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Breves reflexiones generales sobre el devenir de la ciencia en el Perú (y algunas tareas

pendientes)
Esa es una de las señales del subdesarrollo, la incapacidad para relacionar las cosas, para acumular experiencia y
desarrollarse.
Memorias del subdesarrollo
Carla Toche Casalino
La ciencia no es un sistema de pensamiento aislado de su entorno histórico y social. La inquietud
que le invade le moviliza a comprender lo que le rodea y buscar respuestas a los problemas
prácticos de la vida. De allí que la metodología y sistematización científica no es ajena a la
situación que le exalta y problematiza. La historia cambia, la sociedad se mueve y con ellas, la
ciencia (¿o ciencias?) va afinando sus sistemas de pensamiento (metodología) e instrumentos de
transformación (tecnología).
Por ello, la relación entre el desarrollo científico y tecnológico está directamente vinculado al
desarrollo y a la calidad de vida de una sociedad. En otras palabras, en una sociedad donde se
implementan programas y políticas para la investigación científica y la producción tecnológica
de alto nivel, la calidad de vida es bastante elevada. Por otro lado, en aquellos países donde los
centros de investigación científica son pocos o inexistentes y su producción tecnológica no tiene
un impacto relevante en la sociedad ni son apoyadas por políticas que promuevan la calidad
educativa, los niveles de vida son bastante bajos y con problemas que en otros escenarios
internacionales ya fueron superados.
Esta situación tan desigual fue problematizada hace casi 100 años por una generación de políticos,
pensadores e intelectuales peruanos y latinoamericanos, entre los cuales destaca Haya de la Torre.
En su Discurso de la Plaza de Acho (1931), él afirmó, “¿qué puede producirse en una estructura
económica donde, de un lado, hay técnica, capital, protección, garantía y sostenimiento y de otro
lado no hay sino forma elemental de producción?”. Cuando él mencionaba “forma elemental de
producción” qué iba a sospechar que dicha frase iba a mantenerse a pesar de los años.
Efectivamente, pese al paso del tiempo, y pese a los varios intentos de industrializar América
Latina, los resultados no solo no fueron exitosos sino que las relaciones de dependencia, con
respecto a agentes externos, no se superaron sino que se transformaron.
El presente ensayo busca esbozar algunas ideas para buscar comprender por qué el Perú no pudo
desarrollar ciencia. Para ello, se partirá de la cronología utilizada por Francisco Sagasti y Lucía
Málaga (2017) y se hará una comparación entre lo que acontecía en la región latinoamericana con
lo que sucedía en el Perú para, finalmente, proponer una conclusión que pueda responder la
pregunta inicial.
Según Sagasti y Málaga, a partir de 1950, América Latina fue el escenario desde donde se
desplegó una evolución paulatina de políticas entorno a la ciencia, tecnología e innovación. Esto
implicó que el desarrollo en estas áreas no fue estático ni localizado, sino que se trató de un
conjunto de preocupaciones que dieron movimiento continuo y diferenciado a maquinarias de
nivel político (Estado y partidos políticos), de nivel económico (agentes económicos y
empresariales) y de nivel de producción de conocimiento científico (universidades, centros
especializados, tecnológicos, etc.). Es necesario resaltar que esta evolución no fue lineal ni
secuencial. Ni tampoco se generaron los mismos niveles de impacto ya que mucho dependió de
la situación económica y política de cada país así como su propia capacidad de gestión de los
conflictos internos y de la canalización de expectativas de sus sociedades.
