiciona la acción brutal del autor del delito.

En consecuencia, una muerte sin motivo por su misma naturaleza deleznable


genera una gran alarma social. “Si causa estupor saber que la muerte se causó
por un “móvil” de odio, venganza, o robo, es más incomprensible aceptar la
muerte sin motivo”.21

Finalmente, por vínculo causal se entiende la adherencia de la acción y


resultado en la figura de asesinato por ferocidad, pues, ello se debe a la
conexión existente entre la obra nefaria ocasionada por el autor en forma
directa (sin motivo suficiente) y el deseo consiente de sus efectos que
provocaría el asesinato de la víctima del hecho criminal. Siendo así, la relación
de causalidad para este supuesto, supone la intención lesiva sobre otra persona,
exteriorizando crueldad, ensañamiento, y en tanto, un desprecio por la
humanidad, sin razón justificable que motive su acción y el resultado material
muerte de la víctima.

§ 23. El asesinato por codicia

La codicia como nueva figura incorporada al tipo penal de asesinato, rompe su


perpetración, cuando el autor para lograr la consecución de dinero copioso,
mata a otro mediante acto premeditado, sin necesidad de querer atesorarlas.
Pues el afán pecuniario, no solo comprendería patrimonios que se adquieren
por herencia familiar, sino que también, las propiedades, inmuebles o bienes
con valores económicos incalculables. De allí, que el nuevo modelo criminal,
supone un acto circunstancial recrudecido, que se dimana so motivación
psíquica determinante de su conducta tendenciosa y desmedida de riqueza,
pero, ello, a su vez requiere necesariamente buscar la muerte de la víctima,
para concluir la voluntad de su acción intencional de codicia.

Asesinar por codicia, hoy se constituye una agravante más en el delito de


asesinato, la finalidad crematística se presenta en la causalidad del autor,
siempre que su acto revele un excesivo provecho con la muerte de otro, pues,
la sola concreción del tipo penal alcanzaría imputación sobre la acción del
autor, para privar de su libertad con una pena no menor de 15 y máxima de 35
años; calificación que se encuentra regulada en el Artículo 108º, inciso 1) del
Código punitivo. El castigo de la Ley penal, se basa en el efecto transgresor de

_____________
19. Carrara, Francesco, “Programma del corso di diritto criminale. Parte speciale”, Tomo I, pág. 329, Ed. PRATO, Pisa-
Italia, 1900; Crivellari, Giulio II Códice Pénale, Tomo VII, pág. 709, Torino, Unione tipográfico, Turín –Italia, 1890.
20. Peña Cabrera, Raúl, Tratado de D.P. Parte Especial, Tomo I, pág. 101, Ed. Ediciones jurídicas, Lima-Perú, 1994.
21. Haro Lázaro, César, “El Delito de Homicidio”, 13º Edición actualizada, pág. 156, Ed. Hala Editores, Lima-Perú,
2012.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

la conducta consciente y voluntaria del autor, ello, se encuentra precedido por


la esencia del móvil de orden material, que responde al estímulo de causalidad
delictiva y en consecuencia se manifiesta antes de la acción. Así pues, la
imputación del autor, se afianza necesariamente en la producción del curso
homicida y el origen apasionado del bien lucrativo que este persiguió, aunque,
en otros casos, al no evidenciar riquezas en grado sumo, el juzgador podría
desvirtuar el lucro para sancionar el hecho solo por homicidio simple.

Por otro lado, la acepción “Afán excesivo de riquezas”, que atañe a la codicia,
se desprende del Diccionario de la Real Academia Española, ello, predispone su
contenido sustancial para ceñir el propósito criminal del autor direccionado con
gran vehemencia a la obtención de opulentos bienes. El emprendimiento de
este delito, concierne a la acción del sujeto activo influenciado bajo pasión
desenfrenada para conquistar a través del asesinato de otro, abundancia
excesiva de dinero, profusión de patrimonio o in extremis22 y condecoraciones,
que en vida pertenecieron al sujeto pasivo.

Luego, estaremos inmersos en el tipo penal de asesinato por codicia, cuando el


perpetrador codiciable mata a otro, para orientar su conducta ansiosa al logro
de un provecho económico acaecido por un evento heredable o sucesión
intestada. Siendo el caso del beneficiario legal, que asesina a su antecesor
millonario antes del prorrateo, para apropiarse de las riquezas que ambicionaba
con gran afán, cuya existencia duradera de su bienhechor era óbice en el
deleite de todos los bienes alcanzables.

De igual forma, incurren en el delito por codicia, los sujetos que asesinan para
posibilitar mejoría laboral, ello conduce a adjudicarse fructíferas ganancias
económicas, vulnerando la vida de la víctima quien poseía tal categoría
profesional. Otro típico caso, sería el codiciante que en actitud calculadora,
asesina al cónyuge de una fémina, para lograr el propósito de contraer nupcias
con la viuda del occiso, pues, de esa guisa podría asignarse el supuesto derecho
de acceso a la fortuna de la víctima. Del mismo modo, alcanzará a los autores
que maten para adueñarse de reconocimientos o títulos honrosos que
pertenecieron al asesinado. Esta forma de asesinato se configura cuando el
sujeto activo mata con el fin de obtener de la víctima una distinción honorifica,
emblemática, galardonada o trofeo, que le correspondía antes del crimen,
referidos precisamente a la premiación por los merecimientos atribuidos en
vida.

Los presupuestos del tipo en la modalidad homicida por codicia, suponen los
elementos de comisión que el codiciador se servirá de ello, para configurar el
delito, su excesiva vehemencia por cosas valiosas y bienes dinerarios, son
impulso esencial en la actuación criminal. El móvil comisivo o raíz estimulante
en la conducta del autor, es otro factor básico que sirve para determinar la
causa suficiente del asesinato codicioso, ello admite también, llevar la
perpetración del hecho, siguiendo los actos preparatorios con los medios

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22. Locución latina que se aplica a ciertas personas y situaciones, indicando que están a punto de morir. Ejm. Cuando
algunas parejas contraen matrimonio “in extremis”, al estar uno de ellos a punto de morir, por lo cual la legislación
acelera los trámites necesarios.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

idóneos que produzcan la eficacia absoluta de la consumación del asesinato por


codicia, siendo esta una condición de necesidad subjetiva que exige el delito.

Es fundamental, que la codicia no desoriente su esencia con la conducta típica


del lucro, toda vez que, ello podría desvirtuar su origen, porque el fondo
criminal de esta última mantiene su finalidad en asesinar para obtener un
provecho crematístico pagados por un maquinador. Sin embargo, otra sería la
posición de la codicia, ya que esta se determinaría bajo rasgos peculiares de
espiritualidad en el autor fáctico, es decir, su propensión extremada al lucro.
De allí que, que el asesinato por codicia, preserva un contenido tuitivo idóneo,
totalmente contrario al tipo penal del lucro, para seguir el curso causal del
móvil comisivo que facilitaría la concreción del asesinato de la víctima deseada.

Ahora bien, con respecto a la modalidad de comisión criminal, el autor encauza


las acciones preparatorias para su ejecución homicida, disponiendo de
elementos de agravación, contenidos en la pasión desordenada de un hecho
crematístico (perteneciente al dinero o producción de riquezas), sin tener una
valoración por la vida humana, solo su fin codicioso que por su misma naturaleza
homicida llevaría al autor a encuadrar su delito y sería precisamente
determinante en la Ley penal, toda vez que los elementos de motivación
estarían estructurados en el delito por móviles de codicia.

Debemos señalar que, el autor del hecho homicida actúa a título de dolo
directo, orientado al ánimo de matar con extrema peligrosidad y sentimiento
de desprecio por la vida humana, ello se trata, que la causa del acto
premeditado provocaría consecuentemente la muerte de la víctima, y por ende,
conseguiría predominante beneficio pecuniario. En este orden, la exuberante
agravación pone de manifiesto, aún más, si este codiciador del tipo, se vale de
la producción dineraria, para fundar el asesinato deseado de su objetivo. Por
eso, el autor material alcanza desproporcionadamente la consumación
homicida de su víctima, para los efectos de enajenar el bien patrimonial, y
satisfacer su propio interés económico sin concernir la muerte de algún testigo,
porque solo, el deseo desenfrenado de asesinar que revela este autor, podría
bastar la determinación de su desmedido propósito enriquecedor. Conforme a
ello, como lo hemos manifestado precedentemente, se debe establecer dos
formas constitutivas que se enlazan entre sí: el móvil comisivo, que revela el
interés económico, dirigido a la intención homicida y el medio que radica en
asesinar por codicia, motivando una estrecha relación causal entre el deseo
desenfrenado por matar, para obtener una riqueza y el resultado querido
muerte de la víctima.

En realidad, la agravante se fundamenta con la mayor perversidad e instintos


de manera voluntaria que desencadena el asesino, motivado por su acción
criminal, con la finalidad de conseguir ganancias o apropiándose de posiciones
que puedan suministrar ventajas patrimoniales23. También es de precisar que
la codicia en el asesinato, tiene al móvil comisivo como una ventaja económica

_____________
23. Creus, Carlos, Derecho Penal-Parte Especial, Tomo I, pág. 28, § 66, 6ta. Edición actualizada, Editorial ASTREA,
Buenos Aires-Argentina, 1997.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

y un incremento patrimonial, constituida en el ánimo de lucrar sin medir


proporción con la muerte de las personas. Siendo relevante mencionar la
posición del tratadista Carlos Creus, donde afirma que: “basta con que éste
obre con la esperanza de obtener la ventaja, aunque no la logre y aunque sea
imposible en el caso concreto (p.ej., si el causante a quien se espera heredar
ha dilapidado su fortuna y lo ignora el autor), puesto que igualmente se ha
actuado por codicia”24. Frente a este criterio, nuestra posición se tornaría
suficiente, sabiendo que la predisposición del codiciador en el asesinato,
revelaría aspiración vehemente en la apropiación abundante de riqueza,
aunque ella se determine inalcanzable solo en la obtención de los bienes. Pues
la acción material es lo esencialmente primario en el delito por codicia, aún, si
no pudo concluirse el desarrollo del apoderamiento patrimonial en el supuesto
hecho. Por lo expresado, todo asesinato que se comete siguiendo los
presupuestos de la codicia, implicaría la configuración típica de la específica
agravante, sin desviar su intención dolosa, pues la causa de ello, tendría
consecuencia en la muerte del sujeto pasivo. Pero, también es de apreciarse,
el autor que no alcanzó la obtención del beneficio exagerado de lucro como
circunstancia de agravación, esta podría modificar el tipo base para ser
imputado solo por el homicidio del sujeto pasivo, debiendo el juzgador tener
presente el fondo y modo en que concurrieron los hechos, al momento de
discernir la causa. Esto presupone, un tratamiento sustancial en la disminución
gradual de culpabilidad del autor.

En una concepción más acertada, el asesinato por codicia, es la conducta


humana propiamente revestida de características patológicas más insensible de
perversidad e inhumanidad, que exterioriza el codiciador con intenso deseo de
asesinar, tendente de pasiones desenfrenadas por el dinero y por ende, causa
suficiente de toda maldad en el tipo.

Seguidamente, todo autor codicioso persiste en la comisión de su conducta


criminal, dado que el impulso crematístico es poderosamente inevitable en las
acciones que pretende determinar, el empleo de modos y formas en el tipo
penal hace de su acto avieso, capital suficiente en el aprovechamiento de las
circunstancias agravantes para asegurar una mejor ejecución del delito y por
tanto, conseguir de su víctima los derechos y estimaciones excepcionales, tales
como: beneficios señalados, servicios destacados, trabajos valiosos en
cualquiera de los aspectos profesionales, político, social, científico, artístico,
deportivo, económico, cultural y religioso, aún, si éstos tienen carácter moral
y material, sin importar el orden de las compensaciones citadas.

Sin perjuicio de ello, en un análisis más profundo, es apropiado equiparar la


codicia con la semejante conducta de “avaricia”, ya que se trata de otra
expresión, que mantiene analogía solo en algunas funciones y características
de su sentido jurídico, pero, es conveniente evidenciar también, que codiciar
y avariciar son terminologías disimiles en su extensión juiciosa. Luego, podemos
colegir según la REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, (RAE) Diccionario de la Lengua
Española, 22ª edición, que: “la codicia es el afán excesivo de riquezas” y

_____________
24. Creus, ob. cit., p. 29, § 69.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

“la avaricia es el afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para


atesorarlas”.

Es manifiesto, que ambas voluntades decisivas mantienen gran similitud en sus


actitudes de entrega con absoluto interés en el enriquecimiento, pues ello, se
debe a la abarcadora vehemencia que anhela cada sujeto para alcanzar su causa
determinante. Mientras que el codicioso mantiene un afán excesivo por las
riquezas sin intención de atesorarlas, este avaro implicaría afán desordenado
en la posesión y adquisición de riquezas bajo imperiosa necesidad de acumular
lo atesorado. En realidad, la dualidad conceptual se sitúa en la forma de
cristalizar tales impulsos, para aludir que los sujetos con actitud avarienta,
responden a la acumulación compulsiva de cualquier tipo de bienes materiales,
dinero, fortunas, opulencia y patrimonio, sabiendo que su utilidad determinaría
satisfacción, interés o apetencia desmesurada, como: la disponibilidad de
cantidades arbitrariamente desproporcionada, bienes económicos, así también,
técnicas financieras (mercado, racionamiento, reparto y otros.), pero lo más
controvertido, es que no permiten gastarlas ni compartirlas.

En efecto, quedaría demostrado la inexistente igualdad entre ambos criterios,


teniendo en consideración que, el atesoramiento con el objeto de esconderlas
y enriquecerse, es sumamente distinto a la obtención excesiva de riquezas
como obra que exige las circunstancias de agravación para constituir el tipo
penal por codicia.

De la misma guisa, existe otro supuesto hecho incongruente, que se manifiesta


entre los asesinatos por codicia y por lucro, la RAE, en este caso define también
contenido preciso, para conocer que, el lucro es la ganancia o provecho que se
saca de algo, ello asociado al tipo penal de asesinato, indicaría su exacerbada
agravación en la Ley penal. Siendo así, se apreciaría entonces que las dos
locuciones, mantendrían fundamentos con indicativos sobre un mismo fin
provechoso. Pero, el acto lucrativo en el asesinato, no solo precisa la condición
agravada del autor, sino también, del interés pecuniario moderado de sus
efectos, que contrastando con la codicia, se estimaría disímil, únicamente en
la opulenta cantidad profusa que resulta de su crimen. Por eso, ello apremia un
detalle acucioso, que se examinará en la siguiente investigación de la figura de
lucro, además, contiene circunstancias en la cual, el agente advierte la
oportunidad de obtener un provecho como motivación unilateral25. Es decir,
que este asesino peticionado, logra su propósito lucrativo en respuesta de una
estimulación para animarse e interesarse en la acción criminal de otro.
Quedando claro que, el uno y el otro poseen un resultado crematístico, sin
embargo, no es lo mismo matar por lucro que asesinar por codicia.

En otra postura, los principios sustanciales del tipo del injusto, son los
presupuestos esenciales que utiliza el autor en la ejecución criminal del tipo
penal por codicia, siendo requisito primordial que, a causa del acto resulte la
muerte de la víctima y en tanto, la consecución profusa de riquezas. Luego,

_____________
25. Salinas Siccha, Ramiro. Derecho Penal. Parte Especial, pp. 36-37, Editorial “Grijley”, Lima-Perú, 2013,
Villavicencio Terreros, Felipe, Código Penal comentado, p. 289, Ed. Grijley, Lima-Perú, 2001; Gálvez Villegas, Tomás
Aladino y Rojas León, Ricardo César, Derecho Penal, Parte especial, Tomo I, pp. 408-409, Jurista Editores, Lima-Perú,
2012.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

sobre la base de ello, las ansias de riqueza sería el móvil del autor que hace
prevalecer la obra homicida, y por ende, es el estímulo que impulsaría el acto
de matar, sabiendo que su conducta criminal se traduciría en la conexión del
juicio normativo para considerar la imputación penal. Este juicio normativo, es
aquel que regula el comportamiento de las personas, perteneciente al ánimo
de lo que debe o debió ser dentro de su accionar, reconociendo como ejemplo:
lo ético, moral, las leyes y las costumbres.

La antijuridicidad material, supone el acto típico fundado en el encuadramiento


legal del homicidio calificado por codicia, la certeza suficiente de su conducta
vinculada a los elementos de tipicidad, servirían para estructurar la comisión
del delito. Por eso, es imprescindible admitir, que la realización del hecho
punible deba ejecutarse con premeditación, alevosía y ventaja, entendiéndose
la compleja actuación planificada del autor, conociendo los posibles efectos
del acto y el aprovechamiento indebido de su posición ventajosa. Pues, ello nos
lleva a comprender, que la voluntad imperante exteriorizada por el autor son
requeribles en los actos preparatorios, para buscar empoderamiento de los
bienes materiales o dinerarios, y a la vez, encontrar beneficio económico
propio, bajo sacrificio homicida de su objetivo, sin ningún remordimiento por
la vida de los demás, aun, pudiendo inclinar su conducta a la desaparición del
objeto material de la acción, como el acto más vil de su delito; con el fin único,
de enajenar la propiedad por un monto suscrito mediante instrumento privado
fraudulento, de manera tal, que alcance consumar su apetito desmedido de
lucro.

Entonces, por premeditación, alevosía y ventaja, en el asesinato codicioso,


debemos entender los elementos sustanciales de la cual se vale el autor para
orientar su trama lucrativa, ello se sustenta que el acto premeditado y alevoso,
siempre coinciden en el hecho por codicia, ya que, la maquinación intencional
se lleva a cabo antes de la perpetración homicida; y en este orden, la ventaja
del autor es la cautela para asegurar el beneficio que se obtiene por la muerte
de la víctima. En suma, todo ello constituiría las circunstancias de agravación
del delito acaecido, que determina incremento esencial en la Ley penal.

El modo de ver el objeto de la investigación frente a los hechos, nos lleva a


considerar que los elementos subjetivos del tipo regulados en la doctrina,
permiten la motivación del autor para establecer la presencia de su “propósito
especial” requerida en la figura examinada. De allí que, la calificación legal de
su conducta en el evento criminal, son encauzados con la finalidad no sólo de
obtener la muerte de la víctima, sino más bien, de impulsar su voluntad para
encontrar satisfacción en la obra codiciosa.

En consecuencia, el actuar por codicia significa un hecho circunstancial relativo


al dolo, donde se obra solo de forma irreflexiva y apasionada, dejando fluir el
impulso criminal, para poseer especialmente riquezas o bienes. Su conducta
inhumana, importa preponderancia fáctica sobre la vida de otro, y ello atañe,
precisamente la sustancia que funda el tipo penal por codicia, en tanto que,
este proceder ilegítimo, adecuaría en la Ley penal, alcanzable punibilidad
racional, pues, no solo debe imperar el impuesto castigo del infractor de quince
años, sino más bien, tener en cuenta que la pena privativa de la libertad podría
LAS FIGURAS DE ASESINATO

sobrepasar también, según prescripción del Artículo 29º del mismo Código
penal.

En realidad, el supuesto por codicia, hace predominar el dolo del autor, tanto
medio, modo y la situación afecta (circunstancias), son aprovechados en lo
antijurídico para alcanzar y fortalecer el asesinato, el fin de ello, se basa
precisamente en constreñir un efecto eficaz de muerte y abundancia de bienes
patrimoniales. Siendo así, la privación de la vida y el lucro causal, serían en el
caso concreto, factores determinantes de la causalidad del supuesto de hecho
legal, para relacionar los aspectos de tipicidad, objetivo y subjetivo que
constituye el delito. En virtud del cual, el profesor Ricardo Núñez, opina al
respecto, que: la "codicia" se refiere a una característica espiritual del autor,
vale decir, a su inclinación exagerada al lucro26. Pues, este criterio reafirmaría
nuestra posición frente a ello, para definir que la plena confianza del autor en
ella depositada, revelaría un rebasamiento de su conducta material, con
resultado abarcador de riquezas suficientes.

Finalmente, queda estable que la codicia alude especialmente a la personalidad


aviesa del sujeto activo, debido a la influencia de su etapa motivante, que
evidencia un modo fundamental en la muerte de otro. Por eso, este codicioso
asesino, mata con dominio de los hechos, sabiendo que su conducta revestida
de crueldad, encauzaría el trayecto de su propósito lucrativo, entendiendo, que
por la muerte obtendría un beneficio crematístico apreciable. Luego, contrario
a ello, sería quien asesine por motivos pasionales, sin preservar ambición
codiciosa, para quedarse solamente con la enviudada, situación insuficiente
que no encuadraría el hecho por codicia. Para concluir, es admisible la tentativa
en el tipo, ya que, podría darse el caso de asesinato intentado por codicia,
cuando solo alcance la muerte del objetivo, pero, sin efecto lucrativo, o,
también que, siga el curso total ejecutivo del crimen, en la creencia de la
muerte, cuando no lo estaba.

§ 24. El asesinato por lucro

El tipo penal de asesinato por lucro, supone hoy, la muerte injusta de otro, para
obtener ganancia crematística no profusa, perpetrada so acto directo del autor
material. El hecho punible, concurre cuando este asesino revela en su proceder
inicuo, forma inhumana de alcanzar provecho económico, todo, mediante la
muerte de su víctima, que determino para su fin. Su accionar a título de dolo
directo, orienta el deseo de matar, por un precio que él mismo designó con
antelación al hecho, la vehemencia con que apetece el dinero, también se
manifiesta en la muerte que causa a la víctima. Pues, la agravante del lucro,
es para la Ley, presupuesto esencial del delito, como es incluso, en ese orden
jurídico, la muerte del sujeto pasivo, pero, ello tornaría insuficiente el acto de
lucrar, sin el efecto homicida resultante, o viceversa, ya que, existe razón
imperante en el trayecto del iter criminis, para realizar el delito. Es de asentir,
que ello estriba el curso factual del asesinato, que va, desde la ideación
perpetrante del autor, hasta la consumación. La naturaleza lucro criminal del
autor, hace de la acción homicida de otros, fuente inevitable de negocio o

____________
26. Núñez, Ricardo C. Derecho Penal argentino, Tomo I, pág. 65, Lerner Ediciones, Córdova-Argentina, 1961.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

medio de recursos aprovechables, para servirse de su víctima y en tanto,


conseguir su objetivo, o satisfacción lucrativa.

El provecho que se saca de la muerte de otro, es un acto ruin y despreciable,


sabiendo que la prognosis anticipada de la acción material del autor, se
estribaría solo en espolear su prominente interés. La idea de beneficiarse con
el crimen, nace de las urgentes necesidades de solvencia dineraria, que su ego
criminal le incita al deseo de asesinar, sin embargo, puede también estimar,
otros de índole patrimonial, dado que el autor, encuentre complacencia no
exuberante, por lo que hace, sino de sopesar el valor lucrativo de la víctima
que este asigna para su decidido objeto, sabiendo que el contenido material
que reviste consigo la víctima, fijaría importe preciso en su perpetración. Por
tal saber, esa ambición pecuniaria considerable que trata de alcanzar el autor,
comprendería al igual que la codicia, aprovechamiento económico propio, no
solo por patrimonios que se procuran mediante herencia familiar, sino que
también, las que resulten del usufructo de propiedades, inmuebles o bienes
apreciables. La revisión que se propicia, basada en la cuestión, debe
puntualizar en la destrucción de la vida, causa injustificada de un provecho
personal, pues, este sujeto, que extingue vidas humanas por su motivación,
puede proponer también, muertes de víctimas con otros fines disimiles, que
este mismo planificó. Lo dicho, entonces, resultaría de asesinar, de modo tal,
que permita: heredar para apresurar el usufructo, recibir el beneficio del
seguro de vida, pero, ello no dista que entre otros casos, se incluya además,
víctimas con trabazón de índole familiar o pasional. A nuestro criterio, ese
repertorio criminal que insinúa el autor para tales fines, puede denotarse in
extenso sin más, en la consecución ventajosa, ya que solo alude a un hecho
concreto vituperable, sin ningún remordimiento por la inclusión de su propio
entorno en los hechos de lucro.

De allí, que la forma calificante del autor, supone exacerbar la circunstancias


de su accionar, que procede so motivación psíquica determinante, pues, su
conducta lacerante y tendenciosa de ganancia moderada, tendría su comisión
en la muerte de otro, sobre todo, si pone por obra el ofrecimiento criminal de
cualquier ser humano, esto, acaecido, sin ninguna contrición por la vida de los
demás. Este beneficio lucrativo, ganado a partir de la muerte de otro, se
ejecuta bajo autoría directa, manteniendo su fin capital en la búsqueda de un
provecho crematístico, que el sujeto activo atribuyó a su propio ente de forma
trascendente, ello, procedente de su deseo por victimizar todo aquello que se
proponga, pero, el hecho más poderoso, sería el fruto cruel obtenido de la
muerte de un anciano, una mujer o un incapaz.

Esta modalidad homicida, reviste gravedad extrema en su esencia, el acto


injusto del autor sobre la víctima, se incita mediante beneficio fructífero,
encaminado por su comportamiento consciente y voluntario. El deseo de matar
que gratuitamente se carga el autor, se debe, al acto motivador del provecho
precedido para alcanzar intensamente la muerte de su objetivo, y en tanto, la
concreción del delito. Los actos previsibles al desarrollo de la consumación, se
aplica básicamente por móviles de lucro, que condiciona de forma voluntaria,
la vinculación entre los efectos homicidas, y el interés consecuentemente
pecuniario u otros de carácter evaluable. Es por eso que, sobre la base de este
LAS FIGURAS DE ASESINATO

fundamento, el comportamiento humano del sujeto incriminado del delito,


constituye tipificación penal fijada en el Artículo 108º, inciso 1) del Código
Penal peruano, la afectación de su castigo, será de quince años de pena
privativa de la libertad y máxima de 35 años, como lo determina el Artículo 29º
del mismo cuerpo legal.

Si nos preguntamos, de cara a tratar de diferenciar la conducta de lucro, con


el nuevo tipo penal de sicariato (Art.108º-C, CP), diremos enfáticamente que
mantienen similitud en algunos elementos descriptivos del tipo, pero, sin
efectos equivalentes. Mientras que el supuesto del lucro, es el asesinato
realizado por autoría directa, para obtener beneficio propio, este último, es la
muerte por orden, encargo o acuerdo, para beneficio del autor material. En ese
mismo sentido, la disparidad real entre la figura del lucro y la codicia, es que
ambos acentúan por un lado, la forma de asesinar a su víctima, para conquistar
el beneficio fructífero simple, y por el otro, un trayecto característico espiritual
del autor, pero, con total plétora en su consecución opulenta, pues, ambos
delitos serían perpetrados por autoría directa.

Aquella guisa prudente, que mantiene el dogma básico del “Corpus Juris”,
desprende de su agravante, al imponente asesino lucrativo del delito, con
designio de autor directo, según sostiene las reglas de la autoría, toda vez que,
incumbe también, al fundamento so orden axiológico jurídico, necesariamente
incidido por un modo circunstancial, constituido en su estructura material, para
recargar la pena fundada en el lucro. Siguiendo este examen, el legislador
sostuvo con sabiduría, que tal imposición sustancial del Artículo 108º, sería
principio aprovechable, para adecuar la peligrosa gama, que constituye la
vigente concurrencia de modalidades comisivas del delito, y sobre todo,
alcanzar esa serie de figuras, con rígido castigo.

De otro lado, atañe también pensar, que el lucro criminal requiere hacedero
discernimiento, máxime cuando el autor, comporta su viable comisión factual,
obrando con intención o propósito radical, tanto en la persecución directa del
fin homicida, como el de sus efectos aprovechables que atinó precedentemente
en el proyecto calculador, sin más, del objetivo opulento que mostró en mente,
será pues, su ventaja productiva. Por eso, el análisis que se aplica a este delito
coetáneo, es determinante, sobre todo, si las virtudes abyectas que aflora el
autor en su proceder, suponen asechanza accesoria en su conducta, que se
torna sine qua non, para el logro apremiante del delito, por lo tanto, siendo
así, la decisión ejecutiva y la disposición para matar, sería entonces, elementos
vitales para la contravención que se persigue. Luego, mediante ese artificio y
otros de naturaleza perjudicable, importaría arreglo tal, para encuadrar
anexidad entre la muerte que se propuso y su propio interés económico, como
finalidad concluyente.

En un aporte antagónico, es insostenible que otras condiciones participativas,


de índole cooperante se promuevan, dado que toda actuación concertante
entre dos o más sujetos, solo se insertarían en el crimen organizado, por lo que,
no tendría vinculación suficiente con respecto al crimen por lucro, pero, sin
embargo, este alcanzaría en grado sumo, a la figura de sicariato. Es de advertir,
que el rol criminal acreditado del autor, se ciñe a la búsqueda de su útil
LAS FIGURAS DE ASESINATO

retribución, mediante el cauce homicida que se propuso. Ello, indica el


desempeño individual, que exterioriza en su actuar comisivo, desde el
rudimento de los hechos, hasta su objetivo lucro criminal. La forma de autoría
del asesino, que aquí se prioriza sin intermediario, es la modalidad directa,
entonces también, el dolo de matar (animus necandi), debe darse, con más
empuje en el delito, toda vez, que su intensión por conocer y querer la muerte
de otro, hacen de su actitud la consecución de sus efectos, dirigidos al logro de
lo que se quiere procurar o ambicionar.

Los asesinos lucrativos del delito, hoy, aparecen como armas letales en escena,
las acciones que persiguen de modo eficaz, debe coincidir, en matar a otro por
beneficio independiente, sabiendo que por esa vía que proyectó, obtendría
ganancia o provecho lucrativo en tiempo real. El estipendio, que pretende
ostentar el autor, por la muerte deseada con vehemencia, sería dirigido sin
más, por voluntad propia, que de manera motivante existen ex ante de la obra,
del fenómeno lucrativo. Esto es, en primer lugar, que el ventajoso homicida,
orientado a la transducción de su vivencia psíquica ya planeada, obedece al
estímulo y motivo crematístico agravado, que impulsaría gran avance en la
acción material, la cuestión es, que de su psique se crea la implicancia de su
acción sobre la víctima y el resultado dinerario que ella dejaría. Ya que, por el
instruido saber, se determina al avivado autor, como el servidor homicida de
sus propios intereses, pero, a costa de cualquier víctima adinerada. Pues, ese
emolumento aprovechable que precisa este autor, sería evidentemente, el
punto supremo del móvil comisivo, que induciría a la consumación total del
delito, dado que, para ultimar a la víctima, es perentorio la facultad de su
apropiada autoría, y a partir de ello, actuar en correspondencia a su conciencia
criminal.

Estos argumentos sustanciales, que proviene del aseguramiento pecuniario


personal bajo muerte, determinaría la razón peligrosa del autor directo, pues,
este medio empleado para alcanzar el asesinato por lucro, es el que se deduce
de nuestra legislación penal, como única figura calificada de agravación. El
requisito fundamental que requiere el autor, para constituir la agravante, no
solo se basa en preparar o disponer con habilidad el acercamiento con la
víctima, y en tanto alcanzar el provecho, sino más bien, ello, requiere actuar
con ánimo lucro criminal. Entendiendo que la peligrosidad del autor, es solo
complemento de su actuar, que reviste siempre su acostumbrada conducta
criminal.

