Sunteți pe pagina 1din 17

Clínica de los Trastornos por uso de Sustancias y las Conductas Adictivas

Facultad de Psicología

Adicción a las Redes Sociales

Integrantes:
Trinidad Bravo
Marcela Carvajal
Camila Huerta
Constanza Miralles

Profesor:
J. Christian Feutchman

Ayudante:
Rodrigo Araneda

Santiago, 25 de noviembre, 2019


I. Introducción Breve
Gracias al internet, ha surgido un nuevo fenómeno tanto tecnológico como social, las
redes sociales. Estas son usadas con múltiples propósitos, entre ellos mantener amistades,
entretenerse, compartir fotos, conocer gente nueva, compartir estados de ánimo, buscar trabajo,
etc. (Caldevilla, 2010). Actualmente el sublime uso de internet llega a cifras que alcanzan el
98% de la población de 11 a 20 años, el 94,9% se incorpora a las redes sociales entre los 10 y
15 años y un 90% de los jóvenes tiene un uso habitual de estas (Colás, González y Pablos,
2013), es por esto que es una temática que debe ser abordada y estudiada, dado el gran
crecimiento e importancia a nivel mundial (CIA, 2018).
Además, existen ciertas características de las redes sociales que las hacen
particularmente adictivas, entre estas se destacan la disponibilidad, accesibilidad, intimidad,
anonimato y alta estimulación (Odriozola, 2012).
Se han estudiado ciertas adicciones de índole conductual que se comportarían de manera
similar a las drogodependientes. Algunos plantean que una característica sería experimentar
una sensación placentera sobre la cual se pierde el control y termina dominando todas las
esferas de la vida, siendo clave la pérdida de control para pensar en una adicción (CIA, 2018).
Sin embargo, estas adicciones conductuales han sido estudiadas sin lograr un consenso claro
sobre las características, de acuerdo a García (2013) esto se explica ”por las dificultades que
entraña discriminar adecuadamente entre conductas, en principio normales, y patologías que
podríamos considerar adictivas” (p.5) dentro de las adicciones conductuales se encuentran:
adicción al juego, al sexo, a la comida, a las compras, al trabajo, al deporte, a las tecnologías y
es dentro de esta última categoría donde entra la adicción a las redes sociales, sin embargo no
todas son reconocidas por el DSM V y CIE 11.
Los principales factores de riesgo para desarrollar esta adicción, que posteriormente se
abordarán de manera más profunda, son la vulnerabilidad psicológica en los jóvenes, presión
social, estrés y familias disfuncionales. En cuanto a los factores protectores, encontrarían lugar
las habilidades de afrontamiento, apoyo familiar y entorno social sano (Odriozola, 2012).
Indudablemente este fenómeno, las redes sociales, es relativamente nuevo en el tiempo,
sin embargo, el crecimiento es rápido y alto, y a pesar de que no haya consenso ni se pueda
determinar exactamente en qué punto se está ante una adicción, se cree necesario abordar el
tema (García, 2013).
II. Desarrollo teórico
Redes sociales
Se hace menester comenzar explicando brevemente qué son las redes sociales y cuáles
son sus principales usos. Las redes sociales se conocen como la Web 2.0, ya que en ellas pueden
interactuar los usuarios, pudiendo generar contenido para que vean los otros, al contrario de en
la Web 1.0 donde los editores crean el contenido que utilizarán los usuarios. Boyd y Ellison
(2008) las define como comunidades de naturaleza virtual en la que las personas pueden crear
un perfil con información personal e interactuar con perfiles de sus amigos así como con
perfiles de personas que no conozcan pero con las que compartan algún interés. Orihuela-
Colliva (2012) agrega que las redes sociales son “servicios basados en la web que permiten a
sus usuarios relacionarse, compartir información, coordinar acciones y en general, mantenerse
en contacto” (p. 58).
Boyd y Ellison (2008) detectan tres patrones de actividades que los usuarios pueden
llevar a cabo en estas páginas: construir un perfil adecuando la información brindada (cuán
