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Testimonio de Gratitud

POSTED ON 22 DICIEMBRE, 2014 BY UNIVERSIDAD CRISTIANA LOGOS

Cuando todo se derrumba, la educación alumbra la vida

Es cierto que todos los seres humanos atravesamos por diferentes circunstancias
y problemas a lo largo de la vida. Servirle a Dios en el ministerio, no importando el área
donde uno se desarrolle, como la pastoral, diaconal, o de liderazgo, nunca uno esta exento
de problemas. Siguiendo esta naturaleza inherente a los seres humanos, donde uno
siempre se preocupa y se ocupa de los requerimientos de la vida como lo es la
alimentación, la manutención de la familia, los gastos de la casa, y todo lo referente a la
responsabilidad adquirida con Dios y con la sociedad, implican una mayor carga emocional
y espiritual, que la mayoría de las veces no somos capaces de mantenernos en pie debido
a nuestra condición limitante.
Por medio de estas líneas compartiré brevemente, el efecto devastador en la vida del
ser humano al cargar demasiado algo fuera de nuestro alcance. Así mismo, ilustrare que
en los momentos de mayor angustia y zozobra, siempre Dios provee una salida de
excelencia, en su tiempo, y mayor aun, fuera de nuestro propio concepto o filosofía. Dicho
de otro modo, la solución que mencionare, tal vez en términos de consejería o dirección
sobre como superar el
estrés no seria la primera opción, pero es Dios quien conoce a cada individuo y ministra a
cada uno según su necesidad.
La historia comienza con un reto de fe, donde un grupo de hermanos y hermanas del
otro lado de la frontera me invitan a compartir un mensaje de aliento. Uno nunca puede
llegar a ver el cuadro completo de la voluntad de Dios. Algo que uno aprende cuando Dios
le llama al
ministerio es la obediencia y sometimiento a El sin cuestionar su decisión o deseo. Así fue
como se decidió aceptar el reto de vivir en Estados Unidos y pastorear una iglesia en
México. Desde el principio, amigos y familiares, argumentaban que era algo imposible,
obviamente refiriendo al factor económico, y por supuesto al desgaste físico.
Dios fue bueno en muchas maneras durante el desarrollo del ministerio pastoral en Ciudad
Juárez. Permitió que la congregación llegara a crecer en cantidad y espiritualidad. El inicio
fue con un grupo de 30-35 personas, las cuales era inconsistentes y sin un sentido real
de compromiso. Después de tres años de servir en esa comunidad, el crecimiento fue
exponencial.
El grupo llego a crecer hasta casi 150 de asistencia, se abrieron dos nuevas
congregaciones, se establecieron un grupo de pastores en la iglesia local y se suplió de
pastores a dos congregaciones locales. Aun mas, Dios permitió tener un liderazgo
efectivo, pues de la iglesia
local salieron los lideres de convención regional en el área juvenil, administrativa y la
dirección ejecutiva general de la denominación.
Por el contrario ese fue el aspecto positive y solo un lado de la realidad. La única
manera de aprender es cometiendo, lo cual uno no quisiera, errores. La carga de trabajo
ministerial comenzó siendo algo fácil de sostener pero después se convirtió en un exceso
en ir y venir de un país a otro, tomando largo tiempo en los cruces internacionales, el
tiempo de invertir en la congregación, no solamente en entrenar y preparar a los lideres
para la obra del ministerio, sino pensando que uno como líder es necesario e indispensable
estar siempre presente. En el mismo sentido, uno debe cumplir la responsabilidad como
padre y proveedor del hogar con un sustento económico y teniendo lo suficiente en
alimentación, ropa y medicinas. De pronto, me vi
trabajando en la congregación, mas dos trabajos seculares y como profesor de un
instituto bíblico. Solo como dato adicional, fui director de un seminario en Juárez, lo cual no
soluciono el problema, creo que lo agravo, pero uno en ese instante se siente feliz y capaz
de ganarse el cielo. La historia incluye su momento de clímax, cuando el cuerpo humano
empieza a decir en voz alta: “ya no puedo mas”. Uno se da cuenta y recurre a medicinas,
vitaminas y un poco de Descanso, pensando que con eso uno puede seguir adelante. Aun
tengo presente el momento durante una salida de evangelización en la colonia. Las piernas
no me respondieron y mi aparato psicomotriz empezó a correr lento. Estaba en un estado
catatónico, consciente de lo que estaba ocurriendo a mi cuerpo, pero mi mente seguía
trabajando. Esa fue la primera vez. Después vinieron episodios mas dramáticos al punto tal
de no poder ni siquiera estar de pie para predicar. Estaba haciendo un sobre esfuerzo y
minando mis reservas en mi propio cuerpo. Claro que uno les dice a los demás que nuestro
cuerpo es templo del Espíritu, pero no te das cuenta que tu estas
destruyendo tu propio templo.
