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Miedo Escénico
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ADVERTENCIA LEGAL:
Agradecimientos – pág. 4
Prólogo – pág. 5
A mis padres
A Vivi
Agradecimientos
Hace ya más de seis años que gran parte de mi actividad está centrada en
dictar cursos, clases y conferencias relacionadas con el miedo en el
momento de hacer música.
Estos espacios me han permitido conocer una innumerable cantidad de
músicos que experimentan temor; teniendo la posibilidad de ser partícipe
de sus conflictos, desencuentros y decepciones cada vez que se enfrentan a
la dificultad para disfrutar lo que más aman: hacer música.
Conocí allí, en dichos cursos, en las caras de los músicos asistentes, las mil
caras del Miedo Escénico, y tantas veces fui invitado generosamente a
entrar allí donde el músico mismo no quiere mirarse, allí donde el temor se
hace soberano.
Mis alumnos en estos cursos han sido y son también mis maestros, ya que
de manera lenta y paulatina me han permitido una mayor comprensión del
miedo en el momento de exposición, brindándome cada uno un ángulo de
visión único e imprescindible al cual conocer y comprender; un ángulo de
visión tan único e imprescindible como cada músico.
Así, cada alumno que asiste a un curso o clase me enseña su individual
manera de experimentar el temor, y me permite la posibilidad -sólo desde
esta individualidad- de comprender parámetros más universales y
profundizar en la búsqueda y hallazgo de núcleos más o menos comunes a
todos los músicos que temen.
El presente libro está compuesto por una serie de artículos escritos entre
2005 y 2009, que han surgido fundamentalmente como consecuencia de la
relación con mis alumnos.
A diferencia de un ensayo, o de mi primer libro sobre esta temática1 estos
artículos no pretenden un desarrollo temático regular y unívoco sino más
bien una pluralidad de sensaciones, ideas y convicciones acerca del miedo
en el momento de exposición.
Así, casi a la manera de un curso grupal, cada artículo tiene una identidad
similar a la de un alumno, y nos permite conocer una faceta diferente de
esta problemática sin contradecir ni justificar a la anterior, sino sólo siendo
quien es.
1
Weintraub, Mauricio. “¿Por qué no disfruto en el Escenario?”. Ed. Claves Musicales, 2004 (clic)
“El miedo no es un enemigo: es una señal que indica que algo no está
bien. Es como en el auto la señal que nos avisa que estamos quedándonos
sin nafta. Si, cuando esta señal se enciende, la consideramos un enemigo e
intentamos destruirla, lo más probable es que luego de destruirla nos
quedemos sin nafta sin previo aviso.”
Esta frase, dicha como al pasar en el curso que el Dr. Levy dictaba, me hizo
comprender que yo siempre había pensado en el miedo como un enemigo y
que lo había tratado como tal… y que el miedo, lejos de irse, había
aumentado.
• El ámbito Emocional
• El ámbito Musical
• El ámbito Existencial
En cada uno de ellos, el Miedo Escénico no es más (ni menos) que la señal
que indica un desencuentro.
2
Weintraub, Mauricio. “¿Por qué no disfruto en el Escenario?”. Ed. Claves Musicales, 2004 (clic).
Como vemos, el tratamiento que daremos al temor escénico tendrá que ver
con lo que creamos que él es. Así, si lo consideramos un enemigo,
lucharemos e intentaremos vencerlo con el consecuente estado de violencia
y destrucción que toda guerra acarrea.
• “Practica más”
• “Toca más veces ante el público”
El “Escenario”
a) El Ámbito Emocional
b) El Ámbito Musical
c) El Ámbito Existencial
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Para un análisis más exhaustivo de estos aspectos ver “¿Por qué no disfruto en el Escenario?” – M.
Weintraub 2004 – Editado por Claves Musicales (clic)
Dos preguntas
También aquí aparecen las respuestas más diversas. Muchos afirman que
los tres aspectos tienen la misma importancia y otros no alcanzar aún a
imaginar una respuesta para una pregunta que nunca antes se habían hecho.
Las maneras disfuncionales de estudiar a las que nos referiremos son las
siguientes:
Lo emocional quedaba entonces para el año siguiente, en el que comenzaba a preparar un programa nuevo
por lo que nuevamente se iniciaba el círculo que se repetía siempre de una manera similar.
7
Para un análisis más exhaustivo de estos aspectos ver “¿Por qué no disfruto en el Escenario?” – M.
Weintraub 2004 – Editado por Claves Musicales (clic)
El Ejecutante
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Weintraub, Mauricio. “¿Por qué no disfruto en el Escenario?”. Ed. Claves Musicales, 2004 (clic).