pública es), crear una red de contactos con los cuales conectarse y ver y navegar entre los
perfiles de los demás.
Caldevilla (2010) propone 4 fines principales de las redes sociales, los cuales son:
Mantenimiento de amistades, es decir, seguir en contacto con personas que se conocen en la
vida real, con los cuales de no ser por este medio se iría perdiendo el contacto, frente a esto
Orihuela-Colliva (2012) alude “las redes sociales en línea permiten reconstruir o mantener, en
el mundo virtual, los viń culos que alguna vez se establecieron en el mundo físico” (p59); Nueva
creación de amistades, o como agrega Orihuela-Colliva (2012), son comunmente utilizadas
para encontrar pareja; Entretenimiento, poniéndose al día en las actividades del otro,
explorando sobre antiguos colegas, etc; Gestión interna de organizaciones empresariales, con
el fin de agilizar el contacto entre profesionales.
A.- Fenomenología
Los autores Echeburúa y Corral (2010) plantean que unas de las tantas motivaciones
para el uso de las redes sociales están en el “ser visibles ante los demás, reafirmar la identidad
ante el grupo, estar conectados a los amigos. El anonimato produce terror, del mismo modo que
asusta la soledad. Las redes sociales son el espantajo que aleja el fantasma de la exclusión”.
Hoy en día, la motivación de las personas para acceder a las redes sociales es variada;
una de estas podría ser una motivación más social, la cual en primer lugar y según los que
plantea Fernández (2013), es que estas permiten a los individuos atender a un punto de interés
común para compartir contenidos en diversos formatos de comunicación, y establecer
relaciones interpersonales de manera inmediata y rápida, lo que llama mucho la atención. Las
personas, al requerir establecer comunicación con los demás, las redes sociales han permitido
romper las barreras del tiempo y espacio para establecer y continuar las relaciones
interpersonales existiendo libertad de elección de cada quien para acceder a esta comunicación
virtual cuando quisiere.
Una segunda motivación de acceso a las redes sociales puede ser de carácter más
personal, y que es cuando una persona sufre de problemas consigo mismo lo que repercute en
su relación con los demás llevándolo a una desadaptación social, que el uso de las Redes
sociales podría resultar paliativo para satisfacer la necesidad de pertenencia de grupo que todos
tenemos (Fernández, 2013).
Otra motivación, planteada por Prieto y Moreno (2015), surge a partir de la eficiencia
de la estructura misma de las Redes sociales, tales como el tamaño, la densidad, la distribución,
la posibilidad de combinar la información pública, atributos de vínculos específicos y
heterogeneidad de funciones, entrega una sensación de beneficio el uso de ellas al ofrecer
contenidos dinámicos y sociales, donde la conexión, comunicación e interactividad entre los
usuarios es sencilla e instantánea, siendo una plataforma ideal para el ocio, teniendo alta
capacidad de creación de grupos de cooperación y manifestación a gran escala.
En el área empresarial por ejemplo, para las personas también significa gran motivación,
ya que las herramientas que proveen las redes sociales en este rubro también son muy
provechosas, tanto para la compañía como para el consumidor, donde los Feedback transitan
de forma directa y rápida como nunca antes había ocurrido hasta ahora. Hoy en día es posible
opinar sobre productos, apostar por gustos, comprarlos, criticarlos y hacer que los quiten del
mercado. Los jóvenes se encuentran en un entorno en el que la norma es lo social y la
interacción entre compañeros es vital (Prieto y Moreno, 2015).
Si bien, estas son motivaciones que podrían llevar a que la persona lleve una conducta
“normal” con respecto a las redes sociales, Echeburúa y Corral (citado en Prieto y Moreno,
2015) plantean que “no debe olvidarse que cualquier conducta normal placentera se encuentra
dispuesta a transformarse en un comportamiento adictivo”.

