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Detén mis

trémulas manos
Crónicas de suicidios
~
Mario Lugo

COLE C C i Ó N
~Iario Lugo nació en Ciudad .Inárcz, Chí-
huahua. en 1953. Hizo cstudios de Letras
Españolas en la Facultad dc Filosofia y
Letras dc la (;ni\"crsidad Autónoma dc
Chihuahua. Hacreadovarías seccioncs dc
análisisen periódicos localesy publicado
también en dívcrsas revistas. Fuc cdior
de la revista Finisterre.
Ala fechaha publicado los siguientes
libros: Tonos Intermedios (ensayo), El
amor entre las ruinas (cuento), Empezar a
morir (nove la breve).
Con Detén mis trémulas manos ganó
el Premio :\acional dc Testimonio en 1995.
Detén mis trémulas manos.
Crónicas de suicidios

Mario Lugo

o
SOLAR
C O L E CC IO ~

Serie: Premios Chihuahua

Instituto Chihuahuense de laCultura


Fondo Estatal parala Cultura y las Artes
Chihuahua, 1998
Para Sotero Chavira,
Dttin mis frimulas manos.Crónicas dt suicidios Bemardino Reyes,
Federico Lugo
Primera edición: 1998 y Socorro Pérez.
A su memoria.
fotografía de ponada: Luis Carlos Salcido

lO Instituto Chihuahuense de la Cultura


lO Mario Lugo
SE RESERVAN TODO S LOS DERECHOS

ISBN: 968-6862-21-8

Impreso y hecho en México


Prinred und made in Mexico
tnsntuto Chihuahuense de la Cultura
Avenida Zarco2654
Colonia Zarco
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"No hay sol sinsombra.
y es esencial conocer la noche."

El mitode Sísifo . Albert Camus

"Dios, aun cuando quisiera. no podría


darse muertey ejercitar eseprivilegio
queconcedió al hombre en medio de tantos
sufrimientos de la vida."
Historia Natural. tomo 5. Plinio

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Detén mis trémulas manos. Crón icas de suicidios

El temible Minos vigila laentrada al séptimo círculo, segun-


do recinto, lugar a donde se remite a los bestiales, los violen-
tos, los iracundos. Aestegrupo pertenecen los suicidas, almas
de reptiles les llama Dante. En su construcción mitológica, el
floren tino les asigna a los infelices un lugar muy cercade Lu-
cifer en el centro de la tierra. El segundo recinto, de los tres
que integran al séptimo círculo, es el espacio siniestro donde
los suicidas convertidos, empotrados, insertos en troncos de
árboles oscuros y secos, permanecerán por los siglos de los
siglos. La condena no acaba ahí. Las arpías, plumíferos con
cara de seres humanos y filosas garras, los destrozan incesan-
temente. Quienes se atacaron en vida a sí mismos, no pueden
integrar jamás suscuerpos a susalmas yaque en vida los sepa-
raron violentamente. Así, díatras díael minotauro recibe a esas
almas angustiadas para luego lanzarlas al oscuro valle de sus
tormentos eternos.

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MARloLuGO Detén mis trémulasmanos. Crónicasdesuicidios

ede losuando Dante, acompañado de Virgilio, atraviesa el valle


suicidas, no atina a ubicar el lugar de tanto lamento. No
La niña Jazmín Chavira de nueve años de edad, mientras
veía la televisión en compañía de su hermano menor, decidió
.,
es sino hasta que, a instancias del maestro, rompe una rama quitarse la vida colgándose del respaldo de su cama. Asegura
descubriendo que ese trozo gris de madera destila sangre a la la abuela, con quien vivían ambos pequeños, que ella sólo es-
vez que el suicida le reprocha su inhumanidad porherirlo. De cuchaba la risa de Jazmín desde el cuarto de enseguida; des-
laclasificación aristotélica que divide en tres a los Imperdona- pués de verla cruzar una y otra vez en busca de lo que más
bles del séptimo círculo, integrado a su vez por tres recintos, tarde supo era un cordón, escuchó los gritos del chiquillo que
ocupan el primero losincontinentes, losque arrastrados porla intentaba descolgar a su hermana. La abuela atribuyó el acto a
poca fortaleza de ánimo caen en p~cado. Los co~denados ~I unasimple imitación, ya queveían una película quetrataba de
segundo y tercer recinto son losbestiales y los mah~lOsos. Ahí, ahorcados, la niña, jugando, se descerebró al colgarse.
en el segundo recinto, los suicidas permanecerán sin esperan- Un poco después el médico legista hizo saber a la prensa
za, para siempre. que Jazmín había sido violada varias veces. También se supo
quetanto la niña como suhermanito habían sido abandonados,
motivo por el cual vivían con la abuela. Jazmín no murió in-
mediatamente, agonizó algunos días. Aún si hubiera sobrevi-
vido habría estado condenada a una vida vegetativa. Se insis-
tióen queel ahorcamiento fueporimitación a una película que
pasaban en la televisión; Eljuez y la horca, aseguraron quese
llamaba.
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Mcuo Luco Detén mis trémulasmanos. Crónicasdesuicidios

tortillas, ya que como corolario de la discusión Bemardino


amenazó con matarse después de salir a comprarlas a una
t~rtillería cercana. La mujer le hizo saber que le parecía muy
bien, pero que se asegurara que las tortillas llegaran a la mesa
pnmero.
En el pequeño patio de la vieja casa había -hay- un álamo
no muy grande. Cuando Bemardino volvió de la tortillería su
decisión estaba tomada. Sudoroso y hostigado por el ardiente
• Bemardino vivió cuando menos cuarenta años con sumujer.
La vida que llevaron no fue precisamente envidiable. Aunque sol del mediodía, con pasos cansados, no por su vejez ni las
tuvieron una familia numerosa la relación entre ellos no fue condiciones climáticas, sino por la carga de la fatal decisión,
idílica. Bemardino no la golpeaba pero discutían constante- entró a sucasa y se dirigió a lapequeña cocina para dejar sobre
mente porpequeñas miserias que seguramente para ellos no lo lamesa el kilo de tortillas. Caminó con seguridad al área de los
eran. Cuando menos no para Bemardino. El oficio del suicida tiliches y sacó una soga polvosa y vieja. Formó pacientemente
era soldador. Caminaba porlos barrios bajos de la ciudad con el nudo que le permitiría colocársela. Palpó la aspereza del
un rollo de lámina al hombro y un pequeño contenedor donde ixtle y después decolocársela alcuello laató con energía a una
llevaba carbón y un cautín que sometía al furor del fuego para de lasramas para luego dejarse caer. Produjo unestertor extra-
soldar las orillas decubetas y tinas comidas porla herrumbre o ño que su hija mayor, una mujer de mediana edad, pudo escu-
dañadas porel uso. Siempre usóhuaraches de tres correas y, en chardesde el interior de la casucha. Sin sospechar lo que ocu-
lo que cabe, fue un hombre limpio. Poco antes de morir tenía rría atisbó porlaventana delacocina para descubrir el macabro
el cabello blanco, hermoso. Llevaba la partidura en el lado iz- espectáculo.
quierdo y a pesar de losaños sucuerpo se veía recio. Es cierto En la foto del Diario de Ju árez sepuede apreciar a la hija
que sucarácter eraenérgico, untanto irritable y orgulloso. Pero, abrazada al cadáver que cuelga del árbol. Quizá algún alma
extrañamente, su risa era espléndida. generosa le proporcionó una sábana para cubrir el cuerpo, so-
Seguramente su esposa era de carácter más enérgico. Lo bre todo la cara, de Bemardino. Su mujer, la esposa, se enteró
reñía a toda hora. Al amanecer mientras comía, porque no ha- poco después.
bía dinero, porel poco apoyo que recibía en las tareas del ho-
gar, porlo maleducado de sus hijos. Muchas veces Bemardino
pensó en salir con sus herramientas de trabajo y no volver;
pero pasaron los años y nunca pudo hacerlo. Dentro de todo y
a pesar de lo que se dijo después de su muerte, le faltó fuerza
para acabar con la relación.
Un día de verano, agobiante como son losdías de verano
deCiudad Juárez, discutieron como lohacían desde tantos años
atrás. Es posible que enestaocasión haya sido porque nohabía
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MARloLUGO Detén mis trémula." manos. Crónicas de suicidios

Demetrio Sodi, en un libro formidable acerca de losmayas, ¿Por qué el ahorcamiento con una cuerda? ¿Por qué lamayo-
nos hace saber lo siguiente: "lxtab, diosa del suicidio, estáre- ría de las veces de un árbol? Acaso desean convertirse en ho-
lacionada conlacreencia en lavida póstuma paradisíaca. Aque- jas. Secarse pendiendo de los árboles para luego ser arrastra-
llos suicidas que mueren por ahorcamiento reciben la protec- dos por el viento y mutarse en polvo. Acaso desean
ción de esta diosa cuyo nombre se traduce literalmente como inconscientemente perpetuar el castigo más importante que un
'la de la cuerda'. Garantiza un paraíso a quienes se quitan la cristiano puede aplicarse a sí mismo para queno se borre de la
vida de estamanera. En el Código Dresden aparece pendiente memoria el cruel destino de los pecadores. Esel dolor necesa-
del cielo por medio de una cuerda enrollada en el cuello, con rio que acompaña altriunfo definitivo deDios, del hijo deDios.
los ojos cerrados porlamuerte y uncírculo negro en la mejilla, Acaso desean anticiparse al castigo eterno que les imaginó
el cual puede interpretarse como un símbolo de descomposi- Dante en La divina comedia y quieren integrarse a los árboles
ción." Desgraciadamente lo que la teología maya ofrece a los convirtiéndose en una rama más aunque para ello tengan que
suicidas como una posibilidad de consuelo al morir, en el caso pender porel cuello de una soga. Si las víctimas fueran mayas
de ahorcamiento, no se encuentra presente en la tradición que la explicación sería muy clara: es que quieren alcanzar el pa-
pudiéramos llamar judeo-cristiana, u occidental, si seprefiere. raíso y se dejan llevar por Ixtab, la diosa que pende del cielo
No sólo eso, si recordamos el papel que ha jugado el ahorca- con una soga al cuello.
miento como forma deautocastigo, legitimado porJudas poco
después de la crucifixión de Jesús, se puede tomar como un
valor entendido y aceptado que el suicidio de Judas fue un
autocastigo más que merecido. Ya que a todas luces el causar
daño al hijo de Dios condiciona por necesidad hacerse acree-
dora uncastigo y, porotra parte, noserdigno demisericordia.
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M ARIO LUGO Detén mistrémulas manos. Crónicas de suicidios

,"
Pero los que se quitan la vida pueden usar métodos muy di- Mi abuelo era un hombre apacible. Cuando menos esoma- _\
versos. Quienes ingieren substancias químicas se provocan una nifestó todo el tiempo quelo conocí. Luego me casé y lo perdí
muerte dolorosa, terrible. Los raticidas, el arsénico, laestricnina de vista. Una de mishermanas me contó que le había cambia-
o algunos productos químicos de uso industrial son eficaces y doel carácter. Parece serqueunos tres años antes desu muerte
casualmente llegan a las manos suicidas en el momento de la se volvió aprehensivo y cada vez más necesitaba tener gente
determinación. Hay quienes se seccionan las arterias de los cerca. Mecomentó mi hermana queel primer intento de suici-
pulsos con navajas o vidrios. Dentro del mismo grupo los hay dio fue cuando se lanzó frente a una rutera porla avenida Car-
con intenciones bestiales o quizá con problemas mentales de 19s Amaya. Cuando ella le preguntó porqué había hecho eso.
tal magnitud que se atacan a sí mismos con armas punzocor- El contestó que su abuela ya no lo quería. En ese entonces
tantes, dirigiendo el ataque a la penetración en el cuerpo 0;1 padeció unos celos que lo mantuvieron entre triste y exaltado
desgarramiento. El objetivo puede serel estómago, el corazon porvarios meses. Luego murió mi abuela decáncer y sequedó
o el cuello al buscar el degollamiento. Estos últimos, cierta- solo. Todos nos habíamos casado y rara vez lovisitábamos. No
mente, son de los que con menos frecuencia tenemos noticia. voy a hacer muy larga la plática. Como seis meses antes del
incidente fui a visitarlo. Bueno, no precisamente a visitarlo,
llegué por alguna razón. Cuando me vio se alegró mucho y se
quejó conmigo dequenadie lovisitaba y deno verbien con un
ojo. Me dijo quemi mamá estaba muy ocupada con su trabajo
y él se pasaba el díasolo, que no fuéramos ingratos y lo visitá-
ramos.
El abuelo nos cuidó a todos de chiquitos. De los nueve
hermanos quesomos, cuatro hermanos y cinco hermanas, nin-
guno puede decir que le faltó su pedacito de amor de parte de
mi abuelo. Pero con el paso del tiempo y la vida, a veces no
muy buena, el viejito prácticamente se quedó solo. Tenía algu-
nos amigos demás o menos su misma edad; pero sus achaques
y el problema en su ojolo fueron alejando de laesquina donde
se encontraba con ellos.
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MARIO LuGO
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Detén mis trémulas manos. Crónicas de suicidios

Parece serque Emile Durkheim acuñó el término "anómico.:'


Se utiliza para designar a los suicidas que poralgún acontecí-
Es indudable que, aunque haya reglas generales en cuanto a
la estadística acerca de los suicidios, no se pueden aplicar las
miento, generalmente súbito, pierden su lugar en e~ m~~1O so-
conclusiones decadaestudio en particular a poblaciones o pe-
cial. Cuando el sentimiento predominante es la desilusi ón ?la
riodos de tiempo diferentes. Porejemplo, en una ciudad como
soledad. El conflicto entre el sujeto y su medio con relaci ón a
Chihuahua, del primero de enero de 1980 al 31 de diciembre
sus necesidades que podríamos llamar naturales. Durkhel?1
de 1983, un análisis hemerográfico indica que la edad prome-
dice: "La incertidumbre del porvenir, junto ,a la ~ropla
dio de los suicidas se encuentra entre los veintiuno y treinta
indeterminación del individuo, le condena a la inmovilidad,
años (39%); le siguen los ubicados entre los dieciséis y veinte
Todo esto resulta en un estado de perturbación, agitación y
años (21 %); Ylos que oscilan entre treinta y uno a cuarenta
descontento que aumentan necesariamente las posibilidades de
años (15%); el resto dividido entre las demás edades. Estos
suicidio. "
datos seguramente variarán incluso en la misma ciudad si se
toma un periodo más largo, dijéramos diez o veinte años. Sin
embargo, la información general puede continuar siendo váli-
daen términos comparativos. Porejemplo, síse puede estable-
cer información en cuanto a poblaciones más amenazadas o al
sexo donde se presenta con más frecuencia, incluso las armas
utilizadas o los motivos desencadenantes que en aquellos años,
en la ciudad de Chihuahua, fueron los más comunes.

