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VII JORNADAS NACIONALES DE HISTORIA SOCIAL


15, 16 y 17 de Mayo de 2019 La Falda – Córdoba
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Mesa 6: Estado y sociedad civil: saberes, burocracias y políticas públicas
Autores:
Arq. Graciela Mónica Falivene
Universidad de Concepción del Uruguay – Facultad de Arquitectura y
Urbanismo
Profesora Titular de Planeamiento Urbano
Luis María Campos 1027 1° A (1426) CABA
8 de junio 522.Concepción del Uruguay (E3260ANJ) Entre Ríos
gracielafalivene@gmail.com

Dr. Hugo Luis Dalbosco


Universidad Católica Argentina – Facultad de Ciencias Sociales
Profesor Titular Ordinario de Gobierno y Administración de la República
Argentina
Alicia Moreau de Justo 1300. CABA. (C1107AAZ)
Reconquista 950. Bella Vista. (B1661CJT)
hugodalbosco@uca.edu.ar hugoluis.dalbosco@gmail.com

Título de la ponencia:

El rol de la ciudadanía en los planes de estabilización monetaria.


El trabajo analiza el plan de estabilización económica aplicado por el gobierno peronista
en 1952 enfocando su resultado en el respaldo obtenido de la ciudadanía, una variable
inusual en este tipo de medidas económicas. El rol dinámico de la ciudadanía como agente
activo comprometido con la construcción social colectiva, proyectada en el imaginario
social por la vigencia del Segundo Plan Quinquenal, parece haber sido determinante tanto
para el éxito del plan como para que éste se alcanzara sin deterioro en la distribución del
ingreso y una caída significativa del salario real. La comparación de este comportamiento,
con el observado en las experiencias de estabilización subsiguientes en las cuales el
ciudadano –más allá de las reacciones localizadas- aparece más bien como un agente
pasivo frente los avatares externos y privado del espacio para la construcción colectiva
de un proyecto de futuro, puede resultar de interés para comprender la dinámica de la
relación con algunas variables económicas como la inflación o el tipo de cambio.
La ponencia centra el análisis en el desarrollo del plan de estabilización en relación con
el Segundo Plan Quinquenal y en la estrategia de comunicación y participación social que
desarrollo el gobierno peronista. Luego, pasa revista a los siguientes planes de
estabilización, particularmente de los gobiernos democráticos y compara sus efectos
sobre el imaginario social en la representación de la relación entre el ciudadano y el
Estado. Sobre la base de un análisis de la historia económica, el marco teórico que se
aplica combina el concepto de espacio humanizante, con la teoría de la estructuración
social y los aportes de la antropología y de la ciencia política. De este modo se diferencian
los planes de estabilización económica asociados a un proyecto de desarrollo accesible a
la comprensión social de aquellos vinculados a los organismos internacionales de crédito.

1.- Concepto y elementos de un plan de estabilización

El concepto de estabilización está estrechamente relacionado con la teoría económica


clásica. Para ésta, el comportamiento de la economía en el largo plazo representa un
equilibrio natural, solo distorsionado por elementos aleatorios (o políticos) en el corto
plazo. El funcionamiento de la economía política se asocia a un ciclo con fases sucesivas
de crecimiento, auge, recesión y depresión que impactan sobre el nivel de empleo y el
consumo y cuyas consecuencias conviene prever y evitar en beneficio de la paz social.
De ahí que, pese a colisionar con la imagen clásica, se admite que el esfuerzo de los
gobiernos deba dirigirse a suavizar las ondas del ciclo lo máximo posible, tanto en las
fases positivas introduciendo medidas que contengan o retrasen un recalentamiento de la
economía, como en las fases negativas con políticas tendientes a mantener y fomentar el
nivel de actividad.

Los gobiernos, sin embargo, suelen ser más sensibles a los desequilibrios económicos
cuando estos se plantean en las fases negativas –recesión y depresión- y se muestran
menos activos cuando se manifiestan en las positivas –crecimiento y auge-. Por ello, los
planes de estabilización suelen asociarse a crisis que se caracterizan por la retracción de
las principales variables económicas y cuyos indicadores muestran un creciente
desbalance entre ellas, del cual la manifestación más habitual es una aceleración de la tasa
de inflación. Revertir esa tendencia se convierte en el primer objetivo de los planes de
estabilización o de ajuste, en la denominación más divulgada.

Según sintetizan Fajardo y Ortiz (2015), los planes de estabilización se clasifican en:

- Ortodoxos, cuyo diagnóstico centra la inflación en presiones sobre la demanda


que deben ser contenidas con restricción monetaria y fiscal;
- No ortodoxos, que se enfocan sobre el problema de la inflación inercial y se
concentran en una política de ingresos basada en el congelamiento de precios y
salarios;
- Heterodoxos, que combinan ambas estrategias de restricción fiscal y monetaria y
congelamiento de precios y salarios

Las principales medidas en cada caso se pueden observar en la siguiente tabla elaborada
por los autores citados:
Clasificación de programas de estabilización
Medidas Ortodoxos Heterodoxos Política de ingresos
Reducción significativa de los déficits Reducción significativa de los déficits
fiscales a través de una contracción en el fiscales a través de una contracción en el
Política fiscal gasto público, eliminación de subsidios gasto público, eliminación de subsidios
a los diferentes sectores de la economía a los diferentes sectores de la economía
e incremento de impuestos. e incremento de impuestos.
Política restringida de crédito Política restringida de crédito
Política
doméstico, debido a la liberalización de doméstico, debido a la liberalización de
monetaria las tasas de interés activas. Política las tasas de interés activas. Política
monetaria contractiva monetaria contractiva
Maxi-devaluación para acercar el tipo Maxi-devaluación para acercar el tipo
Sistema
de cambio al valor del mercado paralelo, de cambio al valor del mercado paralelo,
cambiario para posteriormente establecer un ancla para posteriormente establecer un ancla
nominal con tipo de cambio fijo. nominal con tipo de cambio fijo.
Congelamiento de precios por un Congelamiento de precios por un
Control de
periodo de tiempo corto (dos a seis periodo de tiempo corto (dos a seis
precios meses) para eliminar la persistencia meses) para eliminar la persistencia
inflacionaria inflacionaria
Congelamiento de salarios en el corto Congelamiento de salarios en el corto
Control de
plazo, para romper con la inercia plazo, para romper con la inercia
salarios inflacionaria proveniente de la inflacionaria proveniente de la
indexación y los contratos escalonados. indexación y los contratos escalonados.
Fuente: Fajardo y Ortiz (2015:47)
2.- El Plan de Emergencia de 1952

En 1952 el gobierno de Perón preocupado por la magnitud de algunas variables decidió


aplicar un plan de estabilización económica. El contexto político y económico indicaba
la pertinencia de una rectificación del rumbo en la coyuntura que permitiera afirmar los
mayores cambios estructurales que el arribo del fenómeno peronista había introducido en
el sistema productivo argentino desde mediados de la década anterior.

Más allá del impacto social del peronismo, el impacto económico tiene una lectura doble,
desde la macroeconomía y desde la planificación. En el primer caso, los historiadores
económicos son elocuentes al destacar el carácter extraordinario de las medidas
propiciadas por Perón en términos de expansión productiva, transformación del Estado,
uso del crédito, etc. y también señalan las consecuencias negativas que el cambio de las
condiciones internacionales acarrearon sobre la estrategia impulsada, no sin
improvisación y hasta despilfarro, por el equipo capitaneado por el ministro Miranda
(Gerchunoff y Antúnez; 2002). A un período de auge y optimismo cuyo epicentro fue el
año ’48 le siguió una creciente preocupación por las variables macroeconómicas que llevó
a Perón a reemplazar en 1949 a Miranda por Gómez Morales no sólo con el propósito de
ordenar la economía interna, sino también de adaptar la estrategia al nuevo panorama
económico internacional.

