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La esencia interior de la adoración

16 de Noviembre de 1997 | por John Piper | Escritura: Filipenses 1:18–24 | Tópico: Vida de
Adoración | Traducido por: Julio Garcia

Serie: Adora a Dios

Filipenses 1:18–24

¿Entonces qué? Que de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es


proclamado; y en esto me regocijo, sí, y me regocijaré. Porque sé que esto resultará
en mi liberación mediante vuestras oraciones y la suministración del Espíritu de
Jesucristo, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado,
sino que con toda confianza, aun ahora, como siempre, Cristo será exaltado en mi
cuerpo, ya sea por vida o por muerte. Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es
ganancia. Pero si el vivir en la carne, esto significa para mí una labor fructífera,
entonces, no sé cuál escoger, pues de ambos lados me siento apremiado, teniendo
el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor; y sin embargo,
continuar en la carne es más necesario por causa de vosotros.

La adoración es interna, una experiencia dirigida hacia Dios

La semana pasada, el tema fue que el Nuevo Testamento revela un silencio sorprendente sobre
el lugar externo y las formas de adoración, y habla sobre una intensificación radical de la
experiencia interna de la adoración, una experiencia dirigida hacia a Dios, una experiencia de
corazón en la vida diaria. El silencio sobre las formas externas es evidente en el hecho de que
la vida reunida de la iglesia nunca es llamada "adoración" en el Nuevo Testamento. Y la palabra
fundamental en el Antiguo Testamento para adoración (proskuneo) está virtualmente ausente en
las cartas del Nuevo Testamento.

La intensificación de la adoración como una experiencia interior de corazón, dirigida hacia Dios,
puede verse en las palabras de Jesús de que viene la hora, y ahora es, en que la adoración no
ocurrirá en Samaria, o Jerusalén, sino en "espíritu y en verdad" (Juan 4:21-23). La realidad
espiritual interna reemplaza la localización geográfica. Y lo vemos nuevamente en Mateo 15:8-9,
cuando Jesús dice: "“Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón esta muy lejos de
mí. “Mas en vano me rinden culto". La adoración que no proviene del corazón es vana, vacía. No
es una adoración auténtica. No es adoración. También podemos verlo en Romanos 12:1, donde
Pablo dice que los cristianos debiéramos presentar nuestros cuerpos a Dios en obediencia
diaria a Su voluntad como un "culto [adoración] racional".

Así que concluí que la esencia de la adoración no es externa, ni son actos localizados, sino una
experiencia interna, dirigida hacia Dios, que no ocurre fundamentalmente en los servicios de la
iglesia (aunque son importantes) sino, fundamentalmente, en las expresiones diarias de lealtad
a Dios, en nuestra vida sexual, en el modo en que administramos nuestro dinero, o que
guardamos nuestros votos matrimoniales, o que hablamos de Cristo.

¿Qué experiencia exalta a Dios?

Ahora, hoy solo quiero identificar qué es esa experiencia interna que llamamos adoración. Si no
es, esencialmente, un acto externo, sino una experiencia del corazón, ¿qué es esta
experiencia?

Ahora, doy por sentado que la adoración (sea un acto interno del corazón, o un acto externo del
cuerpo, o de la congregación colectivamente) es una exaltación de Dios. Es decir, es un acto
que muestra cuán magnífico es Dios. Es un acto que revela o expresa cuán grande y glorioso es
Él. La adoración tiene que ver con reflejar la dignidad o valía de Dios.

Así que la pregunta que hacemos en esta mañana es: ¿Qué experiencia interior del corazón
obra así? Si la esencia de la adoración no es solo una forma externa, sino interna, una
experiencia dirigida hacia Dios, ¿qué experiencia revela y expresa cuán glorioso es Dios? Para
responder a esa pregunta vamos a Filipenses 1:20-21.

Note, partiendo del versículo 20, cuál es la misión de Pablo en la vida. Dice que es su "anhelo y
esperanza de que en nada seré avergonzado, sino que con toda confianza, aun ahora, como
siempre, Cristo será exaltado [la palabra clave, "magnificado": demostrado como grande y
glorioso] en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte”. Así que Pablo está diciendo que su anhelo
y esperanza y pasión es que lo que él hace con su cuerpo, sea por vida o por muerte, siempre
sea adoración. En la vida y en la muerte, su misión es magnificar a Cristo, mostrar que Cristo es
magnífico, exaltar a Cristo, y demostrar que Él es grande. Éso es obvio en el versículo 20 -
"Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte".

