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Nociones clínicas
DAMASIA ÁMADEO
DEFREDA
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UNSAM
E D 1 TA
SerieTyché
Directora: Damasia Amadeo de Freda
UNSAMEDITA ~
Campus Miguelete, Edificio Tomavía
~
Martín de Irigoyen 3100, San Martín (B l 650HMK), prov. de Buenos Aires
unsamedita@unsam.edu.ar ~
www.unsamedita.unsam.edu.ar
~
Pasaje 865 de la Fundación Centro Internacional para el Pensamiento
y el Arte Contemporáneo (CIPAC) ~
Humberto Primo 865 (CABA) ~
Teléfono: (54 11) 4300 0531
pasaje865@gmail.com ~
~
Queda hecho el depósito que dispone la Ley 11 .723 .
Editado e impreso en la Argentina. ....
Prohibida la reproducción total o parcial, inluyendo fotocopia, sin la
~
autorización expresa de sus editores.
~
~
~
Prólogo porJacques-Alain Mifler 9.
Introducción 15
Capítulo 1 19
El adolescente freudiano
Capítulo 2 35
El padre para F reud
Capítulo 3 49
El padre para Lacan
Capítulo 4 69
El psicoanálisis contemporáneo con
adolescentes
Capítulo 5 83
Informaciones sobre la adolescencia en
los medios de comunicación
Capítulo 6 93
Consideraciones sobre la clínica actual
con adolescentes
Conclusión 99
Bibliografía 119
PRÓLOGO PARA DAMASIA
9
-....
~
~
se abre un intervalo, y ese intervalo es indefinido. Ahí donde era el ~
instante-de-ver de la iniciación, comienza un tiempo-para-comprender
que dura y se eterniza. Ese balbuceo, ese intervalo, ese tiempo-para- ~
comprender, es lo que llamamos la adolescencia. ~
• ¿Qyé es la adolescencia? Es el fracaso de la metáfora de la pubertad.
El incumplimiento simbólico de esta metáfora abre a una inflación
imaginaria. La adolescencia es la metonimia infernal en fa que se -.""
precipitan los jóvenes de las sociedades que sustituyeron la tradición ~
por la industria, el reino de la producción-consumición.
Antes de la Revolución francesa, la adolescencia, por decirlo así, no ~
existía. Fue una de las conquistas de Occidente. De indígenas, hacer co- ~
lonizados -fue explícita esa consigna-. Después vino la descoloóización.
~
Esa otra consigna fue tácita: de jóvenes adultos, hacer adolescentes. Fue
como una colonización interior. La emancipación tarda en llegar. ~
El rito traduce el saber seguro de sí que se supone una sociedad. ~
Sin duda es una niñería, para decirlo como Voltaire, pero operante.
\¡,.
Realiza el pasaje a lo público de lo más íntimo de lo privado, cuyo nú-
cleo siempre es, dice Lacan, la cuestión sexual. Integra en el orden sim- ~
bólico las metamorfosis del cuerpo y de la imagen de sí que determina
~
el real de la vida. El rito hace nudo, nudo de tres, borromeo, de lo real,
lo simbólico y lo imaginario. ~
Ese nudo es el que no se hace más, el que se hace mal, el que tarda ~
en hacerse. Constatamos los efectos. A partir de 1929, Bernfeld ob-
servaba que la adolescencia tendía a prolongarse. El adolescente de ~
hoy queda suspendido de un futuro líquido, en el sentido de Zygmunt
Bauman. El sujeto se estanca frente a muchas opciones, pone a prueba
cada una, un poco, aplaza la elección.
Las descripciones clínicas contemporáneas convergen sobre este
.
.....
..,,
punto: la adolescencia es una prórroga, una procrastinación, el aplaza-
miento del momento de concluir, la incoherencia de una enunciación
sin punto de capitón. Consecuencia 1: la segregación de los adolescen-
tes, cercada por prohibiciones sociales y jurídicas. Consecuencia 2: la
.
\.,.
~
constitución de una subcultura, distribuida en contrasociedades, cuya
hostilidad va en aumento a medida que se cierra el horizonte de inte-
._.
gración de sus miemhros. ~
Se efectúa una socialización, pero no en el modo ritualizado de la iii..
entrada en la edad adulta: en la égida del rechazo y de la exclusión.
Ella da nacimiento a una fraternidad igualitaria, animada por el ideal ~
de una rebelión que aparece como siendo sin causa. La causa está tan ~
ahí que no se la ve: es el plus-de-goce que se esfuerza en librar un
10
.
~
'-.
saber que no se compone más según las leyes de un orden cerrado. Es
en vano, observa Daniel Roy, que la sociedad multiplique las medidas
de protección de la adolescencia. La adolescencia es la crisis, hay que
proteger a la juventud de la adolescencia.
La historia enseña algo: que la adolescencia era desconocida en la
antigüedad grecorromana; que la juventud en las sociedades preindus-
triales no tenía nada que ver con lo que es en la nuestra; que la adoles-
cencia adquiere forma en tiempos del Emilio y de Werther, a .partir de
la mutación moderna· de la relación al saber. En efecto, este había con-
servado adherencias iniciáticas hasta que el discurso de la ciencia viene
a despegarlas, luego a cortarlas. De ahí la obligación escolar impuesta
a los jóvenes, la cual inauguró su segregación. Al volverse errático su
comportamiento, aquella fue completada, al final del siglo XIX y en el
inicio del XX, durante la Segunda Revolución Industrial, con toda una
legislación. Desde entonces, los grandes sectores del aparato industrial
se consagran a producir para el consumo adolescente, fuertes intereses
trabajan para mantener y prolongar el estado de la adolescencia.
Hace un siglo que la noción se cristalizó en psicología, y ella do-
mina todavía el tema. La referencia: Adolescence: Its Psychology and Its
Relations to Physiology, Anthropology, Sociology, Sex, Crime, Religion and
Education, de G. Stanley Hall, a quien incluso Freud debió el conocer
el Nuevo Mundo. Pero su viaje a la Clark University tuvo lugar en
1909, y el libro es de 1904. No fue escrito bajo la influencia del maes-
tro de Viena, sino bajo la del maestro de Jena, Ernest Haeckel, quien
se ha ganado hoy la reputación de "padre de la ecología".
Su teoría de la recapitulación, variante de la Gran Cadena de los
Seres repintada con los colores de Darwin, dominó la psicología de su
tiempo y no dejó indiferente ni al mismo Freud. Una frase célebre la re-
sume: "la ontogénesis recapitula la filogénesis". Un organismo era capaz,
en el curso de su desarrollo, de volver a pasar por los estadios que habían
recorrido sus ancestros lejanos. Hall sacó de ahí la idea de hacer de la
adolescencia una edad salvaje de la humanidad impregnada de Sturm
und Drang. Es el manantial de la psicología hollywoodense del adoles-
cente, rebelde indomable, esclavo de sus pulsiones, ilustrado por James
Dean en la película de Nicholas Ray, Rebelde sin causa. Pertenece al orden
de las cosas que sea otro psicólogo norteamericano quien dirija hoy una
campaña inspirada, informada y espiritual, en el sentido de Wit, para
terminar con el mito de la adolescencia. Se trata de un antiguo jefe de
redacción de Psychology Today, Robert Epstein. Él demuestra con ejem-
plos considerables que los teens pueden pensar, amar, pelearse, crear, ser
11
-
responsables. Ofrece 14 tips a los padres, para descubrir the inner adult in
your teen. Alega a la Biblia como prueba. Todo esto puede causar risa en
los latinos, menos aficionados al 1hink Positive. Pero Lacan no está lejos,
atento como estaba a los signos de "la intromisión del adulto" en el joven.
Nunca infantilizar al joven, ni al niño. Más bien, "adultizarlo'', diri-
girse al adulto que hay en él, apostar a que no demanda más que tomar
la palabra.
Mi nieta Gabrielle, que tiene siete años, me decía hoy que no, que
ella no creía más que fueran los conejos quienes escondían los huevos
de chocolate en el jardín de Guitrancourt. Y que también se había da-
do cuenta de que los regalos de Papá Noel provenían de la familia. La
conclusión que sacó fue que probablemente ella iba a hacer como sus
padres cuando tuviera hijos.
Jacques-Alain Miller
Domingo de Pascuas, 5 de abril de 2015
Nota bene
12
tribulations d'un art(ftce. Paris, Editions Universitaires, 1990. Jacqueline
Duvernay Bolens, del Laboratorio de Antropología Social, le dio en
2001 a la revista Topique 75 un artículo para leer sobre "La théorie de la
récapitulation de Haeckel a Freud" (http://www.cairn.info/revue-topi-
que-2001-2-page-13.htm); ella enumera ahí las hipótesis filogenéticas
de Freud, y las discute en términos que no omiten el aporte de Lacan.
5 Según Wikipedia, el bello título de la película de N. Ray, Rebelde
sin causa, fue sacado del libro del psiquiatra Robert M. Lindner, Rebel
Without a Cause: 1he Hypnoanalysis of a Criminal Psychopath, 1944, en
tanto que el libreto no tenía ninguna relación.
13
INTRODUCCIÓN1
Comenzar por la clínica, por las novedades que ella nos proporciona,
por lo que nos enseña el encuentro con el síntoma que nos trae un pa-
ciente, es el mejor método de investigación para el psicoanálisis.
Los adolescentes fueron y siguen siendo una fuente de novedad
para el psicoanálisis. ¿Qµé observamos hoy? Cuando el adolescente
consulta, en general no es por su propia iniciativa. Ellos no saben muy
bien por qué están frente a un psicoanalista. A tal punto es así -como
lo hemos constatado muchas veces- que la dificultad para establecer la
transferencia es muy frecuente. Es muy usual también escucharlos de-
cir que están ahí porque se los imponen sus padres, sus profesores, en
fin, los adultos. Consideramos que ese "no saber por qué" es el reflejo
de una "desorientación" mucho más generalizada sobre la cual indaga-
remos en este trabajo.
Freud se ocupó particularmente de los adolescentes, con el fin de
poner de relieve los avatares del Edipo y sus consecuencias, tanto en
el niño como en la niña. A esa etapa de la vida la caracteriza como un
momento de pasaje que se manifiesta en un cierto rechazo a la figura del
padre, acompañado de un deseo de separarse de él. Dicha separación, o
dicha rebeldía del adolescente, se inscribe dentro de lo que Freud consi-
deró como un homenaje inicial al padre, un homenaje a la significación
proveniente del Otro paterno; un cierto homenaje a lo heredado, que es
aquello de io cual el adolescente quiere deshacerse. Se trata de una rebel-
día alrededor de un cierto orden constituido que llamaremos "rebeldía
dentro del Edipo". Por lo tanto, una rebeldía orientada.
Es lo contrario de lo que observamos en la clínica actual y que
nos permitiremos llamar "una rebeldía dentro de la desorientación";
15
-....
una rebeldía fuera del Otro, cuyo caso más extremo lo representa el
'-'
hikikomori2 en los japoneses. Dicho fenómeno pone de relieve la idea de
existir sin el Otro, sin el cuerpo del Otro, para tener como partenaire a
._.
los productos del progreso de la ciencia, es decir, un partenaire sin cuerpo.
La operación edípica le permite a ~ destacar los movimientos
"-'
~
de la sexualidad así como la elección de la posición sexual masculina o
femenina. En ese sentido, la sexualidad de los adolescentes nó es inde-
pendiente del pasaje por el complejo de Edipo. ""'
~
La clínica de hoy nos presenta otra cosa. En los casos observados,
se trata' más bien de una desorientación sexual particularmente mar- ~
cada, en la cual cambiar de posición sexual -sobre todo en las mujeres- ~
es muy frecuente. Ya no se trata tanto de heterosexualidad o de homo-
sexualidad, sino de "dónde me siento bien y dónde me siento mal". En ~
17
-
Capítulo1
EL ADOLESCENTE FREUDIANO
Freud adolescente
19
El médico y ensayista recuerda también que, en su adolescencia,
Freud funda con su amigo Emil Fluss, el destinatario de la única carta
escrita en su adolescencia que se incluye en las Obras Completas -y que
preside también el primer tomo- "... una especie de sociedad secreta, la
'Academia española', y para que los demás no lo entiendan usa el caste-
llano, como lenguaje críptico". 2
En un elogio al estilo de escritura de Freud, y retomando las pala-
bras de su colega LudolfVon Krehl, RofCarballo agrega:
2 lbíd.
3 lbíd., p. 16.
20
de quien es considerado su maestro)-, es algo con lo que estamos en-
teramente de acuerdo. Podemos agregar solamente que en la adultez se
produce el reencuentro con algo que se arrastra de la época de la ado-
lescencia, y cuyas huellas se encuentran en ese estilo literario que en
su obra es indudable y que es ennoblecido una vez más por el crítico:
"Como un gigante, desde sus páginas escritas en lengua diáfana y bella,
que como acabamos de ver restablece los fueros del idioma germano,
preside nuestro siglo". 4
En esta misma línea, agregamos el dato siguiente: a los diecisie-
te años, y con motivo de la finalización de sus estudios secundarios,
Freud le escribe a su amigo Emil Fluss (1872) comentándole su
paso por los exámenes finales. En esta carta le informa acerca de la
alta calificación que obtiene en composición, particularmente en una
cuyo título no deja de ser elocuente: "Sobre las consideraciones en la
elección de una profesión''. Si bien desconocemos el contenido de este
escrito, sí se nos informa en la carta sobre el elogio que le dispensa
su profesor en la materia sobre su "estilo idiótico, es decir, un estilo
correcto al mismo tiempo que distintivo", 5 lo cual llena de felicidad
al adolescente Freud y lo lleva a proferir y vaticinar su destino, sin
saberlo, al indicarle al amigo: "Usted no se sospechaba que ha estado
carteándose con un estilista de la lengua alemana: Ahora, empero,( ... )
¡consérvelas, átelas, guárdelas bien, que nunca se sabe!". 6 Esta carta
nos da una idea precisa acerca de la relación de Freud con la lengua,
con la escritura, y también sobre la importancia que tenía para él la
palabra del maestro durante su adolescencia.
El tema del desasimiento del padre en la adolescencia, que trata -
remos en profundidad más adelante, lo podemos encontrar ya en los
datos que su biógrafo nos da sobre Freud adolescente. Es conocido el
episodio de la entrada de Freud en la adolescencia que relata Jones en
su biografía:
La sumisión no estaba en su natural manera de ser. y su padre no volvió nun-
ca a recuperar el lugar que había ocupado en su estima desde la penosa oca-
sión en que relató a su hijo, de doce años entonces, cómo un gentil le había
despojado, de un manotón, de su gorro de pieles nuevo, arrojándolo al barro
y gritándole: "¡Sal del pavimento, judío!". A la pregunta indignada del hijo: "¿Y
tú qué hiciste?", el padre contestó tranquilamente: "Bajé a la zanja y recogí el
4 lbíd., p. 1B.
5 lbíd., p. 2.
6 lbíd.
21
gorro". Esta falta de heroísmo de parte de quien constituía su modelo ideal
resultó chocante para el joven, quien inmediatamente comparó mentalmente
esa conducta con la actitud de Amílcar, que hizo jurar a su hijo Aníbal, ante
el altar de su hogar, que tomaría venganza de los romanos. Evidentemente,
Freud se identificaba con Aníbal, ya que desde entonces en adelante, como él
lo afirmó, este ocupó un lugar en sus fantasías.7
7 E. Jones. Vida y obra de Sigmund Freud, tomo l. Buenos Aires, Editorial Nova, 1959, p. 34.
22
Emmanuel tenían el plan de apartarlo de sus andanzas intelectuales para
reemplazar estas con otras actividades, más prácticas, después de lo cual
se establecería en Manchester y se casaría con Pauline, la hija de su medio
hermano (... ). El hecho de que la jovencita, en un segundo encuentro -esta
vez durante su visita a Manchester a la edad de diecinueve años- lo dejó indi-
ferente, bien podría haber sido uno de los factores que lo indujeron a persistir
en su carrera científica. Muchas cosas serían diferentes en el mundo que nos
rodea si en esta segunda ocasión sus encantos hubieran igualado a los de
aquella moza campesina.ª
2J.•
~
~
La sexualidad en la adolescencia ~
~
ces un objeto de intercambio y de sustitución en un circuito simbólico.
Así, estas tendrán el significado de regalo, más tarde de niño, y luego de ~
dinero. A esta etapa la llama sádico-anal. La satisfacción en el acto de ~
mirar y la pulsión de apoderamiento, serán otros modos de la sexuali-
~
dad infantil descubiertos por Freud en ese momento. Alrededor de los
tres años comienza, en los niños, el interés por la parte del cuerpo in- ~
volucrada en la sexualidad propiamente dicha. El pene y el clítoris son
\a..
altamente erotizados y la masturbación se vuelve muy frecuente en este
período. A este momento lo llama fase fálica. ~
Al mismo tiempo, tempranamente, los niños se plantean problemas ~
cruciales como el nacimiento, el acto sexual y la diferencia de los sexos.
Las distintas etapas del desarrollo de la sexualidad servirán de referen- \a..
cia para dar respuesta a estos interrogantes, y así evitar que el niño in- ~
cluya en dicha respuesta el problema de la diferencia sexual. En la fase
~
fálica, los niños de ambos sexos sostienen una teoría que promueve la
idea de que todos los objetos tienen pene, tanto los animados como ~
los inanimados. A dicha teoría Freud la llama premisa universa/ del
'-"
pene. Es esta premisa la que mejor da cuenta del desconocimiento de la
-.
~
24
~.
diferencia sexual, a pesar de la indudable constatación fenomenológica
por parte de ambos sexos y del interés y curiosidad que en ellos suscita
dicha problemática entre los tres y los cinco años de edad. No obstante,
y a despecho de lo que podrían perfectamente deducir de la observa-
ción, durante este período, los niños se obstinan en clasificar el mundo
a partir de dicha premisa fálica. 9 La premisa universal del pene no im-
pide, sin embargo, que la diferencia anatómica que les plantea a ambos
sexos la observación del cuerpo propio y del cuerpo del otro sexo tenga
consecuencias psíquicas de enorme alcance para el futuro.
Paralelamente a la evolución sexual infantil, Freud plantea la idea
de que los niños pasan por un complejo nudo de relaciones amorosas
y hostiles con los padres, el cual llega a su punto álgido durante la
etapa fálica, momento en el que· les tocará enfrentarse a un problema
que les hará tomar rumbos diferentes a cada uno respecto de estas
figuras. A dichos procesos psíquicos los llamará complejo de Edipo y
complejo castración.