La planificación, en cambio, había evolucionado hasta convertirse en la


conceptualización de la transformación que el peronismo había propiciado desde sus
primeros pasos. El Primer Plan Quinquenal (1947-1951) se había resuelto en el diseño y
formulación de un conjunto de herramientas destinadas a gestionar el nuevo
ordenamiento económico y social. Como anotamos en otro lugar,

“La original metodología de gestión del Plan de Gobierno muestra la intención de utilizar
una vía institucional que permitiese la participación democrática. El Plan debía ser ejecutado
por la administración, pero precedido de una discusión conceptual en el Congreso, cuyo
resultado se plasmaba en proyectos de leyes. El Estado de desarrollo, cuyas características
fueron el crecimiento del área del poder y de la intervención del Estado en la sociedad
quedaba prefigurado inicialmente en el Estado de derecho. Si bien es cierto que el gobierno
de entonces gozaba de mayoría propia en ambas Cámaras, no debe olvidarse que gobiernos
posteriores con las mismas características eludieron decididamente el papel del Congreso. El
Plan de Gobierno podía quedar institucionalizado como un conjunto de objetivos, metas,
procedimientos y resultados asumidos por todo el sistema y no sólo por la administración”
(Falivene; Dalbosco; 2018)

El Segundo Plan Quinquenal (1953-1957) sería concebido de una manera más integral y
llevaría también al extremo el propósito pedagógico que el peronismo imprimió
crecientemente en la difusión de todas sus actividades1. En otras palabras, el primer plan
introdujo el concepto de planificación y lo popularizó preparando así el terreno para el
segundo plan, concebido como el desarrollo efectivo de la “doctrina nacional” encarnada
por el peronismo. El ensamble entre uno y otro exigió la mediación de un Plan de
Emergencia que rescatara los efectos benéficos de la nueva gestión estatal, añadiera
eficiencia a las herramientas innovadoras del primer plan y dispusiera los actores
institucionales en línea con un proyecto de desarrollo más maduro e insertado en el
contexto internacional2 representado en el plan quinquenal siguiente.

Desde finales de 1948 la inflación había crecido en forma sostenida. Los remedios para
contenerla fueron de naturaleza ortodoxa, básicamente la reducción del gasto público y
la contención del crédito en una estrategia gradualista que eludió la devaluación y se
concentró en la reducción del déficit fiscal y el aliento a la producción agropecuaria, con
algún éxito en el primer caso y ninguno en el segundo como consecuencia de varios años
de impiadosa sequía. Con Perón reelecto, se desplegó el Plan de Emergencia que implicó
continuidad en el aspecto fiscal y monetario, pero introdujo la radical innovación del
congelamiento de salarios y tarifas públicas por dos años y ulteriores renegociaciones
asociadas a la productividad. Aunque no se echó mano de una devaluación, se practicaron
concesiones en la materia a través de tipos de cambio diferenciales3.

1
Ver, por ejemplo, Presidencia de la Nación (1950) Justa, Libre y soberana. Buenos Aires.
Peuser.
2 “Si se analiza la política económica del peronismo, pueden distinguirse dos períodos bien

diferenciados: a) el que abarca los años 1946 a 1951 y, b) el que comprende los años 1952 a
1955. Durante el primero de ellos, el gobierno implementó una política guiada por tres objetivos
básicos: redistribución de ingresos, expansión del empleo y aumento del involucramiento del
Estado en la producción nacional. Existían en ese momento condiciones favorables para tales
iniciativas. En efecto, el país contaba con una importante masa de reservas internacionales,
acumuladas durante los años de la guerra a causa de la imposibilidad de importar bienes,
mientras que la demanda y los precios internacionales de los productos agropecuarios de
exportación eran altos” (Falivene, Dalbosco: 2018)
3 “… a la hora de definir los lineamientos de la política económica, se tuvieron en cuenta tanto

factores económicos como sociales, y que éstos últimos ocuparon una atención destacada. No
obstante ello, entre 1952 y 1953, el sector urbano sufrió una severa recesión que si bien no se
reflejó en el incremento de la desocupación, se expresó a través de una importante contracción
de la demanda doméstica y de la actividad económica” (Bellini; 2014:106)
Como sintetizamos en otro lugar:

“En primer lugar, se modificó la política de distribución de ingresos por medio de la


imposición de límites a los aumentos salariales y la prórroga de la vigencia de los contratos
de trabajo. También se creó la Comisión Nacional de Precios y Salarios cuya función era
vincular dichos aumentos salariales con los niveles de productividad y evitar incrementos de
precios no justificados. Asimismo, se revirtió el proceso de transferencia de ingresos
mediante un manejo distinto de la política de precios del sector agropecuario que tendía a
mejorarlos en relación a los precios industriales. Como señala Ferrer (1977), el intento de
mantener el nivel del salario real y mejorar la posición relativa del sector rural al mismo
tiempo generó un conflicto que fue solucionado mediante el otorgamiento de subsidios. De
este modo, se mantenían bajos los precios internos y se aumentaba el ingreso de los
productores.
En segundo lugar, se brindó apoyo a la producción y exportación agropecuarias y se modificó
el tratamiento que se otorgaba al capital extranjero. Así, fue sancionada una nueva ley de
inversiones extranjeras que, entre otras cosas, permitía remitir mayores utilidades. También
se firmaron acuerdos especiales con empresas extranjeras para el abastecimiento de
determinados productos y para dar impulso a las industrias nacionales (v.gr., la automotriz).
Asimismo, se obtuvieron créditos externos (principalmente, de Estados Unidos) para el
desarrollo de determinados proyectos.
En tercer término, se intentó poner límites al gasto público y a la expansión estatal dentro de
la esfera económica. Ello se reflejó, entre otras cosas, en una caída en la tasa de empleo en la
administración pública.
En el corto plazo, estas medidas lograron revertir la situación. La producción agrícola se
recuperó entre 1952 y 1953, con lo que aumentaron las exportaciones y, luego, las
importaciones. En términos generales, puede decirse el nivel de actividad económica en su
conjunto se reactivó. Hacia 1954 el producto bruto interno se ubicaba en un 10% por encima
del de 19521, mientras que el incremento de precios había sido moderado y los salarios reales
mantenían los niveles de principios de la década (Ferrer; 1977).
El éxito del plan de estabilización fue doble: en términos económicos porque se logró el
objetivo buscado de contener las tendencias inflacionarias sin extender la recesión y en
términos sociales, porque no significó una abrupta caída del salario real ni la disminución del
sector asalariado en la distribución del ingreso nacional (Falivene; Dalbosco; 2018).

Estas medidas y la rígida disciplina fiscal consiguieron la reducción drástica de la


inflación, abriendo expectativas para el crecimiento económico, cometido que quedaría
asociado al Segundo Plan Quinquenal4. Cabe preguntarse aquí por qué una estrategia tan
sencilla, más allá de la innovación de la tregua salarial, tuvo resultados tan contundentes

4Presidencia de la Nación (1953). Segundo Pan Quinquenal. Subsecretaría de Informaciones


Buenos Aires.
en comparación con los magros resultados de los planes de estabilización posteriores.
Este es el núcleo de nuestra ponencia. Resaltamos aquí dos elementos esenciales: el valor
pedagógico que el gobierno asoció a las medidas económicas y el componente de la
participación popular vinculada con el Plan de Emergencia pero proyectada a su vez hacia
el horizonte de desarrollo que trazaba el Segundo Plan Quinquenal.

Es suficientemente conocido el énfasis que el justicialismo puso en la comunicación de


todas las medidas de gobierno, con intensas y novedosas campañas de propaganda gráfica
y audiovisual (Santiago; 2013) Además, formaba parte del estilo de Perón el dirigirse al
pueblo con un tono coloquial y sencillo en el que no faltaban matices paternalistas para
crear un clima de confianza con sus auditorios. En los discursos relativos al Plan de
Emergencia de 1952, Perón hace gala de todos sus recursos oratorios y de seducción,
exponiendo gradualmente el significado de las medidas y buscando la complicidad de los
destinatarios de los mensajes.

Mientras se desplegaba el Plan de Emergencia, el gobierno trabajaba simultáneamente en


la elaboración y difusión del Segundo Plan Quinquenal que se presentaba como el
verdadero instrumento de desarrollo que permitiría el salto a la Argentina industrial con
un crecimiento autosostenido5.