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MARIO LUGO Deténmis trémulas manos. Crónicas de suicidios

A unque muchas veces sólo sea posible saberlo a través de D urante laa nri .
pnmera quincena de 1986 Lorena intentó suici- ~•
entrevistas indirectas, sí se puede asegurar que los suicidas darse cortándose el cuello. El corte no fue muy grande pero
generalmente alertan de sus intenciones a las personas con debió hacer sospechar a quienes la rodean que aquello había
quienes más conviven. Algunos pueden iniciar insinuando a sido un intento de degollamiento. Los casos de utilización de
manera de broma la posibilidad de su suicidio. Algunos otros armas punzocortantes nosonprecisamente usuales, sinembar-
lo hacen de manera airada y durante peleas o periodos depresi- go, quienes se enteraron, incluidas las autoridades, después de
vos intensos. Desafortunadamente es poca la atención que re- seguir el trámite de rutina dejaron el caso a un lado. Cuando
ciben de seres queridos, compañeros o amigos. Apesarde que ocurre el intento de suicidio, incluido el seccionamiento de las
el atacarse a sí mismos es una condición cotidiana expresada arterias del pulso, la atención posterior al atentado es práctica-
por varios medios, ya sea el alcohol, el más recurrente, la dro- mente inexistente. Elcaso de Lorena, porsurareza, debió alertar
gadicción o algunos otros ataques, cuando se llega a la adver- tanto a las autoridades como a los familiares quienes vivían en
tencia directa delsuicidio, quizá porser un acto absolutamente una población cercana. Parece ser que no fue así.
antisocial, es desatendido. Por otra parteson pocas las pobla- En la entrevista posterior al intento Lorena hizo saberde
ciones donde se ha desarrollado una mínima estructura para su angustia, motivada por la poca fortuna en sus intentos por
atender esas llamadas de auxilio. salir adelante. Lorena se había trasladado a la frontera bus-
cando internarse en los Estados Unidos como tantos otros
mexicanos. La suerte no le favoreció y tuvo que regresar. En
lugar de volvera su pueblo buscó albergue con amigos de la
capital, quizá únicamente por resistirse a aceptar la derrota
de su proyecto.
La estancia de Lorena no duró mucho tiempo y volvió
unos cuantos días después. Habían transcurrido aproximada-
mente unos treinta días desde su primer intento cuando se de-
golló en la cocina de la casa de sus padres con un cuchillo
casero. Cuando la encontraron estaba rodeada de un charco de
sangre. El hecho estremeció al pueblo entero.
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MARIO LUGO Detén mis trémulasmanos. Crónicas desuicidios

Salvo los dementes, los suicidas siempre avisan, o advier- José Dolores llegó a su humilde vivienda en la periferia de la '1
ten acerca de sus intenciones. Pero las miserias diarias, la ciudad dando traspiés. Apesar delestupor alcohólico, desde el •
rutina, no nos permite enterarnos. Las personas están suici- mundo subterráneo enque se movían suspensamientos surgió,
dándose constantemente. El mundo está lleno de suicidas. mientras golpeaba violentamente la puerta, una ideaqueya en
Pensemos, porejemplo, en los alcohólicos. De hecho unpor- otras ocasiones había merodeado sus borracheras. Ema, la es-
centaje muy alto de los actos suicidas propiamente dichos, posa, ni siquiera intentó reclamar al marido por esa situación.
como la ruleta rusa, las precipitaciones y las exposiciones a Sintió lamano desumarido aferrarse a sucuello sindarle opor-
losatropellamientos, ya sean porautomóviles o ferrocarriles, tunidad de gritar. La zarandeó sin soltarla y la empujó, sin
se realizan en estado de ebriedad. Pero aun cuando los inten- mencionar ninguna palabra, hacia la minúscula recámara ma-
tos no tengan una manifestación tan explícita, el alcoholismo trimonial. Los hijos casualmente seencontraban encasade los
es una forma de suicidio llegando a un máximo los fines de abuelos, así que la escena se desarrolló silenciosa si no conta-
semana, en un festín de suicidas que llenan las páginas rojas mos los tumbos y golpes contra el escaso mobiliario de la vi-
de los periódicos. En términos generales cada borrachera es vienda. Una vez en la recámara levantó rápidamente el col-
un intento suicida que valdría la pena analizar si a alguien le chón y sacó una pequeña pistola que se leescapó de las manos
importara lo suficiente. unpar de veces. El dolor queexpulsaba Ema porla presión de
la mano de José Dolores sobre su cuello le había provocado
lágrimas. Evidentemente la borrachera no era de tal magnitud
como para facilitar a la mujer su liberación. El hombre acercó
la pistola a la sien de su esposa y pronunció unas palabras que
Ema no atinó a entender. La golpeó con la pistola y le ordenó
claramente quecogiera lápiz ypapel porque la iba a matar para
luego matarse él. Entre zarandeos y golpes, mientras Ema fin-
gía buscar los instrumentos para la nota final, logró desprender
la mano de su cuello y huir rumbo al baño. José Dolores no
disparó, pero insistía a Ema, estavez con unaternura grotesca,
sobre lo bonito que sería morir de una vez los dos. Luego la
mujer lo escuchó prepararse una copamás, hecho que aprove-
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M ARIO Luoo
Detén mis trémulas manos. Crónicas desuicidios

chó para salir por la ventana del baño, para luego escapar a
través de las azoteas hasta llegar a guarecerse en casa de los
padres donde sus hijos dormían. Su marido no deseaba el sui-
cidio solitario, individual.

Formo parte de una especie rara, extrañísima: soy un caza-


dor de suicidas. Porlas mañanas me levanto sabiendo que, de
un momento a otro, de las páginas del periódico surgirá uno
más. Veo, al despertar, a través de mi ventana en espera de que
este nuevo día traiga la noticia de un ayer libre de tragedias.
Luego pasa uno, dos, tres días, cuando mucho cuatro o cinco y
ahíestá. Si no ocurren en mi ciudad la noticia me habla de otra
cercana. O quizá una muy distante: en Seúl un suicidio colec-
tivo. Treinta y tres personas, posiblemente integrantes de un
culto religioso. La foto muestra un hacinamiento de personas,
principalmente jóvenes. Amoratadas, señala la nota. Al salir
de mi casa veo un día brillante. Tan brillante que lastima.
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MARIOLuoo Detén mis trémulasmanos. Crónicas desuicidios

El traductor de La divina comedia, cuando se refiere a lo Ay de los que tienen la mala fortuna de ver a un suicida
queyodesignaría como el valle de lossuicidas, lo llama recin- momentos antes, días antes de la consumación del crimen más
to. Ciertamente erauntraductor elegante. Realmente noera un importante que se puede infringir a la naturaleza y a la moral.
recinto, era un confinamiento delhorror en un lugar sinprima- Recuerdo ahora a Nicolás Andreiev en su relato llamado "Lá-
vera. Adecir verdad sinestaciones del año; era un lugar donde zaro".. Es la especulación de lo ocurrido al resucitado después
se muere el otoño más sombrío, más inmisericorde, al que se del milagro de Jesús. Apenas realizado el milagro de la resu-
puede confinar a un ser humano. rrección deLázaro sus familiares y amigos celebraban conale-
gría el regreso a la vida del ser querido que no verían jamás.
Una vez terminada la fiesta los invadió un estado de tristeza
sombría. No selediomucha importancia alhecho. Durante los
días siguientes los parientes más cercanos notaron queLázaro
no reía: no sólo eso, un tufo extraño y repugnante rodeaba al
infeliz; pero lo que caló y cambió para siempre a muchos de
los que lo rodearon fue el contemplar sus ojos. Nadie que le
haya mirado hacia esos dosabismos recuperó jamás laalegría.
Erala visión delamuerte. Poco a poco lefueron dejando mien-
tras se hundían en la oscuridad al ver lo que nos espera quizás
a todos. Presas de un mutismo distante, inapetentes hasta a los
placere~ más codiciados dela vida. Algo asíocurre a los quela
desgracia leshace convivir losúltimos momentos de los infor-
tunados que se quitan la vida.
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MARloLuoo
Detén mis trémulas manos. Crónicasdesuicidios

La noticia me la hizo saber mi esposa porteléfono. El abue- Ellarguísimo y dolorido canto de los suicidas es escucha-
lo se había suicidado durante la mañana de ese frío día: el ca- do con frecuencia por los poetas. Éstos padecen el mismo
torce de febrero, irónicamente el día de los enamorados. No mal que aquéllos que se sumergen en ocupaciones como la
me dio detalles. Mientras llegaba a casa, sin poder contener el filosofía, el arte en general y la medicina. Dentro de las esta-
llanto, pensaba en sus reproches por el abandono e~ qu~ lo dísticas sobre el suicidio en el mundo, estas personas brindan
teníamos. El díadesu funeral supe los detalles: se habla quita- una contribución importante. Quizás seael precio que pagan
do la vida colgándose con una bufanda. Utilizó el pequeño por mantenerse espiritualmente en los linderos de la vida y la
banco donde acostumbraba sentarse por las tardes o durante muerte. A raíz de sus reflexiones acerca de la muerte, tarde o
las mañanas de invierno para tomar el sol. Su método fue sen- temprano caen fascinados como quien se contagia de una
cillo: amarró la bufanda al viejo barandal metálico y se dejó enfermedad mortal. Dejan de experimentar el sencillo placer
caeral tiempo que derrumbó su banco. Q~edó sentado, con:o por la vida, hasta que la perciben desprovista de su encanto
si descansara cómodamente. Cuando lo VIO mi madre parecra natural para atribuirle más magia de la que realmente tiene.
dormir. Una de las hermanas mehizo saber la forma como o~u­ Sus expectativas crecen desmesuradamente hasta desear la
rrió. En realidad, cuando llegué, él yaestaba dentro del ataud. muerte, a la cual atribuyen facultades redentoras y, en el me-
Mis hermanos y mis hermanas lo rodeaban como cua~do éra- jor de los casos, la posibilidad de una vida después de ese
mos niños en espera de alguna sorpresa o alguna golosm~. !e- tránsito. La muerte adquiere un valor protagónico desmedi-
nía los ojos cerrados con un aspecto de serenidad muy típico do. Inventan batallas fantásticas en las cuales hayal final de
en él. Lo que me sobrecogió fue una burda costura, segura- cuentas un solo contendiente: el suicida. Espíritus hipersen-
mente producto de la autopsia, que le llegaba hasta la punta de sibilizados, navegan hasta la impasible muerte en busca de lo
la barbilla. Pensé en un mono de peluche destrozado por un inexplicable, de lo inexistente: la muerte es nada, es quizá un
niño violento que, luego de llenarlo apresuradamente de ase- hecho más, como cualquier otro de los que ocurren en la na-
rrín o borra, lo vuelve a cerrar. turaleza. Sin dioses, ni futuro; sólo la inminencia del cambio
continuo, como la noche y el día, como las estaciones del
año, que nosotros, sencillamente humanos, nopodemos alte-
rar ni un ápice.
Laliteratura recoge una y otra vez especulaciones sobre el
acto suicida sin llegar a desentrañar el misterio de ese hecho
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MARloLuco Detén mis trémulas manos. Crónicas desuicidios

cautivador, la inteligencia y la emoción al servicio de unafor-


ma particular de culturizar el hecho de morir:

los demás no existen


el mundo se acaba con su muerte
Le tiembla la mano el blanco se mueve
"es un homicida con mala puntería"
enemigo más que de todos ¿ Qué bulle en las mentes de los suicidas? S ólo sabemos que ~
de sí mismo los motivos desencadenantes pueden ser de diversos tipos, a
el suicida saber: los disgustos amorosos, los problemas de trabajo o pro-
es el arma con la cual venientes del ejercicio profesional, lasenfermedades termina-
se asesinan los fantasmas les o muy dolorosas, las deudas, los problemas económicos,
los familiares, el hecho de ser detenido, aprisionado o
incriminado, la soledad, desgana de vivir, depresiones, senti-
mientos de insuficiencia o el abandono, entre otros. La pre-
gunta sigue ahí: ¿Qué bulle en las mentes de los suicidas?
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MARIO LuGO Deténmis trémulas manos. Crónicas desuicidios

,,¡ • Un amigo que presenció el momento en que un suicida se N O puedo imaginar tristeza más grande queja que padecen
disparó a la sien, me dice que jamás olvidará ese último gesto los que viajan a otras ciudades para luego quitarse la vida. Al-
de sorpresa. Apesar de quejugaban a la ruleta rusa, la víctima gunos llegan a hoteluchos de tercera y, en algún momento de
seguramente tenía la esperanza de que todo el tiempo se man- la noche o del día, de la mañana o del atardecer, se dan un tiro
tendría lejos la posibilidad de ser el escogido por la fatalidad. en la sien o toman suficientes medicamentos para dormir lar-
Asegura mi amigo que todo le hizo suponer que al suicida le gamente. Dentro deese mismo grupo seencuentran los que no
sorprendió la detonación y el sentirse lesionado. resisten el ambiente inhóspito del lugar donde se recluyen, an-
ticipo de la prisión eterna, y salen a la calle. Son aquellos que
se arrojan a vehículos en movimiento o los que se lanzan de
los edificios. Optan por la altura o la velocidad.
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MAR IO LUGO Detén mistrémulasmanos. Crónicas desuicidios

