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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Materia: Sociología del conocimiento.


Tarea 2. Ensayo; La verdad y la mentira, disputa de la meta-realidad
26 de febrero de 2019

Friedrich Nietzsche fue una de las mentes más importantes no solo en el


contexto de su tiempo, su obra y sus ideas se convirtieron en una fuente sumamente
importante para la transformación de las perspectivas sociales, pero sobretodo las
visiones académicas que le sucedieron, su apuesta es una clara reacción al
pensamiento ponderante de su época, la forma en que criticó los cimientos de la vida
occidental, al cuestionar la forma en que la cultura, la religión y la filosofía habían sido
asumidos como modelos único de relación con la realidad pone en duda a la
concepción occidental en sus entrañas, ello es justamente lo que lo colocan como una
piedra crucial para el desarrollo de ideas de disciplinas tan variadas como la filosofía,
antropología, sociología, psicología, política e inclusive la literatura narrativa y
dramática.
Pienso que uno de los puntos que definitivamente es crucial para
comprender y visibilizar la trascendencia de la aportación de Nietzsche es ponerlo en
conjunto con dos acompañantes que desde diferentes caminos parecen apuntar a la
misma dirección: Ricoeur (1999) menciona que junto con Marx y Freud, Nietzsche es
un “maestro de la sospecha”, se trata de ideas que dinamitan desde sus cimientos la
idea de una posible conciencia, pues ponen el enfoque en lo que influye en falsearla,
para Marx los intereses económicos, para Freud la represión del inconsciente y para
Nietzsche es el resentimiento del débil. Se puede decir que se oponen a visiones de
la afirmación, por lo que fundan el contrapunto a lo que el positivismo (y demás
corrientes de la afirmación) apuesta.
Hay un punto que pienso que necesariamente se necesita resaltar y ver
como fundamental para comprender las implicaciones prácticas de lo que los
maestros de la sospecha afirman: sus ideas implican una teleología e incluso una
suerte de utopía, esto es; construyen su propia versión del camino a seguir, no
rechazan toda forma de construcción lineal y exponencial de la realidad, más bien
apuestan por una forma diferente, van por un camino de la visión histórica. La apuesta
es la de un reino de la verdad, que llegará no solo por la crítica destructora (que ellos
ya han hecho), sino mediante un arte de interpretar, será necesario entonces que se
den nuevas relaciones entre la apariencia y la realidad de la cosa, lo cual contradice
y nos pide renunciar a los juicios empíricos simples, debemos construir una nueva
relación entre lo patente y lo latente.
La forma en que Nietzsche comienza el texto al que refiere el presente
escrito me parece sumamente ilustrativa pues parece que su autor renuncia en cierta
medida a la posibilidad de trascendencia, considero inclusive cínica la visión de
nuestro mundo humano reducido a lo esencial, un suspiro, una roca que un día no
será sino una inerte roca, los intentos que tenemos de adquirir un conocimiento
avanzado parece opacado frente a lo que en realidad somos e inclusive sigue
quedándose corta la visión de lo breve que es nuestra existencia, entonces el único
recurso que nos queda para poder preservar algo de nuestra existencia en la
eternidad que parece no verse ni siquiera infimamente afectada por nuestra presencia
es el intelecto. Al mismo que tiempo el intelecto es la única forma de este débil animal
que es el ser humano puede luchar por mantener su existencia física, pues no tiene
cuernos, no tiene una afilada dentadura, perecería en unas horas frente al resto de la
fuerza natural, pero tuvo la capacidad de crear los mundos de ficción de apropiarse
de las capacidades que el engaño, la mentira y toda suerte de ficciones que somos
capaces de entablar socialmente, esa variedad de convencionalismos curiosamente
se ligan con profundidad en la relación con los otros, pues al mismo tiempo los
aprendemos, perfeccionamos e incluso creamos nuevos métodos de engaño solo
estando con otros, y solo podemos estar en compañía de otros y convivir con ellos si
somos capaces de entablar este teatro, que además ya no es solo ante los demás
sino ante nosotros mismos.
Convivimos socialmente, nos fundimos en el pacto de cooperación con los
demás a través de este engaño, pero también necesitamos que exista otro pacto de
relación con la realidad, cuando aceptamos todos este pacto, es cuando se funda o
se crea lo que llamaremos “verdad” esto es la designación de las cosas que tienen
que ser válida y obligatoriamente uniformes, entonces es cuando se adquiere por
primera vez un poder legislativo sobre el lenguaje, pues aquí es cuando se fundan las
primeras leyes de la verdad y como siempre se dice no se conoce la oscuridad sin
oscuridad, verdad y mentira requieren la una de la otra, solamente cuando existe este
contraste es que es posible comprenderlas.
Sobre esta comprensión de la legislación del lenguaje es que se funda
también la existencia de los mentirosos: el mentiroso es aquel sirviéndose de las
convenciones de la verdad, trata de enmascarar lo irreal como real, busca
beneficiarse, pero en el momento en el que se le descubre, la sociedad ya no confía
más en él y por lo tanto lo expulsa de su seno o al menos lo excluye del pacto de
confianza mutua.
Con todo esto es que se fundamenta la idea de que la verdad, en el sentido
social de la misma no es sino una convención, cuando el hombre pone nombre a
ciertas partes de la realidad y después busca las mismas formas para darle
consistencia, parece comportarse como quien esconde un objeto en un matorral para
después buscarlo, parece que el hombre quiero montar un teatro de pantomima donde
su quehacer se acerque (supuestamente) a lo que es fundamentalmente la realidad.
En este sentido es que también se funda la ciencia, que trata de darle una
regularidad a lo que el hombre conoce, pretende que cada vez adquiere más
seguridad a través del conocimiento que construye al momento de crear nuevos
conceptos que le den sentido a lo que se percibe.
Pero también existe otro tipo de hombre, al que llama intuitivo, que a
diferencia de él racional o científico basa su relación con la vida a través de la belleza,
él está enfocado en aquello que lo hace feliz.
Hay momentos en el que parece que caminan juntos, el primero está
angustiado ante la intuición y el segundo se mofa de la abstracción, el hombre intuitivo
es irracional, el hombre racional es poco artístico, pero comparten un ansía: dominar
la vida, uno trata de controlarla a través de la previsión, la prudencia y la regularidad,
el otro a través de una desbordante alegría qué hace que no tome en cuenta sus
necesidades y no le da importancia a nada más allá de la vida disfrazada en la
apariencia y la belleza.
Sin embargo creo que lo que Nietzsche no dice directamente pero que sí
deja entrever, es que nosotros somos los dos hombres, somos el hombre racional
tratando de darle explicación científica, prever y dominar a través de la razón, también
somos el hombre intuitivo, de vez en cuanto permitiéndonos la vida dionisiaca, somos
la ambivalencia de creer que podemos controlar a la realidad, pero que sabemos que
nosotros mismos no somos capaces de dominar los impulsos propios de nuestro ser.
No queda sino vivir y disfrutar (y quizá tratar de explicar) esta ambivalencia
que nuestra sociedad ha depositado en cada uno de nosotros.
Bibliografía.

Nietzsche, F. (1873). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.


Disponible en: https://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/verdadymentira.pdf

Ricoeur, P. (1999). Freud: una interpretación de la cultura. Siglo XXI.

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