Gerchunoff y Antúnez (2002) sintetizan el contenido y la estrategia de


comunicación:

“Fábricas, escuelas, empresas estatales, organismos públicos, ciudades y pueblos de


campaña se constituyeron en los múltiples blancos de una masiva propaganda oficial
orientada a promocionar el nuevo plan quinquenal. No era un capricho. Aplicado a partir de
1953, el plan fue una pieza indispensable de las reformas de carácter estructural que
acompañaron al proyecto estabilizador de 1952. En uno de los múltiples documentos oficiales
que explicaban el plan, se reconocía sencillamente que: ‘el Primer Plan Quinquenal consolidó

5 “El Plan comprendía cinco capítulos divididos a su vez en varios apartados. Estaba organizado
como un árbol de objetivos (fundamentales, generales y específicos). El documento estaba
presentado en forma ordenada y didáctica: cada capítulo comenzaba con un esquema gráfico y
en la exposición abundaban los cuadros y diagramas (más de 80 en total). Desde el punto de
vista metodológico, significaba un notorio avance con respecto al Primer Plan Quinquenal.
Aunque partía del supuesto falso según el cual todo (absolutamente todo) el pueblo compartía la
doctrina peronista, la intención era que sirviera de guía para la acción pública y privada. Como
documento, sin embargo, se presenta muy perfeccionado con respecto al anterior Plan, pues
guarda una mayor coherencia entre las distintas partes y una mejor organización. Permite
conocer claramente prioridades. Aparecen detallados proyectos tales como el siderúrgico que
indican fondos a emplear, los costos y la fijación de responsabilidades” (Falivene; Dalbosco;
2018)
en el país la industria liviana y corresponde a este segundo plan arraigar la industria pesada’.
Esa visión secuencial mostraba las cosas más simples de lo que en realidad eran. El cambio
de prioridades no obedecía al hecho de que una etapa del desarrollo argentino estaba
concluida y se pasaba entonces a otra. Se trataba, más bien, de una reestructuración de
acuerdo con la cual el consumo popular ya no diseñaría espontáneamente el patrón
productivo, ni la producción se llevaría a cabo exclusivamente para satisfacer las demandas
inmediatas del consumo popular. Había que garantizar que el crecimiento no fuera efímero,
como lo había sido entre 1946 y 1948, y eso requería un importante cambio de políticas”.

Sin perjuicio de la orientación predominantemente industrialista, basado en la


experiencia previa que había llevado a la necesidad de reconducir la economía hacia un
perfil más ortodoxo, el documento destacó el papel sector agropecuario en la producción
de los excedentes que permitieran financiar el propósito esencial del desarrollo (Girbal-
Blacha;1998).

El Plan de Emergencia se planteaba así como el saneamiento necesario para encarar las
reformas de carácter estructural, las cuales deberían ser provistas por la “comunidad
organizada” liderada pero no sustituida por el gobierno. Por ejemplo, el papel del ahorro
doméstico (Barry; 2004-2005) que resalta como un elemento fundamental en el éxito de
la estabilización se asentaba sobre una dimensión simbólica en cuyo epicentro era la
comunicación política entre el líder y el movimiento6.

Los resultados del plan de estabilización comenzaron a percibirse pronto. La


inflación de 1952 apenas superó la del año anterior, para luego descender bruscamente,

6 “El éxito del plan implicaba la distribución de las responsabilidades, para lo cual Perón asignó
el 50% de las mismas a la acción del gobierno, el 25% a los sindicatos, cooperativas y mutuales
y el 25 % restante a la acción del pueblo en defensa de la economía familiar. Con el tono coloquial
y simple que le era tan característico, Perón detalló las acciones concretas que debían llevar a
cabo las familias y en especial las mujeres como organizadoras del consumo hogareño, a las
que les indicaba que debían ‘… economizar en las compras, adquirir lo necesario, consumir lo
imprescindible, no derrochar alimentos que llenen los cajones de basura, no abusar en las
compras de vestuario, efectuar las compras donde los precios son menores como cooperativas,
mutuales y proveedurías gremiales o sociales. Desechar prejuicios y concurrir a las ferias y
proveedurías en vez de hacer traer la mercadería a domicilio a mayor precios’. Incluso Perón
popularizó un término, rastacueros, llamando así a quienes buscaban aparecer como adinerados
y jactanciosos y preferían pagar lo le pidiesen sin vigilar que no le roben. Además pedía que
denunciaran al comerciante ‘inescrupuloso’. A los hombres les advertía que debían evitar gastos
superfluos y limitar la concurrencia al hipódromo, los cabarets y salas de juego o lo que permitan
los medios, después de haber satisfecho las necesidades esenciales. Todas estas acciones eran
necesarias para lograr pasar, según Perón, de una economía capitalista a la justicialista. Este
año 1952 sería muy importante pues era una etapa intermedia entre los dos planes quinquenales.
En un discurso radial, el presidente Perón pidió colaboración al pueblo para el estudio del
Segundo Plan Quinquenal y propició el acercamiento de propuestas de obras para realizar dentro
del plan. En efecto, el plan económico de 1952 iba a depender tanto del aumento de la producción
como de la austeridad en el consumo y el fomento del ahorro” (Barry; 2004-2005).
al 4% durante 1953 y al 3% en 1954. El salario real comenzó a recuperarse y se aproximó
a los niveles de 1949 (Gerchunoff; Antúnez; 2002). Por su parte, Hepenhayn y Neumeyer
(2002) destacan los siguientes resultados:

• Política Fiscal: Reducción del Gasto Público (23% el período 1950-1952 a


precios constantes)
• Controles de Precios y Salarios: los salarios serían negociados cada dos
años.
• Política Monetaria: gran reducción de la tasa de crecimiento monetario.
• Política comercial: subsidios a la exportación de productos agrícolas,
reducción de importaciones.
• Incentivos al sector agrícola: créditos y subsidios a las exportaciones. Esto
significó un cambio de política en el IAPI, que acostumbraba comprar
productos agrícolas a bajo precio y luego venderlos a altos precios a otros
países.
• Investigación para incrementar la productividad y reducir los costos en el
sector agrícola.

Comparativamente, los resultados del Plan de Emergencia permitieron no sólo el


“sinceramiento” de las variables económicas y el equilibrio de los precios relativos, sino
que fueron la avanzada de un plan de desarrollo más ambicioso que, pese a algunas
inconsistencias y al abrupto final del gobierno peronista, generaron varios años de
crecimiento sostenido (5% anual entre 1953 y 1958, según Gerchunoff y Antúnez; 2002)
y el control de la inflación en niveles aceptables que sólo se reiteraría en la década de los
noventa aunque con otro esquema macroeconómico.

3.- Reseña de los planes de estabilización posteriores

Entre aquella experiencia y el fin del siglo, los planes de estabilización sucesivos,
aplicados por distintos gobiernos, no tuvieron ese efecto proyectado hacia el desarrollo
sino solamente y de modo efímero obtuvieron un resultado económico coyuntural de
naturaleza fiscal mediante una estrategia de ajuste y recesión económica.

Hubo varios planes de estabilización posteriores a la caída de Perón hasta la restauración


democrática de 1983 (1959, 1962, 1967, 1973 y 1978). En general, se dieron en un
contexto de crecimiento de la inflación y operaron sobre la demanda, pero sólo pudieron
contener la tasa mientras se sintió el efecto del congelamiento de precios. También se
lanzaron en momentos de desequilibrio del balance de pagos por lo que fueron asociados
con una devaluación destinada a mejorar la balanza comercial y eventualmente atraer
inversiones, pero que afectaba el salario real, al consumo y al nivel de empleo. Por otra
parte, el déficit fiscal, señalado siempre como la causa fundamental de la inflación por
los sectores ortodoxos, aunque disminuyó inicialmente, no desapareció y debió ser
cubierto por los mecanismos tradicionales (Podestá; 1989).

Sin perjuicio de estos antecedentes, nos referiremos brevemente a tres planes de


estabilización implementados por los gobiernos democráticos posteriores a 1983. Por un
lado, el contexto político de los regímenes de facto o semidemocráticos impide una
comparación que se proyecte más allá de los términos económicos como es nuestra
intención y, por otro, en el turbulento período 1973-76 las sucesivas experiencias
quedaron inconclusas. Es indudable, sin embargo, la influencia que esas estrategias en
contextos autoritarios o de alta rotación política han tenido sobre el inconsciente colectivo
y, tal vez, entre las causas psicológicas de los fracasos de los planes más recientes haya
que remitirse expresamente a ella. La alusión recurrente en la literatura a la “expectativa
inflacionaria” como una de las causas más rebeldes del fenómeno económico parece
reflejarlo. Este fenómeno es consecuencia y causa sucesiva de uno de los indicadores de
mayor incertidumbre que acompañaron el desenvolvimiento de la economía: el
desplazamiento de la inflación “secular” (de duración e intensidad inversas) hacia la alta
inflación (de dos dígitos mensuales) con tendencia hacia la hiperinflación (Llach; 1987).

