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1 Corintios 3 – IGLESIA TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO

16 ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en
ustedes?
17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo
de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.
HECHOS DE LOS APÓSTOLES – IGLESIA TEMPLO DEL ESPÍRITU
SANTO
Capítulo 2
1 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.
2 De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que
resonó en toda la casa donde se encontraban.
3 Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por
separado sobre cada uno de ellos.
4 Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas
lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
5 Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo.
6 Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada
uno los oía hablar en su propia lengua.
7 Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no
son todos galileos?
8 ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua?
9 Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma
Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor,
10 en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma,
11 judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras
lenguas las maravillas de Dios».
12 Unos a otros se decían con asombro: «¿Qué significa esto?».
13 Algunos, burlándose, comentaban: «Han tomado demasiado vino».
14 Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo:
«Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención,
porque voy a explicarles lo que ha sucedido.
EFESIOS 5 – IGLESIA COMO ESPOSA DE CRISTO
21 Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.
22 Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor,
23 porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el
Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
24 Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres
deben respetar en todo a su marido.
25 Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella,
26 para santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra,
27 porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin
ningún defecto, sino santa e inmaculada.
28 Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio
cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo.
29 Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así
hace Cristo por la Iglesia,
30 por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo.
31 Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los
dos serán una sola carne.
32 Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.
33 En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como así mismo, y la
esposa debe respetar a su marido.
1 CORINTIOS 12 – IGLESIA CUERPO DE CRISTO
1 Con relación a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que ustedes vivan
en la ignorancia.
2 Ustedes saben que cuando todavía eran paganos, se dejaban arrastrar
ciegamente al culto de dioses inanimados.
3 Por eso les aseguro que nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir:
«Maldito sea Jesús». Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está
impulsado por el Espíritu Santo.
4 Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.
5 Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor.
6 Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en
todos.
7 En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.
8 El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar,
según el mismo Espíritu;
9 a otro, la fe, también el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre
en ese único Espíritu;
10 a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de
juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel,
el don de interpretarlas.
11 Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus
dones a cada uno en particular como él quiere.
12 Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos
miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también
sucede con Cristo.
13 Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo
Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de
un mismo Espíritu.
14 El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos.
15 Si el pie dijera: «Como no soy mano, no formo parte del cuerpo», ¿acaso por
eso no seguiría siendo parte de él?
16 Y si el oído dijera: «Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo», ¿acaso
dejaría de ser parte de él?
17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído,
¿dónde estaría el olfato?
18 Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un
plan establecido.
19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20 De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo.
21 El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito», ni la cabeza, a los pies:
«No tengo necesidad de ustedes».
22 Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son
necesarios,
23 y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más
decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor
respeto,
24 ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera. Pero Dios dispuso el
cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan,
25 a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros
sean mutuamente solidarios.
26 ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es
enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.
27 Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese
Cuerpo.
28 En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar,
como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores.
Después vienen los que han recibido el don de hacer milagros, el don de curar, el
don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas.
29 ¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos
hacen milagros?
30 ¿Todos tienen el don de curar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de
interpretarlas?
31 Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a
mostrarles un camino más perfecto todavía.
GÁLATAS 5
13 Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren
que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales» háganse
más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor.
14 Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
15 Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado
porque terminarán destruyéndose los unos a los otros.
16 Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán
arrastrados por los deseos de la carne.
17 Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos
luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren.
18 Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
19 Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y
libertinaje,
20 idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias,
ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones
21 y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les
vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios.
22 Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad,
afabilidad, bondad y confianza,
23 mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas, la Ley está demás,
24 porque los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus
pasiones y sus malos deseos.
25 Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por él.
26 No busquemos la vanagloria, provocándonos los unos a los otros y
envidiándonos mutuamente.

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