Finalmente, regrese con mi medico de cabecera para darme su diagnostico. Creía
al principio que tenia una enfermedad mental, o algún problema serio de salud. Bueno,
realmente si era eso, denominado “agotamiento excesivo de trabajo por un periodo
prolongado de tiempo” el cual podía conducir a unas vacaciones en la zona de Descanso
eterno. No lo podía creer, este era mi mejor momento, además estaba estudiando la
Maestría en la Universidad Cristiana Logos. Todo parecía derrumbarse y esfumarse
abrumadoramente. Venían a mi mente diferentes pensamientos tratando de encontrar una
posible y rápida solución. No podía pensar en dejar la iglesia, ni dejar de ser maestro de
Biblia, tal vez el trabajo secular podía hacerlo a un lado, y los estudios claro que podían
esperar.
Tarde o temprano, uno despierta y se da cuenta que seguir o mirar a Dios debe ser
de frente y con la claridad y discernimiento para no desviarse de su voluntad. Parecía que
lo había seguido a ciegas y de oídas. Tome un Descanso de dos semanas obligado para
recuperarme. Me aislé de la iglesia, todavía estaba enseñando y continuaba con los
estudios de maestría. Claro, que las dos semanas fueron nada en comparación a lo débil
que estaba mi organismo. Recibía ponderosas vitaminas las cuales me levantaban por un
corto periodo de tiempo pero nada. Literalmente me encontré en el fondo, cayendo hasta lo
mas profundo y sin tener la energía o Fortaleza de levantarme. Empecé a pensar y planear
mi testamento y dejar todas las cosas en orden. Era casi imposible poder superar esto.
Ahora me daba cuenta que la vida es corta y que uno debe vivir con sabiduría.
Lo que viene después son efectos de una reacción en cadena que nadie podía parar, por
lo menos uno como ser humano. Ore, pregunte a amigos, pastores, busque consejo y
todos decían lo mismo: deja la iglesia. Después de tener un tiempo de debate con Dios
entendí que la iglesia estaba lista, preparada, con un liderazgo solido y que podía dejar que
ellos siguieran solos con el cuerpo de pastores que ya tenían. Digamos que la decisión ya
había sido tomada en el pasado
pero que la determinación y el coraje para hacerla valida se habían dejado de lado. Deje
el trabajo como profesor del instituto después de terminar la materia. Los trabajos
seculares también termine el semestre o mes, no recuerdo bien pero renuncie a ellos y por
supuesto la iglesia. Ese día fue crucial y dramático, apenas si podía levantarme para decir
una palabra y después me tomaba horas para recuperarme.
La siguiente etapa de mi vida, le denomino “ajuste”. Cuando los carros empiezan a
tener problemas en cualquiera de sus partes, requieren una afinación, la cual dependiendo
del nivel de dificultad tomara tiempo para ajustarse. Así fue conmigo, pasaba largas horas
acostado en cama, mientras mi esposa, la ayuda idónea que Dios me dio, tomaba la
responsabilidad del hogar. Ella nunca dejo de apoyarme y pedir a Dios que me restaurara.
Mis hijos, Benjamín y Karen también
Dios los uso para darme animo y apoyarme en los momentos difíciles. Hasta ese momento
había abandonado todo y estaba en el “limbo” por así decirlo. No! no es cierto, lo único que
no había sentido que debía dejar fue los estudios de la Universidad logos. Una parte de mi
me decía que los abandonara, al cabo no tenia trabajo, dinero, y ni fuerzas físicas para
continuar. Los primeros tres meses fue un tiempo donde tuve que reconocer que estaba
equivocado en mi manera de hacer las cosas. Le pedí perdón a Dios y comencé a leer su
palabra, a orar y a prepararme espiritualmente. Aunque el cuerpo estaba deteriorado,
entendía que debía cuidar mi espíritu y alma porque es cuando vienen las crisis y
debilidades tratando de sucumbir ante las
tentaciones. Dios limpio mi conciencia, Corazón, y me dio una clara visión de lo que tenia
que hacer.
El exceso prolongado de trabajo por casi tres años estaba dando su fruto. Sin
embargo note que aunque mi cuerpo no respondía, la mente estaba lucida y seguía
trabajando sin poder desenchufarse o apagarse. Tuve varias crisis severas que ameritaron
la asistencia del 911 así como de medicinas controladas y salidas fuera de la casa.
Literalmente mi vida giraba en torno a mi cuarto de estudio. Solo tenia libros, Biblias, y
nada mas. Nunca me imagine que las clases de
la Universidad aparte de proveerme conocimiento y destrezas para el ministerio, también
me dio fuerzas para volver a vivir.
Este periodo lo llamo, la “restauración en el Espíritu”. Dios me enseño como nunca antes a
dejar todo en sus manos, durante mas de seis meses el proveyó para nuestra familia, ya
que no tenia ninguna entrada económica ni trabajo ministerial o secular. También los
profesores de la Universidad Logos con cada clase estaban siendo usados por Dios para
restaurar mi mente, Corazón, alma y espíritu con la manera adecuada de hacer las cosas.
Fue un entrenamiento
intensivo para mi, como estar en el desierto y los cuarenta días de dolor, sufrimiento,
perdida al final se volcaron en la mejor parte de mi vida. Cada clase era lo que me
impulsaba en esos momentos a seguir viviendo, a no desistir de la vida. Mis pasos eran
lentos, había bajado mas de peso, casi sentía la piel fuera de mis huesos.