El Crítico/Guía
Crítico/Guía y público
Hijo-Padre / Alumno-Maestro
Es aquí cuando el músico que experimenta temor sufre una confusión que,
generalmente, impide su resolución.
La confusión es la siguiente: El músico cree que teme tocar en público o,
mejor dicho, que teme equivocarse en público. Sin embargo, es importante
comprender que en realidad ningún músico teme tocar en público y
ningún músico teme equivocarse en público; lo que el músico teme en
realidad, es lo que le ocurre internamente cuando se equivoca en público.
Y esto es así porque lo que le ocurre internamente es un aspecto interno
maltratado, abandonado y desvalorizado por otro cuya verdadera función
es protegerlo, ayudarlo y acompañarlo en el proceso de crecimiento.
La comprensión de esta sutil pero fundamental diferencia es el punto de
apoyo para la transformación del miedo escénico en el Ámbito Emocional.
Sin embargo, con el correr de los años y el transitar por nuestra carrera,
muchas veces esta búsqueda de la “vivencia musical” va quedando
relegada a un segundo plano. Es así como en muchas ocasiones por
influencia del ambiente, por olvido propio, por intercambio de prioridades
o simplemente por decisiones personales, otros elementos de nuestra
actividad adquieren mayor importancia que el hecho musical en sí. De esta
manera, la búsqueda del éxito comienza a ocupar el centro de nuestra
atención y a convertirse en un objetivo más importante que la expresión
musical propiamente dicha.
Estas respuestas abren la puerta a una nueva auto-percepción por parte del
músico, e inaugura un tiempo fundamental para el aprendizaje de sí mismo.
Quizá por primera vez el músico comprende que lo que a él “lo mueve” en
su actividad musical, su objetivo al hacer música, no tiene que ver de
manera directa con la música sino con el reconocimiento y la aceptación
de un “otro”. Comprender este punto suele ser sumamente movilizante y
transformador para el músico, ya que algo en él entiende que no disfruta
de su actividad musical porque en lo profundo ella no está dirigida
hacia el disfrute sino a conseguir la admiración y aceptación externa, lo
cual está totalmente alejado de su motivación inicial en el comienzo de su
vida musical.
En realidad muchos de los músicos somos un poco este músico. Muchos
conocemos o hemos conocido el deseo insaciable de éxito y la necesidad de
aprobación externa que surge generalmente de la falta de aprobación
propia. También muchos intentamos saciar este deseo durante un tiempo, y
conocemos el vacío que esto produce.
En innumerables ocasiones los músicos corremos en una loca carrera hacia
este supuesto éxito profesional, con la creencia de que en él encontraremos
nuestro sentido de realización y sensación de “descanso” y de “estar en
casa”. Así, viajamos a través de la vida musical a toda velocidad
persiguiendo un objetivo esquivo e inasible, que cada vez que es alcanzado
se nos escapa nuevamente.
Sin embargo, algunas veces puede ser interesante detenerse y preguntarse
por aquel “Pequeño Músico” que al inicio de nuestra vida musical nos
señaló el camino a través del deseo de la vivencia sonora.
Quizá buscándolo descubramos que no está delante, en aquella “zanahoria
exitosa” a la que perseguimos, sino detrás o, mejor dicho, dentro de
Introducción
Una de las preguntas más importantes que suelo hacer en mis cursos es
Una vez que hemos comenzado a comprender con mayor profundidad para
quién
tocamos en la clase, suele ser sumamente importante y a menudo revelador
comenzar a preguntarse para qué tocamos en ella.
Cuando decimos para qué tocamos en la clase nos referimos a ¿qué buscamos
cuando tocamos en clase? o ¿qué deseamos que ocurra? o ¿cuál es nuestro
objetivo en la clase?
Para ello comentaré brevemente el proceso de Alicia, una pianista que asistió a
mis cursos destinados a trabajar las emociones displacenteras en el momento
de hacer música. En una de las clases, Alicia comentó que había comenzado a
estudiar con una maestra muy reconocida y que estaba sumamente
entusiasmada ya que esta maestra la exigía y, por lo tanto, ella estaba dispuesta
a estudiar hasta poder conformarla. Sin embargo, a lo largo del curso el
proceso de Alicia fue similar al proceso de otros músicos que experimentan
Maestro – Si tuvieras que pensar en el objetivo que tienes cada vez que vas a
la clase ¿cuál sería? O, en otras palabras ¿para qué vas a la clase?
Alicia – (Piensa) Creo que voy a la clase para conformar a mi maestra.
M - ¿Podrías explayarte un poco más?
A – Sí. Mi maestra es una pianista muy reconocida y tuve la suerte de que me
aceptara como su alumna. Ahora que soy su alumna no quiero dejar de serlo y
sé que para seguir siéndolo tengo que rendir en relación con lo que ella me
exige.