Exaltando a Cristo por vida y por muerte

Así que la pregunta ahora es: ¿Nos dice Pablo qué tipo de experiencia interior exalta así a
Cristo? ¿Revela él la esencia de la adoración? La respuesta es que sí lo hace, y lo hace en el
versículo siguiente (versículo 21), en el modo en que lo relaciona con el versículo 20.

Note la referencia a "vida" y "muerte" en el versículo 20: "Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya
sea por vida o por muerte", y luego note el vínculo con las palabras correspondientes "vivir" y
"morir" en el siguiente versículo (21): "Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia". Así
que "vida" y "muerte", en el versículo 20, corresponden a "vivir" y "morir" en el versículo 21. Y la
relación entre los dos versículos es que el versículo 21 muestra el fundamento de cómo vivir y
morir pueden exaltar o magnificar a Cristo. El versículo 21 comienza con "Pues" o "Porque". Mi
anhelo y esperanza es que Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte.
Pues [porque] para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia.

El versículo 21 describe la experiencia interior que exalta a Cristo, y esa es la esencia de la


adoración. Para verlo así, tomemos por separado cada par, comenzando con "muerte" en el
versículo 20, y "morir" en el versículo 21. Compendie el versículo a leer: Mi anhelo y esperanza
es que Cristo será exaltado en mi cuerpo por muerte. Pues para mí, el morir es ganancia. Cristo
será exaltado en mi muerte, si mi muerte es para mí ganancia. ¿Lo ve? La experiencia interior
que magnifica a Cristo al morir es experimentar la muerte como ganancia.

¿Por qué? El versículo 23 muestra por qué morir es ganancia para Pablo (y para usted si es
cristiano): "teniendo el deseo de partir [es decir: de morir] y estar con Cristo, pues eso es mucho
mejor". Éso es lo que hace la muerte: nos lleva hacia más intimidad con Cristo. Partimos y
estamos con Cristo, y éso, dice Pablo, es ganancia. Y cuando usted experimenta así la muerte,
dice Pablo, exalta a Cristo. Cuando experimenta a Cristo como ganancia en su muerte, usted
magnifica a Cristo. Ésta es la esencia de la adoración al morir.

Atesorando a Cristo como ganancia


Lo que significa que ahora podemos decir que la esencia interior de la adoración es atesorar a
Cristo como ganancia, incluso más ganancia que todo lo que la vida puede ofrecer: familia,
carrera, retiro, fama, comida, amigos. La esencia de la adoración es experimentar a Cristo como
ganancia. O para usar las palabras que amamos usar por aquí: es disfrutar a Cristo, atesorar a
Cristo, estar satisfechos con Cristo. Ésta es la esencia de la adoración. Porque, dice Pablo,
experimentar a Cristo como ganancia en la muerte, es el modo en que Él es exaltado en la
muerte.

Si alguna vez se ha preguntado de dónde saqué el lema: "Dios es más glorificado en nosotros
cuando estamos más satisfechos en él", este es el lugar. Cristo es magnificado en mi muerte,
cuando en mi muerte yo estoy satisfecho con Él, cuando experimento la muerte como ganancia,
porque le gano a Él. U otra forma de decirlo es que la esencia de alabar a Cristo es apreciar a
Cristo. Cristo será alabado en mi muerte, si en mi muerte Él es apreciado más que la vida. La
esencia interior de la adoración es apreciar a Cristo. Atesorarle, apreciarle, estar satisfechos con
Él.

Ahora, para confirmarlo, enfóquese conmigo en el otro par de palabras. Versículo 20: "Mi anhelo
y esperanza es que Cristo será exaltado en mi vida". Versículo 21: "Pues para mí, el vivir es
Cristo”. Así que la razón que Pablo da por la cuál Cristo es exaltado o adorado, en su vida, es
que para él, "el vivir es Cristo". ¿Qué significa eso?