En suma, el principio razonable de la agravante, reside pues, en apoderarse del


bien mediante la muerte de una persona humana, pero, el propósito criminal
planeado en la psique del autor, no constituiría presupuesto de peligro en la
cuestión, dado que, solo establece deseo de ejecutar, y por ende, determina
únicamente acto preparatorio del delito. Igual forma, se relaciona al imaginario
propósito de apoderamiento del emolumento, pues este momento no precisa
sumo interés para la Ley, puesto que, todo acto fantástico en la psicología del
autor ex ante del hecho punitivo, sería acto baladí, pero, lo capital del su plan,
no es, como lo llevaría a cabo, sino más bien, que forma de matar desataría el
autor, obcecado por el lucro en su acción nefasta. Por cierto, la Ley, frente al
usufructo que se obtuvo del crimen, no precisa monto profuso, solo moderado,
LAS FIGURAS DE ASESINATO

ya que la cantidad pletórica de fortuna, alcanzaría sin duda, la codicia. En ese


curso, también se estimaría decisivo, que la víctima preferida por el autor,
ostente condición inevitable de patrimonios, debiendo este estimularse por
ello, para alcanzar calificación idónea en su perpetración material, además, la
acción trascendental que solo busca la Ley, es la ejecución mediante el móvil
de lucro. Sin embargo, la posición de su acto criminal, tendría su finalidad en
el estímulo remunerativo, sabiendo que al rematar su obra deseada se
apoderaría del lucro. Pues lo cierto es, que ello, debe coincidir, en que el lucro,
produciría el curso homicida a seguir como causa de su plan reprochable, y esto
representaría, símbolo del acto motivacional, necesarios para los efectos del
fin buscado.
La adopción ejecutiva del lucro que predispone el homicida, se exterioriza con
vil sentir criminal y desprecio por la vida humana, su satisfacción de causa
material, se orienta al cumplimiento del estímulo, que se resume en la
conquista ganancial. De ello, se tiene que el resultado lesivo del bien jurídico
de otro, planificado antes del fenómeno delictivo, sería motivo determinante
para ese provecho crematístico, pues, si bien, todo incumbe a la actuación
ideológica del autor, como se alegó anteriormente, entonces, ello daría lugar
a la construcción factual de su estrategia criminal, estructurada en precipitar
el hecho punible, con excesiva minuciosidad en la forma de realizar el delito,
es decir, llevado a cabo detenidamente, de modo tal, que logre una muerte
precisa, ya que su acto fijado en el interés de manera individual, sería
conducente en el asesinato de una vida tutelada.
Por tal trascendencia primaria, ello no solo se trata de un sencillo afán homicida
para lucrar con la vida de otro, sino, que lo indigno del autor es, el instinto
dañoso, que exterioriza con poder ejecutante sobre su víctima, tan solo por
dinero, pues, ese modo criminoso encaminado, es exactamente el reafirmante
que embarga indignación, por el sacrificio de la vida. La estimativa pecuniaria
final que se impuso este autor, como retribución por el crimen obrado, en
congruencia lógica, no sería ajeno en sentido símil, al comportamiento del
autor codicioso. Porque más cruel, es aquel que encierra maldad en el estado
de ánimo, para utilizarlo en lo discurrido, que el propio asesino, que mata con
displicencia, sin tirria, ni repugnancia, o desprecio.

Este autor directo o material, como impulsador del crimen es el realizador del
asesinato de esa vida humana, no mantiene motivo alguno para ejercer el
camino de muerte contra la víctima, solo actúa a título de dolo directo
indeliberando su voluntad por móviles de lucro, los sentimientos en el momento
preciso de la ejecución homicida, carecen de odio o rencor. Además, es el que
ejerce influencia sobre sus propias exigencias, para actuar con premura en
respuesta del móvil por lucro que este mismo se adjudicó. También, esta
configuración delictiva se funda desde el acuerdo psíquico que mantuvo en su
ser, hasta la concreción del negocio que construyó y se obligó a cumplir, por
eso, este asesino del delito, imputado hoy como el “homicida aprovechado”
recibe su propio beneficio a causa de la muerte, que premedito con antelación.
Así, pues, aunque no se precise de manera expresa e independiente, en la
disposición legal de las circunstancias de la acción típica, del Artículo 108º
inciso 1), de nuestra Ley punitiva, queda sobrentendido, la dicción “(…) el que
LAS FIGURAS DE ASESINATO

mate a otro por lucro (…)”, para denominar solo al autor directo o asesino (el
que mate), y la víctima (a otro), pero, al referir la terminación “por lucro”,
ello, debe comprender toda causa provechosa que se origina de la psique
personal avivado por su voluntad criminal hacia el lucro. Por lo tanto, la sinopsis
pondría de manifiesto, que el móvil del hecho punible se funda en la
consecución o logro del beneficio que se pretende, sirviendo ello, a propósito
para tales efectos de cumplir el fin criminal.
La implicancia del sujeto activo en el hecho lucrativo, indica específicamente
su condición de autor, acreditado en su persona como el causante de la
actuación directa, dado que, su aporte criminal, es elemento suficiente para
orientar la consumación del delito. Bien se conoce, que la Ley penal, contribuye
en la información esencial, respecto de la categoría basadas en la muerte
lucrativa, no obstante, la forma individualizada del concurrente para este tipo
penal, mantiene relevancia primordial en la causa criminal, sobre las cuales
vinculamos, al autor material o directo del hecho. Su calidad de causante y
los diferentes modos de estructurar la perpetración en el ilícito punible, se
distingue objetiva y subjetivamente, con arreglo al curso de su voluntad
homicida, incitado por el lucro. Luego, en ese orden jurídico instituido,
podemos distinguir el alcance siguiente:

a) El autor material o directo del asesinato por lucro

Debemos entender por autor material del delito de asesinato lucrativo, al


sujeto que realiza la acción directa del asesinato, mediante plan inicuo
con intención lucro criminal aprovechable, decidido a encaminar de
manera individual, la destrucción injusta de la vida protegida de otro y la
consecución del bien crematístico. Su actuación bajo prognosis del hecho
punible, facilitaría la incurrencia para adecuar su conducta en contra de
la víctima y alcanzar el apoderamiento del lucro. Por último, es el
ejecutor del asesinato, que a causa de su elaboración planeada, puede
obtener una compensación económica, que este decidió fijarse por esa
muerte, durante los hechos preparatorios. Sin más, es el sujeto activo del
delito, que posibilita su finalidad al provecho dinerario, de cara a concluir
su propósito criminal.

Pues, de lo que se colige, este notable fundamento sustancial, sería la


validación afincable, que mantendría este autor de la causa, en razón, a que
su facultad intencional, tiene su manifestación en el acercamiento de personas
para crear un acto independientemente compulsivo de su estímulo por el
dinero, para beneficio propio. Todo ello, dirigido al propósito criminal, para
fijar independencia sumamente imperiosa, entre la acción homicida y los
efectos resultantes que se buscan con el lucro.

En virtud del cual, la Ley penal peruana que se imparte hoy, ha incorporado
sabiduría en su precepto eminente, sobre todo, del principio de “autoría”, que
se estima idóneo, para reforzar nuestra postura. De esta manera, es básico
descollar la forma de intervención voluntaria sine qua non, que se encuentra
en el contenido material de la acción punible, de acuerdo al siguiente orden
normativo:
LAS FIGURAS DE ASESINATO

1) La AUTORÍA

“Artículo 23º del CP.- El que realiza por sí (…) el hecho punible (…) será
reprimido con la pena establecida para esta infracción”. (…)

Quedando claro entonces, que la notoriedad de las afirmaciones vertidas, se


desprenden de disposiciones jurídicas emanadas legítimamente, para validar el
examen planteado, toda vez que, los efectos establecidos fundamentalmente
determinan al autor como el quebrantador del delito. En tanto, la denominada
actuación directa, constituiría ajuste juicioso de la Ley en vigor, que abarcaría
intrínsecamente una autoría objetivamente reconocida, para predominar el
criterio de lo legislado, pues, en ella, revela enfáticamente al autor que
configura el hecho punible, conocido como aquél que domina su propia acción
típica. Esto profundiza aún más, ya que la teoría coetánea del dominio del
hecho, ratificaría la posición criminal del autor que mantiene tal facultad
fáctica y en consecuencia, es el que estructura la acción de forma adecuada,
pues, este reconoce que tiene esa disposición real en su poder. De allí, que el
autor del delito por lucro, ofrecerá una voluntad criminal directa en el curso
de su acción, pero, ello admite imperiosa imposición de la Ley, para ser
alcanzado por su condición de tal, en el hecho punible.

§ 25. Agravación de la acción por lucro

El fundamento del castigo rigurosamente grave, se encuentra en el mayor


reproche que merece quien mata por un puro interés27. Pues, frente a ello, se
adujo precedentemente, que no solo trata de censuras extremas en la forma
de conseguir ganancia bajo ánimo de matar a otro, sino, que la trama seguida
desde la acción hasta su resultado por el autor directo, lograría también peligro
en grado sumo, que regula el tipo penal de asesinato por lucro. La sustancia del
elemento accidental, que anexa el homicidio calificado por lucro, constituye
gravedad máxima en su perpetración criminal. El estímulo para incurrir en esta
modalidad circunstancial del delito, tiene su origen en el beneficio económico
del lucro, dado que, el arreglo gratuito para alcanzar mediante sus ideas
criminales, que planificó el autor directo con antelación al hecho punible, sirvió
de base para encaminar su delito.
La maniobra del dominante lucro homicida, es aflorada por el asesino que busca
su propio beneficio, la aceptación de vil actor del iter criminis, supone modo
determinante para asumir la muerte injusta de otro, y la consecución de una
cantidad crematística no copiosa. Como ya es sabido, este ejecutor, revela
apetencia por la muerte de su objetivo, conduce también, el proceder criminal
sobre la base de su proyección antelada, eso dirige a que de manera consciente
y voluntaria admite el rol ejecutivo sobre el sujeto pasivo, so monto pecuniario
que se atribuyó. Respecto del valor monetario o precio ya examinado, este
puede fijar cantidad exigua y no cuantiosa, dado que, se tornaría banal, sin
modificar la culpabilidad del ejecutor.

_____________
27. González Rus, Juan José, El homicidio y sus formas, en curso de Derecho Penal español, Tomo I, pág. 69, Editorial
Marcial Pons, Madrid-España, 1996.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

En realidad, es de acentuar, que en el acto consumativo, el propio ejecutor


mata sin sentir deploraciones. Pues, la Ley, ante tal conjetura, considera que
el estado motivador por el lucro que le precede al autor directo, sería fuerza
esencial en la manifestación de su intensión criminal, bajo conveniencia ideal
propias del autor, pero, aquello, debe siempre incluir para sus efectos, fruto
compensatorio dinerario, y por esa vía, también el brote de la agravante. En
esta percepción, puede el autor directo entonces, actuar en la creencia que su
asesinato será reconocido y recompensado, solo cuando concluya el delito que
él se designó, visto que, pudo prever con anticipación, posibles situaciones
frustrantes, que haya generado cierta inestabilidad en su conducta. Lo que
colegiría, deducción trivial en las pautas vertidas, que hacen inalcanzable la
calificante de agravación por lucro.

Por eso, la imperiosa gravedad del hecho, reside en la exigencia propia del
lucro, toda vez que, en ella asegure la muerte recompensada, conociendo que
el autor del acto directo, conlleva ambiciones en su propósito criminal. Esto
asiente, que el rol representativo discernido del acto, se encuentra subsumido
en los actos preparatorios. Sin duda, los preclaros fundamentos del usufructo
ex post, debe imperar en el ejecutor, accidente predominante de su comisión
material, ello, importaría intervención independiente, en la orientación para
el cumplimiento de la muerte, y hacerse dueño de la ganancia que se prometió.
Otro aspecto esencial, es que el fondo de su intencionalidad, ha de ser, un
patrón criminal con fines de lucro, considerando que, la base de su naturaleza
pecuniaria, se estructura en el interior del beneficio remuneratorio obtenido.
Además, la ventaja que alcanza el autor directo, no atribuye causa originada
por la muerte de la víctima, sino que ello, se debe más bien, al insensible acto
de asesinar, dado que, su indolente forma y frialdad de producir la muerte, es
lo que se torna primordial. Pues, un caso insuficiente sería, que la víctima
muera de infarto, sin que su ejecutor lo haya perpetrado, solo para lograr el
beneficio pecuniario ambicionado.

Si bien la Ley, requiere para la estructuración del asesinato por lucro, un


provecho económico que promete ganancia, para el sujeto activo, y concluya
en una causa material, ello entonces, presupone las circunstancias peligrosas
que se encuentran en el lucro. Determinando según analisis preciso, el lucro al
que alude la Ley en su precepto, es sin duda alguna, la figura que representa
el “beneficio cruel”, del propio autor directo. De ese modo, debe reconocerse
que, al proferirse del asesinato por lucro, estaremos ante un hecho punible
aprovechado por su ejecutor, que coincide como autor beneficiado por su
acción. Es el que se incita a la promesa de su propia ganancia por la muerte de
otro, y en definitiva se precisa como el que, dolosamente determina el crimen
de forma individual, con lucidez para obrar y consciente de sus efectos, desde
la iniciación de sus ideas criminales en la psique, hasta la consumación total de
los hechos, siendo así, entonces, este autor incrementaría gravemente su
castigo, como mandato de reprensión por su acción abyecta, ante la Ley.

Finalmente, el estudio prolijo del delito en tratamiento, inserta en el Derecho


penal, formas técnico jurídico, que detalla la posición del asesino o autor
directo de cara al supuesto de muerte por lucro. Pues, este acto antijurídico
ilustrado, se transforma en una modalidad perpetrante lucro criminal, de
LAS FIGURAS DE ASESINATO

intereses propio del sujeto activo, que sólo persigue con afán el asesinato de la
víctima designada por el mismo ejecutor, delito que, alcanzaría origen en la
agravante, sin desconocer a propósito de su calidad de autor directo. Lo real
es, que la agravante atiende puntualmente a hechos crematísticos de índole
homicida, el objeto debe siempre dimanar por causalidad concreta, un acto
independiente, proyectado al hecho punitivo. En otras palabras, entender que
el solo plan con fines de matar para lucrar, ideado por el sujeto activo, atribuye
un acto preliminar que ante la Ley penal carecería de condena, en razón, a que
todo acto preparatorio ex ante del hecho, debe necesariamente seguir ex post,
los efectos de resultado material, para considerar su configuración penal. Sin
embargo, es imprescindible que, el asesinato por interés, encuentre la
realización de la acción consumativa en la muerte, pero, no en la ganancia que
obtendría por esa muerte. La auténtica perpetración empieza, cuando el autor
pone de manifiesto los actos ejecutivos del asesinato, y no en las acciones
preparatorias. Por último, el vínculo causal para este delito, reside en el interés
de matar por precio (móvil) y la muerte ejecutada como efecto resultante
(medio). La tentativa del asesinato por lucro, se admite, toda vez que, el medio
encaminado, posibilite eficazmente el propósito consumativo del crimen.

§ 26. Factores del beneficio económico en el asesinato por lucro

En el asesinato por lucro, la concurrencia de factores primarios del tipo, se


determinan factibles, tanto la acción como el resultado, la existencia del fruto
o beneficio, como componente sustancial del hecho, es apremiante en la
estructuración del delito. Su proposición personal y el desenlace fatal, se
desprenden de lo planificado por el autor, ya que, el fin principal es obtener el
beneficio económico deseado, pero, este debe imponer que se consiga
mediante la muerte de otro. Pues, este beneficio que se alude, no solo puede
ser determinante para la configuración del asesinato, sino que además,
considere al autor directo, beneficiario como causa de su acción criminal
premeditada. Siendo así, ello, puede detallarse en el siguiente orden:

a. El beneficio o provecho determinante del asesinato.


b. El autor como beneficiario por la muerte ocasionada

a) El beneficio o provecho determinante del asesinato

Es conveniente, para mejor discernimiento del tema, comprender por beneficio


propio en el delito por lucro, todo bien relativo, que se produce o recibe como
causa de muerte, siendo este bien satisfactorio, de utilidad necesaria para el
asesino. Así, puede colegirse también, como el provecho o remuneración
material, por la obra criminal realizada. Bajo este examen, el beneficio en un
criterio positivo, supone el principio fundamental y determinante del delito, es
el móvil que exacerba gravemente las circunstancias cometidas por el autor.
Del beneficio o lucro, se obtiene utilidad o provecho después del acto criminal,
y, la firmeza de su persecución atañe a la Ley penal.

En la figura de asesinato por lucro, impera siempre la ganancia o provecho


remunerativo obtenidos por el autor como resultado pleno del asesinato de la
víctima, pues, esa consecución ventajosa de sus intereses, sería precisamente
LAS FIGURAS DE ASESINATO

el acto determinante en la consumación homicida. La Ley, de cara al supuesto


de lucro, germinaría su persecución penal, para encontrar la transgresión
homicida del autor por móviles del lucro, acto motivante que constituye
gravedad en el hecho, pues, ese proyecto causante del crimen, es el que
pretende encaminar este asesino, pese a lo regulado por la Ley, se obliga aun
así, continuar hasta su final ambición, con premura a perpetrarla, porque ello,
es debido al poder sumo del estímulo y la motivación, que revela fuerza en el
provecho económico del monto relativo, este acto entonces, liberaría un deseo
desenfrenado en el autor, solo por el dinero, y no, por la propia muerte. En tal
deducción, se definiría como un sujeto carente de sentimiento, frío y
calculador, que mata únicamente por el logro de su propósito beneficiador. Por
eso, los efectos resultantes del lucro, que se aluden por la muerte (el
beneficio), será precisamente la forma agravante descritas en la Ley, y en
tanto, concluyente para encuadrar la conducta punible del lucro.

Sin más, el provecho lucrativo que procura el ejecutor, es la razón juiciosa para
fundamentar la acción grave, ex post del asesinato. Sin embargo, a nuestro
entender, esa muerte producida por el autor, fue considerada como la traba
que impedía el camino hacia el resultado beneficioso ya planificado, el cual
hace necesario su exterminio, sabiendo que por ese curso, sería aprovechable
alcanzar el lucro que buscaba. Por último, el bien apoderable, debe derivar
también de elementos materiales, como se dijo en inicios del tema, pudiendo
ser estos, tanto muebles como inmuebles. Los bienes muebles, serán el pecunio
o la herencia dineraria parentelar, es decir, los de fácil acceso y traslado para
el asesino, los bienes inmuebles, se atribuye a casas y terrenos, donde la venta
o transacción de estas, dejaría fructíferos dividendos. Pues el aprovechamiento
de estos bienes, podría estimarse entonces, algo parecido al delito de robo
Artículo 188º CP, pero, no igual, dado que su acción la dirige “al apoderamiento
ilegítimo del bien (…) ajeno para aprovecharse de él sustrayéndolo del lugar
en que se encuentra, empleando violencia contra la persona (…)”. De modo
similar, en la figura del lucro, el autor se apodera del bien crematístico, para
buscar aprovecharse, empleando medios que por su eficacia hacen posible la
muerte de otro, siendo necesario este cauce de resultado criminal en el logro
de su configuración penal.

b) El autor como beneficiario por la muerte ocasionada

Es requerible, para el tipo penal lucrativo, la intervención homicida de un autor


directo, su concurrencia en el delito es vital, dado que, la esencia criminal de
su conducta manifestada en el hecho punible, obedece al ejecutor de la muerte
por lucro. La peligrosidad de su acto inhumano, alcanza gravedad exacerbada,
en el cumplimiento de su plan homicida remunerado, la ganancia o el provecho
dinerario, son su mayor afán, pues la muerte que realiza, es perpetrada sin
sentir conmiseración por la vida de su víctima. Su protagonismo en el hecho
homicida, acarrea no solo la conquista económica de su propio interés, sino más
bien se le reconoce como el autor favorecido o adjudicatario en lo crematístico,
que resultó de la muerte planificada con antelación. Este beneficiario de la
muerte, opta siempre por víctimas con poder adquisitivo relativo, pudiendo ser
incluso su cónyuge, pareja, conviviente o una amiga, abarcando ello, el plano
sentimental, pues, otras categorías también se presentan con gran similitud en
LAS FIGURAS DE ASESINATO

los sujetos perpetrados del tipo penal por codicia, pero, sin profusión de
riquezas. En conclusión, para llegar a esta fase del delito, es evidente que el
sujeto activo, debió seguir definitivamente el curso del iter criminis, sin
encontrar dificultad alguna en su perpetración criminal, pues, como se
manifestó de forma precedente, esta actuación homicida que se ha encaminado
con eficacia, se subsumiría entonces, en la culpabilidad suficiente, para
alcanzar la agravante en calidad acreditable de autor directo del homicidio
calificado en la modalidad de lucro, todo ello, en respuesta de su actuación
voluntaria en el hecho homicida.

La concurrencia de la circunstancia por lucro, comprendida en la Ley, supone


un hecho concreto, en el plan del propio beneficio económico del autor a causa
del asesinato de otro, pues, aquí no existe pago por terceros, sino solo, el
beneficio que el autor directo obtendrá por aquella muerte, a propósito de su
plan ideado. Pues, la voluntad de su proyecto ambicioso y el deseo de
apoderarse del dinero de la víctima, no son presupuestos de tipicidad, sino más
bien, estas se consideran deseos in concreto, ya que solamente aportan
inclinación vehemente del crimen. Propiamente, la norma no legisla esta figura
en base al sentir del autor, sino, ello debe basarse en su acción determinante,
para conseguir provecho lucrativo mediante la muerte de otro.

El término lucro empleado por nuestro código es más lato, que los términos
"precio" o "promesa remuneratoria" que emplean otras normativas. No obstante,
el asesinato por lucro se traduce en el medio para complacer el interés
económico del ejecutor, y por ende, se subsume en dos elementos constitutivos
vinculados entre sí, mientras que el móvil, es el motivador del interés
económico y estímulo esencial en la muerte de la víctima, el medio fijará la
muerte por el beneficio lucrativo, de forma tal, que se presente la relación de
causalidad entre el interés de matar por lucro y la ejecución de la muerte como
resolución deseada. Dicho esto, el asesinato bajo móvil de lucro, nos lleva a
comprender un proceder criminal ejercido so “animus lucri faciendi gratia” que
significa, considerar como propósito de enriquecimiento, ganancia económica,
provecho o ventaja, para determinar la actuación especial del autor material.

En consecuencia, a los principios jurídicos examinados, se reconoce que existe


gran controversia en el tratamiento del delito respecto del acto ejecutivo y
específico del autor directo; pero, como podemos ver, nuestra labor como
juristas en la investigación de las ciencias del derecho penal, no sólo consiste
en la elaboración de un tratamiento sólido y eficaz del delito, sino, que permita
al juzgador tener un alcance real de las herramientas adecuadas en los
supuestos de lucro, a fin de poder aplicar con mucha coherencia una actuación
procesal impecable.

§ 27. El asesinato por lucro en grado de tentativa

El crimen por lucro, también admite la tentativa, la Ley exige para configurar
su tipificación, que el autor directo, siga el curso homicida absolutamente
integro por voluntad propia, dado que el medio empleado haría posible por su
eficacia, la consumación del asesinato. Siendo que, por situaciones impropias a
la voluntad del autor, se frustra la consumación homicida y esta víctima no
LAS FIGURAS DE ASESINATO

muere en el suceso de la fase final. Bajo este aserto jurídico, la tentativa


abarcaría formas disímiles en su frustración homicida, que comprende un delito
malogrado en el intento, sin encontrar efectos resultantes en la materialidad
del delito que se deseaba perseguir, pues en este acto sin corolario criminal, el
autor encontraría grado tal de culpabilidad, alcanzando solo penalidad menor,
determinada por el juzgador de la causa, ya que, sus secuelas ejecutadas no
alcanzaron el deceso de la víctima o si logro la perpetración homicida, el caído
no murió.

Conforme a ello, vale decir que, con los actos ejecutivos previos a la realización
del asesinato, se funda la acción de matar del autor, pero, sin lograr la muerte
del sujeto pasivo, lo que estribaría grado sumo, para atañer máxime en el tipo
base del delito. Siendo así, la acción homicida del ejecutor, infligido por
voluntad propia, constituye el curso criminal que determinaría su perpetración,
como autentico autor material del hecho. Pues, este autor directo, no tomo en
consideración las causas imprevisibles del intento doloso, que a toda luz tendría
solamente competencia en el delito interrumpido.

Concluyendo, es requerible que el supuesto tentado de asesinato por lucro,


abarque las acciones sucesivas del delito, que obedece a las fases seguidas en
el iter criminis, ello, añadido, complementaría el concepto capital, para fijar
la tentativa acabada, toda vez, que la obra encaminada por el autor directo,
sigue el curso criminal externo que la Ley exige, sin efectos resultantes en su
producción material. La frustración específica, en respuesta del propósito
criminal seguido por el autor material, señala causa malograda o no lograda,
respecto de su resultado final. Entendiendo, que su afán primario por el lucro,
encaminaría su acto, sin prever el surgimiento inidóneo en la muerte intentada.
Además, la voluntad y el deseo de asesinar, bajo empleo de medios idóneos en
el brote del evento, fueron revelados con un solo objetivo homicida. Pues, de
ello, existe convicción plena, ya que, si los resultados que pretendió alcanzar
el ejecutor del hecho, no concretaron su intención lucro criminal, entonces, es
de evidenciar la manifestación de otra figura penal imprevista, en respuesta
solo hasta los efectos intentados que logro, y al no revelar producción homicida,
tampoco puede haber apoderamiento de lucro. Por tanto, este fundamento,
nos hace comprender que produjo una dicotomía opuesta entre la frustración y
el delito mismo, porque mientras el delito por lucro se llevó a cabo hasta la
parte subjetiva, la tentativa del delito, siguió pero no culmino lo subjetivo. Es
de manifiesto, que la disimilitud estriba en la intencionalidad del ejecutor, y,
es exactamente la que pretende diferencia el supuesto de lucro, pues ello, a
propósito, también alude a la parte objetiva.

En este sentido, el grado calificador del juzgador de cara a la tentativa


terminada, aplicaría disminución prudencial de la sanción penal, dado el peligro
inherente al intento y el nivel de ejecución alcanzado.

§ 28. El desistimiento del ejecutor en el asesinato por lucro

La dogmática penal peruana, en su Artículo 18º, contempla el desistimiento


voluntario del ejecutor, lo que oportunamente correspondería a la renuncia de
proseguir con su voluntad criminal que había iniciado, pudiendo determinar
LAS FIGURAS DE ASESINATO

suspensión, en un punto de equilibrio ex post a los actos preparatorios, sin


efecto homicida. Ello, debido tal vez en sentido figurado, a una rectificación
voluntaria, que fluyo en el comportamiento del autor, para inhibirse del curso
homicida de la víctima, por causa estimulante del móvil lucrativo. Así, se tiene
también, la imposibilidad de ejecutar o conseguir los actos ejecutivos, previos
a la consumación de la víctima. Sin embargo, el proyecto lucrativo que planificó
el autor, con antelación mediante muerte de otro, fue decisivo para encauzar
el delito, toda vez que, constituiría forma punible distinta, solo, si la
deliberación reflexiva de las consecuencias fácticas, no pretenda alcanzar
suficiencia material.

La acción y el resultado, de la abdicación potestativa en la continuidad y


producción material del autor, debe comprenderse, como la interrupción por
motivos impropios a su voluntad. Pues, sobre el desistimiento voluntario de
proseguir con la acción ejecutiva del delito, la Ley es precisa, ya que, esta
aflora a partir de los actos previos a la realización del asesinato, es decir
después de la previsión intencional de los actos preliminares, que condujeron
a la meditabunda reflexión del autor. Siendo de esa guisa, el arrepentimiento
persistente de su rol material, impediría entonces, que se produzca el resultado
homicida, y por ende, se construya solo un cauce enmarañado de su conducta.
Infiriendo así, castigo inevitable de la Ley para el sujeto activo, únicamente
hasta las acciones ejercidas por voluntad propia, aun aquellas que, revistan
gravedad o erija cualquier modo de índole penal.

En efecto, el arrepentimiento provocado por el asesino, descubre sólido


fundamento en la decisión que su criterio frustrante le impone, ya que, en su
condición de autor directo del crimen, es inaceptable, atribuir la abstención de
su acto a la conciencia moral. Piénsese, que ello es contradictorio, porque la
amoralidad en los asesinos es inmutable, y en definitiva, adolece de percepción
real de ética alguna, pues, por eso, no intuye en su ser la conciencia moral.

Así, de las críticas controvertidas, también se aduce que, esas formas inidóneas
de ejecución, serían causa alcanzada por el desistir espontáneo del autor. Ello,
no dista que la peligrosidad, originada ex ante, dicho justamente de la misma
voluntad propia del ejecutor, con facultad al entendimiento de su delito,
pudiera estimar suma gravedad en el curso criminal. Empero, se puede asentir,
que la conducta sobre el cual alude este autor, tuvo su “esencia penal” en la
trama emprendida, hacia la muerte por lucro. Lo que pretendería, hacer idóneo
en sus inicios, para diseminar su obra bajo cálculo causal, sería inadecuado,
entonces, al emplear otra técnica extraordinaria contrarias a la Ley en la
corriente criminal, ya que, el recorrido que sigue dicho acto, debe considerar
impunemente ex ante y ex post, respectivamente. Por último, aquellos actos
perpetrados por el autor fáctico que fueron fructíferas o inidóneas, por razones
de arrepentimiento, será materia analítica, propiamente competitiva del
juzgador.

§ 29. El asesinato por placer

El tipo penal por placer, debe entenderse la muerte provocada mediante


fruición agradable de complacencia, que el autor revela en el momento de la
LAS FIGURAS DE ASESINATO

ejecución contra su víctima. El placer, es la causa fundamental de este delito,


pues su acto, abarca satisfacción o goce que se manifiesta como algo agradable
en el proceder del autor, continuamente cuando produce la muerte de otra
persona. El móvil de placer, como acto esencialmente motivador, que estimula
el impulso de perversidad en el autor, exterioriza circunstancia extrema de
peligro en su conducta, aun, cuando en la muerte que este engendra, no por la
inclinación de asesinar, sino por las ansias de experimentar un placer morboso
en la muerte que causa, de manera tal, que este autor no mata por motivos
externos dirigidos a estimulaciones de tirria, venganza o intereses personales,
que nada debe depender de esta forma motivacional, pues lo real, es que solo
busca sentir placer al ocasionar la muerte de su víctima.

A nuestro entender, esta Ley comprende al sujeto capaz de producir la muerte


de otra persona, mediante impulso de perversidad excesivamente cruel, que
constriñe una ejecución criminal con fiereza. La forma de subsumir su deseo y
satisfacción, atañe un extremado placer enfermizo de manera precisa en su
aplicación, pues, lo básico es, el empleo esencial de los principios conductivos,
que se sigue para mostrar un afecto intenso de la perturbación mórbida, en el
instante de la materialidad homicida.

El hecho punible por placer, como realidad problemática, aunque con muy poca
frecuencia se viene desarrollando en la actualidad delincuencial, constituye
una modalidad homicida extrema en la figura de asesinato, su análisis jurídico
penal, se ampara conforme lo establece el Artículo 108°, Inciso 1), de la Ley,
castigando con quince años de pena privativa de la libertad a los autores que
concurran en la agravante de asesinato por placer, pudiendo incrementar la
pena con una máxima de 35 años. Además, la norma punitiva, exige para su
configuración típica, que la destrucción del bien jurídico vida humana inspire
goce o deleite, en la actuación fáctica, debe también revelar una conducta
brutalmente perversa o lenta, refinada e intencionada con premeditación. De
forma que, se precise la ejecución material de la víctima, como el medio para
alcanzar un sentimiento deliberado de agrado y satisfacción en el autor;
quedando establecido que el placer siempre será la motivación de la muerte en
este delito.

Sin embargo, este proceder de deleite por asesinar, implicaría de todos modos
una condición cercana a la necrofilia del autor, siendo lo más acertado que se
le atribuya rasgos de personalidad psicopática, como un patrón de conducta al
momento de ejecutar la acción homicida. Por lo genérico, en el asesinato por
placer, estos homicidas disfrutan del sufrimiento de la víctima cuando asesinan,
hacen de los goces de complacencia y satisfacción su mejor proporción que ello
le acarrea, pudiendo exteriorizar también, intenso placer cuando asesina con
lujuria, apetito pletórico y desordenado por el deleite carnal. Procura distintos
placeres contra su víctima, o, en otros casos, este psicópata busca deleitarse
perpetrando un hecho sangriento, para satisfacer su necesidad desenfrenada,
observando el intenso fluido de sangre de brota de las heridas mortales que le
produjo a su víctima, así, como el goce cuando terminaba su vida. En virtud de
lo precedido, es notorio que el comportamiento psicopatológico adoptado por
el victimario, se ubica en una escala criminal sumamente execrable, donde
asesina sólo para sentir un placer agradable sobre otro ser humano, ello debe
LAS FIGURAS DE ASESINATO

precisar, un experimento de mayor placer, fundado en la intensificación de la


punibilidad, al igual que la ferocidad, por eso, este supuesto se comprende
como agravación apremiante dentro del tipo penal de asesinato.