Probablemente, el más célebre intento haya sido el Plan Austral puesto en práctica por el
gobierno de Alfonsín en junio de 1985. A principios de ese año, Alfonsín cambió el
equipo económico, trasladando al Palacio de Hacienda a la plana mayor de la Secretaría
de Planificación, liderada por Juan Vital Sourrouille e integrada entre otros por Adolfo
Canitrot, Mario Brodersohn y José Luis Machinea, quien más tarde se haría cargo del
Banco Central. Este equipo había producido el último documento oficial de planificación
económica titulado Lineamientos de una estrategia de crecimiento 1985-1989, en el que
desarrollaban el concepto de “ajuste positivo” consistente en una tentativa de
estabilización que no inhibiera el crecimiento económico que, en su planteo, debía
financiarse con excedentes del comercio exterior. Probablemente, ésta haya sido la idea
impulsora del Plan Austral que fue lanzado en un contexto de altísima inflación, caída del
salario real, reducción del nivel de actividad, crecimiento del desempleo y aumento del
déficit fiscal. Las medidas propiciadas por el Plan y acordadas con el FMI fueron:

• congelamiento de precios, tarifas públicas, tipo de cambio y salarios;


• reducción del déficit fiscal que (del 12% al 2,5% de un semestre a otro, mediante
contracción de gastos e inversión pública);
• eliminación de la emisión monetaria como fuente de financiamiento del
desequilibrio presupuestario
• incremento real de las tarifas públicas;
• mayores impuestos al comercio exterior y a los combustibles;
• aumento de los impuestos directos;
• reemplazo del signo monetario asociado a un mecanismo de desagio de deudas

Los resultados iniciales del Plan fueron positivos, lo cual se reflejó en el resultado de las
elecciones intermedias y en la desaceleración de la tasa de inflación. El efecto benéfico
del Plan Austral, sin embargo, apenas pudo sostenerse por poco más de un año. Además
de las circunstancias externas, como la caída de los precios internacionales de los
productos exportables, ciertas inconsistencias internas premiaron la fuga de capitales y
terminaron por ahogar el impulso inicial. La contención de la inflación duró hasta
mediados de 1986 y luego volvió a crecer para alcanzar los dos dígitos y sostenerlos desde
febrero de 1988.La carencia de divisas impuso la cesación en los servicios de la deuda.
Luego de varias correcciones y acosado por el calendario electoral, en agosto de ese año
el gobierno radical apostó a reforzar la apuesta con el Plan Primavera cuyo principal
objetivo era de naturaleza política puesto que se acercaban las elecciones de 1989 y el
gobierno necesitaba recoger resultados económicos razonables si quería enfrentarlas con
posibilidades. De hecho, la fecha de los comicios se fijó llamativamente para casi 7 meses
antes de la finalización del mandato.

El Plan Primavera se propuso contener la inflación vía la drástica reducción del déficit
fiscal y el desdoblamiento cambiario como medidas más importantes, a las que se
sumaron la reducción del IVA, un aumento de los salarios públicos y la apertura de
paritarias para los privados, un acuerdo de precios con los industriales, un aumento de las
tarifas y la emisión de bonos con tasas de interés atractivas y crecientes. El respaldo
externo vino por el lado del Banco Mundial, aunque los desembolsos fueron exiguos.
Los resultados respecto de la inflación fueron alentadores en los primeros meses, pero a
medida que se desplegó 1989 la confianza fue descendiendo y la insistencia del gobierno
en hacer más de lo mismo no hizo sino acelerar las expectativas inflacionarias. Las
elecciones de mayo tuvieron lugar en un contexto de hiperinflación7.

Con ese panorama asumió el gobierno Carlos Menem, cuya candidatura y postulación
había sido presentada como un mal augurio por el establishment económico y financiero.
Sin embargo, en una jugada inesperada, Menem abrió el juego hacia un profundo cambio
estructural basado en la reforma del Estado, privatizaciones y desregulación. Para ello,
convocó a representantes del sector empresario a hacerse cargo de la economía y así nació
y se impuso el Plan B&B.

Este Plan apuntaba a mejora las cuentas fiscales recomponiendo las tarifas y aplicando
retenciones a la exportación agropecuaria e industrial. En materia cambiaria se tipo de
cambio único que representó una devaluación del 170% y, si bien no operó directamente
sobre precios y salarios trazó pautas indicativas sobre ellos comprometiéndose a mantener
ciertas variables, como el tipo de cambio, en un valor constante y a bajar las tasas de
interés. Se reprogramaron vencimientos con el FMI y los bancos acreedores (Frenkel;
Damill; 1990).

7 “¿Qué salió mal en el Primavera entonces? Por lo menos cuatro cosas. Primero, a medida que
el programa fue acercándose a las elecciones, cayó la renovación de títulos públicos y letras,
puesto que el temor al virtual triunfo peronista llenó de temor a los mercados. A esto, el Banco
Central respondió aplicando colocaciones forzosas y la suba de los encajes, los cuales pasaron
a ser remunerados. Sin embargo, ni eso ni la fuerte suba de tasas pudo evitar que los inversores
optaran por pasarse del austral (la moneda doméstica) al dólar. En segundo lugar, se cometió el
garrafal error de suponer que tener superávit comercial abultado o altas exportaciones de la
cosecha implicaría tener masivas liquidaciones y la entrada de dólares frescos. Más bien ocurrió
todo lo contrario: se retuvieron las liquidaciones y el dólar comenzó a subir en su demanda a una
velocidad incontrolable.
Todo comenzó a darse vuelta: los inversores dejaron de entrar al país, para querer irse a toda
prisa; no se renovaban la deuda ni subían los depósitos sino que todos huían al dólar; el superávit
fiscal del gobierno nacional y el cuasifiscal del Banco Central demostraban no poder ser
controlados y al contrario no pararon de subir, producto esencialmente del endeudamiento
previo: el del nacional porque la depreciación del austral hacía subir el déficit financiero y el del
Banco Central por los altos intereses de sus colocaciones (todo exactamente como ahora). Así,
operó un tercer factor: las expectativas actuaron negativamente y fueron las responsables de
corridas bancarias y cambiarias indetenibles, donde el default se dio por descontando y no hubo
forma de detener el diagnóstico negativo del mercado: la hiper había llegado.
Por último, el cuarto factor fue que el Banco Mundial y los Estados Unidos -al contrario de las
señales previas- le soltaron la mano al gobierno de Alfonsín ya que veían que no valía hacer los
desembolsos anunciados: por más que se enviara el dinero, el país igualmente no podría revertir
la dinámica operada”. Cfr. Juan Zícari, Ámbito Financiero 13 de noviembre de 2018.
Para el último trimestre de 1989 la inflación que había caído por debajo de 6% mensual,
se había logrado cierto equilibrio fiscal y había indicios de recuperación del nivel de
actividad, aunque se perfilaba un retraso cambiario que, en definitiva, terminaría por
condicionar el éxito del plan al influir sobre la tasa de inflación. El Plan BB fue
reemplazado por un conjunto de medidas de sentido contrario: se eliminó el control de
cambios y la flotación y suprimió el control de precios. También se bajaron las
retenciones y se subieron módicamente los salarios. Pero los resultados tampoco fueron
alentadores y sobrevino el Plan Bonex que significó una intervención directa sobre los
depósitos a plazo fijo. Un año más tarde, al borde de otra hiperinflación, el Plan de
Convertibilidad del Ministro Cavallo iniciaría otra historia8.

Los tres planes reseñados se aplicaron en un contexto de incertidumbre creciente y


comportamiento inestable de las variables económicas lo que incentivaba la puja
interdistributiva. En todos los casos, la altísima inflación cedió a las medidas iniciales
generando un alivio inmediato, pero después el índice se amesetó y más temprano que
tarde empezó nuevamente a aumentar en forma sostenida. Se operó sobre el tipo de
cambio de forma de contenerlo en su valor nominal, pero no sobre la tasa de interés que
fluctuó en el mercado monetario. También se contrajo la oferta monetaria aunque siguió
creciendo más que la inflación. Los planes atacaron el déficit fiscal y consiguieron
reducirlo en forma significativa sin llegar sin embargo a un equilibrio fiscal duradero. El
apoyo externo fue limitado por lo que el mantenimiento del tipo de cambio debió
afrontarse con el superávit comercial y tasas de interés altas en moneda local. Finalmente,
el efecto de los planes duró poco y debieron ser reemplazados por otras medidas. Los tres
fueron intentos de corregir los efectos negativos de los planes precedentes, mientras que
el Plan B&B fue sustituido por el Plan de Convertibilidad cuya estrategia
macroeconómica tenía otros componentes.

La escasa duración de sus efectos y el recurrente rebrote de la inflación, así como de otras
conductas perversas de la economía dan idea de la desconfianza generalizada que la
aplicación de tales medidas generaba en la población. Por ello, no crecía el ahorro en
moneda nacional y las medidas cambiarias de distinto tipo incentivaban la especulación,

8Si bien el Plan de Convertibilidad tuvo efectos estabilizadores en relación con la inflación, no lo
consideramos dentro de nuestro análisis porque no fue concebido ni aplicado estrictamente como
un plan de estabilización ni, por cierto, como un plan de desarrollo en los términos normalmente
aceptados.
mientras que la meta de disminución drástica del déficit fiscal resultaba de difícil
sostenimiento.