"'~, Todavía hasta hace unos meses existía en la ciudad unaglo- Ruleta rusa. Este tipo de suicidios ocurre sin la solemnidad
rieta un tanto extraña, pues en lugar de erguirse al centro de o los arranques quesuelen preceder a otras formas . La peculia-
ella algún héroe nacional se encontraba un depósito gigantes- ridad en estos casos es que la responsabilidad de la muerte no
co para agua. Se elevaba el tanque cuando menos veinte me- recae en el individuo que lo comete sino, según el suicida, en
tros sobre la superficie. Se encontraba rodeado de hermosos lososcuros designios del azar. Es unjuego trágico cuyos parti-
jardines y casas un tanto elegantes en un lugar que po~ mucho cipantes desafían, cara a cara, a la muerte en un ambiente de
tiempo fue un espacio apacible. Una vezque el crecumento de animado divertimento, casi siempre bajo las influencias
la ciudad y el tráfico hicieron su aparición, la glorieta se con- desinhibitorias de los etílicos y otras drogas, y empujados por
virtió en un lugar más o menos céntrico. Hasta ahíllegó Gusta- una suprema y enigmática agitación que los desborda. Acaso
vo desde un hotel cercano. Eran alrededor de las dos de la tar- esasemociones sean explicadas porla paradoja de tener en sus
de. Gustavo caminaba cabizbajo y tranquilo hasta llegar al pie manos al destino y, al mismo tiempo, estar en manos de esa
del depósito, lugar donde apresuró la acción. Con una agilidad impredecible deidad.
desconocida en él, sin que nadie pudiera o quisiera evitarlo, se Porlogeneral, sonpersonas sometidas y cautivadas porla
lanzó desde la parte más alta a la que pudo tener acceso. Gus- violencia. Vidas a la deriva que zozobran en cadalance o con-
tavo se encontraba de paso por la ciudad. Era un empleado vencidas de que, por unasuerte inexplicable, no les ha tocado
burócrata. Lo identificó un amigo que estaba hospedado en el pese a que se han expuesto en acciones temerarias; personas
mismo hotel. que poseen un profundo resentimiento sobre la precariedad de
la existencia. En nopocos casos, les atormenta la culpa por la
que, aunque sóloseasecretamente, se condenan y esperan una
justiciaque tarda en llegar y que lossomete a una desesperada
búsqueda de la muerte, entreteniéndose, mientras tanto, con
losestallidos de la violencia que suele alcanzar a muchos otros
que están ajenos a sus muy personales ajustes de cuentas.
Pero como todo suicida, poseen la esperanza de que al-
guien, algo, a última hora los salve y Jos redima.
El ceremonial, con algunas variantes en cadacaso, se si-
gue puntualmente: el cilindro de la pistola, que generalmente
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MARIO LUGO Detén mis trémula.o; manos. Crónicas de suicidios

está ocupado por una sola bala, girará con un ruido metálico
característico, luego se depositará sobre una mesa y una mano
la hará sucumbir a un vértigo que no tardará en cesar ante el
silencio y la expectación de los jugadores. La ruleta de la suer-
te gira y cuando se detenga del todo a quien apunte el cañón
deberá llevársela a la sien y disparar.

En Aristeo el impulso suicida no fue un arrebato. Fue un • \


La vida pasa rauda en ese instante en que el participante
señalado porel azarcierra los ojos y se confiesa ante las imá-
genes de su devoción. Se despide. Aprieta el gatillo. proceso lógico trabajado acuciosamente: sombrío por exacto.•
Lahistoria quesigue también depende delazar: eljugador Visitó los presones que rodeaban laciudad e incluso los quese
muere o renace. En ambos casos cumplió un deber consigo encontraban próximos a las pequeñas ciudades que circunda-
mismo y dejó constancia de su valentía insuperable: fue capaz ban el lugar donde vivía. Finalmente escogió uno que se en-
de convertir la desesperación en un juego macabro que lo contraba prácticamente dentro de laciudad. Aun amigo de sus
exorcizó, momentáneamente, de los demonios que agitaban su tiempos de casado le pidió prestada una vieja lancha, no sin
alma. enfrentar dificultades porla extrañezaprovocada en su amigo,
ya que mientras duró la relación con su exmujer jamás había
aceptado las invitaciones a las excursiones de caza o pesca.
Aristeo fue advertido acerca de las fallas del pequeño y viejo
motor de la mínima embarcación. Al final de cuentas Aristeo
obtuvo la barcaza con el propósito, prometido muy formal-
mente, de devolverla un mes después. No sin antes aceptar
detalles de cuidado y reparación que facilitaron el préstamo.
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MAR IO LUGO Detén mistrémulas manos. Crónicas desuicidios

~
El método más favorecido es el uso de una pistola. Eltiro se R ezamos mucho, nos había dicho el señor Ortega durante la
dirige generalmente a la sien. Aunque también puede dirigirse conversación. Martha y yodecidimos endías pasados seguir la
el disparo a la boca o a la frente y las menos de las ocasiones, huella de uno de los intentos de suicidio quenos tocó conocer,
al corazón. La pistola, ese instrumento diabólico, está diseña- cuando un compañero reportero que sabía de mi investigación
dopara fascinar al observador. Sobre todo al observador enfer- me comunicó que en el hospital estaba un hombre que quiso
mo. Las marcas más utilizadas son: Smith and Wesson, Re- colgarse. Martha no participa generalmente conmigo en este
mington, Winchester Mendoza, Lugger y laitaliana Bereta. Los proyecto pero melaencontré enel Seguro Social mientras bus-
calibres: 22, 25, 33, 38, 45. Decididamente son instrumentos caba la manera de entrevistarme con el suicida fallido. Martha
hermosos, atrayentes. Cuando se tiene uno en la mano, sea re- logró hablar con Brígida, la entonces esposa del señor Ortega,
vólver o escuadra, se experimenta el mismo placer que un pa- quien le explicó que erael segundo intento y estaba desespera-
quete de cigarrillos nuevo; sólo que en el caso de las pistolas, da, necesitaba ayuda. Martha se conmovió mucho y acorda-
quizá por su gravidez, se impone en el ánimo un sentimiento mos visitar en sucasa al señor Ortega en una semana, en cuan-
mezcla de peligro y poder. Las armas son pequeñas bestias en to saliera del hospital.
reposo que esperan la mano ávida, a veces temblorosa, que Al llegar nos recibió la señora Brígida. Vestía de un color
mantiene vigente la propuesta de Albert Camus: sólo hay un rojo descolorido de una sola pieza y traía el pelo recogido en
problema filosófico realmente serio, y es el suicidio. una diminuta cola de caballo. Su aspecto triste y hasta cierto
grado enfermizo tuvo en nosotros un efecto instantáneo depre-
ocupación. Las ojeras de la mujer en su rostro cetrino delata-
ban desvelos o algún estado de zozobra y miedo. Después de
pasarnos a la diminuta sala-comedor, entró a una de las dos
recámaras para luego salir y hacernos saber queel hombre ven-
dríaen un momentito. Esquese ha desvelado unpoco las últi-
mas noches, dijo.
No he podido quitarme de la cabeza que la manera de vi-
vir de la mayoría de la población, de alguna manera, facilita
los casos de que me ocupo. ¿Qué alegría de vivir? -O para
ponerlo deotra manera- ¿qué estímulos pueden tener todas esas
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MARIO LuGO Detén mis trémulasmanos. Crónicas desuicidios

JI:- personas a lasquese les ha confinado a un espacio pordemás -¿Le gusta su trabajo?
pequeño, sin posibilidades de interacción con la naturaleza o -Sí. Sí me gusta; pero últimamente no sé qué me pasa.
con otros seres vivos que no sean aquell~s que, co~o c:llos, Mientras veo dar vueltas las botellas en el transportador me
viven prácticamente hacinados en, e~as umdades habitaciona- entran muchas ganas de llorar. Hepensado mucho en esoy se
les? "Infiemavit", les llaman sarcastlcamente. . , lo he platicado a Erigida. Pero sale peor; luego ella sí que se
Elseñor Ortega apareció ante nosotros co? una apanencia pone a llorar. A lo mejor ya la contagié, ya la tengo enferma.
de serenidad que nos confundió un poco. Vestía una ~amlsa de -¿No ha consultado a un siquiatra o a un consejero?
franela caféa cuadros, conunverde tenue, un pant~lon caqui ~ -La vez anterior, cuando me sentía muy desesperado le
unas botas tipo minero, de las quellaman de segundad'.Tomo dije a mi médico familiar pero no me hizo mucho caso. Pero
asiento en una vieja silla que arrastró del comedor al tiempo cuando lodelaspastillas me pasó con elespecialista. Entonces
que nos preguntaba: ¿En qué lespuedo servir, muchachos? Justo me internaron.
sobre su cabeza, en la pared frente a nosotros, .s..e encontraba -¿No le sirvió? ¿Le ayudó en algo?
una foto debodas y a loslados lasfotos de dos mnas. Anu:stra -Yo creo que no. Es muy feo estar ahí... Entre toda esa
izquierda, ocupando casi toda lapared, estaba p~gado unposter pobre gente. Además, cómo le hacemos con el dinero si yo no
quemostraba algún lugar idílico en la~ montanas. T~l Ycomo trabajo, ¿cómo nos mantenemos?
lo habíamos acordado inicié la entrevista. Mart~a so.lo obser- -¿Eso de llorar le había pasado antes?
varía y me daría sus comentarios cuando me dispUSiera a re- -No, al revés, me reía mucho. Pero de todos modos no
dactar. . d estaba bien porque luego sin darme cuenta de tanto reírme
-Señor Ortega, queremos platicar sobre sus intentos e empezaba a llorar, pero en serio.
suicidio. -Señor Ortega, déjeme le repito la pregunta: ¿Por qué se
-(..J . quiso matar?
-Queremos aclararle. que nuestra entrevista, aunque se Joaquín Ortega me miró fijamente, su cara, ahora ensom-
publique, tenemos la intención que sirva deayuda para lasper- brecida, no atinaba a controlar un empalidecimiento súbito.
sonas... Sus manos, inmóviles hasta hacía unos minutos, se frotaban
-Nomás intenté una vez. una a laotra. Enesemomento mepercaté de mi impericia y de
-Dos veces -intervino la esposa. mi absoluta y estúpida audacia al tratar de involucrarme en un
-No se preocupe -terció Martha- pero quisiéramos saber a caso queescapaba a mis posibilidades, porllamarlas de alguna
quése debe... ¿Por qué? , ., . manera, técnicas. Su mujer, Brígida, se aproximó de inmedia-
-Sinceramente no sé por que -respondi ó-. Tengo todo, mi to a su compañero y, sumamente inquieta, nos pidio que nos
esposa, mis hijas, el trabajo. retiráramos. Se va a volver a poner mal, nos dijo. Mejor vá-
-¿Dónde trabaja? .. yanse, por favor. El señor Ortega, como si despertara de un
-En la Embotelladora del Norte. Soy elencargado d~ vigi- breve sueño, intentó sonreír y nos invitó a quedamos.
larque nose utilicen botellas sucias. Aveces participo directa- Después de unos instantes no pude evitar plantear, en
mente en la máquina embotelladora. este caso a la pareja, la siguiente pregunta: ¿Creen ustedes
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MARIO LuGo Detén mistrémulas manos. Crónicas de suicidios

que la religión pudiera ayudarles en todo esto? -Ojalá y ~í -


contestó Joaquín-. Brígida y yo nos encomendamos a DIOs
todos los días, sobre todo en las noches. Rezamos mucho,
¿verdad mujer? . ..
En realidad quedé sin elementos para contmuar, MI Ilu-
sorio objetivo de ayudar un poco y, sobre todo de entender,
había fracasado. La despedida fue amable mientras una chi-
quilla llamaba a Brígida desde el p~queño pati? Joaqu~n se A diferencia de lo que pudiera pensarse, lo que más ator-
veía sereno. Incluso creí ver un dejo de segundad y cierta menta a los suicidas, sobre todo a losque padecen crisis depre-
alegría. Eso me tranquilizó mientras caminábamos rumbo a sivas, son los días largos. Les urge la noche, lesurge el otoño.
la parada del camión. Apenas habíamos avanzad~ media c~a­ ¡Oh, ironía! Seguramente exclamaría Dante Alighieri, quien
dra cuando escuchamos un disparo. Luego un gnto de mujer los condenó al otoño y a la oscuridad eterna.
quejamásolvidaré.
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MARloLuGO Detén mis trémulasmanos. Crónicas de su icidios

lo .que ~iene. desrués ~e la muerte. Nadie está seguro de la


e~lstencIa o inexistencra de ese lugar eventualmente paradi-
SIaCO. Elhecho es quesecomete un crimen aquí, ahora, enaras
de lo intangible y que se encuentra cuestionado seriamente.
Quizá les valdría mejor a esos amorosos suicidas tomar la re-
flexión de Simone de Beauvoir antela muerte de su compañe-
ro de toda la vida: "Su muerte nos separa. Mi muerte no nos
Está muy extendida la creencia en la vida más allá de la unirá. Asíes: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido
muerte. Este hecho, quedebiera seredificante desde el punto estarde acuerdo durante tanto tiempo."
de vista religioso, en el caso de los suicidas que se quitan la
vida por disgustos o motivos amorosos, es fatídico. Los ca-
sos más terribles son cuando una de las partes, generalmente
la mujer, no está precisamente de acuerdo con la resolución.
Veámoslo cuidadosamente. Son muchos loscasos en que por
la pérdida del ser amado el otro se quita la vida. Aunque dra-
mático, el hecho es que cada uno escoge su destino; sin em-
bargo, cuando por un arranque de celos el supuesto agravia-
do le quita la vidaa la persona queamaparaluego quitarse la
propia: estamos hablando de un doble asesinato. Igualmente,
cuando hay acuerdos monstruosos entrelas partes en loscua-
les uno de ellos se ve arrastrado por la fantasía del suicida
que podríamos llamar activo.
Como es bien sabido el alcoholismo es mucho más fre-
cuente en el hombre. La combinación impulsos suicidas y al-
cohol convierte al hecho idílico de la suposición de la existen-
cia dela vida después de la muerte en un hecho salvaje, brutal.
El hombre, presa del efecto etílico, llega a casa con una idea
fija: eliminar a su pareja y eliminarse a sí mismo. En ocasiones
se limita, depende de su permeabilidad al alcohol, a atacar a
golpes a su cónyuge; pero si la idea suicida y asesina se ha
presentado varias veces lo más probable es quecuente con un
arma en casa, o que la traiga consigo.
Pero loqueme interesa dejar claro aquí es lacondición de
los suicidas idílicos quecometen lo incalificable en espera de
pe

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MARIOL UGO Detén mis trémulasmanos. Crónicas de suicidios