En realidad, creemos que esta modalidad comisiva resulta un caso muy


controvertido, en razón a que el autor del hecho homicida, actúa bajo conducta
patológica y obsesivamente morbosa por la muerte de una vida que la Ley
tutela, sin embargo, se debe considerar que el protagonista en este delito es
un psicópata que asesina sin motivo alguno. Siendo ello, peligro imperioso de
transfiguración social coetánea, por esas circunstancias, hoy se aprecia con
amplitud, una doctrina ducha en las ciencias de la criminología, incluyendo la
“ANTROPOLOGÍA CRIMINAL” y la “SOCIOLOGÍA CRIMINAL”, que con especial
énfasis, vincula la investigación criminal y la tipología científica penal para
examinar los casos de asesinatos. En este mismo orden, debe conocerse
también, el INSTITUTO DE PSICOPATOLOGÍA FORENSE CRIMINAL DEL PERÚ, que
se encarga del reconocimiento o peritaje psicológico, su fin, es el de someter
y determinar el grado de psicopatía que manifiesta el autor del delito. Se le
reconoce a esta institución, por el logro de sus objetivos, como la conducta
criminal de los sujetos incriminados, el perfil victimológico en la investigación
criminal, el estudio y análisis de los diferentes tipos de delincuencia, delitos y
delincuentes, la aplicación y desarrollo de protocolos de investigación criminal
avanzada, el desarrollo y defensa forense del informe pericial policial y otros;
reconociéndose, como una entidad que va más allá de los motivos externos,
involucrados en el mundo subjetivo del homicida.

§ 30. Las causas de inimputabilidad en el asesinato por placer

Examinando este tratamiento monográfico, se sabe que todo autor del hecho,
antes de su acción criminal, debe necesariamente encontrarse comprendido en
la materialidad del asesinato, este sujeto activo, es el que actúa bajo conducta
consiente y voluntaria sobre la víctima, para considerar la base sobre la cual
descansa toda la estructura del delito. Pero, en antagonismo sustancial a ese
comportamiento legal vertido, existe también, otro sujeto con problemas de
conducta psíquica, que posibilita la acción para desatar el resultado homicida
como lo exige la corriente del iter criminis. Sin embargo, esta acción con efecto
material alcanzado, no se adecúa al tipo penal por placer, dado que, la
inimputabilidad del sujeto perpetrador, revela condición insuficiente y
excepcional, pues solo los sujetos que mantienen tal calidad, reciben un trato
especial como consecuencia de su proceder, basados en la esencia de la Ley,
precisada en el Artículo 20°, que dice: Está exento de responsabilidad penal:
Inciso 1) “ El que por anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o
por sufrir alteraciones en la percepción, que afectan gravemente su concepto
de la realidad, no posea la facultad de comprender el carácter delictuoso de
su acto o para determinarse según esta comprensión”; siendo necesario
garantizar el desarrollo de su patología en un centro especializado. Sin
embargo, este vicio mental puede excluir la capacidad de entender y de querer,
especialmente en la carencia del uso de sus facultades mentales, la
insuficiencia de la inteligencia y la grave perturbación de la conciencia, que
por consiguiente, se presume hasta que se demuestre la existencia de alguna
patología psíquica.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Otra causa de inimputabilidad en el sujeto activo, corresponde al asesino menor


de 18 años, quien actúa con premeditación, realiza la ejecución material de su
víctima, para la concreción so circunstancia agravante de placer. Pues, sobre
ello, estos asesinos juveniles por su condición de menores, también son
expertos perpetradores al igual que los mayores de edad, visto que, pueden
encaminar la modalidad criminal adecuadamente, para lograr el encuadre del
hecho criminal por satisfacción con suma disposición. Pero, ello contradice la
obra, al no encontrar punibilidad en su acción, debido a que, los menores de
edad adolecen de capacidad para infringir leyes penales, por lo que no alcanzan
imputabilidad en su proceder. Por este argumento de inimputabilidad, nuestro
Código Penal establece en el Artículo 20º, Inciso 2), exonerar de responsabilidad
penal al autor del delito menor de 18 años, paralizando el acto procesal de toda
acción condenatoria, aunque sea éste, autor directo que llevó a cabo la acción
criminal, con empleo de elementos subjetivos para la configuración del delito.
Asimismo, el juez de la causa determinará la imposición de una medida
socioeducativa de internación para el “ADOLESCENTE INFRACTOR DE LA LEY
PENAL”, señalando que conforme al Artículo 195º, del Código de los Niños y
Adolescentes, sobre “Infracción agravada”, se establece lo siguiente: “Si como
consecuencia de las acciones (…) causara la muerte (…), la medida
socioeducativa de internación será no menor de tres ni mayor de seis años para
el autor, (…) o coautor del hecho”.

De modo similar, el Artículo 183º, del mismo código de menores decreta el acto
infractor, sustentando un criterio dogmático en forma general, para definir
que: “Se considera adolescente infractor a aquél cuya responsabilidad ha sido
determinada como autor o partícipe de un hecho punible tipificado como delito
o falta en la ley penal”.

En consecuencia, al autor inimputable del asesinato complacido, no solo le


faculta los privilegios exentos de culpabilidad que le otorga la Ley penal por
minoría de edad, sino que además, obtiene de otro código especial la aplicación
de medida socioeducativa de internación. Pues la finalidad de todo, se basa en
la exigua consideración que mantiene la Ley penal vigente para ejercer poder
sobre el adolescente infractor de la Ley, delegando firme autoridad solamente
al Código de los Niños y Adolescentes, con el afán único de ejecutar el
tratamiento de privación de la libertad no menor de tres, ni mayor de seis años,
siempre que se compruebe la participación del adolescente, como autor
material del asesinato complacido, regulado por la Ley penal. En este sólido
aporte, se sostiene entonces, que los jóvenes adolescentes mayores de 14 y
menores de 18 años, son los que se encuentran expuestos para sopesarlos como
sujetos activos en la realización reprochable de un delito. Además, el sistema
de justicia del adolescente infractor, se encarga de dirigir la rehabilitación y
el encauzamiento de su bienestar.

§ 31. Los fundamentos de incriminación en el asesinato por placer

Matar por placer o puro gusto, supone un modelo criminal que no se ajusta a
ningún proyecto o elaboración creado en el autor por el cual tenga que matar,
lo cierto es, que el autor no ha premeditado la muerte de una determinada
LAS FIGURAS DE ASESINATO

persona a quien no ha identificado ni conoce, pero sí, puede premeditar la


forma de ocasionar la muerte de cualquier persona, para que esta muerte le
produzca un placer morboso sin que sea necesario el empleo de mayor
violencia28. Pues, la Ley no precisa nada al respecto, solo se sabe, que este
sujeto asesina sin razón, ya que, su interés imperioso de matar por placer, se
sitúa fundamental para coincidir solo en la sensación y complacencia que revela
en el momento exacto de la muerte. Su gozo experimental, al ejercer poder de
cara a la muerte de otro, produce en su ser, excesivo regocijo y satisfacción,
aún más cuando observa el manar sangriento y el desfallecer del ultimado.
Sobre este acertado análisis, se conoce que todo proceder consciente y
voluntario, radica siempre de un trayecto motivacional con antelación al hecho
criminal, lo que no sucede en este caso, pues, esta acción de sentir placer por
la muerte, no es más que el móvil como base primordial del elemento subjetivo
de su crimen, que incita el ánimo de querer la muerte sin calcular preparación
alguna, solo, desear intensamente placer morboso en su sentir, además, sabe
que matando encontraría sumo regocijo, por eso, asesina sin motivo especifico
o determinante.

El asesinato que se lleva a cabo por un estímulo diferente al del placer,


contradice lo comprendido en la agravante, aunque el sujeto haya percibido
momentáneamente una sensación al consumarla. El asesino que mata bajo el
estímulo de placer, lo hace solo para asegurar que le produzca una emoción
agradable y regocijante al momento de causar la acción fatal de su víctima,
fijando así, su motivación en el acto homicida. En tal sentido, la presencia de
otros elementos derivados del contenido de la agravante, se comete sin
modificar la figura delictiva, pudiendo propiciar un grado mayor de intensidad
en el autor, para incitarse con nuevas sensaciones de agrado, que le permitan
relacionarlas con el placer al momento de asesinar. Estos nuevos elementos o
sensaciones anormales de placer que desencadena el autor, se desarrollan al
desahogar su instinto criminal sin ninguna razón, pudiendo determinarse por
motivos insustanciales como el asesinar por gusto, usando una pistola que
compro recién, con el pretexto de probarla en su víctima. Además, es un autor
que manifiesta un deseo desequilibrado al exacerbar el sufrimiento de la
víctima, incrementa deliberadamente sus sensaciones sexuales, cuando ésta se
encuentra en estado agónico próximo a su muerte.

De cualquier manera, creemos que la calificante de tipicidad en el asesinato


por placer, podría vincularse también con las ansias del deseo sexual, al
incriminar las actitudes de anomalía sexual originados por este autor. Pues la
razón dominante conllevaría el accionar del autor, a ese comportamiento
patológico como patrón conductivo, antes del asesinato de su víctima, siendo
pasible de ajustarse al voyeurismo, por considerar que este busca alcanzar
satisfacción en el placer sexual, bajo el oteo perturbado a otras personas en
situaciones eróticas. Aquello pretende afirmar, que el accionar del sujeto
voyerista, se inicia con el disfrute o deleite en el placer de mirar ocultamente
a otras personas encontrándose en pleno acto sexual, u observando las zonas
pudendas de la víctima, toda vez que, puede provocarle lesiones graves a la
víctima durante el acto sexual, hasta ocasionarle la muerte. En realidad, esta

_____________
28. Haro, op. cit., p. 162.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

variedad patológica del autor, busca incitar de manera exorbitante su estado


de ánimo, descubriendo posibles elementos de placer en su víctima, que
abarque ampliamente esta conducta criminógena, en la forma de atisbar la
postura, la anatomía de su cuerpo, el movimiento corporal, los gemidos de
placer, o, goce que experimenta una pareja, llevando todo ello, a un solo
resultado criminal. Dicho de otro modo, sobre la forma desequilibrada que
mantiene el autor y de su comportamiento humano para adaptarse al medio,
nos llevaría a colegir, que no solo se trata de sujetos especiales con alguna
enfermedad mental o anomalía psíquica, sino, que para estos necrofílicos o
psicópatas, es bastante fácil llevar a cabo su propósito criminal, sin ejercer
violencia, haciendo de la alteración de su conducta personal, un medio fácil
para perpetrar la totalidad de los actos ejecutivos, orientados ulteriormente al
asesinato de su víctima. Sin embargo, desde nuestra perspectiva jurídica, el
legislador debería contemplar a los autores con este tipo de antecedentes, que
más parecen estar seguros de sí mismo, por tener claro que la Ley no alcanza a
los psicópatas; aun, si se trata de sujetos desquiciados que realizan variedad
de experimentos complejos, solamente para sentir placer desenfrenado en la
plenitud de su obra homicida. Debiendo ejecutar castigo, no por el hecho de
sentir agrado en la muerte que se perpetra, sino, porque innovan introduciendo
nuevas guisas de sentir placer, que por su misma naturaleza anómala psíquica
o insana, se logre importar adecuada regulación penal.

Bajo esta síntesis, el jurista Carlos Fontán Balestra afirma que, no sólo se debe
dar el homicidio por impulso, sino que quien mata por placer, lo puede hacer
actuando lenta y premeditadamente. En otra posición, Balestra, considera que
la calificante de agravación se refiere a la circunstancia en la que el sujeto que
mata experimenta una sensación agradable o contenta de ánimo; encontrando
con ello un grato placer.29

En otro extracto, el profesor Ricardo Núñez, nos refiere que: “El matar por
gusto constituye un impulso de perversidad brutal. La agravante concurre tanto
si el placer surge del solo hecho de matar, como si, según sucede en el ejemplo
clásico del homicidio consumado para probar la pólvora, otro objetivo
placentero para el criminal involucra la muerte de una persona. Pero la
experimentación de un placer por el homicida a raíz del acto, no determina el
agravamiento de la muerte consumada por otra causa terminante. El placer
inhumano debe constituir el hilo conductor de la obra nefaria”.30

El acertado aporte de Núñez, sugiere también que ese impulso de perversidad


brutal, sería el género y el placer una especie, entendiendo que, alude una
dicotomía de elementos relacionados a su categoría y características en común,
toda vez, que el proceder criminal del autor debe exacerbar muerte con efecto
extremo producido so sensación agradable. Además, Núñez, considera el placer
inhumano como un fundamento de la condición agravante del homicidio por
placer, refiriéndose a la poderosa esencia de peligro revelada por el necrofílico
y de la grave circunstancia como significación básica, que se muestra ante la

______________
29. Fontán Balestra, Carlos, Tratado de Derecho Penal. Tomo IV, pág. 115, Editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires-
Argentina, 1969,
30. Núñez, Ricardo C., Derecho Penal argentino, Tomo III, pág. 64. Ed. Lerner Ediciones, Córdova-Argentina, 2008.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Ley penal. Pues la producción causal de sensación figurada externamente


agradable, atañe no solo siempre al placer, sino, también, al brote homicida
de la víctima, exteriorizando un comportamiento cruel y brutal, lo cual, como
criterio jurídico entendemos que se trata del placer extremadamente anormal,
demostrado por este necrofílico homicida cuando provoca la muerte de la
víctima.

El profesor Sebastián Soler, sostiene que: “el término homicidio por placer,
proviene de la doctrina Carrariana, en donde los hechos derivados del impulso
de perversidad brutal, Carrara, lo fundamentó en la expresión libídine de
sangre, que significa deseo, apetito desordenado, sensualidad (la expresión
libídine de sangre, proviene del latín libare, que significa libar, gustar). Del
mismo modo, afirma que el homicidio por placer podría considerarse como el
hecho que exterioriza el placer de la sangre (libídine de sangre) y el propósito
de satisfacer impulsos sexuales.31 Este aserto sustancial, pone de manifiesto la
fórmula más extensa de nuestra legislación, para expresar o resolver nuevas
formas criminales de placer, principalmente en las previsiones sociales y peligro
inminente que en ella pudiera producir. No obstante, el fondo de este asunto
en algunas doctrinas, se manifiesta auténtica en sus estimaciones discernidas,
siendo vital, admitir y demostrar como un diseño académico sustancial, que de
seguro contribuiría en la construcción de un Derecho Penal contemporáneo más
sólido en el uso de sus herramientas, ello, en respuesta del clamor humano y la
civilidad durante estos últimos siglos. Por eso, es destacable conocer los sucesos
accidentales diferentes de agravación, alcanzados de por vida en el Código
Penal alemán, § 211, donde distingue el placer de la sangre y el propósito de
satisfacer impulsos sexuales32. Todo aquello, dirigidos a un solo objetivo
criminal, que determina sentir agrado con la muerte de otro.

Sin perjuicio de ello, es indefectible que el móvil comisivo por placer, en esta
clasificación homicida, predomine como causalidad suficiente en la calificación
material. En efecto, las modalidades de asesinato por el móvil comisivo que se
emplea en la materialidad homicida, especialmente las figuras agravadas de
ferocidad y de placer, mantienen características típicas particulares, en razón
al incremento exteriorizado en su comportamiento, además, la existencia de
una causa que motiva la acción criminal del autor, como principio básico
subjetivo, agregado para complementar al dolo. Por eso, es válido reconocer
que la intensidad de su conducta entre ambas figuras homicidas tienen gran
similitud, mientras que el ensañamiento, además de un hecho físico, es un
hecho psíquico, sin cuya concurrencia, la agravante no existe33, alcanzando
para ello gran crueldad, en el asesinato por placer, también se perpetra bajo
un impulso psicopático, pero, a veces sin utilizar la fuerza, sólo mata para sentir
satisfacción agradable con su víctima.

En nuestra postura, es de suponer que la humanidad reconoce la forma nociva


que utiliza el homicida sobre otros, pues el temor no está en el grado sumo de
violencia que ejerce, sino en el sigilo criminal para orientar un asesinato

_____________
31. Soler, Sebastián, Derecho Penal argentino, Tomo III, Cit. págs. 38-39, § 79, Edit. TEA S.A., Buenos Aires-Argentina,
1992.
32. Sección Decimosexta, “Hechos punibles contra la vida”, Código Penal alemán, § 211. Asesinato.
33. Soler, op. cit., pág. 30.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

inequívoco.

En una apreciación contraria a ello, el jurista César Haro considera que: “Podría
presentarse la circunstancia en la que el homicida puede ocasionar la muerte
y no gozar del placer morboso y sin embargo actuará con perversidad y no
perpetrará el homicidio por placer”.34

Por último, el vínculo que anexa la causalidad, debe perpetrarse mediante la


acción directa del autor, que manifiesta el ánimo de causar la muerte del sujeto
pasivo, bajo propósito de revelar sentimientos de placer o satisfacción con el
resultado material muerte de la víctima. En la esencia de acción y resultado,
se debe considerar la existencia de una relación causal, para entrelazar la
conducta típica del asesino y los efectos materiales como germinación de la
misma. El fin, que persigue el autor del hecho, atribuye a demostrar y viabilizar
la imputación material de su acto típico, su categoría acreditada de autor
directo, específica la producción del delito. En suma, el análisis del nexo
causal, debe contribuir a determinar la existencia de una evidente autenticidad
en la responsabilidad del autor, constituyendo como requerimiento esencial en
la construcción del delito de asesinato por placer, pues, se reconoce que la
fusión estricta de estos dos elementos básicos subjetivos, servirá para concretar
su cumplimiento jurídico.

_____________
34. Haro, op. cit., p. 164.
LAS FIGURAS DE ASESINATO



Tercera parte

Homicidio calificado

Por conexión
con otro delito
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Capítulo III

ASESINATO PARA FACILITAR U OCULTAR OTRO DELITO

“Muerte conexa con otro delito”

SUMARIO: 32. Marco introductorio 33. Concepto doctrinal 34. Los


fundamentos de agravación en el asesinato para facilitar u ocultar otro
delito 35. El asesinato para facilitar otro delito 36. El asesinato para
ocultar otro delito

§ 32. Marco introductorio

E
n el presente capítulo, impone distinguir una forma criminal que orienta
la acción punible del homicida, necesariamente ligada a otra muerte de
la misma naturaleza penal, pues la finalidad básica es facilitar u ocultar
ese delito que afloró el autor. Este polémico tratamiento, no es otro que las
figuras especiales del delito de homicidio agravado conexo con otro delito, hoy
considerado como problemática motivadora de nuestra investigación científica,
se remonta a mediados del siglo XIX en la biografía del derecho, periodo de
apogeo del primer Código Penal peruano que regulaba este accidente inevitable
de comisión, para “ejecutarse como medio para cometer otro delito”35; razón
preponderante, por la que actualmente conserva su vigencia, con una guisa
adecuada en el designio legal: “Asesinato para facilitar u ocultar otro delito”.
Pero, aquello pone de manifiesto, la influencia que tuvo en la presentación de
un modo homicida con una nueva expresión más pulida, a fin de determinar
principio básico en aplicación de la Ley. Por eso, es propicio el empleo de una
metodología oportuna, con el propósito de intervenir y buscar acercarnos a su
realidad criminal, de forma que permita conocer las características típicas del
homicida, inclusive, discernir el proceder de su perpetración para establecer
conexión con otro delito, adscritos al hecho “criminis causae” (matar para
ocultar el delito), que erige la acción comisiva de una conducta utilizada como
medio para facilitar u ocultar la consumación de un segundo delito. Esto alude,
a un solo hecho concreto, para glosar que esta modalidad calificada del
asesinato, debe necesariamente estar encauzada a la producción criminal de la
víctima, aunque, la existencia de otras personas que nada tuvieron que ver, sea
materia de obstáculo en la consumación fáctica, tendrían que ser también
pasibles de asesinato, en la conclusión material o bien para ocultar la comisión
de otro delito, con fines al encuentro de un soporte fundamental dentro de la
Ley penal. Este diseño antijurídico, se encuentra regulado en el Artículo 108º,
Inciso 2), de nuestra legislación punitiva, establece proteger y define su
ejecución jurídica, como circunstancia exigida, para fijar expresamente una
sanción adecuada de 15 años de pena privativa de la libertad y máxima de 35
años, a los concurrentes bajo esta modalidad criminal.

En síntesis, diremos que el objetivo primordial perseguido en éste análisis


jurídico, es el de precisar su transparencia, residida en el dominio calificante
____________
35. Código Penal peruano de 1863, Sección Segunda, Título III, Artículo 10º, Inciso 9), página 13.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

proveniente de esa conexión. Siendo relevante, desmenuzar concretamente


que la conducta subjetiva del autor, hace que su actuación se realice con pleno
conocimiento de los hechos, bajo impulso deliberado que mueve su voluntad
por asesinar a una persona, así deba perpetrar, otro delito como resultado de
la misma causalidad fáctica criminal. En tal noción, es preciso señalar también,
que en esta modalidad entrelazada con otro delito, no es aplicable el concurso
real de delitos, debido a un motivo específico en el origen organizacional de
ambas conductas, al encontrar complemento sustancial, subsumido en el delito
base o figura principal del crimen. No obstante, en la actualidad existen algunos
autores que todavía viven en la creencia de que el asesinato criminis causae,
denominado por el antiguo Derecho como “latrocinio”, son atribuidos a la
“muerte para robar y facilitar la acción criminal”; pues, aquello pretende
adecuarlos bajo éstas conclusiones insustanciales, que sólo servirían para crear
un panorama de confusión en la interpretación de la Ley y por ende, una
disminución en la valoración jurídica penal. Además, la doctrina, es taxativa
cuando precisa en su contenido, la expresión: “para facilitar otro delito”, pero,
nunca se refiere, que el otro delito se tenga que materializar como respuesta
final, ni menciona tampoco, que el otro delito tenga que perpetrarse por medio
de un robo o hurto, más, sino especifica el otro supuesto.

Por último, ambas figuras antijurídicas obradas por el asesino, deberá siempre
propiciar el cauce criminal de un tipo penal ajeno, mientras que la primera
acción posibilita un delito distinto, el segundo acto se comete para ocultar ese
delito distinto, siendo ello, totalmente disímil en su conexión material, ya que,
cada perpetración se ejecuta llegando a un solo punto, pero, todas orientadas
a encontrar una relación causal con el otro delito.

§ 33. Concepto doctrinal

Mediante principio dogmático, debe entenderse por asesinato conexo con otro
delito, la muerte de un sujeto, causada para asegurar la comisión de otro delito.
Pues, la consecuencia del asesinato, que fue proyecto doloso ideado por el autor
material, no es objetivo esencial, sino, el estímulo criminal para posibilitar la
perpetración del delito final que deseaba conseguir. La figura de asesinato para
facilitar u ocultar otro delito, instituye dos formas dolosas de perpetración en el
proceder del autor, su actuación de cara a los hechos criminales que decidió
consumar, aflora con la muerte de un sujeto, que vinculará posteriormente a los
hechos de un delito distinto al ejecutado o para disfrazar ese delito. En efecto,
las ideas vertidas, se dirigen con énfasis, a posibilitar la construcción de otro
delito distinto, dado que, la Ley no precisa si la naturaleza penal del delito final,
es igual al asesinato primario. Sin embargo, esa conexión apremiante no debe
perder su dominio en lo que pretende hacer el autor y lo que desea alcanzar con
facilidad u ocultamiento, pues, de ello depende el enlace tal, entre el acto ideal
subjetivista (que permitirá la acción dolosa) y la muerte ya prevista como inicio
de su obra criminal, para seguir el cauce en la búsqueda del otro delito.

Esta calificante del tipo conexo, supone un vínculo formal en su obra fáctica,
para instaurar la producción ideal de su plan concluyente, por causa de una
muerte que constituiría parte del mismo plan. Lo real del hecho punible, que se
regula en el Artículo 108º, inc. 2) de la Ley penal, es para aludir el castigo del
LAS FIGURAS DE ASESINATO

asesino que mate a otro, facilitando u ocultando otro delito. Aquello refiere, que
el autor, lleve a cabo esa idea homicida, para encaminar la concreción mediante
su producto, otro delito similar o de disimilitud, y, en ese orden del tipo,
subsumiría también, el acto de disfrazar el delito final. Este delito que engendra
doble función delictiva del autor, debe revestir tipicidad que condicione los
elementos que la conforman, designando al “asesinato primigenio como medio
utilizado” en la acción, en tanto, el segundo sería encauzado como el otro delito
que se pretende perpetrar, denominado “objetivo de acción final”. Entendiendo,
por supuesto, que en la mente del ejecutor se ajusta la intención premeditada
de su meta criminal, para inferir con actitud inmediata, todo obstáculo que
impida avanzar al destino que proyectó, pues, la fijación de su propósito se
encuentra precisamente en revelar esa trabazón, con la finalidad de asesinar a
su víctima y en conclusión a ello, generar el otro delito.

En otra postura conceptual, se sostiene como el asesinato estructurado para


constituir un nexo con otra causalidad igual o diferente al delito precedente.
Siendo condición necesaria para su ejecución jurídica, que el accionar comisivo
anterior del autor, deberá efectuarse como medio de consecución penal o
esconder una segunda actuación criminal. Así, la consumación o tentativa, cual
fuere su constitución penal en este delito de remate, se tornaría trivial en sus
efectos. Solo importa que este autor haya tenido la intención de asesinar para
lograr un camino fácil en el otro delito. Por otro lado, es esencial que exista un
vínculo entre ambos comportamientos típicos, con el fin de poder materializar
la configuración de la modalidad agravada que exige la norma punitiva. Si el otro
delito no guarda relación con el asesinato primario, será considerado como
insuficiente en su estructura y no se constituirá el delito.

De modo similar, ampliamos nuestra posición doctrinal, frente a la agravante en


tratamiento, pues, esta se encuadra como la muerte dolosa, orientada a procurar
otra intención material, para encauzar por medio del enlace con efecto ejecutivo
o no, la acción emocional o psicológica del autor, como elemento sustancial en
la perpetración del segundo evento. Luego, esta precisión, ha conseguido colegir,
que las acciones anexionadas revelarán independencia en cada acto, de manera
tal, que pueda alcanzar el delito capital. Para la norma sustantiva, es básico y
suficiente conocer, que el autor fáctico haya ideado únicamente la comisión de
su acto intencionado, para encontrar su agravación en el asesinato de la víctima.
Refiriendo, que en la actividad mental del autor, deberá permanecer la idea de
una relevante necesidad material, esto es, ensimismado en su pasión por matar,
para conseguir lo que se propone, toda vez que, en esa disposición del ánimo, se
encuentra la esencia misma de su conducta humana, que al no manifestar sus
características dolosas, se perdería la razón de su intención en la búsqueda o el
ocultamiento del otro delito.

Por tales ilustraciones, es imprescindible citar también las opiniones vertidas de


algunos tratadistas reconocidos en materia penal, con la finalidad de conseguir
una significación real de los acontecimientos doctrinales, que de seguro servirán
para sustentar el proyecto de nuestra investigación científica. Por ello, me honra
referir los asertos del maestro Ricardo Núñez, porque su expresión fortalece
nuestra postura, cuando dice que: “La esencia del agravamiento en el homicidio
criminis causa, consiste en una conexión ideológica, aunque Núñez, sostiene que
LAS FIGURAS DE ASESINATO

se comprende una unión final y también impulsiva36. Núñez, en un razonamiento


más inmediato, reafirma que la calificante de tipicidad produce la mayor
responsabilidad penal en la “conexión para encaminar otro delito”. Sin embargo,
si esta ejecución para buscar el otro delito, no obtuviera ningún resultado
material en su perpetración, solamente su sensación idónea, será pasible de
agravación y no impedirá su desarrollo criminal. Por lo que, coincidimos y
compartimos su postura en el vínculo que sirve como impulso para cometer otro
delito, pese a la irrelevancia en la producción de su resultado final, las
características criminales serán permanentes e invariables en su conducta.

En otro planteamiento conceptual, el reconocido jurista Carlos Creus, sostiene al


respecto que: “(…) El homicidio tiene como finalidad asegurar los resultados del
otro delito, cuando mediante él se procura afirmar la pertenencia de los
beneficios que se han obtenido del otro delito ya consumado o de lo que se
piensa obtener del delito que se va a cometer”, luego, al deducir el análisis, la
figura comisiva del delito fin en el asesinato, el mismo autor contrapone
que: “Claro está que si el otro delito ha sido consumado o intentado por el
mismo autor del homicidio, se da un concurso real entre ambos”37. Conclusión
juiciosa, que se recibe con sumo aprecio, pero, no es pasible de compartir, dado
que su comentario, desvirtúa los efectos resultantes del delito fin, pues, si se
obtuvo o no, la pertenencia de beneficios como consecuencia de su consumación
o circunstancia de frustración, ello, se tornaría insustancial para la Ley peruana,
porque la norma no solo busca, la perpetración homicida, sino que mediante la
obra inhumana, pueda alcanzar también el cauce para asegurar el otro delito. El
fundamento contrario del maestro Creus, adecua positivamente la conexidad de
la muerte con el delito final, ese objetivo se resume en la consecución de un
provecho lucrativo de su materialidad homicida, suponiendo también, delito que
decidió perpetrar o que ya se había consumado; que más parece mencionar, que
el otro delito, se refiere a la comisión de un latrocinio (hurto, robo o cualquier
otro interés). Sin embargo, al concluir la interpretación jurídica el profesor
Creus, discurre contrariamente su postura, aludiendo que se trata de un concurso
real de delitos, debido a la concomitancia de un espacio transcurrido “in eodem
tractu temporis” (que significa: en el mismo periodo de tiempo), entre una y
otra acción antijurídica, como si fueran dos Leyes independientes dentro de una
misma figura, que se deberían sancionar individualmente. Ciertamente referimos
que, este contenido jurídico polemizado, se basa a que su propia normativa legal,
ha sido elaborada casi en su totalidad, tomando como modelo el precepto del
Código Penal francés38, donde justifica con imperioso mandato el divorcio de
ambas leyes especialmente en el punto que las relaciona. Sin tomar en cuenta,
que su discrepancia, provocaría controversia legal entre legislaciones contrarias,
disponiendo una calificación opuesta a la nuestra, al suponer la calificación por
concurso real de delitos.

En virtud del cual, lo sustentado por la Ley de Argentina, no constituye una


respuesta suficiente para adecuarla como un argumento sustancial en nuestro

_____________
36. Núñez, ob. cit., t. III, p. 51; Fontán Balestra, ob. cit., t. IV, ps. 106 y ss.
37. Creus, ob. Cit., págs. 32 a 34.
38. Código francés, Art. 304°, cuya forma, antes de la variación introducida en 1832, era aún mucho más severa y
objetiva que la actual, que limita la simultaneidad como agravante sólo al caso en que se trata de un crimen. Garraud,
ibid., p. 288 y sigs. Ver las censuras de Chauveau-Hélie, III, N° 1302.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

sistema penal, sino más bien, reconocer que su irrelevancia con el delito finalista
no guarda relación en el otro delito, lo que, se torna hoy deficiente y antijurídico,
por ser este el principal elemento que omite la conexión criminal, para encontrar
su calificación equivalente aprobada en nuestro Código sancionador vigente.
Además, el Código Penal peruano, mantiene gran similitud con el precepto del
Artículo 80°, inciso 7), del Código Penal de Argentina, donde prevé claramente
que: “Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, (…), al que matare:
Para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito (…)”. Entendiendo, que
uno de los requisitos esenciales en el mandato del sistema penal análogo, es que
este asesinato se lleve a cabo con la concurrencia de otro delito, a efecto de
lograr la consumación de la misma figura que se propuso cometer. Llegando a
discernir, que la jurisdicción legal es apremiante en la conexión fáctica existente
entre ambas conductas, para encontrar viabilidad en su accionar comisivo con la
intención de facilitar u ocultar el otro delito.

En la contribución del maestro Jorge López Bolado, considera esencial un


enlace psicológico entre el asesinato y el delito fin, con el objeto de lograr un
desarrollo eficaz en su consumación o en el intento de encontrar cualquier otro
delito, señalando la siguiente postura: “Pero, bien pudiera suceder que el otro
delito, también, se ejecute o, al menos, se cometa en grado de tentativa. En
este caso deben aplicarse las reglas del concurso de delitos, pues hay dos
hechos distintos: el homicidio calificado y el otro delito (…)”39. Evidenciando
de igual modo, la aplicación de dos hechos totalmente disimiles, ocasionados
por un mismo autor para encuadrar su comisión en un concurso real de delitos,
lo que corresponde a la consumación del asesinato como la primera acción y la
segunda sería el otro delito, pudiendo determinar la tentativa por cualquier
hecho típico.

