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CURSO: 4° AÑO
- PARCIAL DOMICILIARIO N° 2 -
"FASCISMO TRASATLÁNTICO"
Introducción
El objetivo de este trabajo es poder identificar si existe relación alguna entre los movimientos
fascistas que se dieron en Europa y los sucesivos golpes de Estado que sufrió nuestro país, y
si existió alguna vinculación entre estos movimientos y el populismo.
Pero antes de comenzar este ensayo me gustaría compartir la definición de fascismo esbozada
por Federico Finchelstein en su obra "Fascismo Trasatlántico" y que me parece oportuna para
darle inicio:
"El fascismo es una ideología política que incluyó el totalitarismo, el terrorismo de
Estado, el imperialismo, el racismo y, en el caso de Alemania, el genocidio más
extremo del siglo pasado: el Holocausto." (2010; 41)
Si bien es un término que en sí mismo carece de referencias políticas implícitas, a quienes nos
interesa la historia no nos resulta desconocido y existe una aproximación bastante certera
hacia aquello a lo que alude. Sin embargo uno de los errores recurrentes en el que se suele
caer es en querer encasillar a los distintos movimientos políticos bajo este término.
Lo primero a identificar es el origen de las ideas que van a dar forma al movimiento fascista.
Finchelstein sostiene que el fascismo surge como concepto antes de su nacimiento como
movimiento político, y es allí donde radica lo trascendental para su comprensión.
El fascismo surge como ideología política moderna de la mano de Benito Mussolini en el norte
de Italia hacia 1919, pero sus raíces ideológicas arraigan en una abierta oposición a las ideas
de la Ilustración. Es por ello que la ideología previa al fascismo surgió como una reacción a las
diferentes revoluciones que se van a suceder a lo largo del siglo XIX, desde la Revolución
Francesa en Europa en 1789 a las acontecidas en el continente americano, las revoluciones
estadounidenses de 1776 y las latinoamericanas de la década de 1810.
Al inicio plantee que uno de los errores recurrentes en el que se suele caer es en querer
encasillar a los distintos movimientos políticos bajo este término. Hay una discusión que suele
darse y que amerita clarificar. Algunos historiadores han planteado que al hablar de fascismos
solo podemos hacer referencias al caso Italiano y Alemán, con Mussolini y Hitler
respectivamente a la cabeza; otros incluyen al franquismo en España; y hay incluso quienes
señalan el caso de Salazar en Portugal.
Para clarificar esta cuestión Payne propone un estudio empírico de los movimientos europeos
de entreguerras. Por lo cual, sin describir las características exclusivas de cada grupo, busca
aquellos puntos en los que convergen. Por lo cual para llegar a una definición por criterios
aplicable a todos los movimientos fascistas de entreguerras, propone identificar: en primer lugar
las negaciones fascistas; en segundo lugar los puntos comunes en materia de ideología y
objetivos; y por último aquellas características especiales comunes de estilo y organización.
Dentro de las negaciones fascistas el autor ubica tres posturas: antiliberalismo, anticomunismo
y anticonservadurismo. Respecto a la última de ellas, no niega la posibilidad de concretar
alianzas temporales con grupos de cualquier otro sector, generalmente con la derecha.
El autor sostiene que existe una tendencia que lleva a confundir a los movimientos fascistas
con aquellos con formas más conservadoras y derechistas del nacionalismo autoritario. Y que
el hecho de que los movimientos fascistas representaran la expresión más extrema del
nacionalismo europeo moderno, no hace mas que aumentar la confusión. Para poner luz sobre
este debate, Payne afirma que: "La confusión entre los movimientos fascistas en particular y los
grupos nacionalistas autoritarios en general se debe a que el apogeo del fascismo coincidió con
una era general de autoritarismo político que en vísperas de la segunda guerra mundial se
había hecho con el control, de una forma u otra, de las instituciones políticas de la mayoría de
los países europeos." (1979: 11)
Robert Paxton comparte la existencia de numerosos movimientos fascistas en europa, pero va
a decir que no todos tuvieron la fuerza o hallaron el espacio para crecer. Solo unos pocos
llegaron al poder, y entre ellos solo algunos se convirtieron en socios subalternos dentro de
regímenes autoritarios que acabaron amordazándolos o destruyéndolos: "Los regímenes
conservadores bien asentados, sean del tipo que sean, han demostrado en general ser terreno
desfavorable para que el fascismo consiga el poder. O bien reprimieron los que consideraron
que fomentaban desorden, o bien se apropiaron ellos de los temas y de los seguidores del
fascismo. Los conservadores, cuando podían gobernar solos, lo hacían."(2004; 132)
Finchelstein adhiere a la idea de que además del fascismo y el nazismo, existieron otros
movimientos e ideologías con las características del fascismo europeo. En su análisis expone
los cinco estadíos de desarrollo fascista en la región presentados por Paxton en su libro
"Anatomía del Fascismo" y que nos ayudan a ampliar la mirada presentada en el párrafo
anterior: el primer estadío va a ser la creación de movimientos; el segundo su arraigo en el
sistema político; el tercer estadío es la toma del poder; el cuarto hace referencia al ejercicio de
ese poder; y por último la larga "duración" en la cual los regímenes fascistas optaron por la
radicalización o por la entropía. El autor afirma que los movimientos fascistas fueron una
realidad en la mayor parte del continente europeo, aunque no todos lograron completar las
cinco etapas.
