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APUNTE N° 5
DERECHO CIVIL IV
LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES. LOS CONTRATOS EN
PARTICULAR
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
*
Apunte preparado por el Prof. Dr. Rodrigo Barría D., Facultad de Derecho, Universidad Alberto Hurtado.
pareciera indicar que el vendedor transfiere el dominio de la cosa vendida, cuando en
realidad no es así, ya que la obligación del vendedor es sólo la de entregar la cosa.
Alessandri señala que el sistema jurídico chileno no está obligado a hacer propietario
al comprador, sino que este se obliga a proporcionar la cosa al comprador. La
obligación que realmente contrae el vendedor es la de entregar la cosa, lo cual se
desprende de numerosas disposiciones del Código como, por ejemplo, el art. 1815,
que reconoce la validez de la venta de cosa ajena.
Sostienen algunos autores que aquí hubo un error del legislador al emplear la
expresión "dar" en el art. 1793 y que en realidad debió haber hablado de "entregar",
término que habría expresado con mucha mayor propiedad el carácter que la
obligación del vendedor tiene en nuestra legislación.
Es claro que en Chile el contrato de compraventa no produce por sí solo la traslación
del derecho de dominio de una parte a la otra y es indudable que dicho contrato
solamente es productivo de obligaciones para las partes. Es por ello que el efecto de
este contrato es que da al comprador un título que le sirve para adquirir el dominio.
El comprador, en virtud del contrato de compraventa, tiene un título que lo habilita
para pedir al vendedor que le entregue la cosa comprada, pero no puede demandarle
que le haga propietario, ya que el dominio no lo va a adquirir el comprador en virtud
del contrato, sino que por la tradición o por la prescripción, según sea la circunstancia.
En el sistema chileno para que el comprador llegue a adquirir el dominio de la cosa
que ha comprado, tienen que presentarse dos actos consecutivos, que son el título y el 2
modo de adquirir. Mientras no se dé cumplimiento a todo este proceso el dominio no
se va a radicar en el comprador.
En síntesis, para que una persona llegue a ser dueño por este procedimiento se
requiere:
1. Que se celebre el contrato de compraventa, del cual nace la obligación de
entregar la cosa vendida, es decir, le da al comprador un título que lo habilita
para adquirir el dominio, y
2. Tiene que estar presente la tradición, que es el modo de adquirir el dominio y
que es el medio para cumplir la obligación nacida del contrato de compraventa.
II. CARACTERÍSTICAS
1. Es un contrato bilateral, en el que las partes se obligan recíprocamente. En
otras palabras, origina dos obligaciones recíprocas que consisten una en dar
una cosa y la otra en pagarla en dinero. Ambas obligaciones son esenciales en
la compraventa, pero no son las únicas. Las otras obligaciones que existen en
este contrato, son accesorias a estas dos obligaciones esenciales, porque no
existirían si alguna de ellas no tuviere a su vez existencia. Así, el vendedor tiene
sobre sí la obligación de saneamiento, que comprende el saneamiento de la
evicción y de los vicios redhibitorios (art. 1837). Esta obligación no es otra cosa
que una consecuencia de la obligación del vendedor de dar la cosa.
Son las obligaciones de dar la cosa y la de pagar su valor en dinero las que
constituyen la esencia del contrato de compraventa. De tal manera que si una
de estas obligaciones no existe, no hay compraventa o esta degenera en un
contrato distinto (art. 1444).
2. Es un contrato conmutativo, por regla general: es conmutativo en el sentido de
que las obligaciones recíprocas de las partes se miran como equivalentes. Pero
el carácter conmutativo no es de la esencia del contrato de compraventa; de
modo que puede faltar este carácter conmutativo y el contrato de compraventa
no va a degenerar en otro contrato distinto. Es frecuente que la compraventa
verse sobre una posibilidad incierta de ganancia o pérdida y, en ese caso, el
contrato no va a ser conmutativo, sino que va a ser aleatorio.
3. Es un contrato consensual, por regla general. Esto se desprende del art. 1801,
inciso primero. Por excepción es solemne en los casos a que se refiere su inciso
segundo, esto es, en la venta de los bienes raíces, servidumbres y censos y la
de una sucesión hereditaria, de tal suerte que dicha venta no es perfecta
mientras no se haya otorgado la respectiva escritura pública.