Según los autores se pueden identificar cinco etapas evolutivas que jugarán con distinto nivel de
impacto para poder comprender la complejidad de la situación. Estas etapas “superpuestas y
diferenciadas” son:
a) Empuje de la ciencia. El continuo ciencia – tecnología – producción. 1950 a 1960. En esta
primera etapa se dio énfasis en promover la investigación científica con una clara expectativa de
que esta pueda crear nuevas tecnologías y nuevas formas de producción. Se buscó desarrollar
nuevas y mejores infraestructuras que puedan responder a los nuevos problemas y las nuevas
necesidades planteadas por la coyuntura del momento. Para ello, destacaron los institutos de
investigación científica y las universidades.
b) Regulación de la transferencia de tecnología. 1960 a 1970. El proceso de industrialización
por sustitución de importaciones provocó expectativas muy fuertes pero también desequilibrios
macroeconómicos que comprometieron la balanza de pagos de los países de la región,
desequilibrios en sus cuentas externas y, además, generó nuevos niveles de dependencia
económica hacia inversionistas extranjeros. Por ello, durante la segunda etapa, se buscó regular
los flujos de inversión extranjera y las transferencias de las tecnologías necesarias. Está regulación
se dio a través de dos actos, el primero a través de un ajuste en las formas de importación y el
segundo a través del fomento de la producción local, crecimiento del mercado interno y activando
los acuerdos de integración regional.
En el caso del Perú, el gobierno militar elabora una ley para crear el Consejo Nacional de
Investigación (CONI). Esta fue la primera institución pública dedicada a promover la
investigación científica y tecnológica en el país.
c) Instrumentos de política y enfoque de sistemas. 1970 a 1980. La siguiente etapa consistió
en medir y complejizar las redes a nivel de alcance, impacto, gestión y producción de las políticas
hechas alrededor de los agentes económicos, la comunidad científica y la tecnología
comprometida. Con ello, se buscó mejorar la producción, estimular la demanda de tecnología
doméstica, mejorar la capacidad tecnológica de las empresas públicas, etc.
Mientras, en el Perú, a inicios de 1970, el gobierno militar desplegó una serie de leyes para el
desarrollo sectorial, dando énfasis en industria, minería, telecomunicaciones y pesca. Se
aumentaron los recursos económicos a la investigación través de un porcentaje de la renta neta de
algunas empresas públicas y privadas, decisión que permitió a las empresas a ser ellas las que
puedan ejecutar los proyectos de investigación de los institutos tecnológicos y de las
universidades. Así, surge el Instituto de Investigación Tecnológica Industrial y Normas Técnicas
(ITINTEC), que tuvo como principal rol el de supervisar, ejecutar y regular los proyectos de
investigación realizados por las empresas.
d) Ajuste económico y transformación de la política de ciencia y tecnología (inicio de la crisis
por deuda). 1980 a 1990. Durante esta etapa, América Latina experimentó una fuerte crisis
económica que devino en la implementación de medidas económicas y políticas vinculadas al
Consenso de Washington y a la separación del Estado con el manejo político de la economía.
Estas nuevas medidas más la coyuntura más o menos inestable terminó por generar la disminución
de las inversiones en ciencia y tecnología, la reducción en el presupuesto público para la
investigación y, por extensión, la ruptura del vínculo entre ciencia y tecnología con la producción
tecnológica que los países latinoamericanos buscaron construir y reforzar durante las últimas
décadas.
En el Perú, durante la década de 1980, en el segundo gobierno de Fernando Belaúnde, se inaugura
el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC). Sin
embargo, el presupuesto dispuesto para el nuevo Consejo era menos del 2% del presupuesto
nacional. Además, en esta nueva coyuntura, no se apoyó la investigación universitaria, el sector
privado se vio afectado por la crisis económica asociada al fenómeno El Niño, la violencia interna
creció peligrosamente y la hiperinflación de 1989 – 1990 que terminó por agravar la situación
económica, entre otros aspectos, fueron algunas de las principales razones por las cuales la
investigación científica y tecnológica dejó de ser una prioridad para Estado y para el sector
privado
e) Sistemas de innovación y competitividad. 1980 hasta después del cambio de siglo. Esta es
la segunda etapa de la aplicación de las políticas asociadas al Consenso. A partir de este punto, se
puede afirmar que el impacto tuvo dos resultados. Por un lado, se pudo lograr un equilibrio
macroeconómico de mediano alcance en el tiempo y un aumento productivo en las empresas que
requerían de poca inversión financiera. Por el otro lado, por la situación descrita, no se pudo llegar
a una transformación general del sistema económico en ningún país de la región. Esta situación
de crecimiento sin desarrollo, dentro de un contexto de globalización financiera y productiva,
generó amplias y hondas brechas al interior de los países como entre los países mismos.