Por otro lado, el jurista Ernesto García Maañón, también se suma al criterio del
maestro Jorge López Bolado, mencionando que: “Existe, en esta figura, un
propósito, para algunos un dolo específico, el matar a otro para lograr los fines
que la ley señala o por no haberlos logrado al intentar otro delito”. Después,
de haber examinado la tentativa o consumación como resultado del otro delito,
el autor refiere que: “(…) si el otro delito se hubiese realizado (consumado o
tentado), habrá concurso con el homicidio.”40 Teniendo claro que alude a
hechos concretos de individual independencia en el tipo, para ser sancionados
por un concurso real de delitos.

Otra controvertida apreciación, refiere el penalista José Luis Castillo Alva,


que: “Cuando se consuma tanto el homicidio como el delito fin y existe espacio
temporal, estamos frente a un concurso real de delitos y no ante un concurso
ideal (…)”.41 Es evidente, que el delito conexo para el jurista, no tiene mayor
relevancia, pero si, hace prevalecer “la existencia del tiempo transcurrido”

_____________
39. López Bolado, Jorge D. “Los Homicidios Calificados”, págs. 244, 245, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires–Argentina,
1975.
40. García Maañón, Ernesto, “Homicidio simple y Homicidio agravado”, Segunda Edición actualizada y ampliada,
pág. 31, Editorial Universidad, Buenos Aires-Argentina, 1989.
41. Castillo Alva, José Luis. “El Homicidio”: Comentarios de las figuras fundamentales. Gaceta Jurídica, pág. 189,
Primera Edición, Mayo-Lima Perú, 2000.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

entre asesinato y delito final, pues, lo cuestionable es porqué atribuye concurso


de delitos, si se conoce que la especifica agravante requiere “un asesinato
conexo con otro delito”, para su configuración penal, es decir, debe subsumir
la voluntad homicida del autor como vínculo del acto criminal final, que se
busca posibilitar o esconder. Lo real es, que si no se logra la presencia subjetiva
de conexión causal entre el crimen y el hecho criminal que se pretende
conseguir, entonces, no podría imputar el presupuesto agravante de la figura,
al proceder del autor que ocasionó la muerte de otro. Así también, el supuesto
tiempo que utilizó el autor, en la consumación o tentación del otro delito, es
asunto baladí para el delito conexo, ello dice que, si afloró o no, carecería de
peso. Aun, si tampoco precisa cual es el otro delito que predispuso.

Después de todo, el penalistas Ramiro Salinas Siccha, se pronuncia indicando


que: “Aquí no estamos ante un concurso real de delitos como sostiene Castillo
Alva, sino frente a una sola conducta punible, el asesinato para facilitar la
comisión de otro delito (…) no es posible jurídicamente hacer una doble
valoración, es decir, no es posible atribuir al agente el delito de asesinato por
el delito precedente y otro delito por el delito fin (…)”.42

Resumiendo, debemos resaltar que nuestro sistema jurídico penal, no busca


valorar la aplicación de una dicotomía jurídica de la figura en materia, sino,
solamente el mérito determinado a una sola calificación jurídica, siendo
necesario que este comportamiento típico se haya perpetrado por la conexión
con otro delito, cual fuere su resultado para ser sancionado como tal.

§ 34. Los fundamentos de agravación en el asesinato para facilitar u


ocultar otro delito

Como es de advertir, esta figura de asesinato por conexión con otro delito,
después de un análisis exhaustivo, merece una característica especificativa más
detallada en nuestra dogmática penal, que se reconozca entre modalidades de
otras elaboraciones legislativas, de modo tal, que puedan ser resueltas cuando
hayan sido objeto de polémica frente a otras posiciones jurídicas. Sin embargo,
es de resaltar, que ambas conductas típicas referidas en la Ley, no deben distar
entre ellas, a razón del vínculo que mantienen en común, por encontrar enlace
estrecho entre la mezcla de emociones, que se interrelacionan por un solo
hecho criminal. Ello comprende, que el fin esencial del autor, no está dirigida
a la muerte de la víctima, sino a la aplicación “motivadora” que servirá de
soporte en el favorecimiento del asesinato, o bien para disfrazar otra conducta
punible que se desea consumar, o, que se haya consumado con antelación.

En realidad, existe un solo argumento jurídico en nuestra proposición, para


comprender que en el asesinato por conexidad causal previsto en la norma
punitiva, se subsumen dos figuras criminales, para facilitar otro delito y para
ocultar otro delito. Luego, será necesario preguntarnos: ¿cuándo un sujeto
puede alcanzar conexidad con otro delito, si su conducta está dirigida a una
sola causa material? La respuesta es muy evidente, en el mismo evento notable,
este autor tuvo que imponer la muerte de una primera persona, por considerar
_____________
42. Salinas Siccha, Ramiro, “Derecho Penal, Parte Especial”, Volumen I, 4ta. Edición, págs. 48, 49, Editorial Grijley,
Lima-Perú, 2010.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

un óbice en su propósito criminal, sólo para conseguir el objetivo primordial


que es el delito final, y en tanto, causalidad de otro proceder deliberado. Ello,
podría discurrirse que, la inferencia del óbice criminal alcanzaría no solo uno,
sino a dos o más víctimas. La Ley, mantiene transparencia cuando determina
que la conducta homicida del autor se debe perpetrar bajo la modalidad de
asesinato para facilitar u ocultar otro delito; pues, al examinar la esencia de
agravación en el asesinato criminis causae, esta puede referir, una trabazón
ideológica, que precisa de forma especial, el punto taxativo de conexión entre
el asesinato y el otro delito. La idea del autor, por perpetrar un doble delito,
es impulsada para vincular una sola causa o causalidad conexa, pues, su acto
comisivo se ejecuta dentro de un escenario que favorece la tendencia a generar
nuevos tipos criminógenos. Esto es, de las acciones que provienen de una misma
causa, aunque estas hayan sido alcanzadas a diversas personas.

Entonces, es de considerar que se trate de un diseño criminal comprendido por


una dualidad en su conducta típica, revelando una mezcla de voluntades, donde
el autor, presenta diferentes características fácticas que contribuyen a
relacionar nuevas modalidades comisivas en el delito, refiriéndonos a la
comisión de otro delito como el accionar antijurídico que la transforma en
grave; pudiendo establecerse en uno de los elementos fundamentales y
estrechamente vinculados al incremento de una consecuencia penal en las
circunstancias de agravación. En efecto, para fundamentar nuestro análisis, se
menciona lo regulado en el Artículo 21º, sobre la “existencia de conexión”, del
Código de Procedimientos Penales, Inciso 4), “cuando unos delitos han sido
cometidos para procurarse los medios de cometer los otros, o para facilitar o
consumar su ejecución o para asegurar la impunidad”.

Dicho de otro modo, en la materialidad del asesinato, el perpetrador revela su


comisión con dolo directo o específico, para desencadenar su voluntad criminal
en contra de su víctima, constituida como un óbice en la consumación de su
objetivo principal, que es el de facilitar u ocultar otro delito. Aunque la muerte
haya sido el medio empleado por el asesino, este hecho debe llevarse a cabo,
con el propósito exclusivo de alcanzar conexión material en su doble motivo,
pues, el fin es viabilizar la comisión de su proceder punible o esconder un delito
ya consumado, o próximo a su perpetración. En síntesis, la determinación de su
agravante, debe englobar apremio en la intensión homicida del asesino, ligados
al delito primario, para buscar asequibilidad u ocultamiento; toda vez que, se
pueda asegurar la acción típica. Por último, el cauce criminal que despliega el
autor, se torna complejo e inconsciente, dado que, la displicencia por la vida
humana es evidente, más, cuando transfigura la condición de su víctima, con
actitud denigrante, como un “obstáculo o traba” para seguir el curso de su obra
nefaria. Lo cierto es, que el presupuesto esencial del delito, se basa en la fija
vinculación causal entre la perpetración de los supuestos criminales y el delito
final, refiriéndose a cualquier otro delito.

§ 35. El asesinato para facilitar otro delito

En esta modalidad de asesinato, resulta repudiable aceptar que la muerte de


un ser humano deberá ser la finalidad o el medio para encauzar otro delito. El
diseño criminal de asesinato, constituye la actuación del autor con intención
LAS FIGURAS DE ASESINATO

dolosa y premeditada, requiriendo que su propósito se lleve a cabo como


objetivo que pretende alcanzar, para adecuar su conducta en la ejecución de
un segundo delito, a efecto de determinar su voluntad homicida, revelando su
displicencia por la vida de cualquier sujeto pasivo, tenga o no calidad especial,
solo requiere su participación como víctima del delito. No obstante, podría
tratarse de víctimas de la Policía Nacional del Perú o funcionarios públicos,
pero, reconociendo que la inclinación primordial del autor, no se encuentra
únicamente en asesinar a la víctima, sino en conseguir por medio de ella, la
consumación de otro delito; aunque, este se llegue a considerar un óbice, que
le impida continuar con su deseo criminal en la búsqueda del otro delito. Es de
resaltar, que el autor del crimen, debe necesariamente rematar a la víctima,
como afloramiento factual en la búsqueda del otro delito, sin embargo, es
apremiante a la vez, que ello acaezca, para declarar cumplido la muerte dolosa
exigida por la Ley, lo que permitiría, método eficaz en la conquista del delito
final que se propuso cometer.

Es de precisar, que la Ley penal, busca que el otro delito haya adquirido entidad
por medio de actos decididos a la ejecución de un asesinato, aunque, no se
conozca los resultados del otro delito, tampoco podría determinar a qué tipo
penal pertenece. Pues, el conocimiento resultante del delito desconocido, no
es formalidad esencial, en la estructuración de la efeméride conexa, sino, más
bien, basta únicamente su tentativa para configurar el tipo, inclusive, la Ley
tampoco urge cual debe ser el acto perpetrable después de la muerte primaria
y en tanto, la categoría típica que concierne al delito fin, así sea, objetivo
concreto del autor. Con respecto al dolo, como voluntad manifiesta empleada
en la comisión del asesinato primario, este debe también, aplicarse al curso
criminal en la búsqueda del delito final.

Del examen analítico, se tiene al medio y el fin, como elementos esgrimidos


por el autor, esto determina ponderable, la existencia de una doble intención
criminal en la materialidad del delito para facilitar un hecho típico distinto, no
solo porque este homicida mató con voluntad consciente, sino que además,
para materializar el delito fin, fue necesario matar a uno o varios sujetos, que
impedirían la realización de una actuación eficaz. Entonces, ello admite que su
comportamiento intensamente inhumano, constituye el dolo específico, por
considerar al asesinato, el medio utilizado y a la circunstancia “sui géneris”
para cometer otro delito o facilitar su comisión, como el fin principal.

En realidad, la gran disimilitud de castigo que existe en la Ley penal, se marca


entre “el asesinato para facilitar otro delito” y “el delito de robo agravado con
muerte subsecuente”, regulado en el Artículo 189º in fine del Código Penal,
esto se debe, al contexto legal de cada articulación pragmática, que demuestra
la disparidad de condenas, mientras que el asesinato conexo, se sanciona con
pena privativa de la libertad de 15 a 35 años, la pena máxima para el delito de
robo con muerte subsecuente, será de cadena perpetua, que se aplica en los
términos siguientes:

 Artículo 108º, del Código Penal: “Será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de quince años el que mate a otro concurriendo cualquiera de las siguientes
circunstancias:
LAS FIGURAS DE ASESINATO

(…)
2. Para facilitar u ocultar otro delito”.

 Artículo 189º, (último párrafo) del Código Penal: “La pena será de cadena perpetua
(…), si, como consecuencia del hecho, se produce la muerte de la víctima…”.

Creemos que esta equiparación de sanciones, detalladas por causas disimiles,


con el afán de demostrar el desequilibrio originado por el legislador, no
responde a un castigo realmente coherente. La razón de ello, radicaría en la
imprecisión del estudio técnico jurídico y el juicio desacertado, que proclamó
el legislador frente a la sanción penal del asesinato para facilitar otro delito.
Sabiendo que, mediante tesis exhaustiva, se puede observar la esencia criminal
manifestada por el autor, utilizando como medio de su propósito homicida una
persona, que más pareciera un instrumento para conseguir o asegurar, otro
delito que decidió perpetrar, exteriorizando una actitud de desprecio por la
vida humana tutelada. Pues, el poder doloso que ejerce este autor sobre su
víctima, supone un acto inhumano, y toda muerte cruel contra otro, debe
penarse con cadena perpetua.

Discerniendo, tenemos que la estructura normativa del delito en tratamiento


ha generado antagonismo en algunas interpretaciones jurídicas, concluyendo
muchas veces con fallos que se califican tergiversando erróneamente la figura
de asesinato por conexión con otro delito, sin alcanzar una fijación precisa para
determinar el momento vinculante entre la consumación homicida y los hechos
del otro delito que se pretende buscar. Ahora bien, el otro delito que alude la
Ley, puede atribuirse a un robo, patrimonio o un asesinato, requerido por el
autor como su objetivo primordial. La figura por conexión con otro delito,
sabemos que constituye la muerte ocasionada por el autor en contra de su
víctima, con el único fin de obtener y favorecer su intención dolosa que sigue
en el tiempo para cometer otro delito. Siendo esencial para este caso, el
empleo de dos elementos aplicados en la misma modalidad del tipo, el primero
sería el delito medio que correspondería al asesinato de la víctima y el segundo
el delito final, como objetivo básico que se pretende alcanzar. Un ejemplo para
facilitar otro delito sería asesinar al vigilante de la caja de ahorros para
apoderarse del bien dinerario, otro ejemplo, el dar muerte al guardián de la
fábrica para robar y por último, mata a su guardaespaldas para asesinar al jefe.

Por otro lado, el crimen conexo acarrea un gran desenlace final con el delito
precedente, porque en su perpetración el autor desencadena la muerte del
sujeto pasivo, conociendo las consecuencias que pudieran generar en el preciso
momento de los hechos finales, pues, ese medio homicida utilizado, fue cauce
para facilitar o viabilizar el despojo patrimonial proyectado. Es de aclarar, que
el acto comisivo del autor se torna previsible, al ocasionar la muerte de la
víctima como resultado de su vis acción directa, sirviéndose de ella para
apropiarse del bien patrimonial.
En suma, el crimen provocado para hacer posible la realización de otro delito,
se inserta precisamente en el proceder del perpetrador, que encauza su
intención dolosa en la comisión fáctica, donde el sujeto pasivo se manifiesta
como óbice en cumplimiento del delito fin; comprendiendo que la condición
agravante del autor, se encuentra en el acto espoleante que relaciona la
muerte precedente que produjo a otro, con el objeto de facilitar la comisión
LAS FIGURAS DE ASESINATO

de su obra finalmente deseada. Esto expresa, que la conducta humana del


asesino, es un acto necesariamente motivador, por ello, se presenta antes de
su primera acción, además, su proyecto ideológico son el estímulo y motivación
para orientar la voluntad homicida y ex post, la búsqueda de su objetivo final.
Ese acto doloso del autor, exterioriza desprecio por la vida de los demás, y es
accesorio criminal, que servirá para aprovechar la muerte como medio en la
búsqueda del delito dispar. Entonces, de cara a tratar de relacionar la muerte
de la víctima y el móvil comisivo del autor, en vías de asegurar o posibilitar el
otro acto, ya que, si la muerte es el camino motivador de la obra final del autor,
que anhela con vehemencia alcanzar, el móvil del hecho, se identificaría como
la causa que posibilitó la perpetración del otro delito.

Con respecto a los presupuesto del tipo penal, es relevante para su realización
intencional, que se asesine a la víctima para hacer propicio la perpetración de
otro hecho análogo o dispar; debiendo ello considerar, elemento necesario en
la existencia del delito. Pero, en contraposición a lo estructurado, debe afirmar
que si el hecho homicida ocasionado por el autor, alcanza solo un resultado
culposo, esta deviene en atípica, por la falta de imputación objetiva en el
comportamiento del autor. Inclusive, si el autor desiste su impulso criminal, en
la consecución configurativa del delito final, tampoco alcanzará imputación por
la figura en estudio.

Finalmente, el enlace causal en la modalidad comisiva, debe aflorarse entre la


acción directa del asesino, intencionada a perpetrar la muerte de su víctima,
con la finalidad de favorecer la producción criminal de otro delito, como efecto
resultante deseado.

§ 36. El asesinato para ocultar otro delito

Otra característica muy notable que distingue la disposición pragmática dentro


de la modalidad de asesinato, es la muerte ocasionada de una persona, antes o
después del hecho típico ya consumado, para procurar disfrazar el otro delito.
Su acto homicida no es objetivo de su esencia criminal, sino más bien, del delito
subrepticio, que se pretende ocultar, debe siempre, cometerse ex antes o ex
post, al hecho proyectado, considerado como el fin central en la calificación
material.

Este diseño criminal, al igual que la modalidad precedente, también se presenta


con una doble intención fáctica conectadas entre sí, reconociendo que el objeto
primordial que busca el autor, no es exclusivamente el asesinar a la víctima,
pues, lo que este pretende, es la subrepción o disimulo aplicados a su delito
anterior, con imperante afán solo de asegurar el resultado de su acción penal.
En virtud del cual, debe entenderse que la voluntad del autor, fue direccionada
al homicidio de una persona involucrada en el hecho, sea porque reaccionó al
evidenciar el otro delito o por situación casual inevitable, encontrándose en la
escena perpetrable. Todavía más, si la víctima desconocía el acto preparatorio
del asesino para ser alcanzado por este, ya que, la inmediatez de la resistencia
o el impulso eficaz del autor, fue detonante obligatorio para exteriorizar la
muerte del sujeto presentado en forma súbita al descubrir el crimen. Ahora
LAS FIGURAS DE ASESINATO

bien, cabe admitir que el asesinato del sujeto pasivo podría efectuarse justo
antes, durante o después de la comisión del supuesto que se pretende ocultar,
sin mediar tiempo entre ellas. Pudiendo el autor, encubrir el óbito y mantener
impune por un período indeterminado, que se torna irrelevante para la Ley,
más, si se considera agravar la responsabilidad tal del autor con un simple
resultado atenuante. Por esta razonabilidad, la Ley de cara a la naturaleza de
su producción respecto del delito que se pretende ocultar, podría fijarse como
insustancial, sea grave o no; solamente requiere que la conducta del autor
relacionada al subrepticio del otro delito, abarque necesariamente la intención
dolosa de un pragma conflictivo, es decir, un supuesto de hecho legal, para ser
considerado como delito, que se encuentre prescrito en los tipos penales de
nuestra legislación. Pudiendo especificar, como el delito contra la vida el
cuerpo y la salud, contra el patrimonio, entre otras figuras que puedan inferirse
de acuerdo al proyecto criminal del autor.

Lo cierto es, que debe establecer un vínculo causal, entre la muerte del sujeto
pasivo y el fin premeditado que se desea esconder, para estructurar la obra
específica ya consumada. La intención dolosa del autor, es imprescindible para
causar la muerte y el logro de su delito, pues, ese acto homicida puede ser
inmediato o posterior a la consumación del delito de subrepción. Siendo así, el
tiempo transcurrido del delito oculto, carece de relevancia jurídica, por ser
materia indiscutible en el sistema legal, pues, ese espacio empleado para
esconder la acción perpetrada, puede conservarse en la impunidad, hasta que
la víctima acaecida por la acción homicida lo descubra, o cuando asesine con
la finalidad de que (el delito) no sea descubierto y continuar tapando la obra.
Este aserto del subrepticio que efectúa el autor contra el acto consumado con
antelación, tuvo que llevar su trayectoria de forma sigilosa, para emplear poder
cauteloso en la determinación de su proyecto ideológico, que corresponde al
furtivo plan criminal.

Sin embargo, impedir que se note, sepa o vea el otro delito, hace referencia a
la atribución material del autor, que asesina para afirmar su exención por el
otro comportamiento típico. El fundamento de su objetivo, es el asegurar los
resultados del otro delito, sabiendo que con el asesinato infame, el autor puede
silenciar el hecho perpetrado con anterioridad, para refugiarse en la creencia
de no ser descubierto; de modo que pueda vincular, la consumación del delito
final, y el acto homicida, exigido en mérito al ocultamiento. Un ejemplo de
ello, sería el caso de un avezado delincuente que decide asesinar a un exitoso
empresario, encontrándose en su tienda, siendo que al haber consumado el
hecho, aparece en la escena su empleada, quien también fue victimada por ser
un testigo presencial. Otro caso de muerte ocasionada para ocultar otro delito,
es el sujeto que decide ingresar al domicilio de su vecina que vivía sola, cuando
salió a comprar, con el fin de robar sus joyas, pero, después, de perpetrar el
delito, sale de la casa y es abordado por la vecina, el delincuente saco un filudo
cuchillo y la apuñaló varias veces dándole muerte, luego, huye del lugar con las
alhajas.

Para el maestro José Hurtado Pozo “Ello ocurre, por ejemplo, cuando el agente
es sorprendido en el acto del robo y para evitar su captura, dispara contra
su perseguidor o contra quien trata de impedir su fuga, que conduciría al
LAS FIGURAS DE ASESINATO

descubrimiento o esclarecimiento de su delito”.4 3

En otra perspectiva de la especifica agravante, el tratadista Villavicencio


Terreros, manifiesta el siguiente ejemplo: “el caso de quien raptó a un menor
para cometer actos contra natura y para ocultar ese hecho, ante el llanto a
gritos del menor, lo degolló con la chaveta que portaba”.44

En contraste, es insuficiente calificar el asesinato para ocultar otro delito, la


actuación del delincuente que después de haber perpetrado un asalto, decide
huir a bordo de un automóvil a gran velocidad y en el trayecto atropella a un
anciano que cruzaba la calzada, muriendo instantáneamente. Otro ejemplo de
calificación insuficiente, sería el caso del sujeto que mata a su víctima, luego,
es sorprendido por otra persona que presenció el hecho y corrió despavorido sin
que el asesino pudiera alcanzarlo.

Sin perjuicio de ello, nuestro opúsculo monográfico dispone lograr un mejor


entendimiento en la calificante de tipicidad, conociendo la validez que debe
existir en la conexión subjetiva de cada delito, esta refiere a la causa de su
resultado entre el asesinato y la otra acción que se pretende ocultar. La
precisión del acto homicida, es indefinida en su consumación, ya que puede
perpetrarse antes o después del delito que pretende ocultarse. La estructura
de su agravante no solo se encuentra en la terminación fáctica, sino que para
el derecho sustantivo es suficiente adecuar su tentativa, y, con respecto al
tiempo transcurrido entre uno y otro supuesto es irrelevante.

Finalmente, el vínculo causal en la figura de asesinato para ocultar otro delito,


se aflora entre la conducta dolosa del asesino, que acabo con la vida del sujeto
por haber observado el acto delictuoso, con el objetivo de ocultar y asegurar
su delito antes consumado que desencadenó la muerte de la víctima. Por
último, “la conexión es final porque el otro delito ha sido el motivo que ha
inducido al autor a matar”.45

_____________
43. Hurtado Pozo, José, Manual de Derecho Penal Parte Especial I Homicidio, 2da. Ediciones Juris, págs. 59, 69,
Lima-Perú, 1995.
44. Villavicencio Terreros, Felipe; Lecciones de Derecho Penal, Parte Especial, Delitos de Homicidio, Tomo I, p. 45,
Editorial GIOS EDITORES, Lima-Perú, 1991.
45. Creus, ob. Cit., págs. 31, 32.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Cuarta parte

Homicidio calificado

Por la forma de
ejecución
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Capítulo IV

ASESINATO CON GRAN CRUELDAD O ALEVOSÍA

“La estructura homicida sin límites”

SUMARIO: 37. Marco introductorio 38. Concepto doctrinal 39. El


asesinato con gran crueldad 40. Elementos constitutivos del asesinato
con gran crueldad 41. El asesinato con alevosía 42. La agravante de
alevosía sobre la víctima inerme 43. Clases de alevosía

§ 37. Marco introductorio

E
n la figura de asesinato, existe una extensiva clasificación de cara a la
conducta criminal del autor, precisamente en el diseño de su estructura
homicida y la forma de revelar la muerte del sujeto pasivo, sin embargo,
en el mundo contemporáneo, ello, alude la especifica agravante, calificada por
la Ley, donde funda el “asesinato con gran crueldad o alevosía”, como delito
que exterioriza, sus características y consecuencias con diversas formas de
criminalidad en el ámbito delictivo, que no son ajenos a nuestra realidad
peruana. No obstante, es de considerar, que en la modalidad de asesinato con
gran crueldad, no es suficiente aflorar la voluntad de matar a su víctima, sino
que también, esta calificación típica de asesinato, debe rebasar extremo, los
límites dolosos del autor, para comprender su acto cruel, como una de las más
execrables circunstancias dentro del delito. Pues, actualmente la civilidad total
y especialmente la peruana, no se encuentra exenta de ser objetivo fácil, por
sujetos con esta condición criminal, que impera en grado sumo, truculencia
psicopática. En tanto, ese proceder inhumano, logra alcanzar su impulso idóneo
en los diversos modos de ejecutar el hecho atroz, sobre todo, si este asesino
manifiesta además, el deseo de torturar y prolongar el dolor de la víctima.
Llegando inclusive, a sentir satisfacción con los efectos de angustia, sufrimiento
y agonía, que le infiere a la víctima, sabiendo que su actuación con excesivo
ensañamiento, incrementaría innecesario las lesiones corporales, para poner
fin a la vida del sujeto pasivo.

Por otro lado, la muerte con alevosía, al igual que la conducta precedente,
también se incluye dentro de la problemática criminal de nuestra sociedad
actual, llevando a cabo una disímil manera de asesinar a su víctima, donde el
autor emplea una guisa cautelosa y traicionera, considerados como elementos
de quebrantamiento que encuadran la condición agravante del responsable
criminal, para perpetrar y asegurar la ejecución del delito; pero, sin apeligrar
la acción ni aprovechar la confianza del afectado. En realidad, esta figura
pragmática conflictiva, hoy se torna más relevante para el Estado y sus órganos
competentes, debido a la imperiosa desazón que existe en la búsqueda de un
modelo académico, que trate de responder a las expectativas de la categoría
humana, empero, con la construcción de un estereotipo de utilidad, capacidad
y control social, que obedezca a un análisis jurídico sólido y no a temas de
coyuntura política.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

De manera que, las expresiones vertidas anteriormente, encuentren un soporte


tuitivo en el respeto de la dignidad de la persona humana, como máximo confín
material al ejercicio del “ius puniendi”, así como, del principio de legalidad de
los delitos y sanciones penales, y, principalmente en la estructura del sistema
jurídico penal, con el fin de aplicar una previsión sustancial y determinada, en
la articulación de la norma sancionadora vigente, precisamente en el Artículo
108º, inciso 3), del Código Penal peruano. Todo ello, en respuesta al fenómeno
criminal de asesinato con gran crueldad y alevosía, que de seguro será, aparato
eficaz utilizado en la prevención del delito en examen. Por eso pues, para
concluir nuestro exordio, importa recalcar que el empleo de esta herramienta,
constituye afianzamiento en la aplicación sancionadora, teniendo en cuenta la
preservación del principio de culpabilidad, toda vez, que la responsabilidad
penal recaiga con veracidad sobre los verdaderos transgresores de la Ley. Para
finalizar, nuestra contribución empírica y amplia, resulta indispensable en el
conocimiento de la figura criminal cuestionada, ya que, a criterio personal, son
“los asesinatos más abominables” que implican mayor peligrosidad y alarma en
todo el orbe poblacional y en consecuencia, el discernimiento del delito, debe
demostrar raciocinio jurídico específico, que permita reducir los índices de
criminalidad en nuestro país, por ser la vida humana el bien jurídico más
preciado por el hombre.

§ 38. Concepto doctrinal

Nuestra disciplina científica, conduce a fundamentar la articulación punitiva de


dos modalidades criminales dentro de un solo inciso en el Derecho Penal
contemporáneo, refiriéndome a la acción típica de asesinato con gran crueldad
o alevosía. La figura con gran crueldad, expresa una característica patológica
criminal propia en el asesinato de su víctima, la carencia de sentimiento por la
vida humana, es usual en el acto del autor, llegando inclusive a exteriorizar
atrocidad en grado sumo, para intensificar la aflicción de su víctima, con daños
certeros y causar la destrucción de su integridad hasta culminar con la muerte.
Es de evidenciar también, que la conducta del autor, se encuentra revestida de
perversidad brutal en el momento preciso del asesinato, las condiciones que
reúne, son suficientes para considerar su sociopatía con rasgos compulsivos,
que agregado a su acto, se trate de un psicópata o necrofílico, pero, lo peor de
todo, es que este asesino, puede confundir su careta real entre la sociedad
actual, siendo inviable su identificación a simple vista. De otro lado, el asesino
del tipo por alevosía, arremete sobre su víctima, poder impetuoso, para que a
través de ella, obtenga la consumación material, toda vez que, el modo de
favorecer su vil proceder, se basa en el estado de indefensión total del sujeto
pasivo, ello supone el grave acto circunstancial de su responsabilidad criminal,
que incurre por medio de la traición y perfidia, siendo elemento apremiante
para asegurar la acción, sin condicionar peligro alguno al autor, dado que su
empleo consolidaría forma eficaz en su consumación. Luego, a título de un
ejemplo oportuno de perpetración alevosa, sería el pernoctar en un profundo
sueño, donde la víctima, no tiene opción a reaccionar frente a su atacante, sin
poder hacer uso de mecanismos de defensa, ni siquiera a expresar gritos de
dolor. Adecuando así el autor, su obrar alevoso, que califica agravación ante
tal pérfido hecho en tiempo real. Pudiendo determinar, que este autor haya
adoptado posturas desproporcionadas en la configuración material, utilizando
LAS FIGURAS DE ASESINATO

talvez, un cuchillo para apuñalar a la víctima, hasta producirle la muerte. En


otro proceder, el asesino espera a su víctima distraída o de dorso, para
aprovechar un ataque preciso, con un objeto contundente, luego, rematarlo
hasta conseguir, asegurar la muerte, como causalidad de su acto.

En otra opinión, se sostiene que ambas figuras de asesinato con gran crueldad
y alevosía, se disciernen a partir de la modalidad ejecutiva material, que refleja
un ánimo subjetivo en el comportamiento humano, pero, subsumidos con un
solo propósito homicida. No obstante, es notable asentir, que tales formas de
asesinar encuentran carencia de conmiseración sentimental entre uno y otro
hecho, refiriéndome a los escasos valores internos de amor y ternura que refleja
el asesino; de manera tal, que el obrante pueda actuar con excesiva frigidez,
propio de su identidad patológica, para alcanzar un asesinato eficaz en la
comisión de su delito, a propósito, de no priorizarlos, ya que estos elementos
de insensibilidad, no son los esenciales en el incremento de su agravación penal,
sino más bien, los que si se encuentren revestidos con refinada intensidad
homicida. Porque, ni aún, la misma exacerbación, irritación o exasperamiento,
como expresiones insuficientes de afectividad, amor y dureza en el corazón,
son requisito imprescindible en la consumación criminal.

Pues, lo real es que su modelo homicida de perpetración típica, postula y se


adecúa al tipo de conducta humana que posee cada delito, y, es precisamente
el elemento sustancial que exige la Ley para su configuración penal. Por eso,
debemos estimar que la estructura homicida de las dos proposiciones lógicas,
mantienen disparidad común, solo en “el modus operandi”, que emplea el autor
para consumar la muerte de la víctima. Sobre todo, si estas características o
procedimientos de singularidad especial, es el que lo distingue de las demás
modalidades dolosas dentro de la figura de asesinato. Estos estilos de matar, se
refiere por un lado, a todo acto ejercido con intenso encarnizamiento que
revela el asesino, para dilatar el deceso del sujeto pasivo, por el otro, se deleita
con el padecer innecesario que le causa en la entereza corpórea y psicológica,
lo que alcanzaría incremento peligroso en el daño producido, pues, finalmente
para efecto de ello, acarrearía la muerte de la víctima, debiendo comprender,
que se trata de un delito perpetrado con vasto ensañamiento. Si nos basamos,
en la actuación pérfida y traicionera, tendría también un modo especial para
victimar a otra persona, pero, aquello debe considerar como principio básico,
que constituye la acción cautelosa del autor, para los efectos de asegurar la
comisión de su delito, puesto que, la guisa adecuada en el empleo de los actos
de deslealtad y traición de la confianza en ella depositada, son factores que
contribuyen a la viabilidad de su acción homicida.