4. Es un contrato oneroso porque las partes contratantes se gravan
recíprocamente, una en beneficio de la otra.
5. Es un contrato principal, porque subsiste por sí mismo sin necesidad de otro 3
contrato. El contrato de compraventa no está destinado a asegurar el
cumplimiento de una obligación principal.
6. Es un título traslaticio de dominio y, aún más, es el típico ejemplo de un título
traslaticio de dominio (art. 703). De esto se desprende una consecuencia
importante: en Chile, por el solo contrato de compraventa no se transfiere el
dominio. Del contrato de compraventa solamente surgen derechos y
obligaciones personales entre las partes. Es decir, el comprador puede exigir
que se le entregue la cosa y, como contrapartida, el vendedor exigir el pago del
precio. En Chile, para que se opere la adquisición del dominio, además del
contrato de compraventa, se requiere que se realice la tradición de la cosa.
Es importante considerar que la venta de cosa ajena es justo título, porque de acuerdo
con la ley la buena fe se presume y, por consiguiente, quien compra cosa ajena tiene
justo título y buena fe, y habiendo existido la tradición podrá tener la calidad de
poseedor regular y adquirir el dominio por prescripción ordinaria. Esto, salvo que se
desvirtúe alguno de los elementos de la posesión regular.
Efectos de la venta de cosa ajena:
Para estudiar esta materia debemos distinguir (1) si la cosa vendida ha sido entregada
por el vendedor al comprador o, (2) si la cosa vendida no ha sido entregada por el
vendedor al comprador.
a. Si el vendedor entregó la cosa vendida al comprador, el verdadero dueño tiene
derecho a reivindicar de manos del comprador el objeto vendido, ello porque en
la venta de cosa ajena hay un caso de inoponibilidad por falta de concurrencia.
Lo que sucede es que el contrato de compraventa sobre cosa ajena es
perfectamente válido entre el comprador y el vendedor, pero le es inoponible al
verdadero dueño, ya que éste no concurrió con su voluntad a la celebración de
ese contrato. Es precisamente en mérito de esa inoponibilidad que el verdadero
dueño puede reivindicar la cosa vendida de manos del comprador, pero hay dos
casos en que ello no es posible:
Cuando el verdadero dueño ha ratificado la venta hecha por quien no era dueño
de la cosa. Ello puede perfectamente hacerse y en caso de ser así la ratificación
va a producir plenos efectos. Aún más, el comprador va a tener en este caso su
derecho desde la fecha de celebración del contrato de compraventa y no desde
la fecha de la ratificación (art. 1818).
Cuando el comprador adquirió el dominio por prescripción. Es a esta situación a
la que se refiere el art. 1815, parte final (en relación con el art. 2517).
b. El vendedor no ha entregado la cosa vendida al comprador. Aquí también
pueden darse diversas situaciones:
Que el verdadero dueño ratifique la venta. En este caso no habrá problema de
ninguna especie con el contrato de compraventa sobre cosa ajena,
produciéndose sus efectos naturales.
Que el verdadero dueño reivindique la cosa vendida de manos del vendedor. En
este caso, si el verdadero dueño reivindica la cosa y el vendedor es desposeído
de ella, el comprador va a poder demandar la resolución del contrato con la
correspondiente indemnización de perjuicios (art. 1489).
c. Caso en que la venta de cosa ajena produce plenos efectos como si fuera venta
de cosa propia: de acuerdo al art. 1819, una vez vendida y entregada a otro
una cosa ajena, si el vendedor adquiere después el dominio de ella, se mirará
al comprador como verdadero dueño desde la fecha de la tradición. Esta
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disposición concuerda con el art. 682, según el cual si el tradente adquiere
después el dominio de una cosa que no era suya al momento de hacer la
tradición, se entenderá transferido desde el momento de la tradición.
El inciso segundo del art. 1819 señala una consecuencia lógica: "por
consiguiente, si el vendedor la vendiere a otra persona después de adquirido el
dominio, subsistirá el dominio de ella en el primer comprador". La nueva venta
que el vendedor hiciere sería de cosa ajena; la cosa ya no le pertenece y es de
propiedad del comprador desde que le fue entregada.