4.- Elementos para interpretar el éxito del Plan de Emergencia

a) La política y el interés por lo público como espacio humanizante

De acuerdo con Hannah Arendt debemos buscar los aspectos de la condición humana que
permanecen a pesar de las contingencias. Para ella, de las tres actividades humanas –
labor, trabajo y acción- sólo esta última “se desarrolla directamente entre hombres sin la
intermediación de cosas o materia" y "corresponde a la condición humana de
pluralidad”Arendt; 2003:20). El concepto de vita activa comprende a las tres actividades
humanas, pero la acción es la actividad fundamental e implica entregarse a la fundación
y preservación del cuerpo político. A diferencia de las otras dos, la acción

“si bien tiene un principio definido, nunca tiene un fin predecible. Nunca podemos estar
seguros de conocer todas las consecuencias de nuestras acciones. Esto nos obliga a ser
profundamente reflexivos. Mientras la labor y el trabajo no necesitan de otro para llevarse a
cabo, la acción es enteramente dependiente de la presencia constante de otros” (Arendt; 2003:
23).

Desde esta perspectiva nos preguntamos cómo el peronismo fue humanizante en el


sentido de crear un espacio de acción para las grandes masas populares, acción que se
articuló en el propio diseño del plan de estabilización monetaria. El peronismo surgió
como un movimiento diferenciándose de los partidos de representación individual, tal
como los categoriza Neumann (1990) propios de una sociedad con un dominio político
restringido y solo un grado limitado de participación que centra su membresía en la
votación, y cuya organización permanece inactiva entre los períodos de elección. Esta
concepción de un partido como un mero comité electoral no se corresponde con la
realidad política y la práctica de la democracia masiva desde el primer tercio del siglo
XX, hecho reconocido en muchos países. En su lugar, el “partido de la integración” –que
coincide con la estructura movimientista del peronismo- exige no solo la membresía
permanente, sino que extiende una influencia creciente en todas las esferas de la vida
diaria del individuo. Según Neumann
“El seguimiento del nuevo movimiento está, de hecho, mucho más claramente circunscrito
por su membresía permanente, la alineación definitiva de clase de su población votante y su
participación en los asuntos sociales en general. El partido puede contar con sus adherentes;
Se ha apoderado de una buena parte de la existencia social…… Las democracias masivas
generalmente han asumido un área cada vez mayor de compromisos y responsabilidades que
aseguran la sociedad compartida del individuo y lo incorporan a la comunidad. Esto no es
una mera usurpación de poder por parte de los políticos, sino una consecuencia natural de la
extensión del dominio público y las funciones gubernamentales en constante aumento en una
sociedad reintegrada en el siglo veinte”

El peronismo es un claro representante de esta categoría y como partido de integración


ha jugado un rol muy importante en la incorporación de bastos sectores populares tanto
migrantes internos como externos a la vida política activa. En el año 1952,
contemporáneamente con el lanzamiento del Plan de estabilización se inició una masiva
formación política en las unidades básicas que fue coadyuvante al éxito de su ejecución9.

9 Cfr., Mundo Peronista N° 22, 1° de junio de 1952: “El movimiento peronista ha decidido iniciar
en todas sus Unidades Básicas y Gremiales una tarea doctrinaria permanente, cuya conducción
queda en manos de la Escuela superior Peronista y cuya difusión se realizará por intermedio de
“Mundo Peronista”. Las unidades del Movimiento realizarán en todo el país y en forma periódica
mensual actos de formación e información doctrinaria tendientes a alcanzar la unificación de la
doctrina de la masa peronista.
El objetivo básico de esta nueva tarea que emprendemos en forma orgánica será infundir en
todas las mentalidades y corazones peronistas una firme convicción y una profunda mística
fundadas en los principios que rigen nuestra acción.
Por otra parte, en la doctrina del peronismo la firme convicción es fundamental como base para
toda acción destinada a promover el bien común que perseguimos o sea la felicidad del pueblo
y la grandeza de la Patria.
Los ideales asientan siempre sobre principios aceptados plenamente sin reservas mentales de
ninguna clase.
Para alcanzar la firme convicción necesaria para sostener la bandera del ideal es menester
conocer ante todo la doctrina. Pero no basta conocerla solamente. Es necesario inculcarla para
sentirla plenamente, conformando, sobre la base de los conocimientos adquiridos, una profunda
mística.
La tarea de adoctrinamiento que se realizará en todas las Unidades Básicas y Sindicales del
Movimiento Peronista tiende pues a crear mentalidades y corazones peronistas.
De allí a la realización de la Doctrina hay un paso que es inevitable, cuando existe plena
convicción y profunda mística. Es preciso insistir permanentemente en que “ lo sublime de las
virtudes no es precisamente su enunciado sino su práctica y lo excelso de las concepciones no
reside sino en su realización”.
Mundo Peronista N° 24, 14 de junio de 1952: Plan económico: “en todos los órdenes de la
actividad nacional se efectúan reuniones y actos de difusión de los postulados del “Plan
Económico para 1952” Dichos actos tienden a explicar los alcances del Plan elaborado por el
General Perón destinado a encauzar la economía del país preparando las condiciones
económicas necesarias al próximo Plan Quinquenal“.
Mundo Peronista, N° 23

Mundo Peronista, N° 30

b) El Segundo Plan Quinquenal, el escenario al cual arribar desde el Plan de


Estabilización

Ralph Linton (1978) incluye entre una de las necesidades psíquicas humanas la de la
seguridad en el largo plazo10. Por ello, al presentar el Plan de Emergencia como una

10El autor plantea tres necesidades psíquicas universales, la primera de ellas es la necesidad de
tener de los demás una respuesta afectiva, la segunda es una cierta seguridad al lago plazo y la
tercera y última es la de experimentar cosas nuevas. Con respecto a la seguridad de largo plazo
expresa que “Gracias a la aptitud humana de concebir el tiempo como un continuo que se
extiende del pasado y el presente hacia el futuro, las satisfacciones del presente no bastan, en
cuanto las del futuro permanecen inseguras. Tenemos necesidad constante de confirmar nuestra
seguridad, aunque el mismo sentido del tiempo que nos permite atormentarnos por lo que pueda
suceder, también nos permite posponer la satisfacción de las necesidades actuales y tolerar las
incomodidades del momento en espera de recompensas futuras. Esta necesidad de seguridad y
de confirmarla se refleja en innumerables formas de conducta culturalmente normada. Conduce
al artesano primitivo a mezclar la magia con su tecnología y al hombre de cualquier nivel cultural
transición hacia un horizonte más consistente el gobierno peronista sorteaba las
exigencias de la coyuntura –en la cual el comportamiento de los agentes económicos
podía resultar disfuncional- para inscribir su acción en una dimensión trascedente11. En
épocas inflacionarias, la tasa suele acelerarse porque para preservar el valor del salario la
gente tiende a consumir. Sin embargo, tanto en el Primer como en el Segundo Plan
Quinquenal el ahorro interno era una de las columnas vertebrales. Tal vez por ello, la
propensión al ahorro no decayó durante el Plan de Emergencia (Bugenhagen; 1953).
Desde esta perspectiva resultó estratégica la vinculación del Plan de estabilización con el
ambicioso Segundo Plan Quinquenal.

