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LA VACA

- Camilo Cruz -
Argumento del libro "La Vaca" de Camilo Cruz.
Un viejo maestro quería dar una enseñanza fundamental a su joven discípulo: “El ver qué
sucede cuando los hombres se liberan de sus ataduras mentales y comienzan a vivir
plenamente con sus potenciales”.

Así, tras visitar los parajes más pobres de una provincia, llegaron hasta la casa más triste de la
comarca, donde pidieron alojamiento y pasaron la noche.

En aquella casa de seis metros cuadrados –acumulado de basura, desperdicios y cuyo techo
dejaba filtrar el agua- vivían ocho personas (el padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos
vestidos con ropas viejas y con mal olor) en la más absoluta pobreza, y cuyo único medio de
subsistencia era una vaca flaca que les daba el alimento necesario para sobrevivir.

Antes del amanecer el viejo maestro, siguiendo con su plan de enseñanza a su discípulo, sacó
una daga de su bolsa y de un tajo degolló a la vaca; luego, sin inmutarse, se marchó junto al
discípulo que preocupado se interrogaba sobre el futuro de aquella familia que carecía de su
único medio de subsistencia: la vaca.

Un año más tarde, el viejo maestro y su joven discípulo regresaron al mismo lugar, pero sobre
aquella casucha se levantaba una casa grande y recién construida. El joven pensó que sus
antiguos habitantes habían abandonado el lugar, pero su sorpresa fue mayor cuando, tras
acercarse a la casa y preguntar sobre sus moradores descubrió que aquellas personas eran las
mismas: habían cambiado y mejorado su situación económica.

El joven preguntó al padre las razones del cambio y éste le contó


como hace un año perdieron su único medio de subsistencia, que
era la vaca, y como al principio su primera reacción fue de
desesperación y angustia. Pero luego se dieron cuenta que a menos
que hicieran algo, su supervivencia se vería afectada.

Así empezaron a sembrar, y la improvisada granja empezó a


producir mas de lo que necesitaban para vivir, por lo que empezaron
a vender lo cosechado primero a sus vecinos y luego en el pueblo,
obteniendo el dinero suficiente para vestirse mejor y arreglar su
casa.

El joven percibió la lección que quiso enseñarle su viejo maestro,


quien le señaló que aquella familia vivía de modo conformista y que
la vaca era una cadena para ellos que no les permitía crecer.

Finalmente el joven reflexionó sobre sus propias vacas que lo limitaban y decidió liberarse
también y vivir libre de ellas.