Ahora, acercándose más a lo fenomenológico de la motivación, los autores Colás,


González, y De Pablos (2013) muestran un estudio realizado con jóvenes andaluces acerca de
las motivaciones y usos preferentes de las redes sociales, en el cual exponen que los resultados
y conclusiones obtenidos son coherentes y concuerdan con actuales líneas de investigación a
nivel internacional. El estudio muestra que el principal motivo de los jóvenes para acceder a
las redes sociales es el de “compartir experiencias con los amigos” con un 82%, seguido de un
51% que dice “saber lo que dicen mis amigos de las fotos que subo y las experiencias que
vivimos”, y un 45,6% comenta “para hacer nuevos amigos”. Los tres motivos anteriores tienen
como base común cubrir la necesidad social de los jóvenes de interactuar con sus iguales
(Colás, González, y De Pablos., 2013).
En un segundo apartado, muestran que en un 20-25% de los motivos están ligados a la
dimensión más psicológica y afectiva, donde en un 24,9% los jóvenes indican “me satisface
saber que gusto y lo que me valoran mis amigos”, seguido de un 23,5% que dicen “me hace
sentir bien cuando estoy triste”. Por lo tanto, se puede concluir que las motivaciones para el uso
de las redes sociales recae en dos áreas básicas; una social que cubre un 50% de la población y
otra psicológica con la que se identifican en un 20%. Estas conclusiones obtenidas coinciden
con estudios internacionales los cuales indican que “el comportamiento de los jóvenes
adolescentes en redes sociales online está motivado por factores de autoidentidad, confianza en
sí mismos, compensación social y entorno social” (Colás, Gonzáles y De Pablos, 2013, p. 20).
Por otro lado, las motivaciones existentes para el uso de redes sociales en hombres y
mujeres son distintas, ya que los resultados indican que en el caso de los hombres hay una
motivación de índole más psicológica y de reconocimiento personal, mientras que en las
mujeres predomina un uso relacional y social.
B.- Factores de Riesgo y Factores de Protección
Se hace importante indagar en cuáles son los factores de riesgo y los protectores
involucrados en este tipo de adicción. En cuanto a los factores de riesgo, se encuentra un grupo
etario que sería más propenso a poder desarrollar adicciones debido a las características
asociadas a la edad (Odriozola, 2012), así como un conjunto de características personales,
familiares y sociales, las cuales serán ahondadas a continuación. En relación a los factores
protectores se desarrollarán características personales y familiares.
Como se mencionó anteriormente, en los factores de riesgo se encuentra una población
que suele ser más vulnerable, la cual está integrada por los jóvenes y adolescentes. Este grupo
etario es más propenso debido a que pueden buscar conductas de rebeldía ante los padres,
nuevas sensaciones, emociones fuertes y además son los que más se conectan a internet, estando
a la vez más familiarizados con los teléfonos inteligentes (Odriozola, 2012). Además, son
aquellos que han crecido rodeados de instrumentos electrónicos, siendo denominados
Generación Digital, Generación @, Nativos Digitales o Generación del Pulgar (Marañón, 2012,
p.1)
En cuanto a los factores de riesgo personales, se encuentran características que
aumentan la vulnerabilidad psicológica ante las adicciones, entre ellas la impulsividad, disforia,
intolerancia a estímulos displacenteros y búsqueda exagerada de emociones fuertes, la cual se
puede traducir en transgresiones de normas. También hay veces en que hay un problema de
personalidad a la base, ya sea timidez excesiva, estilo de afrontamiento inadecuado ante
dificultades, baja autoestima o rechazo a la imagen corporal. Aquellas personas que tienen a su
vez un problema psiquiátrico previo, aumentan la posibilidad de hacerse adictos a internet
(Estévez, Bayón, De la Cruz y Fernández-Liria; Garciá del Castillo, Terol, Nieto et al; Yang,
Choe, Balty y Lee, en Odriozola, 2012). También Odriozola (2012) propone que hay casos en
que una adicción se puede producir por un déficit afectivo, donde la persona que vivencia una
insatisfacción personal o que carece de afecto intenta suplir esta carencia por medio de drogas
o conductas, postulando que la tecnología funciona como una “prótesis tecnológica”.
Ahora bien, también se pueden presentar ciertos ambientes familiares que dificultan la
adquisición de pautas de conductas sanas y socialmente adaptadas, conformando otro factor de
riesgo. Las familias rígidas que ocupan un estilo de crianza autoritario, pueden provocar en sus
hijos posteriores sentimientos de rencor y rabia hacia ellos, posibilitando conductas
transgresoras de normas y características de personalidad dependiente, irresponsable o rebelde.
Por otro lado las familias permisivas o desestructuradas, con normas incoherentes y/o
inconsistentes no propicia la formación de un repertorio conductual saludable ni un adecuado
autocontrol, probablemente tampoco brindando un apoyo emocional a sus hijos, los que suelen
convertirse en egocéntricos, caprichosos e impulsivos (Echeburúa y Requesens, 2012).
Por último, en cuanto a los factores de riesgo relacionados a lo social, se encuentra que
el aislamiento o las relaciones con personas que abusan de la tecnología puede facilitar la
adicción al internet y a las redes sociales, también la propensión a dejarse influir por el entorno
o compensar carencias del mundo real en el mundo virtual (Echeburúa y Requesens, 2012).
También es posible identificar ciertos factores protectores que son aquellos que reducen
el riesgo de comenzar una adicción. Los primeros que se abordarán son los recursos personales,
en ellos es primordial la autoestima, la cual se entiende como el “aprecio y la valoración que
una persona siente hacia sí misma y hacia lo que es capaz de hacer” (Echeburúa y Requesens,
2012, p.442). Esta juega un rol fundamental en la persona ya que posibilita un equilibrio
emocional, guía cómo posicionarse ante eventos cotidianos y qué disposición se tiene,
asimismo facilita tener una actitud positiva ante adversidades que pueden presentarse. Las
habilidades sociales y de comunicación son herramientas que fomentan una autoestima
adecuada, minimizando el riesgo de crear un mundo virtual imaginario, ya que permite
relacionarse de manera adecuada con los demás, superando por ejemplo la agresividad o
timidez excesiva y relacionándose de forma exitosa en situaciones sociales.
Otro recurso personal que es un factor protector, es la capacidad de solucionar
problemas, ya que esto posibilita enfrentar situaciones impulsivas o de presión social y también
contribuye a las habilidades para tomar decisiones adecuadas. Otro elemento que contribuye a
manejar la impulsividad y conductas descontroladas, es el control de las emociones y el
adecuado afrontamiento del estrés.
Como último recurso personal que se mencionará está el correcto uso del tiempo de
ocio, ya que esto frenará el concurrir en conductas adictivas y además potenciará el desarrollo
personal, con el fin de utilizar este tiempo con actividades creativas que apunten a la búsqueda
de sensaciones y no aquellas peligrosas que pueden desembocar en adicciones (Echeburúa y
Requesens, 2012).
De igual forma en la familia se pueden encontrar factores protectores, tales como la
comunicación y escucha que favorecen el clima de convivencia, asimismo brinda la
oportunidad a los padres de captar posibles preocupaciones de sus hijos. También que los
padres den el ejemplo de conductas saludables y tengan momentos de ocio compartido marcan
pautas para la adquisición de conductas sanas por parte de los hijos. Por último el presentar una
estructura familiar con normas y límites en la infancia, para en la adolescencia tener una
estructura más flexible, facilita la creación de conductas y valores adecuados en los menores
(Echeburúa y Requesens, 2012).