c) La planificación como un proceso estratégico y situado

Aun cuando aceptemos la relevancia de los factores económicos, se considera necesario


incorporar la perspectiva histórico-social y considerar la manera en la cual el sistema

a imaginar paraísos en que sea debidamente recompensada la buena conducta del presente.
Resultaría ocioso especular sobre los orígenes de esta necesidad, a causa de lo muy limitado
de nuestros conocimientos actuales sobre los procesos psicológicos. Basta con reconocer su
importancia como motivación de una conducta previsora” (Linton; 1978: 22)
11 Mundo Peronista N° 30, 1° de octubre de 1952: “Antes en épocas de crisis, rebajaban los

sueldos. Le quitaban al obrero y le daban al patrón para que aumentara. Ustedes ven que
nosotros hacemos lo contrario. Les estamos restando a los patrones para posibilitar que el pueblo
junte. Por eso aumentamos los sueldos en época de crisis, porque cuando se necesita más es
cuando uno está en crisis.
¡Bendito sea Dios! Antes, cuando el pueblo se moría de hambre, le rebajaban los sueldos a los
obreros! Cómo lógico, no creo que esto sea muy lógico…
Esto, compañeros, es una cosa natural. Hemos perdido tres cosechas. Esto repercutió
extraordinariamente, e indudablemente restó poder y riqueza a todo el país. Otros años se
producía por valor de quince mil millones de pesos, y hace tres años que nosotros no producimos
por esa cantidad. Es lógico, entonces, que comience a faltar.
Esta nueva cosecha que viene parece que se ha acordado un poco de nosotros y viene buena.
¿Qué es lo que pasa? Tenemos que llegar hasta esa cosecha y se va a subsanar todo.
Más producción para el Segundo Plan Quinquenal
Por otra parte, todo está bien claro. El primero de enero de 1953, comienza la ejecución del
Segundo Plan Quinquenal. Se empiezan todas las obras y todas las cosas. Se comienza en
mayor escala la construcción de automóviles y la situación de los metalúrgicos – ellos también
andan un poquito preocupados- se vuelve a normalizar, porque comienza a movilizarse toda la
industria. Lo mismo ocurrirá con la construcción, por ejemplo. Se ponen en marcha un conjunto
de obras con el Plan Quinquenal y la construcción se retempla inmediatamente. Todo eso es
trabajo y mayor actividad, se gasta más roa y trabajan ustedes.
Es natural, compañeros, que para que todo esto se produzca debe haber con qué ¿ Y el “ con
qué? Y… sale de nuestra producción, de nuestra riqueza. Esa producción es la que va a dar el
elemento necesario hasta que se produzca el milagro. Mientras tanto hay que andar despacio.
Esto es como si una persona va atravesando un río. Tiene que llegar a la otra orilla antes de
hacer planes. Nosotros llegaremos a la otra orilla m´s o menos en los meses de noviembre y
diciembre, cuando empecemos a sacar nuestra producción. Hasta entonces hay que nadar, y
hay que nadar fuerte para llegar a la otra orilla. Por eso el Segundo Plan Quinquenal tiende a
eso. No estarle tirando de la cola a la persona que está nadando para que no pueda llegar a la
otra orilla.
social y el político se imbrican y cómo se desarrolla el plan de a partir de la acción de los
diferentes actores sociales y su coordinación en la acción de gobierno. Actor social, según
Carlos Matus (1992) es

“una personalidad, una organización o una agrupación humana que en forma estable o
transitoria tiene capacidad de acumular fuerza, desarrollar intereses y necesidades y actuar
produciendo hechos en la situación”.

Los actores sociales, sean estos personalidades, organizaciones sociales o partidos


políticos, son tales porque tienen capacidad de producir hechos políticos y constituyen
centros de acumulación y desacumulación de poder. Según Matus (1992) como los
actores que producen hechos políticos, sociales y económicos son muchos y cada uno de
ellos actúa en relación a sus visiones y propósitos particulares, nada garantiza la
coherencia del resultado social global, esto ocurre tanto al interior de un actor colectivo
compuesto de subactores como en la coexistencia conflictiva entre actores diversos. La
coherencia de la acción global no se alcanza espontáneamente, se requiere una
racionalidad central. El sexto argumento de la planificación estratégica situacional
propuesta por Matus establece que se necesita una acción central que persiga la
coherencia global frente a las acciones parciales de los actores sociales, si es que
queremos conducir el sistema social hacia objetivos decididos democráticamente. El
proceso de gobierno se gesta como una competencia entre los diversos actores sociales
por producir las acciones que estiman conducentes al logro de sus objetivos, por lo que
existen tantos gobiernos como fuerzas sociales que luchan por el control de los centros
de poder, sin embargo, existe solo un Gobierno con mayúscula que se ejerce desde el
Estado.

El proceso de planificación real, unido indisolublemente a la búsqueda de gobierno de


una situación dada se constituye como un cálculo incesante y permanente que precede y
preside la acción de los actores en conflicto.

Durante el año 1952 y contemporáneo a la ejecución del plan de estabilización se inició


la formación política de las masas populares a través de la Escuela Superior Peronista, las
unidades Básicas y los sindicatos y de la agenda establecida por la revista quincenal
mundo peronista que identificaba el rol de cada actor y la conceptualización del proceso
de planificación del Segundo Plan quinquenal con un análisis de los diferentes actores.
La participación ciudadana en la formulación del Segundo plan quinquenal es relatada
por José López (1952) en un artículo de tenor autobiográfico publicado en la revista
Mundo Peronista, en dicho artículo el autor aparece dirigiéndose a la Dirección Nacional
de Planificación para averiguar sobre el destino de su iniciativa en respuesta a la
convocatoria realizada por el presidente Perón el 3 de diciembre de 1951. Según relata
había una ficha por cada iniciativa presentada que era clasificada por tema y organismo
al cual se derivaba para su estudio. Relata que se habían recibido 24.000 cartas de todo el
país, que el 4 de diciembre ya habían comenzado a recibirse iniciativas y que el 12 de
diciembre ya tenían 2931 carta y 350 personas que llevaron en mano sus propuestas. En
el artículo se relata la metodología de elaboración del plan en boca de un empleado de la
repartición: “ -Cada ministerio elaboró un plan, y cada provincia y territorio nacional,
catorce planes, clasificados de la siguiente manera:1- Vivienda, 2-Obras Sanitarias ,3-
Agua y Energía, 4-Combustibles, 5-Vialidad, 6-Transportes,7- Comunicaciones, 8-
Agricultura y Ganadería, 9-Industrial,10- Minería,11- Educación, 12-Salud Pública, 113-
Navegación y Puertos, y 14-otras Obras… Se enviaron a todos los gobiernos provinciales
unas planillas tituladas “Segundo Plan Quinquenal. Perón quiere saber lo que su pueblo
necesita.” Planillas que fueron llenadas por las distintas comunas y comisiones de
fomento. Tales planillas fueron avaladas por los gobiernos provinciales, sufriendo un
proceso de estudio en el que se discriminaron aquellas obras que la provincia piensa
realizar, las que la Nación proyecta y otras, las que deben ser realizadas por las propias
comunas en cooperación con los usuarios, y por último, las que se posponen para próximo
planes… Se recibieron aproximadamente unas 7.000 planillas.

“Al responder a mi pregunta, el empleado me extendió una de esas planillas. La encuesta


consta de nueve puntos, discriminados de esta manera:1- obra de qué se trata;2- razones
por las cuáles se solicita la obra; 3-antecedentes de obra (gestiones realizadas con
anterioridad , proyecto de ley, expedientes en trámite, etc.) ; 4-descripción de la
obra(necesidades Mínimas); 5-valor aproximado de la obra; 6-entidades o asociaciones
que propician la obra ; 7-sectores de la población que se beneficiarán ; 8-terrenos en que
se realizará la obra, y 9-otras sugerencias y observaciones. Todo esto lo incluyeron en sus
respectivos planes los gobiernos de las provincias y territorios. En la Dirección de
Planificación hay 50 comisiones que trabajan permanentemente y se reúnen una o dos
veces al día para discutir temas que surgen. El empleado me mostró tres gráficos del
esquema del Segundo Plan Quinquenal: el esquema general, que comprende seis
capítulos, a saber: Organización del Estado, Política y Acción Social, Política y Acción
Económica, Trabajos y Servicios Públicos, Hacienda Pública y Finanzas y Defensa
Nacional: un esquema del plan por materias, y el tercero relacionado con el sistema de
coordinación adoptado. Luego subimos a otro piso, donde el empleado me hizo pasar a
una gran sala de dibujo, totalmente ocupada por dibujantes que graficaban infinidad de
planes. Cuando pregunté por el horario de trabajo, el empleado me contestó. -“Aquí el
trabajo es casi permanente; pues trabajamos desde las ocho de la mañana hasta las veinte.”

Ilustaciones del artículo de la Revista Mundo Peronista, , Buenos Aires, Año 1, N°24, Julio de 1952, páginas 7-11”¡Aquí está su
Proyecto!”
“Las cartas conteniendo iniciativas, son Facsímil de sobre para el envío de “En medio de empleados que abrían “Observé equipos de archivistas de las tres
abiertas y clasificadas” iniciativas sobres, clasificaban iniciativas, hacían armas que colaboraban en la tarea”
copias para enviar a los ministerios,
confeccionaban carátulas y carpetas y
preparaban legajos”

“Las iniciativas recién recibidas son “Una vez clasificadas las iniciativas, se “Allí las iniciativas estaban clasificadas por y uno de los empleados encaramados sobre
colocadas en carpetas y caratuladas” envía al interesado una nota de acuse de materias, temas y por ministerios” una escalera, bajó mi carpeta”
recibo con un número de orden.”

