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TEMA 31: LA COMPRENSIÓN Y EXPRESIÓN DE TEXTOS ORALES. BASES


LINGÜÍSTICAS, PSICOLÓGICAS Y PEDAGÓGICAS.

ÍNDICE:
Introducción
1. Los textos orales: características y variedades.
1.1. Clasificación de los textos orales.
2. La comprensión oral.
3. La expresión oral.
4. Bases lingüísticas.
5. Bases psicológicas.
5.1 Factores individuales y sociales que condicionan la adquisición y desarrollo de la lengua oral
6. Bases pedagógicas.

INTRODUCCIÓN
Uno de los hallazgos más comunes de los investigadores que estudian el proceso de comprensión
es que el hacer inferencias es esencial para la comprensión. Las inferencias son el alma del proceso
de comprensión y se recomienda enseñar al estudiante a hacerlas desde los primeros grados hasta
el nivel universitario, si fuese necesario.
De acuerdo con Cassany, la inferencia es la habilidad de comprender algún aspecto determinado
del texto a partir del significado del resto. Consiste en superar lagunas que por causas diversas
aparecen en el proceso de construcción de la comprensión. Esto ocurre por diversas razones:
porque el lector desconoce el significado de una palabra, porque el autor no lo presenta
explícitamente, porque el escrito tiene errores tipográficos, etc.
Los lectores competentes aprovechan las pistas contextuales, la comprensión lograda y su
conocimiento general para atribuir un significado coherente con el texto a la parte que desconoce.
Por ejemplo, si desconoce el significado de una palabra, leerá cuidadosamente y tratará de inferir el
significado de la misma en el contexto.
La comprensión es, sin duda, el proceso de elaborar el significado por la vía de aprender las ideas
relevantes del texto y relacionarlas con las ideas que ya se tienen: es el proceso a través del cual el
lector interactúa con el texto. Sin importar la longitud o brevedad del párrafo, el proceso se da
siempre de la misma forma.
En definitiva, leer, más que un simple acto mecánico de descifrado de signos gráficos, es por
encima de todo un acto de razonamiento, ya que de lo que se trata es de saber guiar una serie de
razonamientos hacia la construcción de una interpretación del mensaje escrito a partir de la
información que proporcionen el texto y los conocimientos del lector, y, a la vez, iniciar otra serie
de razonamientos para controlar el progreso de esa interpretación de tal forma que se puedan
detectar las posibles incomprensiones producidas durante la lectura.
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1. LOS TEXTOS ORALES: CARACTERÍSTICAS Y VARIEDADES


La comunicación oral no sólo es la más común, sino también la forma básica de expresión. La
lengua escrita intenta recrearla mediante las grafías y los signos de puntuación, pero no siempre lo
consigue.
Además de este aspecto esencial, podemos señalar las siguientes características de la lengua oral:
a) El canal a través del cual llega el mensaje al receptor es el auditivo.
b) Posee la valiosa ayuda de otro sistema comunicativo, el gestual, impracticable en la lengua
escrita.
c) Desaparece en el mismo instante de su producción (salvo en las grabaciones) y no existe la
posibilidad de volver hacia atrás y repetir exactamente el mensaje, pues la situación
comunicativa cambia. Sin embargo, la lengua escrita está destinada a perdurar más o menos
tiempo y a conservarse en la misma forma en que fue producida.
d) La comunicación es bilateral (emisor y receptor comparten la misma dimensión temporal y
generalmente también espacial), directa e inmediata.
e) El receptor es concreto, mientras que en la comunicación escrita, generalmente, hablamos
de un receptor universal, especialmente en la literatura.
f) Es básicamente heterogénea; de ahí su gran riqueza, manifestándose las variaciones
geográficas, socioculturales y contextúales con mayor vigor que en la lengua escrita,
tendente a la estabilidad.
Hay fundamentalmente tres variantes en la lengua oral:
a) DIATÓPICA, en la que influyen los factores geográficos, como es el caso de los dialectos,
b) DIASTRÁTICA, con gran repercusión de los factores socioculturales, (sociolectos),
c) DIAFÁSICA, de factor situacional (registros).