C.- Síntomas
Existen señales de alarma que indican una posible dependencia a las redes sociales,
estos refieren a cierto tipo de conductas que convierte el uso de internet de una afición a una
adicción, por ejemplo: la reducción o privación del sueño por estar conectado en la en la red
(dormir menos de cinco horas) también se puede señalar el descuido de otro tipo de actividades
como el contacto con la familia, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud;
asimismo se encuentran síntomas relacionados con recibir quejas en relación con el uso de la
red de alguien cercano, como los padres, hermanos o amigos; pensar en la red constantemente,
incluso cuando no se está conectado a ella, y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión
falla o resulta muy lenta; intentar limitar el tiempo de conexión sin poder conseguirlo y perder
la noción del tiempo (Pérez et al., 2012).
De la misma manera los adictos al internet y a las redes sociales, sufren de
sintomatología del tipo ansiosa, irritabilidad, desajuste emocional y problemas en la interacción
social, ya que en gran parte de la población que experimenta este tipo de síntomas, admite que
frente a una pantalla, pueden expresarse mucho mejor, que presencialmente, creando un
personaje idealizado a su medida (Cía, 2018).
Griffiths (2005) quien desarrolla un modelo biopsicosocial para entender las adicciones,
hace una comparación entre las adicciones a sustancias químicas y la adicción al internet o la
“nuevas tecnologías” apuntado a una sintomatología similar, ya que existen parámetros que
comparten como: 1) la saliencia, que refiere a cuando una actividad particular se vuelve lo más
importante para una persona, dominando varias áreas de su vida. Esto se puede visualizar en el
uso de las redes sociales, en tanto se convierte importante observar lo que hacen otros
constantemente o pensar en ello; 2) Cambios de humor, relacionados a la experiencia subjetiva
de implicarse en una actividad específica, se pueden advertir cambios a nivel emocional o
sentimental, como sentir tranquilidad, disforia o las disminución de estrés cuando una persona
se conecta a redes sociales; 3) Conflictos intra psíquicos, expresando tener la conciencia de
tener una adicción, pero no poder controlarla (Garcia de Castillo, 2013).
La adicción a las redes sociales se halla completamente instalada cuando existe un uso
excesivo asociado a una pérdida de control, aparecen síntomas de abstinencia (ansiedad,
depresión, irritabilidad) ante la imposibilidad temporal de acceder a la red, también se puede
experimentar una recaída volviendo a los mismo patrones conductuales después del periodo
de abstinencia (Garcia de Castillo, 2013), se establece el fenómeno de la tolerancia (es decir, la
necesidad creciente de aumentar el tiempo de conexión a Internet para sentirse satisfecho), la
búsqueda desesperada por obtener refuerzos rápidos y sentimientos de malestar si no se pueden
usar las tecnologías el tiempo que se desea, y se producen repercusiones negativas en la vida
cotidiana, en tanto en nivel interferencia en la vida diaria es el indicador más significativo a la
hora de determinar si existe o no una adicción al internet, incluso aún más que el factor tiempo
(Echeburúa y Corral, 2010).