LA ISLA DE LOS INVENTOS


La primera vez que Luca oyó hablar de la Isla de los Inventos era
todavía muy pequeño, pero las maravillas que oyó le sonaron tan
increíbles que quedaron marcadas para siempre en su
memoria. Así que desde que era un niño, no dejó de buscar e
investigar cualquier pista que pudiera llevarle a aquel fantástico
lugar. Leyó cientos de libros de aventuras, de historia, de física y
química e incluso música, y tomando un poco de aquí y de allá llegó
a tener una idea bastante clara de la Isla de los Inventos: era un
lugar secreto en que se reunían los grandes sabios del mundo para aprender e inventar juntos, y
su acceso estaba totalmente restringido. Para poder pertenecer a aquel selecto club, era
necesario haber realizado algún gran invento para la humanidad, y sólo entonces se podía
recibir una invitación única y especial con instrucciones para llegar a la isla.
Luca pasó sus años de juventud estudiando e inventando por igual. Cada nueva idea la
convertía en un invento, y si algo no lo comprendía, buscaba quien le ayudara a comprenderlo.
Pronto conoció otros jóvenes, brillantes inventores también, a los que contó los secretos y
maravillas de la Isla de los Inventos. También ellos soñaban con recibir "la carta", como ellos
llamaban a la invitación. Con el paso del tiempo, la decepción por no recibirla dio paso a una
colaboración y ayuda todavía mayor, y sus interesantes inventos individuales pasaron a
convertirse en increíbles máquinas y aparatos pensados entre todos. Reunidos en casa de
Luca, que acabó por convertirse en un gran almacén de aparatos y máquinas, sus invenciones
empezaron a ser conocidas por todo el mundo, alcanzando a mejorar todos los ámbitos de la
vida; pero ni siquiera así recibieron la invitación para unirse al club.
No se desanimaron. Siguieron aprendiendo e inventando cada día, y para conseguir más y
mejores ideas, acudían a los jóvenes de más talento, ampliando el grupo cada vez mayor de
aspirantes a ingresar en la isla. Un día, mucho tiempo después, Luca, ya anciano, hablaba con
un joven brillantísimo a quien había escrito para tratar de que se uniera a ellos. Le contó
el gran secreto de la Isla de los Inventos, y de cómo estaba seguro de que algún día recibirían
la carta. Pero entonces el joven inventor le interrumpió sorprendido:
- ¿cómo? ¿pero no es ésta la verdadera Isla de los Inventos? ¿no es su carta la auténtica
invitación?
Y anciano como era, Luca miró a su alrededor para darse cuenta de que su sueño se había
hecho realidad en su propia casa, y de que no existía más ni mejor Isla de los Inventos que
la que él mismo había creado con sus amigos. Y se sintió feliz al darse cuenta de que siempre
había estado en la isla, y de que su vida de inventos y estudio había sido verdaderamente feliz.
EL AMOR ES CIEGO
Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los
seres humanos.

EL ABURRIMIENTO bostezaba, como siempre, cuando la LOCURA les propuso:

- ¡Vamos a jugar al escondite!

LA INTRIGA levantó la ceja, intrigada, mientras la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntaba:
¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

- Es un juego -explicó la LOCURA- Yo me tapo la cara y comienzo a contar, desde uno hasta un millón.
Ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre
ocupará mi lugar para continuar el juego.

EL ENTUSIASMO bailó, secundado por la EUFORIA.

La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, a quien
nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar.

La VERDAD prefirió no esconderse. ¿Para qué?, si al final siempre la encontraban.

La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no
hubiese sido suya).

La COBARDÍA prefirió no arriesgarse.

- Uno, dos, tres... -comenzó a contar la LOCURA- La primera en esconderse fue la PEREZA que, como
siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino.

La FE subió al cielo. La ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio
esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para
alguno de sus amigos.

¿Que si un lago cristalino? Ideal para la BELLEZA, pensaba.

¿Que si la rendija de un árbol? Perfecto para la TIMIDEZ.

¿Que si el vuelo de la mariposa? Lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD.

¿Que si una ráfaga de viento? Magnífico para la LIBERTAD.

Así terminó por ocultarse en un rayito de sol.

El EGOÍSMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero
sólo para él.

La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco
iris).
La PASIÓN y el DESEO se fueron juntos al centro de los volcanes.

El OLVIDO... se me olvidó donde se escondió... pero eso no es lo importante.

Cuando la LOCURA contaba 999.999... El AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues
todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal. Enternecido, decidió esconderse entre sus
rosas.

- ¡Un millón! - gritó la LOCURA- y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue la PEREZA, a solo tres pasos de la piedra más cercana.

Después escuchó a la FE, en el cielo, discutiendo con Dios sobre teología.

A la PASIÓN y el DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró a la ENVIDIA, y así pudo deducir dónde estaba el TRIUNFO.

Al EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo, el solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser
un nido de avispas.

De tanto caminar, la LOCURA sintió sed; al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA.

Con la DUDA resultó más fácil todavía: la encontró sentada sobre una cerca, sin decidir aún de que lado
esconderse.

Así fue encontrando a todos, al TALENTO entre la hierba fresca; a la ANGUSTIA en una oscura cueva;
a la MENTIRA detrás del arco iris (mentira, estaba en el fondo del océano) y hasta el OLVIDO... que ya
se le había olvidado que estaba jugando al escondite.

Pero el AMOR no aparecía por ningún sitio.