En consecuencia, esta modalidad homicida brutal y alevosa, expresa la acritud


de sus sentimientos por la vida humana, aun, si las cualidades intencionales de
su naturaleza criminal, son la esencia misma de perpetración en el autor, pues,
se sabe que serían utilizadas como instrumentos suficientes en esta categoría
penal.

§ 39. El asesinato con gran crueldad

La muerte perpetrada por el hombre, con extrema crueldad, se manifiesta en


el Derecho penal como el acto más inhumano a través de la historia, la forma y
LAS FIGURAS DE ASESINATO

fondo de su afloramiento criminal, al momento de atacar a su víctima, remarca


en su comisión talvez el más encarnizante de los delitos. Pues, ello se trata,
del crimen más trascendente que exterioriza la conducta humana del autor en
la figura de asesinato, es el que engendra excesiva crueldad en la muerte de
otro, su sanguinaria e inicua guisa deliberada, permite el padecer innecesario
de la víctima durante su acción criminal. La Ley, reconoce la punibilidad de
este acto brutal, precisamente en el Artículo 108º, inciso 3), conocida también
como “ensañamiento” en las diversas normativas del mundo contemporáneo,
encaminadas a la persecución penal. Pues, la causa de su propósito homicida y
el crecimiento inútil de la tortura propiciado por el autor sobre la víctima,
constituyen elementos básicos en la agravación de su delito. Por eso, resulta
apropiado admitir, que el asesino del hecho comisivo haya empleado un modo
específico de matar, llevado a cabo con tinte revestido de frivolidad, solo para
buscar viabilidad en el objetivo que se desea alcanzar, sin crear confusión con
el encarnizamiento del autor dirigidos a su víctima, que sí mantiene relevancia
en el asesinato cuestionado. La cual, expresa con especial énfasis, una guisa o
modalidad exclusiva de ejecución, que rebasa todos los límites de crueldad,
tortura o sufrimiento físico moral, sumamente intensos y continuados en contra
de otra persona, incluso además, podría adecuar actos de ferocidad, saña,
barbarie, ya que su contenido revela salvajismo y truculencia. De manera que,
este victimario pueda encontrar satisfacción o goce, mediante tal atrocidad,
en virtud de sus sentimientos pueriles de conmiseración aplicados en la acción,
para fundamento del diseño cruel de asesinato, pero, ello no debe pretender
que su identidad determinada por el carácter, sea dominio de la voluntad, más,
si la legislación peruana, no exige la frialdad o el estado de ánimo, como formal
sine qua non, en la calificación penal, sino que este sujeto debe actuar con
extrema crueldad contra su víctima, infiriéndole intensos dolores y lesiones
superfluas en la integridad física y psíquica, hasta resultar de manera única el
exterminio de la víctima.

Otras características destacables que discierne la estructura pragmática dentro


del diseño encarnizado en el delito de asesinato, es la muerte ocasionada por
el autor contra cualquier persona condicionada como sujeto pasivo, procurando
antes de su deceso, una prolongada aflicción de tormento en el soporte corporal
y psicológico, relacionados a constituir un resultado material que satisfaga su
necesidad homicida. No obstante, es de comprender jurídicamente, que este
sufrimiento lesivo se torna innecesario al ser infligidos en la víctima, pero,
sumamente necesarios en la regulación de la Ley penal, sobre todo, por ser un
elemento suficiente en la estructura constitutiva del asesinato, lo que acarrea
un mejor juicio para lograr discernir, que la dolencia del daño en la víctima no
es esencial, sabiendo que el autor mantiene razonable luz acerca de su acción
criminal, y por ende, la firmeza de alcanzar el asesinato como resultado final
es seguro. Por ello, este principio homicida se considera como un desborde
criminal en su acto, que sobrepasa tal vez, el grado máximo de una muerte
violenta, para encauzar su desenfrenado hecho, a los efectos extremos de la
indolencia criminal deseada.

La finalidad primordial que se persigue en el diseño criminal, es el de alcanzar


una mejor comprensión, en la intención deliberada del autor, ya que, este
induce un método especial de perpetración en la muerte de su víctima, a causa
LAS FIGURAS DE ASESINATO

del suplicio o sufrimiento que le hace padecer, prolongando, en ese sentido, su


estado agónico antes de morir. Pero, la respuesta frente a la obra truculenta,
tiene su procedencia en la guisa de perpetración factual, conocido como el
punto determinante de la premeditación decisiva, antes de ejercer la muerte,
que permite la preparación de la víctima, en el recrecimiento de su martirio y
de las lesiones en ella inferidas. En efecto, el previo acto supone el momento
oportuno del autor, para poner a la víctima en un estado de indefensión total,
a fin de facilitar su instinto criminoso y comenzar con la tortura vis in corpore
(en el cuerpo de la víctima), durante un espacio de tiempo determinado, hasta
lograr la muerte deseada. Después de todo, procurar un estado de indefensión
en la víctima, supone dimanar la causalidad del “medio empleado”, donde el
autor dispone de objetos contundentes o cualquier método que pueda ocasionar
amedrentamiento y pavor de manera apremiante, para obtener mediante ese
mecanismo, resultado eficaz en el padecimiento innecesario y extraordinario
que se requiere. Así pues, que la víctima deberá en todo momento, encontrarse
con vida antes de su muerte, consiente del padecimiento, los dolores infligidos
y descargados en su anatomía corporal, siendo este, un requerimiento decisivo
para la calificación penal. Ahora bien, ello no significa que el castigo provocado
a la víctima, debe servir como medio de interrogatorio, para ser cuestionado o
confesar algo, sino en lo absoluto, el autor busca satisfacción morbosa, de saña,
sadismo y perversión plena en las lesiones que le infiere, su fuerza patológica
impera en la forma de construir el sufrimiento del sujeto pasivo, razón por la
cual, su naturaleza enfermiza y cruel, exterioriza un placer mórbido por este
experimento dañino.

En ese curso, la forma de ejecución que emplea el autor del delito por crueldad,
debe suponer también, una actitud intensamente inhumana, pues, la lógica real
de ese estado de ánimo, será precisamente la postura que se requiere para que
propicie la obra de su acto vil, y por tanto, es causa de la conducta extrema
revestida de peligrosidad que determina la figura de asesinato en la modalidad
de gran crueldad, exigida por la Ley punitiva. La relevancia de su necesidad en
el aumento innecesario del daño, es para la Ley el incremento de su agravación;
porque además de procurar el resultado material emanado de su conducta
humana, también ocasiona otros daños graves con brutal agresión en su víctima,
que a nuestro criterio, entendemos que se debe a la naturaleza de su proceder
patológico criminal, ya antes mencionado.

Inclusive, se esclarece que los resultados vertidos por el asesino, solamente


demuestra la provocación orientada al sufrimiento exacerbado que se añadió a
la víctima. Por eso, aquello puede determinar que fue conclusión trivial de una
conducta objetivamente inútil en la búsqueda de un efecto criminal aún mayor,
sabiendo que su acto deliberado, podría encauzar con facilidad el logro de una
muerte segura, sin recurrir a prácticas que provoquen intensos dolores físicos y
psíquicos, ello, en definitiva solo constituiría actos banales en el asesinato de
la víctima. Es de afirmar también, que el autor conociendo su actuación previa
al asesinato de la víctima, agrega esos execrables actos criminógenos, con el
ánimo de construir adecuadamente una amplia manera objetiva y verosímil de
alcanzar un daño considerable a la víctima. En esa orientación, podemos aludir
que la persistencia de las lesiones inferidas en la zona corpórea de la víctima,
con frecuencia, se debe al aseguramiento del resultado deseado, sin poder
LAS FIGURAS DE ASESINATO

precisar en realidad si los efectos producidos innecesariamente, utilizados para


matar a la víctima, fueron ocasionados por la segunda o tercera lesión, o, cuál
de ellas fue la que produjo un gran sufrimiento.

Respecto a los daños innecesarios, que fueron infligidos con grado máximo de
psicopatía, tanto en el cuerpo como en la mente del agredido, estas carecen
de relevancia jurídica, ya que, cualquiera de los cortes o heridas producidas,
han podido coadyuvar a la reafirmación del asesinato. Pero, aquellos actos
consolidables del crimen, no pueden pretender la configuración del supuesto
por crueldad o ensañamiento mediante ese proceder del asesino, debido a que
la imputación objetiva, requiere que la esencia aflictiva de dolor y sufrimiento,
acreciente en su voluntad criminal, es decir, se realice infiriéndole repetitivas
incisiones en el cuerpo de la víctima, como un acto inhumano pueril, que le
provocó satisfacción personal al ocasionarle la muerte.

Actualmente, las luces de los preclaros tratadistas se interesan en un análisis


más profundo, de la sinopsis en estudio, pues, los medios lesivos de ataque que
emplea el autor en la dolencia de la víctima, aportan apreciación y descripción
detallada, hasta alcanzar un fundamento acertado en su conducta criminal,
sobre todo, para evidenciar la utilidad de posibles armas punzocortantes que
se utilizaron en la tortura, siendo las más eficaces en este tipo de ejecuciones.
A más de esto, se busca determinar el grado de profundidad de las incisiones
inferidas y las puñaladas reiterativas, con el fin de identificar cuál de ellas fue
la más certera, que dio lugar a una larga agonía o sufrimiento, y por último,
precisar también, las que aceleraron la muerte de la víctima. Por ello, se hace
referencia al fundamento del maestro Gisbert Calabuig, quien conceptualiza
que las armas blancas son “instrumentos lesivos manejados manualmente que
atacan la superficie corporal por un filo, una punta o ambos a la vez”46.

Fig. 1. Herida homicida en región precordial Fig. 2. Dispersión de heridas homicidas torácicas y cervicales.

Fuente: LESIONES POR ARMA BLANCA, Jorge González Fernández, Médico Forense. Director del IML de “La Rioja”.

Luego, cabe además, resaltar la existencia de sujetos con grados de perversión


singulares, que para saciar plenamente su deseo sexual, es necesario asesinar
a la mujer con quien se ha mantenido el acto carnal. La verdad de ello, es que
por un instante el autor obnubila el juicio de la razón, para provocar de ese
modo, sentimiento nocivo y pernicioso, que obedece solamente a sus “instintos

_____________
46. Gisbert Calabuig Juan Antonio, Lesiones por Arma Blanca, pp. 383-93, en: Villanueva Cañadas E. Medicina Legal y
Toxicología, 6ta. Edición, Editorial MASSON, S.A., España-Barcelona, 2004.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

criminales”. Esto se debe, al vicio de su proceder insano que utiliza en el crimen


de su víctima, sus rasgos revestido de sadismo, encuentra una guisa más extraña
de asociar, su lujuria libidinosa entre la sangre y el acto genésico, para fijar
que el sangrado representa el centro generador de excitación, más notable que
el contacto genital masculino o femenino.

Según Claus Roxin, “mata cruelmente el que causa especiales dolores o tortura
a la víctima por una actitud inmisericorde y sin sentimientos”. De igual forma,
menciona que: “la causación de dolores o torturas es un requisito del tipo, ya
que afecta al modo de provocar la muerte y lo convierte de alguna manera en
un homicidio potenciado, en cambio la actitud inmisericorde y sin sentimiento,
que no está necesariamente unida a ello, sino que debe añadirse como
elemento autónomo, es un componente de la culpabilidad”47. Lo que mantiene
vinculación análoga con la postura de Soler, en el ámbito del aspecto subjetivo,
la condición agravante del tipo, configurados “en la prolongación deliberada
del padecimiento de la víctima, satisfaciendo con ello el autor una tendencia
sádica”48.

Para el jurista Omar Breglia Arias, “el ensañamiento es una refinada crueldad
que puede prolongarse durante horas, hasta que la muerte se adelante al
poderoso deseo malvado del autor de continuar matando”.49 En la opinión de
Fontán Balestra, así, “pues hay en quien se ensaña el deseo definido de causar
sufrimientos innecesarios a la víctima antes que muera”.50 Ello supone, sobre
todo la agonía del caído, que constituye concretamente para ella, padecimiento
no ordinario e innecesario, sea por el dolor que se experimenta o prolongar su
muerte.

Juan Bustos Ramírez y Hernán Hormazábal Malarée, sostienen que, en esta


figura se presenta lo que en doctrina clásica llamaba «lujo de males», que es
el placer en aumentar la intensidad de la afección al ofendido, no contando los
males posteriores al hecho, por ejemplo el descuartizamiento del cadáver para
encubrir el homicidio.

En realidad, los criterios difundidos con especial énfasis, de seguro servirán


para fortalecer nuestro opúsculo científico, dado que la figura en estudio, gira
entorno a similares características y propiedades sumamente complejas, con
articulaciones legislativas comparativas, pues, el único afán es llevar a cabo
una suficiente aplicación del Derecho Penal. La sustancia del objetivo, se
inclina a buscar mejores herramientas, que por su capacidad para obrar puedan
determinar el fin que se persigue, en aplicación de la Ley y el de responder a
una buena administración de justicia.

Asimismo, en la materialidad del asesinato por crueldad, el autor utiliza una


guisa auténtica y deliberada al producir la muerte de su víctima, su raciocinio
pleno para la concreción del delito, debe considerar presupuesto sustancial en
el despliegue objetivo de la acción típica, que atañe al sufrimiento y dolencia
_____________
47. Roxin, op. cit., pág. 315.
48. Soler, op. cit., págs. 36, 37.
49. Breglia Arias, Omar, Cita: “Homicidios agravados”, págs. 132,133. Editorial Astrea, Buenos Aires-Argentina, 2009.
50. Fontán Balestra, Carlos, Derecho Penal “Parte Especial”, 17ª Edición, pág. 37, Editorial Abeledo Perrot, Buenos
Aires-Argentina, 2008.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

superflua que le infiere a la víctima, hasta alcanzar su asesinato. Entonces, ello


alude, a la crueldad como móvil del delito, que se identifica con la causa del
padecimiento y dolor, o el fin que busca el hecho, sin embargo, aquel motivo
que mueve y orienta la intención, no debe confundir la voluntad de matar del
autor directo. Siendo en realidad, una dualidad de conductas humanas que se
relacionan entre sí, como elementos de tipicidad que anexa la necesidad del
sufrimiento de la víctima y el resultado muerte o finalidad del autor. De allí,
es preciso considerar para mayor entendimiento, que las heridas producidas a
la víctima, no debe alcanzar la muerte, solamente sufrimiento y dolor intenso.
Por otro lado, si las heridas inferidas en el cuerpo de la víctima son causa de
rebasamiento y deviene la muerte, no se cumplen los presupuestos exigidos por
el tipo subjetivo para configurar la crueldad, además, se situaría simplemente
como un caso de homicidio simple. Ahora bien, la posición del obrante de cara
a su propia naturaleza comisiva, radica en la perpetración con dolo directo o
específico, su vil intención, subsume en la materialidad el “secuestro” de su
víctima, para iniciar el acto de tortura previos a su muerte. Pues, ese poder de
retención y rapto forzado del sujeto pasivo, acontecido antes de la obra, se
debe a la privación de su libertad en forma violenta, que servirá al autor como
medio idóneo privilegiado, para facilitar el cauce inicial de su acción criminal,
permitiendo de modo cruel, el sufrimiento de la víctima y posteriormente la
muerte.

Esta opinión, guarda contraste con otro análisis de los hechos, ya que, resultaría
incongruente comprender, que el autor desate su crueldad contra su víctima,
bajo acto de tormento en zona profusa de pobladores, donde sería más factible
el auxilio del sufrido. Pues, si bien el autor había premeditado los actos de
tortura y la consumación de la muerte del sujeto pasivo, es de suponer también
que, puede haber preparado de forma primigenia, su secuestro para trasladarlo
a un lugar sin acceso a ser socorrido.

Para concluir, en todos los tiempos y países, el ensañamiento como figura de


asesinato con gran crueldad, siempre adecuará su acto en el proceder del autor
para revelar una mixtura de actitudes en el proceso homicida, y el brote de la
consumación material de su víctima. Siendo así, el propósito intencional que
delibera la corriente de su comportar criminal, se recarga para originar el
encierro del perjudicado, poniendo luego, en situación aislante, de nostalgia y
debilidad, pues, ese estado carente de medios de defensa de la víctima, por
encontrarse atada o amedrentada, es lo que exacerba en el autor, la búsqueda
de su satisfacción enfermiza con la tortura y sufrimiento, antes de perpetrar su
muerte. Es evidente que, ese acto de aislamiento propiciado para separar a la
víctima de su entorno, podría causarle impotencia y desesperación, sabiendo
que al quedar ella, incomunicada, revelaría sentimientos de pánico o pavor,
situando en el autor, un vínculo entre su propio estímulo y los gritos afligidos
de desesperación por el estado inerme en que esta se encuentra. Pero además,
ese vínculo que existe como causa del aislamiento de la víctima, sometida a
crueles torturas, debe considerar necesariamente un acto de secuestro.

El tratadista Giuseppe Maggiore, sostiene que: “Se ha creído encontrar una


diferencia muy sutil, que la hay, pero sin importancia, en el hecho de que el
ensañamiento es físico en tanto que la crueldad tiene carácter
LAS FIGURAS DE ASESINATO

moral”51.

Terminando, es imprescindible que los actos de tortura y sufrimiento, deban


realizarse mientras el sujeto pasivo se encuentre con vida, debido a que este
debe sentir la crueldad del sufrir físico o psicológico que desato el autor. Si la
víctima muere momentos antes de la tortura, no se cumple el presupuesto de
lesión al bien jurídico vida humana que tutela la norma penal y que se exige
como elemento objetivo de tipicidad de esta figura, ya que podría suceder que
la víctima muera de paro cardiaco por la impresión de saber que iba a ser
torturada.52 La crueldad, es lo que mueve al autor para ocasionar el padecer
físico o moral en la víctima, y no, en la intención de asesinar.

§ 40. Elementos constitutivos del asesinato con gran crueldad

La figura de asesinato por crueldad en grado sumo, se funda en la composición


de diversos elementos que conforman la estructura del delito, teniendo en
cuenta que cada una de ellas, cumple una función primordial en el proceder
criminal del autor. Sin duda, esta formalidad del crimen, establece un modo de
extinguir la vida humana bajo condiciones agravadas específicas, donde el autor
con voluntad real, manifiesta objetivamente especial peligro en su accionar
comisivo, lo que constituye el dolo de matar.

La premeditación como elemento del tipo, cumple una función configurativa


más relevante, por ser esta, la circunstancia de agravación en el asesinato con
suma crueldad, donde la intencionalidad del autor influye en la deliberación,
preparación y planificación del sadismo criminal en estudio, que condiciona su
madurada reflexión durante un lapso de tiempo que determina la muerte de la
víctima. Otro elemento, que se erige sustancial en este delito, sería que la
muerte del sujeto pasivo, debe producirse como efecto de un episodio criminal
por crueldad extrema e inhumanidad, agregado a su disposición emocional que
le ocasiona un placer mórbido por el sufrir de otra persona. También, la
utilización de cualquier medio comisivo, considerado en la obra como elemento
determinante para consumar el asesinato cruel. El móvil comisivo, es definido
como presupuesto de tipicidad, se encuentra comprendido en la gran crueldad,
para estimular y motivar el acto del ejecutor en los hechos punibles, dando
muerte a la víctima. No se puede atribuir delito de asesinato en la modalidad
de gran crueldad al sujeto que después de matar a su víctima, sienta un placer
anómalo al seccionar los miembros superiores e inferiores del cadáver. Debe
entenderse que el sentimiento enfermizo del autor, se manifiesta solo antes de
la muerte de la víctima.

Para la estructuración de la figura de asesinato por crueldad excesiva, es


requerible cumplir tres presupuestos de mayor relevancia en la conducta
criminal del asesino, su empleo en la muerte de otro, es imprescindible para
diferenciar las formas de ejecución, que se detalla en el siguiente orden:

_____________
51. Maggiore, Giuseppe Derecho Penal Parte Especial, Vol. XV, p. 307, Ed. TEMIS, Bogotá-Colombia, 1955, Cit. de
Hurtado Pozo José, Manual Derecho Penal, Parte General, p. 73, Edit. Sesator, Lima-Perú 1978, Citado por Peña
Cabrera, Raúl, Tratado de Derecho Penal Parte Especial Tomo I; p.109, Ed. Jurídicas, Lima-Perú, 1994.
52. Haro, op. cit., p. 180.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

a) Inferir lesiones físicas o psíquicas innecesarias a la víctima

En la comisión de los hechos, el autor procura la acción típica contra su víctima,


exterioriza en su conducta criminal una disposición especial de crueldad, de
modo, que la guisa para torturar se torna extremada e inútil, pues, ello, puede
causarse al propinar golpes de puño con una manopla, apalearlo con un bate de
béisbol, infiriéndole cortes o picándole el cuerpo con un cuchillo, carbonizarlo,
sumergirlo en un cilindro con agua, electrizarlo a pausas, mutilando partes de
sus extremidades, entre otros. Sin duda alguna, cada homicida desata un tipo
de tortura diferente, reconociendo que se trata del sufrimiento inicial previo a
la muerte de la víctima. Con respecto a las lesiones psicológicas precedentes,
que el autor puede utilizar contra su víctima, sería exponiéndolo a ver actos de
truculencia brutal de su hijo o su familia, ya sea degollándolo, disparándole en
la cabeza con un arma de juguete; causando desesperación y daño en la salud
mental de la víctima. Siendo estas lesiones de poco interés o trascendentales,
para la Ley, pero, que si atribuye considerarlos como presupuestos esenciales
en la prolongación del asesinato cruel.

b) El padecimiento extensivo previos al asesinato cruel de la víctima

Otro de los presupuestos más relevantes en la calificación penal, sería el acto


premeditado que revela el autor, para preparar con antelación la realización
del delito cruel, haciendo posible el padecimiento de intensos dolores, a través
del daño físico que le produce a la víctima en acto pleno, hasta alcanzar la
muerte. Esta acción banal, evidencia formas especiales en el padecer intenso
de la víctima, su manifestación como resultado mecánico lacerante, es lo que
exacerba la satisfacción del autor. Sobre todo, que la complacencia y el gozo
son elementos en cumplimiento de la necesidad de matar del autor, no se trata
precisamente del asesinato cometido, sino, más bien, en la prolongación del
dolor de las heridas inferidas en la víctima o por el daño lesivo de las torturas
en su salud psíquica, lo que determina la vasta crueldad de su conducta en la
ejecución criminal.

c) El asesinato cruel de la víctima como resultado de las torturas

Finalmente, el acto antijurídico del autor en el asesinato con mayor brutalidad,


que se manifiesta como resultado de las torturas, son causa del poder ejercido
sobre la víctima, con el objetivo de provocar intensos dolores innecesarios y
prolongar su muerte, el castigo anormal creado por este autor, es aplicado para
satisfacer su propia voluntad criminal. La actitud deforme que revela el autor,
se debe a los rasgos de insensibilidad por la vida humana, pues, este sujeto en
la comisión fáctica previa a la muerte del sujeto pasivo, aplica medio especial
de tortura sin sentimientos de piedad, deleitándose con la agonía o colapso que
le produce insuficiencia a su víctima. Especialmente, si en esas condiciones
inhumanas el asesino actúa con ánimus necandi desde el brote de los hechos
comisivos, siendo así, sería más hacedero para este obrante, alcanzar nuevas
formas homicidas asociadas a desórdenes patológicos, que acarrean a observar
su propio accionar en el preciso momento del tormento y suplicio de la víctima,
como si fuera una necesidad para encontrar únicamente un obsesivo placer
enfermizo durante el tiempo que perdure la agonía. Vale decir, que solo el
LAS FIGURAS DE ASESINATO

autor puede determinar el momento concluyente del padecimiento y ultimar a


su víctima, ya que, el dominio del hecho que ejerce, mantiene ventaja para
direccionar el espacio que dure la tortura.

Este macabro hecho de suplicio y dolor ex antes del asesinato de la víctima,


han puesto en escena verdaderos aparatos del terror, teniendo en cuenta que
la intención premeditada del lacerante sádico, se ha convertido en un factor
preponderante por la forma de matar que aflora, ello, constituido como un ente
con actitud típica letal, que destruye fácilmente la vida de los demás. Por eso
pues, hoy, nuestro reforzado Derecho Penal objetivo, ha encontrado artilugios
jurídicos apropiados, que asocian al crimen como hecho, al sujeto perpetrador
y a la sanción penal como legítima consecuencia, es decir, que pretende una
sistematización coherente de las reglas legales y una interpretación racional,
para alcanzar a esos asesinos que causan sufrimiento, dolor y por supuesto la
muerte de la víctima como su fin primordial. Será necesario además, que en la
materialidad homicida se cumplan los elementos del tipo, para la configuración
criminal del delito, donde el deceso de la víctima deberá concluirse después de
una larga agonía de sufrimientos físicos o psíquicos, por causa de la tortura.

En contraposición a nuestro análisis, existen algunos factores insuficientes que


no son materia constitutiva en la figura de crueldad, siendo el caso del sujeto
que antes de asesinar a su víctima, quiso hacerla sufrir, cercenando partes de
su cuerpo, pero, por motivos ajenos a su voluntad, este autor la degolló pronto
con un machete, sin poder atribuir los presupuestos de tortura y sufrimiento,
tanto físicos o psíquicos de la víctima, que se requiere en la perpetración del
delito inmisericorde. Aunque ese asesinato consumado, haya desencadenado ex
post, una expresión de crueldad en el obrante, esta forma de comisión no se
cumple, en razón de la exigencia de la crueldad previa a través de la tortura
que debió sufrir la víctima antes de morir. En esa postura, la conducta del autor
se torna equívoca e insuficiente para alcanzar la calificante de crueldad en el
asesinato, pues aquello, solo debe encuadrar el asesinato por ferocidad, dado
que, no se cumple lo adoctrinado en la Ley.

Otro ejemplo, carente de configuración penal, de la figura por crueldad, es el


proceder inhumano de los pobladores que capturaron a un delincuente, para
luego, atarlo a un poste de madera, con el objeto de torturarlo hasta causarle
muchos cortes y heridas de gravedad en el cuerpo, circunstancias en que el
delincuente forcejea las ataduras, el poste cae, impactándole en la cabeza y
muriendo a los pocos instantes.

La conexión que existe entre la causa y el efecto, con respecto a la figura


homicida por excesiva crueldad, se encuadra como efecto de una evidente
conducta dolosa e inhumana en el asesino, teniendo en cuenta que, los actos
exteriorizados revelan un intenso encarnizamiento carente de afecto por las
personas, suponiendo una actuación fáctica de dolor, dirigida a buscar el
resultado muerte de la víctima. Pues, la causalidad como presupuesto esencial
del tipo, deberá encontrar relevancia en el hecho mismo de su perpetración
revestida de una mayor bestialidad en la forma de matar, haciendo extensivo
el sufrimiento de la víctima, a fin de lograr un asesinato atormentado, lleno de
congoja y angustia, que solo se puede atribuir a un victimario despiadado, que
LAS FIGURAS DE ASESINATO

descarga toda su ferocidad para disfrutar y sentir satisfacción por tales instintos
de sadismo, en la muerte que ocasiona a su víctima. Llevando todo ello, a
comprender una muerte, producida de forma sumamente lesiva, que rebaza
todas las circunstancias criminales de asesinato en el mundo.

§ 41. El asesinato con alevosía

La figura de alevosía como diseño criminal del asesinato, consiste en la


preeminencia deliberada que se logra mediante la felonía, para ser utilizada
por el autor fáctico como elemento esencial en la incidencia de la confianza
contra el sujeto pasivo. Pues, la acción traidora y desleal del felón, facilita su
propósito criminal con el fin de alcanzar un asesinato eficaz en su víctima. De
allí, que su conducta alevosa y maquinadora, revestida de cautela, son la
esencia misma de su naturaleza homicida, que de seguro servirá para reafirmar
la perpetración de su delito, dirigidos a una víctima que no exterioriza riesgo
ni peligro alguno para este felón, sino, en razón a que buscó anteriormente un
embuste viable y una forma de poner a la víctima en un estado de indefensión.
En suma, esta clase de asesinato alevoso, determina un modo único y particular
de matar, considerando la necesidad de un comportamiento humano que se
traduce en la traición y perfidia del obrante, como circunstancias básicas
elementales, principalmente de su vulnerabilidad, al no poder hacer uso de sus
mecanismos de defensa, ello, sería entonces, lo que fundamenta la agravante
del tipo penal calificado. Por eso, la traición maliciosa de deslealtad y maldad
extrema del felón, revela la condición de un sujeto avizorado, que aviva
enardecidamente una pasión pérfida a la falta de buena fe depositada en su
víctima. En este sentido, la sólida regulación legal afianza una penalidad radical
en el Artículo 108º, inciso 3) de nuestra legislación punitiva, para sancionar a
los transgresores de la modalidad alevosa, con castigo privativo de libertad no
menor de 15 y máxima de 35 años.

Para afirmar la existencia del delito alevoso, se requiere de los elementos del
tipo objetivo y subjetivo como presupuestos configurativos, pues, este principio
constituye una obligatoriedad delimitada en la aplicación de la estructura
normativa. No obstante, se trata de una figura que por su naturaleza criminal
el autor exterioriza objetivamente un comportamiento de sigilo, cautela,
astucia o maña, a efectos de engañar y preparar a su víctima, hasta lograr su
desprotección para ser atacado a traición. Este acto inhumano, por lo general
se emprende con la finalidad de que el autor pueda asentir su propósito
homicida contra su indefensa víctima, sin devenir por supuesto, algún riesgo
inminente en su evento, debiendo encontrar primero, una forma adecuada de
paralizar toda reacción o posibilidad de defensa en la víctima, que pudiera
cambiar el seguimiento de su conducta premeditada, lo que nos lleva a
comprender que se trata de una consecuencia inseparable en la existencia de
riesgo para el asesino, que pudiera emanar de la conducta defensiva de la
víctima. Por ello, esta modalidad de asesinato alevoso, mantiene firme su
contenido jurídico, para ser evidenciada como requisito subjetivo agravante en
la responsabilidad criminal del autor, que perpetra su delito doloso, con el fin
de revelar los medios que fueron utilizados en el aseguramiento de su ejecución
material, sin peligro para él. Además, se determina que el medio empleado por
el autor, sería cualquier instrumento de ataque como: cuchillo, machete, (arma
LAS FIGURAS DE ASESINATO

blanca), una pistola, escopeta, (arma de fuego), fierro, palo, martillo, entre
otros que por su uso letal causen la muerte de la víctima.

Efectivamente, estos medios comisivos o formas empleadas en la consumación


material, son los que se exige y pone de manifiesto el tipo objetivo de la acción
alevosa. Pero, en realidad es incongruente pensar, que el uso de esos fatídicos
instrumentos sean la causa real del asesinato, en el momento adecuado que
preparó el autor, sino más bien, entender que ese instrumento o medio idóneo
empleado desde su brote, arremetidos a la víctima, sirvieron solo con intención
de inmovilizar y completar la consumación con otros ataques, para asegurar el
asesinato final. De allí, que el cauce criminal pueda proponer suficiente, un
resultado enfático con arreglo a la concreción de la norma de mandato, a fin
de determinar la existencia de la alevosía, en tal sentido sólo serían alevosas
las muertes que se producen en virtud al empleo de las formas o medios
elegidos por el autor53.
Según el profesor Gómez López, se debe considerar como homicidio alevoso
aquel en el cual la indefensión de la víctima es provocada o aprovechada por
el agente; estamos frente a una felonía pues el homicidio se “ejecuta con
traición”54.

En la materialización traicionera del criminal, se fundan otros medios dirigidos


al vínculo de confianza que conllevaba el autor con la víctima, de tal forma que
el felón pueda determinar el método o medio empleado más apropiado, para
conseguir un diseño arremetedor especial en su consumación material, bien
podría ser de modo súbito o por sorpresa, es decir, como él quiera que sucedan
los hechos, so pretexto de ser digno de su entera confiabilidad que la víctima
le tenía, y, este, en respuesta a ello, pudo aprovecharse sigilosamente para
llevar a cabo su artimaña de guisa rápida e inesperada en el ataque pérfido, sin
permitir ninguna acción autodefensiva.