1.1.- CLASIFICACIÓN DE LOS TEXTOS ORALES.

a)Textos producidos por un solo locutor.


-El monólogo o el soliloquio. Estas palabras son sinónimas y aluden al hablar solo; no obstante la
primera se encuentra frecuentemente utilizada como término técnico para nombrar las piezas
escritas para ser recitadas por un actor. Soliloquio se usa frecuentemente para indicar que el
hablante está solo.
-La difusión. Se denomina así al caso en que un locutor emite un discurso par un conjunto de
receptores que no participan como hablantes. Sería el caso de los locutores de radio, los de
televisión y el de algunos profesores.

b)Textos producidos por dos o más locutores.


-El dialogo. Suele ser espontáneo en su desarrollo, duración... Con muchas personas se convierte en
asamblea y requiere varios coordinadores.
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-El coloquio. Los participantes han preparado un tema y se someten a reglas indicadas por un
moderador. El debate admitiría temas variados.

2. LA COMPRENSIÓN ORAL
La comprensión auditiva es una de las destrezas lingüísticas, la que se refiere a la interpretación del
discurso oral. En ella intervienen, además del componente estrictamente lingüístico, factores
cognitivos, perceptivos, de actitud y sociológicos. Es una capacidad comunicativa que abarca el
proceso completo de interpretación del discurso, desde la mera descodificación y comprensión
lingüística de la cadena fónica (fonemas, sílabas, palabras, etc.) hasta la interpretación y la
valoración personal; de modo que, a pesar de su carácter receptivo, requiere una participación
activa del oyente. La imagen mental que tiene el hablante en el momento de transmitir una
determinada información y la que se va formando el oyente, a medida que va procesando el
mensaje pueden parecerse bastante, pero difícilmente llegan a coincidir plenamente. La
comprensión auditiva está correlacionada con la comprensión lectora; sin embargo, se trata de dos
destrezas tan distintas como distintas son la lengua oral y la lengua escrita.
Los procesos de comprensión oral se han concebido tradicionalmente desde una perspectiva de
procesamiento sintético (bottom-up); un ejemplo sencillo es la teoría de Koster (1991): una vez
desechados los ruidos y los sonidos no lingüísticos que percibimos continuamente y seleccionados
exclusivamente los sonidos del habla (nivel fonético), éstos los clasificamos en fonemas (nivel
fonológico); con los fonemas formamos palabras (nivel léxico); con éstas establecemos relaciones
morfosintácticas y formamos frases (nivel morfosintáctico); a esas palabras y frases les atribuimos
un significado determinado (nivel semántico); y con las frases formamos un texto coherente que
interpretamos en función de la situación (nivel pragmático).
Posteriormente surgen modelos de interpretación del discurso y de enseñanza de la comprensión
oral basados en un procesamiento analítico (top down), en los que el proceso de comprensión
auditiva comienza, precisamente, por los aspectos más generales del discurso —el tipo de texto, el
conocimiento de la situación, la idea general de cada párrafo oral, etc.—, y sólo posteriormente el
oyente entra en los pormenores y matices de las unidades lingüísticas menores. En un
procesamiento de carácter analítico el oyente se sirve de su conocimiento del mundo y del
contexto discursivo específico para predecir, formular hipótesis e inferir, no sólo durante la
audición, sino incluso antes o después de ella. Cuanto mejor conoce al hablante y el tema, tanto
más fácil le resulta pronosticar lo que va a decir a continuación.
Los dos modelos lineales anteriores —procesamiento sintético y procesamiento analítico— son
perfectamente compatibles, ya que pueden funcionar de forma coordinada y simultánea; así es
como se conciben en el modelo interactivo. Dado que los procesamientos cerebrales no son sólo
secuenciales, sino también en paralelo, es precisamente el modelo interactivo el que parece más
apropiado para dar cuenta de los procesos de comprensión auditiva. Ilustremos con un ejemplo el
modelo interactivo (en este caso, se comienza por un procesamiento analítico): a partir del título de
una canción, los aprendientes imaginan el tema; tras escuchar la primera estrofa, ya tienen una
idea general del contenido; estrofa tras estrofa, van construyendo una imagen auditiva y mental
cada vez más detallada; (en ese momento se pasa a un procesamiento sintético) para esclarecer
algunos puntos confusos, consultan diccionarios, gramáticas, al profesor, etc., reconstruyendo el
valor de cada estrofa, hasta recomponer íntegramente la canción.
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El Marco europeo de referencia incluye la comprensión auditiva entre las actividades