M – Es decir que vas a tu clase para que tu maestra no te eche.
A – Digamos que sí.
M – O, dicho en otras palabras, para que tu maestra vuelva a aceptarte una y
otra vez.
A – Puede ser.
M – ¿Y qué piensas de eso?
A – No sé, por un lado no me siento muy bien al decirlo así, pero por otro me
parece que es lo más natural. Ella es muy reconocida y yo soy sólo una
estudiante, me parece lógico que ella me exija y que si yo no rindo no quiera
darme más clase.
Esta conversación con Alicia es un fiel reflejo de toda una manera de encarar
la clase y la relación alumno-maestro por parte de un alumno disfuncional.
A lo largo del trabajo con Alicia, ella fue comprendiendo que su manera de ir a
la clase poco tenía que ver con habitar un lugar de aprendizaje. Entendió
también que ella había decidido (inconscientemente, por supuesto) que la clase
era un lugar en el cual se jugaba la aceptación, la valorización y, en definitiva,
Es por ello que el desarrollo de nuestro “ser músico” no puede estar separado
de nuestro desarrollo personal y emocional. Cuando encaramos nuestra vida
musical desde esta perspectiva, a cada momento se nos plantean preguntas e
interrogantes que nos obligan a bucear en nuestro interior a fin de
comprendernos y transformarnos de una manera cada vez más profunda.
¿Cómo podríamos expresar nuestro amor por la música si nuestro amor por
nosotros mismos necesita de una constante revalidación externa?
¿Cómo podríamos expresar quiénes somos en cada concierto si en nuestra
clase, es decir en nuestro lugar por derecho propio, estamos más pendientes
de la opinión de un “otro” que de nuestra propia experiencia musical?
La mente y el misterio
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Este artículo tiene como apéndice el análisis del primer movimiento de la Sonata para Piano op.31, Nº 3
en Mi b M de Ludwig van Beethoven.
En mi propio proceso fue el Mtro. Jordi Mora quien por primera vez me
enfrentó a mi desconocimiento central de cuestiones fundamentales de las
obras que estudiaba.
Así, en las clases que tomé con el Mtro. Mora mientras me encontraba
haciendo un posgrado de Dirección Orquestal en Barcelona, fueron
apareciendo de manera evidente los enormes vacíos que yo dejaba en la
obra, en mí mismo y entre la obra y yo cada vez que me aproximaba a ella.
Estos vacíos estaban hechos, no tanto por las respuestas que yo no
encontraba, sino más bien por las preguntas que yo no me hacía con
respecto a estas obras, y a lo que yo experimentaba con ellas.
Este punto es de fundamental importancia ya que los vacíos a los que me
refiero pueden encontrarse en tres ámbitos simultáneos: En la obra en sí,
en lo que la obra produce en el intérprete y en la relación entre la obra y
el intérprete.
Quizá este último vacío entre obra e intérprete sea el más significativo y
complejo.
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Aunque en mi experiencia con músicos que experimentan temor he comprobado que, muchas veces, la
no pregunta por la profundidad de la obra hace que el estudio de ésta se vuelva carente de sentido, y la
energía que el músico podría disponer al aspecto técnico disminuya.
a) Análisis Formal
• Secciones Formales
Llamo sección formal a aquel fragmento musical que constituye una parte
formal de la obra.
Ejemplo: sección de la Exposición o sección del Desarrollo en la forma
sonata.
En la sonata Op.31, Nº 3:
Se analiza:
• Diferenciación de cada sección formal
En cada sección formal se analiza:
- Tensión
Llamo proceso de tensión a aquella parte que conduce al
punto culminante
- Llegada o Punto Culminante
Llamo Punto Culminante al momento en el que se
expresa con mayor profundidad la emoción que se está
contando
- Distensión
Llamo proceso de distensión a aquella parte que
continúa al Punto Culminante y distiende, de alguna
manera, la tensión que se había acumulado para llegar a
él.
- Región Culminante
Llamo Región Culminante a aquella región en la cual se
encuentra el Punto Culminante.
• Secciones Estructurales
Se analiza:
• Diferenciación de cada sección estructural
- En cada sección se analiza:
- Tensión
- Llegada o Punto Culminante
- Distensión
- Región Culminante
c) Análisis Armónico
• Tonalidades
Tonalidades Principales
Tonalidades Secundarias
Tonalidades de paso
Son aquellas tonalidades que son utilizadas por el compositor para llegar a
tonalidades principales o secundarias. Aparecen fundamentalmente en las
secciones de desarrollo o modulantes.
