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Vida de Lacan. Miller, Jacques-Alain.

Este T.t.y.e.m.u.p.t. no deja de recordar las señales que Stendhal se dejaba a sí mismo en sus
marginalia y, por ejemplo, en La Cartuja de Parma, la inscripción de aspecto cabalístico de la que
hace memorial de su encuentro con las dos encantadoras hermanas, la menor de las cuales será la
emperatriz Eugenia. Lacan, por su parte, dejó como colofón de su “Instancia de la letra” la huella
de un pasar que había sentido: el de haberse encontrado, haber llegado a ser él mismo en un
momento en que era ya, si no demasiado tarde, al menos “un poco tarde”. Me explico así aquella
prisa que lo animaba, aquel sentimiento de urgencia que ciertamente lo habitaba y que difundía a
su alrededor, como es también el caso de aquellos de quienes hablaba, los que franqueaban el pase.
Lo dijo, por otra parte, una vez: ese pase, él lo hacia sin cesar. Era, por así decir, un pasante
considerable, pero que se quedó incrustado en su sitio más tiempo que un Rimbaud, aquel drop-out
genial.

La palabra “urgencia”, por ejemplo, figura en la penúltima frase, metalenguajera, del último texto
que pude recoger en el volumen de sus Otros escritos: “Señalo que como siempre casos urgentes
me ponen trabas mientras escribo esto”. Y la última frase declara que escribe para estar “a la par
con estos casos, hacer buena pareja con ellos” -es su deber, dice.
Era también su deseo – su deseo y su urgencia, su deseo es urgencia.

Esas letras seguidas de puntos al final de “Instancia de la letra”, Te has puesto a la obra un poco
tarde, quizás da cuenta de la importancia de considerar que el propio discurso psicoanalítico esta en
urgencia ya que siempre llega “un poco tarde”.
La referencia a la escritura de Leo Strauss, citado en ese mismo escrito, como operación activa
sobre la producción de un texto entre-líneas, o sea una escritura que no se deja asimilar.
El planteo de escribir para que los lectores puedan leer entre-líneas está íntimamente ligada a los
discursos, teorías, dogmas que corren peligro de supervivencia en tiempos de extremada
persecución, como también a la educación de una élite que pueda seguir conservando las palabras
fundantes de esos discursos en peligro. El nexo entre un tipo particular escritura y la urgencia puede
estar ligado a una operación netamente analítica de cernir el significante opaco sinsentido, de cifrar
es S1 que se ubica como lugar de partida de la urgencia y hacer un tratamiento que no sea
asimilable al sentido.

Germán García en una entrevista titulada Departir plantea lo siguiente: “Parafraseo a Lacan
cuando habla de la enseñanza y digo que escribir es de analizante y que hablar es una demanda
que siempre fracasa. El psicoanalista, definido por el acto, comenta el trauma –entendido como
agujero- de su acto en elucubraciones (por lo general prestadas, para matizar la angustia). El
analizante tiene un trauma diferente, sus metáforas fallan, el lenguaje familiar lo termina siempre
alegorizando entre el indicativo y el subjuntivo. Habla, entonces, el que pierde. Como siempre.”
Quizás se pueda inferir que hay una urgencia del analista, siguiendo la letra de Lacan, que está en
relación a el discurso al cual se sirve, o sea al agujero que aloja su propio discurso, que lógicamente
no tendría razón por las cuales rechazar, toca un punto traumático y hay que inventar dispositivos,
una y otra vez para dar cuenta de ese agujero en su singularidad. La perspectiva del acto aparece en
su vertiente más real, el horror al acto analítico toca el trauma subjetivo y lo eleva a la dignidad de
discurso si en la escritura se comprueba que hubo acto. En cambio en el analizante, el trauma tiene
una manera de tratar ese agujero, la vía del sentido como efecto del discurso familiar, que hace que
siempre la metáfora falle, y las cuestiones para el sujeto terminen ubicándose en el lugar de lo que
hubiera podido hacer (acto/deseo) y lo que hizo según lo que dicen los otros.
Y como corolario final, el que habla, o sea el que esta en posición de analizante, es el que pierde, el
sentido se le fuga, la asociación libre siempre de su lado, lo ubica en el lugar de hacer fallar el habla.
Quizás el acto analítico, al ser escrito demuestra su estatuto de disparidad, ya que permite hacer otro
uso del sentido.