comunicativas de la lengua. El documento trata las actividades de comprensión auditiva —
escuchar la radio, una conferencia, una conversación, etc.—, enumera los diferentes tipos de
escucha, relacionados con el propósito concreto —para captar la esencia de lo que se dice, para
conseguir una comprensión detallada, etc.—, y explica cómo el interlocutor se sirve de las
estrategias de comprensión para predecir, en cierta medida, la organización y el contenido del
discurso, y cómo sus marcos de conocimiento del mundo y del contexto discursivo específico le
facilitan la comprensión auditiva y le ayudan a subsanar sobre la marcha las dificultades que
puedan ir surgiendo. El documento ofrece asimismo pautas para la fijación de objetivos y
evaluación de esta destreza.
Tradicionalmente, en las clases de lengua la comprensión auditiva se viene centrando más en la
comprobación de la comprensión de unos textos orales que en la enseñanza y desarrollo de la
destreza en cuestión; las respuestas que dan los alumnos en los ejercicios se consideran correctas o
incorrectas, según el caso, y poco margen queda para la opinión y argumentación personal. Sin
embargo, dada la complejidad de la comprensión auditiva, parece preferible un tratamiento más
flexible de las tareas relacionadas con esta destreza; tal como señala E. Martín Peris (1991),
«entender no es dar con la respuesta correcta, eliminando las falsas; entender es hacer una
interpretación razonable […] lo importante es ‘entender algo’' (lo que interesa, lo que se busca), no
necesariamente ‘entenderlo todo’».

3. LA EXPRESIÓN ORAL
La expresión oral es la destreza lingüística relacionada con la producción del discurso oral. Es una
capacidad comunicativa que abarca no sólo un dominio de la pronunciación, del léxico y la
gramática de la lengua, sino también unos conocimientos socioculturales y pragmáticos. Consta de
una serie de microdestrezas, tales como saber aportar información y opiniones, mostrar acuerdo o
desacuerdo, resolver fallos conversacionales o saber en qué circunstancias es pertinente hablar y
en cuáles no.
Tradicionalmente, se viene hablando de cuatro destrezas lingüísticas, dos propias de la lengua oral,
que son la comprensión oral y la expresión oral, y otras dos propias de la lengua escrita, que son la
comprensión lectora y la expresión escrita. Las dos destrezas de comprensión están
correlacionadas entre sí, y lo mismo ocurre con las dos de expresión; sin embargo, en uno y otro
caso se trata de destrezas tan distintas como distintas son entre sí la lengua oral y la lengua escrita.
El Marco europeo de referencia menciona, por una parte, la comprensión auditiva y la comprensión
lectora como actividades lingüísticas de recepción y, por otra, la expresión oral y la expresión
escrita como actividades lingüísticas de producción. No obstante, el Marco supera el planteamiento
tradicional, al incluir dos nuevos conceptos, a saber, las actividades lingüísticas de interacción y las
de mediación. El documento trata las actividades de expresión oral —transmitir información o
instrucciones a un público, dar una conferencia, etc.—, enumera los diferentes tipos de expresión
oral —leer en voz alta un texto escrito, hablar apoyándose en notas, hablar espontáneamente,
etc.—, describe las estrategias principales de expresión —planificación del discurso, reajuste del
mensaje, autocorrección, etc.— y ofrece pautas para la fijación de objetivos y evaluación de esta
destreza.
Durante el primer tercio del siglo XX, la enseñanza de idiomas se centra en el estudio de la lengua
escrita, en especial de la literatura. Ciertamente, se lanzan propuestas de aumentar la atención a la
lengua oral, p. ej., desde la Asociación Fonética Internacional (fundada en 1886), que recomienda
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aplicar los conocimientos de fonética y fonología a la práctica docente, es decir, instruir a los
alumnos en la pronunciación de la LE. Sin embargo, la mayor parte de esas propuestas no llegan a
cuajar, aunque sí quedan en estado latente. Ahora bien, a partir de la 2ª Guerra Mundial la
enseñanza de lenguas vivas experimenta un cambio drástico, desplazándose el foco de atención
hacia la lengua oral, sin desatender por ello la lengua escrita. En las últimas décadas se han
producido cambios no menos relevantes, al empezarse a utilizar en el aula de LE una variedad de
textos orales auténticos —diálogos, conferencias, entrevistas, narraciones, cuentos, noticias,
conversaciones telefónicas, etc.— grabados en casete, vídeo, CD, DVD y demás soportes
magnéticos.
Cassany, Luna y Sanz (1994) proponen estos cuatro criterios para la clasificación de las actividades
de expresión oral:
a) Según la técnica: diálogos dirigidos (para practicar determinadas formas y funciones
lingüísticas), juegos teatrales, juegos lingüísticos (p. ej., adivinanzas), trabajos en equipo,
etc.
b) Según el tipo de respuesta: ejercicios de repetición mecánica, lluvia de ideas, actuación a
partir de instrucciones (p. ej., recetas de cocina), debate para solucionar un problema,
actividades de vacío de información, etc.
c) Según los recursos materiales: textos escritos (p. ej., completar una historia), sonido (p. ej.,
cantar una canción), imagen (p. ej.,. ordenar las viñetas de una historieta), objetos (p. ej.,
adivinar objetos a partir del tacto, del olor…), etc.
d) Comunicaciones específicas: exposición de un tema preparado de antemano, improvisación
(p. ej., descripción de un objeto tomado al azar), conversación telefónica, lectura en voz
alta, debates sobre temas de actualidad, etc.