D.- Consecuencias
Las consecuencias de la adicción de las redes sociales es variada y abarca distintas áreas
de la vida de las personas, Echeburúa y Corral (2010). Por un lado se pueden mencionar las
consecuencias negativas a nivel fisiológico, como ya se mencionó anteriormente la privación
de sueño es síntoma de la adicción al uso de las redes, pero una vez ya instalada produce por la
inhabilidad del adicto a cortar la conexión, permaneciendo despierto hasta altas horas de la
madrugada, lo cual podría dar lugar a fatiga, debilitación del sistema inmunitario y un deterioro
de la salud (Luengo, 2004, p. 28). De igual manera, existen además otras manifestaciones que
se expresan a nivel corporal, estas son por ejemplo, respuestas condicionadas aceleración del
pulso cuando una persona se conecta, estado de conciencia alterado por largos periodos de
tiempo, con una total concentración en la pantalla similar al de la meditación o del trance;
sueños que aparecen en forma de “scroll”(Luengo, 2004, p. 29).
También otro tipo de consecuencias que se encuentra relacionada con alto uso de
internet y/o redes sociales y el incremento de los niveles de depresión, si bien no se puede
establecer con claridad, si su uso es causa o efecto de la adicción al internet, se produce un ciclo
en donde la soledad y depresión, alimentan el uso del computador (Luengo, 2004, p. 29). las
personas pueden refugiarse en la pantalla para evadir la realidad e incluso sumirse en un estado
semi-disociativo, el internet permite cubrir las necesidades y por ello se aumenta el uso. Se
debe hacer una distinción en tanto a género, ya que en mujeres se puede hallar una mayor
sintomatología relacionada con la depresión y abuso de las redes sociales, mientras que en los
hombres se destaca su necesidad de agradar y búsqueda de mayor autoestima. Estos tipos de
síntomas potencian y facilitan el aislamiento, el bajo rendimiento, el desinterés por otros
temas, los trastornos de conducta y el quebranto económico, así como el sedentarismo y la
obesidad (Estévez, et al, 2017)
Por otro lado, se puede mencionar también la existencia de una dependencia emocional,
que está unida a la adicción a las redes, debido a que existe una búsqueda, por evitar estar solos,
simulando el objetivo social que cumple una adicción por drogas que es la cohesión a un grupo,
generando una identidad en común, esto se ejemplifica en el uso de redes sociales como
Facebook, el déficits de contacto real , a causa de bajas habilidades sociales se compensa a
través de la virtualidad y la necesidad de pertenencia (Estévez, et al, 2017).
Los principales inconvenientes que se pueden derivar del uso de la tecnología radican a
nivel social en el daño que se puede hacer a otros al incurrir en el ciberacoso mediante redes
sociales o aplicaciones de mensajería instantánea ya sea a través de chat, a través la publicación
de mensajes ofensivos o creando páginas de grupos de odio, o a el mismo individuo si se llega
a un punto en que la información disponible atenta contra su propia libertad, debido a que los
usuarios se enfrentan a los riesgos de privacidad dada la gran cantidad de información personal
que publican en línea como el uso indebido de datos personales. La información se puede
compartir con terceras empresas mediante aplicaciones, del mismo modo que se puede realizar
un seguimiento al comportamiento del usuario para ofrecerle anuncios publicitarios y
publicidad social orientados a su perfil (Vanderhoven, et al, 2014).

E.- Prevención
A partir de lo planteado en los apartados anteriores, es necesario plantear estrategias de
prevención sobre la adicción a redes sociales. Existe una urgencia por enseñar a la población,
sobre todo niños, jóvenes y adolescentes, a hacer un uso razonable de las nuevas tecnologías.
Morduchowicz, Sylvestre y Ballestrini (2012) postulan ciertas prevenciones que se
pueden tomar con adolescentes que incurren en las redes sociales, tales como advertirles de no
subir a la red información, fotos ni videos privados, tampoco publicar horarios, o cuando se
encuentren de vacaciones. Como adulto responsable no facilitar exceso de tecnología en las
habitaciones, ubicando el computador y/o tablet en espacios comunes, navegar en las redes
juntos y dialogar sobre qué usos se les da, asimismo tener reglas familiares sobre el uso de
estas.
También refieren que es útil explicar por qué se tienen ciertas reglas, refiriéndoles que
el contenido subido a internet pasa a ser de dominio público, y que es muy difícil de borrar.
También enseñarles a discriminar entre fuentes confiables y no confiables, o por qué entablar
conversaciones con conocidos y no con desconocidos, asimismo hablarles sobre cuáles son los
sitios no deseados y por qué (pornografía, pedofilia, racismo, etc.).
Asimismo, Marañón (2012) recopila las recomendaciones realizadas por 37 organismos
de Protección de la Privacidad de Europa, las cuales son: reflexionar sobre qué datos personales
publicar, que los menores de edad eviten publicar direcciones o números de teléfono, utilizar
pseudónimos en vez del nombre real y cuidar especialmente si se va a publicar información de
un tercero sin su consentimiento.
Otra organización encargada de prevenir adicciones a la tecnología (entre ellas las redes
sociales) específicamente en la adolescencia, es ADITEC, donde se trabajar tres pilares
fundamentales los cuales son: 1) Informar sobre las diferentes adicciones tecnológicas 2)
sensibilizar sobre aquellas consecuencias negativas producto de la adicción y 3) entrenar