En Desarraigados a partir de un recorte que hace J-C Maleval de una propuesta de Miller de Los
inclasificables de la clínica psicoanalítica, se puede ubicar que “en la neurosis entendemos el deseo
como la metonimia de la falta en ser. ¿Qué ocurre en las psicosis?¿Qué es la metonimia de la falta
forclusiva?¿Le conviene la palabra “deseo”? Tal vez más bien el termino “desierto”. El desierto
sería la metonimia de la falta forclusiva. En todos los casos se querría un término distinto para
indicar lo que constituye nuestra investigación, a saber, acechar y pensar los signos a veces ínfimos
de la forclusión”. Agrega Maleval como comentario de la cita: “nos vemos confrontados con
frecuencia a esta clínica del desierto en tiempos en que se evidencia la inexistencia del Otro. Los
sujetos que carecen de las dos brújulas principales, constituidas por el fantasma fundamental y el
significante amo, muestran una inconsistencia y un desasosiego que antaño eran atemperados por
sólidos ideales ampliamente compartidos...”
La urgencia en la clínica del desierto puede ser una manera de introducir la forma temporal, de un
fenómeno subjetivo, que primeramente tendría variables no compartidas, ni el fantasma ni el
significante amo funcionan como puntos de detención de esa deriva del parletre vía el sentido
gozado.

Psicoanálisis en tiempo real. Ram Mandil

Urgencias analíticas/Urgencias subjetivas= Toma la forma de la Prisa.


parletre-cuerpo sujeto-Falta-en-ser
fuera de sentido sentido
¿que cuerpo tengo?
Satisfacción-goce

En este sentido, podemos decir que la urgencia esta asociada a un encuentro, más o menos
dramático, con aquello que rompe la homeostasis, con un “estado anterior” de equilibrio a nivel de
los síntomas. Jacques-Alain Miller subraya la perspectiva de Lacan de considerar a la urgencia
como respuesta, en el tiempo, a la ocurrencia o a la inserción de un trauma, o también, una
“versión terapéutica de la prisa” frente a la emergencia de lo que perfora la trama simbólica, o de
lo que produce un desenlace del nudo que da consistencia al ser hablante.
La urgencia, por lo tanto, puede ser observada como una respuesta ante lo que se presenta como
enigma y perplejidad para el sujeto y, fundamentalmente, en la cual este supone que su existencia
está concernida. En este sentido, debemos considerar que la demanda bajo la forma de urgencia ya
se encuentra en la perspectiva terapéutica de lo que se produjo a partir del encuentro con lo real.
Puede ser considerada un acto del analizante en potencial, en relación con lo que se presentó en su
vida.

El pasaje del trauma a la emergencia del sin par (odd): el trauma puede ser entendido como un
agujero – un “troumatisme”, dirá Lacan- en la trama de las representaciones simbólicas de un
sujeto. Pero, por otro lado, y ese será el acento dado por Lacan en su relectura del trauma
freudiano, el trauma apunta a una carga de libido, un exceso de goce movilizado por el
acontecimiento traumático y que fija una modalidad de satisfacción de la pulsión que no es del
orden del placer. Por lo tanto, forma parte de la composición del trauma el circuito pulsional que
de allí derivó, en el cual la repetición muchas veces en la clínica se manifiesta como un temor es
uno de sus elementos constitutivos.
Jacques-Alain Miller nos propone que ese efecto de agujero producido por el trauma puede ser
interpretado como la emergencia de un significante sin sentido, que no se conecta con nada con lo
que pueda hacer par. Fundamentalmente, el trauma puede ser entendido como un efecto del
encuentro, del choque de los significantes sobre el cuerpo del ser hablante.
De lo odd a la urgencia: La noción de urgencia como respuesta, en el tiempo,a la inserción de un
trauma, indica que el acontecimiento traumatico produce una aceleración temporal frente a lo que
se presenta, para el sujeto, como enigma y como perplejidad: “no sé de qué se trata”, podrá decir
el sujeto frente al trauma, “pero sé que eso me concierne, que eso tiene que ver conmigo”…