-\- Dentro del carácter trágico que tienen los suicidios cuentan Mauro estaba caminando sobre los durmientes de madera .¡
con otro sorprendente: en términos generales son terriblemen- para luego pisar un riel y luego el otro. Observaba las piedras
te monótonos. Cuando se tiene visibilidad sobre cuando me- oscuras detenidamente, como si buscara algo para finalmente
nos diez años de intentos, con triste éxito o sin él, es fácil en- devolverse al mismo lugar. Con lasmanos en los bolsillos atis-
contrarse con su repetitividad. Recuerdo precisamente ahora baba en el horizonte: frente a él lasparalelas se perdían en un
el caso de José Dolores que detallé casi al principio de mi tes- pequeño rancho que se veía a lo lejos. Al darse vuelta veía el
timonio. Leíestamañana de otro hombre que llegó en lasmis- nacimiento de la ciudad con sus chimeneas y los automóviles
mas condiciones que José Dolores, ebrio y en búsqueda de su moviéndose en diferentes direcciones. Allá está el centro -pen-
amada, dispuesto a asesinar, a en este caso a la mujer de quien só. Espantó enseguida sus pensamientos. Eran las 19:30 horas
sehabía divorciado apenas un pardemeses atrás. Al llegar a su y el sol todavía persistente en su ataque. A lo lejos alcanzó a
vivienda, después de la medianoche, la mujer había salido a ver aproximarse el tren y una alegría extraña le hizo sonreír.
una fiesta. El hombre entró por la ventana, ya que durante el Los últimos días habían sido demasiado largos; sobre todo las
proceso de separación había devuelto su llave, y esperó. Alre- tardes. El tren se aproximaba, parecía dejuguete.
dedor de las dos de la mañana llegó la exesposa con una ami-
ga.Al entrar se inició una violenta discusión que culminó con
el desenfundamiento de una pistola ante el terror de ambas
mujeres. El hombre disparó alcorazón de lamujer asesinándola
en el acto. La amiga presa de pánico, mientras era amenazada
de muerte por el asesino, proponía salir en busca de ayuda
médica. Dentro de la embriaguez el hombre urdió seguramen-
te un plan mínimo y permitió que la amiga de la infortunada
escapara mientras él se dirigió en búsqueda de otro trago. La
mujer salió por la puerta del baño y trepó por las azoteas tra-
tando de escapar. Mientras hacía esto escuchó undisparo más.
El mismo escape desesperado que en el caso anterior, la mis-
ma embriaguez maligna, la misma muerte.
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MARIO LuGO Detén mis trémulas manos. Crónicas de suicidios

ciones c1,ínicas, que iba~ desde los lamentos somáticos (hipo-


condfl~~ls) hasta los delirios y el terror. En cualquier forma, la
depresi ón era unasevera alteración delánimo de laspersonas.
Aunque actualmente se afianzan las teorías neurofisioló-
gicas de la depresión, no se le ha podido restar importancia a
los factores psicosociales. La depresión exógena, esdecir, aque-
llaquees el r~sultado .de factores externos tales como la pérdi-
Entre las múltiples causas que empujan a los suicidas a la da y separacion de objetos de afecto, estrés, etcétera, continúa
fatídica decisión se encuentran, en un porcentaje importante, siendo la más identificable en los suicidas.
las depresiones y otras alteraciones psiquiátricas. De hecho
casi todas las enfermedades mentales poseen -por diferentes
razones- en sus estados críticos, la posibilidad del suicidio.
La depresión, sin embargo, es el diagnóstico más frecuente-
mente encontrado en los suicidas (en quienes lo intentan sin
éxito y en quienes 10 cometen). La etiología de este padeci-
miento ha sido profusamente estudiada y las últimas investi-
gaciones evidencian alteraciones en algunos de los
neurotransmisores, en particular, la serotonina. En la depre-
sión endógena, por ejemplo (en la que se considera que no
existen desencadenantes externos suficientemente severos
como para explicarla y sí antecedentes hereditarios de esta
misma alteración clínica), se ha establecido la disfunción en
la producción y recaptación neuronal de la serotonina, aun-
que también se acepta que por sí sola esta disfunción es insu-
ficiente para provocar la enfermedad.
Las múltiples teorías científicas que intentan explicar la
depresión se inician con Hipócrates en el último tercio del si-
II glo V antes de Cristo quien describió la expresión más intensa
de la depresión quees la melancolía; laexplicó deacuerdo a su
particular concepción humoral. A la melancolía correspondió
la bilis negra. Más tarde, Galeno (130-199 d.C.) continuó con
esa orientación, desarrollando la teoría de la bilis negra y de
acuerdo a sudistribución -entodo el cuerpo, en la sangre, o sus
vapores ascendiendo al cerebro- correspondían sus manifesta-
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MARloL uGO Detén mis trémulas manos. Crónicas de suicidios

quierda de Mauro y un juguete se trituró con la caída. Mauro


estaba sudoroso en el piso. La mujer se alarmó al principio
pero el intento de controlar la situación por parte de Mauro le
provocó risa. No te andes durmiendo en esa parte de la litera,
le dijo, mira que golpazo te diste.
A partirde entonces el doble de Mauro estuvo presente en
la mayoría de sus crudas, en alguna borrachera y yo creo que
e, Mauro fue un tomador compulsivo durante unaetapade su también en el momento de su suicidio. La siguiente aparición
~ 'l .
vida. Mecomentó varias veces que, después de una borrache- del doblefue en unaocasión en que manejaba acompañado de
:'t ra, padecía una forma de delirium tremens, generalmente el su hijo de cuatro años. Subían por unapendiente muy pronun-
mismo carácter de los ataques de angustia que padeció años ciadaque forma partede la calle Miguel Ahumada. Fue la tar-
después, cuando se encontraba ya sumido en la depresión que de de un sábado. Mauro había tomado durante los dos últimos
lo llevó al suicidio. Me comentó en un par de ocasiones que días peroese sábado se había mantenido lejos del licor. El hijo
durante sus crisis, cuando era alcohólico y poco antes de su de Mauro viajaba en el asiento de atrás. Cuando apareció el
muerte, aparecía su otro yo. La presencia del otro cuando apa- doble de Mauro sentado a su lado el horror lo hizo frenar in-
reció por primera vez fue tan real que no pudo evitaraterrori- tempestivamente. El niño se golpeó contra el asiento de en-
zarse. Fue una mañana, casi al mediodía de un domingo vera- frente. Mauro supuso queese movimiento ahuyentaría al visi-
niego, cuando despertó Mauro en la cama de la parte alta de tante pero nofue así. Una vezque el vehículo estaba nuevamente
una litera. Todavía bajo los humos del alcohol logró incorpo- en movimiento el doble se encontraba ahí con un pedal del
rarse y sentarse con los pies al aire. Desde la altura, al mirar acelerador -a sus pies. Mauro vio horrorizado como su doble
hacia el piso de la pequeña habitación, el mínimo abismo le aceleraba divertido mientras se miraban el uno al otro. La ve-
provocaba una suerte de atracción y un sentimiento de vértigo locidad fue incontrolable para Mauro y se estrelló contra un
porque se sabía vulnerable a la altura. En ese momento apare- postede energía eléctrica. Afortunadamente no hubo tragedias
ció otro Mauro sentado junto a él. Eran exactamente Iguales, mayores. A partirde esa fecha Mauro abandonó el licor.
sólo queel otro era risueño y audaz. Mientras Mauro movía en El doble de Mauro apareció en su vida varios años des-
un rítmico vaivén lospiesel otro los movía de manera vertigi- pués.
nosa. Dice Mauro queél le advirtió: si te sigues moviendo tan
rápido nos vamos a caer. El otro, en cambio, ignoró la adver-
tencia; no sólo eso, sino que parecía encontrar un placer mór-
bido en elpeligro. Aterrorizado, Mauro decidió lanzarse al vacío
porque consideró quede esa manera controlaría la caída; pero
el saltofue tan violento quese golpeó contra la pared. Su espo-
sa apareció alarmada al escuchar el golpe y los ruidos de obje-
tos rotos: un jarrón de vidrio que alcanzó a cortarla mano iz-
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MARIO Luao Detén mi'> trémulas manos. Crónicas desuicidios

~~ Aristeo nació en un pequeño poblado que escapó durante E l domingo pasado, mientras escribía sobre las relaciones
v\ muchotiempode ese monstruo devastador llamado moderni- de la Iglesia y los suicidas, prácticamente inexistentes, me
dad. Durante su niñez el pequeño "Ari" esperaba con ansia fue invadiendo un sentimiento de vacío y miedo. Miedo al
las vacaciones veraniegas paraviajar consu abuela haciaaquel sentimiento de horror que viven losque padecen depresiones
espacio idílico donde daba rienda suelta a sus impulsos ~ue­ suicidas, para los cuales no hay esperanza de auxilio. Pensa-
riles. Correteaba entre arboledas jugando a las escondidillas ba, completamente alejado de las explicaciones médicas y
con los niños del lugar. Se zambullía en el recodo de un río sociológicas, que seguramente hay una fuerza maligna que
que se ensanchaba majestuosa~~nte para su percep.ción, in- avasalla a los suicidas, esos infelices que van a intentar ince-
fantil, hasta una orilla donde iniciaba un paisaje semidesérti- santemente un camino que quizá sepan es equivocado, pero
co interrumpido en el horizonte hasta unacordilleraviolenta- no pueden evitar tomarlo. Pensé en la existencia del diablo.
mente escarpada. Pensé también en el suicidio por imitación y hubo un mo-
Treinta y dos años después Aristeo recordaba tristemente mento en que la presencia de alguien a mis espaldas me obli-
el mundo de su niñez, su paraíso perdido. Lo que la vida le gó a voltear. No había nadie. O quizá era el diablo que son-
deparó al transcurso de los años fue un matrimonio fallido y reía. Quizá a mí también me espera. Estuve tentado a
una extraña inclinación por los lugares sombríos, nocturnos. abandonar la siniestra tareaque me encomendé para conjurar
Después de una separación violent.a y tormentosa,. algunas re- los demonios del suicidio que han asediado a mi familia.
laciones atropelladas que indefectiblemente termmaron en la Cuestioné seriamente el valor de este testimonio como un
infidelidad de alguna de las partes. Aristeo optó por el trabajo, conjuro o como una posible ayuda para los infelices.
el alcohol y la soledad. Finalmente vinieron los periodos en
los que, como ave de rapiña, devoró pocoa poco l~ que,desde
su punto de vista, conmocionaba o perturbaba su VIda. Portan-
to, consideró indispensable destruirlo todo hasta co~vertlr su
vidaen algoaséptico, metódico y sin riesgos. Una manana des-
pertó y se encontró con su vida vacía.
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MARK)LuGO Detén mis trémulasmanos. Crónicas de suicidios

William Styron, algo más que un amateur en cuanto al co- La vanidad, las veleidades de la vida, el impacto social, son
nocimiento de la depresión como causante de los intentos sui- un motivo de preocupación en el suicida. Lo es más en las
cidas, señala en su Visible oscuridad. Memoria de la locura: mujeres quienes generalmente escogen como métodos aque-
"Peronose dude jamás que la depresión, en suforma extrema, llos quepudiéramos llamar blandos: barbitúricos, venenos, fár-
es locura. Lalocura es consecuencia de unproceso bioquímico macos en general.
aberrante. Haquedado establecido con razonable certeza (des- La figura idílica de los amantes tendidos lánguidamente
pués de fuerte resistencia por muchos siquiatras y no hace de uno cerca del otro, ellacon medio cuerpo colgando dela cama,
ello tanto tiempo) que dicha locura es químicamente inducida semidesnuda y él, tratando de alcanzar una de las manos de su
entre los transmisores del cerebro, probablemente como con- amada, hincado al pie de la cama con el cuerpo a punto de
secuencia de unestrés sistémico que porrazones desconocidas resbalar por el torax hacia la amada, sigue subyugando algu-
motiva un agotamiento de los agentes químicos norepinefrina nas mentes con propensión al suicidio que pudiéramos llamar
y serotonina, y el aumento de una hormona, el cortisol. (...) amoroso.
Pero en las agonías de tener vuelta la mente hacia adentro, las Por el contrario, el desdén por el método utilizado es no-
personas con depresión sólo son peligrosas por lo común para torio en los suicidas que se privan de la vida en ciudades aje-
sí mismas. La locura de la depresión es, generalmente hablan- nas a las de ellos. Un joven ingeniero que tenía poco de vivir
do, la antítesis de la violencia. Es una tormenta, sí, pero una en la ciudad se precipitó desde la parte más alta del entonces
tormenta de tinieblas." hotel Presidente. Cayó en el callejón lateral. Un espacio poco
transitado por su ubicación, generalmente sin luz de solo en-
trada de negocios. Lacaída desde el piso dieciocho y ladimen-
sión del impacto alchocar elcuerpo contra el suelo estaba muy
claro en el suicida. En este caso, como en tantos otros, los fa-
miliares dijeron no conocer los motivos de la decisión de Da-
niel, eljoven ingeniero. Eledificio permaneció pormucho tiem-
po solitario, casi abandonado, hasta que fue comprado por un
banco. El edificio esperó un tiempo, como brindando la opor-
tunidad para otros espíritus inquietos.
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MARloLUGO Detén mis trémulasmanos. Crónicasde suicidios

Según el maquinista Manuel Natividad. Paredes e.l suicida Los suicidas no son, en términos generales, aceptados por la ..
... ~ estaba junto a la vía cuando el ferrocarnl se aproximaba, y Iglesia católica. No se les permite unamisa pública de cuerpo
pese a quese percató de la proximidad delconvoy nose hizo a presente. Posiblemente, si la ntisa quesesolicita es privada, se
un lado, sino que saludó y se inclinó, como esperando a la pueda mencionar el fallecimiento. Laintrontisión en los desig-
muerte. Supongo que Mauro mantenía en ese mome?to. ~na nios divinos por parte de los desesperados, los furiosos, no
discusión final con su doble quién, seguramente, lo mvito a cuenta, de manera alguna, con la aprobación católica. La reac-
terminar de una vez por todas el debate iniciado años atrás, ción en cada sacerdote puede variar según el apasionantiento
cuando se mecía en la parte altadela litera. También creo que, con que el representante de la Iglesia defienda los preceptos.
como entonces, Mauro se resistió lo más quepudo. Pero, yeso Los familiares del suicida normalmente optan por ocultar la
me consta, ya estaba muy cansado, muy tenso. manera en que se dioel deceso para, de un modo un tanto in-
fantil, pretender evitar el rechazo del eventual ingreso a laglo-
ria, o el paraíso, del que se atacó a sí mismo.
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MARloLUGO Detén mis trémulasmanos. Crónicasde suicidios