La LOCURA buscó desesperada, detrás de cada árbol bajo, en


el fondo de las lagunas, debajo de las piedras, en la cima de
las montañas. Se volvió loca buscando.

Cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal.

Sonriendo, tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas.

De pronto se escuchó un doloroso grito.

¡Las espinas habían herido en los ojos al AMOR!

La LOCURA no sabía que hacer para disculparse.

Lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite, el AMOR es ciego, y... la LOCURA
siempre lo acompaña.
LAS SEMILLAS

Hubo una vez 4 semillas amigas que llevadas por el viento

fueron a parar a un pequeño claro de la selva. Allí quedaron

ocultas en el suelo, esperando la mejor ocasión para

desarrollarse y convertirse en un precioso árbol.

Pero cuando la primera de aquellas semillas comenzó a

germinar, descubrieron que no sería tarea fácil.

Precisamente en aquel pequeño claro vivía un grupo de

monos, y los más pequeños se divertían arrojando plátanos a cualquier planta que vieran

crecer. De esa forma se divertían, aprendían a lanzar plátanos, y mantenían el claro libre de

vegetación.

Aquella primera semilla se llevó un platanazo de tal calibre, que quedó casi partida por la

mitad. Y cuando contó a las demás amigas su desgracia, todas estuvieron de acuerdo en

que lo mejor sería esperar sin crecer a que aquel grupo de monos cambiara su residencia.

Todas, menos una, que pensaba que al menos debía intentarlo. Y cuando lo intentó, recibió

su platanazo, que la dejó doblada por la mitad. Las demás semillas su unieron para pedirle que

dejara de intentarlo, pero aquella semillita estaba completamente decidida a convertirse en un

árbol, y una y otra vez volvía a intentar crecer. Con cada nueva ocasión, los pequeños monos

pudieron ajustar un poco más su puntería gracias a nuestra pequeña plantita, que volvía a

quedar doblada.

Pero la semillita no se rindió. Con cada nuevo platanazo lo intentaba con más fuerza, a

pesar de que sus compañeras le suplicaban que dejase de hacerlo y esperase a que no hubiera

peligro. Y así, durante días, semanas y meses, la plantita sufrió el ataque de los monos que

trataban de parar su crecimiento, doblándola siempre por la mitad. Sólo algunos días

conseguía evitar todos los plátanos, pero al día siguiente, algún otro mono acertaba, y todo

volvía a empezar.
Hasta que un día no se dobló. Recibió un platanazo, y luego otro, y luego otro más,y con

ninguno de ellos llegó a doblarse la joven planta. Y es que había recibido tantos golpes, y

se había doblado tantas veces, que estaba llena de duros nudos y cicatrices que la hacían

crecer y desarrollarse más fuertemente que el resto de semillas. Así, su fino tronco se fue

haciendo más grueso y resistente, hasta superar el impacto de un plátano. Y para entonces,

era ya tan fuerte, que los pequeños monos no pudieron tampoco arrancar la plantita con

las manos. Y allí continuó, creciendo, creciendo y creciendo.

Y, gracias a la extraordinaria fuerza de su tronco, pudo seguir superando todas las

dificultades, hasta convertirse en el más majestuoso árbol de la selva. Mientras, sus

compañeras seguían ocultas en en el suelo. Y seguían como siempre, esperando que

aquellos terroríficos monos abandonaran el lugar, sin saber que precisamente esos

monos eran los únicos capaces de fortalecer sus troncos a base de platanazos, para

prepararlos para todos los problemas que encontrarían durante su crecimiento.

¿QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO?


Un día inesperado se les terminó el Queso a los ratones Oliendo (Oli) y Corriendo (Corri), y a
las personitas Kif y Kof, seres del tamaño de los ratones que poseían un aspecto y un modo de
actuar muy semejante al de los humanos.

Oliendo y Corriendo fueron en busca de un nuevo Queso, recorriendo todas las centrales
queseras que encontraban en su camino, mientras las personitas Kif y Kof seguían discutiendo
lo que debían hacer.