En el caso del varón, el interés narcisista por su órgano genital es
lo que, en la etapa fálica, propicia el derrumbe del complejo de Edipo
a partir de la amenaza de castración, amenaza proferida regularmente
por cualquier adulto con el objetivo de interrumpir y poner fin a la
masturbación infantil. Sin embargo, la amenaza de castración, la más
de las veces, es atribuida al padre, quien es considerado por el niño
como un rival respecto del amor a la madre y, por lo tanto, se le atri-
buye el ser agente de dicha posibilidad como castigo también, por ese
afecto que el niño dirige a su madre y que encuentra su expresión en el
onanismo. De esta manera, el complejo de castración pone fin -por un
interés exclusivamente narcisista: conservar la integridad del cuerpo-,
tanto a la masturbación como al vínculo afectivo con la madre. Dicho
desenlace Freud lo denominará disolución del complejo de Edipo, el cual
dará paso a la etapa de la latencia situada entre los seis y los doce años
aproximadamente. En este período, el niño desexualiza sus vínculos
y se identifica con el padre. Freud descubrirá más tarde una instancia
que surge como resultado del derrumbe del complejo de Edipo: el su-
peryó o conciencia moral. Esta instancia jugará un papel fundamental
en las adquisiciones de la moral y de la ética en el futuro del niño.
En el último de los tres ensayos, "La metamorfosis de la puber-
tad", Freud sitúa al momento de la pubertad como aquel en el que
9 Ver el caso Juanito (1909) en S. Freud. "Análisis de la fobia de un niño de cinco años",
en S. Freud: Obras Completas, tomo 11. Madrid, Biblioteca Nueva, 2007.
25
-..
~
~
de la pubertad, permite situar el acto sexual como placer final.
Freud comienza a teorizar en ese texto la diferencia que se estable-
ce entre el varón y la mujer en la pubertad con respecto a la sexualidad
infantil y a su pasaje por los complejos de Edipo y de castración. Los
puntos salientes son la zona del cuerpo involucrada en dicho proceso y
.
~
~
lo que llamará el hallazgo del objeto. En el caso del varón, respecto de
este segundo punto, se reactiva el complejo de Edipo, el cual se basó en
el vínculo afectivo con la madre, en tanto es el primer objeto de amor
...
para el niño. En la pubertad hay rehallazgo del objeto, se busca una ~
mujer como sustituto de la madre. Respecto de la zona del cuerpo, la ~
primacía del órgano involucrado en la excitación y satisfacción sexual
~
es la misma de la etapa fálica infantil. El pene del varón púber coinci-
de también con lo exigido por la premisa universal de la niñez: el Jalo,
cuyo asiento libidinal el niño lo encuentra en el pene. En la pubertad,
-..
~
la relación edípica encuentra también el reaseguro de su prohibición
gracias a la barrera del incesto impuesta por la cultura, facilitando aún ~
más el hallazgo del objeto exogámico. Generalmente, en el primer pe- ~
ríodo de la adolescencia, la elección de objeto se consuma primero en
~
la fantasía, al reactivarse las :figuras de la infancia. Simultáneamente, se
produce el comienzo del desasimiento de la autoridad, que es conside- ~
rado por Freud como uno de los procesos psíquicos más importantes
~
y más dolorosos de este período. Así, el despertar de la sexualidad en
~
26 ~
~
la pubertad reactiva el complejo de Edipo, el cual, como su nombre lo
indica, por una serie de "complejos" desarrollos psíquicos de relación,
transformación y sustitución, posibilita la separación del padre y el
pasaje del vínculo afectivo con la madre a una mujer. Correlativamente,
la maduración de los órganos sexuales los vuelve ahora aptos para la
reproducción. El púber se halla así listo para ser un hombre.
En cambio, en la mujer el proceso es mucho más complicado. En
ella debe haber cambio de la zona sexual y del objeto. Respecto de la
zona del cuerpo, lo fundamental es el pasaje de la zona de excitación
del clítoris a la vagina, lo que equivale también a la posibilidad de su
significación. Este pasaje es el que se lleva a cabo en la pubertad. Es
por eso también que Freud sostiene que la sexualidad en la niña es
masculina, porque la masturbación llevada a cabo en la infancia se pro-
duce en el clítoris como símbolo fálico. En la pubertad, esta satisfac-
ción sufre una nueva oleada de represión produciendo muchas veces en
la mujer el rechazo o la desmentida de su sexualidad. Esta situación de
rechazo o de desmentida en la púber generalmente es fuente de estima
para la libido del varón, cuya actitud puede ser de ahí en más de reba-
jamiento o de desprecio hacia la mujer. Luego, cuando el acto sexual se
vuelve efectivamente posible, el clítoris es nuevamente excitado y este
retransmite la excitación y la significación a las zonas vecinas, dando
nacimiento a la erogenización de la vagina, vaciada de sensibilidad
hasta ese momento. 10 Esta situación facilita las perturbaciones de la
sexualidad -puede dar lugar a la histeria-, pero es también condición
de la feminidad, en cuyo caso, si se produce este pasaje, eliminaría la
masculinidad infantil.
En lo que respecta al cambio de objeto, este comienza en la in-
fancia y consta del pasaje de la relación con el primer objeto, que es la
madre; al padre. Este punto, que está solo esbozado en los tres ensayos
de 1904, Freud lo refiere como la importancia y lo determinante que es
para el futuro de ambos sexos la primera relación con el objeto nutricio.
El tema será retomado, casi veinte años después, en "La disolución
del complejo de Edipo" (1924), "Algunas consecuencias psíquicas
de la diferencia anatómica entre los sexos" (1925), para encontrar su
teorización definitiva en "Sobre la sexualidad femenina" (1931) y "La
feminidad" (1933 [1932)). En esta época, Freud insistirá en las difi-
cultades psíquicas que atraviesa la mujer en su paso hacia la feminidad,
27
""
~
al tener que hacer el pasaje de la intensísima y primera relación con la \..
madre al padre, durante la etapa fálica infantil. De la primera relación
con la madre, una de las consecuencias posibles es el alejamiento de
esta relación a partir de dicha etapa. Este se produce bajo el signo de
""'
~
la hostilidad, la que generalmente culmina en odio, no obstante lo cual
~
puede ser compensado relativamente más tarde o no modificarse. La
fuente última de dicha transformación del vínculo, Freud la va a situar ~
en el reconocimiento de la castración. Este es el verdadero motivo de ~
toda la serie de acusaciones y reproches que la niña dirige a la madre, a
quien responsabiliza de su situación y culpa de su infeliz destino por -...
haberla hecho a su imagen y semejanza, lo cual la ha dejado en infe-
rioridad de condiciones respecto del varón. De dicha fuente brotará
incansablemente, hasta edades muy avanzadas, el flujo que mantendrá,
""
~
~
28
....
hombre que la provea de un niño. En ese caso, se logra y se cierra el
camino que conduce a la feminidad. La posición femenina se logra con
la recuperación del falo en la forma del hijo, el cual será otorgado por
un hombre en el lugar del padre. La adolescente se encuentra, así, lista
para ser madre y, por lo tanto, mujer.
La autoridad en la adolescencia
29
de apoyo en la orientación dada por el padre, lo cual supone también la
idea de la existencia de un Otro sólido y consistente que amortiguaría
la crisis que el paso por la adolescencia implica necesariamente.
Unos años antes, en el contexto de una acusación a una institución
educativa debido al suicidio de un adolescente, Freud participa de un
debate cuya contribución se materializa en el texto "Contribuciones
al simposio sobre el suicidio" (1910). Él está lejos de inculpar a dicha
institución por ese hecho, pero advierte, sin embargo, que
11 S. Freud. "Contribuciones al simposio sobre el suicidio", en S. Freud: op. cit., tomo 11,
p. 1636.
30
sensaciones olfativas y cenestésicas de carácter cuasi alucinatorio, así
como el pasaje al acto bajo la forma de la bofetada al hombre que la
cortejaba, son interpretados por Freud como reacciones desplazadas y
transformadas de escenas inequívocamente sexuales, tanto reales como
fantaseadas, que tenían al padre y a su sustituto (el Sr. K) como objeto,
y que encuentran su apoyo en una satisfacción autoerótica infantil: el
chupeteo, el cual, a su vez, muy bien podría reconducir al primer objeto
nutricio, es decir, la madre. Asimismo, el doloroso intento de desasi-
miento de la autoridad paterna a los dieciocho años, bajo la forma del
reproche y la denuncia, que por otra parte es lo que lleva a la adoles-
cente al análisis, es también muy elocuente en el caso.
Uno de los dos ejemplos que pone Freud para explicar el senti-
do de los síntomas en sus "Lecciones introductorias al psicoanálisis"
(1916 [1917]), se refiere a una adolescente de diecinueve años, cuyos
larguísimos ceremoniales obsesivos antes de irse a dormir lograba
trastornar a todos los integrantes de la casa. El descabellado sentido
manifiesto de unas medidas de precaución interminables para evitar
todo posible ruido que pudiera alterar el sueño encuentra su sentido
oculto -gracias a la interpretación del psicoanalista- en el interés in-
fantil por la sexualidad de los padres y por la suya propia, interés que
no dejaba de expresarse de manera simbólica e inconsciente en cada
una de las medidas precautorias llevadas a cabo por la adolescente y
que caracterizaban a su síntoma.
En el caso del Hombre de los Lobos (1914 [1918]), la entrada en
la pubertad se logra de la mano de una sublimación considerable. El
niño, en cuya infancia debió luchar contra el conflicto que le plantea-
ba su narcisismo viril frente a mociones pulsionales de franca tenden-
cia homosexual dirigidas a la figura del padre y cuyo resultado fue la
fobia, llegado a la pubertad logra una sublimación importante gracias
al gusto por los símbolos germanos que le transmite un preceptor
alemán encargado de su instrucción. La predilección por la carrera
militar, los uniformes, las armas, los caballos y por todo lo relacionado
con lo alemán se mantendrá durante su adolescencia y facilitará el
acercamiento y la instalación de la transferencia con Freud alrededor
de los veinte años de edad.
En "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina"
(1920), se trata el análisis de una adolescente de dieciocho años. Ahí, la
problemática vincula claramente el giro inesperado hacia la elección
homosexual respecto del complejo de Edipo centrado en el amor al
padre. En este caso, la homosexualidad es considerada por Freud como
31
~
~
una consecuencia que se produce debido a la desilusión que le propina ~
a la adolescente la realidad -en la forma de la llegada de un nuevo her-
mano- y que convulsiona el deseo inconsciente de obtener un hijo del ~
padre, reactivado en aquel momento. La particularidad del caso es que ~
el giro libidinal se produce bien avanzada la pubertad. A los dieciséis
~
años, encaminándose hacia una posición femenina -indicada por el
material analítico-, el embarazo tardío de la madre hace trastabillar las ~
posiciones libidinales obtenidas en la infancia para deslizarse hacia una
~
elección homosexual, en la que la adolescente adopta claramente una
posición masculina. La derivación al psicoanalista se produce luego ~
de un intento de suicidio que tiene lugar inmediatamente después de ~
encontrarse la hija con la mirada colérica del padre, al cruzarse ambos
~
en un camino más que previsto y en el que el padre reacciona con ira
al encontrar a la hija paseando del brazo de la mujer a quien ella cor- ....
tejaba sin tapujos como un verdadero hombre enamorado. Freud inter-
~
preta la conducta exhibicionista y desenfadada de la joven homosexual
corno de desafío y de provocación al padre, y ve en el conjunto del
comportamiento -el cual se transfiere al espacio analítico, pagándolo
-.
~
Freud con un abandono precipitado de la cura- un deseo de venganza
dirigido al padre amado, de quien añoraba la hija reparar la falta fálica ~
~
El arte y la adolescencia ~
32
""'
~.
la idea de la sexualidad infantil y sus avatares en la adolescencia, cues-
tiones estas descubiertas años más tarde por el mismo Freud. Elogia
la idea -que según él se transparenta en la obra- de que en las teorías
sexuales infantiles que están destinadas a modificarse en la pubertad
siempre hay un núcleo de verdad. Indicará, asimismo, que en el inci-
piente ateísmo de algunos de los adolescentes varones, que se mani-
fiesta en la obra al poner en cuestión la fe en Dios, se puede inferir la
puesta en cuestión de la fe en el padre, de la confianza que .se tenía
hasta el momento en él, lo cual propicia el necesario desasimiento de
dicha figura en el adolescente varón. Destaca, también, el abordaje
del problema de la masturbación, de la culpabilidad que engendra y
del castigo por parte del adulto; también señala lo bien tratado que
está el tema del masoquismo femenino, respecto del cual demuestra
el dramaturgo no confundir la satisfacción masoquista -cuyo fantas-
ma se asocia a la idea del "padre que pega"- con el castigo efectivo
por parte del adulto. Finalmente, la interpretación que hace de la
aparición del personaje del hombre enmascarado al final de la obra,
apunta al examen moral al que se somete a la vida, el interrogatorio
que se le dirige para poder concluir, el adolescente, al final de este
proceso, que todo eso no sería más que puerilidad y que no merece la
salida por el suicidio.
En "Dostoievski y el parricidio" (1927 [1928]), Freud relaciona el
conjunto de la obra del artista con el vínculo que este había tenido con
su padre. Destaca que la particularidad del caso es que los propios de-
seos parricidas -propios al complejo de Edipo- encuentran en la vida
real su realización. A los dieciocho años de edad, Dostoievski presencia
el asesinato de su padre. A partir de ahí, el sentimiento inconsciente
de culpa y la necesidad de castigo se hacen manifiestos en su persona y
son también tratados exhaustivamente en sus obras. Respecto de su vi-
da, lo que se sabe de su enfermedad (epilepsia) y de la completa sumi-
sión al castigo impuesto por las figuras de autoridad (zar), aun cuando
no era culpable de los cargos que se le imputaban, no hacen más que
confirmarle a Freud su estado neurótico. De todos modos, Freud no
deja de advertir en su ensayo que el "análisis tiene que rendir las armas
ante el problema del poeta". 13
Al final de ese texto, analiza la obra de Stephan Zweig Veinti-
cuatro horas en la vida de una mujer, y dice que esta tiene todos los
elementos de una "fantasía optativa de la época de la pubertad. ( .. . )
33
El contenido de esta fantasía se basa en que la madre misma inicie al
adolescente en la vida sexual para librarle de los temidos perjuicios
del onanismo". 14
La revolución subjetiva, que implica la metamorfosis de la pubertad,
y la crisis, que supone la entrada en la adolescencia como momento de
pasaje hacia la edad adulta, quedan ilustradas, también por Freud, en
una carta dirigida al escritor Arnold Zweig y que figura en Epistolario
(1934) en la que compara el momento sombrío de la adolescencia con
los tiempos oscuros que se anunciaban con la entrada del nazismo en
Viena. Si bien la comparación parece exagerada, era ese el sentimiento
de Freud.
14 lbíd., p. 3014.
34
Capítulo 2
EL PADRE PARA FREUD
El complejo de Edipo
35
~
objeto infantil, pero con la particularidad del hallazgo del nuevo objeto ~
por fuera del otro parental.
Aunque el primer texto específico sobre el complejo de Edipo es
.....
"La disolución del complejo de Edipo", cuya fecha de publicación da- ~
ta del año 1924, la idea, en cuanto soporte de las primeras relaciones .....
libidinales del niño, es deducida y teorizada por Freud prácticamente
desde el inicio mismo del psicoanálisis. La constelación ed!pica apa- .-.
rece de entrada en sus textos como el fundamento de los síntomas de .....
los pacientes en los análisis que conduce y a partir del autoanálisis que
ejerce sobre sí mismo. En "Tres ensayos para una teoría sexual" (1904),
...
se encuentra la primera formalización de dicho complejo, aunque aún ~
no es nombrado como tal.
~
~
El desasimiento del padre ~
En "La novela familiar del neurótico" (1908 [1909)), Freud destaca la -..
importancia capital que tiene para el niño que se acerca a la pubertad el ~
poder liberarse de la autoridad de los padres. Lo califica como uno de
~
los procesos más dolorosos para el niño, y recalca el papel que la cultura
impone a esta separación. En este texto se referirá específicamente a las
fantasías de algunos neuróticos, las cuales dan cuenta de este proceso de
desasimiento de los padres, y se centrará especialmente en el valor que
""
~
36
El padre en la segunda tópica
37
complejo de Edipo, y es también una forma sustitutiva de la añoranza
del padre, cuyo germen se encuentra contenido en todas las religiones,
como veremos más adelante.
Por un lado, la disolución del complejo de Edipo da cuenta de la
división en dos fases de la vida sexual humana: el primer desarrollo
libidinal infantil, cuyos destinatarios son las figuras del Edipo, y su re-
comienzo en la pubertad, cuyos destinatarios se encontrarán por fuera
de lo familiar. Por otro lado, en el posterior desarrollo del niño, una
vez entrado en la pubertad, maestros y autoridades irán retomando el
papel del padre, y la cultura en general contribuirá a desarrollar en el
adolescente la conciencia moral así como el sentimiento de culpa que
le es inherente. Como veremos a continuación, para Freud, religión,
moral y sentimiento social han sido en el origen uno solo y tienen su
fundamento en el complejo paterno.
38
en el que la comunidad sacrifica el animal venerado, generalmente de
la forma en que se representa el tótem. Este animal será ofrendado en
sacrificio, al mismo tiempo que será incorporado por los hijos (comida
totémica), hecho que favorece la identificación con el padre y entre los
hermanos. Esta celebración afloja las inhibiciones y libera la satisfac-
ción de las pulsiones sexuales de manera excepcional durante la fiesta.
La organización totémica da cuenta de la transformación de los
sentimientos originales de los hijos hacia el padre. El odio es el que
lleva al parricidio, pero el amor va ganando terreno luego del crimen,
por lo tanto se instauran el sentimiento de culpa y la prohibición del
incesto y del fratricidio, lo que facilita las identificaciones con el padre
ahora amado y añorado. Estas organizaciones primitivas totémicas son
las que dan paso a las sociedades civilizadas, que instauran la moral
y dan nacimiento a la religión. En esta última ve Freud la consecu-
ción de los resultados de aquel crimen. La idea de Dios surgiría de la
veneración al tótem como sustituto del padre muerto; más tarde, un
hombre poderoso (rey, emperador) podrá erigirse en representante
de la divinidad. La comunidad de los hombres se va alejando así del
contacto con la figura divina, al mismo tiempo que hace su aparición
la figura del sacerdote como forma intermediaria para la comunicación
entre la divinidad y los fieles. El cristianismo mismo es para Freud la
prolongación de dicho suceso y lleva en sí la misma estructura. Cristo
se sacrifica pagando con su persona y redimiendo con su acto el peca-
do original de todos los hijos, que no es otro que el asesinato del padre.
