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net/publication/301201423
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Luis Azpurua
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All content following this page was uploaded by Luis Azpurua on 11 April 2016.
Introducción:
Los traumatismos cráneo encefálicos (TCE), en niños son una causa frecuente de consulta
en la emergencia pediátrica. La mayoría de los mismos son producto de caídas de sus
propios pies y de altura, (caídas de platabandas, muy frecuentes en nuestro medio), y en un
menor porcentaje, como consecuencia de los accidentes de tránsito y de bicicletas. Los
traumatismos craneoencefálocos leves siguen siendo los más frecuentes. Lamentablemente
la violencia en Venezuela se ha ido incrementando progresivamente, y para finales de 2012
se estimaban una 21.692 muertes violentas con una tasa de de 73 muertes violentas por
cada 100.000 habitantes1, siendo el segundo país con más muertes violentas en
Latinoamérica siguiendo a Honduras que tiene una tasa de 83 muertes por 100.000
habitantes2. En el año 2009, la tasa de muertes en niños por heridas de Armas de fuego fue
de 13,7 por cada 100.000 niños, teniendo un incremento de un 41% de frecuencia con
respecto al año 2001.3. Ya este tipo de hechos violentos fue catalogado en 1999 como “la
epidemia del nuevo milenio”4 En Estados Unidos en el año 2010 hubo 2,5 millones de
emergencias por TCE. En el año 2009 248.418 niños fueron atendidos por presentar TCE
relacionados con actividades deportivas y recreacionales5. Para el año 2005 ingresaron más
de 450.000 niños con TCE, siendo el 90% de ellos leves6. Los TCE severos presentan un
50% de mortalidad. La etiología más frecuente del TCE son las caídas, pero a medida que
se segmenta la población pediátrica por edad, aparecen diferencias. En la edad escolar los
accidentes por bicicletas son los más frecuentes, y en la adolescencia la mayor causa de
morbimortalidad está relacionada con los accidentes de tránsito (5-6).
En el año 2003 se realizó una primera revisión del tema. El objeto de esta segunda revisión
es realizar una actualización de los conceptos fisiopatológicos, la toma de decisión en el
uso de diagnóstico por imágenes de acuerdo a la clasificación del traumatismo y la
instauración de un plan de trabajo en la emergencia de un hospital en este grupo de
pacientes. De esta manera se pueden minimizar las lesiones secundarias prevenibles que
pudieran ocurrir en este tipo de pacientes las cuales aumenta su morbimortalidad.
Fisiología:
Contenido de la Bóveda Craneana:78
La bóveda craneana contiene 3 elementos principales los cuales interactúan para mantener
una presión dentro del sistema en un rango de 7 – 18 cm. de agua o 10 - 15 mmHg.
Cerebro: Ocupa el 70% del volumen craneal y está compuesto en un 75 – 80% de agua. Se
divide en componentes intracelular y extracelular. El componente intracelular se subdivide
a la vez en sustancia gris la cual es un grupo celular denso poco distensible, y la sustancia
blanca que es menos densa que la gris pudiendo almacenar aumentos de un 10% o más de
*
Pediatra Intensivista. Director de Docencia e Investigación IPS Santitas de Venezuela.
agua. El componente extracelular consiste de una capa líquida fina similar al líquido
cefalorraquídeo, (LCR), la cual representa hasta el 20% del volumen cerebral. A pesar de
que el cerebro es catalogado como incompresible, puede existir reducción de su volumen
básicamente por la pérdida de agua extracelular. Sin embargo, a efectos de reducción o
mantenimiento de la presión del sistema, este mecanismo compensador solo funciona en
aumentos crónicos de presión no teniendo utilidad en los procesos agudos que ocurren
producto de un TCE.
Tomada de http://www.trauma.org/neuro/icp.html
A medida que se va desplazando el LCR y sigue aumentando la presión, comienza a
disminuir el volumen sanguíneo cerebral, siendo la reserva venosa la primera afectada, en
especial las venas piales, para que posteriormente sean los senos durales. En este momento
se dejará de reabsorber LCR, no pudiendo disminuir su volumen, lo que incrementa la
presión. Si sigue aumentando la presión intracraneana, se afecta la presión de perfusión
cerebral.
Fracturas de Cráneo: Pueden ser únicas o múltiples, lineales, con diástasis de sus
bordes, fractura con hundimiento, y fractura de base de cráneo. Las fracturas
lineales sin desplazamiento de sus bordes son las más frecuentes y generalmente no
requieren tratamiento, aunque indican que hubo una fuerza suficiente para poder
producir un daño intracraneal. Las fracturas parietales a nivel de la arteria meníngea
media pudieran producir sangrado de dicho vaso, lo cual produciría un hematoma
epidural con un síndrome de Hipertensión Endocraneal. Las fracturas con
hundimiento de las tablas óseas siempre requieren de consulta neuroquirúrgica, ya
que son quirúrgicas hasta que no se demuestre lo contrario. Las fracturas de base de
cráneo son difíciles de evidenciar en proyecciones radiológicas AP y lateral. Sin
embargo, existen signos clínicos que nos orientan hacia la misma: El signo de
mapache, cuando existe un hematoma de coloración violácea a nivel de párpados
superiores, pudiendo ser unilateral o bilateral, como el antifaz del mapache, el cual
nos sugiere fractura del techo de la órbita. La presencia de hemotímpano o
hematoma a nivel de la apófisis mastoides del hueso Temporal, (signo de Battle),
nos habla de fractura de base de cráneo a ese nivel. En casos severos, se puede
evidenciar salida de LCR a través de las fosas nasales, (rinorraquia), o a través del
conducto auditivo externo (otorraquia).
Clasificación Clínica:
La clínica observada está relacionada con los daños intracraneales producidos por un TCE,
presentándose en un rango de: desde una discreta cefalea, posterior a un TCE leve, pasando
posteriormente por vómitos, pérdida transitoria de la conciencia, convulsiones post
traumáticas, alteración y deterioro del estado de conciencia, hasta la focalización
neurológica, coma y muerte observada en los TCE severos. Dependiendo del tipo de lesión
encontrada, la clínica puede instaurarse en el momento del episodio, o en horas e inclusive
días o semanas después del evento. La mayoría de las manifestaciones clínicas observadas
en los TCE moderados y severos son la consecuencia de un síndrome de hipertensión
endocraneana.
Lo importante de la clínica es orientar al médico a detectar una Lesión Intracraneal (LIC),
que pueda poner en riesgo la vida del niño al no recibir tratamiento adecuado. Los
hallazgos clínicos que están asociados con LIC son: Signos clínicos de fracturas de cráneo,
alteración del estado de conciencia, la presencia de vómitos, y cefalea. También la
presencia de hematomas del cuero cabelludo en lactantes se correlacionó con LIC.
Como la clínica varía de acuerdo a la severidad del caso, se ha realizado una clasificación
de los TCE. Si bien no existe un consenso totalmente establecido, de acuerdo a la clínica
encontrada y a la escala de Glasgow, los TCE se pueden clasificar en Leves, Moderados y
Severos. 6,9,18
Se recomienda que para instaurar este tipo de terapéutica las mismas deban ser discutidas y
aprobadas por los especialistas que recibirán el paciente en el centro de referencia.
Manejo en el Centro de Mayor Complejidad.
Estos pacientes deben ser manejados en conjunto con Neurocirugía y Terapia Intensiva
Pediátrica. El manejo puede ser quirúrgico o médico dependiendo de las LIC encontradas.
No es el objetivo de esta revisión el manejo del paciente en una Unidad de Terapia
Intensiva.
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