Acto de habla
Se entiende por acto de habla la unidad básica de la comunicación lingüística, propia del ámbito de
la pragmática, con la que se realiza una acción (orden, petición, aserción, promesa...).
Esta forma de concebir el lenguaje parte del filósofo británico J. L. Austin, quien en la década de los
40 expuso en sus clases sus investigaciones pragmáticas en torno a la lengua, recogidas luego en su
obra póstuma de 1962. El término fue acuñado posteriormente por un discípulo suyo, el filósofo J.
Searle, quien perfeccionó y consolidó dicha teoría.
Según Austin, al producir un acto de habla, se activan simultáneamente tres dimensiones:
• Un acto locutivo (el acto físico de emitir el enunciado, como decir, pronunciar, etc.). Este
acto es, en sí mismo, una actividad compleja, que comprende, a su vez, tres tipos de actos
diferentes:
 acto fónico: el acto de emitir ciertos sonidos;
 acto fático: el acto de emitir palabras en una secuencia gramatical
estructurada;
 acto rético: el acto de emitir las secuencias gramaticales con un sentido
determinado.
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• Un acto ilocutivo o intención (la realización de una función comunicativa, como afirmar,
prometer, etc.)
• Un acto perlocutivo o efecto (la (re)acción que provoca dicha emisión en el interlocutor,
como convencer, interesar, calmar, etc.)
De este modo, al emitir un enunciado como [te prometo que lo haré] estamos, por un lado,
diciendo algo (acto locutivo); prometiendo una acción (acto ilocutivo) y provocando un efecto
(convencer de la promesa al interlocutor).
Según esta teoría, los enunciados sirven no sólo para expresar proposiciones con las que describir,
constatar, en suma, decir algo, sino también para realizar acciones lingüísticas muy diversas en
contexto, por ejemplo, dar una orden o hacer una promesa. La realización de tales actos está sujeta
a un conjunto de reglas convencionales, cuya infracción afectará directamente a los efectos
comunicativos del acto. Searle propuso una tipología de dichas condiciones; éstas se refieren a las
circunstancias y al papel de los participantes del acto de habla, a sus intenciones así como a los
efectos que pretenden provocar. Son las llamadas condiciones de felicidad. Así, por ejemplo, para
prometer algo a alguien, hay que ser sincero, dirigirse a un destinatario interesado en la realización
de esta promesa, no prometer algo imposible de cumplir o cuyo cumplimiento, por el contrario,
resulta evidente, etc.
Searle agrupa los actos de habla en cinco categorías: los actos de habla asertivos dicen algo acerca
de la realidad: [el teatro estaba lleno]; los directivos pretenden influir en la conducta del
interlocutor: [no te olvides de cerrar con llave]; los compromisivos condicionan la ulterior conducta
del hablante: [si tengo tiempo pasaré a saludarte]; en los expresivos el hablante manifiesta sus
sentimientos o sus actitudes: [lo siento mucho, no quería molestarle] y los declarativos modifican la
realidad [queda rescindido este contrato].
En una primera versión de su teoría, Searle establece una relación directa entre la forma lingüística
de una expresión y la fuerza ilocutiva del acto de habla que se realiza al emitirla (siempre que ello
se dé en las condiciones apropiadas); así, por ejemplo, con un imperativo se estaría dando órdenes,
y con una interrogativa, solicitando información. Posteriormente, observa que en muchas ocasiones
se da una discrepancia entre la forma lingüística y la fuerza ilocutiva: con una pregunta puede estar
haciéndose una sugerencia, o dando un mandato. Ello lo lleva a establecer el concepto de acto de
habla indirecto, para referirse a los casos en que el significado literal no coincide con la fuerza
ilocutiva o intención, como ocurre ante un enunciado del tipo [¿puedes cerrar la ventana?], donde
bajo la pregunta se esconde una intención de petición. Si se respondiera literalmente a este
enunciado, la respuesta podría ser un [sí, puedo]. En cambio, al formularla, lo que esperamos es
que el interlocutor cierre la ventana.