Luego, Cristo se identifica con el padre y se vuelve hijo a la vez que
padre, dando lugar a la religión del padre, pero también a la del hijo. El
héroe griego es analizado por Freud del mismo modo: el héroe de la
antigua Grecia carga sobre sí el pecado y la responsabilidad por haber
osado rebelarse frente a una autoridad, y el coro no es otra cosa que
los hermanos que acompañan, pero que, sobre todo, velan por ocultar
la responsabilidad de todos aconsejando y aleccionando al héroe sobre
su falta. Finalmente, Freud dirá que el complejo de Edipo es el nódu-
lo individual y psíquico cuyas características dejan ver los rastros de
aquel suceso fundacional de la civilización. La herencia filogenética se
encuentra en cada individuo, en una memoria que transporta desde lo
primitivo, pasando por el arte, la religión, la sociedad y la familia, todos
los elementos de aquella escena primitiva cuyos rastros se encuentran
también en el análisis de los neuróticos.
En 1920, en el texto "Psicología de las masas y análisis del yo"
Freud compara la masa artificial con su idea de la prehistoria del
39
individuo: " .. .las masas humanas nos muestran nuevamente el cuadro,
ya conocido, del individuo dotado de un poder extraordinario y domi-
nando a una multitud de individuos iguales entre sí, cuadro que corres-
ponde exactamente a nuestra representación de la horda primitiva".5
Más adelante agrega que "Los individuos componentes de una
masa precisan todavía actualmente de la ilusión de que el jefe los ama
a todos con un amor justo y equitativo, mientras que el jefe mismo no
necesita amar a nadie". 6 Concluye diciendo que "el caudillo es aún el
temido padre primitivo. La masa quiere siempre ser dominada por un
poder ilimitado. Ávida de autoridad, tiene (... ) una inagotable sed de
sometimiento. El padre primitivo es el ideal de la masa, y este ideal
domina al individuo, sustituyéndose a su ideal del yo". 7
Veremos en capítulos siguientes, cómo dicha idea de sumisión al
padre, bajo cualquier forma que lo represente, se encuentra particular-
mente modificada en la época actual, y veremos también cómo dicha
modificación se observa especialmente en los adolescentes; analizare-
mos, en la última parte de esta investigación, las consecuencias en ellos,
producto de esta transformación.
.....
El padre y la religión monoteísta
,...
....
5 S. Freud. "Psicología de las masas y análisis del yo". S. Freud: op. cit., tomo 111, p. 2596.
6 lbid., p. 2597.
•
~
7 lbíd.
~.
~'
40 1
il.. íi,
En todo caso, la causa de que el gran hombre adquiera, en principio, su im-
portancia, no nos ofrece la menor dificultad, pues sabemos que la inmensa
mayoría de los seres necesitan imperiosamente tener una autoridad a la cual
puedan admirar, bajo la que puedan someterse, por la que puedan ser do-
minados y, eventualmente. aun maltratados. La psicología del individuo nos
ha enseñado de dónde procede esta necesidad de las masas. Se trata de la
añoranza del padre, que cada uno de nosotros alimenta desde su niñez.ª
8 S. Freud. "Moisés y la religión monoteísta", en S. Freud: op. cit., tomo 111, p. 3307.
9 !bid., p. 3310.
41
jerarquías. A menudo uno de ellos es erigido en dueño y señor de dioses y de
hombres. No es sino a tientas y paulatinamente como se da entonces el paso
siguiente hacia la adoración de un solo Dios. y por fin prodúcese la decisión
de conceder todo el poder al Dios único y de no tolerar otros dioses junto a
él. Solo entonces quedó restablecida toda la grandeza del protopadre de la
horda primitiva: los afectos a él dirigidos podían entonces repetirse. 10
~
Freud, padre en la transferencia ...
~
La importancia que Freud le concede en su obra al padre, no se desli-
ga de su idea sobre el lugar del psicoanalista en la transferencia. Vere- -. '
mos, a continuación, cómo se juega dicha idea del padre en las curas ~
conducidas por él.
~
En los casos que analiza, Freud no duda en reconocer su lugar de
padre en la transferencia. Así, Dora y la joven homosexual le hacen ~
~
10 !bid., p. 3322.
.._,
~!
42
..:··
pagar con su persona el reproche o el desafío dirigido al padre, abando-
nando ambas, estrepitosamente y casi sin aviso, el tratamiento; Juanito
le adjudica una cercanía con Dios debido a su saber sobre tantas cosas
que atañen al destino del niño; el Hombre de las Ratas lo incluye en la
serie del capitán cruel -que a su vez es un sustituto paterno-, al punto
de que Freud debe intervenir diciendo que él no tiene ningún gusto por
la crueldad; el Hombre de los Lobos no soporta verlo debilitado, de la
misma manera que no soportaba el desvalimiento de su padre.·
Freud no desconocía ese lugar al que era destinado en la transferen-
cia, y es más, él mismo lo propiciaba. En ese sentido, inmerso en querer
desentrañar los motivos del destino que sufre la estrecha ligazón entre
madre-hija -ligazón que estaría en la base de la subjetividad femenina
(ver capítulo anterior)-, se lamenta de no tener mucho material de
su propia clínica, hecho que lo atribuye a que la transferencia de ese
vínculo primario difícilmente se producía sobre su persona, ya que él
propiciaba más bien la transferencia paterna en las curas que conducía.
También en su función de analista didacta se puede observar el lu-
gar en la transferencia que Freud ocupaba con respecto a otros analis-
tas que se analizaban con él como parte de su formación. En la época
del distanciamiento de Ferenczi -debido al desvío que este comenzaba
a hacer respecto de la técnica del psicoanálisis-, Freud se lamenta de
no haberlo mantenido en la buena vía del análisis. Según Jones, Freud
habría dicho: "Pero por mi parte, al menos, he hecho todo lo que pude
en mi rol paterno". 11
Freud hijo
11 E. Jones. Vida y obra de Sigmund Freud, tomo 111. Buenos Aires, Editorial Nova, 1962,
p. 181.
43
-..
~
~
depender de alguna manera el destino de Freud, como creador del psi-
~
coanálisis, de la constelación familiar que precede a su nacimiento y
del papel que estas condiciones desempeñaron en su psiquismo: -..
~
El joven Sigmund nació tío, como se ve, una de las muchas paradojas que
su inteligencia infantil debió superar. (... ) Pronto se dio cuenta de que este ~
compañero, casi de la misma edad que él. era para él. un sobrino. hijo de
su hermano Emmanuel, y que como tal, llamaba abuelo a papá Jakob (.. .. ) ~
No hay duda de que Freud ya nació intelectualmente bien dotado, pero la
complejidad de las relaciones en la familia debe haber representado un pode- -....
roso incentivo para su naciente inteligencia, para su curiosidad y su interés. ..._ ,
Desde muy temprano se vio precisado a resolver desconcertantes problemas
que desde el punto de vista emocional eran de la mayor importancia para él. ~
Vale la pena, por eso, insistir en este aspecto de la complejidad, y ,tratar de
imaginarse lo que ello significó para su mente en desarrollo. Cuando más ade- ~
lante -probablemente cuando contaba diecinueve años- su medio hermano
Emmanuel le hizo el comentario de que la familia comprendía en realidad tres ~
generaciones -que Jakob, en efecto, debería haber sido abuelo de Sigmund-
la observación le pareció iluminadora. Evidentemente ella coincidía con lo que ....
él mismo sintió desde temprano.' 2 \¡.
~
Como vemos, ya en la mitad del siglo XIX existía, y seguramente de
manera no excepcional aunque sí seguramente debido a otras razones -..
-la esperanza de vida era más corta-, la familia recompuesta. La par-
ticularidad de la constelación familiar en la que hace su entrada Freud
-..
~
con su nacimiento, hoy no nos asombraría. Es posible que tampoco en
esa época asombrara, lo cual no impide que le prestemos atención al ~
biógrafo respecto de la incidencia en el futuro del pequeño Sigmund.
~
Así, en ocasión del nacimiento de su primera hermana
"-
\¡.,
... el pequeño se había forjado la fantasía de que su medio hermano y su
madre, que eran de la misma edad, habían colaborado en hacer aparecer
a la usurpadora Ana. Si contemplamos las cosas a través de la lente de
....
la infancia, no parecerá extraño que papá Jakob y la niñera ocuparan el ....
mismo plano, como personas de autoridad y capaces de prohibir. Inmedia-
tamente después venían Emmanuel y su mujer, y luego quedaban Philip y ....
Amalia --la madre de Freud-, los dos de la misma edad. Todo esto resultaba
muy correcto y muy lógico, pero ahí estaba el hecho desazonante de ser
\. '
Jakob, y no Philip, quien dormía en la misma cama con Amalia. Todo esto ~·
resultaba muy intrigante. Este orden de colocación de las figuras familiares,
por parejas, cosa que de por sí nos pareció natural, tendría como motivación ~
una ventaja psicológica más profunda, por el hecho de que, colocando al
._..
12 E. Jones. Vida y obra de Sigmund Freud, op. cit., tomo I, pp. 13-19.
....
~
~¡
44
-.,.1
j
padre en una perspectiva más lejana dentro de la constelación familiar, se
le podía liberar de la rivalidad con respecto a la madre, por lo que se refiere
a traer nuevos niños intrusos. Tenemos todos los motivos para suponer que
la actitud consciente de Freud con respecto a su padre, pese a lo que este
representaba como autoridad y frustración, fue invariablemente de cariño,
admiración y respeto. Todo componente hostil era íntegramente desplazado
a las figuras de Philip y de Hans. Por eso representó para él una verdadera
sacudida el descubrir, cuarenta años más tarde, su propio complejo de Edipo
y tener que admitir que su inconsciente había adoptado, con respecto a su
padre, una actitud muy diferente de la actitud consciente. No fue pura casua-
lidad que llegara a tal convicción cuando apenas había transcurrido un año o
dos de la muerte de su padre.
Al tratar de rastrear, de la manera más eficaz posible, los orígenes de los
descubrimientos más originales de Freud, podemos considerar, por lo tan-
to, con legítimo fundamento , que el más grande de estos descubrimientos
-la universalidad del complejo de Edipo- se vio poderosamente facilitado
por su propia desusada constelación familiar, por el espolonazo que esta
significó para su curiosidad y por la oportunidad que representó para su
completa represión. 13
45
como es el testimonio de la separación con respecto a toda autoridad
que lo precediera en materia de saber constituido.
El texto "Un trastorno de la memoria en la Acrópolis" (1936),
Freud lo escribe en ocasión del septuagésimo cumpleaños de Romain
Rolland, a quien se lo dedica. En él, relata la experiencia que tuvo más
~
de treinta años antes, a los cuarenta y ocho, cuando se le presentó la
posibilidad, de manera azarosa e inesperada, de conocer Atenas junto ~
con su hermano menor. En dicha estadía, estando frente a la Acrópolis,
~
tuvo una suerte de extrañamiento: sufrió una división de su persona,
entre la percepción indudable de la escena y un pensamiento en el
...,,
que ponía en duda dicha realidad. El contenido de su pensamiento ~
fue "¡De modo que todo esto existe, tal como lo hemos aprendido en
el colegio!". 14 En el análisis de esta manifestación, pone en relación
._
._-.
el sentimiento de malestar y mal humor, que dominó a los hermanos
ante la posibilidad de ir a Atenas, y ese fenómeno de extrañamiento.
El primer paso fue deducir que tal idea de incredulidad de la realidad
-¡De modo que todo esto existe, tal como lo hemos aprendido en el ~
colegio!- desplazaba a la adolescencia, una idea que sin embargo era
~
falsa, ya que ningún recuerdo la confirmaba como tal. Analiza, en-
tonces, que más bien era la posibilidad de ir a Atenas lo que ponía en ~
duda; es decir, '~tenas junto a su persona y no la existencia de Atenas ~
en sí". 15 Dicho primer análisis le hace referirse al ejemplo cünico de
~
los que fracasan al triunfar y al sentimiento inconsciente de culpa que
está en la base de esa patología. Su primera conclusión fue que no era ~
cierto que en el pasado hubiera dudado de la existencia real de Atenas,
sino que dudó de llegar alguna vez a verla. "Parecíame estar allende los
-...
límites de lo posible el que yo pudiera viajar tan lejos, que 'llegara tan -...
lejos' ... ".16 Refiere, entonces, al deseo de viajar que se instaló en él a ~
partir de la adolescencia, y lo relaciona con el deseo que lo embargaba
en esos años de poder independizarse del hogar familiar. Esto lo lleva ~
46
a Atenas. Luego de analizarlo, dice que la satisfacción de haber llega-
do tan lejos entraña un sentimiento de culpa, por considerárselo malo,
prohibido ancestralmente. Se trata de algo relacionado con la crítica
infantil contra el padre, "con el menosprecio que sigue a la primera
sobrevaloración infantil de su persona. Parecería que lo esencial del
éxito consistiera en llegar más lejos que el propio padre, y que tratar de
superar al padre fuese aún algo prohibido" .18
En este, que es uno de los últimos textos de Freud, escrito cuando
se acerca al final de su vida, podemos ver el problema de la dificultad
que comporta para el ser humano no solo desprenderse del padre, sino
más, sobrepasarlo, ir más allá de él. Más adelante veremos cómo se jue-
ga esta problemática en los adolescentes, en la época que consideramos
como del declive del Nombre del Padre.
18 lbíd., p. 3334.
47
Capítulo 3
EL PADRE PARA LACAN
El padre y la estructura
49
En varias oportunidades, Lacan consideró el arte como un orien-
tador respecto de problemáticas estrictamente psicoanalíticas. La fór-
mula el artista nos lleva la delantera es célebre, y nos recuerda también
que la obra de arte puede servirle al psicoanalista para reflexionar sobre
nociones psicoanalíticas. Más adelante lo veremos con el tratamiento
que hace de Joyce en el seminario "El sinthome".
En el artículo de 1931, Lacan recurre al arte para ilustradas carac-
terísticas de la paranoia. Este texto es de una época en la que todavía
no había entrado al psicoanálisis como tal, sino que permanecía aún
dentro de la formación psiquiátrica. Sin embargo, podemos ver ya aquí
que muy tempranamente Lacan tiene una hipótesis estructural, dado
que habla de estructura en los estados delirantes. De todos modos, la
idea estructural ya había sido esbozada por la psiquiatría de la época
y también por Freud mismo, cuando en el texto anteriormente citado -.
hablaba, por ejemplo, del sistema delirante para referirse al delirio de ~
Schreber, o cuando recordaba, al final de "Construcciones en psicoaná-
lisis" (1937), que hay método en el delirio. \...
Lacan va a cuestionar la idea de que la paranoia se trate de un agra- ..._
vamiento del carácter, que tendría su punto de partida en un estado
~
normal. Va a sostener que no hay continuidad entre los estados nor-
males y la estructura paranoica, sino ruptura y discontinuidad. Luego -.
va a decir que en la paranoia hay un primer grado, que es también
~
un momento, que se manifiesta por la desconfianza. A este estado de
desconfianza lo va a llamar el negativo del delirio. Ahí va a introducir la ~
metáfora del arte que retiene nuestra atención. Esta metáfora alude al ~
proceso de realización de una escultura:
-...
... la desconfianza es el molde que una vez preparado se abre por la duda.
Por ahí es por donde se van a precipitar los impulsos emocionales y ansiosos,
~
por donde se cristalizarán las intuiciones y las interpretaciones, por donde se ~
endurecerá el delirio. 1
~
Más adelante dirá, para referirse al delirio propiamente dicho, ~
2 lbíd., p. 10.
\.. ¡
50 ~1
'-rJ
manos del escultor. Una vez realizada la escultura, se la va a recubrir
de un material impermeable, el cual va a ser recubierto, a su vez, por
una capa de yeso. Esta última capa de yeso es el molde propiamente
dicho que, cuando se seque, se abrirá en dos partes, se le quitará de su
interior la escultura y se lo volverá a cerrar. A partir de ese momen-
to se tiene el molde, en cuyos bordes interiores se va a encontrar la
forma, el contorno de la escultura antes moldeada; esto es lo que le
permite decir a Lacan que el molde es el negativo de la estatua. Al
molde cerrado y cuyo interior ahora está vacío, se le va a hacer un
hueco en la parte superior por donde se va a verter el bronce fundido.
Cuando el bronce se solidifique, se volverá a abrir el molde y se ob-
tendrá la estatua definitiva en bronce del Balzac, que se puede ver, por
ejemplo, en la rue Raspail, frente a La Coupole, en París. El molde
permite también reproducir la estatua un número indeterminado de
veces. Sin embargo, el artista decide generalmente el número de re-
producciones, y una vez llegado a ese número procederá a la destruc-
ción del molde para impedir la reproducción infinita de la obra. ,
Ahora bien, ¿por qué nos interesa esta metáfora que Lacan utiliza
para pensar la paranoia? Porque la metáfora de lo duro, de lo sólido,
condensa las características que observa del personaje paranoico: los
bloques ideicos, la cristalización de las intuiciones, el endurecimiento del
delirio, la psico-rigidez; y también ilustra su morfología: la rigidez cor-
poral, la nuca tiesa, el tronco como de una sola pieza, el andar sin soltura.
Es decir, que la metáfora de la escultura de bronce no hace más que
reforzar esa estructura de hierro que se puede observar en el paranoico.
Pero la metáfora de la escultura no nos interesa solamente para pen-
sar las características del paranoico, dado que ella ilustra más todavía la
noción misma de estructura, anticipada ya en este texto por Lacan. En
primer fogar, la noción de estructura implica la idea de lo determinado,
de los límites que ella impone, y en la escultura se puede decir que el
molde le impone los límites y la forma a la estatua. El ejemplo de las
transformaciones gramaticales de Freud lo representa bien. Todas las
variedades del delirio, así sea erotómano, paranoico, megalómano o de
celos, no son más que variaciones sobre una misma frase, y esta es la
que impone la forma y los límites a las transformaciones posteriores.