Cuando llegó el vehículo que conduciría a mi abuelo al ce- La presión social en las mujeres creoque, a pesar del avance
menterio, mi hermana mayor se derrumbó de pena. Tanto ella tecnológico, sigue siendo despiadada. Se les ha integrado a la
como todos mis hermanos, nueve en total, volvimos súbita- vida económica sin haber ocurrido al mismo tiempo unaadap-
mente a la niñez y nosoportábamos laidea deperder para siem- tación cultural en los varones. Asíque en nuestros días el con-
pre al abuelo. Y lo más terrible era la manera en que ocurrió. trol del hogar, en cuanto ejecución de las labores diarias, sigue
Me pregunto ahora dónde quedó su vieja bufanda, el instru- siendo responsabilidad de la mujer y en adición, en virtud de
mento que utilizó para privarse de la vida. En ese momento que el hombre se niega frecuentemente a aceptar los nuevos
más que en ningún otro me reproché el abandono al queconfi- conceptos de familia, lacarga que representa el soporte econó-
né a mi abuelo. Me lo imaginé sentado en su banco durante mico del hogar pasó a ser también responsabilidad femenina.
mañanas y tardes interminables construyendo senderos en el Uno de los problemas que aproxima a la mujer de todos los
suelo con unarama o dibujando con los dedos figuras ininteli- días al suicidio -y también, con más frecuencia de lo que nos
gibles, esperando la noche con la vaga esperanza de que algu- imaginamos, a ser víctima de maltrato o incluso del asesinato-
node aquellos que en ese momento lo llorábamos tan descon- es el shock cultural que representa para la pareja que la mujer
soladamente apareciera para conversar de cualquier cosa. trabaje.
Mientras en las empresas o instituciones donde trabajan
sonpremiadas porrealizar satisfactoriamente sustareas, ensus
casas sonpenalizadas hasta llegar incluso a la violencia física.
El varón, generalmente por inseguridad, y peor todavía si se
encuentra desempleado, es víctima delos celos o desentimien-
tos que, a su parecer, le advierten de la posible pérdida de su
poder, hasta la fecha fuertemente impregnado de machismo.
Las formas tradicionales de entender el amor o las relaciones
en la pareja sacuden laideaidílica, unfantasma que quizá nun-
ca existió, de la familia nuclear. Laidea de la familia nuclear o
fuertemente integrada, integral, se promueve, desde el punto
de vista publicitario, con gran agresividad en tanto se constru-
yen casas cada vez más pequeñas y se reemplaza la mano de
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MARloLuGO Deténmis trémulas manos. Crónicas desuicidios

obra, tanto masculina como femenina, a través de máquinas o


nuevos sistemas de administración que agrandan el problema
delempleo. Se insiste a través del radio y la televisión sobre la
pertinencia de vivir en determinados niveles sociales, el con-
sumo de alcohol, utilización de objetos superfluos a pesar de
que losingresos soncadavez más bajos. Lasituación, por de-
más paradójica, en que se encuentra el discurso oficial, sin
importar su tinte político, que convoca a lo irrealizable mien- El exesposo de María deJesús Rodríguez declaró: hace ape-
tras la realidad, promovida en mucho por el mismo Estado, nas unos meses nos divorciamos debido a que ella trabajaba y
marcha exactamente en dirección contraria. A fuerza de en- fue haciendo muchas malas amistades; nosecomportaba como
frentar conflictos filosóficos, aunque nosean reconocidos como debía hacerlo y hasta llegó a faltar a su casa. María de Jesús,
ti- tales, relacionados con el desmantelamiento de una cultura fa- ama decasay obrera, intentó privarse delavida en tres ocasio-
miliar que languidece, la pareja cae en periodos depresivos nes. Todas las veces utilizó medicamentos. En las tres ocasio-
muchas veces mortales. nes escribió cartas de despedida donde mantenía su posición
de inocencia, con relación a lassupuestas acusaciones porpar-
te de susallegados, encuanto a que era unamujer desobligada
y libertina. Manifestaba también su necesidad decomprensión
y amor a la vez que dejaba constancia de la inutilidad de sus
intentos porencontrar auxilio. Encargaba a sus hijos, una niña
y unniño decuatro y dos años, respectivamente, a un hermano
que vivía en Monterrey, porque siempre había sidomuy bueno
con ella.
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MARIOLuGO Deténmis trémulasmanos. Crónicasdesuicidios

Las mujeres suicidas prefieren la aproximación y, tarde o Si tomamos la propuesta de los psiquiatras radicales, quie-
temprano, el encuentro con la muerte a través de sobredosis nes suponen que la depresión es undesajuste meramente fisio-
con medicamentos. Quizá sirva dealgo una mínima consulta a lógico, entonces la visión romántica de los suicidas se viene
losposibles signos de identificación de estesiniestro proceso. abajo y podremos considerarlos como enfermos que padecen
Estos efectos son los efectos más frecuentes: en primera ins- unmal que puede serdemuerte, como muchos otros; pero que
tancia, del abuso: somnolencia extrema; habla pastosa, des- en el caso de los suicidas, por motivos meramente culturales,
orientación, conducta de borracho sin haber tomado alcohol, se les abandona a su suerte destinándolos a una lucha por de-
respiración lenta, rápida o superficial, pupilas contraídas, ilu- más desigual en laquelaenfermedad lasmás de lasveces sale
siones y alucinaciones, escasa percepción del tiempo y la dis- victoriosa.
tancia, euforia, depresión respiratoria, palidez, apariencia de
desnutrición, somnolencia y/o letargo, locuacidad, irritabilidad,
alteraciones enel ciclo delsueño y vigilia, nerviosismo, acele-
ración del pulso, presión sanguínea elevada. Los efectos de la
sobredosis son menos numerosos pero generalmente fatales:
respiración lenta y superficial, piel húmeda y fría, convulsio-
nes, agitación, fiebre, alucinaciones, pulso débil y rápido. El
dolor y lasconvulsiones generalmente acompañan a todo abu-
so. Finalmente un estado decoma, aunque no seauna constan-
te, luego la muerte.
66 67
M ARIO LuGo
Detén mistrémula.s manos. Crónicas desuicidios

¡ Qué pequeña y frágil es nuestra.vida! iQU~ ínf~mos nue,st~os ¿No habrá forma de auxiliar a estos desamparados? ¿Estare-
impulsos por salvarnos de la fatalidad! ¡Queternble y grávida mos condenados a ofrecer nuestra cuota de suicidas eterna-
la penaque nos corroeel juicio que ya se pierde! ¡Ay, para qué mente?
nuestra soberbia, nuestro inútil conocimiento! ¿Acaso no se
escuchaa la multitud y sus lamentos desdeese lúgubre segun-
do recinto?
68 69
MARloLuGO Detén mis trémulas manos. Crónicas de suicidios

brasmásdensas que la misma oscuridad. Toman relieve, luego


desaparecen.
Apenas c;uza la segun~a cuadray ya se considera perdi-
d~. Busca inútilmente algun signo, alguna persona que lo
onente. Pero a pesar de su empeño la tareaes desalentadora.
Presa d.el miedo, atisba nervioso tras los grandesportones de
las vecI~dades. El mied.o lo incita a correr hasta que se des-
~ ., Mauro teníatressueños recurrentes en torno, según él, a un cubre, vícuma del desaliento, más perdido aún.Al fin decide
., presentimiento. Algo así como una revelación apocalíptica. entrar a una gran vecindad que rápidamente se torna en un
Ahoraque pienso en uno de esos sueños, que lo recuerdo con gran museo. Luego en una pequeña ciudad abandonada den-
más detenimiento encuentro una gran angustia, angustia que tro de la gigantesca vecindad, destruida, con múltiples calle-
no entendí lo suficiente en su momento. El sueño se ubicaba jones y escalinatas empedradas que'en algunos tramos se en-
en el centro de la Ciudad de México, en una de esas casonas o cuentran trazadas a desnivel en una avance hacia una
vecindades antiguas, grises, que seencuentran a espaldas de la profundid~d inexplicable para Mauro. Al bajar por un estre-
catedral. Aunque parece que en el pasado fueron palacetes o cho pasadizo, flanqueado por barandales de cantera al estilo
mansiones, hoyson vecindades en ruinas y por la noche seme- gótico, se encuentra con una indígena sentada a un lado de la
jan refugio de ladrones, prostitutas, mendigos, alcohólicos y, escalinata. La mujer está completamente amarilla tiene a un
en el mejor de los casos, familias de trabajadores en desgracia niño en su.regazo que intenta inútilmente succionar del pe-
que se resisten a vivir en la periferia de la ciudad. Inicia el cho descubierto. Seguramente estámuerta, piensaMauro den-
sueño cuando Mauro camina al anochecer tratando de buscar tro de su estado de angustia. Mauro se acerca a la mujer y
el departamento donde vivió en sus tiempos de estudiante, en confirma que está muerta. Su rostro y las manos yertas no le
la colonia SanRafael. La iluminación quefavorece al Zócalo y dejan lugar a dudas. Cuando se acerca a levantar al bebé en
los edificios circundantes súbitamente desaparece mientras cru- bra:os de~cubre que la ~~biI vida es sólo una ilusión. El pe-
zaexactamente endirección contraria a sudestino inicial, rumbo queno esta muerto tambi én, La mayoría de las veces, cuando
a la parte de atrás de la catedral y la noche avanza con una estaba a punto de despertar, Mauro descubría que el bebé era
rapidez que Mauro no atina a comprender. él. Entonces decidía corrernuevamente. Subía y bajaba escali-
Mauro ve mendigos durmiendo en losquicios de las gran- nata.s. Cruzaba callejones y pasadizos. Saltaba charcos de agua
des puertas de madera de la iglesia. El color pardusco de los pestilente. Luego la ciudad inserta en la gran vecindad en su
edificios, una vez perdida la luz, los convierte en monstruosas sueño, se convertía en unagran casona; comoun museo insis-
construcciones abandonadas. Delos ventanales enrejados cuel- tía durante su angustiada confidencia. Corría entonces entre
gan algunas macetas con remedos de plantas. Al observar cui- estatuas, cuadros de siglos anteriores y muebles antiguos; en-
dadosamente alcanzaba a ver personas que asomaban entre las vejecidos y abandonados. Tropezaba con ellos y sufría mien-
rejasde las ventanas. Una mujer de pelo negro larguísimo. En tras despertaba porque se sabíaperdido, sin salvación.
otra un parde ancianos parecen observarlo. Enotras sólo som-
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MARIO LUGO
Detén mistrémulas manos. Crónicas desuicidios

E I infortunio para los suicidas va y viene sin motivo Mi abuelo se sentó en cuclillas a dibujar caminos en la tie-
discernible para ellos. Es algo así como un fenómeno natural; rra. Con su navaja mohosa de mango blanco señalaba como
frío y exacto en su inminencia. Es incontenible. Se convierten estratega pequeños territorios. A su derecha la puerta de su
en unos pobres infelices cuando repentinamente aparece. La cuartucho daba cabida a una cortina que hacía las veces de
terrible depresión llega con ingratitud, anuncia la muerte. El mosquitero. Apenas ayer, un domingo decalorinfernal, había
mundo entonces se torna extraño, ajeno. Son extranjeros en encalado la fachada de su casa y una alegría inusual en él le
sus vidas. Las ciudades, sus lugares, los desconocen. Los que impelía al orgullo. Como cuando compraba zapatos nuevos a
se atacan a sí mismos se empequeñecen frente al alud que re- mi abuela, o un chal para el frío. Mi abuela murió después de
presenta la desgracia; sin importar sabidurías o ignorancias; unalarga enfermedad unos años antes que él decidiera apresu-
pobrezas o riquezas; bellezas o fealdades. Desesperados se rar el camino. Su orgullo crecía cuando acompañando al salu-
mueven de un lado a otro, cada uno de acuerdo a sus posibili- do matutino recibía la felicitación de los conocidos que pasa-
dades, algunos con rapidez vertiginosa otros con una lentitud ban frente a él.
alucinante, dando tumbos, golpeándose, lastimándose hasta -Bonita le quedó la casita.
finalmente morir. -Adió, ¿tanto así, oiga? -Inquiría.
-Seguro -contestaba el amigo.
La sombra de la pared le daba frescura a sus rodillas y a
sus pies. El sol caíaporlos dedos de suspies que se acomoda-
ban en sus huaraches de tres agujeros. Cuando el sol calaba
sobre sus rodillas se frotaba un poco, como calmando unado-
lencia leve.
¿Quién será ese hombre? -pensó mi abuelo cuando vio
calleabajo a Bernardino que caminaba con un viejo colchón a
la espalda. Desde su sitio mi abuelo observaba el tesón de
Bernardino quien con lentitud penosa, se acercaba. La frente
arrugada del viejo se perlaba de sudor mientras una contrac-
ción nerviosa le torcía la boca mostrando el hueco quedejaron
los dientes perdidos. Cuando mi abuelo descubrió de quién se
72 73
MARloLUGO Detén mis trémulas manos. Crónicasde suicidios

trataba ya Bemardino estaba muy cerca. Mi abuelo se incorpo-


ró como un resorte.
-Hombre, Bernardino, cómo vaya saberqueerastúel que
traía tamaño colchonsote en el lomo.
Bemardino se detuvo tambaleante y dejó caer el colchón
que levantó una polvareda ignorada por ambos. El grueso su-
dor que resbalaba por sus arrugas se confundía con un par de
lagrimones. Con la mano derecha, áspera y nudosa, mano de La comunidad, los reporteros, se habitúan al manejo de es-
soldador, limpió con violencia sus mejillas. Su hermoso cabe- tos casos si se presentan con mucha frecuencia, como tengo la
llo blanco, cortado casial ras, completamente mojado, brillaba impresión queestáocurriendo ahora. Entonces surge el desdén
más aún bajo el sol. por la información y yo como investigador me encuentro con
-Dej é la casa -murmuró mientras mi abuelo levantaba el serias dificultades si no tengo oportunidad de ir a averiguacio-
colchón y trataba de devolver la borra introduciéndola por los nes previas o al registro civil o a los hospitales. Me lleno de
agujeros. cadáveres sinnombres, sinoficios, sinmotivos desencadenan-
Esto se está deshaciendo -dijo mi abuelo sin dejar su tes. Sólo sé que son mujeres u hombres que utilizaron talo
tarea. cual método, queagonizan o que ya murieron; quefelizmente
Bernardino se suicidó, luego de habercomprado las tor- fallaron o que tristemente les favoreció el éxito.
tillas parala comida del día,unos meses después, colgándose
de un árbol del patio de su casa. Mi Abuelo esperó un par de
años más.
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MARIO LUGO Deténmis trémulasmanos. Crónicasde suicidios

