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Pocas saben que significa la tienda y que es uno de los principales símbolos
nupciales en los que se representa la protección de Dios sobre la nueva familia.
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El velo de la novia
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¿Qué puede sugerir esto a los esposos que celebran hoy la boda en un contexto
tan distinto? ¿Tiene la tienda alguna utilidad para nosotros? ¿Qué sentido tiene
rescatar este símbolo del baúl de los recuerdos, rescatarlo de un museo de
curiosidades?
Es lógico hacerse estas preguntas. Sin embargo, este símbolo está presente en
muchas de las celebraciones nupciales que se celebran en el mundo entero.
Desde tiempo inmemoriales las esposas se velan para la boda. El velo
sigue usándose y es el símbolo estilizado y simplificado de lo que fue la
tienda. Por esta razón, a través del velo, la tienda sigue estando presente en las
celebraciones nupciales de nuestros días. No en todas, puesto que hay esposas
que eligen vestidos sin velo.
Esta presencia del velo en las bodas de hoy, permite una evangelización
del significado principal de este símbolo: la protección divina que se
invoca.
“Aunque son muchas las teorías relativas a este ornamento nupcial -escibe
Manglano- lo más probable es que se aluda a la tienda adosada a la casa del
marido y en la que se colocaba el tálamo nupcial. El tálamo y la tienda eran
elementos centrales de la bodas bodas antiguas, pues allí los esposos recibían la
bendición super talamum. De esta manera, en la celebración litúrgica la esposa
mantiene simbólicamente ese elemento” ( J. P. Manglano, El libro del matrimonio.
Esa misteriosa unión, Editorial Planeta, Barcelona 2010, p. 316).
En las tradiciones nupciales judías destaca el hecho de que los ritos se realicen
bajo la Jupah, palio o tienda abierta por los cuatro costados, que simboliza a la vez
la hospitalidad de la familia judía así como la alianza del Sinaí.
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acepciones responden muy bien a la historia de las nupcias que hemos presentado
brevemente al inicio de este capítulo. En su forma reflexiva se subraya el poder
exclusivo de los eposos para establecer el vínculo conyugal mediante su
consentimiento. En su forma transitiva se hace hincapié en la necesidad de un acto
de reconocimiento de una autoridad humana para que el matrimonio sea válido.
En realidad, tanto una como otra son insuficientes y se han establecido en una
tradición nupcial ajena al símbolo de la tienda. Este símbolo, bien directamente o a
través de su sucedáneo el velo, significa la protección divina, es decir, el
convencimiento de que es Dios quien interviene en la vida de los esposos. Esta
idea es maravillosamente expresada en el salmo 127: “Si Dios no construye la
casa, en vano se afanan los albañiles; si Dios no guarda la ciudad, en vano vigilan
la guardia”.
Sin embargo, tanto una como otra línea de estudio han quedado truncadas al
referir la palabra casamiento únicamente al acto jurídico con el que comienza el
vínculo matrimonial. En un caso, se hace hincapié en su causa eficiente -el
consentimiento matrimonial-; en el otro, en cambio, en un requisito necesario para
la validez -el reconocimiento por parte de la autoridad-. También de esta manera
se ha escamoteado el símbolo de la casa, como también lo fue por idénticas
razones el de la carne.
Por otra parte, cabe considerar el hecho de que una tienda forma parte de un
campamento. Este hecho tampoco nos parece relevante en nuestra vida, puesto
que las casas de hoy son simples apartamento en grandes edificios. “Casado casa
quiere” reza el refrán popular. No se entiende muy bien por qué razón casarse se
ha vinculado únicamente al momento celebrativo, cuando es la casa la que
constituye una realidad permanente. ¿Por qué casarse? Se preguntan muchas
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personas en nuestros días. Sobre todo, ¿Por qué hacerlo, cuando es mucho más
fácil ir a vivr juntos bajo el mismo techo? Me resulta perfectamente comprensible
que muchas parejas decidar obviar el primer paso, la ceremonia, para pasar
directamente a la vida en común. Si son ellos los que “se” casan, ¿qué importancia
puede tener el cumplimiento de una ley civil o eclesial que les exige realizar unos
ritos? Nos moveríamos en el ámbito de las conveniencias y de las oportunidades.
Sin embargo, montar una tienda es algo distinto. No se planta una tienda en el
desierto sino es porque se está de viaje. Y si se tratase de una vida nómada ese
viaje no se hace solo, sino formando parte de una comunidad más amplia. La
tienda y el campamento son elementos que se “pliegan”, que se adaptan a la
comunidad. La tienda es símbolo de la familia y no al revés. Casarse no significa
habitar bajo el mismo techo, sino convertirse en “casa” el uno para el otro con la
ayuda de Dios y de la comunidad humana.
La Iglesia, una gran familia que concibe a la familia como iglesia doméstica,
descubre en la experiencia del pueblo peregrinante de Israel una continua fuente
de inspiración. El Dios que habita en medio de su pueblo no sólo les acompaña en
las incidencias del viaje, sino que también guía y dirige todos sus movimientos.
"Dijo Yavhé a Moisés: ´Hazte dos trompetas; las harás de plata maciza. Te servirán
para convocar a la comunidad y dar la señal de trasladar el campamento. Cuando
suenen las dos, se reunirá junto a ti toda la comunidad, a la entrada de la Tienda
del Encuentro. Pero cuando suene una sola, se reunirán contigo los príncipes, jefes
de clanes de Israel" (Nm 10, 1-4).
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Es el mismo Jesús el que habla de este momento en el evangelio de san Mateo 24,
30:
"Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se
golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir
sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Él enviará a sus ángeles con
sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un
extremo de los cielos hasta el otro".
Dios interviene en la vida de los esposos no tanto para ayudarles a levantar una
casa con elementos materiales, sino para que edifiquen sus vidas en una
comunidad de vida y amor en la que Él es señor y rector.
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