Del artículo de 1931 se puede desprender la idea de que las for-
mas de los delirios pasionales, tomados de Clérambault, así sean rei-
vindicativos, erotómanos o de celos, tienen su origen en un proceso
similar. Lacan dice en este texto que "cualquiera sea la extensión de las
interpretaciones, ellas son centrípetas, estrechamente polarizadas en el
51
sujeto". 3 Advierte también que, aunque el delirio paranoico pueda ex-
tenderse en red, ser circular, difuso, aspirar a demostrar sus premisas o
llegar al pasaje al acto," ... el carácter preformado, primario de la perso-
nalidad [del paranoico] inclinará todos los juicios hacia un sistema''. 4 Y
agrega que "el deliro mismo es una forma de detención no evoluciona-
da del juicio", así como que "detrás del decorado, [cualquiera este sea],
encontraremos la solidez de los postulados fundamentales".5 ·
La noción de estructura que subyace a todo delirio paranoico, pro-
puesto por Lacan en este texto, permite inferir la idea de que todo
delirio habla de lo mismo y que todo lo que el paranoico atribuye al
otro no es otra cosa que lo que está en él. Todos los personajes son
él y todas las formas del otro no son más que las formas desplazadas
y transformadas de sí mismo. Visto de esta manera, la metáfora de la
escultura propuesta por Lacan ilustraría bien esta noción. El Balzac
de Rodin de la rue Raspail, en París, es el mismo que se puede ver en
el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y es el mismo también
que está en el jardín del Museo Rodin en París. Siempre es el mismo
Balzac; ningún Balzac difiere de otro Balzac, ni ninguno vale más que
otro. De ahí también surge la noción de serie que se impone cada vez
más en el mundo contemporáneo.
Ahora bien, ¿es exactamente esa la idea que tiene Lacan de la es-
tructura? Sabemos que él se interesa por la particularidad, por la singu-
laridad, por el caso por caso; se interesa en descompletar la estructura,
en encontrar ahí al sujeto, y esto no solo para la neurosis, también en la
psicosis busca la particularidad. En este sentido, este tipo de escultura
no reflejaría exactamente la noción de estructura que se desprende de
la continuación del desarrollo de su enseñanza.
Consideramos que una forma del arte contemporáneo ilustraría me-
jor la noción de estructura que Lacan va a ir desarrollando a lo largo de
los años. La serie de fotos de Marilyn Monroe intervenidas por Andy
Warhol se caracteriza por las diferencias en lo que parece igual. La va-
riación de una foto a otra en el color del pelo, en el de los ojos, en la ro-
pa o en los labios, y al ser colocadas una al lado de la otra, revela que en
lo que parece igual hay diferencia, y eleva así la serie a una obra de arte.
Volviendo a la clínica psicoanalítica, ¿podemos afirmar que la ac-
tualidad permite ver ese tipo de psicosis? La estructura de bronce de
3lbíd.
4 lbíd., p. 7.
51bid.
52 ~
ii~,
la paranoia, ¿no sería solidaria de la solidez del Nombre del Padre? Si
bien ya en "Los complejos familiares en la formación del individuo"
(1938), Lacan advertía sobre el comienzo de la fundición del Nombre
del Padre, sobre su decadencia, la noción de Nombre del Padre se im-
pone cada vez más en la primera época de su enseñanza, acentuándose
su papel determinante, como veremos en las páginas siguientes.
Desde la óptica planteada en esta primera época, podemos de-
ducir que el efecto de la ausencia del Nombre del Padre, es de.cir su
forclusión, actuaría de una forma directamente proporcional sobre
una estructura que requiere de su presencia para asegurar cierto equi-
librio. Así también, las noticias de su ausencia llegarían con los datos
de un desencadenamiento bien preciso, de un sistema delirante bien
armado, de fenómenos psicóticos inconfundibles. Pero ¿es este tipo
de estructura el que se presenta en la actualidad? Porque el declive del
Nombre del Padre que Lacan anticipa tempranamente y que desarrolla
en el final de su enseñanza va desde la pluralización hasta el más allá
del Nombre del Padre, y es aún más acentuado cuando en uno de sus
Ultimos seminarios indica que con lo que se trabaja en psicoanálisis es
con una "versión del padre", jugando con el término pere-version y su
equívoco que permite la lengua francesa.
Este proceso de decadencia del Nombre del Padre, que veremos
más adelante en la enseñanza de Lacan, parece ser solidario también de
psicosis más flexibles, de psicosis cuya posibilidad de anudamiento es
muy variada, de formas de psicosis silenciosas y que pasan muchas ve-
ces desapercibidas para el propio clínico. En el caso de los adolescentes,
la hebefrenia, que es la forma de la esquizofrenia que se desencadena
en dicha etapa de la vida, parece dar paso en esta época a desencade-
namientos silenciosos, imperceptibles, a formas 01·dinarias de psicosis
que son ~quellas que encuentran distintas maneras para mantenerse es-
tabilizadas. En este sentido, en el caso de los adolescentes y cuando de
psicosis se trata, se puede inferir que determinados lazos sociales, como
la pertenencia a tribus urbanas (góticos, emos, darks, floggers, rastas,
etc.), puede permitirles, gracias a las identificaciones con los semejan-
tes, mantener la psicosis compensada o al menos volverla más flexible.
Debemos considerar también que dicha flexibilidad muchas veces deso-
rienta al psicoanalista respecto de la dirección de la cura.
Podemos transpolar esta idea a lo que, por ejemplo, Fran~ois
Ansermet llama género fluido -parafraseando el amor líquido de
Bauman-, el cual caracterizaría a los nuevos fenómenos que presenta
la clínica de niños y adolescentes cuando, amparados en el relativismo,
53
~
~
~
ellos invocan una identidad sexual flotante, arbitraria, móvil, plástica,
muchas veces propiciada por alguno de los padres bajo el lema de la
--.
libertad de elección, libertad de la que se vanaglorian y que le inculcan '-'
al hijo; o bien, como también observa el autor, el gusto por permanecer ~
andrógino, ambiguo respecto de la diferencia de sexo, observado cada
~
vez más en la clínica con adolescentes. 6
Nos surge la pregunta también, a partir de este desarrollo, si la no-
ción de psicosis ordinaria, propuesta por Jacques-Alain Miller y cons-
""-
~
truida a partir de la clínica contemporánea/ no estaría en las antípodas
de la paranoia, al menos de aquella paranoia que Lacan describiera en ~
los comienzos del siglo XX. ~
54 ~
\...
el niño al obstáculo que supone la presencia del progenitor del mismo
sexo. La educación contribuye, en este punto, especialmente a la prohi-
bición de la masturbación. La tensión se resuelve alrededor de los cin-
co años y permanece en estado latente hasta la pubertad, dando lugar a
la formación del ideal del yo y del superyó gracias a la sublimación de
la imagen parental, lo que posibilita "intereses neutros, eminentemente
favorables a las adquisiciones educativas ... ", y prepara así el terreno
para garantizar una " ... coincidencia futura de las actitudes psíquicas y
las actitudes fisiológicas en el momento de la pubertad". 9
Si bien Lacan habla en esta época de la imago paterna, la idea del
complejo de Edipo como noción estructural ya está aquí presente. Sin
embargo, los efectos en la subjetividad del hijo, es decir, lo que con-
sidera en esta época su capacidad sublimatoria, dependerán de lo que
llama también "la personalidad del padre, siempre carente de algún
modo, ausente, humillada, dividida o postiza". 10
El yo y el complejo paterno
9 lbíd., p. 57.
10 lbíd., p. 72.
55
Dicho estadio del espejo, en cuanto formador del yo, es muy primario;
surge alrededor de los seis meses de vida del niño y concluye a los dos
años, aproximadamente.
Los rasgos del yo que surgen de este proceso son los que lo caracte- ~I
rizarán de ahí en más: será lo más alejado de un sistema de percepción-
conciencia y lo más cercano al desconocimiento de la realidad; su mundo
se estructurará de forma paranoica y los sentimientos que prevalecerán
respecto del semejante serán de celos y envidia, por situarse en ese víncu-
lo el objeto de un deseo cuyo valor estará dado únicamente por estar en -.._,
las manos del otro. Debido a esta dialéctica, el ser humano permanecerá
en la oscilación de una tensión suicido-criminal que solo podrá verse ~'
atemperada por el recurso del diálogo, base de cualquier posibilidad de ..._,
convivencia que requiere una vida en comunidad, según Lacan.
El complejo de Edipo se introduce en esa dialéctica, especialmente ....
con la función del ideal del yo. Lo interesante es que para Lacan la iden- ~
tificación con el ideal del yo es posible, porque encuentra una homología
~
con las características de la identificación primaria a partir de la cual se
ha formado el yo. Es decir que, en el período del complejo de Edipo, la
.._,
insuficiencia orgánica respecto de la libido genital en el niño encuentra \..;
nuevamente una solución anticipada que compensa dicha insuiiciencia ..._,
en la identificación con aquel de su mismo sexo. Si esta identificación
secundaria es posible es debido a que el niño, identificándose con el rival ~·
de sus deseos edípicos, encuentra una base homóloga en la que apoyarse,
la que provee la identificación primaria de la formación del yo en la que 111..1
el niño se encuentra rivalizando consigo mismo. No obstante ello, se ~;
destacará el valor fundamentalmente pacificante que tiene la identifica- ...,,
ción con el ideal del yo, ya que es dicha identificación la que promueve
la conexión de una "normatividad libidinal con una normatividad cultu-
ral ligada desde los albores de la historia con la imago del padre".11
...:
~·
Destacaremos aquí que se retoma en este texto la idea de la heren- 1
~.
cia filogenética descripta por Freud en el mito de "Tótem y tabú", para
poner. de relieve una dimensión necesaria para la cultura, la culpabi- ~.
lidad, así como también la idea de que la civilización se hace posible
gracias a que la tensión agresiva fraterna -producto del asesinato del
~i
padre- se encontrará neutralizada por la identificación con el tótem
paterno, a raíz de lo cual el sujeto trasciende la agresividad constitu-
tiva; también, destacaremos la importancia de esta dialéctica gracias
56
a la cual, "con los sentimientos de orden y de respeto, se realiza todo
un asumir afectivo del prójimo".12 Es decir, podemos percibir en esta
reflexión el desarrollo de una estructura original o mítica, cuya función
se repite tanto en la historia individual y familiar (edípica) como en la
de la civilización, para hacer posible la vida en comunidad.
Ahora bien, en el último punto del texto, Lacan hablará de una
transformación de esta dialéctica, cuya manifestación se hace sentir en
la neurosis moderna y en el malestar en la civilización. Va a destacar,
entonces, la degradación y la ausencia creciente del superyó y del ideal
del yo -característicos de las sociedades tradicionales-, y hará el diag-
nóstico de la época contemporánea, en la que se tiene una concepción
utilitarista del hombre y en la que la promoción del yo conduce al ser
humano a realizarse cada vez más como individuo, lo que lo conduce
a un aislamiento cada vez más emparentado con su abandono origi-
nal. Subraya, también, que es una época en la que se está cada vez más
comprometido en una empresa técnica y en la que los conflictos en-
contrarán su solución en el servicio de la máquina.
Es decir, en 1948, Lacan describe una estructura subjetiva que se ex-
tenderá a todo el campo de lo social y cuya transformación será adjudi- ·
cada a las condiciones propias de la sociedad contemporánea. Podemos
inferir que estas transformaciones son también producto de las conse-
cuencias de una época en la que el declive de la función paterna, así co-
mo de las funciones que conlleva su presencia (ideal del yo, superyó), se
hace sentir más que nunca; una época en la que se perciben las conse-
cuencias que se producen cuando, a partir de dicho declive, aparecen en
primer plano las características propias del yo descriptas en este texto.
En el caso de los adolescentes, se puede ver en la clínica -pero no
solo allí- la promoción del individuo (inculcado por la educación), una
concep~ión utilitarista del mundo (el sistema capitalista-liberal en el
que viven), la tensión suicido-criminal (acoso escolar, intentos de suici-
dio, suicidios efectivos), así como también el estar al servicio de la má-
quina (redes sociales, Internet, celulares, tablets, etcétera).
12 lb[d., p. 110.
57
freudiano. Su función, que es la de sustituir al significante del Deseo
de la Madre para la emancipación del niño, si bien hace desaparecer a
los personajes de la realidad para remitirlos a una función puramente
lógica, metaforiza de todos modos el pasaje por el complejo de Edipo.
De este modo, mantiene la idea freudiana de la presencia y la ausencia
del padre, pero bajo la forma de la presencia y la ausencia del signi-
ficante del Nombre del Padre. En este punto introduce la noción de
forclusión del Nombre del Padre para ordenar el vasto campo de la
psicosis, tal como lo podemos ver en el seminario "Las psicosis" (1955-
1956) y en su escrito "De una cuestión preliminar a todo tratamiento
posible de la psicosis" (1956).
En esta época, el Nombre del Padre es el lugar de la ley en· el orden
significante (el Otro). Sin embargo, la idea de la importancia del padre
de la realidad está presente. La podemos constatar en este pasaje:
... la relación del padre con esa ley debe considerarse en sí misma, pues se
encontrará en ello la razón de esa paradoja por la cual los efectos devastado-
res de la figura paterna se observan con particular frecuencia en los casos en
que el padre tiene realmente la función de legislador o se la adjudica, ya sea
_efectivamente de los que hacen las leyes o ya que se presente como pilar de
la fe, como parangón de la integridad o de la devoción, como virtuoso o en la
virtud o en el virtuosismo, como servidor de una obra de salvación, trátese de
cualquier objeto o de falta de objeto, de nación o de natalidad, de salvaguar-
dia o de salubridad, de legado o de legalidad, de lo puro, de lo peor o del im-
perio, todos ellos ideales que demasiadas ocasiones le ofrecen de encontrar-
se en postura de demérito, de insuficiencia, incluso de fraude, y, para decirlo
de una vez, de excluir el Nombre del Padre de su posición en el significante.
(... ) Nadie de los que practican el análisis de niños negará que la mentira de la
conducta [del padre] sea por ellos percibida hasta la devastación.' 3
58
También dirá que la pregunta que recorre el caso de Juanito es
¿Qyé es ser padre?, y que el niño, en el declive del complejo de Edipo,
asume esa misma función tan problemática y paradójica de ser padre. 14
En el caso de Juanito, por ejemplo, indica que no hay padre real, y
que es por eso que el niño permanece alienado en la relación con la
madre respecto del falo, motivo por el cual se desencadena la fobia.
La función de la fobia será la de estructurar la realidad, es decir, la de
permitirle al niño formular y resolver los problemas fundamentales
que se plantea. 15 Lacan le asigna a la fobia, así como también al trata-
miento de esta - que en este caso es llevado a cabo por el mismo padre
de Juanito, aunque supervisado muy de cerca por Freud-, la función
de atravesar los complejos de Edipo y castración. Este proceso implica
una "completa restructuración del mundo". 16 Hay que destacar que
cuando Lacan habla del padre de Juanito, lo describe como un buen
tipo, que le "inspira a Juanito los mejores sentimientos, ( ... ) que lo
quiere mucho y está muy lejos de creer por parte de él un tratamiento
tan abusivo como el de la castración". 17
Debemos observar que, no obstante la solución de la fobia que se
produce gracias al análisis, Lacan es reticente respecto de la solución
alcanzada por el niño, es decir, del pasaje óptimo por los complejos de
Edipo y castración. El fantasma del instalador indica que el recorrido
significante no es completo: "Nada indica que al final Juanito haya
cumplido completamente el recorrido signiñcante del complejo de
castración". 18 Y agrega: "Si el complejo de castración es algo, es esto --en
alguna parte no hay pene, pero el padre es capaz de dar otro. (... ) El
pene es retirado y devuelto solo simbólicamente. Pero en un caso como
este, vemos que el pene es retirado simbólicamente y no es devuelto". 19
Con el ejemplo del análisis que hace Lacan de Juanito a esa altura
de su enseñanza, vemos la idea que él se hace de la importancia de
la intervención del padre para la subjetividad del niño; aun cuando
su función simbólica ya había sido puesta en evidencia y destacada,
la idea de la intervención del padre de la realidad, para la esperable
59
emancipación del niño en el futuro, en algún punto no difiere dema-
siado de la idea de Freud.
.""
de satisfacción, lo que indica que cada uno la "lleva como puede", y
~
60
...
esto porque la sexualidad hace "agujero en lo real". 22 Por otra parte, y es
el punto fundamental que nos interesa tratar, introduce la idea de que
el personaje del hombre enmascarado, que es el que permite una solu-
ción ante este dificultoso momento de la vida en el adolescente, podría
pensárselo como un Nombre del Padre, pero poniendo especial énfasis
en que el Nombre del Padre no es único. Esta hipótesis la deduce del
hecho de que el dramaturgo dedica la obra a este personaje tratándolo
como un nombre propio;23 es decir, que el hombre enmascarado- puede
ser un Nombre más entre los tantos Nombres que tiene el padre, lo
cual le quita al Nombre del Padre el carácter de "Uno" y anticipa la
idea de que el Nombre del Padre no es más que un semblante. 24
El padre joyceano
22 lbíd., p. 588.
23 !bid., p. 589.
24 lbíd., p. 588.
61
~
25 J. Lacan. El Seminario, libro 23: El sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 86.
26Jbíd.
.
~
~
27 Jbíd, p. 19. ~
28 Jbíd., p. 92.
'-
62
al movimiento general del declive del Nombre del Padre en su obra, el : i
i
cual comienza con el significante en cuanto único, sigue con su plurali-
zación y culmina ahora en las versiones del padre.
Por otra parte, si ya estaba bien establecido que el significante
del Nombre del Padre es algo distinto del padre de la realidad y, si a
esta altura de su enseñanza, el Nombre del Padre es un sinthome cuya
función es la de mantener unidos los tres registros, entonces, ¿cómo
podemos pensar, de acuerdo a estas referencias, al padre de Joyce? Más
aún si se toma en cuenta que Lacan utiliza la lógica de los nudos, en-
tre otras cosas, como modo de resistir lo máximo que se pueda a toda
imaginación posible sobre la realidad. "Es una geometría que puede
decirse prohibida a lo imaginario, porque solo se la imagina a través
de todo tipo de resistencias, de dificultades". 29 En esta época, la idea de
Lacan es que los tres registros son equivalentes, que no hay predomino
de un registro sobre otro, y que lo único que interesa es la articulación
entre ellos y el orden de dicha articulación. Es debido a las modifica-
ciones en las nociones psicoanalíticas, que se sirve de la lógica borro-
mea. A esta altura de su enseñanza, el predominio de lo simbólico por
sobre lo imaginario, del significante como causa y de la significación
como efecto, hace ya tiempo que se ha modificado. Esta lógica era la
que se desprendía de la noción de la metáfora paterna y correspondía a
una idea del psicoanálisis estructuralista.