4. BASES LINGÜÍSTICAS
Desde un punto de vista lingüístico, en la comprensión de un discurso oral hay tres niveles
a) Las series de sonidos.
b) Las unidades lingüísticas complejas con sus significados específicos.
c) Las ideas, los significados globales, la integración de la información en el conocimiento ya
adquirido y el ajuste de todo ello a las condiciones de la situación.
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Podemos hablar así de dos procesos de traducción: de los sonidos a las unidades lingüísticas y de
éstas al significado global con la planificación de la respuesta.
En cuanto a la expresión, la producción del habla supone codificar una serie de ideas, contenidos y
significados vinculados a expectativas, intereses e intenciones de los hablantes dentro de una
situación comunicativa, haciendo llegar el mensaje a los oyentes a través de una serie de sonidos.
En el plano fonético, hemos de tener en cuenta tres tipos de procesos:
a) Respiratorios, que proveen de la corriente de aire necesaria para la producción de sonidos.
b) Fonatorios: productores de vibraciones en las cuerdas vocales, que determinan el tono y la
frecuencia.
c) Articulatorios, que implican la acción de mecanismos orales y nasales, principalmente por la
lengua, los labios y el velo del paladar, que modulan los sonidos, propiciando diversas
cualidades.
Podemos distinguir fundamentalmente dos tipos de expresión oral según el ámbito en el que se
den y el grado de formalidad que adopten:
a) La conversación : es la forma de expresión oral más habitual, en la cual dos o más
interlocutores dialogan para intercambiar mensajes. Sus principales características son el
empleo de numerosos deícticos, un predominio de la función expresiva con el apoyo
gestual, temática abierta, repartos alternativos de turnos e importancia decisiva del mundo
compartido por los hablantes.
b) La expresión oral técnica : posee un carácter más elaborado, con un lenguaje más culto o
especializado, y el momento de la producción se rodea de formalidades extemas : el lugar,
los destinatarios, los temas, la técnica expresiva, etc. La exposición puede adoptar
numerosas formas ponencia, discurso, comunicación conferencia, etc., y suele basarse en
un texto escrito previamente, que es leído o memorizado, y dependiendo del grado de
libertad que se tome el hablante, se apartará más o menos de éste.