2. El precio
Es el objeto de la obligación del vendedor. Define lo que se entiende por precio el art.
1793 en su frase final: "el dinero que el comprador da por la cosa vendida se llama
precio".
El precio es un elemento esencial del contrato de compraventa, tanto como lo es la
cosa vendida, de tal manera que si en el contrato de compraventa no hay precio, en
definitiva no habría contrato por carecer éste de objeto (faltaría el objeto de la
obligación del vendedor).
Requisitos del precio en el contrato de compraventa
Tiene que ser (a) real, (b) determinado y (c) pactado en dinero.
a. Tiene que ser real
Esto significa que el precio tiene que ser fijado de tal manera que quede de manifiesto
que el acreedor (vendedor) tiene derecho a exigirlo y que el deudor (comprador) tiene
la obligación de pagarlo.
Bajo estos términos, no será precio real el simulado ni tampoco el irrisorio o ridículo,
entendiéndose por tal a aquel que no guarda ninguna proporcionalidad con el valor de
la cosa vendida, de tal forma que queda de manifiesto que no hay un propósito serio
entre las partes de que ese precio sea exigible.
Debe considerarse también que si bien el precio tiene que ser real, no es requisito del
precio que tenga equivalencia con el valor de la cosa vendida, porque la falta de
equivalencia entre los valores y el precio cobran importancia jurídica solamente
cuando da origen a la lesión enorme en materia de compraventa de bienes raíces
(arts. 1889 y 1891).
b. El precio tiene que ser determinado
Lo que significa que debe conocerse la cantidad precisa de dinero que constituye el
precio. Esa cantidad puede estar precisamente establecida en el contrato, o bien,
puede ser determinada por reglas o datos contenidos en el contrato (art. 1461, incisos
primero y segundo).
Así, por ejemplo, la “venta de cosa fungible al precio corriente de mercado”, es una
venta con precio determinable en su cantidad por los datos que contiene el contrato
de compraventa y que se basan en el precio de la misma cosa en el mercado de
bienes de esa naturaleza. En este caso se aplica la regla del art. 1808. 9
Pero para que el comprador pueda ejercer estas acciones en caso de que el vendedor
no cumpla su obligación de entregar, es necesaria la concurrencia de alguna de las
siguientes condiciones o requisitos:
i. - Que el deudor (vendedor) esté constituido en mora de entregar.
ii. - Que la mora sea imputable a hecho o culpa del vendedor.
iii. - Que el comprador haya pagado el precio, o bien, que se allane a pagarlo, o que
se le haya conferido un plazo para efectuar dicho pago.
Si no concurre este último requisito, ante la demanda del comprador el vendedor
podrá oponer la excepción contemplada en el art. 1552 (que contempla la excepción
de contrato no cumplido).
Finalmente, señalemos que la ley le confiere al vendedor un derecho de retención,
porque puede suceder que se celebre un contrato de compraventa y el comprador no
estuviera obligado a pagar el precio de inmediato y, una vez celebrado el contrato de
compraventa, se produzca una disminución de la fortuna del comprador que haga
temer al vendedor un posible no pago del precio. En este caso, el vendedor no está
obligado a entregar la cosa, aun cuando se haya estipulado un plazo para el pago del
precio, mientras no se pague el precio o se le asegure convenientemente su pago (art.
1826 inciso final).
b. Obligación del vendedor de saneamiento de la cosa vendida
Esta obligación se funda en que si alguien compra una cosa es para que ésta le sea
útil, esto es, para poder usarla según su naturaleza y para poseerla con tranquilidad,
sin ser perturbada de su posesión.
En el fondo, esta obligación consiste en garantizar al comprador una posesión pacífica
y tranquila de la cosa que se vende y una posesión útil.
Que la posesión sea pacífica y tranquila significa, para estos efectos, que el comprador
no debe ver perturbada su posesión con las acciones judiciales que terceros hagan
valer respecto de la cosa vendida para privarle de esa cosa. Ej: una acción
reivindicatoria del verdadero dueño con el objetivo de recuperar la cosa.
Que la posesión sea útil significa que la cosa no tenga vicios ocultos que imposibiliten
su uso por el comprador. Ej: compro un automóvil que le falta una pieza del motor.