Entonces, podemos afumar que la forclusión de hecho parece estar
más ligada al Ümite de lo que se pueda decir sobre un hecho cuyo
resultado es la forclusión, en este caso la carencia paterna, que es la
versión del padre que predomina en J oyce. Pero, al mismo tiempo, ese
hecho forcluido tiene también efectos sobre lo imaginario, tal como
sucedía con la noción anterior de Lacan acerca,de la ausencia de la
metáfora· paterna o la forclusión del significante del Nombre del Padre
y sus efectos en la significación fálica.
Sabemos que la relación con el propio cuerpo está alterada en Joyce.
Luego de recibir una paliza por parte de sus compañeros en la adoles-
cencia, Joyce se pregunta por qué no quedó resentido, y "constata que
todo el asunto se suelta como una cáscara". 30 Lacan dice, respecto de lo
imaginario en Joyce, que hay algo que no pide más que irse, "despren-
derse como una cáscara". 31 Habla entonces del ego como corrector de la
29 lbíd .. p. 31.
30 lbíd., p. 146.
31 lbíd.
63
relación faltante, es decir, de lo que en Joyce no anuda de manera borro-
mea real, simbólico e imaginario. Entonces, podemos sostener que ese
error en el nudo que repercute sobre la relación al cuerpo está ligado a la
Verwerfung de hecho, y que el ego como corrector estaría estrechamente
ligado a su deseo de ser un artista, a su deseo de perpetuar por medio
del arte su nombre, volviéndolo ilustre. 32 O, como dice Lacan en su con-
ferencia "Joyce el Síntoma": " ... desde el principio él quiso ser alguien
cuyo nombre, precisamente el nombre, sobreviviera para siempre". 33
Estas cuestiones nos conducen a indagar acerca de qué clínica sur-
ge de esta redefinición del padre en cuanto sinthome, y sobre el queha-
cer como manera de suplir la Verwerfung de hecho, que en el caso de
J oyce se liga a la versión del padre como carente. Es esta idea de la
última enseñanza de Lacan la que nos interesa particularmente para
pensar la clínica contemporánea con adolescentes.
32 lbíd.• p. 23.
33 J. Lacan y J. Aubert Joyce avec Lacan. Paris, Navarin éditeur, 1987, p. 163.
34 J.-A. Miller. "Una fantasía", Revista Lacaniana de Psicoanálisis 3, 2005.
64
función dependería la supervivencia del psicoanálisis. Su idea de que
el psicoanálisis sería vencido por la religión es el aspecto opuesto de
la modificación de esta función. 35 Por otra parte, el desfallecimiento
de la noción del padre en la sociedad contemporánea podría encon-
trar su contrapartida también en un fortalecimiento de este por parte
de aquella. Estos dos puntos de vista no son excluyentes.
En este proceso, Lacan continúa su elaboración reduciendo todavía
más la importancia del padre, al indicar que el psicoanálisis apunta a
un más allá del Nombre del Padre. 36 En este punto se critica a sí mismo
diciendo que él le había dado una importancia excesiva al significante
del Nombre del Padre, y que dicho exceso podría tener consecuencias
indeseables para el psicoanálisis, pues podría hacer de este una reli-
gión: "Suponer el Nombre del Padre, ciertamente, es Dios".37 Por eso,
si el psicoanálisis prospera, prueba además que se puede prescindir del
Nombre del Padre. Se puede prescindir de él con la condición de uti-
lizarlo. Este último proceso, dentro de su conceptualización del padre,
instaura un nuevo orden dentro del campo de la significación, cuyas
consecuencias se hacen sentir en: a) una redefinición del psicoanalista,
b) una reformulación de la interpretación analítica y c) una reformu-
lación de los cuadros clínicos. En esta investigación nos proponemos
interrogar estos tres puntos en la clínica con adolescentes.
65
En la clase del 19 de abril de 1977 de ese seminario -inédito-,
Lacan habla de la verdad, que puede adormecer o despertar según el
tono con que se la diga. Esta frase alude a la interpretación del analista
y, como podemos observar, pone el acento en el tono, en el sonido, en
la modulación de la voz, y no en el sentido: "Si ustedes son psicoana-
listas, verán que es el forzamiento por donde un psicoanalista puede
hacer sonar otra cosa que el sentido". 38 Y ahí mismo va a agregar: "Pero
con la ayuda de lo que se llama la escritura poética, ustedes pueden
tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica". 39
Luego va a hacer la salvedad de que la interpretación no tiene nada
que ver con lo bello: "Nosotros no tenemos nada bello que decir".40 Por
lo tanto, podemos sostener que en la interpretación se trata de un hacer,
lo que la aleja de cualquier idea del sentido, así sea bello o no bello. Tal
como haría un artesano, se trataría en la interpretación de un hacer
que apuntaría al bien decir y no a una cualidad.
El Seminario 24 se sitúa en su ultimísima enseñanza -tal como
es caracterizada por Jacques-Alain Miller-, 41 que corresponde a una
época en la que Lacan ya se había alejado del estructuralismo, así
como se había alejado hacía mucho tiempo también de la lingüística
estructural. A esta altura recurre a la topología y se ejercita enlama -
nipulación de sus .figuras para tratar de ceñir, de una manera comple-
tamente novedosa, lo que él mismo llamará "la estructura con la que
trata el psicoanálisis es una estructura borromea". La topología da
también muy bien la idea del hacer que se puede ver en la definición
de la poesía. Aquí, Lacan ya no se centra en el determinismo para
pensar el inconsciente, así como no se ayuda más de las herramientas
que la lingüística estructural le facilitó para pensar, por ejemplo, las
nociones de metáfora y metonimia o la noción de metáfora paterna
como reformulación del Edipo freudiano. Está también muy alejado
de sus propias definiciones. Algunas de ellas, tales como "el incons-
ciente es el discurso del Otro" o "el inconsciente tiene la estructura
del lenguaje", se van a redefinir de otra manera. En esta época lo
vemos recurrir a la topología para pensar el inconsciente a partir de
una estructura flexible, que puede modificarse, que busca encontrar
su equilibrio en el anudamiento de los tres registros. Este recurso de
38 J. Lacan. El Seminario, libro 24: L'insu que sait de !'une- bévue s'aile á mourre, op. cit.
39 lbíd.
401bíd.
41 J.-A. Miller. El ultimísimo Lacan. Buenos Aires, Paidós, 2013.
66
la topología lo llevará a caracterizar el psicoanálisis como una prác-
tica creacionista, como una pragmática, alejándolo, al mismo tiempo y
cada vez más, de toda idea determinista y estructural.
Dirá en este mismo seffiinario, por ejemplo, que en el final del aná-
lisis se trata de saber hacer allí con el síntoma, desembrollarse, saber arre-
glárselas con él. Esto no le impide interrogarse sobre las posibilidades
reales que tiene el psicoanálisis de tratar un real, ya que es una práctica
que trata solo con palabras. Tenemos que pensar entonces, que en el
marco de estas coordenadas conceptuales es que recurre a la poesía, en
el sentido del hacer, para hablar de la interpretación.
Dice en la clase del 14 de diciembre de 1976, respecto de la ciencia,
pero también del psicoanálisis, que se gira en redondo, que no hay pro-
greso, y que se vuelve siempre al mismo lugar. 42 Por eso la topología le
permite pensar, mediante la figura tórica por ejemplo, el movimiento cir-
cular que envuelve un vacío. Podemos pensar con esta figura el recorrido
de un análisis, desde esta perspectiva: se parte de un significante lleno de
sentido, que el trabajo analítico vacía para volver a ese mismo significan-
te; una vez vaciado del sentido que portaba, ese significante queda libre
para producir un sentido completamente distinto, y esto equivale a un
efecto de creacióq. En este punto podemos decir que la interpretación es
poética, en tanto que separa, que produce el corte entre el significante y
la significación, permitiéndole al analizante "servirse de una palabra para
otro uso distinto de aquel para el que está hecha". 43 Vemos en esta frase
también, la idea del hacer y del uso, lo que acerca a la palabra del anali-
zante y también a la del analista, a la idea de una herramienta, tal como
es la herramienta para un artesano. En la clase del 17 de mayo de 1977,
dice: "Lo que en todo caso yo anuncio, es que la invención de un signi-
ficante es algo diferente de la memoria. No es que el niño invente -ese
significa~te, él lo recibe ... ". 44 Es decir, que la invención de un significan-
te sea algo diferente de la memoria, no quiere decir que no pertenezca al
Otro. Más bien apunta a querer decir que el significante siempre viene
del Otro, que es recibido del Otro, y que gracias a la interpretación ana-
lítica se puede hacer de él un significante nuevo, y así poder "servirse de
una palabra para otro uso distinto de aquel para el que está hecha". 45
42 J.-A. Miller. "Entrevista: El demonio de Lacan", El caldero de la Escuela 16, 2011. pp.
3-26.
43 J. Lacan. El Seminario, libro 24: L°insu que sait de rune- bévue s·aile a mourre, op. cit.
44 lbíd.
45 lbíd.
67
Entonces, retomando la idea del principio, se puede ver cómo el
determinismo de Lacan encuentra una nueva forma en un saber hacer.
~
Qie la interpretación sea poética, en el sentido de un hacer, es también
solidaria de la concepción borromea de un hacer, de un hacer con los -..
tres registros. Es por eso también que Lacan creó, inventó, les dio múl-
tiples formas a los nudos borromeos; en este seminario vemos que no
-....
hay un nudo, hay una estructura borromea que se puede transformar ~
en cadena, en nudo de cuatro, en nudo de cinco, etcétera. Y es me- ~
diante estas figuras tan variadas que él se esfuerza en manipular, que
entonces podemos concebir la idea de las posibilidades impensadas a ...
las que un psicoanálisis puede conducir. Veremos en los próximos ca- ~
pítulos cómo esta idea del psicoanálisis puede ser aplicada a la clínica
~
con adolescentes.
~
~
-...
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--.
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Capítulo 4
EL PSICOANÁLISIS CONTEMPORÁNEO
CON ADOLESCENTES
La adolescencia generalizada
69
Uno de los efectos observados por el autor ante este hecho, es que
hoy en día la familia está al servicio del individuo, cuando anteriormente
era a la inversa. Asimismo, observa que la formación del individuo es
cada vez más larga, que nunca es suficiente y que puede pasar la vida
preparándose. Según sus palabras: "Hoy se cultiva lo inacabado de sí, de
su formación, de su identidad, de su deseo, incluso de la realidad". 3 La
Sagna entiende que este inacabamiento está ligado a cierta desesperanza,
y que el sujeto permanece suspendido de un futuro líquido, en el sentido
de Zygmunt Bauman.4 Lo inacabado del ego en formación produce tam-
bién un ego débil, in progress, que es asociado a la falta de compromiso.
A la idea del sujeto contemporáneo que pasa la vida eligiendo distintas
opciones, enfrentado al hecho de tener varias elecciones posibles, sin
elegir ninguna y probando un poco de todas, el autor la compara con
la posición subjetiva del adolescente y advierte sobre las consecuencias
negativas que puede tener la valorización, por parte de la sociedad, de la
idea del individuo en una adolescencia prolongada y generalizada.
Vilma Coccoz observa que, ante la inevitable decadencia de su au-
toridad, algunos padres se inclinan por adoptar comportamientos extre-
mos de exagerada rigidez o permisividad, como un desesperado intento
por recuperar su debilitada infiuencia.5 Sostiene que en algunos casos, y
debido a una salida en falso de su propia adolescencia, se ven empujados
a una desgraciada identificación con el hijo o hija, intentando mostrarse
como su "colega" en la confesión o en la complicidad, a veces obscena, de
las dificultades que ellos encuentran en lo relativo al goce. Según la au-
tora, las tentativas de ser "amigos" se realizan al precio de borrar las disi-
metrías entre el joven y el adulto, y pueden ser tan nefastas como aque-
llas que pretenden ejercer la autoridad por la fuerza de normas ciegas.
3 lbíd., p. 34.
4 z. Bauman. Amor líquido. Acerca de Ja fragilidad de Jos vínculos humanos. México, Fon-
do de Cultura Económica, 2005.
5 V. Coccoz. "La clínica de las adolescencias: entradas y salidas del túnel", en F. M. Aduriz
(comp.): op. cit., pp. 107-108.
6 P. Lacadée. Le ma/entendu de renfant. Que nous disent les enfants et les ado/escents
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daujourdñui? Paris, Michele, 2010., p. 227.
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Marco occhi trata el tema del francamiento de un umbral en la ado-
lescencia.10 Compara el umbral que se atraviesa .en la adolescencia
de finales del siglo XIX y principios del XX con lo que sucede en la
actualidad. Para ello recurre a los ritos de iniciación tribales, a través
de los cuales se da por finalizada la etapa de la ignorancia para pasar
a la de lo sagrado o lo místico, la que es situada como fundamento
del conocimiento que permite la edad adulta. En cambio, constata
7 lbíd., p. 337.
8 lbíd., p . 346.
9 lbíd., p. 339.
10 M. Focchi. "La adolescencia como apertura de lo posible", en F. M. Aduriz (comp.): op.
cit., pp. 47-62.
71
que en las sociedades tradicionales, el franqueamiento del umbral da
paso a un desencanto; el acceso a la verdad tiene efectos de desidea-
lización, de caída de las apariencias detrás de las cuales se revela una
realidad degradada o inmoral. En dichas sociedades tradicionales,
la entrada en la adolescencia coincide con el acceso a una verdad
dolorosa o despojada, con un desencanto que es lo contrario del
descubrimiento de lo sagrado y de la dimensión espiritual d~ la vida
en las sociedades arcaicas. Se trata del desenmascaramiento de las
imposturas burguesas, tan bien ilustradas en la novela de Wedekind,
como vimos anteriormente.
En este punto, Focchi hace un análisis respecto de lo que sucede
en la adolescencia contemporánea. En la actualidad, la caída de los
semblantes no correspondería a la revelación de un mundo debajo de
otro, sino que el velo caído ahora dejaría captar lo real. No se trata ya
de lo que se revela falso &ente a un verdadero, sino de la revelación del
semblante como tal, en cuanto testimonio de lo real.
11 F.-H. Freda. "El adolescente freudiano", en F. M. Aduriz (comp.): op. cit. , pp. 23-30.
12 lbíd., p. 26.
72
a ese Otro, y diferencia en este punto lo que podría ser una identifica-
ción de una nominación del Otro.
Hélene Deltombe sostiene que la adolescencia se convierte en una
etapa en la que cada uno busca sus apoyos, sobre todo a través de sus
semejantes, en identificaciones recíprocas que fundan modos de vida. 13
Observa que los síntomas toman una nueva forma, articulada al lazo
social, y que a veces los convierte en epidemia: alcoholismo, toxico-
manía, bulimia, anorexia, delincuencia, suicidios, modas en la ropa y
modas de comportamiento, los cuales señalan un rechazo a los adultos,
acentúan un proceso de marginalización. Observa también que el ado-
lescente es tomado como un fenómeno de segregación social, que se
arriesga a quedar fijado a una posición de goce de la cual hace su modo
de ser: "soy toxicómano", "soy bulímico" .14 Ese modo de ser hace que
no se sitúe como un sujeto con preguntas a resolver. La autora encuen-
tra una alternativa en la posibilidad de que el sufrimiento expresado en
el síntoma pueda producir una pregunta. El psicoanálisis se presenta
como una alternativa que le permitiría al adolescente descifrar su sín-
toma, a condición de que pueda encontrar cómo resolver su "no querer
saber nada" que apunta a preservar su modo de goce.
73
puesta de manifiesto en el rol de los medios de comunicación virtual
que conforman nuevas formas del lazo social y de la que los adolescen-
tes son los primeros en hacer uso.
Según Tizio, dicha época modifica las condiciones de trabajo y
el valor de las mercancías, ya que nada está hecho para durar, y todo
está hecho para mantener el consumo de manera incesante. Desde
esta perspectiva, analiza la noción de autoridad y los avatares que esta
sufre, por ejemplo, en el campo de la educación, en una sociedad que
instiga a devorar el saber en lugar de fomentar el gusto por aprender.
La autora se pregunta qué tipo de maestro, qué clase de profesor nece-
sitan los adolescentes en la actualidad, y responde que el maestro que
se necesita es alguien que crea en su función y en las capacidades de
transformación que tiene la misma. Advierte que para eso es necesaria
la apuesta en las posibilidades de transformación de los sujetos, y para
ello se requiere estar actualizado en la cultura así como en la tecnología.
Asimismo, sostiene que muchas de las actitudes y comportamientos
de los adolescentes que hoy tanto preocupan son formas . de rechazo
que, en el fondo, lo que piden es un cambio: ser tenidos en cuenta de
la buena manera. Es por eso que considera necesario un tipo de "adulto
que se ubique como tal para poder sostener una pregunta que todavía
no puede formular sobre la responsabilidad de la generación anterior
en el mundo que les dejan y sobre sus propias posibilidades de cons-
trucción de lo nuevo".17
17 lbíd., p. 125.
18 S. Cottet. 12 estudios freudianos. Buenos Aires, UNSAM EDITA-Pasaje 865, 2013, pp.
69-79.
19 lbíd., p. 73.
74
lo enmarcan.Tomando elejemplo de los adolescentes de los suburbios
de París, pone el acento en la modificación de la lengua y en el desfase
entre el argot y la lengua tradicional, que solo repiten sin sentirse con-
cernidos, por ejemplo, al representar a los clásicos en la escuela. Este
hecho le permite sostener que en la actualidad muchas veces los ado-
lescentes se encuentran despojados de palabras que los orienten a la
hora del encuentro sexual. La causa de dicha dificultad en el lenguaje
la ubica en la desvalorización de las normas y símbolos que la sociedad
patriarcal proveía anteriormente.