poder hacer par con esos casos ¿Que significa esto?podemos decir que hay en la demanda de
urgencia una demanda de par, una demanda de que algo se torne par de lo que emerge en forma de
urgencia...el rebasamiento de la urgencia en la palabra no se inscribe en la perspectiva de que
“hablar alivia”, de que el tratamiento de la urgencia por la palabra apunte antes que nada a la
reducción de la tensión. Aunque eso pueda suceder, la perspectiva psicoanalítica indica que el
rebasamiento de la urgencia en la palabra se realiza en otro lugar. Y es lo que Lacan señala más
adelante, en este mismo pasaje sobre la urgencia: “pero nada también que no se haga en ella
contingente”.
Pienso que existe aquí otra indicación precisa sobre el tratamiento analítico de la urgencia y que
apunta al rebasamiento de la urgencia en aquello en lo que se une a la necesidad, a lo que se
presenta como lo que no cesa de escribirse, o como algo inexorable, con la fuerza de un destino de
carácter mortífero. En este sentido, el tratamiento de la urgencia va en dirección a lo que Eric
Laurent denominó “reverso del trauma”, que es la posibilidad de aislar el elemento simbólico que
emergió de lo real del encuentro traumático, de desconectarlo de la red de la necesidad, de
fatalidad en la cual fue inscripto y encontrar un nuevo destino y un nuevo uso para él…

Se hace el par al nivel de la letra: aquello que podrá hacer el par con la urgencia es algo del orden
de la letra, de lo escrito. Debemos considerar la letra aquí en su doble dimensión, tal como Lacan
señala en diferentes pasajes de su enseñanza. Como carta, la letra puede tanto trasmitir un mensaje
como tener valor de objeto, más allá del mensaje que trasmite...En “Lituraterra”, Lacan define a la
letra como un “receptaculo de goce”, o sea que permite acoger y al mismo tiempo darle un
contorno, una forma al goce que allí se inscribe…
es presiso considerar la fuerza propulsora de la urgencia y tratar de orientarla en una buena
dirección...”mientras dure un rastro de lo que hemos instaurado, habrá psicoanalista para
responder a ciertas urgencias subjetivas”.(Lacan, Del sujeto por fin cuestionado.)

En El ultimísimo Lacan Miller propone un comentario al problema de la urgencia en los textos de


Lacan, primero va ubicar que la urgencia como punto anterior al establecimiento del significante de
la trasferencia. “Lacan llama urgencia a la modalidad temporal que responde a la llegada o la
inserción de un traumatismo”.
Teniendo en cuenta lo anterior, se podrá deducir que no hay demanda analítica que no pase por la
urgencia de la inserción o la llegada del trauma, a eso Miller lo va llamar “demanda del analizante
en potencia”; en ese punto el significante de la trasferencia siempre va ser secundario con respecto a
ese trauma, y ese significante cuando se instale estará en el lugar de la verdad mentirosa.
El lugar de la formación y la urgencia esta íntimamente ligado en varios de las referencias de Lacan,
entre ellas esta: “mientras dure un rastro de lo que hemos instaurado, habrá psicoanalistas para
responder a ciertas urgencias subjetivas, si es calificarlos con el articulo definido que fuese a decir
demasiado, o también, si no, desear demasiado”(Del sujeto por fin cuestionado). A esto Miller va
comentar que la función del psicoanalista no tiene tanto que ver con los inicio de un análisis sino
más bien con el surgimiento de lo que hace agujero, o sea es el rebasamiento de la palabra y el fallar
de la verdad mentirosa.
El tiempo esta fuera de quicio. (Shakespeare)
La función de la prisa, va tener un lugar preponderante en el tratamiento de la urgencia y del
agujero al cual se ubica. La referencia al discurso de Roma da una orientación en este sentido: “Pero
nada también que no se haga en ella contingente”, como una forma lógica temporal que introduce lo
ineliminable de la función de la prisa, la urgencia se trasforma en prisa para terapeutizar el
agujero.”La urgencia es de alguna manera la versión terapéutica de la prisa. En todo lo que tiene
que ver con la verdad, siempre hay una precipitación lógica, y basta con agregar que es también una
precipitación hacia la mentira, esa que puede conllevar la verdad a la que uno se volvió atento.” (21,
El ultimísimo Lacan)

Breve discurso a los psiquiatras. Jacques Lacan. 10 de noviembre de 1967.