5. BASES PSICOLÓGICAS
Desde un punto de vista psicológico, para poder atribuir informaciones a una serie de señales
auditivas, es preciso que:
a) El hablante aisle unidades discretas del flujo fonético continuo de la lengua.
b) Se categorice, abstrayendo los sonidos particulares, que se comparan automáticamente, de
manera inconsciente, con una forma abstracta que permite identificar el sonido aunque se
perciba de diferentes modos. A la vez tiene lugar una primera categorización sintáctica,
donde determinadas formas de palabras se asignan a determinadas categorías sintácticas,
como artículos y sustantivos.
c) Se vuelva a aplicar una categorización en el nivel de las combinaciones hasta llegar a una
unidad superior de sentido : la oración.
d) Se interprete, asociando a la forma de las palabras y oraciones un significado
convencionalmente establecido en función de la situación comunicativa.
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Estos cuatro principios de elaboración no son sucesivos, sino que están necesariamente
interrelacionados. Se puede proceder a una categorización sintáctica cuando ya se le ha asignado
un significado a cada una de las partes de la oración, por ejemplo.
Al margen de un proceso lógico de elaboración hay una serie de estrategias que permiten agilizar la
comprensión de los textos orales. Así, por ejemplo, es frecuente que, de un modo mecánico, se
presuponga que el primer sustantivo, o constituyente nominal, actúa como sujeto gramatical, y en
el nivel semántico-textual, como "tema" de la oración. Esto significa que se puede comenzar una
categorización provisional a pesar de que el resto de la oración aún no se conozca.
La memoria es importantísima en el proceso psicolingüístico que estamos describiendo. Van Dijk
distingue entre la memoria a corto plazo, que opera cuando la información sólo ha de quedar
almacenada breves momentos (datos fonológicos, morfológicos y sintácticos) para relacionarla con
la propia oración y, a veces, con la anterior o posterior; y la memoria a largo plazo, llamada
semántica o conceptual, que permite establecer relaciones de cohesión y coherencia y comprender
el significado global de un texto.
Hay otro tipo de memoria muy importante, la episódica, que almacena datos sobre las
circunstancias en que se nos transmitió determinada información, permitiéndonos así recordarla
mejor y establecer relaciones situacionales.

5.1 FACTORES INDIVIDUALES Y SOCIALES QUE CONDICIONAN LA ADQUISICIÓN Y DESARROLLO DE


LA LENGUA ORAL
El lenguaje es el producto de una actividad nerviosa compleja que permite la expresión de los
estados psíquicos y de nuestro pensamiento por medio de signos sonoros, gráficos o gestuales.
Factores orgánicos, ambientales, cognitivos condicionan la adquisición del lenguaje.
El lenguaje se desarrolla sobre un plano orgánico, un plano psicológico y un plano social, los cuales
aportan el poder de comunicación.

5.1.1.- Capacidades psicológicas: intelectuales y afectivas.


· Las formas mejores del intercambio humano son posibles sólo porque el pensamiento del
hombre refleja una realidad conceptualizada y una intencionalidad.
· Hay numerosos estudios que relacionan inteligencia y corrección lingüística y numerosa
literatura que nos habla de la importancia de los afectos en la evolución lingüística del
alumno.
· Lo importante al final del proceso del desarrollo del lenguaje oral no es que el alumno repita
una serie de mensaje o conceptos dentro del sistema lingüístico, sino que los componga.

5.1.2.- Factores ambientales.


· El nivel socioeconómico. Suele ir ligado al nivel de educaicón y cultura de los padres, que
influyen aportando al niño una forma de comunicación. Estas formas de comunicación o
códigos -según Bernstein- determinan la orientación intelectual, afectiva y social del
alumno.
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· La familia. El lenguaje comienza siendo una comunicación afectiva. Aparte, por tanto, de
ofrecer corrección lingüística hay que ofrecer comunicación.
· La escuela. Para Olson en el lenguaje escolar prima la función lógica e ideacional; la función
interpersonal pasa a segundo plano y suele darse el efecto de distanciamiento entre la
persona que habla y la persona que escucha. Se ha de fomentar la función interpersonal.

