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Representaciones[editar]
Se estrenó en el Teatro de La Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831. Aquella tarde la
ópera, destinada a convertirse en la más popular de las diez compuestas por Bellini, resultó
un fiasco clamoroso, debido a diversas circunstancias unidas a la ejecución propiamente dicha
(la indisposición de la primadonna, la soprano Giuditta Pasta, así como la tensión psicológica
de los otros miembros del elenco), y también por la presencia de una claque adversa a Bellini
y a la Pasta. No influyeron menos la extraña severidad de la dramaturgia y la ausencia del
momento más suntuoso, el concertante que tradicionalmente cerraba el primero de los dos
actos, que cogió por sorpresa al público milanés.
En el siglo XIX, era habitual que los compositores interpolaran arias propias en óperas de
otros compositores. Richard Wagnerescribió un aria para bajo y coro de hombres para una
producción de Norma del año 1837.4
El papel de Norma se considera como uno de los más difíciles del repertorio para soprano.
Exige un tremendo control vocal de rango, flexibilidad y dinámica. Contiene una amplia
variedad de emociones: conflicto entre la vida personal y la pública, la vida romántica, el amor
maternal, la amistad, los celos, el impulso asesino y la resignación. La soprano alemana Lilli
Lehmann una vez afirmó que cantar las tres Brunildas de El anillo del nibelungo de Wagner en
una tarde era menos exigente que el canto de una sola Norma.5 Asimismo, en un
razonamiento menos conocido, dijo "Cuando cantas Wagner, te dejas llevar tanto por la
emoción dramática, la acción y la escena que no tienes que pensar en cómo cantar las
palabras. Eso viene solo. Pero en Bellini, siempre debes cuidar la belleza de tono y la emisión
correcta".
En España se estrenó en el Teatro del Príncipe (Madrid) en 1834.
A lo largo del siglo XX, muchas cantantes se han enfrentado a este papel, con diversos grados
de éxito. La siguiente es una lista de algunas de las Normas más conocidas, cada una de las
cuales ha llevado sus propias fortalezas y debilidades al papel. Entre ellas se destacan las
interpretaciones de Rosa Raisa, Claudia Muzio y Rosa Ponselle en los años veinte. La más
prolífica Norma del período de posguerra fue Maria Callas, quien con 89 representaciones en
escena (algunas de las cuales se conservan grabadas) y dos grabaciones de estudio en 1954
y 1960, impuso la supremacía del papel en el repertorio belcantista entre 1949 y 1964.
La entonces instaurada "nueva-antigua" tradición de Pasta-Callas fue sucedida por dos
intérpretes muy diferentes, ambas herederas del renacido y depurado estilo dramático-
belcantista: la turca Leyla Gencer, que interpretó el papel junto a Giulietta Simionato, y la
australiana Joan Sutherland, secundada por la Adalgisa de Marilyn Horne. Después del debut
de la Sutherland en 1964 en el papel titular, Pavarotti la llamó "la mayor voz femenina de
todos los tiempos".6
En la década de los setenta, otras cuatro expertas en el belcantismo debutaron como
Norma: Radmila Bakočević, Montserrat Caballé7 Beverly Sills y Renata Scotto. No pueden
desdeñarse fácilmente otras destacadas intérpretes del personaje, como Grace
Bumbry y Shirley Verrett, las dos famosas divas afroamericanas que empezaron como
mezzosopranos y con el tiempo empezaron a cantar el repertorio de soprano.
En los años ochenta y noventa, el papel de Norma fue interpretada por cantantes tan
diferentes como Katia Ricciarelli, Anna Tomowa-Sintow, Marisa Galvany, Dame Gwyneth
Jones, y Jane Eaglen. Normas contemporáneas son Fiorenza Cedolins, Galina
Gorchakova, Hasmik Papian, Maria Guleghina, Nelly Miricioiu, June Anderson, y Edita
Gruberová. En 2008, Daniela Dessì interpretó Norma en el Teatro Comunale de Boloña.