Así pues, el bloqueo defensivo de la víctima se torna hoy lacerado por el


accionar comisivo del felón, que desaparece la probabilidad de preservación de
su integridad física y psíquica, para posteriormente incidir en su conducta
proditoria, que acondicionó con la intención de facilitar una emboscada o
acechanza vil y despreciable contra su víctima, ya que nunca imagino ser presa
fácil de la prevalecida traición de otro sujeto de su entera confianza; más aún,
que no pudo prevenir tal complot, porque tampoco apercibió el sigiloso disfraz
de su conducta pérfida, para advertir la presencia de su atacante. Todo ello,
se traduce en un diseño especial o medio intencional, que emplea el felón para
encuadrar el camino criminal, con el único propósito de alcanzar la muerte del
traicionado, sin apeligrar, ni reaccionar de alguna manera, en el preciso acto
execrable.

_____________
53. Córdoba Roda, Juan - Rodríguez Mourullo, Gonzalo, Comentarios al Código Penal, Tomo I, pág. 545, Ed. Aranzadi,
Barcelona-España, 1997. Si bien el principio aludido tiene plena validez, su operatividad práctica no deja de ser
excepcional, pues la regla general es que quien elige los medios o formas para cometer el homicidio con alevosía logre
consumarlo con el empleo de dichos medios.
54. Peña Cabrera, ob. cit., pág. 102.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

§ 42. La agravante de alevosía sobre la víctima inerme

Claro está, que la conducta intrigante y oportuna del autor, no exime límites
en la manera de matar, solamente prepara o busca el estado de indefensión de
su víctima, sin importar sus limitaciones, estado, situación, clase, categoría,
cualidad o de distinta índole para defenderse, ya sea, por encontrarse
durmiendo, de espalda, distraído, drogado, o, en cualquier circunstancia que
posibilite un fácil ataque, hasta rematarlo cuando esta yace inerme en el lugar
específico fijado por el autor. Inclusive, puede alcanzar también a las víctimas
con un grado particular de indefensión, clasificados en el siguiente orden de
debilidad como: un infante, el vetusto, el minusválido, el invidente, entre
otros, por tratarse de personas indefensas y desprotegidas que por su propia
condición especial, se ubican en una cadena de inseguridad expuestas a
cualquier peligro. Por ende, es relevante aclarar que la Ley en estos casos de
víctimas desvalidas, tiene sus efectos en la incrementación de su agravación de
manera más drástica respecto de los transgresores, debido a que en este punto
los sujetos pasivos presentan una calidad especial con diversas formas de
discapacidades, expuestas con facilidad a recibir la acción alevosa de su
asesino. En la misma posición Quintano Ripollés afirma que “la víctima inerme,
el ciego, el dormido o el completamente desvalido, automáticamente hacen
caer sobre el agresor la agravante de alevosía”55.

Entendida la figura de alevosía como la felonía o traición descargada sobre la


víctima sin proximidad de peligro para el autor, en razón al conocimiento del
estado de indefensión en que se encuentra o posición que se sitúa a la víctima,
pero, es más abominable saber que la víctima del hecho es un indefenso niño o
infante, o un desprotegido minusválido. La agravante de alevosía se presenta
en el comportamiento del autor no solo con el propósito o voluntad de asesinar,
sino que también este asesino se sirve de la situación oportuna de indefensión
del niño u origina este estado para procurar la muerte. Siendo el caso del chofer
encargado de la movilidad escolar del niño que por la confianza depositada en
él, a la hora de la salida lo recoge del colegio y decide llevarlo por un lugar
solitario para asesinarlo. Este estado de indefensión del menor, alude a un
hecho concreto, donde el asesino encuentra mayor oportunidad y seguridad
para consumar la muerte, apartándose de lugares concurridos.

Se ha visto que este singular asesino suele llevar al niño a morir a un “lugar
seguro” para su macabro fin, alejando toda ayuda externa posible, libre de
interferencias, en deyecta y aviesa actitud56.

Sin lugar a dudas, los supuestos antes referidos están revestidos de gran peligro
y mayor culpabilidad para el felón del delito insidioso, que exterioriza tal vez,
el más perverso comportamiento criminal en su voluntad intencional, contra
otros sujetos considerados sumamente graves y nocivos, por nuestra civilidad
contemporánea. Pero, lo más controvertido es que se trata no solo de víctimas
comunes, sino de personas especiales, fáciles de lograr una muerte segura y
que después de la cobarde intervención homicida del felón concluye satisfecho
_____________
55. Laje Anaya, op. cit., p. 45.
56. Laje Anaya – Laje Ros; “Código Penal”; págs. 92, 93; Ed. Lerner; Buenos Aires-Argentina, 1998; y jurisprudencia
del T.S.J. de Córdoba en Semanario Jurídico Nº 590, p. 11, del 24/IV/1986.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

sin ningún riesgo. En definitiva, esta falta de defensa del sujeto pasivo, más
parece que se tratara de un acontecimiento de inferioridad del desvalido que
de la propia consecuencia alevosa, pues, nuestra opinión juiciosa frente a ello,
sería considerar un mal excesivo de preeminencia en la conducta del felón. Esta
apreciación del autor que revela dominio sobre la víctima, se crea como una
guisa de superioridad solo para vincular su proceder con el acto criminal.
Implícitamente, se debe tener en cuenta la necesaria trascendencia que
acarrea el dolo en este especial formato criminal, al conocer que su voluntad
deliberada disfrazada de engaño, fraude o simulación, son llevados a cabo
maliciosamente con la intención premeditada no solo para ocasionar la muerte
de la víctima, sino que es imprescindible la singular modalidad de exteriorizar
el hecho alevoso, pues, estas afirmaciones nos llevan a comprender que el felón
del delito, propone al mismo tiempo una dualidad capital en su accionar
comisivo, la primera sería el deseo desenfrenado por la muerte y el segundo
que esta víctima se encuentre en un profundo estado de indefensión; de manera
tal, que ambas manifestaciones se muestren viables para lograr un resultado
eficaz en su propósito criminal.

§ 43. Clases de alevosía

En la figura premeditada del aseguramiento ejecutivo sin peligro para el


traicionero, se pueden presentar tres clases de alevosía, donde el asesino los
utiliza como instrumentos de agravación en la perpetración de su delito, de
acuerdo a la función característica reveladas en cada una de ellas, siendo
posible diferenciarlas por la forma de su actuación criminal y el modo anterior
de buscar el estado de indefensión de su víctima. Por tanto, podemos admitir
en este orden de ideas que, el primer diseño alevoso del autor sería el
“proditorio o traicionero”, comprendida en su ataque fáctico y premeditado
por artificio, ocultamiento, descuido, para arremeter contra su víctima, esto
es, que ejerce de forma desprevenida “a traición y sobre seguro” 57. El segundo
diseño alevoso correspondería a la forma sorpresiva, repentina o inesperada,
que aplica el autor en el acaecimiento de su víctima, sin permitir ningún modo
de reacción, ni desviar el ataque, aunque esta se encuentre de frente o de
dorso. El tercer tipo alevoso, discierne su acción bajo empleo de instrumentos
de prevalimiento, abandono o indefensión, que se valida mediante elemento
circunstancial de desamparo del traicionado, encontrando el traidor la postura
adecuada para un ataque especialmente infame y pérfido, cuando se encuentre
yacente, recostado, quieto, sentado, arrodillado, pernoctando, adormecido, de
modo que ese estado de reposo debe consistir en la inacción de su movimiento
voluntario. Además, este irracional sujeto, encuentra entusiasmo en esta etapa
de dificultad intensa, o en cualquier otra situación de ventaja no provocada por
este, sino que también, puede dirigir su acto homicida, a víctimas inimputables,
como un inválido, paralitico, ciego58.

_____________
57. Arias Eibe, Manuel José, “LA CIRCUNSTANCIA AGRAVANTE DE ALEVOSÍA: Estudio Legal Dogmático-Penal y
Jurisprudencial”, Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, RECPC, 07-03, pág. 3, Madrid-España, 2005.
Fuente: http://criminel.ugr.es/recpc/07/recpc07-03.pdf
58. Arias Eibe, Manuel José, “La alevosía de segundo grado o abuso de superioridad como circunstancia agravante
genérica de la responsabilidad criminal estudio jurídico penal y jurisprudencial”, La Ley penal: Revista de Derecho
Penal, procesal y penitenciario Nº 32, págs. 25, 38, Ed. DYKINSON, Madrid-España, 2006.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Siguiendo el análisis, otras formas factibles de transgredir las conductas éticas


de honestidad y respeto, también integran o más bien, complementan el acto
comisivo del autor, traicionando la confiabilidad de su lealtad en él depositada,
acreditando con especial énfasis la “alevosía moral”, que constituye esconder
su intención criminal, para simular un sentimiento de amistad y seguridad digna
de su personalidad; y por otro lado, la “alevosía material”, que dispone un
modo particular en el resultado criminal con la intención de ocultar el asesinato
perpetrado.

Para terminar, en el afianzamiento de nuestra posición doctrinal el tratadista


Ricardo Núñez, opina que: “al ocultamiento moral o material caracterizadores
del homicidio proditorio y del homicidio insidioso, la alevosía le agrega la
cobarde finalidad del autor de obrar sin riesgos para su persona”. Si fuera
posible adecuar una síntesis pedagógica sobre el concepto de alevosía, digo
“mata sin riesgo y sobre seguro”, a lo que debe acrecentársele el lado subjetivo
de la calificante.

Por último, el vínculo causal resultante como consecuencia de la figura de


alevosía, se determina entre la conducta criminal del felón orientada a
traicionar y poner a la víctima en un estado de indefensión para facilitar el
asesinato, sin ningún riesgo para el traidor. De modo tal, que la conexión entre
la acción alevosa del sujeto activo y la causa fatal muerte de la víctima, se
encuadre en el modo y la forma que este autor utilizó como instrumento para
alcanzar un estado de indefensión y asegurar la muerte. Teniendo en cuenta,
que la intención premeditada y el dolo del autor fueron elementos esenciales
en su conducta criminal con la finalidad de obtener la muerte de la víctima,
existiendo de esta manera una estrecha relación entre el punto de equilibrio
del acto mismo y la causa material deseada. Para concluir, la causalidad como
principio fundamental del delito, tiene su finalidad en la obra perpetradora
ceñida por un modo de asesinar considerada como la más vil y traicionera en
comparación con otros delitos dolosos, a fin de lograr una muerte segura.


LAS FIGURAS DE ASESINATO


Quinta parte

Homicidio calificado

Por el medio
comisivo
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Capítulo V

ASESINATO POR FUEGO, EXPLOSIÓN U OTRO MEDIO CAPAZ DE PONER EN


PELIGRO LA VIDA O SALUD DE OTRAS PERSONAS

“Mecanismos complejos para alcanzar la muerte y el riesgo masivo de


personas”

SUMARIO: 44. Marco introductorio 45. Concepto doctrinal 46. El asesinato


por fuego 47. El asesinato por explosión 48. El asesinato por cualquier otro
medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras personas.

§ 44. Marco introductorio

L
as modalidades de asesinato a través de la historia, pone de manifiesto
su perdurable legado en las Ciencias del Derecho Penal, para proseguir
con trascendencia el planteamiento teórico, de los medios idóneos de
comisión, eficaces en la voluntad homicida del autor material, a fin de realizar
con gran ímpetu la muerte de su víctima. Sin embargo, en las últimas décadas
se ha mermado definitivamente las acciones criminales, por fuego, explosión o
con el empleo de otros medios análogos que por su naturaleza sean capaces de
implicar peligro en la vida o salud de otras personas, lo que colegiría decisivo,
un posible decrecer existente de algún desenlace perpetrante, por estos delitos
al interior de la civilidad y el orbe. Los medios tradicionales del crimen que se
evidencian en la muerte de otro, se presentan exacerbando un peligro subjetivo
de extrema agravación, este comprende el subtipo del delito en estudio, siendo
talvez los más notables en la estructura penal, pero también, los vetustos en la
historia de la criminalidad. Pues, cada figura homicida debe considerar al dolo
directo o especifico, como elemento vital (ánimus necandi), toda vez que, el
proceder criminal del asesino se orienta a causar la muerte de una persona, lo
que permite clarificar la forma de su intención dolosa directa o específica en
el preciso momento de su acto, bajo empleo de medios eficaces de comisión,
para su configuración penal. Las circunstancias subjetivas de la agravante, se
encuadran en el hecho de que el fuego, explosión o el empleo de otro medio
equivalente producido por el autor, ponga en peligro concreto la vida o salud
de otras personas, pudiendo determinar con ello, la condición subjetiva del
dolo eventual en la muerte de otras personas como consecuencia del fuego,
explosión o bajo el empleo de aquellos medios análogos que el autor no tuvo la
intención de dar muerte. En suma, es válido destacar que el asesinato causado
por fuego o explosión, aflora absoluta gravedad en grado sumo, respecto de su
configuración homicida, también de la sociedad como víctimas afectas por el
medio empleado en su obra criminal trascendente.

Se sabe que toda conducta criminal consciente y voluntaria, está antecedida


además, por una causa motivacional, pero, hasta este tiempo, no se conoce
cambio coetáneo, sobre qué medios se basa el autor para inducir el asesinato
por fuego o explosión, pues debe entenderse, que estas figuras de agravante
poder lesivo, tiene efectos de propagación material, que alcanza no solo a la
víctima preferente, sino que mata o lesiona a todo un grupo humano que no
LAS FIGURAS DE ASESINATO

pudo prevenir los resultados difundidos por el autor. Siendo así, sería entonces,
inconexo atribuir para la figura agravante, los móviles de venganza o sevicia,
ya que el legislador nunca tomo en consideración tales adecuaciones de las
complejas mecánicas del modelo de asesinato. Pues, al no existir modo alguno
de estimulación en su acto, tampoco tendría lugar el motivo que debió darse
en su acción, lo que daría lugar, solo a perpetrar su propia conducta humana
con intención directa, para alcanzar a varias víctimas y poner en peligro la vida
o salud de otras personas.

Esta gran diversidad de asesinatos, nos exige ahondar en la materia, los tiempos
precedentes con mayor trascendencia y peligro, respecto de la colectividad de
víctimas expuestas, pues, hoy estas formas criminales han perdido vigencia en
su accionar comisivo, como lo hemos manifestado. No obstante, frente a los
resultados de algunos delitos que perdieron peso criminógeno y previsibilidad,
el Derecho Penal en vigencia, no encuentran relevancia por estas consecuencias
en la actualidad, debido a la viva reacción doctrinal de nuestro sistema jurídico
penal, que de manera inmediata y apropiada decidió derogar la agravante por
“veneno o envenenamiento”59, regulado anteriormente en el Artículo 108º
inciso 4) de la Ley, debiendo comprender que su conducta criminal continuará
perteneciendo a la figura de asesinato, como lo manifiesta la amplia doctrina,
siempre que la forma y el modo del empleo letal haya servido para matar de
manera subrepticia con el fin de lograr el aseguramiento del resultado material,
y, la reacción de la víctima.60 Su acción típica, debe también ampliarse en los
casos de alevosía para constituirla como medio capaz de poner en peligro la
vida o salud de otras personas.

Por ello, este formato académico criminal, acarrea la vía consecuente para
alcanzar estos actos inhumanos por incendio o explosión, producidos por el
autor, bajo el empleo de instrumentos esenciales que por su eficacia revelen
dolosamente un diseño especial en su actuación homicida; llevados a cabo,
mediante circunstancias sustanciales de peligrosidad y dominio del hecho, que
requiere un constreñimiento exigido por el autor, con el objeto de reforzar la
mecánica en la perpetración del asesinato. Además, el empleo del medio
supone un requisito intencional sumamente relevante en el incremento de su
agravación, esto es, cuando el autor haya creado un escollo frecuente para las
personas del entorno. Así también, podemos erigir que la vida o la salud de ese
grupo humano, debe alcanzar una comisión típica especial, que encuentre un
estado próximo de daño y riesgo necesario para considerarse como presupuestos
de tipicidad en el aumento de la agravante, y por tanto, haber producido una
situación de peligro concreto.61 Un ejemplo de ello, sería el caso del asesino
que decide incendiar el departamento de su ex novia con la intención de
matarla, aún, sabiendo que vivía con sus padres y hermanos, este ejecuta su
acción. Así también, el chofer que manejaba un ómnibus de pasajeros, es
asesinado por el autor explotando la unidad móvil con dinamita.

_____________
59. Ley Nº 30253, Ley que modifica el Artículo 108º del Código Penal peruano, del 24/10/2014.
60. Hurtado Pozo, op. cit., p. 50.
61. Peña Cabrera, ob. Cit., p. 115.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Por consiguiente, el tipo penal dispone otro medio capaz de poner en peligro la
vida o la salud de un gran número de personas, donde se hace necesario recoger
lo regulado en los “DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD PÚBLICA”, Artículo 273º,
peligro por medio de incendio o explosión; del Código Penal, refiriéndose al:
“que crea un peligro común para las personas o los bienes mediante incendio,
explosión o liberando cualquier clase de energía, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de tres ni mayor de diez años”. Siendo estas las
figuras con desenlaces más devastadores y catastróficos utilizados como medios
o métodos para alcanzar punibilidad de manera deliberada, pudiendo admitirse
cualquier otro medio no descrito entre los delitos contra la seguridad pública62.
De igual modo, la tipificación de otras formas agravadas se sigue en el Artículo
275º, del CP, para referir que: “La pena será privativa de libertad no menor de
seis ni mayor de quince años cuando en la comisión del delito previsto en el
Artículo 273º concurre cualquiera de las siguientes circunstancias:

1. Si hay peligro de muerte para las personas.


2. Si el incendio provoca explosión o destruye bienes de valor
científico, histórico, artístico, cultural, religioso, asistencial,
militar o de importancia económica.
3. Si resultan lesiones graves o muerte y el agente pudo prever estos
resultados.

Asimismo, los “estragos especiales” se regulan en el Artículo 276º, mencionando


al “que causa estragos por medio de inundación, desmoronamiento, derrumbe
o por cualquier otro medio análogo, serán reprimidos conforme a la pena
señalada en los artículos 273 y 275, según el caso”.

En definitiva, estas incorporaciones al sistema jurídico penal, mantienen su


vigencia como una dualidad de delitos catastróficos que responden a la
necesidad de proteger ciertos bienes jurídicos, el cual exceden de su conducta
dolosa dirigida al objetivo que se busca. Pues, en el caso del Artículo 108º inciso
4), de la norma legal, se encuadra actualmente a los asesinos que utilicen fuego
o explosión en su comisión homicida, siempre que se alcance sustancialmente
un peligro en común como consecuencia de ello, apoyándose sobre la base de
otro medio idóneo, orientados a situar un peligro inminente para la vida o salud
de otras personas, de manera tal, que se presente como presupuestos exigidos
por la Ley. Por otro lado, en el caso de los “delitos contra la seguridad pública”,
en cualquiera de sus figuras, la Ley determina a los sujetos que hayan creado
un peligro común para las personas o los bienes mediante incendio, explosión
o liberando cualquier clase de energía (…). Siendo requisito esencial que estas
actuaciones fácticas deseadas, también conlleven una variación en la intención
dolosa del autor, lo que permitirá superar el límite de su producción, para
desatar la muerte de otros sujetos, aun admitiendo su previsibilidad en el
resultado. Sin duda alguna, parece tratarse de eventos preterintencionales, que
desencadenan en cada una de las conductas primigenias otras consecuencias
especiales con resultados similares o diferentes en el mismo hecho. Pero, en
este acto la preterintención se pone de manifiesto para abarcar solamente a

_____________
62. Villavicencio Terreros, op. cit., p. 43.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

los delitos de seguridad pública, en razón a que este autor nunca tomo en
cuenta que surgiría un desbordamiento de su conducta, que devino posterior
otras consecuencias como resultado. Ahora bien, contrariamente a los hechos,
el delito ocasionado por medios catastróficos, no encuadra en los presupuestos
preterintencionales, ya que el autor, como realizador del hecho, intencionado
dolosamente buscó solo la consumación de su acto, para ocasionar nuevos daños
que afecte a otras víctimas, sin pretender que, aquello no fuera precisamente
objetivos.

Dicho de otro modo, la configuración típica subsume la específica agravante


que se inserta en la acción dolosa del autor, su fin primario es provocar el
deceso de su víctima, disponiendo de medios idóneos o eficaces, a través del
fuego, explosión o para sus efectos de aplicar nuevos medios análogos que por
su esencia criminal puedan conseguir mayor peligrosidad en la vida o salud de
otras personas.

Concluyendo la introducción, podemos afirmar que el asesinato perpetrado por


combustión de energía o estrepitoso detonante, revisten deliberado incremento
lesivo en su determinación homicida, debido a la actuación comisiva del asesino
que exterioriza una extrema peligrosidad, propias de su conducta criminal y
principalmente en el modo de causar daño, bajo uso de elementos nocivos que
por sus características de fuego o explosión, se considera como catastróficos
fijados en su mecanismo o procedimiento viable, con fines de consumar el tipo
homicida; aflorando con este hecho grave, una situación de zozobra, alarma e
intranquilidad dentro de la sociedad y el Estado de derecho.

§ 45. Concepto doctrinal

Desde el punto de vista jurídico, debe precisarse que el asesinato por fuego,
explosión u otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras
personas, son aquellos mecanismos compuestos por diversas formas o medios
catastróficos específicos, que el autor se sirve de ellos apropiadamente para
alcanzar de manera eficaz la muerte de otro, desencadenando al mismo tiempo
un peligro ordinario, fijados al aseguramiento de un resultado sin ninguna acción
de resistencia en su víctima.

En otra acertada opinión, se entiende que este suceso funesto donde el autor
del asesinato por fuego o explosión, es considerado un hecatombe homicida, no
solo, porque el autor del hecho catastrófico utilizó los medios convenientes, de
necesaria optimización para realizar su objetivo primario, sino porque lo
relevante debe ser, que el mismo evento ocasione un peligro común, es decir,
aplicando otros recursos o fórmulas que por su eficacia puedan alcanzar un
riesgo inminente próximo en la vida o salud de una colectividad de individuos.
En realidad, el medio en común que importa el autor, hace referencia a otros
resultados tal vez más desastrosos con mayor cantidad de víctimas. Pero, ello
no significa que en cualquier caso, nuestras articulaciones normativas puedan
identificar solo la producción de un peligro común, por el contrario, esta debe
acarrear también, las que resulten como consecuencia de cualquier otro medio
con gran poder de asolación total.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

En suma, diremos que la dicotomía o dualidad de su estructura jurídica, radicaría


en que ambos tipos punitivos se fundan sobre un diseño que rebasa sus objetivos
primordiales, debiendo precisar que cada uno persigue la consumación de un
hecho específico y concreto, sin tener en cuenta que al conseguir la muerte de
la víctima o la creación de un peligro común, estas puedan generar otros efectos
y viceversa, aunque, no se haya previsto una cuantía humana de víctimas dañadas
o perecidas. Queda entonces reconocer, que si por esta vía de rebasamiento o
intención desproporcionada ajenas a la voluntad del autor, se logró desenlaces
finales de peligro común y muerte; en ese caso, vale decir que la preterintención
para los casos de asesinato por fuego o explosión se tornan insuficientes; la razón
de ello sería, se debe al conocimiento de la intensidad con que acciona el autor
y de los resultados que en ella pudiera desencadenar, sobre todo, porque no
basta matar a una víctima, sino lograr por otro medio un peligro colectivo o un
resultado de daño masivo hacia otras personas, aun, si este sustento jurídico
estriba de nuestro sistema legal. En tal sentido, la conducta criminal examinada
se diferencia por revelar guisas objetivas y subjetivas, que solamente se dirigen
a matar a una persona, pues, para ello, la propagación del fuego, la detonación
violenta y expansiva, la inundación, el desmoronamiento o el derrumbe no son
más que, medios análogos que por su naturaleza lesiva el autor se sirve de ellas
con el fin de aprovecharlas en su delito.

Otro detalle configurativo del delito, se instituye con la puesta en peligro real o
concreto de la vida o salud de otras personas, teniendo en cuenta la disparidad
de su objetivo criminal. Sin duda, este criterio hace referencia a diversos sujetos
pasivos, para ilustrarnos necesariamente que las consecuencias por medio de
fuego o explosión, deban sobrepasar sus efectos, a fin de alcanzar no solo a una
o dos personas, sino a un grupo humano, considerables en la fijación de la figura
criminal.

Por último, en nuestro medio coetáneo estos delitos catastróficos ya han perdido
protagonismo y continuidad en su comisión homicida, argumentando que los
casos de terrorismo y sus modalidades de asesinato perpetrados por fuego o
explosión, se recuerdan únicamente, escenarios y criminales como verdaderas
maquinas del terror, que fueron causa de desastres, muertes y desolación en la
sociedad peruana del pasado siglo. Por eso, hoy, podemos evidenciar sin ninguna
vacilación, que estos grupos guerrilleros han sucumbido después de un largo
enfrentar, con la captura de sus cabecillas y especialmente del líder terrorista
Abimael Guzmán Reynoso, ello pudo paralizar de manera considerable el peligro,
los asesinatos de personas y lo mejor de todo, es palmario que perdieron su auge
a causa de su erradicación en casi un 95% de su totalidad. Así, los coches bomba
y los grupos terroristas de aniquilamiento arremetidos en distintas partes del país
dedicados a sembrar pánico y terror en la humanidad, marcaron y dejaron huellas
en nuestra trascendental historia nacional.

§ 46. El asesinato por fuego

Esta modalidad de asesinato, enmarca una forma especial de matar, utilizando


para su perpetración criminal el fuego o combustión, en un escenario conocido
por el pirómano homicida, donde se encuentre la víctima y su entorno de
cualquier índole, con el propósito de lograr su muerte inclusive exponiendo a
LAS FIGURAS DE ASESINATO

peligro la vida o integridad física de otras personas, que nada tenían que ver
con el objetivo principal, ni la conducta dolosa del asesino. En tanto, estos
diseños criminales de asesinatos en la hoguera, por su esencia misma, han sido
considerados actos sumamente crueles e inhumanos, de un proceder refinado,
que se diferencia como consecuencia del modo de asesinar revelados por el
autor en su accionar comisivo, pues ese acto de carbonizar a su víctima, daña
al mismo tiempo otro grupo humano que se encontraba con ella, de manera que
su perpetración, alcance la estimativa determinante de legislación punitiva. Sin
embargo, este delito se remonta desde los tiempos del emperador romano Julio
César en la historia antigua, que utilizaban métodos de castigo implantados
para quemar a ladrones y prisioneros de guerra, lanzándolos a la pira, como si
fueran tueros puestos en el fondo de las hogueras. A pesar de ello, estas formas
de ejecución, fueron alcanzando vigencia y habitual relevancia criminal en
diversas partes del mundo, incluso entre los siglos XVIII y XIX, Inglaterra
preponderaba hasta el año 1790, Alemania imperaba en 1823, y Estados Unidos,
activada por destacar una de las agrupaciones xenofóbicas llamada Ku-Klux-
Klan63, quienes se dedicaban a la captura de sus víctimas para quemarlos vivos;
igualmente, los indios norteamericanos, reaparecían más “perfeccionadores”,
adoptando nuevos prototipos en la manera de quemar personas vivas, asándolos
a fuego lento o sometiéndolos a una combustión espontánea humana, hasta
quedar convertidos a cenizas. Posteriormente, en esta edad intermedia, el
Imperio Bizantino y la Iglesia Católica, oficializaron la muerte por fuego,
siempre que el condenado haya incidido en la causal de “herejía”. Pero, tal
aplicación de pena capital, tuvo resultados favorables porque fueron incluyendo
otros delitos como el incesto, brujería, falsificación de monedas, sodomía y los
crímenes contra los reyes.

Por tales sucesos precedentes, en la actualidad estas modalidades históricas de


asesinato por combustión de personas, castigadas con penas capitales, fueron
decayendo en su comisión material durante el tiempo acontecido, prueba de
ello, hoy las estadísticas criminales para este tipo penal de asesinato por fuego,
han sufrido una decadencia radical, lo que significa, un resultado satisfactorio
vigente en la sociedad. Así pues, esos antecedentes y modelos criminales, solo
servirán como base fundamental en la prevención del delito, no con el afán de
emular sus desatinadas guisas de asesinatos y sanciones al condenado, sino para
enriquecer nuestra legislación, aplicando innovadoras metodologías y técnicas
jurídicas suficientes propias de las Ciencias del Derecho Penal sin exacerbarlas.
En realidad, lo que se busca con este discernimiento constructivo, es de no dar
tregua oportuna a los asesinos piromaníacos de estos tiempos, para intensificar
sus formas criminales, ni desarrollar otras clases de conductas, si se puede
antes censurar. Este alcance, sería también competencia del legislador, ya que
su ardua labor permitiría encontrar nuevas formar reguladoras en la prevención
del delito.

En este sentido, sobre la base del tipo penal de asesinato la expresión "capaz
de poner en peligro la vida o salud de otras personas" se constituye como un
instrumento determinante en el modelo criminal de asesinato, precisando que
_____________
63. KU KLUX KLAN m. Organización política secreta y violenta de origen norteamericano, de ideología esclavista y
racista, defensora de la supremacía de la raza blanca, creadas en el siglo XIX. El Ku Klux Klan aterrorizó con sus
crímenes a la población negra del sur de Estados Unidos.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

no se trata solamente de quemar vivo al sujeto pasivo de manera específica en


un lugar público, donde no pueda presumir la puesta en peligro de otras
víctimas, sino que la muerte utilizando fuego, deberá alcanzar a la víctima y
peligrar la vida o integridad de otras personas. Pues, podría resultar en este
hecho que no se logre la quema o daños leves de personas distintas al sujeto
pasivo, es suficiente que la actuación del asesino produzca un peligro concreto
para terceros individuos.

En una posición contraria, podemos resaltar el precedente vinculante de la


jurisprudencia nacional en la Ejecutoria Suprema del 03 de abril de 1998, “(…)
cuando descartando el asesinato por fuego califica el hecho concreto como
asesinato con gran crueldad. En efecto, allí se sostiene que "el homicidio con
gran crueldad, se encuentra debidamente acreditado con los respectivos
medios probatorios; los mismos que permiten establecer que los sujetos activos
produjeron la muerte de los agraviados acrecentándoles deliberadamente su
sufrimiento personal, al causarles, con las lesiones producidas durante el
interrogatorio preliminar a su muerte e incineración, un dolor físico
innecesario; no evidenciándose la agravante prevista en el inciso 4 del Artículo
108 del Código Penal, puesto que si bien se dio muerte a las víctimas
prendiéndoles fuego en forma directa en lugar descampado, este accionar no
puso en peligro la vida y la salud de otras personas diferentes a las víctimas,
requisito indispensable para que se produzca esta calificante del homicidio".

Ello demuestra que, si en este hecho fueron dos o tres las víctimas alcanzadas
directamente por el fuego en paraje libre de embarazos, esta no se inclina a lo
requerible por la Ley, que manda: poner en peligro la vida y salud de otras
personas. Pues, lo más imperante que denota es el cauce de la tortura, el
padecer decrecido, ex antes, sabiendo que por esa vía el autor facilitaría la
muerte de su víctima, para luego incinerar su cuerpo, el cual es realmente
apropiado, atañer al delito de asesinato con gran crueldad, ya que el proyecto
de su finalidad no era quemar a la víctima y generar un peligro propagador de
nuevos daños humanos, sino, solo crear una muerte sumamente cruel. En este
caso, si incendió a la víctima después de su muerte, es acto baladí para la Ley.

El propósito de proclamar cumplida la figura del delito de asesinato por fuego,


pone de manifiesto la relevante necesidad de sobrevenir un peligro concreto en
el acto, aquello debe generar, daños lesivos a dos o más personas, emanadas
especialmente de la forma y mecanismos que se valió el autor para servirse de
ellas, con el afán de motivar la muerte de su víctima que constituye el principio
de agravación de la conducta homicida. Aún más, reconociendo que se trata de
la agudización o incremento punible asumidos por el autor, al encontrarse
ligado respecto del medio utilizado en su acción, o, instrumentalizado a causa
del primer supuesto, considerado como factor determinante en el desarrollo de
otro hecho. De todos modos, estas acciones por fuego son acaecibles, debido a
la magnitud que revela su resultado homicida, capaces de propagar nuevos
daños humanos de consideración.