compulsivo al grado deabandonarse a esa penosa práctica que


loorilló a permanecer todo el tiempo sentado en una silla espe-
rando la muerte.
Lo que no olvidaré es su cara queparecía solicitar ayuda.
Inerme ante el ataque brutal de su depresión le fue llegando la
incontinencia urinaria, la alta presión, la diabetes y dolencias
en las extremidades que de manera inminente llegaron a
La primera impresión provino de una fotografía donde se inmovilizarlo. Muchas veces, sobre todo después de su muer-
encontraban mi hermano Alejandro con su atuendo de gradua- te, reflexioné sobre labatalla que seguramente estuvo librando
doy mi papá vestido conla sencillez de toda la vida: un panta- cuando menos porun espacio decinco años y mereprocho una
lón caqui y una camisa vieja de franela. Lo que me conmovió y otra vez la ignorancia y desamor queme impidieron brindar-
deesa pequeña fotografía fueel gesto de mi padre. Eralaima- le auxilio. Mepregunto el porquéde lacrueldad de un posible
gen vivade la preocupación y el miedo por algo muy distante juez del azar, delpoder de la naturaleza, o loquehaya sido, en
y, sinembargo, sumamente tormentoso. Ese tipo deculpas que su dictamen frío e inmisericorde, preciso, brutal.
nos vienen de vezen cuando porcausa delremordimiento por
unaacción pasada que no acabamos de perdonarnos.
Un poco después, durante una visita a la casa de mi ma-
dre, LuzElena, unade mis hermanas trajo un montón de fotos
entre las que había una media docena en las que aparecía mi
papá;en algunas acompañado dealguna demis hermanas y, en
otras, de alguno de mis hermanos. El gesto en su cara era el
mismo que vi en las fotos la ocasión anterior. Me mortificó,
meenfadó. Meinspiró cobardía y abandono frente a la vida. O
quizá frente a un enemigo demasiado poderoso quelo acecha-
ba siempre. ¿Qué cosa tan terrible estaba viviendo mi padre
que fue capaz de reducirlo a la casi absoluta pusilanimidad?
El, tan arrogante, tan activo, tan orgulloso todavía unos años
antes de llegar a sus sesentas.
Fue un misterio que jamás pude desentrañar. Su carácter,
aunque nunca fue el deun típico optimista, si eralleno deener-
gía, hasta que en un momento apenas rebasada la barrera de
los sesenta años, se tomó sombrío y apático. Quizá deba decir
sombrío y atormentado. El siempre fueobeso, sinembargo no
fue sino hasta el final de su vida que se volvió un comedor
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MARIOLUGO
77
Det én mis trémulasmanos. Crónicas desuicidios

A partir de ese momento Aristeo se fijo en su mente ator- Josefina, a sus treinta años, rompió nosólo con la tradición ...
mentada la idea de desaparecer. Pasaba largas horas frente a la familiar sino quese enfrentó a la crítica pueblerina cuando al
presa que abastecía a la ciudad. Contemplaba largamente la terminar consumarido, conquien había engendrado una hija,
apacibilidad del agua hasta muy ~vanzada l~ noche. ~ólo cuando y luego decuatro meses deagobio económico, aceptó laoferta
se remitía a los tiempos de su Vida infantil, tan lejanos a~ora, del dueño de una de las tres cantinas del pueblo y se ocupó
lograba partir rumbo a su casa alegre, gratificado. Las mas de como mesera-cantinera. Supuso que después de algún tiem-
las veces esos momento de aislamiento lo llen.aban de cierto po tanto sus familiares como las demás personas conocidas
halo de lejanía, de ausencia. No tardó encomunicar sus,deseos del pueblo acabarían por aceptarla. No sólo no fue así, sino
de muerte a los pocos amigos que frecuentaba: ~o hacía entre que inclusive los varones se solidarizaron, hipócritamente la
borrachera y borrachera. Sus llamados de auxilio .fueron c~n­ mayoría de ellos, consuspadres. Al paso del tiempo Josefina
siderados como excentricidades. Sin embargo la Idea SUICida inició relaciones con unfuereño que permaneció enel pueblo
se había instalado pesadamente en su espíritu. por algunos meses para luego quedar nuevamente al garete.
Su situación, como es fácil de entender, se tornó más y más
difícil. Jorge, un amigo de la infancia, parecía ser el único
que desinteresadamente intentaba apoyarla cuando menos en
el sentido moral. El domingo de la tragedia Jorge la invitó a
tomar una copa en un balneario cercano al pueblo. Después
de tomar algunas cervezas Jorge la invito a tener relaciones
en un motel localizado a un lado de la carretera. Para Josefi-
na fue como un shock. Repentinamente se sintió acorralada
por unasituación que venía viviendo porespacio de casi dos
años. A pesar de la negativa de la mujer, Jorge, ya en camino
supuestamente a la casa de Josefina, se introdujo al hotel y
prácticamente la obligó a tener relaciones, aunque lo negó
durante losprimeros interrogatorios. El resultadodel médico
que practicó la autopsia dijo haber encontrado semen en la
vagina de la suicida.
78 79
MARloLuGO Deténmistrémulasmanos. Crónicasde suicidios

Las declaraciones deJorge, casado y con tres hijos, hicie-


ron saber lo siguiente: Josefina llevaba varias semanas muy
deprimida yél intentó consolarla. Poco antes deentrar al motel
se detuvieron a un lado de la carretera para platicar un rato por
que ella se sentía muy angustiada y le hizo saber que muchas
veces había pensado mejor en matarse, pero que no lo hacía
porque tenía miedo dejar sola a su hijita. Según Jorge, intentó
convencerla de lo bonito queeravivir y le ratificó lo triste que N O sé si Dante Alighieri compartía la superstición de los
sería que dejara a su niña. Josefina lloró desconsoladamente números cabalísticos o asociados con la fata lidad o la mala
paraluego guardar un larguísimo silencio. Él intentó reiniciar suerte; pero no deja de intrigarme que sea el canto número
el escarceo amoroso pero Josefina le dijo que la esperara un trece el dedicado a ocuparse de los suicidas y que sea el sépti-
momento. Como en un sueño, ella apareció de pronto en el mo círculo a donde confine a esos infortunados.
motel y en otro movimiento brusco de su pesadilla Josefina
echó a correr por media carretera en dirección frontal a los
vehículos que seacercaban a gran velocidad yaque lahora, las
ocho treinta de la noche, erala usual en quelos paseantes vol-
vían al pueblo. Jorge intentó detenerla cuando una pick up la
zarandeó violentamente. Enel momento queotro automóvil la
atropellaba Jorge emprendió la huida. Ella ya se quería morir,
señaló finalmente el interrogado.
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MARiO LuGo Detén mistrémulasmanos. Crónicas de suicidios

La ruindad humana en ocasiones no tiene límite. Hay quie- Don Enrique caminaba bajo el lacerante sol veraniego rum-
nes aprovechan la frecuencia de los suicidios para ocultar crí- bo a la casa de su hijo Gabriel, el primogénito de los tres que
menes. Al final de octubre de 1986 José Quiñones amaneció había engendrado consucompañera detoda la vida, muerta un
muerto en su celda, presumiblemente ahorcado con su propia año antes. Mientras caminaba con paso lento, a sus sesenta y
camisa, después de haber sufrido una crisis nerviosa debido a cinco años, ya había perdido del todo su gusto porlascamina-
su reciente encierro. Lapresunción dequehabía sido un suici- tas largas, pensaba en la distancia tan grande queexistía entre
dio, que tuvo como motivo desencadenante la reacción él y su hijo. Recordaba el egoísmo mostrado por su vástago
carcelaria, no fueaceptada porsus familiares. Elcrimen nunca desde muy temprana edad. Ensayando, mientras avanzaba por
se esclareció del todo a pesar de los esfuerzos de familiares y callejones, la manera en que pediría un poco de dinero a Ga-
amigos, quienes declararon una y otra vezque la muerte ha?ía briel. Jamás seimaginó que llegaría a solicitar ayuda hasta para
sido resultado de la violencia ejercida durante la aprehensión lacomida del díasiguiente. Pero ya sehabía reprimido el tiem-
de José pormiembros de la policía. po suficiente y después de varios días de pensarlo lo decidió.
.Sentía el sudor resbalar porsufrente y la humedad de lapalma
de su mano sobre el viejo bastón de madera.
Cuando al fin tocó lapuerta de lacasa de. su hijo, sudeter-
minación de pedir ayuda había desaparecido. Su nuera abrió
sin sorpresa la puerta y llamó a Gabriel a gritos, de manera
malhumorada. Este apareció encamiseta y loinvitóa pasar. Le
ofreció un vaso con agua y leinquirió respecto al "milagro" de
su visita. El viejo, aún jadeante, le hizo saber que sólo pasaba
por ahí y decidió llegar a tomar un vaso con agua. Conversa- /
ron brevemente sobre la posible fecha de alumbramiento de la
esposa de Gabriel para luego caer en un larguísimo silencio.
Sinesperar demasiado, don Enrique se incorporó y anunció su
retirada. El hijo no atinó a reprochar la brevedad de la visita.
Don Enrique se reincorporó a la larga caminata de retor-
no. Confirmó la inutilidad de continuar viviendo. Se reprochó
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MARIO LUGO Detén mis trémulas manos. Crónicas desuicidios

su torpeza y su impertinencia al visitar a su hijo. Sacó su pa-


ñuelo durante una pausa en el camino. Al llegar al cuarto don-
de vivía se desplomó en una vieja silla de madera conrespaldo
de ixtle. Luego se incorporó para buscar en un arcón que se
encontraba a un lado del camastro. Con toda paciencia sacó
uno a uno los objetos viejos: camisas, pantalones, cinturones
viejos, unparde vestidos; algunas cartas conremitentes y des-
tinatarios escritos con letra garigoleada que no se ocupó en Es muy difícil obtener conclusiones encuanto a ladepresión
leer, hasta que finalmente logró encontrar un revólver calibre y el suicidio. Heaquí algunas concierto grado decerteza: aun-
38. Después de examinarlo cuidadosamente metió su mano que se sabe que la mayoría de los suicidios provienen de las
temblorosa hasta el fondo del baúl en busca de las semillas de depresiones, lasestadísticas oscilan desde untres hasta undiez
muerte. Encontró cuatro. Colocó con serenidad cada una de porciento deincidencias enlas poblaciones citadinas. Las con-
las balas yjugueteó unpoco conel cilindro de la pistola, luego diciones de insuficiencia afectiva en la niñez seconsideran un
se la introdujo en la boca. Enseguida disparó. factor determinante en la tendencia al suicidio. La mayoría de
Gabriel, su hijo, asícomo susdos hijas, dijeron ignorar el las opiniones en cuanto a la ocurrencia de los suicidios indica
motivo de la fatal determinación. quese da más en la gente sola. Quiero aclarar que con base en
el análisis de los suicidios ocurridos durante los años ochenta,
en la ciudad donde vivo, los resultados que he obtenido indi-
can lo contrario.
Algunas opiniones proponen que los suicidios ocurren
durante la primavera y el otoño. Coincido en cuanto a la pri-
mavera, pero yo incluiría al verano en lugar del otoño. Tengo
incluso la impresión que se dan más durante el verano por lo
largo de los días, pero definitivamente no consideraría al oto-
ño,estación a la que parecen evitar los suicidas, como si cono-
cieran la fantasía dantesca.
El suicidio consumado definitivamente es más común en
losvarones y ocurren con mayor frecuencia entrelos jóvenes y
los viejos. Aunque se dice que el suicidio se da con igual fre-
cuencia entre ricos y pobres, hay experiencias donde se locali-
zan con mayor frecuencia en la clase media y baja. ¿Cuántas
conclusiones se pueden aventurar? ¿Cuántas variantes de una
población a otra, de un periodo a otro pueden encontrarse?
Desgraciadamente creo que son incontables. El problema del
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MARloLuGO Deténmis trémulas manos. Crónicas desuicidios

suicidio, su complejidad, estoy seguro que hasta la fecha ha


excedido nuestra capacidad para controlarlo. Quizá ayudaría,
en cada población, un centro que contara con un grupo multi-
disciplinario de atención urgente para el suicidio, con servicio
las veinticuatro horas, pero de verdad. ¿Ayudaría?