“Una sala, ocupada por dibujantes que Facsímil de carátula de planilla de


graficaban infinidad de planes” relevamiento para jurisdicciones y
ministerios

Fuente: reelaboración en base a “¡Aquí está su Proyecto!”, pág. 7-11 Revista Mundo Peronista N°24, Julio
de 1952.

d) La empatía con las necesidades populares y la comunicación modulada según los


distintos destinatarios (hombres, mujeres, niños) para revisar pautas de consumo
cotidianas en función de los objetivos del plan de estabilización.

Richard Sennett diferencia simpatía de empatía. Mientras que la primera pasa por encima
de las diferencias mediante actos imaginativos de identificación, la empatía presta
atención a otra persona en su particularidad. Desde el punto de vista filosófico, la simpatía
puede entenderse como una recompensa emocional, la empatía guarda más relación con
el intercambio dialógico. Esa fue la característica de la estrategia de comunicación
empleada por Perón a lo largo de todo su mandato, pero especialmente eficaz al tratarse
de la transición entre los dos planes quinquenales. El Lanzamiento del Plan de
Estabilización Económica tuvo lugar después de la amplia confirmación de la popularidad
obtenida en las elecciones de 1951 en las que el votaron por primera vez las mujeres y el
justicialismo se impuso por amplia mayoría. En febrero de 1952, antes de iniciar su
segundo mandato el presidente realizó el anuncio solicitando a “los argentinos el esfuerzo
solidario para superar con la participación de todos la coyuntura adversa” (Barry, C 2004-
2005:6). El estímulo a la solidaridad se dio sobre el autorreconocimiento y confirmación
de la clase trabajadora como tal. Daniel James (1988) plantea que la clave de la
receptividad de la argumentación oficial no se debió sólo a su omnipresencia sino que
fue la capacidad que tuvo la conducción del movimiento por integrar las experiencias y
percepciones concretas vividas por los sectores trabajadores con la estrategia política
propuesta.

Esta integración de lo percibido y vivido hizo del partido justicialista un partido de


integración que estimuló la solidaridad , hecho que se hizo presente en la respuesta de los
trabajadores en retraer sus ingresos del consumo y destinarlos al ahorro para el bien
común depositándolos masivamente en la Caja Nacional de Ahorro Postal (CNAP).

A continuación, pondremos como ejemplo el compromiso solidario de la clase obrera en


el cumplimiento de uno de los ejes del plan de estabilización que apuntaba a producir
más, consumir menos y a ahorrar

Ministerio de Finanzas 1953


Este cartel difundido en todo el país recordó a los ciudadanos las consignas del Plan
Económico: producción, ahorro y austeridad.

Según el informe del Ministerio de Finanzas (1953) fue a partir de 1952 que la CNAP se
orientó a fomentar el ahorro principalmente a partir de una acción de propaganda
intensiva que apuntaba a los sectores populares de manera segmentada que se extendió
en actividades que iban desde ediciones de revistas y libros sobre el tema a charlas
formales e informales en sindicatos y fábricas, pasando por la realización de campañas
de cine y radiodifusión. Un punto focal fue la difusión en escuelas e institutos de
enseñanza primarios y secundarios. Existen registros de la realización de concursos de
afiches, de cuentos, funciones de títeres, todo con el fin de fomentar el ahorro desde la
niñez12. En sintonía con el discurso histórico de la CNAP, se reivindicaba la previsión
como un valor moral fundamental y se buscó masificar la cultura del ahorro en múltiples
estratos, cobrando especial relieve la intensidad de la campaña en las escuelas públicas
de todo el país. Los programas de difusión e incentivo del ahorro organizados desde la
CNAP se multiplicaron y el rol de la institución fue magnificado desde el gobierno por la
correspondencia de su función con los objetivos trazados.

Esta campaña, sumada a la aplicación del Plan de 1952, tuvo como consecuencia un
relativo incremento en los montos de ahorro en esa institución oficial. Durante 1952 ya
se conocían los lineamientos generales del Segundo Plan Quinquenal (SPQ) para el
periodo 1953-1957, y las perspectivas de la CNAP para los próximos años no podían ser
más optimistas. La consigna era la misma: “más producción, menos derroche, más
ahorro”. En el SPQ se destaca precisamente la importancia que esa institución tendría
para alcanzar los montos de ahorro nacional necesarios para atender a las inversiones
programadas. En este plan, a diferencia de los anteriores, encontramos una sección
específica relativa al estímulo del ahorro13.

12 Según relatan publicaciones de la Caja, Maese Ahorrín se convirtió en el títere preferido de los
niños, protagonizando numerosas funciones junto a su archienemigo, Don Derrochín. Las placas
de la CNAP en las escuelas publicitaban: “Yo ahorro, tu ahorras, él ahorra; Todos debemos
ahorrar”. (citado en Rougier y Fiszbein; 2003: 12)
13 En la sección XXII.9 (Falivene y Dalbosco; 2018: 759) puede leerse: “...el seguro y el ahorro

popular serán objeto de exenciones y reducciones impositivas adecuadas, a fin de promover su


difusión en todo el país”.
Como señala Ross (1993), las pautas de ahorro reflejan la mayor disponibilidad de ingresos de
los trabajadores aunque como nos aporta Hollander (1974: 376 ) , “Los aumentos en el ingreso
real variaron de un sector a otro. En la Capital Federal los obreros no calificados mejoraron su
De estos conceptos surge la apreciación del esfuerzo realizado, en materia de previsión,
en el período de vigencia del Plan Económico 1952, cuyas consignas básicas: más
producción, menos derroche y más ahorro, se cumplieron en forma integral. En los
distintos ambientes y preferentemente en el medio obrero y en el escolar, se realizó una
intensa campaña de promoción del ahorro, que halló repercusión favorable en todos los
sectores ciudadanos, deseosos de coadyuvar en la obra del general Perón en lo que al éxito
del aludido plan se refiere. Fue así como el ahorro postal alcanzó cifras sin precedentes,
ascendiendo los depósitos netos durante el ejercicio de 1952 a más de 360 millones de
pesos, cifra que, sumada a los intereses capitalizados en el año, llegó a los 42 millones de
pesos.

Fueron factores de estos resultados el estado de plena ocupación de la población


laboriosa, las retribuciones elevadas y la constante acción educativa de la Caja, así como
la ya expresada voluntad del pueblo argentino de cumplir con las directivas impartidas
por el presidente de la república. De tal manera , al finalizar 1952, la Institución tenía
bajo su custodia más de dos mil millones de pesos, distribuidos en siete millones de
cuentas activas con un promedio de $287,76 por cuenta , pudiéndose citar , como detalle
interesante , el hecho que al término del período existía ya más de una libreta de ahorro
postal por cada tres habitantes del país14.

posición. respecto de los obreros calificados, • A las trabajadoras les fue especialmente bien en
este período. Ya en 1944 Perón había enunciado el principio de igual paga para igual. trabajo y,
si bien este principio no se cumplió completamente, la evidencia sugiere que los salarios de las
mujeres comenzaron a equipararse a los de los hombres que realizaban .la misma tarea”
La Caja Nacional de Ahorro Postal (CNAP) desde su creación en 1915 siempre tuvo la finalidad
expresa de proveer un servicio bancario a la clase trabajadora pero su cometido se cumplió
fehacientemente en los años del peronismo. Sus depósitos crecieron en más de 1.350% entre
1943 y 1954. Esto representa una tasa de ahorro superior al doble de la tasa de incremento del
costo de vida. El número de depositantes creció a más del doble, en tanto la participación de los
depósitos de ahorro de la CNAP como porcentaje de los ahorros de todos los bancos crecieron
de 9,1% en 1945 a 22,6% en 1954, lo que sugiere que hubo una redistribución significativa de la
riqueza en favor de la. clase trabajadora que prefería utilizar la CNAP. Además, el 69,2% de los
ahorros depositados en la CNAP en 1954 ocupan el rango de 6 $mn a 149 $mn, demostrando
que fueron fundamentalmente los pequeños ahorristas quienes continuaron utilizando ese
servicio (Ross, 1993:113
14 En el material citado del Ministerio de Hacienda se expresa: “Reafirman lo expresado otros

aspectos de la labor de la Institución, como es el que se refiere a la cantidad de operaciones


realizadas en el año, con más de siete millones de depósitos y dos millones, aproximadamente,
de reembolsos, y el que se relaciona con el total de las cuentas nuevas abiertas en la Caja, que
superó el numero de 600.000. Asimismo, las cifras de operaciones se tradujeron en un
movimiento de efectivo extraordinario, ya que lo depósitos superaron 1.430 millones y los
reembolsos los 1.070 millones de pesos.
Estos resultados contribuyeron apreciablemente al éxito del Plan Económico, poniendo de
relieve, una vez más, la vocación ahorrista de un pueblo que, contando con los medios para
hacerlo, practica esta noble manifestación previsora, consciente de que con ello contribuye a
Desde la perspectiva de la empatía y del altruismo se puede explicar tanto el éxito
obtenido como la responsabilidad asumida por los sectores populares en el consumo
como en el incremento monetario del ahorro.