Es justamente a estos dos aspectos a los cuales se refiere el art. 1837 al establecer
que la obligación de saneamiento comprende dos objetos:
Amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida,
aspecto que configura la figura del “saneamiento de la evicción".
Responder de los vicios ocultos de la cosa, aspecto que configura el
"saneamiento de los vicios redhibitorios".
i. El saneamiento de la evicción 25
Indemnización de las costas del juicio: esta obligación también tiene una
limitación, que es la misma que en el caso anterior, esto es, el vendedor no
debe las costas del juicio si estuvo por aceptar la demanda y el comprador
decidió seguir adelante con el litigio.
La indemnización del aumento del valor que la cosa evicta haya tomado en
poder del comprador, aun por causas naturales o por el mero transcurso del
tiempo. Es lógico que este aumento de valor se indemnice, porque corresponde
a un interés económico que se ha incorporado al patrimonio del comprador y,
además, porque la evicción priva al comprador del aprovechamiento de este
aumento. Esta indemnización se rige por reglas distintas, según cual sea la
causa del aumento del valor de la cosa evicta. El legislador reglamentó
minuciosamente la forma de indemnizar este aumento de valor en los arts.
1849 y 1850, distinguiendo las siguientes situaciones:
- Si el aumento de valor de la cosa evicta se debe a mejoras ejecutadas por el
comprador, para los efectos de esa indemnización hay que distinguir. Si
estaba de buena fe, esto es, si desconocía las causas de la evicción al
momento de la venta, está obligado a indemnizar las mejoras necesarias o
útiles que hubiera efectuado el comprador, pero sólo en caso que dichas
mejoras no le hayan sido pagadas por el tercero que intentó la acción, ya
que puede suceder que el tercero demandante haya sido condenado al
pago de esas mejoras por concepto de prestaciones mutuas (art. 1849).
Si estaba de mala fe, esto es, conocía las causas de la evicción al
celebrarse la compraventa, tiene que indemnizar al comprador todo
aumento de valor que haya experimentado la cosa por concepto de mejoras,
incluido aun el reembolso de las mejoras voluptuarias (art. 1849, inciso
segundo).
- Si el aumento del valor de la cosa evicta se debe a causas naturales o al
transcurso del tiempo, también debemos distinguir para los efectos de su
indemnización. Si el vendedor estaba de buena fe, tiene que pagar al
comprador el aumento que ha experimentado la cosa, pero no se abonará
en lo que excediere la cuarta parte del precio de venta (art. 1850). Si el
vendedor estaba de mala fe, tiene que indemnizar todo aumento que
experimente la cosa por causas naturales o por el transcurso del tiempo, sin
limitación alguna (art. 1850).
Todo lo señalado anteriormente es aplicable a las ventas voluntarias, porque
tratándose de las ventas forzosas, de acuerdo al art. 1847, el vendedor debe una sola
prestación, el precio. Ello es así porque este contrato le ha sido impuesto al vendedor,
de tal suerte que su voluntad no ha concurrido a la celebración del contrato y por ello
no puede imputarse la evicción a su culpa (art. 1851).
Evicción parcial
Como su nombre lo indica, es la privación que sufre el comprador de parte de la cosa
que compró en virtud de una sentencia judicial y por una causa anterior al contrato de
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compraventa. Para determinar sus consecuencias hay que establecer:
La magnitud de la parte evicta, es decir, debe establecerse si la parte evicta fue
o no determinante en la celebración del contrato. Si la parte evicta es de tal
magnitud que, faltando ella, el comprador no habría celebrado el contrato de
compraventa, en ese caso, éste tiene un derecho de opción:
Puede pedir la resolución del contrato de compraventa con indemnización
de perjuicio (art. 1852, inciso final y art. 1853).
Puede pedir el saneamiento de la evicción parcial (art. 1854).
Si la parte evicta es de tal magnitud que, faltando ella, el comprador habría
celebrado el contrato de todas maneras, en ese caso, éste sólo tiene derecho a
pedir el saneamiento de la evicción parcial y nada más (art. 1854).
El establecer la magnitud de la parte evicta es una situación de hecho.
Quién es el sujeto pasivo de la evicción, lo que es importante porque éste no es
solo el inmediato vendedor de comprador que posee la cosa evicta, sino que
también los antecesores de él en el dominio (art. 1841).