En consecuencia, la figura calificada del tipo, corresponde a la conducta del


asesino que emplea el fuego para motivar su intención dolosa y quemar a la
víctima como su objetivo primordial, siempre que, con el incendio peligre la
LAS FIGURAS DE ASESINATO

existencia o la integridad corporal de otras personas. De ahí que, el legislador


no ha tomado en cuenta para la adecuación de la conducta típica, los medios
necesarios que indujeron al asesino a consumar el hecho por fuego, siendo
irrelevante en esta figura que los móviles sean la venganza, sevicia y otros. De
cualquier modo, el medio comisivo empleado por el autor es el fuego o incendio
como presupuesto esencial de esta figura, siendo necesario que este autor haya
provocado intencionalmente el fuego o incendio con el ánimo de ocasionar la
muerte de una determinada persona, y a la vez, las lesiones de otras, todo ello,
llevado a cabo por el mismo patrón homicida. Esto nos lleva a determinar, que
existe en el autor una sola intención dolosa de matar a su objetivo como
finalidad fundamental de su acción. Pues, para la Ley, ningún autor puede
desear el hecho con doble intención dolosa al mismo tiempo, solamente aclarar
que el daño de las otras víctimas fue causalidad de la propagación del fuego
empleado en la actuación primaria. Entonces, diremos que el exceso de su
intención o fin sustancial, fue lo que produjo el desenlace lesivo posterior de
un grupo de víctimas, presentándose en esta condición “el dolo de resultado o
dolo eventual”, dado que, lesiona los bienes jurídicos vida o salud de otros
sujetos pasivos a quien no estaba destinada la acción homicida, sin constituir
la condicionante de atenuación, sino más bien la de extrema agravación en su
conducta criminal.

Sin duda alguna, el proceder del autor exterioriza premeditación en el uso del
fuego para ocasionar la muerte de la víctima, entendiéndose que la calidad de
sujeto pasivo del acto primario, también abarca otras personas afectas por el
mismo incendio provocado, quedando expuestas a peligro concreto contra su
integridad corporal y deberá ser considerada como sujetos pasivos al igual que
el hecho principal.

A nuestro juicio, el asesinato por medio de fuego, germina cuando el victimario


lleva a cabo los actos ejecutivos, ingresando con sigilo a la habitación del sujeto
pasivo, que habita con otras personas, para situarla luego, en un estado total
de indefensión, a fin de facilitar su acto, este ata las manos y pies de su víctima,
además, de amordazarla, procede a esparcir combustible sobre su cuerpo y el
espacio que habita, seguidamente, prende fuego hasta consumar la muerte,
después de ello, se propaga el incendio por toda la casa, alcanzando también a
otras víctimas ajenas a la que el asesino quiso matar, pues, estas podrían morir
o ser lesionadas con quemaduras de consideración.

La acción típica por fuego, carece de relevancia jurídica, cuando en los hechos
comisivos, el asesino apuñala primero a su víctima, y, seguidamente incendia
la casa hasta extenderse el fuego hacia otras viviendas vecinas, poniendo en
peligro la vida o salud de otras personas. Otra forma, sería el caso del autor
que prende fuego a la casa de la víctima donde se encontraba sola, sin poner
en peligro inminente la vida o integridad física de otras personas. La ineficacia
de estos casos para alcanzar el asesinato por fuego, no se ajustan a lo requerible
por la norma sustantiva, en razón a dos requisitos fundamentales, la muerte de
la víctima por fuego y la puesta en peligro de otras personas.

En los casos de asesinato por fuego, cuando el comportamiento del autor reviste
insuficiencia en su intención, excluyendo definitivamente al dolo de matar,
LAS FIGURAS DE ASESINATO

podemos considerar que se ha obrado bajo circunstancias culposas; aunque esta


haya producido como consecuencia de su imprevisibilidad otro inminente
peligro en la vida o salud física de diversas personas, donde resultaron muertos
y heridos con quemaduras de menor a mayor grado. Pues, la ausencia del dolo
imposibilita el progreso del delito, y, la punibilidad en esta situación, no se
cumple debido a la falta de presupuestos de tipicidad requerida para configurar
el homicidio por fuego. Por eso, la importancia del dolo es sumamente básica
como elemento en la implementación subjetiva de la conducta típica.

Para finalizar, el nexo que vincula la acción homicida del autor y el desvalor
del resultado, son elementos intrínsecos, esenciales para integrar el tipo penal
de asesinato, perpetrados bajo empleo de fuego o combustión, para ocasionar
la muerte de una persona, poniendo en grave peligro la vida o salud de otras.
Pues ese resultado producido, como objetivo querido sería la muerte calcinada
por el fuego de la víctima, seguida de un peligro concreto en la vida, el cuerpo
o salud de personas ajenas a la víctima.

§ 47. El asesinato por explosión

Esta modalidad agravada, se presenta en la sociedad actual como la muerte por


detonante, el medio de comisión que emplea el autor en el asesinato de su
víctima es la explosión, pues ese efecto resultante debe necesariamente poner
en peligro concreto la vida o salud de otras personas ajenas a su objetivo
homicida. No obstante, debe considerarse que, la muerte de la víctima y el
daño o riesgo de la vida de diversos individuos, son los estragos producidos como
afectación de la fuerte liberación de gran cantidad de energía almacenada en
un espacio reducido, manipulado por el asesino de forma violenta. A su vez,
estos elementos sustanciales de resultado material, tiene su fundamento en la
circunstancia agravante, que reside en el medio comisivo para su configuración
penal del delito por explosión. La guisa criminal que emplea el autor de cara al
supuesto por explosión, es de acción directa, con animus necandi, su conducta
inhumana revestida de peligrosidad justifica la agravante.

Sin perjuicio de ello, este diseño criminal se ciñe como el objetivo inicial de un
asesinato premeditado, donde su rudimentaria conducta indiferente involucra
en masa a un grupo de personas, que no imaginaron ser alcanzados por la
reacción del estallido manipulado por el autor. Por eso, es de reconocer, que
todo artefacto explosivo al ser operado o maniobrado por un victimario con
intención dolosa para irrumpir en cualquier lugar que se encuentre la víctima
deseada, causa necesaria destrucción y otros daños humanos. Con esta acción
antijurídica del autor, se dirige un hecho homicida en concreto, que no solo
delibera la muerte de su víctima, sino que además, importa otras consecuencias
perjudiciales específicas de muertes o daños a terceros.

Seguidamente, cabe también admitir la evidente disimilitud que conserva la


concurrencia de asesinato en la modalidad de explosión, con la muerte causada
por actos terroristas, debido a la forma intencional que conlleva cada una de
ellas. En tanto, la figura de terrorismo se descolla por sus proposiciones fácticas
bajo empleo de explosivos, esta revela intimidación y gran alarma social,
destrucción y muertes como resultado de su acción. Sin embargo, el asesinato
LAS FIGURAS DE ASESINATO

calificado por explosión, reviste otro mecanismo de perpetración donde el


autor con imperioso deseo de asesinar consuma la muerte de su víctima a título
de dolo directo, sin atañer sentimientos de conmiseración por el daño cometido
a la vida o salud de otras personas. Demostrando con este formato criminal, el
propósito de una conducta inhumana con gran peligrosidad, que determina
justificando el incremento de su agravación, ya que solo concluye su plan, sin
concernir lo que suceda con otra civilidad.

Los presupuestos fundamentales en la figura de asesinato por explosión, son los


elementos jurídicos o antecedentes que dieron origen a la realización del hecho
desgraciado, descrito en la construcción pragmática de la norma, su relevancia
constituye la formación del delito que se subsume en el comportamiento típico
del autor al provocar la explosión como medio de ejecución material en contra
de una víctima designada por el mismo ejecutor, y, de igual modo, peligrar la
integridad física de un profuso número de personas que el autor no tuvo interés
de causarles daño, como efecto consecuente de esa detonación. Si la explosión
que ocasiona la muerte de otras personas, es una consecuencia culposa en la
conducta del autor, no se cumplen los presupuestos para tipificar esta figura.

En realidad, es preciso rememorar aquellos atentados terroristas contra otras


víctimas humanas arremetidas por fuego o explosión, que ponían en peligro la
vida de muchas personas64. Esos casos que tuvieron brote criminal, ocurridos
por los años 1980, producían matanza de patrullas militares, policías y civiles a
pie, así también ejecuciones en sus mismos vehículos oficiales, pues la causa
de ello, se debe al accionar comisivo de los terroristas. Las detonaciones con
dinamita o ANFO, eran potentes explosivo de alto orden, que utilizaban para
devastar en masa, la vida de otras personas del Alto Huallaga, donde el imperio
del narcotráfico ejercía mucha influencia dentro de la sociedad de aquellos
tiempos. Sus enfrentamientos constantes con el ejército, las fuerzas policiales
y el país, tuvieron bajas de consideración, ya que la destrucción, el daño y la
muerte, fortalecía su ideología criminal. Hoy, se resalta que las zonas afectas
por guerrilleros del terror, ya no son consideradas de alto riesgo, sino que, en
realidad, se combate solo los rezagos del delito.

En un aporte reformador, creemos que el legislador debe readecuar el motivo


legal de la agravante del delito, que califica la figura “Por fuego, explosión o
cualquier otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras
personas”, toda vez que, su modificación permitiría una efectiva regulación
penal, pues la adición que se pretende, constituye las expresiones: “análogo”
y “una o más personas”, que incorporada a la circunstancia de agravación
fundada denotaría la siguiente locución jurídica: “Por fuego, explosión u otro
medio análogo capaz de poner en peligro la vida o la salud de una o más
personas”. Siendo evidente que, el otro medio debe precisar analogía en su
comisión y ponga en peligro la vida o salud, no de otras personas, sino, de una

_____________
64. El caso de los coches bomba, que causan la muerte de muchas personas, se configura como terrorismo, donde se
subsumen los homicidios por fuego o explosión; que en los sistemas jurídicos son considerados como delitos muy graves.
En el Perú, por D. Ley 25659 del 12/08/1992, se legisla el delito de traición a la patria, Art. 1º, en las siguientes
modalidades: a) La “utilización de coches bomba o similares, artefactos explosivos, armas de guerra, o similares que
causen la muerte de personas, o lesionen su integridad física o su salud mental, o dañen la propiedad pública o privada,
o cuando de cualquier otra manera se pueda generar grave peligro para la población”.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

o más personas.

A pesar de todo, hoy la legislación peruana regula el empleo de artefactos


explosivos o incendiarios en los hechos comisivos por extorsión; considerando
también como un diseño criminal en el incremento de su agravación. En tal
virtud, para los casos del supuesto fáctico, esta se encuentra prescrita en el
Artículo 200º, 5to párrafo, literal a) del Código sustantivo, aplicando sanción
de 15 a 25 años de pena privativa de libertad. Este contenido jurídico, hace
referencia a la gama legal de modalidades extorsivas, con el fin de evidenciar
diversos actos de autores, en la comisión del delito proferido, alcanzando a
perpetradores que obtienen dinero bajo fuerza intimidante de personas con
poder adquisitivo, utilizando granadas o cualquier otro artefacto explosivo o
incendiario.

Por último, el estrecho vínculo de causalidad que existe entre el orden fáctico
directo del asesino provocador de una explosión y el objetivo principal muerte
del sujeto pasivo; es pues, la consecuencia o resultado del mismo hecho
criminal, pero, deviniendo peligrosidad masiva, en la vida o salud de otras
personas, y sus efectos producidos muerte o daños extremadamente graves de
la víctima o víctimas.

§ 48. El asesinato por cualquier otro medio capaz de poner en peligro la


vida o salud de otras personas

En esta última modalidad agravante, el asesinato por cualquier otro medio


capaz de poner en peligro la vida o salud de otras personas, supone un medio
no especificado, pero, si alcanzado por un peligro inminente en la integridad
corpórea de otras personas, que no son necesariamente el objetivo concreto
del autor, sino, más bien, estas atribuyen a víctimas masivas de un hecho típico,
que concierne en realidad a la jurisdicción del juzgador de la causa, para los
efectos de precisar sobre que vías o mecanismos utilizó el autor en la exposición
inevitable del riesgo a un clan o corro de personas. Ello impone, que el togado
deberá actuar con amplio criterio discrecional, afianzando su posición para
lograr un análisis de acuerdo a la analogía jurídica y fijar un encuadramiento
con libertad y prudencia, que determine un modelo calificado de agravación,
conforme lo establece la Ley. De allí, que este criterio discernido, encauzado
por el magistrado, esencialmente se adecuará a la ejecución de otro medio o
método, con el fin de constituir tipicidad en la conducta del autor que no se
encuentra prevista como circunstancias de agravación en la norma jurídica.
Debiendo mencionar también, que al referirse a los medios utilizados por el
autor en forma genérica, se estarían incorporando otras figuras análogas como
por ejemplo: el asesinato provocado por una descarga eléctrica, muerte
originada por mordidas de una jauría de perros asesinos, entre otros tipos
criminales.

Sin perjuicio de ello, la tesis pragmática del legislador, se encuentra versada


en la terminología: “asesinato por cualquier otro medio capaz de poner en
peligro la vida o salud de otras personas”, refiriendo ampliamente a cualquier
medio típico que el autor pueda emplear, con el objeto de incrementar peligro
en su actuación homicida, de manera tal, que por su eficacia revele gravedad
LAS FIGURAS DE ASESINATO

al bien jurídico vida o salud, y, concluir con el daño intensivo a un gran número
de personas, para cumplir lo exigido por la Ley; visto que, en ella se advierte
la producción homicida seguida del peligro concreto para la vida o salud de
otras personas. Por esta razón, el medio o medios comisivos deberán ser
sumamente apropiados para emplear en el asesinato de su víctima, además, de
poner en peligro la integridad corporal de otras personas a quienes el autor no
tuvo intensiones de ocasionarles la muerte y menos de lesionarlos por no ser el
objetivo de este. Por otro lado, al lograr que el otro medio utilizado se haya
constituido como agravante de la pena que no estaba prevista en la Ley, esta a
su vez, deviene en concurso de delitos, cuando menciona a “otras personas”
entendiéndose que se cometió bajo la concurrencia de dos o más sujetos del
delito. Sin duda, creemos necesaria, la orientación “analógica jurídica” para
subsumir en este contexto, con la finalidad de adecuar la ejecución de otro
medio para integrar la aplicación de una conducta típica, que no se encuentra
en la específica agravante, de nuestro Código Penal. Pues, en ese sentido, se
sabe que la analogía jurídica se presenta como vital herramienta dentro del
sistema aplicativo del derecho penal, que de seguro servirá para encontrar un
tratamiento especial, en este caso del medio utilizado o a utilizarse, como
método, manera, modo, forma, fórmula, procedimiento, vía, mecanismo o
recurso en el propósito criminal. En tanto, el intérprete en su análisis absoluto
podrá valorar y calificar al “medio”, para que a través de ello, pueda superar
la eventual insuficiencia o deficiencia estribada por el sistema jurídico penal.
Por eso, cuando nos referimos a la analogía, no existe disposición alguna sino
más bien se crea la misma, mediante técnicas de incorporación en la disciplina
del derecho penal.

Dicho de otro modo, el acto administrativo discrecional también delega su


poder facultativo cuando la Ley otorga a la administración, amplia libertad de
estima, para calificar con equidad la procedencia o improcedencia en la forma
de obrar, es decir, que su contenido científico sustancial elaborado, revista
argumentos discrecionales en su actuación. Luego, en el mismo fundamento de
la Ley, podrá deducirse si se concede a los magistrados superiores una facultad
discrecional, principalmente en los casos de carácter subjetivo donde impere
lo permisivo, tales como las de beneficio, exigencia, equidad, suficiencia u otro
interés de orden público. De igual manera, se aplicará en los casos singulares
de la Ley, cuando se regulen dos o más posibles imputaciones en un mismo
hecho, sin que ninguna de ellas encuentre amparo de carácter obligatorio.

En tal virtud, estas acciones administrativas discrecionales a cargo de los


operadores de justicia especialmente del juzgador, son uno de los métodos
hermenéuticos que dispone el árbitro judicial, para satisfacer aquello que no
se encuentra regulado en la Ley, en otras palabras, se trata de vacíos jurídicos
(lagunas jurídicas o del derecho), que significa ausencia de reglamentación
legislativa en una materia concreta65. Aludiendo especialmente a un hecho
específico, en la aplicación eficaz de su procedimiento sustancial frente a la
carencia de regulación jurídica, con el propósito de encontrar resultados

____________
65. Atria Lemaitre, Fernando y otros: “Lagunas en el derecho”. Una controversia sobre el derecho y la función judicial,
págs. 15, 16, Editorial Marcial Pons, Madrid-España, 2005.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

satisfactorios, no para acondicionarla en una construcción analógica, sino más


bien, encauzar mediante herramientas propias del Derecho Penal coetáneo.

El Código Penal, exige que el peligro que crea el autor deba necesariamente
poner en riesgo la vida o salud de otras personas. Pero, si el riesgo sólo afecta
la vida o salud de una persona, no se configura el delito, toda vez que, no se
encuadra de acuerdo a Ley, esto dice, por la falta de presupuestos o elementos
necesarios para alcanzar ésta modalidad típica, pues, en todo caso sólo se
trataría de un homicidio simple.

Para concluir, algunos juristas se pronuncian al respecto, para considerar que


se trata de un diseño criminal revestido de “interpretaciones analógicas”,
examinando que estriba en la insuficiencia de su aplicación no reconocida por
la legislación, suponiendo las que implican afinidades o similitudes; y, de otro
lado, la “interpretación extensiva”, que se manifiesta cuando los principios
conceptuales ciñen diversos supuestos jurídicos, es decir, que su significación
puede extenderse o desplegarse ampliamente para comprender la existencia
de posibles lagunas del derecho. Sobre la base de este método, Karl Larenz,
nos dice que: “Debe tenerse en cuenta para averiguar el sentido de la Ley
normativamente decisivo y, sobretodo, la intención reguladora del legislador
y las decisiones valorativas por él encontradas, así, para conseguir
manifiestamente esa intención siguen siendo pauta vinculante para el juez,
incluso cuando acomoda la Ley a nuevas circunstancias no previstas por el
legislador, o cuando la complementa”66. De tal glosado discernir, ciertamente
la reglamentación normativa a priori, es lo que los juristas designan como “ratio
legis”67 y “ocassio legis”68, refiriéndose pues, a los elementos característicos
que se emplean en el análisis de la Ley, para darle sentido racional de la
fórmula, con la finalidad de conocer los alcances que el legislador persiguió al
dictar la Ley y las condiciones que definieron el surgimiento del mandato
normativo. Por ello, el objetivo primordial se encuentra acertadamente detrás
del acto legislativo.

Finalmente, para cumplir el curso criminal de esta modalidad agravante, es


requisito fundamental, establecer un vínculo o conexión de causalidad entre la
acción directa del autor, efectuada como razón suficiente en el logro de la
consumación homicida, ya sea, por cualquier otro mecanismo ejecutivo
empleado en la configuración del delito, que no se encuentra establecida en la
norma jurídica; además, de la forma de su perpetración, esta tendrá que
peligrar necesariamente la vida o salud de otras personas y las consecuencias
producidas, muerte primaria de la víctima y proximidad de riesgo vital a varias
personas.

_____________
66. Larenz, Karl, Metodología de las Ciencias del Derecho, pág. 325, Editorial ARIEL, Barcelona-España, 1994.
67. Ratio legis, significa “razón de la ley" o "razón legal." Es el fundamento que debe inspirar el contenido y alcance
de las normas jurídicas que componen el Derecho positivo. Fuente: Diccionario Latín Jurídico, Locuciones latinas de
aplicación jurídica actual, p. 188, Ed. García Alonso, 1º Ed., Buenos Aires-Argentina, 2008.
68. Ocassio legis, significa: “Las circunstancias que determinaron la aparición del precepto”.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Sexta parte

Homicidio calificado

Por la calidad especial


de sujeto pasivo
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Capítulo VI

ASESINATO POR LA CONDICIÓN DE LA VÍCTIMA

“Muerte de la víctima con alto cargo público”

SUMARIO: 49. Marco introductorio 50. Concepto doctrinal 51. Sistema


jurídico 52. Tipicidad objetiva 53. El bien jurídico tutelado 54. Los sujetos
del asesinato por la condición de la víctima 55. Presupuestos del asesinato
por la condición de la víctima 56. Los fundamentos de agravación en el
asesinato por la condición de la víctima 57. Análisis del asesinato por la
condición de la víctima 58. Discrepancia sobre el Artículo 108º-A de la Ley
59. Materialidad del asesinato por la condición de la víctima 60. El nexo
de causalidad 61. Tipicidad subjetiva 62. La tentativa en el asesinato por
la condición de la víctima 63. La consumación en el asesinato por la
condición de la víctima.

§ 49. Marco introductorio

L
a muerte por la condición especial del sujeto pasivo, hoy se contempla
como una modalidad representativa del asesinato, su forma comisiva a
través de la historia, supone un hecho homicida extremo perpetrado por
un autor que conoce las características propias de funcionario de autoridad de
su víctima, antes de asesinar. Sin embargo, este acto inhumano perdurable que
se ocupa la Doctrina Penal, es el que exacerba sus efectos cuando alcanza de
modo directo a la víctima con rango especial, como: altos funcionarios
comprendidos en el Artículo 39º de la Constitución Política del Perú, un
miembro de la Policía Nacional o Fuerzas Armadas, un magistrado del Poder
Judicial o del Ministerio Público, miembro del Tribunal Constitucional o
cualquier autoridad elegida por mandato popular, en ejercicio de sus funciones
o por causa de ellas, regulada en el Artículo 108º-A, “asesinato por la condición
de la víctima”, además, condiciona gravemente el proceder del autor, bajo
incremento de su culpabilidad. Siendo así, en la actualidad este tipo penal, ha
menguado considerablemente las acciones criminales del sujeto activo en la
sociedad, logrando el retorno de una quietud momentánea. Si bien, el acto
intencional del autor se encuentra revestido de dolo directo o específico,
entonces, ello debe coincidir en la muerte de una víctima, con función
jerárquica que representa al poder público o del Estado, sobre todo, cuando se
encuentre en cumplimiento de los actos inherentes de su labor profesional. En
suma, toda conducta humana pone de manifiesto una causalidad, ello expresa
que ese proceder ideado por el autor sea consciente y voluntario, pues, su acto
imprescindible debe responder al ánimo motivador, y por ende, existen antes
del hecho. También, el motivo y el medio idóneo de comisión no tienen
precisión concreta en este caso, puesto que solo prevalece la intención dolosa
del autor en el hecho homicida. Bajo esta razón, la subjetividad de la agravante
se basa en la perpetración que el autor realiza sobre su víctima, sabiendo que
esta mantiene una calidad de funcionario público, encontrándose en situación
activa del servicio profesional al momento de su muerte. Siendo este acto
punible, presupuesto esencial de la figura por la condición de la víctima,
exigidos por la Ley, para encuadrar el hecho en el tipo penal.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

En resumen, vale distinguir que el asesinato de la víctima por su condición


especial, denomina también la muerte del funcionario público en ejercicio de
sus funciones profesionales, su comisión homicida aflora absoluta gravedad con
relación a su configuración penal, y especialmente de la sociedad como víctimas
afectas por la trascendente obra criminal del autor.

§ 50. Concepto doctrinal

El asesinato por la condición de la víctima, debe entenderse como la muerte de


cualquier persona con cargo de funcionario público, que sufre el acto homicida
encontrándose en servicio propio de su desenvolvimiento funcional. Ello atañe
a toda víctima, sea hombre o mujer que ejerza labores profesionales para el
Estado, pues, los cargos jerárquicos que se aluden en la Ley, son indispensables
en la estructura del delito.

Esta modalidad criminal, se ciñe en la agravante cuando el autor alcanza a la


víctima condicionada por su calidad especial, ello formula, que deba ser policía,
militar, juez, fiscal, y toda aquella víctima respecto de la función pública, con
alto cargo superior del gobierno o trabajadores públicos al servicio de la Nación,
establecida en el Artículo 39º de la Constitución del Estado. Sin duda alguna, el
asesino del hecho, hoy, tendría que razonar mejor antes de decidir su acción
contra la víctima, puesto que, la extensa categoría vinculada al sujeto pasivo,
no daría opción para seleccionar su objetivo, en razón a que todos mantienen
una clase imputable de mayor gravedad.

En nuestra posición, la muerte de la víctima con calidad especial, hoy estriba


como consecuencia de la conducta abyecta del autor, su capacidad homicida
para obrar contra otro sujeto, debe conocer la jerarquía pública que ejerce, y
encontrarse en cumplimiento de su función en el preciso momento del deceso.
Pues, aquel proceder criminal del autor, supone un acto trascendental en grado
sumo, a propósito de los efectos resultantes que se emana de la víctima por su
condición de tal. La valoración que se atribuye al sujeto pasivo con categoría
especial, por tratarse de un funcionario público, puede definirse ante la Ley
como presupuesto sustancial, considerando que al sufrir la destrucción de su
vida, esta alcanzaría acreditación de víctima de asesinato, siempre que se sitúe
cumpliendo el ejercicio profesional propios del servicio público. La firmeza de
la Ley strictu sensu, no contempla los hechos, donde funcionarios de autoridad
hayan muerto, sin encontrarse en ejercicio de su función, tampoco conseguiría
abarcar la calidad especial de sujeto pasivo del asesinato, solo contemplarlos
como cualquier sujeto pasivo acaecido por acción homicida.

§ 51. Sistema jurídico

El delito de asesinato por la condición de la víctima, se encuentra previsto y


penado en el Artículo 108º-A, del Código Penal peruano, su regulación alcanza
al autor que mate perpetrando esta modalidad comisiva, con pena privativa de
libertad no menor de 25 ni mayor de 35 años, pues, ese castigo será imponible
cuando la acción criminal, se dirige a los altos funcionarios comprendidos en el
Artículo 39º de la Constitución Política del Perú, ello debe comprender el
deceso de un miembro de la Policía Nacional o Fuerzas Armadas, un magistrado
LAS FIGURAS DE ASESINATO

del Poder Judicial o Ministerio Público, un miembro del Tribunal Constitucional


o cualquier autoridad elegida por mandato popular, en el ejercicio de sus
funciones o como consecuencia de ellas. Entendiendo que, el acto criminal del
asesino encuadra su agravante, en la condición de funcionario público de la
víctima, y en tanto, debe encontrarse en ejercicio de su función profesional.
Lo que resultaría juicioso para el sistema legal, que la tutela del bien jurídico
vida humana sea un derecho preponderante en la vida de las personas, en razón
a que esa vida se preserve como el bien más preciado e inalienable dentro de
una sociedad sin vulneraciones.

En un proceso histórico sobre la base legal de este delito, es necesario recordar


un antecedente vinculante, que aconteció hace más de tres años, en el título
independiente del Artículo 108º-A del Código Penal, que fue tema cuestionable
por un error consignado en ese epígrafe o título, relacionada a la condición de
sujeto del delito, que no permitía un raciocinio eficaz en la realización de
nuestra investigación científica. La denominación que constituyó la errata, y
estuvo precedida por muchos años, fue: “Homicidio calificado por la condición
oficial del agente”. Lo cual no guardaba relación con su contexto jurídico
atribuido, siendo así, este contenido aludía en suma a la condición del sujeto
pasivo, como se muestra en la ilustración siguiente:
 “Artículo 108-A.- Homicidio calificado por la condición oficial del agente

El que mata a un miembro de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas, a un magistrado del
Poder Judicial o del Ministerio Público o a un miembro del Tribunal Constitucional o a cualquier
autoridad elegida por mandato popular, en el ejercicio de sus funciones o como consecuencia
de ellas, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinte años.”(*)

(*) Artículo incorporado por el Artículo 1 de la Ley Nº 30054, publicada el 30 junio 2013.

Posteriormente, el título autónomo del Artículo 108º-A de la Ley, y su contenido


jurídico, fueron modificados después de varios años por D.L. Nº 1237, del 26 de
septiembre de 2015, mediante un orden axiológico consecuente:

(*) Artículo modificado por el Artículo Único del Decreto Legislativo N° 1237,
publicado el 26 septiembre de 2015, cuyo texto es el siguiente:

 "Artículo 108-A.- Homicidio Calificado por la Condición de la víctima

El que mata a uno de los altos funcionarios comprendidos en el Artículo 39º de


la Constitución Política del Perú, a un miembro de la Policía Nacional, de las
Fuerzas Armadas, a un magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público
o a un miembro del Tribunal Constitucional o a cualquier autoridad elegida por
mandato popular, en el ejercicio de sus funciones o como consecuencia de
ellas, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de 25 años ni
mayor de 35 años."

En realidad, es evidente la iniciativa modificable que tuvo el legislador, con


relación a las imprecisiones expresas en ella vertidas, ya que, en aquel tiempo
precedente resultaba controvertido aceptar que la condición oficial la tenga el
asesino de la víctima, siendo cuestionado por muchos tratadistas del país. Sin
embargo, nunca entendimos la razón del dilatamiento legislativo, que aplazó
LAS FIGURAS DE ASESINATO

demasiado tiempo la revisión técnica jurídica de esta articulación, cuando lo


apropiado debió ser, la adopción de un criterio perentorio e inaplazable en la
subsanación del tema a los pocos días de su incorporación. Pero, lo cierto es
que ello no pretende desestimar la iniciativa del legislador, sino más bien, la
decisión del remplazo de la redacción referida, debe entenderse hoy como un
asesinato por la condición de la víctima, que sería cambio imperante en la
sustancia de la regulación penal, sobre todo si el lector del compendio jurídico,
se sirve de estas herramientas, en bien de un superlativo análisis nutrido.

El Código Penal de Venezuela, en su Artículo 407º, inciso 2), también comparte


gran semejanza en su regulación, mencionando que: “La pena del delito (…) de
este código, será de veinte años a veinticinco años de presidio: inciso 2) Para
los que lo cometan en la persona del Vicepresidente Ejecutivo de la República,
de alguno de los Magistrados o Magistradas del Tribunal Supremo de Justicia,
de un Ministro del Despacho, de un Gobernador de estado, de un diputado o
diputada de la Asamblea Nacional, del Alcalde Metropolitano, de los Alcaldes,
o de algún rector o rectora del Consejo Nacional Electoral, o del Defensor del
Pueblo, o del Procurador General, o del Fiscal General o del Contralor General
de la República, o de algún miembro del Alto Mando Militar, de la Policía, o de
algún otro funcionario público, siempre que respecto a estos últimos el delito
se hubiere cometido a causa de sus funciones”. Lo cual, el autor perdería el
derecho a gozar de beneficios procesales de Ley, ni a la aplicación de medidas
alternativas del cumplimiento de la pena.

§ 52. Tipicidad objetiva

El tipo objetivo del asesinato por la condición especial de la víctima, constituye


la descripción del tipo penal, que se materializa siguiendo el trayecto externo,
para buscar la consumación mediante acción criminal del autor directo, ello se
debe entonces a la conducta indeterminada o no concreta, descrita como la
subsunción dentro de la Ley penal. En realidad la tipicidad objetiva, solo se
basa en la explicación detallada de los elementos específicos, concerniente a
los sujetos del delito, que son: el autor del hecho, la víctima, refiriendose al
funcionario público, también, las circunstancias comisivas (el iter criminis),
donde la agravante se causa con la muerte del sujeto pasivo en ejercicio de su
función profesional y la acción. Con relación al medio y el móvil, el legislador
no contempló que la acción homicida del autor se produzca por tales elementos,
ya que su perpetración solo debe manifestarse con dolo de matar. Sin embargo,
existe la posibilidad de asesinar bajo empleo del medio y el móvil, a la víctima
con cargo público, pero, ello sería irrelevante para la Ley penal.