Así, América Latina pasó de ser una región que buscó romper con su situación de dependencia,
queriéndose fortalecer económicamente como región a través de la investigación científica y
avance tecnológico, para devenir en una región desigual, nuevamente dependiente del capital
extranjero y sin suficiente desarrollo científico ni tecnológico para poder competir a nivel global.
Mientras tanto, en el Perú, a partir de 1990, por la situación local y regional descrita, se terminó
por desmantelar los pocos institutos de investigación que quedaban en pie para ser entregados a
empresarios privados, se crearon universidades privadas sin calidad educativa, los recursos a las
universidades públicas se vieron estancados y el CONCYTEC perdió recursos y autonomía.
A modo de conclusión general, y a modo de reflexión también, se puede observar que durante los
periodos señalados en el presente ensayo, los gobiernos peruanos (y latinoamericanos) tuvieron
una serie de falencias y ausencias que obedecieron, a grandes rasgos, a dos tipos de actitudes
operantes. Se puede decir que, en general, se trató de una baja calidad en relación a la gestión
gubernamental y con grandes limitaciones para responder a una coyuntura crítica a nivel regional.
Probablemente fueron más las expectativas generadas alrededor de una idea de autonomía a través
de la industrialización de la sociedad que ver en ese proceso de industrialización una posibilidad
real de transformación.
Además, la “híper politización” de las agendas e intereses particulares por sobre encima del
bienestar común local y regional sumada a la desconfianza entre gobernantes, gobernados, grupos
de poder fácticos y agentes económicos locales y extranjeros, fueron elementos que jugaron en
contra para poder proyectar un horizonte claro y de largo aliento. No se podía pretender terminar
con siglos de dependencia económica, política y cultural en una sociedad altamente fragmentada,
donde la sospecha y desconfianza por el otro paralizaba cualquier tipo de incentivo y el trabajo
bajo las sombras resquebrajaba cualquier intento que se trataba de lograr bajo la luz.
Las élites políticas peruanas cometieron (y siguen cometiendo) el error de pretender desarrollo
sin investigación científica. Hace 100 años, con la reforma universitaria, se levantaron demandas
de calidad educativa alrededor de la ciencia, la solidaridad y la autonomía en toda América Latina,
porque se tenía la clara idea que si la educación no era agitada en estos términos los pueblos y las
sociedades no iban a progresar. Hoy, luego del paso del tiempo, estas mismas tareas siguen
pendientes, cargando una pesada deuda generacional.
Es necesario hacer un repaso de estos hechos que se vienen arrastrando desde hace varias décadas.
Como país, y como región, estamos a puertas de cumplir 200 años de independencia y, sin
embargo, los balances nos arrojan con fuerza a una realidad que no puede ser tapada con inocente
optimismo. El modelo económico en base a la explotación de materias primas sigue colocando al
país en una posición vertical con respecto a aquellos países que cuentan con la tecnología
suficiente para poder extraer estos mismos recursos. La falta de centros de investigación y de
producción intelectual de alto nivel impide competir a nivel internacional y la inmensa influencia
que tiene las religiones en materia de educación impide el desarrollo crítico y científico de la
sociedad. Para el bicentenario, es urgente abrir una agenda que pueda proponer estos debates. Si
hay algo que la historia nos enseña es que esta, en caso de no ser superada, se vuelve a repetir y
su regreso trae el peso no solo del pasado sino también del presente.
Bibliografía
Alva Castro, Luis. Discurso de la Plaza de Acho. En: Aprismo: nueva doctrina (discursos de Haya de la
Torre). Extractos seleccionados págs.16-24, 27. Lima: Cambio y Desarrollo, 1992.
Sagasti, Francisco, and Lucía Málaga. Un desafío persistente: políticas de ciencia, tecnología e innovación
en el Perú del siglo XXI, FCE - Fondo de Cultura Económica, 2017.

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