Parafraseando a Wedekind, Germán García habla de la "abolición
de la primera" para pensar la transformación que se impone en la sexua-
lidad de los jóvenes cuando se han derogado una serie de costumbres,
de hábitos, que servían para explicar las particularidades de la sociedad
°
tradicional. 2 Considera que en la actualidad se produce un extravío, el
cual se desencadena en forma de tormenta y se expresa en la excitación
de los ánimos. Califica a este fenómeno como de adversidades contin-
gentes que configuran tormentos y que sirve para identificar los discur-
sos sociales referidos a la rebelión de la juventud, el fracaso escolar, la
impotencia de la familia, las adicciones, la delincuencia juvenil.
En esta línea, compara distintos autores y observa cómo se posicio-
naban cada uno de ellos frente a dichos problemas. A la abolición de
la primavera en el adolescente, Wedekind responde con el suicidio o la
salvación por "el hombre enmascarado" -punto en el que Lacan loca-
\
liza la función del padre-. Junto a su irónica y nada heroica respuesta
al Sturm und Drang, Freud incluye las pasiones inconscientes para am-
il
:1
pliar la razón de la Ilustración. Y frente a la caída de las fantasías he- \
roicas, recurre a Joyce y a su retrato autorrevelador para contraponerle li
"la soledad del artífice de genio entregado a la pasión del lenguaje". 21 :1
20 G. García. Derivas analíticas del siglo. Ensayos y ª"ores. Buenos Aires, UNSAM EDITA-
Pasaje 865, 2014, pp. 49-60.
21 lbíd, p. 58.
22 D. Roy. "Protección de la adolescencia", en F. M. Aduriz (comp.): op. cit., pp. 75-79.
75
o del otro sexo, y la define como un imperativo tiránico. Por otro lado,
se interesa en lo que se presenta como exceso en los consumos, en las
adicciones, para constatar que en el momento de crisis, de búsqueda,
de elección respecto del ejercicio de la sexualidad y de responsabilidad
social -caracterizado como una dimensión sin garantías- se imponen
leyes implacables que le ordenan al adolescente lo que deben hacer:
beber o no, embarazarse o no, formar una pareja, etcétera.
Dich as leyes, a las que llama "protección del adolescente", se
caracterizan por estar por fuera del orden familiar, es decir, fuera
de las leyes que encarnaban los padres y, fundamentalmente, fuera
de la autoridad del padre de la sociedad tradicional. A estas fuerzas
coercitivas le opone la escucha psicoanalítica, donde se preserva la
singularidad y se apunta a la realización del propio deseo. Advier-
te, no obstante, que el psicoanálisis se enfrenta a lo que promete el
goce, en el sentido de lo ilimitado, o a la promoción del sujeto como
objeto evaluable, como mercancía para el goce oscuro e insaciable
del Otro. Advierte también sobre el riesgo que corre el síntoma del
adolescente, debido a que puede encontrar su lugar en un catálogo
de trastornos que ofrece una identificación común en lugar de una
significación propia.
La educación en la adolescencia
Los atosigan con deberes diarios monumentales; los amenazan con inter-
narlos como castigo; con exigencias superyoicas; con mil clases especiales
y particulares; con psicólogos que los pongan en vereda, cual preceptores
del pasado -autoritarismo que muchos preceptores aceptan representar, cual
entrenadores tiránicos-, sin molestarse en saber lo que está en juego en cada
adolescente(. ..). Todo ese extraordinario conjunto de acciones encamina-
das a mover al adolescente detenido acaba con padres exhaustos y con un
76
auc:i\~:~<:.e\\\e ma'i> e\\.,;,m,,"'maCl.c:i a'Íl\\ ~" 'i>W<> ";J<::fi:.\Ó\:J\\~"' 'I ";i~\\"d~c:i~~\\\~ "Vi~~«.
\o a ~e~ e\ \)~O'ieo;:,\<::i ~e <:::>\!.<:::>~ :-•
77
autos)- hasta la violencia que se ejerce hacia las autoridades escolares
por parte de los padres de los alumnos.
El autor sostiene que uno de los efectos del declive de la función
paterna es producir la disgregación de lazos entre pares, como la de la
institución educativa, lo cual favorece la aparición de estos fenómenos.
Considera que estas conductas violentas en la actualidad son también
una denuncia y una pregunta respecto de para qué sirve la educación,
en contraposición con la idea de la educación como formadora de
ideales que en épocas pasadas contribuía al progreso social, debido a
que aquel que estudiaba llegaba a algo y llegaba a ser alguien. Final-
mente, concluye que actualmente esta idea ha quedado absolutamente
devaluada porque estudiar en esta época no garantiza nada.
Analizando las masacres escolares en Estados Unidos, Alejandra
Glaze sostiene que lo que se evidencia es que no se está más en la
época del malestar freudiano, época solidaria de la función del superyó
que hizo existir lo prohibido, el deber y la culpa, cuyo correlato era la
existencia de un Otro consistente. 29 Considera que hoy se trata del su-
peryó que ordena gozar, y que en lugar de dejar al sujeto confrontado
a ese Otro, lo confronta al objeto y al plus de goce. Según sus palabras,
"estos jóvenes se definen como parias, como rechazados, desclasados,
descastados, como viviendo en un mundo paralelo y exigiendo la
verdad, en lo que podríamos llamar una posición de objeción al para
todos capitalista". 30
Mercedes Sánchez Sarmiento sostiene, refiriéndose también a la
violencia escolar, que no es suficiente con explicarla a partir del con-
cepto de agresividad, dado que este tiene consistencia imaginaria, y la
violencia implica un orden simbólico. 31 Según ella, la agresividad pri-
mordial, constitutiva del sujeto y que se despliega en la relación con el
semejante, no puede dar cuenta de la barbarie, aunque sirva para pen-
sar los fenómenos de violencia social. Desde esta línea, sostiene que
el declive de la función paterna repercute en una reestructuración del
orden simbólico, el cual puede producir, entre otras cosas, el fenómeno
de la violencia en las escuelas.
Sergio Zabalza, refiriéndose a la violencia del hijo hacia el padre
como consecuencia del declive de la función paterna, sostiene que no
78
se trata de estructuras ni de clases sociales, sino de una subjetividad
que se desmorona sin remedio. 32 Considera que la autoridad fundada
en el saber y en el respeto se ahoga en la época del niño generalizado,
en la que los chicos les hacen "chas chas" a los mayores. Se pregunta si
hoy Freud tendría que escribir "Pegan a un padre".
Sofía Peralta Ramos compara la violencia en el Coliseo romano,
donde los gladiadores peleaban y el pueblo era espectador, con la vio-
lencia actual. 33 A partir de ejemplos de violencia escolar en Argentina,
concluye que el Circo romano producía un lazo en la comunidad, tenía
un sentido para esa sociedad, y que la violencia por diversión en las es-
cuelas, en cambio, irrumpe rompiendo el lazo con el otro.
Silvia Bermúdez se pregunta cómo pensar hoy, desde una posición
diferente a la de la narrativa social y fuera de la lógica del mercado, los
controvertidos síntomas que se presentan en la época globalizada del
Otro que no existe, e interroga su incidencia en los jóvenes. 34 Desde
esta perspectiva, analiza la violencia escolar y sus programas de pre-
vención o psicoprofilaxis que intentan disminuir los riesgos, como por
ejemplo los programas preventivos contra la violencia, los cuales enmas-
caran procesos segregativos y la reducción del sujeto al punto de su eli-
minación. A estas propuestas, ella les opone el recurso al psicoanálisis.
Recurre así a las nociones de Freud respecto de la desimbricación de
las pulsiones de vida y de muerte para pensar sus efectos en una época
caracterizada por el fracaso del amor, y recurre a Lacan para estudiar el
goce, el cual, según su criterio, se manifiesta cada vez más obsceno.
El fracaso escolar
79
allá de lo que uno sabe en su medio natural. A esta idea clásica de la
educación, le opone lo que sucede en la actualidad, que es la promoción
del individualismo, cuyas referencias dejan de ser externas, por ejemplo
un ideal, para pasar a situarse en el mercado, el cuerpo y sus objetos de
satisfacción. Considera que se trata de una lógica del tener más que del
ser; tener un objeto que rinda beneficios inmediatos, lo cual inhibe el
deseo que es siempre una inversión a mediano o a largo plazo.
Ubieto se pregunta qué reemplaza hoy al deber colectivo, y res-
ponde que cuando la moral flaquea, lo que predomina es el mandato
individual orientado por la búsqueda de la máxima satisfacción, lo cual
deja poco sitio para el saber, que nunca aporta satisfacciones a ese nivel.
El fracaso escolar, como expresión del rechazo al saber o de las·dificul-
tades de integración, nombra algo respecto de un malestar en la encru- ·
cijada entre lo social y lo individual, entre eso que valdría para todos
los sujetos afectados y la manera particular en que eso existe para cada
uno. Sostiene, asimismo, que se podría hacer una diferencia entre el
error, como manera particular de fallar de cada sujeto, y la nominación
colectiva, formulada como fracaso escolar. Considera que ese error o
fracaso escolar colectivo (escuela, sociedad y alumnos) es un síntoma.y
una solución, un signo de algo que no va en una lógica colectiva, y una
respuesta que cada uno encuentra para dar forma a lo que en él mismo
es un goce pulsional.
Ana Laura Vallejo se refiere a la industria del entretenimiento, y le
da el estatuto de un síntoma social mediante el cual cada quien expresa
su modo singular de gozar. 36 Sostiene que esta época se caracteriza por
un imperativo superyoico que abruma con la exigencia de la obtención
de objetos que, a modo de mercancías atractivas, tienen la función de
tapar lo que es del orden de una imposibilidad.
80
en que el amor y la sexualidad despiertan del sueño aletargado de la
infancia, se encuentra en el uso masivo de un producto tóxico como
uno de los modos de salir indemne de las dificultades que acarrean ese
abrupto despertar de la sexualidad. "Exceptuarse" a la regla general del
acto de iniciación propio a esta etapa de la vida; "desertar" del frente
de batalla al que lo conmina el partenaire sexual; "evadirse" de la mira
del enemigo sensual que acecha en cada esquina; "olvidarse" de asistir a
la cita pactada, son algunas de las artimañas que el significante provee
y que se ven facilitadas gracias a la ingesta de droga o alcohol, tan co-
mún en los adolescentes.
La sociedad de control
En una época en la que los límites simbólicos son difusos, Juan Mitre
plantea el recurso que encuentran los adolescentes para eludir el
panóptico de una sociedad que los controla y que los evalúa con un
objetivo de normalización, aun cuando se presente como la sociedad
de la "transparencia". 38 Recurre al cine, a la literatura y a su propia
clínica para mostrar los recursos que siempre encuentran los jóvenes
para eludir y escapar de un sistema que aspiraría a la estandarización.
Desde esta perspectiva, el autor se pregunta sobre el ocaso de la auto-
ridad en esta época, pero también sobre la importancia y la necesidad
de lectores capaces de hacer un análisis adecuado de dicho declive.
Asimismo, propone la idea de los adolescentes como termómetro de
las novedades, por considerar que ellos esbozan siempre la forma en
que se insinúa el futuro.
81
-
Capítulo 5
INFORMACIONES SOBRE LA ADOLESCENCIA EN LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Los"ni ni"
..
los que vehiculizan las peores injurias visibles por todos. La periodista
del diario Laure Belot sostiene, en esta nota, que al inscribirse, todos
aceptan la difusión mundial de las informaciones en la red.
84
~
...
Abandono esco\ar
Adolescencias en Japón
85
tenemos el fenómeno que se da en Shibuya, unos de los barrios más
populares y seguros, el más poblado en la noche de Tokio, famoso por el
cruce de varias calles a la salida de la estación del subte Shibuya. Se trata
de un sitio de encuentro, especialmente para los adolescentes, donde se
dan cita. Se destacan en este barrio, los lugares de moda, de entreteni-
miento, especialmente los juegos electrónicos, de los que los adolescentes
japoneses se vuelven fanáticos (tragamonedas, videojuegos, etcétera).
Un artículo del escritor español Santiago Alba Rico trata sobre un
documental, también español, que informa que el 70% de los japoneses
no tiene nunca relaciones sexuales, aun cuando es el país que tiene una
de las industrias del sexo más importantes, refinadas y de las más varia-
das.6 Las calles de Tokio ofrecen todo tipo de productos, avisos publici-
tarios y servicios. Sin embargo, esta industria no solo deja de lado la pe-
netración -está penalizada la prostitución-, sino toda mediación humana.
El documental informa que no solo están desapareciendo las rela-
ciones sexuales, sino las relaciones humanas en provecho de una satis-
facción sexual autorreferencial. Los jóvenes dicen preferir masturbarse ~
que tener relaciones sexuales con su novia, por pereza, por tener que ~
ocuparse del placer de ella en lugar del propio. El autor sostiene que
~
este fenómeno es debido a que la sociedad capitalista libera al indivi-
duo de su dependencia del otro y le asegura un goce sexual autoerótico. ~
Adolescentes en la Red ~
~
El siguiente testimonio de un adolescente de 16 años encuentra eco en
las palabras de Jacques-Alain Miller, cuando refiere que la ciencia hace '-'
que en la actualidad el ser humano manifieste una gran desorientación ~
que enloquece el goce, que provoca tristeza y rabia y que es causa de
\..
muchos de los síntomas contemporáneos. 7
~
¿Los adolescentes de hoy no tienen solución? No, simplemente estamos per-
didos y es necesario encontrar un camino. ¿Ese camino cuál es? El camino
es la preocupación pero no la desesperación por las problemáticas actuales.
La educación, la cultura, el respeto y la responsabilidad son factores de suma
importancia para empezar a solucionar los problemas actuales. Dichos facto-
res deben ser proporcionales a la edad de los adolescentes( ... ).
.
~
6 S. Alba Rico. "Sexo y pereza", Rebelión, 2 de mayo de 2012. [En línea] Dirección URL
www.rebelion.org.
7 J.-A. Miller y otros. Qui sont vos Psychanatystes? Paris, Seuil, 2002.
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Adolescentes argentinos
~
88
Las adolescentes, detenidas por tentativa de asesinato, reconocie-
ron ante el juez el hecho, pero no alcanzaron a explicar las motivacio-
nes profundas del gesto; se presentaron confusas y poco conscientes
de la extrema gravedad de los actos. Entre las frases pronunciadas
durante el interrogatorio, los investigadores notaron celos respecto del
hermano menor así como desafección e incluso una cierta indiferencia,
lo que impresionó a la policía. Ambas provenían de familias de clase
media y no tenían dificultades escolares, sin embargo, habían sido
atendidas por asistentes sociales a raíz de conductas autoagresivas, co-
mo cortes en los antebrazos.
En el texto, un psiquiatra, jefe de la unidad médico-psicológica del
equipo de adolescencia de un hospital de la ciudad de Burdeos, hace
referencia a "un fenómeno relativamente nuevo de violencia con una
fuerte alza en niñas de baja edad". Considera que anteriormente "los
pasajes al acto muy violentos eran, sobre todo, propiedad de los varo-
nes", y constata que en sus consultas, los fenómenos de escarificaciones
de adolescentes de 12 a 15 años son muy frecuentes: "Algunos dicen
que es un medio de aliviarse de violencias internas: otros aseguran que
prefieren agarrárselas con ellos mismos antes que con el otro". En el
caso de estas adolescentes, "se trataría de algo premeditado ( ... ),con la
determinación de hacerlo para terminar con personas que molestan y
que es necesario, por lo tanto, borrar".
Sorprende una nota acerca de la primera visita del nuevo papa a Co-
rea del Sur. 12 En un encuentro que reunió a jóvenes de 27 países de
Asia, el papa Francisco se dirigió especialmente a ellos para advertirles
del "peligro del culto al individualismo, de la idolatría de la riqueza, el
poder y el placer, obtenidos a un precio altísimo para la vida de los
hombres". Observó que "muchos .de nuestros amigos y coetáneos, aun
en medio de una gran prosperidad material, sufren pobreza espiritual,
soledad y callada desesperación".
El papa no dudó en dar su parecer: "Parece como si Dios hubiera
sido eliminado de este mundo. Es como si un desierto espiritual se
estuviera propagando por todas partes. Afecta a los jóvenes, les roba la
89
esperanza y, en tantos casos, incluso la vida misma". Aludió al suicidio,
un fenómeno cada vez más preocupante en Asía, especialmente en Co-
rea del Sur, país que tiene la mayor tasa de suicidio del mundo y donde
ese fenómeno es la primera causa de muerte de los jóvenes.
La generación z
f
sensoriales, lo cual trae consecuencias y llama a la reflexión sobre los
modos tradicionales de la institución educativa.
90
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91
Capítulo 6
CONSIDERACIONES SOBRE LA CLÍNICA ACTUAL
CON ADOLESCENTES
93
Es importante tener en cuenta que un número importante de ado-
lescentes que se presentan al psicoanalista lo hacen bajo el signo de
un "yo no sé por qué estoy aquí". Este no saber, que llamaremos deso-
rientación, no debe ser interpretado como una ignorancia, sino como
una verdad: él no sabe por qué. Este no saber por qué se generaliza en
diferentes manifestaciones:
t "Me va mal en la escuela y no sé por qué".
t "Los profesores me aburren''.
t "Me corto para que el dolor reemplace la angustia, de la cual no
puedo decir nada".
t "Mis padres se quejan de mí y no sé por qué".
IJ "No sé lo que me gusta, me aburro".
IJ "No entiendo por qué no me dejan salir cuando quiero".
t "Vengo acá forzado, porque me piden que venga".
IJ "Yo no pedí verla a usted, en la escuela me lo exigen".
Los intentos de suicidio llevados a cabo mediante el cortarse, tomar
pastillas o el consumo de sustancias, justificados exclusivamente por el
deseo de no querer estar más en este mundo.
La relación problemática con los otros: "Los profesores no me en-
tienden, mis compañeros tampoco."
El rechazo o desconocimiento de las figuras de referencia: "A mi
padre no lo veo nunca" o "No sé quién es".
Una dificultad para trazar mínimamente un orden generacional,
debido a la reconfiguración del orden familiar, así como la dificultad
para definir un lugar dentro de un orden familiar y fraterno.
Dichas manifestaciones pueden tomar formas mucho más pato-
lógicas, como cuadros delirantes, descompensaciones psicóticas, des-
inserción total o violencias incontroladas.
