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Escribir sobre metodología siempre provoca respeto, aunque es uno de los temas más
abordados y, a la vez, siempre pendiente de revisión. La metodología genera sentimientos
ambivalentes en los profesionales de la educación, por un lado de autosuficiencia y dominio
y, por otro, de preocupación e inseguridad. empezar a cuestionarse este problema es un paso
adelante para aclarar esta ambivalencia.
Nuestra práctica docente debe ir unida a una reflexión teórica que dé sentido a lo que
hacemos. No podemos caer en un activismo ineficaz sin saber adónde nos lleva. Sin esa
reflexión teórica no conseguiremos plantearnos ningún método coherente con la realidad
concreta en la que intervenimos, como dice L. G. Benavides, la teoría es el dispositivo de
coherencia de la acción…alusión e ilusión de la realidad.1
El método debe surgir tanto de la reflexión teórica como de la práctica, esa reflexión nos va
a permitir obtener las razones que dirigen nuestra acción docente.
Hablar de metodología
en educación formal de Cuando iniciamos un proceso de enseñanza-apreandizaje
personas adultas pasa con un adulto, deseamos contar con él, con sus
inevitablemente por necesidades e intereses. Así se hace coherente la práctica
cuestionarnos "el para qué" de educativa con los planteamientos teóricos.
nuestra acción. Como
sabemos, el triple objetivo de
la educación de personas adultas es: adquirir y actualizar su formación básica, mejorar su
cualificación profesional y desarrollar su capacidad de participación en la vida social,
cultural, política y económica.
Este triple objetivo además de tener implicaciones teóricas lleva una carga ideológica
que es preciso reconocer y relacionar con el ejercicio educativo. En una educación para la
participación social y el ejercicio de los derechos democráticos, debemos definir un método
que potencie los procesos de participación, comunicación, intercambio y consenso, y es
frecuente que a veces nos olvidemos de algo tan obvio. Nuestra práctica debe ser coherente
con los supuestos teóricos que la inspiran. Si queremos conseguir que esa participación sea
responsable, debemos impulsar el desarrollo de un espíritu crítico, imposible de conseguir sin
la elección de un método que no reconozca la potencialidad crítica del sujeto y no posibilite la
exposición y el intercambio de los puntos de vista entre los miembros del grupo.
Pero el método no puede ser algo estático sino algo vivo al servicio de los objetivos de
la actividad docente. Debe poderse confrontar en nuestro quehacer diario, posibilitar la
reflexión continúa sobre la propia práctica y la formulación de nuevas propuestas
metodológicas.
Como ya dije debemos tener presente que educamos para la participación y ejercicio
democrático, nuestras aulas deben ser lugares de diálogo, de intercambio de puntos de vista
entre iguales, donde consensuar sea una práctica habitual. Un ejercicio responsable de nuestra
ciudadanía exige que seamos ciudadanos críticos, por lo que en las aulas debe realizarse
también un cuestionamiento continuo, el poner bajo sospecha toda la información recibida,
para que el adulto la analice, reflexione y pueda construir su propio pensamiento.
Nuestra propuesta metodológica debe partir del reconocimiento educativo de las experiencias
vividas por los adultos, reconocer que cada adulto es una fuente de conocimiento que puede
manar y fluir hacia los otros. La comunidad es fuente de educación (dispensa formación y
aprendizaje), como lo hace el profesor, y por otra parte, la comunidad se concibe también
como sujeto de educación o destino de la acción educativa como lo es el alumno.3 Por tanto,
esta propuesta deberá enfatizar el trabajo grupal y participativo que posibilite el intercambio
de información y conocimiento: Utilizar el grupo y la interacción entre sus miembros como
escenario privilegiado de aprendizaje.
· lo inmediato y lo mediato,
· lo cercano y lo lejano,
· lo más sentido y lo menos sentido,
· lo privado y lo público,
· lo personal-familiar y lo público,
· lo individual y lo organizativo,
· la dispersión y la presencia en la sociedad civil,
· un horizonte de comprensión y otros,
· un yo, un tú y un nosotros,
· lo micro y lo macro.5
actualizar el para qué de su actividad docente y el hacia dónde va. Apuesto por una
propuesta metodológica que conceda al adulto todo el protagonismo que merece en su propio
proceso formativo, sin olvidar que puede aprender a través del grupo y la comunidad. Esta
metodología debe provocar satisfacción y placer en el que aprende, recompensando su
esfuerzo al valorarse más a sí mismo y desenvolverse mejor en su entorno.