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En el 90 % de los casos de abuso sexual infantil, los niños conocen a la persona que abusa
de ellos. Los abusadores desarrollan una relación de confianza con sus víctimas a fin de
crear una conexión que les permita iniciar el abuso. Los abusadores también necesitan
ganarse la confianza de los adultos que están alrededor de sus víctimas para lograr que los
dejen solos con los niños y para evitar sospechas.
Entonces, ¿cómo ganan los abusadores la confianza de los niños y sus familias? Una
manera es a través de un proceso llamado “grooming”. Es el proceso que suelen usar los
abusadores que no son miembros de la familia, como vecinos, sacerdotes, maestros, entre
otros. Pero los abusadores que son miembros de la familia también lo usan.
Los abusadores tienen conductas de grooming con las víctimas potenciales por varios
medios:
Dándoles regalos
Llevándolos a paseos especiales
Proporcionándoles atención individualizada
Permitiéndoles hacer cosas que normalmente tienen prohibidas (como beber alcohol o
mirar películas para adultos)
Al mismo tiempo, los abusadores tienen conductas de grooming con los adultos que están
alrededor de los niños, como padres y otros miembros de la familia, de diversas maneras:
ofreciéndoles ayuda (llevar a los niños de la casa a la escuela o de la escuela a la casa, por
ejemplo)
ofreciéndose para cuidar a los niños
siendo amistosos
convirtiéndose en parte de la familia
Los abusadores después del abuso
Por lo general, los abusadores son personas que los demás aprecian y que con
frecuencia se consideran miembros respetables de la comunidad. Este hecho, junto
con la confianza que se han ganado con el grooming de las víctimas y sus familias,
es la razón por la cual el abuso sexual infantil es traumático tanto para los padres
como para los niños. Una traición de la confianza de tales dimensiones puede ser
devastadora.
Con frecuencia los abusadores se aprovechan de la confianza de sus víctimas
haciendo que prometan mantener el abuso en secreto, o amenazándolas si lo
cuentan. Y si son acusados, los abusadores suelen negar el abuso con gran firmeza.
Suelen resultar muy convincentes, tanto que pueden hacer que usted tenga serias
dudas sobre si creer o no a su niño o niña. Por eso es tan importante hablar sobre
prevención del abuso sexual con los niños y hacer que sepan que está bien que le
digan a usted cuando alguien rompe una regla de seguridad.
Por esto es también tan importante reportar el abuso sexual a las autoridades una
vez que su niño o niña le hable de ello. Aun cuando los abusadores digan que
sienten remordimientos, es probable que continúen repitiendo el comportamiento a
no ser que alguien los detenga. De hecho, en la mayoría de los casos es necesario
ejercer presión legal sobre los abusadores para detener su comportamiento, y ahí es
donde reside la importancia de reportar. Al reportar el abuso sexual, usted no solo
protege a su propio niño o niña de más abusos; también protege a otros niños.
Ocurre cuando ese adulto está solo con el niño, casi siempre en función de
brindarle los cuidados que necesita. Estamos pensando en los abusos
provocados por padres, madres, abuelos, abuelas, maestros, maestras, curas o
cualquier otra figura que interviene en los cuidados ambientales que un niño o
niña requieren dada aún su imposible autonomía.
Dijo: “Yo quiero ir con mi papá. Laura (la mamá) me trata mal
porque me chupa acá, mi vagina y mi cola. No porque me
dijeron, porque yo lo vi. Que Laura me hacía esas cosas, me
chupaba la cola. Esto se lo conté a mi papá. Yo le conté con
mis propias palabras, le dije que Laura me chupa la vagina.
Terapeuta: -¿Qué es la vagina?
Romina: - La cucucha. Me lo hace todas las veces cuando estoy en la cama. Cuando estaba
dormida. Cuando me despierto también. Le dije que no lo haga. No quiere que se lo diga a mi
papá. Dice que es normal hacerle, tocarle la cola a una nena, chuparle. Mi papá no me hace
eso, sólo para limpiarme sí me toca.}
T - ¿Le contaste a tu maestra?
R – No, porque Laura se va a enojar.
T - ¿Y qué hace Laura cuando se enoja?
R – Dice que me va a cortar el pelo raíz. Laura no quiere que hable. La casa de Laura no es mi
casa. La casa mía es de mi papito y mía. Yo quiero estar en la casa mía que está mi papito.”
V – Mi abuela me toca todas las partes del cuerpo, todas las cosas.
(El tiempo presente del verbo me hace pensar en algo que resultó traumático)
T _ ¿Ahora te toca, sigue pasando?
V – No, no la veo más. Duermo y sueño cosas feas, que un ladrón me agarra. Eso pasa a veces
cuando mi papá viene a mi pieza a la noche a ver fútbol. Mamá ve otra cosa en su pieza.
Mete el dedo en un bloque de madera que tiene un agujerito.
V – Se me infló el dedo.
Tiene un chicle en la boca y me pregunta si sé hacer globos.
Me insiste en que acepte un chicle y le enseñe a hacer globos
con la lengua.