Hay un misterio que estamos muy lejos de desentrañar: el


suicidio en los animales. Hace algunas decenas de años el auto
sacrificio, le llamaremos así aunque sepamos a ciencia cierta
muy poco acerca del fenómeno, de decenas de ballenas en di-
versas playas del mundo que alertó a la población interesada
sobre el significado de este hecho. Difícil es imaginar que en
la vastedad acuosa, bullan impulsos que a nosotros desgracia-
damente nos son tan familiares; esto a pesar de que en mucho,
según algunos evolucionistas, nuestra vida proviene del mar,
nada nos es tan ajeno como la muerte entre los peces. La ago-
nía en ellos mucho difiere de la nuestra. Su muerte es profun-
damente silenciosa ya que aún en los últimos momentos, la
ondulación violenta de sus movimientos los hace morir con
una dignidad extraña. El único rasgo ancestral, símil con la
cobardía del hombre, es suorificio bucal. De sucondición nor-
mal, de su forma constante, degenera en un hocico anhelante
de una misericordia extraña para nosotros. Mientras una sacu-
dida y otra y otra más tratan de espantar a la muerte. Única
muerte de lo que para nosotros sería hartazgo, exceso de vida,
de oxígeno. A ellos se les privó del gemido y del habla, las
lágrimas, los sueños y toda comunicación. El suicidio de las
ballenas es sórdido, injusto, brutal.
T

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M ARIO LUGO Deténmis trémulas manos. Crónicas desuicidios

-t..:l María Luisa, después de ingerir todo el frasco de barbitúri- Parece ser que la imitación es muy frecuente en los casos de i:
cos, sintió que sucuerpo, casi imperceptiblemente, perdía poco suicidios muy publicitados ya que logra acelerar las determi-
a poco su gravidez normal. Toda ella desaparecía con una naciones de quienes lo han intentado con anterioridad. El mis-
inminencia angustiosa. Ante la grandeza, el encanto de la os- mo efecto maligno aparece en quienes ha prendido la idea por
curidad se fue elevando hacia el cielo. Luego llegó un dolor algún desajuste emocional o, bien, cuando se encuentran ex-
terrible en el estómago, sus gritos inexistentes para quien dor- puestos a conflictos con su medio social. Rubén Terán de die-
mía a su lado parecían explotar en su pecho. Sucuerpo se rom- cinueve años, presunto suicida por imitación, se dio un tiro
pía en pedazos entre las estrellas, las galaxias, el infinito. Fue luego de leerunpardedías antes la noticia, extendida profusa-
entonces cuando llegó la absoluta oscuridad. mente y con un marcado tinte amarillista, acerca del suicidio
de otrojoven de su misma edad, según aseguró la madre. Tal
parece ser que la noticia impresionó vivamente a Rubén ya
que las características del conflicto coincidían mucho con las
suyas. Lamadre del segundo suicida, aunque experimentó cierta
preocupación cuando su hijo le hizo saber quesi nose compo-
nían lascosas haría lo mismo, decidió dejar de lado la preocu-
pación hasta dos días después enqueescuchó el disparo, mien-
tras planchaba en la habitación contigua a donde ocurrió la
tragedia.
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MAR IO LuGo Detén mistrémulasmanos. Crónicas desuicidios

Así como ocurren olvidos que los estudiosos consideran Manuel, carnicero de oficio, de cuarenta y cinco años, se j~
subconscientemente voluntarios, algunos decesos mueven a la disponía a cerrar su pequeño negocio al atardecer de un vier-
creencia de una oscura intencionalidad o bien a una abierta nes. Su local se encontraba en un poblado aledaño a la ciudad.
tendencia suicida. Los casos más comunes son los provenien- 1.:1 distancia que separaba ambos lugares no llegaba a los cin-
tes del alcoholismo. Se pueden mencionar de aquellos alcohó- cuenta kilómetros. Por causas todavía inexplicables Manuel
licos queenataques, o conactitudes autodestructivas, seexpo- decidió, momentos antes decorrer lacortina metálica, guardar
nen al peligro en cualquiera de las muchas modalidades, en la hendidura entre su pie derecho y la bota vaquera uno de
incluido el ingerir licor en cantidad suficiente como para pro- loscuchillos que pensaba llevar a su casa. Parece ser que que-
vocar congestión, la precipitación al vacío, exposición a la ve- ría evitar traer en la mano, al descubierto, el cuchillo carnice-
locidad sin control, los atropellamientos, peleas a muerte o sen- ro. Cuando se disponía a retirarse llegó una vecina del lugar a
cillamente, como producto de la embriaguez, ahogarse en su hacer un último pedido, motivo porel cual Manuel se demoró
propio vómito. unos minutos más moviéndose de unlado a otro del local. Una
Esta disposición aparentemente norelacionada con el sui- vez terminada su tarea, mientras se dirigía a su pick up, sintió
cidio propiamente dicho se puede extender hacia conductas un extraño chapaleo en el pie derecho, donde se había guarda-
más sutiles o cándidas pero igualmente fatales. Como el caso, do el arma. Sacó el cuchillo y se descubrió el pieensangrenta-
un tanto cómico si no fuera macabro, de un hombre de cin- do por varios cortes que le causó su herramienta de trabajo.
cuenta años que caminaba, alcoholizado, por uno de los ba- Alarmado al ver su herida subió lo más rápido que pudo a su
rrios bajos de laciudad acompañado de otros dos en igual con- vehículo y se dirigió a toda velocidad a la ciudad cercana con
dición y que, mientras éstos se detenían a orinar cerca de un objeto de llegar a un hospital lo antes posible. Unos minutos
poste de energía eléctrica, continuó trastabillando hasta cacr más tarde seencontraba en la saladeemergencias esperando a
sobre un pequeño charco y murió ahogado. La noticia en el ser atendido mientras su cuerpo yaexperimentaba los estragos
periódico señalaba en el titular: murió ahogado en un charco por la pérdida de sangre. Manuel fue operado a la mayor bre-
de quince centímetros. vedad, pero no fue posible salvar su vida ya que el arma había
atravezado venas y arterias importantes, hecho queaunado a la
pérdida de sangre, le provocó la muerte.

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MARIO LUGO Detén mis trémulasmanos. Crónicas desuicidios

cuerpos no se descomponen tan drásticamente si los compa-


ramos con aquellos que utilizan otros métodos.
Otro hecho que puede trivializar el manejo de informa-
ción en cuanto a los suicidios es el necesario entrecruce de
todos los intentos de suicidio que sí culminan. Es decir, la de-
presión y la insuficiencia afectiva, más contundente la primera
que la segunda, como elementos constantes en todos los casos.
Los accidentes, así como las tragedias, son fáciles de con- La monotonía, la repetición, deshumanizan el manejo de in-
vertirse enestadística y portanto perder ladimensión humana. formación claramente desdeñada por nuestras comunidades.
En última instancia casi todos losactos se pueden convertir en Entre tanto, los individuos amenazados siguen sucumbiendo,
números. Todo se puede reducir a unos cuantos elementos des- en la mayoría de los casos, sin auxilio.
provistos de emoción.
Los suicidios con arma de fuego sólo pueden realizarse
de unas cuantas maneras: un tiroen la sien, ya sea la derecha
o la izquierda; un tiro en la boca o el paladar; un tiro en la
frente; un tiro en el corazón. Lo demás son variantes tan pe-
queñas que resultaría enfermizo el detalle. Los suicidios bá-
sicamente pueden ocurrir de siete maneras: 1). Con arma de
fuego. 2). Exceso de fármacos, quepueden ser muy diversos.
3). Precipitación o inmersión, incluye los atropellamientos,
lanzamientos desde la altura o desde vehículos en movimien-
to en el caso de las precipitaciones. En cuanto al segundo de
éste mismo grupo se divide en dos: los que voluntariamente,
caminando o corriendo, se hunden en el agua y los que se
lanzan desde una protuberancia, sea natural o construida. 4).
Los realizados con arma punzo cortante, ya sea por penetra-
ción o incisión. No hay muchas variantes ya que el ataque
puede ser dirigido a la yugular, las venas del pulso de las
muñecas o el corazón. 5). Los que utilizan las sustancias quí-
micas, desde insecticidas, raticidas, arsénico, estricnina, et-
cétera. 6). Los ahorcamientos, donde generalmente se utiliza
unacuerda, un alambre, un cableo un cinturón y 7). La utili-
zación de gas, recurso muy socorrido por las mujeres y los
enamorados. En general por su carácter idílico y porque los
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MARloLuGO Detén mis trémulasmanos. Crónicasde suicidios

a todos que olvidáramos la triste determinación del abuelo y


n~s concent~os ensus buenas obras pasadas. Nopude evitar
mirarlo con iroma a pesar delasolemnidad del momento. Pero
él estaba demasiado abstraído ensu discurso. Me despedí de la
cara delabuelo y confirmé mi visión anterior: un niño cruel lo
había desgarrado y unas manos inexpertas, sin tratar de devol-
verle la vida, lo remendaron como a un muñeco viejo.
Dentro del páramo de miseria económica en que crecí, mi
abuelo fue siempre unoasis deamor y equilibrio. Mientras nos
dirigíamos a la iglesia deCristo Rey a celebrar la misa decuer-
po presente recordaba su paciencia y creatividad dentro de la
pobreza en que vivíamos. No sé por qué vino a mi memoria
aquel tiempo cuando se esmeraba por llenar el espacio infan-
til; no sólo el mío sino el de todos mis hermanos. Como aque-
llas ocasiones en que improvisaba juguetes con los materiales
más disímbolos: pelotas de trapos viejos, vehículos con obje-
tos de cartón o madera, trompos, papalotes. Artículos que a
nosotros nos parecían como surgidos de unas manos mágicas,
milagrosas. Recordaba también sus tiempos de combatividad
política. Me veía cabalgando en su todavía poderosa espalda,
en franca huida de los policías después de una manifestación
abruptamente interrumpida. Llegaron a mis oídos nuevamente
sus palabras inolvidables ofrecidas a un espíritu infantil: Vá-
monos a Cuba. No vivió lo suficiente para vivir desengaños
políticos, pero sí para experimentar elabandono; nuestro aban-
dono. A las puertas de la Iglesia measaltó el temor, probable-
mente compartido por mis hermanos, de que el sacerdote no
aceptara el cuerpo de miabuelo enla misa. Pero nocontaba yo
con que una de mis hermanas, quien se encargó de los trámi-
tes, ocultara la naturaleza del deceso.
Loenterramos en el panteón Tepeyac, a unos cuantos pa-
sos de donde, años atrás, sepultáramos a mi padre. Mi herma-
no mayor agradeció a los asistentes la generosidad de haber-
nos acompañado e intentó una defensa absurda del abuelo. Pidió
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l\.IARIO LuGO Detén mis trémulas manos. Crónicas desuicidios

cineencontraron la casasilenciosa y a oscuras. Cuando la ma-


dreintentó entrar a su recamara laencontró cerrada pordentro.
Sin poder evitar el presentimiento de peligro pidió ayuda a su
esposo para forzar la cerradura. A pesar de que la acción se
llevó a cabo con rapidez, las dificultades para abrir continua-
ron debido a que el cuerpo de Daniel, ya sin vida, impedía el
acceso. Cuando presenciaron el macabro hallazgo la sorpresa
Daniel reprimió durante su corta vida, dieciocho años, im- fue mayor. Daniel seencontraba semidesnudo. Vestía unas pan-
pulsos que jamás pudo eliminar. A una edad demasiado tem- taletas y unos zapatos de tacón altode su madre y sucaraesta-
prana descubrió que sus sentimientos estaban prohibidos. Se basobremaquillada. Eltinte labial que desbordaba las comisu-
estremecía con las declaraciones, primero de su padre y des- ras y las huellas del rímel derramado por sus mejillas ofrecían
pués de sus compañeros de clases, en relación a las personas un espectáculo tristemente festivo. Durante las declaraciones,
como él. Aprendió poco a poco el arte de la simulación, del los padres de Daniel señalaron quedesconocían las tendencias
ocultamiento. Llegó, incluso, a perseguir de manera intoleran- homosexuales en su hijo; pero admitieron que durante su ni-
te a otros jóvenes en los que reconocía impulsos, comporta- ñez, Daniel presentaba problemas emocionales con cierta fre-
mientos que él se esmeró en mantener en la oscuridad con tan- cuencia.
ta destreza.
Daniel optó en sucorta vida porel amor y la aceptación de
sus padres. Sin embargo, al llegar a la mayoría de edad, se
descubrió infeliz y para colmo de males enamorado, presa de
unapasión que el consideró malsana. Según los padres de Da-
niel, al entrar a la preparatoria sucarácter afable se transformó
en otro taciturno y grave. A diferencia de los demás jovenes,
Daniel se recluía los fines de semana en casa y se esmeraba
por atender las mínimas ocupaciones caseras que le eran soli-
citadas.
Unos meses antes de su muerte tuvo un cambio de carác-
ter pordemás radical. Pasaba con mucha facilidad dela alegría
a la euforia e incluso llegó unpardeocasiones ebrio a sucasa.
Luego pasó nuevamente a su comportamiento habitual, unas
semanas antes del deceso.
El sábado por la tarde que se quedó solo en casa decidió
colgarse de la perilla de la puerta en la recámara de su madre.
Ese mismo día por la noche, cuando sus padres volvieron del
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MARloLUGO Detén mis trémulasmanos. Crónicas de suicidios

p-'" José Ángel de veinticuatro años, recluso de la Penitenciaría T odas lasnoches, y principalmente los fines de semana, mi-
del Estado, intentó suicidarse provocándose tres heridas pro- les de hombres y mujeres en nuestras ciudades se reúnen a
fundas con un picahielo. El detalle que más intrigó a las auto- buscar unencuentro, muchas veces terminal, conla muerte. El
ridades fue la manera en que pudo ser introducida el arma al elíxirdiabólico, aunado en ocasiones a drogas yestupefacien-
penal. José Ángel declaró que deseaba privarse de la vida de- tes, es el alcohol. Los mensajes que intercambian entre sí los
bido a que se encontraba condenado a treinta años de cárcel y infelices convocados tienen que vercon remedos de manifes-
no soportaba el encierro. José Ángel se atacó con el arma en taciones de amor o amistad; pero al final de la juerga, la vio-
presencia de su compañero de crujía, un reo llamado Ramón. lencia generalmente proviene de familiares o amigos. Las re-
Este declaró que nohabía notado ningún comportamiento raro uniones pueden darse en cualquier lado: en el hogar, en las
en su compañero pero que en la fecha del atentado, porla no- calles, en lugares de esparcimiento o en espacios específica-
che, mientras dormía plácidamente lo despertó unquejido que mente diseñados para esefin. Las personas están perfectamen-
de no ser tan cercano no le hubiera puesto atención. Ramón te conscientes de que la tragedia merodea cada acto; pero es
tuvo oportunidad de ver cómo José Angel se penetraba la re- como unjuego ampliamente aceptado. Es eljuego del peligro,
gión abdominal porsegunda y tercera ocasión. Al verlo ensan- de la muerte.
grentado y conel picahielo aún dentro, solicitó a gritos ayuda.
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MARloLUGO Deténmistrémulas manos. Crónicasdesuicidios