A este marco de referencia le añadimos los siguientes puntos
que consideramos relevantes de la clínica actual con adolescentes:
IJ Las formas del síntoma
t La identidad sexual
t Las distintas formas de des-inserción
t La fragilidad de los modos de identificación
IJ La identificación con el grupo
t Los prototipos imaginarios
t Los modos de interacción
IJ El cuerpo como lugar de inscripción
A continuación trataremos el problema de cómo se articulan
dichas manifestaciones con la práctica psicoanalítica concreta,
94
es dec:lr, en. q_ué deviene e\ en.c.uentrn O.e un aG.o\esc.ente c.on un
psicoanalista.
95
Consideramos que el declive del padre y de los ideales, que en-
cuentra su forma más acabada en la inconsistencia del Otro -ilustrada
en todas sus formas en el mundo contemporáneo-, tiene efectos en la
clínica psicoanalítica. En el caso de los adolescentes, su manifestación
la hemos resumido en una "desorientación". Sin embargo, constatamos
también que muchas veces el psicoanálisis funciona como un operador
que permite dar una "orientación'' a dicha conducta a la deriva, gracias
a la aparición, contingente en la mayoría de los casos, de un significan-
te nuevo producido en el análisis.
Vemos en la clínica algunos casos en los que la función paterna
parece estar cuestionada -muy descalificada o simplemente ausen-
te- y, durante el análisis, aparece un significante cualquiera, pero
que parece promisorio respecto del futuro y que viene a ordenar un
Otro para ellos y permite "orientar" el propio deseo. En un caso, el
deseo de ser "bombero" en un adolescente que había tenido serias
conductas piromaníacas en la niñez, las cuales testimoniaban un
empuje de la pulsión que parecía no encontrar ningún freno ni
límite en la función del padre, transformó al significante "bombe-
ro" en un elemento ordenador de su futuro. En otro caso, la firme
decisión de otro adolescente de llegar a ser "militar" -que se pre-
sentaba ya en las primeras entrevistas con dicho uniforme, y que
la institución elegida para sus estudios secundarios le obligaba a
llevar- encontró su origen en un recuerdo de la infancia, en el que
ser nombrado por el policía del barrio pareció compensar el desen-
tendimiento temprano de su padre respecto de él. Finalmente, la
aparición del deseo de estudiar Derecho en una adolescente cuyas
coordenadas simbólicas respecto de su nacimiento están cargadas
de ilegitimidad, va en la misma dirección.
De la misma manera que en la época de Freud -época de la exis-
tencia de un Otro consistente- este ordenamiento hacia el futuro era
remitido exclusivamente a la transmisión del padre y a las figuras que
lo representaban, así fuera para seguirlas o para oponérseles, considera-
mos que en la actualidad, el psicoanálisis puede tomar el relevo de esta
función. Los psicoanalistas sacamos nuestras conclusiones, nuestras
hipótesis de trabajo, exclusivamente a partir de aquellos pacientes que
vienen a vernos. Nuestra práctica está marcada por el "caso por caso", y
las generalizaciones que podemos proponer provienen del estudio por-
menorizado de cada uno de los encuentros con aquel que nos requiere.
No obstante, no olvi_damos el discurso social y el marco teórico en el
cual se inscribe nuestra práctica.
96
Rechazo o sumisión al tratamiento
Entre las observaciones con las que contamos, encontramos que los
adolescentes que vienen a vernos, generalmente no lo hacen solos; no
son ellos los que piden, sino que es más bien su entorno social, fami-
liar o escolar el que manifiesta una preocupación por ellos. Vienen a
vernos forzados. Creemos que una obediencia pasiva es el reflejo de
la desorientación. Ellos no ven el problema, son los otros los que lo
ven, y ante esto ellos responden: "No es mi problema, es el problema
de los otros".
Tomados en una tenaza contradictoria, el adolescente y el psicoa-
nalista se encuentran ante un imposible. Qyerer forzar dicho impo-
sible conduce a un fracaso. Una cierta psicología, que por definición
rechazamos, intenta, bajo las formas de terapia familiar, terapia de
pareja, grupos de palabra o reuniones entre pares, reducir dicha tensión
bajo el auspicio de una comprensión mutua. Dicha psicología, ávida en
el mercado, nos parece no solamente ineficaz, sino teñida de la mala fe
propia de cierta concepción contemporánea del ser hablante. Cuando
se dirige a un psicoanalista, el hombre habla, pero no para hacerse en-
tender, sino para descubrir.
Constatamos que cuando la demanda de tratamiento es obliga-
da. lo primero que se manifiesta. y d e una m anera recu rrente, e s la
deserción constante por parte del adolescente del tratamiento. No se
interesa en la propuesta de tratamiento porque él no pide nada. Como
ellos mismos lo dicen: "La loca es la profesora", "La enferma es mi
madre'', "El que no entiende nada es mi padre, a quien no veo nunca";
y hay muchos más ejemplos en los que el adolescente manifiesta que el
orden de determinación de su comportamiento encuentra su razón en
el otro que lo rodea. Esto no quiere decir que estemos de acuerdo con
su idea, pero es la suya y debe ser respetada.
El problema es saber cómo hacer para que aquello que se erigió en
un orden causal externo pueda ser subjetivado en una razón de orden
personal. La deserción del tratamiento no es otra cosa que una tonali-
dad de la transferencia caracterizada en los adolescentes por una gran
labilidad o por una inexistencia total. Pero dicha labilidad no debe ser
interpretada como un déficit, como una imposibilidad, como un rasgo,
sino como aquello que en el orden transferencia! se repite como verdad,
y que hemos definido anteriormente bajo la rúbrica "el Otro no existe".
Qierer ser el Otro que no existe, querer ser el Otro que imagina saber,
o el Otro que sabe de lo que se trata, no solamente lo consideramos un
97
error de interpretación sino una falta ética, a la cual el psicoanalista se
verá inevitablemente confrontado al verse jugando mucho más al pre-
dicador de verdades que al agente de un posible diálogo creador.
De dicha consideración, el adolescente manifiesta por lo menos
dos cosas: él no pide ver a un analista, por lo tanto verlo no es más
que un sometimiento suyo que, en principio, rechazamos. Pero tam-
bién puede suplantar dicho "no pedido" con una docilidad de confort:
"Vengo porque me mandan, porque no puedo decir que no"; "Vengo
porque el juez me lo exige y no me puedo negar"; "Estoy aquí porque
si no me echan de la escuela, lo cual sería peor". La docilidad del
adolescente también es su responsabilidad, dado que en el interior de
aquella se encuentran los lineamientos de un síntoma que todavía no
se ha formado.
98
CONCLUSIÓN
99
subjetividad que él nos presenta. Y si nos hacemos este plan-
; porque damos por sentado que el psicoanálisis debe interrogar
antemente su quehacer, dado que gracias a dicha interrogación,
iebe tener en cuenta las variaciones que le presenta la clínica, el
psicoanálisis asegura su futuro, su lugar en el mundo.
Lacan consideraba que el psicoanálisis debía hacer una crítica
constante, que debía hacer una revisión incesante de los fundamentos
de su práctica a los efectos de tener en cuenta el real de la época. En
ese sentido, creemos que los síntomas propios a la adolescencia son pa-
radigmáticos del real en juego en nuestra época. Nuestro mundo, nues-
tra actualidad, está fuertemente determinada por las nuevas formas del
goce, por lo que podemos llamar "un ideal contemporáneo <del goce".
Los adolescentes no son insensibles a esto; muy por el contrario. Ellos
hacen de las formas de gozar una definición del sujeto. Dicho gozar
tampoco está alejado, en cada uno de ellos, de una definición a partir
del tener mucho más que del ser.
¿Qy.é puede hacer el psicoanálisis ante esto? ¿Qy.é puede proponer-
les a los adolescentes? El psicoanálisis propone un espacio donde el de-
cir no está sometido a una regla general, a una significación universal,
propone un espacio donde el decir puede adquirir para el sujeto valor
de verdad. Es decir, el adolescente puede encontrar en el psicoanálisis
un lugar donde su decir adquiera valor inaugural. Dicho de otro modo,
el adolescente puede hacer que su decir suplante al Otro que no existe,
puede hacer con ese Otro que él mismo construye en el análisis, el lu-
gar donde resignificar sus síntomas.
El psicoanalista, en dicha concepción, encuentra la interpretación a
partir de ser testigo del bien decir del adolescente. El analista comen-
zaría su interpretación desde el "Tú lo has dicho". Es decir que el acto
analítico eleva el decir del adolescente a la categoría de creación, del
cual el adolescente es enteramente responsable. Gracias al análisis in-
tentamos hacer de lo que él dice, su orientación.
E.n este trabajo hemos puesto en evidencia el sentido de la deso-
rientación. El acto anaütico no puede combatir la desorientación a
partir de una pseudoeducación, puede hacer que el sujeto encuentre
su orientación a partir de su decir. En ese sentido, es el decir del
adolescente el que lo orienta. Es el decir del adolescente el que viene
a suplantar el declive de la significación dado por el declive del Nom-
bre del Padre.
El espacio analítico se balancea entre la identificación del síntoma,
el don de la palabra como creadora de sentido y un lugar donde el decir
100
1
sea respetado, aunque manteniendo en perspectiva la idea de que el
r'
\i
bien decir definitivo no existe, que toda conclusión deja en suspenso la
significación. De no ser así, el psicoanálisis se convierte en una religión.
1
Al determinismo estructural le tenemos que adicionar la indeter-
minación de todo bien decir. Nuestro trabajo nos ha llevado a dicha
consideración. La clínica psicoanalítica para adolescentes, y tal vez más
allá, abre un espacio de invención.
Cuando no contamos con _la significación del padre, cuando cons-
tatamos el declive de la significación universal, ¿qué hacemos? ¿Cómo
ordenamos el acto analítico? ¿Cómo definimos la transferencia? Di-
chos problemas se hacen mucho más evidentes en la clínica con ado-
lescentes, dado que ellos encarnan en sí mismos un estar contra, lo cual
no les evita en absoluto la irrupción de síntomas graves. El estar contra
no es una libertad, es simplemente una de sus manifestaciones. Hay
un estar contra sintomático y un estar contra que es la posición del
creador. Tal vez haya que llevar al adolescente del "estar contra" al estar
contra como 1.1n creador. Entonces, estamos obligados, inevitablemente,
a redefinir cada uno de los momentos del análisis con adolescentes a
partir de las variaciones del estar contra que acabamos de describir.
Oye haya un declive del Nombre del Padre quiere decir, entre otras
cosas, que el acto analítico -lo que hace el psicoanalista- también está
marcado por dicho declive. Si el psicoanalista cree que no lo está, se
corre el riesgo de hacer del acto analítico un acto de fe, y del psicoaná-
lisis, una religión.
101
Anexo
CASOS CÚNICOS
103 1:
-..í i
105
,
......
...
~
¿Cómo interpretar este momento del análisis? Lo primero que ~
constatamos es un efecto terapéutico, no se corta más. Pero dicho
efecto no se acompaña de un efecto analítico, ya que ella no establece ~
ningún lazo causal entre el recuerdo evocado y la práctica efectiva. La
segunda constatación es que el corte tiene dos facetas: una significante,
-..
ligada al recuerdo infantil, y una actual, como práctica sobre su cuerpo '-'
que deja un estigma. ~
Estas dos facetas del corte dibujan una geografía del cuerpo, lo di-
vide en dos: por un lado está la cara, marcada por el signifü:ante, por
-.
la historia, donde el corte se inscribe como metáfora. La amenaza del '-"
abuelo funciona como un significante que le está dirigido. El significan- ~
te tiene ahí la función de poner un límite al goce, haciendo de esa parte ._. !
del cuerpo una zona marcada, pero por el significante. Por otro lado, está
el resto del cuerpo, donde el corte puede inscribirse sin dificultad como ~
pura práctica, ya que, debemos deducir, su cuerpo no está marcado ahí
por el significante: su indefinición sexual es testimonio de ello.
....
¿Q!lé nos dice la paciente sobre el corte? Q!le es un remedio, que ~
calma la angustia. Como bien sabemos, la angustia se caracteriza por ~
ser un afecto sin nombre en el cuerpo. A un afecto sin nombre, ella le
opone el corte como inscripción. -...
La fenomenología del corte que hemos presentado pone de relieve \. ;
dos aspectos de la función del significante. El significante que nombra
y el significante vacío de significación. El primero, reenvía a la función
fálica, es decir, a aquello que limita el goce; el segundo, reproduce en
acto la falta de dicha significación. La falta de significación fálica es
uno de los nombres del declive del significante del Nombre del Padre,
y el corte es un estigma de dicho declive. Todo estigma tiene dos caras:
.. .
~ ·
\.
lo que se muestra y lo que se hace presente. -...
~ .
Un sujeto en construcción ~
106
en el registro imaginario, lo que amenaza la estabilidad y los límites
del cuerpo, y se manifiesta en desbordes de angustia.
Un adolescente consulta luego de una internación por una sobredo-
sis de pastillas. Del episodio dirá que quería encontrar una solución y
se encontró con un problema.
Sus padres están separados desde hace algunos años, y un año atrás
se fue a vivir con su padre por no soportar la casa materna. Cambiar de
barrio provocó, entre otras cosas, que se alejara de sus amigos y comen-
zara a aislarse en un vínculo con su padre, cargado de agresividad. Las
discusiones entre ambos provocaban en el hijo el sentimiento de que el
padre no se interesaba en él. Este sentimiento es el que lo lleva a tomar
las pastillas para "no estar más en este mundo".
En el hospital en el que fue atendido ponen como condición para
darle el alta la intervención de un juez y la compañía permanente de
un adulto para evitar que se repita la conducta. Pero el problema con el
que se encuentra es que pasó de sentir el desinterés por parte del padre
a tener a la madre constantemente encima. Ella lo acompaña a todas
partes, y en los pocos momentos que lo deja solo, lo llama constante-
mente al teléfono celular atemorizada por la intervención judicial. Esta
situación provoca en él una ideación persecutoria.
Su cuerpo sufre una desregulación llamativa. En el momento de la
separación de los padres adelgaza en pocas semanas unos veinte kilos
luego de haber perdido el gusto por la comida. A partir de entonces
solo come para alimentarse.
En este primer encuentro se entrevista también a la madre, quien
relata que a raíz de la ingesta, los médicos proponen una interna-
ción psiquiátrica por prevención, pero tanto ella como su ex marido
coinciden en que el hijo no está loco, y no aceptan esa propuesta. La
condiclón para el alta es la intervención judicial y un tratamiento
terapéutico. Luego de escucharla, se le dice que no es necesario estar
constantemente con el hijo, y que la circunstancia de que se haya inter-
venido judicialmente el hecho, no quiere decir que estén bajo sospecha.
La madre se tranquiliza, y el efecto en el hijo es inmediato: las ideas
persecutorias ceden por completo.
Para este joven, una preocupación ocupa el lugar central. La casa en
la que vive con su padre está en muy malas condiciones, lo que provoca
constantes discusiones entre padre e hijo. Este último le pide al padre
que arregle la casa, el padre le promete que lo va a hacer, pero no cum-
ple con su palabra. El circuito culmina en la sensación de una falta de
interés del padre hacia él.
107
En una entrevista habla de las coordenadas de su nacimiento.
Cuando su madre estaba embaraza de él, se le cayó un cartel de venta
encima. El accidente no produjo daño alguno, pero el episodio culmi-
nó en un juicio que los padres le hicieron al dueño del cartel.
Durante su infancia compartió la habitación con sus padres. Ellos
le prometían que con el dinero del juicio le construirían una habi-
tación propia. Cuando el dinero llegó, no solo no cumpli~ron con
lo pactado, sino que ese dinero se utilizó para saldar una deuda del
padre con la tarjeta de crédito. El destino de esa coyuntura se traslada
en la actualidad al tema del arreglo de la casa, en el que se pone de
manifiesto, una y otra vez, la falta del padre en el incumplimiento de
la palabra dada. '
En el reproche del hijo se denuncia también la falta del padre
frente a su propio deseo. Habiendo estudiado arquitectura, abando-
na la carrera poco antes de terminarla para dedicarse a una empresa
que fracasa al poco tiempo, y termina dedicándose a la construcción
como albañil especializado. En un nivel más profundo, el reproche
al padre por la casa inconclusa denuncia la falla en el hijo. En más
de una ocasión, refiriéndose a su casa, el paciente dirá: "Vivo en
construcción".
Este adolescente no ha podido atravesar muchas situaciones pro-
pias a su edad. En el aprendizaje escolar tuvo algunas dificultades, lo
que produjo que repitiera un año del colegio secundario. Pero, funda-
mentalmente, es el vínculo con sus pares lo que más lo perturba. Las
conductas agresivas típicas de los jóvenes de su edad se vuelven una
amenaza de la que queda prisionero y se salda con un sentimiento
persecutorio frente a sus semejantes. Este motivo lo lleva a abandonar
finalmente los estudios.
De la época de la escuela primaria destaca la burla de sus compañe-
ros por su gordura. Su dificultad para defenderse lo avergonzaba frente
a las niñas. Actualmente es delgado y tiene un especial cuidado por su
imagen; ir al gimnasio o hacer un deporte es el recurso que encuentra
para sentirse en forma.
La relación con las mujeres tampoco es fácil. Si le gusta una chica e
intenta salir con ella, siempre aparece algún obstáculo que lo convence
de que es mejor abandonar la iniciativa. En ese sentido, el alejamien-
to de quien fuera su mejor amigo durante muchos años influyó para
mantener la distancia con las mujeres.
El reproche dirigido al padre por no cumplir con su palabra de
arreglar la casa se incrementa. Las intervenciones del analista van en la
108
línea de indicarle que la salida no la encontrará en esas discusiones, y
se le propone buscar la solución por otro lado. Esta no se hace esperar;
consigue su primer trabajo. Hacer algunas changas abre una nueva po-
sibilidad. Si su padre no arregla la casa, él dispondrá de algún dinero y,
entonces, podrá ocuparse él mismo de la reparación.
En una oportunidad, luego de tener una discusión con su herma-
na porque ella se queda con un objeto que era un regalo del padre pa-
ra ambos, dice que si bien su padre no intervino en la disputa, por lo
menos le dio la razón a él. La intervención del analista va en la línea
de rescatar ese aspecto del padre, pero él advierte con justeza: "Entre
darme la razón e intervenir hay una distancia". Se le dice que efecti-
vamente es así, que tiene razón.