e) El papel estructurante de la responsabilidad de los sectores populares en la realización


de sus actividades cotidianas dentro del marco del plan de estabilización

La teoría de la estructuración de Giddens (2006) considera el tema de la espacialidad en


la problemática de la interacción social, a partir lo cual reconoce que las personas realizan
recorridos en sus vidas cotidianas de una manera sistemática, que dichos recorridos
conforman el espacio local y que, en la configuración de los mismos, juegan un papel
relevante las relaciones de poder. Para Giddens lo cotidiano expresa con exactitud el
carácter rutinizado propio de una vida social que se extiende por un espacio-tiempo. La
repetición de actividades que se realizan de manera semejante día tras día es el
fundamento material de lo que el autor denomina “la naturaleza recursiva de la vida
social” y que las propiedades estructuradas de la actividad social —por vía de la dualidad
de estructura— se recrean de continuo a partir de los mismos recursos que las constituyen.
La naturaleza situada de una interacción social se puede examinar en relación con las
diferentes sedes a través de las cuales se coordinan las actividades cotidianas de los
individuos. Sedes no son para Giddens meros lugares sino escenarios de interacción; y
estos escenarios están también regionalizados según aspectos que influyen mucho sobre
el carácter serial de los encuentros y reciben la influencia de este.

En teoría de la estructuración se mira como «estructura» a reglas y recursos con


implicación recursiva en una reproducción social que se pueden conceptualizar
abstractamente como elementos normativos y códigos de significación: dos tipos de
reglas. También son dos las clases de recursos: recursos de autoridad, nacidos de la
coordinación de la actividad de agentes humanos, y recursos de asignación, que provienen
del control sobre productos materiales o sobre aspectos del mundo material. Una acción
nace de la aptitud del individuo para “producir una diferencia” en un estado de cosas o
curso de sucesos preexistentes. Un agente deja de ser tal si pierde la aptitud de “producir
una diferencia”, o sea, de ejercer alguna clase de poder. En síntesis, para Giddens, acción
implica lógicamente poder en el sentido de aptitud trasformadora.

cimentar el propio bienestar y afianza la independencia la independencia económica de la


República. “(Ministerio de Hacienda, 1954:15-16).
El poder mismo no es un recurso. Recursos son medios a través de los cuales se ejerce
poder, como un elemento de rutina de la actualización de una conducta en una
reproducción social.

La idea de “responsabilidad” en su acepción cotidiana expresa con justeza la intersección


de esquemas interpretativos y de normas. Ser “responsable” de las propias actividades es
tanto explicar las razones de ellas como ofrecer los argumentos normativos que las puedan
“justificar”.

Esta perspectiva teórica nos permite preguntarnos el impacto que la responsabilidad


desplegada masivamente sobre todo por las mujeres en la vida cotidiana en el ámbito
barrial tuvo en el éxito del plan de estabilización y el empoderamiento de las masas a
través de los recursos tanto de asignación como de autoridad

La presencia de las mujeres en la producción social tendría un profundo efecto en la


ideología del peronismo. El peronismo representó una coalición de clases que favoreció
las políticas para continuar la tendencia hacia la industrialización que se había producido
durante la depresión mundial y la Segunda Guerra Mundial. Como manifestación política
de los intereses de la nueva burguesía industrial, el peronismo fue también la expresión
organizada de la reivindicación de la masa de trabajadores reprimidos, un buen porcentaje
de los cuales eran inmigrantes del proletariado interior. La mayoría de esos migrantes
eran mujeres y resultaron accesibles al peronismo, un movimiento político que mejoró su
condición económica y exaltó su papel como trabajadoras que ayudarían a construir una
Argentina fuerte e independiente (Hollander; 1977).

Perón instó a que se aprobara la legislación, dado a las mujeres el derecho al voto en base
a sus contribuciones históricas al desarrollo de la nación argentina. Luego de convertirse
en presidente en 1946, su primer plan de cinco años incluyó una propuesta para la
igualdad política de las mujeres con los hombres (Falivene; Dalbosco; 2018:165). La
ideología oficial del movimiento peronista colocó a las mujeres como socios iguales en
la lucha por construir un país industrializado con una distribución justa de la riqueza. La
retórica continuamente vinculó los derechos de las mujeres con los intereses de las masas
y sostuvo que solo con la liberación nacional de Argentina las mujeres obtendrían una
igualdad real.
En resumen, el peronismo expresó un desafío social difuso a las formas aceptadas de
jerarquía social y símbolos de autoridad y se mantuvo de manera fundamental como una
voz, que expresaba las esperanzas de los oprimidos dentro de la fábrica y más allá como
reclamo de dignidad social e igualdad. Basó su atractivo político para los trabajadores en
el reconocimiento de la clase trabajadora como una fuerza social distinta que exigía el
reconocimiento y la representación como tales en la vida política de la nación. Esta
representación ya no se lograría simplemente mediante el ejercicio de los derechos
formales de ciudadanía y la mediación primaria de los partidos políticos. En cambio, la
clase obrera, como fuerza social autónoma, tendría acceso directo, incluso privilegiado,
al estado a través de sus sindicatos (James; 1988).

Conclusiones

1.- A juzgar por los resultados reseñados, la experiencia del Plan de Emergencia de 1952
merece ser destacada en el conjunto de los planes de estabilización ensayados después de
aquella oportunidad. Los efectos de las medidas y su duración aún después del cambio de
régimen hablan de un diseño, una motivación y una respuesta que no han sido logradas
por los intentos sucesivos. Por cierto, hay elementos de naturaleza económica que
considerar en la comparación y que, en cierta medida pueden desmentir las conclusiones
apresuradas. El más importante, probablemente sea la inexistencia en 1952 de las
“expectativas inflacionarias” que caracterizaron a todas otras las experiencias y que
incluso fueron teorizadas posteriormente por el Premio Nobel de Economía Phelps (Real
Academia Sueca; 2006) como un elemento importante en los procesos de estabilización
económica. Pero esta misma ausencia de expectativas inflacionarias indica que es
insuficiente el tratamiento la inflación como un fenómeno de naturaleza exclusivamente
económica, abordable con las herramientas usuales de la disciplina.

2.- La participación popular fue un elemento distintivo y decisivo para el éxito del
programa. La movilización en favor del ahorro, la auto restricción del consumo y las otras
formas de colaboración e involucramiento exceden a priori los logros que pudieran
obtenerse con el recurso a la mera propaganda oficial. Los planes posteriores,
especialmente los de los gobiernos posteriores a 1983 fueron acompañados de una intensa
y masiva propaganda en favor, pero sus efectos y la duración de éstos fueron
proporcionalmente inversos. Probablemente, influyeron en 1952 sobre la movilización y
participación popular tanto el carácter novedoso del movimiento justicialista como
partido en los términos analizados por Neumann como el estilo paternalista y pedagógico
que Perón le imprimió a su liderazgo, de naturaleza carismática por otra parte.
Obviamente, estos elementos no pueden exigirse a la hora de analizar los otros planes de
estabilización, pero obligan a insistir sobre el carácter más amplio que trasciende a las
estrategias económicas, aún en el corto plazo.

3.- Por último, la relación del Plan de Emergencia con el Segundo Plan Quinquenal no
parece ser un elemento secundario para la valoración del éxito del emprendimiento. En
efecto, la necesidad de estabilizar las variables económicas para posibilitar el despliegue
hacia el desarrollo industrial fue el punto central no solo de la difusión del plan sino de la
misma estrategia económica. No sólo parecía verosímil en relación con la experiencia de
cambio inmediatamente anterior ocurrida con el arribo del peronismo y con el
lanzamiento del Primer Plan Quinquenal, sino que también resultaba absolutamente
coherente con la proyección política que postulaba el justicialismo. Es escenario
imaginado de un país industrial, integrado en una comunidad organizada ameritaba la
disciplina económica y el sacrificio coyuntural.

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