El dolor que suponemos insoportable en un ser querido ali- Los suicidios colectivos en los seres humanos son los actos
menta los impulsos suicidas. Padres que asesinan a sus hijos criminales más polémicos de entre los intentos de violentar la
para luego quitarse la vida y el fenómeno contrario, hijos que naturaleza o los designios divinos, esto último si pensamos en
asesinan a sus padres para luego suicidarse como si esa rela- lasreligiones deoccidente. Los convocados a morir seencuen-
ción simbiótica justificara los actos. En la mayoría de los ca- tran convencidos de que el mundo vive en un error tal que no
sos los suicidas se llevan cónyuge e hijos para emprender ese vale la pena intentar la redención. Es muy difícil sostener en
viaje en compañía, no siempre con la conformidad de los ase- estos casos quela soberbia y una suerte demenosprecio porlas
sinados, a quienes tanto amaron en vida. posibilidades de"salvación" delos demás son inexistentes fuera
de la secta, yaque seencuentran generalmente guiadas porcon
un poder excepcional deconvencimiento. Aquellos quese sui-
cidan en grupo, al amparo de una doctrina de salvación exclu-
siva para los oficiantes, sacude dramáticamente las teorías de
la siquiatría queatribuyen los suicidios a malfuncionamientos
de tipo orgánico porlainexistencia detalo cual sustancia enel
cerebro. Aquí sale victoriosa la idea que supone quelos inten-
tos suicidas, consumados o no, provienen fundamentalmente
de causas sociales y culturales. El núcleo que mueve al suici-
dio está en las relaciones sociales; no es un impulso que se
pueda localizar en losorganismos. El levantamiento de los in-
dígenas del estado de Chiapas, que decidieron enfrentarse al
enemigo con imitaciones de fusiles hechos de madera ¿puede
considerarse suicida? ¿Puede considerarse a esaguerra un sui-
cidio colectivo? ¿Puede diagnosticarse un problema de depre-
sión psicológica en cada uno de esos indígenas dispuestos al
sacrificio?
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MARIO Luoo Deténmis trémulasmanos. Crónicas de suicidios

¡ Ay, los larguísimos días de los suicidas! Nada vale la pena. El jugador de la ruleta rusa supone que Dios evitará en el
Buscan la llegada dela noche como siéstanofuera, como para último momento el funesto desenlace. Como un hijo engreído
todos nosotros, el destino final, eterno. ¡Oh ironía, santa iro- buscauna prueba de amor de su padre, remite al todopoderoso
nía, como silaoscuridad noestuviera siempre acechante! Como la decisión final. Pero Dios noescucha los ruegos de los suici-
si el apresuramiento con el que transcurre la vida no fuera su- das. Ante el girardelcilindro del revólver y el llamado angus-
ficiente, los suicidas deciden adentrarse conunaurgencia inex- tioso del jugador, Dios esta ausente. Sólo existe el disparo y
plicable. i Ay, la luzdel sol, cuánto lastima! unacabeza que se sacude.
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MARIOLUGO Detén mis trémulas manos. Crónicas desuicidios

Hace un par de semanas vi a Marcelina que esperaba el Seguramente Durkheim no se refería a cambios económicos 11
camión. Es una mujer de mediana edad, morena y muy del- como losquese viven contanta frecuencia hoy en díaentre las
gada. Vestía de luto, quizás desde la muerte de su padre familias de laclase media cuando pierde el empleo eljefe de la
Bernardino, ocurrida hace ya tres años, no ha dejado de usar- casa de manera temporal, sino a la bancarrota y a la ruina, o
lo. Tuve oportunidad de acercarme lo suficiente para verle el quizá a las grandes depresiones económicas que de cuando en
rostro. Manifestaba una lejanía extraña y una melancolía in- cuando padecen los países y queconducen a tantas personas al
soportable. Larecordé como aparecía en la foto en el periódi- suicidio. Sinembargo, para David bastó que unos ligeros apu-
co, abrazada al cadáver de Bernardino quien todavía colgaba ros en laeconomía familiar obligaran a vender unodelos auto-
del árbol. Supe por mi madre que la viuda de Bernardino no móviles de la familia y que un domingo su padre se negara a
había resentido la muerte de su compañero. No sóloeso, sino prestarle el único disponible para salir a pasear con susamigos
que ocurrió como con muchas otras personas cuando enviu- paraque, enfurecido, buscara en elcIoset de la recámara pater-
dan, ganó cierta energía. Se revitalizó. Mi madre me lo hizo na la pistola queseconservaba supuestamente paraprotegerse
saber a su modo: Si vieras que bien come la viejita. No oye de la delincuencia -costumbre muy extendida en muchos ho-
casi nada; peroeso desde antes de enviudar. Ahora está llena gares-, la tomara y se diera un tiro en la sien derecha.
de vida y habla bien recio.
Marcelina, porel contrario, a todas luces perdió mucha de
su alegría. La vi subiral camión con una solemnidad queno le
conocía, mirando siempre hacia adelante. Hacia un horizonte
seguramente sombrío.
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MAAIO Luoo Detén mis trémulasmanos. Crónicas desuicidios

Los métodos utilizados por los suicidas también están suje- El maestro Morales, quien impartió clases durante veinti- ~'
tos, como tantos otros objetos tocados porlas veleidades de la cincoaños enescuelas primarias, dejo desentir interés porsus
vanidad, a la moda. Por ejemplo, en los sesentas los bonzos alumnos y la rutina que en susprimeros quince años de docen-
pusieron de moda el suicidio pormedio de laautoincineración. cia le llenó de satisfacciones. La estrechez económica contri-
El procedimiento utilizado era prácticamente un ritual: se co- buyó un tanto a su desinterés por el trabajo. Poco a poco sus
locaban a mitad de lacalle o enel centro de la plaza y se senta- ausencias de la fuente de trabajo, en un principio del conoci-
ban en una posición típica en el yoga; después de bañarse con miento de su esposa, se fueron haciendo más frecuentes. Con
gasolina o algún otro combustible, encendían un cerillo y se el menor pretexto abandonaba el aula para deambular por el
prendían fuego. Lamayoría de lasveces el acto secometía con centro de la ciudad. El bullicio de los chiquillos, tan familiar
talrapidez y precisión que eramuy difícil evitarlo. Enaquellos paraél que hasta disfrutó y que en el peor de loscasos le pasa-
románticos días muchos jóvenes arrastrados porlaefervescen- ba desapercibido, ahora lo exasperaba. El olor típico de los
cia política e ideológica seautoinmolaban imitando la modali- salones de clases, mezcla de residuos de gis, grafito de los lá-
dad introducida por los ascetas, como una forma de revelarse pices, el sudor y el olora encierro entre niños llegó a causarle
contra la violencia. Era, paradójicamente, una forma de buscar repugnancia. Su actitud de desgana frente a la vida en general
la paz en el mundo que logró violentar muchas conciencias. se convirtió en un problema familiar. Los intentos de cambiar
Pero los métodos fatales, que llegaron para quedarse han se- de ocupación, orientados la mayoría de las veces a tareas de
guido siendo, pormacabro orden deantigüedad: el ingerimiento ventas de los artículos, más disímbolos no lograron entusias-
de venenos, el ahorcamiento y la utilización de armas de fue- mar al profesor.
go. La utilización de armas punzocortantes, exceptuando el Suesposa, también maestra, prácticamente lo obligó, des-
corte de las venas del pulso, sigue siendo la expresión más pués de ensayar otras medidas, a consultar un psiquiatra. Sin
bestial del autosacrificio. resultados satisfactorios quele ayudaran definitivamente a sa-
lir de su largo período depresivo, fuera de los estados de
apacibilidad que angustiaban igualmente a su mujer, y que en
el profesor tenían efectos de rebote que lo convertían en una
persona hiperagresiva.
La vida del matrimonio Morales, sin hijos después de in-
numerables esperanzas rotas, se convirtió en uninfierno silen-
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MAR loL UGO Detén mistrémulasmanos. Crónicas desuicidios

I
cioso hasta que un martes dejunio, cercano al cierre del perío- 1.
do escolar, el profesor se despertó de un humor alegre, excep-
cional en él. Suestado deánimo contagió a sucompañera quien
se despidió de él a las puertas de la escuela.
Por la noche del mismo día cenaron con entusiasmo y se
comentaron los sucesos de rutina para luego retirarse a des-
cansar. El maestro sufría dedispepsia, se despertaba casi todas
las noches y salía de la recámara rumbo a lacocina para tomar Cada año, en Navidad, nos reunimos toda la familia en casa
un poco de agua o algún antiácido. Su compañera sintió incor- de mi mamá. Como tantas otras familias nos divertimos y nos
porarse al hombre y dejar la cama pero supuso que era la mis- sorprendemos de cómo nuestro grupo crece cada año. Los so-
masituación de siempre. Cuando el profesor Morales volvió a brinos corren de un lado a otroy los gritos y las risas nos brin-
la cama se mantuvo casi en la orilla como tratando deevitarel dan el placer de sabemos vivos. Ratificamos nuestras inten-
contacto con su mujer. Ella en sueños lo escuchó quejarse un ciones de no dejamos de ver, de no perder contacto, aunque
poco y le preguntó si le dolía. El hombre no contestó. Como sea telefónico. Redescubrimos el amor quesentimos unos por
era su costumbre, la mujer trató de pasar la mano por encima otros y reconocemos que cada uno de nosotros, sin importar
de su compañero con la intención de abrazarlo sóloparaestre- nuestros errores y defectos, nos necesitamos. Deseamos seguir
mecerse del horror al sentir el mango de un cuchillo cebollero disfrutando de lavida. Ya avanzada la noche, enocasiones casi
incrustado en el pecho de su compañero de toda la vida. El de madrugada, recordamos al abuelo y a mi papá y sufrimos
profesor Morales llegó al hospital de laCruz Roja todavía con por su partida. Aveces lloramos y muy en secreto nos prome-
vida, pero no por mucho tiempo. temos íntimamente no utilizar la misma puerta.
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MARloL UGO Detén mis trémulas manos. Crónicas desuicidios

gaba; pero su decisión ya estaba tomada. Una ligera llovizna


se confundió conlaslagrimas delsuicida. Trató de incorporar-
se para efectuar el salto tantas veces imaginado. No fue sino
hasta untercer intento que logró saltar con unmovimiento gro-
tesco hacia el agua. Efectivamente el agua estaba muy fría.
Mientras se hundía pensó en su empecinamiento desde la ni-
ñez en negarse a aprender a nadar. Abrió los ojos ¿olas tuvo
Aristeo escogió el mes de abril, un par de semanas antes de abiertos todo el tiempo?, e intentó con un esfuerzo desespera-
" Semana Santa. Un jueves, pasadas las once de la noche. La do e inútil salir de la fría oscuridad. Como en sus últimas no-
decisión fue tomada cuidadosamente, sin tragedia, hasta pu- ches de angustia, nadie estaba ahí.
diera decirse queconcierto gozo un poco triste. Como si fuera
una más de sus encomiendas de trabajo visitó el lugar de su
futura muerte y seleccionó la manera en que se hundiría en el
agua. Supuso que la presa estaría en calma y que su cuerpo
caería como cae un clavadista en una modesta acrobacia per-
fecta y silenciosa. El transito hacia el lugar, entre traqueteos y
polvo, distó mucho de una experiencia apacible. El camino de
terracería aunque sólo era de algunos kilómetros y lo había
recorrido en tres ocasiones, el día de su muerte parecía más
accidentado que nunca.
Al llegar a la orilla, después de bajar cuidadosamente la
pequeña embarcación dela pick up, caminó hasta sumergir los
pies en el agua: estaba muy fría. Empujó la lancha y luego
trepó con dificultad en ella. Una vez instalado cogió el par de
remos tratando de alejarse delaorilla. Un oleaje que escamaba
el agua loobligó a descubrir uncielo enel que las estrellas, tan
numerosas como jamás lashabía visto en su vida, parecían un
hervidero de pequeñas señales. No pudo evitar una súbita ale-
gría. El movimiento brusco de la nave lo hizo volver la vista
hacia la violencia acuosa; en un abrir y cerrar deojos el viento
había convertido a las ínfimas escamas en un oleaje que sacu-
día la mínima embarcación. Con una rapidez inusitada Aristeo
seencontraba yamuy lejos delaorilla. Porun momento, Aristeo
imaginó a un animal prehistórico iracundo sobre el quecabal-
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M ARIO LUGO Detén mis trémulas manos. Crónicas desuicidios

S onlasdiez y media de la noche. Camino porel centro de la Señor, derrotado ante tanta desgracia, me acerco a ti para
ciudad. De vezen cuando una amorosa pareja se cruza en mi rogarte por todos nosotros. Señor, tú mejor que nadie sabes
camino diciéndose no sé que cosas. Algunos edificios som- que no hay en nosotros soberbia o deseo de prevalecer sobre
bríos me anuncian ese otro paraje donde se urden desenlaces los designios divinos o los dictados de la naturaleza. i Sálva-
quenos sugerirán unay otravez que tenemos algo que arreglar nos, Señor, deestafuerza que nos impele al abismo! Ahuyenta
en nuestras ciudades, en nuestros pueblos, en nuestro mundo. de nosotros estos deseos demuerte. Elmal nos llama y nuestra
Antes de la próxima primavera, antes del próximo verano. miserable fuerza no basta para salir ilesos de esa terrible ame-
naza. No nos prives delaposibilidad deencontrar lasalvación.
No nos condenes eternamente; nos basta con la infelicidad a
que nos remite la invasión de las sombras en esta vida. Señor,
piedad por quienes el mal nos empuja a zaherimos con tanta
bestialidad; líbranos de la locura. Te lo pedimos las víctimas
del puñal, del arma de fuego, de la horca, de los llamados dela
sima siniestra, del alcohol, del horror de la depresión, de las
píldoras del demonio. Detén nuestras manos trémulas en el
momento preciso. Danos la lucidez y el amor que nos alejen
del horror y nos acerquen a ti. No permitas que el gran enemi-
go se ensañe con nosotros. Señor, mi Dios, nuestro Dios, si es
que no nos has abandonado, te imploramos una brizna, sólo
una brizna de esperanza. Devuélvenos la fe. No nos dejes per-
der la vida por nuestra propia mano.
uand o Dante, acompañado de

C Yirgilio, atraviesa el valle de los


suicidas, no atina a ubicar el lugar
de tanto lamento. Ko es sino hasta que, a
instancias del maestro, rompe una rama
descubriendo que ese trozo gris de madera
destila sangre a la vez que el suicida le
reprocha su inhumanidad por herirlo. De
la clasificación aristotélica que divide en
tres a los imperdonables del séptimo
circulo, integrado a su vezpor tres recintos,
ocupan el primero los incontinentes, los que
arrastrados por la poca fortaleza de ánimo
caen en pecado. Loscondenados al seg¡mdo
y tercer recinto son los bestiales r los
maliciosos. Ahí, en el segundo recinto, los
suícídas permanecerán sin esperanza, para
siempre.

m 'nsbM O
ChlIuahuense
de la Cuttura U Consejo Nacional
para la
Cuttura y las Artes

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