El incomparable valor de conocer a Cristo mi Señor

Filipenses 3:8 da la respuesta. Allí Pablo dice: "Yo estimo como pérdida todas las cosas en vista
del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo
considero como basura a fin de ganar a Cristo".

"El vivir es Cristo" significa contar todas las cosas como pérdida ahora en esta vida, en
comparación con el valor de ganar a Cristo. ¿Ve la palabra "ganar" surgiendo nuevamente en el
3:8 tal como ocurrió en el 1:21? "El vivir es Cristo" significa experimentar a Cristo como
ganancia ahora, no solo en la muerte.

Así que la idea central de Pablo es que la vida y la muerte, para un cristiano, son actos de
adoración (exaltan a Cristo, y le magnifican, y revelan, y expresan Su grandeza), cuando
provienen de una experiencia interior de atesorar a Cristo como ganancia. Cristo es alabado en
la muerte al ser valorado superior a la vida. Y Cristo es más glorificado en la vida cuando
estamos más satisfechos en Él, incluso al enfrentar la muerte.

La esencia certificadora, interior de la adoración es estar satisfechos con Cristo, apreciar a


Cristo, atesorar a Cristo, valorar a Cristo. Cuando decimos que lo que hacemos el domingo en la
mañana es esforzarnos por acercarnos a Dios, esto es lo que queremos expresar: estamos
esforzándonos por estar satisfechos en Dios, y estamos esforzándonos por seguir a Dios como
nuestro tesoro, y estamos esforzándonos por seguir a Dios como nuestro premio, el alimento de
nuestra alma, la delicia de nuestro corazón, el placer de nuestro espíritu. Porque sabemos, por
Filipenses 1:20-21, que atesorar a Cristo como ganancia le magnifica, le exalta, le adora.

Implicaciones para la adoración

Permítanme bosquejar algunas de las implicaciones que tiene esta enseñanza para la
adoración.
1) La búsqueda del gozo en Dios no es opcional. Es nuestro deber más elevado.

Hay millones de cristianos quienes han absorbido una ética popular que dice que es un error
moral buscar nuestra felicidad, incluso en Dios. Esto es algo absolutamente mortal para la
adoración auténtica. Según el grado en que esta ética florezca, a ese mismo grado morirá la
adoración. Porque la esencia interior de la adoración es la satisfacción en Dios, experimentando
a Dios como ganancia.

Por tanto, les digo, que la actitud básica de la adoración en el domingo en la mañana, no es
venir con manos llenas para entregar a Dios, sino con manos vacías, para recibir de Dios. Y lo
que usted recibe en la adoración es Dios, no entretenimiento. Usted debe venir hambriento de
Dios. Venga diciendo: "Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios,
el alma mía". Dios es honrado poderosamente cuando un pueblo sabe que morirá de hambre y
sed a menos que tenga a Dios.

La recuperación de la justicia e indispensabilidad de buscar nuestra satisfacción en Dios irá a la


par de la restauración de la autenticidad y poder de la adoración.

2) Otra implicación de decir que la esencia de la adoración es la satisfacción en Dios es que la


adoración se vuelve radicalmente centrada en Dios.

Nada hace que Dios sea más supremo y más central que un pueblo absolutamente persuadido
de que nada (ni el dinero, ni el prestigio, ni el ocio, ni la familia, o el trabajo, o la salud, o los
deportes, o juguetes, o amigos), nada, sino Dios, va a traer satisfacción a sus corazones
dolientes. Esta convicción cultiva a un pueblo que se esfuerza buscando a Dios el domingo en
la mañana.

Ése pueblo no está confundido en cuanto a por qué está aquí. No va a ver canciones y
oraciones y sermones como simples tradiciones o simples deberes. Ellos las ven como medios
para llegar a Dios, o para que Dios llegue a ellos proveyendo más de Su plenitud, la que ellos
quieren porque Dios es ganancia.