F.- Tratamiento
En cuanto al tratamiento, es necesario que en un primera instancia se logre identificar
en qué estadio se encuentra el paciente, esto quiere decir que a través de una entrevista se deberá
situar a la persona en estadios relacionados a etapas de la dinámica de la adicción para así poder
enfocar el tratamiento.
Para el presente informe usaremos los definidos por Echeburúa, Corral y Amor (2005):
falta de conciencia del problema, valoración del problema, decisión de cambiar, inicio del
cambio, mantenimiento del cambio (p.5), en este último estadio es donde la persona logra
ampliar su repertorio de conductas para así lograr conductas adaptativas. Es importante agregar
un estadio no considerado por los autores y que es recurrente entre quienes presentan
adicciones, dicho estadio corresponde a la recaída, la que se puede presentar en cualquier
momento y puede deberse a circunstancias externas de la persona, por lo general se debe a
modificaciones contextuales y externas que desencadena en los sujetos reacciones de estrés. En
palabras de Tirapu, Landa y Conde (2003) algunas circunstancias, como la ausencia de
habilidades de afrontamiento, la inhibición de estas respuestas por la ansiedad, la falta de
categorización de la situación como de alto riesgo, los déficits de motivación hacia la
abstinencia o la “tentación” de uso de la sustancia, dificultan la adecuada respuesta de
afrontamiento ante una situación de riesgo (p.7)
A partir de lo mencionado anteriormente, a continuación se identificará el tipo de
intervención que consideramos acorde a cada estadio: durante la falta de consciencia es
importante que como terapeutas enfoquen el trabajo en el vínculo con el paciente dado que en
esta primera instancia al no tener conciencia de enfermedad o incomodidad alguna no se puede
trabajar directamente la adicción pues la persona no logra entender qué le sucede, es por esto
que esta primera etapa debe verse como una oportunidad para estrechar la relación y conocer a
la persona, junto con hacer las primeras diligencias tales como orden de exámenes médicos,
anamnesis, entre otras. En segundo lugar, cuando la persona logra tener conciencia pero aún no
se encuentra dispuesto al cambio, creemos que es una instancia para realizar intervenciones
desde la motivación donde se podría aplicar psicoeducación sobre los efectos de seguir la
adicción, comprensión del fenómeno desde la teoría, así como también entrar a trabajar con la
entrevista motivacional, la que busca resolver la ambivalencia que no le permite dar el pie para
cambiar y generar expectativas de autoeficacia ligadas a aportar herramientas para que la
persona logre abordar situaciones complejas que le inciden para recaer. En tercer lugar
encontramos la decisión para cambiar, estadio donde se tendrá como objetivo principal
mantener la motivación en la persona evitando la recaída. En cuarto lugar se encuentra el inicio
del cambio, estadio en el que se podrán incluir cambios de conducta con el acompañamiento y
asesoramiento del terapeuta. Como quinto estadio se presenta la fase de mantenimiento donde
la persona es capaz de incluir en su repertorio de conductas las señaladas y aprendidas en terapia
de manera genuina, empoderandose de estas y haciéndolas propias. En palabras de Echeburúa,
Corral y Amor (2005) “el tratamiento inicial de choque se centra, en una primera fase, en el
aprendizaje de respuestas de afrontamiento adecuadas ante las situaciones de riesgo (técnicas
de control de estímulos); y en una segunda fase, en la exposición programada a las situaciones
de riesgo (técnica de exposición en vivo con prevención de respuesta a los estímulos y
situaciones relacionadas con la conducta adictiva)” (p.7)
Por otra parte, es importante tener en consideración la lógica de que la adicción sea a
drogas u otro tipo, responden a una dinámica aprendida de satisfacción a necesidades de
distintos tipos, es por esto que de acuerdo a Kadden (2005) las primeras tareas del tratamiento
son (1) identificar las necesidades específicas para cuya satisfacción son utilizadas las
conductas adictivas y (2) desarrollar habilidades que provean formas alternativas de saldar esas
necesidades. Lo que ayudará a dar pie a un primer objetivo que es que quien se encuentre bajo
dependencia debe permanecer en abstinencia, ya que sin abstinencia no se puede comenzar el
tratamiento.
Por último, una parte importante para el tratamiento y rehabilitación de las personas
adictas, citando a Garmendia, Alvarado, Montenegro y Pino (2008):
Uno de los factores que podría estar relacionado con la no reincidencia del consumo es
el apoyo social. Este es definido como un proceso interactivo, gracias al cual, el
individuo obtiene ayuda emocional, instrumental y económica de la red social en la que
se encuentra inserto (p.170).
Desde la perspectiva de las autoras del presente trabajo, se atribuye lo mencionado
anteriormente a que el apoyo social ayuda de manera directa a calmar la ansiedad que genera
la necesidad que se ve enmendada con la adicción. Dicho apoyo social puede presentarse en
distintas formas, las más clásicas son las redes de apoyo de la familia, nuclear o extensa,
participación en terapias grupales donde se encuentre con el sentimiento de no estar solo y el
darse cuenta de que no es el único en dicha situación, ayudando con acompañamiento, otro
ejemplo de apoyo social son los programas de reinserción social.