Lo real es que, estos elementos sustanciales que imponen persecución, se alzan


como presupuesto para constituir el brote de este delito, pues, aquí se intenta
poner de manifiesto que la objetividad y subjetividad del tipo, deben sostener
siempre una relación de causalidad, con fines solo de alcanzar la meta del autor
material y de la Ley penal, desde el afloramiento del hecho punible hasta su
real consumación. Sobre todo que, la voluntad de los actos homicidas del autor
ejercido sobre su víctima con cargo público, será circunstancia preponderante
en los principios objetivos para los efectos de exteriorizar su acción comisiva y
en tanto, la consumación de su propósito criminal.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

§ 53. El bien jurídico tutelado

La vida de todo funcionario público, hoy se tutela con imperante fundamento,


ya que no solo abarca un sector del Estado, sino que también, alcanza defensa
de los sujetos de inferior grado jerárquico al servicio del país. La tutela jurídica
bajo amparo de la Ley y la Constitución, supone un acto sumamente protector
de la vida humana, por ninguna razón se debe privar de la vida a otro, pues la
muerte contra su prójimo no tiene justificación alguna.

El bien jurídico tutelado, se ocupa de modo esencial en la estructura del delito


y la interpretación del asesinato por la condición de la víctima, sobre todo, si
la muerte del sujeto pasivo se encuentra condicionada o influenciada bajo cargo
público, siendo relevante encontrarse en actividad laboral, durante su muerte.

Además, la destrucción del bien jurídico, es el que fija decisivamente el grave


proceder del autor material, entendiendo que, esta exacerba la agravante,
cuando los efectos causados son alcanzados al funcionario público, es decir
destinada contra bienes jurídicos individuales, porque sería más inhumano
lesionar la vida, que atacar otro bien tutelado.

§ 54. Los sujetos del asesinato por la condición de la víctima

En el delito doloso por la condición de la víctima, es necesario la participación


de un asesino, desde su proyecto criminal, dirigido a ocasionar la muerte de
otro, pues esa víctima del hecho punible, debe representar cargo de funcionario
público, y lo esencial, que importe ejercicio activo de su jerarquía en el preciso
acto homicida. La concurrencia de ambos implicados del tipo, son denominados
como sujeto activo (el asesino) y sujeto pasivo (la víctima del hecho).

a) Sujeto activo

El sujeto activo del delito por la condición de la víctima, debe entenderse, todo
autor o asesino, que lleva a cabo el hecho homicida con proceder premeditado,
pues, su intención criminal revestida de dolo directo, pretende lesionar la vida
de un funcionario de autoridad, que se encuentra en pleno ejercicio de la
función profesional. Este homicida, puede ser hombre o mujer, con capacidad
suficiente para perpetrar el delito, su fin para conseguir la muerte de ese
empleado debe primar como resultado de su acto criminal.

b) Sujeto pasivo

La consecuencia del asesinato por la condición de la víctima, que generó el


autor, debe traer como resultado material la muerte del funcionario público,
especialmente cuando este se encuentre ejerciendo su labor profesional. El
acto homicida acaecido sobre esta persona, es lo que agrava la conducta
criminal del autor. Así pues, de forma profusa, el legislador en sus constantes
reformas, decide convenir con suma premura, para tales efectos de considerar
la calidad de sujeto pasivo en la figura de asesinato, amparando a los altos
funcionarios comprendidos en el Capítulo IV del Artículo 39º de la Constitución
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Política del Perú. Vale decir, para determinar sustancialmente como víctimas a
los sujetos que se detallan en el siguiente orden normativo:

a) El Presidente de la República
b) Los Congresistas de la República
c) Los Ministros de Estado
d) Los miembros del Tribunal Constitucional
e) Los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura
f) Los Magistrados Supremos
g) Los miembros de la Junta de Fiscales Supremos
h) El Defensor del Pueblo
i) Los miembros del Jurado Nacional de Elecciones
j) Los Presidentes y Consejeros de los Gobiernos Regionales
k) Los Alcaldes y Regidores Provinciales
l) Los Alcaldes y Regidores Distritales.

Pero, continuando el discernir del mismo Artículo de la Constitución, notaremos


las diferentes categorías de autoridades del gobierno peruano, no superiores
que también alcanzan a todo trabajador público con desempeño de cargos al
servicio de la Nación, como: administradores, contadores, asesores, jefes de
áreas, entre otras, de cualquier naturaleza concerniente a la administración
pública del Estado, incluyéndose estas como víctimas por la condición especial
del delito. Es decir, desde la clasificación más alta que designa al Presidente
de la Republica, hasta los trabajadores o empleados públicos de menor rango.

§ 55. Presupuestos del asesinato por la condición de la víctima

Los presupuestos vinculados al asesinato de la víctima condicionada por un alto


cargo público, pone de manifiesto los elementos básicos del tipo homicida, que
exige la norma punitiva para fijar su penalidad, debiendo ello admitir que, este
supuesto típico sostiene real envergadura en la acción punible, siempre que
pueda constituirse como acto directo de modo taxativo, en la construcción del
delito. Pues, esta figura homicida por la condición de la víctima, supone una
especial forma de perpetración, siendo requerible sustancialmente la muerte
de un funcionario público en situación activa del servicio, para exacerbar la
obra del autor bajo incremento de su calificación penal, sirviendo ello, como
presupuestos primarios en la estructuración del delito y el cumplimiento de la
Ley.

Por eso, es válido distinguir que los presupuestos del asesinato por la categoría
pública de la víctima, importan gran estimación en la Doctrina Penal, dado que,
esos ingredientes jurídicos, deben estar precedidos ex antes de la ejecución
del asesinato, pues, aquellos elementos idóneos son los que conciernen como
apéndice dentro del sistema legal para constituir la figura homicida por la
calidad especial de la víctima.

En tal opinión, es preciso que esos presupuestos del tipo penal mediante la
teoría crítica de sus valores, sirvan para la composición jurídica de la figura
penal por la condición de la víctima, de acuerdo a la forma que a continuación
se detalla:
LAS FIGURAS DE ASESINATO

a. Que la víctima sea un funcionario público, con vida antes de la acción


homicida.
b. Que la muerte del sujeto pasivo se ocasione por circunstancias agravantes
específicas, en pleno ejercicio de su profesión pública.
c. Que la acción dolosa del sujeto pasivo, se ejecute con ánimus necandi,
que consiste en la voluntad para perpetrar el asesinato por la condición
de la víctima.
d. Nexo de causalidad entre la acción homicida agravada y el resultado
muerte de la víctima.

Para extractar, este orden axiológico que se alude con fines institutivos del tipo
penal estudiado, tendrá carácter transcendente en la existencia del hecho
punible determinante. Pues, en ello se encuentra el modelo sustancial a seguir,
para encontrar punibilidad en el asesinato que se desea originar, sin desvirtuar
la persecución acertada de la teoría idónea del delito. Además, este discernir
creado precisamente para la existencia del propósito criminal del autor, debe
tener presente la calidad especial de sujeto pasivo, que oriente necesariamente
una muerte desproporcionada de su víctima con cargo público y finalmente el
deceso encontrándose en situación de actividad, situándose de ese modo un
incremento penal acorde a las exigencias de la Ley. En conclusión, ello no está
distante que en los presupuestos de tipicidad, puedan insertarse proyectos
homicidas dirigidos a víctimas con discapacidad, ancianos y madres gestantes,
que laboren como funcionarios del Estado, debido a que el legislador no incluyó
en su tesis, una adecuada actualización de la Ley, para incorporar y adecuarlos
también en el asesinato por la condición de la víctima.

§ 56. Los fundamentos de agravación en el asesinato por la condición de la


víctima

La Ley penal, como ente lógico de mandato, evidencia la agravación específica


del autor y el incremento de su castigo, cuando perpetra el asesinato en contra
de altos funcionarios públicos del Estado peruano, siendo necesario encontrarse
en actos propios del servicio o como efecto del desenvolvimiento funcional;
refiriéndose a la calidad especial de sujeto pasivo. Esta actual modificación,
incorporada en el delito de asesinato, hace comprender un nuevo supuesto
calificado para condicionar de forma adecuada la jerarquía de la víctima, por
tratarse de altos funcionarios y empleados públicos. El victimario obtiene por
este acto inhumano, castigo recrudecido de 25 y máxima de 35 años de pena
privativa de la libertad.

El incremento de la pena que recibe este autor del crimen, no solo radica en el
cauce homicida del iter criminis, que sigue desde la idea criminal hasta el logro
de la consumación de la víctima, sino más bien, cuando se conoce que clase de
víctima se ataca. Pues, esta acción consciente y voluntaria que causa el autor,
involucra con apremio al burócrata con cargo público como víctima del hecho
punible, la intención dolosa que ejerce sobre su objetivo, hace prevalecer su
deseo de matar con animus necandi, y por consiguiente, se precisa como acto
sumamente grave que intensifica mayor grado de culpabilidad para este delito.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

§ 57. Análisis del asesinato por la condición de la víctima

Esta modalidad de asesinato por la condición de la víctima, supone el acto cruel


del sujeto activo, para elegir como víctima a un funcionario público, su deseo
de matar de modo directo, encontrará sigilosa oportunidad en el momento de
su postura activa propia del ejercicio funcional de la víctima, siendo imperante
que el crimen con categoría en el deceso de la víctima, sea lo que torne grave
el hecho y a propósito, también el accionar del autor. Por cierto, en este orden
exegético, el destino específico que orienta el autor en la muerte de otro, debe
lesionar siempre la vida del burócrata del Estado de modo directo, para fijar el
hecho en la estructura del delito que se busca, pues, ese impulso vehemente
en su conducta, es lo que exacerba peligrosidad y grave incremento punible
exigido por la Ley. La doctrina bajo esa premisa, decide adecuar una dicotomía
jurídica entre el asesinato y la circunstancia, con la finalidad de fusionar el
delito, para agravar el resultado y en tanto, su responsabilidad penal. Ese
elemento accidental que alude la norma, detalla en su contexto a los altos
funcionarios comprendidos en el Artículo 39º de la Constitución del Estado,
miembros de la Policía Nacional, Fuerza Armada, Magistrados del Poder Judicial
o Ministerio Público, del Tribunal Constitucional o cualquier autoridad elegida
por mandato popular, atribuyéndose a las personas con otros cargos públicos
asumidos por elecciones democráticas o del pueblo, siendo así, ello deberá
situarse en ejercicio de su función profesional o como efecto resultante de la
misma actividad funcional, para alcanzar esta modalidad homicida.
Es de precisar también, que uno de los requisitos esenciales para configurar el
tipo penal, es matar a cualquier asalariado público en situación activa, pero no
es requerimiento necesario, que en estas circunstancias especiales, la víctima
sea asesinada por medio de fuego, explosión u otros métodos que por su esencia
criminal puedan alcanzar, no solo a un funcionario público activo, sino que
además, se dañe a otras personas ajenas del objetivo. Pues, la norma proclama
insuficiente para estos casos, aunque el autor haya seguido el cauce homicida,
ya que no específica la forma ni el medio comisivo empleado por el autor y
menos que peligre la vida o salud de otros miembros, solamente, exige su
muerte en situación de actividad funcional o como causa de un enfrentamiento
delictivo.

Bajo estas ilustraciones doctrinales, es de mencionar que el autor factual


atribuible a la perpetración homicida, reviste características especiales en su
accionar comisivo, sea hombre o mujer, sin existir diferencia en la esencia de
género; de ahí que, deberá reconocerse al victimario como un sujeto con
capacidad penal para transgredir la conducta típica, porque solo la persona
humana individual y concreta, puede alcanzar tales delitos enfocados en la Ley
penal. En cuanto a la nueva responsabilidad penal coetánea, que recae sobre
este criminal, es de 25 a 35 años de pena privativa de la libertad, diferenciada
por una penalidad no menor de 20 años, antes de su reforma. La Ley, no detalla
mecanismos especiales de perpetración para ser utilizados por el autor, en el
asesinato de los empleados del Estado. Aunque si se advierte “strictu sensu”,
que la víctima de asesinato deberá ser un funcionario público o burócrata del
Estado, en situación de actividad, propias del ejercicio funcional público, desde
la óptica de control gubernamental; para considerarla como un hecho punitivo
subsumida en el incremento de agravación del delito de asesinato. Además,
LAS FIGURAS DE ASESINATO

porque la intención dolosa del autor, serviría como principio básico en el


asesinato de su víctima, sabiendo que este tiene pleno conocimiento de la
calidad especial de funcionario de autoridad, siendo exigible como presupuesto
esencial en la configuración del delito, que la misma víctima del evento
criminal debe encontrarse en cumplimiento de sus funciones o como producto
del desarrollo de su cargo laboral.
Lo precitado en la designación "trabajador público" de la Constitución Política
vigente, es la observación que en el año 1985, realizaron los juristas Marcial
Rubio Correa y Enrique Bernales Ballesteros, ellos, al analizar y comentar la
Constitución de 1979, aluden a que dicha denominación debió ser la correcta.69
En otra posición salomónica, el profesor Víctor García Toma70 nos dice: “resulta
obvio que todos los miembros de la administración estatal ostentan la
condición genérica de "trabajadores". Sin embargo, apreciamos que las
menciones posteriores en el Texto Constitucional manejan el concepto de
"servidor" por el de "trabajador", lo que nos permite sostener la imprecisión
legislativa del uso de tales conceptos, sobre todo, por un desconocimiento
semántico.71

§ 58. Discrepancia sobre el Artículo 108º-A de la Ley

En otro análisis exhaustivo del tema, observamos y discrepamos con mucho


respeto las evidentes erratas que existen en el contenido del precepto como
base jurídica impartida, ignorando que al referirse sobre la condición exclusiva
del sujeto pasivo, esta revelaría vacíos o lagunas jurídicas en su interpretación,
pudiendo, desnaturalizarse la condición agravante en el comportamiento del
asesino para adecuar su actuación al tipo básico del homicidio.

A pesar de ello, este razonamiento jurídico sobre las lagunas del derecho, nos
demuestra que no existen alternativas para determinar otras formas comisivas
derivadas del delito en estudio, sin desmerecer por supuesto, el gran trabajo
científico e innovador del legislador, que tuvo como finalidad sustancial, lograr
la punibilidad para los autores que asesinen a sujetos pasivos con una condición
especial. Pues, se sabe por conocimiento de acuerdo a la amplia corriente
doctrinal del Derecho Penal, que el delito de homicidio y la figura de asesinato,
conllevan suma diferencia, mientras que uno se comete con ánimus necandi,
este último se perpetra con dolo de matar, extrema violencia y principalmente
bajo circunstancias específicas de agravación, que solamente revelarían el
incremento de su culpabilidad. Luego, a nuestro criterio podríamos determinar
que, la anexión del asesinato con la muerte de otro por tener solamente limitó
su actuación con animus necandi contra el sujeto pasivo condicionado por su
alta función especial; presentándose un enfrentamiento jurídico en la
calificación punitiva, por cuanto las reglamentaciones jurídicas que establece
la Ley las dirige exclusivamente al tipo básico del homicidio y no a la figura de

____________
69. Rubio Correa, Marcial y Bernales Ballesteros, Enrique, “Constitución y sociedad política”, pág. 260, Redonda
Editores, Lima-Perú, 1985.
70. García Toma, Víctor, “Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993”, Tomo 11, pág. 52, Fondo de
desarrollo Editorial de la Universidad de Lima, Lima-Perú, 1998.
71. Aróstegui Hirano, José Antonio, en “La Constitución Comentada”, Tomo I, pág. 656, Ed. Gaceta Jurídica, Lima-
Perú, 2005.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

asesinato. De allí, que lo más apropiado y oportuno en la resolución de este


desacertado juicio, sería la readecuación normativa, para modificar la situación
de la víctima por su condición especial en la configuración típica del asesinato,
esto es, que aquella conducta del autor debería llevarse a cabo con extrema
violencia, para poder considerar a los miembros de la Policía Nacional y otros
altos funcionarios de autoridad, como sujetos pasivos por su condición especial,
fenecidos en ejercicio de sus funciones o en defensa de terceros.

De forma similar, podría presentarse otra laguna sobre el elemento objetivo


que caracteriza a este tipo penal calificado, respecto de la especial condición
inherente del sujeto pasivo, pudiendo entenderse como un “error de tipo” que
excluye el dolo de la figura agravada, por desconocimiento de la concurrencia
de algún elemento objetivo del tipo. Un ejemplo de ello, sería el caso del
policía que fue abatido a tiros en su día de franco, cuando quiso frustrar un
asalto en el supermercado donde se encontraba de compras. Sin duda alguna,
esta acción atribuye a un error de tipo sobre el elemento “mata a otro” del
delito de homicidio simple, porque, revela la existencia de dos actitudes del
autor entre lo que pensó hacer y en lo que termino haciendo. Por ello, la
respuesta ante este hecho inconcreto, es que el delincuente mató por
desconocimiento de la calidad especial que revestía la víctima, excluyendo
categóricamente la voluntad perpetradora del autor.

Siguiendo con el propósito de nuestra tesis, puede suscitarse en estos casos un


“error de representación” en la muerte que persigue el autor, cuando este
desea victimar a un sujeto pasivo con calidad especial y por circunstancias
equívocas en el acto, mata a otro sujeto que no reviste tal condición. Así
también, por la “falta de representación”, podemos mencionar al autor que
asesina sin conocer la calidad especial del sujeto pasivo, de lo que se colige tal
ausencia del conocimiento de un presupuesto del tipo calificado, se imposibilita
que la imputación objetiva recaiga sobre la conducta homicida del autor, de
manera que no puede imputarse la condición agravante, sino que se debe
encuadrar a la figura del tipo básico, en este caso del delito de homicidio
simple.

Para ir concluyendo, el compendio relevante de nuestra perspicacia doctrinal,


cita los elemento objetivos o externos que fundan la materialidad homicida,
perpetrado por el sujeto activo a título de dolo directo o específico, con pleno
conocimiento de la condición especial del sujeto pasivo, generando una
problemática y alarma en la civilidad actual, porque no solo se trata de un
ordinario sujeto pasivo, sino que esta víctima reviste y ostenta un alto cargo
por ser funcionario de autoridad, un trabajador o empleado público de menor
grado al servicio de la Nación, que muere a manos del autor en circunstancias
propias de la función pública.

En el criterio del profesor Laje Anaya, debe tenerse en cuenta también el dolo
eventual, porque respecto al resultado mortal no sólo se admite el dolo directo
sino también el eventual, pues el autor no sólo mata a una persona en razón
de la particular función, cargo o condición que ésta ostenta, y que por ello
tiene la calidad especial de sujeto pasivo, sino que también teniendo la
intención de matar a la víctima, desconociendo su calidad especial de sujeto
LAS FIGURAS DE ASESINATO

pasivo;72 en este caso podríamos considerar el dolo eventual en la conducta


homicida que si bien no se encuadra en la condición agravante del tipo, el autor
incurre en homicidio.

§ 59. Materialidad del asesinato por la condición de la víctima

Por materialidad del asesinato de la víctima con cargo público, debe entenderse
toda acción encaminada por el autor, orientada específicamente a perpetrar la
muerte de un funcionario público en ejercicio de su función. De ello, se deduce
que el asesinato es un hecho de resultado material, el vínculo que une ambos
elementos, debe alcanzar como causa consecuente la consumación homicida.

La figura de asesinato por la condición de la víctima, como conducta agravada,


revela el exterminio total del bien jurídico vida humana, pues ese efecto de
resultado material que desató el autor con intención dolosa sobre su víctima
con cargo público, debe erigir elementos accidentales de naturaleza extrema y
peligrosa, que sirven para recargar el compromiso punitivo de suma inclemencia
respecto del castigo implantado al autor del asesinato.

En ese orden conceptual, el asesinato supone la construcción de un homicidio


básico agravado, su conducta típica requiere de mayores sucesos necesarios
para adecuar su esencia agravante, sobre todo, si esa sustancia de las acciones
ejecutadas (materialidad), se derivan a una pluralidad de la condición especial,
según la Constitución y la Ley penal, entonces, alcanzaría la muerte de
cualquier miembro como resultado del desarrollo de la función profesional, sin
posibilidad de redimir la pena por trabajo y educación; tampoco se permitirá
el goce de los beneficios penitenciarios de semi libertad y libertad condicional.

Finalmente, en la materialidad del delito de asesinato, por la condición de la


víctima, el victimario actúa a título de dolo directo en la acción homicida, su
naturaleza criminal es imprescindible en la ejecución de la víctima, por tal
razón, será el sujeto materializador del delito, que asume la determinante
culpabilidad por la imputación homicida. Pues, no solo se trata que la causa de
su acción produjo el crimen, sino que el incremento de la agravante, fue la
muerte del empleado público en ejercicio funcional. En este mismo orden, las
personas en calidad de cómplices que no participaron en los actos ejecutivos
directos del asesinato, corresponderá imputación por homicidio simple.

§ 60. El nexo de causalidad

El nexo de causalidad, se vincula entre la actuación directa del autor, orientada


a provocar la muerte del sujeto pasivo con características especiales, siempre
que esta víctima, ostente desde el más alto cargo jerárquico del Estado, hasta
el funcionario, empleado o trabajador público de bajo nivel al servicio del
gobierno, en situación de actividad funcional. Inclusive, todo ello, se desprende
de acuerdo a lo regulado en la Constitución y la Ley, a efecto de conocer su

_____________
72. Laje Anaya Justo “Comentarios al Código Penal, Parte especial”, Vol. I, págs. 29, 32, Ed. Depalma, Buenos Aires-
Argentina, 1978, quien incluye como sujeto pasivo a las fuerzas policiales de prevención y represión, policía judicial,
bomberos, pero no los que regulan el tránsito vehicular o peatonal.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

clase funcional, empezando por el Presidente de la República, como máxima


jerarquía al servicio de la Nación, luego se encuentran, los Congresistas de la
República, Ministros de Estado, miembros del Tribunal Constitucional, del
Consejo Nacional de la Magistratura, magistrados supremos, miembros de la
Junta de Fiscales Supremos, el Defensor del Pueblo, miembros del Jurado
Nacional de Elecciones, Presidentes y Consejeros de los Gobiernos Regionales,
Alcaldes y Regidores Provinciales, Alcaldes y Regidores Distritales. Además, un
policía o militar, un magistrado del Poder Judicial o Ministerio Público o
cualquier autoridad elegida por mandato popular. Siendo requerible, que las
víctimas se encuentren en el ejercicio de sus actividades funcionales o como
consecuencia del desempeño o desarrollo laboral, al momento de concluir la
muerte del funcionario, para considerar estructurado el delito por mandato de
la Ley. Pues, esa conexidad de acción y resultado que aflora el autor en el
hecho homicida, sería sumamente vital en el encuadramiento del delito, el
contenido del acto criminal debe seguir su cauce homicida hasta alcanzar el
objetivo deseado y es precisamente la existencia de ese punto entrelazado que
exige la doctrina para la estructura del delito.

§ 61. Tipicidad subjetiva

En esta fase subjetiva, el asesino del hecho homicida exterioriza su voluntad


criminal o animus necandi, es decir, actúa a título de dolo directo o especifico,
para causar la muerte contra su víctima con calidad especial, teniendo pleno
conocimiento que se trata de un alto funcionario público, regulado en el Art.
39º de la Constitución del Estado, miembro policial, militar, juez, fiscal, entre
otros que se encuentren cumpliendo su función.

Por tales aportes, debe entenderse entonces, al asesinato como la muerte más
devastadora perpetrada por su ejecutor, bajo empleo del elemento accidental,
que sirve para incrementar gravedad en la forma de asesinar a la víctima, sobre
todo, escrupulosa severidad en el aumento de la pena por su criminal proceder.
Lo cierto es que, cuando la víctima ostenta un alto cargo funcional previsto por
la Constitución y la Ley, ello se traduce en una problemática de consideración
social, que atañe no solo, un grupo de funcionarios victimizados, sino más bien,
todo un sector público tutelado. No obstante, porque la voluntad premeditada
del autor, la asocia para procurar con ímpetu su conducta criminal, sobre la
vida humana, especialmente de los empleados públicos.

§ 62. La tentativa en el asesinato por la condición de la víctima

En esta figura agravada por la calidad especial del sujeto pasivo, es admisible
la tentativa, siempre que los medios empleados por el autor sean idóneos o
eficaces para producir la muerte del funcionario de autoridad, encontrándose
en ejercicio de su función profesional. Pero, por circunstancias impropias a su
intención, esta muerte se frustra, quedando sin efecto el intento homicida. Sin
embargo, es preciso que el camino seguido por el autor, deba necesariamente
lograr la aplicación de las reglas del iter criminis, a fin de procurar la ejecución
material de la víctima. El intento del autor por la muerte del funcionario
público, no puede evidenciar duda alguna de sus intenciones antes del curso
criminal, ya que esa actitud desvirtuaría el hecho homicida que busca el autor.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

Pues, la intención dolosa del autor, debe demostrar en todo momento la


necesidad del homicidio del burócrata del Estado, desde el inicio de su proyecto
criminal hasta su consumación, para configurar la tentativa.

§ 63. La consumación en el asesinato por la condición de la víctima.


Consumar el hecho homicida por la condición de la víctima, determina el total
acabamiento de la vida del funcionario público en servicio activo, la forma que
revela el autor para producir la muerte de la víctima, es por acción directa, sin
ningún medio o móvil comisivo en común. Pues en otras modalidades homicidas,
se sitúa un precedente de estos elementos motivadores del crimen, para ser
empleados por el autor en el asesinato de su víctima. Siendo ello así, la Ley no
contempla el medio o móvil de comisión eficaz en la muerte de otro, sino que
el momento consumativo para este tipo penal de asesinato con calidad especial
del sujeto pasivo, se ocasiona mediante la muerte de la víctima en ejercicio de
sus funciones, por acción directa del autor material. Entonces, debe entenderse
por consumación, todo acto seguido desde la idea homicida hasta concluir con
la muerte de su objetivo criminal, pues, se trata a propósito de la destrucción
de la vida de un funcionario público como logro final del trayecto encaminado,
solo para buscar los efectos deseados como resultado material de su obrar
calificado.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

GLOSARIO DE TERMINOS UTILIZADOS EN LA OBRA

• Abdicación : Renuncia voluntaria a un cargo o dignidad, en favor de otro


• Abyecto : Despreciable, vil.
• Accesorio : Accidental, circunstancial, secundario, prescindible.
• Acritud : Dureza, aspereza en el carácter.
• Alzar : Construir, erigir, fundar, surgir, emerger.
• Ánimus necandi : Ánimo o intención de matar.
• Antagonismo : Disconformidad, discrepancia, disparidad, enemistad, etc.
• Antagónico : Rival, incompatible, competidor, opuesto.
• Atisbar : Escrutar, observar, mirar, contemplar, examinar.
• Avieso : Perverso, siniestro, atravesado, malintencionado, etc.
• Axiomático : Evidente, indiscutible, incuestionable, irrebatible, claro.
• Baladí : Insustancial, insignificante, nimio, pueril, trivial, superficial.
• Capital : Fundamental, principal, primordial, primario, vital, básico, etc.
• Compendiar : Abreviar, extractar, resumir, recapitular, reducir, seleccionar.
• Conchabarse : Conspirar, confabular, maquinar, intrigar, etc.
• Consecución : Obtención o logro de lo que se pretende o desea.
• Contrición : Remordimiento, arrepentimiento, compunción.
• Corpus Juris : Cuerpo de la Ley.
• Corro : Grupo de gente que se dispone en forma circular.
• Contraponer : Comparar o cotejar una cosa con otra contraria o diversa.
• Desbrozar : Limpiar, despejar, descombrar, desembarazar.
• Desvalor : Falta de valor o estimación.
• Deyecto : Despreciable, vil.
• Dicotomía : Dualidad, partición, división
• Dimanar : Originar, proceder, provenir, emanar, etc.
• Disentir : Discrepar
• Disímil : Diferente, desemejante, que no se parece.
• Displicencia : Desprecio, apatía, indolencia, incomprensión.
• Ducho : Experto, diestro, avezado, hábil, perito, etc.
• Emolumento : Salario, sueldo, jornal, remuneración, gaje, haberes, pago, etc.
• Encauzar : Guiar, encaminar, orientar, enfocar, canalizar.
• Escollo : Riesgo, situación de peligro.
• Espolear : Avivar, estimular, incitar, acuciar, excitar, azuzar.
• Estribar : Radicar, basarse, fundamentarse, consistir, etc.
• Estrictu sensu : En sentido estricto.
• Ex ante : Antes del suceso.
• Exégesis : Aplicación interpretación de un texto.
• Exegético : Explicación, comentario, glosa, interpretación.
• Exiguo : Que es escaso o insuficiente.
• Exordio : Introducción, preámbulo, prefacio, proemios, prólogo.
• Expoliar : Quitar a alguien lo que le pertenece violenta o injustamente.
• Ex post : Después del hecho, cuando el fenómeno ya ha sucedido.
• Extrínseco : Externo no esencial.
• Factual : De los hechos o relativo a ellos.
• Gratuito : Arbitrario, sin fundamento, injusto, fútil, pueril.
• Guisa : Modo, forma, manera, suerte, estilo, etc.
• Gerifalte : Mandamás, jefazo, jefe, líder, dirigente, cabecilla
• Hogaño : Actualmente, ahora, hoy.
• Inicuo : Malvado, cruel
• Ínfimo : Debajo, muy pequeño, escaso.
• In fine : Al final, en la parte final.
• Intrínseco : Esencial, propio, constitutivo, interno.
• Introito : Introducción
• Iter criminis : Camino del delito, desde su desarrollo hasta su consumación.
• Ius puniendi : Facultad sancionadora del Estado. Derecho a penar o sancionar.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

• Menda : Hombre, sujeto, individuo, colega, tío, etc.


• Multívoco : Que tiene varias interpretaciones.
• Necrofílico : Psicópata
• Óbice : Obstáculo
• Opulento : Que tiene abundancia o riqueza excesiva de bienes
• Opúsculo : Tratado científico o literario de poca extensión.
• Perentorio : Apremiante, improrrogable, urgente, imperioso.
• Permisible : Tolerable, admisible, aceptable, permisivo, válido.
• Pletórico : Exuberante, exultante, rebosante, lleno, colmado
• Plétora : Abundancia excesiva de alguna cosa.
• Polisémico : Palabra que tiene varios significados.
• Pragmática : Disposición legal emanada de una autoridad.
• Proditorio : Perteneciente o relativo a la traición. Que incluye traición.
• Proferir : Pronunciar, articular palabras
• Profuso : Muy abundante o excesivo.
• Prognosis : Conocimiento anticipado del acaecimiento de un hecho.
• Proterva : Perverso, obstinado en la maldad.
• Pueril : Carente de importancia o fundamentos. Trivial, fútil, vano.
• Rémora : Obstáculo que detiene o entorpece.
• Rudimento : Principio, inicio, germen, esbozo, apunte, compendio.
• Sañoso : Que actúa con saña: violencia, crueldad provocada
• Sine qua non : Esencial, indispensable e imprescindible.
• Subcultura : Cultura sin juicio crítico, inferior o de menor importancia.
• Subrepticia : Que se hace ocultamente o a escondidas.
• Subsunción : Es la adecuación de los hechos a la Ley penal.
• Tinte : Cualidad superficial o falsa apariencia. Aspecto.
• Tirria : Odio o manía que se tiene a alguien o algo.
• Togado : Juez, magistrado superior.
• Tópico : Opinión, idea, expresión que se usa y repite con frecuencia.
• Trabazón : Enlace de dos o más elementos.
• Trascendental : De mucha importancia o gravedad por sus posibles causas.
• Transducción : Transformación de una vivencia psíquica en otra psicosomática.
• Truculenta : Excesivamente cruel o atroz.
• Trivial : Insustancial, banal, pueril, nimio, fútil, baladí.
• Vis in corpore : Violencia directa, ocasionada en el cuerpo de la víctima.
LAS FIGURAS DE ASESINATO

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12. CÓDIGO FRANCÉS, Art. 304º, cuya forma, antes de la variación introducida en 1832, era
aún mucho más severa y objetiva que la actual, que limita la simultaneidad como agravante
sólo al caso en que se trata de un crimen.

13. CÓDIGO PENAL PERUANO, Artículo 108º.- Homicidio calificado, texto modificado por Ley
N° 30253 del 24 de octubre de 2014 (donde se incorpora el homicidio por codicia y se
elimina el homicidio por envenenamiento, para incluirse solo en casos de ferocidad).
Vigente.

14. CÓDIGO PENAL PERUANO DE 1863, Sección Segunda, Título III, Artículo 10º, Inciso 9), pág.
13.

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puede aplicarse por el delito de traición a la patria, en caso de guerra, conforme a las leyes
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quien elige los medios o formas para cometer el homicidio con alevosía logre consumarlo
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https://es.slideshare.net/mirthajuli/beneficios-penitenciarios-en-el-peru
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