6. BASES PEDAGÓGICAS
La enseñanza de la lengua oral, que requiere unas destrezas diferentes a la lengua escrita, debe
ocupar un lugar destacado en la Didáctica de la Lengua Española, ya que es el medio de
comunicación fundamental y el primer foco de detección de dificultades expresivas en el alumno.
Respecto a la forma de expresión, es necesario:
a) Pronunciar correctamente y con claridad.
b) Favorecer la espontaneidad y la viveza expresiva.
c) Establecer una entonación armoniosa con el mensaje, evitando la gesticulación exagerada.
d) Controlar el tono de voz, el ritmo de emisión e incluso la posición del propio cuerpo.

En cuanto al contenido del mensaje es preciso:

a) Construir correctamente los mensajes, con orden y precisión.


b) Destacar la idea central de la argumentación, apoyándola con otras informaciones
secundarias.
c) Eliminar aquellos contenidos que no estén directamente relacionados con el mensaje.
d) Dominar adecuadamente el tema de la exposición.
e) Conseguir una gran riqueza de vocabulario y fluidez de ideas.

El docente debe propugnar el empleo de la conversación en clase, destacando su valor social y


aprovechando su utilidad educativa. En la conversación, la interacción que se produce permite
modificar, superar o readaptar los enfoques personales no sólo por lo que el otro dice, sino por las
aportaciones nuevas que debemos hacer al argumentar y exponer nuestras razones.
El profesor debe moderar, pero dando el protagonismo a los alumnos y propiciando que sean ellos
quienes tomen la iniciativa, respetando los tumos y aprendiendo a escuchar a los demás. Todo esto
requiere una organización mental, fluidez expresiva y madurez emotivo-afectiva. Estas prácticas
conversacionales permiten al profesor trabajar simultáneamente, entre otros, los aspectos fónicos,
morfo-sintácticos y semánticos. También son de gran utilidad para la educación en valores.
Es preciso que el docente conozca las técnicas de grupo para organizar el debate. Conviene
distribuir a los alumnos en círculo para que todos se vean bien y se escuchen con nitidez. El tema
elegido ha de ser grato y conocido para los alumnos con el fin de que participen activamente. Es
interesante propiciar la controversia, que será fructífera si los alumnos respetan opiniones ajenas,
fundamentan los propios criterios y emplean técnicas argumentativas eficaces.
En definitiva, la práctica de la expresión y comprensión oral es fundamental en la enseñanza si
queremos atajar el problema del empobrecimiento lingüístico de los jóvenes. En las clases hay que
ejercitar la comunicación oral en todas sus modalidades, desde las más informales y espontáneas a
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las de mayor grado de elaboración, tratando de ofrecer al alumno los recursos estratégicos que le
permitan perfeccionar su lengua oral.

CONCLUSIÓN
La comprensión y expresión de textos orales son procesos lingüísticos condicionados por diversos
factores psicológicos y sociales que interactúan directamente sobre los propios mecanismos
lingüísticos. En el ámbito pedagógico conviene establecer toda una serie de estrategias
comunicativas necesarias para el buen desarrollo de estos procesos.
El texto oral es el resultado del proceso de expresión oral en él también confluyen diversos
factores: psicológicos, sociales, individuales, lingüísticos…

BIBLIOGRAFÍA
AUSTIN, J. L. (1962). Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós.
BRIZ, A. (2002): El español coloquial a través de los textos. Guía didáctica para la clase de Español
como Lengua extranjera. Madrid: SGEL.
CASSANY, D., LUNA, M. y SANZ, G. (1994). Enseñar lengua. Barcelona: Graó.
ESCANDELL VIDAL, M.ª V. (1996). Introducción a la pragmática. Barcelona: Ariel Lingüística.
HERNÁNDEZ, A. y QUINTERO, A., Comprensión y composición escrita. Estrategias de aprendizaje,
Madrid, Síntesis, 2001.
PINILLA, R. (2004). «La expresión oral». En Sánchez Lobato, J. y Santos Gargallo, I. (eds.).
Vademécum para la formación de profesores. Madrid: SGEL, pp.879-898.
SEARLE, John (1969). Actos de habla. Madrid: Cátedra, 1980.
VÁZQUEZ, G. (2000). La destreza oral. Madrid: Edelsa.

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