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La oportunidad del cambio llega con las mujeres

A pocos días de saber si una mujer llegará al segundo cargo más


importante del país, es perentorio conocer un poco de la historia
detrás del proceso de conquista de derechos por parte de las
mujeres en el mundo y en Colombia en particular, a fin de
comprender la valiosa oportunidad que se nos presenta en este momento.

Iniciamos por recordar que la "revolución silenciosa” que es como se le ha llamado


a la liberación de las mujeres en el mundo, ha estado colmada de hitos dolorosos y
al mismo tiempo grandiosos que nos recuerdan que el camino por la reivindicación
de nuestros derechos no ha sido fácil. Es así como Olimpia de Gouges se convirtió
en el rostro de las mujeres libertarias de la Revolución Francesa a través de su
“Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” en 1791 que le costó la
vida en la guillotina; posteriormente Mary Wollstonecraft escribiría la “Vindicación
de los Derechos de la Mujer” en la Inglaterra de 1792; luego en el Nueva York de
1848 Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton impulsaron en contraposición a la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la “Declaración de Seneca
Falls” o de los sentimientos para denunciar las restricciones políticas que les
impedía votar, participar como candidatas a elecciones, ocupar cargos públicos,
afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones de ese tipo. No obstante, en
el siglo XX las mujeres estadounidenses obtendrían en 1920 el derecho al voto
como parte del reconocimiento de sus derechos; de ahí que este importante
acontecimiento se convertía en el referente vital para motivar los sueños y anhelos
de cambio de las mujeres de diferentes países del mundo.

Posteriormente en los albores de la postguerra, nuevamente las mujeres aparecían


como protagonistas por su papel anti-bélico y contribución al desarrollo de los
pueblos en épocas de guerra, conllevando a que 1948 los Estados Miembros de las
Naciones Unidas proclamaran la igualdad en equivalencia para hombres y mujeres
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, desmontándose así los
otrora “derechos del hombre” de la Revolución Francesa de 1789 que solo incluía a
hombres blancos mayores de 25 años y poseedores de tierras.

De otro lado, en Colombia las mujeres también buscaron el reconocimiento de su


dignidad como seres humanos y su derecho a la igualdad, de ello da cuenta la lucha
por la libertad y la igualdad promovida en 1817 por mujeres valerosas y dignas como
Policarpa Salavarrieta; posteriormente en el año 1920, cerca de 400 mujeres en las
que se contaba Betsabé Espinosa, lideraron la primera huelga textil llevada a cabo
contra la Compañía de Tejidos de Bello para exigir el cese de abusos sexuales por
parte de los capataces de la fábrica, el derecho a usar calzado, tener salarios justos
y jornadas menos prolongadas; además de la conocida lucha por los tres ochos:
ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho de ocio.

Posteriormente otro acontecimiento de importancia se logró con la ley 28 de 1932,


la cual reivindicó el trabajo productivo y autónomo de las mujeres al permitirles
administrar sus bienes, tomar decisiones económicas y aportar en la economía
familiar. Finalmente gracias a la incidencia de mujeres vinculadas a los partidos
políticos se definió en la Asamblea General Constituyente de 1954 que las mujeres
pudiesen elegir y ser elegidas, posteriormente, el primero de diciembre de 1957 en
el plebiscito por la paz, 1’835.255 mujeres ejercieron su derecho al voto por primera
vez.

Así las cosas, al pensar en derechos civiles y políticos conquistados de manera


paulatina por las mujeres colombianas, se hace evidente el gran impacto de las
batallas dadas y ganadas; que en la actualidad nos permite observar como las
grandes protagonistas de los procesos democráticos en las principales ciudades del
país y de la capital en particular, son las mujeres, ellas más que preparadas para
gobernar, tienen verdaderas posibilidades de llegar a ocupar cargos de gran
responsabilidad e importancia. No obstante, seguimos constatando que postularse
y llegar a ser elegidas resulta un desafío, pues deben conciliar la vida personal con
la pública, también deben ostentar mayores credenciales profesionales, políticas y
técnicas que satisfagan a propios y extraños, además de fortalecer el espíritu para
resistir los embates propios de la época electoral, que muchas veces termina
desestimulando la participación y posterior elección, prueba de ello son los
resultados de las pasadas elecciones al Congreso de la República, en las que de
258 curules, las mujeres obtuvieron 56 del total, que equivalen al 21.7%; entonces
queda la pregunta sobre la efectividad de la Ley de Cuotas que obliga a los partidos
a inscribir por lo menos al 30% de mujeres como candidatas, pero no se les exige
el principio de igualdad para conformar las listas o generar los apoyos económicos
para llevar a cabo sus campañas.
Por tanto, en el proceso de la democracia representativa para Alcaldías, Asambleas,
Concejos, Gobernaciones y JAL, muchas mujeres continúan aspirando con
entusiasmo, inteligencia, capacidad técnica y con propuestas éticas y transparentes
regidas bajo los principios de equidad, inclusión, respeto y justicia social. En este
sentido, Claudia López Hernández se destaca por su ética de lo público, trabajo al
develar la corrupción y su compromiso por la seguridad pública para las mujeres y
las niñas; ella, definitivamente tiene el liderazgo, la honestidad, la inteligencia, la
transparencia y el sentido social que nuestras ancestras y heroínas tanto
defendieron; por algo el partido político de la gente y de los derechos humanos, es
decir el Polo Democrático Alternativo en cabeza de su presidente nacional y
nuevamente aspirante al Concejo de Bogotá, el buen concejal Álvaro Argote Muñoz
(POLO 5) quien apoya y respalda su candidatura a la Alcaldía Mayor de Bogotá
para que regrese con ella, la esperanza y las oportunidades que se merece la
ciudad.

Entonces, ahora que estamos tan cerca de tener la oportunidad de gobernar con
pensamiento de mujer, es necesario comprender que los retos sociales y éticos que
la ciudad necesita, requieren de nuestra fuerza poderosa para dar nuestro voto de
confianza por Claudia López Hernández, quien definitivamente está comprometida
con garantizar y defender nuestros derechos; en mi caso, celebraré el domingo por
ella y por nosotras, pues nuestras expectativas de cambio y los problemas que se
necesitan resolver, estarán en la agenda principal y estratégica de la alcaldesa.

Natalia Gamboa Olarte


Historiadora y especialista en ciencias sociales con énfasis en género y políticas
públicas.
natagamboa@gmail.com

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