Si el enfoque cambia hacia nuestra ofrenda a Dios, un resultado que he visto una y otra vez, por
sutil que sea, es que Dios no permanece en el centro de nuestra adoración; ahora el centro de
nuestra adoración es la calidad de nuestra ofrenda. ¿Estamos cantando dignamente del Señor?
¿Están tocando con calidad nuestros músicos, con una calidad adecuada para una ofrenda a
Dios? ¿Es la predicación una ofrenda aceptable al Señor? Y poco a poco el enfoque cambia de
la indispensabilidad absoluta del Señor mismo, hacia la calidad de nuestras interpretaciones. E
incluso comenzamos a definir la excelencia y poder en la adoración en términos de distinciones
técnicas de nuestros actos artísticos.

Nada mantiene a Dios en el centro de la adoración como la convicción bíblica de que la esencia
de la adoración es una profunda satisfacción de corazón en Él, y una convicción de que la
búsqueda de esa satisfacción es la razón por la que estamos juntos.

3) Una tercera implicación de decir que la esencia de la adoración es la satisfacción en Dios, es


que ella protege la primacía de Dios como un fin en sí mismo.

Si la esencia de la adoración es la satisfacción en Dios, entonces la adoración no puede ser


hecha auténticamente como un medio para algo más. Usted simplemente no puede decir a Dios,
quiero estar satisfecho en ti, así que dame algo más. Porque ello significaría que usted
realmente no está satisfecho en Dios, sino en algo más. Y ello deshonraría a Dios, no le
honraría.
Pero, de hecho, para miles de personas y pastores el evento de la "adoración" el domingo en la
mañana es concebido como un medio para lograr algo diferente a la adoración. Nosotros
"adoramos" para colectar dinero, "adoramos" para atraer a las multitudes, "adoramos" para
sanar a los corazones heridos; "adoramos" para reclutar obreros, "adoramos" para mejorar la
moral de la iglesia. "Adoramos" para dar oportunidad a que los músicos talentosos cumplan su
llamado, "adoramos" para enseñar a nuestros hijos el camino de justicia, "adoramos" para
ayudar a los matrimonios a permanecer juntos, "adoramos" para evangelizar a los perdidos
entre nosotros, "adoramos" para dar a nuestras iglesias la sensación de estar en familia, etc.,
etc.

En todo esto testificamos que no conocemos qué es la verdadera adoración. Los sentimientos
genuinos hacia Dios son un fin en sí mismos. No puedo decir a mi esposa: "Siento una gran
deleite en ti, tanto que me harás una cena agradable". No es así como funciona la delicia. Esa
frase la aniquila a ella. El deleite no tiene en mente una cena agradable. No puedo decir a mi
hijo: "Me encanta jugar a la pelota contigo, tanto que me cortarás el césped". Si su corazón
realmente se deleita en jugar a la pelota con él, ese deleite realmente no puede ser realizado
como un medio para que él haga algo más.

Ahora, no estoy negando que una adoración auténtica pueda tener cientos de efectos positivos
en la vida de la iglesia. Los tendrá, así como los sentimientos verdaderos en el matrimonio
hacen que todo lo demás mejore. Mi mensaje es que según el grado en que "adoramos" por
estas razones, a ese mismo grado dejará de ser una adoración auténtica. Si mantenemos
nuestra satisfacción por Dios en el centro, protegeremos a nuestras almas de esa tragedia.

4) Finalmente, la última implicación de decir que la esencia de la adoración es estar satisfechos


con Dios es que ello responde a por qué Pablo hace que la adoración sea una expresión total
para la vida en Romanos 12:1.

Pero para ello, esperaremos dos semanas, y escribiremos un sermón completo alrededor del
tema. Mientras tanto, el próximo domingo llegará la celebración de Acción de Gracias. No nos
reuniremos aquí, sino que todos nos encontraremos en el gran salón, en Bethel a las 10:00 am.
Nuestro propósito es magnificar a Dios al disfrutarle auténticamente en la presencia de tantos
creyentes como podamos. Usted debiera orar conmigo para que Dios les revele en estos
próximos siete días, como nunca antes, la belleza de Su amor y la grandeza de Su misericordia
y poder y sabiduría. Entonces, cuando vengamos juntos Él será debidamente alabado, porque
es debidamente apreciado. ¿Y quién conoce qué pudiera revelar Dios entre nosotros, si
realmente, auténticamente, apreciamos a Dios en medio nuestro? Si realmente venimos,
diciendo: "Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía".

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