Extinción de la obligación de saneamiento de la evicción
Prescripción
La obligación del vendedor de amparar judicialmente a su comprador es
imprescriptible. La prescripción que el legislador establece en esta materia se refiere a
la obligación de saneamiento de la evicción, pero sólo después que ésta se ha
producido, es decir, una vez que se ha dictado la sentencia que priva al comprador de
todo o parte de la cosa.
En otras palabras, la prescripción sólo dice relación con la obligación de pagar el
precio y las indemnizaciones a que se refiere el art. 1847.
Prescripción de la obligación de restituir el precio: prescribe de acuerdo a las
reglas generales, es decir, tres ó cinco años, según se trate de acción ejecutiva
u ordinaria (art. 2515). Para ver desde cuándo se cuenta el plazo, hay que
distinguir:
- Si hay sentencia que privó al comprador de todo o parte de la cosa, el plazo
corre desde la fecha de esta sentencia que produce la evicción (art. 1856,
inciso segundo).
- Si no hay sentencia porque el comprador restituyó la cosa al tercero por
haberse allanado el vendedor a la demanda de éste, el plazo corre desde la
restitución de la cosa (art. 1856, inciso segundo).
Prescripción de la obligación de pagar las restantes indemnizaciones: prescribe
en cuatro años contados en la misma forma señalada anteriormente.|
Renuncia 31
2. El Pacto de Retroventa
Art. 1881 y sgtes.
Es aquel por el cual el vendedor se reserva la facultad de recobrar la cosa vendida,
reembolsando al comprador la cantidad determinada que se estipulare, o en defecto
de esta estipulación, lo que haya costado la compra (art. 1881). Ej: don Pedro vende
un automóvil, pero se reserva el derecho de recuperarlo en el plazo de un año,
reembolsando el dinero pagado.
Se trata entonces de una venta sujeta a una condición resolutoria ordinaria potestativa
que depende de la sola voluntad del acreedor (vendedor), la que, por lo tanto, es
válida.
En términos prácticos el pacto de retroventa es una verdadera caución, ya que el
comprador va a recibir la cosa y no la va a devolver hasta que se le restituya el precio
que dio por ella, o la cantidad que se hubiere estipulado. Es decir, en el ejemplo, en
vez de constituir una prenda, se vende con pacto de retroventa. Pero, por otra parte,
puede utilizarse como una forma de préstamo de dinero a una persona que es
propietario de una cosa y de la cual no desea desprenderse. En el ejemplo, el dueño
del automóvil lo vende y así obtiene dinero y después recupera la cosa devolviendo el
precio, es decir, pagando el préstamo. De esta forma, puede evitar constituir otras
garantías que le pueden resultar más onerosas, o bien, puede utilizarse por personas
que no tienen acceso al crédito (bancos, financieras, retail) por alguna razón.
Requisitos del pacto de retroventa
a. Tiene que entregarse expresamente la facultad al vendedor de recuperar la
cosa vendida, lo que debe estipularse al momento del contrato. El art. 1881
dice que "por el pacto de retroventa el vendedor se reserva la facultad de...",
redacción ésta que nos está indicando que ello debe hacerse en el momento
mismo de la celebración del contrato y no con posterioridad.
b. Debe estipularse un precio que el vendedor va a tener que pagar por la cosa
cuando vuelva a comprarla. En caso que nada se diga a este respecto, ese
precio será el mismo de la compraventa.
c. Debe señalarse un plazo dentro del cual el vendedor va a poder recuperar la
cosa que ha vendido (art. 1885).
Las partes tienen una relativa libertad para fijar este plazo, porque ellas pueden
estipular el que deseen, siempre que no exceda de cuatro años. Encontramos aquí una
situación similar a la que se presenta en el pacto comisorio por incumplimiento de la
obligación de pagar el precio de la compraventa por parte del comprador, en el cual las
partes pueden fijar el plazo de prescripción, siempre que no exceda de cuatro años.
El problema que se ha planteado en el plazo del pacto de retroventa es si se trata de
un plazo de prescripción o de caducidad. La jurisprudencia se ha inclinado
mayoritariamente por la idea del plazo de caducidad. 39
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