Una urgencia en la sala de guardia, una salida.
“(…) un joven interno, que vino a mí a tratar de decirme, en fin, lo que experimentaba, él, quien
efectivamente era, de las personas que he encontrado, de las más sensibles a lo que constituye la
experiencia de la posición del médico que aborda el campo del loco, la realidad del loco, la
confrontación con el loco, el afrontamiento con el loco. Debo decir que esto es bastante excepcional,
él seguía siendo bastante...bastante vivo, bastante fresco, bastante nuevo para lo que hay de angustia
en este encuentro, en este afrontamiento- a él no le parecía que el psicoanálisis disminuyera en nada
esta nota del encuentro con el loco. Para caracterizar lo que pasaba con eso, en fin, en lo que se
llama la sala de guardia, a saber, una masa colectiva, en la cual él estaba, y la relación de lo que allí
sucedía con el psicoanálisis, él había encontrado un término que yo encuentro, se los juro, excelente,
y que fecha completamente lo que resulta el efecto de la introducción del psicoanálisis en el campo-
digamos desde hace una treintena de años- en el campo francés, el resultado es una cosa que él
llamó: un profundo [y...tanto] acentuado pasivo.”
Esa experiencia sensible de la posición de médico es realizada por un sujeto joven, sin los años y la
experiencia del médico de guardia veterano, esa posición juvenil es destacada por Lacan como una
posibilidad en el ejercicio del tratamiento con el campo del loco, ya que ubica con respecto a este
campo ese afecto real de la experiencia que es la angustia. Si se podría extrapolar esta cita a la
temporalidad que ubica en función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis seria
homologa al momento donde nada puede surgir que no sea de la urgencia. Es el punto de agujero de
la experiencia con la locura. Ante esto el comentario que sigue es que se produce un rebasamiento
de esa experiencia, y la localiza en el lugar de la guardia del hospital, de la cual a es ubicada como
una masa, o sea un conjunto que estaría subsumido a un significante ideal que homologaría todas
las experiencias subjetivas que acontecen en ese mismo lugar, el psicoanálisis mismo estaría
subsumido a esa masa, ya que el psicoanálisis como también la misma psiquiatría no ha dado
ningún avance en el campo de la locura y más bien hay una posición pasiva. Este termino ya podría
ser el efecto de la prisa de a cual esta sujeto ese joven psiquiatra, que lo hace descontarse del efecto
masificante: “a saber ese muchacho que parecía distinguirse entre todos sus camaradas, por llamar
por su nombre esto que le parecía verdaderamente irreductible: la angustia. Ella era absolutamente
coextensiva de su experiencia del loco. El no se creía, porque estaba en psicoanálisis, el se creía en
no menos en el deber por eso de ir...en fin, de hacer su visita al loco”. Ante ese agujero, la prisa
tomaba forma de angustia y el efecto o el deber era no retroceder frente al encuentro contingente
con el loco. Era justamente con ese afecto con el cual era coextensivo el encuentro. Ese efecto
propio de la experiencia Lacan lo ubica como un efecto de estar concernido “Pero, en fin, al dejar
de lado lo angustiante que tiene la angustia, diría, a pesar de todo es completamente decisivo que
para concebir solamente lo que es, es, lo que es del loco, por tener en cuenta esto, es que aquél que
se postula en su presencia en esa posición que es la del psiquiatra, está, lo quiera o no, concernido”.
Esa forma particular que decanta la prisa de ese encuentro en forma de concernimiento, puede tener
algunas barreras o defensas, entre ellas aclara que esas barrreras están hechas por el sistema
jerárquico, o sea bajo el discurso del amo del cual al gran jefe se puede parapetar y para los que no
son grandes jefes le queda simplemente una pequeña idea que los separe de ese encuentro con el
loco, pone de ejemplo el mismo organodinamismo propio de la época, pero aclara el lugar que
puede tener esa pequeña idea como un significante amo que defienda de ese encuentro, hasta puede
ser un simple prejuicio intersubjetivo, una opinión común, una doxa.
Ante esto Lacan propone una solución singular, de la cual descuenta toda acción de impulso
generoso “ustedes no van a darle el seno ante todo porque el no se los demanda”. El problema toma
otros ribetes, porque ubica que en ese agujero de la experiencia con el loco, como con aquel que
esta en urgencia, la salida no esta dada por vía la demanda: “esto es incluso lo más turbador,
justamente, que él no se los demanda. En resumen, si la cuestión del loco puede esclarecerse por
medio del psicoanálisis, bueno, eso será evidentemente a partir de otro centramiento de lo que se
llama relación primera”.
Ese otro centramiento va partir de lo que Lacan llama un hilito, que demuestra la dimensión
precaria de la experiencia con la urgencia y de la locura. Ese hilito será su axioma: el inconsciente
esta estructurado como un lenguaje, y desde ya que solo se comprueba interrogándolo como
psicoanalista, y esto, en este contexto dirá sobre la sustancia de lenguaje que subsiste en el
inconsciente. Quizás tanto en la locura como la experiencia de la urgencia si hay un interrogador
analista, esa experiencia se convertirá en psicoanalítica. O sea solo hay experiencia analítica de la
urgencia, si y solo si, hay efectos de la interrogación de un analista. Dependerá de ese ahí en la
experiencia si puede entrar con hipótesis a esa experiencia, y esa experiencia no solo sera precaria
porque lo que intenta introducir es la función del significante como productor del sujeto y del deseo,
sino también como médium de la función de la castración y de los objetos concomitantes a la misma.
Pero dirá una cosa mas que se desprende de esa precariedad, “el efecto del lenguaje en toda su
generalidad, que está estrechamente ligado a lo que es su primer efecto, a saber, una cierta
participación del cuerpo en tanto que real”