Los ratones Oli y Corri, después de una larga aventura, llegaron a una zona de laberinto en la
que nunca habían estado: la Central Quesera N. Al ingresar hallaron lo que estaban buscando:
una gran reserva de Queso.

Era la cantidad más grande de Queso que los ratones hubieran visto en toda su vida. Las
personitas Kif y Kof seguían en la Central Quesera Q reflexionando y evaluando la situación.
Estas personitas sufrían los efectos del hambre por falta de Queso. Cuando Kof invitó a Kif para
ir en busca del nuevo Queso, este se negó diciendo que estaba muy bien en la Central Quesera
Q porque era un lugar confortable y conocido, además salir era peligroso; pero Kof le dijo que
no debía temer, ya que antes habían recorrido muchas zonas del laberinto y podían hacerlo
otra vez.

Ellos tuvieron muchas indecisiones para emprender la búsqueda del nuevo Queso, inclusive
estaban muy débiles, debido al hambre y al estrés. El inquieto Kof comenzó a aburrirse de
esperar que la situación mejorase.

Después de muchas penurias y reflexiones estériles dijo, un día, con voz decisiva: “¡Ha llegado
el momento de volver al laberinto!”; Kif no reaccionó. Kof decidió salir en busca del nuevo
Queso. Entonces se adentró en el laberinto, avanzando con paso veloz hacia lo desconocido.
Kof, durante los días sucesivos, halló un poco de Queso aquí y allá; pero no eran cantidades
que durasen mucho tiempo.

Después de realizar una aventura difícil, regresó a la Central Quesera Q y allí encontró todavía
a Kif, llevándole unos pedazos de Queso, pero este los rechazó i dijo: “No creo que me guste
ese nuevo Queso. No estoy acostumbrado a él. Yo quiero que me devuelvan mi Queso, y no
voy a cambiar de actitud hasta que eso ocurra”.

Decepcionado del comportamiento de Kif volvió a salir solo y se adentró al laberinto. Kof había
perdido miedo al laberinto oscuro y se sentía feliz. Después de una intensa búsqueda, y gracias
a su perseverancia, encontró un nuevo Queso en la Central Quesera N. Kof, al ingresar, se
quedó completamente asombrado de lo que vió.

Había las montañas más grandes de Queso que hubiera visto. No los reconoció todos, ya que
algunos eran totalmente nuevos para él. Por unos momentos dudó, pensó si aquello era
realidad o sólo producto de su imaginación, pero entonces vio a Oli y Corri.

El ratón Oli le dio la Bienvenida con un movimiento de la cabeza, y el ratón Corri lo saludó con
la pata. La personita Kif les devolvió el cálido saludo de bienvenida y en seguida se puso a
probar sus quesos favoritos.
Cuando hubo comido hasta la saciedad, cogió un pedazo del nuevo Queso y lo levantó hacia
el cielo en señal de bendición y dijo: “¡Por el cambio!”. Mientras saboreaba el nuevo Queso, Kof
pensó en todo lo que había aprendido.

Entonces se percató de que, mientras había tenido mucho temor al cambio, se había aferrado
a la ilusión de un Queso viejo que ya no existía. Según Kof, lo había hecho cambiar el miedo
de morir de hambre.

Cuando se dio el cambio, no le había gustado, pero ahora comprendió que había sido una
bendición, ya que lo había llevado a encontrar un Queso mejor. Incluso había descubierto una
parte mejor de sí mismo.

La personita Kif, en cambio, se quedó hambrienta y se la pasaba quejándose y preguntando:


“¿Quién se ha llevado mi Queso?”.

Kof pensó que su amigo Kif tenía que encontrar su propio camino, dejando todas las
comodidades y los miedos atrás. Y salir de madrugada y avanzar. Nadie podía hacerlo por él,
ni convencerlo que lo hiciera. De una manera u otra, tenía que ver por sí mismo las ventajas de
cambiar por su bien.

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