• Grados Significativos
Son aquellos grados que, por una u otra razón, repercuten de manera extra-
ordinaria en el “alma” del intérprete. Estos grados suelen repercutir de esta
manera por ser grados inesperados; es decir, grados que, de alguna manera,
están fuera de la lógica de la tonalidad en la que están incluidos. Pueden
ser: grados alterados, grados pertenecientes a otra tonalidad, que anuncian
una modulación (que puede o no llevarse a cabo), etc.
• Macroarmonía
d) Análisis Melódico
• Temas
Se analiza:
- Diferenciación de cada tema
- En cada tema se analiza:
- Tensión
- Llegada o Punto Culminante
- Distensión
• Características principales de cada tema: Motivos o células
principales o secundarias, energía/s principal/es, etc.
• Relación entre los temas
f) Análisis Funcional
Llamo función de una nota al rol que ésta cumple dentro del discurso
musical.
Las funciones o roles posibles más frecuentes son:
• Melodía principal
• Melodía secundaria
• Armonía
• Bajo
Se analiza:
• Función que cumple cada nota
• Orden de prioridades de cada una de las funciones presentes en cada
momento
a) Emociones12
12
Lógicamente, como he señalado en otros artículos y escritos, las emociones nunca
pueden ser especificadas de manera tan inequívoca como aquí se sugiere; sin embargo
considero que reflexionar acerca de ellas e intentar comprender su origen y diferencias
suele constituir un ejercicio que profundiza su comprensión y conocimiento, y que
provee al músico que teme de una serie de herramientas de fundamental importancia a
la hora de trabajar con su temor.
Emociones Combinadas
• Extroversión / Introversión
• Calmadamente / De forma apurada
• Explícitamente / Implícitamente
Entre otras
• Activa / Receptiva
Por su parte, el otro fragmento necesita de una actitud diferente por parte
del intérprete. Como he señalado, este segundo fragmento también expresa
conflicto, pero este conflicto “está sucediendo en este momento”. El
intérprete no puede ser entonces receptivo sino activo, porque es él quien
debe hacer que la música exprese aquello que necesita expresar. Si el
intérprete se coloca en la actitud receptiva a la que nos referíamos
anteriormente, “algo” no acontecerá aquí, ya que en este caso la música
“necesita” ser movida, requiere un intérprete que asuma el rol activo de
“hacer”.
La perspectiva Fenomenológica
La Estructura
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Lógicamente, toda analogía con aspectos extra-musicales sólo representan un intento por obtener una
comprensión más profunda del hecho musical. Como se sabe, la música constituye un hecho “en sí
mismo” y no necesita estar referida a otra cosa fuera de ella misma. Sin embargo he observado en mi
propio proceso y en el de muchos de mis alumnos lo esclarecedor que resulta aportar elementos,
metáforas y, como en este caso, analogías extramusicales al hecho musical interpretativo.
La Armonía
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Es importante recordar que las distancias en la armonía no se miden por intervalos sino por el círculo
de quintas. De esta manera, la armonía habita un espacio, digamos “tridimensional”, mientras que la
melodía habita un espacio “bidimensional”.
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Para una información más detallada de los Aspectos Analítico y Emocional, ver “¿Por qué no
disfruto en el Escenario?”, 2004. Editado por Claves Musicales (clic)
Fue así como comencé a dar una conferencia en la que exponía de qué
manera lo que el maestro decía y hacía a su alumno generaba a mediano
plazo el temor de éste en la clase y, posteriormente, en su vida musical
toda.
Recuerdo estar hablando ante ese grupo de docentes de música que
escuchaban atentamente y, en general, acordando con mi exposición.
Recuerdo las preguntas y comentarios de aquellos docentes y la forma en la
que iban comprendiendo dolorosamente de qué manera su trato perjudicaba
a sus alumnos cotidianamente.
Recuerdo también (aunque en ese momento alejada de mi consciencia) mi
sensación de “triunfo”, de estar (de)mostrando al “victimario” lo que
ocasionaba a su “víctima”.
Sin embargo, todo aquello se vio eclipsado cuando miré hacia la derecha de
la sala y vi una docente que lloraba.
Intenté continuar con mi conferencia pero ella no dejaba de llorar.
Entonces le pregunté:
Fue así como súbitamente comprendí que dentro de cada victimario hay
una víctima, que aquel maestro que maltrata es siempre un niño maltratado
en algún lugar.
Esta docente a quien tanto agradezco me enseñó así, que mis propios
victimarios internos son niños a los cuales abrazar.
Sólo pude saberlo en el encuentro con un otro, sólo pude saber algo
esencial de mí mismo gracias al encuentro con un otro.
Espero que el libro que aquí termina haya sido, aunque sólo sea
mínimamente, aunque sólo sea en un instante, este “otro”.