Apertura de la sección clínica. Jacques Lacan, 1977.


La disociación urgente
En la apertura de la Sección Clínica, lugar donde explicitará que la clínica psicoanalítica es lo
imposible de soportar para un sujeto, que luego tendrá resonancias en esa otra definición que dio
sobre la urgencia como aquello imposible de soportar y que ya no causa diversión al sujeto. En esa
apertura Lacan parte de un binario de la experiencia analítica: lo asociado y lo disociado. A través
de un juego homofónico con la asociación libre plantea, primeramente que la clínica psicoanalítica
es lo que se dice en un psicoanálisis, por lo tanto, primera cuestión que se deduce es la importancia
de un sitio al decir, en ese sitio las cosas que se dicen tienen otro valor. Hay un valor preestablecido
en la misma asociación libre y es el valor que tienen la asociación “El dicho no se socia (ne se socie
pas) al azar. Lo que damos por seguro es que el dicho se socia: cada vez que no se disocia, lo cual es
concebible, a fin de cuentas, pero desde luego que no es libre por estar disociado. Nada más forzoso
que el estado de disociación cuando se lo imagina rigiendo lo que llaman relación con el exterior.”
(Apertura de la sección clínica)
El dicho se asocia y no va de suyo que este asociado, hay momento que esta disociado y ese puede
ser el momento del tiempo de la urgencia subjetiva en la lengua. Si esta asociado se supone que el
aparato del inconsciente esta en pleno funcionamiento, en cambio si el dicho se disocia el aparato
esta siendo desbordado, o sea el semblante del discurso no puede entrar en función y el dicho se
disocia. El estado de forzamiento por el cual puede pasar un sujeto es notado por Lacan cuando
habla de esa función tiránica del exterior, por ejemplo en el estado de perplejidad de un sujeto ante
un fenómeno alucinatorio o del propio estado de conmoción del fantasma.

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