III. Reflexiones finales


Frente a todos los antecedentes entregados anteriormente se puede obtener como una
primera reflexión el hecho de que las adicciones son un tema que no solo compete a quienes
son adictos, sino que es un tema que constituye un problema en términos de salud pública,
donde se ven involucrados actores sociales, políticos.
Por otra parte, es que el tema adicciones es posible llevarlo de mejor manera en cuanto
a tratamientos y prevención si se involucra gente cercana, dado que un potencial adicto o un
adicto en rehabilitación en pocas ocasiones son capaces de controlarse por sí solos, sobre todo
al inicio de dicha dinámica, por lo que es importante que quienes tengan ciertos rasgos consten
con redes de apoyo para así evitar o lograr salir adelante de la adicción.
También se da lugar para pensar sobre el doble filo que tienen las redes sociales, ya que,
por un lado permiten acercarse y mantener contacto con seres queridos, conocer nueva gente,
buscar oportunidades de trabajo, entre miles de otras alternativas, sin embargo a veces se
utilizan sin preocupación y sin filtro sobre la información personal, pudiendo poner en riesgo
la salud e integridad de la propia persona. Otro gran peligro y que se ha presentado bastante en
el contexto actual del país es la peligrosidad de la falsa información y la incitación al odio y
violencia producto de las variadas opiniones vertidas en las redes sociales.
Otra forma de ver el uso de las redes sociales tiene relación con una posición de
privilegios, donde si bien cada vez son más asequibles, siguen generando una barrera social y
económica para los lugares que aún se encuentran en situación de localidades rurales y no
presentan acceso al internet. Frente a lo anterior y ligandolo con el uso de internet y redes
sociales en el sentido de dar y recibir información, es decir, quienes sí participan del mundo
virtual se encuentran aventajados, teniendo un mayor acceso a distintos conocimiento y evitar
la desinformación, mientras que quienes no se encuentran en dicho mundo virtual son
apartados.
Por último se hace menester aludir al por qué del tema elegido y la relevancia que tiene
este para el quehacer profesional y la formación en el curso. Las redes sociales, como bien se
expuso anteriormente, atañen a la mayoría de la población actualmente, por lo que es un área
que debe ser conocida por profesionales de la salud, específicamente en psicología, que están
en contacto con personas constantemente y deben ser capaces de identificar si están teniendo
ciertas conductas o síntomas que apunten a una adicción de este tipo, con el fin de apuntar al
problema de la forma más precisa posible. Asimismo, resulta especialmente útil para aquellos
que trabajan con población infanto-juvenil, ya que, como también se ahondó anteriormente, son
un rango etario especialmente propensos a caer en una adicción a las redes sociales, y con
quienes es muy provechoso tener conocimiento de estrategias de prevención o de tratamiento
que también se pueden transmitir a sus padres para abordar en equipo la situación de una forma
más efectiva.
Referencias Bibliográficas

Boyd, D.M. y Ellison, N.B. (2008). Social network sites: Definition, history, and
scholarship. Journal of Computer-Mediated Communication 13, 210-230.

Caldevilla, D. (2010). Las redes sociales. Tipología, uso y consumo en las redes sociales
2.0 en la sociedad digital actual. Documentación de las Ciencias de la Información, 33,45-68.
Recuperado de:

https://www.researchgate.net/publication/279657056_Las_Redes_Sociales_Tipologia_uso_y_
consumo_de_las_redes_20_en_la_sociedad_digital_actual

Cía, A. H. (2018). Las adicciones no relacionadas a sustancias (DSM-5, APA, 2013):


un primer paso hacia la inclusión de las Adicciones Conductuales en las clasificaciones
categoriales vigentes. Inmanencia. Revista del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA)
Eva Perón, 6(1). Recuperado de:
http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/inmanencia/article/view/12681
Colás Bravo, M. P., González Ramírez, T., & Pablos Pons, J. D. (2013). Juventud y
redes sociales: Motivaciones y usos preferentes. Comunicar, 40, 15-23. Recuperado de:
https://idus.us.es/xmlui/handle/11441/24622
Echeburúa, E. de Corral, P. Amor, P. (2005). El reto de las nuevas adicciones: objetivos
terapéuticos y vías de intervención. España. Recuperado de:
https://www.researchgate.net/profile/Enrique_Echeburua/publication/282369611_The_challe
nge_of_new_addictions_Therapeutic_goals_and_ways_of_intervention/links/5d495e70a6fdcc
370a7fc5d7/The-challenge-of-new-addictions-Therapeutic-goals-and-ways-of-
intervention.pdf
Echeburúa, E, & de Corral, P. (2010). Adicción a las nuevas tecnologías y a las redes
sociales en jóvenes: un nuevo reto. Adicciones, 22(2), 91-96. Recuperado de:
http://dx.doi.org/10.20882/adicciones.196
Echeburúa, E. y Requesens, A. (2012). Adicción a las redes sociales y a las nuevas tec-
nologías en jóvenes y adolescentes. Guía para educadores. Madrid: Pirámide. Recuperado de:
http://omextad.salud.gob.mx/contenidos/investigaciones/Guiaparaeducadores.pdf
Echeburúa, E. (2018). ¿Cómo y quiénes se hacen adictos a las redes sociales?.
Recuperado de:
https://elpais.com/tecnologia/2018/04/06/actualidad/1523003059_867092.html
Estévez, A., Urbiola, I., Iruarrizaga, I., Onaindia, J., & Jauregui, P. (2017). Dependencia
emocional y consecuencias psicológicas del abuso de internet y móvil en jóvenes. Anales de
Psicología/Annals of Psychology, 33(2), 260-268. Recuperado de :
https://revistas.um.es/analesps/article/download/analesps.33.2.255111/211001