Dios es grande y bueno en extremo, pues no solo me salvo y dio la vida eternal, sino
ha tenido cuidado de mi propia salud y me da una nueva oportunidad para hacer su
voluntad descansando en sus promesas. El tiempo de El es preciso, exacto, por algo la
Biblia le da el
adjetivo de “cronos”. No antes ni después, así fue conmigo. Profesores como José
Stacey, Samuel de Jesús, José Liendo, Héctor Araya, Marco Nieto fueron los instrumentos
precisos para restaurarme durante el periodo de tribulación de mi vida. Palabras de Karin
Yunda, Marylin Sejuela, Ingrid, Rodrigo Sanchez, y el director Dr. Roberto Sanchez fueron
y han sido el bálsamo
que curo mis heridas.
Un día mi cuerpo después de haber estado en el taller empezó a responder, claro
lento pero recobrando la Fortaleza. Casi sin darme cuenta, empezaba a sentir el Espíritu de
Dios fluyendo en mi ser, dándome la poder para testificar, para proclamar, para hacer
discípulos. Lo que aprendí de las clases en la maestría fue que la consejería no se aplica
solamente al campo de consejero-miembro o cliente, también uno que esta absorto en el
ministerio terminando siendo un paciente en diferente grado de enfermedad. Muchos de los
profesores hacen énfasis de usar las capacidades que Dios nos ha dado en una manera de
aporte al cuerpo de Cristo. Es decir, uno
hace su parte pero debe multiplicarse y reproducirse en los demás.
Esa fue la parte que había olvidado. Ahora por la gracia de Dios, tengo vida, salud y
un motivo claro de porque Dios me ha dejado en este lugar. Debo cumplir con la gran
comisión de hacer discípulos usando los dones que El me ha dado. Entiendo que con los
estudios de consejería tengo mas posibilidades de llegar a otros niveles que nunca antes
me hubiera imaginado que Dios me llevaría. Me siento con una mayor seguridad y destreza
que antes. Sin embargo, no confió en mi propia capacidad. Se que Dios uso grandemente
la Universidad para sacarme de mi situación de desgaste físico y emocional. Estoy
agradecido con la Universidad por sus enseñanzas y mentoria y guianza a mi vida. Sin
embargo, todo el conocimiento académico, destrezas y habilidades que tengo es por la
gracia de Dios. Ahora estoy convencido que debo terminar esta etapa de preparación
académica en la Universidad concluyendo con el doctorado en consejería. Al final mi
propósito es hacer discípulos en el contexto secular donde Dios me ha llevado. Dios ha
abierto una puerta de oportunidad y he empezado a colaborar como maestro
sustituto en la escuela de mis hijos. Ha sido una manera tan sorprendente en la cual Dios
se mueve y solo deseo seguir cerca de su voluntad. No busco depender del trabajo ni
empezar a buscar otro trabajo que provea para nuestras necesidades pues se que Dios
siempre tiene cuidado de sus hijos. Al contrario, parece que he
hallado gracia con los profesores y directores de la escuela y hay una posibilidad de
trabajar como consejero escolar. Estoy emocionado por la idea de poder compartir
principios eternos a jóvenes de high school que están viviendo momentos críticos y no
cuentan con una clara dirección para el futuro de sus vidas. Mas allá de lo ocurrido, la
bendición de la Universidad llego en primer lugar con mi familia, pues mi matrimonio es
mas estable, saludable y por la gracia de Dios, un modelo a otras parejas. En el ámbito
como padre, Dios me esta permitiendo modelar a mis hijos la manera correcta haciendo a
un lado lo toxico que esta en nuestra sociedad. Ellos están siendo preparados para
enfrentar el mundo que les rodea. Todavía mas fue la bendición que Dios me ha
permitido regresar a la iglesia en Juárez, solo para compartir en algunas ocasiones
conferencias sobre
depresión, liderazgo, y consejería. Tuvimos la oportunidad de preparar a una congregación
en Nuevo México en el discipulado y el evangelismo digital. Finalmente en la ciudad, Dios
nos ha usado para enseñar la Teología de la Adoración, conferencias sobre
Codependencia, y proveer a miembros y parejas una correcta consejería matrimonial como
aspectos inherentes al desarrollo
del ser humano, en especifico los niños y los adolescentes.
Es mi sincero deseo que Dios continúe bendiciendo a cada miembro de la facultad de
la Universidad, a los miembros del staff, directivos, personal administrativo y su director
general. Sigan adelante con la preparación de hombres y mujeres que tenemos el deseo
que servir mejor al Rey de Reyes y Señor de Señores. Les animo a continuar con su labor
no solamente docente, sino también de mentoria y coaching, y con la seguridad que Dios
se mueve en manera misteriosas en la vida de sus estudiantes. Yo soy un ejemplo vivo que
la Universidad fue un apoyo importante en mi vida y me saco de la crisis mas compleja que
haya jamás enfrentado. Dios me permita seguir aprendiendo de ustedes con todo mi
Corazón, espíritu, alma y cuerpo.

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