Es más, se aventura a decir que el éxito o fracaso de los movimientos estaba estrechamente
relacionado con las corrientes nacionales e internacionales. Es que para Finchelstein el
fascismo no hubiera existido sin una síntesis ideológica tan importante como la del liberalismo y
la del socialismo. "El fascismo fue el producto de una mezcolanza ideológica a partir de
versiones deformadas del nacionalismo liberal y del socialismo." (2010; 45)
Al inicio dijimos que sus raíces ideológicas arraigan en una abierta oposición a las ideas de la
Ilustración, y si bien el fascismo se opone al liberalismo político, nunca se opuso a una
economía de mercado, es más, propuso una organización corporativa que buscaba contribuir a
la acumulación capitalista. Aquí vemos reflejado lo que sostiene Payne respecto a la
organización de un nuevo tipo de estructura económica nacional integrada, regulada y
pluriclasista.
Ahora bien, entre los primeros fascistas encontrarnos un grupo variopinto conformado por
personas que habían recorrido diferentes caminos, entre ellos sindicalistas, socialistas,
republicanos, futuristas, anarquistas e incluso algunos liberales y católicos. Para ejemplificar lo
descabellado de esta mutación ideológica basta mencionar a Benito Mussolini que siendo
socialista va a remplazar paulatinamente sus convicciones sobre la lucha de clases por la lucha
nacional, abriendo así el camino al Imperialismo fascista y a la guerra.
Este desplazamiento ideológico hacia un lugar ocupado por la derecha tradicional va a crear,
como sostiene Filchenstein, un híbrido político: "El fascismo no era tradicionalmente ni de
derecha ni de izquierda, sino una combinación derechista extrema de ambas cosas" (2010; 48).
Ese giro político hacia la derecha que menciona este autor y que define como "superación del
socialismo" también se encontraba motivado por otras cuestiones, entre ellas el arribismo y las
ventajas las económicas.
Asimismo el fascismo representa una filosofía de acción política que le atribuye un valor a la
violencia absoluta en el terreno político. Afirmándose en la existencia de un enemigo imaginario
que había que derrotar, la guerra fue uno de los rasgos definitorios del fascismo, fuera esta
internacional o civil. Perseguían la idea del expansionismo nacionalista amparado en el ideal
espartano del pueblo italiano como "nación armada".
"Subvertir el orden mundial era la premisa fundamental detrás del programa carnavalesco del
temprano movimiento fascista que Mussolini creó" (Op.Cit.; 48). De allí que los primeros
fascistas pugnaran por una erradicación radical del orden social burgués,
Buchrucker analiza los casos de Alemania e Italia, con sus divergencias y distintos
condicionantes históricos, como modelos a partir de los cuales se considera un fenómeno
histórico concreto como es el fascismo. Este considera que el Fascismo, no puede ser
analizado de manera aislada de algunos datos históricos de la estructura económico-político-
social. Además de describir el contexto de crisis bélica que marcó la emergencia de ambos
fenómenos y cuyas características explican en parte sus configuraciones autoritarias
posteriores, analiza al fascismo italiano retomando la discusión sobre si su ascenso constituyó
una toma del poder, o si el proceso fue más gradual e implicó una entrega y legitimación por
parte del conservadurismo entonces gobernante. Concluyendo que se trató de una estrega
negociada y abiertas a diversas posibilidades de evolución futura.
Paxon va a decir que solo en Italia llega el fascismo al poder en su primer impulso, una vez
finalizada la Primera Guerra Mundial, pero que esa idea que suele tenerse respecto a la "toma
del poder" por parte de Mussolini no es más que un mito alimentado por él mismo. A lo cual
agrega que Hitler arrastrado por ese mito, intenta hacer lo propio en Alemania en 1923 pero
fracasa. Tras ese fallido intento de golpe de Estado que será recordado como el "Putsch de la
cervecería", en el cual Hitler intenta hacerse con el poder por la fueza pero termina siendo
encarcelado, decide que nunca más volvería a intentar obtener el poder por ese medio. La
oportunidad de Hitler se presentó algunos años más tarde cuando el hundimiento de la bolsa
de Wall Street desencadenó la crisis que repercutió en todo el mundo. Tras tres años de un
Gobierno de emergencia que no contaba con ninguna mayoría parlamentaria, Hitler tiene su
oportunidad: "Por una curiosa ironía, la llegada al poder de éste pareció permitir, al fin, una
vuelta al gobierno de mayoría. Y Hitler era un regalo del cielo para los conservadores porque,
como jefe del que desde julio de 1932 era el mayor partido de Alemania, disponía por primera
vez de la posibilidad de una mayoría parlamentaria que excluyese a la izquierda" (2004; 112)
Una mirada interesante nos presenta De Felice, quien consideraba al fascismo un fenómeno
europeo que se desarrolló en el período transcurrido entre las dos guerras mundiales. Él
sostiene que su aparición y triunfo no fueron inevitables, ni correspondieron en absoluto a una
necesidad: “Fue la consecuencia de una multiplicidad de factores, todos racionales y todos
evitables, de incomprensiones, de errores, de imprevisiones, de ilusiones, de miedos, de fatigas
y –sólo en el casi de una minoría- de determinaciones que muy a menudo, por otra parte, no
eran en absoluto conscientes de los resultados a los que su acción condujo efectivamente”
(1976; 333)
Fascismo trasatlántico
"(...) El fascismo fue una red ideológica de Estado, de terror nacional y en algunos casos
trasnacional. (...)"