En otra oportunidad, llegó muy angustiado. La madre le dijo que
si otro joven lo agrede no tiene que defenderse, porque estar "bajo
juez" implica ser peligroso para sí y para terceros. Se le dice que no
es así y, que si lo agreden, puede defenderse. Estas palabras lo alivian
de inmediato.
Se siente mejor. Luego de unos meses de tratamiento, se pregunta
si es que su padre no puede nada o si no será él demasiado exigente.
No tiene una respuesta para esa pregunta, pero sí sabe que cuando
empezó el análisis vivir no tenía sentido, y ahora se ha dado cuenta que
estar pendiente de los arreglos de la casa le da un sentido a su vida.
El padre le ha conseguido un trabajo en el bar del cual es el en-
cargado del área de mantenimiento. Deberá desempeñarse en la barra
pero, dado que es su primer empleo fijo, teme no poder afrontarlo. El
trabajo en sí mismo no le trae problemas, sin embargo la relación con
los otros empleados se le vuelve difícil. Se pregunta angustiado, cómo
hacer para restarle importancia a las agresiones de sus compañeros. Sin
embargo, logra sobrellevar ese primer momento y, al poco tiempo, la
relación con sus colegas ya no lo angustia más y siente que se ha gana-
do el "derecho de piso".
Está conforme con su trabajo, pero ni bien cobra su primer sueldo
su padre se lo pide prestado porque ha contraído una nueva deuda.
Aun cuando se cuestione si debe darle su dinero al padre, no puede .
imaginar otra posibilidad.
Un movimiento se produce inesperadamente. Relata que sus padres
se pasan la pelota: que cada uno quiere que sea el otro quien pague
el análisis del hijo. Ha decidido, entonces, no darle todo su sueldo al
padre, ha decidido quedarse con una parte para pagarse él mismo su
tratamiento psicoanalítico.
109
i-.
"'"
~
La que repite ._.
~
Lacan indica que el discurso analítico tiene como fin producir un lazo
social nuevo. Se trata de los efectos de "subversión" que la práctica ~
analítica introduce en la definición del sujeto, lo que nos aleja de toda
~
consideración sociológica del mismo.
El psicoanálisis pone en evidencia que el destino del sujéto está .....
determinado por los avatares de las articulaciones significantes que lo \..
preceden, pero no lo condena a la mera repetición de lo mismo; le deja
siempre la posibilidad de subvertir ese orden de determinación. En el
caso que presentamos a continuación, la primera operación fue la de
-.
~
no hacer de "la que repite" un destino del sujeto, sino el punto de parti-
da de un destino diferente.
lii.
Se trata de una adolescente de dieciséis años que llega con una
nota de las autoridades escolares, en la que se solicita un tratamiento ""'~
psicológico para que pueda reintegrarse normalmente a clase. Tres
semanas antes, tuvo un aborto espontáneo en el colegio y las auto- ~
ridades dieron parte a la policía. La joven terminó internada en un ~
hospital, donde tuvieron que hacerle un raspaje. Una vez recuperada,
los médicos consideraron que estaba en condiciones de reintegrarse -.
al colegio, pero las autoridades escolares ponen todo tipo de trabas y ~
siempre les falta el sello de una autoridad médica superior que avale
~
la recuperación de su salud.
De lo sucedido, ella dice que no sabía que estaba embarazada, que '-
tomó una pastilla para que le viniera la menstruación, y que por ese ~
motivo se produjo la pérdida. En esta primera entrevista no parece
querer hablar del embarazo ni del aborto. Solo quiere no perder más ...
tiempo y reintegrarse lo antes posible al colegio, dado que ya había
perdido bastante tiempo por haber repetido dos veces primer año.
Aun al escuchar lo espectacular de su relato, se decidió no interro-
...--
gar respecto de las circunstancias del aborto ni de los motivos de la ~
doble repetición, dado que esta adolescente ya había sido demasiado
'-'
interrogada sobre estos temas por el discurso escolar y el discurso
médico. Optamos por acordar con ella en lo insensato de las trabas de
la institución educativa y en la importancia de la reintegración inme-
diata a la escuela. Se le otorgó un certificado que atestigua que había
comenzado un tratamiento y se le dijo que tendrá que venir, pero para
.
'-
'-'
hablar de lo que ella quiera y no de lo que quiere el colegio. ~
Los imperativos del discurso educativo ponían en peligro un la- ~
zo social de gran importancia para ella. Reintegrada rápidamente al
~
110
sistema escolar, un nuevo lazo con el analista posibilita el despliegue
de los significantes que la determinan.
Habla de las circunstancias del aborto y de que no sabía que estaba
embarazada -se trataba de un embarazo de tres meses-; solo se sintió
mal, fue al baño y notó que algo pasaba, pero no quiso mirar en el inodo-
ro. Se fue dejando ese resto, sin embargo, ante los ojos de todo el mundo.
Se siente mal por esa pérdida, pero, aunque por momentos está
angustiada, cree que es muy joven para ser mamá. Aprovechando este
dicho, se le dice que sí, que es "muy" joven, acentuando el "muy".
Cuenta entonces la historia de su venida al mundo. Sus padres se
conocen desde niños y durante la adolescencia empiezan a salir. A los
dieciséis años, su madre queda embarazada de ella y deciden casarse.
El padre tenía diecisiete. Por tal motivo abandonan los estudios y ya
no los retoman. Por el apremio económico y el nacimiento de un se-
gundo hijo, se postergará indefinidamente toda ambición personal de
los padres.
Y no solo la madre la tuvo muy joven. Su abuela materna también
tuvo a la madre de ella a los dieciséis años.
La paciente· no se interroga sobre esta forma de la repetición, sim-
plemente la enuncia. A ella le preocupa las consecuencias de la otra
doble repetición. A causa de repetir dos años el colegio secundario, ha
defraudado a sus padres. ella. que había sido siempre tan buena alumna.
A causa de la repetición también tuvo que abandonar el colegio por el
que ella misma se había sacrificado tanto para poder ingresar.
¿Cómo explica ella el hecho de haber repetido dos veces primer
año? Luego de repetir la primera vez, decidió dar el año libre. Llegó
a diciembre habiendo dado diez materias bien y habiendo optado
por dejar dos previas para abocarse en marzo al estudio de una sola
materia.'Decide dejar previa Historia por tener muy mala "memoria".
Pero la única materia que le aseguraría pasar de año la dio mal, por
lo que tiene que volver a hacer primer año. Es llamativo que habien-
do dado sin dificultad diez materias, fracase en la última. Podemos
preguntarnos por el cálculo inconsciente que la llevó a repetir el año
nuevamente.
Esta paciente con mala memoria para la historia no sabe que
hay una memoria en ella. Es la memoria de la historia familiar lo
que se le escapa; historia que, sin embargo, pone en escena, como
lo demuestra el embarazo precoz y la repetición del año escolar. Un
embarazo temprano que podría llevarla a realizar el mismo destino
que las mujeres de su familia, y una relación con el estudio que
111
~
-
~
-..
podría conducirla al abandono de la escolaridad, como sucedió con
sus padres.
El entrecruzamiento de estas coordenadas de su historia se mani-
fiesta en una puesta en escena, que el discurso de la educación rechaza,
.
~
-...
pero que el discurso analítico recoge para transformarlo en significan-
4tiia.
tes. El significante "repetición" condensa la historia de su familia. Es la
• metáfora del destino de las mujeres y la metonimia de lo que querían ~
hacer los padres y no pudieron.
El psicoanálisis le da la posibilidad de que esos significantes se
-..
orienten hacia la construcción de un síntoma analítico a partir de un ~
nuevo lazo, el de la transferencia; único camino por el que podría ope- ~
rarse un desciframiento que le permitiría a esta joven paciente hacer de
su vida otra cosa que una repetición de la historia familiar.
-..
Una pregunta se abre para ella: ¿Qié es ser mujer más allá de las '-"
reglas del Otro materno? Ella ya dijo algo al respecto: "Soy muy joven \...
para ser madre".
~
~
Una historia de violencia
~
....
La violencia no se constituye como una reprimenda, es decir, como
~
signo de amor a partir del cual se constituye un fantasma. En este
caso, la violencia rompe el vínculo padre e hijo, y deja a este último ~
desorie.ntado respecto de cómo ser un hombre. El análisis le da herra- ~
mientas a los fines de orientarse y encontrar una fórmula propia que se
adecúe a su deseo. ~
112 .-..
""'
con él. Este joven tiene diecisiete años y dirige al analista su síntoma,
pero aún no hay signos de la transferencia.
Después de algunas entrevistas, y a la semana siguiente de faltar
por primera vez, trae un sueño; se trata de un sueño de repetición
que por primera vez trae al tratamiento. En el sueño, él le pega al
padre, pero el padre es de goma, y se da cuenta de que no le pega
a nada. Se le pregunta cuándo lo soñó; responde que fue la noche
anterior a la entrevista que no vino. Su respuesta nos lleva a hacerle
una interpretación: "Ahora entiendo por qué no vino: no vino para
no contarme el sueño". El paciente se opone a la interpretación
argumentando haber faltado por estar enfermo. No obstante eso,
produce asociaciones respecto del sueño. Recuerda que de niño, la
violencia de su padre lo llevaba a la siguiente conclusión: "Si mi
padre me pega, entonces cualquiera me puede pegar". El sueño y
su asociación permiten ver en filigrana la oposición significante
violencia-cobardía. Es más, el sueño y la asociación posterior a la
interpretación del analista permiten que aparezca la otra cara de la
violencia: el significante "cobardía", oculto en el sueño.
A partir de ese momento se produce un cambio radical en sus
asociaciones. Sus preocupaciones pasan a centrarse en informar si
llega temprano o si llega tarde, en comunicar que le parece injusto
que se lo haga pasar antes a él que a otra paciente, dado que ambos
llegaron al mismo tiempo. También puede aguardar un tiempo
prolongado en la sala de espera sin ninguna manifestación de ner-
viosismo ni violencia.
Consideramos que dichas manifestaciones corresponden a los
primeros signos de la transferencia que ponen en escena a un hombre
no violento que se interroga sobre el dispositivo analítico. Tomando
las d'efiniciones de Freud sobre el destino del varón en el doloroso ca-
mino del desasimiento de la figura del padre durante la adolescencia,
aunque con las particularidades que más arriba destacamos, podemos
decir que el análisis le permite a este paciente encontrarse con las dis-
tintas definiciones de lo que para él es ser un hombre.
El Otro del complejo de Edipo le dio cierta idea, pero la ins-
talación de la transferencia es el espacio en el que comienza a
dibujarse otra vía posible. Por la vía del engaño, de la transferencia,
el análisis apunta a lo verdadero, es decir, apunta en su horizonte
a lo imposible, esto es, a la imposibilidad de obtener por la vía del
Otro, del determinismo, la respuesta última sobre lo que para él es
ser un hombre.
113
Hacia una definición de la mujer
114
modo un tanto aparatoso permitió que el tema se desplazara y, pasado
un cierto tiempo, posibilitó el relato de un síntoma del que hasta el
momento no había hablado, ya que lo había mantenido oculto detrás
del ropaje de una joven excéntrica que ella insistía en poner de relieve.
El síntoma era una dificultad para avanzar en los estudios, cuya causa
ella la adjudicaba a "la crueldad" del pensamiento que tenía sobre sí
misma y que la llevaba a realizar los excesos descriptos.
La irrupción del significante "crueldad" abre una nueva vía del aná-
lisis marcada por la aparición de una serie de recuerdos infantiles, cuyo
significado permitía ver cómo el síntoma expresaba lo que, sin saberlo,
ella pensaba de los hombres y esclarecía, así, algo sobre su desorienta-
ción sexual. Dichos recuerdos eran relatos de la infancia. Su madre le
había contado que su propio padre, en frecuente estado de ebriedad,
golpeaba y amenazaba con matar a las mujeres de la familia. A este
relato se agregaba el de una amiguita quien le habría confesado que un
hombre había abusado de ella. Esta serie de relatos de la infancia con-
tados por mujeres fue la trama significante con la que la paciente cons-
truyó una versión del hombre, cuyo rasgo principal era "la crueldad".
El significante "crueldad" y sus efectos en su vida impusieron una
interpretación. Se le dice: "Usted cree que el hombre hace daño". El
efecto de la interpretación no se hizo esperar. Poco tiempo después, co-
menzaría una relación con un hombre y se abriría un segundo momen-
to del análisis. Vemos aquí cómo este primer momento, que permitió el
advenimiento del significante "crueldad" y su interpretación, posibilitó
delimitar el conjunto de los hombres y también el acceso a ellos.
Luego de un año de estar en pareja, el abandono repentino por par-
te del hombre la sume en una gran angustia, y recomienza lo que ella
llama "sus excesos". A pesar de las infructuosas maniobras para sacarla
de su eshdo, nada tenía efecto. Se opta finalmente por manifestarle la
imposibilidad de hacer algo por ella, y se le comunica. Lo sorprendente
fue que ante estas palabras, ella reaccionó con perplejidad y muy rápi-
damente la angustia desapareció. De vuelta al trabajo analítico, trajo un
sueño en el que evoca a un ser muy querido de su infancia: una amiga
de su madre, para quien ella había sido "muy querida". Dicho signifi-
cante, obtenido a partir de una formación del inconsciente -el sueño-,
da lugar a un tercer momento del análisis, caracterizado por la búsque-
da de una definición de la mujer.
Podemos decir que el sueño modifica la versión del Otro y abre
las puertas hacia otra definición de ella, la definición de "ser querida".
El problema que se le presenta a partir de ahí es el de por quién ser
115
querida. ¿Por el Otro cruel -versión que ella tiene de los hombres-,
por el Otro inconsistente -versión del Otro de la transferencia- o
por un Otro diferente que el análisis puede producir? Ser una mujer
maltratada o una mujer querida será seguramente una de las apuestas
del análisis.
116
definitivas. Más bien se trata de alternativas y están regidas por el
sentimiento de confort que una u otra posición ofrece, según las oca-
siones que se presentan.
Entonces, otra pregunta se abre: ¿Es que la posición sexual, en el
sentido en que Freud la pensó, como forjada a partir del Edipo, estre-
chamente vinculada a la anatomía y cuyos efectos determinantes para
el psiquismo eran el abe del psicoanálisis, ya no corre más? Por otra
parte, si las fórmulas de la sexuación de Lacan se orientan por el falo
y su más allá, entendemos que, no obstante eso, dichas fórmulas están
lejos de dar cuenta de la proliferación de géneros que avanza día a día.
En ese sentido, si el psicoanalista sigue remitiéndose a medir la
sexualidad con la vara del Edipo, lo menos que podrá decirse es que
permanece amarrado a un discurso cuanto menos obsoleto, por no
decir tradicionalista, lo cual hoy en día es leído como segregacionista,
y con razón.
Pero entonces, ¿cómo interpretar esta fluidez, este deslizamiento
de lo sexual, sin parecer un conservador recalcitrante? ¿Y qué dice del
amor esta nueva forma de vivir la sexualidad? ¿Es que se trata de una
nueva forma del amor? Y si es así, ¿qué destino vaticina para el amor
de transferencia? ¿Será también el amor de transferencia, fluido, ina-
prensible, por no decir efímero? La cünica con adolescentes nos da una
cierta idea al respecto.
Dicho esto, un caso reciente nos asombra particularmente. Una
niña-adolescente de quince años recién cumplidos llega al Centro 1
traída por su madre y derivada casi forzosamente por el hospital que
la atendió en el parto. Sí, en el parto en el que dio a luz hace menos de
tres meses a su hija, para sorpresa de todos. Sí, de todos, porque ella y
su cuerpo se ocuparon de guardar muy bien el secreto, al punto de que
nadie, ni el novio, ni la madre, ni el padre, ni las hermanas mayores, ni
los profesores, nadie de nadie, se dio cuenta de que estaba embarazada.
Guardó el secreto ella sola, y hasta el final -llega a decirnos-, porque
temía que la hicieran abortar. No solo se guardó el secreto, también
se aguantó los fantasmas múltiples que su estado le proporcionaba día
tras día y'noche tras noche durante todo su embarazo, en soledad.
Ella está muy contenta con su hija, una beba preciosa que nos
presenta en la pantalla de su celular. Solo una preocupación turba su
mirada de niña-madre-adolescente: el novio desconfía de ser el padre,
y su familia exige un ADN. Ni pañales, ni regalos, ni visitas de la parte
117
paterna, solo el bendito ADN y su esperanza de un desentendimiento
del 100%.
Este caso nos recuerda al caso de "La que repite", presentado ante-
riormente en este volumen. Allí, la adolescente de dieciséis años, había
abortado, sin darse cuenta, en el baño del colegio, lo cual le valió su
expulsión. En su caso, el psicoanálisis le posibilitó encontrar el deter-
minismo inconsciente, y hasta donde sabemos, le permitió nÓ cumplir
ciegamente con "el destino de las mujeres de la familia".
Sin embargo, el presente caso nos interpela, quizá más que todo lo
expuesto en estas pocas líneas. Nos interpela, justamente, porque no lo
esperábamos. Nos interpela, porque nos encontramos de pronto con,
aunque si bien cachorra, una especie de leona, dado que ella paréce estar
dispuesta a proteger a su cría de lo que sea, como sea y ante quien sea.
Este caso emerge de las entrañas de una casuística atravesada
por las problemáticas psíquicas individuales, pero también sociales,
dentro de una comunidad determinada. Emerge de un modo extraño,
volviéndose él mismo una rareza frente a lo que empezaba a resultar-
nos una constante, y frente a lo cual empezábamos a acostumbrarnos
y a acomodarnos.
El p:;icoanáli:;is se modifica conforme a la subjetividad de la época.
El analista debe estar atento a dichas modificaciones, pero también
debe estar dispuesto a dejarse sorprender por los hallazgos, sean estos
los que sean, que la práctica le provee. La clínica de la adolescencia fe-
menina no nos priva de ellos, afortunadamente.
118
BIBLIOGRAFÍA
119
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F. M. (comp.): Adolescencias por venir. Barcelona, Gredos, 2012.
120
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-"El yo y el ello", en Freud, S.: op. cit., tomo III.
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121
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1 (
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Mitre, J. La adolescencia: esa edad decisiva. Buenos Aires, Grama, 2014.
124
fuen\es
''Advierten sobre el abuso de medicamentos por los adolescentes", Clarín, 24 de
abril de 2013.
125
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