Entrenamiento de habilidades de Afrontamiento (Traducción).

Fernández, N. (2013). Trastornos de conducta y redes sociales en Internet. Salud Mental


vol. 36 (no.6). Recuperado de:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252013000600010

García, J. (2013) Adicciones tecnológicas: El auge de las redes sociales. Health and
addictions. 13 (1). 5-12. Recuperado de:
https://ojs.haaj.org/index.php/haaj/article/view/188/186
Garmendia, M. Alvarado, M. Montenegro, M. & Pino, P. (2008). Importancia del apoyo
social en la permanencia de la abstinencia del consumo de drogas. Revista médica de Chile,
136(2), 169-178. Recuperado de:
https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872008000200005
Griffiths, M.D. (2005). A ‘components’ model of addiction within a biopsychosocial
framework. Journal of Substance Use, 10(4), 191– 197.

Kadden, R. (2005) Terapia Cognitivo-Conductual para Dependencia de Sustancias

Luengo, A. (2004) Adicción a Internet: conceptualización y propuesta de intervención.. Revista


Profesional Española de Terapia Cognitivo-Conductual 2 p.22-52. Recuperado de:
http://www.jogoremoto.pt/docs/extra/BL5L6u.pdf

Marañón, C. O. (2012). Redes sociales y jóvenes: una intimidad cuestionada en internet.


Aposta. Revista de Ciencias Sociales, (54), 1-16. Recuperado de:
https://www.redalyc.org/pdf/4959/495950250003.pdf

Montañés, M. C. (2017). Prevención de las adicciones tecnológicas en la adolescencia.


Padres y Maestros/Journal of Parents and Teachers, (369), 53-59. Recuperado de:

Morduchowicz, R., Marcon, A., Sylvestre, V., & Ballestrini, F. (2012). Los
adolescentes y las redes sociales. Buenos Aires: FCE. Recuperado de:
http://www.sap.org.ar/docs/congresos_2015/37%20CONARPE/morduchowicz.adolescentesy
redessociales.pdf
Odriozola, E. E. (2012). Factores de riesgo y factores de protección en la adicción a las
nuevas tecnologías y redes sociales en jóvenes y adolescentes. Revista española de
drogodependencias, 4, 435-48. Recuperado de:
https://www.aesed.com/upload/files/vol-37/n-4/v37n4_5.pdf
Orihuela-Colliva, J. L. (2008). Internet: la hora de las redes sociales. Recuperado de:
https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/2962/1/nueva_revista_08.pdf

Pérez, W. A. T., Mendoza, F. G., León, N. K. Q., Pérez, A. C., & Estrella, J. A. M.
(2012). Redes sociales en internet, patrones de sueño y depresión. Enseñanza e investigación
en Psicología, 17(2), 427-436. Recuperado de:
https://www.redalyc.org/pdf/292/29224159005.pdf

Prieto, J. y Moreno, A. (2015). Las redes sociales de internet ¿una nueva adicción?.
Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XXIV (núm. 2), pp. 149-155. Recuperado de:
https://www.redalyc.org/pdf/2819/281946783007.pdf

Secades Villa, R (1997). Evaluación conductual en prevención de recaídas en la


adicción a las drogas: estado actual y aplicaciones clínicas . Psicothema, 9(2), undefined-
undefined. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=727/72709203

Tirapu, J. Landa,N y Conde,I (2003) Sobre las recaídas, la mentira y la falta de voluntad
de los adictos. ADICCIONES. 15(1). Recuperado de:
http://www.itesm.ucm.adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/432/430

Vanderhoven, E., Schellens, T., & Valcke, M. (2014). Enseñar a los adolescentes los
riesgos de las redes sociales: una propuesta de intervención en Secundaria. Comunicar: Revista
científica iberoamericana de comunicación y educación, (43), 123-132. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4738222

S-ar putea să vă placă și